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Esquema de contenidos
EJE CEREBRO-INTESTINO-MICROBIOTA
Modelo biomédico
Desórdenes o trastornos gastrointestinales funcionales (TGIF)
Modelo biopsicosocial
Teoría de los sistemas
Los síntomas se basan en una compleja interacción entre factores como disbiosis bac-
teriana intestinal, función mucosa inmune alterada, trastornos en la señalización intesti-
nal (hipersensibilidad visceral) y desregulación del sistema nervioso central (SNC) en la
modulación de la señalización intestinal y la función motora.
La información actual a cerca del sistema nervioso entérico (SNE), la fisiología sensorial
del dolor, la señalización neuroinmune, la función de la barrera intestinal y el microbio-
ma, son bases fundamentales de los TGIF y nos ayudan a comprender la anormalidad
de los procesos que generan síntomas y la fisiopatología del incremento de la percep-
ción visceral y la disfunción motora.
Modelo biomédico
La medicina ha realizado grandes avances bajo la guía del modelo biomédico en el últi-
mo siglo. Importantes e incontables descubrimientos se posibilitaron por este desarrollo
(metodología diagnóstica y terapéutica, imágenes, endoscopía, laboratorio; drogas,
cirugía). Este modelo aún hoy es muy popular y necesario entre médicos y pacientes.
Una causa A corresponde a un síntoma B y a mayor cantidad de A más síntomas B
se presentan. Este modelo de salud y enfermedad se enfoca en orígenes biológicos,
Modelo biopsicosocial
Entenderlo cabalmente implica un cambio en la forma de visualizar los TGIF y se puede
explicar a través de un sencillo ejemplo:
Pedro, de 10 años, en los últimos 6 meses ha presentado vómitos matinales y duran-
te la jornada escolar. Sus frecuentes inasistencias lo ponen en riesgo de quedar libre,
generando ansiedad en él y sus padres. Ha sido muy estudiado por su pediatra y varios
especialistas y se le practicaron exámenes para evaluar: la morfología del tubo digestivo
(tránsito y seriada gastrointestinal), su funcionalidad (pHmetría e impedanciometría eso-
fágica de 24 horas) y búsqueda de cambios inflamatorios o estructurales (video endos-
copía digestiva alta), sin encontrar hallazgos patológicos. Fue tratado en forma empírica
con antiácidos (inhibidores de la bomba de protones) sin resultados y con la evolución
comenzó a presentar dolor abdominal difuso y palidez. Teme alimentarse por la posibi-
lidad de aparición de los síntomas. Le solicitaron nuevos estudios: resonancia magné-
tica nuclear de cerebro para descartar patología orgánica del SNC. En esta situación la
familia presiona por más estudios para “diagnosticar la enfermedad”, y con el tiempo el
pediatra encuentra falta de acuerdo entre los padres, tanto para la adherencia al trata-
miento como para decidir si Pedro debe retornar a la escuela. Existe una mala relación
de pareja, estuvieron separados un año atrás y se vincularon nuevamente.
Hacia la mitad de la década del 70 el modelo biomédico comenzó a mostrar fisuras,
pues es claro que no existe una asociación perfecta entre los síntomas y el proceso
fisiopatológico. Por ejemplo, en este modelo, la pirosis se relaciona directamente a la
cantidad de ácido; sin embargo, pacientes con severa hiperacidez pueden presentar
síntomas mínimos y años después llegar a presentar esófago de Barret. La pregun-
ta que surge es: ¿cómo modula el dolor este paciente? Otros pacientes, con mínima
acidez presentan síntomas que afectan severamente su desenvolvimiento diario. ¿Cómo
interpretar la regulación nociceptiva de este otro paciente?
Algunos piensan que el primero es estoico y el segundo, quejoso o pusilánime.
El modelo biopsicosocial propuesto en 1977 por el Dr. George Engel, psiquiatra nortea-
mericano, apoya la aparición de síntomas como una interacción entre factores biomédi-
cos, psicológicos y sociales; esto nos ayuda a comprender, a través de la teoría de los
sistemas, cómo los TGIF son influenciados por proceso biopsicosociales.
En pediatría, los estresores pueden ser eventos mayores (divorcios, trauma, abuso in-
fantil) o la acumulación de pequeños eventos o molestias cotidianas.
