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CONTENIDO
I. MARCO JURÍDICO.......................................................................................................................3
II. EL TIPO OMISIVO DOLOSO.........................................................................................................3
III. LA POSICIÓN DE GARANTE.....................................................................................................4
IV. POSICIÓN DE GARANTE EN IMPUTACIÓN OBJETIVA..............................................................5
V. LA POSICIÓN DE GARANTE DEL PROFESIONAL DE LA SALUD.....................................................6
VI. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL ERROR DE DIAGNÓSTICO....................................7
VII. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DE LA MEDICACIÓN Y OTROS CASOS EN QUE LA
POSICIÓN DE GARANTÍA SURGE DE LA INJERENCIA...........................................................................8
VIII. POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL CIUDADO DEL PACIENTE..........................................8
La Obligación de seguridad de clínicas y hospitales.......................................................................8
IX. CASOS JURISPRUDENCIALES...................................................................................................9
X. BIBLIOGRAFIA...........................................................................................................................12
I. MARCO JURÍDICO
También las conductas típicas pueden ser dolosas e imprudentes. En las omisivas la
tipicidad surge de la diferencia entre el actuar realizado y el vertido en el dispositivo legal
respectivo; a diferencia de la comisión dolosa, la norma antepuesta al tipo activo es
prohibitiva, mientras que detrás del omisivo subyace una de carácter imperativo.
Lo anterior explica, por qué solo se puede hablar de una causalidad y de una finalidad
posible, a diferencia de la acción en la que ambas notas son actuales, aunque las dos se
identifican por la nota común de la relevancia social, de la socialidad. [ CITATION Fer10 \l
9226 ]
III. LA POSICIÓN DE GARANTE
La llamada teoría de las funciones afirma que la posición de garante se deriva de dos
tipos de situaciones: en primera instancia, cuando la persona tiene el deber de proteger
las bienes jurídicos de los riesgos que puedan afectarlos (artículo 25, inciso 3, primera
parte), como acontece en los siguientes tres casos:
En segundo lugar, con las obligaciones surgidas de los riesgos creados por otras
personas que se encuentran dentro del ámbito de influencia de quien omite (los
servidores públicos en relación con sus subordinados, el padre con respecto a los hechos
dañosos del hijo menor; el director del colegio en relación con los comportamientos
contrarios a la ley penal en que puedan incurrir los estudiantes dentro del establecimiento;
el director de la prisión con respecto a los actos delictivos cometidos por los detenidos,
etc.).
Y, en tercer lugar, los deberes de garante surgidos del control de fuentes de riesgo que
operan en el propio ámbito de dominio del agente (el controlador aéreo, el cuidador de
una planta de energía atómica o de sustancias radioactivas, el conductor encargado de
transportar sustancias químicas peligrosas, el jefe de seguridad de la empresa obligado a
mantener las máquinas en perfecto estado de funcionamiento para evitar accidentes de
trabajo, el dueño del animal fiero, etc.).
A las anteriores hipótesis generadoras de las posiciones de garantía hace referencia, de
manera expresa, el articulo 25, inciso 4: “son constitutivas de posiciones de garantía las
siguientes situaciones: 1. Cuando se asuma voluntariamente la protección real de una
persona o de una fuente de riesgo, dentro del propio ámbito de dominio. 2. Cuando exista
una estrecha comunidad de vida entre personas. 3. Cuando se emprenda la realización
de una actividad riesgosa por varias personas. 4. Cuando se haya creado
precedentemente una situación antijurídica de riesgo próximo para el bien jurídico
correspondiente.”
Igualmente, debe precisarse que no toda posición de garante genera la realización del
tipo de omisión impropia, pues es indispensable que el agente no realice la acción de
salvamento ordenada en la ley en el caso concreto, esto es, aquella de la que se
desprende ese preciso deber jurídico; en otras palabras: la omisión impropia no se funda
en la no realización de cualquier acción que hubiera podido evitar el resultado, sino en la
omisión de aquella que con certeza o seguridad estaba en capacidad de impedirlo en el
caso particular.
