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POSICIÓN DE GARANTE Septiembre de


2018

CONTENIDO
I. MARCO JURÍDICO.......................................................................................................................3
II. EL TIPO OMISIVO DOLOSO.........................................................................................................3
III. LA POSICIÓN DE GARANTE.....................................................................................................4
IV. POSICIÓN DE GARANTE EN IMPUTACIÓN OBJETIVA..............................................................5
V. LA POSICIÓN DE GARANTE DEL PROFESIONAL DE LA SALUD.....................................................6
VI. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL ERROR DE DIAGNÓSTICO....................................7
VII. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DE LA MEDICACIÓN Y OTROS CASOS EN QUE LA
POSICIÓN DE GARANTÍA SURGE DE LA INJERENCIA...........................................................................8
VIII. POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL CIUDADO DEL PACIENTE..........................................8
La Obligación de seguridad de clínicas y hospitales.......................................................................8
IX. CASOS JURISPRUDENCIALES...................................................................................................9
X. BIBLIOGRAFIA...........................................................................................................................12

I. MARCO JURÍDICO

El marco jurídico de la figura llamada posición de garante en derecho penal se encuentra


plasmado en el artículo 25 de la Ley 599 de 2000, el cual establece lo siguiente:
ARTICULO 25. ACCION Y OMISION. La conducta punible puede ser realizada por
acción o por omisión.

Quien tuviere el deber jurídico de impedir un resultado perteneciente a una descripción


típica y no lo llevare a cabo, estando en posibilidad de hacerlo, quedará sujeto a la pena
contemplada en la respectiva norma penal. A tal efecto, se requiere que el agente tenga a
su cargo la protección en concreto del bien jurídico protegido, o que se le haya
encomendado como garante la vigilancia de una determinada fuente de riesgo, conforme
a la Constitución o a la ley.

Son constitutivas de posiciones de garantía las siguientes situaciones:

1. Cuando se asuma voluntariamente la protección real de una persona o de una fuente


de riesgo, dentro del propio ámbito de dominio.

2. Cuando exista una estrecha comunidad de vida entre personas.

3. Cuando se emprenda la realización de una actividad riesgosa por varias personas.

4. Cuando se haya creado precedentemente una situación antijurídica de riesgo próximo


para el bien jurídico correspondiente.

PARAGRAFO. Los numerales 1, 2, 3 y 4 sólo se tendrán en cuenta en relación con las


conductas punibles delictuales que atenten contra la vida e integridad personal, la libertad
individual, y la libertad y formación sexuales.

II. EL TIPO OMISIVO DOLOSO

También las conductas típicas pueden ser dolosas e imprudentes. En las omisivas la
tipicidad surge de la diferencia entre el actuar realizado y el vertido en el dispositivo legal
respectivo; a diferencia de la comisión dolosa, la norma antepuesta al tipo activo es
prohibitiva, mientras que detrás del omisivo subyace una de carácter imperativo.

La omisión es la no producción de la finalidad potencial (posible) de un hombre ante una


determinada acción. Solo aquello que está subordinada al poder final del hecho (dominio
del hecho) de una persona puede ser omitida, por ello para apoyarse en una hipótesis de
la vida real, los habitantes de Medellín no puede “omitir” la salvación de un niño que se
ahoga en las playas de Santa Marta, aunque sí puede hacerlo el profesor de natación
que presencia el hecho a poco metros.

Lo anterior explica, por qué solo se puede hablar de una causalidad y de una finalidad
posible, a diferencia de la acción en la que ambas notas son actuales, aunque las dos se
identifican por la nota común de la relevancia social, de la socialidad. [ CITATION Fer10 \l
9226 ]
III. LA POSICIÓN DE GARANTE

La llamada teoría de las funciones afirma que la posición de garante se deriva de dos
tipos de situaciones: en primera instancia, cuando la persona tiene el deber de proteger
las bienes jurídicos de los riesgos que puedan afectarlos (artículo 25, inciso 3, primera
parte), como acontece en los siguientes tres casos:

En primer lugar, en los deberes de protección surgidos de relaciones familiares o de


ámbitos de convivencia (el padre en relación con el niño, el hijo en relación con el padre
anciano, la esposa en relación con el esposo, etc.).

