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Monasterio de El Escorial

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Para otros usos de este término, véase El Escorial (desambiguación).
Monasterio y Sitio de El Escorial en Madrid

Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

Monasterio de El Escorial

Localización
País
España
Coordenadas
40°35′21″N 4°08′52″O
Coordenadas: 40°35′21″N 4°08′52″O (mapa)
Datos generales
Tipo
Cultural
Criterios
i, ii, vi
Identificación
318
Región
Europa y América del Norte
Inscripción
1984 (VIII sesión)
Sitio web oficial
[editar datos en Wikidata]

Monasterio de El Escorial, patio delantero.

Jardines del Monasterio de El Escorial.


El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un complejo que incluye un
palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio.
Se encuentra en la localidad española de San Lorenzo de El Escorial, en la
Comunidad de Madrid, y fue construido en el siglo XVI entre 1563 y 1584.
El palacio fue residencia de la familia real española, la basílica es lugar de
sepultura de los reyes de España y el monasterio –fundado por monjes de la Orden de
San Jerónimo– está ocupado actualmente por frailes de la Orden de San Agustín. Es
una de las más singulares arquitecturas renacentistas de España y de Europa.
Situado en San Lorenzo de El Escorial, ocupa una superficie de 33 327 m², sobre la
ladera meridional del monte Abantos, a 1028 m de altitud, en la sierra de
Guadarrama. Está gestionado por Patrimonio Nacional.
Conocido también como Monasterio de San Lorenzo El Real, o, sencillamente, El
Escorial, fue ideado en la segunda mitad del siglo XVI por el rey Felipe II y su
arquitecto Juan Bautista de Toledo, aunque posteriormente intervinieron Juan de
Herrera, Juan de Minjares, Giovanni Battista Castello El Bergamasco y Francisco de
Mora. El rey concibió un gran complejo multifuncional, monacal y palaciego que,
plasmado por Juan Bautista de Toledo según el paradigma de la Traza Universal, dio
origen al estilo herreriano.
Fue considerado, desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo, tanto
por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico. Su
arquitectura marcó el paso del plateresco renacentista al clasicismo
desornamentado. Obra ingente, de gran monumentalidad, es también un receptáculo de
las demás artes. Sus pinturas, esculturas, cantorales, pergaminos, ornamentos
litúrgicos y demás objetos suntuarios, sacros y áulicos hacen que El Escorial sea
también un museo. Su compleja iconografía e iconología ha merecido las más variadas
interpretaciones de historiadores, admiradores y críticos. El Escorial es la
cristalización de las ideas y de la voluntad de su impulsor, el rey Felipe II, un
príncipe renacentista.
El 2 de noviembre de 1984, la UNESCO declaró el Monasterio y Sitio de El Escorial
como Patrimonio de la Humanidad. Es una de las principales atracciones turísticas
de la Comunidad de Madrid. El conjunto monumental recibe más de 500.000 visitantes
al año.1

Índice
1
Cronología del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
2
Las causas fundacionales
3
Orígenes de su planta
3.1
Las primeras trazas
3.2
Antecedentes monásticos
3.3
Modelos bíblicos: el Templo de Salomón
3.4
La arquitectura del Monasterio de El Escorial
4
Secciones del edificio
4.1
Biblioteca
4.2
Palacio de Felipe II
4.3
Palacio de los Borbones
4.4
Basílica
4.5
Cripta
4.6
Relicarios
4.7
Convento
4.8
Escalera principal
4.9
Salas capitulares
4.10
Sala de las Batallas
4.11
Museo de Arquitectura
4.12
Jardines de los Frailes
5
Patrimonio de la Humanidad
6
Véase también
7
Referencias
8
Bibliografía
9
Enlaces externos
Cronología del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial[editar]

Felipe II, por Sofonisba Anguissola.

Juan de Herrera según una medalla de Jacome da Trezzo, 1578.


