Está en la página 1de 21

Reparación del saqueo de un cementerio indígena en el

Norte de Chile. Quillagua Oriente, Región de


Antofagasta.

Pablo Méndez-Quirós A957. y Estefanía Vidal M958.

Resumen

El cementerio Quillagua Oriente es un sitio emblemático para la prehistoria del


Norte Grande de Chile y ha sido objeto de un saqueo constante durante los
últimos 80 años. En este contexto, la comunidad aymara de Quillagua, a través
del programa Orígenes, convocó a un grupo multidisciplinario de profesionales
para realizar un salvataje, iniciando un proceso de puesta en valor y
conservación de los materiales arqueológicos y bioantropológicos con la
intención de preservar y resguardar la memoria de sus ―abuelos‖ y el
patrimonio de su pueblo. El interés central para la comunidad consiste en el
reentierro de los cuerpos, siendo una demanda generalizada de los indígenas
que impone un interesante desafío patrimonial para la arqueología.

Palabras Clave: Patrimonio cultural; comunidades indígenas; arqueología de


rescate; reentierro; puesta en valor

Abstract.

A prehispanic cementery in Quillagua, northern Chile, has suffered continuous


looting for the last 80 years. This has resulted in the widespread exposure of
human remains and associated artifacts, drawing further unwanted attention to
the site. For this reason, the local Aymara community, through Origins Program,
dependent on the National Corporation of Indigenous Development (CONADI),

957
mendez.quiros@gmail.com; Piscala 2241 Iquique, Chile, 56-78034224, Lic. en Antropología,
mención Arqueología, Universidad de Chile. Investigador de períodos alfareros e históricos del
Norte de Chile, especialmente de la región de Tarapacá.
958
estefania.vidal.montero@gmail.com. Doctor Johow 425, Ñuñoa, Santiago, Chile. 56-02-
2386732. Tesista Proyecto VID SOC08/16-02 ―Tarapacá Viejo y el Inka en los Valles
Occidentales, Andes Centro Sur (1450- 1540 D.C.)‖, Departamento de Antropología,
Universidad de Chile.

2678
contacted a group of archaeologists, bioanthropologists and conservators with
the intention of performing a systematic rescue of the site, one of the most
important of the region. The primary objective was to preserve and protect the
memory of their ―grandparents‖ as a way to safeguard the heritage of the town,
mainly through the reburial of the human remains founded in the cementery.

KEY WORDS: Cultural heritage, indigenous communities, rescue archaeology,


reburial, value enhancement

El Oasis de Quillagua y el Cementerio Oriente

Emplazado a orillas de uno de los principales cursos de agua del Desierto de


Atacama, el Río Loa, el oasis de Quillagua ha sido desde tiempos inmemoriales
un lugar de asentamiento privilegiado –permanente y esporádico- para los
grupos humanos que habitaron este espacio y que se desplazaban entre las
tierras altas de la Cordillera de los Andes y la costa del Pacífico (Figura II). Es
por ello que en la actualidad existen numerosos sitios arqueológicos en su
entorno (Agüero et al. 1995), los cuales en su mayoría se sitúan en torno al
curso ribereño que posibilita el desarrollo de actividades como la recolección,
agricultura y ganadería en medio del desierto.

La secuencia cronológica generada a partir de fechados absolutos (p. ej.,


termoluminiscencia), da cuenta que durante el periodo Intermedio Tardío (900-
1.500 d.C.) el oasis de Quillagua estaría dominado de manera prácticamente
total por las poblaciones atacameñas, tradición que está representada en la
cerámica y los tejidos tanto de los dos sectores del cementerio Oriente como
en el Poniente. No obstante, hacia mediados de este periodo se postula una
intrusión significativa de la tradición tarapaqueña en el cementerio Oriente,
proceso que estaría evidenciado a partir de la presencia de cerámica y tejidos
propios del oasis de Pica. Contemporáneamente, se constató un hiato en la
ocupación del cementerio Poniente (1.070-1.390 d.C.) que evidenciaría un
abandono y posterior traslado por parte de las poblaciones atacameñas que se
enterraban allí hacia el cementerio Oriente Alto, intensificándose su utilización
por ambos componentes, a la par de un reforzamiento de la identidad
atacameña a partir de un cambio en el ajuar funerario. Mientras la alfarería

2679
mantuvo una misma tradición, representando a uno y otro grupo, la vestimenta
se habría convertido en el instrumento de diálogo, introduciendo elementos
formales y decorativos tarapaqueños sobre un sustrato estructural y técnico de
estilo atacameño, sugiriendo una situación de complementariedad y no de
conflicto (Agüero et al. 1999).

