Está en la página 1de 90

Subastada

Un romance entre un billonario y una joven virgen

LISS MOURA
Copyright © 2018 Liss Moura
Todos los derechos reservados
Capítulo 1
ALESSANDRA
Se busca: Mujer joven y hermosa.
¿Eres una mujer cautivadora e inteligente? Eres lo que los multimillonarios buscan. La
compensación es tan increíble como tú. Llama a The Excellence Club al 555-11 21 para más
información.
Suspiro mientras coloco la Gaceta estudiantil en el centro de la mesa.
“¿Puedes creer este disparate de anuncio?” pregunto a mi amiga Francesca, mientras terminamos
nuestros sándwich de pollo en la cafetería del centro estudiantil.
Se lo señalo con mi dedo y ella le echa un vistazo desde el otro lado de la mesa.
“No puedo creer que la universidad permita que alguien publique este anuncio. Si es que acaso es
real. ¿Crees que sea verdadero?”
“Solo hay una forma de averiguarlo”, dice Francesca, su sonrisa pícara se esparcía a lo largo de
su rostro pecoso.
Me río nerviosamente. Sé que no hay forma de que yo llame a ese número como ella lo está
sugiriendo. Soy demasiado tímida. Francesca es más del tipo de persona que hace tal cosa.
No sabría cómo entretener a un multimillonario. A pesar de que soy una estudiante de primer año
en la universidad, nunca he tenido sexo. Estoy segura que si estos multimillonarios están pagando tan
generosamente esperan por lo menos un “final feliz” a cambio.
“He oído hablar sobre estas agencias de acompañantes, que actúan como si solo fuera para citas,
pero en realidad son para la prostitución”, le digo a Francesca. “Te apuesto lo que sea a que este
‘Excellence Club’ de multimillonarios es un lugar como ese”.
“Suena emocionante”, dice Francesca al tiempo que sumerge su patata frita en algo de salsa
tártara. “Y te apuesto a que esas chicas se embolsan bastante dinero”. Me río. Dejando que Francesca
se entretenga con algo que a mí me horroriza. No puedo imaginar vender mi cuerpo. Por supuesto,
sería intrigante estar con un multimillonario. Seguramente un hombre mayor, más experimentado sería
perfecto a la hora de perder mi virginidad. Ciertamente sería mejor que cualquiera de los tipos de
por aquí con los que he intentado de salir. Todas mis citas han sido tan patéticas.
En la última que tuve, el tipo me preguntó si él debía pagar por mi cena — después de que ya
habíamos comido y el mesero ya había traído la cuenta. Esto es luego de que había pasado la mitad
del segundo semestre invitándome a salir todos los días en la clase de biología. Pensarías que habría
ahorrado algo de dinero para el momento en que finalmente accedí a salir con él.
La única razón por la que dije que sí a salir con él fue porque estaba aburrida y pensaba que tal
vez ya era hora de poner la carta V sobre la mesa. Pero no con él. Realmente me arrepentí de decir
que sí solo para ir a cenar.
Le dije que podíamos dividir la cuenta, y no hice un alboroto por ello, pero luego tuvo el descaro
de decirme que a pesar de que sabía que yo era una chica robusta no tenía idea de que comería tanto.
Aunque soy de talla grande y me gustan las hamburguesas y patatas fritas tanto como cualquier chica,
ni siquiera había ordenado tanta comida. Son este tipo de cosas las que me hacen desear descartar las
citas para siempre.
Al menos un multimillonario tendría el dinero para pagar por la cena. Y probablemente no haría
comentarios groseros. Sin embargo estoy segura que tiene que haber implicado algo más que una
cena en este “club” de lo que el periódico estudiantil está publicando. Y aunque me gustaría sentarme
aquí y fantasear sobre un hombre mayor, y rico aprovechándose de mí por primera vez, en realidad
no me imagino haciendo tal cosa.
“Apuesto a que estás pensando cómo sería perder tu virginidad con un multimillonario”, dice
Francesca con una risa. “Ni siquiera intentes negarlo”.
Me sonrojo y sacudo mi cabeza, pero mi sonrisa delata el hecho que adivinó lo que estaba
pensando.
“Iré contigo si quieres”, dice ella. “A echarle un vistazo a este club de multimillonarios. Vender
mi tiempo, o mi cuerpo, o lo que sea por lo que estos viejos ricos estén dispuestos a pagar”.
“Estoy segura de que tú lo harías”, le digo.
“¡Oye ¿que se supone que significa eso?!” pregunta Francesca, lanzándome una papa frita.
La atrapo y la coloco en la bolsa junto con mi basura.
“Solo que tú eres mucho más aventurera que yo”, le digo. “Y que es algo bueno”
“Sí, algunas veces necesitas relajarte y dejarte llevar”, dice ella. “Al menos ven a esta cita a
ciegas conmigo el próximo sábado por la noche. Sabes que he estado saliendo con Camilo y él quiere
planear una cita doble con su amigo José. Él es un jugador de fútbol. Estoy segura de que es un
semental. Todos los amigos de Camilo lo son”.
“Por ahora estoy exhausta de las citas”, le digo.
“Ay por favor”, dice Francesca. “Estoy estableciendo una nueva regla ahora mismo. O vas a la
cita a ciegas con Camilo y conmigo o tienes que salir con uno de esos multimillonarios”.
Señala con el dedo la Gaceta estudiantil en la mesa frente a nosotras, la cual sigue abierta en el
anuncio del ‘Excellence club’ para multimillonarios.
“Bueno en ese caso mi decisión es fácil”, le digo “Supongo que me uniré a ustedes en la cita a
ciegas. Y más vale que este tipo no piense que estoy comiendo demasiado solo por pedir una
hamburguesa”.
“Estoy tan feliz de saber que vendrás”, dice ella, como si me hubiera dado una alternativa justa
en el asunto. “Sé que con todo lo que está pasando con tu mamá…”
Me alegra que no termine la oración. Mi madre es en parte de la razón por la cual quiero y no
quiero salir con personas al azar, las cuales probablemente no sean las indicadas para una cita.
Mi madre fue diagnosticada hace un año con cáncer y su progresión no ha sido favorable. Por
ello, salir a citas es una distracción bienvenida para entretener mi mente, pero cuando no salen bien,
me siento aún más deprimida de lo normal.
“Sé que solo tratas de ser una buena amiga”, le digo a Francesca, porque se ve arrepentida de
haber mencionado a mi madre y no quiero que se sienta mal. “Aprecio tu ayuda y asistiré a esta cita.
Siempre que dejes de bombardearme con papas fritas”.
“Prometo que me detendré”, dice ella solemnemente. “Y no solo porque me quede sin papas, sino
porque no quiero que pienses que te presiono demasiado o que me burlo de ti. Eres una chica
hermosa y que tiene el mundo a sus pies. Deberías estar divirtiéndote, experimentando y explorando.
Pero puedo entender porque estas vacilante. Especialmente después de la porquería de cita con el
chico ordinario de la clase de biología”.
“Entonces, ¿tú piensas que soy una mujer joven y hermosa?” le pregunto, moviendo mis pestañas
en falso coqueteo. “¿Pero y qué hay de cautivante e inteligente? Esos son los requisitos para estar con
estos multimillonarios”.
Nuevamente señalo el anuncio clasificado en la Gaceta estudiantil.
“Estoy absolutamente segura de que podrías calificar”, dice ella. “Y podrías estar ganando
mucho dinero en lugar de estarlo gastando en una cena con un tipo que te insulta”.
“Hablando de la clase de biología, mejor me voy”, le digo, levantándome de la silla y recogiendo
mi bolso.
En parte estoy cambiando el tema, pero al mismo tiempo me doy cuenta que en realidad debo
apresurarme para ir a clases. Espero no tener que ver a ese chico con quien salí. Le preguntaré al
profesor si puedo cambiar de asiento.
Recojo la basura de la mesa para botarla. Sin embargo cuando alzo la Gaceta estudiantil, no la
añado a la pila de basura. En cambio la coloco en mi bolso junto con mi celular que también se
encontraba en la mesa. Estoy tan consiente de este hecho que me detengo y pienso porqué lo hice.
Supongo que una parte de mi está intrigada. Pero no lo suficiente como para llamar a ese número.
Capítulo 2
ALONZO
Hace frío cuando entro a la casa de mi padre. Al tacaño nunca le gusto pagar para mantener la
calefacción. Pensé que la vejez lo suavizaría de alguna forma, que cedería un poco a los lujos — o
incluso a algunas comodidades básicas — que no se había permitido en toda su vida. Supongo que
me equivoqué.
A medida que camino hacia sus escaleras crujientes y viejas de madera, mi teléfono vibra con un
mensaje de texto. Es Roberto, uno de mis mejores amigos.
- ¿Vienes al ‘The Excellence’ esta noche? pregunta. Escuche que van a haber algunos buenos
partidos ahí. -
Me apoyo contra la baranda y desvío la mirada antes de contestar, lo cual es más de lo que
Roberto se merece ya que le he dicho que “no” más de un millón de veces.
- No es lo mío, le respondo. -
Nunca he pagado por sexo o por la compañía de una mujer. Desde que este nuevo club — una
filial local de una cadena nacional — abrió en la ciudad, mis amigos han estado intentado que yo
vaya. No es como si fuera solo un club de striptease — aunque escuché que puedes comprar bailes
eróticos si lo deseas— es un club para satisfacer las fantasías más oscuras y profundas de cada
hombre. Cualquier cosa que desees, puedes encontrar una chica que esté dispuesta a vendértelo.
Para Roberto y mis otros amigos, esto es un sueño hecho realidad. Habían leído sobre estos
clubes que están surgiendo en todo el país e incluso le escribieron al propietario de ‘The Excellence’
para que pudiéramos tener uno aquí y así fue.
Entiendo el encanto de esto: pagarle a una chica para que haga lo que tú quieras, ser su dueño
porque posees el dinero para comprarla. Pero creo que apesta a desesperación y no veo la necesidad
de malgastar tanto dinero en algo que puedes obtener gratuitamente.
Nunca he tenido problemas en conseguir mujeres. Mientras observo la pantalla de mi teléfono,
noto un buen ejemplo: todos los otros mensajes de texto después del de Roberto son de mujeres. Me
hablan que tan bien la pasaron la otra noche en la cena o como quisieran que me las follara otra vez
con mi gran miembro. Ellas me hablan sucio, me hablan dulcemente, hacen cualquier cosa que yo
quiera y ni siquiera tengo que pagarles.
Por supuesto, sé que están interesadas en mí por el dinero, al menos en parte. Puedo llevarlas a
los Cayos para una fiesta de lujo o podemos pasear en mi yate o en mi avión privado. Puedo
invitarlas a cenas lujosas y llevarlas a costosos viajes de compras.
También ayuda el hecho de ser apuesto — o al menos eso es lo que todo el mundo me dice: tengo
una abundante cabellera lo cual es raro a mi edad y un cuerpo escultural y tonificado, me aseguro de
mantenerme en forma en el gimnasio. El tamaño de mi pene y todas las cosas que puedo hacer con él
también me suman puntos.
Supongo que me enorgullezco de mis otros atributos aparte de solo mi cuenta bancaria.
Realmente no me importa si una mujer quiere estar conmigo por dinero porque entiendo cómo
funciona la naturaleza humana y también creo que disminuye de alguna forma la maldita hipocresía
cuando ambos sabemos exactamente lo que queremos.
Pienso que las mujeres me permiten hacerles cosas que no dejarían que cualquier tipo “normal”
se las hiciera y tengo un apetito insaciable para lo que otros podrían denominar deseos perversos o
incluso perturbadores. Me gusta atarlas y dejarlas rogándome por más. No estoy seguro si les
gustaría hacerlo sino fuera por mi dinero. Y eso no me incomoda.
También están conscientes de que es solo temporal, no estoy buscando un compromiso. Me gusta
la diversión y aventura, y cosas que solo los tipos ricos pueden hacer con una chica. No hago eso de
las malditas relaciones de pareja.
No voy a desperdiciar mi dinero yendo a un club donde el propósito explícito es comprar
mujeres que probablemente se encuentren ahí por alguna razón desesperada. Sería como
aprovecharme de su vulnerabilidad.
Sentiría como si hubiera una naturaleza desigual en nuestra relación aún mayor que la de una
chica que sale conmigo solo porque sabe que soy asquerosamente rico. Así que dejaré que Roberto y
mis otros amigos se diviertan en el nuevo club y escucharé todo sobre sus hazañas más tarde.
Mientras tanto tengo muchas cosas que hacer para mantenerme ocupado. He estado intentando
comprender el negocio de mi padre porque planeo tomar las riendas en un futuro. Pero los números y
las hojas de cálculo nunca han sido mi fortaleza. Ya las he mencionado anteriormente y solo se
incluyen cosas de mi cintura hacia abajo, no hacia mi cabeza. Nunca me he hecho mala vida por ello,
pero ahora debo ponerme serio y empezar a comprender como funciona el negocio.
Justo cuando voy a colocar de nuevo el teléfono en mi bolsillo, recibo otro mensaje de texto de
Roberto.
-Tengo el presentimiento de que cambiarás de opinión – escribe él.
Luego me envía unas capturas de pantalla. Aparentemente, el propietario del club publicó fotos
de las chicas en una página web privada para mostrar algo de la mercancía por adelantado.
Claro las chicas son bellas, pero algo delgadas para mi gusto. Me gustan con más carne en los
huesos, algo de dónde poderme agarrar mientras me las follo por detrás. Y su cabello rubio platinado
luce muy falso. Me gusta una mujer natural que no tenga miedo de ser ella misma.
Ni siquiera me molesto en responderle a Roberto. Termino de llegar a la habitación de mi padre
dónde está recostado en la cama con una compresa fría sobre su cabeza. Imagino que su enfermera,
Berta, tuvo que venir más temprano, aunque hasta ahora no hay señales de ella.
“¿Cómo te sientes papá?” le preguntó mientras entro a la habitación y coloco mi mano en su
hombro.
“Bien”, replica, incorporándose en la cama y tosiendo un poco.
Sin embargo no luce muy bien.
Posee una insuficiencia hepática y los doctores no esperan que viva más de seis meses. De ahí la
razón por la cual debo apresurarme en ponerme al día con el negocio familiar. A pesar de que mi
viejo y yo nunca nos la hemos llevado muy bien, me duele verlo en este estado.
“¿Quieres que te traiga algo?” le pregunto.
“Sí”, responde, sacudiendo su cabeza y luciendo disgustado. “Puedes conseguirte una esposa”.
“No esto otra vez papá”, refunfuño, sentándome en la silla al lado de su cama dónde normalmente
se encuentra su catéter. “¿No puedes dejar que me consiga una esposa a su tiempo?”
“No”, replica, “Porque nunca lo harás. Eres mi hijo y te conozco”.
Me río porque el viejo está en lo correcto. Pero no se lo hago saber.
“Ya papá, ¿Cómo lo sabes?” le pregunto. “Quizás asiente cabeza cuando me sienta preparado
para ello”.
“Lo sé porque como te dije tu eres mi hijo. Por lo tanto eres una parte de mí. Y esta parte en
especial de ti es muy parecida a como era yo. Imagínate la fortuna que podría haber acumulado si me
hubiera enfocado a una edad más temprana y realmente me hubiera importado el negocio”.
De nuevo con esto, pienso.
“Papá, ya acumulaste una enorme fortuna”, le digo.
Y definitivamente no pasaste mucho tiempo haciendo otras cosas. Todo lo invertiste en tu
negocio, y si desperdiciaste algo de tiempo en tu juventud al no preocuparte lo suficiente en tomarte
en serio las cosas, ciertamente lo compensaste al momento en que llegué yo.
Pensé esta última parte, pero no la digo en voz alta. Mientras crecía, rara vez veía a mi padre. Sé
que piensa que el haber conocido a mi madre, quién irónicamente se divorció de él por ser un adicto
al trabajo, lo salvó porque lo forzó a sentar cabeza y enfocarse en el negocio. O quizás él siempre fue
así, en cuyo caso no sé cómo mi madre se casó con él ya que por lo general ella tiende a tomar
buenas decisiones.
Solía ser un fiestero, pero desde que se casó con mi madre e inició su negocio de bienes raíces,
dejó de hacerlo. Sin embargo continuó bebiendo tan frecuentemente cómo trabajaba. El alcohol era
su vía de escape y cuando no se encontraba trabajando arduamente se ahogaba en la bebida.
Supongo que la combinación de trabajar en exceso y vivir intensamente lo convirtió en el viejo
gruñón que es hoy en día. Sin mencionar que además le causó su enfermedad hepática.
Intento ver a mi padre con los ojos de mi madre para que la imagen que tengo de él sea redimida
aunque sea un poco. Mi madre me dice que cuando eran jóvenes mi padre era muy divertido: jovial e
incluso tonto.
Ellos salían y hacían cosas divertidas juntos, fue un época profundamente romántica. Por tal
razón se casaron rápidamente y al poco tiempo después yo llegue a sus vidas, pero mi padre cambió
radicalmente, tanto para bien como para mal según dice madre.
Se volvió más centrado y disciplinado y consiguió su imperio. Pero lo hizo a expensas de su
familia. Apenas conozco a mi padre y lo que sé sobre él — bueno no puedo decir que sea algo muy
agradable. Él es exigente e inflexible, recto y malhumorado.
“Quiero que sepas que me tomo muy en serio el querer que te cases”, me dice mi padre. “¿Qué tal
la chica con la fuiste a esas citas?”
Me devano los sesos tratando de recordar a quien se puede referir. Hay tantas mujeres.
“¿Lucia?” intuyo, eligiendo de la nada el nombre de una mujer con la que salí más de una vez en
los últimos seis meses.
“Sí, ella”, replica mi padre con entusiasmo, aunque probablemente hubiera dicho lo mismo sin
importar el nombre que hubiera elegido.
Para él todas son iguales. Sólo quiere que me case con alguien sin importar quien sea. Está
convencido que el matrimonio me hará más aplicado y responsable. En su mente, si dejo de estar
jugando puedo empezar a ser mejor con el manejo del negocio.
He estado tratando de demostrarle que eso no tiene nada que ver con si contraigo matrimonio o
no. Puedo aprender el negocio con o sin una esposa. Pero él solo desestima mi esfuerzo y piensa que
sólo un compromiso es lo que podría salvarme.
“Me alegra escuchar sobre esta señorita Lucia”, dice mi padre. “Porque si existe una cosa que me
sacaría de esta cama antes de morir, sería ver a mi hijo contraer matrimonio”.
Repentinamente lo veo de una forma totalmente diferente. Su piel está arrugada y agrietada, pero
no parece tan dura como hace algunos minutos. Incluso esboza una sonrisa — lo cual es extraño en él.
La luz brilla a través de la pequeña ventana de su habitación – siempre ha mantenido un ambiente
espartano sin importar la cantidad de dinero que ha tenido– y puedo ver el brillo en sus ojos a
medida que se entusiasma con la idea de esta boda que jamás podría suceder en los próximos seis
meses ya que ni siquiera tengo una novia.
Es imposible que me case con Lucia. Ella es muy frívola y puede ser una perra con otras
personas. Jamás me quisiera casar, pero si lo hiciera sería con una mujer que sea amable y graciosa.
No obstante, si esto hace feliz a mi padre puede ser que me comprometa con Lucia – o con cualquier
mujer – lo complaceré porque es un hombre moribundo.
“Bueno papá, veré que puedo hacer”.
Me río.
Tal vez solo la esperanza de que me comprometa le dará suficiente fuerza para vivir por más
tiempo. Es lamentable que le tomará estar en su lecho de muerte para que nuestra relación fuese más
estrecha, por lo menos aún hay una oportunidad para nosotros.
Como un bono, después de que caiga en cuenta que no me casaré, quizás pueda ver que soy un
buen Director General de su compañía y que conmigo la empresa estará en buenas manos, incluso si
sigo siendo un hombre soltero. Al menos esta es la única manera que veo para salir de esto. Aunque
soy bueno encontrando formas creativas para salir bien de las situaciones problemáticas, así que
quizás se me ocurra alguna otra cosa.
Capítulo 3
ALONZO
Las manos de mi padre tiemblan para alcanzar el vaso de agua sobre la mesa de noche al lado de
su cama. Se lo acerco y el asiente con su cabeza en señal de agradecimiento, luciendo severo como si
no quisiera reconocer su debilidad ante mí.
“Mi abogado estuvo aquí hace un momento, por eso le pedí a Berta que se fuera” me dice, lo cual
explica la ausencia de su cuidadora. “Quería tener una reunión de privilegio abogado-cliente para
discutir unos asuntos importantes. Por esa razón es que te llamé para acá, para informarte algunos
cambios que he realizado”.
“Está bien papá”, le digo, masajeándome un nervio ligeramente pinzado que se forma en el cuello
por sentarme en su silla vieja de madera.
No había caído en cuenta que esta visita tenía un propósito tan serio. Me había alegrado de que
me invitara a verlo. Siempre le digo para pasar por la casa, pero generalmente me dice está bien con
la ayuda de Berta, y lo más que he logrado que él me permita visitarlo es dos veces al mes.
Sé que no le agrada que lo vea en este estado tan frágil, pero se siente bien pasar el poco tiempo
que le queda con él. Debí haber sabido que tenía una razón de negocios para invitarme a su casa, en
lugar de solo para compartir más tiempo como padre e hijo. Él nunca ha sido ese tipo de persona.
“He colocado una cláusula en el acuerdo de asociación que dice que heredarás la compañía si y
solo sí estás casado para el momento en que yo muera”, me dice mi padre. “Si no lo estás, entonces
todo pasará a manos de Leonardo”.
“¡Leonardo!”, digo exaltado.
Me rasco la cabeza y salto de la silla.
“Papá, él está loco. Tú mismo me lo has dicho. Me dijiste que no podías esperar a cederme la
compañía”.
Sus palabras exactas en ese momento habían estado en algún lugar entre decir que Leonardo era
bastante incompetente y que definitivamente algo fallaba en su cabeza, entonces no podía esperar a
cederme la compañía, porque aunque no tengo idea de lo que estoy haciendo, al menos no estoy
demente.
“Oh, ya sabes que Leonardo y yo hemos tenido una relación amor-odio desde que empezamos
esta compañía” dice mi padre. “Él está loco, pero de seguro sabe cómo manejar una compañía”
No lo dice, pero sé que lo está pensando: a diferencia de ti.
Aún sigo determinado en demostrarle que puedo dirigir la compañía y desearía que abandonara
esta idea del matrimonio. Hay asuntos más importantes por las que preocuparse en lugar de si asiento
cabeza y me comprometo con alguna mujer caprichosa. No había querido hablar sobre el tema ahora
porque pienso que él debería descansar y relajarse, pero ya que lo ha mencionado, he decidido que
no hay mejor momento que el presente.
“Papá, he estado revisando los libros y realmente pienso que hay algo extraño sobre lo que está
allí…”
Antes de que pueda terminar de decirle, lo escucho roncar. Ya se ha quedado dormido o quizás
está fingiendo porque no quiere hablar al respecto.
Supongo que es lo mejor ya que no entiendo los número lo suficiente para explicarle lo que
intento decir, y como siempre, él sólo pensará que soy estúpido e incompetente, sin embargo estoy
convencido de que algo está mal. Tendré que pedirle a Roberto que le eche un vistazo a los libros en
algún momento. Él es más una persona de números que yo.
A juzgar por la insistencia de mi padre en ese asunto del matrimonio, mejor me apresuro en hacer
que Roberto los revise más temprano que tarde. Especialmente si mi padre piensa en dejarle todo el
negocio a Leonardo si no hago lo que él quiere que haga, y quien sabe cuáles serán los intereses de
Leonardo.
Repentinamente un pensamiento viene a mi cabeza cuando pienso en Roberto. Él me dijo que en
este ‘Excellence club’, al que él quiere que vaya, las mujeres harán lo que yo quiera. Lo que sea que
yo necesite.
Lo que necesito, que probablemente ninguna otra mujer me dé, es un compromiso. Claro, muchas
mujeres estarían felices de casarse conmigo, pero necesito una que sepa que sería un compromiso
ficticio. Tiene que estar de acuerdo con el trato. ¿Y qué mejor forma de asegurarme de ello que
sabiendo que necesita dinero y que ese dinero es la única razón por la que ella lo está haciendo?