En segundo lugar, por la comunidad de riesgo, que surge de la participación voluntaria,


concertada con antelación -lo cual significa que no se genera esta especie de posición de
garante cuando se trata de una comunidad casual: los dos náufragos que sobreviven, o
los concurrentes a una discoteca incendiada-, en actividades peligrosas en las que
intervienen personas tácitamente obligadas a ayudarse en forma mutua (los grupos de
excursionistas o paseantes, el guía que conduce a varios turistas, etc.).

Y, en tercer lugar los casos de asunción voluntaria de una función de protección de


determinados bienes jurídicos, sea que medie o no un contrato (el profesor de natación en
relación con el pupilo, la enfermera obligada a cuidar el paciente, el salvavidas en relación
con la personas que se ahoga, o la niñera encargada de cuidar a la criatura de brazos,
etc.).

En segunda instancia, cuando la persona tiene el deber de proteger determinadas fuentes


de riesgo (artículo 25, inciso 3, parte segunda), como sucede también en las siguientes
tres situaciones:

En primer lugar, con los deberes surgidos de comportamientos precedentes suyos o


injerencia (aquel que mediante violencia embriaga a otro tiene la obligación de protegerlo,
el que al conducir de forma incorrecta atropella al peatón tiene el deber de asistirlo, etc.).

En segundo lugar, con las obligaciones surgidas de los riesgos creados por otras
personas que se encuentran dentro del ámbito de influencia de quien omite (los
servidores públicos en relación con sus subordinados, el padre con respecto a los hechos
dañosos del hijo menor; el director del colegio en relación con los comportamientos
contrarios a la ley penal en que puedan incurrir los estudiantes dentro del establecimiento;
el director de la prisión con respecto a los actos delictivos cometidos por los detenidos,
etc.).

Y, en tercer lugar, los deberes de garante surgidos del control de fuentes de riesgo que
operan en el propio ámbito de dominio del agente (el controlador aéreo, el cuidador de
una planta de energía atómica o de sustancias radioactivas, el conductor encargado de
transportar sustancias químicas peligrosas, el jefe de seguridad de la empresa obligado a
mantener las máquinas en perfecto estado de funcionamiento para evitar accidentes de
trabajo, el dueño del animal fiero, etc.).
A las anteriores hipótesis generadoras de las posiciones de garantía hace referencia, de
manera expresa, el articulo 25, inciso 4: “son constitutivas de posiciones de garantía las
siguientes situaciones: 1. Cuando se asuma voluntariamente la protección real de una
persona o de una fuente de riesgo, dentro del propio ámbito de dominio. 2. Cuando exista
una estrecha comunidad de vida entre personas. 3. Cuando se emprenda la realización
de una actividad riesgosa por varias personas. 4. Cuando se haya creado
precedentemente una situación antijurídica de riesgo próximo para el bien jurídico
correspondiente.”

Igualmente, debe precisarse que no toda posición de garante genera la realización del
tipo de omisión impropia, pues es indispensable que el agente no realice la acción de
salvamento ordenada en la ley en el caso concreto, esto es, aquella de la que se
desprende ese preciso deber jurídico; en otras palabras: la omisión impropia no se funda
en la no realización de cualquier acción que hubiera podido evitar el resultado, sino en la
omisión de aquella que con certeza o seguridad estaba en capacidad de impedirlo en el
caso particular.

IV. POSICIÓN DE GARANTE EN IMPUTACIÓN OBJETIVA

La posición de garante, como primera elemento de la imputación objetiva, surge de la


competencia por organización o de la competencia institucional. En estos ámbitos, tratase
de acción o de omisión, surgen las diferencias en la estructura del delito, pues en la vida
en sociedad encontramos roles generales y roles especiales en que la persona no es
individualmente considerada sino que se trata dentro de un concepto normativo, de un
ámbito de organización que tiene bajo su dominio objetos, cosas, animales e inclusive
otras personas con las que construye su mundo.

Si el sujeto tiene posición de garante, se debe examinar el segundo elementos de la


imputación objetiva, es decir, verificar si ese garante a creado un riesgo jurídicamente
desaprobado que se integra, por los criterios de riesgo permitido, principio de confianza y
prohibición de regreso y acciones a propio riesgo1.

