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En consonancia con ello, Kuhn (1962) opina que un paradigma entra en crisis
cuando presenta casos anómalos que no se ajustan a sus preceptos básicos (Miller,
2016) plantea esta necesidad explícitamente al decir que “se presentan casos que dan
consistencia a otra clínica donde la partición neurosis/psicosis no es la clave final”. Según
Kuhn, un paradigma entra en crisis cuando sus principios básicos, por ejemplo la
presencia/ausencia del Nombre del Padre, no resuelve los casos que se presentan y
estos quedan como S1 sueltos, no capturables por el sentido del paradigma, generando
la necesidad de buscar nuevos modelos explicativos. En consecuencia, Kuhn propone
que a través de la recurrencia de casos anómalos, es decir que no se explican con las
herramientas que brinda el paradigma vigente, este deja de tener vigencia al mismo
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tiempo que la misma recurrencia de casos anómalos dará lugar a la constitución de uno
nuevo. Los casos que no se explican por el paradigma compelen a buscar recurrencias
dentro de las anomalías que permitan alcanzar una cierta generalidad de modo inductivo
(Díaz y Heler, 2000) para contribuir a la constitución de un paradigma, el cuál estará
constituido por infinidad de entretejidos de estas pequeñas recurrencias y enunciados
teóricos, yendo de lo singular hacia lo general. El Psicoanálisis es un discurso que apunta
a lo singular pero que no prescinde de lo general, de hecho el Nombre del Padre es un
término general que se aplica a la singularidad de cada caso.
La psicosis ordinaria es posible sólo si se aborda desde la clínica de los detalles, las
sutilizas. De ese modo aparecen algunos crímenes que despiertan el interés debido a que
presentan fenómenos que no son observables a simple vista. Incluso el campo de lo
inclasificable invita a poner en práctica una dialéctica que prescinda de la clasificación,
pero no por eso de la ausencia de orientación y principios (Miller, 1998). O como bien
dice Carrère (2000, pág. 29) se trata de apreciar la obra de “alguien empujando hasta el
fondo por fuerzas que le superen”.
Lo indecible
Es posible encontrar un punto en en relación a lo indecible en los casos
presentados. En Wagner (Gaupp, 1914) por ejemplo, este hombre de talante rígido y
visión hipercrítica, se imposibilita de decir dos cosas:
2. Nombrar los indicios de cómo se dio cuenta que sabían sobre su acto zoofílico
“cuando vuelvo a preguntarle qué tipo de comentarios hacía la gente sobre él, me
responde: eran simplemente obscenidades y marranadas”. (Gaupp, pág. 178). Pero
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cuando se insiste sobre este tema, aparece claramente el agujero de significación de
la misma manera que Lacan nos enseña, al referirse a su paciente del neologismo
galopinar, que “en el límite del lenguaje hay otro que es el de carácter
delirante” (Lacan, 1955-56, pág. 51). Así, cuando estaba siendo interrogado se puede
recortar tanto el delirio de las burlas que la gente le hacía como lo indecible en
relación al mismo.
- “H: pienso que nunca llegó a ver una actitud hacia tu persona. Admito, eso sí, que
una vez que tuviste un pequeño lío con tu mujer.
- Wagner: pues yo afirmo haber oído cosas muy extrañas en la taberna.
- H: Hasta mí nunca llegó una alusión.
- Wagner: no diré una palabra más sobre el tema. ¿Crees que voy a
comprometerme más todavía? Todo esto empieza a parecerme un asco. Sí, señores, un
verdadero asco. Quisiera retirarme.” (op. cit, pág. 178)
El silencio de Wagner es algo que se resalta hasta el final del libro. Hay en su vida
algo que no entra en el plano de lo decible, de lo comunicable y que tiene que ver
justamente con lo sexual y el modo de significar ello: “Wagner se quiere dueño de su
silencio. Quizá, igual que el amante sostiene sus contradicciones morales en el secreto
del amor, el silencio sobre la perversión presta su consistencia a Wagner” (op. Cit., pág.