Con el estrés activado o en marcha, la reacción puede ser de comportamiento (retiro,
huida, confrontación), emotiva (furia, miedo, ansiedad, depresión), o fisiológica (altera-
ción de la tensión arterial, taquicardia, sudoración).
El estrés se puede sentir en el tubo digestivo: reacción emocional al enamo-
ramiento “mariposas en el estómago“, dolor abdominal al comunicar malas noticias,
correr al baño en un examen o competencia deportiva, etc.
Estrés y función motora: los disturbios de la motilidad son el sello de los TGIF. Ante
el estrés, se induce la liberación de factor estimulante de corticotrofina (CRF) y la
activación del eje HPA con liberación de cortisol, que genera cambios de la motilidad:
disminución del vaciamiento gástrico con aparición de náuseas, vómitos y distensión
y aumento del tránsito colónico con disminución de la consistencia de las heces y/o
diarrea. El CRF por fuera del eje HPA, es capaz de: estimular el SNA, aumentando el
flujo parasimpático sacro; estimular el vago, generando aumento de la motilidad del
colon proximal y, además, aumentar la liberación de serotonina, comprometiendo los
procesos de motilidad, reflejo de acomodación gástrica, tránsito del intestino delgado y
respuesta colónica a la alimentación. Existen efectos adicionales sobre la sensibilidad
visceral y la función inmune. La liberación de serotonina genera síntomas funcionales y
motores.
El SNC recibe información continua en relación con el estado de los órganos e integra
información del ambiente para generar una respuesta adecuada. La cantidad de infor-
mación procesada es tan importante que no toda alcanza el nivel consciente, procesán-
dose en su mayoría en el tronco cerebral; aquella que requiere una respuesta adaptativa
del comportamiento llega a la corteza cerebral y se hace consciente (necesidad de
defecar, hambre, sed, saciedad).
La sensibilidad visceral que proviene del SNE (del que nos ocuparemos más adelante)
se procesa a través de tres vías: inervación craneal vagal, inervación espinal e inerva-
ción sacra. Los aferentes vagales se proyectan en el tronco (núcleo solitario) y retrans-
miten información a núcleos motores (núcleo ambiguo), centros superiores, tálamo,
hipotálamo, amígdala, corteza cerebral anterior y regiones corticales insulares (regulan-
do las emociones y el comportamiento). La inervación espinal (fibras del SNA), desde
los cuernos posteriores, retransmiten la información que llegará al córtex por las vías
espino reticulares, mesencefálicas e hipotalámicas. El tracto espino talámico es la vía
más importante de las sensaciones conscientes y la información que llega a la corteza
no posee datos de características como intensidad o localización y será aquí el lugar
donde se realice el procesamiento del dolor (corteza cingulada anterior). A su vez, estí-
mulos emocionales descendentes, vía sustancia gris periacueductal, descienden a los
cuernos posteriores medulares y amplifican sus aferencias. La amplificación del dolor
puede ocurrir a cualquier nivel.
El SNC es un sitio de suma importancia para modular el dolor, es decir, la respuesta
cerebral a estímulos nociceptivos. El procesamiento central de la sensación visceral
integra el córtex somato sensorial, que provee información de intensidad y localización
del estímulo, el córtex cingulado, que procesa características y aspectos cognitivos de
la experiencia del dolor, y el córtex prefrontal, que integra las sensaciones y el aspecto
afectivo que generan. La desregulación del eje cerebro-intestino genera una modula-
ción aumentada de las aferencias provenientes del intestino o una disminución de los
aferentes inhibitorios del dolor (Figura 1). Por ejemplo, esta desregulación es la regla en
el síndrome de intestino irritable (SII) con franco aumento de las sensaciones.
Tálamo
Fascículo grácil
Sistema
Anterolateral
Estimulación
visceral
La estimulación colónica activa terminales nerviosas espinales aferentes cuyos cuerpos celulares están en
los ganglios de la raíz dorsal. Estas neuronas de primer orden se proyectan hacia el cuerpo dorsal, y las
neuronas de segundo orden se proyectan al cerebro a través del tracto espinoreticular, espinomesencefáli-
co, espinohipotalámico y espinotalámico. Los tres primeros tractos están involucrados en el comportamien-
to reflejo inconsciente, mientras que el tracto espinotalámico conduce sensaciones viscerales conscientes.
