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CAPITULO X

LA SOCIEDAD ANONIMA 253

TITULO I

ASPECTOS GENERALES

394. Características actuales de la sociedad anónima en el derecho comparado.


395. Evolución del derecho sobre sociedades anónimas en Chile. 396. Normativa
aplicable. 397. Concepto y caracteres de la sociedad anónima chilena. 398. Con-
cepto y caracteres de la sociedad anónima en el derecho comparado y doctrina.
399. Ambito de aplicación de la sociedad anónima. 400. Carácter mercantil. 401.
Principales clasificaciones. 402. Sociedades anónimas generales o especiales. 403.
Sociedades anónimas abiertas y cerradas. 404. Cambio de sociedad anónima
abierta a cerrada y viceversa. 405. Diferencias fundamentales entre las normas
que rigen una sociedad anónima abierta y una cerrada. 406. Sociedades matrices
y filiales o subsidiarias. 407. Sociedad matriz y coligada. 408. Consecuencias jurí-
dicas que acarrea que una sociedad sea filial o coligada de una sociedad anóni-
ma. 409. Sociedades anónimas nacionales o extranjeras. 410. Sociedades
relacionadas, controladas y controladoras.

394. Características actuales de la sociedad anónima


en el derecho comparado

Sobre orígenes y antecedentes históricos de la sociedad anónima


debemos remitirnos a lo tratado en el Capítulo I de esta obra, en
especial su Nº 10. La situación actual en el derecho comparado de
esta clase de sociedades pretende visualizarse en grandes líneas en
los Nos 14 a 20 del mismo capítulo.
En el derecho comparado actual pueden destacarse las siguien-
tes características de la sociedad anónima:
1. La normativa legal no es meramente privada y supletoria de
la voluntad de las partes. Se contienen numerosas normas de or-

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den público y profusa reglamentación, tendientes a proteger inte-


reses que pueden estar comprometidos en una sociedad anónima,
aparte de los accionistas mayoritarios, pueden ser terceros, tales
como el público inversor, acreedores sociales y terceros contratan-
tes y también los accionistas minoritarios.
2. Por influencia de las corrientes neoliberales imperantes des-
de la época de los sesenta, la intervención estatal en materia de
sociedades anónimas tiende más a la dictación de normas de pro-
tección de intereses, estableciendo derechos y obligaciones que a
un dirigismo estatal que exija autorización de existencia y contro-
les en la operación de las compañías y de tutelaje en la gestión
por parte de los entes fiscalizadores.
3. Si bien la sociedad anónima conserva su calidad de sociedad
de capital, se admiten normas más propias de las sociedades de
personas consistentes en ciertas restricciones a la libre cesibilidad
de las acciones, como también se aceptan acuerdos de actuación
conjunta y pactos entre accionistas. Se admite que puede haber
anónimas, en que no solo interese el capital sino también la perso-
na de los accionistas. Ello ocurre principalmente en las anónimas
cerradas.
4. Se pretende evitar abusos de la personalidad jurídica esta-
bleciendo una normativa sobre sociedades matrices, subsidiarias y
coligadas, relaciones entre ellas, entre controladores y controla-
dos, y entes relacionados, como también con respecto a grupos
económicos, llegándose en algunas legislaciones a establecer res-
ponsabilidades legales.254
5. Se facilitan los cambios de estructura jurídica entre los di-
versos tipos sociales estableciendo normas sobre transformación,
fusión y división de sociedades anónimas y otras sociedades.
6. Se nota claramente la influencia del derecho anglosajón,
especialmente del norteamericano en las nuevas leyes de socieda-
des anónimas del derecho continental, como tendremos la opor-
tunidad de verificarlo en el curso de este capítulo.
7. Se advierte también una proliferación de sociedades que
canalizan recursos provenientes del exterior creadas en lugares
denominados “paraísos tributarios” para operar especialmente
creando filiales, en otros países. Esta tendencia se explica invocan-
do la necesidad de evitar la doble tributación o con fines de evitar
la justificación de capitales con motivo de impuestos o blanqueo
de fondos.
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395. Evolución del derecho sobre sociedades anónimas en Chile

Pueden distinguirse en Chile tres períodos en cuanto al derecho


sobre sociedades anónimas.
1er período. Desde la dictación de la primera ley de sociedades
anónimas hasta la legislación de 1931.
El 11 de Noviembre de 1854 se publicó en el periódico deno-
minado “El Monitor Araucano” la primera ley sobre sociedades
anónimas, que antecedió a la promulgación del Código Civil y del
Código de Comercio. Este último incorporó las disposiciones de
dicha ley al Código, con las supresiones y agregaciones “condu-
centes a la perfección del sistema adoptado en ella”, como lo
expresa el Mensaje del Código de Comercio.
El sistema del Código de Comercio chileno sobre sociedades
anónimas fue muy similar al contemplado en la legislación france-
sa. La sociedad anónima requería para su existencia y modifica-
ción de estatutos de autorización dada por Decreto Supremo
emanado del Presidente de la República, quien entre otras mate-
rias deberá constatar la efectividad del capital, su suficiencia en
relación a la magnitud de la empresa, revisar que el régimen de la
sociedad ofreciera a los accionistas garantías de buena administra-
ción, la existencia de medios o sistemas para vigilar las operacio-
nes de los gerentes y que resguarden el derecho de los accionistas
a conocer el empleo de los fondos sociales.255
En este período se dictaron las leyes de 11 de Septiembre de
1879 sobre transferencia de acciones o promesas de acciones, la ley
de 13 de Septiembre de 1887, sobre comisarios de sociedades anóni-
mas, la ley 1.020 sobre publicación de escrituras sociales y la ley 4.657
sobre emisión de bonos o debentures por sociedades anónimas.
2º período. Desde la dictación del D.F.L. 251 del año 1931 hasta
la promulgación de la ley 18.046 del año 1981.
La crisis económica que conmocionó al mundo entre la pri-
mera y la segunda guerra mundial afectó profundamente a Chile,
en la década de los años treinta, la que se agravó por la paulatina
sustitución del salitre natural por el salitre sintético, nuestro prin-
cipal bien de exportación de esa época que era la primera fuente
de ingresos fiscales. Esta crisis generó cambios en nuestra legisla-
ción económica y comercial y también se reflejó en reformas al
régimen de sociedades anónimas, que se materializaron funda-
mentalmente mediante la publicación, el 22 de Mayo de 1931 del
D.F.L. 251 de dicho año.
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El referido decreto con fuerza de ley, modificó normas del


Código de Comercio, en materia de sociedades anónimas y en su
Título III, estableció también una normativa aplicable en general
a las sociedades anónimas, de manera que puede afirmarse que
desde su vigencia la legislación sobre la materia estaba contenida
en el Código de Comercio y en el D.F.L. 251.
Como características generales de esta legislación podemos
destacar las siguientes:
1. Se acentuó el dirigismo estatal en las sociedades anónimas,
ya existente en el período anterior, mediante la creación de la
Superintendencia de Compañías de Seguros y Sociedades Anóni-
mas y Bolsas de Comercio, organismo estatal dependiente del
Ministerio de Hacienda, al cual le correspondió fiscalizar que las
sociedades anónimas cumplieran con la normativa a que estaban
sujetas, pudiendo aplicar sanciones al respecto. Además se le
otorgó al organismo contralor facultades para que por un lado
pudiera conocer la situación financiera de los entes controlados
y de otro imponer normas contables tendientes a tal fin. Las
labores de fiscalización iban más allá del mero control de legali-
dad y transparencia de la situación de la sociedad anónima, sino
que también abarcaban aspectos de gestión de negocios o conve-
niencia. En efecto, la Superintendencia, podía representar al
Directorio y Gerencia de las sociedades sometidas a su control
no solo infracciones, sino también todo acto que a su juicio
fuera perjudicial a la sociedad.256 La autorización de existencia y
de funcionamiento (declaración de estar legalmente instalada)
correspondía darla al Presidente de la República por decreto
supremo, previo informe de la Superintendencia. También a di-
cha autoridad correspondía decretar la revocación de la autori-
zación de existencia en caso de inobservancia de leyes o violación
estatutaria.257
2. Se estableció una normativa especial, más estricta y con
mayores facultades de control e intervención estatal para ciertas
sociedades anónimas como los bancos y compañías de seguros y
reaseguros.
Sin entrar a señalar reformas relativas a bancos y seguros, en
este período abundan reformas a la normativa sobre sociedades
anónimas. Pueden citarse, entre otras, la ley 5.884 del año 1976,
la ley 6.057 del año 1936, sobre dividendos de sociedades anóni-
mas, la ley 6.156 del año 1938, la ley 7.302 sobre reformas de
estatutos, la ley 9.040 sobre capitalización de reservas de socieda-
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des anónimas, la ley 17.308 del año 1970, el D.L. 544 del año
1974 y el D.L. 849 del año 1975.
Además, en este período se dictó el Reglamento sobre socie-
dades anónimas nacionales y extranjeras que se establezcan en el
país, por Decreto Supremo de Hacienda 1995 de 17 de Septiem-
bre de 1970.
3er período. Desde la dictación de la ley 18.046 en adelante.
La normativa sobre sociedades anónimas en el período en el
cual estamos viviendo al momento de escribirse esta obra, es la
materia del presente capítulo. Como un adelanto de ella pode-
mos destacar las siguientes características.
1. La fiscalización está a cargo de un organismo estatal autó-
nomo y especial para las sociedades anónimas. Dicho organismo
se denomina “Superintendencia de Valores y Seguros”. La fiscali-
zación sólo abarca a aquellas sociedades que hacen oferta pública
de sus valores o que tienen un número considerable de accionis-
tas, llamadas sociedades anónimas abiertas y a ciertas sociedades
que se considera que tienen importancia social por su giro, tales
como bancos, compañías de seguros, administradoras de fondos
de pensiones, etc. Los bancos, sociedades financieras y adminis-
tradoras de fondos mutuos cuentan con superintendencias espe-
ciales para su fiscalización.
2. Los objetivos de la fiscalización varían. Se abandona una
fiscalización que tiende a proteger a los inversionistas y a las
minorías mediante instrucciones de la autoridad atendiendo fac-
tores de conveniencia, calificados por la propia autoridad espe-
cialmente para otorgar la autorización de existencia y
funcionamiento de la sociedad anónima, trámites que en gene-
ral se eliminan.
En aquellos ámbitos en que persiste la fiscalización externa
por la autoridad, la fiscalización se enfoca en dos aspectos funda-
mentales. Por un lado el control de legalidad que abarca no solo
la vigilancia en el acatamiento a la ley, sino también de las demás
normas que rigen a las sociedades anónimas, sean ellas estatuta-
rias, reglamentarias y otras disposiciones obligatorias.
De otro lado se pretende obtener la llamada “transparencia”,
esto es, que los libros y antecedentes sociales arrojen resultados
reales que reflejen la verdadera situación de la sociedad y que
ésta debe dar a conocer a sus accionistas y al público en general.
Tratándose de sociedades abiertas las informaciones también se
refieren a aspectos esenciales. Todo lo anterior con el fin que
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accionistas, terceros interesados como los acreedores y contratan-


tes de la sociedad y el público en general cuenten con los antece-
dentes más confiables posibles para que al tiempo de tomar
decisiones que dependan del estado patrimonial de una sociedad
anónima, lo hagan con conocimiento real de la situación de la
sociedad.
3. También puede anotarse como una característica de la ac-
tual legislación, a diferencia de la anterior, que ella posibilita el
reclamo jurisdiccional frente a decisiones y sanciones que pueda
aplicar el organismo contralor.
4. Se nota en la nueva legislación clara inspiración provenien-
te del derecho norteamericano, tales como en la distinción entre
sociedades abiertas y cerradas, acciones sin valor nominal y necesi-
dad de fijar el valor de colocación de acción en aumentos de
capitales de la sociedad anónima, fijación que puede ser en un
valor superior o inferior sea al valor nominal, al valor libro o al
valor de cotización bursátil.
5. Merece, además, destacarse que la nueva legislación trata
tópicos modernos no considerados en la legislación anterior, tales
como la transformación, fusión y división de sociedades, las socie-
dades filiales y coligadas, los grupos económicos y otras materias.
La legislación sobre sociedades anónimas sufrió algunas modifi-
caciones con la dictación de la ley 19.499 publicada el 11 de Abril
de 1997 y la dictación de la ley 19.705 de 20 de diciembre de 2.000.

396. Normativa aplicable

Sin perjuicio de la preminencia de normas de Derecho Público


relacionadas con el tema como el derecho de asociación y el libre
ejercicio de la libertad en materia económica, que reconoce la
Constitución Política del Estado, la normativa legal aplicable a la
generalidad de las sociedades anónimas y el orden de prelación
de ellas es el siguiente:
1. Normas especiales contenidas en la ley 18.046 sobre Socie-
dades Anónimas, sin perjuicio de las disposiciones aplicables a las
sociedades especiales, tales como bancos, compañías de seguros o
administradoras de fondos mutuos.
2. Normas legales aplicables a todo tipo de sociedad con per-
sonalidad jurídica, contenidas en el Código Civil y que hemos
tratado en los Capítulos II, IV y VI de esta obra.
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3. Normas generales sobre obligaciones y contratos mercanti-


les contenidos en los Libros I y II del Código de Comercio, pues la
sociedad anónima es siempre mercantil, acorde a lo que prescri-
ben los arts. 2064 del Código Civil y 1º inciso 2º de la ley 18.046
sobre Sociedades Anónimas. Acótese que no se aplican a la anóni-
ma supletoriamente las normas de la sociedad colectiva comercial
y de otros tipos sociales tratados por el legislador en el Código
Civil, Código de Comercio y otras leyes.
4. Normas generales del Código Civil.
En cuanto al Reglamento de Sociedades Anónimas, como tal
carece de fuerza obligatoria. Su obligatoriedad emana de la ley
que reglamenta y en cuanto se ajuste a ella. Por ende, no tiene
fuerza obligatoria en cuanto vaya más allá de la ley. Sin embargo,
la Superintendencia de Valores y Seguros, en las sociedades anó-
nimas abiertas ha exigido en algunos casos, para inscribir dichas
sociedades en el Registro de Valores que se contenga una estipula-
ción estatutaria que obligue a la sociedad anónima respectiva a
acatar las normas del Reglamento. En tal caso, las normas regla-
mentarias en cuanto pudieren exceder de la normativa legal, ten-
drían la fuerza de una disposición estatutaria, si cumplieran los
requisitos de tales, que más adelante estudiaremos.

397. Concepto y caracteres de la sociedad anónima chilena

En nuestro derecho, la sociedad anónima está definida en los


siguientes términos:
“La sociedad anónima es una persona jurídica formada por la
reunión de un fondo común, suministrado por accionistas respon-
sables solo por sus respectivos aportes y administrada por un di-
rectorio integrado por miembros esencialmente revocables.
La sociedad anónima es siempre mercantil, aun cuando se
forme para la realización de negocios de carácter civil”.
De la manera indicada la definen en idénticos términos el
art. 2061, inc. 3 del Código Civil y el inc. 1 del art. 1 de la L.S.A.
De la norma transcrita, relacionada con otros preceptos lega-
les, pueden obtenerse los siguientes caracteres de la sociedad anó-
nima chilena:
1. Se trata de una sociedad, de un tipo normado especialmen-
te por el legislador. De esta característica se infiere, que en subsi-
dio de su normativa y en cuanto no sea contrario a su naturaleza,
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se aplican a la anónima las reglas legales de toda sociedad con


personalidad jurídica. No obsta a las conclusiones anteriores que
la definición legal solo indique que se trata de “una persona jurí-
dica” y no de una sociedad, pues son múltiples los preceptos lega-
les que la califican como sociedad, que consideramos ocioso
citarlos. La referencia a persona jurídica, también, indica que po-
drían aplicarse a la anónima normas generales atinentes a la gene-
ralidad de las personas jurídicas compatibles con su naturaleza.
2. Es una sociedad de capital, característica que parte de la
doctrina empleando el aforismo latino, que la sociedad anónima
es “intuito pecuniae” en contraposición de las por nosotros llama-
das sociedades de personas que serían “intuito personae”. Ello
significa que la persona del socio y las vicisitudes que ellos puedan
sufrir como muerte, incapacidad, quiebra, etc. no tienen directa-
mente influencia jurídica en la existencia de la sociedad anónima.
Esta característica emana de múltiples preceptos legales. En la
definición se hace referencia a ella en cuanto a que la sociedad
anónima está formada por la “reunión de un fondo común”, más
trascendente que las personas que lo proporcionan.
3. Los socios no responden de las obligaciones sociales. Solo
tienen responsabilidad en el cumplimiento de sus respectivas obli-
gaciones de aportar lo que hubieren convenido sin perjuicio de
las que puedan emanar de los estatutos y de la naturaleza del
contrato en casos particulares. Esta característica esta indicada en
la definición en cuanto señala que el fondo común es suministra-
do por accionistas “responsables solo por sus respectivos aportes”.
La verdad es que de acuerdo con las reglas generales una persona
solo responde de sus propias obligaciones, salvo pacto o ley que
establezca responsabilidad por obligaciones ajenas, o sea que la
referencia a que los accionistas solo responden de sus aportes
obedece a causas históricas, pues en las primitivas sociedades mer-
cantiles, como la colectiva hay responsabilidad de los socios por
obligaciones sociales.
4. La administración de la sociedad anónima está sujeta por la
ley a un sistema que en sus aspectos fundamentales no puede ser
alterado por las partes en sus estatutos. Este sistema consiste en
que la administración está radicada en un órgano colegiado com-
puesto de personas que pueden ser removidas de sus cargos. O
sea, en la sociedad anónima el legislador ha establecido un siste-
ma rígido de administración. Esta característica se obtiene de la
definición de la sociedad anónima que expresa que ella es admi-
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nistrada por un directorio integrado por miembros esencialmente


revocables.
De otras disposiciones legales, sin perjuicio que algunas de ellas
están insinuadas en la definición, también pueden anotarse otras
características de interés de la sociedad anónima chilena, a saber:
l. La sociedad anónima es solemne. La constitución y refor-
ma requiere de escritura pública, inscripciones en el Registro de
Comercio y publicaciones en el Diario Oficial. Salvo ciertas so-
ciedades anónimas tales como bancos, sociedades financieras,
administradoras de fondos de pensiones, cámaras de compensa-
ción y otras específicamente señaladas por la ley, llamadas socie-
dades especiales, que requieren de autorización de entes públicos
para su existencia legal y modificaciones, la generalidad de las
sociedades anónimas chilenas, no requieren de tales trámites.
Así se desprende entre otras disposiciones de lo prescrito en los
artículos 3 a 6 y 126 de la L.S.A.
2. La sociedad anónima es una sociedad por acciones. Ello
significa que el capital de estas compañías está acreditado en títu-
los valores, transferibles, que se llaman acciones, no obstante que
la actual legislación admite en ciertos casos limitaciones a la libre
cesibilidad de ellas. Ello está establecido entre otros preceptos en
el art. 4 Nº 5, 10, 11 y 14 de la L.S.A.
3. En cuanto al órgano de administración de esta clase de
sociedades, el Directorio, sus miembros pueden ser removidos, en
su totalidad y en cualesquier tiempo por la junta de accionistas
(art. 38 de la L.S.A.). Los directores, normalmente son elegidos
por la Junta de Accionistas, pero en ciertos casos la ley permite su
nombramiento de manera diversa. El directorio provisional, al
constituirse una sociedad anónima es nombrado por los fundado-
res de la sociedad (art. 4 Nº 11 de la L.S.A.). En caso de vacancia
de directores titulares y suplentes en su caso, permite al resto del
Directorio, si cuenta con quórum para sesionar y tomar acuerdos,
designar los reemplazantes que duran hasta la próxima junta de
accionistas (art. 32 inc. final, L.S.A.).
4. En cuanto a fiscalización, la sociedad anónima siempre tie-
ne una fiscalización, al menos interna, mediante inspectores de
cuentas y otros sistemas. La sociedad anónima abierta está sujeta a
una fiscalización interna más estricta, mediante auditores exter-
nos independientes, y además está sometida a la fiscalización ex-
terna de la Superintendencia de Valores y Seguros (art. 2 inc. 4 y
arts. 51 y 52 de la L.S.A.).
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398. Concepto y caracteres de la sociedad anónima


en el derecho comparado y doctrina

La generalidad de las legislaciones se limitan a caracterizar y defi-


nir la sociedad anónima atendiendo a que se trata de una socie-
dad por acciones en la cual la responsabilidad de sus socios o
accionistas es limitada.258
La inserción en el concepto de sociedad anónima, que su
administración está a cargo de representantes o directores revoca-
bles por los accionistas que emplea nuestra legislación, no es se-
guida por gran parte de las legislaciones y doctrina extranjera.259
En el derecho inglés y holandés se permite que por la vía estatuta-
ria la administración de la sociedad anónima no está radicada en
representantes revocables sino en una o varias personas naturales
o jurídicas, por el tiempo previsto en los estatutos. En el derecho
alemán, puede haber un director o varios. Otros directores son
elegidos y removidos por la junta de vigilancia. Los miembros de
este organismo a su vez son elegidos por la junta de Accionistas y
en ciertos casos, también, por el sector laboral.260 No es principio
universal que la sociedad anónima sea siempre administrada por
directores revocables por los accionistas.
Autores y legislaciones antiguas anotaban como signo caracte-
rístico de la sociedad anónima que ella no tenía “razón social”,
sino nombre, lo que significa que en el nombre de la sociedad no
podía figurar aquel de sus socios o accionistas. En nuestra legisla-
ción positiva en la actualidad no existe tal restricción. Un criterio
tan formalista basado en los requisitos del nombre consideramos
que no es un real distintivo de la sociedad anónima.261
Ripert y Garrigues, se extienden sobre el supuesto carácter
“democrático” de la sociedad anónima. El distinguido tratadista
francés, señala que ello es una “gran ilusión”, pues el accionista,
no es el dueño de la sociedad anónima y la efectiva dirección de
ella la tienen los dirigentes de la sociedad. Por su parte Garrigues,
señala que la sociedad anónima es regida democráticamente, en
cuanto establece un sistema de igualdad de derechos entre los
accionistas y consagra el régimen de las mayorías.262 La verdad
como lo reconocen estos mismos autores, es que el supuesto ca-
rácter democrático de la sociedad anónima solo es una forma de
explicar algunas de las singularidades de ella, aplicando además
algunas concepciones del Derecho Político, pero es indudable
que en cuanto a la toma de decisiones, en la anónima prima el
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capital sobre las personas, lo que la aleja de asemejarse a una


democracia, según se entiende por tal, en materia política.
Algunos autores anotan diversas situaciones como posibles de
caracterizar a la sociedad anónima.263 Se expresa que una de ellas
sería la libre transferencia de las acciones lo que en la actualidad
es dudoso, ya que se admiten restricciones a la libre cesibilidad de
ellas. Otra posible característica podría ser que la participación en
los derechos sociales en esta clase de compañías, dependería de la
participación en el capital, principio que tiene la notable excep-
ción de las acciones preferentes. Otros acotan que la anónima
puede captar dineros del público mediante la colocación de sus
acciones, pero ello no ocurre en las anónimas cerradas. También
se ha hecho notar como posible característica de estas sociedades
que ellas cuentan con estatutos, que constituyen su ley interna,
pero evidentemente los estatutos no son un aspecto distintivo es-
pecial de la sociedad anónima, pues cuentan con ellos todos los
tipos de sociedades solemnes.
Se reconoce universalmente a la anónima el carácter de socie-
dad de capital;264 por acciones265 y que en ella rige el principio de
la no responsabilidad de los socios por las obligaciones sociales.

399. Ambito de aplicación de la sociedad anónima

Se inicia la sociedad anónima como una forma de captar dinero


del público, para grandes empresas, que requerían de autoriza-
ción estatal, en cada caso. En especial son conocidas las transoceá-
nicas como las primeras sociedades anónimas holandesas, inglesas,
francesas que se ocuparon de las labores de colonización y comer-
cio, principalmente en Asia y América del Norte.
La sociedad anónima ha mantenido en el tiempo su rol de
captadora de dineros del público. Recuérdese las sociedades anó-
nimas francesas para la realización de los canales de Suez y Pana-
má. Además, ha asumido otras funciones de transcendencia. En
efecto, se emplea la sociedad anónima, no sólo como una fuente
para allegar recursos del público, sino también para organizar
negocios en que participan sociedades del mismo grupo o distin-
tos grupos. Es una forma de constituir una asociación entre dos o
más grupos económicos. Se emplea la sociedad anónima como
una forma de organización de los grupos. En efecto, en muchos
casos ejerce el control de las sociedades del mismo grupo, me-
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diante la creación de sociedades anónimas de inversiones o “hol-


dings” que son los principales accionistas controladores de las
otras empresas. Puede decirse que la estructura de la anónima,
mediante la división de su capital en acciones, fácilmente cedibles,
de su administración, el rol de sus juntas de accionistas, se ha
considerado más adecuada para el desarrollo de negocios aun de
carácter mediano, que no requieren de captaciones del público,
que los otros tipos sociales permitidos por el legislador.
La influencia de la sociedad anónima ha sobrepasado los lími-
tes del Derecho Privado, pues tanto en el país como en el extran-
jero, empresas del Estado o del sector público se han organizado
como sociedades anónimas, no sólo con la finalidad de privatizar-
las posteriormente. También cabe destacar, que empresas del sec-
tor público, que siguen operando como tal adoptan principalmente
en materia de administración el sistema de la sociedad anónima.
También es muy corriente que la inversión extranjera en Chi-
le se canalice mediante la creación de una sociedad anónima chi-
lena, filial de la extranjera que realizó la inversión.
En suma la sociedad anónima en la actualidad, es la forma
jurídica en la cual se estructuran y realizan los negocios de ma-
yor trascendencia y cuantía tanto a nivel nacional como mun-
dial. Su estructura es usada, además, para organizar joint ventures
o acuerdos de colaboración empresaria entre dos o más grupos
económicos o personas, para dividir o controlar empresas de un
mismo grupo o aun para encauzar, en muchas ocasiones el ac-
tuar del Estado e instituciones públicas en actividades empresa-
riales.

400. Carácter mercantil

El art. 2064 del Código Civil y el inciso 2º del art. 1º de la L.S.A.,


señalan que sociedades anónimas son siempre mercantiles aun
cuando se formen para la realización de negocios de carácter civil.
Interesa precisar el alcance de esta norma.
Es indudable que una sociedad anónima, en términos genera-
les, debe ser considerada comerciante para todos los efectos en
que la ley considera tal calidad. Se le aplicarán entonces las obli-
gaciones que para los comerciantes establece el Código de Comer-
cio, la Ley de Quiebras y la legislación tributaria.
¿Todo acto de una sociedad anónima es mercantil?
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Pensamos que no es así. Los comerciantes, no obstante su


calidad de tales pueden realizar actos no comerciales. La misma
situación ocurre tratándose de sociedades que son mercantiles
por su giro, aplicando lo dispuesto en el art. 2059 del Código
Civil, que también pueden realizar actos civiles, pues sigue vigente
el art. 3º del Código de Comercio que determina cuáles son los
actos de comercio. Sin embargo, cabe acotar que están mercantili-
zados los actos de sociedades anónimas, organizadas como empre-
sas que tengan los giros que tratan los Nos 5, 6, 7, 8, 9 y 20 del
art. 3º del Código de Comercio, al igual que si se tratara de cual-
quier otro tipo social.
La circunstancia que la ley le otorgue el carácter mercantil a la
sociedad anónima, no significa que cualesquier acto de ella tenga
tal carácter especialmente cuando la ley exige el ejercicio efectivo
de actos mercantiles, como ocurre en los casos previstos en los
artículos 43 Nº 1 y 52 Nº 1 de la Ley de Quiebras.
Sin embargo, al estar mercantilizada la sociedad anónima, de-
bemos entender comerciales y regidos supletoriamente por las
normas mercantiles, los actos jurídicos internos de la sociedad
como su constitución y modificación, aportes, sesiones de directo-
rio, juntas, etc.

401. Principales clasificaciones

En los números siguientes estudiaremos las siguientes clasificacio-


nes de estas sociedades: generales y especiales; abiertas y cerradas;
matrices, subsidiarias, filiales y coligadas, nacionales o extranjeras;
y sociedades según su giro y sociedades relacionadas, controladas
o controladoras.

402. Sociedades anónimas generales o especiales

Denominamos sociedades anónimas generales aquellas regidas fun-


damentalmente por las disposiciones de la L.S.A. Existen otras
sociedades anónimas regidas preferentemente por determinadas
disposiciones legales. Entre otras sociedades anónimas están los
bancos y sociedades financieras, regidas especialmente por la Ley
General de Bancos, las compañías mencionadas en el art. 126 de
la L.S.A., que lo son las aseguradoras y las reaseguradoras, las
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administradoras de fondos mutuos y las bolsas de valores. Tam-


bién cuentan con reglamentación especial las administradoras de
fondos de pensiones (regidas por el D.L. 3.500), las cámaras de
compensación bursátiles (regidas por la ley 18.045 y ley 19.220),
las sociedades de securitización (ley 18.045), sociedades deposita-
rias de valores (ley 18.876), etc.
Nuestro estudio solo versará sobre las sociedades anónimas
generales. Respecto de las especiales, como característica general
de ellas podemos señalar que las normativas que las rigen son más
estrictas que las que se aplican a la generalidad de las sociedades
pues se consideran que en tales sociedades se encuentra más com-
prometido el interés social.
A estas sociedades especiales, se refieren los arts. 126 a 132 de
la L.S.A. estableciendo algunas normas generales relativas a ellas
como por ejemplo que se rigen supletoriamente por las normas
de las sociedades anónimas abiertas.

403. Sociedades anónimas abiertas y cerradas

Esta clasificación proviene de la legislación norteamericana y era


desconocida en nuestro país hasta la dictación de las leyes 18.045 y
18.046. En el derecho comparado las sociedades anónimas abiertas o
públicas son aquellas que en la expresión del comercialista mexicano
Jorge Barrera están “destinadas a captar la inversión privada por
medio de la oferta pública de títulos valores que ellas emitan”.266
En general, a las sociedades abiertas se les aplican normas más
estrictas que a las cerradas, que tienden a proteger los derechos
del público y del pequeño inversionista.
Se refieren a esta materia el art. 1º de la ley 18.045 sobre
Mercado de Valores, el art. 2 de la L.S.A. y los arts. 1 a 4 del
Reglamento de dicha ley.
De acuerdo con las disposiciones antes señaladas, la regla ge-
neral es la sociedad anónima cerrada. La ley establece los requisi-
tos para considerar una sociedad como abierta. Las demás son
cerradas. No obstante, en ciertos casos la ley hace aplicable a
ciertas sociedades, que pueden ser cerradas, las disposiciones de
la sociedad abierta, por ejemplo aquellas mencionadas en el art. 126
de la L.S.A., por mandato del art. 129 de la misma ley. Además, las
partes pueden someter a las reglas de la sociedad abierta, una
sociedad cerrada, como más adelante lo indicaremos.
LA SOCIEDAD ANONIMA 469

Después de la dictación de la ley 19.705 del 2000 las socieda-


des anónimas abiertas son:
1. Aquellas que tienen 500 o más accionistas.
2. Aquellas, que al menos el 10% de su capital suscrito perte-
nece a un mínimo de 100 accionistas, excluidos los que individual-
mente o a través de otras personas naturales o jurídicas exceden
de dicho porcentaje.
3. Aquellas que se inscriban en el Registro de Valores volunta-
riamente o en cumplimiento de una disposición legal.
Las diferencias con la legislación anterior a la ley 19.705, se
refieren a los números 2 y 3 del artículo 2 de la ley 18.046, recién
transcritos.
Para el cómputo del mínimo del 10%, de acuerdo con la nue-
va norma, no deben ser consideradas accionistas que tengan más
del 10% en forma individual. La ley trata de proteger una multi-
plicidad de pequeños accionistas (100), que tengan una propor-
ción pequeña del capital (no más del 10%). Esta protección el
legislador pretende que no se pierda por la existencia en la misma
sociedad de uno o varios accionistas medianos o grandes con el
10% o más de las acciones.
De otro lado la L.S.A., antes de la dictación de la ley 19.705,
señalaba que eran sociedades abiertas las que hacían oferta
pública de sus acciones. Ahora basta que estén inscritas en el
Registro de Valores, sea voluntariamente o en forma obligato-
ria. De conformidad con lo prescrito en artículo 6 de la ley
18.045 sobre Mercado de Valores, sólo puede hacerse oferta
pública de valores, si éstos y su emisor han sido inscritos en el
Registro de Valores, que lleva la Superintendencia. La sociedad
anónima cerrada que pretenda colocar en el público acciones
o bonos de su emisión, debe primeramente inscribirse ella y los
valores que pretenda colocar, en el Registro de Valores. De
conformidad con las nuevas normas, se le estima abierta desde
el momento que se inscribe; y no desde el tiempo que haga
oferta pública de valores.
El artículo 4º de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores, en-
tiende por oferta pública de valores, la dirigida al público en
general o a ciertos sectores o a grupos específicos de éste. El texto
indicado permite además a la Superintendencia en caso de dudas
determinar, mediante resolución de carácter general, si ciertos
tipos de oferta de valores constituyen oferta pública y además
eximir de algunos de los requisitos establecidos en la ley 18.045, a
470 SOCIEDADES

determinadas ofertas públicas, siempre mediante resolución de


carácter general.
Dicho de otra manera, en general y salvo las ofertas públicas
llamadas OPAS regidas por el Título XXV de la Ley 18.045, agrega-
do a la ley 19.705, la oferta pública (o al público) es el ofrecimiento
para contratar dirigido a persona o personas indeterminadas, que
por regla general por el hecho de formularse no produce vincula-
ción jurídica, como lo señala el art. 105 del Código de Comercio.
Tienen tal carácter pero vinculan al oferente las operaciones en
rueda de Bolsa, las ventas en remates y aquellas precedidas de licita-
ciones públicas. Además, el art. 4º de la ley 18.045, estima, que
existe también oferta pública, no obstante ella se limite a un sector
o grupo y no a la generalidad de las personas, por ejemplo, el
ofrecimiento de suscripción de acciones de una sociedad anónima
educacional a los padres o apoderados de los alumnos, etc., siem-
pre que sean dirigidas a personas indeterminadas. La facultad que
le otorga la ley a la Superintendencia, en caso de duda para deter-
minar si una oferta es pública o no, de acuerdo a normas generales
que dicte, consideramos que es sin perjuicio de la interpretación
que sobre el particular puedan establecer los tribunales, en asuntos
de su competencia.
Nuestra ley considera que son sociedades anónimas abiertas
no solo aquellas que puedan hacer oferta pública de sus acciones
por estar inscritas en el Registro de Valores, sino que también
atiende al número de accionistas para darle tal carácter, en vista
de la mayor protección que la normativa de las abiertas da a los
accionistas minoritarios. Si el número de accionistas es igual o
superior a 500, cualesquiera sea su participación en el capital de la
sociedad es abierta. Si el número de accionistas es inferior a 500,
la ley sólo la estima abierta, si tales accionistas, que no pueden ser
menos de 100 tienen un porcentaje significativo en el capital sus-
crito. Dicho número se fijó en un mínimo del 10% del capital
nominal de la respectiva sociedad.
Los preceptos citados, además permiten a las sociedades cerra-
das, voluntariamente sujetarse a las normas de las sociedades abier-
tas, mediante su inscripción en el Registro de Valores, lo que
deben acordar, como lo señala el art. 20 del Reglamento, en junta
extraordinaria de sus accionistas. Tampoco es óbice, que dicho
acuerdo forme parte de los estatutos y se acuerde en la escritura
de constitución de la sociedad o en alguna reforma.
LA SOCIEDAD ANONIMA 471

404. Cambio de sociedad anónima abierta a cerrada y viceversa

En cuanto a las sociedades anónimas abiertas, debemos examinar


los siguientes casos:
a) Si se trata de una sociedad, que luego de constituida desea
colocar en el público acciones, será menester que acuerde el ca-
rácter de abierta en sus estatutos o en una junta extraordinaria
posterior, y que luego inste a la inscripción de la sociedad y sus
acciones en el Registro de Valores que lleva la Superintendencia,
cumpliendo las disposiciones pertinentes de la ley 18.045. El acuer-
do de la junta es de los quórums ordinarios al no establecer la ley
un quórum especial.
b) El caso inverso. Una sociedad anónima abierta, que colocó
sus acciones en el público, y que voluntariamente acordó someter-
se a las normas de las abiertas, pretende volver, a posteriori al
régimen de sociedad cerrada. Pensamos que solo podría hacerse
tal conversión por acuerdo de la unanimidad de los accionistas,
sin perjuicio de cumplir los trámites de una reforma de estatutos.
La calidad de sociedad abierta otorga a los accionistas según lo
veremos en el curso de este estudio, una serie de importantes
derechos, entre ellos transar la acción en rueda de bolsa, tener
derecho al reparto de un mínimo del 30% de la utilidad, mayor
número de directores, etc. De acuerdo a las reglas generales de
Derecho, la mayoría no puede privar a la minoría de derechos
incorporados a su patrimonio y conforme lo señala el art. 30 de la
L.S.A., los accionistas deben ejercer sus derechos sociales respe-
tando los derechos de la sociedad y de los demás accionistas. Una
mayoría no respetaría los derechos sociales de la minoría, si le
privare de los derechos que al accionista reconoce la ley para las
sociedades abiertas.
Si el acuerdo de ceñirse por las normas de las abiertas es
estatutario, deberá procederse a la reforma de estatutos. Sin em-
bargo, la ley 19.705 agregó como inciso octavo, al artículo segun-
do de la L.S.A., que aquellas sociedades anónimas que dejen de
cumplir las condiciones para ser consideradas abiertas, o que se
hayan inscrito voluntariamente en el registro de valores, continua-
rán afectas a las normas que las rige, mientras la junta extraordi-
naria de accionistas no acordare lo contrario por los dos tercios
de las acciones con derecho a voto. En este caso, el accionista
ausente o disidente tendrá derecho a retiro. Pensamos que pudie-
ra haber base para estimar inconstitucional la disposición recién
472 SOCIEDADES

indicada, en cuanto priva a un accionista, sin mediar expropia-


ción, de los derechos individuales que se incorporaron a su patri-
monio como accionista de una sociedad abierta, que hemos
señalado, no obstante reconocérsele su derecho a retiro.
c) Si una sociedad anónima llega a tener accionistas por el
número a que se refiere el art. 2º inc. 2 de la L.S.A. para conside-
rarla abierta, adquiere tal calidad desde el momento que tal situa-
ción se refleja en el Registro de Accionistas. Deberá inscribirse en
el Registro de Valores que lleva la Superintendencia en el plazo
de 60 días, como lo señala el art. 3 del Reglamento y el inc. 2 del
art. 2 de la ley 18.046.
d) Si se trata del fenómeno inverso del caso anterior o sea que
por un hecho o acto posterior la sociedad deja de tener el núme-
ro de accionistas suficientes para estimarla abierta y no hace ofer-
ta pública de sus acciones, por mientras perdure su inscripción se
le seguirán aplicando las disposiciones pertinentes de la sociedad
abierta, hasta que la sociedad no pida la cancelación y hayan
transcurrido seis meses sin que la sociedad anónima se encuentre
en las situaciones que bastan para calificarla como sociedad abier-
ta. Así lo expresa el inc. 2 del Reglamento de la L.S.A. Como se
trata del cumplimiento de una norma legal, creemos que el órga-
no social que le corresponde acordar la cancelación de la inscrip-
ción es el Directorio de la sociedad.

405. Diferencias fundamentales entre las normas que rigen


una sociedad anónima abierta y una cerrada

Sin perjuicio de lo que se expresará al tratar de las diversas mate-


rias en el curso de esta obra, desde ya consideramos conveniente
esbozar las más importantes diferencias entre ellas, a saber:
a) La sociedad abierta queda sujeta a la fiscalización de la
Superintendencia de Valores y Seguros. También en materia de
fiscalización deben contar con el sistema de auditores externos y
del Comité de Fiscalización lo que no ocurre en la cerrada.
b) La sociedad anónima abierta debe inscribirse en el Re-
gistro de Valores que lleva la Superintendencia. Queda regida,
además de las disposiciones de la L.S.A., por aquellas de la ley
18.045 sobre Mercado de Valores, que establece mayores exi-
gencias en cuanto al deber de la sociedad de dar información
al público, a la Superintendencia y a sus accionistas. Las accio-
LA SOCIEDAD ANONIMA 473

nes de las sociedades anónimas abiertas pueden transarse en


rueda de bolsa.
Las cerradas solo están obligadas a inscribirse en el Registro
especial cuando reúnan algún requisito para estimarla abierta; las
obligaciones de información son menores y sus acciones solo pue-
den rematarse en bolsa, pero no enajenarse en rueda de bolsa.
c) En cuanto a la sociedad abierta sus estatutos no pueden
establecer restricción en cuanto a la obligación de repartir el 30%
de la utilidad anual, ni se permite limitar la libre cesibilidad de sus
acciones, ni tener un directorio de menos de 5 miembros, disposi-
ciones que no rigen respecto de la sociedad cerrada.
d) La ley 19.705 agregó como inciso séptimo del art. 2º de la
Ley de Sociedades Anónimas una facultad de la Superintenden-
cia, que debe ejercer dictando una norma general, de establecer
categorías de sociedades anónimas abiertas para los efectos de la
fiscalización, pudiendo establecer normas y requisitos e informa-
ción simplificados, cuando se trate de sociedades que no hacen
oferta pública de sus valores o que la transacción de los mismos
no sea relevante para el Mercado de Valores, que al momento de
escribirse esta parte del libro no está en nuestro conocimiento.

406. Sociedades matrices y filiales o subsidiarias

Esta materia está tratada en el Título VIII de la L.S.A., arts. 86 a 93


y en los arts. 100 y 101 de su Reglamento.
De acuerdo con dichas normas se considera sociedad filial o
subsidiaria aquella en que una sociedad anónima, denominada
matriz, controla directamente o a través de otra persona natural o
jurídica más del 50% de su capital con derecho a voto o se trata
de una sociedad de personas, más del 50% de su capital o puede
elegir o designar a la mayoría de sus directores o administradores.
Además, se considera filial de una anónima, la en comandita que
haya otorgado a la matriz un poder para dirigir u orientar la
administración del gestor.
Analizando con mayor profundidad los requisitos que estable-
ce la ley para estimar una sociedad como filial, regida por las
disposiciones de la L.S.A. y su reglamento, podemos señalar:
1. La matriz, debe ser una sociedad anónima, que puede ser
abierta o cerrada, nacional o extranjera. Si la matriz no tiene tal
carácter por regla general no se aplican las disposiciones especia-
474 SOCIEDADES

les de la L.S.A. y su reglamento, sobre sociedades matrices, filiales


y coligadas.
2. La filial puede ser una sociedad, con personalidad jurídica
de cualquier tipo, nacional o extranjera.
3. La vinculación entre la matriz y la filial consiste en que la
primera tenga el control de la segunda, en forma directa o indi-
recta, sea que dicho control se ejerza mediante el voto del 50% o
más del capital de la filial o que por cualquiera otra causa o
motivo pueda elegir la mayoría de los administradores.
El texto del art. 86 y de la L.S.A. es claro en cuanto a que el
primer requisito que exige para que una compañía sea considera-
da matriz de otra es que tenga el control de ésta.
El control de una sociedad por otra u otras está tratado en el
Título XV de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores agregado
por la ley 18.660. El art. 97 de la ley 18.045 señala que es controla-
dor de una sociedad toda persona o grupo de personas que me-
diante un acuerdo de actuación conjunta directa o indirectamente
o a través de otras personas naturales o jurídicas participa en una
sociedad sea en su propiedad teniendo la facultad de contar con
la mayoría de votos en las juntas de accionistas, pudiendo elegir la
mayoría de los administradores o influir decisivamente en la admi-
nistración de la sociedad.
Los preceptos en examen reconocen que generalmente tiene el
control de una compañía por acciones el o los dueños del 51% o
más de las acciones. Sin embargo, tal situación no es absoluta. Una
sociedad propietaria del 51% de las acciones de otra puede no ser
su controlador, por ejemplo, en los casos o eventos de quiebra de la
compañía supuestamente filial pues en tal caso la matriz pierde el
control en la administración de los bienes de la supuesta filial que
de alguna manera pasa a la junta de acreedores. También pueden
darse situaciones de pérdida de control de los accionistas directos,
pasado éste a uno de ellos o a terceros por causa de la celebración
de convenios judiciales o extrajudiciales, acuerdos de actuación con-
junta o pactos de accionistas o de la situación de acciones sin dere-
cho a voto. También puede darse el caso que el control sobre el
capital no otorgue una efectiva influencia en la elección de admi-
nistradores y en la dirección de la sociedad. También puede ocurrir
que no haya efectivo control tratándose de sociedades que forman
una cadena (matriz, filial y subsidiarias) y alguna de ellas tiene un
sistema de administración que no depende de la mayoría del capi-
tal, sino que dicha administración se otorga a un tercero.
LA SOCIEDAD ANONIMA 475

O sea, que el primer requisito para que una sociedad pueda


ser considerada filial de otra es que exista un efectivo control de
una por la otra. Ello puede darse cuando existe la facultad por
una o varias personas de asegurar una mayoría en las juntas, y
especialmente en cuanto a la elección de los administradores sea
que provenga dicho control del dominio directo o indirecto de la
mayoría de las acciones de la compañía o por cualquier otra cau-
sa, generalmente un acuerdo llegado en un Pacto de Accionistas u
otro acuerdo de actuación conjunta.
c) El inciso segundo del art. 86 de la ley 18.046 considera filial
de una anónima, a la en comandita cuando a la anónima se le ha
dado un poder para administrar u orientar la administración de la
en comandita.
Sobre filiación entre una sociedad anónima y una en comandita,
debe tenerse presente que el inciso final del art. 97 de la ley 18.045
sobre Mercado de Valores, señala que se entiende por controlador
de una sociedad en comandita por acciones a su gestor. Por otro
lado, la ley señala que toda en comandita es administrada exclusiva-
mente por su gestor o gestores. Consideramos, entonces de que una
en comandita debe considerarse filial de una anónima, cuando esta
última tiene la calidad de gestora de la en comandita y además,
habría que agregar el caso que contempla el inciso segundo del
art. 86 de la ley 18.046 consistente en que la en comandita, mediante
su gestor le haya dado a una anónima un poder sea para administrar
u orientar su administración. Debe recalcarse que, en todo caso, la
ley requiere del otorgamiento de un “poder” para administrar u
orientar la administración, quedando entonces, fuera de la norma los
contratos de asesoría técnica, tendientes a orientar a la administra-
ción de la en comandita, que no contengan alguna clase de poder.

407. Sociedad matriz y coligada

Según lo prescribe el art. 87 de la ley 18.046 sobre sociedades


anónimas “Es sociedad coligada con una sociedad anónima aque-
lla en la que ésta, que se denomina coligante, sin controlarla,
posee directamente o a través de otra persona natural o jurídica el
10% o más de su capital con derecho a voto o del capital, si no se
tratare de una sociedad por acciones, o pueda elegir o designar o
hacer elegir o designar por lo menos un miembro del directorio o
de la administración de la misma”.
476 SOCIEDADES

Nos parece que los problemas de interpretación de estas nor-


mas son similares a los que hemos examinado en el número ante-
rior relativo a las filiales, pues los requisitos establecidos en los
arts. 86 y 87 en cuanto a calificar una sociedad de filial o coligada
presentan semejanzas en algunos puntos. Sin embargo, el porcen-
taje del capital que debe tener una sociedad para ser considerada
coligada es el dominio por otra de un 10% de las acciones o más
no pudiendo superar el 50%, y el número de directores o admi-
nistradores que debe tener la coligante derecho a elegir es al
menos uno, con un máximo paritario que no importe mayoría de
directorio o administradores. Evidentemente no se aplican a las
coligadas el concepto “control” requerido por la ley para que una
sociedad sea considerada matriz de otra.

