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MODULO II: INVESTIGACIÓN DE CADÁVERES

CLASE 4: PATOLOGÍA FORENSE

La medicina legal y forense es la especialidad médica que reúne todos los


conocimientos de la medicina que son útiles para la administración de justicia. Esta
se puede clasificar en tres: clínica médico legal, patología y psiquiatría forenses.

1. PATOLOGÍA FORENSE

Se puede definir la Patología Forense como la "Anatomía Patológica de las


muertes súbitas insospechadas, de aquellas sospechosas y de las muertes violentas".
A través de esta, en las morgues judiciales, se examinan los cadáveres, se analizan
las circunstancias y los antecedentes del fallecimiento, se practican las necropsias y
se realizan todas las investigaciones complementarias necesarias para determinar la
causa de la muerte. A pesar de que la mayoría de las prácticas de la Patología
Forense se llevan a cabo en la morgue, el papel del patólogo forense no se limita al
examen de los cadáveres y a la interpretación de los resultados de los análisis
complementarios. También incluyen la participación de este en las diferentes fases
del proceso de investigación criminal, iniciando incluso desde la escena del crimen.

En relación con cualquier escena del crimen, la protección de su totalidad y


el cuerpo son de gran relevancia tanto como el traslado del cuerpo de una forma
aceptable dentro del campo médico. La investigación de una muerte involucra
también la documentación y fotografía de una escena no perturbada; colectar
evidencia física, intentar determinar el tiempo de fallecido, que de be hacerse de
manera oportuna en la escena; y determinar la ubicación pre mortem del cuerpo y
si se produjo algún movimiento post mortem de este. Algunos ejemplos de
observaciones que pueden hacerse en el cuerpo en la escena incluyen moretes sobre
el labio superior, evidencia de muerte por ahogamiento; ojos morados limitados a
los párpados, que implica una lesión desde el interior de la cabeza; o sangrado desde
el oído, que implica una fractura del cráneo basal.

Un paso crítico en la investigación de una muerte es la reconstrucción preliminar


de los eventos sucedidos relacionados con esta, por lo que cualquier detalle de esta
debe ser registrado. Patrones de salpicadura, colecta de muestras de sangre, marcas
de llantas o zapatos, colecta de huellas dactilares y localización y recuperación de
un arma homicida si lo hubiera. En casos de muertes por arma de fuego, casquillos
y proyectiles percutidos deben buscarse y documentarse su ubicación, así como
documentar la dirección de los patrones de salpicadura previo a mover el cuerpo.
De manera inicial puede ser difícil el inferir adecuadamente la fuente de las heridas

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en un cadáver, sin embargo la documentación fotográfica oportuna de estas puede


ser de mayor relevancia al momento de la reconstrucción de los hechos posterior.
Esto incluye la documentación de áreas donde las heridas no son aparentes, ya que
los resultados negativos también pueden ser significativos.

a. Necropsia

Esta se refiere al examen de un cuerpo luego de fallecido. Pueden haber de


dos tipos: una necropsia hospitalaria/clínica o una necropsia forense/medicolegal.
La primera se enfocará en los hallazgos realizados a los órganos internos y
condiciones médicas y su propósito es confirmar diagnósticos clínicos, la presencia
y extensión de una enfermedad y cualquier otra condición que fue pasado por alto
y la adecuación y resultado de la terapia; en contraste, la segunda tiene como
objetivo determinar la causa de muerta y contribuir a determinar la mantera de
muerte para ser utilizada en procesos legales. Usualmente hará énfasis en hallazgos
externos e internos que establezcan correlaciones significativas entre las lesiones
halladas y la escena del crimen.

