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La modestia es una virtud que regula los movimientos del cuerpo, la vestimenta, los gestos y
las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como
naturalmente, y además dispone todos los movimientos interiores del alma, como en la
presencia de Dios. Nuestra espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando para todos
lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin cesar. La modestia lo detiene, lo
modera y deja al alma en una profunda paz, que la dispone para ser la mansión y el reino de
Dios: el don de presencia de Dios. Sigue rápidamente al fruto de modestia, y ésta es, respecto
a aquélla, lo que era el rocío respecto al maná. La presencia de Dios es una gran luz que hace
al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores y de todo lo
que pasa en ella con más claridad que vemos los colores a la luz del mediodía.
MODESTIA EN EL VESTIR
Quien es católico debe vivir como católico. La modestia es una virtud católica. La mujer
católica debe vestir honestamente al igual que el hombre de fe. El vestido es para vestir y no
para mostrar o sugerir. No deben usarse prendas ajustadas, con aberturas, con telas que se
pegan al cuerpo, con transparencias, escotadas o cortas. Así, la mujer debe excluir de su
guardarropa minifaldas, shorts o hot pants, blusas sin mangas (esto es: que no cubran los
hombros y los brazos o con mangas muy cortas), vestidos o faldas que al sentarse no cubran
toda la rodilla, blusas cortas que muestren la cintura o parte de ella, ropa escotada, etc. La
inmensa mayoría de los pantalones para mujer son ajustados y no deben usarse. El hombre,
por su parte, debe evitar también ropa ceñida, camisas abiertas o sin mangas, ropa
transparente, etc.
Si la modestia debe privar en todas partes, mucho más debe prevalecer cuando se acude al
templo que es la Casa de Dios.
La mujer debe considerar que -por norma general- la naturaleza masculina es más inclinada a
reaccionar a la provocación sexual generada por prendas inmodestas, sin que de esto se
excluya a la mujer. De ahí que el juicio femenino de lo que es provocativo al varón
generalmente es errado y muy indulgente. Esto se evidencia en muchas partes, basta -por
ejemplo- acudir a reuniones sociales y no se diga a una playa turística. Todo esto sin
considerar a quienes por vanidad "visten" de manera intencional para provocar, que también
son muchas (algo que se da también en algunos varones, aunque es más general entre ellas,
pues los pecados prevalecientes en el hombre son más de otro tipo).
La Biblia nos dice, “Asimismo oren también las mujeres en traje decente, ataviándose con
recato y modestia, o sin superfluidad, y no inmodestamente con los cabellos rizados o
ensortijados, ni con oro, o con perlas, o costosos adornos; sino con buenas obras, como
corresponde a mujeres que hacen profesión de piedad." (1 Tim. 2:9-10).
Las siguientes son algunas de las varias advertencias que la Iglesia Católica le ha dado a los
fieles, para la protección de sus almas inmortales.
Pío XI dio un mandato -el 12 de Enero de 1930- a la Sagrada Congregación del Concilio, que
emitió instrucciones enfáticas a todos los obispos sobre la modestia en el vestir:
"Que los padres mantengan a sus hijas lejos de los juegos y concursos gimnásticos públicos;
pero, si sus hijas son obligadas a asistir a dichas exhibiciones, que observen que van vestidas
totalmente y en forma modesta. Que nunca permitan que sus hijas se pongan indumentaria
inmodesta.”
Pío XII
El Papa Pío XII dijo en 1954:
“Ahora, muchas niñas no ven nada malo en seguir ciertos estilos desvergonzados (modas)
como lo hacen muchas ovejas. Seguramente se ruborizarían si tan sólo pudiesen adivinar las
impresiones que hacen y los sentimientos que evocan (excitación) en aquellos que las miran.”
(17 de Julio, 1954).
Padre Pío
El Padre Pío, el sacerdote estigmatizado, quien llevó las heridas sangrantes de Cristo en su
propio cuerpo desde 1918 hasta su muerte en 1968, rehusó otorgar la absolución a cualquier
mujer que no llevase su falda muy por debajo de la rodilla. También insistió que las mujeres
no usaran pantalones y no permitía que entrasen con ellos al templo. (Verificado por correo
en el monasterio del Padre Pío. Dirección: Rev. J. P. Martin, San Giovanni Rotondo 71013
FG Italia). Ver -haz click-: "EL PADRE PÍO Y LAS MODAS".
La Sagrada Escritura dice: "¡Ay de aquél que cause el escándalo!" (Math XVIII-7). El
escándalo es algo que hace tropezar al prójimo, que lo lleva a incurrir en pecado. La
inmodestia atrae tentaciones, provoca malos pensamientos y malos deseos sexuales en otros.
Excita la concupiscencia y después lleva, incluso, al prójimo a cometer actos impuros. El
católico no debe vivir como todo el mundo y debe alejarse de ser causa de que otros ofendan
gravemente a Dios. Quien provoca el pecado mortal, peca gravemente.
Y los pastores que se han convertido en canes mudos o los padres que cómodamente no
educan a sus hijos en esta virtud, pecan también por su grave omisión.
Y no olvidemos que la modestia incluye no sólo la vestimenta, sino también los movimientos
del cuerpo, las posturas, los gestos y las palabras. La modestia emerge de una actitud interior
y exalta la femineidad, no la suprime. Le da honor y valer a la mujer. Y dignidad al caballero.
Finalmente, consideremos que la modestia en el vestir no supone mal gusto. Quien carece de
ese sentido, tiene mal gusto vistiendo honesta o inmodestamente. El buen gusto no implica
necesariamente ropa costosa o telas muy finas.
Tomemos como ejemplo a la dulcísima Virgen María y a San José en esta necesaria virtud y
demos testimonio de nuestra fe sin miedo alguno a las críticas y criterios del mundo, pues
éste es uno de los tres enemigos del alma. No busquemos el límite en esta virtud, pues por lo
general nos equivocaremos. Seamos siempre generosos con Dios y valientes ante el mundo y
la sociedad, dando testimonio claro de nuestra fe.