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Texto Final de Hegel PDF
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26-27
2013, Bogotá, Colombia
Resumen
La pregunta por el origen del mal ha estado presente en varios pensadores y, Hegel elaboró
una respuesta lucida a este respecto. Procederé problematizando el desarrollo hegeliano del
origen del mal en la Fenomenología del Espíritu, concentrado esfuerzos en el trípode del
Das Gewissen. Die Schöne Seele y el despliegue necesario del Das Böse de la certeza moral
en el Espíritu cierto de sí mismo. No obstante, la variación de schlecht no será centro de mi
presentación, pues esbozaré más una ruta para la discusión en torno al origen del mal, no
rastrear quién es el individuo malvado.
Abstract
The question of the cause of evil has been present in various philosophers and Hegel
developed a lucid answer to this. I will proceed by questioning the Hegelian development of
the origin of evil in the Phenomenology of Spirit, attentive on tripod Gewissen, Die Schöne
Seele and the necessary arrangement of Das Böse, in the case of moral certainty in the real
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spirit of its own. However, the concept of schlecht not be the center of my writing, I will
plan it's a route to the discussion of the origin of evil, not who is the malevolent.
“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los
malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no
contamina al hombre”.1
A modo de introducción
La pregunta por el origen del mal ha estado fecunda en muchas mentes. Ha inquietado, sin
lugar a dudas, no sólo las conciencias de quienes se han atrevido a pensar tal origen; en ella
como un inevitable black hole han sido arrastradas hacia sus oscuros resquicios, sociedades
y poblaciones humanas. Tal inquietud, nos sumerge en una pregunta mayor, mejor, en un
necesario reconocimiento que conduce a volver sobre el propio mal. Un terreno así por
indagar hace más complejo el modo en cómo se aborda y se generan preguntas, más que
respuestas, a una realidad que sabemos (por vital experiencia) nos atraviesa y envuelve. Tal
abismo, insondable, halla su fondo en nosotros, en nuestra nítida finitud, ella que nos es
transparente en cada momento en la que somos encontrados por otros y con sus rostros nos
dicen, ¿te has hecho mal? o ¿nos has hecho mal? Y digo insondable pues el mal está
emergiendo del mismo interior. ¿Esperará la conciencia una pregunta distinta, inclusive de
parte de nosotros mismos?¿O inclusive una acción (no sigo aquí una posición vallejiana-
pesimista)que acabe de una vez por todas la finitud que nos constituye e indefectiblemente
nos crea como seres humanos capaces de mal? Como dirá Alain Badiou a este ser humano,
capaz de mal, “este masacrador sistemático persigue, en los hormigueros gigantes que
edificó, intereses de supervivencia y satisfacción ni más ni menos estimables que los topos
o de las luciérnagas. El animal humano ha probado ser el más taimado de los animales, el
más paciente, el más obstinadamente esclavo de los deseos crueles de su propia potencia”
(Badiou, 2004: 90). Resulta una evidencia irrefutable, cuando se accede a la historia
(Geschichte) que hemos construido como seres humanos, encontrar en unos momentos de
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Mt 15, 18-20.
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modo escandaloso y en otros más sutil las expresiones del mal que nos habita, como bien lo
nota Queiruga
[L]a misma historia humana, aparte de continuar y aun agudizar esa lucha, resulta inconcebible sin
terribles costos en el uso – unas veces voluntariamente torcido y otras, incluso sin pretenderlo, tan
cruelmente conflictivo- de la libertad: historia absurda contada por un loco (Shakespeare) o altar
donde es sacrificada la felicidad de los pueblos (Hegel) frases que reflejan lo terrible e innegable de
una experiencia común (Queiruga, 2011:66).
“El movimiento de esta oposición es, por de pronto, la instauración formal de la igualdad
entre lo que el mal es en sí y lo que enuncia; tiene que ponerse ahora de manifiesto que
ella es mala y, así, que su existencia es igual que su esencia: la hipocresía tiene que ser
desenmascarada”3
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Como lo observa René Girard, “de todos los desastres de los dos últimos siglos, el más significativo, desde nuestra perspectiva, es la
destrucción sistemática del pueblo judío por el nacionalsocialismo alemán (…) durante la guerra el nazismo intentó ocultar el genocidio.
Pero si hubiera triunfado, creo que lo habría hecho público, para demostrar que, gracias a él, la preocupación por las víctimas no
constituía ya el sentido irrevocable que había representado en nuestra historia” (Girard, 2002: 221-222). El caso nazi de exterminio
también es notado por Alain Badiou, dando un salto adelante al determinar el genocidio como medida de todo mal. Cito: “el exterminio,
precisamente, es a un tiempo la medida de todo el Mal del que nuestra época es capaz –y como tal, resulta en sí misma inconmensurable-
y también –lo cual supone medirla sin cesar- aquello a lo que debe compararse todo cuanto requiera juzgarse según la evidencia del Mal”
(Badiou, 2004: 95).