Una sociedad de riesgo2 como la nuestra se acepta que se pongan en peligro, dentro de
ciertos limite que señala la sociedad o el apoderamiento jurídico, lo que significa que si se
actúa dentro de dichos marcos o parámetros se está obrando dentro de ciertos límites que
señala la sociedad o el ordenamiento jurídico, los bienes jurídicos, lo que significa que se
si actúa dentro de dichos marcos o parámetros se está obrando dentro de un riesgo
permitido y el comportamiento, entonces, no le es imputable, así se cause un daño. Los
criterios para demostrar la legitimidad de dichos riesgos son: i) La utilidad social. ii) La
necesidad social y iii) La costumbre o adecuación social.[ CITATION Gus10 \l 9226 ]

1
Cancio Meliá Manuel. “Aproximación a la teoría de la imputación objetiva” en Derecho Penal y Sociedad”,
Estudio sobre las obras de Gunther Jakobs y Claus Roxin y sobre las estructuras modernas de imputación,
Tomo 1. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2007, P 229 y ss.
2
Jakobs Gunther. “la imputación ojetiva, especialmente en el ámbito de las instituciones jurídico penales del
“riesgo permitido”, “la prohibición de regreso” y “el principio de confianza” en “estudios de derecho penal”,
trad y estudio preliminar de Peñaranda Ramos, Suarez Gonzalez y Cancio Meliá. Editorial Civitas, Madrid,
1997, P 213.
V. LA POSICIÓN DE GARANTE DEL PROFESIONAL DE LA
SALUD

Para determinar si estamos frente a una omisión de socorro propia – omisión de socorro-
o si estamos frente a una omisión impropia – homicidio por omisión- es necesario
determinar si el profesional de la salud ostenta la calidad de posición de garante.
Para lo anterior, es necesario determinar la fuente de la posición de garante para lo cual
encontramos dos tesis, una, respetuosa de principio de legalidad como lo es la teoría de
las fuentes formales, y otra, que revisa cada caso concreto, denominada la teoría de las
fuentes materiales.
Para la teoría de la fuentes formales, recordamos, la fuente de la posición de garante es
la Ley, por lo que, en el caso en concreto, el fundamento de la posición de garantía del
profesional de la salud, se desprende de la Ley, en el caso colombiano, la Ley de Ética
Médica, que establece en su artículo segundo el denominado juramento hipocrático, en
virtud del cual el médico debe siempre prestar el auxilio necesario para prevenir, tratar y
curar las enfermedades. Las otras fuentes de la posición de garante para esta teoría
serian, el contrato – que es Ley para las partes- y el actuar precedente peligroso.
Si aplicamos esta teoría en casos donde una persona se encuentre en situación de
peligro o de muerte y un médico se encuentra cerca al tanto de la situación y omite
brindarle auxilio, cometería una omisión impropia y le seria imputable el delito de
homicidio por omisión.
Esta tesis fue superada por cuando genera soluciones incorrectas, pues sostener esta
teoría, en la que el médico es garante por su profesión, implicaría una carga adicional
para él que no opera para los demás ciudadanos, generando un desconocimiento del
principio de igualdad en la cargas públicas, ya que el médico por el solo hecho de serlo no
tendría derecho a una vida privada, fuera de su profesión, razón por la cual es inaplicable.
Por el contrario, la tesis de fuentes materiales, sostiene que la posición de garante ya no
es estática, no se desprende del texto de la ley, sino que debe revisarse caso a caso la
situación en concreto para determinar si se asume o no la posición de garantía.
De acuerdo con esta tesis, la posición de garante del profesional de la salud se desprende
de la asunción voluntaria del tratamiento del paciente, en concreto, cuando se inicia con el
diagnóstico. Mientras no se asuma el tratamiento del paciente, el médico no asume la
posición de garante por lo que debe tratarse como cualquier otro ciudadano, y en el caso
en concreto, deberá responder por una omisión propia, a saber, un delito de omisión de
socorro.
En conclusión, las fuentes de la posición de garante del profesional de la salud serian la
asunción voluntaria, la injerencia, y eventualmente el deber de control sobre fuentes de
peligro o personas.
VI. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL ERROR DE
DIAGNÓSTICO

