Está en la página 1de 1

Son los proyectos que buscan alcanzar un impacto sobre la calidad de vida de la población

objetivo, los cuales no necesariamente se expresan en dinero. Los promotores de estos


proyectos son los estados, los organismos multilaterales, las ONG y también las empresas, en
sus políticas de responsabilidad social. Mauricio Montealegre.

En el diseño de proyectos sociales se exploran las mejores opciones para llegar a los
objetivos y metas que se desean alcanzar, planeando etapas y rutas tendientes a su logro. Se
elaboran propuestas para satisfacer necesidades sociales y modificar las condiciones de vida
de las personas, con el n de mejorar la cotidianidad de la sociedad en su conjunto, o al
menos de los grupos más desfavorecidos, tratando de beneficiar su calidad de vida, el
trabajo y su entorno en general.

Los proyectos sociales son una herramienta que permite inducir un cambio a partir de las
iniciativas de los actores que interactúan en un territorio o sector específico. La transformación
social vía proyectos implica una gestión local que construye nuevas estructuras de
oportunidades y mayores espacios de libertad para los habitantes, creando así un entorno
favorable para el despliegue del potencial de los territorios. Se trata, pues, de revertir
situaciones desventajosas que impiden el desarrollo local, el cual se conceptualiza como la
capacidad endógena de crear bienestar económico y social (Boisier, 2005).

Todo proyecto debe comenzar determinando la situación general que debe mejorarse, los
probables beneficiarios y otras partes interesadas, el alcance geográfico, la serie de cuestiones
que se abordarán, y la duración y gastos probables del proyecto. Asimismo, hay que
determinar cuáles son los intereses de la comunidad, el gobierno y los posibles organismos de
financiación en el proyecto. Durante esta etapa inicial es importante determinar si el concepto
básico en que se fundamenta el proyecto es viable, y si los principales interesados
proporcionan apoyo suficiente para que merezca la pena pasar a la siguiente etapa (Guijt y
Woodhill, 2002: 3-17).

También podría gustarte