Realmente me molesta que mi padre me esté dando este ultimátum. Pienso en reclamarle antes de
irme, pero sé que ahora no es el momento. Es un hombre viejo y enfermo. A pesar de nuestras muchas
diferencias, no quiero hacerlo sentir más incómodo de lo que probablemente ya se siente. Y
finalmente está dormido cuando claramente necesita descansar.
Entonces, camino hacia la cama y tomo su mano frágil, fría y flácida.
“Hasta luego, papá”, le digo. “Gracias por recibirme”.
Aunque haya sido para darme esta horrible noticia, pienso, pero no lo digo en voz alta. Estoy tan
furioso con él, pero quizás no le quede mucho tiempo de vida.
“Nos vemos pronto”, agrego como para tranquilizarnos tanto a él como a mí.
Abre un ojo lo suficiente para decir, “No te olvides de hacer que esa señorita Luciana se case
contigo. Sé que será lo mejor”.
Me alegra que no pueda recordar el nombre de la mujer que le dije como una posibilidad. Porque
estoy a punto de encontrar a otra que tome su lugar.
Será la solución perfecta que hará feliz a mi padre y me dará la compañía. Ah, y no resultará en
un matrimonio real. Antes de bajar las escaleras, le envío otro un mensaje de texto a Roberto.
-Está bien, le escribo. En la semana iré a este nuevo club contigo. Más vale sea todo lo que dices
que es y más. -
Él no tiene idea a que me refiero cuando digo “y más”.
Roberto me responde el texto rápidamente diciendo: -No te vas a arrepentir. -
Realmente espero no hacerlo.
Capítulo 4
ALESSANDRA
Después de la clase de biología, tengo estadísticas y luego algebra. Estoy tomando una carga
académica muy pesada para el segundo semestre de mi primer año. Francesca me dice que pareciera
que me gusta sufrir. Pero creo que una parte de mí tiene la esperanza de que mi madre pueda verme
graduarme de la universidad, por esto estoy intentando acelerar un poco las cosas.
Además, soy una nerd que le encantan las matemáticas y le gusta aprender en general. Resolver
problemas numéricos y matemáticos distrae mi mente de mis problemas reales. Soy una de esas
estudiantes extrañas que les gusta hacer la tarea después de pasar todo el día en clases.
Sin embargo, parece que hoy cuando llegué a casa el estudio pierde total prioridad. Mi madre
está sentada en el comedor de la cocina, con la cabeza entre las manos, llorando mientras mira un
pedazo de papel que se encuentra sobre la mesa frente a ella.
“¿Qué pasa mamá?” le pregunto mientras me dirijo hacia ella y la abrazo.
Mi pobre madre. La vida le ha dado un golpe tan duro. Tiene una extraña forma de cáncer,
sarcoma, para el cual el pronóstico no parece bueno.
“Oh, Alessandra”, dice, sacudiendo la cabeza con pesar. “No me di cuenta de lo tarde que se
había hecho. No quería estar sentada aquí cuando llegaras a casa de la universidad. No quiero seguir
agobiándote más con mis problemas, más de lo que ya lo hago”.
“No, está bien mamá”, le digo frotándole la espalda. “Solo quiero saber que está sucediendo,
quizás pueda ayudar”.
“No creo que alguien pueda ayudarme en esta situación”, dice enterrando su cabeza en mi pecho.
La abrazo con fuerza y ella rompe en llanto, me doy cuenta de lo grave que debe ser esta
situación. Durante todo el tiempo desde que mi madre fue diagnosticada y ha recibido tratamiento, ha
mantenido una actitud estoica.
Ella siempre emana fuerza de dónde la mayoría de las personas se quebrarían. Sé que ella se ha
estado esforzando por ser mi pilar, como siempre lo ha sido desde que nací. Así que, sea lo que sea
que esté pasando debe ser algo realmente grave.
“Mamá, dime”. paso mis manos sobre su fino cabello con el que la quimioterapia ha hecho
estragos. “Por favor. Realmente me estas asustando”.
“Bueno”, mi madre respira profundo y asiente con la cabeza como si fuese ella la que está
decidiendo que debe decírmelo. “La última vez que fui a visitar al especialista, él me dijo que había
una pequeña esperanza de curar mi cáncer. O al menos existe un nuevo método que parece es mucho
mejor que los tratamientos actuales. Entonces, hablé con el doctor que me recomendó”
“Eso es genial mamá”, digo, un poco ofendida de que no me había comentado nada sobre esto.
No obstante no lo menciono porque no quiero hacerla sentir peor. Mi madre y yo siempre hemos
sido muy cercanas. También tengo una relación estrecha con mi padre, pero con mi madre siempre ha
sido una relación especial, hemos sido ella y yo contra el mundo.
“Sé que no dije nada al respecto”, dice ella como si leyera mi mente, lo cual usualmente hace.
“No quería darte esperanzas y realmente no debería decirte nada ahora porque mis propias
esperanzas se desvanecieron tan pronto como aparecieron”.
“Lo siento mucho mamá”
Ni si quiera sé de qué está hablando, pero suena mal.
“Y no te preocupes por no habérmelo dicho”, añado. “Yo lo entiendo”.
Es verdad — si lo comprendo. No puedo imaginar cómo sería si los roles estuvieran invertidos.
No quiero decirle nada que la haga sentir triste. Quiero protegerla, y ella es mi madre por lo que su
instinto debe ser mucho más fuerte.
“El otro doctor me dijo que solo hay un cincuenta por ciento de posibilidad de que su tratamiento
funcione” dice ella.
“Cincuenta por ciento”, repito, reflexionando sobre dicho número en mi mente, pensando sobre
todas las clases de estadísticas que he tomado en mi vida. “Eso es realmente bueno. Esas
probabilidades son mejores que…”
Me detengo, para no pensar en ello.
“…que las que el Dr. Cruz me había dado para sobrevivir” mi madre termina la oración por mí.
“Yo sé eso, pero no son tan buenas probabilidades ni tan altas como el Dr. Cruz esperaba que
fuesen”.
Asiento con mi cabeza aún sin comprender que no es eso tan malo para que esté tan desesperada.
“Pero la peor parte es que este nuevo doctor me envió la cotización para el tratamiento y está
muy por encima de lo que podría pagar” continúa, y ahora lo entiendo.
Me da un pedazo de papel y lo examino. El tratamiento sería de miles de dólares.
“¿Cuánto dinero cubre el seguro?” le pregunto escuchando un destello de esperanza en mi propia
voz.
“Nada”, dice mi madre sacudiendo su cabeza. “Ese es el problema realmente más triste que este
doctor me dijo desde un principio. Este tratamiento se considera experimental y no hay suficientes
datos que respalden su necesidad, o la taza de éxito del tratamiento, por eso la compañía de seguros
no tiene que porque pagar y no lo harán. Existen unas asociaciones de caridad privadas que pueden
pagar una cierta cantidad debido al hecho de que nosotros no ganamos mucho dinero, pero esa
cantidad no se acerca ni un poco a lo que necesitaría para poder pagar el tratamiento”.
“Si no hay suficientes datos para respaldarlo, ¿Cómo sabes que el tratamiento es realmente
bueno?” le pregunto.
“Eso fue lo que le pregunté al Dr. Cruz” dice mi madre “y él me aseguro que este doctor sabe de
la materia. Ya ayudó a curar varios pacientes en todo el país, por lo que tiene la mayor experiencia y
la mejor idea de que tan bien funcionaría este tratamiento en mi tipo particular de cáncer. El Dr. Cruz
dijo que puedo confiar en él en esos aspectos, no obstante agregó que obviamente la compañía de
seguros buscará cualquier razón para negar el tener que pagar tanto dinero”.
Inclina su cabeza hacia abajo y solloza un poco más.
“Realmente no hay nada que los dos puedan hacer para ayudarme a costear el tratamiento, incluso
con el aporte de la asociación de caridad y el descuento que me está dando el doctor en base a mis
ingresos. El tratamiento en sí es tecnología de vanguardia y es tan costoso que el dinero debe salir
del bolsillo de alguien. Y ambas sabemos que no puede ser del mío”.
De nuevo empieza a llorar, comienzo a mecerla y acurrucarla entre mis brazos, como alguna vez
ella hizo conmigo cuando yo era tan solo un bebé. En todo este tiempo — desde que fue
diagnosticada por primera vez hasta ahora — nunca había mencionado que pasaría si su cáncer no
era eliminado. Evidentemente ella se estaba aferrando a un milagro y pensaba que este tratamiento lo
sería. Ahora se está dando cuenta de su propio destino y que poco control tiene sobre él.
La realidad se cierne entre nosotras y ambas estamos conscientes de su pronóstico sin algún
nuevo tipo de cura o tratamiento como este que aparentemente está disponible para ella con un
cincuenta por ciento de probabilidad de funcionar si tan solo pudiera costearlo.
Tiene que haber una forma de poderlo pagar.
Capítulo 5
ALESSANDRA
Mi vida no debería haber sido de esta forma. Se supone que yo sea una estudiante
despreocupada. Y si mi madre estaba destinada a tener cáncer, debería haber sucedido cuando yo
fuese mayor y tuviera un buen trabajo como médico o científico y pudiera darle el dinero que
necesita para ayudarla. Me siento responsable aun cuando sé que no es mi culpa.
“Mamá, no te preocupes”, le digo, levanto su cabeza de tal forma que pueda mirarme a los ojos.
“Ya pensaremos en algo. ¿Tienen un plan de pago?”
“No realmente”, dice ella, sacudiendo su cabeza. “Esa fue una de las primeras cosas que
pregunté. Estaba pensando que podría conseguir un segundo trabajo”.
“Y yo también podría conseguir uno”, digo rápidamente.
“No”, replica. “Tú estás en la universidad. Necesitas enfocarte en tus estudios. Tu papá y yo
estamos muy orgullosos de ti por conseguir una beca por mérito para que no tuvieras que trabajar y
solo te concentraras en estudiar”.
“Aún tengo tiempo por las noches”, le digo con urgencia, tratando de hacerle entender lo
desesperada que estoy por ayudarla. Necesito hacer algo para mantener algún poder o control sobre
la situación o simplemente voy a estallar. “O podría disminuir mi horario académico. Lo que sea
para ayudar”.
“Agradezco la oferta, pero lamento decirte que realmente no ayudaría”, dice ella.
Puedo darme cuenta que está luchando por evitar no llorar nuevamente.
“Solo pueden hacer un plan de pago hasta el próximo tratamiento y se necesitan tantos
tratamientos consecutivos que simplemente no habría suficiente tiempo para ahorrar antes de que
venza el próximo pago”, continúa. “El primer pago sería de tres mil dólares para el primer
tratamiento seguidos de tres mil dólares más para el próximo tratamiento. Y ni si quiera sé de dónde
podría obtener los primeros tres mil. No es como si un segundo trabajo pudiera aportar tanto en tan
poco tiempo”.
Suspiro.
“No te ofendas cariño”, añade rápidamente.
“No mamá, tienes razón”.
Estoy comenzando a sentir la misma sensación de impotencia que sin duda ella sentía cuando
estaba sentada llorando en el comedor de la cocina. Es imposible que pueda conseguir un trabajo que
pague tanto sin más experiencia — o más tiempo. Repentinamente me doy cuenta del dilema. Lo que
necesitamos es más tiempo, lo cual no tenemos, o una forma de obtener mucho dinero lo más rápido
posible.
…Lo cual podría tener.
La gaceta estudiantil parecía estar quemando un hoyo en mi bolso. Creo que he encontrado una
solución.
Sé que mi madre no lo aprobaría – por no mencionar a mi padre – no puedo decirles nada al
respecto. Yo soy su pequeña niña inocente y estarían devastados si pensaran en mí de otra forma. Así
que debo buscar la forma de darle el dinero a mi madre sin revelar de dónde provino.
Quizás puedo pagar por el tratamiento directamente y decir que proviene de un donante anónimo,
o que la asociación de caridad fue capaz de conceder más dinero, del que originalmente pensaron.
Todavía tengo mucho tiempo para inventar la excusa perfecta de dónde salió tanto dinero.
No obstante, una vez hecha la acción estará listo. Tendré el dinero y luego descifraré cual es la
mejor forma para pagar el tratamiento de mi madre sin que ella se entere. No es como si el tipo que
pague por mí pueda pedir un reembolso — ¿o sí podría?
Él habrá tomado mi virginidad. Sé sin lugar a dudas que eso es lo que él querría. El dinero puede
comprarlo todo y yo podría vender mi primera vez al mejor postor. No estoy segura de cuánto podría
obtener, pero quizás sea suficiente para un tratamiento y luego podría hacerlo de nuevo antes de que
inicie el segundo.
Se me revuelve el estómago cuando me doy cuenta de lo que estoy contemplando. Prostitución. Y
no sólo una vez, sino varias veces. Estoy segura que puedo conseguir una alta cantidad por mi
primera vez, pero después de eso podría seguir trayendo algo de dinero aún si no sigo siendo virgen.
La misma Fran lo dijo, soy una mujer hermosa e inteligente. Usualmente no me siento de esa
forma, pero objetivamente lo soy. He alcanzado las calificaciones más altas en mis cursos de
matemática durante todo el año académico. No hay manera que no califique con la descripción del
anuncio — al menos para la parte de “inteligente”.
Quizás me digan que pierda algo de peso ya que aparentemente es la queja común entre todos los
chicos con los que he salido. Muchos otros dicen que les gustan mis curvas. Y a todos
definitivamente les gusta mi cara. Quizás a estos multimillonarios solo les gusten las zorras
delgaduchas.
Si ese es el caso, entonces haré alguna dieta de limpieza extrema con jugos si es necesario.
Cualquier cosa para ayudar a mi madre. Incluso ofrecer mi virginidad a un completo extraño. He
decidido hacerlo, y una vez que me propongo algo, está hecho. No logré ser la mejor estudiante de la
secundaria por ser indecisa o perezosa.
“No te preocupes mamá”, le digo y juro que veo algo de esperanza en sus ojos, aun cuando no
tiene idea de lo que he decidido hacer— gracias a Dios.
Salgo de la habitación, le envió un mensaje de texto a Fran y le digo que lo crea o no, voy a ir al
‘The Excellence’ y espero que ella venga conmigo. No estoy muy segura de que exactamente me
espera, pero de alguna forma u otra estoy a punto de averiguarlo.
Capítulo 6
ALESSANDRA
Unos días después
Estoy intentando no moverme en el escenario, pararme erguida con una buena postura y no
retorcerme demasiado. Hago mi mayor esfuerzo por hacer todo lo que Ágata nos enseñó antes, hasta
el más mínimo detalle.
“No puedo creer que hay una verdadera Madame aquí”, dijo Francesca cuando llegamos al club y
nos dijeron que recibiríamos una capacitación en cómo darle a los hombres – a los que el club llama
clientes – lo que desean.
Estoy tan feliz que Fran accediera en venir conmigo — “Tu sabes que siempre estoy buscando
una aventura”, dijo y luego añadió, “y haría cualquier cosa para ayudarte con tu mamá. Es una señora
muy dulce”.
Aprecio su apoyo y también su humor, pero “Madame” es realmente el nombre perfecto para
Ágata. Ella nos había explicado que tenemos la opción de subastar cualquier cosa, desde una cita en
un café llena de coqueteos o una discusión intelectual, hasta lo que sea que queramos, lo que
evidentemente significa sexo, aunque la “Madame” Ágata no pueda decirlo. Al igual que no puede
llamarse a sí misma Madame.
Existen leyes y este club tiene que buscar la manera de esquivarlas para que todo parezca como
si fuera un negocio honesto. Aunque Ágata es buena para dejar las cosas claras sin tener que decirlas
explícitamente.
“Se sorprenderían de las cosas por los que algunos clientes quieren ofertar”, dijo ella.
“No lo estaría”, le susurré a Francesca.
“Sí, déjame adivinar”, replicó. “Algunos tienen fetiches para los pies y otros quieren que muja
como una vaca”.
Le arquee una ceja, pero intentado contener mi sorpresa. Yo estaba pensando que sólo querían
sexo, pero sus palabras me mostraron que no tenía ni idea en lo que me estaba metiendo.
“Esta sucursal de nuestro club en Miami es nueva, pero una cosa que descubrimos rápidamente es
que nuestros clientes de aquí realizan las solicitudes más excéntricas y únicas”, continuo Ágata.
“Tal vez querrán dos vacas”, le solté una risita a Francesca. “Un trío vacuno”.
Tuvimos que dejar de reírnos en voz alta porque Ágata nos había estado mirando.
Pero ahora que me encuentro en el escenario, no me estoy riendo, estoy nerviosa, pensando en
todas las cosas que ni siquiera conozco, como lo que algunos de estos hombres podrían querer que
haga a cambio del dinero que están a punto de ofrecerme.
Ya me había dicho a mí misma que haría cualquier cosa por el que pagara más — por el bienestar
de mi madre. Pero estúpidamente asumí que sería “sólo” dar mi virginidad. Una vez que llegué y
escuché los comentarios de Francesca, me di cuenta que podría significar algo mucho peor.
“Espero que el tipo que desee llevarme quiera amarrarme y hacerme su esclava”, me confesó
antes de que subiéramos al escenario.
“¿Qué?” me quedé estupefacta, pero ella solo se río.
“Oh ya sabes solo para probar algo nuevo y diferente”, encogió los hombros. “Me imagino que
Ágata quería decir que a estos hombres les gustan las cosas pervertidas y yo me apunto a eso”.
Sólo desearía poder ser tan segura de mi misma y preparada como lo es Francesca. Ni siquiera
puedo creer que estoy aquí arriba. Mientras observo a la multitud, noto a un hombre alto y apuesto
que casi es empujado a su asiento por otros dos hombres. No se ve muy feliz de estar aquí.
Él me mira y capto su atención, casi me sonrojo. Sus ojos son azules como el mar y él es la viva
imagen de la perfección. Incluso tiene hoyuelos en sus mejillas.
“¿Qué demonios hace alguien como él aquí?” me volteo para susurrarle a Fran, pero me doy
cuenta demasiado tarde que Ágata la ha ubicado al otro extremo del escenario.
Ágata asiente con su cabeza hacía a mi desde la parte de atrás del escenario como diciendo: no
pensaste que las dejaría estar a las dos juntas en el escenario y causar una distracción como la que
hicieron antes ¿o sí?
Incliné mi cabeza con vergüenza porque ella tenía razón — habíamos estado causando bastante
alboroto y esa no es manera de comportarse en un evento como este. Para cuando miro de nuevo al
hombre apuesto y misterioso, él se sienta entre sus amigos y ya no me está observando.
No puedo creer que él necesite comprar algo de alguna mujer. Apuesto a que lo siguen como
gansos. Como dice el refrán, yo no lo dejaría salir de mi cama, aunque ni si quiera tengo experiencia
con ese dicho ya que no podría sacar a nadie de mi cama porque nunca he tenido a alguien.
Entonces me doy cuenta de que él podría estar en mi cama — metafóricamente hablando claro. Él
podría ser mi primera vez.
Me pongo más erguida y levanto un poco los pechos. Espero que le gusten las mujeres
voluptuosas porque estoy segura de que estoy mostrando mis mejores atributos. Debe estar
funcionando porque me mira nuevamente y sonríe. No puedo creerlo. Tal vez realmente haga una
oferta.
A medida que inicia la subasta, no puedo quitarle los ojos de encima. Él sobresale de su asiento
en comparación con los demás hombres a su alrededor porque es más alto y de hombros anchos. No
hay forma de confundirlo en cualquier multitud, ni si quiera en esta. Es cierto que la mayoría de estos
hombres son apuestos y aparentan tener mucho dinero, pero él sigue siendo único. Puedo ver sus
bíceps desde aquí. Todo lo que quiero es que se quite su camisa y me deje ver sus pectorales…
“Y ahora continuaremos con la encantadora Alessandra”, dice Ágata, guiñándome un ojo, aunque
un ligero destello en su mirada me recuerda que debo comportarme.
Giro la cabeza para mirar a Francesca, y ella me muestra su sonrisa característica y una señal de
aprobación como diciendo, buena suerte.
Mi corazón se acelera a medida que Ágata continúa. Estoy rogando que el apuesto hombre
misterioso oferte por mí y no deje que alguno de estos tipos menos intrigantes me lleve.
“Esta es la primera vez que Alessandra nos acompaña en este escenario”, dice Ágata. “Y será su
primera vez en muchos sentidos”.
Escucho murmullos entre la muchedumbre a medida que los hombres caen en cuenta que soy
virgen. Durante la capacitación, Ágata había preguntado qué activo importante queríamos que
destacara en la presentación, y me aseguré de resaltar este hecho ya que asumí que me proporcionaría
las ofertas más altas.
“Excelente”, dijo Ágata obviamente muy impresionada.
Ahora, hace gala de este hecho como si yo fuera un pavo real exhibiendo mis coloridas plumas.
“Alessandra nunca antes ha estado… al servicio de ningún cliente o persona en ese sentido”, dice
ella. “Y esto está garantizado o les devuelvo su dinero”.
Necesité toda mi fuerza de voluntad para no mirar a Francesca y reír. ¿Cómo podrían darse
cuenta exactamente? ¿Voy a estar sujeta a una prueba de virginidad?
“Encantador”, dice un hombre en la primera fila. “Me gustaría presentar una oferta no sólo para
que la Srta. Alessandra me acompañe a una cena, sino además para compartir toda la noche con
ella”.
La forma en que dice “toda la noche” me permite saber — en caso de alguna duda — a que
exactamente se está refiriendo.
“Alessandra, lo que él está ofreciendo incluye alargar la velada y hacer que dure mucho tiempo”
dice Ágata. “¿Entiendes lo que significa?”
Asiento con mi cabeza porque si abro mi boca sé que reiré a carcajadas y me echarán de este
evento tan elegante. Por supuesto que entiendo.
No obstante cuando vuelvo a mirar al hombre de la primera fila — quien es un regordete en
comparación con mi hombre misterioso — caigo en cuenta que esto no es un asunto para reírse.
Por favor, trato de hacerle una señal mental al hombre que está unas filas detrás de él — por
favor sálvame. Por favor haz una oferta más alta de la que él hizo.
Sí él no me salva, entonces esto va a terminar siendo mucho peor de lo que yo imaginaba.
Capítulo 7
ALESSANDRA
“Tres mil dólares”, dice el hombre de la primera fila, y hago mi mayor esfuerzo por no bailar de
la alegría, aunque no lo quiero a él.
Tres mil dólares cubren la primera sesión del tratamiento de mi madre. No puedo creer que esa
sea la primera oferta.
“Nueve mil dólares por un fin de semana con la adorable recién llegada”, dice un hombre más al
fondo cuyo rostro a penas logro distinguir. Entrecierro los ojos y puedo ver que es atractivo, pero
nada en comparación con el hombre misterioso.
En lo único que puedo enfocarme es en “Nueve mil dólares”.
Suficiente para tres tratamientos para mi madre. Es increíble. Pero antes de tener tiempo de
digerirlo, otro hombre dice, “Treinta mil dólares. Misma propuesta”.
¿Treinta mil dólares?
Esta vez no puedo aguantar a mirar a Francesca, cuyos labios están abiertos en una sonrisa por
mí, mostrando sus dientes a la vez que asiente con su cabeza, motivándome a seguir con esto. Pero no
hace falta que lo haga. Estoy tan feliz de estar obteniendo tanto dinero para mi madre que ni si quiera
me importa que eso signifique tener que pasar la noche — las noches — con uno de estos hombres.
Aunque no sea con el hombre misterioso. Pero justo cuando lo miro, arquea una ceja y simplemente
sé que va a hacer una oferta.
“Parece que tiene mucha demanda Srta. Alessandra”, dice Ágata. “Tengo la impresión de que
estos hombres van a tener que empezar a cortejarte un poco más”.
Ella se dirige a los hombres de la audiencia.
“¿Por qué ustedes caballeros no le incluyen una pequeña descripción de lo que Alessandra
obtendrá de este trato además del dinero?”, dice ella. “Porque si la experiencia del pasado me ha
enseñado algo, es que parece que va a haber una guerra de ofertas y ella es la que podría tener que
terminar eligiendo a uno de ustedes para ganar”.
Guao. Ni si quiera puedo creerlo. Supongo que estos hombres tienen un suministro interminable
de dinero que les permite comprar literalmente cualquier cosa.
Pero me sorprende aún más que sea yo lo que ellos desean comprar con ese dinero.
