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v.1, n.2, F. Rojas González - Cartas Etnográficas de México PDF
v.1, n.2, F. Rojas González - Cartas Etnográficas de México PDF
l. Entendemos por raza, en este caso, la simplista proposmon de Marett: " ... sin
embargo, la raza, en el único sentido que para un antropólogo tiene, entraña, ni más ni
menos, que los elementos raciales heredados y todo lo que esto lleva consigo, tanto si se
trata de rasgos morales como físicos (R. R. Marett.-"Antropología", página 50), sin
querer establecer dentro del mismo término jerarquías de linaje o superioridades raciales,
afán tan en uso ahora entre algunos regímenes europeos, que tanto choca cuando se trata
el punto desde un terreno más elevado que el de los bastardos designios de una política
inhumana.
Cartas etnográficas . .. 81
del Nuevo Continente que la lingüística, de la que, como antes queda dicho, fue-
ron los misioneros brillantes precursores.
Los hombres de ciencia dd siglo XIX, en vista de la carencia de elementos
científicos más amplios, desde donde observar integralmente los fenómenos del
desarrollo del hombre en América, se ap-~garon, pues, a la lingüística -ciencia
auxiliar de la antropología, al igual que la etnografía, la arqueología, el folklore,
etc., etc.-, con cuya ayuda llevaron a cabo valiosas investigaciones, hoy por hoy,
base, aunque no del todo firme, de donde partir a la realización de trabajos de más
alto miraje.
Así vemos a D. Manuel Orozco y Berra, en 1858, producir su admirable obra
"Geografía de las Lenguas y Carta Etnográfica de México". El autor en el pró-
logo del libro da cuenta de las vicisitudes que sufrió durante la realización de su
trabajo; quejándose amargamente de la falta de elementos informativos para dar
cima a su labor: nos lo imaginamos solicitando repetidas veces de los obispos de-
talles sobre las características idiomáticas de la población de sus diócesis, y adivina-
mos el gesto de decepción del notable investigador cuando advirtió que las fuen-
tes de información sobre las que había fundado sus esperanzas, no respondían ni
en una tercera parte. Seguimos sus pasos por bibliotecas y archivos, consultando
las relaciones de los corregimientos y los manuscritos con que las Alcaidías Ma-
yores daban cuenta a su señor D. Felipe 11., en 15 82, de las lenguas habladas por
sus súbditos de este lado del océano; vemos con él las crónicas de Mota Padilla,
de Beaumont. . . luego consultamos la escasa y deficiente bibliografía que sobre
la materia pudo encontrarse en aquellos aciagos días en que México, sacudido por
guerras intestinas y luchas fratricidas, no tenía un sitio de tranquilidad para brin-
darlo al hombre de ciencia: el "Catálogo de las Lenguas de Hervás", "Atlas Etno-
graphique du Globe, clasification des peuples anciens et modernes d'apres leur
langage", de Balbi; los seis mapas etnográficos de Prichard .. todo esto "para con-
vencerme de que en Europa tratan los escritores con más acierto cuanto pertenece
a la China o a Africa que lo que a México corresponde".
El ilustre Orozco y Berra da fin a su obra, y en 1864, tras de una serie
de contratiempos, la entrega a la estampa, no sin antes asegurar: "Soy del todo
ignorante en lenguas del país. Así, pues, nada entiendo de sus sistemas gramati-
cales, de sus diccionarios ni menos los h~ analizado y comparado . . . Adopto como
verdaderas las opiniones que los autores de las gramáticas asientan acerca del pa-
rentesco o afinidad". . . 1 y de confesar con una sencillez qu.~ le honra: "llamé
etnográfica esta carta y alguna vez le digo etnográfica a mi tercera parte, por
haber visto aplicada la voz en casos análogos. Dudé, sin embargo, por mucho tiem-
Siguiendo la opinión de los filólogos de su época, y sin echar en saco roto las
importantes observaciones de los misioneros lingüistas, el señor Orozco y Berra
dividió, como se verá más adelante, a los pobladores indígenas de México en
diez grandes grupos.