Todos los pasos llevados a cabo durante la necropsia deben ser


cuidadosamente documentados y fotografiados. Esta debe incluir fecha, hora, lugar,
quien la realizó y quien la presenció. Fotografías de las lesiones deben ser con testigo
métrico y la localidad de cada una de ellas para correlacionar estas con el daño
interno hallado. Esta documentación es importante ya que, una vez el cuerpo ha
sido enterrado, no pueden realizarse más hallazgos.

i. Evidencia recuperada en la necropsia

Es posible que la búsqueda de videncia se extienda más allá de la escena del


crimen hacia la sala de necropsias donde está siendo evaluado un cadáver. En esta
el patólogo forense realiza un examen minucioso del mismo para establecer la causa
de muerte. Adicionalmente, de forma rutinaria, se retienen tejidos y órganos para
exámenes patológicos y toxicológicos. Al mismo tiempo pueden recuperarse indicios
adicionales durante la necropsia: ropa de la víctima, raspado debajo de las uñas o
fragmentos de uña, cabellos recuperados con un peine de zona púbica, hisopado
bucal con fines de identificación e hisopados vaginal, oral y anal en casos sexuales,
frotes de diversas áreas del cuerpo, residuos de fulminante en manos, etc. Estos

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indicios deben ser embalados correctamente como los indicios colectados en la


escena del crimen.

ii. Evaluación externa del cadáver

La necropsia forense se compone de una evaluación externa e interna del


cadáver. La evaluación externa es el primer paso e incluye una revisión general del
cuerpo y la vestimenta. Se buscan coincidir el daño obvio en la vestimenta con las
lesiones en el cuerpo. Se registran características generales de la persona como
sexo, altura, peso, edad aproximada, color de cabello y condición física. La
presencia de tatuajes, cicatrices, perforaciones y otras marcas también son
anotadas. Otro aspecto relevante es la correcta documentación de hallazgos
evidencia de una intervención médica, especialmente inserciones de tubo torácico y
punciones cardiacas de emergencia, ya que pueden ser malinterpretadas. Se evalúa
la presencia de vomito o sangre en nariz, boca y oídos únicamente sangre.
Usualmente, pueden colocarse bolsas de papel sobre las manos para protegerlas
hasta el momento de su evaluación, ya que pueden perderse indicios traza como
cabellos y fibras, los cuales pueden ser de relevancia para identificar al sospechoso.

La evaluación externa también consiste en la clasificación de las lesiones,


distinguiendo entre los diferentes tipos de heridas que existen. Entre los tipos de
lesiones a evaluar puede haber eritemas, excoriaciones, equimosis, hematomas,
heridas contusas o contundentes, fracturas y lesiones complejas como avulsiones,
aplastamientos, contusiones profundas y mordeduras. La evidencia de hemorragia
en los parpados, llamadas petequias, pueden indicar estrangulamiento. También se
debe prestar atención a los genitales, especialmente en casos de sospecha de abuso
sexual. Las heridas de arma de fuego producirán marcas características en la piel,
una combinación entre hollín y pólvora. La distribución y densidad de estas maracas
puede ayudar a determinar la distancia aproximada del disparo. La evaluación por
rayos X también puede ser de gran, especialmente en cas os de heridas de arma de
fuego o arma blanca, ya que aunque se recupere el arma homicida fuera del cuerpo,
fragmentos de estos pueden encontrarse todavía adentro. Estos estudios también
pueden ayudar a establecer la trayectoria de la herida. Otros hallazgos obtenidos a
través del análisis por rayos X son el historial de fracturas, lo cual puede ser
evidencia de abuso recurrente.

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iii. Evaluación interna del cadáver

La disección del cadáver usualmente implica la remoción de los órganos


internos a través de una incisión en forma de Y que inicia en los hombros y se
extiende hacia el hueso púbico. Esta evaluación consiste en el pesado, disección,
seccionamiento de cada órgano del cuerpo. En algunos casos cuando sea requerido,
se puede realizar una evaluación microscópica del tejido que puede ayudar a
determinar la causa de muerte. Por ejemplo el examen de pulmones e hígado puede
indicar abuso de drogas intravenosas. Para la evaluación del cráneo se realiza un
corte que va de oreja a oreja, pelar el cuero cabelludo y finalizar el corte para
remover el cerebro. Se debe prestar atención en la identificación de lesiones
preexistentes o malformaciones que pudieran contribuir a la muerte de la víctima.
Si se sospecha de envenenamiento se prestará atención adicional al sistema
digestivo. El estómago puede mostrar todavía porciones del veneno utilizado así
como la cantidad puede contribuir a la determinación de la manera de muerte, ya
que es típicamente inusual que una persona ingiera una gran cantidad de pastillas
de un medicamento de forma accidental. De igual forma, la extensión de la digestión
puede ayudar a determinar el tiempo de la muerte.