“Por trecientos cincuenta mil dólares, la llevaré a dar una vuelta en mi yate”, dice el hombre de
la primera fila. “Podemos tener una fiesta privada, o una gran fiesta dónde invitaríamos a todos sus
amigos. Y luego por supuesto, pasar el fin de semana conmigo”.
“Por medio millón de dólares. La llevaría en mi jet privado a cualquier isla de su elección” dice
otro hombre que estaba ofertando por mí. “Incluso puede traer a sus amigos y claro, compartir el fin
de semana conmigo”.
Por muy atractivas que eran estas ofertas, no puedo imaginarme haciendo ninguna de esas cosas
con esos hombres. Un nudo se forma en mi estómago al darme cuenta que aunque estaba ofreciendo
todo lo que tenía — mi virginidad — ellos quieren más. Quieren que comparta tiempo con ellos,
coma con ellos, vaya a unas vacaciones de lujo privadas con ellos. Y ni si quiera los conozco.
No parece haber nada particularmente malo con estos hombres— aparte del hecho que ven el
subastar a una mujer como un deporte, un juego basado en quien tiene más dinero para derrochar—
pero no puedo imaginarme estar con ellos de una forma íntima. El sexo es una cosa — tipo un
rapidito adentro, afuera y chao — pero lo que están pidiendo es algo completamente diferente.
Estoy empezando a querer preguntarle a Ágata si es muy tarde condicionar los términos de este
acuerdo. Le había dicho que quería vender “todo incluyendo mi virginidad”, pero me pregunto si
puedo decirle que me refería a todo sexualmente, no emocionalmente. Ni siquiera estoy segura como
les explicaría a mis padres que me voy por el fin de semana, o la semana, o por el tiempo que estos
hombres quieren que pase con ellos. Supongo que les diría que me voy de viaje con Francesca,
aunque seguramente pensarían que es bastante extraño considerando mi fuerte carga horaria de
clases.
Pensar en mi madre es lo que me convence de permanecer callada. Debo hacer lo que sea
necesario para costear esos tratamientos. Lo cual sé que incluye estar parada y lucir bonita sin
importar lo que estos hombres estén solicitando. Así que eso es lo que hago.
Finalmente, el hombre misterioso se aclara la garganta. Miro sus ojos azules y la forma en que
gira la comisura de sus labios hacia mí es como si dijera “Tranquila yo me encargo. Estoy aquí para
salvarte tal como me lo pediste”, y me siento más húmeda de lo que nunca en mi vida me había
sentido. Todo lo que quiero es que me folle por primera vez.
Mi cara se sonroja al imaginarlo follándome — y el hecho de que la palabra “follar” sea lo
primero que pasa por mi mente al mirarlo — mientras decía, “Quisiera pagar un millón de dólares”.
Se escucha un grito ahogado alrededor del salón. Lo miro y mis ojos se abren completamente. No
puedo evitar desviar mi mirada hacia Francesca, quien está dando saltos en el lugar como si
estuviera haciendo un pequeño baile de felicidad para mí.
“Esa es una cantidad enorme”, dice Ágata. “Más de lo que alguna vez se ha pagado. Puedo
preguntar ¿qué está solicitando con esta oferta?”
“Necesito una novia para casarme”, dice él hombre.
¿Acaba de decir novia?
Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. No tengo idea de cómo reaccionar. Debo estar en un
completo estado de shock porque esto no parece real. Ni si quiera me conoce ¿y él quiere casarse
conmigo?
“Una falsa”, dice seguidamente.
No sé si me debería sentir aliviada u ofendida. Así que no es real. Este hombre misterioso quiere
algún arreglo extraño que obviamente yo soy muy ingenua para entender.
“¿Y qué quiere decir exactamente con eso?” pregunta Ágata.
Nunca había estado más agradecida que ahora de tener una “Madame” para que hiciera todas
estas preguntar tan útiles en mi nombre.
¿Qué tipo de acuerdo tiene este hombre en la mente?
Capítulo 8
ALESSANDRA
“Necesito que ella finja estar comprometida conmigo”, dice el hombre, encogiendo los hombros
grandes y musculosos cómo si no fuera la gran cosa. Como si estuviera pidiendo algún dulce en la
tienda de caramelos. Supongo que el dinero realmente puede comprarlo todo. “Y que pretenda
casarse conmigo. Lo antes posible”.
“Yo… entiendo”, dice Ágata, sin palabras, al igual que yo. “¿Y habrán otros términos… para este
acuerdo? ¿Cosas que la encantadora Srta. Alessandra tendría que aceptar? Por esa cantidad de
dinero”.
Él encoge los hombros nuevamente.
“Bueno, si se está refiriendo al sexo…”
“Me refiero al placer de su compañía”, interrumpe Ágata rápidamente para aclarar este término.
Este tipo ni si quiera sabe que se supone que no puedes decir la palabra que empieza con “s” en este
lugar. Debe ser nuevo. Me gusta pensar que lo es — que no viene siempre aquí a pagar por sexo, o
novias falsas viniendo al caso. “El disfrute de todas las cosas que una mujer y un hombre pueden
gozar haciendo juntos”.
“Bueno, solo digamos que soy un hombre con sangre en las venas”, dice el hombre, y todo el
mundo comienza a reír. Parece aliviar la tensión nerviosa que todos habíamos estado acumulando
desde que el hombre misterioso anunció que quería que yo fuera su prometida falsa por una obscena
cantidad de dinero.
“Entonces, quiero comprar todo lo que está incluido en el escenario de un falso compromiso”.
“Ese escenario es bastante único”, replica Ágata. “Entonces, seamos claros aquí, para que
Alessandra analice si desea o no aceptar su oferta. A usted le gustaría el placer de toda su compañía.
Le gustaría que fuera su prometida…falsa”.
“Y una novia falsa”, dice él, con una sonrisa.
A pesar de que el arreglo es descabellado, no puedo evitarlo y le sonrío de vuelta. Sus hoyuelos
son jodidamente lindos y su cuerpo es tan apuesto.
“Y novia falsa”, continua Ágata. “¿Cuánto tiempo cubriría esto? y ¿Por cuánto tiempo necesitaría
de Alessandra para llevar a cabo este falso… cortejo?”
El hombre misterioso encoge los hombros.
“Mire, no soy bueno para las reglas”, dice él. “Sólo necesito hacer esta cuestión. Ella tendrá que
cenar con mi padre, si logra salir de cama. Algunos días son mejores que otros”.
La forma como dice aquello me parte el corazón. Supongo que me hace recordar a mi madre
durante las fases más duras de su condición y tratamiento hasta ahora.
“Y luego tendremos que hacer una o dos apariciones en públicos para que parezca casi creíble.
Aunque Roberto y Samuel están claramente al tanto de esta situación, no queremos que la gente se
pregunte como un compromiso tan breve puede ser posible, ocasionando que mi padre se cuestione
cualquier cosa”.
Sus amigos le chocan las palmas y no estoy segura que tipo de secreto esconden, pero debo
admitir que suena bastante intrigante. Este tipo es tan guapo que probablemente lo hubiera hecho
gratis, solo por diversión. Vivir un poco, tener algo de aventura, como Francesca siempre me motiva
a hacer. Pero pensar que me van a pagar dos millones de dólares por hacerlo es alucinante. Supongo
que también quiere mi virginidad, pero a juzgar por lo mojada que estoy en mis bragas tengo el
presentimiento que eso también es algo que le hubiera dado gratis.
“Bien entonces”, dice Ágata, como si no tuviera nada más que decir y no la culpo, yo misma
también me habría quedado sin palabras. “¿Hay alguna otra oferta?”
Nadie dice nada, y luego el hombre al frente dice, “Bueno amigo, yo realmente la quería, pero tu
obviamente tienes tus propias fantasías extrañas que cumplir y estás dispuesto a pagar mucho más de
lo que tengo para cumplirlas, así que te la regalo”.
“Por favor vamos a abstenernos de hablar con los otros clientes durante la subasta”, les recuerda
Ágata.
Después que nadie dice nada, ella pregunta, “Bien, Alessandra, con tu conocimiento de los
términos de la solicitud…o con los detalles que pudimos descifrar hasta este momento… ¿estas
dispuesta a aceptar esta oferta? Por favor entiende que no es obligatorio. Podemos ir con la subasta
más baja e ir subiendo desde esa oferta, con los términos alternativos acordados”.
“Lo entiendo”, le digo. Probablemente ella está preocupada por ser demandada o algo por el
estilo. Su cara luce confundida y temerosa, como si temiera venderme a un hombre muy trastornado.
Pero cuando vuelvo a mirar al hombre que acaba de ofrecer una fortuna para que yo sea su
esposa falsa, decido que si él está trastornado yo también lo estoy. Porque quiero averiguar a dónde
nos va a llevar esto. No sólo porque es atractivo, o porque mi madre necesita el dinero
desesperadamente y esta cantidad es más que suficiente para pagar por todos sus tratamientos, sino
porque estoy harta de ser tímida y cohibida e irme siempre por lo seguro.
Miro de nuevo a Francesca y luego a esos hermosos ojos azules de ese misterioso hombre quien
supongo ya no será un misterio para mí. Todo mi cuerpo tiembla ante la idea de que sea con él mi
primera vez. Y con el conocimiento que yo soy la elegida para fingir ser su esposa.
“¿Alessandra, aceptas esta oferta?” Ágata me instiga, sin preocuparse más por mi destino y
deseosa de seguir continuando con la subasta de la próxima chica. ¿Quieres ser la prometida y
esposa falsa…. de este hombre?”
Sus ojos son del color de un mar en el que podría perderme por el resto de mi vida. No tengo más
remedio que aceptar lo que sea que él quiera — sin importar cuán extraño sea el pedido.
Y sin desviar mi mirada de la suya, asiento con mi cabeza.
“Si, acepto”.
Capítulo 9
ALONZO
Desde el momento en que vi a Alessandra en el escenario supe que quería hacerla mía. Mí
prometida falsa y mi verdadera amante. Ella es increíblemente hermosa, con un cuerpo de reloj de
arena y un brillo oliva en su piel. Sus pechos provocan apretarlos al igual que su voluptuoso trasero.
Es exactamente mi tipo, pero al mismo tiempo hay algo tan inocente en ella que me hace querer
corromperla.
Sabía que tendría que pagar un sobreprecio porque es virgen. Pero eso la hace valer mucho más.
No puedo esperar para deshojar esa dulce margarita.
Me encantó ver la expresión de asombro en su inocente rosto mientras escuchaba todo lo que
quería hacerle. Ella definitivamente es la mejor prometida falsa que el dinero pueda comprar.
Necesito pagar la transacción, mientras estoy en eso llamo a mi padre. Sus ojos verdes me siguen
a medida que salgo de la habitación como si esperara ansiosamente mi regreso.
Aunque este tipo de “apego excesivo” tan rápido me molestaría de la mayoría de las mujeres, con
Alessandra significa que la tengo justo donde quiero. Puedo hacer lo que me plazca con ella —
incluso casarme — y a ella no le importará. De hecho puedo darme cuenta que le va a encantar todo
lo que tengo preparado para ella, y no sólo por el dinero.
Ella me desea fervientemente. Sólo pensar en eso hace que mi pene se vuelva duro como una
roca. No puedo esperar deshojarla — y pretender casarme con ella. Y no sólo porque eso significa
heredar la compañía de mi padre y sus miles de millones de dólares. Sino porque quiero escucharla
gemir y jadear suplicándome que no deje de follar su pequeña y firme vagina virgen.
“Buenas, residencia Morris”, dice una voz familiar cuando llamo al número de mi padre.
“Hola Berta”, le digo a su cuidadora. “Es Alonzo. ¿Cómo estás?”
“Estoy bien, Alonzo, ¿qué hay de ti?”
“Ahora estoy bien”, le contesto
Puedo escuchar a mi padre en el fondo decir, “Pregúntale si por fin ya está casado”.
“Shhh”, ella lo calla. “Debería estar feliz que su hijo lo esté llamando deje de molestarlo todo el
tiempo”.
Me río. La buena vieja Berta. Manteniendo a mi padre bajo control. Ella es a la única persona
que le permite que le hable de tal forma. Probablemente porque es aún más vieja que él y tiene mucha
experiencia cuidando ancianos cascarrabias.
“Lo siento”, me dice. “Sólo ignóralo”.
“No te preocupes, Berta. De hecho la razón por la que llamo es para anunciar algo muy especial”.
“Oh vaya”, dice ella, y la imagino abanicándose con su mano. “¿Acaso tiene que ver con su
exigencia de que te cases?”
“Claro que sí”, le digo.
“Bueno, él estará tan feliz de escuchar eso. Déjame ponerlo al teléfono”.
“¿Qué?” mi padre trata de gritar en el teléfono tan pronto lo tiene en sus manos, pero su voz es
languideciente. “¿Qué quieres?”
“Papá, quería decirte que estoy comprometido”, le digo mientras entrego mi tarjeta de crédito en
la caja de cobro, haciéndolo oficial. “Tu deseo se ha hecho realidad”.
“Bueno, ya era hora”, dice mi padre. “Pero necesito conocer esta tal ¿Lucia? ¿Luciana? ¿Cómo sé
que ella es real y no estás haciendo todo esto por mi dinero?”
“Es Alessandra, papá”, le digo esperando que mezcle todos los nombres otra vez como siempre
lo hace.
“¿Alessandra, huh?” pregunta. “¿Tan pronto tienes otra?”
“Y no puedo esperar a que la conozcas”, digo rápidamente, esperando que olvide lo nueva que
es. Para mañana el no recordará su nombre o que pensaba que era todo esto.
“¿Crees que podríamos cenar juntos algunos de estos días?”
“Creo que puedo hacer eso”, dice él.
Mantiene su actitud áspera y gruñona, pero estoy seguro que de alguna forma lo escucho esbozar
una sonrisa.
“Ok, papá”, le respondo, feliz si él está feliz.
Por un instante siento remordimiento de mentirle de esta forma. Sin embargo sí puedo hacer al
anciano feliz y cumplir su último deseo — y a la vez obtener la herencia que es legítimamente mía —
entonces no veo el daño. Y Alessandra está siendo más que debidamente recompensada por su papel
en todo este asunto.
“¿Alonzo?” dice Berta devuelta en la línea.
“¿Si?” le pregunto como si fuera mi segunda madre.
Ella posee la habilidad de sonar afectuosa y autoritaria al mismo tiempo.
“No estás haciendo esto solo por tu padre ¿verdad?” pregunta con cautela.
“Por supuesto que sí”, puedo escuchar a mi padre decir en el fondo. “Pero eso no me interesa,
siempre y cuando lo haga. Una vez que se case se dará cuenta de la importancia de asentar cabeza y
enfocarse…”
“No, Berta” le aseguro sabiendo que miento descaradamente y sintiéndome mal por ello. Berta es
un alma bondadosa, pero una vez comenzada esta farsa la debo mantener hasta el final. “Lo hago
porque estoy enamorado”.
“Estoy muy feliz de escuchar eso”, dice ella. “Sería un error casarse con alguien que no amas
solo para complacer a tu padre, que al final de cuentas es imposible”.
“Buen punto, Berta”, le digo principalmente para apurarla y colgar el teléfono. Mi pene
semierecto me recuerda que tengo asuntos importantes que atender. El de deshojar a cierta linda
margarita.
“Estoy tan contenta de escuchar que la amas”, continúa.
“Claro que sí Berta”, le digo. “Ahora debo irme, pero gracias por cuidar a mi papá, cómo
siempre”.
“De nada”, dice ella. “Sabes que es mi trabajo, pero tampoco puedo evitar cuidar de ti. Ahora
diviértete con esa prometida tuya a quien tanto amas”.
Que amo pensar en follarla por primera vez, me digo a mi mismo, para hacer que mi mentira sea
un poco más digerible. Por lo menos, esa parte es verdad. Me muero por follar salvajemente a
Alessandra. Y estoy a punto de hacer eso en este precioso instante. Este club les proporciona a los
clientes habitaciones, con la finalidad de cobrar sus ofertas…y estoy a punto de hacer un buen uso de
ellas.
Cuando regreso al salón principal a recoger mi premio — mi prometida falsa, mi nueva amante
— tengo que detenerme en seco. No puedo creer su extraordinaria belleza. No puedo creer que sea
mía. Al menos, ella es mi prometida falsa, y mi muy real virgen — aunque ninguna de esas dos va a
durar mucho tiempo una vez que le ponga las manos encima.
Me acerco a ella, sintiéndome extrañamente nervioso, y solo el pensamiento me golpea. Solo
espero que ella no se meta en mi corazón. Eso haría que toda esta farsa fuese muy real. _
Capítulo 10
ALESSANDRA
Alonzo me conduce a una habitación en la parte de atrás, la que espero sea cómo algún tipo de
mazmorra sexual o un sitio que huela húmedo y de mala muerte, cómo olería el salón VIP de algún
club de striptease. Aun así, estoy bastante feliz de seguirlo porque me puedo dar cuenta que quiere
hacerme suya en este instante y yo deseo lo mismo.
En cierto modo, esto aliviará la tensión sexual entre nosotros y luego pasaremos a la parte
romántica de este falso — lo que sea que es esto. Pero no puedo negar que estoy más emocionada por
esta parte: sentir sus manos en mí, en todo mi cuerpo, sentirlo dentro de mí.
Cuando entramos en la habitación, su ambiente me sorprende.
Pero supongo que no debería dado que es un lugar para millonarios con gustos lujosos. Las velas
encendidas, la música clásica está sonando y una cama King con un dosel nos están esperando. Casi
me siento como si fuera una princesa en un cuento de hadas, pese a que en realidad soy una prostituta
cualquiera. Exceptuando por el hecho que me están pagando dos millones de dólares por mi
virginidad y eso es cualquier cosa menos común.
Tan pronto como él cierra la puerta, Alonzo me empuja contra la cama. Puedo sentir su verga
detrás de mí, presionando en mi espalda, mientras me susurra al oído. Es tan sexy que sé que estoy
empapada para él.
Lleva una mano a su bolsillo, y asumo que va a sacar un preservativo. En cambio me entrega una
pequeña caja azul.
“Aquí tienes”, dice él, “úsalo para que parezca real”.
Abro la caja para ver el diamante más grande que jamás había visto. Ni si quiera tenía idea que
existieran diamantes tan grandes y brillantes.
“¿Es real?” le pregunto, sosteniéndolo a la luz de la ventana para poder admirarlo mejor.
“Sí”, dice él. “No te iba a dar una vulgar zirconita. Nadie lo creería”.
“Guao”, digo. “Un compromiso falso, pero un anillo muy real”.
“Por supuesto”, dice él. “Puedes hacer lo que te plazca con él una vez hayamos terminado con
todo esto. Véndelo. Consérvalo. Lo que sea”.
“Gracias”, le respondo, colocándolo en mi dedo. Sorprendentemente, encaja a la medida.
“Ahora, vamos a dejar de hablar de anillos, quiero tu virginidad ahora”, me dice Alonzo. “Y
luego vas a conocer a mi padre. Le diremos que estamos comprometidos y que vamos a organizar una
gran boda. Eso es todo. Nada más y nada menos. Una simple transacción, de la que ambos nos
beneficiaremos. ¿Entendido?”
“Sí”, asiento con mi cabeza, sintiéndome entusiasmada y algo asustada a la vez.
Parece como si estuviera intentando de convencerse así mismo tanto como a mí de que esto no es
otra cosa sino una transacción común y corriente. Igual que ir a la tienda a comprar un galón de leche.
Él quita las tiras de mi vestido de mis hombros y hace una pausa antes de morder uno de ellos.
Oh, Dios mío.
No esperaba eso. Salto, pero un escalofrío recorre mi columna, en el buen sentido. Muerde mi
otro hombro, esta vez con más fuerza.
“Voy a adueñarme de ti”, dice él. “Vas a ser mía. ¿Estás lista para que deshoje tu preciosa
margarita?”
Asiento con la cabeza en tanto él devora mi cuello, besándolo y acariciándolo con su nariz. Todo
mi cuerpo se estremece.
Él tira de mi vestido y este cae al suelo. Él hace un sonido, “Mmmm”, que me hace saber que está
complacido con lo que ve. Desabrocha mi brasier con una mano y este se une a mi vestido en una pila
en el suelo. Estoy desnuda para él, a excepción de mi tanga.
“Muy bien”, dice él, recorriendo con sus manos mi cuerpo de arriba a abajo: acariciando mis
pechos y trazando la curvatura de mis caderas y trasero. “Estoy feliz de que esto sea todo mío”.
Parece que se está conteniendo, evitando decir o hacer lo que realmente quiere. Su respiración se
acelera y me doy cuenta que él desea esto tanto como yo. Mi corazón comienza a latir más fuerte.
Observa hacia abajo sobre mis hombros, aún detrás de mí, y toma mi busto con sus manos.
“Adoro tus enormes pechos”, dice.
Con una mano comienza a jugar con mi pezón, sus dedos recorren sus bordes y luego los aprieta
con fuerza. Con su otra mano desabrocha su cremallera y saca su miembro. Muerde nuevamente mi
cuello al tiempo que juega con mi pezón y restriega su pene en mi trasero.
“Esto es lo que deseaba hacerte desde que te vi parada en ese escenario”, me dice. Me inclino
hacia su pecho firme y lo miro a los ojos.
Su mano viaja hacia mi tanga y desliza un dedo dentro de ella. Empujándolo dentro de mí
mientras él me dice,
“Tu pequeña y firme vulva está empapada por mí, ¿no es así?”
“Sí”, le respondo, mi respiración se vuelve tan pesada que apenas puedo hablar.
Me masturba con su dedo y luego retira su otra mano de su pene y comienza a frotar mi clítoris.
“Voy a hacer que acabes estando de pie”, me dice, mientras introduce el dedo de una de sus
manos para explora mi sexo y con el dedo y el pulgar de la otra aprieta mi clítoris.
Él separa aún más mis piernas e introduce otro dedo dentro de mi sexo.
“Estas bastante estrecha”, me dice, deslizando dos dedos dentro y fuera de mí. “Pero tus jugos
gotean en mi mano porque todo tu cuerpo me ruega que lo posea”.
“Sí”, admito cediendo ante los sentimientos de lujuria y deseo que me agobian. “Deseo
intensamente que me hagas tuya”.
Él juega con mi clítoris y me masturba mientras que su pene se vuelve notablemente más grande,
hinchándose cada vez más y más contra mi trasero.
Juguetea tan hábilmente con mi clítoris que casi me fundo en él, suspirando y gimiendo, dándome
cuenta que estoy a punto de tener un orgasmo.
“Acaba para mí”, me susurra, mordiendo mi cuello y apretando mi clítoris.
“Estoy acabando”, le digo, mi trasero tiembla mientras que rebota hacia arriba y hacia abajo
contra el interior de su muñeca al ritmo de su mano que frota mi clítoris. “Haces que tenga un
orgasmo tan intenso”, exclamo de placer
“Siento tus fluidos deslizándose en mi mano”, me dice, mientras me introduce los dos dedos a mi
boca y los empuja hacia adentro. “Prueba lo que le hago a tu vagina”
Lamo mis propios jugos, mirando directamente a sus ojos azules. Hace que me tiemblen las
rodillas y siento la necesidad de recostarme una vez que el orgasmo termina de hacer su recorrido
por todo mi cuerpo.
Cómo si pudiera leer mi mente, sacude su cabeza negándome el alivio de recostarme.
“Esta cama solo la vamos a utilizar para una cosa”, me dice, “y es para atarte a ella”.
Abre un cajón de la cómoda para tomar una cuerda. También se quita la camisa y sus pantalones,
permitiéndome ver su pecho marcado lleno de tatuajes, abdominales perfectamente definidos y su
enorme pene. Ata cada muñeca en los postes de la cama, y luego se coloca un preservativo que
también había sacado del cajón.
Se coloca detrás de mí y tira mi tanga hacia un lado, de tal forma que todo mi sexo y mi trasero
están expuestos a él.
“Me encanta agarrar tú clítoris”, dice, haciendo exactamente eso ocasionando un hormigueo en
mis terminaciones nerviosas. “Y quiero clavar mi pene dentro de ti”.
Pero en su lugar clava sus dedos nuevamente, provocándome, sintiéndome en lo más adentro de
mí ser.
“Estas tan apretada”, dice, como si no fuera capaz de soportar un segundo más.
Él me da una fuerte nalgada, haciéndome saltar.
