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Ciudad de México, 24 de julio del 2018

C. Ministra Olga María del Carmen Sánchez Cordero

Próxima Secretaria de Gobernación

Presente.

Por más de cuatro años he estado empeñado en una lucha contra la corrupción
sindical y por ello, decidí hacerle llegar esta carta, considerando sus antecedentes
en la Suprema Corte y su futura responsabilidad en la próxima administración,
como Secretaria de Gobernación. Estimo conveniente que se entere de este caso,
que involucra a la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex), organismo
descentralizado de la Administración Pública Federal, no sectorizado, con
autonomía técnica y de gestión, que puede resultar estratégica en la comunicación
social del Estado. Es un conflicto, cuya resolución definitiva en los tribunales,
pretendo que siente un precedente en la justicia laboral y sirva para el combate a
la corrupción sindical.

Los antecedentes, expuestos sucintamente, son los siguientes: con la complicidad


o con la complacencia de la dirección general de Notimex, el Sindicato Único de
Trabajadores de Notimex se ha convertido en los hechos en la máxima autoridad,
luego de que el actual secretario general, poco después de asumir el cargo hace
como 15 años, inició una serie de modificaciones y reformas tanto a los estatutos
del sindicato como al Contrato Colectivo de Trabajo, para eliminar la prohibición a
la reelección y luego asegurarse la permanencia indefinida mediante la
apropiación de los derechos, prerrogativas y prestaciones de los trabajadores,
cuyo disfrute ahora está supeditado a la voluntad única y exclusiva del líder
sindical. Un auténtico y clásico cacicazgo sindical. La consecuencia, claro, es la
degradación editorial y laboral, puesto que el único mérito que se reconoce es el
sometimiento y obediencia al dirigente sindical, quien exhibe además un nivel de
vida incompatible con sus ingresos conocidos y se niega a informar sobre el
manejo del patrimonio sindical.

Frente a esta realidad, acudí a las vías legales y se abrieron sendas controversias
en las vías laboral y penal que, si bien se mantienen vivas gracias a las
resoluciones del poder judicial federal, se encuentran atrapadas en el ineficiente,
tortuoso y formalista aparato de justicia, consecuencia de la simulación y
corrupción que impera en las Juntas laborales y en el ministerio público.

En el conflicto laboral, lo que me parece interesante para los fines antes señalados
es que no se está denunciando solamente el despido injustificado y las demás
prestaciones que de ello se derivan tradicionalmente, sino también la ilegalidad y
la inconstitucionalidad de las cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo que le
otorgan al sindicato, ilegalmente, el control total sobre los derechos, prerrogativas
y prestaciones de los trabajadores. El expediente ya está, por segunda ocasión,
ante un Tribunal Colegiado y con la posibilidad que llegué a la Suprema Corte. De
otorgárseme la razón, los trabajadores podrán defenderse de sus propios líderes
sindicales e impugnar las cláusulas de un Contrato Colectivo que sean contrarias
a la Ley Federal del Trabajo, a la Constitución o a los Tratados Internacionales.

A pesar de que el juicio laboral empezó hace casi cuatro años, las maniobras
dilatorias y obstruccionistas de la parte demandada, en colaboración con la Junta
han impedido hasta ahora su resolución definitiva. De resolverse conforme a
derecho se abrirían las necesarias vías para que los trabajadores se puedan
defender de sus líderes sindicales corruptos y abusivos que utilizan el poder
sindical en beneficio propio.

En el conflicto penal, lo que se está demandando es, fundamentalmente, que se


establezca el tipo de delito que se comete cuando un dirigente sindical actúa en
contra los intereses de sus propios agremiados, es decir, cuando deliberada y
conscientemente viola la ley o el Contrato Colectivo de Trabajo en perjuicio de sus
propios representados. Y por lo que respecta a los recursos sindicales, lo que se
pretende es darle alcance y contenido a la obligación de los sindicatos,
establecida en el artículo 373 de la Ley Federal del Trabajo, de presentar un
informe completo y detallado del manejo del patrimonio sindical. Petición que se
hizo naturalmente en la vía laboral, pero como el sindicato la rechazó, se tuvo que
llevar a la vía penal. Ello porque los sindicatos simulan cumplir con esa obligación
con el solo hecho de presentar en las asambleas un estado de cuentas con los
ingresos por un lado y los egresos por otro, sin que los trabajadores puedan
comprobar su veracidad pues no tienen acceso al respaldo documental que
justifique tal estado de cuentas del patrimonio sindical. Bajo ninguna circunstancia
se afecta la autonomía sindical. Mantener las cosas como están, significa
preservar la simulación, pues los dirigentes sindicales podrán seguir manejando el
patrimonio sindical como si fuera su propiedad privada.