El diagnóstico Supone el primer momento del acto médico, en el que el profesional de la


salud aplica todos sus conocimientos y emplea los avances científicos disponibles para
encontrar la situación actual del paciente y definir la terapia a aplicar. Es el momento que
antecede a la intervención directa en la humanidad del paciente por parte del médico
tratante, y termina con la toma del consentimiento informado para proceder con la terapia
propiamente dicha. Puede suceder que el médico cometa un error en el diagnóstico, a
partir del cual se desprendan consecuencias lesivas para la humanidad del paciente o de
un tercero.
Si bien el error en el diagnostico por sí mismo – es decir, si no hay tratamiento ulterior, ni
consecuencias nocivas para el paciente generadas del no tratamiento- no genera ni
responsabilidad civil ni penal, es claro que cuando, a partir del mismo, se produce un
resultado lesivo para el paciente, se genera posición de garante en el profesional de la
salud, por lo que éste será responsable en comisión por omisión de los resultados
causados al paciente por su error-
La jurisprudencia Colombiana ha señalado que el error de diagnóstico no es en sí mismo
generador de responsabilidad, pues estamos frente a una ciencia inexacta en la que las
señales que envía el paciente pueden ser interpretadas de diferentes maneras, lo que se
reprocha al profesional de la salud es el no haber dispuesto todos los elementos
necesarios para asegurar un diagnostico lo más cercano a la realidad del paciente.
Así, el error en el diagnostico generará posición de garantía y responsabilidad
administrativa, civil y disciplinaria en el evento en el que médico, por ejemplo, se abstenga
de realizar los exámenes necesarios para establecer la situación del paciente. 3 En el
evento en que sea directamente el profesional de la salud quien por su propia iniciativa
omita la práctica de los exámenes necesarios para establecer, aclarar o modificar el
diagnostico, será él el responsable desde lo civil y asumirá la posición de garantía para
efectos de determinar una eventual responsabilidad penal. Por el contrario, en los casos
en que la decisión de no aplicar los exámenes diagnósticos provenga de una política
institucional, será la respectiva institución quien deba asumir las consecuencias jurídicas
de su actuar.
No obstante, la sola infracción del deber de practicar los exámenes no implica per sé la
imputación del resultado, siendo necesario determinar la relación de riesgo. En aquellos
casos en que haya omisión de práctica de exámenes o aclaratorios del diagnóstico, será
necesario determinar, mediante prueba pericial, el que estos exámenes hubieran
permitido aclarar el diagnóstico o que el mismo hubiese sido acertado, de lo contrario, la
falta médica tendrá implicaciones exclusivamente disciplinarias para el profesional de la
salud.4

3
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia del 13 de septiembre de 2002, se trata de un caso en el
que un médico, a pesar de que la radiografía demostraba de manera fehaciente la urgente necesidad de
hospitalización del paciente, diagnosticó lesión ortopédica colocando bota alta de yeso y ordenando reposo,
tratamiento desacertado que degeneró en gangrena y posterior amputación del miembro inferior izquierdo.
4
Véase numeral 1 artículo 34 de la Ley 734 de 2002 y articulo 10 Ley 23 de1981.
La fuente de la posición de garantía en este caso ya no será la asunción voluntaria del
tratamiento, sino que será la injerencia, esto es, el actuar precedente peligroso.

VII. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DE LA


MEDICACIÓN Y OTROS CASOS EN QUE LA POSICIÓN DE
GARANTÍA SURGE DE LA INJERENCIA

En desarrollo del tratamiento es frecuente que se requiera la medicación para aliviar la


situación del paciente. Si bien suele suceder que los resultados pretendidos por el
profesional de la salud con la medicación se alcance, puede suceder así mismo no sólo
que ello no suceda – no se obtienen los resultados deseados- sino que también pueden
presentarse resultados lesivos para la integridad del paciente como consecuencia de la
medicación, en estos caso puede surgir
responsabilidad por la vía de la omisión.
Igualmente, por la vía de la injerencia entendemos que el anestesista asume la posición
de garante en los eventos en los que este abandone en la sala de la cirugía al paciente,
en tanto que entendemos que ese abandono, supone la posibilidad de la expansión del
foco de peligro, en ese caso, la salud del paciente. Es por ello que consideramos que, en
el evento en que de ese abandono siga una lesión para la salud de la persona, el
resultado le será imputable al anestesiólogo, como encargado de la misma.