“Auch”.
“Eso es por hacer que te desee tan desenfrenadamente y haberme hecho gastar tanto dinero en ti”,
dice él, y me da otra palmada en la otra nalga.
Arde, y las lágrimas salen de mis ojos debido al dolor, pero me gusta. Quiero que me haga todo
lo que quiera. Y él lo hace.
“Voy a tomar tu virginidad ahora, Alessandra”, él dice, mientras siento cómo introduce la punta
de su miembro en mi sexo. Me penetra completamente y siento un desgarre en el interior de mi ser.
“Oh Dios mío”, digo, sin tener idea de cuánto me dolería.
“Shhhh”, dice, jugando con mis pezones al mismo tiempo en que introduce todo su pene dentro de
mí. “Soy tu dueño. Te declaro cómo mía”.
Dejo escapar un gemido de mis labios, mientras él se empuja dentro y fuera de mí. Me apoyo en
los postes de la cama a los que estoy atada, dejando que haga de la suyas conmigo, disfrutándolo
completamente.
“Alonzo”, ruego y gimo jadeando por aire. “Tu verga se siente tan bien dentro de mí”.
“Te gusta cómo te follo, ¿no es así?” pregunta antes de morder mi cuello y hombros.
“Me encanta”, le digo, cediendo a la sensación y dejándome llevar por un orgasmo pleno. “Estoy
acabando en tu verga”.
“Acaba en mi verga grande, dura y fuerte”, dice él, pasando sus dedos por arriba y debajo de mi
espalda. Agarra mi trasero y lo aprieta para que mi sexo se tense aún más alrededor de su pene. “Te
follare de verdad antes de que finjas estar casada conmigo”.
“Está bien”, le contesto, convencida de que haría cualquier cosa que él me pidiera.
Voy a aparentar casarme con él no sólo porque me compró justamente, sino porque además estos
orgasmos que me da son increíblemente buenos.
Estoy tan feliz de haber venido a The Excellence y de que Alonzo fuera el hombre que me
comprara. Así es exactamente como habría elegido perder mi virginidad.
Capítulo 11
ALONZO
Sujeto el increíble trasero de Alessandra y observo como rebota hacia arriba y hacia abajo
mientras que mi pene entra y sale de su sexo. Dios mío. Su vagina está tan apretada y mojada. Me
alegro de haber pagado por ella, porque todo lo quiero hacer es cogérmela.
Reduzco la velocidad, recordándome que debo ser cuidadoso. Esto es solo un arreglo. En
realidad no voy a asentar cabeza. Solo estoy fingiendo para mi padre.
Cuando veo su voluptuoso trasero no puedo evitar acelerar el movimiento, empujando con fuerza
mi verga a lo más profundo de su ser.
“Voy a acabar otra vez”, dice ella, gimiendo y jadeando mientras hago lo que me plazca con ella.
No puedo creer lo hermosa que es, tan obediente y tan luchadora al mismo tiempo. Me dan ganas
de darle todo el poder sobre mí, pero no puedo. Debo mantener el control.
“Separa más tus piernas”, le ordeno, y ella lo hace.
Esta postura me permite frotar su clítoris mientras la penetro desde atrás.
Inmediatamente comienza a tener otro orgasmo y lo siento por todo mi miembro. Está tan mojada
que puedo sentirlo en mi mano.
“Ahora eres mi ramera”, le digo, sintiendo mí pene palpitar y vibrar dentro de ella.
“Puedo hacer lo que quiera contigo”.
“Sí”, ella gime, jadea, y gruñe mientras la follo. “Me compraste y tomaste mi virginidad. Ahora
soy tuya”.
Me encanta como lo dice. Tanto que incluso me asusta. Quiero detenerme, para no darle mucho de
lo que soy. Sin embargo mi miembro no está de acuerdo con este plan. Parece tener mente propia,
enterrándose profundamente en su interior, follando su lindo y perfecto coño hasta que esté a punto de
estallar.
“Voy a acabar”, le digo, sintiendo una explosión en mí que ni si quiera sabía que estaba
esperando con tanta ansiedad. “Me haces acabar de una forma tan jodidamente divina”.
“Yo también”, dice ella, sujetando los postes de la cama a la cual la amarré, apretándolos
mientras tenemos un orgasmo. “Tú también me hacer acabar tantas veces y de una manera increíble”.
“Acaba para mí, porque yo acabo por ti” le digo, y cuando termino sólo me quedo ahí parado por
un minuto, tratando de recuperar la compostura.
¿Qué mierda acaba de pasar? me pregunto a mí mismo, mientras me retiro el preservativo.
Pues bien, aparentemente, fue sexo fuera de este mundo, cómo ningún otro que haya tenido antes.
Ni si quiera tenía idea que el sexo podría ser tan bueno.
Santa mierda. Esto es demasiado para mí y debo salir de aquí.
La desato y comienzo a vestirme. Ella me mira a los ojos, en busca de señales de lo que estoy
sintiendo, pero no voy a dejar que se dé cuenta del hecho de que estoy mucho más interesado en ella
de lo que pretendía estar.
“Búscame en el Radish el martes a las 6:30 pm”, le ordeno. “Ese día conocerás a mi padre y le
diremos que estamos comprometidos”.
“Está bien”, dice, como si estuviera esperando algo más.
Pero no puedo decirle nada sin que descubra cuanto me encanta. Nunca antes me había sentido de
esta forma y debo admitir que estoy abrumado por ello.
Salimos por separado, y ella se dirige hacia otra chica que se encuentra esperando en la
recepción.
“Francesca”, dice ella, abrazándola. “¿Qué estás haciendo aquí?”
No me había percatado de que había venido con una amiga. Por otro lado, no he sabido nada de
ella antes de que me la follara como si no existiera un mañana — y permitirle que hiciera lo mismo
conmigo.
“Oh, estoy esperando que mi ‘John’ se vista para ir a cenar”, dice su amiga, con una sonrisa tonta,
pero encantadora. “Pago por eso y otras cosas por su puesto”.
No puedo evitar continuar escuchando a hurtadillas mientras me dirijo hacia la puerta.
“Parece que te has divertido”, dice Alessandra.
“Tú también”, dice Francesca. “Pero aún vamos a ir a la cita doble este fin de semana. Nada ha
cambiado, ¿verdad?”
“Bueno…” Alessandra titubea.
Dile que no, digo en mí cabeza. Dile que eres mía.
Sé que estoy siendo ridículo. No tengo derecho de exigirle a Alessandra que no salga con otros
hombres. Eso no forma parte del acuerdo y definitivamente no es mía. Únicamente estoy fingiendo
casarme con ella, nada de esto es verdadero.
Levanta la vista y ve que aún sigo parado en la puerta, así que la abro actuando como si no
hubiera estado prestando atención a lo sucedido.
“Claro, supongo que sí, ¿por qué no?” finalmente responde Alessandra, causando que se me
forme un nudo en el estómago.
Joder. ¿Por qué me molesta tanto que salga a cenar con otro tipo antes de la cena conmigo para
conocer su supuesto futuro suegro?
No te preocupes por eso, me digo a mi mismo, mientras me dirijo hacia mi carro. Fue algo de una
sola vez. Es solo un compromiso falso.
Desearía poder hacer que mi corazón creyera lo que mi cabeza está intentando decirle. Tengo el
presentimiento de que estos próximos días se van a sentir como los más largos de mi vida.
Capítulo 12
ALESSANDRA
No podía esperar para llegar aquí. Mientras entro en el elegante restaurante Radish, intento
buscar a Alonzo con la mirada, estoy emocionada de volverlo a ver aunque nuestra separación
después de nuestro primer encuentro ha sido incómoda. Podría jurar que quería decir más, hacer más,
pero se estaba conteniendo.
Sé que no soy nadie para cuestionar las razones que lo motivan a hacer las cosas que hace. Esto
es solo un acuerdo pagado. ¿No es así?
Lógicamente sé que lo es, pero emocionalmente, no puedo evitar preguntarme si hay algo más.
Miro hacia abajo hacia la enorme roca en mi mano, aún asombrada por su tamaño y belleza.
Puede representar un compromiso falso, pero es la joya más hermosa que he tenido.
Alonzo no está aquí, sin embargo cuando le digo a la anfitriona que tenemos una reserva, me
conduce hacia una mesa cerca del fondo. Un anciano está sentado en una silla de ruedas en una mesa
y una mujer, de aún más edad, le abre la servilleta y se la coloca en el regazo.
“Oh, hola”, dice ella, mirándome con ojos amables.
“Tú debes ser Lucia”, dice el anciano interrumpiéndola. “El raro unicornio con el que mi hijo
finalmente ha accedido a casarse”.
Estoy sorprendida por su brusquedad, pero el carácter dulce de la mujer anula el suyo.
“Oh Julián”, dice ella, dándole una palmada en los hombros. “Siempre confundes los nombres.
Ella es Alessandra, ¿recuerdas?”
El anciano encoge los hombros, mirándome fijamente.
“Alonzo tiene tantas mujeres que ni si quiera puedo mantenerle el paso”, murmura.
Noto que la mujer le pellizca su hombro. Le sonrío, para hacerle saber que no estoy molesta. Si
fuera la verdadera novia de Alonzo, probablemente lo estaría — al escuchar que es un mujeriego. En
realidad, siento una punzada, como una daga en el corazón al preguntarme con cuantas mujeres ha
estado Alonzo de la misma forma como estuvo conmigo la otra noche.
No obstante, sé que no tengo derecho a ser posesiva. No me sorprende que un hombre rico y
apuesto como él pueda escoger cualquier mujer. Y dado que todo esto es falso, estoy determinada de
seguir la corriente.
Haré cualquier cosa por Alonzo porque me pagó tan generosamente. Ya acordé con la clínica, que
está haciendo el tratamiento experimental de mamá, cancelarles de forma anónima para que ella no
sepa que soy yo. Sin embargo, mi madre ha estado actuado de forma sospechosa, diciéndome que no
comprende cómo es posible que estén cubriendo los gastos que ellos dijeron que serían demasiado
costoso, y preguntándome que he estado haciendo y adónde he estado yendo.
La verdad es que, no he salido casi a ninguna parte, excepto al The Excellence la semana pasada
— de la que ciertamente no pensaba contarle nada — y con Francesca el fin de semana, lo cual solo
duró aproximadamente media hora. Eché un vistazo a mi cita a ciegas e inventé una excusa de que mi
estómago me estaba molestando.
No lucia mal, pero creo que no pude evitar compararlo con Alonzo. No tenía ningún interés de
sentarme a cenar con él. Supongo que no tiene sentido, pero hasta que no termine este negocio con
Alonzo, no creo que sea justo para nadie que salga con otros chicos. Eso es lo que me digo a mi
misma, aunque sé que estoy tan impactada por Alonzo que ningún otro hombre se le acerca, e incluso
hablar con uno simplemente no me parece correcto.
Así que esa noche llegue temprano a casa y vi películas cursi de los 80 en mi habitación,
fantaseando como sería estar realmente casada con un hombre asquerosamente rico y apuesto como
Alonzo. Tal vez nunca debí permitir que tomara mi virginidad. Porque ahora no puedo sacarlo de mi
mente.
“Por favor, no preste atención al mal humor del Sr. Morris”, dice ella. “Ha estado muy
emocionado por conocerte”.
“Y muy emocionado de que mi hijo irresponsable finalmente va a asentar cabeza”, añade el Sr.
Morris.
No estoy segura de sí reír o sentirme horrorizada. Estoy comenzando a entender por lo que
Alonzo debe atravesar y a pesar de que al principio tenía mis dudas sobre su plan de engañar a su
padre con un compromiso falso por la razón que fuese, ahora estoy empezando a tener una idea de
porque sintió la necesidad de hacer cualquier cosa para tranquilizar a este anciano aparentemente
incorregible.
“Cariño”, dice una voz apenas familiar, y me doy vuelta para ver a Alonzo corriendo hacia el
restaurante, sosteniendo un gran y hermoso ramo de flores. “Disculpa mi tardanza. Estaba revisando
algo muy importante para el negocio familiar”.
Mientras me da las flores y saca mi silla para que me siente, estoy impresionada por su
caballerosidad. Su padre, por otro lado, deja muchos modales que desear.
“Sólo permanecerá en la familia si ustedes dos se casan”, dice el anciano.
Pobre Alonzo. No puedo creer que tenga que soportar esto todo el tiempo. Decido actuar
realmente bien mi papel por el bien de Alonzo.
“Por supuesto que lo haremos”, le contesto.
Luego miro a Alonzo y le pregunto, “¿Haz estado minimizando la seriedad de nuestra relación a
tu propia familia? Mi amor, sé que pensabas que nunca ibas a centrarte, pero ya es hora que admitas
que te hice morder el anzuelo como un pez gordo”.
Mi encanto debió funcionar porque el Sr. Morris me da una pequeña sonrisa. Y la mujer se ríe a
carcajadas. Pero la mejor reacción proviene de Alonzo. Su hermoso rostro se quiebra con una gran
sonrisa.
“Tienes razón”, dice, siguiéndome el juego. “Y por eso es que te hice venir para que finalmente
conocieras a mi padre y a Berta. Sabías que no iba a hacerlo, hasta justo antes del día de nuestra
boda, para poder estar seguro de que realmente lo haría. A pesar de que tengo mis reservas cuando se
trata del compromiso. Estoy listo para dar este gran paso”.
Berta niega con la cabeza hacia Alonzo.
“Se amable con tu prometida”, dice ella. “Parece que verdaderamente encontraste a la indicada”.
Me guiña un ojo y yo asiento con la cabeza en señal de aprecio.
El mesonero toma nuestro pedido y a medida que la cena avanza comienzo a ver más y más la
personalidad del Sr. Morris. Alonzo intenta decirle algo sobre lo que habló con su amigo Roberto,
pero su padre lo sigue desestimando.
“Hablaré con Leonardo sobre todo eso más tarde”., dice el Sr. Morris. “Vamos a comer. De igual
forma estoy seguro de que estas confundido. Casi nunca sabes realmente de lo que estás hablando”.
Alonzo se ve desolado, pero continua insistiendo.
“Papá, lo que estoy diciendo es que ordenamos una auditoría para que los libros sean examinados
y realmente creo que será algo bueno porque existen algunas discrepancias”.
El padre de Alonzo tose y es incapaz de responder. Me doy cuenta de que su condición es grave.
En su estado tan delicado, me sorprende que incluso pueda venir a cenar.
Debe ser increíblemente importante para Alonzo fingir casarse conmigo. Decido tratar de
intervenir y ayudar a la situación porque obviamente es importante para Alonzo que su padre escuche
lo que está tratando de decirle sobre los libros.
“Bueno, mi amor tu sabes que como soy una estudiante de matemáticas he tomado algunos cursos
de contabilidad”, le digo. “Si no tienes problema, me encantaría ver los libros”.
Alonzo me mira con más interés que su padre. Puedo darme cuenta que quiere preguntarme si
realmente soy una estudiante de matemáticas, pero eso delataría nuestro pequeño engaño. Así que él
no dice nada.
Después de la cena, cuando nos levantamos, Berta me da un abrazo y me dice, “Fue un verdadero
placer conocerte. Escuche que la boda seria en un mes más y no puedo esperar para asistir”.
Se necesita de toda mi fuerza de voluntad para no mirar a Alonzo. ¿Planeó nuestra boda falsa
para un mes más y ni si quiera me dijo que lo planeaba? Eso es algo tan típico en los hombres.
Voy a tener que decirle a Francesca. Espero que no tenga planes y pueda asistir. Aún si es una
boda falsa. Necesito que ella sea mi dama de honor.
Cuando salimos, me pregunto cuando volveré a ver a Alonzo de nuevo, pero esa interrogante no
dura por mucho tiempo.
“Sígueme, vamos a mi apartamento”, me ordena, tan pronto como su padre y Berta ya no pueden
escucharnos.
Por la manera en que tiene su mandíbula apretada y la forma nerviosa en que está empujando sus
llaves, puedo decir estaba tan ansioso de verme como yo a él. Está intentado contenerse, pero me
desea.
Estoy empezando a pensar que esta relación no es tan falsa como pensamos.
Capítulo 13
ALONZO
Tan pronto estamos en mi apartamento, mis manos están sobre el cuerpo de Alessandra. Pareciera
que no puedo resistirme. Me maldigo en silencio, preguntándome porque no puedo controlarme
cuando se trata de ella. Solo necesito ver y sentir esa dulce vagina nuevamente.
Pero ella parece gustarle tanto como a mí todo esto.
Cuando la beso, ella me devuelve el beso, pero luego me empuja y dice, “Entonces, el próximo
mes, ¿no? ¿Cuándo me lo ibas a decir?”
Agarro su trasero y lo aprieto con fuerza, acercándola a mí.
“Soy el único que hace las preguntas aquí”, le digo. “Te compré limpiamente”.
“Sí, lo hiciste” dice ella, su cuerpo se tensa y su rostro luce un poco sorprendido.
Siento remordimiento. No era mi intención asustarla. Simplemente no tengo control sobre mis
emociones y no quiero mostrarle lo que está haciendo conmigo.
Ni siquiera había planeado traerla a mi apartamento para tener sexo nuevamente. Pero desde que
vi su cuerpo acentuado por el vestido que eligió para ir al restaurante – y, debo admitir la
encantadora forma en que trató a mí padre y me ayudó en la cena – es en lo único que puedo pensar y
todo lo que quiero hacer.
“¿El próximo mes es conveniente para ti?” le pregunto. “Tengo un amigo que es un planificador
de bodas y otro que maneja la sucursal local del Ritz-Carlton, así que pensé que podríamos hacerlo
ahí y ya me estoy encargando de todos los preparativos”
“¿En serio?” pregunta mirándome a los ojos “¿El Ritz-Carlton?”
Por un segundo empiezo a pensar que quizás estamos en la misma página emocionalmente.
¿Podría realmente estar enamorándose de mí como yo de ella?
No, me digo a mí mismo. Todas las niñas sueñan con casarse en el Ritz-Carlton, eso es todo.
Obviamente ella está más enamorada de todo el asunto de la boda falsa que de mí.
“Quería preguntarte”, dice ella, y luego vacila. “Claramente no le he dicho a mis padres nada
sobre este asunto, y no creo que sea buena idea hacerlo”.
“No”, le digo. “Probablemente no lo sea”.
Ella ni siquiera le ha contado a sus padres sobre mí, claramente no puede estar sintiendo lo
mismo que yo por ella.
“Entonces me preguntaba ¿cómo va a funcionar esto?” ella pregunta mirándome a los ojos.
Maldición. Esos ojos verdes de ella hacen que me tiemblen las rodillas.
“Oh claro, porque necesitas padres en la boda, por supuesto” le digo. “Veré a quién le puedo
pagar para que esté ahí. No te preocupes por eso”.
“Entonces, ¿no piensas que tu padre se percate de que no son mis verdaderos padres?” dice ella.
Tantas preguntas. Ella realmente ha pensado en todo. Antes de que responda, continúa.
“También me estaba preguntando si realmente vamos a firmar un acta de matrimonio”, me
comenta. “¿Nos lo exigirá el oficiante? Y no lo registraremos o ¿qué tal si tu padre busca algún
registro público para asegurarse que si lo hicimos? No estoy muy segura de cómo se supone que
funciona eso…”
Me doy cuenta que ella realmente quiere que todo me salga bien, lo cual es conmovedor.
“No te preocupes por esos detalles”, le digo, sin embargo caigo en cuenta de que no me he
preocupado lo suficiente por ellos como debería.
A lo mejor mi padre tiene razón y soy un completo incompetente incapaz de dirigir la compañía y
mucho menos organizar una boda falsa.
“Escucha”, le digo tratando de disipar mis pensamientos confusos. “De una forma u otra
funcionará. Pienso que mi padre solo quiere que me case. Una vez que lo vea, me dará la compañía.
A él no le importan mucho los detalles. De hecho, creo que se está empezando a volver algo senil y
le está dejando el control total de la compañía a su socio comercial, Leonardo, lo cual pienso que no
es una buena idea, ahora que mi amigo Roberto y yo hemos visto los registros. Algo simplemente no
encaja”.
Niego con mi cabeza, convencido de ello.
“De todos modos”, continuo, para volver al tema que nos importa. “En el peor caso, supongo que
registraremos el acta de matrimonio para probar que es legal y luego…”
Me quedo a la deriva, sin querer pronunciar las palabras “después de que fallezca”
Como si leyera mi mente, toma mi mano y me da fuerzas para continuar.
“Después, nos divorciaremos si es necesario. ¿Eso está incluido en mis dos millones, o cuanto
más sería?”
Me mira a los ojos y luego al suelo.
“Está bien” dice ella. “Definitivamente has pagado lo suficiente. Lo que sea que necesites está
incluido en el precio”, su voz se torna triste y amarga.
“Lo siento”, le digo tomándola en mis brazos. “No quise ser insensible. Solo que me gustaría
poder comprender que está sucediendo con el negocio de mi padre. Eso realmente me está
molestando y no lo logro descifrar”.
“Bueno, lo que dije en la cena sobre revisar los libros era en serio”, dice ella. “Podría descubrir
algo para ti”
“Entones, ¿realmente eres una matemática?” le pregunto “¿Estas estudiando matemáticas?”
Ella se ríe y es tan contagioso que también lo hago.
“Sip”, responde con un brillo en los ojos.
“Guao”, le digo, rascándome la cabeza. “Así que estoy fingiendo casarme con una verdadera
cerebrito de las matemáticas”.
Ambos volvemos a reír.
Miro sus ojos verdes y me pierdo en ellos. Nunca pensé que terminaría con este tipo de mujer. En
la secundaria era un atleta popular y jamás hable con los cerebritos. Supongo que la vida da giros y
vueltas extrañas. Y estoy muy feliz que la vida me haya conducido hacia ella, sin importar el camino
único que tomó para obligarnos a estar juntos.
La beso sin ser consciente de lo que estoy haciendo. Ella me devuelve el beso. Luego me doy
cuenta de que estoy parado hablando conmigo mismo sobre “estar juntos” cuando todo esto es falso.
A pesar de que este momento, este beso, esta caricia se siente jodidamente reales.
Para escapar del trance de locura en el que me encuentro, enciendo la computadora y le muestro a
Alessandra el reporte de QuickBooks que tenía abierto más temprano en la pantalla. Roberto había
estado intentando resolver algo, pero no había sido capaz de lograrlo y tuve que ir corriendo a la
cena.
“Parece que hay algo extraño con estos números de aquí”, le digo señalándolos. “Trabajé en el
alquiler de esta propiedad y sé que generó más dinero que ese. Realmente pienso que falta dinero”.
“Está bien, ¿Cuánto fue el alquiler de la propiedad?” me pregunta, convirtiéndose en una
profesional eficiente.
Tengo que admitir que verla en este modo es sexy. Me excita, pero me esfuerzo por concentrarme
en los datos frente a mí. Respondo sus preguntas lo mejor que puedo, a veces buscando en otros
registros.
“Me siento como un verdadero idiota”, finalmente le confieso. “Creo que mi padre tiene razón y
realmente no conozco nada del negocio”.
Ella coloca su mano sobre la mía y me mira directamente a los ojos.
“Eso es una tontería y lo sabes. Parece que tu padre no te dio muchas oportunidades para
aprender sobre el negocio y luego te castiga por no conocerlo”.
“Supongo que es una afirmación bastante acertada”, le digo.
“Tal vez le tiene miedo a la competencia”.
“Puede ser. O simplemente es un perfeccionista que piensa que nadie lo puede hacer bien,
excepto él”.
“Bueno, de cualquier manera” dice ella, encogiendo los hombros. “Cualesquiera sean sus razones
para ser de esa forma, tu sólo debes enfocarte en tus fortalezas. Mira toda la información que sabías
cuando te estaba preguntando. Todavía no es tu negocio y ya sabes mucho sobre él”.
Ella tiene razón. Aún no es mi negocio. Y me gusta cómo ella dice todavía.
Tan pronto como ella y yo nos casemos, será todo mío.
“No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo por mí”, le digo. “Realmente me estas
ayudando mucho en toda esta situación”.
“Bueno, podría decir lo mismo de ti”, dice ella.
Ahora es mi turno de sostener su mano. Puedo ver que hay algo que quiere decirme, pero no está
segura si deba o no hacerlo.
“Sabes, nunca fue mi intención vender mi virginidad”, comienza diciendo con cautela. “Pero
honestamente, no puedo decir que me arrepiento”.