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Hegel, 2010:356.
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lo malo son sólo universales, pero no dejan tener una esencialidad propia uno frente al otro”
(Hegel, 2010:97). ¿Cabe la posibilidad de la encarnación del mal en la figura, cristiano-
judía, del diablo? ¿Pensó Hegel que el diablo podría ser encontrado históricamente
caminando al frente de su casa? Quizá en su mente inquieta pasaron las figuras de Nerón,
Calígula, Herodes, Timor el cojo, Hernán Cortés y César Borja.
En nuestras mentes pasan las figuras de Hitler, Kim II Sung, Reynhard Heydrich, Idi Amin,
Pinochett, el expresidente Uribe y tantos guerrilleros, paramilitares, militares, por decir
posibles candidatos en el contexto colombiano… ¿Podemos admitir que un sujeto que ha
concentrado tantas acciones de mal, sea una encarnación de lo que Hegel llama Diablo?
¿Qué lugar tiene la formación del sujeto moral, incluso si admitimos los marcados acentos
del cristianismo latiendo en las líneas hegelianas? Sólo que no es objetivo de este escrito
hilvanar los argumentos hegelianos que fundamentan la formación moral del sujeto.
Stephen Houtlgate sí lo pretende y creo, lo logra:
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A seguir el texto anglosajón, “philosophyHegel believes that Christianity requires that we become moral beings, if we are to become
fully human. We must also accept that we are responsible for our actions and must take the blame when we fail to do what is good. Faith
asserts that we can become loving beings only if we stop trying to love through our own moral efforts alone and let ourselves be taken
over by the Holy Spirit. It also asserts that we can become loving beings only if we accept that we are not subject to absolute, irrevocable
moral condemnation, but are forgiven when we go wrong. (Houtlgate, 2004: 30).
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El mismo autor continúa expresando que dado el contexto cristiano en el que Hegel se
mueve bien acude a recursos morales, y en consecuencia éste interpreta que “el cristianismo
enseña que la plenitud original y el amor nos son concedidos cuando pasamos más allá de
la simple conciencia del bien y del mal” 5. Para nuestra cuestión, la denominación dada al
mal resulta no sólo un problema del lenguaje que trae consecuencias serias para la
interpretación, sino también con respecto al giro fundamental hacia la absolutización de las
singularidades. En otras palabras, la naturaleza del mal, en la Fenomenología, está presente
como el modo en el que se absolutiza la singularidad de la conciencia. Es decir, que se
genera a partir de la afirmación del, permítaseme el término, yo (Cfr.Westphal, 2009: 259).
Dados los pasos anteriores, ¿qué define a lo finito, a lo contingente? ¿Se puede abordar un
intento de definición como la necesaria imposibilidad de ser, una negación, o como la
privación? Sí, si se tiene como supuesto que la existencia, de la realidad y del ser humano,
tiene cierta tendencia a la plenitud o infinito (me refiero en el sentido del Cappas Dio
inherente que nos constituye como seres humanos). Aunque aquí no pretendo hablar de ese
modo de humanización que deviene de dicha capacidad de Dios. Volviendo sobre el punto
que nos interesa, lo finito es en su límite intensivo una carencia, experiencia no satisfecha y
comporta contradicción 6. Dicha contingencia está concebida desde la pregunta por un tipo
de muerte en vida que acontece en el sujeto, ésta muerte pasa por la reconciliación y el
sacrificio; como lo ve Dean Moyar,
generando varias enfermedades existenciales: “la ley del corazón”, “el frenesí de la auto-
presunción” “el espíritu del reino animal y el engaño, o el asunto en sus manos, y el “el
alma bella, el mal.” Ni por un lado el mundo de la fantasía, o la autoconciencia movida
contingentemente, la motivación de la satisfacción de la pasión o la pura auto-legislación
del sujeto noumenal, puede ‘realmente’ actuar en su autoconciencia y entonces moriría un
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Cito el texto inglés “christianity teaches that genuine wholeness and love are granted us when we pass beyond the merely moral
consciousness of good and evil” (Houtlgate, 2004: 30). La fe cristiana tiene consecuencias de carácter moral y ético, que bajo la mirada
de Hegel, ella tiene una supremacía que no se puede eliminar.
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Como lo elabora Queiruga en la precisión sobre el término de la negación presente en Hegel, dado que dicha “idea [está] muy viva en el
comienzo de la Modernidad, que Hegel eleva a principio fundamental de su filosofía, como motor de la «negación» dialéctica: «Algo se
sabe como límite o falta, es más algo, algo se siente como límite o falta solamente cuando uno, al mismo tiempo, está más allá [de ello]»”
(Queiruga, 2011:75).