VIII. POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL CIUDADO DEL


PACIENTE

La Obligación de seguridad de clínicas y hospitales

La jurisprudencia colombiana ha señalado que, junto a otras, una de las obligaciones de


clínicas y hospitales en nuestro medio es la obligación de seguridad, en virtud de la cual
estas entidades tienen el deber de evitar que al interior de la institución se presenten
lesiones al paciente, causadas por cosas, terceros, o, incluso, por ellos mismos.
En desarrollo de esta obligación de seguridad, en Colombia se señala que, en el caso de
pacientes con traumas craneoencefálicos, es obligación del personal sanitario tener en
cuenta que, en la medida en que su situación hace que cuenten con alteraciones
psicomotoras, el riesgo de que sufran caídas en el interior del centro asistencial es mayor
que frente a otros pacientes, por lo que deben tomar las medidas tales como la sedación-
que corresponde al personal de enfermería- para evitar que se produzca este tipo de
situaciones agravando la situación del paciente.5
En Colombia la jurisprudencia del Consejo de Estado se ha ocupado en sendas ocasiones
respecto a los eventos en los que los pacientes psiquiátricos, estando internados en

5
Sentencia del 11 de abril de 2002 Consejo de Estado.
instituciones psiquiátricas, se quitan la vida. Al respecto ha señalado el Alto Tribunal lo
siguiente:

 No es posible argüir como argumento defensivo la libre autodeterminación de


estos pacientes como causal de exoneración de responsabilidad enmarcada en el
hecho exclusivo y determinante de la víctima.6
 En el caso de enfermos mentales, no basta con la sola obligación de seguridad,
sino que es obligación de las clínicas y hospitales el evitar que el paciente pueda
hacer daño a terceros o causarle daño a sí mismo.
 En aquellos eventos en que el suicidio surja como una posibilidad, es obligación
del centro asistencial tomar las medidas del caso para evitar que este se
produzca, de lo contrario habrá responsabilidad desde lo civil o administrativo.7
 En aquellos eventos en que el suicidio sea previsible, el personal de la institución,
para evitar que ello suceda, deberá tomar medidas.
Es claro entonces que la posición de garante derivada de la necesidad del cuidado de
fuentes de peligro, nos permite explicar la posición de garantía para el personal médico
sanitario derivada de la obligación de seguridad, de manera que, en aquellos eventos de
suicidio de un paciente habrá responsabilidad por omisión de los encargados de su
cuidado. Lo mismo ocurrirá cuando al paciente se le ocasione daños en su vida o
integridad personal por parte de otros pacientes, o cuando sufran caídas al interior del
centro hospitalario.
La posición de garante que surge en estos eventos derivada del control de fuentes de
peligro debe aplicarse igualmente cuando el daño a la vida o integridad del paciente sea
causado por instrumental presente en los hospitales.[ CITATION Fra10 \l 9226 ]

IX. CASOS JURISPRUDENCIALES

1. Consejo De Estado Sala de lo Contencioso Administrativo Sección Tercera


Consejero Ponente: Alier Eduardo Hernández Enríquez. Santa Fe de Bogotá,
D. C., diez (10) de febrero de dos mil (2000) Radicación número: 11878.

HECHOS

Un menor fue llevado por sus padres Bienestar Universitario de la UIS por dolor
abdominal y fue diagnosticado con “dispepsia inflatulecia (sic) que se coligó con una
parasitosis...” y recetó “antiparasitarios y enzimas digestivas”. Días después el paciente
acude reiteradamente al mismo lugar por el mismo dolor abdominal, vómito y friebre, y le
recetaron Buscapina ampollas y Placil.