1557. Victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín.
1558. El emperador Carlos V muere en Yuste, cambiando en su testamento su deseo de
ser enterrado en Granada por la petición a su hijo de crear un edificio ex novo
para su tumba, en un lugar diferente a sus padres y abuelos. Felipe II designó una
comisión multidisciplinar (médicos, arquitectos, canteros, etc.) para buscar el
emplazamiento más idóneo en la sierra de Guadarrama, el centro geográfico de la
península ibérica.
1559. El 15 de julio el rey nombró arquitecto real a Juan Bautista de Toledo desde
Gante y le encomendó la dirección de todas las obras de la Corona.
1560. La comisión busca alternativas para el emplazamiento del monasterio,
barajando entre otras localizaciones Guisando, Aranjuez, Manzanares y la
Alberquilla y la Fresneda, en las cercanías de El Escorial. En noviembre se elige
el emplazamiento actual, a apenas 50 kilómetros de Madrid, en las inmediaciones de
la Fuente de Blasco Sancho, próxima a El Escorial —entonces una pequeña aldea de la
Comunidad de Villa y Tierra de Segovia— para construir el edificio. El paraje
disponía de abundante caza y leña, aire y aguas de buena calidad y canteras de
granito y pizarra en las proximidades.
1561. Este año fue clave para la historia de El Escorial:
El monarca trasladó la capital de España desde Toledo a Madrid.
Encomendó el Monasterio de El Escorial a los monjes jerónimos. Tradicionalmente, la
monarquía hispánica había estado muy vinculada a esta Orden religiosa.
Juan Bautista de Toledo empieza el diseño general del Monasterio: la conocida como
la «Traza Universal».
1562. Felipe II comenzó a adquirir los terrenos colindantes para hacer del entorno
del Monasterio un híbrido de territorio de realengo y abadengo, donde se pudieran
compatibilizar los usos recreativos, agropecuarios y cinegéticos.
1563. En febrero se sumaron al proyecto, en calidad de adjuntos, Juan de Herrera y
Juan de Valencia. El 23 de abril, festividad de San Jorge, se colocó la primera
piedra del Monasterio, en los cimientos del refectorio del convento, bajo la silla
del Prior, en la fachada meridional.
1567. Felipe II firmó el 22 de abril la Carta de Fundación y Dotación del
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Pocos días después, el 19 de mayo, tras
la finalización de la fachada del Jardín de los Frailes, gran parte de las
dependencias del Monasterio y el Patio de los Evangelistas, moría Juan Bautista de
Toledo.
Entre 1567 y 1569, la dirección del proyecto palaciego y monacal quedaba en manos
de Giovanni Battista Castello El Bergamasco, autor de la escalera principal.
1572. Juan de Herrera, con un protagonismo cada vez más creciente, asumió la
reorganización del proyecto.
1575. El maestro cantero cántabro Juan de Nates colaboró junto a Diego de Sisniega
y Francisco del Río en las obras.
1576. Herrera fue designado aposentador real, trazador principal, matemático e
ingeniero de las obras de la Corona, incluidas las del Monasterio. A partir de la
Traza Universal diseñada por Juan Bautista de Toledo, planteó soluciones que, como
explicó en 1966 el arquitecto Fernando Chueca Goitia, tendían hacia la
simplificación y geometrización del edificio. Las principales variaciones sobre la
solución original fueron la construcción de una planta más en la fachada principal,
que regularizaba la primera solución escalonada, la reducción del número de torres
de sus fachadas y el cierre del Patio de Reyes con la "doble fachada" de la
iglesia, donde se situó la Biblioteca Real.

Vista de El Escorial y del monte Abantos desde la Silla de Felipe II


1584. Se colocan en la portada de la Basílica las estatuas de David y Salomón. El
13 de septiembre se dieron por finalizadas oficialmente las obras, bajo la
dirección de Francisco de Mora, a pesar de no estar concluida la Real Basílica.
Esta se culminó en 1586 después de once años de construcción.
1807. El príncipe de Asturias, el duque del Infantazgo y Escoiquiz traman un
complot, conocido como la "Conspiración de El Escorial" para derrocar a Godoy. Son
descubiertos y procesados.2
1814. Superados los avatares de la Guerra de la Independencia, que supuso para el
Monasterio el saqueo y la exclaustración, regresan los monjes de la Orden Jerónima.
Con el restablecimiento de la Constitución de 1812 y el arranque del Trienio
Liberal, vuelven a abandonar el Monasterio la mayoría de los monjes entre 1820 y
1824. El 1 de diciembre de 1837 parten los 150 monjes jerónimos tras entrar en
vigor las leyes desamortizadoras de los bienes eclesiásticos. Posteriormente, tras
un fallido intento de restauración, se crea un patronato de capellanes seculares.
1885. Tras dos intervalos en que lo ocuparon los Padres Escolapios (desde 1869 el
Colegio, y entre 1872 y 1875 la custodia completa del Monasterio) y otra vez los
capellanes seculares, el rey Alfonso XII hace entrega del monasterio a la Orden de
San Agustín. Los Agustinos viven en el monasterio hasta la actualidad.

Fachada occidental. Entrada principal a la basílica

El Monasterio de El Escorial visto desde el aire y desde el Monte Abantos.

Las causas fundacionales[editar]


