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Universidad de Los Andes

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Historia

La Cultura del Trigo en los Andes Venezolanos:

Fiestas asociadas al cereal.

(Tutora)

Dr. Nelly Velázquez

Autor
Eduard. A. Vizcaíno B.

Mérida, Noviembre de 2006


Universidad de Los Andes
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Historia

La Cultura del Trigo en los Andes Venezolanos:

Fiestas asociadas al cereal.

Trabajo presentado ante el Consejo de la Escuela de Historia


como requisito para optar al titulo de
Licenciado en Historia

Dra. Nelly Velázquez (Tutora)

Autor
Eduard. A. Vizcaíno B.

Mérida, Noviembre de 2006



DEDICATORIA

A los agricultores de Mucuchíes y Santo Domingo.


Por mantener hoy más que nunca su acerbo
cultural.

ii
AGRADECIMIENTOS

Este trabajo de investigación se hizo posible gracias a la

colaboración prestada por diversas personas:

x A mi tutora la profesora Nelly Velázquez de Ruiz, quien

con su orientación, dedicación y experiencia me enseñó a

concebir la historia de una nueva manera, reformulando

todo el proceso de enseñanza académica aprendido en el

transcurso de mi carrera.

x A todos los informantes de los valles alto andinos, que con

su gentileza y receptividad, aportaron testimonios orales

importantes para el desarrollo de la presente investigación.

x Al Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y

Tecnológico (CDCHT) de la Universidad de los Andes, le

agradezco el financiamiento de este trabajo, bajo el

proyecto H-835-04-09-f.

x A mi familia especialmente a mi madre, quienes siempre

esperaron con alegría, fe y esperanza, la culminación de

éste trabajo.

iii
ÍNDICE

Pagina

Dedicatoria. ii

Agradecimientos iii

Índice General iv

Índice de Material Gráfico viii

Introducción 1

CAPITULO I
MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO

1.1. Relaciones entre la Antropología y la Historia. 14

1.2. La Nueva Historia y las demás Ciencias Sociales. 20

1.3. Historia y estudio de la cultura: la Etnohistoria. 23

1.4. Las fuentes orales en el estudio de los procesos culturales. 27

CAPITULO II
UBICACIÓN GEOGRÁFICA DEL ÁREA DE ESTUDIO

2.1. El Municipio Rangel. 37

2.2. El Municipio Cardenal Quintero. 41

CAPITULO III
IMPORTANCIA DEL CULTIVO DEL TRIGO EN LA
HISTORIA DE LA HUMANIDAD.

3.1. El cultivo del Trigo (Triticum Sp). 45

iv
3.1.1. Origen. 45

3.1.2. Características de la planta de trigo. 50

CAPITULO IV
INTRODUCCIÓN DEL CULTIVO DEL TRIGO EN AMÉRICA.

4.1. Introducción del cultivo durante la Colonia. 53

4.2. El trigo en América. 63

4.3. El trigo en Venezuela. 66

4.4. El trigo en los valles altos andinos. 71

CAPITULO V
CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS DEL CULTIVO
DE TRIGO EN LOS ANDES VENEZOLANOS.

5.1. Conocimientos y prácticas en el cultivo de trigo. 79

5.1.1. El Conocimiento campesino sobre el medio ambiente


en la producción del trigo. 79

5.1.2. Prácticas agrícolas en la siembra del trigo. 83

5.2. Tecnología agrícola en el cultivo de Trigo. 85

5.2.1. Pasos en el cultivo del trigo. 85

5.2.2. Calendario Agrícola. 98

A. Calendario agrícola para zonas de mayor altura. 99

B. Calendario agrícola para zonas de menor altura. 100

5.3. Formas de producción comunal del trigo. 101

5.3.1. El Convite y la Callapa 101

v
5.3.2. La Mano Vuelta 105

5.3.3. El Arréito 107

5.3.4. La Medianería 109

5.4. La vivienda Campesina: adaptación a la producción de


cereales. 113

5.4.1. Espacios interiores de la vivienda campesina adaptados


al cultivo del trigo. 117

5.4.1. Espacios exteriores de la vivienda campesina


adaptados al cultivo del trigo. 122

5.5. Factores que explican la decadencia comercial y persistencia


para el autoconsumo del cultivo de trigo en Mucuchíes y Santo
Domingo. 125

5.5.1. Factores que explican la decadencia comercial. 126

5.5.2. Factores que explican la persistencia para el


autoconsumo. 130

CAPITULO VI
LA CULTURA DEL TRIGO: ASPECTOS SOCIOSIMBÓLICOS
LA FIESTA DE SAN ISIDRO LABRADOR.

6.1. Costumbres religiosas asociadas al cultivo de trigo. 134

6.2. El significado de la fiesta. 138

6.2.1. El tiempo festivo. 142

6.3. Fiestas asociadas al cultivo del trigo: “San Isidro labrador” y


“los Negros de San Jerónimo” 144

6.4. Fiesta de San Isidro labrador en Mucuchíes: El santo patrono


del trigo. 145

6.4.1. Periodo Pre – manifestación. 149

vi
6.4.2. Periodo de la festividad en sí. 152

6.4.3. Periodo Post – Manifestación. 169

6.5. La Presencia de San Isidro Labrador en el cultivo del Trigo. 170

CAPITULO VII
LA CULTURA DEL TRIGO: ASPECTOS SOCIOSIMBÓLICOS.
LA FIESTA DEL TRIGO: LOS NEGROS DE SAN JERÓNIMO.

7.1. La Fiesta del trigo: los Negros de San Jerónimo. 180

7.1.1. Orígenes de la fiesta. 184

7.1.2. La aparición de San Jerónimo y su veneración. 185

7.1.3. Periodo Pre manifestación. 189

7.1.4. Periodo de la festividad en sí. 193

7.1.5. Periodo Post manifestación. 210

7.2. Análisis de los factores que explican el origen de la danza de


los Negros de San Jerónimo. 211

7.3. La danza del trigo. 226

7.3.1. La música en el baile del trigo. 237

7.3.2. Vestimenta y accesorios. 239

Conclusión. 243

Bibliografía. 246

vii
ÍNDICE DE MATERIAL GRÁFICO.

Pagina.
Figura.II.1. Ubicación del Municipio Rangel en el contexto
regional 39

Figura.II.2. Ubicación del Municipio Cardenal Quintero en el


Contexto regional. 43

Figura.III.1. Diosa Ceres, deidad romana protectora de la


agricultura en especial del trigo. 47

Figura. V.1. Preparación de la tierra para el cultivo. 87

Figura. V.2. Arado con bueyes para la preparación de la tierra


para el cultivo de trigo. 89

Figura. V.3. Siega del trigo. 90

Figura. V.4. Siega y recolección del trigo. 92

Figura. V.5. Trilla del trigo con bueyes. 93

Figura. V.6. Venteo del trigo. 93

Figura. V.7. “La Única” Molino de trigo ubicado en la población


de Escagüey. 95
Figura.V.8. Molino hidráulico, ubicado en la población de Mocao. 96

Figura.V.9. Aspas del molino hidráulico, ubicado en la población


de Mocao. 96
Figura.V.10. “Molino de harina de trigo, ubicado en la población
de Mocao” 97
Figura.V.11. Calendario, terrenos altos (superiores a 2000 m)
patrón unimodal. Menor temperatura. 99
Figura.V.12. Calendario, terrenos bajos (inferiores a 2000 m.)
Patrón bimodal. Mayor temperatura. 100

viii
Figura. V.13. Vivienda campesina andina. 116

Figura. V.14. Vivienda campesina andina, con era y caney 117

FiguraV.15. Pasillos de la vivienda campesina andina. 118

Figura.V.16. Patio interior de la vivienda campesina andina. 119

Figura.V.17. Cuarto de depósito de la vivienda campesina andina. 119

Figura.V.18. Cocina de la vivienda campesina. Mocao. 120

Figura.V.19. Horno circular, hecho de adobe. 121

Figura.V.20. Puerta de horno empotrado en la pared de la


vivienda campesina. Mocao. 122

Figura.V.21. Prolongación posterior del horno empotrado en la


pared. Mocao. 123

Figura.V.22. Caney a las afueras de la vivienda campesina. 123

Figura.V.23. Era para trillar el trigo. 123

Figura.V.24. Vivienda campesina andina, en su entorno agrícola. 124

Figura.VI.1. San Isidro Labrador. Santo patrono del trigo


Mucuchíes. Mérida. 146

Figura.VI.2. Carroza de San Isidro Labrado en donde se


observan las primicias hechas por los productores,
en especial el trigo. 147

Figura.VI.3. Carroza de San Isidro Labrador, en donde se


observan otras primicias ofrendadas al santo
(aguacates, quesos, piñas y papas). 147

Figura.VI.4. Carroza principal acompañada de imágenes de las


comunidades aledañas. 148

Figura.VI.5. Frente de la Carroza en honor a San Isidro Labrador.


Comunidades de la Musuy, Aposentos y La
Hoyada. 153

ix
Figura.VI.6. Parte de atrás de la carroza en honor a San Isidro
Labrador. Comunidades de la Musuy, Aposentos y
La Hoyada. En donde se observa la presencia del
trigo como parte de las primicias ofrendadas al
santo. 153

Figura.VI.7. Frente de la carroza en honor a San Isidro Labrador.


Comunidad de La Mucumpate, donde se encuentra
presente el trigo. 153

Figura.VI.8. Parte de atrás de la carroza en honor a San Isidro


Labrador. Comunidad de La Mucumpate, donde se
Observa el trigo alrededor del Santo. 154

Figura.VI.9. Carroza en honor a San Isidro Labrador. Comunidad 154


de Mixteque.

Figura.VI.10. Parte de atrás de la Carroza en honor a San Isidro


Labrador. Comunidad de Mixteque. Decorada con
trigo. 154
Figura.VI.11. Campesino con yunta de bueyes en camino a la
procesión de San Isidro. 155
Figura.VI.12. Yuntas de bueyes congregándose para participar
en la procesión de San Isidro. 155
Figura.VI.13. Yunta de bueyes decorada con cuadro de San
Isidro y cintas multicolores.
156
Figura.VI.14. Yunta de bueyes decorada con abundante trigo,
flores y hortalizas.
156
Figura.VI.15. Productores con su yunta de bueyes decorada con
trigo. 157

Figura.VI.16. Yunta de bueyes decorada con trigo.


157

Figura.VI.17. Yunta de bueyes decorada con trigo, flores y


hortalizas. 157

x
Figura.VI.18. Encuentro de productores y yuntas de bueyes en
espera de la procesión a San Isidro Labrador. 158

Figura.VI.19. Tractores decorados con los frutos producidos por


los campesinos de la región. 159

Figura.VI.20. Carroza de San Isidro tirada por una yunta de


bueyes. 160

Figura.VI.21. Carroza de San Isidro decorada con abundante


trigo. 160

Figura.VI.22. Detalle de la carroza donde se aprecia la presencia


del trigo. 160

Figura.VI.23. Parte posterior de la carroza principal de San


Isidro. Donde destaca la abundancia del trigo. 161

Figura.VI.24. Celebración eucarística en Honor a San Isidro


Labrador. Santo patrono del trigo, frente al Centro
Campesino de Mucuchíes. 162

Figura.VI.25. Feligreses asistentes a la celebración eucarística en


honor a San Isidro Labrador. 162

Figura.VI.26. Estandarte que preside la procesión a San Isidro


Labrador. Se destaca la presencia del trigo como
un elemento importante dentro del estandarte. 163

Figura.VI.27. Procesión de San Isidro Labrador por las


principales calles del pueblo. En donde se observa
a los gañanes presidiendo el cortejo con sus
bueyes. 163

Figura.VI.28. Carroza principal en la procesión, alegórica al San


Isidro Labrador de la Iglesia de Santa Lucía de
Mucuchíes. 164

Figura.VI.29. Desfile de carrozas alegóricas a San Isidro


Labrador, proveniente de las comunidades
aledañas. 164

xi
Figura.VI.30. Procesión de San Isidro Labrador por las
principales calles del pueblo. Carroza de la finca
las Canoas, en donde se observa el elemento trigo. 164

Figura.VI.31. Músicos que animan la celebración de San Isidro


Labrador. 165

Figura.VI.32. Feligreses que acompañan la procesión a San Isidro


Labrador. 165

Figura.VI.33. Maquinaria de trabajo perteneciente a la finca el


alto, que acompaña la procesión. 165

Figura.VI.34...Maquinaria de trabajo perteneciente a los


productores, que acompañan la procesión. 166

Figura.VI.35. Cabalgata que cierra la procesión en honor a San


Isidro Labrador. 167

Figura.VI.36. Cabalgata que cierra la procesión en honor a San


Isidro Labrador. 167

Figura.VII.1. Detalle de la decoración de San Jerónimo, donde


destaca el uso del trigo. 180

Figura.VII.2. Fachada Exterior de la Iglesia de Santo Domingo


Municipio Cardenal Quintero. 181

Figura.VII.3. Imagen de San Jerónimo Iglesia de Santo Domingo


Municipio Cardenal Quintero. 182

Figura.VII.4. Cruz que designa el lugar de la aparición de San


Jerónimo denominado por la colectividad “LLano
de San Jerónimo”. Hotel Moruco. 186

Figura.VII.5. Representación Pictórica de la aparición de San


Jerónimo. Iglesia de Santo Domingo. 187

Figura.VII.6. Toque de trompeta que designa el comienzo de la


celebración y de las danzas. 193

xii
Figura.VII.7. Conjunto de abanderados que presiden la procesión. 194

Figura.VII.8. Formación en doble fila para el baile. 194

Figura.VII.9. Toque de maracas que define el compás de la danza. 194

Figura.VII.10. Baile en doble fila antes de iniciarse la procesión. 195

Figura.VII.11. Negros danzando en frente de la iglesia de Santo


Domingo. 195

Figura.VII.12. Dama propinando cuerazos a todos los Negros que


no presten atención a la danza. 195

Figura.VII.13. Músico que acompaña la danza tocando el tambor


y la flauta de carrizo, instrumentos de origen
indígena. 196

Figura.VII.14..Comparsa de San Benito proveniente de la


población de Pueblo LLano. 197

Figura.VII.15. Giros de San Benito proveniente de la población de


Pueblo LLano. 197

Figura.VII.16. Sociedad Femenina de San Benito. San Rafael de


Mucuchíes. 198

Figura.VII.17. Sociedad Masculina de San Benito. San Rafael de


Mucuchíes. 198

Figura.VII.18. Fundadores de los Locos de San José. Pueblo


LLano. 198

Figura.VII.19. Baile de los Locos de San José. Pueblo LLano. 199

Figura.VII.20. Agrupación Locos de San José. Pueblo LLano. 199

Figura.VII.21. Grupo “La Araña”. Chachopo. 199

Figura.VII.22. Locainas de San Isidro Labrador de Lagunillas. 200

Figura.VII.23. Locainas de San Isidro Labrador de Lagunillas. 200

xiii
Figura.VII.24. Decoración del altar de la iglesia de Santo
Domingo, donde se observa un campesino
sembrando trigo. 201

Figura.VII.25. Negros que acompañan los actos litúrgicos en


honor a San Jerónimo. 202

Figura.VII.26. Negros en la misa en honor a San Jerónimo. 203

Figura.VII.27. San Jerónimo es sacado en andas de la iglesia. 204

Figura.VII.28. San Jerónimo en las puertas de la iglesia. 204

Figura.VII.29. Conjunto de abanderados que dirigen la procesión


de San Jerónimo. 205

Figura.VII.30. Inicio de la procesión los negros portando a San


Jerónimo. 206

Figura.VII.31. Comienzo de la danza en las inmediaciones del


pueblo rumbo al Llano de San Jerónimo. 207

Figura.VII.32. Vista posterior del comienzo de la danza en las


inmediaciones del pueblo rumbo al Llano de San
Jerónimo. 207

Figura.VII.33. Procesión rumbo al Llano de San Jerónimo. 207

Figura.VII.34. Danzas preparatorias. La cruzada. 208

Figura.VII.35. Danzas preparatorias. La esquina. 208

Figura.VII.36. Danzas preparatorias. Valse de calle. 208

Figura.VII.37. Entrada de los músicos al lugar de la aparición.


LLano de San Jerónimo. Hotel Moruco. 209

Figura.VII.38. Llegada de San Jerónimo al lugar de la aparición.


LLano de San Jerónimo. Hotel Moruco. 209

Figura.VII.39. Llegada de los negros al lugar de la aparición.


LLano de San Jerónimo. Hotel Moruco. 209

xiv
Figura.VII.40. Lugar donde colocan a San Jerónimo para efectuar
el baile del trigo. LLano de San Jerónimo. Hotel 210
Moruco.

Figura.VII.41. Rostro pintado de negro, que simula una máscara. 220

Figura.VII.42. Proceso en el cual los danzantes tiñen sus rostros,


para simular una mascara. 222

Figura.VII.43. Capitán mayor marcando el paso que los negros


deben seguir en la danza a San Jerónimo. 227

Figura.VII.44. Dama con fuete entre las dos filas de negros. 228

Figura.VII.45. Dama con fuete. 228

Figura.VII.46. Cachero o cornetero. 229

Figura.VII.47. Conjunto de Negros. 229

Figura.VII.48. Zarramaco en la danza de la corrida del gallo.


Mecerreyes, España. 230

Figura.VII.49. Estructura de la danza del la corrida del gallo.


Mecerreyes, España. 230

Figura.VII.50. Baile de los Negros a las puertas de la iglesia de


Santo Domingo. 231

Figura VII.51. Zarramaco en la fiesta de la Vijanera. 232

Figura.VII.52. Pepa o Pepona. Cantabria, España. 232

Figura.VII.53. Paso de la rozadura. 234

Figura.VII.54. Paso de la siembra. 234

Figura.VII.55. Paso de la desyerbada. 235

Figura.VII.56. Paso de la recolecta. 235

Figura.VII.57. Paso de la paleada. 236

xv
Figura.VII.58. Músico con los instrumentos utilizados en la danza
del trigo. 237

Figura.VII.59. Maraca que llevan los negros para coordinar el


baile con la música en la danza a San Jerónimo. 238

Figura.VII.60. Flauta que marca los diferentes ritmos de la danza


de los negros de San Jerónimo. 238

Figura.VII.61. Tambor, flauta y maraca que son utilizados en la


danza de los Negros De San Jerónimo. 239

Figura.VII.62. Uniforme de los Negros de San Jerónimo. 240

Figura. VII.63. Uniforme de los Negros de San Jerónimo. 240

Figura.VII.64. Uniforme de los Negros de San Jerónimo. 241

Figura.VII.65. Uniforme de los Negros de San Jerónimo. 241

xvi
INTRODUCCIÓN

Con el presente estudio sobre la cultura del trigo se espera contribuir

con la historia sociocultural de la región de los Andes venezolanos, en este

sentido, el análisis que se presenta integra los aspectos tecnológicos y socio

simbólicos del cultivo del trigo en la región andina.

Por tal razón buscamos adentrarnos en una nueva dimensión en

cuanto a lo que el cultivo del trigo se refiere, es decir, estudiaremos los

factores culturales que hicieron posible el mantenimiento en el tiempo de

una cultura agraria que ha girado alrededor del cultivo de trigo. Cereal que

aunque no es autóctono de la zona, llegó a tener una relevancia de gran

envergadura entre los pobladores de la región de los valles altos andinos;

igualmente marcó un hito importante en la historia económica y socio

cultural de la zona.

Es cierto que se han estudiado diversos aspectos relacionados con el

cultivo de trigo en los Andes, entre los que destacan: la botánica, el ciclo

del cultivo, el procesamiento, la tecnología, algunos antecedentes históricos

sobre el cereal, la tenencia de la tierra, las relaciones de producción, las

formas de organización en la actividad productiva y la comercialización

del trigo. De igual forma, se ha estudiado la introducción del trigo por los

colonizadores españoles en los siglos XVI y XVII, se han realizado

estudios con énfasis en las condiciones ambientales, los cambios en la


organización agrícola, igualmente se ha descrito el modo de vida de la

población rural de la zona andina, las relaciones laborales, la erosión y los

programas de reforestación, los recursos renovables, las expectativas en

torno a los programas de reactivación del cultivo del trigo, la diversidad de

variedades de trigo existentes, el sistema triguero, el abandono progresivo

de la siembra del trigo, por último la trascendencia del cultivo del trigo en

Venezuela y la reimplantación de dicho cereal en los páramos merideños.

Sin embargo, falta por estudiar las creencias, ceremonias y tradiciones

vinculadas al cultivo del trigo que le dan sentido a la vida del campesino de

la región. Razón por la cual nos hace pensar que el trigo, para estas

poblaciones es algo más que un simple cultivo, ya que alrededor de este

cereal, se han dado todas estas manifestaciones socioeconómicas y

sociosimbólicas; conformándose una cultura que se manifiesta hasta

nuestros días.

Es por eso que la investigación centra su eje de acción en el estudio

de la cultura del trigo en los Andes venezolanos, ya que una investigación

de este tipo, definirá ese aspecto de los valles altos andinos que no se ha

estudiado hasta ahora. Además nos permitirá conocer de forma más integral

la cultura de los campesinos de los Andes venezolanos.

El área donde se realizó la investigación corresponde a los

Municipios Rangel y Cardenal Quintero del estado Mérida,

específicamente en las poblaciones de Mucuchíes y Santo Domingo.

2
La presente investigación se justifica en el hecho de que el trigo fue

uno de los primeros cultivos que los colonizadores españoles introdujeron

en los Andes venezolanos, como un medio de asegurar su subsistencia.

Escogiendo la región andina por las semejanzas que estos establecieron

entre las características geográficas de los andes con la meseta ibérica,

igualmente por la analogía climática existente entre las dos zonas, que

contribuirían al rápido desarrollo del cultivo del cereal. También se

implantaron nuevos conocimientos y prácticas agrícolas que aceleraron el

proceso productivo del campo, que incidieron directamente en la manera

como los pobladores de los Andes venezolanos percibían su relación con el

medio natural.

El cereal en sí mismo representa hoy día un magnifico tema de

estudio, ya que, en un mundo donde los recursos alimenticios son

insuficientes, es necesario volver la mirada hacia este tipo de cultivo, que

puede generar en la zona andina un impulso a su economía y por supuesto,

un afianzamiento de los valores culturales que giran en torno al cereal.

