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Resumen
Abstract.
957
mendez.quiros@gmail.com; Piscala 2241 Iquique, Chile, 56-78034224, Lic. en Antropología,
mención Arqueología, Universidad de Chile. Investigador de períodos alfareros e históricos del
Norte de Chile, especialmente de la región de Tarapacá.
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estefania.vidal.montero@gmail.com. Doctor Johow 425, Ñuñoa, Santiago, Chile. 56-02-
2386732. Tesista Proyecto VID SOC08/16-02 ―Tarapacá Viejo y el Inka en los Valles
Occidentales, Andes Centro Sur (1450- 1540 D.C.)‖, Departamento de Antropología,
Universidad de Chile.
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contacted a group of archaeologists, bioanthropologists and conservators with
the intention of performing a systematic rescue of the site, one of the most
important of the region. The primary objective was to preserve and protect the
memory of their ―grandparents‖ as a way to safeguard the heritage of the town,
mainly through the reburial of the human remains founded in the cementery.
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mantuvo una misma tradición, representando a uno y otro grupo, la vestimenta
se habría convertido en el instrumento de diálogo, introduciendo elementos
formales y decorativos tarapaqueños sobre un sustrato estructural y técnico de
estilo atacameño, sugiriendo una situación de complementariedad y no de
conflicto (Agüero et al. 1999).
Con posterioridad a los dos siglos donde habría persistido este proceso de
coexistencia y complementariedad entre ambas tradiciones (1.100-1.300 d.C.),
los textiles comienzan a mostrar una acentuación de los atributos atacameños
y una disolución de aquellos elementos tarapaqueños. Esto va de la mano de la
reocupación del cementerio Poniente, caracterizada por una suerte de
regresión a la situación inicial y análoga al Loa y San Pedro de Atacama (900-
1.100 d.C.), en cuanto ya no se hace necesario el reforzamiento de la identidad
atacameña. En este sentido, las ofrendas funerarias vuelven a estar dadas por
sus escudillas negras pulidas y los tejidos, camisas y bolsas, vuelven a mostrar
atributos y funciones netamente atacameños. De esta manera, durante el
último momento del periodo Intermedio Tardío (1.390-1.450 d.C.) parece ser
que Atacama ganaría finalmente una mayor movilidad hacia el territorio
tarapaqueño, cuestión que ha sido evidenciada a partir del predominio de
pucos en un momento más tardío en uno de los cementerios conspicuos del
área tarapaqueña como es Pica-8 (Uribe 1996; Agüero et al. 1999).
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pareciera que el mismo imperio le reconoce el poder y autonomía a Atacama
manteniéndolo con una relativa independencia para que domine a su favor,
siendo por ello, la alfarería atacameña y no otra la que finalmente integra los
atributos cusqueños (Agüero et al. 1999). Quillagua, por lo tanto, se convierte
en un punto relevante para los Incas en la región, herencia que es recogida por
la posterior ocupación hispana de la localidad (Cervellino y Téllez 1980).
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área-, la propia comunidad aymara de Quillagua gestionó, a través de la
CONADI, un trabajo de rescate y salvaguarda ya que los restos preservados en
este lugar son parte de su patrimonio cultural. A esto se agrega que tanto las
osamentas como los materiales culturales provenientes de este lugar son
reconocidos como sus ―abuelos‖ o ―gentiles‖, existiendo un innegable vìnculo
cultural entre ambas poblaciones a pesar del proceso de mestizaje que se ha
sucedido durante los últimos tres siglos. A raíz de este reconocimiento, la
comunidad reconocía en el cementerio una invaluable significación, hecho que
incidía en la conducta y el destino de la población viva dentro del marco de la
cosmovisión andina.
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cercano en términos de políticas públicas de base intercultural como también
para el propio provecho de la comunidad en cuestiones de gestión patrimonial.
Para tales efectos, realizamos fue un reconocimiento general del área con el fin
de catastrar y caracterización los daños. Trabajamos en el salvataje intensivo
de los materiales que se hallaba diseminado en la superficie de los dos
conjuntos funerarios que componen el cementerio Oriente (02-QUI-01 y 02-
QUI-02), principalmente restos humanos, textiles y materiales orgánicos en
general, todos los cuales contenían alto valor para la comunidad local y
científica, a la vez que podían resultar de interés para los saqueadores. Para
llevar a cabo el levantamiento del material, se realizó una cuadriculación
completa del cementerio para crear unidades de registro predefinidas de 5x5
metros (25 m2) cada una, totalizando 251 cuadrantes (Figura VIII). Sumado a
ello, se procedió a hacer un levantamiento planimétrico del sitio y su entorno
con el fin de obtener mayor precisión en el proceso de registro de la
información. Para esto se aplicaron fichas de registro para el material cultural y
otra para el registro de restos bioantropológicos.