234). ¿Presta el silencio su consistencia a la perversión o es la clave que permite
entender el pasaje al acto? Tanto en Wagner como otros casos analizados durante la
cursada aparece esta imposibilidad para nombrar y significar algo del orden de lo sexual,
pero de manera distinta a las páginas censuradas de la historia de un neurótico ya que en
estos casos se observa claramente cómo eso indecible comienza a invadir toda la vida
del sujeto.
¿Fue este punto el caldo de cultivo sobre el cual se fijó la imposibilidad posterior de
decir la verdad? Jean-Claude se pregunta luego “¿cómo hubiese podido pensar que algo
peor que ser desenmascarado era no serlo y que esa mentira pueril empujaría 18 años
más tarde a aniquilar mis padres, Florence y mis hijos? No tengo respuesta”.
¿Se trata de una mentira que se resiste a develar o de una imposibilidad de
responder a ese nivel? No se trata de forzar ningún simbolismo en su crimen pero es
posible aislar tres hechos en este sentido:
1. Está por un lado la acumulación de significantes que nunca dijo “no me recibí de
médico, no tengo la plata que me dieron a invertir, no trabajo, etc.”. Está también la
acumulación de afectos no expresados desde la infancia. Reflexionando acerca de su
mentira se ve un punto en aspectos que se contradicen: o se miente y se aparenta
estar bien o se dice la verdad y se expresan los afectos penosos: “quizás sea
indecente hablar de los sufrimientos de mi infancia… no podía expresarlos porque mis
padres no hubiesen comprendido… yo no mentía entonces, pero nunca revelaba mis
emociones…yo estaba siempre sonriente, y creo que mis padres no sospecharon
nunca mi tristeza… no tenía otra cosa que ocultar entonces, pero escondía eso:
aquella angustia, aquella tristeza” (op. cit., pág. 44). Este asunto lo ocupó luego en la
escuela cuando eligió escribir sobre la existencia de la verdad (op. cit. pág. 45).
¿Es posible encontrar en esta elección escolar una suerte de síntoma a nivel
significante, es decir que escribía metafóricamente sobre sí?
2. Su fascinación por reflexionar largo tiempo antes de elegir un árbol para talar (o.
cit., pág. 47) terminó teniendo similar estructura con respecto a su mentira. De hecho
podría pensarse que como la misma no pudo ser derribada terminó derribando a su
familia.
En Wagner se observa una dificultad en confesar una verdad, es decir los detalles
del acto perverso, y además en soportar la mirada que sanciona esa verdad. Así como es
posible rastrear en la infancia de Jean-Claude algunos elementos que alimentaron su
tendencia a ocultar, también es posible encontrar en la historia de Wagner algunos
elementos que contribuyeron a la imposibilidad de integrar la mirada que sanciona, por
ejemplo en la página 37 se ve que la madre de Wagner decía que fue una suerte que su
padre, Jakob, haya muerto. Además ella “tenía una concepción melancólica y pésima de
la vida, así como recelo y animadversión hacia los tribunales y las autoridades… nunca
estuvo demasiado oprimida, pero se quejaba todo el tiempo de estarlo” (Gaupp, pág. 38).
O bien cuando dicen “su madre sentía recelo y rabia hacia los tribunales” (op. cit., pág.
196). ¿Qué papel jugó sobre Wagner el hecho de qué su madre haya tenido tal actitud
hacia el Otro de la ley? Este detalle que repite varias veces sobre la posición de ella hacia
la autoridades puede contribuir a entender el caso. ¿Wagner no pudo investir el Otro de
la ley y es su acto, desde el corral de vacas hasta el momento en que le trituran la mano,
el modo en que logró una suplencia del mismo?. Así se entendería que le haya resultado
insoportable la posibilidad de que la gente nunca hubiera estado enterada de aquel acto
perverso.