En este sentido, el estudio abarcará no sólo las maneras productivas

del cereal en la zona, sino que también, se enfocará en las necesidades de

los pobladores de mantener un cultivo que ancestralmente es parte de su

cultura y de sus tradiciones agrícolas, que, por el proceso de tecnificación

de la producción del campo, fue sustituido por otros productos no

tradicionales pero de mayor rendimiento económico. Teniendo como

3
consecuencia, la pérdida de los modos de producción autóctonos

desarrollados por los pobladores del área. Pero a pesar de los cambios

implantados, el trigo como práctica ha seguido cultivándose en la región

andina hasta hoy, sobreviviendo con él técnicas y tradiciones culturales que

giran en torno al cereal y que hoy se mantienen como una forma de vida

entre los pobladores de la zona andina.

Es así, que al plantearnos el problema de la cultura del trigo en los

Andes venezolanos, observamos que el abandono del cultivo es un proceso

inconcluso, ya que tiene tal arraigo en la población que subsiste bajo una

forma de vida, haciendo que los parameros cultiven y consuman el trigo

criollo casi de contrabando. Por lo que se hace indispensable conocer la

implantación del trigo y los cambios socioculturales que generó, así como

los elementos culturales que se han mantenido asociados al cultivo del

trigo. Estableciendo un vínculo entre el pasado y el presente.

De allí la importancia del estudio de los elementos antes

mencionados, ya que, al agrupar y estudiar en conjunto, las creencias, los

valores, las técnicas, las costumbres, las tradiciones, las invenciones y las

maneras de trabajar la tierra, estamos en presencia de las bases de lo que

pensamos es la conformación de una cultura, asociada al cultivo del cereal

y que en la investigación denominaremos “la cultura del trigo”.

En este sentido, debemos entender a la cultura como ese conjunto

complejo que abarca los saberes, las creencias, el arte, las costumbres, el

4
derecho, así como toda la disposición o uso adquiridos por el hombre

viviendo en sociedad (Tylor, 1996). Dentro de estos parámetros

abarcaremos el estudio de la cultura campesina desarrollada en el páramo

merideño en torno al cultivo del trigo.

Por lo antes mencionado, es importante que en los estudios históricos

se incluyan los aspectos socioculturales, ya que es la mejor manera de crear

conciencia sobre los valores nacionales que se están perdiendo por los

procesos de globalización y homogenización de la economía y de la

cultura. En este proceso las fronteras nacionales tienden a desaparecer, es

imprescindible volver a nuestras raíces culturales, para no vivir un proceso

de recolonización cultural, ya que en la actualidad la cultura se ha

constituido en la ultima frontera a conquistar.

El estudio de la cultura del trigo en los Andes venezolanos plantea la

necesidad de una nueva forma de investigar la historia, donde se revalorice

cada uno de los elementos cotidianos que atañen al hombre. Por tal razón,

esta investigación pretende ofrecer una visión lo más integral posible de las

representaciones sociales del campesino de la cordillera, haciendo especial

énfasis en la cultura del trigo.

Esperando que con esta investigación se motiven los historiadores a

realizar este tipo de estudio que contribuye a aportar un granito de arena a

la historia regional, que ha sido generalmente descuidada.

5
Con la investigación esperamos:

x Contribuir al estudio de la historia sociocultural de los Andes

venezolanos.

x Demostrar la pertinencia que tienen los estudios de historia

sociocultural para el conocimiento de las comunidades de los

páramos andinos.

x Contribuir a reafirmar la identidad cultural del campesino de los

Andes venezolanos integrada principalmente por elementos étnicos

indígenas y españoles.

De manera especifica, con la investigación se busca:

x Determinar la relación que ha existido entre la población campesina

de los Andes venezolanos y el cultivo del trigo, a lo largo de la

historia.

x Analizar la persistencia del cultivo del trigo en los Andes

venezolanos.

x Demostrar que en los Andes venezolanos existe una cultura del trigo.

x Determinar cuales fueron las causas que dieron origen al abandono

progresivo del cereal y sus consecuencias culturales.

6
La investigación centra su análisis en las siguientes hipótesis:

x Las prácticas agrícolas, creencias, y tradiciones, vinculadas al cultivo

del trigo, introducidas por los colonizadores españoles en los Andes

venezolanos, han conformado históricamente una cultura del trigo

que se ha mantenido, con algunos cambios, hasta nuestros días.

x La importancia del trigo en la dieta de los campesinos andinos y la

tradición oral, han sido factores determinantes en la consolidación y

el mantenimiento de la cultura del trigo en los Andes venezolanos.

x La modernización agrícola que se produjo en la zona durante el siglo

XX, introdujo una serie de cambios en el modo de vida. Sin

embargo, la población ha mantenido la cultura del trigo como parte

de su identidad cultural.

La metodología que se utilizó para la realización de la presente

investigación se basa en la Etnohistoria, disciplina dedicada al estudio de

las tradiciones y de los comportamientos populares por medio de la historia

y la antropología.

La Etnohistoria nos permitió conocer e interpretar el proceso

histórico de la cultura del trigo en los Andes venezolanos a través del

tiempo. Para esto, se utilizó “el método regresivo” planteado por Marc

Bloch (historiador medievalista), que sugiere que no puede existir una

comprensión del presente sino se comprende el pasado o viceversa.

7
Además, la Etnohistoria le da gran importancia y valoración al hombre y a

su manera de pensar, de vivir, valiéndose de varias fuentes de información

entre las cuales están los testimonios orales y las fuentes escritas

(documentales y hemero-bibliográficas).

Es de hacer notar, que para el análisis histórico de la cultura del

trigo, se siguió el planteamiento de Fernan Braudel (1974) sobre el tiempo

de larga duración, por ser un tiempo que mira al pasado y lo transfiere al

presente. Es decir, la larga duración es un tiempo acumulativo, en fin el

nivel profundo de la historia estructural donde se desarrollan los hechos de

cultura.

Para la recolección de la información bibliográfica se realizó un

arqueo donde se recopiló la información existente sobre el tema a

investigar, incluyendo fuentes de tipo documental, hemero – bibliográfico y

videográfico.

Para la recolección de testimonios orales se llevó a cavo un trabajo

de campo en donde se realizaron entrevistas grabadas, de manera libre (sin

preguntas estructuradas rígidas y preestablecidas) y profunda. Se enfocaron

las entrevistas hacia los objetivos planteados en el trabajo. Con esto

logramos la recolección de la información sobre los aspectos que integran

la cultura del trigo, que constituyen el tema central de la presente

investigación.

8
Igualmente, se realizó la observación de algunas ceremonias del

calendario cristiano relacionadas con el cultivo del trigo en la zona. Es

decir, la fiesta de San Isidro Labrador en Mucuchíes y la de San Jerónimo

en Santo Domingo, Es de resaltar, que para la realización de la presente

investigación los testimonios orales constituyen una fuente de gran

importancia, ya que gracias a ellos logramos recoger las vivencias de los

propios actores del proceso socio – cultural. Por medio de ésta información,

se alcanzó una visión más completa de la cultura del campesino de los

Andes venezolanos.

Recogida la información se procedió al análisis de la misma por

medio del cotejamiento de la información obtenida de las fuentes hemero –

bibliográficas y documentales, con los testimonios orales recogidos en las

entrevistas.

Los resultados de la investigación fueron divididos en siete capítulos,

en el primero se establecen las bases teóricas y los diversos postulados que

definen a la historia como la ciencia encargada de estudiar el devenir de los

hombres, los hechos y las acciones que lo definen a través del tiempo. De

igual manera, se genera una interesante disertación sobre las diversas

formas de hacer historia, haciendo patente la utilización de la etnohistoria

como forma de estudiar las sociedades, que por no poseer archivos y

documentos escritos han sido marginadas de la historia convencional. En

este sentido, la etnohistoria nos permite ver y estudiar todo su contexto a

9
través de las generaciones, permitiéndonos traer a nuestro tiempo esas

voces que nos llegan del pasado.

En el segundo capítulo, se presentan los aspectos geográficos del

área en estudio. Se tratan aspectos de suma importancia como son los datos

históricos de los municipios que son objeto de la investigación, y la

división político territorial del área de estudio.

El tercer capítulo se centra en la importancia que tiene el cultivo del

trigo en la historia de la humanidad, en él, se establece el vínculo existente

entre el trigo y el hombre, así como las formas, el origen y la percepción

que cada una de las culturas ha tenido sobre el cereal y su impacto sobre

sus formas culturales. Otro de los puntos que se abordan en el capítulo es el

de las características de la planta del trigo, lo cual nos dará un

conocimiento más exacto del objeto fundamental de nuestra investigación.

En el cuarto capítulo de la investigación, se analiza de manera

detallada el proceso de la introducción del cultivo de trigo en América, en

este sentido, se inicia la discusión, planteando el proceso de implantación

de la agricultura europea en América durante la colonización. También se

da una panorámica de la introducción del cultivo en Venezuela, y un

estudio de la entrada del cultivo de trigo en los valles altos andinos de la

Cordillera de Mérida. Para finalizar, con el análisis de la importancia del

trigo como alimento básico en la dieta de los colonizadores españoles, y los

10
factores económicos que favorecieron el cultivo del cereal en América y en

Venezuela.

En el quinto capítulo, se analiza en primer lugar, los aspectos

referentes a los conocimientos y prácticas que mantienen los campesinos de

la zona en cuanto al cultivo del trigo, para luego examinar las diversas

técnicas que manejan los habitantes de la zona. También se hace referencia

a la vivienda campesina, como elemento importante en el sistema de

cultivo de trigo. Además en el capítulo se analizan los diversos factores que

fomentaron la decadencia de la producción comercial del trigo en la zona y

los factores que han mantenido vivo el cultivo del trigo para el

autoconsumo de las familias campesinas de la Cordillera de Mérida,

conformándose de ésta manera una cultura del trigo en la zona estudiada.

El sexto capitulo, se centra en el análisis de la fiesta de San Isidro

Labrador en la población de Mucuchíes que se encuentra vinculada con la

siembra del trigo. En este sentido, el capítulo fue elaborado con abundante

información oral, por medio de los testimonios narrados por los propios

protagonistas y testigos directos de las creencias, ceremonias y tradiciones

vinculadas al cultivo de trigo, que le dan sentido a la vida del campesino de

la región.

El séptimo capítulo de la investigación, se centra en el estudio de la

“Fiesta del trigo” ó “fiesta en honor a San Jerónimo”, que se encuentra

relacionada con la siembra del trigo. En éste orden de ideas, el análisis que

11
se presenta se elaboró tomando en cuenta la abundante información oral

obtenida en la zona bajo estudio, que nos proporcionó importantes

testimonios narrados por los protagonistas directos de las manifestaciones,

declaraciones de fe, ritos y tradiciones que realizan los pobladores de la

zona y que tienen como norte la obtención de cosechas de trigo, que le

aseguran al campesino, obtener uno de los principales alimentos que

componen su dieta diaria, y el mantenimiento de sus costumbres culturales

que giran alrededor del cereal.

12
CAPITULO I

MARCO TEÓRICO METODOLÓGICO

Los procesos históricos han supuesto a través del tiempo un amplio y

discutido objeto de estudio, ya que si bien es cierto, que los historiadores

están divididos en cuanto a las maneras de estudiar la historia, también se

han generado nuevos espacios interdisciplinarios como la etnohistoria que

facilitan el estudio de los hechos históricos, en este sentido, no es estudiar

solamente la historia documental, sino que por el contrario, la nueva

historia, busca integrar a los modos tradicionales de análisis (documentos

escritos), el estudio de la cultura, costumbres, tradiciones de los pueblos y

la manera como esta es transmitida a través del tiempo, para dar así una

visión más completa de los acontecimientos, que permita analizar a la

sociedad desde un punto de vista más homogéneo.

Por tal motivo, el estudio de los métodos históricos y etnohistoricos,

nos permitirán obtener las herramientas necesarias a la hora de estudiar la

cultura del trigo en los Andes venezolanos, ya que a través de éstos

instrumentos de análisis podremos determinar la importancia del contexto

sociocultural que gira alrededor del cultivo de trigo en la región de los

Andes venezolanos.
1.1. Relaciones entre la Antropología y la Historia.

Cuando hablamos de la Antropología y su relación con la historia,

planteamos un tema que ha generado una serie de discusiones entre los

antropólogos e historiadores durante todo el siglo XX, es así, como el

funcionalismo representado por Brown (1965) y Manilowski (1975), y el

estructuralismo representado por Strauss (1961); han ido debatiendo desde

diferentes puntos de vista, el objeto de la Antropología y su relación con las

ciencias históricas.

De esta manera, el dialogo con respecto a la cuestión no ha sido nada

fácil, ya que cada uno de estos estudiosos han sabido ser dignos

representantes de sus postulados, manteniendo sus argumentos, en relación

a la cuestión estudiada, por tal razón, en el análisis epistemológico que se

ha dirigido a redefinir la Antropología como ciencia ha tenido un lugar

privilegiado la relación de ésta con la historia (Velázquez, 1987: 9).

Esa es la razón por la cual, la primera mitad del siglo pasado, fue

el semillero de discordancias teóricas que terminaron por configurar un

divorcio entre la Antropología y la Historia, lo que generó, que la corriente

funcionalista posicionara a la Antropología como una ciencia con una

relación casi nula con las ciencias históricas, esto, fruto de corrientes

anteriores que pretendían colocar a la Antropología al servicio de la

Historia, condenándola a ser una disciplina auxiliar de la misma.

14
Además, en ese momento la Antropología buscaba deslindarse de la

“historia tradicional”, por cuanto en la mentalidad de los funcionalistas, la

Historia era interpretada con el carácter de una reflexión ideográfica

dominada por hechos particulares (Velázquez, 1987: 10) que se

conformaban como impersonales con el contexto histórico, ya que esta

disciplina (la Historia), desde el punto de vista de los antropólogos, solo se

basaba en documentos escritos, que por lo general, eran dejados como la

evidencia testimonial de hechos en los cuales ellos (los redactores de los

documentos) mismos eran protagonistas.

De esta forma, la Antropología desde el punto funcionalista, adquirió

el carácter de una disciplina monotética, siguiendo fielmente los preceptos

que pretendían exponer las regularidades o leyes en la estructura y

funcionamiento de los sistemas sociales (Brown citado por Velázquez

1987: 10), de esta forma la Antropología funcionalista circunscribió su

objeto de estudio más inmediato, en las sociedades denominadas por ellos

mismos “primitivas”, cuya principal característica era la carencia de

documentos escritos que definieran los hechos más importantes de su

acontecer histórico y social. Esto trajo como consecuencia directa, que se

creyera, que los antropólogos al estar desligados del análisis de los

documentos y fuentes tradicionales de razonamiento, sus estudios estaban

basados en la conjetura y la imaginación para lograr justificar sus

interpretaciones de tipo histórico.

15
Por tal razón, el funcionalismo optó por privilegiar el análisis

sincrónico de los sistemas sociales, afirmándose para ello en la

“observación empírica” (Manilowski, 1975: 29), sobre el análisis funcional

estructural y la dinámica de los sistemas sociales (Brown citado por

Velázquez 1987: 10).

De este modo, se consolidó la arraigada oposición entre la

Antropología e Historia, ya que como es evidente, para ese momento las

dos disciplinas no poseían relaciones en común en cuanto al objeto y el

método para llevar a cabo análisis de las sociedades que pretendían

estudiar, sin dejar de mencionar, la sobrevaloración de la cual fueron objeto

las fuentes escritas por parte de los historiadores, tendencia que lleváron al

punto, de convertir a los documentos escritos, en “la única fuente crítica de

información histórica, desconociendo la importancia de otros recursos

fundamentales del conocimiento, como lo son: los restos arqueológicos y

la tradición oral (Velázquez, 1987: 11).

Luego, como contrapartida del radicalismo expresado por los

funcionalistas, y la rigidez de los historiadores de la época, surge la

corriente del estructuralismo, de la mano de Levi-Strauss, durante la

segunda mitad del siglo XX. Es en ese momento, cuando se genera un

cambio radical de las relaciones entre la Antropología y la Historia, al

proponer un modelo de estudio, basado en el análisis de la Historia

estructural, apoyado principalmente en una dimensión donde se desarrollan

16
los universales de la naturaleza humana, es decir, Strauss propone a los

historiadores, dejar a un lado el análisis de los hechos episódicos para

acercarse al estudio de la naturaleza humana.

Como complemento de lo anterior, Strauss (1968: 27), propone la

incorporación del tiempo largo o mecánico (louge durée). Esta nueva

noción del tiempo, frente a la del tiempo estático, introducirá una nueva

panorámica, determinada por el contexto donde se producen los hechos

inconcientes, es decir, deja de lado el estudio del hecho concreto colectivo

o individual para dar paso al tiempo inconciente, presente en la mente de

las personas que viven y trasmiten los hechos y el contexto en el cual

ocurrieron.

En este sentido, otra de las propuestas de este autor, es la de la crítica

que deben hacerse los historiadores sobre los valores culturales

occidentales, que se deben asumir a la hora de estudiar otras sociedades con

valores diferentes a los propios.

Finalmente, la última propuesta que realiza Levi-Strauss para el

acercamiento entre Antropología e Historia, versa en el hecho, de

relacionar las sociedades “primitivas” ó “frías” con respecto a las

“modernas” ó “calientes”, en el análisis de las universalidades de la

naturaleza humana, al reconocer el valor de la tradición oral como recuso

de información histórica para la Antropología (Velázquez, 1978: 12).

17
Los procedimientos establecidos por Levi-Strauss para conciliar a la

Antropología con la Historia, resultaron, según Bloch (1967: 15), en un

proceso de revisión epistémico que en décadas anteriores se había ya

experimentado en la teoría histórica. Dicha revisión, se encontraba

relacionada principalmente, a la modificación de los postulados

epistémicos de las ciencias históricas, para transformarla, de una ciencia

relatora de acontecimientos episódicos, a una cuya función principal fuera

analizar los hechos del hombre en su entorno.

Algunos de los aspectos de la revisión epistémica de la Historia, de

la cual venimos hablando, y que estableció los puentes tan necesarios para

el acercamiento de la Antropología y la Historia, son los siguientes:

Se logró en primer lugar, centrar el interés de los historiadores en

la valorización del hombre y su manera de vivir como fuente de

información histórica, haciendo hincapié en discriminar las actividades

cotidianas, la forma de organizarse socialmente, el trabajo, la subsistencia,

las formas de pensamiento y la lucha (adaptado de Cardozo y Pérez, 1977:

25), tomando como base esto, los historiadores comenzaron a tener un

mayor interés en la Antropología desde el punto de vista del

estructuralismo, que la plantea como la disciplina que estudia la naturaleza

humana.

En segundo lugar, está el referido al reconocimiento por parte de los

historiadores del carácter social de la investigación histórica (Carr, 1973:

18
26). Es así, que se logró la toma de conciencia de las valorizaciones

europocéntricas para los estudios históricos de las sociedades no

occidentales, en la reflexión epistemológica de algunos pensadores de la

Historia y en el esquema del estructuralismo, que evidencia su relevancia

como requisito para el acercamiento entre la Antropología y la Historia

(Velázquez, 1987: 14).

Dentro de este esquema, el cuarto aspecto es el referido a la

introducción del denominado “método reversible” postulado por Marc

Bloch, donde se expresa que la comprensión del presente ilustra y se

proyecta de manera considerable sobre el pasado (adaptado de Balibar,

1976: 9). Esta afirmación está fundamentada, en la medida en que vincule a

la Historia con la Antropología, en lo concerniente a la valorización de los

estudios de las sociedades contemporáneas, en este sentido, se buscaba que

los historiadores revalorizaran al margen de los documentos escritos, la

importancia de la memoria colectiva como otra fuente de información

histórica.

El último de los planteamientos que se lleváron a cabo para acercar a

la Antropología y la Historia, fue la introducción de la tesis de Braudel

(1974: 65) sobre la multiplicidad de tiempos en que ocurren los fenómenos

históricos, y su estudio. En dicha clasificación se expresa que existe una

diversidad temporal: el tiempo de corta duración donde ocurren los

acontecimientos; el de mediana duración donde tienen lugar los llamados

19
ciclos de coyuntura, y finalmente, el tiempo de larga duración donde se

desarrollan las estructuras (Velázquez, 1987:15).

Es precisamente en esta categoría histórica (el tiempo de larga

duración) en donde se despliegan las continuidades y discontinuidades de

los hechos civilizatorios, siendo esta, la dimensión temporal que reporta el

mayor interés y beneficio a la Historia y a las ciencias sociales afines.

De las razones antes expuestas, podemos concluir que las

convergencias de criterios que se llevaron a cabo entre la Antropología

estructuralista, y los postulados obtenidos por la reflexión epistémica de

carácter histórico, que intentaba transformar a su campo de estudio en un

despliegue de actividades analíticas e interdisciplinaria, sirvieron para

sentar las bases de lo que hoy conocemos como la “Etnohistoria” disciplina

que utilizaremos en la presente investigación.

1.2. La Nueva Historia y las demás Ciencias Sociales.

Partiendo de la concepción de Marc Bloch (1967: 36) de que la

Historia: es el estudio de los hombres en el tiempo donde el historiador no

solo debe preocuparse por el pasado, sino también por el presente y las

transformaciones futuras; consideramos, que la Historia es una ciencia que

debe experimentar nuevos planteamientos, que al igual que el hombre, la

orienten a una nueva reformulación tanto en sus aspectos metodológicos

como en sus perspectivas epistemológicas.

20
Contrario a esta filosofía, nos topamos con la Historia tradicional, la

cual propone que el historiador sólo debe ceñirse al documento escrito, este

tipo de Historia, se basa en los hechos, es la Historia de los episodios,

implica el estudio de las dinastías y por ende de los héroes, da importancia

a cierta clase social, en este caso a una élite. Donde la misión principal del

historiador consiste, en establecer a partir de documentos los “hechos

históricos”, para luego coordinarlos y finalmente exponerlos en forma

coherente, reduciendo el hecho histórico a situaciones simples, singulares e

individuales que no se repiten (adaptado de Berr y Lacombe, 1964: 100).

Es decir, la Historia tradicional nos sugiere el estudio de hechos

documentados, que por lo general, no toma en cuenta la totalidad del

contexto sociocultural donde se desarrollan los eventos históricos, y que

por el contrario, da importancia a determinada clase social, al estudio de las

dinastías y por ende de sus héroes, dando menor importancia al hecho

colectivo que implica a la sociedad como núcleo integrado.

