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Siempre debemos tener presente el precio que José y Hyrum Smith pagaron, así
como muchos otros hombres, mujeres y niños eles, para establecer la Iglesia.
Acerca de la familia Smith, Brigham Young dijo: “El Señor había puesto Su mirada
en él [ José Smith], y en su padre, en el padre de su padre, y en sus antepasados
hasta Abraham, y desde Abraham hasta el diluvio, desde el diluvio hasta Enoc y
desde Enoc hasta Adán. Había estado observando a esa familia y ese linaje desde su
origen hasta el nacimiento de este hombre. [ José Smith] fue preordenado en la
eternidad” 1.
José era querido por su familia, y era particularmente unido a su hermano mayor,
Hyrum, quien tenía cerca de seis años cuando nació José.
No estoy seguro de que muchos de nosotros nos demos cuenta de los desafíos
físicos y emocionales que suponía para la familia Smith el comenzar de nuevo:
desforestar la parcela, plantar huertos y campos, construir una pequeña cabaña de
troncos y otras estructuras de granja, trabajar para otros como jornaleros y fabricar
artículos caseros para venderlos en el pueblo.
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Durante ese tiempo de debates y contiendas entre los grupos religiosos, José
experimentó una visión maravillosa, hoy en día se la conoce como la Primera
Visión; y somos bendecidos por tener cuatro relatos principales de ella, sobre los
cuales me basaré 2.
José acudió a la Biblia para encontrar respuesta a sus preguntas y leyó en Santiago
1:5: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” 4.
José se dio cuenta de que en la Biblia no se hallaban todas las respuestas a las
preguntas de la vida; más bien, enseñaba a los hombres y a las mujeres cómo
podrían encontrar respuestas a sus preguntas comunicándose directamente con
Dios por medio de la oración.
José dijo que poco después, “[una columna de luz descendió y] al reposar sobre mí
la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten
descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando
al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” 7.
Entonces habló el Salvador: “José, hijo mío, tus pecados te son perdonados. Sigue
tu camino, anda en mis decretos y guarda mis mandamientos. He aquí, Yo soy el
Señor de gloria. Fui cruci cado por el mundo para que todos los que crean en mi
nombre tengan vida eterna” 8.
José agregó: “Por tanto, luego que me hube recobrado lo su ciente para poder
hablar, pregunté a los Personajes que estaban en la luz arriba de mí, cuál de todas
las sectas era la verdadera” 9.
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Iglesia y Reino; y […] al mismo tiempo recibí la promesa de que la plenitud del
Evangelio se me daría a conocer en un tiempo futuro” 10.
Tras esa gloriosa visión, José escribió: “Mi alma se llenó de amor, y por muchos
días me regocijé y sentí una gran dicha […]. El Señor estaba conmigo” 12.
Tres años después, en 1823, los cielos se abrieron de nuevo como parte de la
Restauración continua del evangelio de Jesucristo en los últimos días. José
mencionó que un ángel llamado Moroni se le apareció y dijo “que Dios tenía una
obra para mí y que […] se hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de
oro” que contenía “la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo había
comunicado a los antiguos habitantes [de las Américas]” 14.
Con el tiempo, José obtuvo, tradujo y publicó el antiguo registro que hoy se
conoce como el Libro de Mormón.
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Una semana antes del fatídico viaje a Carthage donde fueron asesinados a sangre
fría por una multitud armada de cobardes que se habían pintado la cara para evitar
que se los reconociera, José registró: “Le aconsejé a mi hermano Hyrum que
subiera a su familia al siguiente barco de vapor y fueran a Cincinnati”.
Así que José y Hyrum fueron a Carthage, donde se convirtieron en mártires por la
causa y el nombre de Cristo.
El anuncio o cial del martirio decía lo siguiente: “José Smith, el Profeta y Vidente
del Señor […], ha sacado a luz el Libro de Mormón, que tradujo por el don y el
poder de Dios, y lo ha hecho publicar en dos continentes; ha enviado la plenitud
del evangelio sempiterno, que el libro contiene, a los cuatro ángulos de la tierra; ha
publicado las revelaciones y los mandamientos que integran este libro de Doctrina
y Convenios, así como muchos otros sabios documentos e instrucciones para el
bene cio de los hijos de los hombres; ha congregado a muchos miles de los Santos
de los Últimos Días; ha fundado una gran ciudad y ha dejado un nombre y una
fama que no pueden fenecer […] y como la mayoría de los ungidos del Señor en
tiempos antiguos, [ José] ha sellado su misión y obras con su propia sangre; y lo
mismo ha hecho su hermano Hyrum. ¡En vida no fueron divididos, y en su muerte no
fueron separados!” 19.
Después del martirio, los cuerpos de José y Hyrum fueron devueltos a Nauvoo,
lavados y vestidos para que la familia Smith pudiera ver a sus seres queridos. Su
amada madre recordó: “Durante mucho tiempo me había aferrado a cada bra de
valentía, había despertado toda la energía de mi alma y había invocado a Dios para
que me fortaleciera; pero al entrar a la habitación y ver a mis hijos asesinados,
ambos yaciendo ante mis ojos al mismo tiempo; y al escuchar los sollozos y
gemidos de sus esposas, hijos, hermanos y hermanas, fue demasiado. Me desplomé,
clamando al Señor, en la agonía de mi alma: ‘¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿Por qué has
abandonado a esta familia?’” 20.
En verdad habían vencido al mundo. José y Hyrum Smith, al igual que los eles
santos que se describen en el libro de Apocalipsis, “son los que han salido de la
gran tribulación; y han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del
Cordero [y] están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo; y
el que está sentado en el trono extenderá su pabellón sobre ellos.
“Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos ni calor alguno,
“porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a
fuentes de aguas vivas; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” 22.
Con frecuencia me he preguntado por qué José y Hyrum y sus familias tuvieron
que sufrir tanto. Quizás porque a través de su sufrimiento llegaron a conocer a
Dios de maneras que no podrían haber sucedido sin él. En medio de ese
sufrimiento, re exionaron sobre Getsemaní y la cruz del Salvador. Como dijo
Pablo: “… porque a vosotros os es concedido por Cristo, no solo que creáis en él,
sino también que padezcáis por él” 23.
Antes de su muerte en 1844, José escribió a los santos una carta llena de energía.
Era un llamado a la acción, que continúa en la Iglesia hoy:
“Hermanos [y hermanas], ¿no hemos de seguir adelante en una causa tan grande?
Avanzad, en vez de retroceder. ¡Valor, hermanos [y hermanas]; e id adelante,
adelante a la victoria! […].
“Ofrezcamos, pues, como iglesia y como pueblo, y como Santos de los Últimos
Días, una ofrenda al Señor en rectitud” 24.
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