408. Consecuencias jurídicas que acarrea que una sociedad sea filial o
coligada de una sociedad anónima

Estas consecuencias son las siguientes:


l. Prohibición legal de participación recíproca en sus respectivos capita-
les (art. 88 de la L.S.A.). La norma es amplia. La prohibición abar-
ca a toda clase de matrices y coligantes aunque no tengan el
carácter de anónimas siempre que al menos sea anónima una de
sus filiales y coligadas. Además, la coligación existe también cuan-
do la participación es indirecta o por intermedio o a través de
otras personas naturales o jurídicas.267
La sanción a la infracción de esta norma por regla general es
la nulidad, pues se trata de un acto prohibido por la ley (art. 10
del Código Civil). Sería nulo entonces el acto que origina la parti-
cipación recíproca entre matriz y filial. Si se trata de una participa-
ción que se origina por dos o más actos simultáneos, ambos serían
nulos.
Por excepción, el inc. segundo del art. 88 de la L.S.A. estable-
ce otra sanción distinta a la nulidad. En efecto, en vez de ella
ordena terminar con ciertos casos de participación recíproca en el
plazo de un año. Dichos casos se refieren a participaciones recí-
procas provenientes de “incorporación, fusión”, división o adquisi-
ción del control por una sociedad anónima. Tal participación
recíproca debe constar en las respectivas memorias.
Visualizamos clara la situación de participación recíproca que
puede originar una fusión de sociedad, pues las filiales y coligadas
LA SOCIEDAD ANONIMA 477

de alguna de las sociedades que se fusionan, puede a su vez ser


socia o accionista de más de un 10% de otra de las sociedades que
se fusionan, produciéndose entonces una participación recíproca
con motivo de la fusión.
En cuanto a la “incorporación”, como fenómeno causante de
una inversión recíproca de capitales entre dos sociedades, enten-
demos que el significado que le dio el legislador a dicho término,
para los efectos que estamos tratando, es diverso al de “fusión por
incorporación” tratada en el art. 99 inc. 3 de la misma ley. De otro
modo no tendría sentido la norma, pues la mención de la fusión
como posibilitante de inversiones recíprocas está tratada, precisa-
mente después del término incorporación y la fusión abarca tanto
aquella por creación de una sociedad como la derivada de incor-
poración de una o varias sociedades. Concluimos entonces, que el
legislador se quiso referir en este caso a la incorporación de una
sociedad en otra a título de socio o accionista, sin haber propia-
mente fusión. Serían los casos en que una sociedad aporta a la
otra todo su activo y pasivo, o todos los socios de una sociedad
aportan los derechos de socio a otra compañía, disolviéndose la
primera por confusión de los derechos de socios en la segunda
que queda titular de todo el patrimonio de la primera. Se trataría
de un caso similar en sus efectos a aquel de la fusión que antes
nos hemos referido.
En cuanto a la adquisición del control como fuente de partici-
paciones recíprocas, ella ocurre cuando una sociedad llega a ser
matriz o coligante de otra sociedad por un pacto o acuerdo de
actuación conjunta que le otorga el control o la posibilidad de
elegir administrador de ella, de una sociedad que es accionista de
la nueva controladora.
En relación con la división como fuente de una participación
recíproca, confesamos nuestra impotencia para señalar cómo pue-
de darse en la práctica tal situación, pues por definición de lo que
es una división, los socios de la dividida deben ser los mismos de
la sociedad matriz que derivan. Dicho fenómeno per se no es
susceptible de causar una participación recíproca, pues no hay
mutaciones de activos ni de socios.
Las razones que pueden haber motivado al legislador para
imponer la prohibición de participaciones recíprocas, podría con-
sistir en que mediante ella se crean activos contables, acciones o
derechos de socios que no tienen una realidad efectiva, pues están
económicamente neutralizados por la inversión contraria. De esta
478 SOCIEDADES

manera se desvirtúa el valor real patrimonial de las sociedades


entrecruzadas en su capital. También la existencia de la participa-
ción recíproca puede afectar la radicación justa y efectiva de las
utilidades, sea en una sociedad o en otra, dado que ambas tienen
derecho a utilidad o dividendo en la otra. Esta circunstancia po-
dría tener importancia si la composición de capital es diversa en
las sociedades con participación recíproca pues una mayoría po-
drá acordar la radicación de las utilidades en la sociedad que más
le conviniese. También el fenómeno de las participaciones recí-
procas provoca un acrecentamiento indebido del poder acciona-
rio para la mayoría que aquel que le dan sus propias acciones. En
efecto, teniendo el control de las compañías recíprocamente ac-
cionistas, puede ejercer en su favor los derechos derivados de
acciones cruzadas o recíprocas.268
En los casos anteriores, consideramos que los afectados por
una participación recíproca que la ley dispone debe terminar,
pueden exigir el cumplimiento de esta obligación de quien co-
rresponda y hacer valer la sanción general de perjuicios contem-
plada en el art. 133 de la ley 18.046.
2. Realización de operaciones en condiciones de equidad.
Deben observarse condiciones de equidad, similares a las que
habitualmente prevalecen en el mercado en las operaciones que
pueden realizarse entre una sociedad matriz o coligante con sus
filiales y coligadas y entre éstas entre sí. El art. 89, inc. 1º de la
L.S.A. extiende el alcance de la norma aun cuando la matriz o
coligante no sea anónima. También a las actuaciones de una so-
ciedad abierta con miembros de su grupo empresarial y con per-
sonas relacionadas y a los actos de la sociedad con sus directores.
Al tratar más adelante dicho último punto nos referiremos al al-
cance de qué se entiende por condiciones de equidad similares a
las que habitualmente prevalecen en el mercado.
La norma en examen tiende a proteger los intereses de las
minorías, aquel de los acreedores sociales y también del público
en general.
Los actos inequitativos generalmente son bilaterales y pueden
favorecer a una de las partes relacionadas traspasando caudales de
un contratante a otro que pueden causar daño a la sociedad y los
accionistas de la sociedad perjudicada por el acto. Una mayoría,
de esta manera puede disminuir la parte de las utilidades de la
minoría y acrecentar ilegítimamente la propia.
Además por la vía de traspasar bienes en precios que no co-
LA SOCIEDAD ANONIMA 479

rrespondan a aquellos de mercado, pueden transferirse bienes


entre empresas o personas relacionadas, una en peligro de insol-
vencia o quiebra a otra sin pasivo, lo que puede perjudicar a los
acreedores de la sociedad afectada con el acto.
Por último los actos cuyos precios y condiciones no se ajustan
a aquellos del mercado y que favorecen a una sociedad en benefi-
cio de la otra al tener efectos patrimoniales, enturbian la transfe-
rencia de los estados financieros que sirven de base a las inversiones
del público.
La sanción establecida por la ley en caso de infracción a las
normas en estudio solo es la responsabilidad solidaria de los admi-
nistradores de las sociedades participantes en los actos perjudicia-
les. Se aplica esta sanción civil solo al caso de daños a la sociedad
que administra. Dichos daños solo los puede cobrar la sociedad
perjudicada y sus socios o accionistas y no terceros, a diferencia de
la norma general establecida en el art. 133 de la L.S.A. que obliga a
aquel que infrinja las disposiciones de la L.S.A., su reglamento,
estatuto o norma de la Superintendencia, ocasionando daño a in-
demnizarlo, cualquiera sea el perjudicado y en aquella del inciso
final del art. 44, que otorga también derecho a terceros. Podrían
actos o contratos realizados entre empresas o personas relaciona-
das, con precios o condiciones excepcionales causar perjuicios a
terceros acreedores y al Fisco; pero éstos solo contarían con las
acciones del derecho común para la defensa de sus intereses.
3. Normas relativas a memorias, balances y dividendos.
El art. 96 de la L.S.A., en su inciso primero, impone a las
sociedades matrices y coligantes señalar en su memoria anual, en
forma expresa sus inversiones en coligadas y filiales, las modifica-
ciones ocurridas en ellas durante el ejercicio, debiendo dar a co-
nocer a los accionistas, los balances de dichas empresas y una
mención explicativa de sus negocios.
El artículo 100 del Reglamento se preocupa de detallar el
contenido de esta obligación.
En los libros de contabilidad y balances de toda sociedad,
deben figurar sus inversiones en otras sociedades, pero en ellos
pueden aparecer globalizadas. El legislador, para mayor informa-
ción de las minorías exige que la información sobre las filiales y
coligadas se explicite, pues se dan casos en que los negocios de
filiales y coligadas tienen importancia fundamental, a veces mayor
que los propios negocios de la matriz. Ello ocurre necesariamente
en las sociedades de inversiones y en aquellas llamadas “holding”
480 SOCIEDADES

cuya misión es precisamente actuar de controladora de las socie-


dades que forman un grupo empresarial.
El inc. 2 del art. 90 de la L.S.A. obliga a la sociedad matriz a
confeccionar su balance anual en forma consolidada con sus filia-
les. El art. 10 del Reglamento en sus incisos primero y segundo
establece normas que tienden a facilitar la confección de tal balan-
ce consolidado. Un balance consolidado de dos o más sociedades o
empresas o negocios, significa que forma un solo todo con las parti-
das de activo y pasivo de las respectivas sociedades. Este sistema es
muy ilustrativo para apreciar la situación económica global del gru-
po que forman una matriz y sus filiales. Sin embargo, la manera
absoluta como la ley consagró la obligación en comento nos mere-
ce crítica, pues induce a error en cuanto a la situación legal tanto
de la matriz como de las filiales. En efecto, nuestra ley, a diferencia
de otras, no establece responsabilidad de las matrices por las deu-
das de sus filiales, ni a éstas de aquellas de sus matrices. El balance
consolidado de la matriz y filiales como balance oficial, distorsiona
la realidad jurídica, pues hace aparecer activos respondiendo de
pasivos que legalmente no corresponden. Afirmamos que mientras
no exista la responsabilidad legal que comentamos entre matrices y
filiales, cada sociedad debiera tener su propio balance, sin perjuicio
de practicarse balances consolidados para mejor información o para
ciertos efectos especiales como la acumulación de utilidades y pér-
didas para el reparto de dividendos o absorción de pérdidas.
La parte final del inciso segundo del art. 90 de la L.S.A. pres-
cribe para el cálculo del dividendo mínimo establecido en el art. 29
de la ley, que deben considerarse las utilidades de las filiales.
Por su parte, el inciso final del art. 101 del Reglamento pres-
cribe, que no obstante estar la matriz autorizada por la Superin-
tendencia para no hacer balances consolidados con determinadas
filiales, ello no releva a la matriz de su obligación de pagar sus
dividendos considerando sus utilidades y la de las filiales.
En primer lugar cabe considerar que al hacer referencia el
inciso segundo del art. 90 de la L.S.A., al art. 79 de la misma ley, la
obligación en comento se aplica a las sociedades abiertas en pleni-
tud respecto del 30% de la utilidad. A las cerradas solo les afecta-
rán con respecto al porcentaje de la utilidad que deben repartir
de conformidad con sus estatutos y si ellos nada expresan será el
30% de la utilidad.
La norma en estudio obliga a la matriz a procurar que la filial
reparta efectivamente las utilidades que le corresponda repartir a
LA SOCIEDAD ANONIMA 481

sus accionistas, so pena de tener que pagarles con sus fondos


propios.
La finalidad de estas normas descansa, indudablemente en el
propósito legal de hacer efectiva entera y cabalmente el derecho
del accionista a un dividendo real. Sin embargo, podría el grupo
dar dividendos ficticios considerados como una unidad los resulta-
dos de las diversas sociedades que lo componen por la falta de
normativa expresa sobre acumulación de pérdidas de las diversas
sociedades relacionadas que se obvia parcialmente con la obliga-
ción de balances consolidados.
4. Normas sobre valorización de inversiones.
El artículo 91 de la L.S.A. expresa:
“Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo anterior, la Super-
intendencia podrá establecer normas sobre las materias a que di-
cho artículo se refiere, aplicables a las sociedades sometidas a su
control, especialmente respecto de la valorización de las inversio-
nes”. El artículo anterior se refiere a inversiones de sociedades
matrices en filiales y coligadas.
Por su parte, el inciso tercero del art. 4 del D.L. 3.538 del año
1980 Orgánico de la Superintendencia de Valores y Seguros dentro
de las facultades generales del organismo contralor le permite orde-
nar a los entes fiscalizados por ella que rectifiquen o corrijan el
valor en que se encuentran contabilizadas determinadas partidas de
la contabilidad cuando establezca que dicho valor no corresponde
al real o no se atengan a las normas contables establecidas por la
Superintendencia, para las sociedades anónimas sujetas a su fiscali-
zación en ausencia de un principio contable nacional. Establece la
norma en examen un procedimiento especial de reclamo.
Cabe preguntarse si la Superintendencia al establecer normas
contables de inversión en filiales y coligadas, especialmente en
cuanto a valorización de las inversiones tanto en la matriz y coli-
gante como de las filiales y coligadas debe ajustarse a lo prescrito
en el artículo citado del D.L. 3.538, esto es, que solo puede ejercer
la facultad de hacer variar la contabilización de partidas del activo
cuando la Superintendencia acredite que el valor de las inversio-
nes no corresponde a la realidad o infringe normas generales
contables establecidas por el organismo controlador. Pareciera que
los dos preceptos deben interpretarse armónicamente. Por ende,
el ejercicio de la facultad de la Superintendencia de valorar inver-
siones determinadas (en filiales y coligadas) también está sujeta a
las normas de su ley orgánica. Evidentemente no existe tal limita-
482 SOCIEDADES

ción, si la Superintendencia se limita a dar normas generales so-


bre inversiones en filiales y coligadas. Debe además, considerarse
que el texto actual del art. 4 inc. 3 del D.L. 3.538 fue fijado por la
ley 18.660 del año 1987, posterior a la L.S.A.
En la actualidad no tiene mayor importancia si se aplica o no
en un caso concreto la disposición del art. 4 Nº 3 del D.L. 3.538,
para los efectos de determinar si el afectado tiene derecho a
reclamo, pues de acuerdo con lo establecido el Título V del D.L.
3.538 que agregó el art. 53 de la Ley 18.876 es reclamable de
ilegalidad todo acto administrativo de la Superintendencia de
Valores y Seguros.
5. Los directores de la sociedad matriz y las filiales.
Los arts. 92 y 93 de la L.S.A. tratan algunos temas relativos a
las relaciones entre los directores de una sociedad matriz en la
filial correspondiente. El primero de los preceptos legales citados
permite al director de una sociedad matriz asistir a las reuniones
del directorio de la sociedad filial o de los administradores, si la
sociedad no es anónima y no está administrada por un órgano
colegiado, solo con derecho a voz. Evidentemente que la respon-
sabilidad de la administración recae en los órganos que la ley o el
estatuto señalan para la sociedad filial. Además, la ley faculta a
tales directores para informarse de los libros y antecedentes de la
sociedad filial. O sea, tiene derecho a la información de los nego-
cios de la filial. Si ésta es una anónima deberá requerirlos del
Gerente, que es el órgano social al cual la ley le confiere tal fun-
ción respecto de los directores de la respectiva sociedad, como lo
señala el art. 39, inc. 2 de la L.S.A. disposición que creemos aplica-
ble también al requerimiento de información por directores de la
matriz.
El art. 93 de la L.S.A. respecto de las operaciones que tienen
interés directores de la sociedad matriz y demás personas men-
cionadas en el art. 44 de la ley, con la filial hacen aplicables las
reglas que exigen la autorización previa dada por el directorio al
respectivo acto o contrato y que éste se celebre en condiciones
de equidad y de mercado. Además, establece reglas especiales
sobre responsabilidad en caso de infracción de estas normas,
que hemos visto en el Nº 2 que precede y que trataremos con
mayor extensión al tratar de la administración de la sociedad
anónima.
LA SOCIEDAD ANONIMA 483

409. Sociedades anónimas nacionales o extranjeras

El título XI, arts. 121 a 124 de la L.S.A. contempla una reglamen-


tación sobre las agencias de sociedades anónimas extranjeras, que
se establezcan en Chile.
Básicamente, la normativa de los preceptos citados, prescribe
que si una sociedad anónima extranjera pretende “constituir agen-
cia en Chile” debe cumplir con varios requisitos formales de regis-
tro y publicación de sus antecedentes sociales y poderes y otros
antecedentes que permitan a dicha sociedad celebrar operaciones
sociales y ser emplazada en Chile, los que no trataremos en deta-
lle, por parecernos que su sentido aparece claro de la lectura de
los preceptos legales citados.
Los problemas de fondo de importancia que presentan las
normas en examen, a nuestro entender, se refieren a determinar
qué se entiende para estos efectos como sociedad anónima ex-
tranjera y qué alcance debe darse al precepto que dispone que la
sociedad foránea debe cumplir con ciertos requisitos formales si
constituye agencia en Chile, a los cuales nos abocaremos a conti-
nuación.
Debemos recordar que sobre la materia que nos ocupa la le-
gislación anterior a la actual L.S.A. lo eran el art. 468 del Código
de Comercio y los arts. 120 a 127 del antiguo texto del D.F.L. 251
del año 1931. Dichas disposiciones disponían que era necesaria la
autorización del Presidente de la República para la apertura por
sociedades anónimas extranjeras, de agencias en Chile. Sin em-
bargo, dichas normas no precisaban qué se entiende por sociedad
anónima extranjera y sobre qué significa constituir o establecer
agencia en Chile. Son ambiguas sobre estos particulares tanto la
antigua como la nueva legislación. Lo anterior nos permite invo-
car jurisprudencia y opiniones que se dieron respecto de la legisla-
ción anterior para explicar el alcance de la actual.
Sobre el concepto para estos efectos de sociedad extranjera
autores se inclinan por alguna de las tesis que se discuten en el
Derecho Internacional Privado sobre la nacionalidad de las socie-
dades.269 Sin embargo, nos parece que para interpretar la norma
en comento para los efectos que lo precisamos no es necesario
entrar en tales honduras. El propósito de la norma en exégesis
tiende indudablemente a la protección de los intereses de terce-
ros que pueden contratar con la sociedad en Chile. Se persigue
que estos terceros tengan certidumbre sobre “el corpore” de una
484 SOCIEDADES

sociedad no constituida en el país y que por ende no tiene regis-


trados en el país sus estatutos. Por ello, nos parece que para los
efectos que estamos examinando debe estimarse como sociedad
anónima extranjera aquella que no está inscrita en los Registros
de Comercio de Chile, que lo son, generalmente las no constitui-
das ni domiciliadas en Chile.
En atención a que nuestra legislación respeta las personas jurí-
dicas constituidas en el extranjero y que por tal razón ellas pue-
den celebrar actos y contratos en Chile y sobre bienes situados en
el país, entendemos que las exigencias legales en comento se apli-
can a una sociedad anónima extranjera que abre una oficina o
sucursal en Chile, con caracteres de permanencia, para realizar
operaciones en el país. Entendemos que no están afectadas por la
norma oficinas de representación comercial tendientes a colocar
pedidos al extranjero y la designación de agentes, distribuidores y
representantes comerciales.270
Debe acotarse que es muy corriente que sociedades extranje-
ras operen en Chile mediante sociedades constituidas en Chile,
en que la sociedad extranjera es socia o accionista. La Superinten-
dencia de Sociedades Anónimas, en su tiempo estimó que ello no
era constitutivo de una agencia en Chile, sino de una mera inver-
sión permitida.271

410. Sociedades relacionadas, controladas y controladoras

Las sociedades anónimas quedan sujetas a la normativa de los arts.


96 a 101 de la ley 18.045, sobre Mercado de Valores que tratan de
los tópicos señalados en el título XV y que nosotros hemos tratado
en el Nº 57 que precede, en relación con “grupos empresariales”.

NOTAS DEL TITULO I DEL CAPITULO X

253. En adelante a la ley 18.046 sobre Sociedades Anónimas, la citaremos con la


sigla “L.S.A.”
254. Ver supra Nos 44 y 53.
255. Ver art. 430 del antiguo Código de Comercio, hoy derogado.
256. Ver art. 83 del antiguo texto del D.F.L. 251.
257. Arts. 437 y siguientes del Código de Comercio, hoy derogado.
LA SOCIEDAD ANONIMA 485

258. El art. 73 de la ley francesa de 24 de Junio de 1966, expresa “La Société


anonyme est la société dont le capital est divise en actions et qui est
constituée entre des associes qui ne supportent les perts qu’á concurrence
de leurs apports. Le nombre des associes ne peu être inferieur a sept”
(Traducción libre: la sociedad anónima es aquella en que su capital está
dividido en acciones y que está constituida por asociados que no soportan
las pérdidas sino con sus aportes. El número de los asociados no puede
ser inferior a siete).
El art. 1º de la ley española de 17 de Julio 1951, señala: “En la sociedad
anónima, el capital que estará dividido en acciones, se integrará por las
aportaciones de los socios quienes no responderán personalmente de las
deudas sociales”. El art. 163 de la ley 19.550 sobre sociedades anónimas y el
art. 170 de la ley 16.123 ley del Perú sobre sociedades mercantiles también
hacen referencia a estos dos factores. El art. 1º de la ley alemana sobre socie-
dades (Aktiengesetz) la define como una sociedad con personalidad jurídica
propia, cuyos socios participan en el capital, dividido en acciones, con apor-
tes y no responden personalmente por las obligaciones de la sociedad”.
259. El art. 273 del Código de Comercio Colombiano hace referencia en el
concepto de sociedad anónima “a gestores temporales y revocables”. Tam-
bién resalta como característica de la sociedad anónima, la administración
de ella por un directorio elegido por las juntas de accionistas; Ascarelli, ob.
cit., pág. 248; Manuel Vargas, ob. cit., pág. 36; Jorge Barrera, Instituciones de
Derecho Mercantil, pág. 399; Thaller, ob. cit, Nº 385, pág. 240.
260. Ver Julius von Gierke, ob. cit., tomo I, págs. 436 y siguientes y Felipe del
Solá Cañizares, ob. cit., tomo 3, pág. 408.
261. Se refieren al nombre como distintivo de la razón social en la sociedad
anónima; Bolaffio, Derecho Mercantil, Nos 111, 112, pág. 80; Vivante, ob. cit.,
tomo II, Nº 412, pág. 158; y Lyon Caen et Renault, ob. cit., tomo II, Nº 679,
pág. 483.
262. Ripert, ob. cit., tomo II, Nº 908, págs. 229 y siguientes, y Garrigues, ob. cit.,
tomo II, pág. 116.
263. Se refieren a la libre cesibilidad de las acciones. Solá Cañizares, tomo 3,
pág. 329, y Vargas, ob. cit., pág. 36. A la participación en los derechos
sociales por el capital, Garrigues, ob. cit., tomo II, pág. 155. A la captación
de dineros del público; Barrera, ob. cit., pág. 398, y a los estatutos, Von
Gierke, ob. cit., tomo I, pág. 404.
264. Tratan sobre el carácter de sociedad de capital de la anónima, Lyon Caen
et Renault, ob. cit., tomo I, Nº 679, pág. 450; Garrigues, ob. cit., tomo II,
pág. 114; Ripert, ob. cit., tomo II, Nº 879, pág. 210.
265. Se refieren a la anónima como una sociedad por acciones, Lyon, Caen et
Renault, ob. cit., tomo II, Nº 679 bis, pág. 484; Garrigues, ob. cit., tomo II,
pág. 115; Vivante, ob. cit., tomo II, Nº 414, pág. 159; Barrera, ob. cit., pág.
398, y Ripert, ídem cita Nº 256; Francesco Galgano, Derecho Comercial, volu-
men II, pág. 205; Guyenot, ob. cit., tomo I, Nº 207, pág. 507. Ripert et
Roblot, ob. cit., tomo I, Nº 99, págs. 383 y siguientes.
266. Jorge Barrera Graff, ob. cit., pág. 407.
267. Sobre participación indirecta, ver supra Nº 406.
268. La actual ley francesa de 24 de Julio de 1966 en sus arts. 358 y siguientes, no
solo prohíbe las participaciones recíprocas, sino que prohíbe que toda so-
ciedad por acciones adquiera o sea socia de cualesquier otra sociedad en
486 SOCIEDADES

más de un 10% del capital de la otra; lo que es revelador de la inquietud


que causa la inversión de sociedades en sociedades.
269. Arturo Davis en su obra Sociedades Anónimas, tomo III, Nº 145, pág. 169,
expone diversas teorías pero no se pronuncia por ninguna. Sin embargo,
rechaza aquella del lugar donde se hubiere constituido la sociedad; Sergio
Sepúlveda Garcés, Organización y constitución de las Sociedades Anónimas, pág.
93, se pronuncia por la teoría del domicilio para calificar de nacional o
extranjera una sociedad. Nosotros, ver Nº 105, nos pronunciamos a favor
del lugar de constitución.
270. Sobre el particular puede consultarse: Corte Suprema, 28 de Enero de
1970, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 67, sec. 1ª, pág. 135.
271. Oficio 1841, de 7 de Abril de 1960, publicado en la obra de Rafael Cañas
Lastarria y otros, La sociedad Anónima en Chile, Nº 321, pág. 426.
LA SOCIEDAD ANONIMA 487
TITULO II

CONSTITUCION LEGAL Y MODIFICACION

411. Reseña histórica. 412. Plan de desarrollo. 413. La escritura pública de cons-
titución. 414. Las formalidades de publicidad. Inscripción y publicación. 415.
Solemnidades de las modificaciones. 416. Momento en que producen sus efectos
las escrituras de constitución y modificación de la sociedad. 417. El estatuto
social. 418. Obligatoriedad del estatuto social. 419. Los pactos de accionistas.

411. Reseña histórica

Las sociedades por acciones nacieron a la vida jurídica como so-


ciedades solemnes. Además requerían autorización gubernativa
especial. En el Código de Comercio de Napoleón, se mantuvo la
necesidad de tal autorización respecto de las anónimas y se libera-
lizó de tal trámite a las en comandita por acciones.
En nuestro país, tanto en la ley de 8 de Noviembre de 1854,
como el Código de Comercio, se exigía como solemnidades de la
sociedad anónima escritura pública, inscripción en el Registro de
Comercio, y otros trámites de publicidad.272 Adicionalmente, se
requería la dictación de dos decretos del Presidente de la Repúbli-
ca, el de autorización de existencia y aquel sobre declaración de
estar la sociedad legalmente instalada, que permitía el funciona-
miento de la sociedad.
El decreto de la autorización de existencia posibilitaba a los
fundadores para colocar el resto del capital accionario no suscrito
en la escritura en el público. Cuando se cumplía con el mínimo
de suscripción y pago establecido en el decreto de autorización de
existencia como necesario para funcionar, se debía decretar por
el Presidente de la República la declaración de estar la sociedad
legalmente instalada. Recién en dicha época podía la sociedad
anónima operar en su giro. El Presidente estaba facultado para
negar lugar a la autorización de existencia de la sociedad por
motivos de carácter económicos de protección del público inver-
sor. Era causal de rechazo la estimación presidencial de no ser
viable la sociedad; “no estar suficientemente asegurada”, la realiza-
ción del objeto social o que el capital no era proporcionado a la
magnitud de la empresa o que el régimen de la sociedad no ofre-
ce a los accionistas garantías de buena administración, no ser
efectivo el capital, o porque los medios establecidos en la escritura
para vigilar las operaciones de los gerentes o el derecho a conocer
el empleo de los fondos sociales no eran eficaces. Además, se

487
488 SOCIEDADES

requería, antes del otorgamiento de la autorización de existencia,


la suscripción de al menos un tercio de las acciones y la realiza-
ción de una junta de suscriptores, aprobatoria de los estatutos.273
El D.F.L. 251 del año 1931, a los trámites indicados agregó
otros, previo a la escritura de estatutos se debía presentar a la
Superintendencia un prospecto que se registraba en dicho institu-
to. En el prospecto se debía indicar las principales características
de la sociedad y del negocio que pretendía realizar. En la práctica
la Superintendencia de Sociedades Anónimas llegó a exigir estu-
dios sobre factibilidad del negocio, o sea, se acentuó el control
estatal de la sociedad anónima, que no se limitaba a fiscalizar su
actuar en cuanto a ajustarse a la normativa vigente y a la transpa-
rencia de sus negocios, sino que pretendía proteger al público
inversor mediante un tutelaje estatal sobre aspectos de la conve-
niencia y relativo a los riesgos del negocio a que se dedicaría la
sociedad anónima.
La ley 6.156 del año 1938 reemplazó los complicados trámites
de publicidad establecidos en la legislación anterior, por una pu-
blicación en el Diario Oficial. También suprimió las formalidades
especiales en caso de aperturas de casas de comercio o sociedades,
a más de la matriz, exigiéndose solo la inscripción del extracto en
el Registro de Comercio del domicilio social.
La ley 17.308 del año 1970 en cuanto a trámites relativos a
sociedades anónimas reemplazó las actuaciones por decreto del
Presidente de la República, en los trámites de existencia y declara-
ción de legalmente instalada y reformas de estatutos por resolu-
ciones del Superintendente de Sociedades Anónimas.
Por último, la L.S.A. actual suprimió la intervención estatal en
la creación y modificación de sociedades anónimas, la cual solo
quedó para ciertas sociedades anónimas especiales tales como ban-
cos, administradoras de fondos de pensiones y otras.
A título de formalidades en la constitución de una sociedad
anónima, en la actualidad solo se exige la escritura pública, la
inscripción de su extracto en el Registro de Comercio del domici-
lio social y su publicación en el Diario Oficial todo dentro del
plazo de 60 días contados desde la escritura social, como lo seña-
lan los arts. 3 a 5 de la L.S.A.
Puede apreciarse que la actual ley, a diferencia de la legisla-
ción anterior no contempla un sistema que facilite la constitución
sucesiva de la sociedad anónima. Estos sistemas parten del supues-
to que en una primera etapa los organizadores, si bien no están
LA SOCIEDAD ANONIMA 489

facultados para operar el giro social, pueden captar dineros del


público y en una 2ª etapa, cuando se ha cumplido el mínimo de
capital, la sociedad puede operar libremente. Por el contrario, la
ley 18.045, sobre Mercado de Valores publicada conjuntamente
con la L.S.A. contempla la prohibición de colocar acciones en el
público sin previa inscripción de la sociedad y las acciones a colo-
carse en los Registros de Valores que lleva la Superintendencia de
Valores y Seguros. Pues ¿qué cabe hacer en Chile para colocar en
el público acciones de una sociedad anónima nueva? Sencillamen-
te, como la ley no exige mínimo de capital, deberá constituirse
legalmente la compañía con un capital pequeño y luego hacer el
aumento de capital y las inscripciones de rigor para colocar éste
en el público.

412. Plan de desarrollo

Las menciones de la escritura y del extracto, en general, se refie-


ren a materias que trataremos más latamente en el curso de esta
obra. Por ende, no nos corresponde desarrollarlas en esta oportu-
nidad. Por ahora, nos limitaremos a señalar cuáles menciones y en
qué medida tienen el carácter de formalidades, si ellas están supli-
das por la ley o son meramente accidentales. Terminamos el título
con estudios generales sobre la materia propia de los estatutos y
de los pactos de accionistas.

413. La escritura pública de constitución

El art. 4º de la L.S.A. dispone:


“La escritura de la sociedad debe expresar:
1. El nombre, profesión y domicilio de los accionistas que
concurran a su otorgamiento;
2. El nombre y domicilio de la sociedad;
3. La enunciación del o de los objetos específicos de la socie-
dad;
4. La duración de la sociedad, la cual podrá ser indefinida y, si
nada se dice, tendrá este carácter;
5. El capital de la sociedad, el número de acciones en que es
dividido con indicación de sus series y privilegios si los hubiere y si
las acciones tienen o no valor nominal, la forma y plazos en que
490 SOCIEDADES

los accionistas deben pagar su aporte, y la indicación y valoriza-


ción de todo aporte que no consista en dinero;
6. La organización y modalidades de la administración social y
de su fiscalización por los accionistas;
7. La fecha en que debe cerrarse el ejercicio y confeccionarse
el balance y la época en que debe celebrarse la Junta Ordinaria de
accionistas;
8. La forma de distribución de las utilidades;
9. La forma en que debe hacerse la liquidación;
10. La naturaleza del arbitraje a que deberán ser sometidas las
diferencias que ocurran entre los accionistas en su calidad de
tales, o entre éstos y la sociedad o sus administradores, sea duran-
te la vigencia de la sociedad o durante su liquidación. Si nada se
dijere, se entenderá que las diferencias serán sometidas a la reso-
lución de un árbitro arbitrador;
11. La designación de los integrantes del directorio provisorio;
y de los auditores externos o de los inspectores de cuenta en su
caso, que deban fiscalizar el primer ejercicio social;
12. Los demás pactos que acordaren los accionistas. “Las men-
ciones de los números 1, 2 en cuanto al nombre, 3 y 5 referente al
monto del capital y número de acciones tienen el carácter de
formalidades y no están suplidas por la ley.” Mal podría la ley
establecer normas supletorias, sobre esas materias pues en los ca-
sos mencionados se trata de menciones que por su naturaleza
constituyen las condiciones particulares de la sociedad, que nece-
sariamente deben indicarse por los accionistas fundadores. En
efecto, la ley no puede inventar quiénes son los socios fundadores,
el nombre de la sociedad y su giro.
Si falta la designación del domicilio social, de acuerdo con lo
prescrito en el art. 5 A de la L.S.A. agregado por la ley 19.499, la
sociedad se entenderá domiciliada en el lugar de otorgamiento de
la escritura de constitución.
El Nº 5 referente al capital y acciones también puede conside-
rarse una mención formalidad, en cuanto al monto del capital, el
número de acciones y la forma y plazos para su entero. No tiene
tal carácter en cuanto a acciones de pago, la indicación de la
forma de realizarlo, pues el inciso segundo del art. 15 de la L.S.A.,
prescribe que a falta de una norma de los estatutos sobre el parti-
cular las acciones deben enterarse en dinero efectivo. Tampoco
tiene el carácter de formalidad la indicación de series privilegia-
das, pues si ellas no se estipulan o no se establecen dos o más
LA SOCIEDAD ANONIMA 491

series de acciones y su preferencia, ellas no existen. En cuanto a la


valorización de los aportes no consistentes en dinero tal valoriza-
ción deberá contenerse en la escritura de constitución de una
anónima, si en ella se estipularen tal clase de aportes.
Por su parte el art. 16 de la misma ley establece para los apor-
tes no enterados un sistema de reajustabilidad según U.F., que
entendemos se aplica a falta de norma al respecto de los estatutos,
pues los fundadores están expresamente autorizados para señalar
en el estatuto la forma de enterar los aportes. Por ello entende-
mos que pueden estipular un sistema de reajuste distinto al indi-
cado por la ley o no establecer ninguno.
En cuanto a la duración de la compañía, el propio Nº 4 del
precepto en examen señala la norma supletoria. La sociedad se
entiende indefinida.
Sobre normas estatutarias relativas a la administración y la
fiscalización de estos por los accionistas tratadas en el Nº 6 de la
disposición en estudio, existen disposiciones supletorias en los
arts. 31 y 51 de la L.S.A. que desarrollaremos al tratar de la
administración y fiscalización, más adelante. Por ahora, cabe se-
ñalar en cuanto a administración, que si se trata de una sociedad
abierta, a falta de norma estatutaria ella estará administrada por
un directorio de 5 miembros que duran un año en sus funciones
salvo si tuviera un patrimonio bursátil igual o superior a 1.500.000
U.F. en que el número de directores es siete. Si la sociedad es
cerrada, el directorio tiene igual duración, pero se compone de
tres miembros.
Si nada se expresa sobre si la sociedad es cerrada o no, no
existe norma estatutaria al respecto, ni se trata de un caso en que
la ley califica a la sociedad como abierta, habrá que estimarla
cerrada, pues el art. 2º, de la L.S.A. establece que por regla gene-
ral las anónimas son cerradas.
En cuanto a la fecha de cierre o término del ejercicio, a que se
refiere el Nº 7 de la norma en comento, ella está suplida por el
art. 74 de la L.S.A. que prescribe como obligación de toda anóni-
ma confeccionar el balance anual al 31 de Diciembre de cada año.
Sobre la época que debe celebrarse junta ordinaria, el Nº 7 de
la disposición en comento y además el art. 55, inc. 2 de la misma
ley, prescriben que debe fijarse en los estatutos. Adicionalmente,
el art. 58 Nº 1 de la L.S.A. ordena perentoriamente al directorio
de la sociedad citar a esta clase de junta dentro del cuatrimestre
siguiente a la fecha del balance. Al igual que el caso anteriormen-
492 SOCIEDADES

te analizado consideramos que la norma de orden público con-


templada en el art. 58 Nº 1 de la L.S.A. no sólo puede ser conside-
rada supletoria de los estatutos, sino que es obligación citar a tal
junta en la oportunidad legal, no obstante que los estatutos esta-
blezcan otra oportunidad para realizarlas.
El Nº 8 del art. 4 de la L.S.A., señala como una de las mencio-
nes que la escritura de constitución de una sociedad anónima
debe expresar, lo siguiente: “la forma de distribución de las utili-
dades”. Nos parece que esta mención está suplida por la ley aten-
dido a lo que señalan entre otros los arts. 11, 56 Nº 2, Nº 10 y 79
de la L.S.A. Más aún algunas normas contenidas en los preceptos
citados que son de orden público, que los estatutos no pueden
abrogar, como lo veremos oportunamente.
La forma en que debe realizarse la liquidación de la compañía
está contemplada como mención de la escritura en el Nº 9 del
precepto en comento. La L.S.A. regula tal situación en sus arts.
109 y siguientes, existiendo al igual que el caso anterior múltiples
disposiciones de orden público que los estatutos deben respetar.
Se refiere al arbitraje de controversias sociales, como materias
posibles de ser tratadas en los estatutos, el Nº 10 de la disposición
en estudio. El alcance de ellas lo veremos más adelante. Por ahora
baste con afirmar que no se trata de una mención formalidad, ya
que existen disposiciones supletorias de los estatutos en esta mate-
ria, contenidas en Nº 4 del art. 227 del Código Orgánico de Tribu-
nales, y en el art. 125 de la L.S.A.
El Nº 12 del art. 4 de la L.S.A., permite que la escritura de
constitución de una anónima, se contengan “los demás pactos que
acordaron los accionistas” Evidentemente que se trata del recono-
cimiento por parte del legislador de la libertad contractual que
permite a las partes establecer normas sociales en materias no tra-
tadas por el legislador y aun en aquellas reguladas por la ley en
preceptos que no tengan el carácter de orden o derecho público,
no abrogables por convención. Se trata, entonces, de la situación
de las llamadas “cláusulas accidentales” que en general no están
suplidas por la ley. Queda, entonces, como problemas a dilucidar
los relativos a la materia que pueden contener estas cláusulas. Evi-
dentemente que las materias de cláusulas insertas en la constitu-
ción o reforma de una sociedad deben tener relación directa con
el contrato de sociedad y no con vinculaciones que pueden existir,
por otras causas jurídicas entre la sociedad y sus accionistas. Si
llegaran a incluirse como cláusulas accidentales de una sociedad,
LA SOCIEDAD ANONIMA 493

estipulaciones entre los socios o entre ellos y la sociedad derivadas


de causas diversas de la sociedad, por ejemplo un sistema sobre
préstamos o relaciones de prestación de servicios de la sociedad
con los accionistas, se trataría de la situación muy usual que en un
mismo instrumento, se contienen dos o más contratos jurídica-
mente independientes. En tal evento esas cláusulas no sería verda-
deras cláusulas estatutarias. Sin embargo, aun considerando la
exclusión de asuntos ajenos a la sociedad como materia de cláusu-
las accidentales en una sociedad anónima persiste la problemática
de determinar cuál es el campo propio de estipulaciones estatuta-
rias y cuáles serían materia de convenciones entre los accionistas. A
tales puntos nos referiremos más adelante al tratar sobre el estatu-
to social y los pactos de accionistas.

414. Las formalidades de publicidad. Inscripción y publicación

El art. 5º de la L.S.A., en sus primeros incisos expresa:


“Un extracto de la escritura social, autorizado por el notario
respectivo deberá inscribirse en el Registro de Comercio corres-
pondiente al domicilio de la sociedad y publicarse por una sola
vez en el Diario Oficial.
La inscripción y publicación deberán efectuarse dentro del
plazo de 60 días contado desde la fecha de la escritura social.
El extracto de la escritura de constitución deberá expresar:
1. El nombre, profesión y domicilio de los accionistas que
concurran a su otorgamiento;
2. El nombre, el o los objetos, el domicilio y la duración de la
sociedad;
3. El capital y número de acciones en que se divide, con indi-
cación de sus series y privilegios si los hubiere y si las acciones
tienen o no valor nominal, y
4. Indicación del monto del capital suscrito y pagado y plazo
para enterarlo, en su caso”.
Por su parte, el inciso primero del art. 5 del Reglamento sobre
Sociedades Anónimas señala:
“El extracto de una escritura de constitución de una sociedad
anónima deberá expresar también la fecha de la escritura y el
nombre y domicilio del notario ante el cual se otorgó”.
Como se puede apreciar, la ley exige se reproduzcan íntegra-
mente en el extracto las menciones de la escritura de que tratan
494 SOCIEDADES

los Nos 1, 2 y 3 del art. 4 de la L.S.A. y parte de la mención sobre el


capital social referida en el Nº 5 de la misma disposición legal. No
es necesario que aparezcan en el extracto la forma y plazos en que
cada accionista paga o debe enterar su aporte y la valorización de
los aportes no dinerarios, bastando la indicación del monto global
del capital suscrito y pagado y el plazo para enterarlo en su caso.
El inc. 1, del art. 5 del Reglamento explicita que el extracto de
una escritura de constitución de sociedad debe expresar también
la fecha de la escritura social y el nombre y domicilio del Notario
ante el cual se otorgó. Debe acotarse que en virtud de las disposi-
ciones comentadas ha quedado derogado tácitamente el art. 31
del Reglamento del Conservador de Comercio contenido en el
Decreto Supremo de Justicia de 1 de Agosto de 1866.
En cuanto a la forma de computar los plazos para legalizar y
los efectos de un rechazo de una inscripción por el Conservador,
nos remitimos a lo dicho sobre esos particulares al tratar de la
sociedad de responsabilidad limitada, pues si bien las solemnida-
des que estamos tratando están contenidas en disposiciones lega-
les distintas, ellas son similares y se rigen por las mismas normas.

415. Solemnidades de las modificaciones

Están indicadas en el inciso segundo del art. 3 y en inc. final del


art. 5 de la L.S.A.
Según lo prescrito en el Nº 2 del art. 57 de la L.S.A., es mate-
ria de junta extraordinaria de accionistas la reforma de los estatu-
tos de una sociedad anónima.
Por su parte, el inciso segundo del art. 3 de la misma ley seña-
lan que dicha junta debe ser reducida a escritura pública. La
reducción a escritura pública la debe practicar la persona o perso-
nas encargadas para tal trámite por la propia junta, o en subsidio
aquellas que pueda señalar el estatuto social, que a veces encargan
de este trámite al presidente de la compañía. Si la junta o el
estatuto no encargan a nadie la reducción a escritura pública po-
drán hacerlo todos los asistentes a ella. Pensamos que aun puede
realizarla la sociedad representada por apoderados del Directorio
o el Gerente.
El extracto de la modificación, debe inscribirse en el Registro
de Comercio del domicilio social y publicarse en el Diario Oficial,
debiendo contener la fecha de la escritura y el nombre y domici-
LA SOCIEDAD ANONIMA 495

lio del Notario que la otorgó y también hacer referencia al conte-


nido de la reforma en cuanto ellas hayan modificado algunas de
las menciones que debe contener el extracto de la escritura de
constitución que hemos tratado en el número anterior.

416. Momento en que producen sus efectos las escrituras


de constitución y modificación de una sociedad anónima

El inciso primero, del artículo 3º de la L.S.A. modificado por la ley


19.499 establece que “El cumplimiento oportuno de la inscripción
y publicación producirá efecto retroactivo a la fecha de la escritu-
ra”. Se trata de la misma norma establecida para las sociedades de
personas que hemos comentado en el Nº 233 que antecede, al
cual nos remitimos.

417. El estatuto social

Interesa estudiar el contenido y la naturaleza jurídica del estatuto


social para poder precisar la clase de normas que pueden estar
contenidas en él y su fuerza obligatoria.
En atención a que las sociedades mercantiles por regla muy
general cuentan con personalidad jurídica, que les permite ac-
tuar como sujetos de derecho frente a terceros, es importante
permitir a terceros el conocimiento de su estructura jurídica.
Además, es conveniente que tal estructura jurídica o “corpore”
tengan cierto carácter de perennidad, para facilitar la actuación
de la sociedad como persona jurídica. Desde antiguo se preten-
de conseguir tales fines mediante la exigencia de solemnidades
en que se deje constancia de las principales características de la
compañía como persona jurídica, tanto en la constitución como
de la reforma de sociedades. Estas necesidades se acentúan en la
sociedad anónima por la posible existencia en ella de numerosos
accionistas.
En relación con la materia en estudio la doctrina distingue
entre el acuerdo de las partes para constituir una sociedad o para
modificarla (pactum associatonis), de las normas convencionales
que las rigen (lex societatis).
En el derecho inglés dicha distinción se efectúa bajo las deno-
minaciones de “Memorandum of Associations” y “Articles of Asso-
ciations”. Autores españoles como Garrigues comentan esta
496 SOCIEDADES

distinción distinguiendo entre la escritura de constitución y los


estatutos.274
Nuestra legislación no contiene la distinción señalada en for-
ma expresa, pero entendemos que ella jurídicamente existe en
nuestro derecho. El acuerdo de fundación de una sociedad en
cuanto tal no puede ser “modificado”, produjo sus efectos al crear
la persona jurídica, pero ello no obsta a la modificación de las
normas propiamente estatutarias.
Entendemos que en nuestra legislación el estatuto social de
una sociedad anónima podría hipotéticamente comprender diver-
sas clases de materias a saber: a) Aquellas propiamente del acto de
fundación; b) Las que la ley requiere que se contengan en toda
sociedad anónima; c) Estipulaciones adicionales a las exigidas por
la ley, que regulen relaciones entre la sociedad y sus accionistas,
d) Normas estatutarias que contengan regulaciones de relaciones
entre accionistas y e) Normas estatutarias que regulan relaciones
de la sociedad o de sus accionistas con terceros.
A continuación estudiaremos la posibilidad legal de estas di-
versas hipótesis.

a) Normas estatutarias sobre el acto de fundación o constitución legal


de la compañía

Se trata de la manifestación de voluntad de los accionistas funda-


dores de constituir una sociedad anónima. Entendemos que den-
tro del acto fundacional no es necesario precisar si se trata de una
sociedad anónima abierta o cerrada, pues la ley es quien realiza
tal calificación. Además, al manifestar la voluntad de constituir
una sociedad anónima se acostumbra señalar en la respectiva es-
critura que la sociedad además de estar regida por sus estatutos lo
está por la L.S.A. y su reglamento. La referida ley se aplica a las
sociedades anónimas sin necesidad del llamado sobre el particular
que pueden formular los estatutos, pero el Reglamento en cuanto
pueda exceder de la ley podría, en virtud de estipulación expresa
tener la obligatoriedad de una norma estatutaria.
Podrían considerarse como estipulaciones de la escritura de
carácter fundacional las de los números 1 y 11 del art. 4º de la
L.S.A. No se trata propiamente de normas estatutarias sino de
menciones que la ley dispone que se contengan en la escritura de
constitución de una sociedad anónima.
LA SOCIEDAD ANONIMA 497

b) Estipulaciones requeridas por la ley

Se trata de aquellas que la ley exige a título de solemnidad, que


están contenidas en la escritura de constitución de la sociedad
a que nos hemos referido en los Nos 413 y siguientes que prece-
den.

c) Estipulaciones adicionales a las exigidas por la ley que regulen


relaciones entre la sociedad y sus accionistas

Entendemos que ellas, en primer lugar son las que tienen por
materia estipulaciones respecto de las cuales existe norma supleto-
ria legal, pero que la ley permite que el estatuto contenga norma
diversa, por ejemplo la duración de la sociedad.
Además, dentro de este grupo de estipulaciones se encuentran
“los demás pactos que acordaren los accionistas” a que se refiere
el Nº 12 del art. 4 de la L.S.A. Estas normas, por regla general
deben versar sobre relaciones o vínculos entre la sociedad y sus
accionistas, relacionados directamente con la sociedad pues, por
definición el estatuto es considerado la “ley interna de la socie-
dad” que debe regular precisamente tales relaciones.

d) Normas estatutarias que reglamenten relaciones entre accionistas

Solo creemos que es posible que el estatuto se refiera a estas


materias, si la ley lo permite, pues las relaciones o vinculacio-
nes que puedan tener los accionistas entre sí, como tales no
son materia propia de los estatutos, destinados a reglar las rela-
ciones entre la sociedad y sus accionistas, sino son materias de
los “pactos de accionistas” que trataremos en el número siguien-
te. Se trataría de una estipulación permitida en los estatutos,
aquella que se pueda establecer para limitar la libre cesibilidad
de las acciones en una sociedad anónima cerrada, de acuerdo a
la interpretación a contrario sensu, que emana de lo dispuesto
en el inc. 1 del art. 14 de la L.S.A. sobre cuyo alcance nos
referiremos en esta obra, más adelante al tratar del capital de
las anónimas.
498 SOCIEDADES

e) Normas estatutarias que regulen relaciones de la sociedad o sus


accionistas con terceros

Nos parece de toda evidencia que no constituyen normas estatuta-


rias con fuerza de tales aquellas que puedan contenerse en un
estatuto de una sociedad anónima que tiendan a vincular a sus
accionistas con terceros, pues además de exceder del ámbito de
un estatuto insertados en él no contienen una obligación personal
que requiere un vínculo con determinada persona.
Ha motivado discusiones en el Derecho Comparado la posibili-
dad de estipular cláusulas estatutarias exigidas por terceros acreedo-
res de la sociedad, tales como prohibiciones de enajenar ciertos
activos, limitación del endeudamiento social, derechos de suscrip-
ción preferente otorgadas a terceros o debentures canjeables por
acciones y también aquellas que fijan remuneraciones a terceros al
pacto social como lo son los directores, gerentes y fiscalizadores.275
Generalmente se considera que tales cláusulas no son constitu-
tivas de estipulaciones estatutarias. Solo tienen fuerza si estuvieren
contenidas en un contrato entre la sociedad y terceros. Por ende
tales supuestas estipulaciones estatutarias pueden ser modificadas
por la sociedad mediante reforma de estatutos o por acuerdo de
la unanimidad de accionistas, aun sin necesidad de tal reforma.
Otros autores requieren para su supresión o modificación de re-
forma estatutaria. Existe un fallo del Tribunal Supremo de Espa-
ña, que requiere para su supresión o modificación además el
consentimiento del tercero que pactó ellas con la sociedad.276 Re-
conociendo que estos asuntos requieren de un análisis más pro-
fundo, pensamos que normas contenidas en un estatuto social
que confieren derechos a terceros, no son propiamente normas
estatutarias. Por ello sostenemos que, los accionistas pueden va-
riarlas adoptándose tal acuerdo con el quórum normal, sin necesi-
dad de reforma de estatutos, sin perjuicio de que tal acto social
puede constituir infracción de algún contrato legalmente celebra-
do entre la sociedad, los accionistas y terceros.
Sostenemos que aunque haya norma estatutaria sobre el mon-
to de los estipendios a directores, gerentes o fiscalizadores si la
sociedad los conviene y paga por montos y en casos diversos de los
previstos por los estatutos, pensamos que el acto o contrato, con-
trario a los estatutos, que pueda celebrar la sociedad es válido sin
perjuicio de la responsabilidad de los administradores frente a la
sociedad y los accionistas, si hubiere perjuicio para éstos.
LA SOCIEDAD ANONIMA 499

La posibilidad de establecer estipulaciones estatutarias está so-


metida en todo caso a que ellas respeten la ley, en cuanto ella
establece normas de orden o derecho público. Además, del respe-
to de las normas de dicho carácter establecidas en el Derecho
Común y en la L.S.A. para determinadas materias, merece desta-
carse aquella contenida en el art. 30 de la L.S.A. que expresa “Los
accionistas deben ejercer sus derechos sociales respetando los de
la sociedad y los de los demás accionistas”. Como el establecimien-
to de normas estatutarias importa el ejercicio de un derecho por
parte de los fundadores o de los accionistas con cuyos votos pue-
dan establecerse o modificarse disposiciones estatutarias, entende-
mos que en dicho ejercicio debe acatarse la norma de orden
público recién transcrita siendo por tanto ilegales aquellas que
puedan considerarse perjudiciales a la sociedad o que priven o
afecten derechos adquiridos de los accionistas.

418. Obligatoriedad del estatuto social

Afirmamos que los estatutos legalmente establecidos obligan a la


sociedad, por ende a su administración y a los accionistas, con la
misma fuerza y efectos que el art. 1545 del Código Civil le da a
todo contrato legalmente celebrado; pero la obligatoriedad de los
estatutos supera el principio de relatividad de los contratos. En
efecto, de conformidad con lo prescrito en los arts. 19, incs. 2 y 22
de la L.S.A. los cedentes de acciones no pagadas siguen obligados
a la cancelación de ellas, no obstante no tener ya la calidad de
accionistas y los adquirentes de acciones, quedan obligados por
los estatutos de la sociedad que ingresa y tratándose de la adquisi-
ción de acciones no pagadas, responsables de su pago.
Por consiguiente, la obligatoriedad de los estatutos no emana
solo de la voluntad de las partes sino de la ley.