Varios días después el paciente luego de tanta insistencia por parte de los familiares del
paciente al ver su estado agónico ingresó a la citada clínica, se le practicaron los
exámenes de laboratorio de rigor. En las horas de la tarde, fue intervenido por un médico
de la Clinica, quien le practicó inmediatamente una endoscopia (laparoscopia) y descubrió
que el paciente tenía una peritonitis de bastantes días de evolución. Indemeitamente fue
6
Sentencia del 30 de noviembre de 2000.
7
Sentencia del 11 de abril de 2002.
lelvado a cirugía porque presentaba una “PERITONITIS GENERALIZADA, con abundante
material purulento, PILEFLEBITIS CON COMPROMISO HEPÁTICO Y SIGNOS DE
SEPTISEMIA (sic)”. Falleció a las 2:45 a.m. del 2 de octubre de 1991.

CONSIDERACICONES DE LA SALA

“La muerte se produjo, sin duda, debido a la falta de tratamiento oportuno de la patología
presentada, lo que, a su vez, tuvo por causa el no esclarecimiento a tiempo del
diagnóstico. La Sala encuentra acreditada la responsabilidad de la Universidad Industrial
de Santander en el presente caso. En efecto, está demostrado que esta institución no
utilizó debidamente todos los medios que estaban a su alcance para esclarecer el
diagnóstico de Javier Durán Gómez, lo que, a su vez, impidió realizar oportunamente el
tratamiento indicado, hecho que ocasionó la muerte del joven estudiante. Si bien está
probado que Javier Durán acudió al servicio médico de la Universidad Industrial de
Santander dos días después del inicio del dolor, es claro, de acuerdo con lo expresado
por los peritos en el informe citado, que en el momento en que fue evaluado por primera
vez en la universidad, pudo haberse hecho un diagnóstico acertado y, por lo tanto,
ordenarse oportunamente el tratamiento quirúrgico. En el Hospital Universitario Ramón
González Valencia no se realizaron todos los procedimientos recomendados por la
ciencia médica para diagnosticar, a tiempo, la enfermedad sufrida por Javier Durán
Gómez. Encuentra la Sala acreditada la responsabilidad del Hospital Universitario Ramón
González Valencia y la Universidad Industrial de Santander por los perjuicios morales
causados a los padres de Javier Durán Gómez y a sus hermanos Reynaldo, Hernán y
Esther Yolima. Por otra parte, puede decirse que resulta relativamente fácil juzgar la
conducta médica ex post, ya que no es difícil encontrar, en la mayor parte de los casos,
los signos que indicaban el diagnóstico correcto. Por esta razón, el fallador no debe
perder de vista que, al momento de evaluar al paciente, el médico está ante un juicio
incierto, ya que la actividad de la medicina no puede asimilarse a una operación
matemática. Al respecto, el profesor Ataz López previene sobre la imposibilidad de
imponer a los médicos el deber de acertar. Así las cosas, lo que debe evaluarse, en cada
caso, es si se utilizaron todos los recursos, esto es, si se practicaron los procedimientos
adecuados para llegar a un diagnóstico acertado, lo que obliga, en no pocos eventos, a
distinguir entre la responsabilidad de los médicos y la de las instituciones prestadoras del
servicio de salud, dada la carencia o insuficiencia de elementos para atender
debidamente al paciente. Al médico no le es cuestionable el error en sí
mismo, sino el comportamiento inexcusable que lo llevó a cometerlo. El error que exime
de responsabilidad no ha de ser una anomalía en la conducta, sino una equivocación en
el juicio, por lo que se hace necesario investigar si el galeno adoptó todas las previsiones
aconsejadas por la ciencia para elaborar el diagnóstico.”
2. Corte Suprema De Justicia Sala De Casación Civil Magistrado. Ponente:
Nicolás Bechara Simancas Bogotá, D. C., trece (13) de septiembre de dos mil
dos (2002). Ref.: Exp. No. 6199.