Con posterioridad a los dos siglos donde habría persistido este proceso de
coexistencia y complementariedad entre ambas tradiciones (1.100-1.300 d.C.),
los textiles comienzan a mostrar una acentuación de los atributos atacameños
y una disolución de aquellos elementos tarapaqueños. Esto va de la mano de la
reocupación del cementerio Poniente, caracterizada por una suerte de
regresión a la situación inicial y análoga al Loa y San Pedro de Atacama (900-
1.100 d.C.), en cuanto ya no se hace necesario el reforzamiento de la identidad
atacameña. En este sentido, las ofrendas funerarias vuelven a estar dadas por
sus escudillas negras pulidas y los tejidos, camisas y bolsas, vuelven a mostrar
atributos y funciones netamente atacameños. De esta manera, durante el
último momento del periodo Intermedio Tardío (1.390-1.450 d.C.) parece ser
que Atacama ganaría finalmente una mayor movilidad hacia el territorio
tarapaqueño, cuestión que ha sido evidenciada a partir del predominio de
pucos en un momento más tardío en uno de los cementerios conspicuos del
área tarapaqueña como es Pica-8 (Uribe 1996; Agüero et al. 1999).

En suma, reconocemos que ambas entidades culturales –Atacameña y


Tarapaqueña- practicaron paralelamente un juego de identidad y poder, donde
la estrategia aplicada por Atacama resultó ser más efectiva. Esta situación se
encuadró en un marco ideológico originalmente andino que implicó transitar de
la contrariedad a la igualdad con un ente que controló dicha igualdad; pues si
bien Tarapacá puso todo su empeño en este proceso incluso apoyándose en
otras tradiciones culturales representada por Arica, Atacama hizo lo propio
apoyándose en elementos altiplánicos cuyo manejo y apropiación fue central
para lograr el éxito. Lo anterior queda finalmente demostrado en el conjunto
textil, en el cual Atacama introduce dentro de su patrón cultural elementos
propios de las tierras altas que tienen su origen en el Noroeste Argentino,
situación que perdura hasta la irrupción del Tawantinsuyo en este espacio. Así,

2680
pareciera que el mismo imperio le reconoce el poder y autonomía a Atacama
manteniéndolo con una relativa independencia para que domine a su favor,
siendo por ello, la alfarería atacameña y no otra la que finalmente integra los
atributos cusqueños (Agüero et al. 1999). Quillagua, por lo tanto, se convierte
en un punto relevante para los Incas en la región, herencia que es recogida por
la posterior ocupación hispana de la localidad (Cervellino y Téllez 1980).

El cementerio Oriente, conocido también como cementerio Rinconada de


Quillagua, presenta un sector alto (02-QUI-02) y otro bajo (02-QUI-01)
localizados uno al lado del otro sobre una pendiente en el margen Este del Río,
en la ribera opuesta a la aldea prehispánica La Capilla y el cementerio Poniente
(02-QUI-03), otros dos importantes sitios de esta localidad. Ambos sectores de
enterratorio presentan ocupaciones que se inician a fines del período Formativo
(600-700 d.C.) y perduran hasta el Intermedio Tardío (900 d.C.-1.450 d.C.).

El grado de intervención y depredación que presentan es muy alto -cuestión


que ya ha sido mencionada por otros autores que han ejecutado
investigaciones sistemáticas en este lugar (Gallardo et al. 1993; Carrasco et al.
2003)- y se remontan por lo menos a principios del siglo XX, pues los trabajos
de R. Latcham realizados en el área en la década de 1930 fueron hechos,
según sus descripciones, sobre sitios ya saqueados (Latcham 1933).
Identificamos una serie de excavaciones asistemáticas de pozos y tumbas
completas realizadas con picotas e incluso dinamita, realizados para extraer
objetos y restos humanos –principalmente cráneos, vestimentas, adornos y
vasijas- dejando parte de los cuerpos y ajuares funerarios dispersos sobre la
superficie. Estos continuos saqueos han expuestos los niveles estratigráficos
de las fosas mortuorias lo que, combinado con la acción del viento,
desestabiliza y debilita el terreno dejándolo aún más expuesto y erosionado.
Las intervenciones antrópicas constituyen el agente de alteración más
importante del sitio, produciendo modificaciones sustanciales, acumulativas e
irreversibles (Figura IV).