Las neuronas de tercer orden proyectan información a la corteza somatosensorial (SI y SII); a áreas invo-
lucradas en el funcionamiento emocional, como la corteza cingulada anterior (ACC) y la corteza prefrontal
(PFC); y a la corteza de la ínsula.
La columna dorsal espinal (funículo dorsal) parece jugar también un rol importante en la transmisión visce-
rosensorial, especialmente en la transmisión nociceptiva.
Recuperada de: Faure C. et al. Pediatric Neurogastroenterology. Gastrointestinal Motility and Functional
Disorders in Children. Second edition 2017. Pag. 43.
Infección entérica, disbiosis, eventos estresantes activan el epitelio intestinal, las células enterocromafines
(EC), las células gliales entéricas, células mastoides y terminales de los nervios aferentes. Eventos
fisiológicos tales como inflamación mucosa e incremento de la permeabilidad intestinal, así como, el CRF
y la secreción de epinefrina provocan degranulación de células mastoides y estimulación de EC, las cuales
secretan neurotransmisores (5HT, histamina), neutrofinas (NGF), proteasas y prostaglandinas.
Estas sustancias bioactivas activan a los receptores presentes en el terminal distal de los nervios aferentes
y provocan dolor, sensibilización y crecimiento neuronal comunicando a cambios crónicos y mantenimiento
del dolor crónico.
Celeste: eventos disparadores de HV; gris oscuro: tejidos involucrados en HV; gris claro: mecanismos
fisiopatológicos responsables de HV; turquesa: algunas de las sustancias biactivas que activan receptores
en el terminal distal de las neuronas espinales aferentes. Note que algunos de estos componentes pueden
estimular la degranulacion de células mastoideas, creando un rulo con amplificación de la activación
nerviosa. CFR factor liberador de corticotrofina, NGF factor de crecimiento neuronal, 5HT serotonina,
EC células enterocromafines.
Recuperada de: Faure C. et al. Pediatric Neurogastroenterology. Gastrointestinal Motility and Functional Disorders
in Children. Second edition 2017. Pag. 46.
En relación con esta idea, niños internados en unidades de cuidados intensivos y pre-
escolares expuestos a procesos dolorosos, se ven ampliamente influenciados por el
comportamiento materno. Por tanto, la interacción niños-padres-ambiente, puede o no
conducir a dolor crónico.
Number of Relative
Phylum Class
Sequences Abundance
Firmicutes All 1,103 32,01%
Bacilli 319 9,26%
Clostridia 688 19,97%
Mollicutes 96 2,79%
Bacteroidetes All 692 20,08%
Bacteroidetes 691 20,05%
Flavobacteria 1 0,03%
Proteobacteria All 1,590 46,14%
Gamma proteobacteria 1,589 46,11%
Beta proteobacteria 1 0,03%
Actinobacteria All 44 1,28%
Verrucomicrobia All 15 0,44%
Fusobacteria All 2 0,06%
Recuperada de: Palmer C, Bik EM, DiGiulio DB, Relman DA, Brown PO (2007). Development of the Human Infant
Intestinal Microbiota. PLoS Biol 5(7): e177. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.0050177.
A. El tracto gastrointestinal en condiciones normales provee un hábitat estable para las bacterias comensa-
les, están apoyan la integridad estructural y funcional del intestino. La población bacteriana estable a su
vez apoya la fisiología intestinal normal.
B. Disturbios de 1) la fisiología normal del intestino, o 2) la microbiota, desestabilizan el hábitat resultando
en cambios en la inflamación fisiológica, la cual a su vez altera la fisiología.
Recuperada de: Collins SM & Bercik P. The relationship between intestinal microbiota and the central nervous system
in normal gastrointestinal function and disease. Gastroenterology 2009; 136:2006.
Recuperada de: Reigstad CS, Kashyap PC. Beyond phylotyping: understanding the impact of gut microbiota
on host biology. Neurogastroenterol Motil. 2013; 25(5):358–72.
Regurgitación infantil
Criterios diagnósticos: debe cumplir los dos siguientes, en un niño sano de 3 sema-
nas a 12 meses:
1. Dos o más regurgitaciones por día durante tres o más semanas.
2. Ausencia de náuseas, hematemesis, aspiración, fallo de crecimiento, dificultades en
la alimentación o deglución, posturas anormales o apneas.
