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¡EL VIOLADOR ERES TU!

Durante muchos años Colombia ha venido presentando una problemática que no es ajena
para ninguna persona en nuestra sociedad, pues bien, observando el compartimiento de esta
temática se deduce su importancia “entre enero y febrero de 2018 iban 1.080 asesinatos de
mujeres, 12 más que en el mismo periodo del año 2017. En presuntos abusos sexuales, el
incremento marca el 9,5%” (SEMANA, 2019), por otra parte, “durante el primer trimestre del
año 2019 se presentaron 29.144 casos por feminicidios y tentativas de feminicidios”
(INMLCF, 2019). Cifras alarmantes que justifican el impacto de esta producción textual cuyo
eje será la violencia contra la mujer. De este modo ¿existe alguna razón que justifique un
crimen de inhumanidad como este?, ¿cuántas vidas deben ser en realidad lo suficiente para
tomar cartas en el asunto?, preguntas de este tipo nos hace tomar consciencia del tema, ¡el
silencio no debe hurtar una vida más!

La violación contra la mujer se conoce como todo acto que causa un efecto dañino por su
condición de ser mujer, perjudicando de este modo algún aspecto físico, psicológico,
financiero o sexual; estos tipos de transgresiones se dan en diversos contextos sociales,
laborales, familiares, amorosos, y demás. Estadísticas demuestran una cifra bastante
alarmante precisada en el año 2019 donde la mayor parte de este porcentaje lo representa la
violencia de pareja, este tipo de violencia lleva consigo sometimiento, maltrato físico y verbal,
concluyendo a un fin devastador, es lo que expresan algunos casos en el Valle del Cauca
“mujer de 34 años y madre de cuatro hijos. Fue reportada como desaparecida el 22 de mayo
del año pasado y su cadáver fue hallado en el río Cauca cerca de La Palestina. El agresor es
expareja de la víctima, condenado a una pena en prisión de 35 años por este feminicidio.” (El
Tiempo, 2019).

De este modo, es importante identificar patrones comportamentales del agresor, para ello se
deducen así: su actuar es consecuente de una mente distorsionada e irracional, observa las
cosas desde un punto de vista diferente a los demás, suele disfrazar su personalidad
demostrando empatía en público, percepciones propias de su pareja, agresión verbal con
ánimo de ofensa, pretende limitar su vestimenta y circulo social, acceso violento a
sexualidad, subestimar su capacidad intelectual, ejercer control sobre sus finanzas, no
reconocer de forma autónoma actitudes agresivas.
La mente de un transgresor, desde el criterio científico basado en algunas investigaciones
realizadas muestra que existen dos factores que lo fundamentan, desde el punto de vista
biológico y entorno, este primer factor sustenta que “en su cerebro tienen más pequeña y
menos activa la corteza prefrontal, es la parte implicada en el razonamiento y el control
emocional. Los individuos con esas alteraciones pueden perder la capacidad de frenar sus
impulsos agresivos y también la de imaginar las consecuencias de comportarse
violentamente, a su vez, pueden fallar las sustancias químicas de las que depende el
funcionamiento del cerebro. Entre las muchas implicadas en la agresividad y la violencia,
destaca la serotonina, una sustancia que suelen poseer menos las personas con este tipo de
comportamiento” (Adrián Rain, 2015). Por otro lado, la teoría del factor entorno expresa que
el contexto educativo puede influir en emplear este tipo de conducta, aunque no todos los
casos demuestran que crecer en un ambiente sano o no, garantice que tipo de persona será
en un futuro, es la voluntad y esencia propia del individuo.

A causa de esta transgresión, en la victima puede generar secuelas a largo plazo como: el
trastorno por estrés postraumático, depresión, tristeza, desesperanza y altibajos. Lo cual le
impide realizar sus actividades con normalidad, así mismo, la ansiedad que conlleva a sentir
temor intenso, entre otros efectos incluye aislarse de cualquier contexto social, no confiar en
los demás, tener baja autoestima y un uso excesivo de sustancias alucinógenas en otros
casos.

La ley 1257 de 2008 busca trazar una política para prevenir y radicar la violencia contra la
mujer, sanciona cualquier forma o acto violento, según testimonios abarcan que los puntos
en esta ley están quedándose en papel, por este motivo le concierne al estado como parte de
la sociedad no normalizar más este daño irreversible en la mujer, proporcionar el valor que
merece cada vida perdida en consecuente por la ausencia de medidas preventivas y
correctivas “la ley no está presentando resultados efectivos”, es lo que expresan allegados a
las víctimas, pues bien, en lugar de disminuir esta cifra de casos por violencia de genero ha
incrementado de manera significativa.

No existe nada absolutamente nada que justifique la violencia, acoso o violencia físico verbal
en referencia a esto, hoy día la impunidad pide justicia, por lo tanto, su identidad debe dejar
de ser un anónimo y la mujer un blanco menos de sus actos criminales, así mismo, ser mujer
no es sinónimo de dolor, humillación y denigración, la ley y la sociedad en general debe
encargarse de no pasar por alto este hecho, se requiere de forma radical proteger los
derechos de la mujer, proveer seguridad que tanto necesita para tomar valentía y fortaleza
aquella mujer.

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