Ante este deplorable estado de conservación y alteración, sumado a la


exposición de los restos humanos y artefactuales en la superficie del
cementerio –situación que exponía a nuevos saqueos y destrucciones en el

2681
área-, la propia comunidad aymara de Quillagua gestionó, a través de la
CONADI, un trabajo de rescate y salvaguarda ya que los restos preservados en
este lugar son parte de su patrimonio cultural. A esto se agrega que tanto las
osamentas como los materiales culturales provenientes de este lugar son
reconocidos como sus ―abuelos‖ o ―gentiles‖, existiendo un innegable vìnculo
cultural entre ambas poblaciones a pesar del proceso de mestizaje que se ha
sucedido durante los últimos tres siglos. A raíz de este reconocimiento, la
comunidad reconocía en el cementerio una invaluable significación, hecho que
incidía en la conducta y el destino de la población viva dentro del marco de la
cosmovisión andina.

Lámina 1: Visita de reconocimiento al cementerio con representantes de la


comunidad aymara de Quillagua.

En este contexto, este trabajo buscó potenciar la riqueza cultural, patrimonial y


arqueológica de los cementerios en cuestión a través de un trabajo en conjunto
con la comunidad de Quillagua para su salvataje y puesta en valor. Lo que se
procuró fue, en última instancia, aportar con data científica sobre estos
cementerios prehispánicos que junto con formar parte de la memoria histórica
de las comunidades actuales también pudiera ser relevante en un futuro

2682
cercano en términos de políticas públicas de base intercultural como también
para el propio provecho de la comunidad en cuestiones de gestión patrimonial.

El rescate del cementerio

El objetivo principal de este trabajo, entonces, fue el de iniciar un proceso de


puesta en valor y conservación de los materiales arqueológicos y
bioantropológicos depositados en los dos sectores que componen el
cementerio Oriente de Quillagua.

Para tales efectos, realizamos fue un reconocimiento general del área con el fin
de catastrar y caracterización los daños. Trabajamos en el salvataje intensivo
de los materiales que se hallaba diseminado en la superficie de los dos
conjuntos funerarios que componen el cementerio Oriente (02-QUI-01 y 02-
QUI-02), principalmente restos humanos, textiles y materiales orgánicos en
general, todos los cuales contenían alto valor para la comunidad local y
científica, a la vez que podían resultar de interés para los saqueadores. Para
llevar a cabo el levantamiento del material, se realizó una cuadriculación
completa del cementerio para crear unidades de registro predefinidas de 5x5
metros (25 m2) cada una, totalizando 251 cuadrantes (Figura VIII). Sumado a
ello, se procedió a hacer un levantamiento planimétrico del sitio y su entorno
con el fin de obtener mayor precisión en el proceso de registro de la
información. Para esto se aplicaron fichas de registro para el material cultural y
otra para el registro de restos bioantropológicos.

La ficha de arqueología consideró básicamente la caracterización del terreno


(presencia de excavaciones anteriores, amontonamientos de tierra), una
descripción detallada de los materiales culturales presentes y su distribución al
interior de la unidad –incluyendo un croquis de la unidad-, junto al registro de
su estado de conservación. Cuando fue posible, se identificaron los tipos
cerámicos presentes a partir de las formas, pastas y decorados,
reconociéndose estilos atacameños, tarapaqueños, ariqueños y altiplánicos.
Entre los restos textiles, identificamos fragmentos de mantas, bolsas, túnicas,
camisas y taparrabos, sumado a objetos hechos de piedra, principalmente
puntas de proyectil y cuentas de collar de mineral de cobre o turquesa.

2683
También se registraron huesos de animales, principalmente piezas óseas de
camélidos (llama o guanaco) y restos de cuero trabajado, posiblemente
correspondiente a sandalias y estuches porta flechas o carcaj. Finalmente,
recuperamos numerosos restos de origen vegetal destacando, por una parte,
los restos de madera –mangos de instrumentos, estructuras de capachos,
torteras y varillas embarriladas con hilos de lana o fibras vegetales- y, por otra,
restos de frutos y semillas como maíz, algarrobo y fragmentos de calabazas a
veces decorados.