"...nadie ve El Escorial sin llenarse de gloria, de orgullo nacional (...), él
recuerda el poder, la riqueza, la civilización, los vastos conocimientos e influjo
de esta gran nación en el siglo XVI (..), él excita la admiración y aun la envidia
de las Naciones extranjeras."
(José Quevedo).3
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue promovido por Felipe II, entre
otras razones, para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, el 10 de
agosto de 1557, festividad de San Lorenzo. Esta batalla marcó el inicio del proceso
de planificación que culminó con la colocación de la primera piedra el 23 de abril
de 1563, bajo la dirección de Juan Bautista de Toledo. Le sucedió tras su muerte,
en 1567, el italiano Giovanni Battista Castello El Bergamasco y, posteriormente, su
discípulo Juan de Herrera. La última piedra se puso veintiún años después, el 13 de
septiembre de 1584.
El edificio surge por la necesidad de crear un monasterio que asegurase el culto en
torno a un panteón familiar de nueva creación, para así poder dar cumplimiento al
último testamento de Carlos V de 1558. El Emperador quiso enterrarse con su esposa
Isabel de Portugal y con su nueva dinastía alejado de los habituales lugares de
entierro de los Trastámara.
La Carta de Fundación, firmada por Felipe II el 22 de abril de 1567, cuatro años
después del comienzo de las obras, señalaba que el Monasterio estaba dedicado a San
Lorenzo, pero sin señalar directamente la batalla de San Quintín, probablemente
para evitar citar una guerra como motivo de fundación de un edificio religioso: se
«fundó a devoción y en nombre del bienaventurado San Lorenzo por la particular
devoción» al santo del rey y «en memoria de la merced y victorial que en el día de
su festividad de Dios comenzamos a recibir». Las «consideraciones» que cita el rey
fueron el agradecimiento a Dios por los beneficios obtenidos, por mantener sus
Reinos dentro de la fe cristiana en paz y justicia, para dar culto a Dios, para
enterrarse en «una cripta» el propio rey, sus mujeres, hermanos, padres, tías y
sucesores, y donde se dieran continuas oraciones por sus almas:
Vista del Monasterio de El Escorial, por Michel-Ange Houasse (1723).
Reconocimiento de los «muchos y grandes beneficios que de Dios nuestro Señor
habemos rescibido» y «cuánto Él ha servido de encaminar y guiar los nuestros
hechos, e los nuestros negocios a su santo servicio».
Por «sostener y mantener estos nuestros Reinos es su sancta Fee y Religión, y en
paz y en justicia».
Porque a Dios le agrada que le edifiquen y funden iglesias «donde su sancto nombre
se bendice y alaba» y donde los religiosos den ejemplo de fe.
Para que «se ruega e interceda Dios Nuestro Señor por Nos e por los reyes nuestros
antecesores e subcesores, e por el bien de nuestras ánimas», según la orden dada
por el Emperador «en el cobdecilo que últimamente hizo nos cometió y remitió lo que
tocaba a su sepultura y al lugar y parte donde su cuerpo y el de la Emperatriz y
Reina, mi señora y madre, había de ser puestos y colocados».
Y para que «por sus ánimas se hagan y digan continuas oraciones, sacrificios,
conmemoraciones e memorias.
En resumen, el rey buscó darle a Dios una casa donde alabarle y agradecerle su
intervención en San Quintín, intercediendo de paso por sus familiares. Felipe II no
quería una iglesia para los fieles, quería darle a Dios una morada bajo la cual
enterrar a su extensa familia. Tampoco se pueden desdeñar otras razones para fundar
el Monasterio, como la celebración de la primera victoria de Felipe II como rey, la
afrenta que la mención a la Batalla de San Quintín -que se libró a apenas ciento
cincuenta kilómetros de París- suponía hacia Francia, la veneración al mártir
español San Lorenzo, en unos tiempos en los que la Reforma atacaba el culto a los
santos y a las reliquias, o la necesidad de crear un centro unificador de la nueva
fe que surgía del Concilio de Trento.
Orígenes de su planta[editar]

«Traza Universal» de El Escorial.


En julio de 1559 Juan Bautista de Toledo fue llamado a España por Felipe II para
realizar toda una serie de obras de gran importancia para la realeza española. Una
realeza que tendrá a partir de ahora una nueva concepción del estado moderno y para
la que será necesaria la creación de un nuevo edificio que la representara. Juan
Bautista será considerado el primer arquitecto del Monasterio de El Escorial y sus
trazas sentarán las bases de lo que posteriormente será el lenguaje herreriano.
Las medidas del rectángulo de la planta, según señalaba el padre Sigüenza en 1605,
son de 735x580 pies castellanos, es decir, 205x162 metros. La altura total del
punto más elevado de la cruz tomada con respecto al pavimento de la iglesia es de
95 metros.
Las primeras trazas[editar]
En primera instancia se observa que las primeras trazas que se conservan de Juan
Bautista de Toledo proponían un edificio con una imagen muy diferente al que se
construyó definitivamente: torres en la mitad de las fachadas laterales (las
huellas de la Torre de la Biblioteca aún son visibles en la fachada que da al
Jardín, ya que se construyó en vida de Juan Bautista) y dos torres más en la
portada principal, donde el Patio de Reyes quedaba abierto y dejaba ver en el fondo
la portada de la Basílica. Sabemos por la documentación que se conserva de los
priores del convento que al principio se preveían solo cincuenta monjes en lugar de
los cien finales, por lo que el proyecto original tenía una altura menos en la
parte delantera.
En cuanto a la planta de la iglesia, el diseño se resolvía con unas naves de
menores dimensiones que las actuales, rematadas con una capilla de ábside
semicircular. No estando contento Felipe II con esta solución hará llamar a
Francesco Paciotto que le aconsejará al monarca que el templo tenga el ábside
plano. Finalmente el artífice de la solución definitiva fue Juan de Herrera, que
construyó un templo cuadrado basado en la planta del Vaticano sobrepuesto a una
planta basilical tradicional con el altar al final de la nave principal. A Herrera
también se debe la imagen unitaria de las fachadas con menos torres y sin
escalonamiento, lo que contribuyó a la potente imagen final del edificio.
La planta definitiva del edificio, con solo cuatro torres en las esquinas y el
Palacio Real haciendo de «mango», recuerda la forma de una parrilla, por lo que
tradicionalmente se ha afirmado que se escogió esta traza en honor de san Lorenzo,
martirizado en Roma en una parrilla, ya que el 10 de agosto de 1557, día de la
festividad del santo, tuvo lugar la batalla de San Quintín. De ahí el nombre del
conjunto y de la localidad creada a su alrededor.4