Una sociedad de riesgo2 como la nuestra se acepta que se pongan en peligro, dentro de
ciertos limite que señala la sociedad o el apoderamiento jurídico, lo que significa que si se
actúa dentro de dichos marcos o parámetros se está obrando dentro de ciertos límites que
señala la sociedad o el ordenamiento jurídico, los bienes jurídicos, lo que significa que se
si actúa dentro de dichos marcos o parámetros se está obrando dentro de un riesgo
permitido y el comportamiento, entonces, no le es imputable, así se cause un daño. Los
criterios para demostrar la legitimidad de dichos riesgos son: i) La utilidad social. ii) La
necesidad social y iii) La costumbre o adecuación social.[ CITATION Gus10 \l 9226 ]
1
Cancio Meliá Manuel. “Aproximación a la teoría de la imputación objetiva” en Derecho Penal y Sociedad”,
Estudio sobre las obras de Gunther Jakobs y Claus Roxin y sobre las estructuras modernas de imputación,
Tomo 1. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2007, P 229 y ss.
2
Jakobs Gunther. “la imputación ojetiva, especialmente en el ámbito de las instituciones jurídico penales del
“riesgo permitido”, “la prohibición de regreso” y “el principio de confianza” en “estudios de derecho penal”,
trad y estudio preliminar de Peñaranda Ramos, Suarez Gonzalez y Cancio Meliá. Editorial Civitas, Madrid,
1997, P 213.
V. LA POSICIÓN DE GARANTE DEL PROFESIONAL DE LA
SALUD
Para determinar si estamos frente a una omisión de socorro propia – omisión de socorro-
o si estamos frente a una omisión impropia – homicidio por omisión- es necesario
determinar si el profesional de la salud ostenta la calidad de posición de garante.
Para lo anterior, es necesario determinar la fuente de la posición de garante para lo cual
encontramos dos tesis, una, respetuosa de principio de legalidad como lo es la teoría de
las fuentes formales, y otra, que revisa cada caso concreto, denominada la teoría de las
fuentes materiales.
Para la teoría de la fuentes formales, recordamos, la fuente de la posición de garante es
la Ley, por lo que, en el caso en concreto, el fundamento de la posición de garantía del
profesional de la salud, se desprende de la Ley, en el caso colombiano, la Ley de Ética
Médica, que establece en su artículo segundo el denominado juramento hipocrático, en
virtud del cual el médico debe siempre prestar el auxilio necesario para prevenir, tratar y
curar las enfermedades. Las otras fuentes de la posición de garante para esta teoría
serian, el contrato – que es Ley para las partes- y el actuar precedente peligroso.
Si aplicamos esta teoría en casos donde una persona se encuentre en situación de
peligro o de muerte y un médico se encuentra cerca al tanto de la situación y omite
brindarle auxilio, cometería una omisión impropia y le seria imputable el delito de
homicidio por omisión.
Esta tesis fue superada por cuando genera soluciones incorrectas, pues sostener esta
teoría, en la que el médico es garante por su profesión, implicaría una carga adicional
para él que no opera para los demás ciudadanos, generando un desconocimiento del
principio de igualdad en la cargas públicas, ya que el médico por el solo hecho de serlo no
tendría derecho a una vida privada, fuera de su profesión, razón por la cual es inaplicable.
Por el contrario, la tesis de fuentes materiales, sostiene que la posición de garante ya no
es estática, no se desprende del texto de la ley, sino que debe revisarse caso a caso la
situación en concreto para determinar si se asume o no la posición de garantía.
De acuerdo con esta tesis, la posición de garante del profesional de la salud se desprende
de la asunción voluntaria del tratamiento del paciente, en concreto, cuando se inicia con el
diagnóstico. Mientras no se asuma el tratamiento del paciente, el médico no asume la
posición de garante por lo que debe tratarse como cualquier otro ciudadano, y en el caso
en concreto, deberá responder por una omisión propia, a saber, un delito de omisión de
socorro.
En conclusión, las fuentes de la posición de garante del profesional de la salud serian la
asunción voluntaria, la injerencia, y eventualmente el deber de control sobre fuentes de
peligro o personas.
VI. LA POSICIÓN DE GARANTE DERIVADA DEL ERROR DE
DIAGNÓSTICO
3
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia del 13 de septiembre de 2002, se trata de un caso en el
que un médico, a pesar de que la radiografía demostraba de manera fehaciente la urgente necesidad de
hospitalización del paciente, diagnosticó lesión ortopédica colocando bota alta de yeso y ordenando reposo,
tratamiento desacertado que degeneró en gangrena y posterior amputación del miembro inferior izquierdo.