Carta etnográfica de Don Manuel Orozco y Berra, la primera en su género hecha en México
en donde, si el atavío ha sido respetado, no así los tipos, cuyos rasgos físicos y
actitudes en general, no ofrecen una realidad que sirva de base documental.
Indudablemente que García Cubas pudo disponer de más inform~s y de un:i
mayor riquez:: en datos para realizar su trabajo, que los que tuvo a mano el señ-or
Orozco y Berra, por eso logró complementar su carta, con elementos diferentes a
los que la lingüística solamente le hubiera podido ofrecer.
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mero que, en ordenado estudio dió a conocer los nombres de las varias lenguas in-
dias que existen en el vasto territorio de México, intentando también, antes que
otro, una clasificación de ellas. 1.
El Dr. León en pose.sión de amplios detalles filológicos tomados de la gran
bibliografía y documentación existentes ya en esa época, y con experiencia hecha
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OTRAS CARTAS
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mación numérica así como la más reciente localización, para colorear después las
zonas sobre un mapa con la división municipal del territorio en estudio.
El resultado s:!rá un mapa que diga de las regiones del país donde se hablen
determinados dialectos naturales, pero nunca representará la realidad de la po-
blación desde un integral punto de vista etnológico, pues existiendo fuertes nú-
cleos de habitantes indígenas cuyo idioma común es el español, desaparecen, para
dar lugar a blancos y mestizos que hablan tanto el español como alguna o algu-
nas lenguas indígenas -caso típico en México, el de Yucatán-. Otro grave de-
fecto de las cartas formadas por medio del método de que nos ocupamos, es el
hecho de que la técnica censal obliga al recuento por Municipios, dándose el caso
~ que cuando un grupo indígena vive sólo en parte de él, aun cuando ésta sea in-
significante-como el del Municipio de Musquiz, Coahuila, en donde habitan los
kikapoos tan sólo la pequeña zona de Nacimiento-hay necesidad de colorear
toda la superficie del Municipio cometiendo con ello un error que más tarde
será un elemento más de confusión.
El procedimiento de la Antropología Física.-El sistema resultaría aún más
inconveniente que el anterior, si se pretendiera estudiar exclusivamente por me-
dio de él la realidad de la población, dados los obstáculos que ofrecería hacer un
trabajo ajeno al caso y si se pretendi,era aprovechar éste, las dificultades aumenta-
rían ante la imposibilidad de incorporar en las boletas censales algunas columnas re-
lacionadas con. las característcias de los habitantes del país: color de la piel,
del pelo, forma del cráneo, estatura, etc., ya que la cultura media del empadro-
nador, sería incapaz de resolver cuestiones tan complejas de por sí, además de que
la experiencia hi demostrado la poca eficacia de ciertos métodos-vistos así, ais-
ladamente, sin el auxilio de otros sistemas capaces de aclarar la serie de compli-
caciones peculiares del método-tales como el índice cefálico; las pruebas san-
guíneas, el metabolismo, etc., cuando se llega al caso supremo de la compa·ración,
en donde fracasan generalmente muchos métodos que se han tenido por infali-
bles. Sin embargo, creemos que el sistema de la antropología física, lógicamente
coordinado dentro de un programa que abarcara varios géneros de investiga-ciones,
ofrecería resultados parciales d~ gran importancia y utilidad.
El procedimiento de la c1ilturología.-Este método, por medio del cual, que-
da eliminado el factor raza, a cambio, de presentar, tras de una estricta compara-
ción de las características etnológicas, los diversos aspectos culturales de los
pueblos en un momento determinado, indudablemente que sería uno de los sistemas
más apropiados para el estudio de la población de México, cuyas peculiaridades son
tan especiales debido a los múltiples fonómenos que los mestizajes realizan entre sus
habitantes. Una colección de cartas con exposiciones etnológicas en general, en
donde la lingüística y la antropología física figuraran en su sitio de ciencias auxi-
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