b. Determinación de la causa de muerte

El principal objetivo de la necropsia es determinar la causa de muerte. La


causa de muerte se refiere a la enfermedad, condición patológica, el trauma o la
combinación de los tres, que tienen como desenlace el fallecimiento de una persona.
La determinación más importante en una muerte violenta es aquella lesión que inicio
la cadena de eventos que tuvo como resultado la muerte de la persona. Sin embargo,
si la secuencia de eventos que dan lugar a la muerte es suficientemente prolongada,
el fallecido puede sufrir de otras condiciones médicas adversas provocadas por la
lesión inicial, y su muerte se daría como resultado de dichas condiciones. En este
caso, queda a criterio del patólogo forense determinar si la lesión original ocasionada
en la víctima fue la causa de muerte subyacente. Algunas de las causas de muerte
más comunes se discuten a continuación.

i. Lesión por trauma contundente


Una lesión por trauma contundente es causada por un objeto no afilado, por
ejemplo un bate o un martillo. Dichas lesiones pueden producir una abrasión o
raspado en el tejido. Si el tejido es aplastado por una fuerza contundente al punto

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que la piel se sobre estira, se formara una laceración que se caracteriza por el
desgarro y separación de la piel. Las laceraciones exhiben abrasiones alrededor de
la herida abierta, tejido de puente dentro de la herida abierta y tejido desgarrado o
alterado debajo de la piel que rodea la porción abierta de la herida. Un trauma
contundente también puede aplastar el tejido, lo que provocaría sangrado de
pequeños vasos sanguíneos rotos dentro y debajo de la piel, conocido como una
contusión o hematoma. Existe mucha discusión acerca de la determinación del
tiempo de origen de los hematomas con base en los cambios de color en el tiempo,
sin embargo dicha interpretación debe hacerse con cuidado y reserva. Algunos
hematomas ser harán visibles con el tiempo e incluso a veces no son visibles en el
exterior sino únicamente dentro del tejido blando. Una contusión puede a veces
mostrar el patrón del arma utilizada. Por ejemplo, si una persona usando un anillo
golpea a otra puede dejar marcado el patrón de este en la piel, lo mismo que la
marca de una huella de zapato si una persona pisa a otra de forma fuerte (Figura
1). Con el tiempo dichas marcas perderán su forma original y se darán cambios de
color. La forma externa de dichas lesiones no siempre coincidirá con las lesiones en
el interior del cuerpo. Esto es algo que un patólogo forense debe tener en cuenta al
momento de evaluarlas. En algunos casos un solo golpe a ciertas regiones del cuerpo
puede causar una muerte instantánea, con poco daño visible, como en el caso de
un golpe a la cabeza.

Figura 1 – Trauma contundente. Se observa un hematoma y como la marca dejada tiene


una forma que podría estar relacionada con el objeto de que la produjo.

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ii. Lesión por trauma cortante


Las lesiones por trauma cortante son producidas por herramientas con bordes
afilados, como cuchillos y similares. Dichas herramientas son capaces de producir
lesiones cortantes o punzantes. Una lesión cortante es formada cuando la herida
producida es más larga que profunda. Por otro lado, una lesión punzante es
producida cuando la herida es más profunda que larga (Figura 2).

Figura 2 – Trauma cortante (izquierda) y trauma punzante (derecha)

En este tipo de lesiones, el tejido no es aplastado o rasgado sino rebanado.


Una escena que involucra traumas cortantes o punzantes será especialmente
sangrienta y revoltosa, con sangre ubicada en diferentes lugares a lo largo de la
escena, información que puede proveer datos sobre la ubicación original de la
víctima y sus movimientos. En casos de heridas cortantes es importante examinar el
cuerpo en busca de heridas defensivas. Estas pueden ubicarse en antebrazos o
manos producidas cuando la víctima intenta pelear de vuelta o bloquear los ataques
(Figura 3). En algunos casos este tipo de heridas también pueden encontrarse en
las extremidades inferiores si la víctima las utilizó para defenderse con patadas. La
ausencia de este tipo de heridas puede inclinar al patólogo forense a determinar que
durante el ataque la víctima se encontraba inconsciente o inmovilizada de alguna
forma.