1) Hipótesis básica (según J. R. Cuadra) 2) El Monasterio reducido al esquema


monacal tradicional (según F. Chueca). 3) El Monasterio completado, sin cerrar el
atrio del templo (id.). 4) Solución definitiva
Antecedentes monásticos[editar]
Fernando Chueca Goitia explicó la disposición general del edificio dando gran
importancia a la comprobada intervención de la orden jerónima en las primeras
trazas de la obra, de la que resultaría el núcleo conventual de la iglesia y el
claustro principal. La principal contribución de Juan Bautista de Toledo habría
sido añadir los palacios privados y públicos, integrándolos en un esquema
simétrico, mucho más propio del Renacimiento. Este primer esquema de palacio real
adosado a un monasterio era costumbre entre los monarcas hispanos medievales, y lo
utilizaron en los monasterios que usaban para retiros, lutos y descansos. Podemos
encontrar muchos antecedentes, como Santo Tomás de Ávila, Guadalupe, Poblet, Santa
Creus o Yuste, entre muchos otros.5

Felipe II caracterizado como Salomón (Lucas de Heere, 1559), Catedral de San Bavón
en Gante.

Fresco de «Salomón y la Reina de Saba» en el centro de la Biblioteca de El


Escorial.
Modelos bíblicos: el Templo de Salomón[editar]
Artículo principal: El Escorial y el Templo de Salomón
En realidad el origen arquitectónico de su planta es muy controvertido. Dejando a
un lado la feliz casualidad de la parrilla, que no apareció hasta que Herrera cerró
la fachada principal con la «falsa fachada» de la biblioteca y eliminó seis de las
torres, la planta parece estar basada más bien en las descripciones del Templo de
Salomón de la Biblia y del historiador judeo-romano Flavio Josefo.6 Esta idea debió
ser modificada por las crecientes necesidades del convento y las funciones que
Felipe II quiso que albergara el edificio (panteón, basílica, convento, colegio,
biblioteca y palacio), por lo que hubo que duplicar las dimensiones iniciales del
proyecto. Las estatuas de David y Salomón flanquean la entrada a la basílica
recordando el paralelismo con el guerrero Carlos V y el prudente Felipe II. Del
mismo modo, se pintan dos frescos de Salomón en el centro de las bóvedas de la
Biblioteca y de la Celda del Prior, mostrando sus imágenes de mayor sabiduría y
prudencia en el gobierno: el famoso episodio de la discusión con la Reina de Saba y
la pelea de las dos madres por el hijo, al que Salomón propone partir en dos.
La idea de evocar el Templo de Jerusalén no fue por tanto la principal, como hemos
visto al enumerar las causas fundacionales, pero tampoco fue una decisión
arbitraria o simplemente estética. Fue el modelo arquitectónico usado como idea del
proyecto, dado que señalaba al Templo como Domus Dei, la Casa de Dios. La imponente
estatua de Salomón en el centro de la portada de la Iglesia deja claro la ortodoxia
de la idea y el gusto de Felipe II por el Antiguo Testamento. El rey nunca hubiera
consentido frivolidades o insinuaciones sobre la tumba de su padre sin una base
real.
Muchos autores, siguiendo un famoso artículo de René Taylor, han buscado
connotaciones ocultistas y mágicas en la comparación con el edificio bíblico, lo
que parece difícil dado la inflexible religiosidad de Felipe II. Además, las
connotaciones esotéricas del Templo de Salomón no aparecieron hasta dos siglos
después, con la aparición de la masonería. La teoría más aceptada en la actualidad
es la de que la similitud con el Templo de Jerusalén y la presencia de las estatuas
de David y Salomón en su fachada buscaban subrayar la presencia real de Dios en la
Eucaristía, idea negada por los protestantes y defendida en el Concilio de Trento.
Recordemos que para la Reforma dicha presencia es meramente simbólica, ya que
niegan que Dios esté presente en las hostias consagradas. También es muy posible
que, como hizo Juan Bautista Villalpando a finales del XVI, se buscara dotar de un
trasfondo bíblico a las ideas del Humanismo sobre la recuperación de la
arquitectura pagana y las ideas sobre la modulación de Vitrubio, ya que el Templo
de Jerusalén que describió Flavio Josefo se construyó durante la dominación romana
de Judea.7
La arquitectura del Monasterio de El Escorial[editar]

La fachada sur del Monasterio de El Escorial.