Por su parte, la ficha de registro bioantropológico consideró el registro y


caracterización de los restos óseos humanos, donde se pudo consignar la
presencia de cuerpos completos, incompletos, fragmentos de huesos
identificables -huesos largos, manos, pie, columna, cráneo, etc.- y no
identificables -astillas o fragmentos muy pequeños-. Al mismo tiempo se
registró el número de los huesos con el fin de aproximarnos al número mínimo
de individuos que fueron enterradas. Finalmente, se consignó el estado de
conservación de los huesos, es decir, si estaban completos y/o fragmentados,
craquelados o intemperizados por efecto de la exposición al sol y el viento.

Una vez registrada la información por unidad, se procedió al levantamiento de


los materiales culturales y bioantropológicos para despejar la superficie de
ambos sectores del cementerio (Figura VI).

Conservación de los materiales rescatados

La conservación constituyó uno de los ejes conductores del proyecto, en tanto


que configuró la cadena de valores comunitarios que el pueblo de Quillagua y
la CONADI solicitó como parte del rescate y puesta en valor del cementerio.
Comprendió asimismo, los procesos de evaluación, documentación y
conservación efectiva de los bienes culturales rescatados. De esta manera, se
implementaron estrategias básicas de levantamiento de material
bioantropológico y cultural en superficie, en medio de las extremas
condiciones climáticas de temperatura y erosión eólica del oasis de Quillagua.
Una vez concluida esta etapa, se procesaron los bienes en un laboratorio de
campo abierto a la comunidad, donde se procedió a conservar, embalar y

2684
registrar más de 3.907 piezas esqueletales identificadas y aproximadamente
400 objetos culturales (completos e incompletos).

Los procedimientos de conservación fueron de carácter directo e indirecto. Los


primeros comprendieron una mínima intervención física de la pieza sin
modificar sustancialmente sus características físicas y formales. De esta
manera, se separaron los materiales adheridos a los objetos recolectados
como pelos, vegetales e hilados y se llevó a cabo la limpieza mecánica con
pinceles, brochetas y aspirado (peras de aire), variando la intensidad del
procedimiento según el nivel de suciedad y resistencia de los objetos. La
limpieza sólo se realizó de manera superficial, sin eliminar residuos que
pudieran contener información cultural (semillas, polen, restos orgánicos, etc.).
Por último, en ciertos casos se realizó una restitución formal de ciertos objetos -
principalmente textiles- cuando se hallaron plegados o deformados. Esta clase
de tratamientos fueron aplicados en cestería, textiles, objetos de madera,
calabazas y fibras vegetales, además de restos humanos completos (Figura V).

En general los daños más recurrentes observados fueron resultado de la


destrucción antrópica y el posterior y paulatino efecto de la radiación solar y el
viento. Específicamente, éstos se expresan en ciertas alteraciones que sufren
los materiales como abrasión, descamado o deplacamiento de las superficies,
pérdida del color, desecación y resquebrajamiento, todo lo cual conduce a un
evidente estado de fragilización de la materia, que en algunos casos se
desintegra al tacto.

Por otra parte, los procedimientos de conservación indirecta se refieren


fundamentalmente al resguardo de los materiales utilizando embalajes
primarios y secundarios. El embalaje primario dependió principalmente del
formato de los objetos, tipo de materia prima (orgánico e inorgánico) y su
estado de conservación. Se optó por el uso de bolsas transparentes de
polietileno, bandejas estuches y envolturas de tyvek (tela termosoldada) para
dar mayor neutralidad y estabilidad.

El resultado de los procedimientos de conservación directa e indirecta fue la


creación de 1.109 registros, contenidos en una colección de 89 cajas

2685
conservadas según la tipología de material, su estado de conservación e
integrando los trabajos de contextualización e identificación de los materiales,
realizados por antropólogos físicos y arqueólogos. Por último, a solicitud de la
Comunidad Quillagüina y la CONADI se elaboraron directrices prácticas para la
conservación de los sitios, de la nueva colección y la implementación de un
Centro de investigación Patrimonial en Quillagua.

Análisis bioantropológico

Los restos humanos rescatados en el cementerio fueron sometidos a un


análisis descriptivo en el laboratorio, siendo caracterizados primeramente en
dos categorías: individuos articulados y restos disturbados (Retamal 2009).
Para ambos grupos el análisis realizado se centró en el relevamiento de
aspectos asociados a estimación de sexo, edad, estatura, robustez y otros
indicadores paleopatológicos y de modos de vida. En el caso de los restos
disturbados, las piezas esqueletales fueron agrupadas por sección anatómica
(esqueleto axial o apendicular) para su posterior estudio. El total de estructuras
óseas relevadas alcanzan los 6.856, de los cuales 4.987 corresponden al
sector bajo y 1.869 al sector alto. Con respecto al número mínimo de
individuos, se estimó a partir del conteo de fémures un total de 251 esqueletos
con un número de 114 individuos en el sector alto y 137 individuos en el sector
bajo.