Esta concepción clásica de la Historia es concebida “como una serie

de discontinuidades descritas de manera continua, que es naturalmente la

narración (Furet, citado por Cardozo. 1967: 1, 26).

De esta afirmación se emprende el camino a lo que hoy conocemos

como “La nueva Historia”, que no es más, que el acercamiento de ésta a las

demás ciencias sociales. En este sentido, Frebvre y Bloch con la revista

Annales, hacen un aporte significativo en cuanto a la difusión de un nuevo

21
modo de concebir la Historia, puesto que hicieron de dicha publicación un

punto de encuentro y discusión entre los historiadores y científicos sociales

en general.

Por su parte Braudel y Labrousse, lograron orientar a los

historiadores hacia el análisis profundo de las estructuras más allá de los

acontecimientos y de los ciclos coyunturales. En este sentido, la Historia

toma un nuevo rumbo al relacionarse con otras ciencias sociales, y

comienza a interesarse no solo en el estudio de hechos aislados contenidos

en documentos, sino que por el contrario, fija su mirada en los hechos

recurrentes y singulares, en las realidades concientes y en aquellos hechos

de los cuales los contemporáneos no tienen necesariamente conciencia, un

claro ejemplo de esto, es el estudio de los ciclos coyunturales de larga

duración como el tema que nos ocupa: la cultura del trigo.

Entonces, debemos entender que la evolución de la Historia se da en

la medida en que ésta se mantiene en contacto con las demás ciencias del

hombre, en este sentido Bloch (1952: 24-25) sostiene que “el objeto de la

Historia es esencialmente el hombre. Mejor dicho: los hombres. Más que el

singular, favorable a la abstracción, conviene a una ciencia de lo diverso el

plural, que es el modo gramatical de la relatividad”.

Esta historia plural, se encarga del estudio de las estructuras y es más

cercana a las demás ciencias sociales, más profunda en el análisis de las

masas y sobretodo más cercana al hombre. Surgiendo de esta manera la

22
idea de la totalidad como un hecho social, que tiende a cambiar el objeto de

estudio y la metodología propia de la historia en su concepción clásica,

para pasar a una Historia que está más comprometida con ese entorno

social que estudia y describe.

Las características antes mencionadas, nos permiten obtener una

visión más global de los hechos históricos que describen a la sociedad, y

por consiguiente, una panorámica más amplia de su contexto y evolución.

Es, en ese devenir, donde la Historia adquiere un sentido más humano.

Este cambio en las estructuras del pensamiento histórico, origina que

surjan nuevos términos que van a cambiar la manera en la cual se percibe la

realidad del contexto histórico cultural de determinado grupo social, es

decir, la nueva Historia sobrepasa lo esencial de la problemática y

metodología adoptada en las últimas cuatro décadas, para sugerir nuevos

métodos más completos que dejen atrás los viejos paradigmas de la:

cuantificación, coyuntura, estructura y modelo. Apostándose en la

actualidad, por una visión transdisciplinaria que dé una visión más

completa de la realidad histórica.

1.3. Historia y estudio de la cultura: la Etnohistoria.

Los elementos descritos anteriormente, proponen las pautas que

establecen el cambio y reestructuración de las ciencias históricas tal y como

las conocemos, para adéntranos en una nueva manera de concebir su

método de estudio, es decir, percibir la Historia como una ciencia que

23
estudia las estructuras y los ciclos, utilizando un método analítico

comparativo de síntesis, de totalidad, que cimienta las bases para lo que

hoy conocemos como “Etnohistoria” que constituye una parte determinante

de esa Historia totalizadora que va mas allá de los hechos descritos en los

documentos y da paso al estudio de la cultura, al estudio de las tradiciones

y de los comportamientos populares.

Es así, que al integrar el estudio de la cultura y de las estructuras

sociales, nos damos cuenta que la Historia comienza a aproximarse a otras

ciencias sociales como la Antropología surgiendo así la Etnohistoria. Para

ampliar la visión de esta nueva manera de estudiar la Historia, Francois

Chevalier (S/F) define a la etnohistoria como: “El estudio de las tradiciones

y de los comportamientos populares por métodos tomados de las dos

ciencias. Este término en un sentido más amplio, es el estudio sociocultural

del pueblo en sus perspectivas históricas” (p. 1).

Por su parte el método etnohistórico se podría describir, como una

mezcla entre Etnología e Historia, que deja atrás todas las disertaciones

académicas sobre la oposición de estas dos ciencias, que proviene, en

realidad, de meras contingencias académicas. En este orden de ideas, se

puede decir que el historiador es visto como un investigador del devenir de

las sociedades, cuyo pasado puede ser reconstruido gracias a una serie de

documentos escritos y discontinuos, escapándosele de su ámbito de estudio

las sociedades ágrafas, desprovistas de textos escritos y por lo tanto de

24
archivos. Siendo entonces, reservado el estudio de estas sociedades al

Etnólogo, que se ve obligado a buscar el objeto de su estudio sobre el

terreno, es decir, se basa en estudiar las sociedades vivientes o

supervivientes en la actualidad, cuyo pasado solo está inscrito en sus

tradiciones orales” (adaptado de Wachtel, 1971: 25).

En suma, la Historia es considerada la ciencia de la continuidad (o de

la solución de continuidad) de las sociedades en el tiempo, por su parte la

Etnología es la ciencia de la diversidad de las sociedades (llamadas

primitivas) en el espacio. Sin embargo, los historiadores saben que el

denominado tiempo histórico sigue su ritmo diferenciado y

pluridimensional. Enfrentándose al problema de las relaciones sincrónicas

y de los desfases entre los distintos niveles de las sociedades cuyo devenir

estudian.

Los Etnólogos por su parte, saben que las sociedades sin historia no

existen, que la sociedad sigue un itinerario inverso, que tropieza con el

problema de la evolución en las relaciones que analizan dentro de un

cuadro estadístico. Dicho de otro modo, la oposición entre las dos

disciplinas no se reduce, como a menudo se cree, a la sincronía y diacronía,

a la de la estructura o la práxis, a los límites que impone lo formal o lo

concreto. Las dualidades descritas, resumen y a la vez definen los

problemas internos tanto de la Historia como de la Etnología.

Como es evidente, la Etnohistoria realiza un estudio más completo y

25
detallado de las sociedades, en el cual se toman en cuenta nuevos

elementos como la observación de las etnias, a través del trabajo de campo.

Por medio de este método, se hacen patentes las costumbres y tradiciones

transmitidas de generación en generación, es decir, se amplia aún más la

visión con que son interpretados los hechos, dejando atrás la denominada

“historia de los documentos”. Además la recolección de la tradición oral, es

uno de los rasgos fundamentales que distinguen a esta nueva manera de ver

los hechos históricos, convirtiéndose en un elemento importante para la

reconstrucción de los pueblos que no tuvieron escritura, pero que si

tuvieron otras formas de expresar y mantener viva su historia y el conjunto

de creencias y rasgos propios de su acervo cultural.

Es así como Wachtel (1971: 57) en su libro titulado Los Vencidos

nos plantea las fuentes complementarias para el estudio de las sociedades:

a. Existen fuentes auténticamente indígenas:

Antes de la llegada de los españoles, los indígenas tenían ya la

costumbre de perpetuar el recuerdo de los principales acontecimientos de

su historia. Un ejemplo claro de esto, se encuentra en nuestros Andes,

donde los indígenas de la zona utilizaban los petroglifos y grabados para

perpetuar en el tiempo los hechos más importantes de su historia como

núcleo social.

b. Otra categoría de fuente son los archivos de la administración

Española,

26
El cobro de tributo, de evangelización y los problemas de gobierno

en general condujeron a los misioneros, a los funcionarios reales y hasta

simples viajeros a informarse acerca de las instituciones indígenas. Citemos

en especial las visitas confiadas a los administradores encargados de

unificar las informaciones acerca de tal o cual región con fines fiscales:

realizaban sus encuestas sobre la base de un cuestionario preciso, pero

podían reseñar cualquier tipo de hechos significativos, según las

circunstancias.

c. Por ultimo están los cronistas españoles,

Es decir las fuentes clásicas que los historiadores han utilizado con

más frecuencia hasta el presente. Pero el recurso a estos documentos exige

de nuestra parte una extrema prudencia.

1.4. Las fuentes orales en el estudio de los procesos culturales.

Podemos decir que el objeto de estudio de la Etnohistoria es el

análisis profundo de las estructuras, es decir, deja de lado el estudio de los

acontecimientos sucedidos en un tiempo corto, para centrarse en la

observación de los hechos de larga duración, valiéndose del tiempo

reversible, para analizar los hechos conscientes e inconscientes. Apostando

por la realización de estudios más completos, que tomen en cuenta los tres

principales tipos de fuentes, es decir, la observación, documentos escritos y

la tradición oral.

Por tradición oral debemos entender “el testimonio oral transmitido

27
verbalmente de una generación a la siguiente o más de una generación”

(Vansina, 1968: 23).

De lo anterior podemos inferir, que la tradición oral como fuente

histórica, posee un carácter propio que se encuentra determinado en un

primer momento por la oralidad, que encuentra su base en la transmisión de

generación en generación, primando éste principio sobre las fuentes de

carácter escrito.

Por tal motivo la experiencia de la Historia oral instaura, de esta

forma, la suspensión de la jerarquía establecida en las historias

oficializadas, le pone carne, memoria y testimonio a lo colectivo, profana

lo sagrado, al tiempo que sacraliza lo irreverente. Descubre en definitiva,

que el camino del rodeo subjetivo permite alcanzar no sólo el sentido de la

Historia, sino, sobretodo, el encuentro vivo con ella (Marinas y

Santamarina, 1993: 10).

En este orden de ideas, y apoyándonos en los planteamientos de

Vansina (1968: 79), podemos decir que “la Tradición Oral” tiene múltiples

vertientes, dentro de las cuales destacan los siguientes géneros: desde el

punto de vista sintético exterior, en fórmulas (identificaciones de un

pueblo, interpretaciones jurídicas), en listas de personas (genealogías,

sucesiones a un puesto de lugares, de derechos sobre la tierra, itinerarios

migratorios), en narraciones (históricas, épicas, etiológicas y místicas), en

producción poética (con forma regulada y valor estético) y en comentarios

28
sobre sucesos. Es importante destacar que según el autor, cada sociedad

tiene su propio estilo para distinguir y repartir estos géneros.

Otro punto a considerar dentro de la tradición oral, es que la

transmisión de grandes cantidades y formas específicas de información oral

de generación en generación requiere tiempo y un esfuerzo mental

considerable, lo que plantea, que éste esfuerzo debe estar condicionado por

un propósito específico. Por lo general se piensa, que el propósito que

mueve la transmisión a través de las generaciones es de carácter estructural.

Algunos teóricos, como Durkhein (1912), consideran que el propósito en la

creación y trasmisión oral se halla sistemática y dependientemente

relacionado con la reproducción de la estructura social.

Dentro de este proceso de reformulación de la Historia, es natural

encontrarnos que existen detractores de la tradición oral como fuente de

carácter histórico, en este sentido, uno de los blancos fundamentales donde

apuntan las críticas, es hacia la “supuesta” subjetividad que la tradición oral

tiene como fuente histórica, olvidando los críticos, que ésta se encuentra

sustentada por una metodología que permite, en primer lugar: la

planificación de proyectos específicos de investigación, en un segundo

plano localizar y seleccionar los informantes claves para las entrevistas, y

por último transcribir, corregir y catalogar los materiales recopilados

(Vansina, 1968: 30).

Por otra parte los detractores de la tradición oral, parecen olvidar que

29
en muchas ocasiones quienes elaboran los documentos escritos, los

testimonios o las informaciones, son parte interesada en los procesos que

son descritos, lo que conduce a los relatores de los hechos históricos a

presentar una visión tergiversada de la realidad.

No se pretende, de ninguna manera, menospreciar u obviar el trabajo

documental, bibliográfico o hemerográfico, sino más bien ubicar cada

recurso interrelacionado para un mayor enriquecimiento del trabajo

investigativo. En este caso la fuente primaria testimonial sirve, en alguna

medida, para confrontar hipótesis buscando una interrelación que conlleve

a un enriquecimiento del hecho histórico que se investiga.

Para profundizar sobre este punto, tomaremos parte de lo propuesto

por Philippe Joutard (1986), en su obra Esas voces que nos llegan del

pasado, donde el autor no encuentra diferencia alguna entre los términos

tradición oral e historia oral, tratando a los dos términos como si se tratasen

de una sola. En este orden de ideas, el autor establece que la Historia oral

debe ser percibida como otra historia, no oficial, que está por escribirse y

que se encuentra patente en esas miles de voces que nos llegan del pasado y

piden ser escuchadas.

Es en este contexto, donde podemos afirmar que la historia oral

como elemento de la nueva historia, aporta su contribución a los estudios

etnohistoricos, ya que ésta, proporciona los matices propios de los hechos

de la vida cotidiana, poniendo en relieve los testimonios indirectos, no el de

30
las personas que han vivido lo que cuentan, sino que por el contrario, se

trasmite lo que han dicho otras personas, es decir: la tradición oral.

Por tal motivo la historia oral le aporta al estudio de los hechos

históricos la materialización de una experiencia, de un relato, en definitiva

de una mirada. Pero una mirada capaz de encontrar, desde lo secuencial de

lo particular, los cambios colectivos, las condiciones socioculturales de una

época, las diferencias entre diferentes sectores de clases, las conductas de

los géneros, los comportamientos de las edades, las experiencias del futuro,

los perfiles del linaje en diferentes épocas, lugares y circunstancias

(Marinas y Santamarina, 1993: 10-11).

Otro elemento importante que no se debe olvidar, y que se debe

mantener siempre presente, es el concepto de cultura que brinda una visión

de conjunto a cualquier análisis de tipo etnohistórico que pretendamos

llevar adelante. En este sentido, debemos entender por cultura: al “conjunto

complejo que abarca los saberes, las creencias, el arte, las costumbres, el

derecho, así como toda disposición o uso adquiridos por el hombre

viviendo en sociedad” (Tylor, 1996: 201).

La palabra cultura es antigua. En un principio, dicha expresión era un

equivalente del termino cultivo que se refería a las actividades del campo,

al trabajo en la tierra para obtener de ésta los frutos deseados, y esto es

explicable porque un campo en cultivo es distintivo, en su apariencia y en

sus resultados, a un campo abandonado.

31
Tal concepto del vocablo cultura, basado en la explotación del suelo-

cultura, agricultura, se transformó en el correr del tiempo, y se aplicó a las

obras producidas por el hombre en general, especialmente en lo tocante a

las cosas del espíritu. Fue en el siglo XVII, según parece cuando comenzó a

emplearse en Europa esta acepción más elevada de la palabra cultura

(Alvear, 1999: 7).

En este sentido, el hombre como ser social se encuentra inmerso

dentro de un colectivo que forma su cultura, respondiendo a pensamientos

y actos específicos. A su vez, la cultura implica una diversidad compleja de

ámbitos que se fusionan y se sobreponen en el proceso histórico que la

determinan y transforman.

Es así, que el conjunto de normas, pautas, derecho y disposiciones

que rigen las relaciones de una cultura pretenden el equilibrio entre el

hombre y el colectivo, además del resguardo y mantenimiento del grupo

como tal. Las interrelaciones de los individuos frente a estos principios

exponen y justifican los términos que definen a una cultura y dan validez a

sus vínculos.

De lo anterior podemos deducir, que tanto la historia como la cultura

se encuentran fuertemente relacionadas, ya que si bien es cierto que la

historia se encarga de estudiar los hechos que se encuentran documentados

dentro de una sociedad, la cultura por su parte da ese contexto donde se

desarrollan los hechos sociales.

32
Es aquí donde no podemos hablar de historia sin hacer referencia

obligada a la cultura, porque ésta última abarca todos los ámbitos que

conciernen al hombre como ser individual y colectivo. Dando esto, sentido

a la sociedad como la conocemos, es decir, es en esa sociedad que escribe

la historia, donde el hombre como centro de su estudio desarrolla todas sus

habilidades, enriquece su saber a través del arte y la costumbre, y por

consiguiente, busca nutrir su pasado histórico, bien sea de manera escrita,

documentada, o a través de la oralidad, para darle un lugar de importancia a

esos hechos que representan el pasado, en las conciencias de los hombres

del futuro.

Con respecto a la metodología de las fuentes orales, en el trabajo se

siguieron las normas que Sitton y colaboradores (1989) establecen en su

obra Historia Oral, donde plantean que para llevar a cabo una buena

práctica de la historia oral, se deben seguir una serie de pasos, que

metodológicamente aseguran el éxito en cuanto a la recolección de datos en

los trabajos de campo llevados a cabo por los investigadores.

Las normas seguidas en el trabajo fueron las siguientes:

1. Tener conocimiento previo del lugar.

2. Localizar informantes potencialmente buenos.

3. Seleccionar a los entrevistados, explicándole el proyecto y

concertando la primera entrevista.

4. Con respecto al testimonio, estos deben ser analizados tomando en

33
cuenta las variantes y las formas de atestiguar que pueden ser:

x El testimonio colectivo, la confrontación de testigos y la

interrogación de los testigos.

5. La significación social del testimonio para la comunidad.

6. La importancia del testimonio, su origen y comparación con otros

testimonios.

7. Hacer preguntas abiertas pues están sujetas a más de una

interpretación.

8. Hacer la misma pregunta en dos o tres formas diferentes y tomar la

mejor respuesta.

9. Hacer varias preguntas de antecedentes sobre la familia del

informante, su lugar de nacimiento y la historia de sus primeros años.

de vida.

10.Después de los antecedentes se realiza la primera pregunta

relacionada directamente con uno de los temas que nos interesan.

Esta primera pregunta debe relacionarse con algo que el informante

conozca.

11.También se debe hacer que se deletreen los nombres propios de

gentes y lugares, letra por letra, antes de terminar la entrevista o

escribir los nombres en su libreta de notas.

12.Durante la entrevista, se trabaja con el informante para ayudarle a

recordar el pasado y grabar la mayor cantidad y calidad posible de

34
información significativa.

13.Ser flexible, es decir, no preocuparse mucho por quien está (o parece

estar) en control de la entrevista.

14.Ser un buen entrevistador también significa alentar al entrevistado

mediante sonrisas y movimientos de la cabeza para que hable más.

15.Mantener buen contacto visual con el informante y estar lo más cerca

posible de él, evitar señales de nerviosismo, descortesía o falta de

atención, como el de mirar más a sus notas que al sujeto, tamborilear

los dedos o lucir impacientes o aburrido.

16.Se debe vestir en términos apropiados para la circunstancia, por lo

general de manera informal.

17.Las preguntas en su contenido y secuencia deben realizarse de

manera que parezcan improvisadas y naturales.

Siguiendo las reglas arriba descritas, se puede conseguir el análisis

certero y factible de la información oral recolectada en los trabajos de

campo realizados por los historiadores, es decir, que en la medida que se

sigan las reglas descritas, se podrá constatar la veracidad de los

testimonios, realizar una certera selección de los entrevistados y un manejo

coherente de la información recolectada. De igual forma se podrán

catalogar eficientemente los tipos de testimonios, para luego finalizar con

la confrontación de los informantes, todos estos pasos permiten de manera

secuencial, analizar el proceso de engranaje de las tradiciones transmitidas

35
de generación en generación.

Otro punto a considerar con respecto a las fuentes orales, es que la

información oral, sirve para comprobar la fiabilidad de otras fuentes, de la

misma forma que estas son su garantía. También nos pueden proporcionar

detalles minuciosos que de otro modo serían inaccesibles, pudiendo así

servir de estimulo e inducir al historiador a analizar otras informaciones

bajo una nueva luz (Prins, 1999: 172).

De las explicaciones anteriores, se desprende que para el estudio de

la cultura del trigo, nos basaremos en una revisión integral que incluye los

aspectos históricos y culturales de las poblaciones residentes en el área de

estudio. Además trabajaremos varios tipos de fuentes complementarias con

el predominio de las fuentes orales para dar significado a lo que para los

habitantes de la zona representa el cultivo del trigo.

36
CAPITULO II

CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS DEL ÁREA DE ESTUDIO

Para la elaboración de la investigación, fueron tomados en cuenta las

localidades de Mucuchíes y Santo Domingo pertenecientes a los

Municipios Rangel y Cardenal Quintero del estado Mérida

respectivamente, ya que en ellos se encuentran ubicados los valles altos de

los andes venezolanos, que propiciaron condiciones favorables para el

cultivo del trigo y la conformación de una cultura en sus habitantes que gira

en torno a la siembra del trigo, que hasta el presente se encuentra latente en

los pobladores de dicha zona del páramo merideño.

2.1. El Municipio Rangel.

El municipio Rangel que debe su nombre al Doctor y General Don

Antonio Rangel, héroe de la independencia. La parroquia Mucuchíes es la

capital del Municipio. “Mucuchíes quiere decir en lenguaje indio de estos

lugares, lugar del frió” (Febres, 1991: 32), fue fundada en 1598 por Fray

Bartolomé Díaz. Esta población se encuentra ubicada al oeste del estado

Mérida en uno de los valles de la cuenca alta del Río Chama, a una altura

aproximada de 2.983 m.s.n.m. (Vila, 1967: 193), a 8º10’ de latitud norte y a

3º44’ de latitud oeste, ocupando una zona de relieve accidentado, en una


allanada que forma el declive de una alta serranía que se une al páramo de

Pan de Azúcar (Codazzi, 1939: 498,504).

Para el año de 1832, lo que hoy conocemos como el Municipio

Rangel, constituía el cantón de Mucuchíes, uno de los siete cantones que

componían la provincia de Mérida. El cual fue descrito por Juan de Dios

Picón (1832) gobernador de la provincia de Mérida de la siguiente manera:

“el Cantón de Mucuchíes confina por el Norte y Este con la Provincia de

Trujillo y por el Occidente y Sur, con el Cantón de Mérida. Contiene 6

parroquias y son Mucurubá, Chachopo, Timotes, Pueblo Llano, Las

Piedras, Santo Domingo y la Villa de Mucuchíes” (p.5).