4
Véase numeral 1 artículo 34 de la Ley 734 de 2002 y articulo 10 Ley 23 de1981.
La fuente de la posición de garantía en este caso ya no será la asunción voluntaria del
tratamiento, sino que será la injerencia, esto es, el actuar precedente peligroso.
5
Sentencia del 11 de abril de 2002 Consejo de Estado.
instituciones psiquiátricas, se quitan la vida. Al respecto ha señalado el Alto Tribunal lo
siguiente:
HECHOS
Un menor fue llevado por sus padres Bienestar Universitario de la UIS por dolor
abdominal y fue diagnosticado con “dispepsia inflatulecia (sic) que se coligó con una
parasitosis...” y recetó “antiparasitarios y enzimas digestivas”. Días después el paciente
acude reiteradamente al mismo lugar por el mismo dolor abdominal, vómito y friebre, y le
recetaron Buscapina ampollas y Placil.
Varios días después el paciente luego de tanta insistencia por parte de los familiares del
paciente al ver su estado agónico ingresó a la citada clínica, se le practicaron los
exámenes de laboratorio de rigor. En las horas de la tarde, fue intervenido por un médico
de la Clinica, quien le practicó inmediatamente una endoscopia (laparoscopia) y descubrió
que el paciente tenía una peritonitis de bastantes días de evolución. Indemeitamente fue
6
Sentencia del 30 de noviembre de 2000.
7
Sentencia del 11 de abril de 2002.
lelvado a cirugía porque presentaba una “PERITONITIS GENERALIZADA, con abundante
material purulento, PILEFLEBITIS CON COMPROMISO HEPÁTICO Y SIGNOS DE
SEPTISEMIA (sic)”. Falleció a las 2:45 a.m. del 2 de octubre de 1991.
CONSIDERACICONES DE LA SALA
“La muerte se produjo, sin duda, debido a la falta de tratamiento oportuno de la patología
presentada, lo que, a su vez, tuvo por causa el no esclarecimiento a tiempo del
diagnóstico. La Sala encuentra acreditada la responsabilidad de la Universidad Industrial
de Santander en el presente caso. En efecto, está demostrado que esta institución no
utilizó debidamente todos los medios que estaban a su alcance para esclarecer el
diagnóstico de Javier Durán Gómez, lo que, a su vez, impidió realizar oportunamente el
tratamiento indicado, hecho que ocasionó la muerte del joven estudiante. Si bien está
probado que Javier Durán acudió al servicio médico de la Universidad Industrial de
Santander dos días después del inicio del dolor, es claro, de acuerdo con lo expresado
por los peritos en el informe citado, que en el momento en que fue evaluado por primera
vez en la universidad, pudo haberse hecho un diagnóstico acertado y, por lo tanto,
ordenarse oportunamente el tratamiento quirúrgico. En el Hospital Universitario Ramón
González Valencia no se realizaron todos los procedimientos recomendados por la
ciencia médica para diagnosticar, a tiempo, la enfermedad sufrida por Javier Durán
Gómez. Encuentra la Sala acreditada la responsabilidad del Hospital Universitario Ramón
González Valencia y la Universidad Industrial de Santander por los perjuicios morales
causados a los padres de Javier Durán Gómez y a sus hermanos Reynaldo, Hernán y
Esther Yolima. Por otra parte, puede decirse que resulta relativamente fácil juzgar la
conducta médica ex post, ya que no es difícil encontrar, en la mayor parte de los casos,
los signos que indicaban el diagnóstico correcto. Por esta razón, el fallador no debe
perder de vista que, al momento de evaluar al paciente, el médico está ante un juicio
incierto, ya que la actividad de la medicina no puede asimilarse a una operación
matemática. Al respecto, el profesor Ataz López previene sobre la imposibilidad de
imponer a los médicos el deber de acertar. Así las cosas, lo que debe evaluarse, en cada
caso, es si se utilizaron todos los recursos, esto es, si se practicaron los procedimientos
adecuados para llegar a un diagnóstico acertado, lo que obliga, en no pocos eventos, a
distinguir entre la responsabilidad de los médicos y la de las instituciones prestadoras del
servicio de salud, dada la carencia o insuficiencia de elementos para atender
debidamente al paciente. Al médico no le es cuestionable el error en sí
mismo, sino el comportamiento inexcusable que lo llevó a cometerlo. El error que exime
de responsabilidad no ha de ser una anomalía en la conducta, sino una equivocación en
el juicio, por lo que se hace necesario investigar si el galeno adoptó todas las previsiones
aconsejadas por la ciencia para elaborar el diagnóstico.”