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También se registraron huesos de animales, principalmente piezas óseas de
camélidos (llama o guanaco) y restos de cuero trabajado, posiblemente
correspondiente a sandalias y estuches porta flechas o carcaj. Finalmente,
recuperamos numerosos restos de origen vegetal destacando, por una parte,
los restos de madera –mangos de instrumentos, estructuras de capachos,
torteras y varillas embarriladas con hilos de lana o fibras vegetales- y, por otra,
restos de frutos y semillas como maíz, algarrobo y fragmentos de calabazas a
veces decorados.
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registrar más de 3.907 piezas esqueletales identificadas y aproximadamente
400 objetos culturales (completos e incompletos).
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conservadas según la tipología de material, su estado de conservación e
integrando los trabajos de contextualización e identificación de los materiales,
realizados por antropólogos físicos y arqueólogos. Por último, a solicitud de la
Comunidad Quillagüina y la CONADI se elaboraron directrices prácticas para la
conservación de los sitios, de la nueva colección y la implementación de un
Centro de investigación Patrimonial en Quillagua.
Análisis bioantropológico
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En términos de la distribución sexual –determinada a partir del diámetro medio
de la cabeza femoral- la muestra se dividió en dos grupos: los primeros, con
medidas menores a los 40 mm., se consideraron femeninos. Sobre los 40 mm.,
los individuos fueron catalogados como masculinos, resultando en una
distribución bastante similar para cada sexo (Ver Tabla I).
Sector
sexfem Total
Alto Bajo
0 19 26 45
1 23 22 45
Total 42 48 90
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consumo de hierro, visible en las etapas tempranas del desarrollo pero que
posteriormente se remodela, enmascarando su manifestación.
Palabras Finales
Las diferencias de número y densidad entre los sectores bajo y alto del
cementerio permiten entrever distinciones que avalan las hipótesis sobre
diferencias cronológicas y culturales entre los grupos enterrados en los dos
sectores. Al respecto, se confirma que ambos experimentaron su máxima
ocupación a comienzos del período Intermedio Tardío entre el 900 y 1.200 d.C.
(Agüero et al. 1997, 1999, 2001, 2006), aunque su inicio se retrae al Formativo
Tardío, entre los años 500 y 800 d.C. (Agüero et al. 1995). Asimismo, es
posible identificar una ocupación que se extiende en el tiempo (1.200-1.450
d.C.) especialmente en el sector Alto donde incluso hay algunas expresiones
del período Incaico (1.450-1.536 d.C.). No obstante, se confirma que a lo largo
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de todos esos años se enterrarían poblaciones que interactuaron culturalmente
con los territorios de Tarapacá, Atacama, Arica, el altiplano y la costa,
relacionados con grupos aymaras, uros y camanchacas, cavanchas o changos.
Esta situación es propia de Quillagua, lugar de encuentro y frontera natural
entre dos regiones culturales claramente diferenciadas a partir del Arcaico
Tardío.
Nuestro trabajo concluyó con una ceremonia de reentierro de una parte de los
restos humanos rescatados, siendo organizada y presidida por la comunidad, a
la cual asistieron representantes de la CONADI y los miembros del equipo de
trabajo (Figura VII). Todo lo anterior sienta un precedente en cuanto al trabajo
científico promovido y alentado por las comunidades indígenas, quienes
reconocen a este patrimonio como parte de su herencia y reconocen a el
aporte que significa el trabajo los profesionales vinculados al patrimonio como
arqueólogos, antropólogos físicos y conservadores. Además, demuestran que,
pese a la distancia temporal y a los procesos históricos acaecidos, siguen
identificándose fuertemente con el pasado prehispánico materializado en este
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lugar y que la arqueología –como disciplina social- puede ser de gran utilidad
en este proceso.
Esta situación incluye una serie de aristas de suma complejidad que deben
sopesarse a la hora de tomar decisiones, lo que exige la redefinición de una
serie de conceptos como la protección de patrimonio, que ha sido una de los
pilares del trabajo arqueológico y que comienzan a ser cuestionados por
algunos dirigentes indígenas.
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Referencias bibliográficas
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LATCHAM R., 1933. Notas preliminares de un viaje arqueológico a la localidad
de Quillagua. Revista Chilena de Historia y Geografía XXXVIII: 130-138.
URIBE, M. 1996 Religión y poder en los Andes del Loa: una reflexión desde la alfarería
(período Intermedio Tardío). Memoria de Título en Arqueología, Departamento de
Antropología, Universidad de Chile, Santiago.
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FIGURA II. Mapa de la Región (Uribe, M. 2009).
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FIGURA III. Emplazamiento de los sectores alto y bajo del cementerio
Quillagua Oriente y su distancia con el oásis.
FIGURA IV. Muestra del saqueo intensivo y del estado de deterioro del
cementerio previo al rescate (fragmentos de momias y fardos funerarios).
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FIGURA V. Fragmento de textil in situ y un
de conservación (IZQ).
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FIGURA VI. Vista del cementerio (sector bajo) después del rescate.
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FIGURA VIII. Delimitación de las evidencias superficiales y cuadriculado de
sectores Alto y Bajo del cementerio.
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