419. Los pactos de accionistas

Los pactos entre accionistas, de caracteres amplios y permanentes


fueron generalmente considerados en el pasado como ilícitos.
Afortunadamente en nuestro ordenamiento jurídico no puede
plantearse esa duda ya que tales pactos, al menos los dos de
mayor relevancia están expresamente reconocidos por la ley. Así,
500 SOCIEDADES

el artículo 14 inciso segundo de la L.S.A. consagra los pactos so-


bre limitación a la libre cesión de acciones y, por su parte, la ley
de Mercado de Valores, 18.045, en su Título XV introducido por
la ley Nº 18.660 de 20 de Octubre de 1987 reconoce y define a los
pactos o acuerdos de actuación conjunta, indudablemente los con-
venios o acuerdos para votar en un determinado sentido.
Nunca debe perderse de vista la radical diferencia que media
entre los pactos celebrados por los accionistas de una sociedad y
los estatutos que rigen a esta última, pues dicha distinción es el
criterio orientador para resolver muchas confusiones que suelen
presentarse.
Podemos afirmar que las diferencias fundamentales son dos:
En primer lugar los pactos, como genuinos contratos tienen
fuerza obligatoria solo entre quienes lo celebraron y, por ende
entre quienes lo consintieron por aplicación del principio del
efecto relativo de los contratos. Los estatutos por el contrario cons-
tituyen un típico acto jurídico de aquellos que la doctrina denomi-
na colectivos, que obligan a todos los accionistas actuales o futuros
sin importar si de hecho están de acuerdo o no con su contenido,
tal como lo consagra el art. 22 de la L.S.A.
No solo en su extensión subjetiva se diferencian radicalmente
estatutos y pactos: también encontramos entre ambos diferencias
“de fondo” o “de contenido”. Los primeros regulan las relaciones
entre sociedad y accionistas; los segundos, rigen respecto de
vínculos que relacionan a los accionistas entre sí; los primeros
deben preocuparse por el “interés social”, a diferencia de los se-
gundos que pretenden amparar el interés particular del respectivo
grupo de accionistas que lo celebraron, los primeros tocan asuntos
que por su naturaleza pueden imponerse a todos los accionistas,
mientras que los segundos tocan asuntos que por su naturaleza no
es necesario imponer a todos los accionistas; los primeros se refie-
ren a cuestiones que por su naturaleza son permanentes, por ejem-
plo, la organización y funcionamiento de la sociedad y que, por lo
tanto, pueden imponerse a los accionistas futuros, en circunstancias
que los segundos se refieren a cuestiones que por su naturaleza solo
pueden imponerse a quienes las hayan consentido. Es decir, entre
estatutos y pacto existe una brecha esencial, el pacto, necesariamen-
te tiene contenido “extraestatutario”.
Hacen excepción a lo recién dicho los pactos sobre limitación
a la libre cesibilidad de acciones ya que las restricciones que esta-
blecen estos pactos también pueden ser objeto, con distinto alcan-
LA SOCIEDAD ANONIMA 501

ce eso sí, de regulación estatutaria, aunque únicamente cuando se


trata de estatutos de una sociedad anónima cerrada, según se
desprende del art. 14 inciso primero de la L.S.A.
Tal como lo anunciamos en un comienzo, median entre los
pactos de accionistas y los estatutos sociales sustantivas diferencias,
fundadas en la distinta naturaleza que poseen unos y otros. Por lo
mismo, los pactos de accionistas no pueden entrar a regular aque-
llas materias que son propias de los estatutos y a los cuales están
reservadas.
La configuración de este límite en nuestra legislación arranca
del estudio de dos disposiciones de la L.S.A. el art. 4º Nº 12 y el
art. 3º inciso tercero. Tales normas señalan, la primera, que la
escritura de la sociedad debe expresar: “12º los demás pactos que
acordaren los accionistas”, y la segunda, que “No se admitirá prue-
ba de ninguna especie contra el tenor de las escrituras, de consti-
tución de la sociedad o de modificación de los estatutos otorgadas
en cumplimiento de los incisos anteriores. Vale decir, debidamen-
te inscritas y publicadas, ni aún para justificar la existencia de pactos
no expresados en ellas”.277

NOTAS DEL TITULO II DEL CAPITULO X

272. Estos trámites según lo prescrito en los antiguos arts. 440 del Código de
Comercio en relación con el art. 355 del mismo Código eran la fijación de
carteles que contienen el decreto autorizatorio y los estatutos por tres me-
ses en el juzgado correspondiente, la publicación de los mismos por diez
veces en un periódico del departamento. Además, si la sociedad pretendía
establecer “casa de comercio en diversos parajes de la República”, la ins-
cripción, la fijación de carteles y publicaciones debían realizarse en cada
lugar con una anticipación de 15 días a la apertura de la sucursal. Además,
los decretos, escrituras y extracto debían ser publicados en el periódico
oficial, que lo fue por mucho tiempo El Monitor Araucano y publicarse en el
Boletín de Leyes del Gobierno.
273. Arts. 427 a 440 del antiguo Código de Comercio.
274. Garrigues, ob. cit., tomo II, pág. 120.
275. Consultar, Federico de Castro, ob. cit., pág. 280, y Justino F. Luque Domín-
guez, “Escritura, estatutos y límites a la libertad estatutaria”, contenido en el
libro sobre Derecho de Sociedades Anónimas, tomo I, La Fundación, págs. 80 y
siguientes.
276. Ver Justino Luque, ob. cit., págs. 65 y siguientes.
277. En esta materia hemos seguido de cerca lo expuesto por don Cristián He-
rrera Barriga en su memoria, aún no publicada sobre Pactos de Accionistas.
502 SOCIEDADES
TITULO III

INFRACCION DE LEY EN LA SOCIEDAD ANONIMA

420. Aspectos generales. 421. Conversión del acto nulo. 422. La nulidad de pleno
derecho de la sociedad y sus modificaciones. 423. Aplicación de normas legales
en caso de infracción estatutaria de ellas. 424. Normas especiales sobre nulidad
de una sociedad anónima. 425. Prescripción.

420. Aspectos generales

Cabe anotar que se aplican a la sociedad anónima los principios


generales que regulan en nuestro ordenamiento jurídico la in-
fracción de ley; tal como la teoría de la nulidad, la conversión
del acto nulo y la inoponibilidad. También se aplican por regla
general a la sociedad anónima las normas especiales aplicables a
toda sociedad de que tratan los arts. 2057 y 2058 del Código
Civil, que nosotros hemos estudiado en los Nos 62 a 65 y 68 a 70,
que preceden.
En este título solo nos referiremos a las normas específicas
sobre el tema, que priman sobre las reglas ya dichas, de especial
aplicación a la sociedad anónima.
Cabe destacar que es tendencia universal restringir la nulidad
en el contrato de sociedad, especialmente en la sociedad anóni-
ma,278 lo que también ocurre en nuestra legislación, como tendre-
mos la oportunidad de constatarlo en este título.

421. Conversión del acto nulo

El artículo 10 del Código Civil prescribe que los actos prohibidos


por la ley son nulos, salvo en cuanto la misma ley designe expresa-
mente otro efecto que el de la nulidad para el caso de contraven-
ción. El art. 133 de la L.S.A., señala como sanción en caso de
infracción a las disposiciones de dicha ley, la obligación de indem-
nizar de perjuicios. Por lo tanto, por regla general las infracciones
a la L.S.A. no generan la nulidad, sino que hacen nacer el dere-
cho del perjudicado a ser indemnizado de perjuicios.
La norma en examen no excluye que opere la nulidad emana-
da por la infracción de otras leyes distintas de la L.S.A. pues las
relaciones societarias están también regidas por otras disposicio-
nes legales. Tampoco procedería conversión del acto nulo tratán-
dose de la infracción a normas, que la L.S.A. pena en forma directa

502
LA SOCIEDAD ANONIMA 503

con la nulidad, la inexistencia u otra sanción. Además, sostenemos


que en los casos que la propia L.S.A. establece requisitos de vali-
dez para la eficacia de ciertos actos o si se tratara de la infracción
de disposiciones de dicha ley de orden público, no cabría aplicar
la conversión de la sanción de nulidad por la obligación de in-
demnizar los perjuicios, no obstante lo que se expresará en el
Nº 423 que precede.
Atendido a que las disposiciones de la L.S.A. son de derecho
privado, cabría aplicar la conversión del acto nulo prevista en su
art. 133, solo a actos que contravengan disposiciones contenidas
en la L.S.A. siempre que implícita o explícitamente no pudiera
estimarse la norma infringida como de orden público. Normal-
mente una prohibición absoluta impuesta por la ley implícitamen-
te importa que ella es de orden público.
Que no opere la conversión del acto nulo, o sea que el acto
respectivo sea considerado nulo o inexistente no obsta a que ade-
más proceda la indemnización de perjuicios.

422. Nulidad de pleno derecho de la sociedad y sus modificaciones

Acorde con el texto del art. 6º A de la L.S.A. agregado por la


ley 19.499, la sociedad anónima que no conste de escritura
pública ni de instrumento reducido a escritura pública es nula
de pleno derecho. También agrega dicha norma que la modifi-
cación de una sociedad anónima cuyo extracto no haya sido
oportunamente inscrito no producirá efectos, ni frente a la
sociedad ni frente a terceros, sin perjuicio del saneamiento del
vicio. La privación de efectos opera de pleno derecho sin per-
juicio de la acción por enriquecimiento sin causa que pudiere
proceder.
Estos textos sobre sociedad anónima son similares a aque-
llos que estableció la ley 19.499 con respecto a la sociedad de
personas.
Acotando los cambios entre la legislación anterior y las refor-
mas de la ley 19.499 en esta materia, podemos señalar que el
art. 6º inciso primero, según antiguo texto, penaba con la inexis-
tencia a la sociedad anónima en cuya constitución se hubiere
omitido el otorgamiento de la escritura social o la oportuna ins-
cripción y publicación de su extracto y la reforma que se hayan
incurrido en similares omisiones. En la actual legislación, la inexis-
504 SOCIEDADES

tencia ahora llamada nulidad de pleno derecho, se limita al caso


de faltar la escritura pública o en subsidio de ésta el instrumento
reducido a escritura pública o protocolizado.
En cuanto a modificaciones viciadas, si ellas no constan de
escritura pública, opinamos que son inexistentes en virtud de lo
prescrito en el art. 3º inciso final de la L.S.A. ya que en virtud de
dicha norma no pueden hacerse valer dichas supuestas reformas
para que prevalezcan sobre el estatuto social, sin perjuicio del
saneamiento de acuerdo a la ley.
Si la modificación consta de escritura publica, pero ésta no ha
sido oportunamente escrita y publicada, de conformidad con lo
prescrito en el inciso final del art. 6 A de la L.S.A., dicha reforma
no produce efecto, frente a los accionistas, ni terceros, salvo el
caso de saneamiento. La ley señala que la privación de efectos
opera de pleno derecho, sin perjuicio de la acción por enriqueci-
miento sin causa que proceda. En verdad que no comprendemos
la diferencia que pueda haber entre una modificación de socie-
dad anónima inexistente o nula de pleno derecho por no estar
legalizada con aquella existente pero cuyos efectos la ley niega
que tenga alguno, pues no concebimos un acto jurídico vigente
que no origine ningún efecto jurídico.

423. Aplicación de normas legales en caso de infracción


estatutaria de ellas

El artículo 137 de la L.S.A. dispone:


“Las disposiciones de esta ley primarán sobre cualquier norma
de los estatutos sociales que les fuere contraria”.
Indudablemente, que la norma en examen establece un caso
de conversión del acto nulo.
Para que opere tal conversión y las normas legales prevalezcan
sobre las estatutarias, es necesario:
a) Que la respectiva disposición estatutaria sea violatoria de
disposiciones de orden público de la L.S.A. Transgresiones a lo
preceptuado en leyes diversas de la L.S.A., contenidas en los esta-
tutos de una sociedad anónima no originan el efecto indicado.
Evidentemente que si la presunta violación es a normas de la
L.S.A., de orden meramente privado, renunciables y supletorias
de la voluntad de los accionistas, no puede considerarse que exista
ilegalidad de ninguna especie.
LA SOCIEDAD ANONIMA 505

b) Solo podría aplicarse la norma en estudio en caso de


violación directa de normas de orden público contenidas en la
L.S.A., contenidas en el estatuto propiamente tal, esto es en la
normativa contenida en los estatutos que dice relación con vin-
culaciones entre los accionistas y la sociedad. No comprende
este caso de conversión del acto nulo estipulaciones propias del
acto de constitución legal contenidos en escrituras de constitu-
ción o modificaciones o cualquier otro acuerdo o estipulación
que contengan dichas escrituras, que no sean normas estatuta-
rias propiamente tales destinadas a regir las relaciones de la so-
ciedad con sus accionistas.
Si en virtud de aplicarse lo dispuesto en el art. 137 en comen-
to quedara sin efecto una normativa estatutaria considerada como
esencial o determinante para contratar por todos o algunos de los
accionistas fundadores, nos parece que esta cuestión posibilita el
ejercicio de acciones de nulidad de acuerdo a las normas civiles
sobre objeto, condición y causa determinante para contratar.
Cabe preguntarse si opera esta norma, si una disposición esta-
tutaria se conformó con la L.S.A. cuando ella se estableció, pero
que por reforma a dicha ley, por ejemplo las realizadas por la ley
19.705, sus normas devinieron contrarias a las nuevas disposicio-
nes. Acorde con el art. 22 de la ley de Efectos Retroactivos de las
Leyes del año 1861, entiende incorporada a todo contrato las
leyes vigentes al tiempo de su celebración. Por ello, no operaría
en tal caso, la norma que estamos examinando confirma lo ante-
rior, considerar que en el pasado, cuando se presentaron situacio-
nes similares, se obligó por texto expreso a las sociedades anónimas
a ajustar sus estatutos en cierto plazo a las disposiciones de una
nueva ley, bajo la sanción de regir ésta si no se realizaba el ajuste
en el plazo previsto.

424. Normas especiales sobre nulidad de una sociedad anónima

La L.S.A. contempla algunas normas especiales en relación con


nulidades de las sociedades y/o de actos regidos por el derecho
societario.
Estas normas especiales se refieren a:
1. Establecer casos de nulidad absoluta por defectos de forma.
“Sin perjuicio de lo que dispone el art. 6 A la sociedad anóni-
ma que no sea constituida por escritura pública o cuya escritura
506 SOCIEDADES

de constitución se omita cualquiera de las menciones exigidas en


los números 1, 2, 3 ó 5 del artículo 4º o cuyo extracto haya sido
inscrito o publicado tardíamente o en el cual se haya omitido
cualquiera de las menciones que para él se exigen en el artículo 5º
es absolutamente nula, sin perjuicio del saneamiento en confor-
midad a la ley”.
El inciso segundo de la misma disposición prescribe:
“De la misma nulidad adolecerán las reformas de estatutos y el
acuerdo de disolución de una sociedad oportunamente inscritos y
publicados pero en cuyos extractos se omita cualquiera de las
menciones exigidas en el artículo 5º, sin embargo, estas reformas
y acuerdo producirán efectos frente a los accionistas y terceros
mientras no haya sido declarada su nulidad; la declaración de esta
nulidad no produce efecto retroactivo y solo regirá para las situa-
ciones que ocurran a partir del momento en que quede ejecuto-
riada la resolución que la contenga; todo sin perjuicio del
saneamiento en conformidad a la ley”.
Las normas señaladas en muchos de sus aspectos son idénticas
de aquellas aplicables a la sociedad de personas que hemos co-
mentado en el número 244 que antecede, al cual nos remitimos.
De lo anterior y de lo expresado en el número 421 que prece-
de podemos concluir que la infracción a normas de la L.S.A., por
regla general no ocasiona la nulidad de la sociedad o del acto que
se trate, salvo los casos previstos por la ley en forma expresa. Sin
embargo, tanto la constitución de una sociedad anónima, una
modificación de ella, un acuerdo de su directorio u otro acto
regido por el derecho societario puede ser nulo, si infringe pre-
cepto de leyes distintas de la L.S.A. o adolece de vicios de nulidad
absoluta o relativa de acuerdo a las reglas generales.
2. Solidaridad. Como lo expresa el inciso 3º del art. 6º de la
L.S.A.: “Los otorgantes del pacto declarado nulo responderán soli-
dariamente a los terceros con quienes hubieren contratado a nom-
bre y en interés de aquélla”.
Del precepto transcrito se desprende que en todos los casos de
nulidad de una sociedad anónima los otorgantes de ella quedan
responsables por el solo ministerio de la ley frente a los terceros
con quienes hubieran contratado, a nombre e interés de aquélla.
La norma es muy similar a aquella contenida en el art. 2058 del
Código Civil, que nosotros hemos comentado en los Nos 66 y 68
que preceden. La diferencia incide en que el legislador de la
L.S.A. no exige la concurrencia del requisito de la buena fe por
LA SOCIEDAD ANONIMA 507

parte de terceros contratantes, ni que se comprueba la existencia


de hecho de la sociedad. En caso de nulidad de pleno derecho, la
solidaridad con respecto a los terceros con quienes hubiere con-
tratado a nombre y en interés de la sociedad de hecho la establece
el inciso tercero del art. 6º en los mismos términos comentados
para la sociedad de personas en el numero 240 que antecede al
cual nos remitimos.
Creemos que el precepto en estudio, al igual que los arts. 2057
y 2058 del Código Civil, establece que la nulidad de la sociedad no
obsta a la persistencia de las operaciones sociales, tanto aquellas
en que la sociedad nula o inexistente es deudora o acreedora. Por
tanto, nos remitimos a lo expresado en los números 66, 68 y 69
que anteceden.
3. Persistencia o subsistencia de la personalidad jurídica de la
sociedad anónima nula para los efectos de su liquidación.
El art. 6, inc. 3 y el art. 110 inc. 2 ambos de la L.S.A. se apartan
de las antedichas normas generales en cuanto prescriben que de-
clarada la nulidad de una sociedad anónima ella entra en liquida-
ción, subsistiendo su personalidad jurídica para tal efecto.
Efectúa la liquidación una comisión elegida en junta de accio-
nistas, al igual que si se tratara de una sociedad válida.
Parece clara la forma como debe efectuarse la liquidación de
la sociedad anónima nula. Ella deberá hacerse de la misma forma
que una válida. Lo que queda por resolver es qué criterio de
fondo debe aplicarse para el reparto del producto de la liquida-
ción a los asociados, si se hubiere pagado el pasivo. ¿Procede
aplicar los principios que reglan la comunidad, repartición a pro-
rrata según el valor de los aportes; o deben aplicarse disposiciones
estatutarias, que pudieren establecer reglas diversas? (Ej. acciones
con preferencia en la liquidación). Sostenemos que es aplicable a
este respecto el art. 2057 del Código Civil, a falta de norma espe-
cial. Habrá que restituir el valor de los efectivos aportes y si luego
de dicha repartición aún hubieren fondos ellos deberán prorra-
tearse entre los asociados de acuerdo a sus aportes, todo según lo
hemos sostenido en el Nº 67 que precede.
4. Impedimento de accionar de nulidad en caso de disolución.
El artículo 10 de la ley 19.499 aplicable a toda sociedad y que
hemos comentado en el número 246 que antecede impide alegar la
nulidad fundada en vicios formales una vez disuelta la compañía.
La justificación de estas normas podría consistir en evitar trá-
mites inútiles. Si la relación societaria se encuentra terminada por
508 SOCIEDADES

alguna causal de disolución no se ve la necesidad de la nulidad.


Otros279 la hacen consistir en que la nulidad de la sociedad, sería
una causal de disolución, sin efecto retroactivo. No compartimos
tal opinión. No es necesario a nuestro parecer que la nulidad sea
considerada una mera causal de disolución para que sean proce-
dentes en la sociedad nula la restitución monetaria de los aportes
a los asociados, que persista las operaciones sociales y que conti-
núe la personalidad jurídica para los efectos de la liquidación
pues dichos efectos se producen también tratándose de la disolu-
ción de una sociedad válida.280

425. Prescripción

El inciso cuarto del art. 6º de la L.S.A. según su texto, anterior a la


ley 19.499, prescribía que no puede pedirse la nulidad de una
sociedad anónima luego de transcurridos 4 años desde la ocurren-
cia del vicio que la originó. Dicho precepto fue derogado por la
ley 19.499 y la norma contenida en él no fue reproducida en otra
disposición legal. Se restableció y amplió la norma por la ley 19.705
que agregó como inciso final al art. 6 de la ley L.S.A. lo siguiente:
“En todo caso no podrá pedirse la nulidad de una sociedad o
de una modificación del estatuto social luego de transcurrido cua-
tro años desde la ocurrencia del vicio que la origina.

NOTAS DEL TITULO III DEL CAPITULO X

278. La normativa de la Unión Europea es restrictiva, aun tratándose de causales


de nulidad. Ver supra Nº 20.
279. Ver Jorge O. Zunino, ob. cit., tomo II, Nos 334 y siguientes, págs. 222 y
siguientes.
280. Consultar a Jorge Zunino, ob. cit., tomo II, Nº 334, págs. 225 y siguientes.
LA SOCIEDAD ANONIMA 509
TITULO IV

NOMBRE, DOMICILIO, DURACION Y OBJETO

426. Explicación. 427. Nombre. 428. Domicilio social. 429. Duración. 430. Objeto
de la sociedad.

426. Explicación

La normativa especial de la sociedad anónima sobre las materias


indicadas en este título, difiere poco de aquellas generales aplica-
bles a toda sociedad con personalidad jurídica, que hemos tratado
en el Capítulo VII. En esta oportunidad solo nos referiremos a
aquellas reglas especiales de la anónima, entendiendo aplicable a
éstas, en subsidio las normas generales señaladas.

427. Nombre

Como lo señala el art. 8 de la L.S.A. respecto al nombre de una


sociedad anónima chilena, basta incluir en él las palabras “Socie-
dad Anónima” o la abreviatura “S.A.”. Sobre los demás conteni-
dos del nombre, la ley otorga amplia libertad al estatuto, con la
sola limitante, consistente en que si el nombre de la sociedad
fuere idéntico o semejante al de otra sociedad existente, esta
última tendrá derecho a demandar su modificación en juicio
sumario. Se otorga el referido derecho a toda sociedad cuyo
nombre no solo sea idéntico sino que semejante a aquel de una
nueva sociedad anónima. De esta manera toda sociedad que se
encuentre en la situación indicada tiene la facultad de requerir
el cambio de nombre.
Evidentemente que también rigen sobre el nombre de una
sociedad anónima las normas sobre marcas comerciales.

428. Domicilio social

En cuanto a este factor no existen en las anónimas normas o


problemas diversos de aquellos que se presentan en las sociedades
de responsabilidad limitada. Nos remitimos entonces a lo señala-
do en los Nos 253 a 255 que preceden, sin perjuicio de lo dicho en
el Nº 114.

509
510 SOCIEDADES

429. Duración

Según ya lo hemos expresado, la duración de la sociedad anónima


es una mención que puede contenerse en los estatutos sociales. Si
nada se expresa se entiende que dura indefinidamente.
La ley no limita la libertad de las partes sobre la fórmula que
deseen estipular para determinar la duración de la sociedad.
Vale entonces en términos generales en relación con la anónima
las diversas formas de determinar la duración contractual de la
sociedad que hemos examinado para la limitada en los números
325 a 331.
Tratándose de sociedades anónimas de duración indefinida,
ellas persisten en el tiempo, por mientras su junta de accionistas,
reunida extraordinariamente, no decida su disolución, lo que pue-
de acordarse por los accionistas con el quórum que fijen los esta-
tutos. A falta de norma estatutaria, la disolución se debe acordar
por la mayoría ordinaria de acciones. Además, es preciso reducir a
escritura pública el acta de la junta que acuerda la disolución e
inscribir su extracto en el Registro de Comercio del domicilio
social y publicarla en el Diario Oficial. Así se desprende de lo
prescrito en los arts. 3º inc. 2º y 57 Nº 1 de la L.S.A.
Si la sociedad tiene una duración determinada y la junta de
accionistas decide acordar su disolución anticipada, el quórum
legal mínimo que requiere es de los 2/3 de las acciones con dere-
cho a voto, debiendo aplicarse además las formalidades de toda
reforma estatutaria. Así lo señalan los arts. 3 inc. 2 y 67 Nº 2 de la
L.S.A.
Si la sociedad se disuelve por el vencimiento del término esti-
pulado, en dicho evento el directorio debe extender una escritura
pública de declaración e inscribirla y publicarla, bajo sanción de
que sus miembros quedan solidariamente responsables por los
perjuicios que puede causar esta omisión legal, acorde con lo que
prescribe el art. 108 de la L.S.A. Sin embargo aun faltando la
escritura de declaración y su inscripción y publicación, la disolu-
ción por vencimiento del plazo, produce plenos efectos respecto
de los accionistas y de terceros desde el solo vencimiento del
plazo.
Debe anotarse que normalmente los estatutos de las socieda-
des anónimas chilenas establecen en cuanto a duración contrac-
tual de la sociedad, un plazo largo de 20, 50 o 100 años o el
carácter de sociedad de duración indefinida.
LA SOCIEDAD ANONIMA 511

Todo lo anterior es sin perjuicio de la disolución de la socie-


dad por incurrir otras causales legales, materia que estudiaremos
más adelante.

430. Objeto de la sociedad

La principal novedad que presenta el derecho aplicable a la socie-


dad anónima, con respecto a las normas generales societarias so-
bre objeto social es la exigencia contenida en el Nº 3 del art. 4 de
la L.S.A., en cuanto dicha disposición dispone que la escritura de
constitución de la sociedad debe contener “la enunciación del o
de los objetos específicos de la sociedad”.
Según el diccionario, especificar significa “Explicar, declarar
con individualidad una cosa” y específico “lo que caracteriza y
distingue una especie de otra”.
Entendemos que la razón de la exigencia legal en estudio en
cuanto a indicar el objeto específico de la sociedad anónima con-
siste en que el público inversor y los accionistas pueden conocer
claramente las actividades a que se dedicará la sociedad. Por ello
no son admisibles cláusulas sobre objeto social que expresen por
ejemplo, que la compañía podría realizar todos los negocios que
determine su directorio, pues en tal caso no hay especificación del
objeto social.
Sin embargo, la disposición en comento no prohíbe socieda-
des con giro u objetos amplios. ¿Qué amplitud de objeto se admi-
te sin infringir la norma que exige especificación de o de los
objetos sociales? Sostenemos que se trata de una cuestión de he-
cho, que debe resolverse en el sentido que la mención del giro
social sea claramente indicativa de la actividad económica concre-
ta a que pretende dedicarse la sociedad. Por ello creemos que no
cumple con la ley la indicación de que la sociedad puede dedicar-
se a cualesquier actividad económica, pero es legal por ejemplo la
señalización de que el giro social es la pesca, sin necesidad de
señalar si ella será de anchoveta u otros peces. Dada la gran varie-
dad de las actividades comerciales o industriales, no sería específi-
co el objeto social que señalara que el objeto de la sociedad es
realizar toda clase de operaciones mercantiles e industriales pero
sí cumpliría con la exigencia legal alguna determinación de ellas,
como precisar que se trata de actividades de intermediación en el
mercado de bienes y servicios.
512 SOCIEDADES

Como lo señala claramente la disposición en examen, una


sociedad anónima puede tener cuantos objetos o giros sociales se
quiera siempre que ellos se especifiquen en sus estatutos.
La norma en examen indudablemente, por la forma imperati-
va empleada por la ley debe ser considerada de orden público. La
infracción a la norma en estudio acarrea la nulidad de la socie-
dad, de acuerdo a lo prescrito en el art. 6 inc. 2 de la L.S.A., en el
caso de un incumplimiento total, lo que ocurre si en la escritura
de constitución no se especifica el objeto social. Si se contuviera la
especificación de algún objeto y respecto de otro no se cumpliera
con el requisito en examen, no valdrá la estipulación del objeto
no específico en virtud de lo prescrito en el art. 137281 de la L.S.A.,
pero la sociedad no es nula.

NOTA DEL TITULO IV DEL CAPITULO X

281. Ver supra Nº 423.


LA SOCIEDAD ANONIMA 513
TITULO V

DEL CAPITAL Y LAS ACCIONES

431. Plan de desarrollo. A. Del Capital. 432. Capital dividido en acciones. 433. El
capital como parte integrante del estatuto. Aumento o disminución del capital.
434. Revalorización automática del capital social y de las acciones con valor
nominal. 435. Igualdad de las acciones y series de acciones. 436. Plazos para
enterar el capital. 437. Capital nominal, suscrito y pagado. 438. Adquisición por
la sociedad de sus propias acciones. Aspectos doctrinarios. 439. Adquisición de la
sociedad de sus propias acciones. Situación en Chile. 440. Adquisición de accio-
nes de la sociedad cuyas acciones tengan transacción bursátil. 441. Bienes suscep-
tibles de aportarse a la sociedad anónima. 442. Entero de aportes. Contrato de
suscripción de acciones, valor de colocación. 443. Derecho de suscripción prefe-
rente. Aspectos sustantivos. 444. Derecho de suscripción preferente. Aspectos
adjetivos. 445. El derecho de suscripción preferente y los trabajadores. 446. In-
cumplimiento de un accionista de la obligación de pagar las acciones por él
suscritas. B. De las Acciones. 447. Concepto y aspectos generales. 448. La acción
como título-valor. ¿Desincorporación de la acción? 449. Requisitos de los títulos
de acción y extravío de los mismos. 450. Clases de acciones. 451. Acciones ordi-
narias y preferidas. 452. Acciones con o sin derecho a voto. 453. Acciones con o
sin valor nominal. 454. Acciones de pago y liberadas de pago. 455. Acciones no
permitidas por nuestra legislación. 456. Transferencia de las acciones. 457. El
registro de accionistas. 458. Limitación a la transferencia de acciones. Plan de
desarrollo. 459. Limitaciones estatutarias y contractuales a la libre cesibilidad de
las acciones. Limitación legal a la adquisición de acciones mediante OPAS obli-
gatorias. 460. Explicación general. 461. Origen. 462. Ambito general de aplica-
ción de las OPAS. 463. Obligación de adquirir mediante OPAS acciones, bonos y
otros instrumentos convertibles en acciones de sociedades anónimas que hagan
oferta pública de las mismas. Reglas generales. 464. Excepciones. 465. Caracteres
y naturaleza jurídica de la oferta. 466. La aceptación. 467. Forma legal de efec-
tuar la oferta. 468. Trámites legales para realizar una OPA. 469. Efectos de la
presentación de la oferta. 470. Actos y contratos prohibidos y permitidos sobre
acciones y documentos representativos de éstas emitidos por sociedades anóni-
mas que hacen oferta pública de los mismos. 471. Sanciones. 472. Comentario
sobre la legislación relativa a OPAS. 473. Gravámenes sobre acciones. 474. Trans-
misión de acciones. 475. Derechos y obligaciones del accionista. 476. Derechos y
obligaciones colectivos de los accionistas. 477. Obligaciones individuales del ac-
cionista. 478. Derechos individuales del accionista. 479. Derecho de retiro del
accionista y su exclusión. 480. Retiro o exclusión declarados judicialmente.

431. Plan de desarrollo

Estudiaremos esta materia, tratando primeramente la normativa


sobre el capital de la sociedad, para luego referirnos a las que
tratan preferentemente de las acciones. Sin perjuicio de las refe-
rencias que se hagan necesarias, las normas relativas al capital,
que se relacionan con acuerdos de las juntas de accionistas, las
examinaremos preferentemente al ocuparnos de éstas, en el Títu-
lo VIII de este capítulo.

513
514 SOCIEDADES

Recalcamos una vez más la aplicabilidad a la sociedad anóni-


ma de las normas generales sobre la obligación de aportar y aque-
llas relativas al capital, ya tratadas al estudiar aspectos generales y a
la sociedad de responsabilidad limitada. Aquellas especiales exclu-
sivamente aplicables a la sociedad anónima, las examinaremos en
este título.

A. DEL CAPITAL

432. Capital dividido en acciones

Según se desprende de lo prescrito, entre otros en los arts. 6 Nº 3,


10, y 11 de la L.S.A., el capital de toda sociedad anónima debe
dividirse en acciones. Dicha división constituye una mención ne-
cesaria que deben contener los estatutos de la compañía bajo
sanción de nulidad como ya lo hemos tratado.
La exigencia de la división del capital en acciones deriva de
que la sociedad anónima es la típica sociedad por acciones.
Las consecuencias más importantes del imperativo legal en
comento consiste en que los derechos o cuotas sociales que le
corresponden al socio en este tipo de compañías, que más propia-
mente se denomina accionista, deben estar representados en un
título-valor o título de crédito, la acción, que es cedible. Además
la cesión o transferencia de acciones en cuanto importan cambios
en la persona del accionista, no afecta la existencia legal de la
compañía.

433. El capital como parte integrante del estatuto.


Aumentos o disminuciones del capital

Como consecuencia de que el capital de la anónima es un ele-


mento que debe contenerse en los estatutos sociales se infiere que
no puede ser variado voluntariamente sino por reforma de ellos.
Debe señalarse que la calidad de cláusula de estatutaria que tiene
el capital es una exigencia general para toda sociedad comercial,
salvo la cooperativa. En toda sociedad es importante el monto del
capital, tanto para la sociedad, como para sus accionistas y terce-
ros, especialmente acreedores. Por tal motivo es plenamente justi-
ficada, especialmente en la anónima, típica sociedad de capital,
LA SOCIEDAD ANONIMA 515

que se exija reforma de estatutos para su variación. Excepción a


esta regla son las disminuciones de capital de pleno derecho.
Consideramos, en cuanto a los aumentos de capital que la
posibilidad de realizarlos es un derecho que tiene la sociedad y
sus accionistas, sea para incrementar los negocios sociales o cubrir
eventualidades o pérdidas. Deriva este derecho del libre ejercicio
de la libertad económica que reconoce el art. 19 Nº 21 de la Cons-
titución. Acótese que en el caso de los bancos, que requieren de
aprobación de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Fi-
nancieras, para reformar sus estatutos el art. 69 de la Ley Gene-
ral de Bancos específicamente les reconoce tal derecho. Los
estatutos solo pueden regular este derecho mediante el estableci-
miento de quórums o mayorías especiales para acordarlo.
En cuanto a la posibilidad de disminuir el capital social, que
puede ser considerada como una especie de liquidación parcial de
la compañía, también la consideramos como un derecho de los
accionistas derivado de la libertad de ejercer la actividad económi-
ca, pues la existencia de tal derecho implica la facultad para retirar-
se total o parcialmente de ella. Consideramos como un retiro parcial
la disminución de capital. Sin embargo, la disminución de capital,
no solo es una cuestión de interés para los accionistas y la sociedad,
sino que también para terceros. Sobre el particular y para la protec-
ción de todos los intereses involucrados nuestra legislación estima
suficiente lo establecido en los arts. 28, 29 y 67 Nº 5 de la L.S.A.
Estos preceptos prescriben por una parte, a título de disposición de
orden público que la disminución de capital solo puede acordarse
por la junta de accionistas con el quórum mínimo de los 2/3 de las
acciones emitidas, con derecho a voto. De otro lado la ley exige el
transcurso del plazo de 30 días contados desde la publicación del
extracto de la reforma que acuerda una disminución de capital
para hacerla efectiva mediante el reparto o devolución de capital o
compra de sus propias acciones. Este plazo se otorga para dar tiem-
po a terceros o a los accionistas minoritarios para ejercer los dere-
chos que puedan corresponderle. Estos derechos respecto de terceros
acreedores podrían consistir en atacar el acto por la vía de las
revocatorias, si fuera perjudicial a sus legítimos derechos. También
establece la ley que prefieren, en caso de quiebra de la sociedad los
derechos de los demás acreedores respecto de aquellos de los accio-
nistas derivados de una disminución de capital y permite a los acree-
dores sociales instar a su revocación como nulidad de derecho en
los términos previstos en el art. 76 de la Ley de Quiebras.282 Por su
516 SOCIEDADES

parte, el art. 69, inciso final del Código Tributario señala que no
pueden efectuarse disminuciones de capital en las sociedades sin
autorización previa del Servicio de Impuestos Internos. Entende-
mos que esta norma, aplicable a toda sociedad, se refiere a “efec-
tuar” la disminución y no a acordarla. De otro lado, creemos que el
Servicio está obligado a darla, sin perjuicio de su derecho a liquidar
o cobrar impuestos debidos. Además, la infracción de tal norma no
acarrea efectos civiles acorde con lo previsto en el art. 4 del Código
Tributario.

434. Revalorización automática del capital social


y de las acciones con valor nominal

En un intento por conciliar el valor contable con el capital social de


escritura, el art. 10 de la L.S.A. en sus incs. 2 y 3 establece un sistema
de variación del capital social estatutario y del valor nominal de las
acciones, que se detalla en los arts. 6, 7 y 8 del Reglamento.
El sistema básicamente consiste en que la cuenta del activo
denominada de revalorización de capital propio debe distribuirse
entre las diversas cuentas patrimoniales del pasivo no exigible a
prorrata de sus montos y de su permanencia en el tiempo en la
contabilidad. Estas cuentas patrimoniales normalmente represen-
tan el capital aportado por los socios y las utilidades no retiradas o
reservas. El fenómeno indicado se produce de pleno derecho, al
aprobarse en la junta de accionistas el balance respectivo, obligan-
do la ley al directorio a proponer a dicha junta el plan para efectuar
la distribución. Quedará aumentado o disminuido el capital social,
los demás fondos patrimoniales y el valor nominal de las acciones, si
la sociedad tiene acciones con valor nominal, por el monto y pro-
porción que represente la revalorización del capital propio, positiva
o negativa con respecto al capital y los demás fondos.
Para una mayor claridad conviene desarrollar las ideas expues-
tas con un ejemplo. Una sociedad tiene las siguientes cuentas
patrimoniales en su pasivo: $ 5.000.000 de capital; $ 3.000.000 a
título de fondo para futuros dividendos y $ 1.000.000 otras reser-
vas. Total de cuentas de patrimonio $ 9.000.000. La cuenta revalo-
rización de capital propio arroja un resultado positivo de $ 900.000.
La cuenta capital se incrementa en $ 504.000 (56% de $ 9.000.000)
y queda en $ 5.504.000. Los fondos para futuros dividendos en
$ 297.000 (33% de los $ 9.000.000) quedando en $ 3.297.000 y
LA SOCIEDAD ANONIMA 517

otras reservas en $ 99.000 (11% de los $9.000.000) y quedando en


$ 1.099.000. Si el valor nominal de las 1.000 acciones que se com-
ponen el capital social era $ 5.000 dicho valor queda en $ 5.504.
Estos cálculos pueden variar si las cuentas patrimoniales no se
han mantenido como tales durante todo el ejercicio, pues el art. 7
del Reglamento establece, como pautas para realizar el reparto no
solamente la prorrata de montos, sino también su permanencia.
Si los resultados son negativos, los cálculos deben ser los mis-
mos, pero a la inversa. Además el gerente de la sociedad está
obligado, de conformidad a lo dispuesto en el art. 33 del Regla-
mento a dejar constancia de esta disminución de capital de pleno
derecho por escritura pública que debe inscribir al margen de la
inscripción social en el Registro de Comercio dentro de los 60
días de aprobado el balance.
Nuestra legislación tributaria ha establecido un sistema de re-
valorización del capital propio en el art. 41 de la ley de Impuesto a
la Renta. No obstante que se trata de normas tributarias se ha
entendido, generalmente que las sumas que deben distribuirse de
acuerdo a lo prescrito en el art. 10 de la L.S.A., son precisamente
aquellas que se determinan de acuerdo al precepto citado de la
ley sobre Impuesto a la Renta.
En atención a que el art. 10 de la L.S.A. no limita las revaloriza-
ciones de activo a aquellas provenientes de la legislación tributaria,
nos parece al menos dudoso que no corresponda aplicar la norma a
otras situaciones en que, de acuerdo a la ley pueda haber revaloriza-
ción del capital propio. Tales situaciones podrían darse en el caso de
revalorizaciones autorizadas u ordenadas por la Superintendencia de
Valores y Seguros de conformidad con las atribuciones que le otorga
la letra e) del art. 4 de su estatuto orgánico, contenido en el D.L. 538
y en el art. 91 de la L.S.A. y otras revalorizaciones que puedan efec-
tuarse de conformidad a las normas de contabilidad generalmente
aceptadas y que se aplican especialmente a las sociedades anónimas
de conformidad a lo prescrito en el art. 73 de la L.S.A.283

435. Igualdad de las acciones y series de acciones

El art. 11, inciso primero de la L.S.A. expresa:


“El capital social estará dividido en acciones de igual valor. Si
el capital estuviere dividido en acciones de distintas series las ac-
ciones de una misma serie deberán tener igual valor”.
518 SOCIEDADES

De otro lado, el art. 20 de la misma ley admite la existencia de


acciones preferentes.
En este número nos preocuparemos de examinar si nuestra
legislación admite, habiendo dos o más series de acciones ordina-
rias, que puedan éstas tener valores distintos, por ejemplo, si el
capital social es de $ 10.000.000 compuesto de $ 5.000.000 de la
serie A, dividido en 500 acciones y $ 5.000.000 de la serie B dividi-
do en 1.000 acciones o lo que en el fondo es lo mismo, si tratán-
dose de sociedades anónimas en que sus acciones tienen valor
nominal, si hay más de dos series éstas pueden tener distinto valor
nominal. Las acciones preferentes las tratamos más adelante.
La cuestión tiene importancia pues en las juntas de accionistas
se vota por el número de acciones que sea dueño cada accionista y
en los repartos de dividendos y en aquellas que se realicen a la
época de la liquidación ellos se prorratean entre los accionistas
también según el número de sus acciones.
La admisión en los estatutos de accionistas con mejores dere-
chos que otros en votaciones, en cuanto al derecho al dividendo o
a repartos en la época de liquidación, por la vía de la creación de
varias series de acciones en que la división del capital social de
cada uno no es igualitaria por el mayor número o por su diverso
valor nominal significa indudablemente la creación de acciones
preferentes que solo podrían válidamente acordarse cumpliendo
las normas legales que admiten tales tipos de acciones que exami-
naremos más adelante. En efecto, en derecho, la naturaleza jurídi-
ca la determina la ley y no el título o denominación que den las
partes. Si bajo la titulación de acciones ordinarias de diversas se-
ries una acción tiene mayores o menores derechos y obligaciones
que otra hay acciones preferidas.284

436. Plazos para enterar el capital

Se refieren a esta materia los arts. 4, Nº 5, 11 inc. 2º y 24 de la


L.S.A.
De acuerdo con las normas citadas, se hace necesario distin-
guir entre los enteros de capital acordados en la constitución de la
sociedad, de aquellos que resultan de una reforma de estatutos.
El art. 11, inciso segundo de la L.S.A., según el texto fijado por
la ley 19.499, solo exige que el capital inicial debe quedar total-
mente suscrito y pagado en un plazo no superior a tres años.
LA SOCIEDAD ANONIMA 519

Agrega que si así no ocurriere al vencimiento de dicho plazo el


capital social quedará reducido al monto efectivamente suscrito y
pagado”.
La actual normativa, a diferencia de la anterior, no exige que
una parte del capital esté suscrita al momento de constituirse una
sociedad anónima. El art. 2º transitorio de la ley 19.499 regla las
situaciones que pueden presentarse, si una sociedad existente al
momento de entrar en vigencia dicha ley, no cumplía con el re-
quisito de suscripción de capital mínimo, que derogó la ley 19.499.
Opinamos que la no indicación del plazo para enterar los
aportes en la escritura de constitución de la sociedad no acarrea-
ría la nulidad de ésta, no obstante lo prescrito en el art. 4º Nº 5,
en relación con el art. 6º, ambos de la L.S.A., por la disposición
supletoria que establece un plazo de 3 años, que contempla el
art. 11 inciso 2º de la misma ley.
El Nº 5 del art. 4 de la L.S.A. permite y ordena que los estatu-
tos fijen la época de entero de los aportes y el art. 11, inc. 2º
prescribe que en caso de no estar suscrito y pagado el capital en el
plazo de 3 años éste queda reducido al suscrito y pagado en dicha
época. De estas normas deducimos, de una parte que la época
para enterar los aportes es aquella prevista en la escritura social y
que si en dicha escritura se establece, para enterar capital un
plazo mayor, no hay nulidad sino la sanción prevista por la ley
para tal evento, la reducción de pleno derecho del capital que
además debe publicitarse en la forma prevista en el art. 33 del
Reglamento.
En cuanto a aumentos de capital acordados en reforma de
estatutos, el art. 24, inciso 1 de la L.S.A. establece:
“Los acuerdos de las juntas de accionistas sobre aumentos de
capital no podrán establecer un plazo superior a tres años, conta-
do desde la fecha de los mismos, para la emisión, suscripción y
pago de las acciones respectivas, cualquiera sea la forma de su
entero. Vencido este plazo sin que se haya enterado el aumento
de capital, este quedará reducido a la cantidad efectivamente pa-
gada”.
El inciso 2º de la misma disposición legal establece una excep-
ción a esta regla tratándose de sociedades que tengan emitidos
bonos convertibles en acciones.
Existen diferencias de redacción de la ley tratándose de los
plazos para enterar el capital estipulado en la escritura de consti-
tución de la sociedad con respecto de aquellos acordados en au-
520 SOCIEDADES

mentos de capital que se contengan en una modificación. En el


primer caso no hay una norma imperativa que obligue al entero
en el plazo de tres años, sino se establece que si no está suscrito y
pagado el capital opera la reducción de pleno derecho del mismo.
En los aumentos de capital la ley no permite acuerdos que otor-
guen un plazo mayor de 3 años contados desde la fecha de la
Junta que lo acordó: “cualesquiera sea la forma de su entero”. De
otro lado, la sanción en caso de infracción de esta norma sobre
aumento de capital consiste en la reducción de capital de pleno
derecho, que se aplica si no se ha suscrito y pagado el capital en el
plazo acordado si fuere éste inferior a los tres años. Así aparece
del tenor de la norma. En cuanto a la sanción aplicable para el
evento de infracción a lo prescrito en el inc. 1 del art. 24 de la
L.S.A. sobre plazo máximo que la junta puede fijar para suscribir y
pagar un aumento de capital, pensamos que en tal evento no hay
nulidad de la estipulación, sino que primará la ley sobre la norma
estatutaria contraria acorde con lo previsto en el art. 137 de la
L.S.A.285

437. Capital nominal, suscrito y pagado

Ya nos hemos referido al capital y a los aportes suscritos y paga-


dos.286 La novedad que se presenta en la anónima y en la en
comandita por acciones es la posible existencia de capital nominal
que no es permitida en los otros tipos sociales. Podemos concebir
el capital nominal como aquel que la sociedad está autorizada
para colocar sea en sus propios accionistas o en el público. Si se
hace oferta pública del mismo habrá que cumplir las disposicio-
nes de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores.
Una de la principales diferencias entre las acciones suscritas y
pagadas la establece el inc. 3º del art. 16 de la L.S.A. en cuanto,
por regla general, las acciones suscritas y no pagadas gozan de
iguales derechos que las pagadas íntegramente, salvo en cuanto a
la participación que les corresponda en los beneficios sociales y
devoluciones de capital en que concurren en proporción a la
parte pagada. La norma permite a los estatutos establecer reglas
diferentes, pero el alcance de las posibles normas estatutarias dife-
rentes lo analizaremos al estudiar los derechos esenciales de los
accionistas.
LA SOCIEDAD ANONIMA 521

438. Adquisición por la sociedad de sus propias acciones.


Aspectos doctrinarios

La adquisición por una sociedad de sus propias acciones, ha sido


mirada con recelo por las legislaciones porque es un arbitrio que
permite a una mayoría acrecentar su control de la compañía con
cargo a recursos sociales que también tienen derecho la minoría.
También la compra de las propias acciones por la sociedad es
desde el punto de vista económico, una disminución de capital
que no cumple los trámites legales de tal y en que además, no
requiere de la autorización del Servicio de Impuestos Internos.
Nosotros pensamos que es necesario para que una sociedad
pueda adquirir sus propias acciones, autorización expresa de la
ley, ya que, naturalmente, una sociedad no puede adquirirse a sí
misma. También se requiere de texto legal que así lo establezca
para que no quede sin efecto el título de la acción adquirida por
la propia sociedad emisora, por confusión de las calidades de
acreedor y deudor.
Las razones que se han invocado para permitir, por excep-
ción, estas operaciones inciden en que se cree conveniente que
las anónimas tengan a su disposición un mecanismo para hacer
efectiva disminuciones de capital, para pagar las acciones cuando
accionistas tienen el derecho de retiro o se les excluye de la socie-
dad. También se invoca que, mediante la adquisición de sus pro-
pias acciones, las compañías ejercerían una función de apoyo y
estabilización de la cotización de sus propias acciones, ejerciendo
funciones de mercado abierto u open market, protegiendo los valo-
res por ella emitidos mediante la mantención de su precio. Tam-
bién podría importar la facultad de permitir la adquisición de sus
propias acciones como un medio para permitir a una sociedad,
defender a sus accionistas frente a una oferta de adquisición “hos-
til” de acciones de la compañía y otros casos puntuales.287
Gran parte de las legislaciones prohíbe absolutamente la ad-
quisición por la sociedad de sus propias acciones.288 Las que per-
miten esta operación, la regulan para casos específicos y toman
además la precaución, que en tales eventos y por mientras perma-
nezcan las acciones en dominio de la sociedad carezcan de dere-
cho a voto y a dividendo. Además se las autoriza transitoriamente.
Se establece obligación de venta dentro de cierto plazo, reglamen-
tando a quien se compra y se vende, para evitar discriminaciones
o el otorgamiento de ventajas indebidas. En ciertos casos sólo se
522 SOCIEDADES

permite la adquisición de sus propias acciones a aquellas compa-


ñías que tienen utilidades retenidas.

439. Adquisición de la sociedad de sus propias acciones.


Situación en Chile

La legislación anterior a la ley 18.046 sólo permitía tal adquisi-


ción, previa aprobación por la junta extraordinaria de accionistas
y por la Superintendencia de Sociedades Anónimas. La adquisi-
ción debía financiarse con cargo a utilidades líquidas o fondos
especiales que no fueren de la reserva legal.289
La L.S.A. en su artículo 27 varió substancialmente el sistema
anterior. Por una parte, el asunto quedó de la incumbencia ex-
clusiva del directorio, no requiriéndose de autorización de la
junta de accionistas u otro ente. De otro lado, la ley estableció
causales taxativas, de orden público, para permitir la adquisición
de las acciones por la propia sociedad emisora. Por último, la
nueva normativa fijó normas tendientes a evitar abusos de la
mayoría derivados del dominio de la sociedad de sus propias
acciones. Como tendremos oportunidad de apreciarlo, al exami-
nar las causales, la adquisición por la sociedad de sus propias
acciones sólo se permite, para hacer operable finalidades socia-
les concretas.
Los casos en que la ley permite las adquisiciones en comento
son los siguientes:
1. Cuando se originen por el ejercicio del derecho de retiro
que pueda corresponderle a un accionista. Como lo veremos al
estudiar esta materia, no se trata en la especie de una facultad de
la compañía, que puede o no ejercer, sino de una obligación de
ésta, que la normativa vigente impone, fijando el precio y demás
condiciones de la adquisición.
2. Si la adquisición resulta de la fusión con otra sociedad, que
sea accionista de la absorbente. Estrictamente no se trata de la
adquisición de acciones sino de un patrimonio, que comprende
acciones de la adquirente.
3. Como lo señala el Nº 3 del artículo 27 de la L.S.A., si la
adquisición de sus propias acciones “permita cumplir una reforma
de estatutos de disminución de capital, cuando la cotización de las
acciones en el mercado fuere inferior al valor de rescate que pro-
porcionalmente corresponda pagar a los accionistas”.
LA SOCIEDAD ANONIMA 523

En una disminución de capital, debe determinarse la forma,


plazo y valor de restitución del valor de las acciones comprendidas
en ella. Si el valor de mercado de las acciones es inferior a aquel
determinado en la disminución del capital, la ley permite a la
compañía adquirir tales acciones a su valor de mercado, pero,
indudablemente, no obliga a los accionistas a renunciar al mayor
valor que les corresponde, que entendemos se encuentra incorpo-
rado a su patrimonio. El accionista podrá en este caso aceptar
vender sus acciones si por cualesquier razón, por ejemplo menor
plazo de pago en la adquisición que en el rescate, lo estime más
conveniente a sus intereses.
En el caso que estamos examinando, la adquisición de las
acciones significa su expiración, pues se parte del supuesto que se
ha disminuido el capital. No pueden, entonces dichas acciones
volver al mercado. Nos referiremos a la situación ulterior de accio-
nes adquiridas por la propia sociedad que subsisten en el Nº 443.
Mediante la normativa que establece este precepto, se preten-
de evitar que la mayoría use en su favor las acciones adquiridas
por la propia compañía.
4. Nuevo caso agregado por la ley 19.705, que permite la ad-
quisición de las acciones de la propia sociedad para cumplir un
acuerdo de la junta extraordinaria de accionistas en las condicio-
nes establecidas en los artículos 27 A a D de la L.S.A., agregados
por la misma ley, situación que trataremos en el número siguiente.
Por último, el inciso segundo del art. 27 citado expresa: “Mien-
tras las acciones sean de propiedad de la sociedad no se computa-
rán para la constitución del quórum en las asambleas de accionistas
y no tendrán derecho a voto, dividendo o preferencia en la sus-
cripción de aumentos de capital”.