Respecto a la edad -calculada a partir del grado de desarrollo de los fémures y


la sínfisis púbica en los coxales, en caso de estar presentes- se pudo observar
que 79 fémures se encontraban completamente desarrollados, en tanto que 3
se encontraron entre los 10 y los 20 años; mientras que 10 fémures se ubicaron
entre los 0 a los 10 años. Además, a partir de los análisis basados en el
desarrollo de la sínfisis púbica, se pudo estimar la edad con un límite de 38 +-
10 años para el sexo femenino y 35 +- 9.4 años para el sexo masculino. Es
decir, la edad de los individuos más adultos estaría bordeando los 45 años,
aportando un dato de gran relevancia como es la temprana edad de muerte
generalizada en la colección. No obstante, hay que considerar que la muestra
presenta pocos indicadores y que pueden estar perdidos los valores de los
individuos más ancianos dado el estado de conservación.

2686
En términos de la distribución sexual –determinada a partir del diámetro medio
de la cabeza femoral- la muestra se dividió en dos grupos: los primeros, con
medidas menores a los 40 mm., se consideraron femeninos. Sobre los 40 mm.,
los individuos fueron catalogados como masculinos, resultando en una
distribución bastante similar para cada sexo (Ver Tabla I).

Sector
sexfem Total
Alto Bajo
0 19 26 45
1 23 22 45
Total 42 48 90

Tabla I. Sexo estimado a partir de las cabezas femorales (sexfem) en cada


sector.

Respecto a la presencia de ciertas patologías, la notoria baja frecuencia de las


artropatías de la cabeza femoral y de la epífisis distal encontradas en ambos
sitios sugieren actividades que no involucran fuertemente el uso del miembro
inferior -como caminatas largas, trotes u otros, asociados a modos de vida
móviles-, sino estarían sugiriendo que las poblaciones representadas son más
bien sedentarias. De todos modos, esto podría atribuirse a la baja edad que se
estimó para estos grupos, puesto que la aparición y severidad de las
artropatías y otros marcadores de modos de vida están positivamente
correlacionados con la edad asociada a los individuos. La presencia/ausencia
de criba femoral, un indicador de estrés ambiental, revela una baja prevalencia
de ésta en los individuos adultos respecto de los jóvenes y niños. Es probable
que esto se deba a un acceso diferencial a los recursos alimenticios entre la
distintas fajas etarias favoreciendo el consumo de alimentos ricos en hierro en
los adultos. No obstante, debe tenerse en cuenta que los fenómenos cribosos
pueden remodelarse con el tiempo, desapareciendo muchas veces en la etapa
adulta. Posiblemente esto refleje condiciones alimenticias propias de toda la
población, especializada en el consumo preponderante de carbohidratos
(masas) y menor de proteínas (carnes), generando un desequilibrio en el

2687
consumo de hierro, visible en las etapas tempranas del desarrollo pero que
posteriormente se remodela, enmascarando su manifestación.

En general, el análisis bioantropológico pone de manifiesto los problemas


asociados al estudio de osamentas humanas saqueadas continuamente. Esto
se manifestó en la ausencia de ciertos datos, como la pérdida de material
esqueletal infantil y juvenil, que redunda en un conteo bajo de esqueletos de
estas edades, lo que impide la realización de análisis que consideren las
primeras etapas del desarrollo humano. Asimismo, la extracción sostenida de
cráneos y piezas dentales, impidió un estudio a fondo de la salud dental, uno
de los tópicos más utilizados para comprender los modos de vida de las
sociedades del pasado. Sin embargo, se pudo concluir una relativamente alta
frecuencia de abscesos, retracción alveolar y pérdida dental premortem,
sugerentes de una dieta basada en alimentos cariogénicos - como masas-,
aunque también se observaron casos de severo desgaste dental, indicadores
de una dieta con alto contenido de elementos abrasivos como arena,
encontrados comúnmente en comunidades costeras precolombinas. Es posible
que se haya producido una convivencia entre grupos costeros e interiores, o
bien que existiesen contactos permanentes entre los habitantes de dichos pisos
ecológicos. De todos modos, se observan casos de anemia sistémica
principalmente en niños y jóvenes que dan cuenta de escasez ambiental o
parasitosis.