HECHOS
En demanda presentada el 13 de septiembre de 1991, el actor solicitó declarar al
demandado como civilmente responsable de los perjuicios que ocasionó en el curso de
atención médica que produjo una gangrena y pérdida de su pierna izquierda al paciente
Fabián Alberto Araque Zuta, y condenarlo, en consecuencia, al pago de perjuicios
materiales y morales, los primeros estimados en $51’800.000 y los segundos en el
equivalente a un mil gramos oro.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
“Ciertamente el demandado responsabilizó al padre del paciente de no haberlo querido
hospitalizar de forma inmediata como él lo ordenó desde la primera consulta, por
pretender llevarlo a tratamiento médico a la ciudad de Bucaramanga. Sin embargo, según
se vio, esta primera defensa está descartada porque el acervo probatorio demuestra otra
cosa: que el médico demandado asumió la responsabilidad de ese tratamiento, en
procura de obtener el restablecimiento de la salud del paciente, y que en lugar de férula
de inmovilización como supuesto preparativo del susodicho viaje (según su historia
clínica), lo que aplicó fue yeso circular o bota alta de yeso, tanto que, a continuación,
dispuso reposo (pierna en alto) como medida complementaria, y revisión del paciente a
los 15 días siguientes, cuando debería ser llevado de nuevo a su consultorio.
En la forma en que lo tiene establecido la doctrina y la jurisprudencia, en el campo de la
responsabilidad civil el acto médico puede generar para el profesional que lo ejercita
obligaciones de carácter indemnizatorio por perjuicios causados al paciente, como
resultado de incurrir en yerros de diagnóstico y de tratamiento, ya porque actúe con
negligencia o impericia en el establecimiento de las causas de la enfermedad o en la
naturaleza misma de ésta, ora porque a consecuencia de aquello ordene medicamentos o
procedimientos de diversa índole inadecuados que agravan su estado de enfermedad, o
bien porque ese estado de agravación se presenta simplemente por exponer al paciente a
un riesgo injustificado o que no corresponda a sus condiciones clínico – patológicas.”
3. Sentencia No. 1291 del 25 de abril de 2018 de la Sala Penal de la Corte
Suprema de Justicia. M.P.: Luis Antonio Hernández Barbosa.
HECHOS

Un conductor de una tractomula y su ayudante, se reúnen con el dueño de la carga que


transportaban (x), el hijo del dueño de la carga (y) y un amigo del hijo (z), quienes habían
sido convocados para ayudar con las labores de descargue.

El dueño de la carga inquirió al conductor acerca de dónde podrían viajar su hijo y el


amigo, respondiéndole que en taxi o entre el cabezote y el contenedor, motivo por el cual
se molestó y solicitó abrieran la puerta del tráiler dónde estaba la carga.

El ayudante les mostró unos orificios de ingreso de aire en el tráiler y dijo que ahí podían
respirar sin inconveniente pues así habían procedido con coteros desde Buenaventura,
motivo por el cual, el dueño de la carga estuvo de acuerdo y los muchachos se subieron
al tráiler. Luego de unos 15 minutos solicitó detener el vehículo para verificar las
condiciones de aquellos, encontrándolos desmayados.

X adelantó con éxito labores de reanimación en su hijo, pero Z, quien fue asistido por
personal paramédico, falleció dos días después en la Clínica Reina Sofía a causa de
“asfixia por sofocación (desplazamiento de oxígeno)”.

CONSIDERACIONES DE LA SALA
En este asunto se advierte que X no tenía posición de garante respecto de la conducta
realizada por el joven Z de subirse en el furgón de la tractomula, porque si él no era el
conductor del vehículo, no era el administrador de una fuente de riesgo ni tenía especiales
deberes de protección sobre aquél, de manera que no estaba llamado jurídicamente a
prever o impedir el resultado lesivo, máxime si como ya se advirtió, el muchacho era ya
mayor de edad.

En efecto, en su condición de propietario de la carga de cáscara de coco procedente de


Cali, X tenía un contrato de transporte con quien manejaba la tractomula, pero no por ello
era de su competencia por organización o por institución, desplazar las obligaciones de
control y cuidado que correspondían al conductor del vehículo, quien ya fue condenado
penalmente como autor del delito de homicidio culposo.

X. BIBLIOGRAFIA
1. Bernate, F. (2010). Imputación Objetiva y Responsabilidad Penal Médica. Bogotá.
D.C: Universidad del Rosario.
2. 2Garrido, G. A. (2010). La Imputación Objetiva en la Doctrina y la Jurisprudencia
Nacional. Bogotá, D.C: Ediciones Nueva Juridica.
3. 3Velásquez, F. (2010). Manual de Derecho Penal Parte General. Bogotá, D.C:
Ediciones Juridicas Andrés Morales.

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