El resultado final guarda reminiscencencias de los tres dominios que Felipe II
había aprendido a amar en su juventud en Valladolid, Milán y Bruselas: la planta
rectangular con sus cuatro torres en las esquinas, habitual en los sobrios
alcázares castellanos de piedra, la arquitectura clásica italiana en la basílica y
las portadas, y los típicos tejados apizarrados flamencos, elaborados en este caso
utilizando pizarra de las canteras de Bernardos (Segovia), cuya explotación se
inició por orden de Felipe II para la construcción del edificio.8. Las cubiertas se
renovaron por completo en 1968, sustituyendo las vigas de madera de pino de Valsaín
y San Rafael por vigas de hierro.
El Monasterio destaca por la potencia de su imagen, la sabia composición de su
complejo programa funcional, el rigor arquitectónico de cada una de sus partes, la
elegancia de la articulación arquitectónica entre las distintas piezas, la cuidada
perfección de sus proporciones y sus ricos valores simbólicos. Debe destacarse
también su impresionante unidad de estilo y el haberse realizado en el reducido
plazo para entonces de veintiún años. Los valores del proyecto son el orden, la
jerarquización y la perfecta relación entre todas las partes de la composición,
integrando monarquía, religión, ciencia y cultura en el eje principal: la Portada
Principal con la estatua de San Lorenzo, la Biblioteca, los Reyes de Judá, la
Basílica y el Palacio privado del rey. La teatralidad de este recorrido a través de
este gran eje central para mostrar finalmente el Sagrario con la Eucaristía
anticipa a la llegada del Barroco.
El estilo escogido fue el del Renacimiento, muy depurado y sin la profusa
decoración plateresca. El orden arquitectónico predominante es el toscano, el más
sencillo del clasicismo, y el dórico en la iglesia. Pese a su austeridad y aparente
frialdad, el Monasterio de El Escorial fue un símbolo del salto entre una España
medieval y otra moderna. Su arquitectura, el mejor ejemplo del Renacimiento español
y modelo del estilo denominado "Herreriano" o "desornamentado", no puede dejarnos
indiferente. Felipe II y sus arquitectos, de acuerdo con su gran cultura humanista
aprendida en sus viajes por Italia, Alemania y los Países Bajos, contrapusieron el
retorno al clasicismo romano al desbordante plateresco de la época. Se trata de una
de las principales obras maestras de la arquitectura española, tal vez su página
más brillante. Debe destacarse la fina sensibilidad de la fachada sur, superior a
sus imitaciones del siglo XX en un tema tan difícil como es la repetición de tantas
ventanas en un único lienzo.
Le Corbusier visitó el edificio, invitado en 1928 por García Mercadal y alabó su
arquitectura, hasta el punto de que se ha señalado su semejanza con el proyecto del
Mundaneum de 1929. Tras la celebración del Cuarto Centenario del Monasterio en 1984
se redescubrieron muchos detalles arquitectónicos del edificio, como la compleja
geometría de los chapiteles herrerianos, la audaz bóveda plana, las bellas
chimeneas siamesas o la ingeniosa solución espacial de la iluminación cenital de la
linterna del convento. Pero no debemos olvidar el valor tradicionalmente reconocido
a El Escorial: el hermoso Patio de los Evangelistas, con su espléndido ejercicio de
bramantismo del templete central, la grandiosa cúpula trasdosada y apoyada sobre
tambor, la colosal escalera del convento, y los ejemplos del manierismo de la
Basílica y de la fachada principal, entre otras muestras de gran arquitectura.9
Secciones del edificio[editar]

La Biblioteca.

Fachada de la Basílica.

Estatuas de David y Salomón en el centro de la fachada, con las inscripciones


alusivas a la construcción de la Casa de Dios.

Patio de Mascarones. Recibe su nombre por las dos fuentes de mármol que se
encuentran adosadas al muro.

Cimborrio y cúpula de la Basílica.

Altar mayor.

Frescos en la escalera principal.

Gran Calvario, pintura de Rogier van der Weyden.


