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La crisis del pensamiento aristotélico al inicio de la Edad Moderna llevó a plantear nuevamente los problemas filosóficos fundamentales. El pensamiento moderno se caracteriza por anteponer el problema del conocimiento al metafísico, cuestionando cómo evitar el error y descubrir un método verdadero. Descartes buscó una verdad indubitable mediante la duda como método, aplicándola para encontrar lo que resistiera a toda duda.
La crisis del pensamiento aristotélico al inicio de la Edad Moderna llevó a plantear nuevamente los problemas filosóficos fundamentales. El pensamiento moderno se caracteriza por anteponer el problema del conocimiento al metafísico, cuestionando cómo evitar el error y descubrir un método verdadero. Descartes buscó una verdad indubitable mediante la duda como método, aplicándola para encontrar lo que resistiera a toda duda.
La crisis del pensamiento aristotélico al inicio de la Edad Moderna llevó a plantear nuevamente los problemas filosóficos fundamentales. El pensamiento moderno se caracteriza por anteponer el problema del conocimiento al metafísico, cuestionando cómo evitar el error y descubrir un método verdadero. Descartes buscó una verdad indubitable mediante la duda como método, aplicándola para encontrar lo que resistiera a toda duda.
La relación en que nosotros nos hallamos con ese mundo de cosas que pueden ser comprendidas, es una relación de conocimiento. Nosotros conocemos esas cosas. Para conocerlas, empezamos a formar conceptos de ellas, nociones que reproducen las esencias de las cosas. Cuando tenemos formado un concepto de una cosa, entonces ya estamos armados para ir por el mundo, y cada vez que encontremos esa cosa, tener listo en nuestra mente el concepto que le corresponde; y entonces formular juicios de conocimiento, en donde se diga: esto es eso. Saber, para el realista, consiste en tener en la mente una colección, lo más variada, amplia y rica posible, de conceptos, que le permiten vagar por el mundo entre las realidades, sin sentirse nunca sorprendido; porque cada vez que encuentre algo, si es verdaderamente sabio tendrá en su mente el concepto correspondiente. El conocimiento, refleja en la mente la mismísima realidad. El conocimiento para el realista es eso, reflejo, y de esa manera entre el pensamiento del que conoce y la realidad no existe diferencia alguna. El pensamiento es verdadero, y esto quiere decir que entre él y la cosa (objeto del pensamiento) existe una perfecta adecuación. La verdad, en el realismo, se define por la adecuación entre el pensamiento y la cosa. Esta adecuación de ha logrado mediante la recta formación de los conceptos. La evolución, el proceso mismo del pensamiento realista, es una corrección continua de los conceptos que formó la metafísica de Parménides. Parménides lanzo una primera tentativa de formación de conceptos capaces de reflejar la realidad, esta tentativa es luego perfeccionada, superada en perfección por Platón. Pero a su vez el sistema de conceptos platónicos es ese tercer lugar perfeccionado por Aristóteles, el cual llega ya a una ramificación, individualización de los conceptos, capaces por su flexibilidad de reproducir de la manera más exacta los misterios de la realidad misma. Así la dialéctica, es el método de la metafísica realista. Y en la sucesión histórica de Parménides parte y a Aristóteles llega, encontramos un magnífico ejemplo de esa dialéctica de los conceptos, en la cual se intenta reproducir fielmente la articulación misma de la realidad. En el fondo de todo este procedimiento encontramos siempre la misma hipótesis, a saber: que las cosas son comprensibles, que las cosas son las que tienen en su propio se la esencia, la cual es accesible al pensamiento porque el pensamiento se pliega, coincide perfectamente con ella. La inteligibilidad de las cosas mismas es, pues, uno de los postulados esenciales del realismo. El realismo despliega el máximum de sus posibilidades y adopta la forma más perfecta que se le ha conocido en la historia, de modo tanto más fácil cuanto que la propensión natural del hombre coincide con la hipótesis fundamental del realismo.