440. Adquisición de acciones por sociedades cuyas acciones


tengan transacción bursátil

Esta nueva reglamentación está contenida en los artículos 27 A a


27 D de la L.S.A. agregados por la ley 19.705.
Permite estas normas la adquisición de acciones por la propia
sociedad, sin exigir se señale en forma expresa la causa u objetivo
que debe tener la sociedad para realizar la operación, pero, de
alguna manera puede deducirse tal propósito ya que sólo se per-
mite a las sociedades que tengan transacción bursátil el uso de este
524 SOCIEDADES

artificio. Si solamente se permite a esas sociedades (que transan


sus acciones en bolsa) habrá que concluir que ello será para in-
fluir en el valor de transacción bursátil de las acciones. De otra
manera, se debería permitir la operación a cualquier otra anóni-
ma. La ley ha prescrito que la Superintendencia debe determinar
cuándo una acción tiene transacción o presencia bursátil lo que
ha hecho por Norma General Nº 103 de 5 de Enero de 2001.290
Los requisitos para acordar esta adquisición son:
1. Debe ser resuelta por la junta extraordinaria de accionistas
por las dos terceras partes de las acciones emitidas con derecho a
voto;
2. El precio de la adquisición no puede superar el monto de
las utilidades retenidas (hay que entender según balance del últi-
mo ejercicio);
3. En el acuerdo de la junta debe determinarse el monto o
porcentaje mínimo a adquirir, el objetivo y la duración del progra-
ma de adquisición, que no puede ser superior a tres años, los
precios mínimos y máximos a pagar, cuestión esta última que la
junta puede delegar en el directorio.
El monto máximo de acciones de su propia emisión no puede
exceder al 5% de las acciones suscritas y pagadas, debiendo los
excesos ser enajenados dentro de 90 días a partir de cuando se ha
producido tal exceso.
Las adquisiciones sólo pueden referirse a acciones pagadas y
libre de todo gravamen o prohibición.
En cuanto a la forma de efectuar las adquisiciones, ellas pue-
den efectuarse en Bolsa de Valores, a través de sistemas que per-
mitan la adquisición a prorrata de las acciones emitidas (el texto
de la ley dice recibidas pero se trata de un lapsus). Es decir, debe
formularse una oferta de compra genérica a todos los accionistas.
Sólo el saldo puede comprarse directamente en rueda de bolsa.
No obstante, siempre pueden adquirirse las acciones a través de
una Oferta Pública de Adquisición de Acciones (OPA) que regla-
menta la ley del Mercado de Valores. Por excepción, puede com-
prarse hasta un 1% del capital accionario, dentro del periodo de
un año, sin aplicar el procedimiento de prorrata cuando el direc-
torio hubiere sido autorizado por la junta para ello.
También la ley reglamenta el volumen máximo de las opera-
ciones que pueden realizarse por día.
Las acciones compradas por este procedimiento deben ser
enajenadas por la sociedad dentro del plazo máximo de 24
LA SOCIEDAD ANONIMA 525

meses a contar desde su adquisición y si así no lo hiciere, el


capital quedará disminuido de pleno derecho, por el monto no
enajenado.
La enajenación por la sociedad de sus propias acciones debe
efectuarse otorgándole el derecho preferente de adquisición a los
accionistas, salvo que se trate de cumplir un programa o plan de
compensación a los trabajadores o de una cantidad no inferior al
1% del capital accionario. Si los accionistas no ejercen su derecho
de adquisición preferente o se supera el 1%, la enajenación debe-
rá efectuarse siempre en Bolsa de Valores.
El artículo 27 D da normas especiales para la adquisición de
sus propias acciones por un banco.
Cabe destacar que la ley 19.705, mediante los preceptos en
estudio, permite a la sociedad anónima en los casos excepcionales
que hemos examinado, efectuar operaciones para estabilizar o
fijar los precios de la acción, lo que en general prohíbe el artículo
52 de la ley 19.045 sobre Mercado de Valores, que sólo lo permite
para llevar adelante una oferta pública de valores nuevos o valores
anteriormente emitidos, que no hayan sido objeto de oferta públi-
ca. Precisamente, ahora, se está autorizando respecto de aquellos
que ya tienen presencia bursátil.
La ley además se preocupó de establecer normas tributarias en
relación con la adquisición de acciones de su propia emisión por
sociedades que hacen oferta pública de los valores que emitan.
Ellas son:
a) Se presume de derecho la habitualidad para el enajenante
(sociedad emisora y compradora) de las acciones adquiridas en
virtud del art. 27 A de la ley 18.046. Se debe pagar impuesto de
1ª categoría por el mayor valor entre el de adquisición y enajena-
ción.
b) Si no se enajenaren las acciones dentro del plazo legal se aplica
a la sociedad emisora y compradora impuesto del 35% (gastos rechaza-
dos) considerando como base imponible el valor de adquisición.
Estas normas están contenidas en los arts. 11 y 18 de la Ley
sobre Impuesto a la Renta modificada por la ley 19.705.

441. Bienes susceptibles de aportarse a una sociedad anónima

Las normas atingentes al tema están contenidas en los arts. 13, 15


y 67 Nº 6 de la L.S.A.
526 SOCIEDADES

En general pueden aportarse a una sociedad los mismos bie-


nes que a cualesquier otro tipo social que hemos examinado en
los Nos 262 a 269 que preceden.
Las normas especiales aplicables a la sociedad anónima son las
siguientes:
1. El art. 13 de la L.S.A. prohíbe la creación de acciones de
industria y de organización.
Tanto las acciones que corresponden a aportes de industria o
trabajo personal, como a labores de organización de una socie-
dad, como también el avalúo de aportes no dinerarios represen-
tan peligro de fraude para futuros accionistas o para los accionistas
minoritarios si hubiere una sobrevaluación de ellas efectuada por
los accionistas fundadores o por acuerdo de mayoría.
La legislación preexistente a la dictación de la ley 18.046, per-
mitía tales aportes, pero si ellos se estipulaban en la escritura de
constitución de la sociedad se establecía prohibición de enajenar
tales acciones por un lapso de dos años.291
La L.S.A. optó por otro sistema. Prohibió absolutamente las
acciones de industria y organización. Con respecto a los aportes
no dinerarios prescribió las normas que analizaremos en el punto
siguiente de este número.
Por aportes de industria debemos entender todo aporte con-
sistente en trabajo personal. Las labores de organización, son un
tipo de aporte de trabajo que el legislador señala en forma expre-
sa, para que no quepa duda sobre el particular. Lo anterior no
importa prohibición que la sociedad pueda celebrar contratos de
prestación de servicios con sus accionistas y tampoco impide el
aporte proveniente de trabajo personal “cosificado” como aquel
reflejado en planos, know how o procedimientos industriales o
comerciales. En tales eventos, se aporta, no la obligación de efec-
tuar una labor, sino el resultado de ella.
2. En cuanto a los aportes no dinerarios, la ley dispone que
salvo acuerdo unánime de las acciones emitidas ellos deben ser
estimados por perito y aprobados en junta extraordinaria de accio-
nistas contando con el quórum mínimo de los 2/3 de las acciones
emitidas que puede ser mayor si una norma estatutaria así lo esta-
blece. Así lo señalan los arts. 15, inc. final y 67 Nº 6 de la L.S.A.
Si tales aportes se realizan en la constitución de la compañía la
evaluación por unanimidad debe estar contenida en la escritura
social, como lo señala el Nº 5 del art. 4 en relación con el inc.
final del art. 15 ambos de la L.S.A.
LA SOCIEDAD ANONIMA 527

La ley 19.499 agregó como inciso final del art. 15 de la L.S.A.,


la regla consistente en que si no se cumplían con los requisitos
relativos a los aportes no dinerarios (de aprobación por acuerdo
unánime) y era necesaria su estimación por peritos y la aproba-
ción por la junta de accionistas, tanto de los aportes como de sus
evaluaciones, que puede cumplirse en cualquier tiempo con tales
formalidades, con posterioridad a la escritura de aporte, caducan-
do la acción de cumplimiento pasado dos años contado de la
fecha de la escritura de la cual consta el respectivo aporte, pues la
ley no efectúa distinciones.
Queda claro que hay caducidad de la acción transcurrido los
dos años. Pero, ¿qué acción caduca? Pareciera que sería la acción
tendiente a hacer valer la responsabilidad de los directores y el
gerente de que trata el inciso 3 del art. 15 de la ley L.S.A. y tam-
bién la acción de nulidad del aporte.
3. El art. 15, en sus incs. 1 a 3 de la L.S.A. expresa:
“Las acciones podrán pagarse en dinero efectivo o con otros
bienes.
En el silencio de los estatutos se entenderá que el valor de las
acciones de pago debe ser enterado en dinero efectivo.
Los directores y el gerente que aceptaren una forma de pago
de acciones distintas de la establecida en el inciso anterior o a la
acordada en los estatutos, serán solidariamente responsables del
valor de colocación de las acciones pagadas en otra forma”.
Parece clara la responsabilidad del directorio y del gerente
que aceptaren pagos de acciones en forma diversa de los fijados
por los estatutos o a falta de norma de éstos, en dinero efectivo.
Lo que no parece tan claro, es si los estatutos pueden contener
alguna norma que permita el aporte de sucedáneos del dinero
tales como cheques, letras o pagarés, cuyo obligado sea el propio
accionista. La duda existe pues la anterior legislación en cuanto a
aportes en dinero tratándose de acciones de pago, solo permitía
el dinero efectivo.292 La actual normativa permite aportes en dine-
ro o efectivo o “con otros bienes”, dentro de cuyo concepto po-
drían caber los aportes de documentos, entre ellos, aquellos
emitidos por los propios accionistas.
Nos inclinamos a sostener que puede aportarse a una sociedad
anónima una cartera de documentos de terceros, siendo éstas de
bonos, letras o pagarés. Sin embargo, consideramos, que no esta-
ría permitido dar por enterados aportes por la mera suscripción
por parte de los accionistas de documentos en favor de la socie-
528 SOCIEDADES

dad, los que ésta sólo podría recibir como una forma de facilitar
el pago de los aportes, sin que hubiere novación. También afirma-
mos que estaría vedado a los estatutos una estipulación que permi-
tiera tales aportes.

442. Entero de aportes. Contrato de suscripción de acciones.


Valor de colocación

En una compraventa, el entero o pago del precio constituye el


cumplimiento de la obligación principal del comprador. El entero
de los aportes por los socios de una sociedad de personas es tam-
bién el cumplimiento de un socio con la sociedad y con los demás
socios, de su obligación fundamental de poner algo en común, que
se traduce en la transferencia de la cosa aportada a la sociedad. En
los casos de compraventa y sociedades de personas, que hemos
citado, el entero o cumplimiento de la prestación está íntimamente
vinculado con el contrato principal, de manera tal que su no cum-
plimiento puede dar origen a la extinción de la relación jurídica
mediante su resolución o disolución en su caso. En los aportes a
sociedades de personas, el valor en el cual están estimados los apor-
tes, forma parte del capital o fondo común, y representan la cuota o
parte del socio en la sociedad y sus valores son equivalentes, sin
perjuicio de las revalorizaciones de capital. Además cabe recordar
que los enteros de capital pueden efectuarse en la escritura de
constitución de la sociedad, en reforma de ella o mediante un acto
separado y que dicho entero no es solemne, sin perjuicio de tener
tal calidad la estipulación que contiene la obligación de aporte y de
la necesidad de cumplir solemnidades si la ley lo exige para la
transferencia o tradición de la cosa aportada.
La situación relatada difiere en las sociedades de capital, espe-
cialmente en la anónima. La obligación de enterar el aporte, de
alguna manera se ha independizado del contrato social.
Se considera que se celebra un contrato entre la anónima o
sociedad emisora de las acciones y el suscriptor, nuevo o antiguo
accionista, que se denomina “contrato de suscripción de accio-
nes”.293 En este contrato no son parte los otros accionistas. En
virtud de él, la sociedad se obliga a emitir los títulos de acciones
respectivos y el suscriptor a pagarlas en determinado plazo. El no
cumplimiento de las obligaciones del suscriptor, no permite accio-
nar de disolución de la sociedad emisora. Sólo otorga el derecho
LA SOCIEDAD ANONIMA 529

para exigir su cumplimiento u otras acciones con las limitantes


que más adelante señalaremos. Además, por regla general, el en-
tero de aportes mediante el contrato de suscripción se celebra por
instrumento separado, salvo respecto de los aportes que se pagan
en la misma constitución de la sociedad. No deben insertarse o
contenerse en una junta de accionistas que acuerde un aumento
de capital, por no ser un acto propio de junta que refleja la volun-
tad colectiva de los accionistas, sino un acto de un tercero o un
accionista con la sociedad.
Se refieren al contrato de suscripción de acciones el art. 12,
inc. 1 de la L.S.A. y el art. 12 del Reglamento. El valor de coloca-
ción de las acciones está tratado en los arts. 26 de la L.S.A. y en los
arts. 28 a 32 de su Reglamento.
El art. 12 de la L.S.A. exige que el contrato de suscripción de
acciones conste por escrito y cumpla con las condiciones que fije
el Reglamento. Este en su art. 12 por su parte expresa:
“La suscripción de acciones deberá constar en instrumento
público o privado firmado por las partes, en el que se exprese el
número de las acciones que se suscriben, la serie a que pertenez-
can en su caso, la fecha de entrega de los títulos respectivos y el
valor y la forma de pago de la suscripción”.
De lo anterior podemos colegir que el contrato de suscripción
de acciones es aquel contrato solemne, que debe constar por ins-
trumento público o privado en virtud del cual una sociedad anó-
nima emite o se obliga a emitir un determinado número de
acciones de pago y el suscriptor paga o se obliga a pagar dichas
acciones.
Las condiciones del contrato de suscripción deben ajustarse a
las disposiciones pertinentes de los estatutos. Por la sociedad debe
celebrarlo quien esté facultado para ello por el directorio. Desde
el momento en que se celebra el contrato de suscripción queda el
suscriptor como accionista, siendo de cargo de la sociedad la ins-
cripción en el registro de accionistas.
No se reconocen en la actual legislación las promesas de ac-
ción que trataba la legislación preexistente como distintas de las
acciones suscritas y no pagadas. Se confirma lo expresado con lo
prescrito en el inc. 3 del art. 16 de la L.S.A. que dispone por regla
general que las acciones no pagadas gozan de los mismos dere-
chos que aquellas pagadas.
En cuanto al valor de colocación de la acción de pago, que
representa el precio del contrato de suscripción, debe ser fijado
530 SOCIEDADES

libremente por la junta de accionistas. Así lo señala el inc. 1º del


art. 26 de la L.S.A. El art. 28 del Reglamento solo impone obliga-
ción al gerente de informar debidamente a la junta de los valores
bursátiles, si existieren y en todo caso del valor libro de la acción,
para que la junta considere esta información al fijar el valor de
colocación.
La normativa también se preocupa del destino que debe darse a
los fondos provenientes de la colocación de acciones de pago. Si su
valor coincide con el valor nominal o con el valor libro de la acción,
si éstas no tuvieren valor nominal, los fondos que ingresan al Activo
están representados en el Pasivo no exigible en la cuenta Capital.
Si las acciones tienen valor nominal y el precio de colocación
es superior a él, con el pago se forma un fondo de reserva en el
pasivo por la diferencia, al cual tienen derecho todos los accionis-
tas. Este fondo no puede repartirse pero sí puede capitalizarse. En
el evento contrario, esto es si el valor de colocación es inferior al
valor nominal, la diferencia se considera pérdida. Así lo señala el
art. 26 inc. 2 de la L.S.A. El art. 32 del Reglamento establece nor-
mas similares si las acciones no tienen valor nominal. En efecto,
señala que si el valor de colocación es mayor o menor que el que
resulte de dividir el capital social por el total de las acciones,
dichas diferencias afectarán al patrimonio social aumentando o
disminuyendo los valores en que aparecen asentadas las cuentas
de patrimonio, capital y reservas.
El inciso primero del art. 16 de la L.S.A., establece que se
reajustarán según U.F. los saldos de acciones suscritas y no paga-
das en moneda nacional. Entendemos que esta regla es subsidia-
ria de lo que dispongan los estatutos y el contrato de suscripción
de acciones sobre el particular. Puede establecerse un reajuste
distinto e intereses y aun que no haya reajuste ni intereses.
El inciso segundo del mismo artículo, trata de la situación que
se presenta si el valor de colocación de las acciones estuviere expre-
sado en moneda extranjera, estableciendo que el pago debe reali-
zarse en dicha moneda extranjera o en moneda nacional al cambio
oficial. Si no existiere cambio oficial, se estará a lo que disponga
sobre el particular el estatuto social. En la actualidad no existe un
cambio que pueda considerarse oficial. Por lo tanto, deberá estarse
a lo prescrito en los estatutos sobre la forma de pago de acciones
cuyo valor de colocación esté expresado en moneda extranjera y a
falta de norma estatutaria, a las normas generales de pago de obli-
gaciones en moneda extranjera establecidas en la ley 18.010.
LA SOCIEDAD ANONIMA 531

El inc. segundo del art. 28 del Reglamento de la L.S.A. permi-


te en las sociedades anónimas abiertas a la junta de accionistas
que debe fijar el precio de colocación de las acciones “delegar” en
el Directorio la fijación final del precio de colocación de las accio-
nes, siempre que esa colocación se efectúe dentro de los 120 días
siguientes a la fecha de su celebración.
El art. 26 de la L.S.A. dispone respecto de toda sociedad anó-
nima, abierta o cerrada, que la junta de accionistas es quien debe
determinar el valor de colocación de la acción. El Reglamento de
la L.S.A. no puede variar el contenido de dicha norma legal que
pretende reglamentar. Por ello sostenemos que la delegación de
que trata el inc. 2º del art. 28 del Reglamento solo es posible
legalmente si el Directorio está facultado por la junta para fijar el
valor de colocación de acuerdo con determinados parámetros,
pues, en nuestra opinión no sería legalmente posible una delega-
ción total que permitiera al Directorio fijar libre y soberanamente
el valor de colocación, porque ello importaría una clara violación
al precepto citado en la L.S.A.

443. Derecho de suscripción preferente. Aspectos sustantivos

En relación con la posibilidad de los accionistas de suscribir nuevas


acciones de pago de una sociedad, provenientes de acciones no
suscritas al momento de la constitución de la sociedad, de un au-
mento de capital, de ventas de acciones realizadas por la sociedad
en los casos en que le está permitido adquirir sus propias acciones o
si se trata de acciones suscritas y no pagadas oportunamente por
algún accionista, puede hipotéticamente darse el caso que disminu-
ya la cuota o porcentaje de un accionista en el capital social si no
suscribe la parte proporcional que le corresponde en dichas accio-
nes. Ello podría ocurrir si la mayoría de los accionistas le privare a
alguno de ellos de su derecho a suscribir y pagar las acciones nece-
sarias para mantener su cuota o parte en la sociedad.
Los arts. 25 y 27 inciso final de la L.S.A. y 29 del Reglamento
reconocen el derecho de cada accionista a suscribir y pagar accio-
nes, a prorrata de las que posean, si existen acciones de pago por
suscribir, provenientes de aumentos de capital y en el caso de
enajenación por la sociedad de sus propias acciones cuando está
permitida tal adquisición y no se extinguen las acciones por la
adquisición. Este derecho se extiende a la percepción de acciones
532 SOCIEDADES

liberadas, a la suscripción de debentures convertibles en acciones


y a la suscripción de cualquier otro valor social que confiera dere-
chos futuros sobre acciones de la sociedad. En las situaciones des-
critas, la ley prescribe que al menos una vez dichos valores o
acciones deben ser ofrecidos para su suscripción a todos los accio-
nistas a prorrata de sus acciones. Esta norma es indudablemente
de orden público. En caso de infracción de ella por los estatutos
primará sobre la norma estatutaria la ley, según lo previene el
art. 137 de la L.S.A. Si la infracción a la norma en comento no se
cometiere en los estatutos, sino que de hecho algún órgano social
no la respetara y colocara acciones mediante suscripción o venta
desconociendo el derecho de suscripción preferente de algún ac-
cionista, pensamos que en tales casos, el accionista afectado, ade-
más de su derecho de ser indemnizado de los perjuicios, tiene el
derecho que le otorga la ley contra la sociedad para exigir su
cumplimiento, sin perjuicio de la nulidad de la suscripción o ven-
ta de acciones realizada en contravención a la ley.
A la situación de acciones por colocar que pudieren originarse
si un accionista no hubiera pagado oportunamente acciones por
él suscritas, nos referiremos al tratar de las consecuencias que
puede acarrear el no pago de acciones.
Queda por tanto, por resolver la situación que puede presen-
tarse con acciones no suscritas en la escritura de constitución y los
casos de segunda vuelta, esto es si subsiste o no el derecho de
suscripción preferente, si queda un remanente de activos sin sus-
cribir luego de ofrecida por primera vez la suscripción a los accio-
nistas. Sostenemos que el estatuto para una segunda o tercera
vuelta puede establecer un sistema distinto que aquel de ofrecer a
los accionistas restantes la suscripción a prorrata de sus acciones,
pues el art. 25, inc. primero de la L.S.A. establece solo como obli-
gatorio un primer ofrecimiento.
Las fórmulas diversas que pueden disponer los estatutos luego
de ofrecida la suscripción por una vez a los accionistas pueden
consistir en disponer su remate en bolsa u otorgarle al directorio
la facultad de decidir al respecto, aun mediante ventas privadas
con la limitación prescrita en el art. 29, inc. 2 del Reglamento de
que las acciones no pueden ser ofrecidas a terceros en valores
inferiores o en condiciones más ventajosas que las ofrecidas a los
accionistas.
Creemos que la disposición del Reglamento citada tiene su
sustento en lo prescrito en el art. 30 de la L.S.A. que establece que
LA SOCIEDAD ANONIMA 533

los accionistas deben ejercer sus derechos respetando aquellos de


la sociedad y los demás accionistas, normas que también debe
respetar el directorio de la compañía, que debe velar por los dere-
chos de todos los accionistas. También creemos que la referencia
a “terceros” que efectúa el art. 29 del Reglamento abarca también
a la adquisición de las acciones por otros accionistas.
A falta de norma estatutaria que establezca reglas sobre los
segundos y posteriores ofrecimientos, aplicando la misma norma-
tiva señalada precedentemente sobre el respeto debido a los dere-
chos de todos los accionistas, sostenemos que persiste la obligación
de ofrecer a los restantes accionistas a prorrata de sus acciones la
suscripción de remanente salvo que la cantidad de acciones a
ofrecer no tenga trascendencia de ninguna clase. Evidentemente
que cualquiera sea el número de acciones si la suscripción de ellas
puede hacer cambiar el controlador de la compañía o variar la
composición del directorio, somos enfáticos que en tal evento
debe respetarse el derecho de suscripción preferente de los de-
más accionistas.
Sin embargo, el inc. 3 del art. 29 del Reglamento expresa:
“En las sociedades anónimas abiertas deberá observarse lo dis-
puesto en el inciso anterior, a lo menos por 30 días siguientes a la
fecha del vencimiento del plazo de la oferta preferente. Transcu-
rrido este plazo, las acciones podrán ser ofrecidas a terceros en
condiciones y precios diferentes a los de la oferta preferente, siem-
pre que esta oferta a terceros se hagan en bolsas de valores”.
Dudamos de la legalidad de esta disposición reglamentaria,
que excede de lo dispuesto por la Constitución, sobre materias
propias del Reglamento y de las facultades concedidas por el inci-
so final del art. 25 de la L.S.A. pues altera derechos legítimos de
los accionistas.

444. Derecho de suscripción preferente. Aspectos adjetivos

El art. 25 de la L.S.A., después de reconocer en su inciso segundo


el carácter de esencialmente renunciable y transferible del dere-
cho de opción preferente, en su inciso tercero expresa:
“El derecho de preferencia de que trata este artículo deberá
ejercerse o transferirse dentro del plazo de 30 días contado desde
que se publique la opción en la forma y condiciones que determi-
ne el Reglamento”.
534 SOCIEDADES

El inciso 1 del art. 29 del Reglamento prescribe:


“Las opciones para suscribir acciones de aumentos de capital de
la sociedad deberán ser ofrecidas, a lo menos por una vez, preferen-
temente a los accionistas a prorrata de las acciones que posean
inscritas a su nombre el quinto día hábil anterior a la fecha de
publicación de la opción. Esta publicación se efectuará, a lo menos
por una vez, mediante un aviso en forma destacada en el diario en
que deban realizarse las citaciones a Juntas de Accionistas”.
Dados los términos de las disposiciones transcritas podemos con-
cluir que este derecho puede renunciarse aun antes del transcurso
del plazo de 30 días de que trata el inc. final del art. 25 de la L.S.A.
También sostenemos que en razón a que las normas señaladas
están establecidas en favor precisamente de los accionistas, éstos
por unanimidad pueden prescindir de las solemnidades de publi-
cación y establecer otras reglas sobre la forma de publicitar, ceder
y renunciar al derecho de adquisición preferente.
Los preceptos contenidos en los arts. 30 y 31 del Reglamento
precisan detalles operatorios sobre las materias que estamos tra-
tando en los siguientes términos:
“Art. 30: Cuando una sociedad efectúe una oferta preferente
de suscripción de acciones de pago, deberá poner a disposiciones
de los accionistas con derecho a ella, certificados firmados por el
gerente que dejen constancia de esta circunstancia”.
“Los accionistas con derecho a suscribir acciones o los cesiona-
rios de las opciones, deberán manifestar por escrito a la sociedad,
su intención de suscribirlas dentro del plazo de 30 días contado
desde la fecha de la publicación a que se refiere el artículo ante-
rior. Si nada expresan dentro de dicho plazo se entenderán que
renuncian a este derecho”.
“Art. 31: Las opciones para suscribir acciones de la sociedad,
debentures convertibles en acciones o cualquiera otros valores
que confiera derechos futuros sobre acciones se podrán transferir
sujetándose a las mismas formalidades que para la cesión de accio-
nes se establecen en el art. 15.
La cesión producirá efecto respecto de la sociedad y de terce-
ros una vez que aquélla tome conocimiento de la misma en vista
del documento en el que consta la cesión y el certificado de dere-
cho a la opción.
Los interesados podrán acreditar que la sociedad ha tomado
conocimiento de la cesión en mérito a una notificación practicada
por notario público o corredor de bolsa, quien en el acto de
LA SOCIEDAD ANONIMA 535

practicar esta diligencia deberá entregar una copia del contrato


de cesión. La sociedad deberá archivar los documentos que den
constancia de la cesión y practicará una anotación indicativa en el
Registro de Accionistas”.

445. El derecho de suscripción preferente y los trabajadores

En muchas ocasiones, es conveniente que personas distintas de los


actuales accionistas suscriban todo o parte de un aumento de
capital, como ocurre cuando interesa recibir nuevos aportes de
terceros, sea o no con emisión de acciones preferentes o en los
casos de emisión de ADN. Para ser operante tal suscripción se
precisa que los accionistas renuncien o cedan sus derechos de
suscripción preferente, que es un derecho individual, radicado en
cada accionista.
La ley 19.705, en reforma que introdujo al artículo 24 de la
L.S.A., permite, previo acuerdo de junta de accionistas, por la
mayoría ordinaria de ellos, que hasta un 10% del monto de un
aumento de capital, se reserve para ser colocado en los trabajado-
res de la sociedad o de sus filiales, destinados a planes de compensa-
ción que pueden extenderse hasta por cinco años contados desde
el acuerdo de la junta respectiva
La norma en estudio también establece, que si en un aumento
de capital los accionistas no han ejercido, oportunamente, su de-
recho de suscripción preferente, el saldo puede ser destinado a
planes de compensación con los trabajadores si así lo hubiere
acordado la junta de accionistas.
Nos parece claro que en estos casos basta con el acuerdo ma-
yoritario de los accionistas y no se necesita la renuncia o cesión de
cada uno de ellos, camino que por lo demás no queda cerrado si
se pretende ir más allá de los márgenes legales. También el plazo
de suscripción y pago puede extenderse hasta cinco años, cuando
la regla general son tres.
Lo que no tenemos claro es el significado que quiere darle la
ley a un plan de compensación ¿compensación de qué y con qué?
¿Se tratará de compensar con la obligación de la empresa de
pagar indemnización por años de servicios? Sin embargo, el inciso
final del artículo 24 agregado por la ley 19.705 expresa, que los
trabajadores tienen un plazo de seis años para suscribir y pagar las
acciones.
536 SOCIEDADES

Entendemos por “compensación”, cualesquiera prestación a


favor de los trabajadores que pueda extinguirse dándoles en pago
acciones de la compañía.

446. Incumplimiento de un accionista de su obligación de pagar


las acciones por él suscritas

Se refieren al tema los artículos 11, inc. 2, 17 y 24 inc. 2 de la


L.S.A.
Los arts. 11 inc. 2 y 24, inc. 2º de la L.S.A. señalan que transcu-
rrido el plazo de tres años desde la fecha de la escritura de consti-
tución de una sociedad anónima o del acuerdo de la junta de
accionistas sobre el aumento de capital, no se encuentran suscritas
y pagadas las acciones cualquiera sea la forma de su entero, el
capital quedará reducido a la cantidad pagada salvo el caso de
haber bonos convertibles en acciones. De conformidad con la ley
19.705 el plazo es de cinco años respecto de la emisión de accio-
nes para ser suscritas y pagadas por trabajadores de la sociedad.
Por su parte el art. 17 de la L.S.A. expresa:
“Cuando un accionista no pagare oportunamente el todo o
parte de las acciones por él suscritas la sociedad podrá vender en
una Bolsa de Valores Mobiliarios, por cuenta y riesgo del moroso
el número de acciones que sea necesario para pagarse de los
saldos insolutos y de los gastos de enajenación, reduciendo el
título a la cantidad de acciones que le resten. Lo anterior es sin
perjuicio de cualquier otro arbitrio que, además se pudiere estipu-
lar en los estatutos”.
No nos parece ajustado a la lógica, que la ley permita por una
parte pactar el plazo en un máximo de tres o cinco años y transcu-
rrido dichos plazos que caduque la emisión de las acciones. En el
evento límite el cumplimiento de la obligación de aportar queda
al mero arbitrio del deudor pues el vencimiento de la obligación
coincide con la caducidad legal de la obligación. Sin embargo, los
textos legales son claros. Se trata de disposiciones imperativas de
orden público. Por ende si se desea tener derecho a compeler
compulsivamente a los suscriptores de acciones, habrá que otor-
garles un plazo menor de pago que el máximo legal, de manera
de posibilitar el ejercicio oportuno de acciones judiciales. Aunque
la ley no lo diga en forma directa, si ocurre la caducidad de las
acciones cuyo cobro judicial está pendiente, por disminución le-
LA SOCIEDAD ANONIMA 537

gal del capital, creemos que el demandado tiene derecho a impe-


trar el término de tal cobro por no estar en condiciones la deman-
dante de cumplir su obligación correlativa por un hecho ulterior
a la traba de la litis.
El precepto del art. 17 de la L.S.A. señala en forma expresa en su
parte final, que se permiten pactar otros arbitrios en los estatutos.
La norma del art. 17 de la L.S.A. es de muy escasa aplicación
práctica pues supone que el accionista moroso tiene parte de sus
acciones pagadas cuya enajenación permitirá cancelar otras no
pagadas. La reducción del título por el saldo no cubierto que
permite la norma en comento, ocasiona que la sociedad, por el
monto de dichas acciones tendrá a su disposición acciones por
suscribir, que salvo norma estatutaria diversa deberá ofrecer en 1ª
opción a los demás accionistas por los fundamentos expresados en
el Nº 443, que precede.
En cuanto a los otros arbitrios que pueden estipularse en los
estatutos para el caso de no pago de acciones suscritas, el más
corriente es señalar que la sociedad, puede lisa y llanamente redu-
cir el título del accionista moroso a las acciones efectivamente paga-
das. También puede establecerse que si el accionista no ha hecho
ningún pago, excluirlo de la sociedad, facultando a ésta para dar
primera opción por sus acciones a los demás accionistas, todo de
conformidad a lo que se expresa en el Nº 443 que precede.
También, para ilustrar la posibilidad de otras fórmulas posi-
bles de pactar en los estatutos conviene recordar las normas de la
legislación preexistente antes de la dictación de la ley 18.046, que
lo era el art. 444 del Código de Comercio. Dicha disposición en su
primitivo texto permitía a la sociedad diversos arbitrios a saber: a)
Realizar la venta de la totalidad de las acciones del moroso me-
diante corredor, b) apropiarse de las cantidades que éste hubiere
entregado retirándole el título y c) otras indemnizaciones que
acuerden los estatutos.
Luego de la reforma introducida por la ley 17.308 a dicho
artículo, la norma solo permitió a la sociedad vender por cuenta
del moroso las acciones no enteradas reduciéndole el título a las
acciones efectivamente pagadas y estipular otros arbitrios en los
estatutos.
Indudablemente que es arbitrio permitido por los estatutos la
cláusula de resolución ipso facto de todo o parte del contrato de
suscripción no cumplido y permitir la ventas de las acciones por
una vía distinta que la venta en remate en bolsa, por ejemplo
538 SOCIEDADES

ventas privadas con o sin intervención de corredores u otros inter-


mediarios.
La apropiación de las cantidades pagadas por el accionista
moroso unidas a la resolución ipso facto del contrato de suscrip-
ción solo la consideramos que se ajusta a la ley si los estatutos
establecen una pena compensatoria que no exceda del duplo de
la obligación principal acorde con lo señalado en el art. 1544 del
Código Civil.
Los problemas de conciliación entre las ventas forzadas por no
pago del accionista y la normativa sobre OPAS, las examinaremos
al estudiar éstas.

B. DE LAS ACCIONES

447. Concepto y aspectos generales

Una de las características más trascendentes de la sociedad anóni-


ma es que su capital se encuentra dividido en acciones y que éstas
se pueden transar en el mercado. Ello ha ocasionado que la socie-
dad anónima sea la figura jurídica societaria preferida en el mun-
do capitalista, lo que se refleja en que el mayor número de empresas
de cierta importancia económica estén organizados como socieda-
des anónimas.
Gran parte de la doctrina294 considera que el término “acción”
en el Derecho Societario comprende tres conceptos los que resu-
midamente pueden expresarse de la siguiente manera: a) La ac-
ción concebida como un documento. La acción es un título-valor
o un título de crédito representativo de los derechos de los accio-
nistas. b) La acción como una parte alícuota del capital social.
Tiene tal carácter porque la acción versa sobre una parte o cuota
del capital de una sociedad anónima. c) La acción como fuente
de derechos. Se le considera como tal pues otorga a su titular una
serie de derechos. Nosotros siguiendo otra corriente doctrinaria
creemos que es suficiente concebir a la acción como una cuota o
parte del capital de una sociedad anónima reflejada en un título-
valor.295 No nos parece adecuado comprender dentro del concep-
to de la acción los derechos del accionista. Además, sostenemos
que el accionista tiene los derechos que le correspondan aunque
no se hayan emitido las acciones, entre otros para exigir que se le
entreguen tales títulos.296
LA SOCIEDAD ANONIMA 539

Se han suscitado en la doctrina grandes discusiones en cuanto


a las diferencias que presenta la acción, en las sociedades por
acciones respecto de las cuotas correspondientes a derechos de
socios en otras compañías.297 Ascarelli, sobre el particular expresa:
“El criterio distintivo más fundado entre cuota y acción a mí me
parece aquel que se refiere a la existencia o no de un título de
crédito.”298 Como lo veremos en el número siguiente creemos que
es más exacto estimar que la fundamental diferencia entre cuota o
acción es la mayor facilidad de transferencia de las segundas.

448. La acción como título-valor. ¿Desincorporación de la acción?

La generalidad de la doctrina atribuye a la acción la calidad de


un título-valor o título de crédito, de aquellos llamados de parti-
cipación o títulos corporativos o sociales, no obstante que no
concurran en la acción algunas de las características de dichos
documentos como su carácter abstracto, la independencia del
negocio causal con el negocio de emisión del título, pues la
acción está íntimamente ligada al contrato de sociedad y los
derechos que emanan de ellas aparecen en la ley y en los estatu-
tos y no en el título mismo de la acción.299
La verdad es que se visualiza con mayor claridad la acción
como título-valor o título negociable cuando el documento se
extiende al portador o a la orden y no tratándose de acciones
nominativas, que para ser traspasadas requieren de inscripción en
el registro de accionistas respectivo.
En nuestro derecho, en la actualidad las acciones solo pueden
ser nominativas, como lo señala el art. 12 de la L.S.A., respecto de
las anónimas y el art. 494 del Código de Comercio en relación con
las en comanditas por acciones.
La eliminación de las acciones a la orden y al portador refleja
una tendencia generalizada en el Derecho Comparado. De otra
parte debe considerarse que también se ha generalizado la norma
que considera esencial para la transferencia de acciones la prácti-
ca de la inscripción en el registro de accionistas. Las inscripciones
algunos autores españoles las denominan “anotaciones en cuen-
ta”. La menor importancia que tiene en la actualidad el título de
la acción para practicar su transferencia, que ha sido en gran
parte reemplazada por las anotaciones registrales ha permitido a
autores españoles señalar: “El documento de papel al que se in-
540 SOCIEDADES

corpora el derecho-acción cumple una función meramente instru-


mental al servicio de la finalidad perseguida: la facilidad circulato-
ria del derecho expresado en el documento con garantías
suficientes tanto para los sucesivos adquirentes como para la socie-
dad. No es de extrañar, por ello que con la masificación de los
valores mobiliarios el título valor acción haya perdido gran parte
de su funcionalidad debido a los inconvenientes y riesgos que
comporta el soporte cartáceo y haya entrado en crisis. Como ha
escrito Olivencia, “el maravilloso invento se ha rebelado contra
quienes se beneficiaban de él, sumiéndolos en una actitud de
perplejidad análoga a la del aprendiz de brujo. La “magia jurídi-
ca” ha superado el poder de los magos”.300
No obstante reconocer la efectividad de la ocurrencia del fe-
nómeno anotado en nuestro derecho tal “desincorporación” no
es absoluta, pues tendremos oportunidad de señalar al tratar de la
transferencia de las acciones, que en nuestra ley se exige la pose-
sión material del título para el ejercicio de ciertos derechos del
accionista en especial para su transferencia.

449. Requisitos de los títulos de acción y extravío de los mismos

El art. 12, inc. 1 de la L.S.A. se remite al Reglamento tanto en


cuanto a las menciones que deben contener los títulos de accio-
nes como al procedimiento de reconstitución de aquellos perdi-
dos o extraviados. Se refieren al tema los arts. 19 a 21 del
Reglamento.
El art. 19 del Reglamento expresa:
“Los títulos de acciones llevarán el nombre del dueño, el nom-
bre y sello de la sociedad, la fecha de la escritura social y notaría en
que se haya otorgado, la indicación de la inscripción de la sociedad
en el Registro de Comercio correspondiente, el número total de las
acciones que se divide el capital de la compañía, el número de
acciones que el título represente y, en su caso, la serie a que perte-
nezcan, el número total de acciones correspondientes a dicha serie,
y una referencia a las preferencias si las hubiere. Igualmente debe-
rán constar en el título las condiciones de pago de la acción si se
tratare de acciones que no estuvieren pagadas íntegramente.
En el caso de sociedades anónimas sujetas a autorización de
existencia se expresará además en el título la fecha y número de
ésta. Los títulos de acciones serán numerados correlativamente y se
LA SOCIEDAD ANONIMA 541

desprenderán de un libro talonario. El talón correspondiente será


firmado por la persona a quien se haya entregado el título. Los
títulos serán firmados por el presidente del Directorio y por el
gerente o la persona que haga sus veces. Las sociedades podrán
establecer sistemas para que la firma de uno de ellos quede estam-
pada mediante procedimientos mecánicos que ofrezcan seguridad”.
El inciso final del art. 12 de la L.S.A. por su parte prescribe:
“La Superintendencia podrá autorizar a las sociedades someti-
das a su control, para establecer sistemas que sustituyan la obliga-
ción de emitir títulos o que simplifiquen en casos calificados la
forma de efectuar las transferencias de acciones siempre que di-
chos sistemas resguarden debidamente los derechos de los accio-
nistas”.
Lo anterior es demostrativo que para nuestra legislación no es
siempre necesario el título de una acción.
Nótese que contrariamente a las prácticas habituales, no se
exige que los títulos estén impresos. Podrán entonces extenderse
en forma caligráfica, mecanografiarse o extenderse en alguna otra
forma en la cual se cumplan con los requisitos reglamentarios.
Cuando se transfieren acciones, corresponde canjear títulos o
reemplazar títulos deteriorados o parcialmente destruidos, deben
inutilizarse los títulos anteriores antes de procederse a la emisión
de los nuevos. Sobre el particular el art. 20 del Reglamento señala:
“Los títulos inutilizados y el talón correspondiente llevarán
estampada en forma visible la palabra “Inutilizado” y en el respal-
do del talón se anotará el número de los títulos con que se les
haya reemplazado.
El título inutilizado se pegará al talón respectivo. Cuando se
haya transferido una parte de las acciones a que se refiera el
título, se inutilizará éste y se emitirán nuevos títulos. No se emitirá
un nuevo título sin haberse inutilizado el anterior, o sin que éste
se haya declarado extraviado, previo los trámites establecidos en el
artículo siguiente. Este procedimiento se aplicará cuando por cual-
quier motivo hubiere canje de títulos”.
En cuanto al procedimiento de reconstitución de los títulos
perdidos o extraviados el art. 21 del Reglamento prescribe:
“Acreditado el extravío, hurto, robo o inutilización de un títu-
lo u otro accidente semejante, la persona a cuyo nombre figuren
inscritas las acciones podrá pedir uno nuevo, previa publicación
de un aviso en un diario de amplia circulación nacional en que se
comunicará al público que queda sin efecto el título primitivo.
542 SOCIEDADES

En las sociedades anónimas abiertas el interesado deberá ade-


más, remitir a las bolsas de valores un ejemplar del diario en que
se haya efectuado la publicación, a fin de que éstas dejen constan-
cia de ello en el registro público que deberán llevar al efecto.
En el Registro de Accionistas de la sociedad y en el nuevo
título que se expida se dejará constancia del cumplimiento de las
obligaciones que para el interesado se consignan en el inciso pre-
cedente.
La sociedad expedirá el nuevo título después de transcurridos
cinco días desde la publicación del aviso”.

450. Clases de acciones

Las clasificaciones de acciones que reconoce nuestra ley son de


acciones pagadas y suscritas, no pagadas; acciones ordinarias o
preferentes, acciones con o sin valor nominal, acciones con o sin
derecho a voto, acciones de pago o acciones liberadas o crías.
Ya nos hemos referido a las acciones de pago y a las suscritas
no pagadas.301 Nos queda por tratar las acciones ordinarias y pre-
ferentes; las acciones liberadas o crías, las acciones con o sin valor
nominal y con o sin derecho a voto, que examinaremos en los
números que siguen. También nos preocupamos de señalar tipos
de acciones existentes en la legislación comparada pero no permi-
tidas por nuestro legislador como las al portador, las de goce,
acciones con prima, acciones del fundador; acciones con voto
plural y acciones de favor.

451. Acciones ordinarias y preferidas

Las acciones ordinarias o comunes son aquellas respecto de las


cuales rige plenamente el principio de la igualdad. Cada acción
ordinaria con respecto de otra debe ser idéntica en cuanto a los
derechos y obligaciones que otorgan a su titular.
Las acciones llamadas preferidas por nuestro legislador, tam-
bién son denominadas como privilegiadas, con prioridad o prefe-
rentes. Estas acciones son aquellas en las que precisamente se
rompe el principio de igualdad porque la serie preferente tiene
mayores derechos que la serie ordinaria u otras series preferentes.
Sin embargo, dentro de cada serie de preferentes, sigue rigiendo
el principio de la igualdad.
LA SOCIEDAD ANONIMA 543

Las razones que se han dado para justificar la existencia de


acciones preferidas han sido varias. Por un lado, la necesidad eco-
nómica de obtener recursos para la sociedad por la vía de pasivo
no exigible, otorgándoles derechos especiales a quienes estén dis-
puestos en un momento determinado y difícil a aportar los fondos
necesarios. También se ha empleado el sistema de series preferen-
tes en las sociedades de economía mixta para otorgar mayores
derechos al sector público que participa en ellas.
En nuestro derecho el tema está tratado en los arts. 4, Nº 5,
inc. 3 y 4º, 20 modificado por la ley 19.705, 67 inciso final y 69
Nº 4 de la L.S.A.302
Trataremos esta materia de acuerdo al siguiente orden:
a) Comentarios generales a las disposiciones legales; b) Nor-
mas que rigen la materia; y c) Situación legal de determinadas
preferencias frente a nuestra legislación.

a) Comentario general a las disposiciones legales

1. Carácter estatutario de las preferencias.


De conformidad a lo previsto en los Nº 5 del art. 4 y 20 inc. 2º de
la L.S.A., las preferencias de acciones son materia propia de los
estatutos y deben establecerse en ellos. Por ende, si se establecen
en la escritura de constitución de la sociedad, requieren de la
voluntad de la unanimidad de los accionistas fundadores. Si se
crearan tales preferencias en una reforma de estatutos, se exige
un quórum mínimo de los 2/3 de las acciones afectadas por la
creación de preferencias. Para la modificación o supresión de las
preferencias se requiere como quórum mínimo para tomar acuer-
dos los 2/3 de las acciones preferidas, cuyos derechos pretende
sean eliminados o modificados ya que ellas son las acciones afecta-
das, todo de conformidad a lo que dispone el inciso final del
art. 67 de la L.S.A. En este último caso, por tratarse de una refor-
ma de estatutos además del quórum especial de las acciones afec-
tadas es necesario que concurran además el quórum normal de
las demás acciones de la sociedad, que lo serán las ordinarias y las
de otras series de acciones preferentes no afectadas por la modifi-
cación o supresión que se pretende acordar en junta de accionis-
tas. Además, en caso de reducción de preferencias, el accionista
afectado tiene derecho a retiro de conformidad a lo previsto en el
Nº 4 del art. 69 de la L.S.A.
544 SOCIEDADES

2. Temporalidad de las preferencias.


El inciso segundo del art. 20 de la L.S.A. señala que “No podrá
estipularse preferencias sin precisar el plazo de su vigencia”. Esta
disposición de orden público, prescribe como requisito para esti-
pular preferencias que se fije la duración de ella, mediante un
plazo de vigencia, excluyendo, entonces, la posibilidad de estable-
cer mediante condiciones el tiempo que ellas deben durar. La ley
no ha señalado el plazo máximo de ellas. No obstante esta falta
expresa de limitación en el tiempo creemos que el plazo no pue-
de exceder de aquel que consideradas las circunstancias del caso,
tales como el monto de la inversión que efectúan los accionistas
preferentes, su necesidad para la compañía y otras circunstancias,
no signifiquen que de hecho las preferencias puedan considerarse
perpetuas.

3. Limitación de ciertas preferencias.


En cuanto a preferencias de ciertos accionistas para ser pagados
de dividendos con antelación a los demás, el inc. 2 del art. 20 de
la L.S.A. prohíbe que se otorguen preferencias que consistan en el
otorgamiento de dividendos que no provengan de utilidades del
ejercicio o utilidades retenidas y de sus respectivas revalorizacio-
nes. La verdad es que se trata de una norma aclaratoria. No son
dividendos los repartos de capital, sino que por definición el divi-
dendo es una repartición de utilidades.
Estimamos además justificada esta limitación pues si es obliga-
torio para la sociedad pagar una retribución o porcentaje mínimo
a los accionistas preferidos, aunque no hubiera utilidad, en tal
caso habría jurídicamente un préstamo o mutuo encubierto, en
que además el prestamista tendría derechos adicionales como ac-
cionista.
Sobre preferencias en relación con el derecho a voto, el art. 21
de la L.S.A. prohíbe terminantemente las acciones con voto múlti-
ple, salvo el caso que permite el art. 66 de la misma ley en lo
relativo a distribuir el voto en elecciones que deben realizarse en
juntas de accionistas.
Además la ley 19.705 agregó como inciso segundo del art. 20
el siguiente:
“Los estatutos de las sociedades anónimas que hagan oferta
pública de sus acciones podrán contener preferencias o privilegios
que otorgue a una serie de acciones preeminencia en el control de
LA SOCIEDAD ANONIMA 545

la sociedad por un plazo máximo de cinco años pudiendo prorro-


garse por acuerdo de la junta extraordinaria de accionistas”.
De otro lado el mismo art. 21 de la L.S.A. permite acciones sin
derecho a voto o con voto limitado, que trataremos con mayor
extensión al referirnos posteriormente a tales clases de acciones.

b) Normas que rigen la materia

Para el establecimiento de acciones preferidas, además de cum-


plirse con las normas específicas a que nos hemos referido en la
letra anterior, deben respetarse las normas generales. Estas nor-
mas están contenidas tanto en el derecho común como en el
derecho societario. Las primeras se refieren a respetar las normas
generales en especial aquellas relativas al objeto y causa lícita y a
impedir el fraude a la ley. Las segundas se refieren a que las
preferencias no pueden afectar a derechos esenciales de otros
accionistas, pues en tal evento podría desnaturalizarse la sociedad
y/o podría atentarse contra derechos del accionista incorporados
a su patrimonio. Además, la estipulación de preferencias debe
respetar la norma contenida en el art. 30 de la L.S.A. que señala
los accionistas, deben ejercer sus derechos sociales respetando los
de la sociedad y de los demás accionistas. Como las preferencias
deben estar contenidas en los estatutos y por ende acordadas por
los accionistas, en el ejercicio de esa facultad se debe respetar los
legítimos derechos de la sociedad y los demás accionistas.

c) Situación legal de determinadas preferencias frente a nuestra legislación

Examinaremos los siguientes casos:


1. En el número 435 que antecede, consideramos que la crea-
ción de acciones con distinto valor nominal o con diverso derecho
cuotativo en el capital social importa la creación de acciones pre-
feridas. Se trata de una situación permitida por la ley que debe
acordarse por unanimidad de los fundadores en la escritura de
constitución o por el mínimo legal de los 2/3 de las acciones
emitidas con derecho a voto en una reforma. El establecimiento
de esta clase de preferencia tiene la limitación de no hacer iluso-
rios los derechos de la minoría, situación que es difícil que se dé
en la práctica pues la minoría cuenta con el derecho de suscrip-
ción preferente aun respecto de las acciones preferidas.
546 SOCIEDADES

2. Derechos preferentes sobre los dividendos. Ya hemos visto


que no es posible en nuestra legislación otorgar derechos a los
preferentes a recibir suma asegurada aunque no hayan utilidades,
a título de interés o a cualquier otro título. Queda pendiente
determinar hasta dónde puede extenderse los derechos preferen-
tes sobre utilidades que pueden otorgarse a las acciones preferi-
das. Creemos que el resto de los accionistas debe conservar un
derecho significativo a alguna parte de la utilidad pues de lo con-
trario se atentaría contra el derecho esencial de todo socio de
tener acceso a la utilidad. Además, si los estatutos o la ley consagra
en favor de la minoría derecho a parte de la utilidad, por ejemplo
en las sociedades abiertas al 30% de ellas, ningún accionista pue-
de ser privado de este derecho, incorporado a su patrimonio, por
acuerdo de la mayoría.
Existen múltiples formas para establecer la preferencia que
estamos comentando, tales como, acciones con dividendo simple-
mente prioritario, acciones con derecho a un dividendo fijo, siem-
pre que haya utilidad, acciones que ganan preferentemente un
primer dividendo, igualándose después a las ordinarias, acciones
con dividendo prioritario acumulativo o recuperable, dividendo
mayor a los que corresponden según valor nominal o número de
acciones, etc. Sobre el detalle de estas estipulaciones nos remiti-
mos al conocido libro de Enrique Testa, con la anotación que
dicho texto se escribió antes de la dictación de la actual ley sobre
Sociedades Anónimas y que por ende algunas de sus conclusiones
no se ajustan a la actual normativa.303
3. Preferencia consistente en descuento o rebajas en los pre-
cios y condiciones de venta de bienes o prestación de servicios que
opera la sociedad.
No son posibles acciones preferentes que otorguen condicio-
nes especiales en las materias recién indicadas, por las siguientes
razones:
a) De conformidad a lo previsto en los arts. 44, 89 y 93 de la
L.S.A. que son normas de orden público es claro el propósito del
legislador que las operaciones de la sociedad con personas relacio-
nadas como lo son sus accionistas se efectúen en condiciones de
mercado y previa aprobación del directorio. Además, debe consi-
derarse que no tendría mucho atractivo una preferencia que diera
al accionista acceso a los bienes sociales en condiciones de merca-
do, aunque fueren las más favorables. De otro lado no se divisa
cómo podría cumplirse la exigencia legal de aprobación previa de
LA SOCIEDAD ANONIMA 547

cada operación por el directorio, si la exigencia la establecieran


los estatutos.
b) Pueden presentarse problemas de infracción a la legisla-
ción antimonopolios por discriminación en las ventas o servicios
en perjuicio de otros accionistas y de terceros.
Lo anterior sin considerar que condiciones preferentes de ope-
ración con ciertos accionistas pueden afectar a la utilidad a que
tienen derecho los demás accionistas, si las condiciones son dema-
siado favorables.