Las principales secciones en que se puede dividir el Real sitio son:
Biblioteca[editar]
Artículo principal: Real Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial
Felipe II cedió a la Biblioteca del Monasterio los ricos códices que poseía y para
cuyo enriquecimiento encargó la adquisición de las bibliotecas y obras más
ejemplares tanto de España como del extranjero. Fue proyectada por Juan de Herrera
cerrando el atrio de la Basílica y unificando la fachada principal, ya que Juan
Bautista de Toledo la situaba en la desaparecida torre central de la fachada Sur.
Herrera también se ocupó de diseñar las estanterías que contiene. Se ubica en una
gran nave de 54 metros de largo, 9 de ancho y 10 metros de altura con suelo de
mármol y estanterías de ricas maderas nobles ricamente talladas.
Arias Montano elaboró su primer catálogo y seleccionó algunas de las obras más
importantes para la misma. Está dotada de una colección de más de 40.000 volúmenes
de extraordinario valor. En 1616 se le concede el privilegio de recibir un ejemplar
de cada obra publicada en España, aunque tal cosa nunca se llegó a cumplir del
todo.
La bóveda de cañón del techo de la biblioteca está decorada con frescos
representado las siete artes liberales, esto es: Retórica, Dialéctica, Música,
Gramática, Aritmética, Geometría y Astrología. Entre los estantes de libros se
colgaron retratos de diversos monarcas españoles, entre ellos el famoso Silver
Philip (Felipe IV con traje castaño y plata) pintado por Velázquez, y que ahora
está en la National Gallery de Londres. Los frescos de las bóvedas fueron pintados
por Pellegrino Tibaldi, según el programa iconológico del Padre Sigüenza.
La fama de Salomón como el rey sabio por excelencia de la Biblia debió condicionar
la decisión de Felipe II de donar su biblioteca a los monjes del Monasterio para
crear un Centro de Sabiduría, en vez de repartirla por sus otros palacios, como
Aranjuez, Valsaín o el Alcázar de Madrid, y donarla así solo a sus herederos.
Palacio de Felipe II[editar]
El también denominado «Palacio de los Austrias» ocupa todo el mango de la parrilla
de El Escorial y parte del patio Norte, construido en dos pisos alrededor del
presbiterio de la Basílica y en torno al Patio de Mascarones. Sigue el mismo
esquema arquitectónico del Palacio de Carlos V en el Monasterio de Yuste.
Actualmente solo se pueden visitar los Cuartos Reales y la Sala de Batallas. En las
dependencias privadas de los Reyes se pueden contemplar importantes obras
pictóricas de la escuela española de principios del XVII, de la escuela italiana y
veneciana del siglo XVI, y de las escuelas flamencas del XVI y XVII, entre ellos
San Cristóbal en el vado de Joachim Patinir.
Antes de las habitaciones reales se atraviesan otras dependencias como el Salón de
Embajadores, con interesantes objetos expuestos: morteros del siglo XVII, una mesa
con incrustaciones de marfil, dos relojes solares en el pavimento, dos sillas
plegables de madera chinas de la época Ming (ca. 1570) y los retratos de todos los
monarcas de la Casa de Austria. Merecen especial mención las impresionantes puertas
de marquetería, regalo del emperador Maximiliano II. Se expone también la supuesta
silla-litera en la que Felipe II realizó su último viaje al Monasterio aquejado por
la gota.
La «Casa del Rey» está formada por una serie de estancias decoradas con sobriedad,
ya que fue el lugar de residencia del austero Felipe II. El dormitorio real,
situado junto al altar mayor de la Basílica, cuenta con una ventana que permitía al
rey seguir la misa desde la cama cuando estaba imposibilitado a causa de la gota
que padecía. Está dividido en cuatro estancias: la sala principal, el escritorio,
la alcoba y el lujoso oratorio.
Palacio de los Borbones[editar]
En claro contraste con la austera monumentalidad del Palacio de los Austrias, se
yergue el Palacio de los Borbones. Construido al norte de la Basílica, alrededor
del Patio del Palacio, el complejo de habitaciones tiene su origen en época de
Felipe II, cuando en esa zona se instalaron los aposentos de los Infantes (lado
noreste del patio), la Galería de Batallas (lado sur, ver más abajo) y las cocinas
y zonas del servicio (lado oeste).
Bajo el reinado de Carlos III, esta área fue habitada por los entonces Príncipes de
Asturias. Cuando estos ascendieron al trono, en 1788, como Carlos IV y María Luisa
de Parma, decidieron mantener sus aposentos en la misma zona y no trasladarse a la
«Casa del Rey». Los nuevos monarcas encargaron una nueva escalinata de acceso al
arquitecto Juan de Villanueva que fue terminada en 1793. Los interiores fueron
además aderezados con suntuosos tapices diseñados por Bayeu o Goya y un rico
mobiliario. Fernando VII fue el último monarca en hacer uso de estos aposentos.
En diciembre de 2015, después de años de restauraciones, el conjunto de 18 salones
fue abierto al público en visita libre.10
Basílica[editar]
Artículo principal: Basílica de El Escorial
Precedida por el Patio de los Reyes, es el verdadero núcleo de todo el conjunto, en
torno al cual se articulan las demás dependencias.
Cripta[editar]
Artículo principal: Cripta Real del Monasterio de El Escorial
Juan Gómez de Mora, según planos de Juan Bautista Crescenzi, reformó por orden de
Felipe III la pequeña capilla funeraria de debajo del altar para albergar allí
veintiséis sepulcros de mármol donde reposan los restos de los reyes y reinas de
las casas de Austria y Borbón, con solo algunas excepciones.
Relicarios[editar]
Siguiendo uno de los preceptos aprobados por el Concilio de Trento referente a la
veneración de los santos, Felipe II dotó al Monasterio de una de las mayores
colecciones de reliquias del mundo católico. La colección se compone de unas 7500
reliquias, que se guardan en 507 cajas o relicarios escultóricos trazados por Juan
de Herrera y la mayoría construidos, por el platero Juan de Arfe y Villafañe. Estos
relicarios adoptan las más variadas formas: cabezas, brazos, estuches piramidales,
arquetas etc. Las reliquias fueron distribuidas por todo el Monasterio
concentrándose las más importantes en la Basílica. En el lado del Evangelio, bajo
la protección del Misterio de la Anunciación de María, se guardan todos los huesos
de los santos y mártires. En el lado opuesto, en el Altar de San Jerónimo, se
sitúan los restos de los santos y mártires. Los restos sagrados se guardan en dos
grandes armarios, decorados por Federico Zuccaro, que se encuentran divididos en
dos cuerpos; se pueden abrir por delante, para ser expuestos al culto, y por
detrás, para poder acceder a las reliquias. En la actualidad permanecen cerrados
exponiéndose únicamente el día de Todos los Santos.
Convento[editar]