Las localidades que conforman el Municipio Rangel en la actualidad

se encuentran rodeadas de cerros elevados, los cuales dependen de la

hileras de paramos que encierran el valle del Río Chama, limitando el

municipio, por el norte con las quebradas de Mibabas, el Alto de Mucuroy

los filos de la Carbonera; por el sur el alto del Fafoy, filo de los Muchachos

y el Alto del Fraile hasta las nacientes de la quebrada Gaviria; por el este,

toda la línea de las quebradas Micuyes y Say Say, desde su nacimiento

hasta su desembocadura en el rió Chama; y por el oeste, toda la línea de las

quebradas Carbonera y Gavidia desde su nacimiento hasta su

desembocadura en el mismo río (Recopilación de Leyes y Decretos de la

División Político Territorial del Estado Mérida. p. 31-32).

38
Figura. 1. Ubicación del Municipio Rangel en el contexto regional

La temperatura promedio anual en Mucuchíes es de 12º C. Durante

el año se registran dos tipos de estaciones, una lluviosa donde se

concentran las precipitaciones de mayo a octubre y un periodo seco entre

diciembre y marzo con un mínimo de cuatro meses sin lluvias. Abril y

noviembre se presentan en la zona como meses de transición (Velázquez,

2001: 22).

El suelo en la zona está integrado por un sustrato de tipo ígneo,

metamórfico y sedimentario, por otra parte, la paleoecología pleistocena,

dio origen a un modelado sedimentario glacial fluvioglacial. Este último,

formado por grandes depósitos de morrenas y valles intermorrenicos, que

conforman uno de los ambientes de mayor extensión en el piso Andino

(Monasterio citado por Velázquez, 2001: 21).

39
Los suelos que rodean a Mucuchíes son franco – arcillosos, limosos,

de color negro. Por otra parte, la erosión del suelo es muy marcada en la

zona, produciendo zanjas hasta de tres metros de profundidad, lo que

conduce al agotamiento progresivo de los suelos” (Corpoandes.

Diagnostico de la papa de la región los Andes. Nº 5.1973: 121).

En los valles las condiciones para la agricultura son muy precarias,

debido a la tipología de estos suelos, uniéndose a esto, la inclinación de los

terrenos y la mínima o ninguna capa vegetal. “Sin embargo, en las laderas

de menor inclinación se siembra trigo, papas, cebadas y otros frutos de

tierras frías” (Corpoandes. Diagnostico de la papa de la región los Andes.

Nº 5 1973: 121). Es importante destacar que pese a estas características del

suelo, Mucuchíes es una zona agrícola por excelencia.

El municipio Rangel está conformado por las siguientes parroquias:

Parroquia Mucuchíes (capital del municipio), Parroquia Cacúte, Parroquia

Mucurubá, Parroquia San Rafael y Parroquia La Toma.

Dentro de las fiestas que se celebran en este municipio se

encuentran: la de San Isidro Labrador, considerado por los pobladores de la

zona como el santo protector de las cosechas de trigo y patrono de la

agricultura, ésta se celebra el 15 de mayo. El 27 de noviembre, los

pobladores de Mucuchíes, rinde homenaje a Santa Cecilia; otra de las

fiestas que destaca por su significado, es la celebrada el 28 de diciembre,

día de Santa Lucia, la patrona del pueblo. Por último encontramos la

40
celebración que los lugareños hacen a San Benito de Palermo, el 29 de

diciembre.

2.2. El Municipio Cardenal Quintero.

El Municipio Cardenal Quintero es uno de los más pequeños del

estado Mérida, por tal motivo, esta compuesto por dos municipios, la

Parroquia Santo Domingo y la Parroquia Las piedras.

La Parroquia Santo Domingo, Capital del Municipio Cardenal

Quintero, se encuentra ubicada en la ruta de las cumbres, a 80 Km., desde

Mérida por la vía Apartaderos-Barinas, rodeado de montañas que forman

junto a la Sierra Nevada un gran valle de origen glaciar. Esta orografía es

parte del relieve general del estado que se caracteriza por ser montañoso,

enmarcado en la destacada Cordillera de Mérida, de origen terciario, con

una longitud total de 460 Km. de largo por 100 Km. de ancho y una altura

promedio de 4.000 m.

El área de Santo Domingo, forma parte del conjunto de estrechos

valles lineales (cuyo recorrido se orienta paralelamente a las líneas

maestras del relieve andino) resultantes de las intensas presiones a las que

ha estado sometida la corteza de la tierra en estas jóvenes montañas. Estos

procesos geológicos originaron depresiones y hendiduras de enormes

41
proporciones que rompen los andes venezolanos en bloques peculiares

(CBR, 1952: 36-34; Vivas, 1992: 48, citado por Velázquez. 2001: 21).

Su ubicación geográfica es la siguiente: por el Norte limita con el

Municipio Pueblo Llano, al este y sur con los Estados Trujillo y Barinas y

al Oeste con el Municipio Rangel.

Santo Domingo, Las Piedras y Pueblo Llano fueron los nombres que

los españoles descubridores, en 1559, dieron a tres pueblos indígenas de

Timotes; el denominado Santo Domingo al pié del páramo de Mucubají era

el mayor, y de él dependían varios caseríos del mismo valle, doscientos

setenta casas o familias componían esta tribu en 1564, alrededor de dos mil

individuos (Salas 1895: 54).

Su fundación se realizó en el año de 1620. Santo Domingo era el

sexto pueblo de los que conformaban el catón de Mucuchíes, esta situado

hacia el este, a cinco leguas de la cabecera del páramo llamado de Santo

Domingo, que es una ramificación del de Timotes. Sus cultivos son los

mismos que los de Mucuchíes (Febres, 1991: 156).

La temperatura promedio es de 16° C, esta ubicado a una altitud de

2.178 m.s.n.m y posee una población de 2.779 habitantes. La zona se

caracteriza por su actividad en el área agrícola; así como en el área

turística.

42
Figura. 2. Ubicación del Municipio Cardenal Quintero en el Contexto regional.

Posee varias festividades que son celebradas por los habitantes de la

población, entre las que destacan por su importancia con relación a los

cultivos que se producen en la zona: Giros de San Benito y Los Reyes

Magos del 02 al 06 de Enero, San Isidro Labrador 15 de Mayo y las mas

importante, las Fiestas en honor al Patrono de Santo Domingo. "San

Jerónimo", del 27 al 30 de Septiembre.

La ubicación geográfica del área de estudio, es privilegiada para la

siembra del trigo, tanto por sus condiciones climáticas como de suelo,

representado un núcleo idóneo para llevar acabo la siembra extensiva del

cereal. Por tales razones es que se escogieron dichos municipios ya que en

esta zona se conformó entre los campesinos una cultura del trigo que se

mantiene hasta hoy con algunas modificaciones.

43
CAPITULO III

IMPORTANCIA DEL CULTIVO DEL TRIGO EN LA

HISTORIA DE LA HUMANIDAD.

Para introducirnos en el tema que nos ocupa es necesario poseer una

panorámica general de lo que ha representado el cultivo del trigo para las

principales culturas de la antigüedad, conociendo algunas de las

características de este cultivo en el mundo para luego establecer vínculos

con lo que fué y ha sido el cultivo del trigo en los andes venezolanos.

Por tal razón, el presente capítulo se centra en la importancia que

tiene el cultivo del trigo en la historia de la humanidad, en este sentido, es

primordial establecer el vínculo existente entre el trigo y el hombre, así

como las formas, el origen y la percepción que cada una de las culturas ha

tenido sobre el cereal y su impacto sobre sus formas culturales. Otro de los

puntos que se abordan en el capítulo es el de las características de la planta

de trigo, lo cual nos dará un conocimiento más exacto del objeto

fundamental de nuestra investigación.


4.3. El cultivo del Trigo (Triticum Sp)

3.1.1. Origen

El origen del trigo es un tema que causa mucha discusión entre los

historiadores y estudiosos de la agricultura alrededor del mundo. En este

sentido podemos decir, que el trigo nació en forma silvestre en el área que

hoy ocupan Irán, Irak, Siria, Líbano e Israel, hace más de 4.700 años antes

de Cristo, siendo su estructura igual al actual trigo silvestre llamado

einkorn (adaptado de Moreno, 1998: 13).

Las especies de trigo actualmente más difundidas en el mundo son, el

trigo común o de pan (Triticum aestivum) y el trigo duro o de fideo

(Triticum durum) que son relativamente nuevas en comparación con la

extraordinaria antigüedad de las especies progenitoras. En este sentido, las

referencias de las antiguas civilizaciones corresponden a formas primitivas

del género Triticum (Gambarrota, 2005: 5).

Según la literatura sobre el tema, tenemos que se empiezan a tener

rastros del cereal en el Neolítico (10.000 - 2.500 A.C.), en muchas partes

del este y de Europa Central, donde según las excavaciones arqueológicas,

se hallaron restos de espigas y granos de distintas especies entremezcladas.

Este hecho sugiere que las variedades antecesoras del trigo cultivado

presentaron mucho interés para el hombre en todos los tiempos; para los

antiguos pueblos (Egipto, Grecia, Roma) significaban un misterio y para el

hombre contemporáneo una interrogante (Gambarrota, 2005: 5).

45
Recién en los últimos 25 años del siglo pasado y particularmente en

los más recientes dentro de este período, se han logrado grandes progresos

en el conocimiento de la evolución de la especie, aunque subsisten aún

muchos interrogantes.

Durante los años 1.200 a.c. el trigo fue encomendado a divinidades

protectoras y propiciadoras del éxito agrícola, cuyo culto se difundió en

forma simultánea a la expansión del conocimiento sobre el manejo de las

técnicas agrarias; tecnología y creencias relacionadas al trabajo con

cereales fueron adquiriendo en los distintos pueblos nombres y caracteres

peculiares.

En la antigüedad los griegos consideraban al trigo un regalo de

Deméter, diosa griega hija de Cronos y de Rea, se le atribuye la fertilidad

de la tierra madre, la que proporciona los frutos del campo, y sobretodo el

trigo. Fue aprendiz del príncipe Triptolomeo, quien se preocupó de

enseñarle el cultivo de la tierra y la fabricación del pan. Se le presenta

como una mujer de aspecto majestuoso, coronada de espigas y naciendo en

la mano una amapola (Diccionario de mitología mundial, 1984: 101,102).

Mientras que los egipcios consideraban al trigo como una bondad de

Isis, diosa de la fertilidad, esposa de Osiris quien fue en su origen el dios de

la vegetación (Croon, 1967: 162). Los romanos por su parte, identificaban

al cereal con su diosa Ceres, deidad de la agricultura. Ella y su hija

Proserpina eran equivalentes a las diosas griegas Deméter y Perséfone. La

46
creencia griega de que su júbilo al reunirse con su hija cada primavera

hacía que la tierra produjera frutos y granos en abundancia fue introducida

en Roma en el siglo V a c, y su culto se volvió sumamente popular, sobre


1
todo entre los plebeyos (Croon, 1967: 57).

Figura. III.1
Diosa Ceres, deidad romana
Protectora de la agricultura en
Especial del trigo.
Fuente; Diccionario de Mitología, 1984

De acuerdo a la leyenda de Diodorum Siculus, la diosa Egipcia Isis

descubrió el trigo y la cebada creciendo mezclados en el campo

conjuntamente con otras plantas desconocidas. La región aludida

correspondía a Nysa, “una alta montaña de Fenicia”, posiblemente la

1
En el caso del culto a Ceres, se popularizó mucho por ser esta la deidad protectora de la fecundidad de los
suelos y de las cosechas, (en especial del trigo), por tal motivo su culto se extendió por todo el imperio romano, en
especial a lo largo y ancho de la península Ibérica. En este sentido, encontramos que Caro (1981: II, 167) hace una
descripción de la ciudad de Bilibilis, ubicada dentro de la hispania romana, la cual se encontraba en un cerro áspero,
pero que poseía mucha de las características de Roma. Según el autor, los habitantes de dicha ciudad celebraban
anualmente con suma solemnidad las fiestas agrícolas en honor a Ceres. Ofreciendo tortas elaboradas de trigo y
adornando los templos con el cereal, ya que dicha deidad estaba vinculada principalmente con el cultivo de trigo.
Por su parte Tito Livio, historiador romano, menciona a Caesarobriga como otra región de la hispana que
rendía grandes homenajes a Ceres, diosa del trigo; el historiador hace mención a ella por primera vez en el 181 a.c.
Dicha región representa la población de Talavera de la Reina en la actual geografía de España. Allí se efectuaban
grandes festivales, donde la diosa Ceres era adornada con abundantes espigas de trigo, y eran ofrendadas grandes
cantidades del cereal para que los campos fueran bendecidos por dicha diosa.

47
región norte de Palestina, donde hoy se encuentra en estado espontáneo el

trigo silvestre T. dicoccoides. Esta región y por extensión el Asia Menor, es

señalada actualmente como la cuna del trigo, donde presumiblemente

tuvieron lugar las sucesivas síntesis de las especies que dieron lugar al trigo

para pan que se cultiva actualmente en el mundo (adaptado de Gambarrota,

2005: 6).

Se asume que la forma inicial de consumo de los granos debió ser

cruda, luego fue tostada, hasta que pudo apreciarse la separación de la

cáscara y lograrla rutinariamente a través de procesos de relativa

complejidad. Posteriormente, los granos se machacaron y molieron para

cocinarlos mezclados con agua y formar papillas. Una versión más reciente

debía ser la cocción por porciones de masa asada como especie de galletas.

En numerosos pueblos de la actualidad el trigo se consume de este modo.

El trigo se presentó como el primer cultivo para el cual se utilizó el

arado, en la antigua historia de los pueblos Egipcios se habla sobre éste

hecho. En este sentido, la recolección se efectuaba artesanalmente, donde

grupos de segadores asistidos por gavilleros, debían llenar entonces los

sembradíos durante la época de cosecha. Los animales eran empleados para

la trilla, aplastando en forma continua las espigas con sus patas; la

separación de paja y grano se lograba aventando con una escobilla o pala.

Al igual que el cultivo del trigo se extendió en África, la siembra del

cereal también se hizo patente en Europa, donde se desarrolló un amplio

48
complejo tecnológico alrededor del cereal, es así que por su parte, los

españoles fueron ideando sistemas de clasificación de las semillas de trigo,

seleccionando las variedades a partir de las variedades que iban

evolucionando en la naturaleza, ya fuese por las características

morfológicas del grano y la planta o mediante su reacción fisiológica a

ciertos agentes externos (Moreno, 1998: 18).

Otro de los aportes que realizaron los españoles en cuanto al cultivo

del trigo fue su clasificación por especies, en este sentido, tenemos que el

llamado trigo sarraceno era el rey de las especies, pues era el de primera

calidad, luego encontramos las siguientes variedades en orden de

importancia el berrencho, el aristado, el raspudo, el condeal, el chamorro y

el álaga, que era una especie de trigo de grano largo amarillento.

Cualquiera de ellos menos el sarraceno, cumplen ciclos parecidos en su

siembra, siendo el más rendidor el que se siembra en primavera y se

cosecha en verano, por lo cual comercialmente se conoce como trigo

marzal o tremesino (adaptado de Moreno, 1998: 17).

49
3.1.2. Características de la planta de trigo

El trigo, como los demás cereales, es una planta de régimen anual,

perteneciente a la familia de las gramíneas. La planta de trigo posee raíces,

siendo que el mayor o menor desarrollo de estas se da en función de

muchas variables, tales como la textura del terreno, la época de la siembra,

la mayor o menor cantidad de lluvia caída en las primeras fases de su

desarrollo, o la variedad. El trigo es una planta anual que se cultiva en

zonas templadas, en suelos fértiles y bien desaguados.

Según la época de siembra, la luz y la temperatura, los trigos

pudiesen ser clasificados en trigos de invierno y trigos de primavera,

aunque todos son susceptibles a las bajas temperaturas cuando están en

épocas de floración. El trigo invernal se planta en otoño y se cosecha en

primavera, por lo regular es un trigo que es sembrado en lugares como el

noroeste de Europa en los que no se congela excesivamente el suelo. Por su

parte el trigo de primavera se planta en primavera y se cosecha a principios

de otoño en lugares tales como las praderas canadienses, o las estepas rusas

que padecen inviernos demasiado rigurosos para la sementera invernal

(adaptado de Gambarrota, 2005: 12).

El trigo de invierno, cultivado en un clima de temperatura y

pluviosidad más constantes, madura más lentamente produciendo cosechas

50
de mayor rendimiento y menor riqueza proteica, más adecuado para

pastelería que para panificación (Gambarrota, 2005: 13).

Las especies de tritieum sp se dividen en tres grupos, según el

número de cromosomas: diploide, que posee 7 cromosomas; tetraploide

que posee 14 y el hexaploide que tiene 21. Como puede presumirse para

cada especie la unidad cromosómica básica es 7 cruces obtenidos por

hibridación natural entre las numerosas variedades cultivadas desde el

neolítico y que han contribuido a la amplitud del cultivo, cuya

adaptabilidad es reducida a las condiciones de adaptación que exige cada

especie (Ramírez, 1970: 34).

La planta alcanza de 1 m. a 1,50 m. de altura, su tallo es recto y

delgado, hojas alargadas y alternas, envainadas con dos dientes en la base.

Las flores están agrupadas formando espiguillas que no fructifican; por

igual, según la raza del trigo será su tiempo de floración. El fruto es seco y

ovalado y se recolecta cuando las espigas adquieren color dorado (Fuentes

y Hernández, 1993: 15).

A lo largo del capitulo hemos podido observar en que forma el trigo

se convirtió en uno de los cultivos de mayor importancia dentro de la

historia de las principales civilizaciones que han existido, a tal grado que

dicho cereal afectó la percepción religiosa de los pueblos que se

sustentaban a base de trigo. Por otra parte, los conocimientos adquiridos

sobre la planta, sentaron las bases para un mejor entendimiento de los

51
ciclos de cultivo y las técnicas de siembra del cereal que serán estudiadas

más detalladamente en capítulos posteriores.

52
CAPITULO IV

INTRODUCCIÓN DEL CULTIVO DEL TRIGO EN AMÉRICA.

En el presente capitulo se analiza de manera detallada el proceso de

la introducción del cultivo de trigo en América, en este sentido, se inicia la

discusión, planteando el proceso de implantación de la agricultura europea

en América durante la colonización. También daremos una panorámica de

la introducción del cultivo en Venezuela, para finalizar con un análisis de la

entrada del cultivo de trigo en los valles altos andinos de la Cordillera de

Mérida. Por último, haremos énfasis en el análisis de la importancia del

trigo como alimento básico en la dieta de los colonizadores españoles, y los

factores económicos que favorecieron el cultivo del cereal en América y en

Venezuela.

4.1. Introducción del cultivo del trigo durante la colonia.

Todo proceso de colonización supone un cambio radical en los

modos de vida y en las formas en que se percibe la realidad, y en el caso de

la agricultura en América no fue una excepción, ya que si bien es cierto que

los indígenas americanos poseían determinadas costumbres agrícolas, los

españoles en su proceso de penetración y consolidación de la conquista,

también impusieron técnicas, usos y costumbres a los indígenas en el

trabajo de la tierra.
En este sentido, es relevante analizar en un primer momento las

costumbres de los indígenas en el trabajo de la tierra, es decir, describir

cuales eran las técnicas utilizadas por éstos en su uso y manejo, y realizar

una breve descripción de los cultivos que constituían su principal fuente de

alimentación. De este modo tendremos un punto de partida para el análisis

de los cambios en el proceso de producción agrícola que impusieron los

españoles, y que en algunos lugares de América han logrado sobrevivir con

algunos cambios en el tiempo hasta nuestros días (Cartay, 1991: 25).

Debemos destacar en principio, que los indígenas americanos

inicialmente eran pueblos nómadas, que debido a las condiciones del

ambiente en los comienzos del poblamiento del continente en el que vivían,

estaban limitados a la recolección de ciertos productos vegetales y a la

pesca, limitándose la casa a ciertos animales pequeños, lo que trajo como

consecuencia directa, que el proceso de producción agrícola y ganadera

fuera lento, y en un principio casi inexistente, ya que los primeros nativos

americanos no se dedicaron a la domesticación de animales sino hasta

mucho tiempo después, cuando se constituyen en grupos sedentarios

(Cartay, 1991: 30).

En este sentido, tomando lo planteado por Cartay (1991) el paso del

nomadismo al sedentarismo en las comunidades americanas, permitió el

disfrute del tiempo libre para dedicarse a otras actividades diferentes a la de

54
la mera satisfacción de las necesidades más elementales. Así se desarrolló

la arquitectura, la alfarería, los tejidos, y se complicó y amplió la visión del

mundo (p.33). Es así, como en éste tiempo libre los indígenas tienden a

desarrollar nuevos sistemas de subsistencia y mejoran las condiciones de

cultivo y cría de algunos animales, así como un adelanto notable en la

cultura y la ciencia.

De manera general, el régimen de producción inicial de los indígenas

se constituía “en un conuco o milpa, y se utilizaban instrumentos muy

rudimentarios” (Cartay, 1991: 34). Por tal razón la agricultura, y por

consiguiente la dieta de los nativos, se limitaba a pocos cultivos, dentro de

los que destacaban maíz, fríjol, calabaza, ajíes, yuca y batata. Pero a pesar

de la carencia de diversidad en los alimentos, su dieta se mantenía

vegetariana y carente en muchos de los casos de proteínas animales.

Ahora bien, al tener una panorámica de cómo era el sistema agrícola

de los indígenas antes de la llegada de los españoles, podemos adelantarnos

y analizar las costumbres agrarias que los españoles traen e implantan en el

continente americano.

Los colonizadores europeos al descubrir América, se encontraron

con sociedades organizadas, que utilizaban la agricultura como medio

55
eficiente de sustentar sus poblaciones, pero a pesar de esto, los españoles se

negaron a dirimir sus costumbres alimenticias, obligando a los nativos a

adoptar nuevas técnicas y cultivos propios para mantener el ritmo de vida

que ellos importaron del antiguo continente.

Luego del descubrimiento se tornaba una necesidad poder mantener

el territorio conquistado, por tal razón se quería crear un asentamiento

estable, y era necesario que éste contara con la autosuficiencia alimentaría.

Con esta intención mientras preparaban el segundo viaje a las nuevas

tierras, los Reyes Católicos enviaron una cédula Real para que se buscase

veinte hombres que supiesen hacer acequias (Del Río, 1991: 49). Así se

preparaban no solo las semillas, los barcos, los materiales necesarios, sino

que también se buscaba el mantenimiento de una cultura agrícola que con

posterioridad se extendería por toda la América.