4. Mejores derechos en la liquidación de la sociedad


Enrique Testa consideraba posibles los siguientes casos: “a) Pue-
den gozar del derecho de reembolsarse, preferentemente a las
ordinarias, del capital nominal que representan; b) Pueden gozar
del derecho de cobrar, contra dicho activo, los dividendos atrasa-
dos que se les adeuden, si su privilegio es acumulativo; y c) Pue-
den, finalmente, gozar del derecho a ser reembolsadas con una
prima especial prioritaria”.304
Nos parece que el caso que cita Testa en la letra b) recién
transcrita en la actualidad no es posible, pues vulneraría la regla
dada en el inciso final del art. 20 de la L.S.A., que solo permite el
reparto de dividendos contra utilidades y además debe considerar-
se que en la generalidad de las sociedades no se sabe cuándo ellas
van a disolverse y liquidarse con lo cual se hace ilusoria esta posi-
ble preferencia.

5. Preferencia para suscribir nuevas acciones de pago


Consideramos que de acuerdo a la actual legislación, no es posi-
ble crear una preferencia que permita a algunas acciones tener
derecho a suscribir aumentos de capital por mayor porcentaje que
aquel que le corresponda, por su número de acciones, pues el
derecho de suscripción preferente está radicado en cada accionis-
ta, que éste, cada vez, puede ejercer, renunciar o ceder.305

6. Preferencias políticas
Se han denominado así a las preferencias otorgadas a una acción
aumentando su derecho a voto, en comparación a las acciones
ordinarias.
El art. 21 de la L.S.A. establecía una regla absoluta en cuanto
prohibía las acciones con voto múltiple y elevó al carácter de
548 SOCIEDADES

norma de orden público, el principio que expresa una acción un


voto. Ahora dicha norma es una regla general, pues desde la dicta-
ción de la ley 19.705, se admite una importante excepción aplica-
ble a la sociedad anónima que haga oferta pública de sus acciones,
en las que los estatutos pueden otorgar a una serie de acciones,
preeminencia en el control de la sociedad por el plazo máximo de
cinco años prorrogable por acuerdo de la junta extraordinaria de
accionistas, lo que importa una preferencia política, que puede
referirse a aumentar su derecho a voto.
La preferencia política, que permite la norma en estudio, en
nuestra opinión significa que se autoriza establecer en los estatu-
tos de ciertas anónimas, que a una serie de acciones de la socie-
dad se le permita elegir hasta el 51% del directorio o un número
mayor de directores que los que corresponda a su número pues
ello significa tener preeminencia y control en una sociedad. Con
menos del 51%, no se tiene teóricamente el control de la compa-
ñía, pues para que ello ocurra, con un porcentaje inferior se nece-
sita que una parte de las acciones sea neutra, no participe en las
votaciones o contar con algún acuerdo con la minoría. Tratándo-
se de una facultad de excepción si en algún momento la compa-
ñía deja de hacer oferta pública de sus acciones habrá que dejar
sin efecto la disposición que permite la preferencia política.

7. Derecho a retiro

De conformidad con lo que prescribe el art. 69, numero 5, de la


L.S.A., en el caso que se creen preferencias para una serie de
acciones o se aumenten o reduzcan las existentes, los accionistas
disidentes de la serie o series afectadas gozan por ley del derecho
a retiro.

452. Acciones con o sin derecho a voto

El art. 21 de la L.S.A., permite por excepción acciones preferentes


que no cuentan con derecho a voto en las juntas de accionistas o
que solo cuenten con un voto limitado. No se permiten acciones
ordinarias sin derecho a voto. Además el inc. 3º de la misma
norma, reintegra a la acción su derecho a voto cuando la sociedad
no ha dado cumplimiento a sus obligaciones con las acciones
preferentes. Dicho reintegro perdura por mientras dure el incum-
LA SOCIEDAD ANONIMA 549

plimiento. Decide en caso de dudas, tratándose de sociedades


anónimas abiertas, la Superintendencia de Valores y Seguros y en
los demás casos el árbitro o la justicia ordinaria en su caso.
En suma nuestra legislación permite la acción sin derecho a
voto o con voto limitado, en términos generales, si se trata de un
accionista que tiene alguna preferencia en su favor, y por mientras
mantenga el derecho a tal preferencia y ella efectivamente se cum-
pla en el hecho.

453. Acciones con o sin valor nominal

El valor nominal de la acción, es aquel que resulta de dividir el


monto nominal del capital social por el número de acciones y que
figura como tal en los estatutos. Se trata de un valor ficticio por
definición, pues no tiene sustento en un valor o precio real de la
sociedad. En efecto la base para calcularlo lo es el capital nomi-
nal. Este solo representa un valor histórico, el monto de aportes.
El capital social no es representativo de un valor patrimonial con-
table, ni de un valor comercial relacionado con los activos sociales
y tampoco su monto considera los pasivos exigibles que puede
tener la sociedad. El valor nominal de la acción no equivale a su
valor libro y menos aún a su valor comercial o de transacción
bursátil. Lo que interesa al Derecho Societario no es determinar
un valor nominal de la acción sino tener reglas que posibiliten
determinar la proporción que corresponde a cada acción, en el
capital social para determinar los derechos de cada accionista en
los dividendos, en cuanto a su derecho a voto, y demás atribucio-
nes que dependen del número de las acciones, que posea un
accionista, cualesquiera sea su valor nominal.
Por los fundamentos indicados algunas legislaciones, siguien-
do la tendencia norteamericana, han suprimido la exigencia que
las acciones tengan un valor nominal. En Chile, en la reforma que
efectuó la ley 18.046, se permitió ambos sistemas, o sea que las
acciones en Chile puedan tener o no valor nominal. Así lo estable-
ce el art. 4 Nº 4 de la L.S.A.
No divisamos consecuencias que pudieran tener relevancia para
la sociedad o sus accionistas, si sus acciones tienen o no valor nomi-
nal. Menos aún visualizamos la necesidad o utilidad de fijar un valor
nominal a la acción en los estatutos. Cabe anotar las situaciones
previstas en el art. 80, inc. 1, de la L.S.A. y 27 inc. 1º de su Regla-
550 SOCIEDADES

mento, que permite en casos de aumentos de capital mediante


capitalización de fondos sociales, no efectuar una nueva emisión de
acciones liberadas sino en su reemplazo aumentar el valor nominal
de éstas. Esta última situación no está expresamente prevista en la
normativa si las acciones no tienen valor nominal. Sin embargo,
creemos que tratándose de sociedades cuyas acciones no tienen
valor nominal pueden capitalizarse fondos sociales en un aumento
del capital sin necesidad de efectuar nueva emisión de acciones
mediante un canje de las acciones representativas de cuotas sobre
un capital nuevo, por otras representativas de un capital mayor.

454. Acciones de pago y liberadas de pago

Las llamadas acciones “liberadas de pago” o “crías”, en realidad


no tienen el carácter de gratuitas para el accionista. No están
efectivamente liberadas de pago, pues ellas se pagan con fondos
sociales provenientes de utilidades del ejercicio o anteriores, lla-
madas retenidas sobre las cuales tienen derecho los accionistas.
Las acciones de pago propiamente tales se enteran a la sociedad
anónima con aportes en dinero u otros bienes por el suscriptor.
Nos hemos referido a las acciones de pago en los números
436, 441, 442 y 443 que preceden. En relación con la emisión de
acciones de pago, queda por referirnos a la norma contenida en
el art. 27 del Reglamento que expresa:
“En los aumentos de capital de las sociedades anónimas cerra-
das, la junta de accionistas deberá acordar, que previa a la emisión
de acciones de pago, la sociedad capitalizará todas las reservas
sociales provenientes de utilidades y revalorizaciones legales exis-
tentes a esa fecha.
Lo anterior podrá hacerse mediante aumento del valor nomi-
nal de las acciones, si lo hubieren, o a través de la emisión de
acciones liberadas de pago, situación que deberá ser prevista en la
reforma de estatutos que apruebe el aumento de capital.
No obstante lo dispuesto en los incisos anteriores, si la socie-
dad tuviere pérdidas acumuladas, las utilidades del ejercicio y las
reservas de utilidades se destinarán primeramente a absorberlas.
Con todo, los fondos de utilidades destinadas a ser distribui-
dos como dividendo entre los accionistas, podrán no ser capitali-
zados si la junta de accionistas acordare su pago para la fecha
que determine dentro del ejercicio en que se adoptó el acuerdo
LA SOCIEDAD ANONIMA 551

respectivo y éste se efectúe antes de la emisión de las acciones de


pago”.
En una sociedad anónima en que existan fondos provenientes
de utilidades no repartidas (sobre las cuales tienen derecho los
accionistas), que puedan ser de consideración. Se acuerda en dicha
sociedad un aumento de capital mediante la emisión de acciones
de pago. Si algún accionista no quiere o no puede suscribir la parte
que le corresponde en el aumento acordado, verá disminuido sus
derechos no solo en la proporción del monto que no pagó, sino
que disminuyen además sus derechos sobre los fondos de reserva.
Por estas razones consideramos la situación descrita como contraria
a derecho y violatoria del derecho de propiedad consagrado en la
Constitución, pues se priva al accionista que no suscriba acciones de
una parte de sus derechos. Al tratar los derechos individuales del
accionista examinaremos el derecho de éstos sobre las reservas.
La norma del art. 27 del Reglamento se justifica por las razo-
nes precedentemente expuestas, pero dichas razones son igual-
mente valederas tanto para las sociedades abiertas como respecto
de las cerradas. Estimamos entonces, que si en una sociedad abier-
ta no se respetaran los derechos de los accionistas sobre las reser-
vas, no obstante el texto del art. 27 del Reglamento, los accionistas
afectados puedan reclamar sus derechos conculcados de acuerdo
con las normas generales y a lo dispuesto en el art. 30 de la L.S.A.
El art. 80 de la L.S.A., en relación con el inciso 1º del art. 25
de la misma ley permite emitir acciones liberadas con cargo a
utilidades sean del ejercicio o retenidas para ser repartidas a los
accionistas a prorrata de las acciones inscritas el quinto día ante-
rior a la fecha del reparto. Evidentemente que también, en estos
casos, debe haberse acordado con anterioridad o simultáneamen-
te un aumento de capital. Ya hemos visto que puede evitarse la
emisión de liberadas en caso de tener valor nominal las acciones,
aumentándose éste. Además, el acuerdo que contenga la capitali-
zación de utilidades debe cumplir con el quórum legal mínimo de
los 2/3 de las acciones emitidas, de conformidad a lo previsto en
el art. 67 Nº 10 de la L.S.A.

455. Acciones no permitidas por nuestra legislación

Ya hemos visto que no cabe en nuestra legislación las acciones al


portador, las a la orden y las acciones de industria y de organización.
552 SOCIEDADES

En otras legislaciones se reconocen las “acciones de goce” o


“partes beneficiadas” que no otorgan derechos sobre el capital,
pero sí a una parte de las utilidades futuras, por tiempo limitado o
ilimitado. Estas acciones se otorgan a los accionistas, que a su vez
pueden transferirlas, o se crean con el consentimiento de éstos
para entregarlas a acreedores y que de alguna manera se asemejan
a un usufructo parcial sobre las acciones. Aunque reconocemos
que la cuestión amerita un estudio más detenido, nos inclinamos
a sostener que no son admisibles en nuestro Derecho tales supues-
tas acciones pues no cumplen con el requisito de representar una
cuota del capital social.306

456. Transferencia de las acciones

Esta materia está tratada en los arts. 12 y 14 de la L.S.A. y arts. 15 a


17 de su Reglamento.307
De acuerdo a las reglas generales del Código Civil, para que
haya transferencia entre vivos se requiere de título traslaticio de
dominio y modo de adquirir. Este último es la tradición. En mate-
ria de acciones de sociedades anónimas, en cuanto al título trasla-
ticio del dominio rigen plenamente las normas generales, no
exigiéndose solemnidades de ningún tipo para la compraventa de
acciones u otros títulos traslaticios. Las normas especiales se refie-
ren a la tradición o transferencia de las acciones.
El art. 12, inc. 1º de la L.S.A. se remite al Reglamento, en
cuanto a la forma a que deben ajustarse las transferencias de
acciones. El art. 14 de la misma ley trata las posibles limitaciones a
la transferencia de acciones que trataremos en el número 429
siguiente y el Título XXV de la ley 18.045 sobre Mercado de Valo-
res, da ciertas limitaciones legales a la enajenación de determina-
das acciones.
De acuerdo a las normas citadas, en la transferencia de accio-
nes puede distinguirse:
1. Relaciones entre cedente y cesionario.
Debe celebrarse entre el cedente y cesionario una escritura
pública o privada, firmada por ambos. Si se celebra por instru-
mento privado, las firmas de las partes deben estar autorizadas
por notario o por corredor de bolsa o por dos testigos mayores de
edad. No es preciso que ambas firmas estén autorizadas por el
mismo notario y corredor o testigos y aun es suficiente que una de
LA SOCIEDAD ANONIMA 553

las firmas sea autorizada por corredor de la bolsa y la otra por


testigos. Por lo demás es corriente que la firma del cedente, en
caso de transferencias en bolsa, la autorice su corredor y la del
cesionario el corredor del adquirente.
El documento en que se materializa la cesión se denomina
“traspaso”. Pueden extenderse dos documentos diversos, una com-
praventa y un traspaso o bien, el título y el modo de adquirir
pueden estar contenidas en un mismo instrumento. La concu-
rrencia de la voluntad de las partes debe acreditarse tanto en el
documento en que conste el título traslaticio como en el traspaso
mediante las respectivas firmas y el nombre de las partes. Tam-
bién en ambos documentos, si los hay, es necesario singularizar las
acciones transferidas mediante el nombre de la sociedad emisora
y el número de las acciones transferidas. Si se han emitido los
títulos de las acciones que se transfieren es preciso además indicar
su numeración. De lo contrario es necesario señalar que se trata
de acciones cuyos títulos no se han emitido.
En cuanto a las condiciones necesarias que debe contener el
título traslaticio, tales como el precio y plazos para el pago, ellos
deben señalarse en el documento en que él consta. Si el traspaso
reviste ambas calidades, es conveniente estamparlo para tener prue-
bas de la validez del contrato que sirve de título.
En los formularios de los traspasos en boga figuran otras men-
ciones que no son obligatorias pero sí convenientes tales como
datos sobre la individualización del adquirente y un facsímil de su
firma e indicación de su RUT para anotarlos en el Registro de
Accionistas. También los traspasos reservan un espacio que debe
llenar la compañía emisora en cuanto a la cancelación y emisión
de títulos de acciones. Además ellos contienen la indicación de las
fechas de las autorizaciones de las firmas del cedente y cesionario,
que pueden darse en oportunidades distintas. Además, de confor-
midad a lo expresado en la Circular 688 de la Superintendencia
de Valores y Seguros de fecha 14 de Febrero de 1987, aplicable
solo a las sociedades por ella controladas, los formularios deben
contener la indicación de la opción del adquirente de exigir de
inmediato la extensión del título o reservarse dicho derecho para
ejercerlo a posteriori.
La cesión de acciones entre cedente y cesionario produce efecto
desde la fecha en que se forma el consentimiento, que será aque-
lla de la última firma de las partes. Esta conclusión se obtiene de
la aplicación de las reglas generales pues toda convención produ-
554 SOCIEDADES

ce efectos desde la época de su celebración y de la interpretación


a contrario sensu del art. 17 del Reglamento en cuando dicha
disposición consagra otra época solo para los efectos del traspaso
frente a la sociedad y terceros.
2. Inscripción en el registro de accionistas.
La primera parte del inciso primero del art. 17 del Reglamen-
to de la L.S.A. expresa:
“La cesión de las acciones producirá efecto respecto de la
sociedad y de terceros desde que se inscriban en el Registro de
Accionistas, en vista del contrato de cesión y del título de las
acciones”.
Como aparece del texto transcrito, para proceder a la inscrip-
ción se requiere presentar a la sociedad el traspaso y el título de
las acciones cedidas. Si no se han emitido los títulos ¿pueden
enajenarse las acciones? Creemos que la afirmativa es la contesta-
ción correcta de esta interrogante, pues, por una parte, el art. 12
de la L.S.A. solo permitió al Reglamento tratar sobre la forma de
la transferencia de acciones y no de requisitos para su proceden-
cia. Por otra parte debe entenderse que solo tiene vigor tal requi-
sito reglamentario si es posible cumplirlo. En otras palabras, el
reglamento no puede hacer ilegítima una enajenación, si no se
han emitido las acciones transferidas pues excedería la ley. Por lo
demás así lo ha entendido la costumbre que suple el silencio de la
ley en materias mercantiles. Sin embargo, si se alega extravío del
título habrá que proceder a su reconstrucción antes de cursar la
transferencia.
De acuerdo a esta disposición, la transferencia solo produce
efectos respecto de la sociedad y terceros desde su inscripción. En
cuanto a los efectos respecto de la sociedad, la regla en estudio
debe interpretarse en concordancia con otras, entre ellas el art. 104
del Reglamento, que establece para los efectos del ejercicio de los
derechos de los accionistas, que deben ser considerados como
tales aquellos que se encuentren inscritos en el Registro de Accio-
nistas con 5 días hábiles de anticipación a aquel que pueda ejer-
cerse el derecho, o sea, podría darse el caso en el pago de
dividendos o derechos de suscripción preferente o de asistencia a
juntas que correspondieran al anterior accionista, pues habría que-
dado radicado en él un derecho anterior a la transferencia salvo
que en el traspaso se estableciera otra regla.
Los efectos respecto de terceros tienen importancia funda-
mentalmente para los casos de quiebra del cedente, embargos y
LA SOCIEDAD ANONIMA 555

constitución de gravámenes o prohibiciones convencionales o ju-


diciales.
3. Actuación de la compañía al presentarse un traspaso.
Los incisos 2 y 3 del art. 12 de la L.S.A. expresan:
“A la sociedad no le corresponde pronunciarse sobre la trans-
ferencia de acciones y está obligada a inscribir sin más trámite los
traspasos que se le presenten, siempre que éstos se ajusten a las
formalidades mínimas que precise el Reglamento.
En las sociedades abiertas la Superintendencia resolverá admi-
nistrativamente, con audiencia de las partes interesadas, las difi-
cultades que se produzcan con motivo de la tramitación e
inscripción de un traspaso de acciones”.
Por su parte, el art. 16 del Reglamento prescribe:
“A la sociedad no le corresponde pronunciarse sobre la trans-
ferencia de las acciones y está obligada a inscribir sin más trámite
los traspasos que se le presenten a menos que éstos no se ajusten a
las formalidades que establece el artículo precedente”.
Las normas transcritas, imponen a la sociedad emisora, por
intermedio de su gerente efectuar a la mayor brevedad el traspaso
de las acciones mediante su inscripción en el Registro de Accionis-
tas. La ley priva a la sociedad de la posibilidad de rechazar traspa-
sos invocando razones que importarían calificación sobre la persona
del adquirente u otras consideraciones subjetivas, que la anterior
legislación permitía al directorio.308
Sin embargo, la sociedad emisora mediante su gerente no debe
limitarse a un mero examen formal del traspaso y de las acciones,
so pena de responder frente al verdadero accionista y otros intere-
sados si cursa un traspaso ilegal. En efecto, debe cerciorarse si el
cedente está efectivamente representado en el traspaso por quien
corresponda en derecho y que el título, el acto jurídico que moti-
va el traspaso, por lo menos aparentemente sea un acto válido y
legítimo. Nuestra Corte Suprema309 ha establecido:
“Que el acto de registro es un acto jurídico causal que, por lo
mismo, atiende a la causa o motivo, o lo que conocemos por título
o antecedente de la adquisición. Por lo mismo, la causa, que ha de
examinarse y calificarse, debe consistir en un acto válido y legíti-
mo. Si se invoca una compraventa o una cesión de derechos el
vendedor o cedente debe ser dueño o actuar alguien por éste con
facultades suficientes. Si el dueño es una sociedad, dicha sociedad
deberá estar vigente y no disuelta, como sucede en la especie. Si
fuera una comunidad deberán obrar por sí o por representante,
556 SOCIEDADES

todos y cada uno de los comuneros. Por esto último, este acto
jurídico causal se opone al negocio abstracto, que hace abstrac-
ción de la causa y que por tanto se basta a sí mismo. El llamado
“Traspaso de acciones” por tanto, no se basta a sí mismo”.
Evidentemente que la compañía no responderá en caso de
inscribir un traspaso ilegítimo si ha exigido los antecedentes míni-
mos que el caso requiera y que la costumbre establece. En tal
evento, al menos aparentemente habría un traspaso legítimo, y en
tales eventos no podría imputársele negligencia o culpa a la com-
pañía.
Si se trata de una sociedad anónima cerrada, cuyos estatutos
contienen restricciones válidas a la transferencia de acciones y en
un traspaso no se respetara tales restricciones, opinamos que en
tal evento la compañía debe repeler el traspaso pues los estatutos
constituyen la ley interna de la sociedad, que ésta debe respetar.
Las controversias que pueden dar origen al rechazo de la ins-
cripción de acciones, en las sociedades anónimas abiertas las re-
suelve administrativamente la Superintendencia, como lo señala
el inc. 3 del art. 12 de la L.S.A. De la resolución de la Superinten-
dencia puede reclamarse de conformidad con las normas estable-
cidas en los arts. 44 y siguientes del D.L. 3.538 del año 1980,
orgánico de dicho instituto o recurrir a la justicia ordinaria en su
caso.
Si se trata de una sociedad cerrada estas cuestiones debe resol-
verlas la justicia ordinaria.
Opinamos que no cabe resolución por el tribunal arbitral que
pueden señalar los estatutos en las dos situaciones precedentes
indicadas pues el adquirente de acciones cuyo traspaso ha sido
rechazado aún no es accionista. Tampoco tendría tal carácter la
persona que obtuvo ilegítimamente la inscripción del traspaso.
Sobre el incumplimiento de las normas sobre OPAS y las ins-
cripciones de traspasos que las transgredan, ello lo examinaremos
al tratar dicha materia.

457. El Registro de Accionistas

El art. 14 del Reglamento de la L.S.A. se refiere a estas anotacio-


nes en los siguientes términos:
“El Registro de Accionistas podrá llevarse por cualquier me-
dio, siempre que éste ofrezca seguridad de que no podrá haber
LA SOCIEDAD ANONIMA 557

intercalaciones, supresiones u otra adulteración que pueda afectar


su fidelidad.
Si el Registro se llevare por medios que no permitan dejar
inmediata constancia de la constitución de gravámenes y de dere-
chos reales distintos al de dominio sobre las acciones, la sociedad
estará obligada a llevar un libro anexo para tal fin. Sin perjuicio
de lo anterior, el gerente dentro de las 24 horas siguientes a la
inscripción del derecho o gravamen en dicho libro deberá incor-
porar la información al sistema por el cual se lleva el Registro”.
En la práctica normalmente el Registro de Accionistas es un
libro llevado a la manera del Libro Mayor o de Cuentas Corrientes,
por accionista, anotándose en él las emisiones o adquisiciones de
acciones, los números de los títulos emitidos, las enajenaciones de
éstas, con constancia de los títulos de acciones dejados sin efecto y
el número de acciones que el accionista posee a título de saldo.
Puede llevarse también por medios cibernéticos si se cumplen los
requisitos del inc. 1 del art. 14 del Reglamento ya transcrito.

458. Limitaciones a la transferencia de acciones. Plan de desarrollo

No obstante que en alguna época se consideró esencial en la


sociedad anónima, la libre transferibilidad de sus acciones, en la
actualidad se admiten limitaciones. En las sociedades cerradas pue-
den ser ellas materia de estatutos como lo indicaremos en el nu-
mero 459; y en las sociedades anónimas que hacen oferta pública
de sus acciones o valores, existe una limitación legal a la adquisi-
ción de sus acciones por las llamadas ofertas públicas u OPAS que
desarrollaremos más adelante.

459. Limitaciones estatutarias y contractuales a la libre


cesibilidad de las acciones

Se discutió largamente en tiempos pasados y en Chile antes de la


dictación de la ley 18.046 sobre la legalidad de disposiciones esta-
tutarias que establecieran limitaciones a la libre cesibilidad de las
acciones de una sociedad anónima, sea que ellas estuvieren conte-
nidas en los estatutos o en otros instrumentos.
El art. 14 de la L.S.A. zanjó la discusión en los siguientes
términos:
558 SOCIEDADES

“Los estatutos de las sociedades abiertas no podrán estipular


disposiciones que limiten la libre cesión de las acciones.
Los pactos particulares entre accionistas relativos a cesión de
acciones, deberán ser depositados en la compañía a disposición
de los demás accionistas y terceros interesados, y se hará referen-
cia a ellos en el Registro de Accionistas. Si así no se hiciere, tales
pactos se tendrán por no escritos”.
De acuerdo con los términos del precepto transcrito, en gene-
ral las restricciones estatutarias están permitidas solo en las socie-
dades anónimas cerradas y prohibidas en las abiertas. Las
restricciones convencionales están permitidas en ambos subtipos
sociales, pero se exige el depósito de dichos pactos en la sociedad,
para que queden a disposición de los demás accionistas y de terce-
ros interesados y hacer referencia de ellos en el Registro de Accio-
nistas, bajo sanción de tenerlos por no escritos.
Las restricciones convencionales más comunes pueden consis-
tir en otorgar derecho preferente de adquisición a otros accionis-
tas, llamadas cláusulas de “tanteo”; requerirse previa a la inscripción
del traspaso autorización de algún órgano o ente para constatar si
se cumplen determinadas condiciones preestablecidas sobre pre-
cio y calidad del adquirente. También se han contemplado cláusu-
las que obligan a enajenar.
La cláusula de tanteo, admite tres grandes modalidades.
Una consiste en que antes de ofrecer la venta a terceros, se
reconozca derecho a ella a los otros accionistas mejorando la
oferta de un tercero. El otro sistema es al revés. Para poder
ofrecer en venta acciones a terceros, el accionista que pretende
enajenar, debe previamente ofrecer vender las acciones a sus
consocios, accionistas. Si éstos no desean comprar pueden ven-
der libremente. Si, por el contrario, hay interés en comprar
pero no hay acuerdo en el precio, el que desea vender puede
enajenar a terceros pero en precio superior al ofrecido por los
otros accionistas. Otro sistema consiste en que si un grupo de
accionistas desea vender y otro comprar, y no hay acuerdo en
el precio, por sorteo se determina quién fija el precio de las
acciones, teniendo derecho la otra parte a comprar o vender
en dicho precio.
La autorización previa de un órgano o ente que debe otorgar-
se antes de la transferencia, para comprobar si se cumplen los
requisitos previstos por los estatutos para enajenar, se aplica en
general a los casos, que para ser accionista de una determinada
LA SOCIEDAD ANONIMA 559

sociedad los estatutos han previsto la exigencia de nacionalidad,


profesión o giro u otras calidades.
La obligación de vender a los accionistas o a la sociedad prevista
en los estatutos que a veces se pacta para los casos de fallecimiento de
accionistas. Además, los casos de obligación o derecho de vender se
confunden con la situación que permite la exclusión o el derecho de
retiro del accionista que examinaremos oportunamente.
En general para que tengan validez restricciones a la facultad
de enajenar acciones sea en los estatutos, en las sociedades anóni-
mas cerradas o en pacto separado en cualquier clase de anónima
se requiere:
a) Que se trate de restricciones, pero no de la supresión del
derecho. No es lícito establecer una restricción que requiere el
cumplimiento de condiciones imposibles en derecho o en la prác-
tica. No puede afectarse la esencia del derecho de transferir. Sólo
puede restringirse tal derecho.
b) La estipulación debe cumplir con las normas generales so-
bre objeto o causa lícita y en especial no puede afectar derechos
adquiridos de los accionistas. Por tal motivo, por la vía de una
modificación de estatutos no pueden establecerse restricción a la
facultad de transferir las acciones, sin el consentimiento de la
unanimidad de las acciones emitidas.
Los efectos que acarrea la violación a restricciones estatutarias
o meramente convencionales son diversos. Si no se incumplen
con restricciones estatutarias, como la sociedad debe respetar sus
propios estatutos, no debe cursar el traspaso contrario a ellos,
mientras que las restricciones meramente convencionales solo ori-
ginan obligaciones personales de no enajenar, cuya infracción ge-
nera la obligación de indemnización de perjuicios pero no afecta
a la validez de las enajenaciones realizadas. Lo anterior es sin
perjuicio del establecimiento de penas o multas y del otorgamien-
to de garantías, aún la prenda de acciones para caucionar el cum-
plimiento de las restricciones a la enajenación que puede
establecerse de acuerdo a las normas generales.
Para profundizar esta materia recomendamos el texto de don
Andrés Melossi sobre el particular y los demás que indicamos en
la nota 310.310
c) Sin embargo, no tienen valor limitaciones contractuales en
sociedades anónimas abiertas que hagan oferta pública de sus
valores, si ellas infringen las normas obligatorias de adquisición de
estas acciones o valores que examinaremos a continuación.
560 SOCIEDADES

LIMITACIÓN LEGAL A LA ADQUISICIÓN DE ACCIONES


MEDIANTE OPAS OBLIGATORIAS

460. Explicación general

El control de una sociedad o compañía, normalmente se tiene


porque el controlador es dueño de acciones que le permiten ele-
gir a la mayoría de los directores. De esta manera, controla una
compañía y sus filiales. También existen otras formas de control,
que pueden derivar de pactos entre grupos empresariales o de
vinculaciones contractuales. Además, con el sistema de las holdings
puede ser que el control de una compañía se tenga mediante el
dominio del capital accionario invertido en otra compañía que a
su vez controla a la anterior.
En el mercado, se trate de sociedades abiertas o cerradas,
tiene un valor mayor las acciones que dan el control de una
compañía pues, además, de los atributos propios que importa ser
dueño de una determinada acción las acciones de control, dan
una facultad más, poder manejar una compañía, lo que eviden-
temente tiene un precio. Las acciones de control pueden repre-
sentar el 51% del total accionario, o ser una sola acción, si
paritariamente los dos accionistas principales tienen igual núme-
ro de acciones y el dominio de una acción da la mayoría: o un
porcentaje menor del 51% si se encuentra atomizado o en mano
de entes neutros parte del capital de la compañía. La situación
se complica bastante si además existen acciones con preferencia
política, esto es, que tengan un derecho a voto en la elección de
directores mayor que las ordinarias, pues en tal evento, puede
darse el caso que de las acciones preferentes dependa el control
de la compañía.
De otro lado, parte importante de la demanda de valores de
oferta pública, está conformada por entes que por ley o por dispo-
sición estatutaria no pueden tener acciones que importen el con-
trol de una compañía, como son los inversionistas institucionales
(en Chile, especialmente los recursos administrados por fondos
de pensiones). Estos, en caso de venta del paquete mayoritario,
sin una ley sobre OPAS, no reciben un mayor valor por el control
que le corresponde a otros accionistas. A veces se ha dado el caso
de que tienen el control, acciones preferentes, con una implican-
cia mínima en el total del capital.
LA SOCIEDAD ANONIMA 561

La normativa sobre OPAS obligatorias tiende a obtener, que


en caso de venta de acciones de la compañía, que importe un
cambio en su control, todos los accionistas tengan la facultad de
vender por una parte y que el precio aun aquel de control se
reparta a prorrata entre ellos.

461. Origen

Las OPAS reconocen su origen en los Estados Unidos. Cuando


una persona o compañía pretende adquirir el control de otra
compañía, mediante oferta abierta a todos sus accionistas, nos
encontramos en presencia del fenómeno en estudio. Se llama al
oferente bidder (ordenante), a la compañía a la cual se le compra-
rán las acciones tarjet (objeto o blanco para disparar) y la oferta se
denomina “tender offer” (oferta amigable) o takeover bid (relevo del
control). Estas ofertas pueden ser hostiles, agresivas y amigables.
(Hostil takeover o friendly takeover.) Se llama oferta hostil a aque-
lla a la cual se opone la administración de la compañía o board of
directors. Es amigable la que se hace de común acuerdo con di-
cha administración. El estatuto de la tarjet puede contener “pois-
son pill” que son cláusulas que tienden a hacer ineficaces las ofertas
hostiles, aun estableciendo la posibilidad de vender a la propia
compañía o a la accionista que quieran conservar, por aquellos
que tienden a vender a terceros, a mitad de precio, no obstante
las críticas constitucionales que ello ha tenido. Cuando aparece
otro interesado o bidder frente a una oferta hostil se le llama
“white knight” (caballero blanco).
Esta clase de ofertas en los Estados Unidos está reglamentada
en una ley federal, la Williams Act del año 1968 que constituye
una modificación de la Security Exchange Act de 1934 que pre-
tende proteger a los accionistas de la tarjet reduciendo la pre-
sión para que puedan vender con tiempo y sean tratados
equitativamente. Se aplica a adquisiciones de 5% o más de las
acciones de compañías controladas por la SEC (Securities and
Exchange Commission, una especie de Superintendencia) y la
regla que obliga a que todas las acciones reciban el mismo pre-
cio se llama la pro rata rule. Además, dicha ley, contiene reglas o
sanciones para evitar el fraude.
Sin embargo, existen legislaciones estaduales contrarias a las
ofertas públicas, aunque se discute su constitucionalidad, como lo
562 SOCIEDADES

son la legislación de Delaware (General Corporation Law de 1988)


y New York (Sección 912 del BCL, Business Corporation Law).
En Europa también se han dictado disposiciones sobre OPAS.
En Italia la ley de 18 de febrero de 1992 Nº 149 reglamentó la
Oferta Pública de Adquisición de Valores Mobiliarios transados en
Bolsa, que fue modificada por una ley de 1992 y otra de 24 de
Febrero de 1998.
En Francia la ley 89-531 de 2 de agosto de 1989 regló las OPAS
y en Inglaterra el fenómeno se trató en el City Code o Takeover and
Mergers de Londres de 1999. En Alemania se optó por la autorre-
glamentación de los agentes bursátiles Ubernahmekodex del año 1994,
sustituida por una ley del año 1998.311

462. Ambitos generales de aplicación de las OPAS

Las normas chilenas sobre OPAS introducidas por la ley 19.705,


mediante la incorporación a la ley 18.045 sobre Mercado de Valo-
res, de su título XXV (Artículos 128 a 218), consideramos que
tiene dos ámbitos de aplicación, que son los siguientes:
A. La ley prohíbe en ciertos casos, aun mediante sanción pe-
nal, la adquisición de valores emitidos por sociedades que hacen
oferta pública de ellos, que no se efectúe mediante el procedi-
miento sobre OPAS que señala la ley; y
B. La ley obliga en ciertos casos a efectuar OPAS.
Sin embargo, al menos en tres aspectos se aplican conceptos
comunes a estas dos clases de obligaciones, a saber:
Por un lado como esta ley tiene sólo alcance territorial, prohí-
be y obliga respecto de adquisiciones de acciones o valores repre-
sentativos de ella que se realicen en Chile. No abarca ni comprende
adquisiciones que puedan realizarse fuera del país, aunque ellas
versen sobre acciones de sociedades constituidas en Chile.
De otro lado, la tarjet, debe ser una sociedad anónima constituida
o no en Chile que haga oferta pública de sus acciones o valores
convertibles en ellas, dentro o fuera del país, pues la ley no distingue.
Por oferta pública hay que entender el concepto establecido en el
art. 4, inciso primero de la Ley sobre Mercado de Valores que entien-
de por tal la dirigida al público en general o a ciertos sectores o
grupos específico de estos. Queda claro, entonces, que no basta que
la tarjet sea una sociedad anónima abierta. Pueden haber sociedades
anónimas abiertas que no hagan oferta pública de sus acciones.
LA SOCIEDAD ANONIMA 563

Cabe anotar que la ley, al establecer estas obligaciones, usa el


término de “adquisiciones” esto es, está imponiendo obligaciones a
quien pretenda adquirir las acciones y no a aquel dueño de ellas,
que libremente podrá o no aceptar las OPAS que se le formulen
respecto de sus acciones.

463. Obligación de adquirir mediante OPAS acciones, bonos u otros


instrumentos convertibles en acciones de sociedades anónimas
que hagan oferta pública de las mismas. Reglas generales

La materia está contenida en el artículo 199 de la Ley del Merca-


do de Valores, y se desarrolla estableciendo un sistema que pre-
tende señalar cuándo se aplica la ley y sus excepciones.
Debe adquirirse mediante OPAS, sea en forma directa o indi-
recta, las acciones que permitan a una persona tomar el control
de una sociedad que haga oferta pública de sus acciones o valores
convertibles en ellas.
Se entiende haber control en los eventos que trata el artículo
97 de la ley 18.045 cuando directamente o a través de otras perso-
nas naturales o jurídicas se participa de la propiedad de la socie-
dad y se tiene poder para realizar alguna de las siguientes
actuaciones: Asegurar la mayoría de votos en las juntas de accio-
nistas y elegir a la mayoría de los directores o influir decisivamen-
te en la administración de la sociedad.

464. Excepciones

El propio artículo 199 de la Ley sobre Mercado de Valores en sus


números 1 a 5 establece excepciones a las obligaciones que hemos
descrito en el número anterior. Ellas son:
1. Las adquisiciones provenientes de aumentos de capital mediante la
suscripción de acciones de pago de primera emisión, que por el número de
ellas, permita al adquirente obtener el control de la sociedad emisora.
La verdad que en este caso, al igual que en la suscripción de
acciones en la constitución de una compañía, no hay propiamente
adquisición de acciones de otro accionista, sino que un aporte direc-
to a la compañía, que por lo demás, dado las normas vigentes sobre
derecho de suscripción preferente, requiere que los otros accionistas
hayan renunciado o cedido su derecho al futuro controlador.
564 SOCIEDADES

2. La adquisición de las acciones que sean enajenadas por el controla-


dor de la sociedad, siempre que tengan presencia bursátil y el precio de la
compraventa se pague en dinero y no sea substancialmente superior al
precio de mercado.
Se entiende como precio de mercado, de conformidad con la
misma disposición, a aquel que resulte del promedio calculado de
las transacciones bursátiles que se hayan realizado entre el nona-
gésimo día hábil bursátil y el trigésimo día hábil bursátil anterior a
la fecha en que debe efectuarse la adquisición; y por precio subs-
tancialmente superior al del mercado, aquel valor que excede al
indicado en la letra precedente en un porcentaje que determina-
rá una vez al año la Superintendencia, mediante norma general, y
que no podrá ser inferior al 10% ni superior al 15%.
La Superintendencia queda facultada, por el artículo en co-
mento, para fijar mediante instrucciones generales, las condicio-
nes mínimas que deben reunir las acciones para ser consideradas
con presencia bursátil lo que ha hecho por la norma general 103
de 5 de Enero de 2001, que ya hemos citado.312
La norma legal en examen, pretende permitir las adquisicio-
nes al controlador cuando no se paga un sobreprecio por el con-
trol, pero peca de ingenuidad ya que existen múltiples maneras
para que el controlador pueda recibir más que el precio corriente
en bolsa de las acciones, precisamente por el control, sin que
queden huellas de ello.
3. Las que se produzcan como consecuencia de una fusión.
La verdad que en este caso no hay adquisición de acciones
sino que de un patrimonio.
4. Las adquisiciones por causa de muerte.
En estos eventos la adquisición se produce por la delación de
la herencia de un accionista fallecido, que es un efecto legal.
5. Las que provengan de enajenaciones forzadas.
O sea, los remates en juicio ejecutivo o en quiebra hacen
inaplicables las normas de la ley sobre OPAS.
Además, disposiciones transitorias de la ley 19.705, han esta-
blecido otras excepciones que indicaremos a continuación, dado
que es muy corriente en Chile que disposiciones transitorias se
prorroguen y se transformen en permanentes. Estos casos son:
a) El contemplado en el artículo 1 transitorio de la ley 19.705,
que trata de estipulaciones contenidas en un “Pacto de Accionis-
tas” que otorguen derechos preferentes para comprar o vender
LA SOCIEDAD ANONIMA 565

acciones o se refieran a una nueva suscripción de acciones de una


sociedad anónima que efectúe oferta pública de sus acciones. El
pacto de accionistas debe haberse celebrado con anterioridad a la
vigencia de la ley 19.705 (20 de diciembre de 2000). Además, con
la misma anterioridad, dichos pactos deben haberse inscrito en el
registro de accionistas, de conformidad con el artículo 14 de la ley
18.046. Señala la norma que las enajenaciones que cumplan las
condiciones anotadas, no les son aplicables las normas del título
XXV de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores. La enajenación
puede hacerse en cualquier época. Evidentemente debe tratarse
de alguna que otorgue al adquirente el control de la sociedad.
b) La que contempla el artículo 10 transitorio de la ley 19.705.
Los controladores de una sociedad que hace oferta pública de sus
valores, que tengan tal carácter al 20 de diciembre de 2000, pue-
den optar por enajenarlas libremente, aun cuando el precio sea
substancialmente superior al de mercado siempre que realicen la
enajenación dentro del curso de 3 años contados desde el 1 del
mes siguiente de la fecha de publicación de la presente ley y sea
acordada en una junta extraordinaria de accionistas, por mayoría
absoluta de acciones con derecho a voto. El beneficio puede invo-
carse por una sola vez y la junta extraordinaria debe celebrarse
dentro de los 6 meses siguientes a la fecha de vigencia de la
presente ley. Al adquirente de estas acciones se le aplican las nor-
mas generales de la ley 18.045.

Casos en que es obligatorio formular una OPA

En diversas situaciones la ley impone a una persona efectuar una


OPA ajustada a las disposiciones legales. Estos casos son:

A. El que trata el artículo 69 ter de la L.S.A. introducido por la


ley 19.705. La disposición citada dispone que si como conse-
cuencia de cualquier adquisición de acciones, que puede o no
provenir de una OPA, una persona llega a adquirir o supera los
2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto de una sociedad
que haga oferta pública de sus acciones, dentro del plazo de 30
días contado de la fecha de aquélla, debe realizar una oferta por
el resto de las acciones, en los términos establecidos en la ley, a
un precio no inferior al que correspondería en caso de existir
derecho a retiro.
566 SOCIEDADES

La sanción en caso de no hacerse tal oferta en el plazo legal


consiste en que al resto de los accionistas, la ley les otorga el
derecho a retiro de acuerdo con las reglas generales de la L.S.A.,
que veremos más adelante.
No existe la obligación de efectuar la OPA, si el porcentaje de
los 2/3 proviene de una reducción de pleno derecho del capital
social por no haber sido totalmente suscrito y pagado un aumento
de capital en el plazo legal.
Si todos los restantes accionistas acordaren su retiro, no proce-
de la disolución por confusión de todas las acciones en un accio-
nista, a menos que el controlador decida lo contrario. Se trataría
del primer caso que nuestra ley permite una sociedad con un solo
socio.
La ley prescribe, a título de quórum obligatorio, para tomar
acuerdos en juntas de accionistas sobre ciertas materias de gran
trascendencia para la sociedad y sus accionistas, aquel de un míni-
mo de los 2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto. Si un
controlador llega a tener tal porcentaje por cualquier causa, la ley
otorga a la minoría el derecho a retirarse. En tal caso, el controla-
dor debe realizar una OPA en que ofrezca un precio no inferior a
aquel que corresponde como pago en el caso de derecho a retiro,
pero la ley no señala la forma de pago del precio. El derecho a
retiro sólo opera si no se efectúa la OPA oportunamente.
No hay obligación de efectuar la OPA en el caso de disminu-
ción de pleno derecho de capital no suscrito y pagado en un
aumento, pues dicho efecto sólo se ha podido producir por el
desinterés de la minoría de mantener sus porcentajes, al no suscri-
bir y pagar la cuota que le correspondía en el aumento.

B. También es obligatorio realizar una OPA en la situación prevista


en la letra c del artículo 199 de la ley sobre Mercado de Valores, introdu-
cido por la ley 19.705. En efecto, si una persona pretende adqui-
rir el control de una sociedad (una holding), que tiene a su vez
el control de otra que hace oferta pública de sus acciones y que
su inversión en la segunda sociedad, representa un 75% o más
de su activo consolidado, deberá tal persona efectuar una oferta
a los accionistas de esta última conforme a las normas legales,
por una cantidad no inferior al porcentaje que le permita obte-
ner el control de dicha sociedad, sin considerar las acciones de la
holding. La sociedad holding puede no hacer oferta pública de
sus valores, pero sí su filial. En tales eventos, la ley obliga al
LA SOCIEDAD ANONIMA 567

interesado, previamente a la adquisición de las acciones de la


holding (que puede realizarse de acuerdo con las reglas genera-
les); a realizar una oferta pública, sujeta a las normas legales, a
los accionistas de la sociedad que hace oferta pública y que con-
trolaría mediante la adquisición de las acciones de la holding.

C. El inciso segundo del artículo 209 de la Ley sobre Mercado de


Valores establece otro caso en que la ley impone una obligación de efectuar
una OPA. La disposición señala que “si las preferencias o privile-
gios establecidos para una serie específica de acciones otorga una
preeminencia en el control de la sociedad, toda oferta que se
dirija a dicha serie de acciones, obligará a realizar una oferta
conjunta por igual porcentaje respecto de las demás series de
acciones. Sin embargo, la ley no señala que esta oferta deba ser al
mismo precio que el correspondiente a las acciones preferidas.

465. Caracteres y naturaleza jurídica de la oferta

La oferta es un acto jurídico unilateral en virtud del cual una


persona comunica su voluntad de celebrar un acto o contrato en
determinadas condiciones. Si está dirigida a persona indetermina-
da se trata de una oferta pública. El acto o contrato ofrecido se
entiende perfeccionado cuando media aceptación, salvo en los
contratos solemnes. La oferta está normada en los artículos 97 y
siguientes del Código de Comercio. De acuerdo con dichas nor-
mas, por regla general, el oferente puede retractarse por mientras
no medie aceptación, salvo si se hubiere comprometido a esperar
contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después
de desechada o transcurrido un determinado plazo. La oferta al
público u oferta a persona indeterminada no tiene valor como lo
señalan los artículos 99 y 105 del Código de Comercio. Además, la
ley no limita ni establece reglas sobre las materias de las ofertas, su
vigencia y las condiciones a que ella puede estar sujeta.
Si se trata de una oferta al público, de adquisición de acciones
de sociedades anónimas que hagan oferta pública de sus acciones
o de documentos convertibles en ella, sea en los casos que la ley
obliga a formularla, o se trata de la única forma legal de adquirir-
las, o la oferta es voluntaria, el título XXV de la Ley sobre Merca-
do de Valores ha conferido a estas ofertas, características especiales,
no obstante mantenerse su carácter de acto unilateral, las que son:
568 SOCIEDADES

A) Su carácter universal. De acuerdo con lo prescrito en el


artículo 208 de la Ley sobre Mercado de Valores, la oferta debe
estar dirigida a todos los accionistas de una sociedad o de una
serie. Si llegan aceptaciones por un número mayor a la cantidad
ofrecida adquirir, se prorratea el precio ofrecido entre todas las
acciones ofrecidas. Si la oferta se refiere a una serie y esta tiene
preeminencia en el control de la sociedad, el artículo 209 de la
misma ley establece la obligación de realizar una oferta sobre las
demás acciones, situaciones que vimos en el numero 464, letra c).
B) Su carácter irrevocable. El artículo 210 de la ley en examen
señala que las ofertas que se efectúen de conformidad a sus dispo-
siciones son irrevocables, esto es, no pueden ser dejadas sin efecto
por el solo arbitrio del oferente. Sin embargo, la ley permite que
la oferta contenga causales objetivas de caducidad. Por tales causa-
les objetivas debemos entender aquellas externas, que no depen-
den de la voluntad del oferente como las llamadas por el Código
Civil, condiciones casuales, no meramente potestativas, como pue-
den ser el mantenimiento de determinadas condiciones financie-
ras o legales, la concesión de alguna autorización o permiso que
debe dar alguna autoridad y aun que acepten la oferta un número
mínimo de acciones. En este último caso, la ley señala que en el
evento que no se reúna tal mínimo, la oferta queda sin efecto,
salvo que el oferente reduzca su pretensión a los valores recibidos.
También se permite al oferente, en forma expresa, establecer como
causal externa o condición que no rija la oferta en el evento de
haber adquirido un número mínimo de acciones de otra compa-
ñía, mediante una oferta simultánea.
Las ofertas pueden modificarse durante su vigencia sólo para
los efectos de mejorar el precio ofrecido o para aumentar el nú-
mero de las acciones que se desea adquirir. Los incrementos en el
precio favorecen también a aquellas que ya hubieren aceptado la
oferta inicial.
C) Su carácter transitorio. Según lo señala el artículo 205 de la
ley en examen, la oferta debe tener una vigencia determinada por
el oferente que no puede ser inferior a 20 días ni superior a 30
días, salvo que la sociedad tenga inscrita en su registro de accionis-
tas, a sociedades que tienen por giro ser depositarias a nombre
propio de valores en cuyo caso el plazo será de 30 días.
La oferta puede prorrogarse por voluntad del oferente, por
una vez, por un mínimo de 5 y hasta 15 días adicionales, debiendo
comunicarse ella a los interesados, antes del vencimiento de la
LA SOCIEDAD ANONIMA 569

oferta, mediante un aviso publicado en un mismo día en los dia-


rios en los cuales se efectuaron las publicaciones del aviso de
inicio. Según lo prescribe el inc. final del artículo 210 de la ley en
examen, el oferente sólo podrá efectuar nuevas ofertas por las
nuevas acciones transcurrido 20 días después que la oferta quede
sin efecto por la causa contenida en el artículo 210.
Los plazos mencionados son de días corridos, por aplicación
de lo prescrito en el artículo 48 del Código Civil.