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Figura 3 - Heridas defensivas en antebrazos.

iii. Asfixia
La asfixia engloba una variedad de condiciones que involucran la interferencia
en la ingesta de oxígeno. Una de ellas se da en casos de incendios, donde la causa
principal de muerte es debido al monóxido de carbono. Este es un gas afín a la
hemoglobina, proteína encargada de transportar el oxígeno en la sangre. Al unirse
al monóxido de carbono, la hemoglobina ya no puede unirse al oxígeno y
transportarlo al resto del cuerpo, causando asfixia. Una vez fallecida, el monóxido
de carbono no se seguirá acumulando en el cuerpo, por los que los niveles
encontrados en el cadáver pueden utilizarse para determinar si el individuo estaba
respirando al momento del incendio. La presencia de hollín también es un indicador
que la víctima se encontraba viva al momento del incendio. Estas partículas se
encontrarán en las vías aéreas cuando la víctima inhalo el humo, especialmente en
la laringe y tráquea, e incluso en el sistema digestivo.

En el caso de ahorcamiento por suspensión, la principal causa de muerte será


el cese de flujo de sangre al cerebro. Las víctimas de este tipo de muerte presentarán
petequias en los párpados, así como una apariencia hinchada y una coloración azul
violeta en la cara. Las petequias son muy pequeñas y se producen por la sangre que
se escapa en los tejidos debido a la saturación de los capilares (Figura 4). Aunque
las petequias se ven en casos de ahorcamiento por suspensión, estas son más
comunes en casos de estrangulamiento. Adicionalmente, en estos casos el hueso
hioides y el cartílago tiroides se encuentran fracturados en estos casos. En los casos
de ahorcamiento, es de vital importancia documentar como se encontró el cuerpo y

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la posición de la soga utilizada, así como el tipo de nudo utilizado, ya que puede
proveer información sobre la participación de otra persona. Por esta razón el nudo
debe de preservarse, esto puede significar aflojar la soga para poder liberarla del
cadáver o cortarla en un punto alejado del nudo. En los casos de estrangulamiento
también pueden encontrarse heridas de defensa. Usualmente en el cuello pueden
observarse marcas dejadas por la misma víctima en un intento por liberarse, incluso
en casos de suicidio.

El ahogamiento también puede ocurrir debido a algún material que bloquea


la boca, nariz, y vías internas como una almohada, las manos, una mordaza. Este
tipo de muertes son homicidas usualmente, las muertes por ahogamiento accidental
de este tipo se dan usualmente en infantes o casos donde la víctima se encuentra
atrapad bajo una obstrucción.

Figura 4 – Petequias en los parpados y globos oculares producidas por muerte por
estrangulamiento

iv. Herida por arma de fuego


Cuando se evalúa una herida por arma de fuego, una de las características
más importante a analizar es la distancia estimada del disparo. La apariencia de la
herida provocada puede ser de ayuda en esta determinación, ya sea que el arma se
encontrara en contacto con el cuerpo de la víctima, a unos pocos centímetros o una
distancia mayor. El investigador puede comparar la distribución de los residuos de
pólvora alrededor de la herida con disparos de prueba a distintas distancias para
estimarlo. En disparos a mayor distancia, el suicidio no poco probable que fuera la

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manera de muerte, ya que no hay forma que la herida fuera autoinfligida. Presencia
de residuos de pólvora es un posible indicador de suicidio, pero no es la única
posibilidad. Por otro lado, evidencia de contacto entre el arma y el cuerpo de la
víctima al momento del disparo puede ser n indicador de que la muerte no fue
accidental. Durante la necropsia se determinará la trayectoria del proyectil dentro
del cuerpo. Esto mediante la observación de la herida desde el exterior, y siguiendo
su trayectoria a través del tejido y el punto donde finalizó. Adicionalmente se
recuperarán los proyectiles que estén presentes en este, cuidando de no dañar la
huella balística.