Palabras Finales

Las diferencias de número y densidad entre los sectores bajo y alto del
cementerio permiten entrever distinciones que avalan las hipótesis sobre
diferencias cronológicas y culturales entre los grupos enterrados en los dos
sectores. Al respecto, se confirma que ambos experimentaron su máxima
ocupación a comienzos del período Intermedio Tardío entre el 900 y 1.200 d.C.
(Agüero et al. 1997, 1999, 2001, 2006), aunque su inicio se retrae al Formativo
Tardío, entre los años 500 y 800 d.C. (Agüero et al. 1995). Asimismo, es
posible identificar una ocupación que se extiende en el tiempo (1.200-1.450
d.C.) especialmente en el sector Alto donde incluso hay algunas expresiones
del período Incaico (1.450-1.536 d.C.). No obstante, se confirma que a lo largo

2688
de todos esos años se enterrarían poblaciones que interactuaron culturalmente
con los territorios de Tarapacá, Atacama, Arica, el altiplano y la costa,
relacionados con grupos aymaras, uros y camanchacas, cavanchas o changos.
Esta situación es propia de Quillagua, lugar de encuentro y frontera natural
entre dos regiones culturales claramente diferenciadas a partir del Arcaico
Tardío.

Junto a la creación de una importante colección de materiales culturales y a la


implementación de medidas que garanticen su adecuada conservación a través
del tiempo, este trabajo fue fruto de un esfuerzo comunitario por proteger y
salvaguardar el patrimonio de una localidad con una enorme relevancia
histórica y cultural. Al valioso conjunto de información científica generada, se
suma un acabado registro audiovisual que tuvo como resultado un documental
titulado ―Quillagua: el descanso de los abuelos‖ realizado por al Archivo
Etnográfico Audiovisual de la Universidad de Chile. Éste reúne las distintas
experiencias vinculadas al proyecto, a la vez que intenta plasmar la mirada de
los propios quillagüinos acerca del saqueo y la situación de crisis que se vive
en la actualidad por la contaminación y desertificación del oasis. Constituye así
uno de los recursos de difusión más importante generados en el marco de este
proyecto, en la medida que representa un medio tremendamente atractivo y
eficiente para mostrar de manera dinámica la situación que hoy enfrenta
Quillagua.

Nuestro trabajo concluyó con una ceremonia de reentierro de una parte de los
restos humanos rescatados, siendo organizada y presidida por la comunidad, a
la cual asistieron representantes de la CONADI y los miembros del equipo de
trabajo (Figura VII). Todo lo anterior sienta un precedente en cuanto al trabajo
científico promovido y alentado por las comunidades indígenas, quienes
reconocen a este patrimonio como parte de su herencia y reconocen a el
aporte que significa el trabajo los profesionales vinculados al patrimonio como
arqueólogos, antropólogos físicos y conservadores. Además, demuestran que,
pese a la distancia temporal y a los procesos históricos acaecidos, siguen
identificándose fuertemente con el pasado prehispánico materializado en este

2689
lugar y que la arqueología –como disciplina social- puede ser de gran utilidad
en este proceso.

Uno de los corolarios de este trabajo es la necesidad de reflexionar sobre las


implicancias del reentierro de restos arqueológicos. Observando la tendencia
de los últimos 10 años en Chile, las distintas comunidades indígenas del país
están demostrando su molestia por la exposición de momias en vitrinas, ya que
esta práctica arraigada en algunos museos atenta contra la dignidad de sus
ancestros. Luego, se da un paso más y las demandas colectivas incluyen la
devolución de los restos humanos para que sean reenterrados y vuelvan a
descansar en paz.

Esta situación incluye una serie de aristas de suma complejidad que deben
sopesarse a la hora de tomar decisiones, lo que exige la redefinición de una
serie de conceptos como la protección de patrimonio, que ha sido una de los
pilares del trabajo arqueológico y que comienzan a ser cuestionados por
algunos dirigentes indígenas.

Frente a las solicitudes de reentierro de restos humanos, algunos colegas


señalan que conllevaría una pérdida irremediable de información, accediendo a
resolver el tema a través de reentierros simbólicos como el realizado en
Quillagua. Justamente al utilizar el concepto ―simbólico‖, queda un margen de
acción donde nuestro equipo propuso reenterrar una muestra de la colección
que por el grado de deterioro no permite extraer información bioantropológica.