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Ahora me dispongo a introducir la noción de lo que nos mueve al mal está, en su origen,
dada por el egoísmo. Los grados de negatividad que obligan a cada figura del Espíritu a
invertirse y seguidamente engendrar una nueva figura que a su vez la suprime y la
conserva. Lo anterior según el doble sentido del Aufhebung de Hegel. Como lo nota
Ricoeur, “así la dialéctica hace coincidir en todas las cosas lo trágico y lo lógico, hace falta
que algo muera para que nazca algo más grande. En este sentido la desdicha está en todas
partes pero es superada en todos los lados en la medida en que la reconciliación prevalece
siempre sobre el desgarramiento” (Ricoeur, 2008: 181). De hecho el filósofo alemán
asegura que hay verdad desde ambos lados del conflicto, pues él “piensa que existe verdad
desde ambos lados de la disputa. El alma bella acierta cuando afirma que los motivos de
nuestras acciones ordinarias son egoístas; pero está ciega en la necesidad de actuar en el
mundo”(Westphal, 2009: 251).8.
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El texto inglés es, “generating various existential pathologies: ‘‘the law of the heart,’’ ‘‘the frenzy of self-conceit,’’ ‘‘the spiritual
animal kingdom and deceit, or ‘the matter in hand’ itself,’’ and ‘‘the ‘beautiful soul,’ evil.’’ Neither side of this fantasy world, either a
self-conception as a contingently motivated, passion-satisfying engine, or a pure self-legislating noumenal subject, can ‘‘actually’’ act on
its self-conception and so would die a kind of living death without the moment of reconciliation and ‘‘sacrifice’’ that Hegel points to”
(Moyar, 2008: 269).
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En el texto anglosajón, “Hegel thinks that there is truth on both sides of this dispute. The beautiful soul is right to think that the motives
for our ordinary actions are selfish; but it is blind to the need to act in the world”
9
En el texto inglés se lee, “at the point now reached, however, the possibility of a community of individuals self-consciously capable of
evil is at issue – of individuals, in other words, taken in their extreme form of particularity, and of a community, therefore, equally taken
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Los oponentes (de un conflicto en donde se puede notar expresiones de mal) estarán de
algún modo condicionados por intenciones hipócritas que son, intencionada y
conscientemente, elegidas desde la propia libertad 10. Ahora bien en medio de la disputa
generada por el conflicto de sus intereses encontrados, se concede que la muerte realmente
va más allá de la muerte física, es la muerte espiritual. Dicha experiencia hunde sus
fundamentos en el estar movilizado por intereses de mal 11. Se puede notar en este punto que
en la Fenomenología está presente dicho mal bajo la forma de la hipocresía,
Es además una hipocresía, porque hace como si semejante emitir juicios no fuera otra manera de ser
malo, sino la conciencia recta y justa de la acción, y dentro de esta irrealidad efectiva y vanidad de
saberlo todo y saberlo mejor, se opone así misma más allá de los actos que vilipendia, y quiere que su
hablar inactivo sea tomado por una realidad efectiva excelente (Hegel, 2010:359).
A modo de conclusión
La solución a la disputa viene cuando cada parte admite sus fallas, perdona al otro y reconoce
que no es mejor que ese otro. La conciencia moral que se mueve con intereses egoístas al
in its extreme form of historical concreteness. It “is in world history,” says, “that we encounter the sum total of concrete evil.” A new
scarcity of space, the most extreme of all, has been created” (Westphal, 2009: 266).
10
Russon lo expresa así, “moral action is, then, action that comes from choice, from freedom. Our experience is fundamentally intuitive.
What this means is that we will always be finding our way in life through experiences that impress themselves upon us compellingly,
without the possibility of stepping beyond our own ways of making sense of find some independent ground of justification for our
beliefs” (Russon, 2004:147).
11
“Indeed, in this renewed battle of prestige (…) the opponent is guilty of either evil or hypocrisy (PS 356.7–10/ M 401). As we said
earlier, the threat is no longer just death, but spiritual death”(Westphal, 2009: 266).
12
Expresión usada por Kant, que originalmente pertenece a Horacio.Q. Horati flacci epistvlarvm liber primvs, n.40.
13
“El en SÍ reconciliador en el que ambos yoes desisten de su contrapuesta existencia, es la existencia de un yo extendido en dualidad [o
extendido a dualidad, o estirado a dualidad], que precisamente en esa forma permanece igual a sí mismo y que en su completo
extrañamiento y en su completo contrario tiene la certeza de sí mismo, se trata de Dios apareciente en medio de ellos que se saben como
el saber puro, como puro saber”(Ricoeur, 2008: 182).