“Ese día fue realmente bueno, ¿no es así?” le pregunto.
“Sí”, ella concuerda. “Seguro que lo fue. Definitivamente fue la mejor forma de haberla
perdido”.
“Entonces ¿por qué decidiste venderla?” le pregunto, buscando más respuestas de ella, de la
misma forma en que lo hizo conmigo respecto al negocio de mi padre.
“Mi mamá está enferma”, dice ella, y una tristeza opaca su hermosa mirada y todo su rostro.
“Tiene una extraña forma de cáncer y este dinero está pagando por sus tratamientos”.
“Ya veo”.
Mierda.
De repente, me siento como un cretino. Si hubiera sabido para que necesitaba ella el dinero,
podría haberlo financiado. Claro, lo que tenemos juntos es agradable y necesito una novia falsa, pero
no tenía idea por lo que ella estaba atravesando.
“Soy un imbécil egoísta”, le digo. “Ni siquiera pregunte sobre tu parte en este trato ni porqué lo
hacías”.
“Si lo hiciste”, dice ella. “Lo acabas de preguntar”.
“Es verdad”.
La miro de arriba abajo y quiero llevarla a la cama ahora mismo. Pero ella se gira de nuevo
hacia la computadora y volviendo a su papel de empresaria.
“Terminemos con esto, para que podamos quizás pasar a otras cosas”, dice ella.
Me gusta la forma en cómo lo dice: coqueta y atrevida.
“Suena bien para mí”.
Ella toma la calculadora y empieza a ingresar algunos números.
“Sip”, dice ella. “Encontré la fuga”.
“¿La fuga?” le pregunto. “Sí. Todo tu dinero se está fugando y aquí es a dónde está yendo. A esta
cuenta”.
Ella señala un número de cuenta bancaria que anoto en un papel.
“Gracias”, le digo. “Ahora tengo más pruebas para mostrarle a mi padre. Espero que está vez si
me escuche”.
“Permíteme imprimir este reporte para que pueda ver como logré encontrar esta información”,
dice ella.
“Perfecto”.
Ella se inclina para sacar papel de la impresora. Y no puedo evitar volver a poner mis manos en
su voluptuoso trasero. Cuando coloca los papeles en el escritorio, tomo su mano y la llevo a mi
habitación. La beso, recorriendo su cabello con mis manos, acercándola hacia mí y arrancándole la
ropa.
La deseo tanto que esta necesidad me está devorando por dentro. Odio sentirme tan vulnerable.
Me pregunto si siente por mí lo mismo que siento por ella.
Y luego recuerdo que esto es sólo un juego para ella. Todo es falso, y no puedo culparla ya que
es exactamente lo que le pago por hacer. Por alguna razón pensé que ella estaba comenzando a tener
sentimientos por mí. Pero la había escuchado decirle a su amiga que iba a salir con otro hombre. No
puedo dejar que mi corazón se involucre en todo esto.
“Ponte de rodillas”, le digo.
“Sí señor”, me dice he inmediatamente lo hace
Me gusta lo sumisa que se vuelve para mí, después de hacerse cargo tan audazmente de las
cuentas de la compañía hace a penas algunos minutos.
Abro el cajón de mi mesa de noche y saco un preservativo y un par de esposas.
“Haz sido una niña mala y debes ser castigada”, le digo.
“Es verdad señor”, dice ella con un brillo en los ojos, como si hubiera estado esperado este
momento
Pero ella no sabe lo serio que soy al respecto, y lo enojado que estoy que haya salido con otro
hombre, a pesar de que sólo fingimos estar comprometidos.
Estoy a punto de mostrarle que no juegue con mi corazón. O su cuerpo nunca lo olvidará.
Capítulo 14
ALONZO
Esposo las muñecas de Alessandra a las patas de la cama. Luego saco mi miembro y se lo
introduzco hasta la garganta. Ella se lo come con entusiasmo, lamiendo la punta y deslizando sus
labios hacia arriba y hacia abajo de mi pene.
“Toma este pene en tu boca, ahora, y cada vez que yo quiera que lo hagas, tu eres mi zorra
comprada y he pagado por tu exclusividad”, le digo.
Ella me mira, sorprendida por mi lenguaje. Pero yo le abofeteo la cara con mi miembro, y ella no
puede hacer nada para detenerme porque está esposada a las patas de mi cama.
Mi pene entra y sale de su boca, hasta lo más profundo de su garganta. Ella se atraganta y ahoga,
pero continúa hasta que estoy a punto de acabar.
Todavía no, pienso. Necesito hacerla mía de nuevo.
“Recuéstate en el suelo y coloca tu trasero en el aire para mí”, le digo, y por supuesto ella lo
hace, mi pequeña puta obediente.
Le doy nalgadas y aprieto su trasero mientras ella gime de dolor. Me coloco el preservativo,
tomo mi verga y la coloco entre sus piernas perfectas, desplegando por completo su vagina, y
penetrándola bruscamente.
“Ya no voy a ser más amable contigo”, le digo. “Las mujeres que van a citas mientras están
comprometidas merecen ser duramente castigadas”.
“¿Qué?” dice ella, dándose la vuelta para mirarme.
Pero yo la azoto nuevamente hasta que grita, “¡Auch!”
Le meto mi miembro, y lo deslizo hacia dentro y hacia fuera de ella.
“Esto es lo que mi prometida obtiene por si quiera pensar en engañarme con otro”, le digo,
penetrándola salvajemente con mi gran verga que entra y sale de su apretado y pequeño sexo.
Lo estoy destrozando y me encanta. Es la única forma de descargar mi agresividad.
“No fui a cenar con nadie”, dice, pero ella se encuentra sin aliento y a penas logro distinguir sus
palabras.
Saco mi verga y me inclino sobre su trasero, y la abofeteo con él. Se siente tan bien ser brusco
con ella y tengo la sensación de que lo está disfrutando a pesar de que intenta decirme algo.
“¿Qué dijiste?” le pregunto.
“No fui a cenar con nadie”, ella repite.
Me detengo por un momento mientras ella me mira. Esta vez la miro a los ojos.
“¿No fuiste?” le pregunto. “Pero te escuché decirle a tu amiga…”
Me dejo llevar por el momento, y me siento cómo un idiota por hacerle saber que la estaba
escuchando y que eso me molestaba. Pero a ella parece no importarle.
“Si, Francesca me estaba tratando de convencer para salir con este chico, pero no me sentía
cómoda así que decidí no hacerlo”.
Hay algo en la forma en que lo dice que me hace saber que ella siente lo mismo que yo. Mi
prometida falsa tiene sentimientos reales hacía mí.
Ni si quiera se lo que esto significa. Pero mi pene está palpitando y vibrando, recordándome que
no ha terminado su trabajo, así que tendré que pensar en esto más tarde.
“Estoy feliz de escuchar esto”, le digo, introduciendo mi pene nuevamente dentro de ella. “No he
podido ser capaz de pensar en otra mujer”.
Ambos estamos callados mientras yo me muevo dentro y fuera de ella. Estamos reconociendo
silenciosamente lo que cada uno le dijo al otro. Me muevo más despacio, en un suave movimiento
oscilante, hasta que ella comienza a gemir diciendo “Oh por Dios, Alonzo. Me estás haciendo
acabar”.
“Acaba para mi” le digo, tirando suavemente su cabeza hacia atrás por su cabello mientras que
me muevo hacia dentro y fuera de ella. Me encanta mirar hacia abajo y ver mi verga deslizarse dentro
y fuera de su vagina. Adoro saber que soy el único que ha estado dentro de ella. Y que eso la hechizó
tanto que ni siquiera salió a cenar con otro hombre a pesar de que tenía completa libertad de hacerlo.
“Acaba en todo mi pene”
Y luego siento un cosquilleo en la base de mis testículos y sé que estoy a punto de tener un
orgasmo junto con ella. Me siento incluso mejor que la última vez. Una ola de éxtasis se apodera de
mí. Siento la maldita y dulce liberación de rendirme física y emocionalmente ante ella al tiempo en
que ambos alcanzamos el clímax. Una vez que ambos terminamos, le retiro las esposas de las
muñecas.
Nos levantamos y nos acurrucamos en la cama, igual que una pareja comprometida debería hacer
después de tener relaciones. Y es entonces cuando sé que estoy perdido. Yo pude haber comprado su
cuerpo, pero ella me acaba de robar el corazón.
Capítulo 15
ALESSANDRA
Al día siguiente
A medida que subimos las escaleras crujientes hasta la habitación del padre de Alonzo, él toma
mi mano con la suya.
“Si hoy se siente particularmente enfermo, no te preocupes” dice él. “Podemos hablar con él en
otro momento”.
“Vamos a hablar con él ahora”, le digo. “Esto es importante, y no hay mejor tiempo que el
presente”.
Cuando entramos en la habitación, Berta está sentada junto a la cama del Sr. Morris y asiente con
la cabeza para ambos.
“Alessandra, que lindo verte de nuevo”, dice ella, levantándose para darme un abrazo. “Y a ti
también Alonzo”.
“Oh, soy una visita secundaria como siempre”, dice Alonzo con una sonrisa.
Ella aprieta su brazo y dice, “Sabes que siempre me gusta verte. Pero me apartaré de su camino
para que ustedes puedan hablar en privado”.
Ella sale de la habitación e Alonzo cierra la puerta detrás de ella.
“Entonces, ¿qué es esta cosa tan urgente de la que quieren hablar conmigo?” pregunta el Sr.
Morris, con su tono tan gruñón como el del día de la cena.
“Papá, he estado tratando de decirte sobre algunos problemas con los estados financieros”,
empieza Alonzo, poniéndose derecho y aclarando su voz. Estoy muy orgullosa de él.
“Sí, sí, ¿de qué se trata?” pregunta su padre, y luego me mira a mí. “¿Y qué está haciendo ella
aquí? Nunca la trajiste ninguna de las otras veces”.
“Bueno papá, cómo ya sabes que Alessandra y yo nos vamos a casar, ella me ha ayudado a
revisar los libros”.
“¿Eso es verdad?” pregunta su padre, arqueando una ceja hacia mí. Luce intrigado.
“Sí”, le contesta Alonzo. “Ella está estudiando matemática”.
“Estoy contento de que tengas a una joven brillante que te ayude a mantener esta compañía en el
camino correcto” dice.
Casi puedo sentir que quiere agregar algo como “Porque Dios sabe que siempre has sido un
inútil”.
Así, que no lo dejo terminar su idea.
“Sr. Morris”, le interrumpo. “Alonzo es quien encontró los problemas de los que queremos
hablarle. Yo sólo ayude a juntar algunas de las piezas del rompecabezas”.
“Bueno ¿cuáles son estos problemas de los que desean hablar?” refunfuña. “Manos a la obra. Soy
un hombre viejo y moribundo y ya les he preguntado varias veces”.
Alonzo suspira, como para recordarle a su padre que él ya había intentado decirle en numerosas
ocasiones anteriores. Sin embargo parece pensarlo mejor y prosigue.
“Papá, hay una fuga en los libros”, dice él. “Falta alrededor de un millón de dólares. Y los
fondos han estado desviándose a esta cuenta”.
Le facilita a su padre el papel dónde había anotado el número de cuenta.
“¿Qué?” pregunta su padre, apoyándose en la almohada y entrecerrando los ojos para ver la
cuenta. “Esta es la cuenta bancaria de Leonardo”.
“¿Estás seguro?” pregunta Alonzo. “¿Absolutamente seguro?”
“Leonardo y yo hemos estado juntos en el negocio por treinta y cinco años y él siempre ha tenido
este número de cuenta bancaria”, responde su padre. “Así que, sí estoy absolutamente seguro”.
“Entonces, odio tener que decirte esto, papá”, dice Alonzo, “pero Leonardo ha estado robando
dinero de la compañía”.
“Es imposible”, dice el Sr. Morris. “¿Y por qué razón lo haría? Él es un socio”.
“Bueno, no lo va a ser dentro de poco…” dice Alonzo, y su padre asiente lentamente con su
cabeza.
“Entiendo lo que quieres decir. Este pudo haber sido su seguro. Su forma de llevarse algo del
dinero con él después de que estire la pata”.
“Papá, no hables de esa forma”, dice Alonzo, pero su padre sólo encoge los hombros como
indicando que ya es un hecho.
“¿Cómo puedes estar seguro?” exige.
Alonzo le entrega el papeleo que yo había impreso, con los números resaltados.
“Vaya, no me esperaba esto” dice su padre.
Él lee los papeles. Luego tose y me mira, antes de volver su mirada hacia Alonzo.
“Hijo, estoy impresionado”, dice él.
Alonzo parece sorprendido de escuchar esto, y debo admitir que yo también lo estoy. El cambio
que ha sufrido su padre es cómo del día a la noche.
“Me equivoque al confiar en Leonardo por encima de mi propia sangre”, dice. “Y no sabía que
pudieras encontrar una mujer tan inteligente y responsable”.
El asiente con su cabeza hacia mí, y no puedo evitar sonreír. Francesca y yo estábamos en lo
cierto al decir que yo encajaba con la descripción de “inteligente” del anuncio clasificado del que
me burlaba, pero estoy tan feliz de haber llamado.
“Ustedes dos hacen buena pareja”, dice él. “Y lamento si apresuré el compromiso. Sólo quería
asegurarme que estuvieras en buenas manos hijo. Y claramente lo estás, al igual que la compañía.
Con ustedes dos trabajando juntos, creo que estará bien. Voy a tener que llamar a Leonardo y
despedirlo. Podría tener que presentar cargos en la policía, pero no puedo pensar en eso todavía”.
Él tose nuevamente y Alonzo se acerca y le da un abrazo. Sorprendentemente, su padre lo abraza
también, o intenta hacerlo — colocando su brazo encima del brazo de Alonzo. Es genial ver que
están arreglando sus diferencias.
“No te preocupes papá”, dice Alonzo. “Alessandra y yo nos encargaremos de todo”.
“Está bien”, dice su padre. “Vuelve a llamar a Berta, para que pueda notariar algunos
documentos. Hice que se convirtiera en notaria para momentos como estos, así que bien podríamos
usarla”.
“¿Tiempos como cuáles?” pregunta Alonzo.
“Voy a regresar al antiguo acuerdo de asociación”, dice su padre. “Dejando todo a tu nombre”.
“Pero…aún no me he casado”, dice Alonzo, mirando a su padre y a mí, de un lado a otro.
Parece como si quisiera que su padre lo obligara a casarse conmigo.
“Está bien, hijo”, dice el Sr. Morris. “Nunca debí haberte dado un ultimátum tan tonto. Sé que te
casarás en un mes más, y ahí estaré con mucho entusiasmo, suponiendo claro que no esté muy enfermo
como para levantarme de la cama”.
Él se ríe. Este es un lado de él que ciertamente no conocía, e Alonzo luce igual de sorprendido
que yo.
“Pero incluso, si por alguna razón, decides no casarte, confío en tu criterio. Quiero decir,
escogiste a Alessandra después de todo”.
Ambos nos reímos. Alonzo también lo hace, aunque su rostro revela que no sabe cómo sentirse.
“Iré a buscar a Berta”, digo, sabiendo que ella estará feliz de escuchar las buenas noticias.
Todo está bien, excepto por el hecho de que ya no habrá boda en el Ritz Carlton. Falsa o no, debo
admitir que estaba deseando que llegara ese día.
Capítulo 16
ALONZO
De vuelta en mi apartamento, quiero arrancarle la ropa a Alessandra, pero mi cabeza está por
todos lados. No puedo creer nada de lo que acaba de ocurrir. Salve la compañía — con la ayuda de
Alessandra. Mi padre me la ha otorgado — sin ningún tipo de condiciones. Y perdí un millón de
dólares —excepto que no los perdí porque Alessandra sigue todavía a mi lado aun cuando ya no
tiene que hacerlo.
Me siento contento como no me sentía hace mucho tiempo y ella está compartiendo este preciso y
precioso momento conmigo.
“Traeré unas copas y un vino para brindar”, le digo entusiasmado.
“¿Estas seguro?”, pregunta insegura, “Creí que querias hablar sobre el dinero, dado que ya no es
necesario el falso compromiso… Mira yo necesito el dinero, pero lo justo seria…”
“Deja eso ya Alessandra”, la interrumpo. “Yo no quiero discutir nada sobre el dinero, yo pague
por una mujer que me acompañara en una farsa y tu haz sido por mucho lo mejor que pude conseguir,
me haz acompañado y haz tolerado con paciencia todo esto. No podría pedirte devuelta nada del
dinero, sabiendo que con él se costea el tratamiento de tu madre, pero fuera de eso haz cumplido con
creces el trato. Estoy muy agradecido contigo Alessandra, quizás no he podido decirte lo importante
que ha sido para mí mostrarle a mi padre que soy capaz de llevar la compañía y que soy un hombre
en quien puede confiar, y con tu apoyo fue mucho más fácil poder hacer las cosas”, me detengo
dándome cuenta que he abierto mi corazón en parte con ella. Avanzo por el pasillo a la cocina por las
copas y el vino y ella me sigue en silencio.
“Gracias”, dice rompiendo la incomodidad del silencio.
“Es muy importante para mí que digas esto”, dice como queriendo explicar algo más, mientras
abro la botella. “No me gustaría que pensaras que me aprovecho de ti. Sé que hice todo esto por una
necesidad pero no soy una mujer mala o algo parecido”, la noto complicada y honesta.
“Tranquila Alessandra, puedo darme cuenta que no eres de ese tipo de personas” le digo para
calmar su angustia.
“Además…” dice con algo de vergüenza y recibe la copa. “Algo en ti me intrigaba desde el
momento en que te vi. Tenía ganas de conocerte… y no es solamente por lo guapo que eres” sonríe
con ternura.
“Creo que eres muy dulce y yo he sido muy duro contigo, no he tenido el tacto para tratarte como
lo mereces. Quizás este sea el momento en que ya fuera del trato podamos darnos la oportunidad de
conocernos, de saber del otro y tener un cortejo real”, le sonrío para hacer más liviano este
vergonzoso momento para mí.
Antes de que pueda detenerla, Alessandra salta a mis brazos, y no es que no quiera tenerla cerca,
es sólo que estoy sorprendido.
“Guao”, le digo, mientras ella me besa profunda y apasionadamente. “¿A qué se debe esto?”
“Esto es porque me encantaría poder conocernos mejor, no tengo idea que pasará, pero contigo
no me he arrepentido de nada y creo que no será la excepción, me pareces genial en todos los
aspectos”, dice muy emocionada y me besa por segunda vez.
“Y esto es porque eres el mejor”, dice ella, colgándose en mí y apretándome con fuerza.
“Estuviste increíble y lograste que tu padre viera las cosas a tu manera”.
“Nuestra manera”, la corrijo mirándola a los ojos y brindando por esto que parece una victoria.
Fuimos al sofá y conversamos de tantas cosas, su niñez y la mía. Sus gustos y los míos. Hablamos
de pequeñeces como su color favorito y cosas importantes como el cómo se sentía con la enfermedad
de su madre y yo con lo de mi padre. Reímos y nos emocionamos con temas. Me sentí libre hablando
con ella, me sentí feliz de tener alguien que me escuchara y compartiera conmigo historias.
“Como no lo adivine antes”, me dice, “Es muy obvio que eras del equipo de rugby de tu
universidad”
“Porque es obvio, acaso ¿no podría ser del equipo de nerds?”, me rio cuando digo esto último.
Ella achica sus ojos como analizándome y pensando lo que dije por unos segundos antes de lanzar
una carcajada que ilumina toda la habitación.
Me lanzo sobre ella y la tomo por la cintura dejándola bajo mi cuerpo y corro un mechón de su
pelo para ver sus ojos verdes hermosos. Su risa se termina y me mira profundamente. Puedo sentir
sus latidos fuertes y rápidos.
“Creo que puedo “taclearte” así que no me reiría mucho si fuera tú, pequeña”, la tengo segura en
mis brazos y me detengo a mirarla como no lo había hecho antes, sé que puede sentir como la deseo
porque mi pene comienza a endurecerse en mi pantalón.
“No me subestimaría tanto si fuera tú, mi fortaleza no está en mis músculos” y mientras dice eso
con su mano roza mi entrepierna haciendo que mi pene salte y tense.
Solamente la bese, porque el deseo se apodero de mí, ella sabía que toda ella era mi debilidad.
La tomo en mis brazos y la llevo a la habitación, la coloco en mi cama y mi lengua recorre su cuerpo.
Beso su cuello — cómo no lo hice la primera vez que estuvimos juntos — su pecho, su vientre y
muslos. Luego separo sus piernas y mi lengua explora la extensión de su perfecto sexo, lamiéndolo y
mordiéndolo suavemente.
“Oh por Dios Alonzo”, ella gime. “Eso se siente tan bien”.
“Magnífico”, le digo. “Porque sé que he sido brusco en el pasado, pero en este momento, quiero
ser gentil y delicado, y hacerte sentir increíble”.
Lamo y succiono su clítoris mientras juego con sus dos pezones. Ella abre más sus piernas y sus
fluidos vaginales gotean en mi boca mientras sujeta mi pelo y mueve mi boca sobre ella.
“Sí”, grita. “Sigue Alonzo, sigue”.
Meto mi lengua en su vagina y luego vuelvo a chupar su clítoris. Ella aprieta mi cabeza con sus
piernas y dice, “Ya estoy cerca, me estás haciendo acabar”.
“Bien”, le digo, chupando los dulces jugos que salen de ella.
Sólo cuando ella termina de alcanzar el clímax, trepo sobre ella y tomo el preservativo del cajón
de mi mesa de noche. Esta vez no hay ataduras, ni castigos, ni sexo brusco. Es sólo Alessandra y yo,
siendo nosotros mismos, y me encanta.
“Me gustas”, le digo, al mismo tiempo en que la penetro y siento su calor.
“También me gustas” dice ella, levantando sus caderas para que pueda introducirme aún más en
ella.
La beso por el cuello, mientras siento su respiración con cada embestida que hago y me encanta
escucharla. Me levanto para admirarla y mientras la penetro una y otra vez veo sus pechos moverse
al compás y ella acaricia mis pectorales. Puedo ver mi pene entrando y saliendo de su sexo mientras
la sostengo de sus caderas. Con una mano recorro desde su ombligo hasta su cuello y vuelvo a bajar
para besarla. La presiono hacia mí y giro llevándola conmigo y dejándola sobre mí. No acostumbro a
darle a una mujer el control de la situación pero es lo que quiero, verla sobre mí. Ella me mira y
comienza a montarme lentamente arrastrando su vulva de arriba abajo por mi pene, la siento como me
recorre el miembro y lo disfruta, lo veo en su rostro. Cuando baja procura enterrarse en mí y eso me
vuelve loco.
Su hermoso cuerpo se contorsiona y sus manos se van a sus pechos. Comienza a saltar más rápido
y puedo sentir como mis testículos comienzan a prepararse. Su aliento se agita.
“Voy a acabar Alonzo, necesito acabar esto me supera”, dice con un tono desesperado que me
excita aún más.
“Hazlo mi pequeña, acaba sobre mí”
Siento cuando su estrecha vagina se contrae y mi pene explota de placer, me tenso y sujeto sus
caderas con fuerza.
“Oh, Dios Alonzo, esto es realmente exquisito”
“Si mi amor”, le digo sin darme cuenta de lo que digo, por qué solo nace en ese momento.
No quiero pensar que está mal cuando en realidad este momento es perfecto.
Cuando el orgasmo deja nuestros cuerpos ella cae en mi costado y la abrazo.
“Esto es perfecto”, dice ella, “Si serás así siempre, podría pasar el resto de mi vida contigo
realmente”
Me sorprendo, pero me gusta, dejo salir una risita de gusto y ella lo nota y se acurruca más cerca
de mí.
Capitulo 17
ALESSANDRA
No sé si es porque es un hombre mayor y más experimentado, pero aunque fue un poco distante
conmigo al comienzo, fui entendiendo sus razones y ahora que se ha mostrado tan autentico y honesto,
me gusta aún más. Su cuerpo es perfecto pero su forma de ser es algo que me encanta, es gracioso,
empático y puede ser atrevido y duro en la cama como también tierno y apasionado.