Patio de los Evangelistas.


El monasterio propiamente dicho ocupa todo el tercio sur del edificio. Fue ocupado
originalmente por monjes jerónimos en 1567, aunque desde 1885 está habitado por los
padres Agustinos, de clausura. El recinto se organiza en torno al gran claustro
principal, el Patio de los Evangelistas, obra maestra diseñada por Juan Bautista de
Toledo y que constituye una de las mejores páginas de arquitectura del Monasterio.
Sus dos pisos están comunicados por la espectacular escalera principal, con las
bóvedas decoradas por frescos de Luca Giordano. El ambicioso programa pictórico de
sus soportales fue iniciado por Luca Cambiaso y continuado por Pellegrino Tibaldi.
En el centro del claustro se levanta un hermoso templete realizado en granito,
mármoles y jaspes de diferentes colores sobre traza de Juan de Herrera, influido
por el tempietto de San Pietro in Montorio de Bramante. Las esculturas de los
cuatro evangelistas fueron cinceladas por Juan Bautista Monegro de un solo bloque
de mármol y sujetan un libro abierto con un fragmento de su Evangelio en la lengua
en que fueron escritos.
Junto a las Salas Capitulares, destaca también la Celda Prioral Baja, con un fresco
en el techo sobre El Juicio de Salomón de Francesco da Urbino, recordando al prior
la necesidad de un gobierno justo al frente del Monasterio. La sacristía, aún en
uso, con la Adoración de la Sagrada Forma de Claudio Coello.11 En la Iglesia Vieja
o de Prestado se conserva El Martirio de San Lorenzo de Tiziano, una de las obras
maestras del renacimiento italiano, que Felipe II encargó para el retablo principal
de la Basílica pero que descartó por su oscuro colorido, poco visible a cierta
distancia.
Escalera principal[editar]

Frescos de la escalera principal.


Sigue la típica tradición española de escalera imperial con un tramo principal
dividido en dos a los lados a partir de la primera meseta, manteniendo el eje de
simetría del convento y compatibilizando los tres pisos del Patio de los
Evangelistas con los tres del convento mediante puertas discretas que permiten el
paso a la zona más recogida y doméstica. Se suele atribuir a Bergamasco, aunque su
proyecto fue modificado y desarrollado por Juan de Herrera. Su caja tiene una gran
altura y cuenta con una cubierta propia que cubre la gran bóveda esquifada que
ilumina desde arriba sus magníficos frescos.
Está decorada con frescos de Pellegrino Tibaldi, Luca Giordano y Luca Cambiaso,
destacando La batalla de San Quintín y la Fundación de El Escorial, en la que
aparece Felipe II discutiendo las trazas del Monasterio con Juan Bautista de Toledo
y Juan de Herrera, junto al Obrero Mayor, el jerónimo Fray Antonio de Villacastín.
Salas capitulares[editar]
Destinadas actualmente a pinturas, eran las salas donde los monjes celebraban sus
capítulos, especie de confesiones mutuas para mantener la pureza de la
congregación. Desde tiempos de Velázquez, que intervino en su decoración,
albergaron importantes pinturas. A pesar del traslado de muchas al Museo del Prado,
actualmente se exhiben varias tan importantes como La Última Cena y un San Jerónimo
de Tiziano y La túnica de José de Velázquez. En febrero de 2009 se volvió a colgar
en sus paredes el Martirio de San Sebastián de Van Dyck, recuperado (tras su
adquisición por Patrimonio Nacional) dos siglos después de su sustracción durante
la invasión napoleónica.
Su espléndida pinacoteca está formada por obras de las escuelas alemana, flamenca,
veneciana, italiana y española, de los siglos XV, XVI y XVII. Incluye diversas
obras de algunos de los pintores predilectos de Felipe II como El Bosco, Pieter
Coecke o Michel Coxcie; una Adoración de los pastores de Tintoretto, obras de
maestros como Federico Barocci, Paolo Veronese, Luca Giordano, Francesco Guercino,
José de Ribera, Zurbarán, Alonso Cano y otros muchos autores, así como la famosa
Crucifixión (o Gran Calvario) de Rogier van der Weyden.
Sala de las Batallas[editar]

Sala de las Batallas.


