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11/4/2020 Un llamamiento especialmente noble

Un llamamiento especialmente noble


Por Joy D. Jones
Presidenta General de la Primaria

Como mujeres de fe, podemos extraer principios de verdad de las experiencias del
profeta José que proporcionan ideas para recibir nuestra propia revelación.

Estoy agradecida de centrar mis palabras de hoy en las funciones continuas de las
mujeres en la Restauración. Está claro que, a lo largo de la historia, las mujeres han
ocupado un lugar distintivo en el plan de nuestro Padre Celestial. El presidente
Russell M. Nelson enseñó: “Sería imposible medir la in uencia que tienen [las]
mujeres, no solo en la familia, sino también en la Iglesia del Señor, como esposas,
madres y abuelas; como hermanas y tías; como maestras y líderes; y, en especial,
como devotas defensoras de la fe” 1.

En los inicios de la Sociedad de Socorro en Nauvoo, hace 178 años, el profeta José


Smith aconsejó a las hermanas a “vivir a la altura de [sus] privilegios” 2. El ejemplo
de ellas nos enseña hoy en día. Siguieron en unidad la voz de un profeta y vivieron
con una fe rme en Jesucristo conforme ayudaban a establecer el fundamento sobre
el que estamos ahora. Hermanas, es nuestro turno; tenemos una comisión divina
del Señor, y nuestras contribuciones eles y singulares son vitales.

El presidente Spencer W. Kimball explicó: “… [E]l ser una mujer justa durante
estas nales etapas de la tierra, antes de la segunda venida de nuestro Salvador, es
un llamamiento especialmente noble. La fortaleza e in uencia de una mujer justa
hoy puede ser diez veces superior a lo que sería en tiempos más tranquilos” 3.

El presidente Nelson ha implorado lo mismo: “¡Así que hoy suplico a mis hermanas
de [l]a Iglesia […] que den un paso al frente! Como nunca antes, ocupen sus
puestos en el hogar, en la comunidad y en el Reino de Dios que les corresponden y
que son necesarios” 4.

Hace poco, tuve el privilegio, junto con un grupo de niños de la Primaria, de


reunirme con el presidente Russell M. Nelson en la réplica de la casa de la familia
Smith en Palmyra, Nueva York. Escuchen mientras nuestro amado profeta enseña a
los niños lo que ellos pueden hacer para dar ese paso al frente.

Hermana Jones: “Siento curiosidad por saber si tienen alguna pregunta que
quisieran hacer al presidente Nelson. Están sentados aquí con el profeta. ¿Hay algo
que siempre hayan deseado preguntar a un profeta? Sí, Pearl”.

Pearl: “¿Es difícil ser profeta? ¿Está muy atareado?”.

Presidente Nelson: “Claro que es difícil. Todo lo que tenga que ver con ser más
como el Salvador es difícil. Por ejemplo, cuando Dios quiso darle los Diez
Mandamientos a Moisés, ¿adónde le dijo a Moisés que fuera? Arriba, a lo alto de

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una montaña, en la cima del monte Sinaí. Así que Moisés tuvo que caminar hasta la
cima de esa montaña para recibir los Diez Mandamientos. Ahora bien, el Padre
Celestial podría haber dicho: ‘Moisés, tú empieza allí y yo empezaré aquí, y me
encontraré contigo a mitad de camino’. No, el Señor ama el esfuerzo, porque el
esfuerzo brinda recompensas que no pueden recibirse sin él. Por ejemplo, ¿alguna
vez han tomado clases de piano?”.

Niños: “Sí”.

Pearl: “Yo estudio violín”.

Presidente Nelson: “¿Y practican?”.

Niños: “Sí”.

Presidente Nelson: “¿Qué ocurre si no practican?”.

Pearl: “Lo olvidas”.

Presidente Nelson: “Así es, no progresan, ¿verdad? Así que la respuesta es sí, Pearl.
Requiere esfuerzo, mucho trabajo arduo, mucho estudio, y nunca se termina. ¡Eso
es bueno! Es bueno, porque siempre estamos progresando. Incluso en la próxima
vida hacemos progresos”.

La respuesta del presidente Nelson a esos preciados niños se extiende a cada uno
de nosotros. El Señor ama el esfuerzo; y el esfuerzo brinda galardones. Nosotros
seguimos practicando; siempre estaremos progresando en tanto nos esforcemos por
seguir al Señor 5. Él no espera la perfección hoy; nosotros seguimos escalando
nuestro propio monte Sinaí. Tal como en tiempos pasados, nuestro viaje
ciertamente requiere esfuerzo, trabajo arduo y estudio, pero nuestro compromiso
de progresar brinda recompensas eternas 6.

¿Qué más aprendemos del profeta José Smith y la Primera Visión sobre el esfuerzo,
el trabajo arduo y el estudio? La Primera Visión nos brinda dirección en nuestras
funciones singulares y continuas. Como mujeres de fe, podemos extraer principios
de verdad de las experiencias del profeta José que proporcionan ideas para recibir
nuestra propia revelación. Por ejemplo:

Trabajamos bajo el peso de las di cultades.

Acudimos a las Escrituras a n de recibir sabiduría para actuar.