En este sentido en 1493, Cristóbal Colón realiza su segundo viaje a

América con más de cien barcos repletos de semillas de trigo, piedras para

molerlo, arvejas, lentejas, melones, cebolla, rábano, lechuga, vid, caña de

azúcar, frutales, puerros, ganado, pollos, ovejas y cabras para aclimatarlos

en las nuevas tierras y así poder garantizar el sustento a los grupos de

europeos que eventualmente se trasladarían a explorar y colonizar estas

regiones (Del Río, 1991: 49).

56
Al contrario de lo que esperaban los españoles, los cultivos no

prosperaron en las islas de la Española e Isabelina, debido a las condiciones

adversas del terreno para aclimatar las nuevas especies vegetales, la

reducida tenencia de bestias para las labores agrícolas y sobretodo la

merma en la mano de obra calificada, que al ser trasladados

consecutivamente, enfermaron dejando una brecha en la producción de

alimentos propios del continente europeo (Del Río, 1991: 49).

Por tal razón los españoles se dieron a la tarea de crear diversos

incentivos que propiciaran el cultivo por parte de los colonos, para asegurar

que los nuevos asentamientos pudieran autosustentarse y no fueran tan

dependientes de los alimentos que provenían de la península Ibérica. Pero

los españoles no tomaron en cuenta, que las faenas de siembra, efectuadas

según el calendario agrícola castellano, coincidían con los meses más

lluviosos de la Española. Además, el suelo era excesivamente rico y los

valles mantenían temperaturas demasiado cálidas para un próspero

crecimiento de las plantas. Tendrían que pasar varios años para que los

españoles advirtieran que el cultivo de los cereales europeos solo era

posible en la vertiente norte de algunos collazos y montañas altos (Del Río,

1991: 51).

Durante el periodo de transición donde los cultivos traídos del viejo

continente no eran productivos, los españoles se vieron obligados a

57
consumir los productos que producían las comunidades locales, entre estos:

tubérculos, maíz, leguminosas, frutales, favoreciendo su desarrollo y

expansión, mientras experimentaban la siembra y adaptación de sus

alimentos habituales. En este proceso, adecuaron sus conocimientos

agrícolas tradicionales al nuevo medio, tomando en cuenta la ausencia de

estaciones marcadas, como las existentes en su continente de origen, y

donde los términos invierno y verano se usaron para designar a las

estaciones de lluvia y sequía respectivamente.

Más adelante, con la introducción de mano de obra calificada y la

experiencia del ensayo y el error, se logró desarrollar en otras regiones de

América el cultivo de las especies europeas. Por su parte el ganado vacuno

y porcino progresó muy bien en las nuevas tierras proporcionando una

fuente abundante de carne que podía ser salada, sirviendo de bastimento a

los españoles, en los viajes exploratorios de las diversas regiones

ultramarinas.

Es importante recalcar que el primer cultivo de cereales que trató de

ser implantado por los españoles en las tierras del nuevo mundo fue el

trigo, debido a la importancia que éste cereal tenía en la dieta cotidiana del

español. Otra de las razones por la cual el cultivo de trigo se presentaba

como una prioridad, era que la ausencia prolongada de éste cereal en la

zona, creaba inestabilidad en los pobladores y por lo tanto, de las

58
extracciones mineras y del comercio, verdaderos sustentadores de la Real

Hacienda (Del Río, 1991: 53).

Pero lo anterior solo representaba una parte del problema que los

colonizadores tuvieron que superar con respecto al cultivo de trigo en la

zona, ya que aproximadamente para el año 1509, los intereses por aclimatar

trigo en el nuevo continente se acrecentaron porque para esa fecha las

autoridades advirtieron que ésta era la mejor forma para reducir el costo de

la vida, retener a la población más pobre – los trabajadores – y rentabilizar

la minería (Del Río, 1991: 53).

En este punto podemos afirmar, que de forma sostenida hubo un

proceso de cambio en los hábitos agrícolas propios de las dos culturas que

se encontraron en el nuevo mundo, es decir, por un lado se tienen a los

indígenas, con sus cultivos tradicionales y sus modos de trabajar la tierra,

que sostuvieron a los españoles durante sus primeras estadías en el

continente, y por el otro, los españoles que aunque en un primer momento

tuvieron que doblegar sus costumbres alimenticias, no se rindieron ante las

limitaciones del ambiente que los rodeaba, y por el contrario, abrieron paso

a los cultivos que les eran propios y representaban la base de su

alimentación cotidiana.

Durante este proceso de transformación agrícola, el español logró

consolidar a lo largo del continente americano la transferencia de su

59
tecnología agrícola, es decir, se consolidó un patrón de cultivo de sus

principales productos tradicionales (los cereales), que trajo como

consecuencia, en un principio la victoria de los españoles en la conquista de

nuevos territorios y en segundo lugar, producir lo suficiente en América,

para satisfacer las demandas tanto de los habitantes del continente como la

demanda del reino en la península Ibérica.

Estos hechos demuestran la importancia que tenía el trigo en la vida

de los europeos, por tal motivo, este cereal llegó a tener en el viejo

continente el mismo precio que la plata, es decir, “los precios del trigo se

calculaban en gramos de plata, tomando como unidad arbitraria el

hectolitro de trigo” (Braudel, 1991: 204), dependiendo éste, de los ciclos de

fluctuación de los precios. En este orden de ideas, es interesante analizar el

comportamiento en el precio de dicho cereal en el contexto europeo de los

siglos XV al XVIII y observar la relevancia que el trigo tuvo en la vida de

los españoles en dicho periodo de tiempo.

Los estudios al respecto designan al trigo como el gran registro de las

economías europeas antes de 1750, su auténtica balanza: hasta Inglaterra, a

mediados todavía del siglo XVIII, es ante todo rural. Presente en todas

partes, referenciado en todas, el trigo ofrece largas series de precios. Estos

precios, pueden ser utilizados para dar una imagen del mercado mundial de

trigo para ese periodo, es decir, el precio del trigo, domina el concierto de

60
los precios cerealeros, de variaciones más acentuadas, en tiempos de

carestía, que las del trigo mismo. Jean Meuvret escribía recientemente y

con razón: “la coyuntura cerealera estaba dominada por la coyuntura del

trigo”, según confirman las listas de cotizaciones de París (1520 – 1698)

(Braudel, 1991: 202).

En este sentido, podríamos afirmar que el mundo europeo giraba en

torno al trigo, esto tal vez, por su fuerte dependencia del pan, que

representaba una parte importante de su dieta diaria. De igual manera el

trigo para los europeos, representaba un factor estratégico en las batallas y

luchas, ya que las milicias de los diferentes estados siempre se aseguraban

de procurar un buen porcentaje del cereal para su propio uso. “Por tal razón

los grandes negocios de trigo que conocemos, muchos estaban relacionados

con el juego militar de los estados” (Braudel, 1984: 97).

Aquí el trigo no solo determina la coyuntura; es la coyuntura, es la

estructura, es la “obsesión” de la vida de todos los días. En tales

condiciones no puede asombrar que el trigo, mercancía pesada, poco hecha

para los transportes, viaje sin embargo a través de Europa, a demanda de

los países ricos y demasiado poblados de occidente, o a petición de las

intendencias militares que siempre pretenden ser servidas con prioridad

(Braudel, 1991: 203).

61
Teniendo una perspectiva del mercado mundial de trigo, debemos

acentuar que el caso de España es muy particular, debido a que éste es uno

de los ricos estados de occidente que por poseer un flujo importante de

plata proveniente del nuevo mundo, pudo mantenerse al margen de las

oscilaciones nominales del precio del trigo. En este orden de ideas la

moneda española también se mantuvo al margen de la devaluación, es

decir, la península Ibérica fue el único estado europeo que logró escapar a

la coyuntura que se vivía en toda Europa, debido a que se hallaba en ese

momento en el centro de redistribución del oro africano, que el oro escapa

de ella atrayendo el metal blanco mediante una taza ventajosa (Braudel,

1991: 213).

Luego de haber recorrido los diversos aspectos que influyeron en la

introducción de la agricultura europea en América, podemos decir que el

trigo fue un factor fundamental en el mantenimiento de las diversas

colonias españolas en el nuevo mundo, pero no solo se sembró el trigo

como un factor de control de la economía de las nuevas colonias mineras

que se establecieron, sino que fue una herramienta que logró la

consolidación de la corona española como una de las potencias más ricas

de la Europa de la edad media.

En este orden de ideas, la consolidación del cultivo de trigo en el

nuevo mundo y por consiguiente, un aprovisionamiento de pan y otros

productos derivados del cereal, representaron el establecimiento

62
permanente no solo del cultivo como tal, sino la implantación en América

de aspectos tan importantes como la tecnología y las prácticas culturales

que eran propias del cultivo de éste cereal en la península Ibérica. Estas que

se han mantenido con algunos cambios a través de los tiempos en las

poblaciones donde fue cultivado el trigo desde su introducción en la época

colonial.

Los valles altos andinos de la Cordillera de Mérida, no escaparon a

este cambio de estructura, en lo que a tecnología agrícola se refiere. Es

decir, en nuestros paramos, en donde, durante la penetración colonial se

sembró trigo, también se estableció ese cambio en las formas de trabajar la

tierra que eran propias de los españoles, que han formado parte de la

historia de la cultura de éstos valles, que aunque un poco opacadas por el

tiempo, se mantienen firmes en el acerbo histórico y cultural de estas

comunidades, que hoy día comen pan y arepas hechos del trigo que ellos

mismos siembran.

4.3. El Trigo en América.

La introducción del trigo en América se da en forma accidentada,

bebido a las condiciones tropicales del nuevo mundo, pero el español no se

resigna a dejarse vencer por la naturaleza, aún a sabiendas de la inutilidad

de sus esfuerzos. Pero a pesar de las dificultades, los españoles descubren

63
que el valioso cereal se da bien en ciertas altiplanicies especialmente

dotadas de las condiciones más favorables para tal fin.

En este sentido, los primeros intentos de introducción del trigo se

dieron en las Antillas, especialmente en la Española, donde se realizaron

varias experiencias de las cuales se obtuvieron ciertas normas básicas en el

cultivo del cereal, que después se aplicaron en el resto de América. De esta

manera, Colón trajo semillas de trigo en su segundo viaje, del 25 de

septiembre de 1493 (Casas, citado por Millares 1951: I, 346).

Durante este viaje las siembras iniciales se hicieron en el Cibao, en

enero o febrero de 1494, y las primeras espigas aparecieron a fines de

marzo siguiente, con una precocidad que admiró a los españoles (Colón,

1947: 161). Pese a esto, el resultado no correspondió a las expectativas, y

aunque la planta se desarrollaba bien, la producción de grano era irrisoria o

prácticamente nula.

En otras dos ocasiones los Reyes Católicos muestran preocupación

por los ensayos agrícolas, y recomiendan se lleve la variedad llamada

tremés o tremesín, que se daba bien entonces en Andalucía (Torres, 1879:

XXXII, 195; 255). Pero tampoco los resultados fueron buenos, pues al

hablar de la cebada se vio que para 1515 o poco después, todavía se

proponía hacer mercedes de tierras a los labradores que se dedicaran a

sembrar trigo y otras cosas introducidas; 1o que demuestra que las

64
tentativas hechas durante los veinte años anteriores no habían tenido éxito

(Puente y Olea, 1974: 380).

Hacia fines del siglo XVI existía el consenso de que no era posible

obtener buenas cosechas de trigo en la Española y las otras Antillas

Mayores (Acosta, 1954: 111). Por otra parte para fines del siglo XVII se

hizo una nueva tentativa de cultivo en Santo Domingo, al parecer con

idénticos resultados que en las anteriores, pues la harina se siguió

importando (Rodríguez, 1942: I, 302, 355, 1945: II, 167-168; 1957, III:

233).

En la América continental los primeros intentos de sembrar trigo se

dieron en México donde fue ordenada su domesticación por Hernán Cortés.

En Guatemala había trigo desde 1527, pues allí lo introdujo el tesorero

Francisco de Castellanos, que vino durante el segundo retorno de Pedro de

Alvarado desde la península (Villacorta, 1942: 169; Meléndez, 1958: 9).

Parece que se continuó la actividad triguera en Panamá y Nicaragua

durante el resto del siglo XVI para consumo interno; y a principios del

XVII también se continúo con el cultivo para satisfacer una incipiente

exportación a otras colonias de españoles en el continente (Fernández,

1886: V, 140; 248).

65
Entre 1631 y 1632 se realizó una información en la que consta, que

el cultivo de trigo era modesto en Panamá y Nicaragua, para subsistencia

local y un poco para intercambio por ropa, cuando los malos tiempos no

dañaban las cosechas (Fernández, 1907: VIII, 199- 213). Durante la

segunda mitad del siglo XVII y en todo el XVIII, el cultivo se fue

extendiendo gradualmente por las tierras frías, a medida que se producía la

ocupación de nuevas áreas (Meléndez, 1958: 13-14).

Por su parte en Perú Garcilaso (1945) atribuye a María de Escobar,

mujer de Diego de Chávez, la introducción intencional del trigo al Perú, y

su propagación durante tres años (II, p. 267). Andagoya (1892) por su parte

se limita a decir: "La tierra es tan gruesa y tan grasa que del primer trigo

que se sembró en Lima fue una escudilla y se cogieron ochocientas

escudillas. Y de una hanega ochocientas, y generalmente se cogen de una

hanega trescientas, cuatrocientas" (V II, p.110).

4.3. El trigo en Venezuela.

Venezuela no fue la excepción a lo que al cultivo de trigo se refiere,

debido a que, a los productos autóctonos, los españoles integraron desde

muy temprano los cultivos que eran necesarios para su subsistencia, ya que

estos hallaron en el medio físico local condiciones para su desarrollo. Entre

esos productos introducidos, destacaban por su importancia el trigo y la

66
caña de azúcar. En este orden de ideas, los españoles iniciaron las primeras

plantaciones de trigo en El Tocuyo, donde en la relación de El Tocuyo de

1579 se expresa: “el trigo se da en partes frías y tierra asombrada y se coje

de dos veces en el año” (Arellano, 1950: 150). Todavía a mediados del

siglo XVIII se producían en las serranías unas 2.000 cargas (Altolaguirre,

1908: 160), y se exportaba alguna harina hacia Maracaibo (Arcila, 1946:

177).

En el caso de Trujillo el trigo fue implantado inicialmente a finales

del siglo XVI por la misma época que en Mérida. En 1579 sólo se

sembraba éste cereal para el consumo doméstico (Arellano, 1950: 38); pero

para el año de 1597 se exportaba harina hacia Maracaibo (Arellano, 1950:

196; Arcila, 1946: 52), lo que continuó durante la primera mitad del siglo

siguiente (Oviedo, 1885: I, 249). Aun durante la época del monopolio de la

Compañía Guipuzcoana, se siguió produciendo en Trujillo un poco de

harina (Altolaguirre, 1908: 162).

En Barquisimeto hubo trigo, aunque muy poco debido a la falta de

mano de obra indígena (Arellano, 1950: 128). Otro de los motivos que

explican la decadencia del cultivo del cereal en la zona, es la aparición de

enfermedades que atacaban a la planta (Altolaguirre, 1908: 120).

En Caracas según la relación de Juan de Pimentel de 1582, se daban

dos cosechas de trigo al año (Latorre, 1919: 185; Arellano, 1950: 78),

67
aunque era reciente entonces esa actividad. Treinta y tres años después de

fundada la ciudad, se exportaban por La Guaira 200.000 libras de harina

(Arcila, 1946: 63; 68), producto que llegaba hasta Santo Domingo

(Rodríguez, 1942: II, 167-168). Esto continuó por algún tiempo durante el

siglo XVII (Simón, 1963: II, 508).

Para el siglo XVIII, según lo establecido en el proyecto de 1809

acerca del cultivo y beneficio del trigo en Caracas, descrito por Tulio

Febres Cordero, era menester que los agricultores venezolanos se dedicaran

a la siembra de trigo, no siendo necesario más estímulos que los que ya

tuvieran para decidirse a su siembra, teniendo la ventaja de que sus

ganancias serían mayores, mientras que se pudiera ofrecer al comercio

exterior la extracción de las harinas (Febres, 1991: 186).

En este sentido, podemos decir que la siembra y el beneficio del trigo

alrededor de Caracas, tenía a su favor antecedentes muy autorizados

deducidos de la historia, certísimos hechos que auguran los ventajosos

resultados que esta industria obtuvo en el valle de Caracas (Febres, 1991:

194).

En el caso del occidente de Venezuela, el trigo fue sembrado con

mayor éxito en la cordillera de Mérida, debido a que los conquistadores y

pobladores de Mérida procedían de Pamplona y otros lugares del Nuevo

Reino, puede presumirse que de la ciudad del Tonchalá, y desde allí se

68
transportaron las semillas de trigo. Este llegó a ser en Mérida un cultivo

importante en el tercer cuarto del siglo XVI (Aguado, 1917: II, 298, 300).

En la cordillera de Mérida, se implantó y expandió rápidamente el

cultivo del trigo debido a la existencia en la zona de condiciones

geográficas favorables para su aclimatación, como los ambientes secos,

fríos e insolados de los valles de la cordillera. Esto se infiere, de las

negociaciones realizadas “en 1579 por los vecinos de la ciudad de Mérida

de 1.000 arrobas de harina a cambio de mercancías procedentes de

Castilla” (Febres citado por Velázquez, 1993: 123-124). Hay que destacar

que desde Mérida se exportaba harina para Maracaibo y aún para Cartagena

y otros puertos del Caribe (Arellano, 1950: 163, 165; 196).

En 1620 se reglamentaron los aspectos laborales en que intervenía la

población indígena de Mérida. Indios molineros, sembradores de trigo y

trilladores, debían recibir un estipendio adecuado, pues las labranzas de ese

cereal eran de mucho trabajo (Gutiérrez de Arce, 1946: 1180-1181). Otras

localidades de la parte occidental de la Sierra donde se cultivó trigo, fueron

Bailadores, La Grita (Simón, 1953: IV, 270) y San Cristóbal (Arellano,

1950: 196).

La rápida aclimatación y propagación del cultivo de trigo en la zona

de la cordillera de Mérida debió obedecer a tres factores fundamentales

69
(Velázquez, 1993: 124-125):

1. La existencia en la zona tropical montañosa, de tierras con

características ambientales favorables para la expansión del cultivo

del trigo, como los ambientes secos, fríos e insolados de los altos

valles de la Cordillera de Mérida.

2. Otro de los aspectos que favorecía la implantación del referido

cereal; fue la necesidad imperiosa que tenían los colonizadores de

abastecerse del pan mediterráneo.

3. La rápida adaptación y propagación del cultivo de trigo en la

cordillera de Mérida, fue favorecida por la experiencia que habían

acumulado los colonizadores sobre haciendas “de pan llevar” en

otras zonas de América. Para 1559 fecha en que se produjo la

colonización de la Sierra Nevada de Mérida, los colonizadores

habían alcanzado una abundante experiencia sobre el cultivo del

trigo en tierra firme que se remonta a las dos primeras décadas del

siglo XVI. Esta experiencia lograda en cuanto a las condiciones

ambientales más favorables y las variedades de semillas más

adecuadas debió incidir en la fácil aclimatación y propagación del

cereal en la zona.

70
4.4. El Trigo en los valles altos andinos.

El trigo es uno de los primeros cultivos establecidos por los

españoles en la Cordillera de los Andes venezolanos. Las siembras de esta

gramínea se iniciaron en las cercanías de Trujillo, pasaron luego a Timotes

y llegaron a Mérida, Bailadores y La Grita, hasta detenerse en El Cobre,

extendiéndose prácticamente por toda la cordillera (Cardozo. 1967: 34).

Como resultado del proceso de colonización hispánica, en los valles

altos andinos se configuró un sistema agrario que combinó los cultivos

autóctonos, en forma marginal para el mantenimiento de la población

indígena, con los cultivos foráneos dirigidos al abastecimiento de la

población española. En la medida en que se consolidó la colonización

europea en los siglos XVII y XVIII, se produjo un mayor predominio de

los cultivos foráneos sobre los autóctonos (Velázquez, 2001: 25).

En este sentido, algunas de las variedades de trigo existentes en los

valles altos andinos son descendientes de las que llegaron a los Andes con

los españoles y se arraigaron tan velozmente, que ya, a los pocos años de su

introducción en el siglo XVI, en los valles altos andinos de Mérida, la

producción de la harina de trigo se convirtió en el primer renglón de los

productos de exportación hacia las otras provincias del país. Al mismo

tiempo que la producción de trigo adquiría importancia, se fueron

estableciendo molinos para su procesamiento (Cardozo. 1967: 34).

Sobre las exportaciones de la harina y sus derivados Cardozo (1967:

71
34) afirma que para 1579, la harina de trigo y los bizcochos figuraban en

los renglones de exportación a Maracaibo. Para este mismo año, Mérida

contrae compromisos con los comerciantes maracaiberos, de colocar en

Gibraltar 1.000 arrobas de harina, a razón de medio peso la arroba. Estas

harinas salían por el puerto de Carvajal en Mérida. Por lo cual, el cultivo

del trigo experimentó un período de gran auge, debido a la demanda

foránea.

Para explicar el auge del cultivo de trigo en la zona de los valles

altos, existen diversos factores, dentro de los que destacan:

x El cultivo tuvo rápida aceptación y difusión debido a que las

condiciones ecológicas de la zona tropical de montaña (clima frío,

seco e insolado, y pendientes inclinadas) fueron favorables para el

cultivo de trigo (Carnevali, 1958: 9; Monasterios, 1980: 180;

Velázquez 1993: 124-135).

x La existencia de suficiente mano de obra indígena, que fue utilizada

en las distintas actividades requeridas para su producción, en este

orden de ideas Velázquez (1993) señala que “pequeños grupos

indígenas fueron especializados para el manejo de nuevas técnicas,

entre los que estaban: los gañanes, quienes se encargaban de arar y

sembrar la tierra. El molinero, se dedicaba a moler el trigo en el

molino. El resto de la población se ocupaba del desyerbe, la cosecha

y el desgrano. Al principio de la colonia fueron los indígenas los que

72
trillaban el trigo debido a la escasez de bestias” (p.127- 130).

x Otro de los factores que favoreció dicho auge, fue la necesidad que

tenía el español de autoabastecerse de pan para el consumo y la

exportación.