Las siguientes semanas han sido hermosas, los gestos que ha tenido conmigo han sido
encantadores. Pasa por mí a la universidad cada día, a veces cocina él y yo le ayudo, otras, me lleva
a cenar a algún lugar especial. Hemos visto puestas de sol, mientras comemos algo de algún local de
comida rápida. Cosas simples que me hacen sentir especial. No es necesario adornar nuestra relación
con cosas ostentosas, solo buscamos conocernos y crecer juntos. Hemos discutido de cosas triviales
y conversado para resolverlas, eso me ha permitido conocer su carácter y darme cuenta que es
respetuoso de mis pensamientos e ideas y puede ceder, por lo mismo yo soy receptiva con todo lo
que él me cuenta y me enseña.
Durante estas semanas el sexo ha sido increíble. Ambos nos deseamos y buscamos complacernos
sin pensarlo. No creí que sería capaz pero incluso lo he sorprendido con lencería especial y eso lo
ha vuelto un animal en la cama, disfruto con él cada cosa. Es una sensación que no puedo describir,
siento que es parte de mis días, no sé cómo no pudo estar antes.
Hoy se cumple un mes desde que nos conocimos en “The Excellence” y le dije que nos viéramos
en su apartamento, quiero cocinar para él, así que pase a comprar al supermercado. Además, pase a
una tienda de fotografía y pedí enmarcar una selfie que nos tome un día en la playa, para
sorprenderlo.
Llego a su apartamento y cuando me abre la puerta me besa y toma las bolsas.
“¿Que significa esto?”, me pregunta.
“Significa que hoy es un día especial para mí y quiero celebrarlo contigo”, le contesto, mientras
dispongo todo sobre el mesón de la cocina.
“¿Así?, me encanta entonces, y ¿que sería lo que estamos celebrando?, me pregunta intrigado.
“Bueno” Le digo, dejando el paño con el que me secaba las manos y mirándolo a los ojos, “Hace
un mes, cerca de esta hora estaba en una tarima siendo subastada al mejor postor, y claro está que él
fue quien me tuvo, porque eres el mejor que me podría haber elegido. Hace un mes, me quitaste la
virginidad y me hiciste tuya completamente”
“Guau, Alessandra, es cierto, ha pasado un mes desde que tus hermosos ojos me cautivaron y
tome la decisión de pagar por tu compañía, sin saber que estaba enfrente a una mujer maravillosa que
me enamoraría día a día con su belleza e inteligencia. Y lo más importante es que después de romper
el contrato por el que pagué, te quedaste y me has hecho muy feliz” me dice y mi corazón se acelera.
“Gracias amor” le digo, orgullosa de mi, “Soy maravillosa ¿verdad?”, bromeo.
“Claro que si hermosa” dice de forma romántica y me abraza fuerte atrayéndome a él y
plantándome un beso apasionado. Mientras me besa, me levanta y apoya en el mesón de la cocina,
besa mi cuello y baja hasta encontrar el botón de mi blusa, lo desabrocha y mira mis pechos
levantados por mis brasier de encaje.
“Creo que la cena puede esperar”, me dice con sus mirada picarona.
Descubre mis senos para lamerlos suavemente y gimo al mismo tiempo que mi piel se eriza.
No sé en qué momento me comencé a enamorar de este hombre, pero siento que el tiempo no
determina nada, no es lo mucho o poco en cantidad, si no lo que hemos compartido, y en lo que nos
hemos convertido, somos sólidos, unidos e invencibles. Su cuerpo se complementa con el mío, nos
entrelazamos como si no existiera otra manera. No tengo idea en que momento sucedió que me vi
envuelta en su encanto y su manera de ser, lo quiero conmigo, en mis días, lo amo.
Sus manos me tienen firmes y estoy completamente húmeda por él. Me lleva por el pasillo sin
dejar de besarme. Mis manos recorren sus brazos fuertes, sus hombros y su cuello. Sostengo sus
mejillas mientras lo beso y exploro su labios y su lengua. ¡Dios! Como me gusta este hombre. Me
deja en la cama y desabrocha su pantalón, puedo ver su miembro duro tratando de escapar de su
bóxer. Cuando por fin es libre cae erguido ante mí. Y como una gata, me levanto de la cama a
lamerlo, me hinco para tenerlo a mi altura. Me pertenece, le hago el amor con mi lengua y labios,
acaricio su longitud con mi lengua y lo saboreo. Cuando lo tengo por completo en mi boca, subo la
vista y sus ojos me miran con placer. Sostiene mi cabeza y empuja ligeramente hasta asegurarse que
no puedo más. Esta noche quiero que sea especial. Quiero complacerlo y hacerle saber que él me
pertenece como aquella noche me marcó a mí.
Lo saco, lo hundo y lo vuelvo a sacar de mi boca, lo estiro con mi mano y recorro con mi lengua
desde la cabeza de su pene hasta sus testículos. El vibra por completo, sé que le sorprende mi
actitud, pero estoy deseosa de darle una noche que no olvidará como él me la dio a mí.
Una gota espesa de líquido pre seminal sale y suavemente la tomo con mi lengua, mostrándole lo
mucho que me gusta su sabor. Desde la base del pene paso mi lengua y al llegar a la cabeza lo hundo
lo más que puedo en mi boca.
“Mi amor, harás que acabe en tu boca, no sigas si no puedes con las consecuencias”, me dice,
casi tembloroso, queriendo sonar más valiente de lo que sonó en realidad.
Lo miró fijamente para que sepa que no estoy jugando, y con mi mano lo masturbo abriendo mi
boca para dejar en claro que si puedo con las consecuencias.
Puedo sentir su pene crecer en grosor y veo sus ojos cerrarse de placer.
“ Oh, Dios Alessandra, voy a acabar”, gime, “¿Esto es lo que quieres cariño?”, “Eso, sigue”, Lo
meto en mi boca succionando, porque sé que acabara en mi boca y siento como se desborda su
semen.
“¿Esto querias?, toma, esto es tuyo” dice, mientras sigue bombeando su semen dentro de mi boca.
Por un momento creí que no podría tragar todo eso pero lo hice como mejor lo pude y me siento
orgullosa.
Cuando por fin siento que acabó, paso mi lengua por última vez limpiando cualquier rastro de
semen y me siento satisfecha de haberle dado una gran mamada a mi hombre.
“Eres una chica insolente, ¿Sabias?” me dice con un tono severo”. Creo que no sabes que en esta
relación nos damos ambos placer y no solo tú a mí”. Me levanta del suelo en donde aún estaba
hincada y me gira quedando mi trasero expuesto.
“¿Querias mi semen? ¿Querias darme tanto placer sin que me quedaran ganas de algo más?, pues
mi pequeña, yo siempre te deseo, siempre quiero más de ti y siempre lo puedo tener porque eres mía
y yo soy tuyo”.
Golpea mi nalga con su pene, “¿Entendiste?” dice, y me da una palmada que me hace saltar pero
me gusta.
“Sí, señor” contesto.
“¿A quien le pertenece esta vagina estrecha?” pregunta y me penetra con fuerza. Suelto un gemido
de placer absoluto, por sus palabras y por sentir ese miembro grueso entre mis piernas.
“Es toda suya, señor” le digo excitada.
“Muy bien mi pequeña” me dice, mientras que suaviza su estocada.
“Y todo lo que soy te pertenece a ti mi amor” me dice con dulzura, “¿Te quedo claro?” y embiste
con fuerza nuevamente.
“Oh, Si, Alonzo, si, no pares por favor” le suplico esta vez. “Se siente muy rico, no pares; más,
más por favor”. Sentía como sus testículos chocaban en mí y mis jugos chorreaban por mis piernas.
“voy a acabar, amor. No dejes de hacerlo”.
“Acaba para mi cariño, acaba en mi pene, quiero sentir tu calor”, me pedía, mientras un orgasmo
tan delicioso se apoderaba de mí.
Cuando creí estar volviendo a la realidad siento que me voltea y me mira a los ojos, mientras su
semen cae en mi vientre y se escurre. Puedo verlo complacido y orgulloso de saber que aún le
pertenezco. Pero también ahora sé que él me pertenece.
Capitulo 18
ALONZO.
La veo toda embarrada en mi semen después de sentir un placer que nunca nadie me dio antes. Y
no puedo pensar en otra cosa
“Te amo”, le digo,
“Yo también te amo”, dice ella, y puedo sentir que es sincera cuando me lo dice
Me recuesto al lado de ella, sin dejar de mirar profundamente sus ojos verdes. Ella se levanta
para limpiarse y vuelve para acomodarse justo donde estaba
“Estoy tan feliz de haberte conocido”, le digo, y luego nos besamos.
“Estaba pensando en lo contenta que estoy de haber llamado a ese número”, dice ella.
“Y yo me alegro haber tenido la necesidad de comprar una prometida falsa”.
Nos reímos mientras ella apoya su cabeza en mi brazo y yo continuo jugando con su cabello.
“Muchas gracias por ayudarme a salvar la compañía de mi padre”, le digo.
“Está bien”, dice ella, “Gracias por tomar mi virginidad”.
“El placer ha sido todo mío”, le digo. “Gracias por haber fingido ser mi prometida” creo que
nunca habíamos vuelto hablar de ese tema antes.
“Sobre eso…” dice ella, y ambos nos miramos, riéndonos pero al mismo tiempo a la expectativa.
“¿Qué va a suceder con todos los arreglos que hiciste y todo el dinero que gastaste?” pregunta.
“Se supone que solo quedan dos semanas para “la boda falsa” ¿no?”
Ella sabe que no tengo problema en gastar dinero. Y tengo una vasta red de personas que me
ayudaron a planear todo esto y que puedo llamar fácilmente para cancelar todo y probablemente solo
tenga que pagar algunos depósitos cómo máximo. Sin embargo me alegro que se preocupe. Por
primera vez en mi vida quiero seguridad, quiero un compromiso, quiero asentar cabeza.
“Estaba pensando, ¿qué sentido tiene desperdiciar todo esto en una boda falsa?” le pregunto.
“Si” ella responde, intentando mantenerse indiferente. “Supongo que ya no tendremos que
hacerlo, no tiene sentido”.
“Sin embargo” continúo, “Estaba pensando, ¿por qué no tenemos una boda real?”
“¿Qué?”
Sus hermosos ojos se agrandan sorprendidos.
Me pongo de rodillas en el suelo junto a la cama. Ella se sienta y me sonríe.
“Oh, se me olvidó algo” le digo, y le tiendo mi mano.
Sonriendo tímidamente, se quita el anillo que le di antes de tomar su virginidad y lo coloca en mi
mano.
“Alessandra, me has hecho el hombre más feliz del mundo y me has demostrado que quiero cosas
que ni si quiera sabía que quería. Cómo amor. Compromiso, Una verdadera boda”.
Ambos reímos, pero una lágrima de felicidad corre por su mejilla.
“Por lo tanto, planeo pasar el resto de mi vida contigo”, le digo. “Y no sólo por que debo, sino
porque quiero hacerlo. Alessandra, ¿te casarías conmigo?”
“Sí”, dice ella, saltando de la cama para que pueda atraparla y abrazarla entre mis brazos. “Sí, sí,
sí, sí, un millón de veces sí. Te amo”.
“Yo también te amo tanto”.
Le coloco el anillo en su dedo, el cual seguía sosteniendo en mi mano.
“Ahora ha sido colocado ahí por las razones correctas”, le digo.
“Y apuesto que ahora si te importa lo que haga con él”, dice bromeando.
“Por supuesto que sí. No lo vendas y estaremos bien”., le digo, “Creo que sería bueno que nos
tomáramos el tiempo que creas conveniente para preparar todo como tu gustes, eso de las flores y
colores para la boda, quiero que sean detalles que tu elijas, porque será un recuerdo para toda
nuestra vida”
“No lo puedo creer”, tapa su cara con las manos y noto su emoción al pensar en todo lo que se
viene. “Será sencilla pero hermosa, me gustan los tulipanes y ¿a ti?, y el color debería ser lila, es
hermoso, ¿No?”, la escucho cantar los detalles que primero se le ocurren y aun que pregunta mi
opinión, en realidad no la quiere y soy feliz con ello.
“En un mes creo… estoy segura que tú y yo estaremos listos para esta boda. Sólo debemos
decirle a tu padre que han demorado los preparativos…”, titubea pensativa, “Y creo, que tengo un
pequeño problema”, dice ella.
“Oh, y ¿cuál es ese problema?” le pregunto.
“Bueno tu papá y Berta saben del compromiso, y están felices por eso. Francesca piensa que es
falso, pero va a estar feliz de saber que es real, siempre y cuando yo este feliz, y definitivamente lo
estoy”.
“Me alegra escuchar eso”, le digo.
“Pero debo encontrar la manera de decirle a mis padres que me voy a casar — de verdad — con
un hombre al que llevo conociendo tan solo un mes y que nunca han visto”
“Eso será interesante”, le digo, asintiendo con mi cabeza “¿Necesitas mi ayuda? Quizás si voy y
le pido formalmente la mano a tu papá la reacción sea distinta”
“No”, dice ella, enterrando su cabeza en mi pecho. “Yo, … buscare la manera de explicarles lo
fantástico que eres. Es lo menos que puedo hacer por mis padres. Especialmente por mi mamá. Y
Luego querrán conocerte y seguro en esa parte me puedes ayudar”
“Está bien”, le digo, pasando mi mano por un mechón de su cabello. “Cómo quieras, prometida”.
“Soy tu prometida de verdad” dice ella, alzando la mano con el anillo en el dedo, moviéndolos
para que centellee y brille con la luz.
“Sí, ciertamente lo eres”.
Capítulo 19
ALESSANDRA
Es tarde para cuando llego a casa, pero por suerte mis padres aún están despiertos, mirando
repeticiones de Seinfeld.
“Mamá, papá tenemos que hablar”, les digo, mientras me siento en la silla reclinable que han
tenido desde que estaba en la primaria.
“¿Ah?” dice mi madre, girando su cabeza para mirarme.
Luce increíble. El tratamiento al que está sometida es mucho más gentil con su cuerpo que el
régimen anterior con el Dr. Cruz. Su sonrisa es vibrante y genuinamente feliz.
“Tengo una noticia que no van a poder creer”, les digo, decidiendo que la mejor forma de acabar
con este misterio es decir las cosas claramente.
“¿En serio?” pregunta mi madre, con ese toque de curiosidad y alarma en su voz que solo una
madre puede mezclar en un solo tono.
“Sí”, le digo, y luego saco el anillo de Alonzo de mi bolsillo. “Sorpresa”.
“¿En el nombre de…?” mi papá comienza a decir, pero mi mamá se apresura y levanta mi mano.
“¿Acaso es de tres quilates?” ella me pregunta asombrada.
Me río.
“No tengo idea”, le digo. “¿Pero no es hermoso?”
“Claro que lo es. ¿Dónde lo conseguiste?”
“Creo que la pregunta debería ser ¿de quién lo obtuviste?” pregunta mi padre. “O mejor dicho
¿quién te lo ha dado? ¿Por qué nunca hemos oído hablar de él?”
Su voz es severa, así que miro a mi madre en busca de consuelo. Ella sólo me está mirando,
cómo si tuviera mucho que explicar. Y supongo que es así.
“Conocí a un hombre que se llama Alonzo cuando estaba con Francesca”, les digo, lo cual es
técnicamente cierto. “Y nos involucramos en un pequeño romance apasionado hace un mes”
“Bueno, ya entiendo”, dice mi papá. “Eso explica porque ya no te vemos nunca por aquí”.
“Sé que probablemente piensen que estoy loca”, les digo, “pero estamos realmente enamorados.
Y nos vamos a casar”.
“Bueno, eso es bastante obvio”, dice mi mamá, abanicándose al ver nuevamente el anillo. “¿Por
qué no nos habías dicho nada?”
“Para empezar…él es mayor que yo”, les digo. “Y es…increíble y también rico”.
“No me digas”, dice mi mamá, señalando el anillo de diamante, cómo si todavía no pudiera
superarlo.
“No quería que pensaran que solo…”
“¿Lo estás utilizando por su dinero?” pregunta mi mamá.
“Sí, quería asegurarme que si era amor verdadero, y no quería que ustedes me hicieran cambiar
de opinión. Así que nos adelantamos y ya decidimos una fecha para la boda”.
“Alessandra…” mi papá comienza con una voz de advertencia.
Pero mi madre lo interrumpe.
“Pienso que es bastante romántico”, dice ella. “Tu papá y yo solo salimos por seis meses antes de
casarnos. Pero eso fue porque yo estaba…”
Ella se calla.
“¿Estas embarazada?” mi papá pregunta alzando su voz. “Lo voy a matar si…”
“No”, les respondo rápidamente, “no es nada por el estilo. Simplemente no vemos el punto de
esperar. Y también…”
“Woo hoo”, dice mi mamá, interrumpiéndome y abrazándome, como si acabara de ganar la
lotería. “Porque no sabes lo difícil que es comenzar un matrimonio con un bebé en camino. Sin
ofender”.
Le sonrío. Si supiera como mi falso compromiso se convirtió en uno real, se daría cuenta de que
no puede ofenderme.
“Me alegro que no estés embarazada”, dice mi papá. “Puedes tomar tus propias decisiones,
supongo. Eres una mujer adulta. Hicimos nuestra parte, ahora depende de ti de aquí en adelante, mi
niña”
Me río. Supongo que debería haber empezado haciéndoles saber que no estaba embarazada, para
que estuvieran aliviados y felices mucho antes en esta conversación.
“Disculpa”, dice mi madre. “La noticia de que no estás embarazada eclipso algo que tratabas de
decirnos”.
“Oh sí”, les digo. “Una de las razones por las que nos vamos a casar tan pronto es que el padre
de Alonzo… no se encuentra muy bien de salud”.
“Lo siento”, dice mi mamá, agarrando mi mano en señal de condolencia. “Sé muy bien lo difícil
que puede ser eso”.
“Si, supongo que nos unimos de alguna forma por esa experiencia… en común” le digo, pero
luego me apresuro a diferenciarlo. “Pero la situación del papá de Alonzo no es… muy favorable,
mientras que la tuya es buena ahora. Vas a estar bien mamá, sé que lo estarás”.
Ella me sonríe y puedo darme cuenta que quiere creerlo, y está cerca de hacerlo. Simplemente no
quiere hacerse ilusiones, para que después se las destruyan como la última vez. Así que será mejor
que le cuente el resto de la historia.
“Mamá, la buena noticia es que él se ofreció a…” trago saliva, porque esta parte no es
exactamente cierta, pero casi “…a pagar tus tratamientos para el cáncer. Cualquier cosa que quieras,
nosotros podemos encargarnos”.
“Oh cariño”, dice mi mamá, lanzando sus brazos alrededor mío. “Es muy amable de su parte,
pero no tienen que hacerlo, no quiero ser una carga para ustedes”.
“No lo eres”, le digo. “Quiero esto para ti”.
Eres la razón por quién hice todo esto, quiero decirle. Pero terminó siendo un final feliz no sólo
para ti sino también para mí.
“Está bien”, dice mi madre, “Bueno, si tiene el dinero, no veo porque no aceptarlo”.
“Así es, ¿Verdad?” le preguntó, tan feliz de que las cosas parecen estar saliendo a la perfección.
“El primer tratamiento me ha mejorado mucho más de lo que los especialistas esperaban, y ellos
suponen que mejore aún más de aquí en adelante, siempre y cuando haya dinero podemos seguir
haciéndolo. Y ahora lo hay”
“Entonces, ¿cuándo lo conoceremos?” pregunta mi madre.
“Bueno”, respondo sonriendo, “Nuestra boda será en un mes más”
Epílogo
ALESSANDRA
Me preocupe de revisar todos los detalles que pedí para nuestra boda. Le pedí a Alonzo que no
me viera hasta llegar a la ceremonia y ahora me preparo para salir a la ceremonia. Un staff de
personas se ocupan de mi vestido, peinado y maquillaje. Mi madre entra en la habitación y me mira
con sus ojos llenos de lágrimas.
“Estas hermosa cariño”, dice, “Solo quería ser yo quien realice esta tradición familiar” y saca
dos cajas una grande, hermosa y blanca y una más pequeña en café. Abre la más pequeña y saca un
prendedor de perlas muy hermoso, que no recuerdo haber visto antes, pero parece antiguo.
“Este prendedor, es algo viejo, me lo dio tú abuela el día de mí matrimonio, y yo te lo doy para
que luego pase a tu hija. Para ti representa la continuidad y la conexión con el pasado y la familia” y
solemnemente lo pone en mi vestido. Lo cual me deja una sensación maravillosa, porque no conocía
esta especie de ritual y lo encuentro hermoso y simbólico. Luego saca un tocado de pedrería muy
lindo y me mira a los ojos.
“Este tocado lo use yo el día de mí boda y te lo presto a ti como símbolo de contagiarte la buena
fortuna en tu matrimonio”. Pone el tocado cuidadosamente y mis ojos se llenan de emoción al sentir
que mi madre me desea tanto bien. Luego toma la caja más grande, la abre y me la extiende.
“Son mis zapatos nuevos” le digo entusiasmada, “Así es mí niña, algo Nuevo; representa el
optimismo y la esperanza hacia el futuro, y son realmente hermosos”, dice esto último con felicidad y
emoción por los zapatos que llegaron este mismo día desde Nueva York. Y vuelve a la cajita café y
saca una liga con un bordado azul maravilloso.
“Algo Azul, representa, amor, fuerza, lealtad y fidelidad. Que es todo lo que deseo para ustedes,
con ello pueden construir una familia y formar lazos indisolubles entre ustedes… que ni la muerte
logra romper”, me dice, mirando a los ojos, transmitiendo cada palabra y haciendo que este momento
sea realmente único.
“Gracias mamá”, le digo, “Eres un gran ejemplo de mujer. Gracias por mostrarme esta hermosa
tradición que pasare a mis hijos. Y por tus deseos que siempre son de bien para mí. Te amo” le digo
y le doy un profundo abrazo que llena mi corazón.
“Bueno, termina de alistarte, que el novio está nervioso esperando en el altar”, dice, dejándome
ansiosa por ir y caminar hasta él.
ALONZO
Estoy ansioso mientras saludo a los invitados que están sentándose en sus lugares. Me siento feliz
puesto que la decoración y quienes queríamos están aquí. Alessandra, organizó una boda simple con
detalles hermosos y colores que ahora que los veo dispuestos por todos lados, me gustan muchísimo.
Guardo cada detalle que veo porque sé que esta boda será la primera y última en mí vida. Al llegar a
mi puesto, abrazo a mis amigos que están disfrutando de la vista que les da estar en el altar y poder
ver a cada soltera que llega. Y logro ver que Cora intenta hacerme una señal para que me acerque.
“Cora que sucede, están bien”, le pregunto preocupado por mi padre.
“Tranquilo Alonzo, te ves encantador en ese traje, pero es tu padre quien te quiere hablar”, me
dice gentilmente. Y me agacho a la altura de mi padre.
“Hijo, yo nunca fui un padre cercano, ni mucho menos cariñoso.”, me dice con un tono sereno y
serio que no conocía en él. “Pero siempre he deseado lo mejor para ti. El día que tú mama te dio a
luz supe que serias un gran hombre. Tu madre ha sido una mujer que te enseño bien y te dio todo lo
que yo no fui contigo. Por eso quise que encontraras a alguien que llenara tu vida y te hiciera mejor,
como ella lo hizo con nosotros. No tengo mucho tiempo y este momento me da la tranquilidad que si
yo no estoy, alguien estará para ti, deseándote tanto bien como yo y construyendo juntos un imperio.
No cometas mis mismos errores, no seas pendejo por favor”, concluye, y aun que eso último es muy
propio de él, todo el resto me sorprende gratamente, porque su tiempo se acaba y no había tenido la
oportunidad hasta hoy de que mi padre me demostrara su afecto de esta manera.
“Gracias papá”, le digo aun anonadado con su discurso. “Fuiste lo mejor que pudiste y como
dices, elegiste a una gran mujer que compensara cualquier cosa. Pero gracias por todo y también me
alegro que esto te haga feliz” termino diciendo.
“Si, si, no la dejes escapar y estaremos bien”, dice refunfuñando y con un tono mucho más
cansado.
Evito decir algo mas y solo tomo su mano y palmoteo su hombro agradecido por el esfuerzo que
hace al estar acá. Le sonrío a Cora, y miro al otro lado y puedo ver a mi madre admirar toda la
decoración del salón y recordando lo buena que ha sido conmigo. Papá tiene razón en que ella me dio
lo mejor cuando él falto en casa. Con sus palabras puedo sentirme más afortunado aún de tener a
Alessandra en mi vida, por quedarse a mi lado con paciencia y amor.
