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Estamos iniciando la segunda etapa del camino de renovación de la fe. Un camino que lo
vamos haciendo en la realidad de cada día. Por eso invitamos a todos a revisar qué vivimos y a
buscar una luz nueva en la fe.
1. NUESTRA REALIDAD:
En cada uno de nosotros hay un deseo profundo de plenitud, de realización, de ser felices. En
ese camino es muy importante el encuentro recíproco entre el hombre y la mujer.
Una de las primeras experiencias del niño y de la niña es descubrir que hay diferencias entre
las personas. En su desarrollo personal es importante que tomen conciencia de su ser hombre o mujer
y que se acepten como son.
La experiencia entre los adultos no siempre es positiva. A veces la diferencia entre hombre y
mujer se transforma en conflicto, en lucha de poder, en frustración.
Vamos a compartir sobre nuestra experiencia:
1. ¿Qué experiencias significativas descubren en la relación entre hombres y mujeres, como
amigos, esposos, en el trabajo?
2. ¿Qué te dice la fe sobre esta realidad? En el camino de la fe, ¿tiene algo que ver el ser
hombre o mujer?
El relato bíblico de la creación, que es mítico, es decir, no es real sino trata de comunicar una
verdad a través de relatos imaginarios, hace una distinción entre la creación de todo lo que existe y la
creación de los seres humanos. El autor del libro del Génesis se da cuenta que entre el hombre y los
demás seres: animales, plantas, naturaleza sin vida, hay diferencias muy grandes, y lo dice con las
siguientes palabras:
Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre
los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los
reptiles que se arrastran por el suelo."
Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y
sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser
viviente que se mueve sobre la tierra." (Gn 1, 26-28)
Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un
aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. (Gn 2, 7)
Dijo Yavé Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él
para que lo ayude." (Gn 2, 18)
Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de
sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó
una mujer y la llevó ante el hombre.
Entonces el hombre exclamó: "Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada varona porque del varón ha sido tomada."
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una
sola carne. Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza. (Gn 2, 21-259
3. NUESTRO COMPROMISO:
Como personas estamos llamados a descubrir y vivir nuestra propia identidad de hombre o
mujer. A través de esa identidad nos expresamos y percibimos la alegría, la ternura, la indiferencia,
la aceptación o el rechazo.
Dios nos ha dado el don de ser hombre o de ser mujer.
Señala algún aspecto que debes cultivar para mejorar como imagen y semejanza de Dios y
trata de vivirla hasta el próximo encuentro.