El ministerio público federal, sin embargo, se ha negado sistemáticamente a


investigar y resolver sobre los hechos denunciados, y ha recurrido a todo tipo de
maniobras, interpretaciones y resoluciones, para intentar, primero, desechar el
caso; luego, cerrarlo; y, en última instancia, desvirtuarlo. Gracias a las
resoluciones del poder judicial federal, se ha logrado mantener el caso abierto en
los últimos cuatro años, pero no se observa disposición del ministerio público para
actuar conforme a derecho, antes bien parecería que tiene la consigna de
mantener el actual estado de cosas que permite a los líderes sindicales actuar con
total impunidad en contra de los intereses de sus propios agremiados y de
manejar a su antojo y discreción los recursos sindicales que, es de subrayarse,
son de los trabajadores, no de los líderes.

El objetivo de la denuncia de carácter penal es que se siente un precedente para


que los líderes sindicales no puedan violar impunemente la legislación laboral o
los contratos colectivos de trabajo en perjuicio de sus propios representados y que
los trabajadores que pagan sus cuotas sindicales puedan verificar directamente la
documentación que respalda el manejo del patrimonio sindical por parte de sus
dirigentes gremiales.

Como ex ministra de la Suprema Corte, sé que, al igual que yo, valora en todo lo
que vale la independencia y la autonomía que necesariamente deben tener los
jueces para resolver una controversia. Solo cabe esperar que los jueces resuelvan
conforme a derecho. Pero en el ámbito del poder ejecutivo, del que actualmente
depende todavía el ministerio público, si resulta procedente solicitarle su
intervención para que haya políticas públicas orientadas a una mejor
administración de justicia. Por lo que respecta a las Juntas de Conciliación y
Arbitraje, aunque realizan una función jurisdiccional, protegida también por los
principios de autonomía e independencia, no es desconocido para nadie que ahí
prevalecen la negligencia, la simulación y la corrupción que, ojalá, se eliminen o al
menos se atenúen en el futuro.

Siempre me sorprendió el nivel de impunidad de los líderes sindicales. Sin


importar los testimonios, las pruebas, las evidencias bien documentadas, de sus
abusos, latrocinios, excesos, delitos, ahí siguen, imperturbables. Claramente la
corrupción es lo que explica esta realidad que perjudica a los trabajadores y solo
beneficia a la parte patronal y a los sindicalistas corruptos.

Como reportero me tocó documentar y reportar sobre las conductas prepotentes y


abusivas, ¿delictivas? de diferentes líderes sindicales: gastos extravagantes,
exigencias de dinero o de favores sexuales para obtener una plaza o un ascenso,
intimidaciones y amenazas para conseguir o conservar el poder sindical, etc. Pero
fue realmente hasta que empecé a padecer en carne propia estos males que
busqué la manera de combatirlos. Las asesorías no fueron suficientes. Hice la
licenciatura en Derecho en la UNAM para mejor entender el fenómeno y su
permanencia. Así entendí que la corrupción sindical solo puede existir y persistir
con la complacencia y/o la complicidad de la parte patronal, más la indiferencia del
Estado. Los patrones no están indefensos ante un poder sindical amenazante o
corrupto, más bien prefieren pactar. A partir de esa complicidad es relativamente
sencillo vulnerar con impunidad la letra y el espíritu de la legislación laboral. Y los
trabajadores, que son realmente las víctimas de ese arreglo mafioso, se
encuentran ante un sistema de impartición de justicia realmente tortuoso, lento,
ineficaz e impredecible, con poca o ninguna certeza jurídica. Que existan
resoluciones jurídicas trascendentales tomadas por mayoría o votos disidentes
mejores que los de mayoría, me parecía incomprensible, pero así es y no puede
ser de otra manera. El Derecho no es una ciencia exacta. En el mejor de los
casos, un juez, amparado en su necesaria autonomía e independencia, puede
interpretar la ley y ser formalista o garantista, racionalista o idealista, conservador
o progresista, puede tener o no tener sensibilidad social. En el peor, puede ser un
juez corrupto, que se deja seducir por el poder político o económico. En
consecuencia, solo queda rezar para que, un asunto en particular, caiga en las
manos de un juez capaz y justo, pues el margen de discrecionalidad que tiene
para resolver es amplísimo, si domina la técnica jurídica.