ALESSANDRA
El canon en D suena al tiempo en que mi mamá y mi papá me llevan al altar en un jardín del Ritz-
Carlton decorado exquisitamente. Me alegra que mis verdaderos padres son los que hagan los
honores, en lugar de la pareja que Alonzo tenía planeado contratar para fingir ser mi madre y mi
padre en nuestra boda falsa.
Nunca pensé que esta sería mi vida, pero estoy amando cada minuto de ella. Especialmente me
encanta ver el rostro de Alonzo mientras desfilo por el pasillo hacia él. Parece como si estuviera
completamente fascinado con mi vestido de novia, y completamente enamorado de mí.
No puedo evitar captar la sonrisa de Francesca por el rabillo del ojo. Como mi verdadera dama
de honor, ella está allí esperándome, de la misma manera que lo estaría si fuera mi dama de honor
falsa, pero ahora es aún mejor cuando todo esto es realmente verdadero.
Ella y yo habíamos estado bromeando que la Madame tenía que enseñarme como caminar
correctamente hacia el altar. Sin embargo ahora que estoy mirando a Alonzo me doy cuenta que
cualquier forma está bien siempre y cuando llegue hasta el altar y me case con mi novio.
No puedo creer que realmente me estoy casando con un multimillonario. Y no cualquiera, sino
uno que es guapo y está completamente enamorado de mí.
Su padre está en la multitud, con Berta a su lado. Su madre está sentada al otro lado de la fila.
Fueron genuinamente cordiales el uno con el otro durante la cena de ensayo, lo cual Alonzo dice que
es un milagro.
Roberto y Samuel están parados junto a Alonzo cómo sus padrinos, y nunca le permitirán olvidar
que ellos son la razón por la que nosotros estamos juntos. Sino lo hubieran animado a ir al The
Excellence esa noche — dónde el dinero lo puede comprar todo, incluso una prometida falsa —
nunca hubiera tenido esta boda.
El sol comienza a ponerse en el océano detrás de nosotros cuando el muy auténtico oficiante
comienza la ceremonia. Cuando llega el momento de decir nuestros votos, miro a Alonzo a los ojos y
digo los que yo misma escribí
“Nunca imaginé que me casaría tan pronto, y sé que tú nunca pensaste que te casarías del todo”,
le digo, mientras nuestro invitados se ríen. “Pero estoy muy agradecida por todas y cada una de las
circunstancias que nos trajeron hoy aquí”.
Él asiente con la cabeza, y me doy cuenta que está intentando contener las lágrimas.
“Prometo ser tu esposa y tu fiel compañera hasta el día en que muera”, le digo. “Te ayudaré con
el negocio de la familia”.
En este momento, ambos miramos a su padre quien nos da su aprobación con el pulgar hacia
arriba. Ha tenido una buena semana y creo que ahora las cosas están resueltas entre Leonardo e
Alonzo, lo que sea que aún tenga será bien empleado.
Miro de nuevo a Alonzo.
“Te ayudaré en la vida con lo que necesites. Y siempre seré la novia más cariñosa, compasiva,
determinada, pero sobretodo las más real con la que hoy te casas”.
“Y con eso”, dice el oficiante, mientras todos comienzan a aplaudir. “Yo los declaro marido y
mujer. Puede besar a tu determinada y totalmente real novia”.
Y lo hace. Ahora y por el resto de nuestras vidas.
ALONZO
No soy del tipo de personas que pierden la calma, pero en este momento estoy jodidamente
nervioso. Compré una prometida falsa, pero esta es mi boda de verdad.
Tan pronto como veo a Alessandra caminar hacia el altar, me doy cuenta que hice la elección
correcta. Todo va a estar bien porque ella y yo estaremos juntos.
Ella se ve hermosa en un vestido de encaje blanco con un largo velo sobre su rostro. Ella optó
por la apariencia tradicional, como un recordatorio de que esto es verdadero. Como si necesitara
más recordatorios.
Roberto me da un codazo y me susurra lo que debe ser ya la milésima vez, “Te dije que The
Excellence tenía todo lo que necesitabas”.
Le sonrío y le siseo entre dientes, “Amigo cállate. Me estoy casando en ese momento”.
Tan pronto Alessandra está frente a mí, quiero tomarla entre mis brazos y besarla. Pero recuero
que no puedo hacerlo hasta que oficialmente estemos casados. Mientras el oficiante habla, me doy
cuenta que casi es hora de decir mis votos.
Mierda.
Espero que pueda recordarlos.
Cuando llega el momento, la miro, y por un instante me congelo. Pero ella me sonríe y abro mi
boca para dejar salir las palabras.
“Sé que tuvimos un comienzo rápido y poco convencional”, le digo, y ella sonríe como pensando,
me lo vas a decir a mí. “Pero no me arrepiento ni un solo segundo. Amo nuestro pasado— por breve
que haya sido—”
Ante eso, ambos hacemos una pausa y reímos.
“Amo nuestro presente, y espero que tengamos un largo futuro juntos. Prometo cuidarte, amarte, y
valorarte. Seré el esposo con el que siempre soñaste, y todo lo que nunca pensé que podría ser— y
que probablemente todos dudaron que querría ser”.
En este momento, miro a mi padre y todos se ríen.
Cuando nos pronuncian marido y mujer. No puedo creer que tengo una novia genuina. Un
matrimonio real. Una vida de verdad, diferente a cualquiera que haya conocido.
******
Festejamos hasta altas horas de la noche, y nuestra recepción es épica. Hicimos el baile con los
padres y nuestro propio baile para comenzar la celebración. Mi padre se fue después de la ceremonia
y mi madre se quedó para festejar conmigo y Alessandra. Hay una banda local muy amena y todos
fluyen por la pista. La familia de Alessandra es muy entusiasta y gentil y son los más felices con el
cotillón de la fiesta.
Roberto y Francesca parecen llevarse bien, y ni siquiera son dos de los invitados más
embriagados de la boda.
Yo estoy ebrio, pero no lo suficiente como para no sentirme excitado por mi esposa. Tan pronto
llegamos a nuestra habitación en el hotel, la cargo en mis brazos para atravesar el umbral de la puerta
y ella se ríe.
“Te amo esposo”, dice ella, mientras le quito su hermoso vestido de novia teniendo cuidado de
no romperlo.
“También te amo, mi cielo”
He estado esperando esta noche, desde que tomé su virginidad — incluso sin estar consciente de
ello. Cada vez que buscaba un preservativo, deseaba poder follarla de verdad — completamente
desnudo, sin nada entre nosotros, sin protección. Y ahora puedo hacerlo.
La llevo a la cama y uso mi corbata para atar sus muñecas.
“Vamos a recrear el día que tome tu virginidad”, le digo. “Pero esta vez, nada se va a interponer
entre nosotros. Porque ahora somos marido y mujer”.
“¿Qué pasa si quedo embarazada?” ella pregunta, volteándose para mirarme.
“¿Cuál sería el problema?” le pregunto, separando sus piernas.
Tomo sus nalgas en mi mano y las separo y su sexo queda totalmente extendido.
“Aquí está mi vagina que tomé por primera vez”, le digo, azotando sus nalgas con una mano
mientras introduzco un dedo dentro de ella con la otra.
“Oh, Dios mío. Alonzo”.
Alcanzo uno de sus pechos y juego con su pezón mientras le beso los hombros y la espalda. Me
quito los pantalones y recuesto mi pene duro y fuerte contra su trasero.
Este es el momento. Puedo hacerla mía sin protección. Ella es mi esposa. Es real.
Deslizo mi miembro dentro de ella y gime de placer.
“Eres una buena chica”, le susurro cerca de su oído. “Deja que tu esposo te folle sin condón, y
acabe dentro tuyo”
“Sí señor”, dice ella, mientras veo mi pene deslizarse profundamente en su sexo mojado y
deseoso de mí.
Lo empujo y lo saco, mirándolo mientras sus jugos se acumulan en él, haciéndolo más
resbaladizo. Con una mano sostengo su trasero y con la otra su pezón mientras me muevo dentro y
fuera de ella.
“Eres una buena y pequeña esposa caliente”, le digo. “Deja que tu esposo haga lo que quiera
contigo”.
“Estoy acabando”, ella gime mientras azoto su sexo con una de mis mano y con la otra aprieto su
pezón.
“Eso es”, le digo. “Acaba para tu esposo”.
Agarro su trasero y la penetro profundamente, siendo rudo con ella porque puedo. Puedo hacer lo
que yo quiera con ella, ahora y para siempre.
Cuando mi pene comienza a latir, ella inclina su cabeza hacia atrás hasta mi pecho y me mira a
los ojos.
“Voy a acabar en tu coño”, le digo cuando siento que empieza el orgasmo. “Voy a descargar todo
dentro de ti. ¿Quieres mi semen dentro tuyo?”
“Oh, Dios mío, sí, claro que si” dice ella, “Voy a tener otro orgasmo”.
Siento como palpito dentro de ella al tiempo en que mi semen se dispara dentro de su sexo.
“Sí, sí, sí”, digo en voz alta sintiéndome tan bien, como nunca antes me había sentido ya que el
preservativo bloqueaba toda la sensación. “Estoy acabando; toma, todo esto es tuyo”
Gemimos juntos y luego caemos desplomados en la cama ambos exhaustos después de todo un día
de boda y el mejor sexo de nuestras vidas.
“Eso fue increíble”, dice ella cuando giro mi brazo por la parte de atrás de su cuello. “Quiero
hacer esto todas las noches”.
“Yo también”, le digo mirando fijamente sus ojos verdes. “Y ahora podemos hacerlo. Porque eres
mi esposa de verdad”.
“¿Y qué pasaría si pones un bebé dentro de mí?” ella pregunta, sonriendo con esa mezcla de
perversión y coqueteo que tanto me encanta.
“Entonces eso sería el glaseado de nuestro pastel de bodas”.
FIN.
Epílogo extendido
ALESSANDRA
Un año después
He tenido miedo de hacer este viaje. No es que no quisiera ir, pero con la enfermedad de mi
madre y mi embarazo, me asusta un poco. Sin embargo el doctor nos dio el visto bueno a ambas. Así
que mi madre con un año libre de cáncer y yo con siete meses de embarazo estamos en Irlanda. Y es
hermoso.
Mi madre había querido ir a un viaje de genealogía desde hace años y esta es una oportunidad
para salir. Hace un mes partió el padre de Alonzo y aun que lo esperábamos, fue un duro golpe para
nosotros. Dejamos las cosas funcionando en la compañía y nos dimos este tiempo para nosotros. Mi
doctor consideró que esta sería la última semana del embarazo en el que viajar al extranjero sería
seguro, y explorar nuestras raíces sonaba divertido. Se suponía que sería un viaje de descanso pero
tanto Alonzo como papá están siendo algo sobreprotectores. Nos tratan cómo si nos pudiéramos
quebrar en cualquier momento. Yo lo llamo escuadrón esposístico.
“¡Cariño! No necesito que tomes mi mano todo el tiempo”.
Mamá le frunce el ceño a papá, pero él solo responde con una gran sonrisa.
“Oh, pero querida, sostener tu mano es una de las pocas cosas que llenan de alegría mi vida”.
Ella lo mira incrédulamente, pero no suelta su mano. Giro mi cabeza hacia Alonzo, quien me está
abrazando por detrás, con sus manos protectoras alrededor de mi vientre. También está observando a
mis padres, pero me mira cuando me dirijo hacia él.
“Sabes”, le digo. “Tú también me estás sofocando un poco…”
“Bueno, una de las pocas cosas que dan alegría a mi vida es estar cerca de mi querida esposa”.
Me acaricia el cuello con su nariz y mueve un poco la manga de mi vestido hacia un lado para
poder besar suavemente mi hombro. El costado de su barba me hace cosquillas y dejo escapar una
pequeña risa.
“¿Encuentras mis demostraciones de afecto graciosas?”
Su rostro todavía está enterrado en mi cuello, así que su voz suena ahogada.
“No, pero el vello de tu barba me hace cosquillas”.
Antes de que pueda responder, mis padres nos llaman y nos unimos a ellos. Decidimos pasar el
día como turistas, visitando todos los lugares populares y mirando boquiabiertos los paisajes de
Irlanda. Ya que estamos en Dublín, comenzamos nuestro día yendo al visitar el Trinity College. Estoy
muy emocionada por conocer El Cuarto Largo de la biblioteca.
Pero cualquier cosa que hagamos hoy será divertido, ya que estoy en un país maravilloso con mi
amado esposo, mi madre saludable y mi feliz — y sobreprotector — padre. Y en unos pocos meses,
voy a tener al bebé de Alonzo. Me siento como la mujer más afortunada del mundo.
ALONZO
Salimos para el Trinity College, empeñados en caminar por las calles de Dublín con un mapa que
tomamos en el aeropuerto. Me preocupa que Alessandra se esfuerce demasiado, pero parece estar en
buena forma y no quiero molestarla con todos mis cariños. El escuadrón esposístico lo llama ella.
Nos dirigimos a un café para tomar un pequeño descanso y comer algo. Una vez que nos sentamos
y ordenamos, le pregunto a Alessandra si se siente bien.
“Por supuesto que sí. No soy una flor delicada que necesita atención constantemente”.
Ella cruza los brazos para indicar que la conversación ha terminado. Sé que no está molesta
conmigo, solo quiere mantener su espíritu independiente. Su tenacidad es lo que me atrajo de ella.
Por supuesto que sus sensuales curvas también ayudaron.
Todo en ella es tan brillante y acogedor. Cuando nos conocimos por primera vez, me preocupaba
mi naturaleza oscura. No quería empañar ninguna parte de su espíritu al entrar en su vida.
No obstante ocurrió todo lo contrario. Mi vida era mucho más alegre con ella, Y ahora, un año
después de nuestra boda. Estoy sentado con mi esposa y sus padres y hay un pequeño en camino.
Estoy emocionado, pero debo admitir que también algo nervioso. Por mucho tiempo fui solo yo, y
luego Alessandra y yo, lo cual pensé era un gran cambio, ya que jamás creí que pudiera estar en una
relación seria, aunque debo admitir que me encanta.
Sin embargo, pronto habrá otra persona a quien amar y sé que puedo hacerlo bien. Pero incluso
con estos intentos constantes de tranquilizarme aún tengo mis dudas.
Antes de fallecer, mi padre me pidió disculpas por el tiempo perdido y por su duro carácter.
Pienso en lo primero todo el tiempo, ahora que tengo la compañía no quiero convertirme en él. Pero
también me dijo que no importaba todos los errores que él pudo cometer conmigo o con mi madre,
importaba que al menos con eso yo sabía lo que no debía hacer. Él estaba contento con el embarazo
de Alessandra y alcanzo a sentir una patadita en una de las visitas cuando Alessandra puso su mano
en la panza para que la sintiera, pocos días antes de que muriera. Creo que me dejó tranquilo el saber
que nos perdonamos con mi padre en todos los aspectos y que murió tranquilo viendo la vida que
estaba formando.
“Pareces distraído, Alonzo”.
El padre de Alessandra me observa con atención. Su rostro me hace saber que puedo contarle
cualquier cosa. Alessandra y su madre están conversando sin prestarnos mucha atención.
“Sí, supongo que lo estoy”.
Le ofrezco una pequeña sonrisa, esperando que cambie el tema. Pero los integrantes de la familia
de Alessandra no son del tipo que desisten fácilmente.
“¿Te importaría decirme hijo?”, me interroga.
Una parte de mí realmente quiere contarle sobre los pensamientos que están cruzando por mi
cabeza, pero no quiero que Alessandra escuche estas angustias. Así que sacudo mi cabeza en
negación.
Afortunadamente, llega nuestra comida y es la distracción perfecta. A medida que comenzamos a
comer, la conversación cambia rápidamente. Hablamos del Trinity College y todas las cosas que
queremos ver mientras estamos en Dublín.
Anoche nos encontramos con uno de los familiares de Alessandra que logramos rastrear. Su
nombre es Norma. Hablamos un rato, con la esperanza de poder conocer a los demás y que sean igual
de amables que ella. Terminamos nuestra comida y finalmente conseguimos nuestro camino para la ir
a la universidad.
Alessandra sabe una gran cantidad de hechos interesantes.
“Este cuarto, El Cuarto Largo, es dónde modelaron la librería de la película de Harry Potter.
¿Bastante genial no?”
Alessandra parece particularmente orgullosa de su hecho gracioso, y luego de compartirlo con
nosotros, se va a explorar la librería por su cuenta. Se ve muy feliz, examinando los estantes de
libros, admirando la arquitectura. La dejo deleitarse con El Cuarto Largo y giro hacia la otra
dirección para analizar el espacio por mí mismo.
Decido examinar los famosos bustos que se encuentran en la habitación. Mientras camino, me
pierdo nuevamente en mis pensamientos de paternidad. Definitivamente Alessandra me ha hecho una
mejor persona, pero mi propia infancia no fue muy buena y no quiero proyectar nada de eso a mi
propio hijo.
Me adentro aún más en la biblioteca y mis pensamientos se vuelven aún más profundos. Solo
tengo una certeza y es que no importa quien pueda ser, estoy dispuesto a dar mi vida por la felicidad
de mi familia. Escucho a alguien gritar mi nombre. Salgo corriendo y veo al padre de Alessandra
corriendo hacia mí. Me dirijo hacia él lo más rápido que puedo.
“¿Qué sucede?, ¿Dónde está?” pregunto espontáneamente.
Inmediatamente mis pensamientos se dirigen a Alessandra, y pienso lo peor.
“Es Alessandra” su padre me confirma el peor de mis miedos. “Creemos que rompió fuente.
Parece que el bebé viene en camino”.
No suena tan mal como me temía. Sin embargo me quedo atónito por un segundo sin poder hablar
o moverme. El padre de Alessandra se da cuenta de mi estado y me empuja en dirección de mi
esposa.
La alcanzamos y ella se apoya contra una mesa, respirando con dificultad. Voy en su ayuda y
coloco mis brazos alrededor suyo.
“Estoy bien”, dice ella entre respiraciones. “Solo creo que el bebé quiere salir”.
Ella me da una pequeña risa y me conmueve verla de un humor tan jovial. Otro cliente se acerca y
nos hace saber que llamó al hospital y que la ambulancia ya viene en camino. Le agradecemos y
esperamos.
“¿No crees que es un poco pronto?” ella me pregunta.
Veo la tensión en su rostro mezclada con preocupación.
“Estoy seguro de que todo va a salir bien”, trato de tranquilizarla. “El doctor no notó nada
preocupante. El bebé probablemente está ansioso de conocernos”.
Incluso cuando le digo esto a ella, siento un terror en mi interior. Siete meses es un poco pronto.
Trato de no pensar en eso mientras esperamos a que los paramédicos lleguen al lugar.
No les toma mucho tiempo y rápidamente colocan a Alessandra en la parte de atrás de la
ambulancia. Solo uno de nosotros puede ir con ella en la ambulancia, por lo que sus padres nos dicen
que nos encontraremos en el hospital. Los paramédicos cierran la puerta y la misma arranca.
Hago mi mayor esfuerzo para consolarla. Sostengo su mano, y le digo todas las cosas que
pudieran tranquilizarla. Ella me sonríe y sé que mis palabras están ayudando. Incluso en medio de
este caos, me alegra que pueda ser una presencia tranquilizadora para mi esposa.
Llegamos al hospital en una pieza y Alessandra es ingresada rápidamente al pabellón de
maternidad. Me dicen que espere afuera, así que me siento en un banco en el pasillo.
Supongo que este lugar es anticuado, en nuestra ciudad todos conocen a mi familia y sé que me
permitirían entrar con ella. Hago mi mayor esfuerzo para tratar de descubrir lo que está sucediendo
desde el banco a donde fui desterrado, pero los doctores y las enfermeras están pasando
apresuradamente y no tienen mucho tiempo para decirme nada. Así que me siento y espero por los
padres de Alessandra.
Ellos llegan pronto y me hacen todo tipo de preguntas, las cuales la mayoría soy incapaz de
responder, así que la madre de Alessandra se dirige para hablar con una enfermera mientras yo me
quedo sentado, sintiéndome un poco derrotado. Su padre se deja caer a mi lado, consiente de mi
estado de angustia actual.
“Estoy seguro que todo va a salir bien. Mi hija heredó el espíritu de lucha de nuestra familia y
ella saldrá adelante. No tengo dudas de ello. Y ese hijo tuyo también lo heredará, ya que todos somos
una gran familia”.
“No es eso”, le digo. “Me refiero, esto es solo una parte, pero también…he estado teniendo estas
dudas todo el día sobre cómo seré como padre y si lo voy a hacer bien y blah, blah, blah. Dejé a
Alessandra sola. La deje sola”.
Estoy angustiado. Envuelto con todos estos pensamientos en mi cabeza y permitiendo que todos
los pensamientos oscuros avancen.
“Escucha hijo”, me tranquiliza su padre. “Tú no dejaste a Alessandra sola. Estabas ahí cuando
ella te necesitaba y estás aquí ahora. Todos los padres tienen sus dudas. Criar a un hijo es una de las
tareas más arduas en el mundo, y si te sintieras completamente confiado eso sí sería preocupante.
Todo lo que puedes hacer, es ser la mejor versión de ti mismo”.
Me da una pequeña palmada por la espalda y se va a unirse con la mamá de Alessandra en el
mostrador. Pienso en lo que dijo y sus palabras resuenan en mí cabeza. Estoy feliz de que me llevo
bien con los padres de ella, a pesar de que al principio no aprobaban, y con toda razón, nuestra
decisión tan “apresurada” de casarnos.
Toma algunas horas antes de que no digan algo. Uno de los doctores que se llevó a Alessandra
anteriormente, reaparece y yo salto enseguida para hablar con ella.
“¿Doctora, mi esposa se encuentra bien?”
La doctora me sonríe cálidamente y procede a darme las noticias.
“Todo salió muy bien”, dice ella. “El trabajo de parto fue un poco más largo e intenso, pero
fuimos capaz de estabilizar a su esposa y la bebé se encuentra bien y saludable”.
El alivio que me inunda es tan fuerte que casi colapso.
“Nos gustaría mantenerlas a ambas para observación”, la doctora continúa. “Especialmente a la
bebita, dado que nació un poco antes de lo previsto”.
“¿Es niña?”
Alessandra y yo habíamos decidido no saber el sexo del bebé antes del parto, por lo que es una
sorpresa para mí.
“Oh, lo lamento, arruiné la sorpresa” dice la doctora. “Sí, usted es el padre de una hermosa y
saludable bebita”.
Una bebita. Tengo una hija.
“¿Le gustaría ir a verlas ahora?” pregunta la doctora.
Asiento con la cabeza, sin poder gesticular palabra alguna. La doctora me hace un gesto para que
la siga. Los padres de Alessandra intentan seguirnos, pero la doctora nos pide que yo sea el único
que ingrese por ahora. Los dejo en la sala de espera y me dirijo a ver a mi esposa e hija.
Alessandra
Una bebita. Es tan preciosa… y pequeña. Tengo miedo de hacerle daño con sólo respirar tan
cerca de ella. Y no puedo dejar de acariciarla con mi nariz.
Sentir su suave piel con la mía es reconfortante y no quiero separarme de ella. A pesar de que mi
cuerpo está exhausto. Solo quiero pasar todo el día admirando a este pequeño bulto de alegría.
Miro hacia arriba y cuando veo que la doctora regresa me percato de que está acompañada por
Alonzo. Mi dulce y tierno Alonzo. Luce tan preocupado.
Le sonrío esperando aliviar su ansiedad. Él se coloca a mi lado en un instante, dándome besos en
toda la cara.
“¿Estás bien?” me pregunta.
Me rio porque una vez más ha olvidado lo cosquillosa que soy y su barba está por todo mi rostro.
“Estoy bien. Mírala a ella”, digo en voz baja, haciendo un gesto hacia la bebé en mis brazos. Él
mira a nuestra hija y sus hombros tensos finalmente se relajan. “¿Quieres cargarla?”
Él asiente con su cabeza, y la coloco en sus brazos. Veo como padre e hija se conocen por
primera vez y mi corazón se acelera. Sabía que él había estado teniendo sus dudas sobre convertirse
en padre aun cuando no me lo dijera. Pero el amor en sus ojos es tan inmenso. Espero que finalmente
se sienta seguro de su capacidad de ser un buen padre.