466. La aceptación

La aceptación es un acto jurídico unilateral en virtud del cual una


persona que ha recibido una oferta, manifiesta su conformidad
con ella. Si versa sobre un contrato consensual, la aceptación im-
porta formación del consentimiento y perfeccionamiento del con-
trato.
Estas reglas, en las ofertas que estamos tratando, admiten ex-
cepciones a las que se refiere el artículo 211 de la ley de Mercado
de Valores que prescribe que la aceptación de la oferta es retracta-
ble total o parcialmente, hasta antes del vencimiento del plazo de
la oferta o de sus prórrogas. Esta disposición, que tiende a prote-
ger a las minorías, parte del supuesto de la aparición de otras
ofertas respecto de las mismas acciones, o sea de la aparición del
caballero blanco de que trata el derecho norteamericano y posibi-
lita a los accionistas para desligarse de una aceptación por un
precio inferior.

467. Forma legal de efectuar la oferta

El título XXV de la ley sobre Mercado de Valores, no establece


normas especiales relativas a la forma de efectuar oferta pública
mediante OPA, sino que se aplican las normas de toda oferta
pública contenidas en la ley 18.045 como se confirma de lo dis-
puesto en el art. 216 de la misma ley.
Conforme lo disponen los artículos 1, 6, 24, 25 y 60 letra b) de
la ley sobre Mercado de Valores para que un valor sea susceptible
de oferta pública se requiere que esté inscrito en el Registro de
Valores que lleva la Superintendencia, tanto el valor como su emi-
sor. La colocación de valores la puede efectuar el propio emisor o
570 SOCIEDADES

puede realizarse mediante corredores de Bolsa que pueden actuar


en rueda o remate en bolsa o de otra manera o por agentes de
valores y por bancos.

468. Trámites legales para realizar una OPA

La ley dispone los siguientes trámites para realizar una OPA, a saber:
1. Aviso. Según lo prescrito en el art. 202 de la ley sobre Merca-
do de Valores, debe avisarse al público su presentación, al inicio
de la vigencia de la oferta de adquisición, mediante publicaciones
que deben realizarse en forma destacada el día previo al de vigen-
cia de la oferta, a lo menos en dos diarios de circulación nacional.
La Superintendencia debe determinar mediante norma de carác-
ter general el contenido de los avisos, lo que ha efectuado me-
diante la Circular 1514 de 5 de enero de 2001.
Según lo prescrito en el artículo 54 b) de la ley en estudio, en
los casos que se pretenda obtenerse el control a través de una
OPA, no es aplicable el aviso de toma de control que establece el
artículo 54 de la misma ley.
2. Prospecto. El artículo 203 de la misma ley regla en forma
detallada lo que debe contener el prospecto que el oferente debe
poner a disposición de los interesados y en copia a la Superinten-
dencia de Valores. Una copia del prospecto debe estar a disposi-
ción del público en la oficina de la tarjet, en las oficinas del
oferente o en la de su representante, si lo hubiere, como también
en las sociedades que sean controladas por aquella y que hagan
oferta pública de sus acciones.
De acuerdo con la ley dicho prospecto debe contener:
a) Individualización completa de las personas naturales o jurí-
dicas que efectúan la oferta; y en caso de tratarse de estas últimas,
deberá indicarse el nombre, el cargo y domicilio de sus directores,
gerentes, ejecutivos principales y administradores; participación
en otras sociedades e individualización de las personas relaciona-
das con el oferente. Adicionalmente deberá contener una descrip-
ción financiera, jurídica y de negocios del oferente o de sus
controladores efectivos y finales, si fuere del caso. El oferente, en
todo caso, deberá fijar un domicilio en el territorio nacional
b) Acciones o valores a que se refiere la oferta y número de
acciones o porcentaje de las acciones emitidas cuya adquisición
mínima es requisito para el éxito de la oferta.
LA SOCIEDAD ANONIMA 571

c) Precio y condiciones de su pago. El precio de la oferta


deberá ser determinado y podrá consistir en dinero o en valores
de oferta pública, que se indicarán en forma precisa.
d) Vigencia de la oferta y procedimiento para aceptarla. Se
indicarán con precisión aquellos antecedentes o documentos que
deberán acompañar los accionistas interesados, en el momento de
entregar sus acciones.
e) Forma y oportunidades en que los oferentes adquirieron las
acciones que poseen al inicio de la oferta, si fuere del caso; y
relaciones existentes con otros controladores de la sociedad o
accionistas mayoritarios en su caso.
f) Forma en que el oferente financiará el pago del precio de
las acciones que sean adquiridas al final de la oferta. En el caso de
tener comprometidos créditos o contribuciones de capital, deberá
proveer los antecedentes necesarios para concluir que existen efec-
tivamente fondos para el pago del precio. Si se tratare de una
oferta de canje de valores, deberá detallarse la forma en que el
oferente ha adquirido o adquirirá los valores destinados al canje.
g) Monto y forma de la garantía constituida por los oferentes,
si la hubiere, e individualización del encargado de su custodia,
formalización y ejecución.
h) Condiciones o eventos que puedan producir la revocación
de la oferta.
i) Individualización completa y domicilio del tercero que el
oferente hubiere designado para que organice o administre la
oferta, debiendo precisarse las facultades que se le hayan otorga-
do.
j) Individualización completa y domicilio de las personas y
profesionales independientes que han asesorado al oferente para
la formalización de su oferta.
k) Las demás que disponga la Superintendencia, mediante
normas de carácter general.
3. Garantía. Según el artículo 202 de la ley sobre Mercado de
Valores junto con el lanzamiento de la oferta el oferente puede
incluir una garantía formal de cumplimiento, la cual se constituye
ante la Superintendencia en términos que asegure el pago de una
indemnización mínima y a todo evento a los afectados en caso de
incumplimiento del pago de la obligación del precio que puede
otorgarse mediante boleta bancaria o endoso en garantía de un
depósito a plazo, prenda sobre valores de oferta pública que que-
darán en custodia en una bolsa de valores y que debe mantenerse
572 SOCIEDADES

vigente durante los 30 días siguientes a la publicación de término


de la oferta o vencimiento del plazo y que no puede ser inferior al
10% del monto total de la oferta.
Opinamos que como se trata de una facultad, no obligatoria
para el oferente de otorgar garantías, éste puede ofrecer otro tipo
de garantías que las señaladas.
4. Aviso del resultado de la oferta.
Según lo dispone el art. 212 de la ley en examen, al tercer día
desde la expiración del plazo de vigencia de una oferta o de su
prorroga, el oferente deberá publicar en los mismos diarios en los
cuales efectuó la publicación del aviso de inicio, el resultado de la
oferta desglosando el número total de acciones recibidas, de las
acciones que adquirirá, el factor de prorrateo, si fuera el caso, y el
porcentaje de control que alcanzará como producto de la oferta,
información que debe remitirse también a la Superintendencia y
a las bolsas de valores en la misma fecha en que se publique el
aviso de aceptación.
Para todos los efectos legales, la fecha de aceptación por los
accionistas y de formalización de cada venta de valores será el día
en que se publique el aviso de aceptación.
Las acciones que no hubieren sido aceptadas por el oferente,
serán puestas a disposición de los accionistas respectivos, en forma
inmediata por el oferente o por la sociedad tarjet, una vez conclui-
do el proceso de inscripción de las acciones en el registro de
accionistas.
Si transcurrido el plazo indicado, el oferente no hubiere pu-
blicado el aviso de los resultados de la oferta, los accionistas po-
drán retractarse de su aceptación.
El inc. 5º del artículo 198, de la ley sobre Mercado de Valores,
faculta a la Superintendencia para dictar una reglamentación, que
suprima todo o parte de los indicados trámites, siempre que la
operación se haga por intermedio de una bolsa de valores.
Mediante Circular 1514, del 5 de Enero de 2001, la Super-
intendencia ejerció la facultad recién señalada. Estableció, si se
trata de OPAS que no excedan de un 5% del capital accionario
de una compañía, que haga oferta pública de sus valores, ellas
están exentas de elaborar un prospecto y de publicar el aviso
de aceptación o resultado, siempre que se efectúe en bolsa, a
prorrata de las acciones que se ofrezcan y que el porcentaje
que se pretende adquirir no permita al oferente obtener el
control de la sociedad emisora. Tampoco las sociedades emiso-
LA SOCIEDAD ANONIMA 573

ras, en estos casos, quedan sujetas a las normas del passivity rule
que trataremos en el número siguiente.

469. Efectos de la presentación de la oferta

La ley le ha dado ciertos efectos a la presentación de OPAS desde


el momento que aparece el aviso de su presentación. Estos efectos
son:
A. Según lo prescribe el artículo 201, inciso segundo de la ley
sobre Mercado de Valores:
“Durante el periodo de vigencia de la oferta, el oferente no
podrá adquirir acciones objeto de la oferta a través de transaccio-
nes privadas o en bolsas de valores, nacionales o extranjeras, sino
a través del procedimiento establecido en este título”.
B. La sociedad tarjet como los miembros de su directorio, de
conformidad con lo prescrito en el artículo 207 de la ley sobre
Mercado de Valores quedan sujetos a las siguientes restricciones y
obligaciones:
a) No podrá durante toda la vigencia de una oferta, adquirir
acciones de propia emisión; resolver la creación de sociedades
filiales, enajenar bienes del activo que representen más del 5% del
valor total de éste e incrementar su endeudamiento en más del
10% respecto del que mantenía antes del inicio de la oferta. Con
todo, la Superintendencia podrá autorizar, por resolución funda-
da, la realización de cualquiera de las operaciones anteriores, siem-
pre que ellas no afecten el normal desarrollo de la oferta.
Lo expuesto se llama en el derecho norteamericano passivity
rule y refleja la idea que el directorio y/o accionistas opuestos a
una oferta hostil, no puedan variar aspectos substanciales de la
empresa respecto de los cuales el oferente ha tenido en considera-
ción al hacer su proposición. Sin embargo, en la legislación euro-
pea y en algunas de los Estados Unidos, para que opere esta regla
se necesita un acuerdo de la mayoría de la junta de accionistas de
la sociedad tarjet.
Indudablemente que este efecto de la presentación de OPAS,
que es automático y opera aunque la OPA no tenga ninguna op-
ción cierta de prosperar, puede causar perjuicios a la tarjet y sus
accionistas, dado que le puede dificultar negociaciones importan-
tes, como fusiones y además provocar problemas financieros ya
que, en muchas ocasiones, la permanencia de un grupo determi-
574 SOCIEDADES

nado en la sociedad, es lo que posibilita el otorgamiento de crédi-


tos y realización de negocios de importancia. En Chile no se con-
templa una homologación previa para que opere la regla, como
podría ser un acuerdo de la mayoría de los accionistas, sino que la
Superintendencia puede autorizar las operaciones que la regla
prohíbe, lo que estimamos insuficiente. De otro lado una socie-
dad que hace oferta pública de sus valores, puede estar sujeta
indefinidamente o por largos períodos a OPAS sucesivas, una des-
pués de otra, lo que consideramos que constituye un grave error
de nuestra legislación no haber establecido normas para evitar tal
efecto. Además debe tenerse en cuenta que el oferente puede
asegurarse que no le afecten cambios substanciales en la sociedad,
conteniendo en su oferta condiciones objetivas que prevean tal
situación.
Es justificable que la ley proteja al oferente en cuanto a que la
compañía tenga una posición neutral o pasiva en relación con la
oferta, esto es que no realice actos que injustificadamente puedan
perjudicarla o cambien substancialmente los activos sustentarios
del valor de las acciones por las cuales se efectúa la oferta, pero
tampoco es admisible que la legislación permita que acciones de
importantes compañías pueden aparecer en el estado de estar
permanentemente en venta, en una situación de incertidumbre
con respecto a su controlador, y limitada, respecto de las opera-
ciones que pueda realizar, no obstante saberse a ciencia cierta la
poca factibilidad de aceptación de las OPAS. Tampoco ha estable-
cido, como lo veremos más adelante, sanción especial para quie-
nes abusen del mecanismo de las OPAS para causar daño a un
competidor.
b) La sociedad emisora deberá proporcionar al oferente den-
tro del plazo de 2 días hábiles, contado desde la fecha de publica-
ción del aviso de inicio, una lista actualizada de sus accionistas que
contenga, al menos, las menciones indicadas en el artículo 7 de la
ley 18.046 respecto de aquellos que se encontraban inscritos en
dicho registro en esa fecha.
c) Los directores de la sociedad deberá emitir, individualmen-
te, un informe escrito con su opinión fundada acerca de la conve-
niencia de la oferta para los accionistas. En el informe el director
deberá señalar su relación con el controlador de la sociedad y con
el oferente y el interés que pudiere tener en la operación. Los
informes presentados deberán ponerse a disposición del público
conjuntamente con el prospecto a que se refiere el artículo 203 y
LA SOCIEDAD ANONIMA 575

entregarse una copia dentro del plazo de 5 días hábiles contado


desde la fecha de publicación del aviso de inicio, a la Superinten-
dencia, a las bolsas de valores, al oferente y al administrador u
organizador de la oferta, si lo hubiere.
d) Por la presentación de la oferta se produce además un
efecto procesal. De conformidad con lo que ordenan los incisos 5
y siguiente del artículo 204 de la ley sobre Mercado de Valores, el
oferente y quienes acepten la oferta queda sometido a un sistema
arbitral muy especial de un arbitrador designado por el juez de
turno en lo civil del domicilio del oferente y que deberá recaer en
un abogado con no menos de 15 años de ejercicio, no procedien-
do el nombramiento de común acuerdo. En contra de sus resolu-
ciones no procede recurso alguno, estableciendo la ley además,
sistemas especiales de cumplimiento del fallo. Los perjuicios que
procedieran se deben demandar, en juicio sumario, por cuerda
separada, rigiendo sobre el particular las normas generales de
competencia.

470. Actos y contratos prohibidos y permitidos sobre acciones y documentos


representativos de ésta emitidos por sociedades anónimas que hacen oferta
pública de los mismos

Los actos y contratos a que nos estamos refiriendo pueden ser:


a. Contratos preparatorios, como promesas de venta, cierres de
negocios, contratos de opción, contenidos en contratos particula-
res, en pactos de accionistas o acuerdos de colaboración y actua-
ción conjunta. Hay que descartar estipulaciones estatutarias al
respecto, pues las anónimas que hacen oferta pública de sus valo-
res son sociedades abiertas y como tales sus estatutos no pueden
contener pactos que limiten la cesibilidad de las acciones, como lo
son las cláusulas de first refusal, tanteo y otras.
b. Contratos definitivos como ventas, permutas, aportes y sus-
cripción de acciones de pago, adquisición de derechos de suscrip-
ción preferente y bonos convertibles en acciones.
Sobre el particular hay que distinguir si estos actos se celebran
antes de una OPA, durante la vigencia de ella y luego de expirada
ésta.
La regla general, es que pueden celebrarse libremente estos
actos y contratos, siempre que ellos no importen la toma de con-
trol de la compañía, pues para tal efecto la ley obliga a realizar la
576 SOCIEDADES

adquisición mediante una OPA. No puede adquirirse libremente,


el 51% de las acciones, porque ello importa la toma del control de
la sociedad salvo que ello no ocurriera por haber acciones prefe-
rentes que impidan el control de la compañía al 51% de las accio-
nes ordinarias. El porcentaje de acciones que puede adquirirse
puede ser cualesquiera siempre que no signifiquen la adquisición
del control, lo que puede ocurrir con la compra de una sola
acción, si ella es necesaria para que un accionista se trasforme en
controlador. Lo anterior se ve confirmado por la historia de la ley,
al eliminarse la exigencia de OPAS, que contenía en proyecto,
para adquirir un 5% o más de las acciones. Esta norma general se
aplica a los actos y contratos que pueden realizarse en Chile antes
de una OPA.
Sin embargo, el inc. 1º del artículo 201 de la ley sobre Merca-
do de Valores señala que si dentro del plazo que media entre los
90 días anteriores a la vigencia de la oferta y hasta los 120 días
posteriores a la fecha de publicación del aviso de aceptación de la
oferta, el oferente directa o indirectamente ha adquirido acciones
comprendidas en la oferta, en condiciones de precio más benefi-
ciosas que las contempladas en éstas, los accionistas que las hubie-
ren vendido, tendrán derecho a exigir la diferencia de precio o el
beneficio de que se trate, considerando el valor más alto que se
haya pagado. En tales casos el oferente y las personas que se hu-
bieren beneficiado serán obligadas solidariamente al pago. La duda
que se presenta es si el beneficiado puede no ser cualesquier
vendedor a un mayor precio y por qué monto cada uno responde,
pues la solidaridad no puede abarcar para un vendedor operacio-
nes ajenas.
Durante la vigencia de la oferta, conforme lo señala el inc. 2
del artículo 201 en examen, al oferente le está prohibido adquirir
acciones, objeto de la oferta a través de transacciones privadas o
en bolsa de valores nacionales o extranjeras sino que a través de
OPAS.
Luego de aceptada una OPA, según lo señala el art. 200 de la
ley, el controlador no puede dentro de los 12 meses contados de
la fecha de la operación adquirir acciones de ella por un monto
igual o superior al 3% de ellas, sin efectuar una OPA, cuyo precio
unitario por acción no puede ser inferior al pagado en la opera-
ción de toma de control. Puede adquirir más de un 3%, si ello se
hace en bolsa, a prorrata para el resto de los accionistas conforme
a las normas que para este efecto apruebe la Superintendencia.
LA SOCIEDAD ANONIMA 577

Si la toma de control representó la adquisición de los 2/3 o


más de las acciones emitidas, además de la regla anterior opera lo
dispuesto en el artículo 199 letra b) y 69 ter que ya hemos exami-
nado en el numero 464 A, que precede.

471. Sanciones

Nos interesa examinar que sanciones acarrea las adquisiciones de


acciones de anónimas que hagan oferta pública de ellas, realizada
con infracción a la ley o incurriendo en vicios u omisiones legales,
como también las consecuencias que acarrea no cumplir con la
obligación de realizar una OPA, cuando la ley lo exige.
La materia que trataremos de por sí es compleja y tenemos la
impresión de que la ley no es muy clara al respecto. Por ello, lo
que exponemos en muchos aspectos, es un primer intento de
análisis, susceptible de ser mejorado y aun cambiar radicalmente
de opinión, con un mayor estudio y con acopio de nuevos o no
considerados antecedentes doctrinales y jurisprudenciales.
La sanción penal la establece la letra f) del artículo 60 de la
ley sobre Mercado de Valores modificado por la ley 19.705. Esta
norma castiga con la pena de presidio menor en cualquiera de sus
grados a los que defraudaren a otros adquiriendo acciones de una
sociedad anónima abierta, sin efectuar una oferta pública de ad-
quisición de acciones en los casos que ordena esta ley.
Defraudar según el Diccionario, en su aceptación más amplia
es “privar a uno con abuso de su confianza o con infidelidad con
las obligaciones propias de lo que le toca en derecho.”
De lo anterior inferimos que es necesario para que se configu-
re el delito examinado un efectivo perjuicio causado a persona
determinada, y la concurrencia de alguna especie de dolo. Sabe-
mos que el ilícito penal, también ocasiona la nulidad del acto o
contrato, que forma parte de sus elementos constitutivos.
Sin embargo, dado que el requisito (defraudar) es en parte
subjetivo y debe concurrir en cada caso, sólo podría haber ilícito
civil y la nulidad correspondiente, en los casos concretos en que
además de los requisitos objetivos (adquirir acciones sin efectuar
OPAS, en los casos que lo exige la ley) se estableciera la defrauda-
ción.
Todas las personas que intervienen en una operación OPA,
sus organizadores y los administradores de la oferta, quedan suje-
578 SOCIEDADES

tos en relación con ella, a la fiscalización de la Superintendencia,


como lo señala el art. 148, inciso final, de la ley sobre Mercado de
Valores. Esta fiscalización se traduce en la posibilidad de aplicar
las sanciones de multa de que tratan los arts. 58 de dicha ley y 27 y
28 del DL 3538 del año 1980, modificado por la ley 9.705.
De conformidad a lo prescrito en el artículo 55 de la ley sobre
Mercado de Valores, la infracción a las normas sobre OPAS sean
ellas legales o emanadas de la Superintendencia, que ocasionen
daño, conllevan la obligación del infractor de indemnizar perjui-
cios, respondiendo por las personas jurídicas además sus adminis-
tradores o representantes legales, a menos que constare su falta
de participación o su oposición.
Nos parece que las adquisiciones que se efectúen en los casos
que se tratan en el art. 201, de la ley sobre Mercado de Valores
(adquisición en mejores condiciones, que aquellas de las OPAS en
el plazo que corre desde 90 días anteriores a la vigencia de la
oferta y 120 días posteriores a la publicación del aviso de acepta-
ción), aunque se hayan hecho en contravención a la ley, sólo
tienen la sanción establecida en dicho precepto legal, de indemni-
zar a los otros adquirentes pagándoles el mayor valor, sin perjuicio
de lo que señalaremos a continuación.
Sin embargo, habría nulidad en el caso tratado en el art. 201,
inciso segundo, esto es si se hubieren adquirido acciones en for-
ma irregular por el oferente durante el periodo de vigencia de la
oferta, dado los términos prohibitivos que emplea dicho precepto
que expresa que en tal caso el oferente “no podrá adquirir acciones
objeto de la oferta.”
No creemos que defectos u omisiones que incidan en trámites
de carácter legal o reglamentarios acarreen la nulidad de las ad-
quisiciones, ya que no son vicios propios del contrato de compra-
venta o permuta que puede traducirse en la aceptación de una
OPA, sino que solo generan la sanción de indemnización de per-
juicios y las multas que pueda aplicar la Superintendencia, salvo
que concurra el fraude y demás requisitos de que trata el artículo
60 letra f) en que también puede haber sanción penal.
Si no se realiza una OPA, debiendo legalmente practicarse, sin
perjuicio de las sanciones especiales que establece la ley en ciertos
casos, sólo procedería la indemnización de perjuicio y las multas
que pueda aplicar la Superintendencia.
LA SOCIEDAD ANONIMA 579

472. Comentario sobre la legislación relativa a OPAS

Tanto en nuestro país como en el derecho comparado es muy


discutida la necesidad de legislar sobre OPAS y la forma de hacerlo,
tanto en los aspectos económicos como legales y constitucionales.
Desde un punto de vista constitucional, en cuanto una legislación
sobre OPAS, prive a un controlador de la posibilidad de recuperar
el precio que ha pagado por el control, que debe repartir con la
minoría, podría significar la inconstitucionalidad de tal norma por
violación a la garantía del derecho de propiedad.
La obligación de formular OPAS, de alguna manera entraba la
libre transacción de las acciones de las principales compañías,
pero importa un intento de repartir mayores valores a los accionis-
tas minoritarios, especialmente institucionales.
Tanto en otros países como en Chile esta normativa se en-
cuentra en reciente aplicación. Habrá que examinar sus resulta-
dos para comprobar su conveniencia y/o las correcciones que hay
que introducir. La legislación chilena, como pionera en esta mate-
ria está sujeta a los riesgos que importan todas las innovaciones.

473. Gravámenes sobre acciones

Los incs. 1, 2 y 3 del art. 23 de la L.S.A. expresan:


“La constitución de gravámenes y de derechos reales distintos
del dominio sobre las acciones de una sociedad, no le serán opo-
nibles a ésta a menos que se le hubiere notificado por ministro de
fe, el cual deberá inscribir el derecho o gravamen en el Registro
de Accionistas”.
“El embargo sobre acciones no priva a su dueño del pleno
ejercicio de los derechos sociales, excepto el de la libre disposi-
ción de las mismas que queda sujeta a las restricciones estableci-
das en la ley común”.
“En los casos de usufructo, las acciones se inscribirán en el
Registro de Accionistas a nombre del nudo propietario y del usu-
fructuario, expresándose la existencia, modalidades y plazos del
usufructo. Salvo disposición expresa en contrario de la ley o de la
convención, el nudo propietario y el usufructuario deberán actuar
de consuno frente a la sociedad”.
Cabe hacer notar que la norma en examen tiene un diverso
contenido que la regla del art. 17 del Reglamento relativa a la
580 SOCIEDADES

transferencia de acciones. En efecto, los gravámenes sobre accio-


nes, no empecen o sea son inoponibles solo a la sociedad, mien-
tras que las transferencias no inscritas son inoponibles a la sociedad
y a terceros.
Los gravámenes que puedan afectar a acciones de sociedades
anónimas lo son el usufructo, el fideicomiso, la prenda, el embar-
go y las medidas precautorias y prohibiciones voluntarias de enaje-
nar. No es necesaria por regla general la inscripción en el Registro
de Accionistas para que sean oponibles a terceros, sino los requisi-
tos propios de tales instituciones para la existencia del gravamen.
Las prohibiciones voluntarias de enajenar solo producen, en caso
de infracción el mismo efecto que la violación de cualquier otro
acto o contrato, la indemnización de perjuicios, pero no invalidan
la enajenación.
En cuanto al gravamen de prenda puede constituirse ella so-
bre acciones de sociedades anónimas de conformidad con lo pres-
crito en el art. 2389 del Código Civil, si la obligación principal es
civil. Si ésta es mercantil, se constituiría de acuerdo a lo prescrito
en los arts. 815 y 816 del Código Civil. Si el acreedor es un banco
puede constituirse, además prenda de conformidad a lo prescrito
en la ley 4.287 sobre Prenda de Valores Mobiliarios en favor de los
bancos. Todas esas disposiciones requieren notificar de la prenda
a la sociedad emisora.

474. Trasmisión de acciones

Se refieren a esta materia los arts. 18 y 23, inc. 4 de la L.S.A., y los


arts. 18, 23 a 26 del Reglamento.
De acuerdo con dichas normas las acciones pertenecientes a
una persona difunta deben inscribirse a nombre de sus herederos
o sus legatarios, en su caso, en el plazo de 5 años desde el falleci-
miento. Si así no ocurriere la sociedad previo los trámites estable-
cidos en el reglamento puede enajenar las acciones en remate, en
bolsa y su producto pasa a los cuerpos de bomberos.
Las acciones que pertenezcan a una comunidad hereditaria al
igual que cualesquiera otra comunidad sobre acciones obliga a los
codueños a designar un representante común para actuar ante la
sociedad.
LA SOCIEDAD ANONIMA 581

475. Derechos y obligaciones del accionista

La materia a que se refiere este número es muy amplia. En efecto,


en la mayor parte de este capítulo sobre sociedades anónimas, al
tratar sobre cualesquier tópico, de alguna manera ellos se relacio-
nan con derechos y obligaciones del accionista. También se vincu-
lan con el tema los derechos y obligaciones que tiene el accionista
derivado del cumplimiento de elementos esenciales de la socie-
dad que hemos tratado principalmente en el Capítulo II de esta
obra, en especial en cuanto a la obligación de aportar y soportar
las pérdidas.
A continuación nos referiremos al tema tratando los principa-
les derechos y obligaciones del accionista, indicándolos en algu-
nos casos en forma sucinta y remitiéndonos a otras partes de esta
obra, o tratándolos en esta oportunidad con mayor extensión.
Estos derechos y obligaciones admiten ser calificados en indi-
viduales y colectivos. Son derechos individuales los radicados en el
patrimonio de cada accionista, de los cuales no puede ser privado
ni por la mayoría ni por el estatuto. Son obligaciones individuales
del accionista aquellas que lo vinculan en su patrimonio. Son
derechos colectivos de los accionistas aquellos que solo se pueden
ejercer si se cumplen con determinados requisitos de mayorías.
Son obligaciones colectivas de los accionistas aquellas que pesan
sobre los accionistas como masa.
También los derechos y obligaciones de los accionistas pue-
den ser clasificados por su fuente, según provengan de la ley o los
estatutos o de otros actos, por ejemplo, del contrato de suscrip-
ción de acciones. También los accionistas tienen obligaciones de
carácter tributario. A continuación solo trataremos los derechos y
obligaciones legales de los accionistas de carácter no tributario.

476. Derechos y obligaciones colectivos de los accionistas

Los derechos colectivos de los accionistas, por regla general son


aquellos que para su ejercicio deben ser tratados en junta de
accionistas. O sea, estos derechos se confunden con las materias
propias de las juntas de accionistas y las estudiaremos al tratar
dicha materia. Como derechos colectivos que pueden ejercerse
fuera de junta podemos citar el caso del art. 58 Nº 3 de la L.S.A.
que faculta al 10% de las acciones emitidas con derecho a voto
582 SOCIEDADES

para exigir la convocatoria de una junta ordinaria o extraordina-


ria y el derecho contemplado en el art. 105 de la L.S.A., que
faculta al 20% de los accionistas de una sociedad anónima cerrada
para exigir la disolución de la sociedad en los casos previstos en
dicha disposición legal.
La única obligación colectiva de los accionistas que conoce-
mos es aquella de soportar las pérdidas que hemos tratado en el
Nº 35 que antecede.

477. Obligaciones individuales del accionista

Es obligación individual de carácter legal que pesa sobre un accio-


nista cumplir con su obligación de aportar que ya hemos tratado
tanto en general como en relación con la sociedad anónima.
Como lo señala el inciso segundo del art. 19 de la L.S.A. esta
obligación se mantiene en el caso de transferencia de acciones no
pagadas respecto del cedente.
También pesan sobre el accionista la obligación general de
todo acto asociativo de guardar lealtad y colaboración a la socie-
dad de que forma parte obligaciones que cobran mayor vigor en
las sociedades paritarias o de pocos accionistas.

478. Derechos individuales del accionista

Examinaremos los siguientes:

1. Derechos del accionista derivados de su calidad de dueño de la


acción

La verdad es que todos los derechos del accionista provienen de


su calidad de dueño de las acciones. Sin embargo, bajo este epí-
grafe nosotros solo trataremos de aquellos derechos del accionista
derivados de la acción considerada como una cosa.
El accionista como dueño de acción puede transferirla o gra-
varla y este derecho está garantizado por el estatuto constitucional
del dominio, al igual que cualesquier otro bien que posea. La
libre cesibilidad de la acción admite las restricciones que hemos
examinado en el Nº 458 y siguientes.
Como dueño de su acción, su propietario no puede ser
privado del dominio de ella, salvo por disposición judicial en
LA SOCIEDAD ANONIMA 583

caso de acciones judiciales o mediante expropiación. Reconoce


este principio el art. 100 de la L.S.A. en cuanto prescribe que,
ningún accionista, a menos que consienta en ello, puede per-
der su calidad de tal con motivo de un canje de acciones, fu-
sión, incorporación, transformación o división de una sociedad
anónima.

2. Derechos cuotativos del accionista

El accionista, como todo socio de una sociedad, tiene un derecho


contra la sociedad, que significa una cuota o tanto por ciento del
capital social. Evidentemente se encuentra comprendido en las
garantías del dominio del accionista sobre su acción, no ser priva-
do o disminuido en el porcentaje que le corresponde en el capital
de la compañía.
Este derecho de no ser privado de su cuota en el capital se
refleja en el derecho de suscripción preferente de acciones de
pago que le reconoce nuestra legislación.
Sostenemos que la parte porcentual del capital en la cual tiene
derecho el accionista también comprende en el sentido de que no
puede ser privado de ella, los derechos sobre revalorizaciones del
capital propio que no se capitalicen automáticamente y sobre los
fondos resultantes de haberse pagado acciones por un valor de
colocación mayor al nominal o al de libro, que solo pueden capi-
talizarse.

3. Derechos del accionista a la época de liquidación de la sociedad

Este es un derecho eventual, pues solo procede si el resultado de


la liquidación de los activos arrojó lo suficiente para pagar las
deudas sociales como lo señala el art. 117, inc. 1º de la L.S.A.
Este derecho es equivalente a la participación del accionista
en el capital social, que depende de la proporción entre el núme-
ro de acciones que posea y el total del capital pagado. Abarca
también los derechos y acciones que pudieran corresponderle en
la liquidación de la sociedad disuelta sea por fusión o por aporte
de todas las acciones a otra sociedad.
Estos derechos de los accionistas en la liquidación pueden ser
restringidos en favor de accionistas preferentes como se señala en
el Nº 451 que precede.
584 SOCIEDADES

4. Derecho del accionista a la utilidad

El derecho del accionista a la utilidad es una consecuencia del


elemento de la esencia de toda sociedad que hemos estudiado en
el Nº 35 que antecede.
El estudio de este derecho en la sociedad anónima, puede
descomponerse:
a) Derecho al dividendo. Así se llaman los repartos de utilidad
en estas sociedades, que salvo acciones preferentes debe, hacerse
a prorrata de las acciones pagadas, a menos que los estatutos se la
otorguen además a las acciones suscritas y no pagadas. El derecho
mínimo al dividendo en las sociedades anónimas abiertas ascien-
de al 30% de la utilidad anual, si no hay pérdidas de arrastre que
cubrir previamente. En las anónimas cerradas el porcentaje míni-
mo es aquel que se fije en los estatutos. A falta de fijación rige el
30% al igual que en las abiertas.
b) Derecho a las acciones liberadas u otras opciones.
Sin perjuicio de lo dicho en el Nº 454 que antecede y como lo
veremos más adelante, la junta de accionistas puede acordar capi-
talizar utilidades y repartir acciones liberadas de pago o crías u
otorgar opción a los accionistas de ser pagados del dividendo con
otros bienes.
c) Derecho sobre los fondos de reserva provenientes de utilida-
des no retiradas. También la junta de accionistas puede, cumpliéndo-
se con determinados quórums, según lo examinaremos más adelante,
con las utilidades formar fondos de reserva sobre los cuales tienen
derecho los accionistas y de los cuales no pueden ser privados.

5. Derecho de voz y voto

Por regla general todo accionista tiene derecho a voz y voto en las
juntas de accionistas. Con respecto al derecho a voto rige la regla
que se expresa “por una acción un voto”, prohibiéndose el voto
múltiple, pero permitiéndose su división en caso de elecciones.
Pueden, por excepción existir acciones preferentes con mayores
derechos políticos que las ordinarias o acciones sin derecho a voto
o con voto restringido.

6. Derecho a la información

Estas materias las trataremos al estudiar las obligaciones del direc-


torio y al tratar de las juntas de accionistas y del balance.
LA SOCIEDAD ANONIMA 585

7. Derechos judiciales

Nuestra legislación sobre sociedades anónimas no restringe, por


regla general los derechos procesales del accionista tanto para
demandar la nulidad de la sociedad o para impugnar cualquiera
de los actos societarios, por ejemplo, la validez de los acuerdos del
directorio y de las juntas de accionistas.

8. Derecho a retiro

Por su mayor extensión lo examinaremos en el número siguiente.

479. Derecho de retiro del accionista y su exclusión

Las tendencias modernas que protegen la conservación de la em-


presa tienden a limitar los casos de disolución de la sociedad
ampliando el ámbito de acción de la exclusión o retiro del socio o
accionista. Esta tendencia ha sido recogida por nuestra legisla-
ción, que ha establecido varios casos en que se otorga el derecho a
retiro o se permite la exclusión respecto de accionistas de socieda-
des anónimas.
En general el derecho a retiro de un accionista de una socie-
dad anónima consiste en la facultad de una persona de dejar de
pertenecer a una sociedad anónima, la cual disminuye su capital
en el monto de los derechos del socio debiendo la sociedad resar-
cirle por su retiro.
La fuente de la cual puede provenir el derecho de retiro del
accionista y su obligación de ser excluido puede ser la ley, el
estatuto o una decisión judicial. Sobre causales estatutarias no nos
parece necesario extendernos. El retiro o exclusión por ley, lo
trataremos en el número siguiente.
Nuestra ley ha contemplado en relación con la sociedad anó-
nima la posibilidad de la exclusión total o parcial del socio en caso
de incumplimiento de la obligación de aportar pues se permite la
venta de sus acciones u otros arbitrios estatutarios o legales ten-
dientes a reducir del título a las acciones efectivamente pagadas.
En cuanto al derecho de retiro nuestra legislación lo ha nor-
mado en diversos casos. El art. 106 del D.L. 3.500 del año 1980
otorga en ciertos casos derecho a retiro a los accionistas que tie-
nen la calidad de administradoras de fondos de pensiones y res-
586 SOCIEDADES

pecto de acciones de sociedades anónimas adquiridas para los


fondos de pensiones que administran. El art. 56 del D.F.L. 251,
del año 1931, por su parte confiere derechos similares a las com-
pañías de seguros y reaseguros que hayan invertido en acciones de
sociedades anónimas para respaldar reservas técnicas o de patri-
monio de riesgo. Por su parte, el art. 69 bis de la L.S.A. además de
dar normas sobre el ejercicio del derecho de retiro de las adminis-
tradoras de fondos de pensiones y de compañías de seguros, otor-
ga además, tal derecho a todo accionista de una sociedad anónima
abierta en la que el Estado u otras instituciones del sector público
sean controladores, si ocurren determinadas circunstancias. El es-
tudio de estos casos especiales de retiro exceden los límites de esta
obra general sobre sociedades. Nos limitaremos a continuación a
examinar brevemente y sin pretensiones de profundización los
casos generales de retiro contemplados en el art. 69 de la L.S.A.
La materia está tratada en el art. 69 de la L.S.A., modificado
por la ley 19.705 y en los artículos 76 y 81 del Reglamento, sin
perjuicio de ciertas disposiciones contenidas en los artículos 69 bis
y 69 ter de la misma ley.
De acuerdo con dichas normas cabe concluir:
a) En cuanto a la titularidad del derecho. La tiene el accionis-
ta “disidente”. El artículo 69 de la L.S.A. sobre el particular expre-
sa: “Considérase accionista disidente a aquel que en la respectiva
junta se hubiere opuesto al acuerdo que da derecho a retiro, o
que, no habiendo concurrido a la junta manifiesta su disidencia
por escrito a la sociedad, dentro del plazo establecido en el
art. siguiente.”. Se trata de una regla general, pues la ley o los
estatutos pueden otorgar el derecho a retiro, aunque no se trate
precisamente de un disidente en los términos definidos por la ley,
como es el caso del artículo 69 ter.
b) Cuando se exige ser accionista disidente, las materias a las
cuales la ley señala que debe concurrir tal disidencia son:
1. La transformación de la sociedad.
2. La fusión de la sociedad.
3. La enajenación del 50% más del activo social en los térmi-
nos establecidos en el numero 9 del art. 67, situación que tratare-
mos al examinar los acuerdos que pueden tomarse en junta de
accionistas.
4. El otorgamiento de las cauciones de que trata el numero 11
del artículo 67 de la misma ley cuando se trata de caucionar obli-
gaciones de terceros que excedan el 50% del activo.
LA SOCIEDAD ANONIMA 587

5. El saneamiento de la nulidad causada por vicios formales


que adolezca la constitución de la sociedad o en una modificación
de sus estatutos en que se ejerza este derecho.
También procede el derecho a retiro, haya o no disidencia
cuando lo establezca la ley o sus estatutos en su caso, como lo
señala el Nº 6 del artículo 69 en análisis. El artículo 69 ter de la
L.S.A. establece un caso de retiro ya tratado en el número 464 a).
c. El pago del derecho de retiro es preterido respecto de los
demás acreedores sociales, en caso que la sociedad caiga en quie-
bra o quede sujeta a convenio.
Evidentemente que estos acuerdos deben haber sido adopta-
dos, cumpliendo las formalidades pertinentes y con los quórums
de asistencia para tomar los acuerdos, que corresponda.

c) Precio que debe pagarse al disidente

Se refieren a esta materia el inc. 3 del art. 69 y el inc. 7º del art. 69


bis de la L.S.A. y los artículos 77 a 80 del Reglamento.
Si se trata de acciones de sociedades anónimas cerradas o de
abiertas sin transacción bursátil el precio es el de valor de libro
según lo que determina el art. 77 del Reglamento. Se entiende
por valor libro aquel que resulte de la división del capital pa-
gado agregando las reservas sociales y más la utilidad o menos
las pérdidas, por el numero de acciones suscritas y pagadas
(Capital+reservas+utilidades-pérdidas: por el número de accio-
nes pagadas = valor libro por acción). Se consideran los valores
que arroje el último balance social corregido monetariamente.
De acuerdo con lo prescrito en el art. 78 del Reglamento, si con
posterioridad al balance se hubieren pagado dividendos, se de-
duce del valor libro reajustados el valor de los dividendos.
Con respecto a las sociedades anónimas abiertas cuyas accio-
nes tienen transacción bursátil los números 2 y 3 del art. 79 del
Reglamento tratan el tema en los siguientes términos:
“2. Se entiende por acciones de transacción bursátil aquellas
que así sean calificadas por la Superintendencia, la que deberá
tener presente el volumen, periodicidad, número y diversificación
de quienes participen en las transacciones bursátiles, como ceden-
tes o adquirentes, cuantía de éstas y cualquier otra circunstancia
de las transacciones.
3. Cuando se trate de acciones de transacción bursátil, el valor
de la acción será el promedio ponderado, de las transacciones
588 SOCIEDADES

bursátiles de la acción en los dos meses precedentes al día de la


junta que motiva el retiro”.

d) Procedimiento

Los incs. 4 y 5 del art. 69 bis de la L.S.A. expresan:


“El derecho a retiro de que tratan este artículo, el art. 106 del
D.L. Nº 3.500 de 1980 y el art. 56 del decreto con fuerza de ley
Nº 251 de 1931 deberá ser ejercido por el accionista dentro del
plazo de 30 días contado desde la fecha de la publicación del
acuerdo desaprobatorio o clasificaciones pertinentes”.
“En los casos en que se origine el derecho a retiro, sea en
virtud de esta ley o de otras leyes será obligación de la sociedad
emisora efectuar una publicación mediante un aviso destacado en
un diario de amplia circulación nacional y remitir una comunica-
ción a los accionistas con derecho, informando sobre esta circuns-
tancia y sobre el plazo para su ejercicio, dentro de los dos días
siguientes a la fecha en que nazca el derecho a retiro”.
El art. 70 de la L.S.A. señala:
“El derecho a retiro en virtud de lo dispuesto en el artículo
anterior, deberá ser ejercido por el accionista disidente dentro del
plazo de 30 días contado desde la fecha de celebración de la Junta
de Accionistas que adoptó el acuerdo que lo motiva, en la forma
que determine el Reglamento.
El derecho a retiro solo comprende las acciones que el ac-
cionista disidente poseía inscritas a su nombre en el registro de
Accionistas de la sociedad, a la fecha que determina su derecho
a participar en la junta en que se adoptó el acuerdo al que se
opuso”.
El art. 76 del Reglamento por su parte expresa:
“El derecho a retiro se ejercerá dentro del plazo legal por el
accionista disidente, mediante comunicación escrita enviada a la
sociedad por carta certificada o por presentación escrita entrega-
da en el lugar en que funcione la gerencia por un notario público
que así lo certifique.
No será necesaria la intervención del notario cuando el geren-
te o quien haga sus veces deje constancia escrita de la recepción
de la comunicación referida.
En la comunicación el accionista deberá expresar claramente
su voluntad de retirarse por estar en desacuerdo con la decisión
de la junta respectiva.”
LA SOCIEDAD ANONIMA 589

e) Fórmula jurídica de realización del retiro

El derecho a retiro, jurídicamente se lleva a efecto mediante una


reducción de capital de la sociedad y del número de las acciones
por el monto de las acciones respecto de las cuales se ejerce el
derecho, que se produce de pleno derecho al momento de que-
dar firme el derecho a retiro, no obstante la obligación que con-
templa el art. 33 del Reglamento. La operación se realiza entre el
accionista y la sociedad mediante contratos de compra por la so-
ciedad de sus propias acciones.

f) Pago al disidente

Se refieren a esta materia los incisos 8 y 9 del art. 69 bis en los


términos siguientes:
“El pago del precio deberá efectuarse dentro de los 60 días si-
guientes a la fecha del vencimiento del plazo a que se refiere el inciso
tercero de este artículo. Si no se pagare dentro de dicho término el
precio deberá expresarse en unidades de fomento y devengará inte-
reses corrientes para operaciones reajustables, a contar del venci-
miento del plazo antes señalado. Para el cobro del mismo, tendrá
mérito ejecutivo la certificación que otorgue la Superintendencia
respecto de las publicaciones que hayan hecho las clasificadoras de
riesgos o la Comisión, en su caso, y el título de las acciones o el
documento que haga sus veces. Asimismo, gozará de igual mérito la
certificación de la Superintendencia acerca de la copia del acta o de
una parte de ella, a que se refiere el inciso siguiente”.
“Si los accionistas que ejercieren el derecho a retiro represen-
taren un porcentaje igual o superior a un tercio de las acciones
emitidas, el directorio deberá citar a junta extraordinaria de accio-
nistas, dentro de los 60 días siguientes de transcurrido el plazo a
que se refiere el inciso tercero de este artículo, a fin de que la
sociedad representada por su directorio, convenga con los accio-
nistas disidentes que representen el voto conforme de los dos
tercios de las acciones que hayan ejercido el derecho a retiro, las
condiciones y plazos para el pago de la deuda que se genere como
consecuencia de ello. Este acuerdo será obligatorio para los de-
más accionistas disidentes. Para los accionistas que no hubieren
ejercido el derecho a retiro, esta junta tendrá el carácter de infor-
mativa y estos accionistas no serán considerados para efectos de
quórum ni tendrán derecho a voto.”
590 SOCIEDADES

El art. 71 inc. 2º de la L.S.A. por su parte señala:


“El precio de las acciones se pagará sin recargo alguno dentro
de los 60 días siguientes a la fecha de celebración de la junta en
que se tomó el acuerdo que motivó el retiro. Si no se pagare
dentro de dicho término, el precio deberá expresarse en unidades
de fomento y devengará intereses corrientes a contar del venci-
miento del plazo antes señalado”.

g) Renuncia y retracto
El inciso final del art. 69 bis prescribe:
“El accionista disidente podrá renunciar a hacer efectivo su
derecho a retiro, hasta antes de que la sociedad le efectúe el pago
o que la sociedad y los accionistas disidentes acuerden el convenio
de pago, a que se refiere el inciso penúltimo de este artículo”.
El art. 71 inc. 1º de la L.S.A. sobre el particular dispone:
“El directorio podrá convocar a una nueva junta que deberá
celebrarse a más tardar dentro de los 30 días siguientes al venci-
miento del plazo señalado en el art. 70, a fin de que ésta reconsi-
dere o ratifique los acuerdos que motivaron el ejercicio del derecho
a retiro. Si en dicha junta se revocaren los mencionados acuerdos,
caducará el referido derecho a retiro.”
Por último el art. 81 del Reglamento prescribe las pertinentes
anotaciones en el registro de Accionistas del retiro consumado.