Y no obstante lo antes expuesto, sigo siendo sindicalista, en el sentido de que


considero a los sindicatos como necesarios para las negociaciones colectivas de
trabajo con los patrones. A lo largo de mi vida como reportero he pertenecido a
diferentes sindicatos, no por voluntad propia sino porque era la única manera de
acceder al puesto de trabajo, debido a la cláusula de exclusión. Pero fueron
sindicatos que al menos formalmente se conducían dentro del marco de la ley.
Cuando ingresé a Notimex, en el 2000, fue después de haber ganado un concurso
de oposición organizado de manera conjunta por el sindicato y el patrón como
establece la ley. Pero después del 2003, cuando asumió como líder sindical el
actual dirigente todo se empezó a corromper paulatina e inevitablemente. Con las
controversias legales interpuestas se busca rescatar al sindicato para que se
dedique exclusivamente a su función esencial: defender los intereses de los
trabajadores y no se use más en beneficio de sus líderes corruptos.

Al margen de las resoluciones legales relacionadas con el sindicato y los


precedentes que se buscan para el sindicalismo en general, en el caso particular
esta también el rescate de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex,
que resulta ser la otra razón para ponerla al tanto de este conflicto. Luego de que
Estado Mexicano se deshizo de sus medios de comunicación propios, como
Imevisión o El Nacional, Notimex es uno de los pocos organismos de
comunicación donde el gobierno Mexicano puede influir de manera directa y legal
para que cumpla con su función social, no a favor solo del gobierno sino del
Estado Mexicano en su conjunto. A pesar de que formalmente es un organismo
autónomo, es los hechos, se ha seguido utilizando como un instrumento faccioso
del gobierno. Ni duda cabe que Notimex, tiene la función de difundir y respaldar
las políticas de Estado de los poderes de la Unión, de los diferentes órdenes de
gobierno y de sus organismos constitucionales autónomos, pero como medio de
comunicación tiene también la función social de monitorear, vigilar y de ser
necesario, denunciar las desviaciones y abusos de poder como cualquier otro
medio de comunicación que necesita conquistar y conservar permanentemente su
credibilidad.

En el inicio del sexenio de Vicente Fox, Notimex se puso bajo la dirección del
periodista Francisco Ortiz Pincheti, quien, junto con su equipo, asumió plenamente
la función social de la Agencia y claro, la calidad y la credibilidad de Notimex subió
como la espuma y se notó de inmediato. Fue una buena época, intensa pero
fugaz. Ortiz Pinchetti fue destituido rápidamente por exigencia de los políticos y
funcionarios panistas a quienes incomodó el trabajo periodístico libre de Notimex.
Vinieron después una seria de directores anodinos y acomodaticios que, junto con
el líder sindical, acabaron con la calidad y la credibilidad de la Agencia. A pesar de
su actual grisura y mediocridad, la influencia e importancia de Notimex, siguen
siendo relevantes porque en el extranjero se asume como la Agencia oficial del
Estado Mexicano; los medios de comunicación importantes que compran sus
servicios, la utilizan para contrastar la información que reciben de la Agencia con
la propia y; porque, numerosos medios de comunicación, sobre todo en el interior
de la República Mexicana, tiene como fuente de información principal y a veces,
única, la proporcionada por Notimex. Considerando el costo/beneficio de Notimex
para la comunicación social del Estado Mexicano, resulta que se trata de un
organismo estratégico que urge rescatar. La oportunidad es propicia: el actual
director general está por concluir su periodo de seis años para el que fue
nombrado por el Presidente Enrique Peña Nieto, y por haber actuado como
cómplice y favorecedor del líder sindical, la acción penal lo alcanzará si el
ministerio público actúa conforme a derecho. Al gobierno entrante le
corresponderá designar al nuevo Director. Por su atención, gracias.

Atentamente

Gabriel Juan Eduardo Andrade Sánchez

Reportero de Notimex

e mail: andradeyyo@hotmail.com , gaboss_2001@yahoo.com.mx

Tel: 5512025960

ccp. Luisa María Alcalde Luján, futura Secretaria del Trabajo y Previsión Social

ccp. Jesús Ramírez Cuevas, Coordinador de Comunicación Social

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