El paso retrógrado involuntario de contenido gástrico al esófago se denomina reflujo
gastroesofágico (RGE). Si el RGE es lo suficientemente intenso para ser visualizado
se llama regurgitación, la cual es un movimiento pasivo, sin los reflejos tanto autonó-
micos como de los músculos esqueléticos que caracterizan al vómito. Esta regurgita-
ción del contenido gástrico que alcanza la boca o la nariz es común en lactantes y está
dentro del comportamiento esperado en bebes saludables.
En niños amamantados muy sintomáticos, dada la dificultad para distinguir entre RGE-
ERGE y alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), se considerará la exclusión de
lácteos en la alimentación materna si hay otros datos sugestivos (historia familiar positi-
va, coexistencia de dermatitis atópica o diarrea).
Síndrome de rumiación
Criterios diagnósticos: debe incluir la totalidad de los siguientes síntomas los últimos
2 meses:
1. Contracciones repetidas de los músculos abdominales, el diafragma y la lengua.
2. Regurgitación sin esfuerzo alguno del contenido gástrico, el que es expulsado desde
la boca o vuelto a masticar y deglutir.
Diarrea funcional
Criterios diagnósticos: previamente denominada diarrea crónica inespecífica o dia-
rrea de los primeros pasos. Debe cumplir todo lo siguiente:
1. Pasaje diario, recurrente e indoloro de 4 o más deposiciones abundantes y no forma-
das, sueltas.
2. Duración de 4 o más semanas.
3. Comienzo entre los 6 y 60 meses de vida.
4. Ausencia de fallo de crecimiento si la ingesta calórica es adecuada.
Los estudios poblacionales muestran que la frecuencia defecatoria declina con la edad
de un promedio de 3/día a las semanas de vida a 1,3/día a los 4 años. La frecuencia es
mayor en amamantados que en alimentados a biberón con leche de vaca. Los ama-
mantados presentan heces más blandas y más amarillas que los que reciben fórmulas.
Evaluación clínica: la diarrea funcional es la causa más frecuente de diarrea crónica
en un niño por lo demás sano. No presentan defecto del transporte intestinal ni de la
secreción de agua y electrolitos, la absorción de glucosa es normal y no hay esteato-
rrea. Factores nutricionales pueden tener un papel en su patogénesis: sobrealimen-
tación, ingesta incrementada de jugos de frutas (azúcares simples: fructosa, sorbitol),
baja ingesta de grasas. Las heces típicas contienen restos alimentarios sin digerir o
moco y a medida que avanza el día se tornan cada vez más sueltas.
Disquecia infantil
Criterios diagnósticos: debe incluir sólo lactantes menores de 9 meses:
1. Al menos 10 minutos de esfuerzo y llanto antes de la defecación, exitosa o no, de
heces blandas.
2. Ausencia de otros problemas de salud.
Consiste en llanto, gritos, esfuerzo y enrojecimiento facial durante varios minutos, usual-
mente 10 a 20, en un lactante que intenta defecar, varias veces al día. Los síntomas se
inician en los primeros meses de vida y se resuelven en forma espontánea, luego de 3
a 4 semanas. La falla para coordinar la presión intraabdominal y la relajación del piso
pélvico parece ser el origen del trastorno.
Tratamiento: los cuidadores deben recibir información de la naturaleza del trastorno y
tranquilidad acerca de sus preocupaciones, explicándoles que no se trata de una enfer-
medad y que no requiere intervención. Los padres usualmente aceptan la explicación
de que los niños deben aprender a relajar el piso pélvico al mismo tiempo que hacen
fuerza para descender el bolo fecal. Se debe evitar el uso de laxantes y la estimulación
anal, que produce experiencias sensoriales artificiales que pueden resultar nocivas o
condicionar al niño a esperar la estimulación para defecar.
Síndrome de rumiación
Criterios diagnósticos: debe cumplir todo lo siguiente por lo menos durante dos me-
ses previos al diagnóstico:
1) Regurgitación repetida y re-masticación o expulsión de comida que:
a) Empieza pronto tras la ingesta de comida.
b) No ocurre durante el sueño.
2) No precedida de náusea y/o esfuerzo para vomitar.
3) Luego de una apropiada evaluación, los síntomas no pueden ser explicados por otra
condición médica.