Para el año 1608 Pedro Venegas pública un documento en el diario el

comercio, sobre el precio del trigo en Mérida, que expresa lo siguiente:

“Que para el buen gobierno de esta ciudad y de sus moradores y pobres, y

que esta puesto que generalmente se venda todo el trigo que se hubiese de

vender a peso y medio de fanega, y el trigo de Mucuchíes a diez tormines2

fanega; a peso y medio fanega de trigo de deposito, atento a lo cual

mandaba en justicia que ninguna persona venda trigo ni maíz más del

precio del suso declarado, y el trigo que así pareciese haberse vendido,

fuera del precio que esta puesto, desde luego lo aplica para los pobres de la

ciudad” (Febres, 1991: 196).

Para el siglo XVI, se ha establecido que la incorporación del trigo, en

la dieta alimenticia de la población indígena de la Cordillera de Mérida, en

la forma de harina y de biscocho, se produjo progresivamente. En 1656

durante la visita de Modesto de Meler y Diego de Baños y Sotomayor, se

reseña con frecuencia entre los encomenderos, el uso de los biscochos para

cancelar el trabajo indígena y como alimento complementario del

“matalotaje” o “avio” de los indígenas que trabajaban en labores de

2
Un tormín era la octava parte de un peso castellano de oro.

73
trasporte (arrieros) hacia el puerto de Gibraltar (Velázquez, 1993: 126).

Aún cuando España trató de imponer un comercio cerrado entre la

península y sus colonias, en el siglo XVIII los holandeses monopolizan el

comercio, sirviendo Maracaibo de enlace. Este comercio significó para los

andinos un 67% de su economía. Al finalizar la guerra de Independencia,

en la producción agrícola andina prevaleció el cacao, el tabaco y el trigo.

Para 1830 (época de la Tercera República), la producción de trigo en los

Andes mantiene su importancia. En 1839 se producen en Venezuela

440.000 sacos de harina de trigo, la mayor parte proveniente de los Andes

(Febres, 1991: 193).

El descenso en la producción de trigo en los Andes, para el año de

1850, fue de gran importancia debido al auge en la introducción de nuevos

cultivos. En este orden de ideas, para 1880 durante el Régimen Federal,

comienza el auge del café en los Andes y por consiguiente el abandono

progresivo del cultivo de trigo. Esto demuestra la importancia que adquirió

el cultivo y comercialización del trigo en los Andes.

Para 1876, la producción total de trigo en el Estado Mérida era de

ochenta millones de sacos (de 100 libras cada uno), de los cuales 50.000

correspondía a Mucuchíes (Febres, 1991:195).

En el siglo XVII, el trigo de los Andes se exportó hacia Cartagena, la

Habana y las Antillas. En la primera mitad del siglo XIX ya su consumo

74
estaba circunscrito al país, a “las provincias vecinas de Barquisimeto,

Barinas y Apure; y hoy, estrechando dentro de un circulo de hierro por la

importación extranjera, circulo que va cerrándose más y más, ya que la

harina no tiene salida, en los Andes por su parte, se ve abatida por la

competencia de la harina de los Estados Unidos del Norte, que le

arrebataba el mercado en mucho de sus pueblos; de donde resulta que el

trigo no se cultivaba sino en pequeña escala, según las necesidades del

consumo local” (Febres 1991: 198).

Un poco más adelante, a partir de 1930 en Venezuela se incrementó

aceleradamente el consumo de trigo, para la fabricación de pan, galletas y

pastas. El aumento estuvo asociado a los cambios ocurridos en los patrones

alimenticios de los venezolanos a consecuencia de los patrones de

urbanización impulsados por el desarrollo de la industria petrolera del país

(Velázquez, 2001: 35).

En este orden de ideas, Observamos que de acuerdo con las

estadísticas del Ministerio de Fomento, los estados con mayor producción

de trigo en Venezuela para el año 1950, eran Táchira, Mérida y Trujillo,

con una superficie sembrada de 13.063 ha, una producción de 5.369 t y un

rendimiento promedio de 411 Kg. / hectárea (Manchego, 1990: 12).

En la actualidad, Si analizamos las estadísticas en lo referente a

Venezuela, se observa que para el año 1990, se produjeron solamente 302

75
toneladas. La creciente disminución, en cuanto a la producción de trigo en

el país durante las primeras tres décadas del siglo XX, obedeció a los

siguientes factores (Manchego, 1990: 13):

-Factores internos de generación de divisas a través de la renta petrolera

que permitía la importación de alimentos a bajo costo.

-Baja rentabilidad de la mayoría de los rubros del sector agrícola y en

particular del trigo, lo cual no incentivaba a los productores al aumento de

su producción

-Factores externos por las ventajas competitivas que presentaban otros

países en cuanto a condiciones climáticas y económicas, las cuales

permitían obtener grandes producciones del grano a costos muy bajos.

A lo largo del capítulo hemos podido describir, como se dio el

proceso de introducción de la agricultura europea en América, logrando

establecer los factores que hicieron del cultivo de trigo una prioridad en la

vida de los primeros colonizadores de América. Igualmente logramos

establecer, de una manera descriptiva, como fue el proceso de diseminación

de la semilla de trigo a través del continente, para luego adentrarnos en lo

que fue el proceso Venezolano.

Por otra parte pudimos observar la forma como el trigo se convirtió,

en la región de los Andes, en uno de los principales motores de la economía

76
regional, debido a que la región, presenta las condiciones idóneas para la

producción de trigo, no dejando de lado, la importancia que hasta hoy

tienen los factores de tipo sociocultural que se originaron alrededor del

cultivo de trigo.

77
CAPITULO V

CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS DEL CULTIVO DE

TRIGO EN LOS ANDES VENEZOLANOS.

Las características socioeconómicas del cultivo del trigo en los

Andes venezolanos es otro de los aspectos que deben ser tomados en

cuenta a la hora de realizar un análisis sobre la influencia que el cereal ha

tenido en la región de los Andes.

Este es el motivo por el cual se analizarán en primer lugar, los

aspectos referentes a los conocimientos y practicas que mantienen los

campesinos de la zona en cuanto al cultivo del trigo, para luego examinar

las diversas técnicas que manejan los habitantes de la zona que se han

mantenido en el tiempo con algunas modificaciones desde su introducción

en el periodo colonial.

Por último haremos referencia a la vivienda campesina como

elemento importante dentro de la producción triguera que se desarrolló en

los Andes venezolanos, para finalizar con el análisis de los diversos

factores que fomentaron la decadencia del cultivo del trigo en la zona y las

causas que han mantenido vivo dicho cultivo para el autoconsumo de las

familias campesinas, permitiendo de esta manera, la persistencia del cereal

en la zona, que da origen a la conformación de la cultura del trigo en los

Andes venezolanos.
5.1. Conocimientos y prácticas en el cultivo de trigo.

Los campesinos de la zona de los valles altos andinos, han venido

desarrollando a través del tiempo una serie de saberes y prácticas que van

conformando un núcleo cultural, que gira al rededor de la producción de

trigo, en este sentido, dichos habitantes han superado los obstáculos que les

ha presentado la naturaleza, y han aprovechando al máximo las

potencialidades del páramo que los rodea.

Es así, como una cultura basada en el trigo se yergue entre los

habitantes de estos paramos, que saben según las prácticas y saberes

heredados de sus antepasados, como producir, como labrar, como manejar

el suelo y los cultivos, para mantener vivo al trigo en su modo de vida, en

su dieta y sencillamente en su cultura.

5.1.1. El Conocimiento campesino sobre el medio ambiente en la

producción del trigo.

En todas las culturas uno de los fines concientes o inconcientes de

los individuos, es el aprovechamiento progresivo del medio ambiente o al

menos la búsqueda de un relativo equilibrio con éste.

Entre los campesinos de Mucuchíes y Santo Domingo se observó,

que existe un conocimiento minucioso del medio ambiente físico que los

79
rodea. Es así, que en base a estos saberes se han desarrollado calendarios

tradicionales para organizar la actividad agrícola.

En este sentido, en las zonas de Santo Domingo y Mucuchíes, se

practican varias modalidades de estos calendarios agrícolas, sobretodo el

denominado “la pinta” y “la repinta”, muy desarrollado en los Andes

venezolanos, y fundamentado principalmente en la determinación de los

meses de lluvia y sequía durante el año.

Siguiendo este orden de ideas según los campesinos de la zona, “la

pinta” es la precisión climática con la que se presentan cada uno de los

primeros doce días del mes de enero, y correspondería según su orden a los

doce meses del año. Por su parte, “la repinta” es la confirmación de las

observaciones climatológicas realizadas por los campesinos durante los

primeros doce días del mes de enero, y se lleva a cabo durante los

siguientes días, es decir, del doce al veinticuatro de enero. Esta modalidad

de calendario también es denominado por los habitantes de la zona como

“cabañuelas”.

Al respecto la tradición oral nos dice: “… la pinta y la repinta en

enero comienza la primera pinta, febrero, la pinta de febrero y así hasta los

doce que son doce pintas que son los doce meses y entonces volteas que es

la repinta que son de a dos meses que total son seis días los dos, pa que sea

el año, luego vienen las cabañuelas se pintan seis meses que son dos

cabañuelas y el dieciocho de enero se termina. Y ahí se empareja el tiempo.

80
Y en las pinta se ve si tolda o llueve, yo este año puse cuidado y en las

pintas va a estar lluvioso” (entrevista al productor Ángel Custodio Lobo

Pérez. Misteque, 18/6/93).

Otro informante nos dice: “… pues yo si me daba cuenta pero como

les digo, no se leer y si no el día tal, la luna tal, pinta tal, pa tal mes cuando

son las pintas y las repintas las cabañuelas y las cabañuelitas, ¡no ve! el que

sabe leer, pues hasta económico pues por eso, es que hacen los almanaques

esos, porque saben ¡vio!” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote,

18/6/93).

Otra forma de predecir las lluvias es la designada por los habitantes

de la región estudiada, como la prueba de los granos de sal o “almanaque

de los indios”, dicha técnica de predicción climática, se basa en colocar

doce granos de sal en el orden de los meses del año, antes de la media

noche del último día de diciembre, durante la media noche se observa, y los

granos que se disuelven por la humedad, indican los meses de lluvia, y en

caso contrario los meses de sequía.

En este orden de ideas, otro de los procedimientos para pronosticar el

clima en la zona, es el que se basa en las fases de la luna, que además sirve

para determinar los periodos más adecuados para la realización de las

actividades agrarias. Según los habitantes del páramo es aconsejable

cultivar mientras la luna se encuentre en menguante y desyerbar cuando la

luna está en creciente para que la planta crezca.

81
La tradición oral plantea al respecto: “…La luna, que cuando

sembraban preferían hacer una escala, si se sembraba el trigo en creciente

se desyerba en menguante y si se sembraba en menguante se desyerbaba en

creciente, para hacerle un promedio del movimiento de la luna ya que

decían que la cosecha podía ser más abundante y que no se podía trabajar

en un solo tiempo en creciente porque está podía rebajar y que se debía

rotar en un tiempo y otro en menguante y creciente.

El día de la conjunción llamaban en ese tiempo la luna nueva, el

cambio de la luna de menguante a creciente, terminaba la menguante y

entonces venía la luna nueva, en ese tiempo se decía que era conjunción.

Ese día no desyerbaba nadie porque le tenía miedo, porque se podía

enfermar la cosecha por los movimientos de la luna. Ahora el día de la luna

llena, si trabajaba todo el mundo, porque le tenían afecto al paso de la luna.

Para que la cosecha fuera buena, decían que el trigo rendía” (entrevista al

productor Benjamín Mora. Mitibibó, 17/6/93).

Otro habitante de la región afirma: “…si señor yo me guío, el paso

de luna cuarto menguante, cuarto creciente, y no se fía y uno tiene la

costumbre de cuando va a ser luna nueva, se levanta uno de mañanita a las

cinco y media sale la luna al frío, mañana es la luna nueva, algo que ya uno

sabe es el paso de luna, si es cuando la llena cuando a las seis sale la luna

grande, es llena, si es cuarto creciente cuando está media luna, si es cuarto

menguante también es media luna, que está ameguantada media luna y la

82
lunita” (entrevista al productor Ángel Custodio Lobo Pérez. Misteque,

18/6/93).

Otro método de menor uso es el de la predicción del clima a través

de los cambios en la flora y fauna local.

Es importante señalar que, pese a la introducción de nuevas

tecnologías agrícolas como los sistemas de riego, los campesinos

mantienen sus creencias tradicionales para predecir los meses de lluvia y

sequía.

También los campesinos de la zona estudiada, han reconocido la

existencia de varios tipos de suelos y los clasifican de acuerdo al nivel

altitudinal y a su potencial agrícola en: la huerta, el barbecho, la roza de

altura y los páramos (D` Robert, 1993: 78).

5.1.2. Prácticas agrícolas en la siembra del trigo.

Según las fuentes orales y escritas existentes sobre la zona, el manejo

de los diversos ecosistemas que integran pisos altitudinales de la zona

estudiada, ha sido una de las principales características de los pobladores

de los Andes venezolanos. En este sentido, los campesinos del páramo han

sabido identificar varias unidades ecológicas y geográficas con sus variadas

potencialidades y recursos (D` Robert 1993: 83; Velázquez, 2001: 62).

Entre las más destacadas se encuentran en primer lugar la huerta, que

83
no es más que la parcela ubicada alrededor de la casa del campesino,

generalmente en terreno llano, donde se combina la siembra de diversos

productos, utilizando abonos orgánicos (desechos domésticos), y sirviendo

igualmente como espacio de experimentación en el cultivo de nuevos

productos comestibles y medicinales, teniendo dicho espacio la función

principal de satisfacer las necesidades más básicas de las familias que

practican este tipo de cultivo.

En segundo lugar, encontramos el barbecho, que es la tierra

considerada por excelencia para el cultivo del trigo, debido a las elevadas

pendientes que presenta y la menor calidad de los suelos, es decir, son

“tierras flacas” ó tierras que no pueden ser utilizadas para otro tipo de

cultivo sin obtener un alto margen de productividad.

La tercera unidad productiva reconocida por los habitantes del

páramo, es la denominada “roza de altura”, sector de mayor riqueza de

nutrientes, ideal para el cultivo de la papa, son suelos más ricos, con menor

pedregocidad y pendiente.

Como último tenemos los “páramos”, terrenos limite para la

actividad agrícola, por lo general deshabitados en forma permanente, y

utilizados como zona de pastoreo durante la época lluviosa, manteniéndose

la creencia entre los campesinos, que son el hogar de algunos seres de

índole sobrenatural.

84
5.2. Tecnología agrícola en el cultivo de Trigo.

Durante la colonia, la introducción del trigo, se realizó

conjuntamente con el complejo tecnológico requerido para su cultivo; en

este sentido, los métodos de cultivar el trigo han sido los mismos con

algunos cambios, los mismos utilizados por los españoles. El arado tirado

por bueyes, las yeguas para la trilla; el machete, la hoz, la era, los molinos

movidos por agua y por bestias (Febres, 1991: 196), se han mantenido por

largo tiempo en la zona3.

Las técnicas para el cultivo del trigo, estaban íntimamente

relacionadas con el calendario para llevar adelante la siembra y cosecha. En

este sentido, las etapas para llevar a cabo el cultivo de trigo en la zona eran:

la mezcla de semillas, la preparación del terreno, la siembra, el desyerbe, la

siega, la trilla y el beneficio o molienda del trigo (Velázquez 2001: 56).

5.2.1. Pasos para el cultivo del trigo.

1. Selección de Semillas.

Para el primer paso del ciclo de cultivo, se mezclaban semillas de

distintas clases. Entre las variedades de trigo cultivadas (por lo menos en lo

3
Hay que tomar en cuenta, que el conjunto de tecnologías agrícolas que los Españoles
importaron a América con la conquista, forma parte del conjunto de tecnologías agrícolas que poseían los
pueblos antiguos de la edad de bronce ubicados en la Península Ibérica y que fue ampliada con la
colonización romana en la península.

85
que se refiere al área de Mucuchíes), podemos mencionar: “Nortero, Siete

Espinas, Blanco Reinoso, Marengo, Cariaco y Raspa Negra”. Al respecto la

tradición oral nos dice: se sembraba “trigo Marengo, ahora salió un trigo

nuevo uno que llama Gelipe, otro que llaman Gonzalo y el Trigo Marengo

viejo se acabó, eso no sigue existiendo tampoco y trigo de 4 meses ese es

blanquito también” (entrevista al productor Cándido Rivas, Cambote

18/6/1993).

El tipo de semilla sembrada en esa zona durante el período colonial,

según información de fuentes Etnohistoricas, es la variedad conocida como

“Ajirones” que se cultivaba en la tierra de uno de los encomenderos de

Mucuchíes. Esta variedad no aparece reseñada entre los diversos tipos de

trigo que más se cultivaban en la Península durante el siglo XVI, como

eran el Trecher o Rubio, el Arisprieto y el Candeal o Blanco.

2. Preparación del terreno.

El segundo paso del ciclo de cultivo de trigo es la preparación del

terreno, esta técnica variaba según dos casos: a) cuando la tierra se dejaba

en descanso y b) cuando se sembraba todos los años consecutivamente

(Velázquez 2004: 59). En la primera categoría, la preparación de la tierra

para iniciar un nuevo ciclo de cultivo en una parcela comienza por el arado

de barbechadura, barbechada o barbecho4. El labrador es generalmente

4 Tomando como referencia los estudios realizados por Parain (1954). La técnica del Barbecho
se encontraba entre las más utilizadas por los españoles para mejorar los cultivos, según este autor, el
barbecho en esencia, es una práctica para cultivar basada en los periodos de reposo de la atierra posterior

86
seguido por los maneros que mejoran la remoción del suelo y arrancan la

vegetación que no fue afectada por el arado, con la ayuda de escardilla. El

papel de estos trabajadores es particularmente importante en las parcelas de

mayor pendiente que dificulta el pasaje del arado (D`Robert, 1993: 77).

Al respecto la tradición oral nos dice: “… el ciclo del cultivo se

inicia con la rompedura o limpieza del terreno (preparación para la

siembra), se realiza con la ayuda de yuntas de bueyes la cual está formada

por la macera, garocha, yugo, coyunta y esto se realiza durante los meses

de noviembre a febrero” (entrevista realizada a los productores María

Vicenta Mora de Sánchez y Claudio Espinoza. Mitibibó, 17/6/93).

Figura. V.1.
Preparación de
la tierra para
el cultivo.
Fuente: Gasparini, 1986

El arado realizado varios meses antes de la siembra es una

práctica común en los sistemas basados en la alternancia de los ciclos de

cultivo y los ciclos de descanso. Puesto que ocurre después de cierto

a la realización de una siembra, pero esta técnica, no solo da reposo a la tierra, sino que conserva las
reservas de humedad tan esenciales en un clima seco. “Por tal razón el sistema alternativo de cosechas
ha sobrevivido hasta nuestros días con pocas excepciones” (1954: I, 144)

87
tiempo de descanso agrícola para la parcela, siendo propio de los sistemas

que utilizan la técnica de la rotación de tierras para la reconstitución de la

fertilidad del suelo.

El arado que anticipa la siembra, permite una mejor repartición del

trabajo necesario a la preparación de la tierra, constituye una estrategia para

distribuir los trabajos de labranza sobre un intervalo mayor de tiempo y

responder así a la falta estacional de mano de obra que es un factor

frecuentemente limitante en tales sistemas (Bourliaud et al. 1988: 120).

También, en vista de que se relaciona generalmente con cultivos de secano,

el arado de “barbecho” permitirá aprovechar mejor las cortas épocas

anteriores a la siembra durante las cuales la tierra es menos seca y por ello

más fácil de arar.

Para los campesinos de Mucuchíes, que reconocen también esas

ventajas, la barbechadura tendría por función principal la de “echar pudre a

la tierra para que crezca bien el triguito” y se relaciona ante todo con el

manejo de la fertilidad mediante la descomposición de la vegetación

incorporada al suelo5.

En el segundo caso, cuando la tierra se siembra de manera

consecutiva la rotulación de la tierra se realiza con el arado tirado por

5
La pobreza de las tierras, obliga en muchos casos a formas de cultivo al tercio, es decir, una
porción de tierra se cultiva, en general con cereal, con una rotación de uno cada tres años; esto es, se
cultivaba un año y se le dejaba descansar dos, para que recuperase la fertilidad perdida, ayudando en este
proceso los nutrientes que aportaba el ganado al pastar sobre ella. Dicho proceso de siembra es similar al
utilizado por los españoles para obtener mejores resultados en los suelos pobres de las islas canarias.

88
bueyes6. Según Schelotto, el trabajo realizado con este instrumento era

rudimentario y superficial. Lo cual indica que no penetraba a profundidad

en el suelo siendo altamente conservacionista (Schelotto citado por

Velázquez, 2001: 59).

Al respecto la tradición oral nos dice: ...“también había otro método

para barbechar esos barbechos, cuando ya ese rastrojo se va secando

pudriendo un poco más, hay que barbechar el barbecho con bueyes”.

(entrevista al productos Benjamín Mora. Mitibibó, 17/6/1993).

Figura. V.2
Arado con bueyes utilizados
para preparar la tierra para
el cultivo de trigo.
Fuente: Weidmann, 1981

3. La siembra.

El tercer paso dentro del proceso de cultivo del cereal, es la siembra,

proceso que se realiza entre abril y mayo en sincronía con la llegada de las

6
Otra de las mejoras introducidas por los españoles para la siembra del trigo en los Andes
venezolanos, fue la del tiro que se hacia con bueyes y en algunas ocasiones con vacas, adhiriéndole las
orejeras o espacieros a fin de alomar y cubrir las simientes, es importante acotar, que dichos aparejos
todavía son utilizados en las labores del campo en la actualidad. En el caso de trabajos más profundos de
la tierra, se hacían las labores a mano al igual que en la actualidad, ó utilizando un azadón plano o
dentado.