Una herida por arma de fuego no necesariamente puede ser la explicación de


porque la persona falleció. Una persona herida por arma de fuego puede
desangrarse en minutos o en un plazo de horas. En algunos casos una infección
puede contribuir a la causa de muerte, sobre todo en casos donde la herida es en el
área del abdomen; esta persona puede sobrevivir varios días y eventualmente
sucumbir ante la infección. En casos donde la persona es herida en la cabeza pero
sobrevive quedando en estado comatoso, es usual que se desarrolle neumonía.
Estos factores que intervienen son considerados contribuyentes a la causa de
muerte, pero esta prevalece como la causa que provocó la muerte.

v. Abuso de sustancias
El abuso de sustancias es una causa de muerte bastante común, por lo que
los patólogos forenses realizaran colecta de muestras para la detección de estas de
forma rutinaria en la mayoría de las investigaciones. Existen en la actualidad ensayos
de rutina para la mayoría de las sustancias comúnmente abusadas, y la tecnología
permite también detectarlas en niveles muy bajos. Estos factores han contribuido a
que estos análisis se hagan de forma más fácil y económica.

El abuso de sustancias puede causar la muerte directamente, o puede


provocar complicaciones que resulten en factores contribuyentes a la muerte. Una
persona que abusa de sustancias puede utilizarlas por años, acumulando efectos
perjudiciales para la salud a lo largo de este tiempo. Una muerte por esos efectos
es usualmente considerada como una muerte natural.

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c. Determinación de la manera de muerte

La manera de la muerte se refiere al concepto judicial y administrativo y su


determinación no es competencia únicamente del médico forense, ya que considera
todas las circunstancias que dieron como resultado la muerte obtenidas a partir de
toda la investigación. Esta se determinará dentro de cinco categorías: homicidio,
suicidio, accidental, natural e indeterminada. La descripción de estas se presenta en
el cuadro 1.

Cuadro 1 – Clasificación de la manera de muerte


Nombre Características
Homicidio Esta se define como una muerte no accidental como resultado de acciones
groseramente negligentes, temerarias o intencionales producidas por otra
persona. Esta puede ser causa de un proceso judicial para la persona
involucrada.
Suicidio Esta es el resultado de cuando un individuo toma su propia vida con la intención
de matarse. Par que se considere suicidio se debe demostrar que la persona
realizo este acto por su cuenta. Se consideran aspectos del historial de la
persona, aspectos psiquiátricos, notas de suicidio, etc. para su determinación.
En caso de armas de fuego existen ciertas ubicaciones para las heridas asociadas
con suicidio.
Accidental Para considerar una muerte accidental, no debe existir la intención de provocar
daño a través de negligencia grave por parte del perpetrador. Se debe considerar
que algunos homicidios pueden tratar de cubrirse como si fueran accidentes.
Natural Esta clasificación incluye muertes por enfermedades o abuso ambiental continuo,
como drogas, alcohol o exposición a sustancias tóxicas.
Indeterminada Cuando una muerte no puede ser clasificada dentro de las otras categorías se
establecerá como indeterminada. Esto sucede cuando el mecanismo que causó
la muerte no puede determinarse mediante hallazgos físicos durante la necropsia
u otros hallazgos significativos en exámenes microscópicos y toxicológicos.

d. Tanatocronodiagnóstico

Este se refiere al diagnóstico del momento de la muerte. El mismo puede


determinarse mediante el estudio de los fenómenos cadavéricos, y el aspecto
morfológico de las lesiones traumáticas, así como testimonios y aportes de testigos.

i. Algor mortis
Este se refiere a la pérdida progresiva del calor corporal, por la ausencia del
metabolismo celular normal o fisiológico basal. Esta se produce cuando el cuerpo

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trata de alcanzar un equilibrio entre la temperatura corporal con el medio ambiente.


Esta puede ser de utilidad para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.
En la escena, lo primero que se debe hacer es tratar de establecer la temperatura
ambiental al momento de la muerte, registrando la temperatura ambiental y la
temperatura del cuerpo. A 21º o 22º grados centígrados el cuerpo pierde calor a
una taza de 0.5 a 1º centígrado por hora hasta alcanzar la temperatura ambiente.
Sin embargo, la celeridad de enfriamiento no es uniforme ni simultánea en todo el
cuerpo, y también varía en función de factores internos y ambientales. Por lo tanto,
es imposible determinar tiempo transcurrido de muerte solo con la medición de la
temperatura del cadáver y puede servir como aproximación.