Toma asiento en la cama junto a la mía y ambos admiramos a nuestra pequeña hija.
“¿Qué nombre le pondremos?” Alonzo me mira esperando mi opinión. Es curioso realmente no
habíamos decidido ningún nombre. Dijimos varios, pero ninguno logra atraparnos. Puedo verlo
pensar.
“¿Te acuerdas de ese nombre?” pregunta. “¿cómo es que era? … Carleen”.
Asiento con mi cabeza. Un nombre irlandés parece apropiado dado el lugar donde nació. Yo lo
había sugerido por una de mis escritoras favoritas, Carleen O’Connor, pero ahora el nombre tiene
aún más significado.
“¿No significa de gran inteligencia?” me pregunta Alonzo.
“¿Demasiado obvio?” le pregunto, mirándola y acariciando tu cabecita pequeña.
“¿No es perfecto?” dice él.
Y lo es. Ella es perfecta.
Nuestra pequeña Carleen. Nuestra pequeña hija.
ALONZO
Tres meses después
Han pasado dos meses desde que Carleen nació y es nuestra primera noche solos nosotros dos.
Alessandra ha estado al lado de Carleen todo este tiempo, pero creo que es un buen momento para
que tengamos una cita.
Ella está un poco vacilante, pero Norma, el familiar que conocimos en Irlanda, y los padres de
Alessandra están cuidado a nuestra bebé. El padre de Alessandra tuvo que salir a hacer unos
recados, así que Norma y su madre están en la habitación escuchando las instrucciones de
Alessandra.
Puedo escuchar a Alessandra dándoles toda la información necesaria para cuidar nuestra
pequeña. Ella está tratando de ver si ha olvidado algo y puedo darme cuenta que está a punto de
cancelar nuestra cita.
“Alessandra”.
Ella se vuelve hacia mí cuando digo su nombre. Luce tan hermosa con un simple vestido negro.
Tiene su cabello suelto y este le rodea todo su rostro.
“Sí, Alonzo”.
La forma en que dice mi nombre es tan deliberada, que escojo cuidadosamente mis próximas
palabras.
“Creo que tu mamá y Norma son lo suficientemente capaces de cuidar a Carleen por una noche.
Además tu papá va a regresar pronto y entre los tres nada puede salir mal”.
Puedo darme cuenta que escogí las palabras adecuadas porque ella se relaja un poco luego de
escucharlas.
“Lo sé. Es sólo que es la primera vez que la vamos a dejar con alguien más por tanto tiempo y
estoy un poco nerviosa”
Norma camina hacia Alessandra y coloca un brazo alrededor de ella.
“Te prometo que tu hija está en las mejores manos. Nosotros cuidaremos a la pequeña”.
Alessandra abraza a Norma y le agradece. Nos despedimos preocupándonos por Carleen un poco
más de lo necesario. Luego nos subimos al auto y nos dirigimos al restaurante. Amo a mi pequeña,
pero estoy encantado de tener una cita con la mujer de mi vida.
ALESSANDRA
Alonzo está concentrado en conducir hacia nuestro destino. No hay mucho de qué hablar,
probablemente porque no quiere decir hacia dónde vamos. Sé que si lo presiono lo suficiente, él me
lo diría, pero no quiero arruinar la sorpresa.
De igual forma el silencio no me molesta. Alonzo es una de las pocas personas con las que puedo
sentirme cómoda en silencio en lugar de ansiosa. Llegamos a un restaurante extremadamente lujoso e
inmediatamente me siento fuera de lugar y ni si quiera hemos puesto un pie adentro.
“Guao, este lugar parece realmente lujoso…”
Me pone algo nerviosa. Jugueteo con el dobladillo de mi vestido, preocupada porque no me
coloque ropa lo suficientemente bonita para la ocasión. Alonzo posa su mano sobre la mía para que
deje de moverme tanto.
“Luces perfecta”.
Él mira directo a mis ojos mientras dice esas palabras y sé que él piensa que soy hermosa. Y eso
es más que suficiente para mí. Dejamos el carro en el valet y entramos. Está débilmente iluminado,
agregando una atmósfera romántica al lugar.
Nos conducen a una mesa más privada al fondo. El camarero se aleja para que echemos un
vistazo al menú.
“¿Ves algo bueno?” me pregunta.
Levanto la vista de mi intensa lectura del menú y lo encuentro observándome con una mirada
risueña. Y yo le respondo con una sonrisa.
“Estoy evaluando mis opciones”.
Él asiente con la cabeza, acostumbrado a como pienso. Mi primer, último y único amor. Mi
esposo. El padre de mi hija. Mi mejor amigo. Él sabe todo sobre mí y me encanta que así sea.
“¿Y tú?” le pregunto. “¿Algo que quieras recomendarme?”
“Lo que quiero comer no está en el menú”.
Sus rasgos se oscurecen y puedo decir por la naturaleza aterciopelada de su voz el tipo de
sugerencia que me está proponiendo. Me sonrojo, un poco avergonzada. Afortunadamente nadie nos
está escuchando.
A pesar de que hemos estados juntos por un tiempo, Alonzo todavía puede lograr que me derrita.
Y él lo sabe.
“¿Tienes que ser tan perverso?”
Deja escapar una risa ante mi frase. Antes de que pueda responder el camarero regresa y ambos
ordenamos. Ordeno la pasta con salsa blanca e Alonzo un filete. Cuando el camarero se retira,
Alonzo regresa a su perversa personalidad.
“Sabes… nos reservé una habitación en un hotel cerca de aquí”.
Estoy un poco confundida porque debemos regresar a casa. No podemos pasar la noche fuera.
Pero como si Alonzo pudiera leer mi mente.
“No es realmente para toda la noche…” explica arqueando una ceja.
Finalmente me doy cuenta de lo que insinúa. Miro hacia abajo girando mis manos sobre mi
regazo.
“El doctor me ha dicho que estoy bien en términos de ser físicamente más activa…” Lo miro
nuevamente y observo preocupación en sus ojos.
Debo estar nerviosa. Nerviosa con mi propio esposo. Como si fuera de nuevo nuestra primera
vez.
“Estoy un poco nerviosa ya que ha pasado… un tiempo”, le digo.
Alonzo se acerca a la mesa y me ofrece su mano la cual felizmente acepto.
“Sé que es un poco pronto y podemos hacer todo lo que tú quieras y nada más. Podemos tomarnos
nuestro tiempo e ir despacio”.
“No, no. No quiero que me trates de esa forma. No tienes que contenerte”. Le doy un pequeño
apretón en su mano. “No quiero que lo hagas. ¿Nada de escuadrón esposístico entendido?”
Alonzo sonríe. Se ve complacido de que no quiero que sea demasiado delicado conmigo. Sé que
le gusta el sexo rudo, como a mí… generalmente. Sólo espero estar totalmente preparada para lo que
sea que tenga reservado para mí.
El camarero regresa con nuestros platos y empezamos a comer. Charlamos evitando nuestro tema
anterior. Quiero decir, todo lo que era necesario decir lo dijimos, ¿no es así?
Cómo sea, no quiero que Alonzo sienta que estoy demasiado ansiosa. Él podría terminar la
velada aquí mismo. Y he echado de menos tenerlo dentro de mí. Lo necesito, aún si estoy nerviosa.
Estoy lista para volver a ser poseída por mi esposo.
ALONZO
Comimos y hablamos, pero no volvimos a mencionar el tema nuevamente. No puedo decir si
Alessandra está más nerviosa que excitada. No quiero que sienta que la estoy presionando.
Quizás una habitación de hotel sorpresa no fue una buena idea… Era como poner mis
expectativas primero sin preguntarle a ella. Es sólo que es nuestra primera noche solos desde hace un
tiempo y quería hacerla sentir especial. Terminamos nuestra comida y el camarero retira nuestros
platos.
“¿Les gustaría ver nuestro menú de postres?” pregunta el camarero.
Antes de que pueda decir una sílaba, Alessandra tiene una respuesta preparada.
“No, gracias. Comeremos el postre en otra parte”.
Ella me guiña un ojo y yo intento que mi boca no se abra.
El camarero asiente y nos dice que enseguida regresa con la cuenta. Me inclino para acercarme a
Alessandra.
“¿Qué fue eso?” le pregunto.
Ella me da una sonrisa traviesa a cambio.
“Bueno esposito”, dice con otro guiño. “Recuerdo claramente que me dijiste que lo que querías
comer no se encontraba en el menú y pensé que para el postre podía darte lo que realmente deseas”.
El camarero regresa con la cuenta y salimos de ahí lo más rápido posible. El valet nos trae
nuestro auto y yo manejo tan rápido como la ley me lo permite, quizás un poco más rápido para
llevarnos al hotel. Todo ese tiempo, Alessandra se está riendo de mi exagerada muestra de
entusiasmo.
Finalmente estamos parados fuera de la habitación del hotel, abro la puerta y. Alessandra entra
primero a la habitación. Es algo extravagante, pero quería hacerlo verdaderamente especial. Cierro
la puerta detrás de mí y me apoyo contra ella. Alessandra se da vuelta y se sienta en el borde de la
cama.
“¿Necesitas que te invite?” pregunta sonriéndome.
Camino lentamente hacia ella y alcanzo el borde de la cama. Me arrodillo ante ella. Sus ojos
siguen mi descenso.
Tomo una de sus piernas en mis manos y le retiro el zapato de tacón. Y lo lanzo por encima de mi
hombro y esto me genera una sonrisa. Repito la acción con el otro zapato. Subo mi mano por su
pierna hasta la parte más baja de su muslo.
“¿Por qué no colocas tus pies en la cama?”
Ella retrocede para que todo su cuerpo quede sobre el colchón. Yo me levanto y aflojo mi
corbata.
“Permíteme”.
Alessandra se acerca y se arrodilla en la cama. Ella toma gentilmente mi corbata y la desata. La
deja colgando alrededor de mi cuello y coloca su mano suavemente a un lado de mi cara.
“Gracias a Dios, te afeitaste”.
Deja besos a lo largo de mi mandíbula. Mientras besa mi rostro, sus manos hacen un trabajo
rápido de remover mi chaqueta y desabrocharme la camisa. Su boca se mueve hacia mi cuello y
luego hacia mis hombros. Puedo predecir la trayectoria que quiere recorrer así que levanto su cara
hacia la mía.
Esta noche es para complacerla. Mi amorosa esposa. Quien cargó y dio a luz a nuestra hija y
merece ser tratada como la princesa que es.
ALESSANDRA
Alonzo comienza besando mi cuello. Incluso lo lame, sacando una risita de mí.
“¿Qué es tan gracioso?” me pregunta, su voz se escucha ahogada por mi cuello.
“Tu lengua me hace cosquillas. Pareces olvidar lo cosquillosa que soy”.
Aparta su boca de mi cuello, y presiona su frente contra la mía.
“Lo hago, ¿no es así?”
Antes de que conteste, él asiente suavemente sus labios contra los míos, tanteando el terrero. Le
devuelvo el beso con más fuerza y él me lo responde envolviendo su mano en mi cabello y
presionándome hacia él.
Mi cuerpo está en contacto con el suyo, y puedo sentir lo erecto que está. Su lengua se dispara y
abre mi mandíbula. Gimo en su boca. Entrelazo mis manos en su cabello y lo tiro sobre mí.
Sorprendido por mi repentina fuerza, tiene que sujetarse con sus brazos los cuales terminan a
cada lado de mi cabeza mientras él examina mi cuerpo.
“¿Desnudándome con los ojos?” agrego con un toque juguetón en mi voz y un movimiento de mis
cejas. Por alguna razón toda su sensualidad me está emocionando.
“Prefiero desnudarte con mis manos”, dice él.
Me siento en la cama para que pueda alcanzar la cremallera en la parte de atrás de mi vestido. Lo
baja lentamente y una vez que está completamente abierto; Alonzo me quita el vestido de los hombros
exponiendo mi sujetador.
“Parece que alguien se vistió para la ocasión”, dice, su ceja arqueada le sube un tono más
cuestionante.
“Tal vez no eras el único que tenía… intenciones esta noche”.
Esto libera otra sonrisa y me da un beso rápido. Sus manos van y desabrochan mi brasier,
dándole una vista completa de mis pechos.
“Se cuidadoso”, le digo, no queriendo arruinar el momento, pero sin querer sentir mucho dolor
para continuar con nuestra diversión. “Siguen un poco sensibles por la lactancia”.
Él asiente con su cabeza y coloca suavemente una mano en uno de ellos dándome un delicado
masaje. Me recuesto cuando las sensaciones recorren mi cuerpo. Desliza su pulgar sobre mi pezón y
hago un leve sonido para indicar placer.
“Oh, Alonzo”.
Una vez más me besa, pero esta vez tiene más ganas. Su mano recorre mi cuerpo y encuentra el
borde de mi ropa interior. Alonzo desliza su mano hacia adentro e introduce dos dedos dentro de mí.
Jadeo en su boca y puedo sentir su sonrisa en mis labios.
“Todavía eres igual de sensible”, dice él, complacido.
Todo lo que puedo hacer es asentir mientras sus dedos se deslizan dentro y fuera de mí a un ritmo
insoportablemente lento. Se asegura de evitar el punto que más quiero que toque, todo para poder
prologar el proceso.
Coloco mis manos en sus hombros para estabilizarme. Él comienza a acelerar el paso, viendo la
necesidad en mis ojos. Entierro mis uñas en su piel a medida que siento más y más placer.
“¿Debería continuar?” me pregunta.
“Mmm…” es todo lo que puedo gemir.
Él introduce un tercer dedo y mis uñas se entierran aún más. Finalmente coloca su pulgar en mi
clítoris y yo inhalo bruscamente.
“Puedes ir un poco más rápido”, le digo sin aliento.
Alonzo toca mi nariz con la suya y ríe.
“¿Más rápido?”
“Sí, por favor…”
Ahora estoy prácticamente rogándole. Pero en lugar de aceptar mi solicitud, retira sus dedos y
dejo escapar un suspiro de decepción, pero decido ver que va a hacer.
Frota mi clítoris nuevamente, con más fuerza y más rápido, con un ritmo increíble hasta que sus
dedos están resbalosos por mis jugos, y abro mis piernas y mi boca, gimiendo por él, invitándolo a
entrar en mí.
“Fóllame, por favor”, le ruego mientras tengo un orgasmo en su mano. “Necesito que me folles
esposo mío”.
“Eso está mejor”, dice él.
Coloca los dedos en su boca y los lame. Luego se quita los pantalones.
“Permíteme”, le digo.
No puedo esperar a tener su pene dentro de mí. Lo quiero, lo necesito, siento que voy a morir si
él no coloca su miembro en mí dónde pertenece.
Me siento, desabrocho su cinturón, y sus pantalones. Los bajo parcialmente e Alonzo termina el
trabajo. Hace un rápido movimiento, retira el resto de su ropa y luego está de nuevo encima mío, su
dura verga presionando contra mis piernas, revelándome su necesidad de mí.
Balanceo mi vestido por mis piernas y lo pateo, haciendo lo mismo con mi ropa interior, así que
ambos estamos completamente desnudos. Nos envolvemos en otro beso apasionado.
“Extrañaba esto”, dice él. “Tu dulce vagina apretada”.
Coloca su miembro justo en la entrada de mi sexo, vacilante en dar el último paso.
“También extrañaba esto. Tu verga grande y dura”.
Envuelvo su cintura con mis piernas mientras el comienza su descenso. Él continúa entrando en
mí muy lentamente. La cabeza de su pene se abre camino desde mis labios vaginales hasta lo más
profundo de mi sexo, llenando todo en su camino. Mis jugos gotean por toda su verga, suplicándole
que la posea.
Su lenta penetración envía un escalofrío por mi espina dorsal. Puedo darme cuenta que se está
conteniendo y aunque el cuidado que me demuestra me conmueve, preferiría que no me tratara con
tanto temor.
“Te dije que no te contuvieras”, le digo. “Quiero tu pasión desenfrenada”.
Coloco mi mano en su trasero y clavo mis uñas para probar mi punto.
“Tú sabes que quiero tu vagina, acabar dentro de ti y hacerlo salvajemente”, dice él. “Sólo quería
ser cuidadoso… No quiero lastimarte”
“Te lo dije antes, no quiero que te contengas y si necesito que bajes el ritmo te lo diré”.
Él me mira a los ojos y sonríe maliciosamente. Ahí está el hombre con quien me casé. Sabía que
la maternidad no podía ser el fin de nuestra increíble vida sexual.
ALONZO
Alessandra coloca la mano en mi mejilla y la acaricia suavemente. Ella nunca se asustó de
ninguna parte de mí y quiero darle lo que ella desea. Salgo de ella lentamente, pero vuelvo a entrar
rápido y profundo.
La escucho jadear y me preocupo de haber sido muy brusco con ella, pero su rostro me indica lo
contrario, haciéndome saber que esto es exactamente lo que desea. Continúo penetrándola a un ritmo
constante, pero pronto voy con mucho más vigor. Alessandra gime de placer, lo que alimenta mi
pasión.
“Eres tan jodidamente sexy”.
Alessandra me motiva con sus gemidos, diciéndome que siga con más fuerza.
“Tu vagina se siente increíble”, le digo, mi pene se siente tan bien mientras entra y es presionado
por las paredes de su sexo y sus hermosos muslos.
Aprieto mis caderas contra las suyas. Me empujo dentro y fuera de ella, encontrando nuestro
ritmo.
“¡Así! ¡Así!, ¡no te detengas!” dice en voz alta. “Extrañaba sentirte dentro de mí”.
Intento no explotar, porque quiero que Alessandra llegue al clímax. Se necesita de toda mi fuerza
de voluntad para aguantar, porque es tan hermosa y se siente tan bien, toda mojada y apretada, que
solo quiero acabar dentro de ella.
“También extrañaba estar dentro de ti”, le digo.
Alessandra cierra los ojos y tensa su cuerpo. Siento como sus paredes laten mientras tiene un
orgasmo, justo cuando dice, “Estoy acabando para ti, Alonzo. Estoy acabando”.
“Estoy acabando contigo Alessandra. Estoy bombeando mi carga dentro de tu vagina”
No puedo aguantar más y acabo intensamente dentro de ella. Gruño mientras termino y veo como
cae la leche de mi semen de su interior.
Me encanta ver mi crema en su sexo. Es una de las mejores partes de no usar preservativo con
ella. Quien diga que no hay muchos beneficios de estar casado no debe haber pensado en esto — y
todo lo demás que comparto con Alessandra. No hay nada de estar casado con ella que no considere
un beneficio.
Satisfecho, me recuesto encima de ella, mi mano juega con su cabello. Su respiración se equilibra
cuando la sensación del orgasmo se va desvaneciendo.
Ambos estamos cubiertos de sudor y siento que Alessandra se ríe debajo de mí. Me apoyo sobre
mis codos para ver de qué se trata toda la carcajada. Cuando la miro ella cubre su rostro con sus
manos y continúa riéndose.
“¿Qué sucede?” le pregunto.
Parece que no puede parar y decirme que es tan gracioso.
Solo niega con la cabeza y se rehúsa a mirarme. Me levanto y ahora estoy de rodillas.
Sujeto sus manos y las coloco en su cabeza. Ella cierra los ojos con fuerza guardando su broma
secreta para ella sola.
“¿Por favorcito?”
No puedo evitar rogarle por información. Quiero conocer cada pensamiento de mi esposa. Acabo
de poseerla de la forma en que solo yo la he tenido y no quiero no saber algo sobre ella.
Después de un momento de silencio, abre sus ojos. Finalmente me mira con una enorme sonrisa
en su rostro.
“¡Es que fue… realmente bueno!”
Ella saca sus manos y se cubre la cara de nuevo, avergonzada. Pero unos segundos después, ella
se asoma entre sus dedos y es saludada por mi cara sonriente.
“Me río de mi misma porque estaba tan nerviosa y avergonzada, creo que incluso más que nuestra
primera vez juntos, y fue increíble. ¿Por qué estaba tan nerviosa?” me pregunta.
“Así que lo que intentas decir es que ¿todavía soy así de bueno?” le contesto con otra pregunta y
estoy complacido cuando la hago reír incluso más fuerte que antes. “¿Tan bueno como la primera vez
que te hice mía y tome tu virginidad?”
Alessandra saca la almohada y me la arroja en la cara. Yo la esquivo y me acerco más a su
rostro. El cuarto se llena con nuestras risas, y la beso suavemente en su nariz.
“Sí, Alonzo”, me responde. “Así de bueno, y creo que siempre lo serás. Por eso me casé contigo,
¿lo sabías?”
“También sigues siendo igual de increíble”, le digo. “Tan hermosa como él día en que te conocí.
Quizás incluso más bella”.
“¿Por qué no me estoy subastando al mejor postor?” ella bromea.
Pero mis cumplidos me ganan un beso y luego me aleja de ella.
“Eso es muy encantador, pero tenemos que llegar a casa”, dice ella, pensando en nuestra hija sin
duda alguna.
Suspiro, pero sé que tiene razón. Y de todos modos, extraño estar cerca de Carleen.
Ambos nos vestimos y salimos del hotel. Camino a casa Alessandra habla la mayor parte del
tiempo. Algunas veces, me encanta solo escuchar su voz. Llegamos a casa y agradecemos a los
padres de Alessandra y a Norma por cuidar a Carleen.
“Cuando quieran”, dice su madre. Estoy tan feliz que no ha recaído desde que el tratamiento
eliminó su cáncer. “Nuestra nieta es un regalo”.
“Quizás Alonzo y yo planeemos más salidas juntos”.
Puedo escuchar la sugerencia en la voz de Alessandra y apoyo su decisión. Nos despedimos y los
tres se van.
Alessandra y yo nos dirigimos al cuarto de Carleen para echar un vistazo y la vemos dormida en
su cuna. Nos paramos en el borde y miramos a nuestra pequeña niña. Delicadamente deslizo un dedo
por su suave mejilla y Alessandra acaricia su cabello.
Hay algo acerca de tener un bebé que hace que quieras estar en contacto constante con la pequeña
criatura. Nos escabullimos de regreso, teniendo cuidado de no despertarla e ir a nuestra habitación.
Comenzamos a desvestirnos
“¿Podrías ayudarme con esta cremallera?” me pregunta Alessandra.
Asiento y me acerco hacia ella. Se voltea y retira su cabello del camino. Lentamente bajo la
cremallera, quizás algo seductor. Acaricio su espalda con mi mano y Alessandra se apoya en ella.
“Sabes que no necesitamos un hotel elegante para…” comienza diciendo.
“Lo sé, pero fue divertido disfrutar de todo el paquete para reconectarnos”.
Por alguna razón habría sido extraño hacer el amor por primera vez tan cerca del cuarto de la
pequeña Carleen desde su nacimiento. Sin embargo, ahora se siente diferente. Cómo si hubiéramos
roto el hielo y somos libres de experimentar nuevamente, siempre y cuando Carleen esté
profundamente dormida por supuesto.
Alessandra se da vuelta y coloca gentilmente una mano en mi pecho. La tomo y acerco su palma a
mis labios.
“Fue increíble”, le digo a ella.
“Definitivamente lo fue”.
Ella deja caer su mano y se quita el vestido. Yo me quito la ropa dejando sólo mi bóxer y una
camiseta. Alessandra también se pone una de mis camisetas y nos acostamos en la cama. Nos
acurrucamos uno frente al otro.
“Te amo Alonzo. Te amo tanto. Mi esposo”.
Es solo un susurro, pero ella lo dice con tanto sentimiento. Le agradezco al universo todos los
días por poner a Alessandra en mi camino. Ella me aceptó tal como era y no hay nada más que pueda
pedir. Fue mi prometida falsa cuando lo necesite, y ahora es mi esposa verdadera y la madre de mi
hija, porque necesitaba que lo fuera.
Ella se entierra en mi pecho y puedo sentir su respiración a través de mi camisa.
“Yo también te amo esposa mía”, le digo.
Ella deja escapar un sonido suave, pero me puedo dar cuenta que se está quedando dormida. Le
beso la parte superior de su cabeza. Pronto su respiración es pareja y está completamente dormida. A
través del monitor escucho la respiración suave de Carleen pronto cierro mis ojos y me duermo,
escuchando ese sonido relajante de mis dos damas favoritas.

También podría gustarte