Crisis histórica al principio de la Edad Moderna
La creencia aristotélica sufre menoscabo a partir del siglo XV. Los cimientos del aristotelismo van siendo cada vez más zapados por las minas que los hechos históricos y los descubrimientos particulares le imprimen al movimiento del pensamiento humano. Esos hechos históricos son: En primer lugar, la destrucción de la unidad religiosa, las guerras de religión, el advenimiento en el mundo del protestantismo. Las luchas entre los hombres por distintos credos religiosos hacen tambalear la fe en una verdad única que uniese a todos los participantes en la cristiandad. El hecho histórico de las guerras de religión es al mismo tiempo, como todo hecho histórico, síntoma de un cambio de actitud en los espíritus y causa de que ese cambio de actitud se haga cada vez más consciente y claro. Otro hecho histórico en primer término es el descubrimiento de la Tierra, el hombre se da cuenta de lo que es la Tierra, por primera vez un hombre da la vuelta al mundo y demuestra por hecho la rotundidad del planeta. Cambia esto por completo la imagen que se tenía de la realidad terrestre. En segundo término, el hombre descubre en el siglo XVI el cielo, el nuevo sistema planetario, cambia por completo también la idea que los hombres tenían de los astros y su relación con la Tierra. Estos hechos históricos son golpes terribles a la ciencia de Aristóteles. Ese sistema de conceptos que se pliegan perfectamente a la realidad, ese sistema clasificativo de conceptos que responden a las jerarquías de las esencias, empieza a resquebrajarse. por todos lados cunde la duda; discútase, no se cree ya en él. En ese momento puede decirse que le saber humano entra en la crisis más profunda que ha conocido.
Necesidad de plantear de nuevo los problemas
El desconcierto científico y filosófico llega a términos, y se vuelve preciso replantar de nuevo los principales problemas de la Filosofía. Han transcurridos 20 siglos y no han sido en vano, sino que han acumulado el tesoro de las experiencias y teorías filosóficas del pasado, lo cual presiona al presente, para que el pensamiento que quiera nacer no pueda estar en las condiciones de los tiempos de Parménides. En tiempos de Parménides nace la filosofía, la filosofía piensa por primera vez y no tiene un pasado el cuál apoyarse y del cual depender, sino que es libre de los vínculos de la historia. Parménides se encuentra con el descubrimiento de la razón, del pensamiento humano. El pensamiento de Parménides es espontáneo, autóctono, libre. Pero el pensamiento de Descartes de los hombres es todo lo contrario. La posición del problema es completamente diferente, el hombre se encuentra con una realidad histórica conceptual, mental, que es el Sistema de Aristóteles, el realismo de Aristóteles que está ahí y que el hombre no puede borrar de la realidad y presiona una dirección al pensamiento nuevo. Parménides inicia la primera navegación y comienza la segunda navegación de la filosofía la inicia Descartes, Pero Parménides, platón y Aristóteles eran navegantes inocentes, en cambio el navegante nuevo Descartes ha perdido la Inocencia y ya no está en las mismas condiciones y tiene detrás de si un pasado filosófico aleccionador, una experiencia previa que ha fracasado. Ya que el Pensamiento Moderno es todo lo que se quiera menos inocente, espontáneo y empieza a surgir con la idea de precaución y cautela. Esta cautela, consiste en que el espectáculo histórico del derrumbamiento del aristotelismo pone en el primer plano del pensamiento moderno una cuestión previa. La cuestión que nos interesa a nosotros y que interesa al hombre, es la cuestión metafísica que hemos formulado en la pregunta ¿quién existe? Pero ahora, antes de acometer la pregunta de quién existe, quieren asegurarse de no equivocarse. Buscan la manera de no equivocarse y realizan una investigación previa de Propedéutica, que consiste en pensar minuciosamente un método que les permita no cometer errores.
El Problema del conocimiento se antepone al metafísico.