89
lluvias, abarca tres operaciones sucesivas “sembrar, arar y sacudir”,

efectuadas el mismo día. El sembrador trabaja al voleo y es seguido por la

o las yuntas. Los que sacuden utilizan la escardilla para mejorar el tapado

de las semillas, golpear los terrones y arrastrar las malezas rebeldes. Entre

siembra y cosecha, las variedades locales de trigo tardan ocho meses en

madurar sin realizar ninguna intervención por parte de los campesinos

(D’Robert, 1993: 79).

4. El Desyerbe.

El cuarto paso lo constituye el desyerbe, proceso no tradicional

introducido con la incorporación de nuevos métodos de cultivo. La técnica

del desyerbe fue incorporada debido a que según los técnicos en la materia,

las hierbas que crecían con el cereal dañaban el cultivo7. El desyerbe es

denominado por los productores de trigo de Mucuchíes como “desnabada”

o “desnabar” (entrevista al productor Rufino Uzcátegui, en Velázquez,

2001: 62).

5. La Siega.

La siega constituye el quinto paso en la producción del trigo, éste

proceso se realiza generalmente en octubre, sin embargo, la fecha variaba

7 Retomando el planteamiento de Parain (1954: I, 147) un paso de suma importancia para


la siembra del trigo era “el sachado”, que consistía principalmente en mantener los cultivos libres de
malezas, este procedimiento era realizado dos o tres veces, los colonizadores españoles creían que
librando la tierra de la maleza ésta seria mas productiva. Dicho pensamiento fue heredado de los
conocimientos introducidos por los romanos durante la colonización de la Península Ibérica.

90
de acuerdo a la altura de las zonas: se retardaba en la zona fría y se

acortaba donde había una temperatura más elevada. Esto se debía a la

existencia de dos calendarios de cultivo del trigo según los patrones

climáticos existentes en la Cordillera de Mérida (Velázquez 2001: 62).

Figura. V.3.
Siega del trigo.
Fuente: Yalde, 1980.

El cereal se siega con la hoz, una herramienta de fabricación

extranjera y ahora más difícil de conseguir en el mercado. Los segadores

trabajan en grupo y en línea desde abajo hacia arriba de la parcela. El trigo

se corta relativamente alto de manea de dejar en la parcela una paja de

aproximadamente 60 centímetros de altura para el pastoreo (D`Robert,

1993: 79).

91
Figura. V.4.
Siega y recolección del trigo.
Fuente: Weidmann, 1981.

Al respecto la tradición oral nos dice: ...“con una hoz después

cuando ya está para recogerlo se corta y entonces una parte va para la era

para trillarla, y la otra parte del rastrojo queda allí” (entrevista al productor

Benjamín Mora. Mitibibó, 17/6/1993).

6. La Trilla.

La trilla, es el sexto paso en el cultivo de trigo, se realiza durante el

“verano” cuando cesan las lluvias desde noviembre hasta abril, para tal fin

se utiliza la trilla con animales, esto obedece a que el tamo resultante de la

trilla era utilizado como forraje en las épocas de escasez para la

alimentación de animales8 (Velázquez, 2001: 63).

8 Otro de los procesos claves para la producción del trigo, era la limpia del grano de la paja,
que se hacía empleando venteadotes o bildeos (característico en España). O simplemente se lanzaba al
aire mediante palas cuando soplaba el viento (procedimiento que se mantiene en los paramos
merideños), con lo que se conseguía que cayera el grano de un lado y la paja del otro (Parain, 1954: I,
148)

92
Figura. V.5.
Trilla del trigo
con bueyes.
Fuente: Yalde, 1980.

Después del pisoteo de equinos reunidos para la ocasión de la trilla,

los residuos de paja (tamo) son barridos y separados del grano con la ayuda

de una pala de madera y del viento. Generalmente, cierta cantidad de tamo

es almacenada para alimentar el ganado en tiempo de escasez. Esparcido en

los alrededores de la era después de la trilla, el tamo constituye también un

aporte forrajero al ganado que está en el piso triguero en el momento de la

cosecha (D`Robert, 1993: 79).

Figura V.6.
Venteo del trigo.
Fuente: Weidmann, 1981.

93
Al respecto la tradición oral nos dice: ...“y entonces cuando tocaba

un día de trillar, había que pararse uno de madrugada antes de que aclarara

el día a recoger esos tercios de trigo, y conducirlos para la era, para cuando

aclarara el día, entonces echarle bestia y trillarla. Se acomodaba allí en la

era, se les sueltan las amarraduras que se les hacen allí en el barbecho y

aquello quedaba suelto y entonces encima se les echaban bestias y se

jopean y se arrean con empeño, para que la pata de la bestia vaya trozando

el tamo y desmenuzando la espiga” (entrevista al productor Benjamín

Mora. Mitibibó, 17/6/1993).

7. El Beneficio del trigo (molienda).

Por ultimo encontramos el beneficio del trigo, que consistía

específicamente en la molienda del cereal. Esta actividad se realizaba en

tres formas, clasificadas de acuerdo al tipo de equipo que se utilizaba y

según la calidad industrial de la harina obtenida (Velázquez 2001: 64):

a. Con el primitivo molino movido por una corriente hidráulica se

obtenía una harina de “inferior presentación” destinada en su

totalidad a la panadería doméstica.

b. Con los molinos de piedra Francesa y separadores (la Ferté-sous-

jovarde). Resultaba una harina defectuosa en su textura y color.

c. Con el molino moderno de cilindro se obtenía una harina de mayor

calidad (“harina flor”) y otras de menor calidad. El proceso en el

molino moderno incluía el lavado del grano, la limpieza de

94
impurezas, el cepillado y la pulitura.

La utilización de los molinos para la realización de la harina, se data

en el caso de los Andes, para 1878, poco mas o menos, con la implantación

de molinos modernos, primero en Escagüey, jurisdicción de Mucurubá, y

sucesivamente en Tovar, Tabay y Ejido, los cuales producen muy buena

clase de harina9 (Febres, 1991: 197).

Figura V.7.
“La Única” Molino de trigo
ubicado en la población de
Escagüey.

En este sentido, el molino trabaja a través de la fuerza del agua que

se encuentra canalizada por debajo del molino, logrando agitar las aspas y

9
En el caso español, pese a los cambios establecidos por los visigodos, la agricultura seguía
siendo la base de la economía, localizándose las mejores tierras en las cuencas del alto Guadalquivir,
Guadalimar y Guadalbullón, en las que el regadío permitía la existencia de huertas. Las tierras de secano
ocupaban la mayor parte del territorio, abundando el trigo, la vid y el olivo. Ya entonces era conocida la
calidad de sus trigos. En cuanto a este, se transportaba a molinos de agua que se concentraban en las
orillas del Guadalquivir, de esto podemos inferir el arraigo de los españoles en la utilización de técnicas
tradicionales para la molienda del trigo, técnicas que no solo se mantienen en la actualidad en España sino
que todavía persisten en lugares lejanos a dicho continente como es en los valles altos andinos de la
cordillera de Mérida.

95
darle movimiento a las piedras, para someter el trigo al roce constante de

las piedras hasta convertirlo en harina (Fernández, 1984: 66).

Figura V.8.
Molino hidráulico,
ubicado en la población de Mocao.

Figura V.9.
Aspas del molino hidráulico,
ubicado en la población de
Mocao.

Al respecto la tradición oral nos dice “… eso era un aparato que tiene

una piedra que esta enterrada, y encima tiene otra, tiene un eje y el eje que

sube es el que sostiene la piedra que va dando vueltas y muele el trigo.

Arriba de la piedra tenía un arnal cuadrado, allí echaban el trigo eso grano a

grano, era muy lento. …. El molino trabaja con agua, le echaban el agua,

96
eso era como una corriente, pero bien fuerte esa corriente, el agua bajaba

por una canal y movía por debajo una cosa así que se llamaba empargamo,

que era redondo, y tenia unas tablas y cuando le pegaba el agua eso rodaba

las tablas y daba vueltas.

El molino para trigo tenía dos piedras grandotas, la durmiente que es

la hembra y la macho que es la que da las vueltas, esas eran especiales que

no se raspaban con el roce de las piedras, porque si no la harina salía

contaminada. La piedra macho era un poquito mas pequeña que la hembra,

no se puede echar mucho trigo porque después sale entero el grano, por eso

pa hacer harina se tardaba mucho tiempo” (entrevista al productor,

Juvencio Sánchez. La Toma, 15/5/06).

Figura V.10.
“Molino de harina de trigo,
ubicado en la población de
Mocao”

Después del procesamiento del grano, la harina era guardada en

sacos grandes o cajones, en el cuarto de depósito para abastecer a la familia

durante el año. Es importante destacar, que en algunos periodos donde las

cosechas eran abundantes, la harina fue destinada para la exportación a

97
varias regiones del país como Falcón o Maracaibo, debido a su buena

calidad, blancura y altos índices nutricionales (Fernández, 1984: 66).

En general, en el periodo de 1930 a 1945, el cultivo y beneficio del

trigo se realizaba mediante una tecnología tradicional, dependiente

principalmente del trabajo manual, la fuerza animal y la aplicación de

herramientas simples, lo que incidía en los bajos rendimientos del cultivo.

Sin embargo, por la intervención de ciertos productores de los Municipios

y del estado, interesados en aumentar los rendimientos y la calidad del

producto, se estaban introduciendo algunos elementos modernizantes del

cultivo y beneficio del trigo, especialmente, semillas de pedigrí y

maquinaria moderna para la trilla y la molienda (Velázquez, 2001: 65-66).

5.2.2. Calendario Agrícola.

En la zona de Santo Domingo y Mucuchíes existen dos calendarios

según el patrón climático para el cultivo de trigo, el primero es para la zona

de alturas superiores a los 2000 m, donde solo se produce una cosecha

anual, El otro calendario agrícola que se practicaba en los terrenos con

alturas inferiores a los 2000 m (“bajeros”), con mejores condiciones

térmicas para el cultivo (Velázquez, 2004: 68).

98
A. Calendario agrícola para zonas de mayor altura.

Durante este calendario, solo se producía una cosecha conocida con

el nombre de cosecha de “año” o cosecha “derecha” con una duración

media de seis meses, dándose de la siguiente manera: se sembraba durante

el mes de mayo, mientras que la cosecha se hacia en los meses de octubre a

diciembre (MCMSAC, 1935:426, citado por Velázquez, 2001: 70).

Dicho calendario agrícola se articula al régimen unimodal de

precipitaciones existentes en Mucuchíes, con un periodo húmedo entre

mayo y octubre y un periodo seco comprendido entre diciembre y marzo

(Monasterio y Reyes, 1980: 60). En este calendario para la siembra del

trigo en la zona, también influían otros factores como la orientación del

viento que soplan en la zona (Velázquez, 2001: 70).

E
Figura. V.11. D F
Calendario, terrenos altos
superiores a 2000m N Rastrojo M
Patrón unimodal
Menor temperatura
Cosecha
Fuente: Velázquez, 2001. O
Roturación
A

Sementera
S M

A J

99
B. Calendario agrícola para zonas de menor altura.

En estos terrenos se obtenían dos cosechas por año: la de “travesía” y

la de “año”. En la primera la duración del periodo vegetativo era más corto

(MCMSAC, 1935:426 citado por Velázquez, 2001: 71). Ésta se sembraba

en noviembre y se cosechaba entre marzo y abril, durante el primer mínimo

de precipitación del régimen bimodal o patrón lacustre (Monasterio y

Reyes, 1980: 60), el cual está presente en la zona de Santo Domingo,

población ubicada en la cordillera de Mérida.

Durante el periodo antes descrito se producen las mayores

oscilaciones térmicas diarias y los máximos valores de insolación y

radiación, en las vertientes secas los mínimos de precipitación suponen

déficit de agua, lo que explica los bajos rendimientos del trigo en ese

periodo (Velázquez, 2001: 71).

Cosecha de
E “travesía”
D F

Figura. V.12. N M

Calendario, terrenos bajos


Inferiores a 2000 m
Patrón Bimodal O A
Mayor temperatura.
Fuente: Velázquez, 2001.
S M

Cosecha de A
J

“año” ó J
“derecha”

100
5.3. Formas de producción comunal del trigo.

Dentro de las formas comunales de producción del trigo en la zona de

los valles altos andinos encontramos “el convite” también conocido como

“callapa”, la “mano vuelta” el “arréito” y la “medianería”. En este orden de

ideas, las dos primeras han tenido su origen en la estructura sociocultural

prehispánica (Velázquez, 1979: 41). Por su parte, las dos siguientes son

vestigios de la cultura hispana que fue introducida por los españoles

durante al proceso de colonización.

5.3.1. El Convite y la Callapa:

En principio los términos “convite” y “callapa” parecen denominar

una misma acción, es decir, el trabajo comunal realizado por los

campesinos de la zona bajo estudio, pero en la realidad, cada uno de estos

términos describe una acción diferente. Por un lado el convite, podríamos

plantear que es la interpretación que el conquistador español hizo del

término que utilizaban los indígenas, para denominar el trabajo comunal

(Velásquez, 1979: 41).

Al respecto la tradición oral nos dice: “… las formas de organizar el

trabajo colectivo antiguamente fue a través del convite, era cuando una

persona tenía que sacar un trabajo rápido, entonces convocaba a los

miembros de la comunidad, para que lo ayudaran a trabajar y en cambio el

dueño de la producción les daba comida y bebida” (entrevista a los

101
productores Maria Vicenta Mora de Sánchez y Claudio Espinoza. Mitibibó,

17/6/93).

Por otra parte la “callapa”, es de origen indígena y aunque su

procedencia es desconocida, se presume que es Caribe. El vocablo es

utilizado para denotar cierto tipo de trabajo colectivo (adaptado de

Rosenblat, 1969: 172). Durante el periodo prehispánico se sospecha que

dicha forma de organización para el trabajo debió ser usada para la

producción de la papa y posteriormente durante el periodo colonial fue

incorporado a la producción del trigo.

Algunos habitantes de la zona de los valles altos andinos hacen

diferencias entre el “convite” y la “callapa”, ya que el primero se asocia

principalmente a las actividades agrícolas, y el segundo con la realización

de obras civiles de interés comunal, como puede ser la construcción o

reparación de la iglesia. “Dentro de las modalidades de convite destaca la

“tardita” que es un trabajo comunal pero que se realiza solo durante horas

de la tarde” (Velázquez, 1979: 42).

Al respecto la tradición oral nos dice: “…la tardita eso es la misma

cosa, tardita de cortar trigo, pa eso era, para cortar trigo, las tarditas allá

estábamos pues hasta media noche cortando, cuando estaba la luna linda,

clara” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote, 18/6/93).

Dentro de las “callapas” que recuerdan los habitantes de la aldea

Llano del Hato se encuentran la realizada el 24 de julio de 1977, día de San

102
Juan, para el desyerbe de la papa. Pero teniendo siempre presente que este

tipo de actividad se encuentra asociada principalmente al cultivo de trigo.

Otras “callapas” que recuerdan los habitantes de dicha aldea, son las

celebradas para la construcción de la carretera, aproximadamente, entre los

años 1955 y 1959. Donde los días sábados todos los hombres de la

comunidad se reunían con sus herramientas para ir construyendo la obra.

Mientras que las mujeres se reunían para elaborar la comida que

suministraba, uno de los habitantes de la aldea (Velázquez, 1979: 43).

Por su parte, el convite se practicaba en la época de la colonia,

principalmente durante dos de las etapas de la producción de trigo, es decir,

durante la siembra y la cosecha. La primera etapa, se daba principalmente

durante el mes de mayo, antes de la llegada de la estación lluviosa en la

zona, de forma que las plantas tuvieran la suficiente cantidad de agua para

su crecimiento (Velázquez, 1979: 42).

Al respecto la tradición oral nos dice: “…todos los años los primeros

días del mes de Mayo se siembra trigo, para el consumo de nosotros…”

(entrevista al productor Marcelino Espinoza. Mitibibó, 17/6/93).

El otro periodo para la utilización de prácticas comunales, era para la

cosecha, que según el calendario agrícola de la región, debía ser recogido

para el mes de octubre, antes de que las lluvias comenzaran nuevamente, a

fin de que el producto no se dañara por la lluvia.

103
La dinámica del convite consistía principalmente, en la invitación

que hacia un propietario o arrendatario a los demás miembros de la

comunidad, para que trabajasen con él en la realización de una determinada

labor agrícola. A dicha invitación acudían los demás miembros de la aldea

llevando consigo la yunta de bueyes y el arado (en el caso de la siembra).

Al respecto la tradición oral nos dice: los convites se realizaban “…para

tapar el trigo con escardilla y para recoger el trigo, eran los convites que se

hacían” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote, 18/6/93).

Para la cosecha del trigo, al igual que para la siembra, los dueños de

las parcelas “convidaban” a los demás miembros y estos asistían, llevando

los instrumentos para cegar el trigo, luego, el trigo era transportado hasta la

era donde posteriormente se trillaba utilizando las bestias de carga

(Velázquez, 1979: 43).

Al respecto la tradición oral nos dice: “… Nos invitaban y llegábamos…

todo el día unos llegaban temprano en la mañana, nosotros más tardones y

otros más tardones, no llegaban todos juntos a una sola hora, sino que

venían por escala” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote,

18/6/93).

Según las fuentes orales, consultadas, al final del día de trabajo se

realizaba una gran fiesta que corría por cuenta del propietario del terreno y

principal beneficiario del trabajo comunal, fiesta en la que se elaboraban

bebidas y comidas para satisfacer a los participantes del convite. La

104
elaboración de los alimentos y bebidas se daba principalmente, con

productos autóctonos de la zona, a saber, harina de trigo criolla, maíz,

animales criados por los lugareños.

Al respecto la tradición oral nos dice: “… en convite se hacia chicha y

pan, amasaban pan y chica, la chicha se ponía a cocinar, la harina a hervir,

hervir, hervir, le echaban la panela tal como usted tenía pensao hacer el

convite, el lunes hoy, está haciendo la chicha, pa que mañana, y pasado

mañana está guapando, pa el lunes está machete esa chicha, de maíz y de

harina de trigo criolla; también se comía pan y carne. También,

anteriormente como todo el mundo criaba ovejas y marranos totalmente

que pa el día del convite pongamos, mataban uno o dos ovejas y un

marrano pa darle el mute, mute de maíz pelao reventas, no jueguen picaban

la carne bien bonita y le echaban al mediano ollón de barro que había antes,

unas ollotas” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote, 18/6/93).

5.3.2. La Mano Vuelta:

La “mano vuelta” es el término que designa a una relación de

producción basada en un contrato verbal de ayuda mutua entre productores,

dicha relación puede ser directa (de productor a productor) o reducida a un

pequeño número de personas, con la finalidad de llevar adelante una

determinada actividad agrícola.

En este sentido la “mano vuelta” o “día prestado” regulaba el

intercambio individual durante la actividad cotidiana. “un día para mí y

105
otro para tí”, “yo te ayudo hoy y tu me ayudarás mañana”. Así quedaba

expresado un compromiso informal basado en el honor de padres a hijos y

sobretodo en la responsabilidad moral del padre cabeza de familia. Este

intercambio individual regido por la autoridad paterna permitía recibir

fuerza de trabajo, pero al mismo tiempo, esas jornadas debían ser

retribuidas más adelante y de mutuo acuerdo, igualmente con días de

trabajo (Suárez, 1982: 10).

Al respecto la tradición oral nos dice: “… a mano vuelta era cuando

una persona iba a trabajar en la casa de otra y luego ésta en retribución

tenía que ir, otro día a pagar el trabajo de la primera” (entrevista a los

productores Maria Vicenta Mora de Sánchez y Claudio Espinoza. Mitibibó,

17/6/93).

Esta actividad comunal se diferencia de las ya estudiadas, dado el

carácter reciproco de la relación, es decir, la “mano vuelta” se nos presenta

como la fórmula de un contrato oral, mediante el cual el beneficiario de la

ayuda se obliga a restituir con una cantidad semejante de trabajo al servicio

recibido. La obligación que se establece entre las partes es de tanta

seriedad, que en caso de no poder dar cumplimiento a la obligación

contraída, se debe enviar un representante (por lo general un compadre)

que responda por la deuda.

Al respecto la tradición oral nos dice: “…a mano vuelta ahí no se

pagaba con nada ejemplo si usted tiene trabajo pa dos días y usted me da

106
dos días yo tengo que ir para allá, pa donde usted a pagarle dos días, y si no

cumplía tenia que pagarle a otro obrero, para que fuera a pagar” (entrevista

al productor Candido Rivas. Cambote, 18/6/93).

De acuerdo al tipo de compromiso que se establece entre los

contratantes, la “mano vuelta” adquiere diferentes formas. Algunas de las

modalidades son (Velázquez, 1979: 45):

x En el caso de que el agricultor propietario del terreno carezca

de la yunta de bueyes y el arado, aquella persona que dispone

de estos instrumentos trabaja con el propietario del terreno,

quedando el primero obligado a pagar la ayuda al segundo.

x En el caso de una mujer viuda con hijos pequeños, se recibe

ayuda en las labores de labranza, que debe pagarse con el

trabajo de toda la familia.

Debido a la naturaleza de la “mano vuelta”, donde el intercambio

principal se da en forma de trabajo, es una actividad que regularmente es

utilizada por los habitantes jóvenes de los poblados.

5.3.3. El Arréito:

Es un tipo de relación de producción practicada por los habitantes de

Santo Domingo y Mucuchíes, que consiste en un contrato de arrendamiento

de tierras donde el canon de arrendamiento es pagado en espacies o en

dinero.

107
Este tipo de relación se presume, fue introducida por los colonos

españoles simultáneamente con el cultivo de trigo y los elementos propios

de la tecnología y de las formas de producción hispánica. Igualmente se

presume que la forma de pago más utilizada dentro de esta relación era en

especie.

Sin embargo, ésta modalidad de pago todavía se conserva y se fija de

acuerdo a la cantidad de semillas sembradas en la parcela de tierra. Es

decir, que si se siembran quince bultos de semillas de cincuenta kilos cada

uno, el arrendatario deberá pagar ésta misma cantidad al recoger la cosecha

(Velázquez, 1979: 46).

Cuando se realiza el pago de la relación en dinero, el monto del

arrendamiento se puede establecer de dos formas diferentes: la primera

modalidad es la de establecer el valor del arrendamiento dependiendo de la

inversión que se haya hecho en la compra de las semillas; esto da la

siguiente relación: si se compran diez bultos de semillas a veinte mil

bolívares cada uno, da un total de doscientos mil bolívares. La otra forma

de pagar el arrendamiento de la tierra en dinero, es la que se basa en el

número de hectáreas sembradas.