2. Corte Suprema De Justicia Sala De Casación Civil Magistrado. Ponente:
Nicolás Bechara Simancas Bogotá, D. C., trece (13) de septiembre de dos mil
dos (2002). Ref.: Exp. No. 6199.
HECHOS
En demanda presentada el 13 de septiembre de 1991, el actor solicitó declarar al
demandado como civilmente responsable de los perjuicios que ocasionó en el curso de
atención médica que produjo una gangrena y pérdida de su pierna izquierda al paciente
Fabián Alberto Araque Zuta, y condenarlo, en consecuencia, al pago de perjuicios
materiales y morales, los primeros estimados en $51’800.000 y los segundos en el
equivalente a un mil gramos oro.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
“Ciertamente el demandado responsabilizó al padre del paciente de no haberlo querido
hospitalizar de forma inmediata como él lo ordenó desde la primera consulta, por
pretender llevarlo a tratamiento médico a la ciudad de Bucaramanga. Sin embargo, según
se vio, esta primera defensa está descartada porque el acervo probatorio demuestra otra
cosa: que el médico demandado asumió la responsabilidad de ese tratamiento, en
procura de obtener el restablecimiento de la salud del paciente, y que en lugar de férula
de inmovilización como supuesto preparativo del susodicho viaje (según su historia
clínica), lo que aplicó fue yeso circular o bota alta de yeso, tanto que, a continuación,
dispuso reposo (pierna en alto) como medida complementaria, y revisión del paciente a
los 15 días siguientes, cuando debería ser llevado de nuevo a su consultorio.
En la forma en que lo tiene establecido la doctrina y la jurisprudencia, en el campo de la
responsabilidad civil el acto médico puede generar para el profesional que lo ejercita
obligaciones de carácter indemnizatorio por perjuicios causados al paciente, como
resultado de incurrir en yerros de diagnóstico y de tratamiento, ya porque actúe con
negligencia o impericia en el establecimiento de las causas de la enfermedad o en la
naturaleza misma de ésta, ora porque a consecuencia de aquello ordene medicamentos o
procedimientos de diversa índole inadecuados que agravan su estado de enfermedad, o
bien porque ese estado de agravación se presenta simplemente por exponer al paciente a
un riesgo injustificado o que no corresponda a sus condiciones clínico – patológicas.”
3. Sentencia No. 1291 del 25 de abril de 2018 de la Sala Penal de la Corte
Suprema de Justicia. M.P.: Luis Antonio Hernández Barbosa.
HECHOS
El ayudante les mostró unos orificios de ingreso de aire en el tráiler y dijo que ahí podían
respirar sin inconveniente pues así habían procedido con coteros desde Buenaventura,
motivo por el cual, el dueño de la carga estuvo de acuerdo y los muchachos se subieron
al tráiler. Luego de unos 15 minutos solicitó detener el vehículo para verificar las
condiciones de aquellos, encontrándolos desmayados.
X adelantó con éxito labores de reanimación en su hijo, pero Z, quien fue asistido por
personal paramédico, falleció dos días después en la Clínica Reina Sofía a causa de
“asfixia por sofocación (desplazamiento de oxígeno)”.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
En este asunto se advierte que X no tenía posición de garante respecto de la conducta
realizada por el joven Z de subirse en el furgón de la tractomula, porque si él no era el
conductor del vehículo, no era el administrador de una fuente de riesgo ni tenía especiales
deberes de protección sobre aquél, de manera que no estaba llamado jurídicamente a
prever o impedir el resultado lesivo, máxime si como ya se advirtió, el muchacho era ya
mayor de edad.
X. BIBLIOGRAFIA
1. Bernate, F. (2010). Imputación Objetiva y Responsabilidad Penal Médica. Bogotá.
D.C: Universidad del Rosario.
2. 2Garrido, G. A. (2010). La Imputación Objetiva en la Doctrina y la Jurisprudencia
Nacional. Bogotá, D.C: Ediciones Nueva Juridica.
3. 3Velásquez, F. (2010). Manual de Derecho Penal Parte General. Bogotá, D.C:
Ediciones Juridicas Andrés Morales.