La característica del pensamiento moderno es que antes de plantearse el problema metafísico se plantaron otros problemas: El problema de cómo evitar el error. El problema del método, que hay que descubrir para aplicarlo de suerte que no se comentan errores. El problema de la capacidad que tenga el pensamiento humano para descubrir la verdad. El problema de los caracteres que haya de tener un pensamiento para ser verdadero. Sumando estos problemas, son una serie de problemas que hoy se denomina: “Teoría del Conocimiento”. La característica del pensamiento moderno es que, en lugar de comenzar por la propia ontología, debuta una epistemología, por una teoría del conocimiento. Realiza esto porque el pensamiento moderno se desarrolla después de un largo pasado filosófico. Nuestro pensamiento humano, no es pensamiento que esté lanzado hacia las eternidades, sin relación con el momento histórico. El pensamiento es una realidad histórica. El momento en que un pensamiento nace se comprende por lo que lo antecedió, todo el pasado está volcado en él. Comprendamos que, así como el pasado actúa en nosotros diciéndonos que podemos decidir, que no hacer, que evitar; de ese modo el Pensamiento Moderno tiene que comenzar por una teoría del método, una teoría del Conocimiento. Antes de Descartes había muchos escritos sobre el método. Pero en especial, el inglés Bacón de Verulam, que escribió el Now Organum, el cual es un método nuevo complicado que trata de evitar los Errores y descubrir la Verdad. El Pensamiento Moderno altera por completo la posición del problema. Entonces el problema se plantea para Descartes de esta otra forma: ¿Cómo descubrirla verdad? Pero ¿Por qué pregunta Descartes cómo descubrir la verdad?, él lo preguntaba porque las verdades que venían valiendo ya no valen, se han revelado falsas; han habido motivos poderosos para dudar de ellas. Por lo tanto, lo que le va a interesar al Pensamiento Moderno ahora es la Indubitabilidad; esto quiere decir, que aquello que se afirma tenga una solidez tan grande, que no pueda ser puesto en duda. Tal y como sucedió con el sistema de Aristóteles.
La duda como método.
Descartes busca una verdad primera, que resista a toda la duda. Quiere decir que por un movimiento sutil Descartes convierte la duda en método. Negativamente, aplicando la duda como un instrumento esencial y con la aspiración de ser verdadera; y entonces exigen de las verdades no sólo que sean verdaderas, sino también que sean ciertas. A Descartes lo único que preocupa es buscar la seguridad, y el criterio que se vale es la duda. La misma duda que ha destruir el pensamiento aristotélico, eso miso le sirve a él para encontrar el suyo; porque si la duda ha gastado el pensamiento aristotélico y lo ha hecho inservible, intentemos ahora aplicar la duda, para todo aquello en que la duda llevada a términos de extrema crueldad y que todo aquello quede eliminado en la filosofía. La duda se convierte en método, y lo que se intenta aquí es descubrir una proposición que no sea dudosa. Entonces, se colocaron en el plan de no interesarse en la cantidad de conocimientos, sino que, aunque sea en un, pero indudable. Pero ya poniendo en marcha el pensamiento cartesiano, no puede obtener más que uno de estos dos resultados: • Encallaba en la infructuosidad completa, naufragando en el escepticismo. • Forzadamente tenía que llegar a descubrir por primera vez en la historia del pensamiento humano algo completamente nuevo: lo inmediato. Pero Descartes tenía que descubrir lo inmediato. Esto quiere decir que, nuestro conocimiento de las cosas en la filosofía de Aristóteles se basa en poseer conceptos, en ocupar o satisfacer nuestra mente de conceptos, los cuales se ajustan a las cosas. Un concepto es verdadero cuando el concepto y la cosa coinciden entre sí. Entonces en el sistema aristotélico, la relación con las cosas es inmediata; porque está fundada en un intermediario, el cual es el Concepto. El concepto nos sirve de intermediario entre nuestra mente y las cosas. Por medio del concepto conocemos las cosas. Por eso el conocimiento aristotélico era siempre discutible; porque siempre cabía discutir si el concepto se ajustaba o no se ajustaba a la cosa. Ya que, La verdad del concepto consistía en ajustarse a la cosa, siendo el concepto de mediación o intercesor entre nosotros y la cosa, Siempre tocaba discutir la verdad del concepto quiere decir que en este sistema aristotélico el conocimiento ofrece sin remedios el flanco a la duda.