480. Retiro o exclusión declarados judicialmente

A continuación examinaremos la posibilidad de retiro o de exclu-


sión de un accionista de una sociedad anónima fuera de los casos
en que el legislador o los estatutos lo permitan expresamente.
Nos hemos manifestado claramente partidarios de la proce-
dencia del retiro o exclusión del socio por resolución judicial en
las sociedades de personas además de los casos que la ley o el
estatuto lo permitan. En efecto, no es óbice en nuestro derecho la
falta de ley para acoger una demanda justa. Así se ha entendido
por lo que disponen los artículos 73 inc. 2º de la Constitución
Política, 10 inc. 2º del Código Orgánico de Tribunales y arts. 170
Nº 4, 640 Nº 4 del Código de Procedimiento Civil. En general
consideramos que la circunstancia que el legislador haya estableci-
do casos de retiro o exclusión o que el pacto social prevea ciertos
eventos para la procedencia de ella, no importa que un tribunal,
LA SOCIEDAD ANONIMA 591

si existen fundamentos de justicia también pueda decretarla. La


exclusión o retiro importan una disolución parcial de la sociedad.
El tribunal que puede decretar la disolución total de la compañía
puede en nuestra opinión declarar la disolución parcial.
La justificación de esta institución, la doctrina generalmente
la sustenta en la conveniencia de la conservación de la empresa en
marcha. En efecto, no se considera conveniente al interés nacio-
nal, de la sociedad y de los socios, terminar una empresa en mar-
cha, si ella puede continuar y los respectivos afectados que no
quieren o no deben continuar como socios reciben una compen-
sación adecuada y justa por sus derechos; lo que puede conseguir-
se en muchos casos con la exclusión o retiro de tales socios,
evitando la disolución de la sociedad.
Estas justificantes se dan con mayor fuerza tratándose de socie-
dades anónimas, pues las principales y más trascendentes empre-
sas están organizadas bajo dicha forma jurídica.
El retiro de un accionista de una sociedad anónima ordenado
judicialmente, fuera de los casos previstos expresamente por el
legislador o los estatutos, puede ser una solución más justa que la
disolución tratándose de accionistas paritarios o minoritarios que
han visto burlados sus derechos grave y reiteradamente por la
mayoría.
En cuanto a la exclusión de algún accionista decretada por la
justicia, puede darse el caso que sea justo decretarla tratándose de
sociedades paritarias o de pocos accionistas, en que además del
capital es un elemento importante la composición del capital social
y el deber de colaboración y lealtad que se deben los accionistas
entre sí y con la sociedad. Si un accionista faltare a estos deberes u
obligaciones, la solución justa no puede ser entonces la disolución
de la sociedad que perjudicaría el interés general y aquel del accio-
nista cumplidor y diligente sino la exclusión del incumplidor.313

NOTAS DEL TITULO V DEL CAPITULO X

282. El art. 29 de la L.S.A. hace referencia al art. 73 de la antigua Ley de Quie-


bras que hoy corresponde al art. 76 de la nueva ley.
283. La Superintendencia de Valores y Seguros, en la retasación técnica que
autorizó mediante Circular 510 de 15 de Octubre de 1985, complementada
por oficio 479 de 11 de Diciembre de 1985 y la Circular 566 de 16 de
Diciembre del mismo año, ha establecido, por una parte, que las retasacio-
592 SOCIEDADES

nes deben ser aprobadas por las juntas de accionistas, y que de otro lado,
con el saldo positivo, debe formarse un fondo de reservas “por ajuste del
valor del activo fijo” que solo puede ser destinado a capitalización.
284. En el mismo sentido, Enrique Testa Arueste, Las Acciones Preferidas en las
Sociedades Anónimas, Nº 17, págs. 27 y siguientes.
285. Ver supra 322.
286. Ver supra Nº 264.
287. Francesco Galgano, Derecho Comercial, volumen II, págs. 298 y siguientes.
288. Carlos Gilberto Villegas, ob. cit., págs. 273 y siguientes.
289. Antiguo artículo 103 del DFL 251 del año 1931.
290. Esta circular señala que son acciones que tienen presencia o transacción
bursátil las que cumplen con los siguientes requisitos:
a) Ser valores inscritos en el registro de valores que lleva la Superintendencia;
b) Estar registrados en una bolsa de valores de Chile, y
c) Tener una presencia ajustada igual o superior al 25%.
La presencia ajustada de una acción se determinará de la siguiente forma:
Dentro de los últimos 180 días hábiles bursátiles, se determinará el número
de días en que las transacciones bursátiles totales diarias hayan alcanzado
un monto mínimo por el equivalente en pesos a 200 unidades de fomento.
Dicho número será dividido por ciento ochenta y el cuociente así resultan-
te se multiplicará por cien, quedando expresado en porcentaje.
La verdad es que no divisamos las diferencias en los requisitos a y b de la
Circular de la Superintendencia.
291. La disposición en comento estaba contenida en el art. 95 del primitivo
texto del D.F.L. 251 del año 1931 y luego de la dictación de la ley 17.308
del año 1970, en el art. 93 de dicho texto legal.
292. Art. 119 del DFL 251 del año 1931 después de la reforma de la ley 17.308 y
art. 116 del mismo cuerpo legal antes de dicha reforma.
293. Ver Héctor María García Cuerva, El Contrato de Suscripción de Acciones, págs.
7 y 115.
294. Von Gierke, ob. cit., tomo I, pág. 393; Vivante, ob. cit., tomo II, Nº 458, pág.
208; Garrigues, ob. cit., tomo II, pág. 147; Víctor Manuel Garrido de Palma
y Juan Carlos Sánchez González, La sociedad anónima en sus principios configu-
radores, págs. 29 y siguientes.
295. Guyenot, ob. cit., tomo I, pág. 533.
296. Von Gierke, ob. cit., tomo I, pág. 400 expresa: “El título de las acciones no
es esencial para la calidad de socio, pero cada accionista tiene derecho a su
expedición”.
297. Ver Davis, Sociedades Anónimas, tomo I, Nº 37, págs. 192 y siguientes.
298. Ascarelli, ob. cit., pág. 91.
299. Ver Davis, Sociedades Anónimas, tomo I, Nº 38, págs. 194 y siguientes, y Alfre-
do Hueck y Claus Canaris, Derecho de los Título-Valores, págs. 286 y siguientes.
300. Garrido de Palma y Sánchez González, ob. cit., págs. 55 y 56.
301. A las acciones suscritas y no pagadas nos referiremos supra Nº 437. A las
acciones de pago, en el Nº 442.
LA SOCIEDAD ANONIMA 593

302. La legislación anterior sobre la materia estuvo contenida en el D.F.L. 251


del año 1931, arts. 104 y 105, antes de la reforma de la ley 17.308 y en los
arts. 108 y 109 de dicho texto legal, después de tal reforma.
303. Enrique Testa, ob. cit., Nos 62 a 76, págs. 55 a 72.
304. Enrique Testa, ob. cit., Nº 79, pág. 73.
305. Ver supra Nos 443 y 444.
306. Sobre acciones de goce, ver Jorge Barrera, ob. cit., pág. 510.
307. La legislación anterior sobre el tema estaba contenida en el art. 451 del
Código de Comercio modificado por la ley 17.308 y en el art. 37 del Regla-
mento, modificado el año 1970.
308. El art. 37, inc. 4, del antiguo Reglamento de Sociedades Anónimas del año
1947, facultaba al Directorio para rechazar traspasos, si la responsabilidad
del cesionario no fuere suficiente o por otra causa justificada.
309. Corte Suprema, 27 de Noviembre de 1991, Revista de Derecho y Jurisprudencia,
tomo LXXXVIII, 2ª parte, sec. 5ª, págs. 269 y siguientes (Ver considerando
6º).
310. Andrés Melossi Jiménez, Límites a la transferencia de Sociedades Anónimas;
Alberto Ballarin Marcial, Restricciones estatutarias a la transmisión de las accio-
nes, validez y clases; Manuel Broseta Pons, Restricciones estatutarias a la libre
cesibilidad de las acciones; T.E. Cain, Company Law.
311. Las fuentes de información de lo expuesto son Steven Emanuel, ob. cit.,
págs. 382 y siguientes, y “Le Offerte Pubbliche di acquisto”, de Mario Lisan-
ti, págs. 345 y siguientes, contenida en el Trattato Teorico Practico de le Societá,
dirigido por Giorgio Schiano di Pepe.
312. Ver nota 290.
313. Sobre mayores antecedentes sobre exclusión o retiro de accionistas puede
consultarse a Jorge O. Zunino, ob. cit., tomo II, págs. 89 a 370; José Girón de
Tena, Derecho de Sociedades, págs. 665 a 672; Tullio Ascarelli, Sociedades y Asocia-
ciones Comerciales, págs. 229 a 230; Joaquín Garrigues, Curso de Derecho Mercan-
til, tomo II, págs. 287 a 289; Joaquín Rodríguez Rodríguez, ob. cit., págs. 451
a 461; Rodolfo Mezzera Alvarez, Curso de Derecho Comercial, págs. 170 a 172;
Antonio Brunetti, ob. cit., tomo I, págs. 485 a 488; Raúl Varela Varela, ob.
cit., tomo I, págs. 221 a 222; Jorge Barrera Graft, ob. cit., pág. 359; Jean
Guyenot, ob. cit., vol. I, pág. 711; Lorenzo Mossa, ob. cit., págs. 121 a 122;
César Vivante, ob. cit., vol. II, pág. 430; José Ignacio Narváez, ob. cit., págs.
175 a 177; Juan M. Fariña, ob. cit., tomo II, págs. 474 a 477; Manuel de la
Camara Alvarez, Estudios del Derecho Mercantil, págs. 677 a 684; Alberto Víctor
Verón, Sociedades Anónimas de Familia, tomo II, págs. 1949 a 1951; Osmida
Innocenti, ob. cit., págs. 38 y siguientes; Rafael García, La exclusión de socios,
págs. 100 a 253; Ignacio Escuti, ob. cit., págs. 19 a 75; Ariel Angel Basso, El
derecho de separación o recesión del accionista, págs. 45, 50, 53.
594 SOCIEDADES
TITULO VI

ADMINISTRACION Y REPRESENTACION

481. Aspectos generales. 482. Plan de desarrollo. A. Del Directorio. 483. Administra-
ción de la sociedad por el directorio. 484. Representación de la sociedad anónima
por su directorio. 485. Delegación de facultades del directorio y poderes. 486.
Naturaleza jurídica de los vínculos de la sociedad con el directorio. 487. Naturaleza
de los vínculos jurídicos entre la sociedad y los delegados o apoderados del direc-
torio. 488. Los estatutos y el directorio. 489. Mínimo de directores y duración en
sus cargos. 490. Clases de directores. Titulares y suplentes. Otras clases. 491. El
Presidente, el Vicepresidente y el Secretario del directorio. 492. Funcionamiento
del directorio. 493. Quórums para sesionar y tomar acuerdos. 494. Elección de
directores. 495. Revocación de directores. 496. Criterio de fondo de cómo deben
ejercerse las atribuciones, deberes y obligaciones del directorio. El interés social.
497. Deberes de información del directorio. Aspectos generales. 498. Deber de
información. Obligaciones legales del directorio. 499. Actos y contratos con perso-
nas relacionadas. B. De los directores. 500. Naturaleza jurídica de los vínculos entre la
sociedad y sus directores. 501. Remuneración de los directores. 502. Incapacida-
des, inhabilidades y calidades para desempeñar el cargo de director. Aspectos
generales. 503. Inhabilidades o incapacidades para ser director. Normas especiales
aplicables a toda sociedad anónima. 504. Inhabilidades aplicables a directores de
una sociedad anónima abierta o de sus filiales. 505. Derecho a información de los
directores. 506. Obligaciones legales de un director. 507. Obligaciones legales
específicas. 508. Diligencia que debe emplear cada director en el ejercicio de sus
funciones. 509. Responsabilidad de los directores. 510. Presunciones de culpabili-
dad. 511. Exoneración de responsabilidad mediante oposición. C. Del gerente. 512.
Concepto de gerente. 513. Disposiciones legales aplicables a los gerentes. 514.
Vínculos jurídicos entre el gerente y la sociedad. 515. Principales atribuciones y
obligaciones legales del gerente general.

481. Aspectos generales

Como puede apreciarse de lo expuesto en el Capítulo I de este


texto, no existe un sistema de aplicación universal sobre la forma
de administración y representación de la sociedad anónima.
Recordamos que para los anglosajones y en otros algunos orde-
namientos jurídicos, como aquellos que se rigen por las normas
británicas, no es admisible la distinción entre sociedad en comandi-
ta por acciones y anónima, o sea que la forma de administración
por representantes de sus accionistas no es para todos los ordena-
mientos jurídicos característica diferencial de la sociedad anónima.
En general en dichos ordenamientos jurídicos se admite que
los estatutos o la junta general de accionistas establezcan un siste-
ma de administración, que puede consistir en que la ejerza una
persona, sea natural o jurídica con un régimen parecido a aquel
reconocido en Chile para la en comandita por acciones. No obs-
tante es muy corriente en las prácticas anglosajonas el uso del

594
LA SOCIEDAD ANONIMA 595

sistema de administración mediante un “board of directors” o


directorio y mediante management o gerentes también llamados
vicepresidentes ejecutivos.
Otros sistemas como el alemán, permiten una dualidad de
órganos, el directorio propiamente tal y la junta de vigilancia, la
que tiene funciones directivas generales y que puede ésta estar
integrada por representante de los trabajadores. En Francia se
admite también la dualidad de órganos, un consejo de administra-
ción encargado de la fijación de las líneas generales y un directo-
rio encargado de la ejecución, o uno de estos sistemas, sin perjuicio
de los ejecutivos o gerentes.
En la generalidad de los ordenamientos jurídicos se distin-
guen las labores de administración de aquellas de representación
que competen al órgano social. Otros, además destacan como
diversas las labores de dirección y aun las técnicas.314
En la relación entre el órgano administrativo y los accionis-
tas, en la época del Código de Napoleón se reconocía preemi-
nencia a la junta de accionistas, órgano máximo de la sociedad
de la cual los administradores eran meros mandatarios. Tal
situación ha variado. En la actualidad, a los administradores se
le reconoce la calidad de órgano de la compañía. No se les
considera meros mandatarios de accionistas. Deben los admi-
nistradores guiarse por el interés social y no por aquel de quie-
nes lo nombraron. En el derecho anglosajón la relación en
examen es considerada de carácter fiduciario, lo que significa
que la responsabilidad de los componentes del board of directors
es la que existe entre las partes en el trust o fideicomiso anglo-
sajón.315
El sistema de representación de la sociedad por sus órganos,
puede estar inspirada en los principios anglosajones del ultra vires
o especialidad de la sociedad, en virtud del cual los administrado-
res sólo obligan a la compañía en el ámbito del giro ordinario de
ella. La tesis predominante en el derecho europeo, contenida en
una directiva de la Unión Europea y que se ha impuesto en Fran-
cia, Italia y España, es la tesis alemana de la procura, en virtud de la
cual la sociedad queda obligada, aun fuera del giro social, respec-
to de terceros de buena fe.
Cuando el órgano de administración es colegiado, indudable-
mente que por razones físicas, no puede realizar todos los actos
necesarios de representación y administración. Para solucionar tal
problema existen diversas alternativas en el derecho comparado.
596 SOCIEDADES

Algunas legislaciones refuerzan las facultades legales del presiden-


te o del gerente. Otras establecen la delegación de facultades del
órgano colegiado, distinguiéndose así labores propias de direc-
ción y representación que tendrían los subórganos.316

482. Plan de desarrollo

Dividiremos el estudio de esta materia, tratando separadamente


las normas que rigen el directorio, los directores y los gerentes.

A. DEL DIRECTORIO

483. Administración de la sociedad por el directorio

La ley encomienda al directorio de cada sociedad anónima su


administración. Así aparece de lo dispuesto en los arts. 2061 del
Código Civil, 1º y 31 de la L.S.A. Lo anterior se refuerza por lo
prescrito en el art. 49 de la L.S.A. que señala en cuanto a los
gerentes que ellos tienen las atribuciones y deberes que les fije el
directorio, quien puede sustituirlos a su arbitrio.
La administración de la sociedad anónima, por su Directorio,
la impone la ley como norma de orden público, sin perjuicio de
que el directorio ejerza esta administración sea directamente y/o
mediante ejecutivos, de acuerdo al organigrama de administra-
ción que el propio directorio apruebe o determine.
Se pueden establecer gerencias, subgerencias, departamentos,
divisiones, sucursales o representaciones, pero dicha posible orga-
nización administrativa de la sociedad no importa liberación de la
responsabilidad del directorio como encargado por la ley de la
administración de la sociedad.
A diferencia de otras legislaciones, la nuestra no distingue expre-
samente, para estos efectos entre dirección y administración de la
sociedad y no le otorga al gerente calidad de coadministrador.317-318

484. Representación de la sociedad anónima por su directorio

El art. 40 inc. 1º de la L.S.A. sobre el particular expresa:


“El Directorio de una sociedad anónima la representa judicial
y extrajudicialmente y para el cumplimiento del objeto social, lo
LA SOCIEDAD ANONIMA 597

que no será necesario acreditar a terceros, está investido de todas


las facultades de administración y disposición que la ley o el esta-
tuto no establezcan como privativas de la Junta General de accio-
nistas, sin que sea necesario otorgarle poder especial alguno,
inclusive para aquellos actos o contratos respecto de los cuales las
leyes exijan esta circunstancia. Lo anterior no obsta a la represen-
tación que compete al gerente, conforme a lo dispuesto en el
art. 49 de la presente ley”.
Del precepto transcrito fluye claramente la calidad de repre-
sentante legal de la sociedad anónima que tiene su directorio,
impuesto por la ley como norma de orden público.
Las limitaciones a esta amplia representación a nuestro enten-
der consisten:

a) Con relación a actos no comprendidos en el giro social

El precepto transcrito otorga al Directorio plena facultad para


representar a la sociedad para “el cumplimiento del objeto social,
lo que no es necesario acreditar a terceros”.
Interpretamos esta disposición en cuanto a que el directorio
tiene plena responsabilidad frente a los accionistas por las conse-
cuencias de actos o negocios que realice, ajenos al giro social. Sin
embargo, dichos actos no son nulos ni inoponibles a la sociedad
frente a terceros pues la disposición señala que no es necesario
acreditar frente a terceros que la actuación quede comprendida
en el giro social.
De lo expuesto puede considerarse en cuanto a representa-
ción de la sociedad frente a terceros, por regla general y sin per-
juicio de lo que se dirá en la letra siguiente nuestra legislación ha
acogido la tesis moderna derivada del derecho alemán, que obliga
a la sociedad por la actuación de sus órganos legalmente constitui-
dos frente a terceros, se actúe o no dentro del giro social.
Sin embargo, estimamos que esta facultad de representación en
nuestro derecho admite limitaciones respecto de aquellos actos o
contratos en que el tercero no puede ignorar razonablemente que
exceden del giro social, por ejemplo, donaciones, juegos o apuestas
u otros casos de evidente desconexión con las operaciones propias
de la sociedad. En efecto, nuestra ley no requiere acreditar frente a
terceros que la actuación se encuentra fuera del giro, pero subsiste
con relación a los accionistas la regla general de la necesaria vincu-
598 SOCIEDADES

lación del acto con el objeto social que establece el art. 40 de la


L.S.A. Si puede acreditarse que el tercero conocía o debía conocer
razonablemente que el acto era ajeno al giro social no cabe aplicar
la excepción de presunción de oponibilidad. Opinamos que en
Chile podría aplicarse la tesis minoritaria sostenida por von Gierke
en el derecho alemán, que distingue entre categoría y objeto de
acto. La categoría de los actos sociales es la característica de ellos en
cuanto se persiguen fines lucrativos para la sociedad. El cumpli-
miento del objeto del acto, según von Gierke se da en los actos
propios del giro. Se excluirían de la representación obligatoria los
actos gratuitos y otros que pudieren considerarse de “abuso visible”
y los que no cumplieran con los requisitos de “categoría”.

b) Actos que la ley o los estatutos establezcan como privativos de la junta


de accionistas

Evidentemente que debe tratarse de actos que se reservan por la


ley o el estatuto a la junta de accionistas. Sin embargo, debe recor-
darse que la mayoría de los actos, normalmente privativos de las
juntas de accionistas se refieren a asuntos internos, como por
ejemplo, aumentos de capital, aprobación de balances, etc.
En atención a que la ley ha impuesto, al nivel de norma de
orden público la representación de la sociedad por el directorio,
consideramos que aún en aquellos casos en que la ley o el estatuto
requieran de acuerdo de junta de accionistas, de todas formas en
la realización de dicho acto debe intervenir el directorio o un
delegado de éste, con facultades suficientes. Expresado de otra
manera, para la realización de estos actos se requiere la autoriza-
ción o consentimiento de la junta dado con los quórums corres-
pondientes y además la actuación del órgano administrativo
obligatorio de la sociedad, su directorio mediante el apoderado
que haya designado. Parece indiscutible esta circunstancia en aque-
llas materias en que la actuación de la junta la ha impuesto el
estatuto, pues mediante éste no es posible reformar la ley, que
otorga la representación al directorio. Si se trata de asuntos que la
ley ha impuesto la actuación de la junta de accionistas, nos parece
que la interpretación armónica de dichos preceptos con los otros
que imponen la representación obligada de la sociedad por su
directorio, también confirman que la interpretación que estamos
sustentando es la jurídicamente procedente.
LA SOCIEDAD ANONIMA 599

Por último hay que considerar la situación prevista en el art. 111


de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores, modificado por la ley
19.301, que permite en los convenios de emisión de bonos o de-
bentures pactar que la sociedad emisora no podrá realizar nego-
cios ni tomar acuerdos, sin expresa autorización del representante
de los tenedores de bonos.
Las prohibiciones pueden referirse, tratándose de una sociedad
anónima a actos propios del directorio o de las juntas de accionis-
tas, o de asuntos como son los casos en que los estatutos o la ley le
dan injerencia a la junta en actos de administración. En esta opor-
tunidad solo nos referiremos a prohibiciones que se pactan en rela-
ción a actos propios del directorio. Si no afectan a facultades propias
de la junta, de conformidad a lo prescrito en el inc. 5º del art. 111
de la ley 18.045 para celebrar convenios de emisión de bonos que
contengan prohibiciones a actos que correspondan al directorio,
basta con el acuerdo de este tomado por la mayoría absoluta de sus
miembros en ejercicio y además deben anotarse al margen de la
inscripción en el Registro de Comercio del extracto de la escritura
de constitución de la compañía, dentro de los 60 días contado
desde la escritura que contenga el pacto de tales prohibiciones,
bajo sanción de tenerse por no acordadas o no escritas.
Las prohibiciones a actos propios de la junta, la trataremos en
el párrafo VIII de este título al tratar sobre las juntas de accionistas.
Por regla general, la infracción a estas estipulaciones solo ori-
ginan los efectos que la legislación establece para el caso de in-
fracción contractual, tales como el pago de indemnizaciones la
aceleración en los préstamos, si se hubiere pactado etc. pero la
infracción no constituye causal de nulidad. Sin embargo, el inc.
final del art. 111 de la ley 18.045 pena con la nulidad absoluta, la
realización de ciertos actos, que indica la norma que deben estar
mencionadas en las escrituras de emisión de bonos. Además, el
precepto en examen establece la responsabilidad solidaria de la
administración de la emisora, por los perjuicios causados en caso
de infracción de las prohibiciones, frente al tenedor de los bonos.

485. Delegación de facultades del directorio y poderes

El inc. 2º del art. 40 de la L.S.A. expresa:


“El directorio podrá delegar parte de sus facultades en los
gerentes, subgerentes o abogados de la sociedad, en un director o
600 SOCIEDADES

en una comisión de directores y, para objetos especialmente de-


terminados, en otras personas”.
Del precepto recién transcrito en relación con lo prescrito
en los arts. 1º, 31, inc. 1º de la L.S.A. y art. 2061 del Código
Civil, puede colegirse que no obstante las delegaciones o pode-
res que el directorio pueda otorgar, por regla general conserva
la dirección de la compañía, pudiendo entonces, dar las ins-
trucciones que estime del caso a sus apoderados y dejar sin
efecto o modificar en cualesquier tiempo las delegaciones o
poderes otorgados. En efecto, no puede el directorio hacerse
sustituir en la administración de la compañía que la ley le im-
pone en forma privativa.
Cabe acotar lo que sucede en la práctica para emitir alguna
opinión de si ellas se ajustan a la ley. De una parte la administra-
ción en asuntos internos de las compañías de cierta importancia,
no se realiza generalmente mediante acuerdos expresos de dele-
gación u otorgamiento de poderes, sino que se asignan y reparten
funciones entre el personal superior de la compañía, mediante un
organigrama o disposiciones de la gerencia, que en muchas oca-
siones no pasan por el directorio.
De otro lado, dado el carácter colegiado del directorio y la
eficacia y rapidez que se imponen en la vida moderna, en la ges-
tión de una empresa, es imposible que el directorio intervenga en
todo acto de representación de la compañía. Por ello es muy
corriente que los directorios de las sociedades otorguen poderes
amplísimos al gerente y/o a directores que posibiliten a éstos para
poder actuar eficazmente en el mundo de los negocios.
Consideramos que la norma del inc. 2º del art. 40 de la L.S.A.,
en comento, solo se refiere a las facultades de representación de
la compañía y no a la administración interna de ella, respecto de
la cual el directorio tiene amplias atribuciones para organizarla
en la forma que estime conveniente, aun contratando los servi-
cios de personas naturales o jurídicas que se hagan cargo de ella,
con la sola limitación que siempre conserva la dirección superior
en la administración y la responsabilidad en la gestión, que le
impone la ley.
En cuanto a la delegación de facultades de representación del
directorio, la normativa establecida en el inc. 2º del art. 40 de la
L.S.A., solo si es parcial la permite en gerentes, subgerentes o
abogados de la sociedad, en un director o en una comisión de
directores y para objetos especialmente determinados en otras
LA SOCIEDAD ANONIMA 601

personas. No se refiere la ley en forma expresa al otorgamiento de


poderes sean generales o especiales.
Creemos que ayuda a la interpretación de esta norma la distin-
ción que efectúa la doctrina civil entre poder y mandato, permi-
tiendo que exista mandato sin poder de representación y
representación sin mandato o encargo.319 En el mandato propia-
mente tal, distinto del poder, debe existir siempre un encargo de
realizar uno o más negocios por cuenta del mandante. El poder
otorga facultades de representación que deben ejercerse siguien-
do instrucciones del poderdante pudiendo el apoderado actuar
según su propio criterio, en el caso que se le den tales facultades
que pueden ser más o menos amplias. En el mandato con poder,
confluyen ambas situaciones, hay un encargo y la facultad de re-
presentar.
El poder puro es un acto unilateral en que el apoderado no
tiene interés, pues es un mero ejecutor, mientras que en el man-
dato propiamente tal es un acto bilateral, en que el mandatario
debe aceptar cumplir el encargo.
Pensamos que la norma del inc. 2º del art. 40 de la L.S.A. se
aplica en plenitud a los encargos o mandatos de gestión de nego-
cios en representación de la sociedad. En cuanto a los meros
poderes de representación que pueda otorgar el Directorio de la
sociedad rigen las reglas generales de los poderes, no limitada por
la normativa especial de las sociedades anónimas.

486. Naturaleza jurídica de los vínculos de la sociedad con el directorio

La L.S.A., modificatoria del Código Civil en el art. 2061, de dicho


Código adoptó decididamente la “tesis organicista” y desechó la
“teoría del mandato” para explicar las relaciones que vinculan a la
sociedad con su directorio. El directorio en virtud de la ley tiene
el carácter de órgano administrativo y representativo de la socie-
dad. No es un mandatario de esta, ni de sus accionistas. Así se
desprende entre otros de lo prescrito en el art. 2061 del Código
Civil y arts. 1, 31, 39, incs. 3º y 4º de la L.S.A.
De lo anterior se imponen diversas e importantes consecuencias.
Como representantes colegiados de la sociedad, los directores,
deben actuar promoviendo el interés social, considerado como
diverso de aquellos de los accionistas, sean estos mayoritarios o
minoritarios. Los cambios de los accionistas que los eligieron no
602 SOCIEDADES

afectan legalmente el ejercicio de sus funciones. No deben los


directores acatar ciegamente instrucciones u ordenes de los accio-
nistas en materia de administración y manejo de los negocios
sociales, pues aun actuando con el respaldo de las juntas de accio-
nistas pueden incurrir en responsabilidad en caso de actuaciones
ilegales, negligentes o contrarias al interés social. Más adelante
tendremos oportunidad de ahondar sobre estos particulares.320

487. Naturaleza de los vínculos jurídicos entre la sociedad y los


delegados y apoderados del directorio

Las delegaciones parciales de sus facultades de representación de


la sociedad, que puede otorgar el directorio, en términos genera-
les, si no se encarga un negocio o gestión determinado, son actos
jurídicos unilaterales, pues la ley faculta al directorio para otorgar-
los sin que se requiera la voluntad de los delegados para su perfec-
cionamiento. Si en la delegación además de otorgarse facultades
de representación, se efectúa un encargo de gestión de negocios,
se trataría de un mandato, que requiere de la aceptación del
mandatario, y que sería un acto bilateral pues le impondría la
obligación de cumplir el encargo.
Si se trata de poderes con representación, pero sin encargo o
mandato, nos encontraríamos en presencia de un contrato unila-
teral de poder. Como lo expresamos en el Nº 485 que antecede,
no creemos que sea posible por la vía de otorgamiento de poderes
realizar encargos o mandatos, pues ello solo podría realizarse por
la vía de la delegación.

488. Los estatutos y el directorio

Si bien el Nº 6 del art. 4 de la L.S.A. permiten a los estatutos


señalar la organización y modalidades de la administración social,
como ya hemos podido apreciar y lo afirmamos más adelante al
tratar de diversas materias, la facultad de los estatutos para regla-
mentar la administración social se encuentran rigurosamente limi-
tada por la ley.
En efecto, los estatutos no pueden privar al directorio de su
carácter de órgano administrativo y representativo de la sociedad.
Si los estatutos nada dicen, la sociedad se entiende administrada
LA SOCIEDAD ANONIMA 603

por un directorio de tres miembros, si es cerrada o de 5 miembros


si es abierta, en ambos casos, en general, elegidos por la junta de
accionistas.
Al tratar de las determinadas materias iremos señalando las
posibilidades admitidas por la ley al estatuto que dicen relación
con establecer normas sobre el funcionamiento del directorio.
En este número nos limitaremos a examinar la posibilidad de si
en nuestra legislación pueden establecerse órganos paralelos al di-
rectorio con facultades de administración y representación de la
sociedad, al estilo de los permitidos en Francia y Alemania, titula-
dos Consejos de Administración o Juntas de Vigilancia. También
abordaremos el problema de si los estatutos pueden imponer en la
composición del directorio miembros no elegidos por la junta, tales
como directores laborales cuyo nombramiento corresponda a los
trabajadores o designados por acreedores u otros interesados.
El art. 40, inc. 2º de la L.S.A. prescribe que la administración
de la sociedad anónima está radicada en su directorio. Dicha nor-
ma solo admite en cuanto a la administración y disposición de
bienes, limitaciones respecto de las materias que la ley o el estatu-
to establezcan como privativas de la junta de accionistas. Por tal
razón solo son admisibles disposiciones estatutarias que consagren
que el conocimiento o resolución de ciertas materias le corres-
ponde a la junta de accionistas. En relación con tales materias,
creemos que los estatutos podrían determinar que ellas fueran
resueltas por un Consejo o Comité cuyos miembros designe la
Junta.
Por ejemplo, podría establecerse en los estatutos como mate-
rias que requieren autorización de la Junta endeudamientos de
cierta magnitud, la constitución de gravámenes o garantías en
favor de terceros, efectuar actuaciones especulativas tales como las
operaciones en los mercados a futuro, la fijación de políticas de
largo plazo. Esta autorización podría darse por intermedio de un
consejo o comité cuyos miembros designe la propia junta. De esta
manera creemos que podrían los estatutos establecer un órgano
paralelo al directorio con ciertas funciones administrativas. Sin
embargo, como lo hemos manifestado anteriormente,321 para la
debida representación de la sociedad para la realización de los
actos reservados a la junta se requiere acuerdo o actuación del
directorio o de sus delegados.
No obstante declararnos fervientes partidarios de la participa-
ción laboral o de los trabajadores en la administración de la em-
604 SOCIEDADES

presa, creemos que no basta una disposición estatutaria para esta-


blecerla dado lo prescrito en el inc. 1º del art. 31 de la L.S.A.

489. Mínimo de directores y duración en sus cargos

Tanto en relación con el número de directores como en cuanto al


plazo normal de duración de sus cargos, la ley encomienda a los
estatutos su determinación, con ciertas limitaciones. Además se
establecen normas supletorias, en subsidio de las estatutarias. La
ley no limita el número máximo de directores, que los estatutos
pueda establecer, pero fija mínimos de cinco para las sociedades
anónimas abiertas y de tres para las cerradas. Por mandato de la
ley 19.705, el mínimo sube a siete tratándose de sociedades que
tengan un patrimonio bursátil igual o superior a 1.500.000 U.F.
A falta de disposición estatutaria rigen en cuanto al número
de directores los mínimos legales ya señalados que varían si la
sociedad es abierta o cerrada.
La duración normal del cargo del director debe establecerse
en los estatutos, no pudiendo exceder de tres años. Si ellos nada
dicen el directorio debe renovarse anualmente. Se entienden pro-
rrogados estos plazos por mientras no se designen reemplazantes.
Las anteriores normas están contenidas en los arts. 31 y 34 de
la L.S.A.
En cuanto a la duración del cargo de director, puede ella ser
inferior al tiempo fijado en los estatutos o en la ley si falta o
incurre en inhabilidad cualesquier otro director y no existe su-
plente que lo reemplace.

490. Clases de directores. Titulares y suplentes. Otras clases

La ley diferencia a los directores en cuanto a titulares y suplentes;


en relación a cómo son elegidos y además reconoce la existencia
de un director con atribuciones especiales, el presidente.
Sobre directores titulares y suplentes, los incs. 1º a 3 del art. 32
de la L.S.A. expresan:
“Los estatutos podrán establecer la existencia de directores
suplentes, cuyo número deberá ser igual al de los titulares. En este
caso, cada director tendrá su suplente, que podrá reemplazarle en
forma definitiva en caso de vacancia y en forma transitoria en caso
de ausencia o impedimento temporal de éste.
LA SOCIEDAD ANONIMA 605

Los directores suplentes siempre podrán participar en las


reuniones del Directorio con derecho a voz y solo tendrán dere-
cho a voto cuando falten sus titulares.
A los directores suplentes les serán aplicables las normas esta-
blecidas para los titulares, salvo excepción expresa en contrario o
que de ellas misma aparezca que no les son aplicables”.
Clasificando a los directores teniendo en consideración por
quien son elegidos, podemos señalar que además de aquellos de-
signados en junta de accionistas, cabe considerar al directorio
provisorio que nombran los accionistas fundadores en la escritura
de constitución de la sociedad, los que a su vez pueden ser titula-
res y suplentes, y duran hasta la primera junta ordinaria de la
sociedad; de los cuales trata el Nº 11 del art. 4 de la L.S.A. Tam-
bién pueden haber directores reemplazantes en caso de vacancia,
designados por el propio directorio, referidos en el inciso final
del art. 42 de la L.S.A., que duran en sus cargos hasta la próxima
junta ordinaria de accionistas.
La ley y el Reglamento se refieren al presidente en diversas
disposiciones, que trataremos en el número siguiente. Es prác-
tica habitual además de nombrar presidente, la designación
por el directorio de vicepresidente, y directores ejecutivos. Es-
tas últimas designaciones importan la delegación de facultades
de administración por el directorio a los cargos o personas
designadas.
No es posible, que los estatutos sociales en nuestra legisla-
ción establezcan cargos con prerrogativas de administración,
pues las funciones de administración, la ley las otorga al direc-
torio, pudiendo reservar ciertas materias a la junta de accionis-
tas. No puede entonces, el estatuto sin infringir la ley crear
otros órganos de administración, salvo lo que señalamos en el
Nº 488 que precede.

491. El presidente, el vicepresidente y el secretario del directorio

Al presidente o a quien presida una sesión, se refieren, entre otros


los arts. 47, 48 y 135 de la L.S.A. y los arts. 19, 38, 39 y 72 de su
Reglamento. Menciona al secretario, el art. 39 del Reglamento.
Nuestra normativa sólo contempla al presidente del directorio
y no al vicepresidente. No obstante, en muchos estatutos se le da
tal denominación al director que subroga al presidente.
606 SOCIEDADES

El presidente es un director de una sociedad anónima, que le


corresponde ejercer las funciones que la ley, los estatutos, el direc-
torio, la junta de accionistas, el Reglamento y la costumbre mer-
cantil le encomiendan.
Las funciones y atribuciones del presidente son:
a) Legales. El art. 47 inc. 1º, a falta de norma diversa de los
estatutos, encomienda a quien presida la reunión dirimir los em-
pates. Anótese que tal función no se confiere al presidente titular
del directorio, sino a quien presida la sesión. En efecto, puede
ocurrir un empate antes de la designación del presidente o éste
no encontrarse en la sesión, pudiendo ser subrogado por el vice-
presidente, si lo hay, o por un director designado ad hoc para
presidir la sesión.
b) Los arts. 38 y 72 del Reglamento, le encomiendan efectuar la
citación a reuniones extraordinarias del directorio y a presidir las
juntas de accionistas y firmar el acta de ella. El art. 19 del mismo
Reglamento le encomiendan firmar los títulos de las acciones.
El estatuto puede establecer normas diversas sobre estos parti-
culares.
c) Los estatutos generalmente otorgan al presidente la facul-
tad de reducir a escritura pública las partes pertinentes de las
sesiones del directorio y también, en ocasiones las de juntas de
accionistas, si en la respectiva sesión no se ha comisionado a otra
persona.
d) El directorio puede delegar parcialmente sus funciones en
el presidente u otorgarle poderes, como ya se ha señalado al tratar
de dicha materia. También es usual que le encomienden llevar a
efecto acuerdos del Directorio y encomendarles labores de con-
tacto y relaciones públicas.
e) La junta de accionistas puede encomendar al presidente
llevar a efecto los acuerdos tomados por ella, en lo que legalmen-
te corresponda.
f) La costumbre mercantil le ha encomendado al presidente
confeccionar la tabla de materias a tratar en una reunión de
directorio. También le encomienda presidir las sesiones, otor-
gando la palabra al director que lo solicite, someter a votación
las mociones que se presenten y calificar la procedencia de las
mociones, cerrar los debates, dar las instrucciones para que la
sesión se celebre en debida forma y en general ejercer todas
aquellas medidas que se acostumbren reconocen a toda persona
que le corresponde presidir un cuerpo colegiado para que este
LA SOCIEDAD ANONIMA 607

funcione debidamente, respetando en todo caso la normativa


vigente y los acuerdos de mayoría.
El art. 39, inc. 1º del Reglamento se refiere a la elección del
presidente en los siguientes términos:
“En su primera reunión después de la junta ordinaria de ac-
cionistas en que se haya efectuado su elección, el directorio elegi-
rá de su seno un presidente, que lo será también de la sociedad.
En caso de empate, decidirá la suerte”.
Como se trata de una disposición meramente reglamentaria,
los estatutos pueden establecer otras reglas, por ejemplo, estable-
cer que es presidente de la compañía el director que haya obteni-
do un mayor número de votos.
Puede haber un 1, 2, 3, o más vicepresidentes. Puede el cargo
estar previsto en los estatutos o crearse haciendo las designaciones
correspondientes por el directorio. Nos estamos refiriendo al car-
go de vicepresidente del directorio y no a los llamados “vicepresi-
dentes ejecutivos” provenientes de ordenamientos jurídicos
foráneos, que pueden no ser directores, pues es un título o cargo
que en Chile no tiene trascendencia jurídica.
El secretario del directorio mencionado en el art. 39 del Re-
glamento, es la persona a cargo de llevar el libro de actas respecti-
vo y cooperar en la redacción de las sesiones del directorio.
Normalmente en las grandes sociedades se designa a un abogado
para tal efecto. El Reglamento establece que tiene tal calidad, a
falta de designación, el gerente. No existen exigencias legales so-
bre este particular. Puede entonces prescindirse de este cargo.
Los estatutos pueden establecerlo y señalarle funciones. Lo mismo
puede ser acordado por el directorio. No puede considerarse al
secretario como un ministro de fe cuyas certificaciones produzcan
prueba como instrumento público, pues la ley no le ha dado tal
carácter; sin perjuicio de que en casos de controversias judiciales
puede considerarse un testigo abonado.

492. Funcionamiento del directorio

Se refieren al tema que trataremos en este número los arts. 32, 39


inc. 1, art. 47, 48 y 92 de la L.S.A. y los artículos 38, 40 y 41 del
Reglamento.
Las normas básicas, de carácter adjetivo sobre funcionamiento
del directorio, son las siguientes:
608 SOCIEDADES

a) Funcionamiento en sala legalmente constituida

El inc. 1º del art. 39, de la L.S.A., prescribe que las funciones de


los directores deben ejercerse en sala legalmente constituida.
Con anterioridad a la vigencia de esta norma, contenida en la
actual L.S.A., se admitía que la unanimidad de los directores en
ejercicio pudieran adoptar acuerdos fuera de sesión, en escritu-
ras públicas u otros instrumentos públicos o privados. De acuer-
do a la legislación preexistente, la exigencia de funcionar en sala
legalmente constituida solo se formulaba cuando no concurrían
al acto la unanimidad de los directores en ejercicio.
Indudablemente, puede afectar a la minoría que una mayo-
ría de directores sesione y tome acuerdos, sin su intervención.
La norma en examen en cuanto exige, en todo caso, aun con-
tando con la unanimidad de directores, que para tomar acuer-
dos, ellos se tomen en sala legalmente constituida, es una
exigencia desconocida en el Derecho Comparado. Sólo se justi-
fica en cuanto hace más fácil el control y vigilancia de las actua-
ciones del directorio.
En otras palabras, la exigencia legal se traduce en que los
acuerdos del directorio sólo tienen valor, si se toman en una
sesión de éste, debidamente citada, celebrada en el lugar y fecha
y hora que corresponda, con los quórums de asistencia y para
tomar acuerdos requeridos, pasada y firmada en el correspon-
diente libro de actas, según más adelante se explicará. Debe acla-
rarse que un supuesto acuerdo del directorio tomado sin cumplir
los requisitos indicados y que no obstante se tradujo en la cele-
bración de un acto con un tercero, no significa la nulidad de
dicho acto, sino su inoponibilidad respecto de la sociedad que-
dando obligados con el tercero los que celebraron el acto, de
acuerdo a las reglas generales.

b) Reuniones ordinarias y extraordinarias

El art. 38 del Reglamento distingue entre sesiones ordinarias y


extraordinarias. Las primeras se celebran en las fechas y horas
predeterminadas por el directorio y las segundas cuando lo deter-
mine el presidente, por su propia iniciativa o si la califica como
conveniente, a petición de cualquier director. Si lo solicita la ma-
yoría del directorio está obligado a citar a reunión extraordinaria.
LA SOCIEDAD ANONIMA 609

Según lo determina el inciso final del art. 40 del Reglamento, la


citación a reunión extraordinaria debe indicar las materias que en
ellas se tratarán. Si no asiste la unanimidad de los directores en
ejercicio solo podrá tomarse acuerdo sobre las materias de la cita-
ción. No obstante no es procedente la nulidad si se toman acuer-
dos sobre otras materias no contenidas en la citación pues solo
habría una infracción reglamentaria o estatutaria si la norma estu-
viere contenida en los estatutos.
Sobre estos particulares los estatutos pueden establecer otras
normas.

c) Citación a las reuniones

El art. 40 del Reglamento expresa:


“La citación a sesiones extraordinarias de directorio se practi-
cará mediante carta certificada despachada a cada uno de los
directores, a lo menos, con tres días de anticipación a su celebra-
ción. Este plazo podrá reducirse a 24 horas de anticipación si la
carta fuere entregada personalmente al director por un notario
público.
La citación a sesión extraordinaria deberá contener una refe-
rencia a la materia a tratarse en ella y podrá omitirse si a la sesión
concurriere la unanimidad de los directores de la sociedad”.
Pueden establecerse normas diversas en el estatuto.

d) Lugar, día y hora para la celebración de sesiones

No existe norma expresa legal o reglamentaria sobre estos particu-


lares. Pueden establecerse sobre estas materias reglas estatutarias.
Estimamos que a falta de disposición estatutaria y salvo acuerdo
unánime de los directores en ejercicio o la asistencia a la sesión de
todos ellos, las reuniones deben celebrarse en algún lugar ubica-
do dentro del domicilio social. En cuanto al día y hora de las
sesiones, que determine el propio directorio o el presidente en su
caso, no existe limitación en cuanto ellas puedan ser fijadas en
feriados legales, si las necesidades sociales lo requieren, salvo dis-
posición estatutaria o acuerdo del directorio en contrario.
610 SOCIEDADES

e) ¿Quién puede asistir a sesiones de directorio?

Además de los directores titulares, que tienen derecho a asistir


por formar parte del órgano de administración, la ley autoriza la
asistencia, sin derecho a voto, de los directores suplentes, aunque
no les corresponda subrogar o reemplazar a algún titular, también
al gerente general y además a los directores de la sociedad, que
puede ser considerada matriz de la que celebra sesión de directo-
rio. Así se desprende de lo dispuesto en los arts. 32, inc. 2, 49 inc.
2º y 92 de la L.S.A. Solo por acuerdo del directorio pueden invi-
tarse a asistir a una sesión a otras personas. Así ocurre general-
mente con el secretario del directorio designado por éste en
persona distinta del gerente.
Estimamos que por tratarse de disposiciones de orden públi-
co, los estatutos no pueden limitar o impedir la asistencia a perso-
nas que la ley les otorga tal derecho, pero podían ampliar las
personas que pueden asistir a tales reuniones.

f) Quórums de funcionamiento y para tomar acuerdos

Por la mayor complejidad y extensión de esta materia, la tratare-


mos en el número siguiente:

g) Actas y momento para llevar a efecto los acuerdos

El art. 48 de la L.S.A. expresa:


“Las deliberaciones y acuerdos del directorio se escriturarán
en un libro de actas por cualesquiera medios, siempre que éstos
ofrezcan seguridad que no podrá haber intercalaciones, supresio-
nes o cualesquiera otra adulteración que pueda afectar la fideli-
dad del acta, que será firmada por los directores que hubieren
concurrido a la sesión.
Si alguno de ellos falleciere o se imposibilitare por cualesquier
causa para firmar el acta correspondiente, se dejará constancia en
la misma de la respectiva circunstancia o impedimento.
Se entenderá aprobada el acta desde el momento de su firma,
conforme a lo expresado en los incisos precedentes y desde esa
fecha se podrán llevar a efecto los acuerdos a que ella se refiere”.
Por su parte el art. 41 del Reglamento señala:
LA SOCIEDAD ANONIMA 611

“Art. 41: Los acuerdos del directorio podrán llevarse a efecto


una vez aprobada el acta que los contiene, lo que ocurrirá cuando
así se haga en una sesión posterior o cuando el acta se encuentre
firmada por todos los directores que concurrieron a la sesión res-
pectiva, salvo las excepciones legales”.
Sostenemos que los acuerdos del directorio tienen valor si se
han adoptado cumpliendo con la ley y los estatutos, aunque no se
haya escriturado. La escrituración es exigida por la ley ad proba-
tionem y no para la validez del acuerdo. Sin embargo, considera-
mos que es de orden público la disposición del art. 48 de la L.S.A.
que ordena llevar un libro de actas y firmar los acuerdos del
directorio; y que los directores y gerentes que no cumplan con tal
disposición responden de los perjuicios que cause su omisión.
Tanto los estatutos como el propio directorio pueden agregar
mayores medios de prueba que las actas firmadas, para acreditar
lo tratado y acordado en una reunión, entre otros, sistemas de
grabación.
El art. 48 inciso 3º de la L.S.A., señala que los acuerdos pueden
llevarse a efecto desde que se aprueba el acta, mediante la firma de
la misma por los directores asistentes. El art. 41 agrega otro caso
para llevar a efecto acuerdos del directorio además de aquel consis-
tente en la firma. Pueden cumplirse los acuerdos tomados en una
sesión anterior, cuando se aprueba su acta en sesión posterior. Nos
parece que tales disposiciones no son de orden público y los estatu-
tos podrían contemplar normas diversas, por ejemplo, que los acuer-
dos pudieran llevarse a efecto, luego que el secretario del directorio
certifique su existencia. Además, no parece que sea necesaria la
firma de todos los directores asistentes para proceder a dar cumpli-
miento a los acuerdos del directorio, bastando al efecto la firma y/o
la aprobación del acta por directores con cuya concurrencia se
cumplan los quórums mínimos para sesionar y adoptar acuerdos.
Otra interpretación daría margen a abusos por parte de la minoría.
La ley 19.705 agregó al artículo 48 de la L.S.A. un precepto que
obliga al presidente, secretario y directores que hayan participado
en una sesión de directorio a firmar el acta que se levante de la
misma, lo que debe realizarse antes de la sesión ordinaria siguiente
que se celebre o la sesión más próxima, que se lleve a efecto. Sin
embargo la ley no señala sanción especial, en caso de infracción a
su mandato. Ella podrá consistir en una multa, que puede aplicar la
Superintendencia, tratándose de sociedades abiertas y en todo caso,
la correspondiente indemnización de perjuicios.
612 SOCIEDADES

h) Presunción de asistencia

La ley 19.705 agregó al art. 47 de la L.S.A. el siguiente inciso final:


“Se entenderá que participan en las asesiones aquellos directo-
res que, a pesar de no encontrarse presentes, están comunicados
simultánea y permanentemente a través de medios tecnológicos
que autorice la Superintendencia, mediante instrucciones de ge-
neral aplicación. En este caso, su asistencia y participación en la
sesión será certificada bajo la responsabilidad del presidente o de
quien haga sus veces y del secretario del directorio, haciéndose
constar este hecho en el acta que se levante de la misma”.
La Superintendencia, por circular 1530, de fecha 9 de marzo
de 2001 sobre el particular ha establecido: “i) las sociedades anó-
nimas podrán celebrar sus sesiones de directorio en el domicilio
social, con la asistencia de algunos (no de la totalidad) de sus
miembros a través de medios tecnológicos.
ii) Los medios tecnológicos aceptados con conferencia telefóni-
ca y la de video conferencia, siempre que todos los directores estén
simultánea o permanentemente comunicados. Se podrán utilizar
otros medios tecnológicos que cumplan con las condiciones de si-
multaneidad y permanencia antes señalados, lo cual requiere en
todo caso ser informado previamente a la Superintendencia de Va-
lores y Seguros.
iii) El acta debe contener un certificado del Presidente del
Directorio y del Secretario, que indique quiénes asistieron por
medios tecnológicos.
iv) Se mantiene el requisito que el acta debe ser firmada den-
tro del plazo legal por todos los directores que asistieron y aque-
llos que participaron a distancia por medios tecnológicos.
v) Asimismo, los acuerdos se tienen por válidamente adopta-
dos una vez que el acta respectiva se encuentre firmada en las
condiciones señaladas en el párrafo precedente”.

493. Quórums para sesionar y adoptar acuerdos

El art. 47 incs. 1 y 2 de la L.S.A. dispone:


“Las reuniones del directorio se constituirán con la mayoría
absoluta del número de directores titulares establecidos en los
estatutos y los acuerdos se adoptarán por la mayoría absoluta de
los directores asistentes con derecho a voto. En caso de empate, y
LA SOCIEDAD ANONIMA 613

salvo que los estatutos dispongan otra cosa, decidirá el voto del
que presida la reunión.
Los estatutos podrán establecer quórum superiores a los seña-
lados. El Reglamento determinará y los estatutos especificarán la
forma en que debe efectuarse la citación a reunión del directorio
de la sociedad y la frecuencia mínima de su celebración”.
Como se puede apreciar la ley, a título de disposiciones de
orden público, solo establece quórums mínimos que los estatutos
pueden aumentar y aun exigir el quórum máximo, la unanimidad
de los directores, para todas o determinadas materias, tanto de
asistencia como para tomar acuerdos.
En cuanto a empates, la ley establece que a falta de norma
estatutaria decide el voto del que preside la sesión, que pueden
ser el presidente titular o quien lo reemplace. Los estatutos indu-
dablemente y por expresa disposición de la ley pueden establecer
otros sistemas para decidir empates, entre ellos la designación de
terceros nombrados por el directorio o por los estatutos para diri-
mir la cuestión.

494. Elección de directores

El primer directorio es elegido por los accionistas fundadores, por


unanimidad, en la escritura de constitución y dura hasta que se
celebre la primera junta ordinaria de accionistas, como lo señala
el Nº 11 del art. 4º en relación con el art. 56 Nº 3 ambos de la
L.S.A.
Lo normal es que los directores, sean titulares o suplentes se
nombren por el período que corresponda por la junta ordinaria,
por el tiempo prescrito por la ley o los estatutos. Si se produce la
vacancia de un director titular es reemplazado por su suplente, si
lo hay. Si no se pudiera llenar la vacancia en la forma señalada, el
propio directorio, con el quórum ordinario, si los estatutos no
señalan otra cosa, elige al reemplazante. En tal evento, el reempla-
zante y todo el directorio duran en sus cargos hasta la próxima
junta de accionistas, en que debe procederse a renovar íntegra-
mente al directorio. Si por cualesquier causa no se celebrare la
junta en la época que corresponde, destinada a la elección del
directorio, se entiendan prorrogados las funciones de los directo-
res por mientras no se elija los reemplazantes estando el directo-
rio obligado a citar a junta de accionistas, dentro del plazo de 30
614 SOCIEDADES

días. Las normas indicadas se infieren de lo prescrito en los arts.


31, inc. 1, 32 inciso final y 34 de la L.S.A.
Como lo veremos al tratar de las juntas de accionistas, en el
caso de elección de directores en las juntas, los accionistas pueden
distribuir sus acciones en votos para diversas personas. La elección
de un titular implica la de aquella persona que hubiere sido nomi-
nada previamente como suplente para aquél, como lo señalan el
art. 66, incs. 1 y 2º de la L.S.A. y el 34 del Reglamento.
Las normas anotadas, especialmente aquella que establece para
el caso de vacancia en el cargo de cualesquier director que debe
renovarse totalmente el directorio, están establecidas para asegu-
rar que en el directorio estén representados los accionistas de la
minoría, pues es la mayoría la que tiene derecho a elegir al reem-
plazante hasta la próxima junta.