Aerofagia
Criterios diagnósticos: debe cumplir todo lo siguiente por lo menos durante dos me-
ses previos al diagnóstico:
1. Excesiva deglución de aire.
2. Distensión abdominal por aire intraluminal, que aumenta durante el día.
3. Eructos repetitivos y/o aumento de la flatulencia.
4. Luego de una apropiada evaluación, los síntomas no pueden ser atribuidos a otra
condición médica.
Evaluación clínica: ha sido retirada en Roma IV para los adultos, pues se cree
que representa al eructo gástrico o supragástrico, así como distensión o sensación de
plenitud antes que un desorden especifico. Los comités pediátricos creen en la aerofa-
gia como una entidad “bien definida”.
En niños incapaces de eructar, los síntomas son más severos, así como la distensión.
Niños con aerofagia se encuentran más expuestos a eventos estresantes y la ansiedad
puede ser la causa de la excesiva deglución.
Diagnóstico diferencial: gastroparesia, pseudoobstrucción intestinal crónica, sobre-
crecimiento bacteriano y malabsorción (enfermedad celíaca y déficit de disacaridasas).
A niños que mastican gomas de mascar constantemente o beben muy rápido también
les puede ocurrir. Entre los síntomas digestivos aparecen dolor abdominal, náuseas o
saciedad temprana, y entre los síntomas extradigestivos, cefalea, dificultad para dormir,
vértigo o aturdimiento.
Tratamiento: no existen estudios controlados en pediatría para guiar la terapia, la cual
será de soporte (terapia conductual, psicoterapia y a veces benzodiacepinas).
Se muestran los mecanismos por los cuales el cerebro puede influenciar la composición de la microbiota
intestinal y viceversa. La comunicación entre estos sistemas es bidireccional. Estos son los componentes
del eje bidireccional cerebro-intestino-microbiota.
Recuperada de: Collins SM & Bercik P. The relationship between intestinal microbiota and the central nervous system
innormal gastrointestinal function and disease. Gastroenterology 2009; 136:2010.
En este modelo los factores de riesgo para SI que incluyen gastroenteritis, uso de antibióticos y estrés,
producen cambios en las bacterias comensales y un incremento en la inflamación fisiológica, comunicando
a cambios en la función intestinal como base par a la generación de síntomas abdominales. La perturbación
de la microbiota puede contribuir al perfil de comportamiento visto en esta condición.
Recuperada de: Collins SM & Bercik P. The relationship between intestinal microbiota and the central nervous system
innormal gastrointestinal function and disease. Gastroenterology 2009; 136:2009.
La evaluación de cualquier episodio de dolor experimentado por un niño puede tener un impacto significati-
vo en la capacidad del niño para enfrentar con eficacia y adaptarse al dolor y, en consecuencia, a su función
y desarrollo normales. En presencia de factores de riesgo o cuando los factores de protección son menos
efectivos, el niño puede desarrollar una respuesta inadaptada que conduce a un estado de dolor crónico.
Referida de: Hyams JS, Di Lorenzo C, Saps M, et al. Functional gastrointestinal disorders: child/adolescent.
Gastroenterology 2016; 150:1464.
Las barras muestran cada diagnóstico. Los síntomas pueden comenzar antes, ya que hay un requisito de
tiempo para cumplir los criterios de diagnóstico. SBI o SII, síndrome del intestino irritable; FD, dispepsia
funcional.
Referida de: Benninga MA, Nurko S, Faure C, et al. Childhood functional gastrointestinal disorders:
neonate/toddler. Gastroenterology 2016; 150:1444.
Ejercicio de Autoevaluación N º 2 87
Autoevaluación 2
3. Disbiosis: . ....................................................................................................
...............................................................................................................
88 Ejercicio de Autoevaluación N º 2
2 Autoevaluación
2. Se toma la decisión de no retirar los pañales. El niño presenta una masa suprapúbica palpable com-
patible con materia fecal.
¿Cuál es la terapéutica inicial más acertada?
a) Desimpactar el recto ocupado con enemas y luego indicar enemas semanales con solución fisioló-
gica.
b) Desimpactar el recto con enemas e indicar un aumento en la fibra alimentaria.
c) Desimpactar si fuera necesario e iniciar polietilenglicol a dosis convencionales.