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interior de sus acciones ordinarias; ella confiesa su mal: “yo soy” (Ich bins) (PS 359.24/M 405).
El alma bella reconoce la necesidad de obrar en el mundo; y ella admite que su insistencia en la
pureza y la plenitud es solo un tipo de vanidad y amor propio, y después de todo todos lo
tienen14(Westphal, 2009: 251).
No hay otra causa del mal que es fruto de la libertad y actos humanos. No hay factores
externos, no es serio ni responsable (a cuenta de sostenerse ingenuo) que se transfiera la
causa del mal bajo mi propia autoría, a otros. Más aún la experiencia del mal es tal por la
vanidad y un cierto amor hacia sí mismo. Como Hegel lo expresa,
“o llega al auto-sentimiento de sí en su existencia, y por tanto, al placer, el juzgar sabe lo interior como
pulsión hacia una felicidad propia, aunque esta consistiera únicamente en la vanidad moral interior, en el
placer de ser consciente de la propia excelencia” (Hegel, 2010:358).
Me temo que la evidencia de nuestra historia personal (y el acceso que nos llega de otras
existencias) nos lleva a una, ansiada pero aún no tan arraigada, humilde conciencia de
nuestra finita condición hasta el momento mismo en que seamos abrazados por la finitud
más real, la muerte. Quisiera no dejar a un lado el silencio que resulta compañero del no
saber el porqué del absurdo del mal, de su conflictividad 15. La presencia de este silencio
cala hondo en los pensamientos, susceptibles de examen, pues este ejercicio académico no
deviene ajeno al dolor y al sufrimiento generado por las diversas expresiones de finitud que
personal y en los otros ha generado mal. No es objetivo de este escrito arrojar intentos de
respuestas que están más allá de la comprensión del asunto que nos convoca, no obstante,
pretendidamente esperanzador en el abismo del mal, que de estas líneas podría
14
El texto original anglosajón lo entiende así, “the solution to the dispute comes when each side admits its failings, pardons the other, and
recognizes that it is no better than the other. The common moral consciousness admits that there are selfish motives behind its ordinary
actions; it confesses about evil: “I’m the one!” (Ich bins) (PS 359.24/M 405). The beautiful soul recognizes the necessity of acting in the
world; and it admits that its insistence on purity and integrity is only a kind of vanity and amour-propre all its own”.
15
Nos concentraremos de modo particular en la VI parte de la Fenomenología, titulada el Mal y el perdón. Al respecto del conflicto es
preciso ubicarle dentro de la distinción entre orgullo y prestigio. “En la batalla original del prestigio no hay asunto referente al ‘mal.
Prestigio no es necesariamente orgullo. Pero el orgullo, raíz bíblica de todos los males, en un tema en el juicio final y el mal es la
amenaza última hacia la vida en común. Hegel lo supera [el mal] al final del capítulo VI, por medio de la invocación del lenguaje de la
confesión y reconciliación”. A seguir el fragmento referenciado, “In the original battle of prestige there was no question of ‘evil’. Prestige
is not necessarily pride. But pride, the biblical root of all evils, is at issue in the final conflict, and evil is the ultimate threat to communal
life. Hegel overcomes it at the very end of Chapter VI by invoking the language of confession and forgiveness” (Westphal, 2009: 257).
Que también es notado por Queiruga, “Lo cual, en última instancia, apunta al carácter dialéctico y conflictivo de todo lo real: no en vano
Hegel se consideraba heredero de Heráclito y convertía la negación en motor de toda realización (negación de un límite, que a su vez se
convertía en límite que debía ser negado)” (Queiruga, 2011:66).
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mínimamente seguirse. Quizá esté cediendo a una ilusión al pretender un ingente cometido
o esté cediendo sin remedio al liminal estado en el que me encuentro de mí estar en la
realidad y en los asuntos que de ella interpreto. Al menos que sea formulado el problema,
aguardo que dadas sus condiciones inherente de complejidad ayude, no menos, mejor
conocerme en mi potencia personal de mal. Considero legítimo expresar lo anterior, pues
no abstraigo a Hegel imaginando e imaginándose la realidad del mal en él y en su entorno.
Él mismo lo experimentaría como consecuencia de su contingencia humana; y sería capaz
de dejarse mover por la inquietud que arrastra hacia el abismo que figura el mal, sin antes
intentar comprenderlo y en consecuencia comprenderse más allá del mismo fenómeno
aconteciendo en él. Del mismo mal aconteciendo en él formulará que éste tiene posibilidad
de transformarse, en medio de una comunidad humana. No diré más.
Bibliografía
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