Si continua la tendencia de aumento de las exigencias por parte de los


dirigentes indígenas respecto al reentierro de restos humanos, se podrían
producir situaciones difíciles de manejar para los colegas que trabajen en
contextos con un fuerte componente indígena, así como para los organismos
estatales que regulan el tema patrimonial, por lo que es fundamental insertar
este debate a nivel latinoamericano para acordar visiones y posturas que
aseguren una adecuada protección patrimonial y el cumplimiento de los
requerimientos de las comunidades.

2690
Referencias bibliográficas

AGÜERO, C., M. URIBE y O. REYES, 1995. Nuevos sitios para la ocupación


formativa del valle de Quillagua. Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología
21: 24–27.

AGÜERO, C., M. URIBE, P. AYALA y B. CASES, 1997. Variabilidad textil


durante el Período Intermedio tardío en el valle de Quillagua: Una aproximación
a la etnicidad. Estudios Atacameños 14: 263-290.

AGÜERO, C., M. URIBE, P. AYALA y B. CASES, 1999. Una aproximación


arqueológica a la etnicidad y el rol de los textiles en la construcción de la
identidad cultural en los cementerios de Quillagua (norte de Chile). Gaceta
Arqueológica Andina 25: 167-197.

AGÜERO, C., P. AYALA, M. URIBE, C. CARRASCO y B. CASES, 2005. El


Período Formativo desde Quillagua, Loa Inferior (norte de Chile). En Esferas de
interacción prehistóricas y fronteras nacionales modernas: Los Andes Sur
Centrales, H. Lechtman (Ed.), pp. 73-125. Instituto de Estudios Peruanos,
Lima.

AGÜERO, C., M. URIBE, P. AYALA, B. CASES y C. CARRASCO, 2001.


Ceremonialismo del Período Formativo en Quillagua, Norte Grande de Chile.
Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología 32: 24-34.

CARRASCO, C., C. AGÜERO, P. AYALA, M. URIBE Y B. CASES, 2003.


Investigaciones en Quillagua: Difusión del conocimiento arqueológico y
protección del patrimonio cultural. Chungara 35(2): 321-326.

CERVELLINO, Y F. TÉLLEZ 1980 Emergencia y desarrollo de una aldea


prehispánica de Quillagua, Antofagasta. Contribución Arqueológica 1:1-235.

GALLARDO, F., L. CORNEJO, R. SÁNCHEZ, B. CASES, A. ROMÁN Y A.


DEZA, 1993. Arqueología en el valle de Quillagua, río Loa, Norte de Chile.
Gaceta Arqueológica Andina, Vol.VII, N° 23: 125-138.

2691
LATCHAM R., 1933. Notas preliminares de un viaje arqueológico a la localidad
de Quillagua. Revista Chilena de Historia y Geografía XXXVIII: 130-138.

RETAMAL, R. 2009. Informe de laboratorio bioantropológico en terreno de los


cementerios Rinconada de Quillagua. Manuscrito en posesión del autor.

URIBE, M. 1996 Religión y poder en los Andes del Loa: una reflexión desde la alfarería
(período Intermedio Tardío). Memoria de Título en Arqueología, Departamento de
Antropología, Universidad de Chile, Santiago.

--- 2009. El período Formativo de Tarapacá y su cerámica: Avances sobre la


complejidad social en la costa del Norte Grande ce Chile. Estudios Atacameños
37:5-27.

2692
FIGURA II. Mapa de la Región (Uribe, M. 2009).

2693
FIGURA III. Emplazamiento de los sectores alto y bajo del cementerio
Quillagua Oriente y su distancia con el oásis.

FIGURA IV. Muestra del saqueo intensivo y del estado de deterioro del
cementerio previo al rescate (fragmentos de momias y fardos funerarios).

2694
FIGURA V. Fragmento de textil in situ y un

ejemplo del resultado posterior al tratamiento

de conservación (IZQ).

2695
FIGURA VI. Vista del cementerio (sector bajo) después del rescate.

FIGURA VII. Ceremonia de reentierro con miembros de la comunidad.

2696
FIGURA VIII. Delimitación de las evidencias superficiales y cuadriculado de
sectores Alto y Bajo del cementerio.

2697

También podría gustarte