Demostramos nuestra fe y con anza en Dios.

Nos esforzamos con todo el aliento para rogar a Dios que nos ayude a frustrar la
in uencia del adversario.

Elevamos a Dios los deseos de nuestro corazón.

Nos centramos en que Su luz guíe las decisiones de nuestra vida y en que
descanse sobre nosotros al acudir a Él.

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Comprendemos que Él nos conoce a cada una por nombre y que tiene funciones
individuales para que cumplamos 7.

Además, José Smith restauró el conocimiento de que tenemos potencial divino y


valor eterno. Debido a esa relación con nuestro Padre Celestial, yo creo que Él
espera que recibamos revelación de Su parte.

El Señor instruyó a Emma Smith que “recibi[era] el Espíritu Santo”, aprendiera


mucho, “desechar[a] las cosas de este mundo y busc[ara] las de uno mejor” y se
“adh[iriese] a [sus] convenios” con Dios 8. Aprender es parte integral del progreso,
en especial, porque la compañía constante del Espíritu Santo nos enseña lo que
cada uno de nosotros necesita desechar, es decir, aquello que podría distraernos o
demorar nuestro progreso.

El presidente Nelson dijo: “[L]es suplico que aumenten su capacidad espiritual


para recibir revelación” 9. Las palabras de nuestro profeta me acompañan
constantemente al contemplar la capacidad de las mujeres de dar la talla. Nos
suplica, lo cual indica prioridad. Nos enseña cómo sobrevivir espiritualmente en un
mundo enfermo de pecado a través de recibir revelación y obedecerla 10. Conforme
lo hagamos, honrando y guardando los mandamientos del Señor, se nos promete,
aun como a Emma Smith, “una corona de justicia” 11. El profeta José enseñó sobre
la importancia de saber que Dios aprueba el camino que seguimos en esta vida. Sin
ese conocimiento, “[nuestra] mente se agotará y desmayaremos” 12.

En esta conferencia, oiremos verdades que nos inspirarán a cambiar, mejorar y


puri car nuestra vida. Mediante la revelación personal, podemos evitar lo que
algunos llaman “agobio de conferencia general”, que ocurre al salir tan decididos a
hacerlo todo ya mismo. Las mujeres tienen muchas responsabilidades, pero es
imposible—e innecesario— cumplir con todas al mismo tiempo. El Espíritu nos
ayuda a determinar en qué tarea hemos de centrarnos hoy 13.

La amorosa in uencia del Señor mediante el Espíritu Santo nos ayuda a conocer Su
prioridad para nuestro progreso. Prestar atención a la revelación personal nos
conduce al progreso personal 14. Escuchamos y actuamos 15. Él Señor dijo: “Pedid al
Padre en mi nombre con fe, creyendo que recibiréis, y tendréis el Espíritu Santo,
que mani esta todas las cosas que son convenientes” 16. Nuestra función continua
es recibir revelación continua.

A medida que alcancemos un mayor grado de destreza para hacerlo, podremos


recibir más poder en nuestras funciones individuales de ministrar y efectuar la obra
de salvación y exaltación, para verdaderamente “desech[ar] las cosas de este mundo
y busc[ar] las de uno mejor” 17. Entonces podremos inspirar con más e cacia a la
nueva generación a hacer lo mismo.

Hermanos y hermanas, todos buscamos el poder de Dios en nuestra vida 18. Hay
una hermosa unidad entre las mujeres y los hombres para lograr realizar la obra de
Dios hoy en día. Accedemos al poder del sacerdocio mediante convenios, que se
hacen primero en las aguas del bautismo, y luego dentro de los muros de los santos
templos 19. El presidente Nelson nos ha enseñado: “Toda mujer y todo hombre que

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hace convenios con Dios y los guarda, y que participa dignamente en las
ordenanzas del sacerdocio, tiene acceso directo al poder de Dios” 20.

Hoy admito en lo personal que, como mujer, no había entendido, desde temprana
edad, que yo tenía acceso, mediante mis convenios, al poder del sacerdocio 21.
Hermanas, ruego que reconozcamos y atesoremos el poder del sacerdocio al
“adh[erirnos] a [nuestros] convenios” 22, abrazar las verdades de las Escrituras y dar
oído a las palabras de los profetas vivientes.

Declaremos valientemente nuestra devoción a nuestro Padre Celestial y a nuestro


Salvador “con fe inquebrantable en él, con ando íntegramente en los méritos de
aquel que es poderoso para salvar” 23. Continuemos con gozo este viaje hacia
nuestro máximo potencial espiritual y ayudemos a los que nos rodean a hacer lo
mismo por medio del amor, el servicio, el liderazgo y la compasión.

El élder James E. Talmage nos recordó con ternura: “No hay mayor defensor en
todo el mundo de la mujer y el sexo femenino que Jesús el Cristo” 24. En de nitiva,
de todas las responsabilidades continuas de las mujeres y de todos nosotros en la
Restauración, ¿cuál es la responsabilidad primordial? Testi co que es escucharlo a
Él 25, seguirlo a Él 26, con ar en Él 27 y llegar a ser una extensión de Su amor 28. Yo
sé que Él vive 29. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

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