La existencia indudable del pensamiento
Descartes se centra en la búsqueda de un conocimiento que no dé lugar a la duda para no caer en el escepticismo absoluto, o llegar a un conocimiento que no sea mediato, que no se haga "por medio" del concepto, si no que consista en una posición tal, que entre el sujeto que conoce y lo conocido no se interponga nada. Lo único capaz de llenar estas condiciones de inmediatez es el pensamiento mismo. No hay más que el pensamiento mismo. Si yo considero que todo pensamiento es pensamiento de una cosa, yo puedo siempre dudar de que la cosa sea como el pensamiento la piensa. Pero si yo retraigo mi interés y mi mirada no a la relación entre el pensamiento y la cosa, sino a la relación entre el pensamiento y yo; si tomo el pensamiento mismo como objeto, entonces aquí ya no puede morder la duda. La duda puede instalarse en el problema de si mi pensamiento coincide con la cosa; pero la duda no puede, no tiene habitáculo posible en el pensamiento mismo. Entonces Descartes ante la pregunta de la metafísica: ¿qué es lo que existe?, ¿quién existe?, no contesta ya: existen las cosas, sino que contesta: existe el pensamiento; existo yo pensando; yo y mis pensamientos. ¿Por qué? Porque lo único que hay para mí inmediato es el pensamiento; por eso no lo puedo poner en duda Y así, la filosofía moderna cambia por completo su centro de gravedad y da al problema de la metafísica una respuesta inesperada. ¿Quién existe? Yo y mis pensamientos. Y nos propone una actitud vertiginosa y nos dice que lo único de lo que estamos seguros es que lo que existe soy yo y mis pensamientos; y que es dudoso que más allá de mis pensamientos existan las cosas. De manera que el problema, para la filosofía moderna, es tremebundo, porque ahora la filosofía no tiene más remedio que sacar del "yo" las cosas.
Tránsito del Yo a las cosas
Suponiendo que se consigue sacar del “Yo” las cosas y llegar a la realidad de las cosas, esta nunca será una realidad primaria, y es en este punto cuando la filosofía se empieza a poner difícil porque ahora por necesidad histórica y no por capricho, se ha vuelto de espaldas al sentido común; se ha vuelto de espaldas a la propensión natural y nos invita a realizar un ejercicio acrobático de una extrema dificultad, que consiste en pensar las cosas como derivadas del yo. A partir de Descartes la filosofía moderna no ha hecho más que pensar en ese problema ¿cómo sacaremos el mundo exterior del pensamiento y del yo?, ¿cómo extraeremos el mundo exterior del pensamiento? A este problema el idealismo moderno ha dado muchas soluciones que podemos dividir en dos grandes grupos: Grupo de las soluciones psicológicas: consiste en investigar el alma humana, sus leyes internas, por introspección, y ver cómo el alma humana agencia sus pensamientos para de ellos extraer la creencia en el mundo exterior. Grupo de las soluciones lógicas: Estas soluciones intentan fundar la objetividad de la realidad y de las cosas sobre leyes del pensar mismo, del pensar racional y lógico. A estas soluciones contrarias podemos simbolizarlas por dos nombres: Hume, en Inglaterra, explicará el mundo de las cosas exteriores como producto de las leyes psicológicas de nuestra alma; Kant, en Alemania, explicará el mundo de la realidad sensible como resultado o producto de las leyes de síntesis lógica de nuestro pensamiento. Pero en uno y en otro advierten ustedes ya que las palabras "ser" y "pensamiento" tienen ahora una significación completamente distinta de la que tuvieron para Parménides, Platón y Aristóteles.