Los contratos de arrendamiento de la tierra, pueden hacerse de

manera verbal o a través de un documento escrito, protocolizado ante la

Oficina de Registro Subalterno de Mucuchíes en el caso del municipio

108
Rangel y en el caso del municipio Cardenal Quintero, en la oficina de

registro subalterno ubicada en la población de Timotes.

Los casos más frecuentes en que se produce el arrendamiento de

tierra son: cuando por enfermedad, un campesino no está en condiciones de

trabajar la tierra de su propiedad y cuando una mujer queda viuda con hijos

pequeños que no pueden hacerse cargo de la producción. Como la

propiedad de la tierra está caracterizada por el limitado tamaño de las

parcelas, es muy escaso el arrendamiento que se produce por poseer más

tierras que las necesarias para la subsistencia familiar (Velázquez, 1979:

47).

5.3.4. La Medianería:

Relación de producción que también es conocida con el nombre de

“aparcería”, jurídicamente se considera como un contrato de arrendamiento

en donde el canon es pagado en especie. Sin embargo en los valles altos

Andinos esta relación, en su gran mayoría, adquiere la forma de una

asociación que se establece entre dos campesinos que acuerdan realizar en

común la cosecha de una parcela (Velázquez: 1979: 49).

En esta relación uno de los socios es el propietario de la tierra y el

que no es propietario, es denominado mediero. Durante el proceso de

producción ambos campesinos contribuyen con los medios de producción

que son imprescindibles para la consecución de la cosecha, luego al

109
obtenerse los resultados de la misma, los beneficios son repartidos por

mitad entre los socios.

Al respecto la tradición oral nos dice: “… ¡Upa! Sino más agoté mis

fuerzas trabajando a medias, y después dije no y la vida que Dios me

socorrió cuando me fui pa el páramo a trabajar solo por allá, por mi cuenta

solo por allá sembré mis maticas de trigo solo cuando comencé a ver una y

a dar gracias a dios, yo trabajaba a medias el trigo, las grancitas y a pagar y

a pagar la vida es muy dura con uno, recién casado, que comienza uno a ver

familia, ¡Ah! No me dan ganas de acordarme, mas bien los tiempos de

antes que eran un poco más serio ¡si señor! No es como hoy que estamos

todos ricos” (entrevista al productor Candido Rivas. Cambote, 18/6/93).

Se presentan diferentes modalidades de la medianería, de acuerdo a

la forma en que participa cada uno de los campesinos. Estas modalidades

son las siguientes (Velázquez, 1979: 49):

x Cuando el propietario suministra la tierra, los bueyes, la

semilla, el abono y los fungicidas; mientras que el mediero

aporta el trabajo.

x Cuando el propietario entrega la tierra en barbecho, además

los bueyes, semillas e insumos, contribuyendo el mediero con

la parte restante del trabajo, es decir, que realiza la siembra, el

desyerbe, la fumigada, y la recogedura.

110
x Cuando el mediero suministra la semilla, los insecticidas, y el

abono, mientras que el propietario contribuye con la tierra y el

trabajo en el barbecho y el desyerbe. Las labores de siembra y

recogedura las realizan entre los dos.

Otro de los factores por los cuales se dice que la medianería se

presenta como una relación solidaria de producción, es que mediante la

aplicación de ésta formula, los pobladores de la región logran superar

diversas dificultades económicas, en este sentido, ser medianero no

significa en todos los casos, que el campesino no posea parcelas propias,

sino que por el reducido espacio que estas presentan, obligan al campesino

a producir en otras parcelas para lograr la satisfacción total de sus

necesidades tanto familiares como comerciales.

Las formas de organización comunitaria citadas, señalan la

interdependencia de los habitantes de las comunidades de la zona bajo

estudio para afrontar problemas comunes, la necesidad de formas de

comunicación (a diferentes niveles) para resolverlos y la ordenación local

de la actividad para conseguir más eficaces resultados, hacen del trabajo

comunal una practica que genera beneficios a todos los habitantes de la

comunidad.

Es decir, el despliegue de toda la compleja gama restante de modos

de interacción vecinal ira perfilando poco a poco la sinergia individuo –

grupo, la naturaleza de la comunidad. El conjunto facilitará el análisis; el

111
todo revelará la especificidad de las partes. He aquí una visión panorámica

de colaboración vecinal, comenzando por el calendario (Lison, 1979: 123).

Al ver todas las formas de producción comunal llevadas a cabo por

los habitantes de los valles altos Andinos de la cordillera de Mérida, nos

damos cuenta que no solo servían como una forma de llevar a cabo una

labor en el ámbito agrícola, sino que por el contrario, eran formas

relacionadas con la interrelación social entre los habitantes de los poblados

de la zona bajo estudio.

Es decir, se utilizaban dichos esquemas y practicas para mantener

relaciones solidarias entre ellos, tratando de hacer de su comunidad un

núcleo homogéneo, en donde todos los habitantes se beneficiaran del

trabajo comunitario.

En este orden de ideas, observamos que las relaciones de tipo social-

laboral como el “convite” y la “mano vuelta”, conllevaban en estos

habitantes, a prácticas que fortalecían los lazos sociales y de amistad, ya

que con ellos, los campesinos hallaron ese espacio de interacción tan

necesario para la convivencia social, donde no solo compartían el trabajo,

sino que comunicaban a sus semejantes los acontecimientos del diario

vivir.

En el ámbito de las obligaciones laborales – contractuales, como

fueron “el arréito” y “la medianería”, también se vieron fortalecidas en la

zona, ya que si bien la palabra tenia un lugar preponderante a la hora de

112
obligarse a realizar determinada labor en el ámbito del trabajo de la tierra,

la utilización de contratos escritos también se torno una costumbre entre los

habitantes de Santo Domingo y Mucuchíes.

5.4. La vivienda Campesina: adaptación a la producción de

cereales.

Otro elemento que definitivamente se vio afectado por la

introducción del cultivo de trigo en los valles altos andinos, fue el de la

vivienda, ya que ésta tuvo que sufrir diversas adaptaciones, en un primer

momento para adecuarse a los nuevos estilos arquitectónicos introducidos

por los colonizadores españoles y luego, para hacer de la vivienda

campesina, un lugar apropiado para el almacenamiento de los cereales que

eran sembrados en la zona (Giacalone, 1990: 34).

En este sentido, podemos concebir a la vivienda campesina de los

Andes venezolanos como un recinto que ha estado determinado por las

condiciones ambientales y socioculturales de la región, esto debido a que la

vivienda, por su forma y función no sólo ha servido de hospedaje familiar,

sino que, la misma ha estado estrechamente vinculada a las actividades

agrícolas de la población y a su vida cultural en general.

Los cambios y permanencias que se han dado en la forma y función

de la vivienda campesina de la zona bajo estudio, se deben a la presencia de

113
factores socioeconómicos como el descenso del cultivo del trigo, la

construcción de la carretera trasandina y el auge de la producción de

hortalizas, ocurridos en la región a finales del siglo XIX hasta mediados del

siglo XX.

Durante la dominación colonial, las primeras viviendas habitadas por

los españoles en los Andes fueron de carácter rudimentario, muy parecidas

a las habitadas por los indígenas, debido a la necesidad que tuvieron los

colonizadores de guarecerse y descansar de las condiciones climáticas

circundantes en la zona. Dichas viviendas eran de carácter provisional y de

dimensiones reducidas, siendo construidas por los mismos indígenas de la

zona (Cardozo, 1967: 27). En este sentido, la población indígena,

constituyó la fuerza de trabajo fundamental de la sociedad colonial en todas

las actividades: construcción, agricultura, cría, transporte, actividades

artesanales (Velázquez, 1995: 59).

En el siglo XVII, se dio un nuevo cambio en el modo como fue

concebida la vivienda en el páramo, en este sentido, la vivienda criolla

andina fue pensada de un modo sencillo y modesto, pero fiel al entorno

físico-cultural en el cual estaba circunscrita (Gasparini, 1986: 17).

Es así, como al principio la vivienda andina, sólo es construida,

adquirida y habitada por familias adineradas de la zona, que introdujeron

cambios en algunos materiales y en la arquitectura autóctona. Este cambio

114
en la arquitectura de las viviendas, se debe principalmente a dos razones

(Vila, 1960: 542):

x La necesidad de usar nuevos materiales, dentro de los que

destaca la teja, ya que los materiales vegetales utilizados en la

construcción de la vivienda indígena, se habían convertido en

una amenaza de producirse un incendio, a causa del constante

uso del fuego.

x La vivienda indígena no ofrecía al español la seguridad ni la

comodidad, a la que estaban habituados.

De este modo, en la sociedad establecida durante la colonia,

comienza a surgir un fenómeno de transculturización entre las culturas

indígena y la hispana, donde la producción de nuevas formas y estilos,

conllevan a un profundo intercambio de tipo cultural. En este sentido, la

experiencia autóctona combinada con los aportes europeos, logró

resultados de equilibrada adaptación al medio y con el uso y tratamiento

artesanal de los materiales, que les brindaba la naturaleza del lugar,

plasmando las formas y los espacios, que se identifican como expresiones,

más peculiares y originales de la cultura de la zona (Gasparini, 1986: 18).

En este orden de ideas, podemos describir a la vivienda campesina

Andina como un recinto cuadrangular o rectangular, en todos los casos

siempre ortogonales, en los que casi no hay ventanas que rompan lo

compacto de los muros de tapia: solo una puerta, para la gente y los

115
animales. Estos recintos que varían de tamaño, tienen siempre uno o dos

patios interiores; todas las habitaciones, depósitos, establos, talleres; se

ubican alrededor de esos espacios abiertos, que son fuentes de luz y

ventilación (Gasparini, 1986: 211).

Figura. V.13.
Vivienda Campesina
Andina.
Fuente: Gasparini, 1986.

Todos estos procesos de adaptación de la arquitectura, dieron paso a

la adaptación de la vivienda andina a la producción agrícola de cereales. En

este sentido, el trigo constituyó el producto de mayor importancia en la

región andina desde la época de la colonización, razón por la cual, se hizo

necesario acondicionar los espacios internos y externos de la vivienda

campesina, para adaptarlos con las distintas actividades requeridas para el

cultivo del trigo.

Es así, como la vivienda se va a trasformar no solo en un lugar de

descanso y refugio para el lugareño, sino que va a ser un espacio de trabajo,

116
donde el campesino dispone de ciertos espacios internos de la vivienda para

guardar, almacenar, secar, clasificar y escoger el trigo. Igualmente, existen

otros espacios externos de la vivienda, como la era, para el trillado y el

caney como deposito del cereal (Fernández, 1984: 53-54).

Figura. V.14.
Vivienda Campesina
Andina, con era y caney.
Fuente: Gasparini, 1986.

En estas casas el concepto espacial y funcional respondió a las

exigencias requeridas por el grupo familiar dedicado a las faenas del

campo. Igualmente, el modelado de la vivienda se encuentra determinado

por el tipo de actividad, que en el caso de los valles altos andinos

respondieron al cultivo del trigo.

5.4.1. Espacios interiores de la vivienda campesina adaptados al

cultivo del trigo.

117
Entre los espacios internos de la vivienda que se han utilizado para

las actividades agrícolas, destacan:

1) Los corredores.

Estos espacios se han utilizado principalmente para colocar la

cosecha recogida para su protección y conservación, igualmente se han

utilizado para guardar las herramientas de trabajo. Los corredores de la

vivienda campesina cumplen estas funciones por ser amplios y de largas

dimensiones, protegidos de la lluvia y de los rayos solares.

Figura V.15.
Pasillos de la Vivienda
Campesina Andina.

2) Patio interno.

Han tenido como principal función la del secado del grano cuando

este presentaba humedad. Para el secado de los cereales se utilizaban

cueros por lo empedrado del patio (Fernández, 1984: 24).

118
Figura. V.16.
Patio interior de la
Vivienda
Campesina Andina.

3) Cuarto de depósito.

Espacio destinado para el almacenamiento del cereal en zurrones

hechos de cuero, cosidos por la orilla, de forma alargada y de un metro y

medio de longitud aproximadamente. Otra de las funciones de dicho

espacio es el almacenamiento de la harina que era guardada en grandes

sacos o cajones, para abastecer a la familia durante el año.

Figura. V.17.
Cuarto de depósito
de la Vivienda
Campesina Andina.

119
4) La cocina y los Hornos.

4.1. La Cocina.

La cocina de la vivienda campesina, es un espacio de grandes

dimensiones, que por su modo de construcción siempre se mantiene a una

temperatura cálida, pese al frió de la región. Esta característica se debe al

diseño cerrado que protege dicho recinto del aire y del frío.

Figura. V.18.
Cocina de la
vivienda Campesina.
Mocao.

Al respecto la tradición oral nos dice: “… mi señora desde la cocina,

siempre esta pendiente de todito lo que pasa, y cuando uno termina de

bregar en la huerta y entra en la casa, ella ya tiene la comida servida,

porque la brega lo deja a uno muy cansado” (entrevista al productor

Benjamín Mora. Mitibibó, 17/6/93).

4.2. Los Hornos.

Una parte indispensable en la cocina de la vivienda campesina

andina es el horno para hacer el pan, que consiste principalmente en un

120
espacio cerrado o cajón de adobe bien superpuesto, que por lo general

ocupaba un gran espacio dentro de la cocina.

Figura. V.19.
Horno circular, hecho de
adobe.

Existen dos formas de construir el horno, una primera en forma

circular y por lo general que sobresale de la tapia, y otro tipo de horno

fabricado, incrustado en el muro de tapia, donde sólo se le deja el

contrafuego y un pequeño hueco, por donde se introduce la leña y el pan.

Figura. V.20.
Puerta de horno empotrado en
la pared de la vivienda
campesina. Mocao.

121
Figura. V.21.
Prolongación posterior
Del horno empotrado en
La pared. Mocao.

La función principal del horno, es la cocción del pan que se consume

diariamente, igualmente el horno es utilizado para elaborar biscochos, bien

fuera para el consumo familiar, para la venta por encargo, o en ocasión de

las fiestas religiosas.

5.4.2. Espacios exteriores de la vivienda campesina adaptados al

cultivo del trigo.

Los espacios externos utilizados para las funciones agrícolas son:

1. El caney.

Espacio exterior de la vivienda, ubicado lejos, cerca o pegado a la

misma, donde se deposita el trigo en manojos para evitar se dañe con la

lluvia. También es utilizado para almacenar el tamo que sirve de alimento a

las bestias durante el periodo de sequía (Fernández, 1984: 66-67).

122
Figura. V.22.
Caney a las afueras de la
vivienda campesina.

1. La era.

Espacio consistente en un círculo de piedra ubicado lejos o cerca de

la vivienda, donde se trilla y ventea el trigo u otros cereales antes de su

almacenamiento.

Figura. V.23
Era para trillar el
trigo.

Con el descenso de la producción triguera, alguno de éstos espacios

han perdido su función directa y son utilizados para la producción de

123
nuevos rubros. Sin embargo, los campesinos tienen la expectativa de

recuperar el cultivo del trigo y con ello, la funcionalidad tradicional de los

espacios de las viviendas.

Figura. V.24.
Vivienda Campesina
Andina, en su entorno
agrícola.
Fuente: Gasparini, 1986

Algunos de los cambios que se han producido en la función de los

espacios de las viviendas, son:

Que la habitación que servia como depósito es utilizada ahora para

guardar herramientas de trabajo, semillas, costales, checheres o como

dormitorios. La nueva función depende del uso y necesidades de la familia.

El patio interno es utilizado en la actualidad para el secado de tubérculos, o

como sitio para el disfrute de la familia.

Por su parte el corredor que se presentaba como uno de los sitios

fundamentales para la selección y almacenamiento del trigo, en la

actualidad es usado para guardar leña, guardar herramientas de trabajo o

colgar algunos implementos relacionados con las bestias. Por otra parte la

124
era, en la actualidad se han transformado en huertas donde las familias

siembran diversos productos para el consumo familiar, estos cambios se

dan en el caso de aquellas personas que no siembran trigo, ya que los que si

lo hacen, mantienen intacta la funcionalidad de dichos espacios.

Por su parte el caney, ha sido con frecuencia abandonado y

descuidado, siendo utilizados para guardar herramientas de trabajo,

semillas, cosas viejas, o simplemente permanecen desocupados.

Todos estos elementos de cambios se han abierto paso dentro de la

vivienda andina, pero no han afectando la concepción que los pobladores

de los páramos tienen sobre el trigo, ya que ellos esperan que se de la

reimplantación del cultivo en la zona, para así exaltar los principios

socioculturales que se han creado durante años en torno al cultivo del trigo.

5.5. Factores que explican la decadencia comercial y la

persistencia para el autoconsumo del cultivo del Trigo en

Mucuchíes y Santo Domingo.

A continuación pasamos a describir los factores que explican la

decadencia comercial del cultivo del trigo en la zona estudiada, ya que esto

es de suma importancia debido, a que si bien es cierto el trigo fue

mermando en su producción, nunca desapareció del todo, ya que factores

de tipo cultural hicieron que persistiera el cultivo del trigo como parte de

lo que hoy denominamos la cultura del trigo en los andes venezolanos.

125
Las observaciones de campo, han permitido establecer los hechos

que se destacan en el cultivo del trigo en la zona bajo estudio.

1. La progresiva decadencia en la producción.

2. La persistencia del cultivo para el autoabastecimiento.

Estos dos hechos responden a la acción conjunta de factores físicos y

humanos.

5.5.1. Factores que explican la decadencia comercial.

Dentro de los factores que explican la decadencia del cultivo del

trigo en la zona encontramos (Fernández, 1984: 64):

x La demanda del país superó la producción: este hecho obligó a la

importación, con el agravante que el trigo importado resultaba

más barato que el producido en el país.

x Las técnicas del cultivo se hicieron primitivas al no darse ninguna

introducción de mejoras, lo que produjo un muy bajo

rendimiento, a la vez que también las técnicas del procesamiento

del cereal se hicieron obsoletas, dando origen a una harina de baja

calidad en comparación con la importada.

x El avance de cultivos más rentables, hacía retroceder el cultivo de

trigo a las vertientes, en suelos muy poco fértiles y cada vez más

empobrecidos por el exceso de uso sin empleo de técnicas de

conservación.

Otros factores a los que se le tribuye la disminución del cultivo de

126
trigo son:

x Agotamiento de los suelos:

Esta es la principal causa en la decadencia del cultivo de trigo en la

zona, ya que es bien conocido, que los suelos al ser sometidos a cualquier

tipo de actividad agrícola se agotan, y aún más, en el caso del cultivo del

trigo, el cual es realizado a grandes altitudes, bajo condiciones de excesivas

pendientes y con técnicas y procedimientos inadecuados, que arrastran a los

suelos a la erosión cada vez más acelerada.

Este agotamiento se dio en gran parte debido, al uso permanente de

los terrenos y el abandono de las técnicas prehispánicas de recuperación de

los suelos, en especial en las laderas de las montañas, sin que estas técnicas

fueran sustituidas por otras más eficaces (Velázquez, 1993: 135).

En este orden de ideas, a la erosión del suelo se le sumaron factores

como la falta de rotación de cultivos, uso de una tecnología agrícola

tradicional inadecuada a las nuevas exigencias físico-ambientales de la

zona (Ibanez, 1991: 2; Blanco, 1954: 47-48).

Esto es corroborado por las fuentes orales según las cuales: “...En

todas estas faldas y laderas empezaron a erosionar, en lo que llovía hacían

acequias por las faldas abajo y eso dañaba mucho los terrenos, entonces se

fue calmando la siembra de trigo, para que los terrenos endurecieran”

(entrevista al productor Benjamín Mora. Mitibibó, 17/6/1993).

127
x Utilización de semillas degeneradas:

La utilización de semillas degeneradas se dio, en el caso del trigo,

por el abandono progresivo de las numerosas variedades de trigo locales a

causa de la implantación de la campaña de eliminación del cultivo de trigo

en los Andes venezolanos. Dicho proceso de degeneración de las semillas

se vio acelerado en gran parte por la aparición de enfermedades que

afectaban a la planta como la roya del tallo (Uredo cerealium de Philips) y

el carbón duro o caries del trigo (Tilletia trilici) que fueron introducidas a

raíz de la puesta en práctica del programa de importación y distribución de

semillas del estado (MCMAC, 1998: 198 en Velázquez, 2001:75).

x Baja rentabilidad del cultivo de trigo:

Este factor se dio principalmente por la disminución de la fertilidad

de la tierra a causa de la erosión de los suelos, en las laderas de mayor

declive, donde generalmente se cultivaba dicho cereal, los rendimientos

eran menores a 500 kg/ha, mientras que, en las parcelas ubicadas en las

mesetas los rendimientos superaban a los 1.000 kg/ha. Además era en las

laderas, donde los productores obtenían las mejores ganancias e incluso

perdidas. A la baja productividad se sumaban los elevados costos de

producción del trigo, que hacían la actividad económicamente

improductiva (Velázquez, 2001:113).

Por otra parte encontramos que la cosecha de éste cereal resulta

altamente antieconómica, costosa e insuficiente, debido a los bajos

128
rendimientos que se obtienen por hectárea sembrada. Podríamos decir

entonces, que en el ámbito de la economía agrícola venezolana, la

presencia del trigo en realidad no soporta ningún factor nuevo ni de

desarrollo del sector agrícola; pero no se puede dejar de lado, que la

presencia del trigo en los valles del Chama, en la actualidad, produce algún

trafico mercantil que no deja de influir en el medio económico de la zona,

pero que se mantiene debido a un vinculo cultural que los habitantes del

área tienen hacia el consumo del trigo.

x Introducción de nuevos métodos de cultivo:

El proceso de modernización agrícola, incidió en gran medida en la

introducción de nuevos métodos de cultivo en la zona montañosa del centro

y occidente del país, de manera muy especial por los inmigrantes españoles

y portugueses, quienes aplicaron a los cultivos las técnicas intensivas

propias de sus países de origen, la implantación de dichas técnicas dio

como resultado un aumento en la producción agrícola, la incorporación de

nuevos cultivos como la papa, igualmente los cambios socioeconómicos

influyeron en los patrones de alimentación que favorecieron el consumo de

papa blanca y hortalizas (adaptado de Velázquez, 2001: 103).

129

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