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Conclusión
Tanto en Wagner como en Jean-Claude Roman es posible observar desde cierta
perspectiva el montaje de una maquinaria que culmina en un colapso sanguinario y cuya
manifestación es el crimen. En ambos casos se evidencia que es la imposibilidad de
seguir ocultando lo que precipita la planificación criminal. El ocultamiento, o la no
asunción de una verdad termina teniendo la misma estructura que la predisposición
patológica que Freud utiliza en Schreber para referirse a “al hecho de que la persona está
expuesta a que, en caso de una marea alta de libido que no encuentre otro decurso,
someta sus pulsiones sociales a la sexualización” (Freud, 2020). Esta puede ser leída
como la expansión de la falla que se ubica en lo más hondo del sentimiento de la vida del
sujeto, lo que precipita el acto (Lacan, 1956). Desde esta perspectiva se observa que
ambos se estrellaron contra el agujero que se abre en el significante porque “Un-padre
venga a ese lugar donde el sujeto no ha podido llamarlo antes. Basta para ello que ese
Un-padre se sitúe en alguna relación tercera que tenga por base la pareja imaginaria a-a´,
es decir, yo-objeto o ideal-realidad, internado al sujeto en el campo de agresión erotizado
que induce. Búsquese en el comienzo de la psicosis esa coyuntura dramática… se la
encontrará siempre” (Lacan, 1956, pág. 269). Lacan nos está diciendo que lo que
desencadena la psicosis es la amenazante posibilidad de pasar del plano imaginario al
simbólico. Lo que desencadena una psicosis es que, un sujeto en quien no se inscribió el
Edipo, quede atrapado en una situación edípica, es decir del sujeto en oposición
simbólica al Nombre del Padre. Lo que desencadena la psicosis, o lo que conduce al
pasaje al acto de la psicosis es el sujeto atrapado, y sin una vía de escape, ante una
situación en la que queda confrontado al Nombre del Padre que no se inscribió,
entendiendo el mismo como significante de la falta anudada a la ley simbólica.
Debido a que no cuenta con este significante, sucede que cuando queda
confrontado con el lugar del mismo, se encuentra con un agujero infinito que en Wagner
se manifiesta automáticamente en la mirada acusatoria y omnipresente de los vecinos. Si
se indaga en el por qué de este agujero, es decir, en cómo sucede que la noche del acto
zoofílico no hubo ningún significante que le haga un tope, tal como Lacan lo plantea en el
seminario 20 cuando dice que “el significante es lo que hace alto en el goce (Lacan,
1972-73, pág. 34), sino que luego del acto apareció de manera suplementaria la certeza
de que había sido descubierto y al día siguiente que la gente hablaba mal de él, es decir,
que lo acusaban por lo que había hecho de manera sigilosa, encontramos que se
encontró con lo que nunca se inscribió que es el Otro de la ley en relación al goce.
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Así también resultaría posible localizar estos elementos formales en el caso Alfredo
y las hermanas Papin, lo cual no se desarrolla en este trabajo porque resultaría
demasiado extenso. Queda para más adelante el profundizar en este sentido.
BIBLIOGRAFÍA
Busqued, Carlos. Magnetizado. Barcelona. Anagrama. 2018.
Díaz, Esther; Helen, Mario. “El conocimiento científico : hacia una visión crítica de la
ciencia”. Buenos Aires. Eudeba. 2000.
Lacan, Jacques:
Escritos, traducido por Tomás Segovia, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2002:
(1955-56) El Seminario, libro 3 “Las psicosis”, texto establecido por Jacques Alain
Miller. PAIDOS IBERICA, 2010.
(1972-73) El seminario, libro 20 “Aun”, texto establecido por Jacques Alain Miller.
PAIDOS IBERICA, 2009.
Freud, Sigmund:
Millas, Daniel:
(2015) “El psicoanálisis pensado desde la psicosis”. Buenos Aires, Grama. 2015
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(2019) “Clínica de la psicosis”. Clase teórica de maestría del Instituto de Altos
Estudios de la Universidad de San Martin, CABA. 2019, inédito.