Está en la página 1de 1

Capítulo XI – Aspectos económicos de la caída de Rosas

El tratado Tripartito del 4 de enero de 1831 ofrecía a las provincias la promesa de paz interna y
estabilidad y progreso económico. Nada de eso se cumplió, porque Buenos Aires no estaba
preparado para renunciar a la posición de preeminencia económica y política que tenía en la
Confederación. La Comisión había demostrado casi desde el principio un grado de independencia
tal que amenazaba socavar la hegemonía porteña. Había revelado también que muchas provincias
tomaban el federalismo muy en serio. Rosas sostuvo que no tenía intenciones de repudiar el Tratado
de 1831, pero adujo asimismo que el Tratado no podía ser puesto en práctica mientras el país no
gozara de “plena tranquilidad y orden”. Imponiendo la disolución de la Comisión Representativa
Rosas eliminó de un solo golpe el problema constitucional del campo de la política, pero sembró la
semilla del descontento que veinte años después florecería en la rebelión. Buenos Aires quería
cargar con las responsabilidades de dirigir las relaciones exteriores del país y lo concerniente a la
guerra y la paz; pero se negó a responsabilizarse por el bienestar económico y social del país. Ahí
residía la trágica inconsecuencia del sistema que Rosas construyó.

La iniquidad del sistema económico instituido y defendido por Buenos Aires se volvió
particularmente opresiva durante los bloqueos. Las luchas contra Francia en la década del 30 y
contra Francia e Inglaterra en la del 40 fueron luchas nacionales. Pero las provincias no ganaron
nada. Pues en lo económico no había mayores ventajas entre el monopolio porteño y el de alguna
potencia extranjera. La autonomía económica, piedra angular de la doctrina federal, era un lema sin
sentido. Para Buenos Aires federalismo significaba algo parecido a librarse del lastre de los sectores
de la economía y de las zonas más atrasadas de la joven Confederación.

El mantenimiento del orden político implicó un alto costo por a la cantidad de conflictos. Así, llegó
un momento en que el costo del mantenimiento del régimen de Rosas superaba las ventajas que
ofrecía. Cuando el gobierno de Buenos Aires tuvo que asumir, por la fuerza de las circunstancias,
las funciones de un gobierno nacional, no solo se renegó de los intereses provinciales, sino que
avivó las llamas del enconado resentimiento que ardía en el interior y el litoral. Éste fue
precisamente el trágico error de Rosas. El federalismo propuesto por Buenos Aires atrajo a las
provincias del interior como alternativa a un sistema unitario, peor al no extender ese federalismo,
de lo político a lo económico, las resistencias y el encono fueron aumentando en el interior hasta
que finalmente en Caseros, el federalismo de Rosas fue eliminado por el federalismo de Urquiza.
Rosas fue calificado por Vicente López, a la sazón gobernador provisorio de Buenos Aires, como
salvaje unitario, título no tan injustificado, ya que el verdadero federalismo y el régimen rosista se
habían divorciado bastante antes de Caseros.

También podría gustarte