ii. Livor mortis


Cuando el corazón deja de latir, la sangre se acomodará en áreas del cuerpo
más cercanas al suelo. Esto provocará áreas color rojizo oscuro producidas en el
cuerpo debido a acumulación pasiva de sangre conocidas como hipostasis. La
aparición de estas inicia alrededor de los 20 minutos a 3 horas y continua hasta
incluso 16 horas después, cuando estas se fijan. Al inicio, las hipostasis son
incipientes y desaparecen al a digitopresión. Con el pasar del tiempo, las hipostasis
se fijan iniciando en las áreas más bajas y progresando hacia otras áreas, hasta que
ya se encuentran fijas. La taza en la que estas se fijen también dependerá de la
temperatura ambiental, por lo que debe tomarse en cuenta. Por otro lado, las
livideces son áreas del cuerpo en contacto con superficie dura por lo que se ven
descoloridas, información que puede ser de utilidad para determinar si el cuerpo ha
sido movido de su posición original (Figura 5). Si hay pérdida de sangre, las
hipostasis pueden ser muy tenues o no aparecer. En casos de asfixia o fallo cardiaco,
las hipostasis tendrán una coloración morada.

Figura 5 – Hipostasis y livideces que


muestran que el cuerpo ha sido movido de
suposición original

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iii. Rigor mortis


Esta se refiere al endurecimiento musculo-articular corporal, que se produce
debido a cambios químicos en las fibras musculares. Esta condición evoluciona
durante las primeras 24 horas de fallecido, iniciando en los músculos pequeños (cara
y manos), pasando a los miembros superiores y por último en todo el cuerpo, y
desaparecerá alrededor de las 36 horas. La rigidez puede ser generalizada o
localizada e indicar la posición en la cual quedó el cuerpo al momento de la muerte.
El tiempo que tarda en producirse depende de varios factores, como ambientes muy
cálidos pueden acelerar el proceso. También puede producirse el espasmo
cadavérico: Fenómeno que ocurre de forma casi instantánea después de una muerte
traumática en medio de intensa actividad física o emocional. Adicionalmente,
individuos que tengan menor masa muscular pueden no desarrollarla
completamente, como en el caso de niños, ancianos o personas obesas.

iv. Niveles de potasio en los ojos


Otra forma de estimar el tiempo es mediante la medición de los niveles de
potasio en el humor vitreo del ojo. Para esto se toma una muestra de uno de los
ojos y al termino de 1 o 2 horas se toma una muestra del otro ojo. Luego de la
muerte, las células en la superficie interna del ojo liberan potasio en el fluido ocular,
por lo que al hacer mediciones de estas dos muestras puede establecerse la tasa en
la cual este es liberado y usar esto para obtener un aproximado del tiempo de
muerte. Esta tasa también depende de la temperatura ambiente.

v. Descomposición
Una vez inician los fenómenos cadavéricos avanzados de descomposición, los
métodos anteriormente mencionados ya no son de utilidad. Luego de la muerte, se
dan dos procesos de descomposición: autólisis y putrefacción. La autólisis se refiere
a la destrucción de las células y tejidos como consecuencia de la actividad enzimática
anárquica que sucede a continuación de la muerte, al no haber más mecanismos de
control celular. Este fenómeno es evidente en las vísceras ricas en enzimas, como el
páncreas, la vesícula biliar y la mucosa del estómago. La putrefacción es el principal
factor de descomposición de los cadáveres. Se trata de un proceso destructivo de
los tejidos que cambian de estructuras sólidas a fluidos y gas consecuencia de las
bacterias. Esta va acompañada de hinchazón, descoloración y mal olor. Debido a
este fenómeno, en los cuerpos putrefactos, se altera la morfología de las heridas y
las lesiones. La putrefacción inicia en el abdomen con una coloración verde, luego
en la cara con una coloración verde oscura o morada. La piel se empieza a ampollar

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y luego se pela. Durante la descomposición, se puede producir adipocera. Este


fenómeno se da cuando la grasa del cuerpo se transforma en ácidos grasos y
glicerina, y por lo tanto las partes grasas toman aspecto ceroso. Es un fenómeno
que se da en personas con más tejido adiposo y en lugares húmedos, como
estanques, ríos, etc. y tarda alrededor de 3 meses en desarrollarse.

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