3. Se indicó polietilenglicol. Pasó 1 mes y ha comenzado a evacuar 3 a 4 veces por semana, heces más
blandas y está perdiendo sus hábitos retentivos, se siente mejor y la familia está más confiada en las
destrezas del niño. ¿Cómo procede?
a) Retira la medicación.
b) Retira los pañales y la medicación.
c) Mantiene el polietilenglicol y espera que el niño de señales de madurez para retirar los pañales.
d) Mantiene el polietilenglicol a las dosis más bajas efectivas y retira los pañales.
Ejercicio de Autoevaluación N º 2 89
Autoevaluación 2
Cursa primer año del secundario, es buena alumna, autoexigente y el inicio de esta etapa representa
un desafío para ella. Tiene inasistencias aisladas por síntomas luego del desayuno y el almuerzo.
Antecedente de úlcera péptica en su papá. Ha tomado cursos cortos de IBP (3-4 días), no consume
AINES. Examen clínico normal. Crecimiento y desarrollo acorde a la edad (Tanner M2VP2).
El pediatra de cabecera solicita estudios de laboratorio, que resultan normales, anticuerpos para
enfermedad celíaca negativos, hepatograma normal e IgG para Helicobacter pylori negativo.
2. ¿Cuáles es la conducta correcta en este momento?
a) Explicar la naturaleza funcional de los síntomas (síndrome de distrés postprandial), control evoluti-
vo y dieta.
b) Explicar la alta posibilidad de la enfermedad úlcera péptica.
c) Iniciar tratamiento empírico con IBP por 8 semanas y proquinéticos.
d) Realizar VEDA.
Los síntomas han perdurado por más de 6 meses e interfirieren en su vida social. Se realiza VEDA
por los antecedentes familiares, la historia de más de 6 meses de evolución y la interferencia en su
vida social. VEDA: macroscópicamente normal. El informe de la anatomía patológica describe una
gastritis crónica superficial leve, Helicobacter pylori negativo. Biopsia esofágica y duodenal normal.
3. ¿Cuál es la conducta apropiada?
a) Indicar IBP por 8 a 12 semanas.
b) Indicar proquinéticos por 12 semanas.
c) Confirmar dispepsia funcional (síndrome distrés postprandial con componente de síndrome dolo-
roso epigástrico). Reforzar las aptitudes para enfrentar situaciones estresantes con tratamiento
psicológico y uso eventual de proquinéticos y antiácidos según los síntomas que predominen
90 Ejercicio de Autoevaluación N º 2
Conclusiones
En este capítulo intentamos abordar en forma actualizada la importancia del eje cere-
bro intestino microbiota y su comunicación bidireccional en la generación de los TGIF,
destacando que su desregulación es el core de los mismos.
En forma reducida se explica el impacto del modelo biopsicosocial y la teoría de los
sistemas, donde la interacción entre el sistema fisiológico y psicológico, así como el
enfrentamiento del estrés afecta la sensorialidad del intestino (HV), motilidad y función
inmune.
Hemos expresado además la perspectiva pediátrica de la HV y como la disbiosis de la
microbiota al generar un incremento de la inflamación fisiológica es la base del dolor
abdominal crónico, repercutiendo secundariamente en el ánimo, comportamiento y
desarrollo de la personalidad.
Describimos en forma resumida los TGIF en recién nacidos, lactantes, preescolares, ni-
ños y adolescentes de tal forma que el pediatra tenga una guía apropiada para alcanzar
el diagnóstico, basado exclusivamente en signos y síntomas, e indicar un tratamiento
adecuado, que a menudo es más complicado de lo que parece.
Finalmente, los avances actuales en el estudio de la microbiota humana y microbioma y
sus alcances finales para terapéuticas en diferentes procesos patogénicos se encuen-
tran en continuo desarrollo.
Lecturas Recomendadas
• Faure C., et al. Pediatric Neurogastroenterology. Gastrointestinal Motility and Functional Disorders in
Children. Second edition 2017.
• Drossman DA. Functional gastrointestinal disorders: history, pathophysiology, clinical features and
Rome IV. Gastroenterology 2016;150:1262-1279.
• Benninga MA, Nurko S, Faure C, et al. Childhood functional gastrointestinal disorders: neonate/toddler.
Gastroenterology 2016;150:1443-1455. 35.
• Hyams JS, Di Lorenzo C, Saps M, et al. Functional gastrointestinal disorders: child/adolescent. Gastro-
enterology 2016; 150:1456-1468.
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2 Clave de Respuestas
Sofía, 12 años.
1. d).
2. a).
3. c).
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