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HISTORIA DE LAS IDEAS EN EL SIGLO XX

A veces se han tomado en cuenta dos dimensiones explicativas para abordar las diversas
corrientes de pensamientos a principios del siglo XX. Durante esos años, los pensadores y los
movimientos intelectuales eran con frecuencia objeto de estudio de las denominadas “historias
del pensamiento” y las “historias de la filosofía”.6

En el primer caso, se planteaba un enfoque que establecía una estrecha relación entre los
pensadores “clásicos” y sus producciones textuales más representativas. Esta operación
proporcionaba al investigador la posibilidad de analizar un corpus bibliográfico identificando y
examinando los contenidos o temáticas centrales latentes en los pensadores a través de sus
escritos más destacados. En general, se establecía una línea que se dedicaba a realizar una
exégesis de las obras principales. Estos textos en alguna medida constituían una herencia en el
pensamiento moderno porque, entre otras cuestiones, estos sistemas de ideas se traslucían en los
diseños políticos e institucionales actuales. Tal maniobra analítica dejaba de lado el contexto social
de producción de los textos. Estos sólo se analizaban en cuanto que constituían un “canon” que
bajo el rótulo de “textos clásicos” interesaban a la luz que posibilitaban la comprensión y el
establecimiento de una continuidad temporal con el presente.7

Las historias de la filosofía, en cambio, accedían al estudio de las ideas a través de los sistemas,
escuelas o movimientos; así, por ejemplo, estudiaba el idealismo alemán, al racionalismo francés,
al empirismo inglés, y no a Hegel, Descartes o Locke. La desventaja de tal enfoque radicaba en
concebir a estos movimientos filosóficos como irreductibles, cerrados en sí mismos, sin conexiones
posibles, colocaban en segundo plano los rasgos del contexto social y la articulación entre una
determinada corriente intelectual y la cultura que lo daba a nacer.

Contra estas dos visiones tradicionales se dieron dos reacciones que pusieron en evidencia la
ausencia del componente histórico y social en el análisis de los pensamientos. La primera se
originó en el continente americano, y tomó como nombre History of ideas, fue impulsada
principalmente por Arthur Lovejoy. La segunda, apareció en Europa continental, Francia, y se
denominó Historie des mentalités, originada en los estudios de la Escuela de los Annales, a partir
de las líneas de investigación que impulsaron los trabajos pioneros de Lucien Febvre y Marc Bloch8

Según Lovejoy “El estudio de la historia de las ideas no necesita justificarse a sí mismo sobre la
base de sus potenciales servicios —grandes, por cierto— a los estudios históricos bajo otros
nombres. Tiene su propia razón de ser. No es meramente auxiliar de otros estudios, sino que otros
estudios son, más bien, auxiliares suyos. Conocer, tan ampliamente como sea posible, los
pensamientos que los hombres han tenido sobre temas que les concernían; determinar cómo
estos pensamientos han surgido, se han combinado, interactuado o neutralizado a otros, y cómo
se han relacionado diversamente con la imaginación, las emociones y el comportamiento de
quienes los han tenido: en el conjunto de esa rama del conocimiento que llamamos historia, esto
no es sino una parte esencial, es más, su parte central y más vital”9

En la segunda mitad del siglo XX, los historiadores se acercaron crecientemente las ciencias
sociales como la Sociología, la Psicología, la Antropología y la Economía y a nuevos métodos y
sistemas explicativos. Se ha matematizado en los estudios económicos y demográficos. La ya
perdida influencia de las teorías marxistas sobre el desarrollo económico y social fue muy
relevante al igual que la aplicación de la teoría del Psicoanálisis a la historia. Por otra parte se
reconsideran las relaciones entre la literatura y la historia. Como una derivación del viejo
Marxismo, el Materialismo cultural incidió en el campo de la Antropología. También la Historia del
Pensamiento Social o Historia social contribuyó, principalmente desde algunos ámbitos
académicos, al corpus de doctrinas producido y recopilado a lo largo de la historia de la
humanidad, básicamente como un saber científico acumulado.

Entre los más genuinos representantes de la "Historia de las ideas políticas" se encuentran Isaiah
Berlin, Mark Bevir, Pierre-André Taguieff, Marc Crapez, Andreas Dorschel... Por otro lado, parte de
las obras de Stephen Toulmin, Allan Janik y June Goodfield pueden entenderse como propias de
historiadores de las ideas.