Se trata de una galería de 60 x 6 metros, con 8 metros de altura, situada en la
zona de los aposentos reales. En sus muros se representan pintadas al fresco
algunas batallas ganadas por los ejércitos españoles. En el muro sur, solo
interrumpido por dos puertas, se pintó de forma continua la batalla de La
Higueruela (1431). Por el contrario, el muro norte aparece dividido por nueve
ventanas creándose nueve espacios en los que se representaron otras tantas escenas
de la guerra contra Francia (1557-1558), con el acento puesto en la batalla de San
Quintín, vinculada a la fundación del propio monasterio. Por último, en los
extremos se representaron dos escenas de una de las más recientes victorias de las
tropas españolas: la batalla de la Isla Terceira librada entre la armada española
dirigida por Álvaro de Bazán y la armada francesa (1582-1583). De la pintura se
encargaron Niccolò Granello y su medio hermano Fabrizio Castello, Lazzaro Tavarone
y Orazio Cambiaso, que abandonó pronto. Lo primero que se pintó fueron los
grutescos de la bóveda, por los que los artistas cobraron ya en enero de 1585 y se
dieron por terminados seis meses más tarde. En enero de 1587 se firmó el contrato
para la pintura de la batalla de La Higueruela, que no se terminó hasta septiembre
de 1589. El padre Sigüenza explica que se eligió representar esta batalla de la
guerra de Granada por haberse hallado en el Alcázar de Segovia en un viejo arcón un
lienzo de 130 pies en el que aparecía pintada la misma batalla en grisalla, y que
habiendo gustado al rey, ordenó copiarla. Algunos meses después de acabada la
pintura de la batalla de la Higueruela se resolvió completar la decoración de la
sala, firmándose un nuevo contrato con Castello, Granello y Tavarone en febrero de
1590. Las batallas elegidas eran, por una parte, las de la guerra contra los
franceses de 1557 y 1558, las únicas batallas a las que Felipe II había acudido en
persona, y la toma de la isla Tercera en las Azores, con la que se completaba la
incorporación de Portugal a la corona española. Para asegurar la veracidad
histórica, a los pintores se les entregaron modelos de la formación de las
escuadras y de sus uniformes proporcionados por Rodrigo de Holanda, yerno de
Antonio de las Viñas.12
Museo de Arquitectura[editar]
Estaba situado en los sótanos del edificio, en la llamada por Juan de Herrera
Planta de Bóvedas, y fue creado en el año 1963 como parte de las exposiciones del
IV centenario de la colocación de la primera piedra. En sus once salas se mostraban
las herramientas, grúas y demás material empleado en la construcción del monumento,
así como reproducciones de planos, maquetas y documentos relativos a las obras, con
datos muy interesantes que explicaban la idea y gestación del edificio. Estas salas
fueron cerradas definitivamente en 2015.
Jardines de los Frailes[editar]

Los Jardines de los Frailes


Mandados construir por Felipe II, que era un amante de la naturaleza, constituyen
un lugar ideal para el reposo y la meditación. Manuel Azaña, que estudió en el
colegio de los frailes agustinos de este monasterio, lo cita en sus Memorias y en
su obra El jardín de los frailes. Es lugar de entretenimiento y estudio de los
alumnos. El rey concebía sus jardines como un espacio productivo donde cultivar
hortalizas y plantas medicinales, pero también los veía como una fuente de placer,
con fuentes y flores. El monarca recopiló planos de jardines de Francia, Italia,
Inglaterra y los Países Bajos, contratando a los mejores jardineros, tanto
extranjeros como españoles. Este hoy austero jardín estaba originalmente repleto de
flores, formando una especie de tapiz, por lo que fue comparado con las alfombras
que se traían de Turquía o Damasco. También era un auténtico jardín botánico, con
hasta 68 variedades diferentes de flores, muchas medicinales, y unas 400 plantas
que se trajeron del Nuevo Mundo.
Al sudoeste del jardín se encuentra la Galería de Convalecientes o Corredor del
Sol, un espacio amplio, aireado y lleno de luz diseñado para el reposo de los
enfermos. Se apoya con una articulación arquitectónica poco conseguida en la Torre
de la Botica, tal vez por la necesidad de garantizar la clausura a los monjes. Su
sobria fachada hacia la lonja Oeste contrasta con la más abierta hacia los
jardines, donde la solución arquitrabada con arcos sobre columnatas jónicas es
única en el monasterio.

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