La Historia de las ideas en España y en la América hispánica durante el siglo XX

Tras Marcelino Menéndez Pelayo, creador de la disciplina desde el ámbito de la Estética, y tras las
Ideas y creencias de Ortega y Gasset en 1940, así como la importante Revista de Ideas Estéticas
(1943-1979),10 otros autores también contribuyeron notablemente al despliegue de esta
metodología en el siglo XX español. Entre ellos, en primer lugar el kantiano Manuel García
Morente, el historiador y crítico literario Américo Castro, y con mayor o menor dedicación, pero
siempre significativa, el arabista Julián Ribera, el crítico literario y de la cultura Pedro Sáinz
Rodríguez, el antropólogo Julio Caro Baroja, el historiador social José Antonio Maravall, el crítico
de arte José Camón Aznar,11 o José Luis López Aranguren y parte de su escuela, el historiador de
las ideas lingüísticas Lázaro Carreter, el poeta y crítico José María Valverde, el historiador Francisco
Márquez Villanueva... Entre los discípulos de Luis Diez del Corral (1911-1998) es de recordar al
liberal Dalmacio Negro Pavón, cuya obra penetra en el siglo XXI.

El ámbito hispanoamericano produjo, en coincidencia con el final de la guerra civil española, un


notable arraigo y expansión de la Historia de las Ideas, sobre todo en los campos del pensamiento
filosófico y de las teorías políticas. Este género historiográfico sirvió tanto para elevar las
posibilidades de una naciente y renovadora versatilidad intelectual como para discernir y subrayar
un modo característico del pensamiento hispánico, no proclive al sistema. Argentina y México,
primeramente, pero también Colombia y Uruguay e incluso Venezuela, son sin duda los focos
principales, pero sin olvidar el hecho de la itinerancia de algunos autores importantes.
En Argentina especialmente, entre los más destacados cultivadores de la disciplina deben ser
recordados, en primer lugar, Francisco Romero, Alejandro Korn, que dio nombre a una cátedra de
Historia de las Ideas, José Luis Romero y, por otra parte, la filóloga María Rosa Lida. Pero también
con gran relevancia han de ser tenidos en cuenta Arturo Andrés Roig y el uruguayo Arturo Ardao.
Con posterioridad, Alberto Guerberof y Oscar Terán, ambos vinculados al pensamiento socialista y
fallecidos en 2008.

En México se encuentra sin duda junto a Argentina la mayor producción hispanoamericana en este
campo. Es de considerar, en primer término, al exiliado español José Gaos y su "Seminario de
Historia de las Ideas" en El Colegio de México, pero también a Silvio Zavala, la escuela de los
antropólogos, el español transterrado Eduardo Nicol, el filósofo Samuel Ramos, los historiadores
Ángel María Garibay y Edmundo O'Gorman, o Leopoldo Zea, director del Instituto Panamericano, y
Luis Villoro (1922-2014), que ha hecho la crónica y bibliografía de todo ello.

En Puerto Rico es de destacar la obra del emigrado austriaco, dramaturgo, profesor de filosofía e
historiador de las ideas en lengua española Ludwig Schajowicz (1910-2011).

Véase también

Comparatística

Historia de las Ideas Estéticas en España

Enlaces externos

Biblioteca HUMANISMOEUROPA: Historia de las Ideas [2]

Recensión "El Humanismo Universal" [3]

Luis Villoro, "Historia de las Ideas", El Colegio de México: [4] (enlace roto disponible en Internet
Archive; véase el historial y la última versión).

Arturo A. Roig: la Historia de las ideas como historia crítica de las ideologías por Jorge J. García
Angulo

“Historia de las Ideas” y Leopoldo Zea por María Ester Chamorro

Notas y referencias

Cf. P. Aullón de Haro, "La recepción de la obra de Menéndez Pelayo y la creación de la Historia de
las Ideas", en Analecta Malacitana, 1-2, XXXVII (2014), pp. 7-37.

Véase Johan Huizinga, Hombres e ideas. Ensayo de Historia de la cultura, Prólogo de Bert F.
Hoselitz, Buenos Aires, Compañía Fabril Editora, 1960.
Cf. P. Aullón de Haro, "La recepción de la obra de Menéndez Pelayo y la creación de la Historia de
las Ideas", art. cit.

M. Menéndez y Pelayo, Historia de las Ideas Estéticas en España, Madrid, 1883-1889, 1ª ed.

Pese a la inclusión especificativa del título de la obra ("en España"), ésta posee
fundamentalmente valor general europeo: es la razón por la cual a menudo se la cita suprimiendo
esa concreción regional.

Cochrane, E. “Historia de las ideas e historia de la cultura” en La historiografía en Occidente desde


1945, III Conversaciones Internacionales de Historia, Navarra, 1995, pp. 131-148.

Di Pasquale, Mariano, "De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual: Retrospectivas y
perspectivas", en Revista UNIVERSUM, 26, Vol. 1 (2011) Universidad de Talca

Di Pasquale, Mariano, art. cit.

Lovejoy, Arthur, "Reflexiones sobre la historia de las ideas", 1940 p. 7

Revista de Ideas Estéticas: [1]

Cf. Lomba Fuentes, Joaquín, El pensamiento de Camón Aznar, Museo e Instituto de Humanidades
'Camón Aznar', 1984.

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