495. Revocación de directores

Según lo señala la propia definición de la sociedad anónima (art. 1


de la L.S.A. y art. 2061 del Código Civil) los directores son esencial-
mente revocables. Sin embargo, esta revocabilidad presenta caracte-
rísticas especiales. Debe ser total. La junta de accionistas no puede
revocar en el cargo a determinados directores, sino a la totalidad de
ellos, sin perjuicio de que en la elección ulterior pueda reelegir a
los que estime pertinentes. Así lo establecen los arts. 31, inc. 2º, 32
inciso final y 38 de la L.S.A., en calidad de normas de orden públi-
co, no alterables por los estatutos. Estas normas tienen por finali-
dad asegurar que el directorio sea de la confianza de la mayoría de
los accionistas, de una parte y de otra que las minorías mantengan
su representación en el directorio. En efecto, si cambia la composi-
ción accionaria de una compañía, la nueva mayoría puede obligar a
citar a junta para renovar a todo el directorio. La mayoría no puede
revocar el nombramiento de determinados directores, pues la mi-
noría, al efectuarse la revocación total, exigida por la ley, puede
designar los directores que les corresponda.

496. Criterio de fondo de cómo deben ejercerse las atribuciones, deberes


y obligaciones del directorio. El interés social

En los Nos 483 y 484 nos hemos referido a las atribuciones del
directorio de administrar y representar a la sociedad. En los nú-
LA SOCIEDAD ANONIMA 615

meros siguientes examinaremos la obligación de información que


pesa sobre el directorio y las formas legales a que debe ajustarse la
sociedad y por ende su directorio en actos o contratos con perso-
nas relacionadas.
En este número estudiaremos el criterio rector que ha estable-
cido la ley para el ejercicio de estas atribuciones. El art. 39, inc.
final de la L.S.A. expresa:
“Los directores elegidos por un grupo o clase de accionistas tie-
nen los mismos deberes para con la sociedad y los demás accionistas
que los directores restantes, no pudiendo faltar a éstos y a aquélla a
pretexto de defender los intereses de quienes los eligieron”.
Por su lado, el Nº 7 del art. 42 de la L.S.A. prohíbe a los direc-
tores:
“Art. 42: Los directores no podrán:
En general, practicar actos ilegales o contrarios a los estatutos o
al interés social o usar de su cargo para obtener ventajas indebidas
para sí o para terceros relacionados en perjuicio del interés social.
Los beneficios percibidos por los infractores a lo dispuesto en los
tres últimos números de este artículo pertenecerán a la sociedad, la
que además deberá ser indemnizada por cualquier otro perjuicio”.
De la manera señalada nuestra legislación acoge la tesis que
los directores en su calidad de órganos de la sociedad deben ac-
tuar velando y en concordancia con el “interés social” concebido
como distinto de la tutela de los intereses particulares de los accio-
nistas sean estos de la mayoría o la minoría. En efecto, la disposi-
ción legal en comento prescribe que los directores no pueden
faltar a sus deberes con la sociedad y los otros accionistas a pretex-
to de defender los intereses de quienes los eligieron.
Nos corresponde precisar qué se entiende por “interés social”,
para los fines de la norma en estudio. Para dicho efecto, conside-
ramos que es ilustrativo exponer brevemente las tendencias que se
han presentado en el derecho comparado322 para luego pronun-
ciarnos de la situación en el derecho chileno.
Las principales corrientes del derecho comparado sobre inte-
rés social serían:

a) Doctrina transpersonalista o amplia

Nacida en Alemania después de la 1ª Guerra Mundial, su máxima


expresión se alcanzó durante el nacionalsocialismo y se reflejó en
616 SOCIEDADES

el art. 70 de la ley de reforma societaria del año 1937, en que se


estableció el deber de los administradores de dirigir los negocios
sociales teniendo en cuenta los intereses de la empresa, de sus
dependientes y los intereses comunes de la Nación y del Reich.
Aunque dicha disposición fue derogada después de la 2ª Gue-
rra Mundial, aún subsiste sostenida por parte de la doctrina. El
art. 396 de la ley alemana sobre sociedades (A.K.G del año 1965)
permite la disolución obligatoria de una anónima o en comandita
decretada por la justicia si mediante la actuación ilegal de sus
administradores pusieren en peligro el interés general. La ley bra-
silera sobre sociedades acoge esta tesis, en su art. 116 apartado b)
en cuanto incluye dentro del concepto de interés social que debe
guiar la actuación de los administradores, además de aquel de los
otros accionistas, el interés de quienes trabajan en la sociedad, el
de la comunidad en general y el interés nacional. La Company act
inglesa del año 1980 impone a los administradores el deber de
“tomar en consideración tanto los intereses de los dependientes o
trabajadores de la sociedad como los intereses de los socios”.323

b) Doctrina que vincula al interés social, con el interés de la empresa

Incluyen esta doctrina dentro del interés social a aquel de los traba-
jadores, dirigentes y de la empresa misma. Pueden considerarse
dentro de esta corriente, los autores franceses que propician la
teoría de la institución y la legislación holandesa sobre sociedades.

c) Doctrinas que vinculan el interés social con el del público inversor, los
acreedores y los accionistas no participantes

Esta doctrina, de origen jurisprudencial proviene de Norteaméri-


ca. Propicia aplicar a las grandes sociedades (bigs corporations) prin-
cipios de la gestión o management de la institución del “trustee”
(fideicomiso anglosajón), entendiendo que todos los directores
deben velar, no solamente por el interés de los socios, de la socie-
dad y de la empresa, sino también respecto de inversionistas futu-
ros, de los empleados y los consumidores. Ideas de este género,
que se agrupan bajo la denominación de “Corporate Philosophy”
tienden a hacer resaltar la responsabilidad ético-moral de los ad-
ministradores en el ejercicio de sus cargos.
LA SOCIEDAD ANONIMA 617

d) Doctrina contractualista

Defendida principalmente por Ascarelli, es acogida mayoritaria-


mente en Francia y tiene partidarios en Alemania. Concibe el
interés social, como aquel común a todos los socios, que se rela-
ciona con el objeto y fin de la sociedad de dedicarse a determina-
das actividades lucrativas. El interés social así concebido es diverso
del interés de los socios individualmente considerados o de la
mayoría o minoría de ellos, pero generalmente no es opuesto a
dichos intereses. Explicando esta idea mediante un ejemplo.
Un accionista celebra un acto o contrato de carácter oneroso,
una compraventa con la sociedad de la cual forma parte. Su inte-
rés como comprador es que el precio sea bajo. Su interés como
accionista y el de todos los demás accionistas, es que el precio sea
alto. El interés social, como todo interés debe ser legítimo, esto es
acorde con el ordenamiento jurídico. En el ejemplo indicado el
interés social legítimo consiste en obtener un buen precio de
mercado por lo que vende la sociedad. También debe considerar-
se que no sería legítimo, negar la venta por la sociedad de un bien
para provocar daño a un accionista minoritario interesado en ad-
quirirla.
Esta teoría afirma que al derecho societario no le corresponde
establecer normas específicas directas en resguardo del interés
nacional, del bien común, de los trabajadores, consumidores y
ahorrantes, tarea que corresponde a otras ramas del derecho, que
por lo demás los administradores deben acatar.
Creemos que nuestra legislación en cuanto a la interpretación
del contenido del interés social como criterio rector de la actuación
de los administradores parece compartir la tesis contractualista.
En efecto, el carácter de órgano administrativo de la sociedad,
que la L.S.A. otorgó al directorio, en sustitución de considerarlos
mandatarios de los accionistas, que tenían los directores antes de la
dictación de dicha ley, unido además a lo que dispone el art. 39,
inciso final, de la misma ley y también teniendo presente las nor-
mas que reglamentan los actos y contratos de la sociedad con entes
relacionados, nos inducen a pensar que “interés social” es el común
a todos los accionistas y que consiste en obtener beneficios de ca-
rácter económico por la realización de las operaciones del giro
social, destinado a ser repartidos, a prorrata entre los accionistas.
Entendemos que el “interés social” concebido de la manera recién
descrita, refleja un equilibrio entre el supuesto interés propio de la
618 SOCIEDADES

sociedad, de crecer ilimitadamente y no repartir dividendos y el de


corto plazo de los accionistas, de no capitalizar y repartir como
utilidad la mayor cantidad posible. El interés social en el caso plan-
teado, se encuentra en la justa medida de compatibilizar la inver-
sión adecuada con un prudente reparto de dividendos.
No estamos de acuerdo que las normas del derecho societario
deben estar limitada solamente a la protección de los intereses
sociales y de los accionistas. En nuestra legislación y en otras, exis-
ten múltiples normas que tienden a proteger el interés del público
en general y de terceros que contratan con la sociedad, como las
reglas obligatorias de representación de la sociedad por el directo-
rio y aquellas que tienden a proteger la transparencia de los antece-
dentes sociales mediante el deber de información establecida en
favor del público inversor. Tampoco vemos razones impedientes de
carácter técnico para insertar normas sobre participación o integra-
ción del factor laboral en el Derecho de Sociedades.
En suma el directorio de una sociedad, como toda persona
debe ejercer sus funciones respetando las leyes que lo regulan como
lo reconoce y establece el art. 19 Nº 21 de la Constitución Política
del Estado. Esto es, el primer criterio rector en la administración es
ejercerla cumpliendo con lo que las leyes dispongan. Dicho ejerci-
cio debe ajustarse no solo a los términos prescritos por la ley sino
que deben además ajustarse a la moral y éticas mercantiles, pues la
administración debe ejecutarse de buena fe y las normas de equi-
dad en nuestro ordenamiento, a falta de ley, son obligatorias como
normas de derecho. ¿Qué papel juega entonces el interés social
como criterio en la actuación de los administradores? Las activida-
des sociales importan tomar decisiones sobre negocios, en que ge-
neralmente no hay involucrados problemas de ética o de legalidad.
Como criterio para tales decisiones tiene importancia el interés
social. En tales casos o eventos el directorio y cada uno de los
directores no pueden tomar una decisión que prefiera al interés
común de todos los accionistas o interés social, otro interés, sea o
no de determinados accionistas aunque constituyan la mayoría.

497. Deberes de información del directorio. Aspectos generales

El directorio, como administrador de la sociedad tiene deberes


con los accionistas de mantenerlos informados, como principales
interesados en la marcha y resultados de la sociedad.
LA SOCIEDAD ANONIMA 619

Si la sociedad pretende obtener recursos del público en el


Mercado de Valores, sea mediante pagarés, bonos o acciones de
su emisión adquiere obligaciones de información respecto del pú-
blico y Bolsas.
Respecto de organismos que les corresponde fiscalizar o califi-
car a la respectiva sociedad, ésta debe darles la información que
precisan para el debido cumplimiento de sus funciones. Tal es el
caso de las Superintendencias de Bancos e Instituciones Financie-
ras, de Valores y Seguros y de Seguridad Social respecto de las
sociedades cuya fiscalización les cabe, de las sociedades calificadoras
de riesgo que les corresponde clasificar las sociedades para los efec-
tos de la posibilidad de colocar los valores en inversores institucio-
nales y de los auditores externos e inspectores de cuentas que deben
informar a la junta de accionistas de los resultados sociales.
Pueden también estar interesados en conocer la situación de
una determinada sociedad anónima terceros contratantes y acree-
dores. En relación con ellos, la información sobre las característi-
cas de la sociedad anónima, como persona jurídica, que requieren
los terceros para contratar con ella, se entiende cumplida con las
solemnidades que la ley exige para la constitución y reforma de
estatutos. También se considera, que los acreedores, antes de con-
ceder créditos pueden exigir a su futuro deudor los antecedentes
que requieran para una debida evaluación de su situación patri-
monial, lo que ocurre precisamente con los bancos y sus clientes.
También se relaciona con el tema, el secreto comercial y la
conveniente confidencialidad de ciertas operaciones. Las formas
como operan los negocios, sus costos, forman parte del secreto
comercial o industrial, consubstancial al ejercicio de la actividad
económica por particulares que se encuentra protegido constitu-
cionalmente. De otro lado, la publicidad de ciertos hechos o cir-
cunstancias respecto de negocios en vías de ejecución, puede ser
nocivo para los intereses sociales.
Nuestra normativa sobre sociedades anónimas, no trata en ge-
neral de la protección o reserva del secreto industrial o comercial,
salvo en cuanto impone a los directores el deber de reserva de
que trata el art. 43 de la L.S.A. que se tratará más adelante.324
Consideramos que el deber de información que tiene el directo-
rio aun respecto de sus accionistas no abarca la divulgación de los
secretos industriales o comerciales de la compañía.
Tocante a aspectos generales sobre el tema, puede distinguirse
entre la obligación de proporcionar la información de aquella
620 SOCIEDADES

que exige fidelidad de ésta o concordancia de ella con la verdad.


Sin perjuicio de los aspectos penales que inciden en la falsedad de
las informaciones nosotros nos referiremos a tal materia, con ma-
yor detenimiento al estudiar la obligación de los directores de que
tratan los Nos 3 y 4 del art. 42 de la L.S.A.

498. Deber de información. Obligaciones legales del directorio

La ley ha establecido obligaciones de dar información a sus accio-


nistas que debe cumplir el directorio de la sociedad anónima
como cuerpo colegiado. Además, una sociedad anónima y por
ende sus directores, pueden estar obligados a proporcionar infor-
maciones adicionales, si la sociedad acuerda emitir efectos de oferta
pública o está inscrita la sociedad o alguno de los valores por ella
emitidos en el Registro de Valores que lleva la Superintendencia
del ramo.325 Cabe hacer notar que la Superintendencia, en virtud
de las atribuciones que le otorga la letra g) del art. 8 del D.L. 3538
del año 1980, orgánico de dicha institución, ha extendido las obli-
gaciones de información de las sociedades que emiten valores de
oferta pública, a las sociedades anónimas abiertas aun cuando no
emitan valores.
Dada las limitaciones de esta obra, solo nos referiremos a las
obligaciones legales que pesan sobre toda sociedad anónima, en
materia de informaciones.
La regla general la establece el art. 46 de la L.S.A. De acuerdo
con dicha norma, se pueden obtener las siguientes conclusiones:
a) Las informaciones que debe dar el directorio, en las socie-
dades anónimas cerradas, que no han emitido valores de oferta
pública, son aquellas que la ley dispone en forma expresa. En las
sociedades abiertas y otras sujetas a la fiscalización de la Superin-
tendencia de Valores y Seguros, dicha información debe propor-
cionarse en la forma y como lo determine la Superintendencia.
Esta solo puede ejercer tal atribución mediante la dictación de
normas generales, de acuerdo a lo prescrito en la norma citada y
en el art. 4 letra g) del D.L. 3538 del año 1980, como lo ha enten-
dido la propia Superintendencia que ha ejercido estas facultades
mediante la dictación de tales normas generales.
O sea, la norma general es la obligación de reserva del directo-
rio sobre los asuntos sociales que establece el art. 43 de la L.S.A.
La excepción es la obligación de dar información.
LA SOCIEDAD ANONIMA 621

b) La obligación sólo debe recaer sobre la situación legal,


económica y financiera de la sociedad.
Tales informaciones que no se refieren a la dinámica de la
sociedad, constituida por las operaciones sociales, sino que versan
sobre materias de carácter estático, la situación de la sociedad en
un momento determinado. No abarca, entonces la obligación de
información, la divulgación de secretos comerciales ni de políticas
o planificación económica o comercial, análisis o estudios legales,
económicos o financieros, sino que lisa y llanamente hechos, la
situación de la sociedad, en sus aspectos legales, económicos y
financieros.
La situación legal sobre la cual debe informar el directorio,
dice relación tanto con su estructura jurídica que la habilite para
actuar con terceros, como dar cuenta de la existencia de situacio-
nes legales anormales que la sociedad debe afrontar tal como su
quiebra, embargos, intervención, etc. y en general de circunstan-
cias que importan variación de su situación legal normal. Inciden
en esta materia las obligaciones que se especifican en los artículos
7 y 101 de la L.S.A.
En cuanto a las informaciones sobre la situación económica y
financiera de la sociedad, ella se cumple fundamentalmente con
la confección anual por el directorio del balance y memoria que
debe presentar a la junta de accionistas, que reglamentan los arts.
74 a 76 de la L.S.A. que nosotros examinaremos más adelante.
Solo por excepción el directorio debe dar información sobre
operaciones determinadas. Tales casos se refieren a operaciones
con personas relacionadas, remuneraciones de directores por fun-
ciones distintas del ejercicio de su cargo, operaciones respecto de
las cuales un director se opuso a su realización para salvar su
responsabilidad legal, de que tratan los arts. 33, 44 y 48, inc. 3º de
la L.S.A.
c) La información que debe darse a los accionistas y al público.
En las sociedades anónimas no sujetas a la fiscalización de la
Superintendencia, la regla general es que la información se limite
a los accionistas.
La información al público cuando procede, se entiende cum-
plida mediante la publicación en periódicos de ciertas actuaciones
o hechos. No conocemos disposiciones legales que obliguen a una
sociedad anónima cerrada, no sujeta a la Superintendencia infor-
mar al público de determinados actos, operaciones o situaciones
mediante publicaciones.
622 SOCIEDADES

Las sociedades anónimas abiertas deben publicar las informa-


ciones que determine la Superintendencia sobre sus balances y
estado de ganancias y pérdidas, de acuerdo a lo que señala el
art. 76, inc. 1 de la L.S.A.
Las sociedades anónimas que no emiten valores de oferta pú-
blica, pero que están sujetas por otras causas a la fiscalización de
la Superintendencia tienen las mismas obligaciones de informa-
ción respecto del instituto contralor y de las Bolsas de Comercio,
que aquellas que los emiten.
d) Si no se cumple debidamente con el deber de información
y por ello se causa perjuicio a la sociedad, a los accionistas o a
terceros, los directores quedan solidariamente responsables de ellos,
sin perjuicio de las sanciones que pueda imponer en su caso la
Superintendencia y otras que pueden corresponder, de acuerdo a
lo que señala el inc. 2º, del art. 46 de la L.S.A.

499. Actos y contratos con personas relacionadas

La materia está tratada en los arts. 42 Nº 5, 44, modificado por la


ley 19.705, 89, 93 y 126 de la L.S.A.
Estas disposiciones permiten que las sociedades anónimas pue-
dan celebrar actos y contratos con personas que tienen influencia
o injerencia en la administración de la sociedad o en la propiedad
de las acciones de la compañía, que más adelante precisaremos,
siempre que dichos actos se celebren previo acuerdo del directo-
rio y en condiciones de equidad. Si no se cumplen tales exigen-
cias, no se invalida el acto pero la ley otorga a los afectados derecho
a ser indemnizados que precisaremos en este número.
Pormenorizando esta materia podemos expresar:

a) Características que debe cumplir el acto para hacer aplicable


la normativa

La ley distingue los siguientes casos:


1. Actos en los cuales tiene interés un director sea por sí o
como representante de otra persona. Evidentemente que tiene tal
interés el director en aquellos actos que realiza a su propio nom-
bre con la sociedad, aunque los efectúe por cuenta ajena. Ade-
más, estos actos están comprendidos en la presunción de derecho
de que trata el inc. 2 del art. 44 de la L.S.A. También, de acuerdo
LA SOCIEDAD ANONIMA 623

al texto legal en estudio, se considera que tiene también interés el


director, cuando en la realización del acto actúa como represen-
tante de la contraparte de la sociedad, comprendiéndose tanto
casos de representación legal como convencional, por mandato.
En otros actos la ley presume de derecho el interés del director
para aplicar las normas en comento, además de aquellos actos cele-
brados por el propio director. Estos son los que interviene su cónyu-
ge o sus parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o
afinidad sociedades o empresas que sea director o dueño, a través de
otras personas naturales o jurídicas, de un 10% o más de su capital, o
a las sociedades o empresas de las cuales algunas de las personas
antes mencionadas sea director o dueño directo o indirecto del 10%
o más de su capital y las personas por quien el director actúe como
representante. Estos últimos casos fueron agregados por la ley 19.705.
La ley, en las situaciones en comento, relacionadas con un
director, a diferencia de los demás casos, no ha exigido que la
contraparte de la sociedad anónima sea el director, sino que basta
que “tenga interés” en la operación. Se visualiza entonces, muy
claramente, la intención del legislador en cuanto a dar una inter-
pretación amplia al precepto. Abarca tanto actos en que el interés
del director proviene de su calidad de parte en el contrato directo
principal celebrado por la sociedad anónima, como también aque-
llos de mediación, agencia, distribución o suministro en que la
realización del acto puede representar una ventaja económica para
el director o de las personas cuyo interés la ley identifica, a título
de presunción de derecho equiparándose ése con los celebrados
por el director directamente, que ya hemos examinado.
2. De acuerdo con el art. 89 de la L.S.A., se aplican las disposi-
ciones en estudio (salvo que no se exige la autorización previa del
directorio) si la contraparte de la sociedad anónima es una socie-
dad coligada o tiene el carácter de matriz o filial con respecto a
ella. Si se trata de una sociedad anónima abierta abarcará las
normas en estudio las operaciones que realice directamente o a
través de otras entidades de su grupo empresarial con sus perso-
nas relacionadas de conformidad a lo previsto en la ley 18.045,
sobre Mercado de Valores.
3. Conforme a lo prescrito en el art. 93 de la L.S.A. la normati-
va en estudio comprende las operaciones que pueda realizar una
sociedad filial con algún director de la sociedad matriz o de las
otras personas mencionadas en el art. 44 de la L.S.A. que hemos
tratado en el Nº 1 que precede.
624 SOCIEDADES

b) El acto debe celebrarse en condiciones de equidad o de mercado

El art. 44, inc. 1º de la L.S.A. ordena que los actos a que se refiere
deben ajustarse a condiciones de equidad similares a las que habi-
tualmente prevalecen en el mercado. El art. 93 de la L.S.A. en las
situaciones de que trata se remite al art. 44 citado. El art. 89 de la
misma L.S.A. respecto de las operaciones de que trata, señala que
en ellas deben observarse condiciones de equidad similares a las
que habitualmente prevalecen en el mercado.
Por su parte el art. 136 de la L.S.A. señala:
“Cada vez que en esta ley se haga referencia a las condiciones
de equidad, a las imperantes en el mercado o a las ventajas o
beneficios indebidos u otras similares, debe entenderse que son
aquellas imperantes en la misma época de su ocurrencia”.
La finalidad de estas normas tienden, por un lado a impedir
que personas relacionadas con una sociedad anónima obtengan
beneficios indebidos de ella. De otro lado, en cuanto a operacio-
nes entre sociedades relacionadas, la norma pretende evitar que
se traspasen recursos de una sociedad a otra, mediante contratos
que sean favorables a una de ellas, pues ello puede dañar los
intereses de los otros accionistas, ya que la composición accionaria
de dos sociedades relacionadas, puede no ser la misma. Una ma-
yoría rapaz puede tener un mayor porcentaje en la compañía
beneficiada en el contrato respecto de la otra sociedad o persona
relacionada. También estas operaciones pueden producir una al-
teración artificial de la situación económica y financiera de las
compañías, que de ninguna manera es recomendable.
Aunque las normas hacen jugar dos factores, la equidad y el
mercado, nos parece que de la redacción de ellas emana una
subordinación del primer concepto al segundo. Se estiman condi-
ciones equitativas, las de mercado, al menos en relación con el
precio. El factor equidad se aplica más plenamente a las demás
condiciones de la operación, tales como época de realizarla, pla-
zos, forma de pagos y garantías.

c) Acto o contrato con persona relacionada que involucre montos relevantes

La ley 19.705 agregó al art. 44 nuevas normas en relación con


actos con personas relacionadas, aquellos que tengan un monto
relevante, a los cuales además de aplicárseles las normas ya dichas,
se rigen por las que expondremos a continuación.
LA SOCIEDAD ANONIMA 625

Se entiende por acto de monto relevante, todo acto o contrato


que supere el 1% del patrimonio social, siempre que dicho acto o
contrato exceda del equivalente a 2.000 UF o en todo caso cuando
sea superior a 20.0000 UF.
En tales eventos, si el directorio considera que no es posible
determinar si el acto o contrato se ajusta o no a condiciones de
equidad equivalentes a las que prevalecen en el mercado, para
aprobar o rechazar la operación deberá designar para estos efec-
tos dos evaluadores independientes y avisar tal circunstancia como
hecho esencial. Los informes de los evaluadores deben pronun-
ciarse acerca de las condiciones de la operación y la forma como
se va a pagar el precio cuando sea en bienes que no sean dinero.
Los informes deben ser puestos a disposición de los accionistas y
del directorio en las oficinas sociales por el plazo de 20 días hábi-
les contados de la fecha en que se recibió el último de los infor-
mes. Debe comunicarse por escrito a los accionistas de tal hecho.
El directorio puede acordar, con la abstención del director con
interés, dar el carácter de reservada a la operación y a los infor-
mes.
El directorio debe abstenerse de pronunciarse por el mismo
plazo que corre para presentar los informes.
Tratándose de una operación por monto relevante, en trámite
de aprobación mediante el conocimiento de informes periciales,
accionistas que representen al menos un 5% de las acciones emiti-
das con derecho a voto, pueden oponerse sosteniendo que las
condiciones no son favorables a los intereses sociales o que las
evaluaciones son muy dispares, solicitando al directorio que cite a
junta extraordinaria de accionistas para que ésta resuelva con el
acuerdo de las 2/3 partes de las acciones emitidas con derecho a
voto, quórum que en este caso la ley señala como necesario para
la aprobación de la operación.
Se impone al controlador o la persona relacionada que pre-
tenda realizar la operación la obligación de poner a disposición
del directorio todos los antecedentes los que debe comunicar este
último a los accionistas.
En las actas de la sesión de directorio correspondiente debe-
rán constar expresamente las deliberaciones del directorio para
aprobar los términos o condiciones de los respectivos actos o con-
tratos.
626 SOCIEDADES

d) Aprobación previa por parte del directorio e información a la junta de


accionistas

En el caso de las situaciones previstas en los arts. 44 y 93 de la


L.S.A. la ley prescribe que las operaciones deben ser acordadas
previamente por el directorio y que debe darse cuenta de ellas en
la próxima junta de accionistas por quien la presida. Con respecto
a las situaciones tratadas en el art. 89 de la L.S.A., la ley no prevé
tales requisitos, que por ende no serían aplicables.

e) Sanción legal en caso de infracción

La infracción a las normas estudiadas en este número no afecta a


la validez del acto. El inc. final del art. 44 de la L.S.A. lo señala
expresamente. Emana también tal conclusión del texto del art. 89
de la misma ley, en cuanto dicha norma establece como regla
general una sanción diversa de la nulidad, la indemnización de
perjuicios.
El inciso final del art. 44 de la L.S.A., señala que en caso de
infracción a las normas comentadas, se otorga a la sociedad, a los
accionistas y a terceros interesados derecho para exigir indemni-
zación por los perjuicios causados y además, se contempla el dere-
cho a exigir del director infractor que colacione a la sociedad los
beneficios que él, sus parientes o representados hubieren obteni-
do de dichas negociaciones.
Al otorgar la ley tal derecho a los accionistas y a terceros inte-
resados se configura un caso en que la ley permite el ejercicio de
una acción subrogatoria oblicua o indirecta en favor de la socie-
dad afectada. La norma anterior es concordante con lo prescrito
en el Nº 7 del art. 42 de la L.S.A.
Por su parte, el art. 89 de la L.S.A. establece en caso de infrac-
ción a las normas en relación con la situación que trata dicho
precepto (contratos con personas relacionadas), que la acción de
resarcimiento de los perjuicios puede intentarse no solo en contra
de los administradores de la sociedad infractora (sus directores y
gerentes) sino también en contra de los administradores de la
contraparte, aunque se trate del caso de una matriz o coligada
que no tenga el carácter de anónima. No se contiene en dicha
disposición y para el caso que trata la acumulación de beneficios a
la sociedad y tampoco se señala en forma expresa quiénes son los
LA SOCIEDAD ANONIMA 627

titulares de la acción de perjuicios. De acuerdo a las reglas genera-


les podrán impetrar la acción quienes se consideran perjudicados,
que en general lo serán la sociedad y sus accionistas.
La ley 19.705 agregó al art. 44 el siguiente inciso:
“En caso de demandarse los perjuicios ocasionados por la in-
fracción de este artículo, corresponderá a la parte demandada pro-
bar que el acto o contrato se ajustó a condiciones de mercado o que
las condiciones de la negociación representaron beneficios a la so-
ciedad, salvo que la operación haya sido aprobada por la junta
extraordinaria de accionistas”. En tal evento se invierte el peso de la
prueba, rigiendo las normas generales del onus probandi.

B. DE LOS DIRECTORES

500. Naturaleza jurídica de los vínculos entre la sociedad y sus directores

El art. 37, inciso 1º de la L.S.A. dispone: “La calidad de director


se adquiere por aceptación expresa o tácita del cargo. A la junta
de accionistas o al directorio o los fundadores en su caso les
corresponde designar a los directores. Aquel que es nombrado
como tal puede o no aceptar el cargo. Si acepta puede hacerlo
expresamente o mediante un acto que importe aceptación, como
asistir a una sesión de directorio”. No existen en nuestra legisla-
ción formalidades para requerir la aceptación y para otorgarla.
Por mientras no medie aceptación el órgano que realizó el nom-
bramiento puede revocarlo.326
La doctrina nacional se ha dividido en cuanto a la naturaleza
del vínculo que une a la sociedad y sus directores. Para algunos es
un acto que podría calificarse de innominado o atípico. Para otros
se trata de un vínculo de carácter legal.327
La importancia de la discusión estriba en que si se acoge una
tesis, habría que aplicar supletoriamente las reglas de la responsa-
bilidad contractual. Si se aplica la otra, aquellas de la responsabili-
dad legal o aquiliana. Como la L.S.A., en esta materia, establece
normas especiales que se aplican preferentemente, sin considera-
ción a la clase de responsabilidad que se atribuya a los directores,
creemos que previamente a asumir una posición en esta disputa
doctrina se hace necesario, someramente señalar las consecuen-
cias concretas más importantes que derivan de aceptar una u otra
teoría. Estudiaremos las diferencias en el orden que aparecen
628 SOCIEDADES

tratadas esta materia en la obra de don Arturo Alessandri Rodrí-


guez, De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil Chileno,
Nos 26 y 27, págs. 46 y siguientes.
a) En cuanto a capacidad. No tiene importancia en cuanto a
mínimo de edad pues la situación en tal caso es la misma, se
admita una u otra tesis. El art. 35 Nº 1 de la L.S.A. sólo permite
directores con una edad mínima de 18 años. En cuanto a los
demás incapaces, nos estamos a lo que se expresa en el Nº 502.
b) En relación con la graduación de culpa. Dicha graduación sólo
es procedente tratándose de la responsabilidad contractual y en
cuanto a que en dicha responsabilidad solo puede condonarse la
culpa leve y levísima. Nos parece que esta cuestión, tratándose de
de directores de sociedad anónima, no reviste de mayor importan-
cia, pues el art. 41 de la L.S.A. por una parte da reglas sobre la
diligencia que deben emplear los directores y de otra la misma ley
prohíbe la renuncia previa tendiente a eximir de responsabilidad
a los directores sea en los estatutos o por la junta de accionistas.
c) Para que se entienda configurada responsabilidad contrac-
tual, se requiere la constitución en mora del deudor. Ella, además,
sólo se extiende, por regla general a los perjuicios previstos y
directos. Como lo veremos más adelante, la L.S.A., al establecer la
responsabilidad de los directores, no exige mora de éstos, ni esta-
blece norma que limite el monto de los perjuicios a aquellos di-
rectos, previstos. Estas consideraciones sirven para sostener que
en la especie existe más propiamente una situación de responsabi-
lidad legal, que contractual.
d) La L.S.A. en su artículo 45, establece casos de responsabili-
dad solidaria de los directores, en lo que se asemeja a la responsa-
bilidad extracontractual.
e) En cuanto a prescripción la situación es diversa. En la respon-
sabilidad extracontractual el plazo de prescripción es de 4 años
contados desde la ocurrencia del hecho generador, acorde con lo
que dispone el art. 2332 del Código Civil. Si es contractual cabe
aplicar el plazo de prescripción general extintiva de acciones judi-
ciales de cinco años (art. 2515 del C. Civil). Sin embargo, si se
estiman como comerciales las acciones de responsabilidad deriva-
das de la sociedad anónima, que es siempre mercantil, la prescrip-
ción sería de 4 años de conformidad a lo que dispone el art. 822
del Código de Comercio.
Aparte de la prescripción, la principal importancia derivada de
que el vínculo que une a los directores, sea contractual o extracon-
LA SOCIEDAD ANONIMA 629

tractual, es el relativo al peso de la prueba. En materia contractual,


basta con acreditar la existencia de la obligación, para imputar
responsabilidad al infractor, el cual para eximirse debe probar el
cumplimiento o justificar su incumplimiento por caso fortuito. En
materia de responsabilidad extracontractual es preciso acreditar la
culpa o dolo del autor del daño, en el hecho o acto u omisión
ilegal, culpa que se presume en la responsabilidad contractual.
Nosotros pensamos que el vínculo que une a los directores
con la sociedad es la ley, no obstante se requiera de la concurren-
cia de la voluntad del director para aceptar el cargo, por una
parte y del órgano social que lo nombra. Pensamos que tal es la
ineludible conclusión por varias razones. La más simple incide
en que precisamente las obligaciones de los directores están esta-
blecidas en la ley, en forma directa y la infracción de normas
legales, acarrea responsabilidad legal o aquiliana. La anterior le-
gislación partía del supuesto de un vínculo contractual, el man-
dato entre la sociedad y sus directores. Es claro el propósito de la
L.S.A. de darle al directorio el carácter de órgano social y de
privarle a los vínculos que unen al directorio con la sociedad de
un carácter contractual. Ello se refleja en la eliminación en la
definición de la sociedad anónima de la mención de la calidad
del mandatario de los directores, contenida en el art. 2061, inc.
final del Código Civil. Además concurre otra razón de texto que
reafirma tal conclusión además de las expresadas en las letra c y
d que preceden. Ellas consisten que las presunciones de respon-
sabilidad establecidas en el art. 45 de la L.S.A. solo son pertinen-
tes en caso de responsabilidad legal pues tales presunciones no
son necesarias en el caso de responsabilidad contractual, la que
siempre se presume.

501. Remuneración de los directores

El inc. 1º del art. 33 de la L.S.A. prescribe que los estatutos deben


señalar si los directores serán o no remunerados por sus funcio-
nes. Además, la norma señala que en caso de proceder tal remu-
neración su cuantía debe ser fijada anualmente por la junta
ordinaria de accionistas. Por su parte el art. 35 del Reglamento,
en su inc. 1º señala:
“En los casos en que los estatutos establezcan que los directo-
res serán remunerados por sus funciones, estas remuneraciones,
630 SOCIEDADES

que sólo podrán consistir en dieta por asistencia a sesiones, parti-


cipación en las utilidades o sumas periódicas determinadas, debe-
rán ser fijadas en forma anticipada por la junta ordinaria de
accionistas que conozca el ejercicio anterior”.
De lo expuesto podemos concluir:
1. Para que los directores tengan derecho a remuneración por
sus funciones, se requiere, por mandato de disposiciones de or-
den público, el cumplimiento de dos condiciones copulativas. Que
los estatutos lo autoricen y de otro que la junta de accionistas fije
el monto de tal remuneración, anualmente.328
2. Nos parece que las disposiciones del art. 35 del Reglamento,
en cuanto establece que las únicas formas de remuneración que
puede acordar la junta son las que taxativamente indica la disposi-
ción y que ellas deben ser tratadas y resueltas en la junta ordinaria
que conozca del ejercicio anterior, exceden de lo dispuesto por la
ley y de las materias propias de un reglamento; y que por ende no
son obligatorias per se, salvo disposición del estatuto al respecto.329
3. No vemos inconveniente que en los estatutos se fije la forma
de remuneración, siempre en el entendido que es necesario la
aprobación anual de ella por junta.
La norma contenida en el art. 36 del Reglamento, que estable-
ce la responsabilidad solidaria de las personas que autorizan pa-
gos a los directores, no permitidos ni aprobados por la junta,
creemos que se ajusta a la ley porque concuerda con las disposi-
ciones de los arts. 41 y 44 y 133 de la L.S.A. En efecto, la devolu-
ción de remuneraciones ilegales importa el resarcimiento del
perjuicio por el acto ilegal.
Toda otra remuneración que perciban los directores de la
sociedad está sujeta a las disposiciones del art. 44 de la L.S.A. que
hemos examinado en el Nº 499. Además, el inc. 2º del art. 33 de la
L.S.A. exige que ellas se indiquen en la memoria anual que las
sociedades anónimas abiertas deben presentar a la junta ordinaria
de accionistas, sin perjuicio de lo que dispone al efecto la parte
final del inciso primero del art. 44 de la L.S.A. Según las normas
legales citadas basta el conocimiento de estas materias por la jun-
ta. El art. 36 del Reglamento, además, requiere un pronuncia-
miento de la junta, su autorización o aprobación, bajo sanción de
devolución de la remuneración, que creemos ajustada a la ley solo
en cuanto se refiere a las remuneraciones del directorio por el
ejercicio de sus cargos y no a remuneraciones pagadas a los direc-
tores por otras causas.
LA SOCIEDAD ANONIMA 631

502. Incapacidades, inhabilidades y calidades para desempeñar el cargo


de director. Aspectos generales

Los artículos 55 y 57, inc. 1º de la Constitución Política del Estado


y los arts. 35 y 36 de la L.S.A. establecen ciertas inhabilidades para
ejercer el cargo de director de una sociedad anónima, que estu-
diaremos en el número siguiente. Por ahora, nos limitaremos a
aspectos generales sobre la materia.
¿Qué calidades generales se exigen para ser director de una
sociedad anónima? Con anterioridad a la dictación de la actual
L.S.A. se entendía que el director debía cumplir con los mismos
requisitos de todo mandatario ya que tenían tal carácter, sin per-
juicio de las inhabilidades particulares establecidas por la ley.330
La actual L.S.A. suprimió la calidad de mandatarios de la sociedad
de los directores acogiendo la teoría del órgano.
En cuanto a calidades que debieran cumplir los directores de
sociedades anónimas para ejercer el cargo, la actual normativa no
establece en forma expresa ninguna. Entonces, sólo cabría exigir
que concurran calidades determinadas en los directores, si ello
fuere requerido por los estatutos, lo que es posible ya que ningún
precepto legal los limita en esta materia.
En cuanto a incapaces, aparte de los menores tratados espe-
cialmente en el Nº 1 del art. 35 de la L.S.A. ¿Pueden ser ellos
directores de una sociedad anónima? ¿Son procedentes otras
inhabilidades que las establecidas expresamente por la ley para
los directores? ¿Es posible que sea director de una sociedad anó-
nima una persona jurídica? A estos interrogantes nos referire-
mos a continuación.
Cabe hacer notar, primeramente que la L.S.A. no ha estableci-
do una norma que señale, en cuanto a incapacidades o inhabilida-
des que las únicas aplicables, son aquellas de que tratan los arts.
35 y 36 de la misma ley. Por su parte el art. 37 de la L.S.A. en su
inciso 2º, dispone que el director cesa en su cargo si adquiere una
calidad que lo inhabilite para desempeñar dicho cargo o incurrie-
ra en incapacidad legal sobreviniente. De dicho precepto puede
colegirse, de una parte que cualquiera sea la causa de inhabilidad
que concurra en un director cesa en su cargo, aunque no sea de
aquellas previstas en la L.S.A.
De otro lado, la referencia a incapacidades legales que realiza
el precepto en examen, evidentemente que abarca cualesquier
incapacidad legal aunque no sea de aquellas inhabilidades o inca-
632 SOCIEDADES

pacidades especiales establecidas en la L.S.A. De otro lado, el art. 39,


inc. 1º de la L.S.A., establece una prohibición absoluta para el
director de delegar las funciones de su cargo, de lo cual puede
inferirse que es inhábil para ser director quien no pueda personal-
mente ejercer el cargo.
De lo anterior podemos colegir que puede afectar a un direc-
tor tanto al momento de su elección o como causal sobrevinien-
te, otras incapacidades o inhabilidades distintas de las expresadas
en los arts. 35 y 36 de la L.S.A. Además de los casos específicos
del establecimiento por otras leyes de impedimentos para ejer-
cer el cargo de director de una sociedad anónima, como ocurre
con la situación prevista en el inc. 2º del art. 57 de la Constitu-
ción, existen otras inhabilidades o incapacidades. Si una persona
por su estatuto legal personal debe actuar representada o autori-
zada por otros como en el caso de los dementes o disipadores,
no pueda ejercer personalmente el cargo por enfermedad, pena
de extrañamiento u otra circunstancia, no puede ser elegido
director o cesa en su cargo, si la inhabilidad es sobreviviente.
También de acuerdo a las reglas generales que informan nuestro
derecho, es inhábil para ejercer el cargo de director de una
sociedad anónima, quien tiene incompatibilidad de intereses res-
pecto del interés social que debe velar, por detentar otro cargo o
calidad, incompatible y contrario a ellos, por ejemplo, ser direc-
tor de una empresa de la competencia de aquella que pretende
ser director. Las incapacidades están establecidas en la ley. Las
inhabilidades legales se confunden con las incapacidades espe-
ciales. Pueden haber inhabilidades físicas y jurídicas que impi-
dan o inhabiliten para el ejercicio del cargo de director de una
sociedad anónima, que de acuerdo a la ley debe actuar personal-
mente e incurren en responsabilidad, si no ejercen sus funciones
con la diligencia y cuidado que los hombres emplean ordinaria-
mente en sus propios negocios (art. 41, inc. 1º L.S.A.).
Es tendencia de legislaciones modernas, autorizar que sea
director de una sociedad anónima una persona jurídica. Soste-
nemos que en nuestro derecho las personas jurídicas y en espe-
cial las sociedades pueden actuar ampliamente como sujetos de
derecho. La L.S.A. en forma directa no prohíbe la designación
de personas jurídicas como directores de sociedades anónimas,
pero ciertos preceptos legales parten del supuesto que el direc-
tor es persona natural, como aparece en los casos previstos en
los Nos 1, 3, 4 del art. 35 y Nos 1 a 3 del art. 36 de la L.S.A. Lo
LA SOCIEDAD ANONIMA 633

anterior nos inclina a pensar que solo podrían designarse como


directores, personas jurídicas, que por su ley personal no tuvie-
ren impedimento o inhabilidad, solo si los estatutos sociales ex-
presamente lo permitieran. En efecto, aparece del contexto de
la L.S.A., que dicha ley parte del supuesto que los directores son
personas naturales pero no prohíbe a nivel de una norma de
orden público que los estatutos autoricen designar a personas
jurídicas como directores.

503. Inhabilidades o incapacidades para ser director. Normas especiales


aplicables a toda sociedad anónima

Están establecidas en el art. 35 de la L.S.A. y en otras disposicio-


nes. Tales casos son:
1º Aquellos contemplados en los arts. 55, 56 y 57 de la Consti-
tución Política del Estado. Dichos preceptos establecen incompati-
bilidad entre el cargo de senador y diputado y director de una
sociedad anónima. Si se trata de una sociedad anónima en que el
Estado tenga participación, y el cargo de director lo ejercía el
senador o diputado antes de su elección, cesa en tal cargo de
director. Si el nombramiento de director es sobreviniente, dicho
nombramiento es nulo de pleno derecho. Así lo señalan los arts.
55 y 56 de la Constitución. Si se trata de una sociedad anónima en
que el Estado no tenga participación, el diputado o senador cesa
en su cargo desde el momento que acepta el nombramiento como
director. La Constitución nada dice en cuanto a si un director de
una sociedad anónima es elegido diputado o senador. En tal even-
to solo cabría aplicar la norma del art. 36 Nº 1 de la L.S.A. que
establece la inhabilidad de senadores y diputados de ser directores
de sociedades anónimas abiertas o de sus filiales; o sea cesaría en
tal evento en su cargo como director de una sociedad anónima
abierta o de sus filiales el senador o diputado elegido con poste-
rioridad. No ocurriría tal fenómeno tratándose de sociedades anó-
nimas cerradas.331
2º Los menores de 18 años. Se trata de un caso de incapacidad
establecido en el Nº 1 del art. 35 de la L.S.A.
3º Las personas que se encuentran en las situaciones previstas
en el Nº 2 del art. 35 de la L.S.A., en relación con el art. 77 de la
misma ley y 37 de su Reglamento. Si en una junta de accionistas se
rechaza por dos veces consecutivas un balance, terminan anticipa-
damente las funciones de la totalidad del directorio, aun aquellos,
634 SOCIEDADES

que habían votado en el mismo sentido que la junta, pues la ley


no distingue. Los directores que hubieren aprobado el balance,
rechazado por segunda vez, además quedan inhabilitados para ser
reelegidos como directores titulares o suplentes en dicha socie-
dad, por el período siguiente completo. El art. 37 del Reglamento
pretende, yendo más allá que la ley, limitar la sanción de revoca-
ción en sus cargos solo a los directores que votaron favorablemen-
te el segundo balance objetado por la junta.
4º El Nº 3 del art. 35 de la L.S.A. expresa:
“Las personas encargadas reos o condenadas por delito que
merezca pena aflictiva o de inhabilitación perpetua para des-
empeñar cargos u oficios públicos, y los fallidos o los adminis-
tradores o representantes legales de personas fallidas encargadas
reos o condenadas por delitos de quiebra culpable o fraudulen-
ta y demás establecidos en los arts. 203 y 204 de la Ley de
Quiebras.
La inhabilidad a que se refiere este número cesará desde que
el reo fuere sobreseído o absuelto”.
Las referencias a los arts. 203 y 204 de la Ley de Quiebras, hoy
hay que entenderla a los arts. 232 y 233 de dicha ley, modificada
por la ley 18.175. También en virtud de lo previsto en la ley 18.856,
la expresión reo debe ser entendida como “sometido a proceso”.
5º El Nº 4 del art. 35 de la L.S.A prescribe:
“Los funcionarios fiscales, semifiscales, de empresas u organis-
mos del Estado y de empresas de administración autónoma en las
que el Estado efectúe aportes o tenga representantes en su admi-
nistración, en relación a las entidades sobre las cuales dichos fun-
cionarios ejercen, directamente y de acuerdo con la ley, funciones
de fiscalización o control.
Las personas que adquieran la calidad de funcionarios en
los organismos o empresas públicas indicadas cesarán automáti-
camente en el cargo de director de una entidad fiscalizada o
controlada”.
Cabe por último considerar que las inhabilidades, incapacida-
des e incompatibilidades establecidas en el art. 35 de la L.S.A.,
operan de pleno derecho, sean ellas anteriores o sobrevinientes,
salvo la situación prevista en el inc. 2º del Nº 4 de este precepto,
que establece una norma especial.
LA SOCIEDAD ANONIMA 635

504. Inhabilidades aplicables a directores de una sociedad anónima


abierta o de sus filiales

El art. 36 de la L.S.A. dispone:


“Además de los casos mencionados en el artículo anterior, no
podrán ser directores de una sociedad anónima abierta o de sus
filiales:
1. Los senadores y diputados;
2. Los ministros y subsecretarios de Estado, jefes de servicio y
el directivo superior inmediato que deba subrogar a cada uno de
ellos, con excepción de los cargos de director de las sociedades
anónimas abiertas en las que el Estado, según la ley, deba tener
representantes en su administración, o sea accionista mayoritario,
directa o indirectamente a través de organismos de administra-
ción autónoma, empresas fiscales, semifiscales, de administración
autónoma, o aquellas en que el Estado sea accionista mayoritario.
3. Los funcionarios de la Superintendencia de Valores y Seguros;
4. Los corredores de bolsa y los agentes de valores, salvo en las
bolsas de valores”.
Cabe acotar que la norma del Nº 1 del precepto recién trans-
crita, debe interpretarse en concordancia y primando las normas
constitucionales como se expresa en el número anterior.

505. Derecho a información de los directores

Para el debido ejercicio de los deberes de director de sociedad


anónima, se requiere estar plenamente informado de los antece-
dentes sociales y los negocios de ésta. Este derecho que también
reviste el carácter de deber para el director, está reconocido ex-
presamente en el inc. 2º del art. 39 de la L.S.A. en forma amplia y
plena y puede ejercerse, en cualesquier tiempo. La ley establece
que la obligación de dar información a cada director recae en el
gerente de la sociedad o en quien haga sus veces. La única limita-
ción a este derecho, deber y obligación es que debe ser ejercido
sin afectar la gestión social. Estas atribuciones de obtener informa-
ción se extienden respecto del director de una sociedad matriz, a
las filiales de este, acorde con lo que señala el art. 92 de la L.S.A.
En cuanto al sujeto pasivo de la obligación de dar información
a cada director, la ley la impone a quien haga las veces del geren-
te, pero entendemos que opera aun si falta el gerente en forma
636 SOCIEDADES

temporal o permanente. La obligación de informar al director en


tal evento se radica en quien tenga la administración inmediata de
la compañía, sea bajo el título de subgerente, vicepresidente eje-
cutivo o bajo cualquier título o denominación o de ninguna, siem-
pre que de hecho él ejerza la función indicada.
En cuanto a la limitación atingente a que el ejercicio del dere-
cho no debe afectar la gestión social, lo consideramos en el senti-
do que el director no debe abusar de su derecho, afectando la
gestión social, pues el derecho de información ejercido como co-
rresponde no debiera naturalmente tener tal efecto nocivo.

506. Obligaciones legales de un director

Sólo trataremos aquellas obligaciones individuales de los directo-


res que impone la L.S.A. Las colectivas, aquellas de los directores
actuando como cuerpo colegiado las hemos examinado en la letra
A de este título.
Dividiremos esta materia primeramente precisando las obliga-
ciones específicas impuestas por la ley al director, para luego tra-
tar sobre la diligencia que deben emplear en el ejercicio de sus
funciones. Terminaremos estudiando la responsabilidad que pue-
de acarrear al director el ejercicio de su cargo.

507. Obligaciones legales específicas

La L.S.A. impone individualmente a cada director las siguientes


obligaciones:
1. No delegar sus funciones. Establecida en el inc. 1º del art. 39
de la L.S.A. Ello no obsta al otorgamiento de las delegaciones y
poderes por el directorio, que ya hemos tratado. La ley requiere
que sea el director, personalmente quien ejerza su cargo, sin que
por su propia voluntad pueda hacerse sustituir en sus funciones,
ello sin perjuicio de los directores suplentes que autoriza la ley.
2. Deber jurídico de actuar en resguardo y persiguiendo el interés
social. A esta materia nos hemos referido en el Nº 496, como una
carga que pesa sobre el directorio, como órgano social. Pero los
Nos 1, 6 y 7 del art. 42 de la L.S.A. también la imponen individual-
mente a los directores. El Nº 7 enfatiza que no deben realizar
actos contrarios al interés social aunque fueren legales.
LA SOCIEDAD ANONIMA 637

3. Deben respetar la ley interna de la sociedad, constituida por los


estatutos según lo previsto en el Nº 7 del art. 42 de la L.S.A.
4. A mayor abundamiento la L.S.A., les prohíbe a los directo-
res efectuar o propiciar toda clase de actuaciones ilegales. Así aparece de
lo prescrito en los Nos 3, 4 y 7 del art. 42 de la L.S.A. Lo anterior es
sin perjuicio de la responsabilidad penal que puede recaer por
estos actos en algún director.
5. Obligación de no aprovecharse indebidamente de su cargo
para obtener beneficios personales o para sus cónyuges o parientes,
sociedades relacionadas, en perjuicio de la sociedad. Obligaciones
de esta índole establecen los Nos 2, 5, 6 y 7 del art. 42 de la L.S.A.
Esta obligación se encuentra aumentada y más reglamentada tra-
tándose de directores de sociedades anónimas emisores de valores
de oferta pública, según lo señalan los arts. 164 y siguientes de la
ley 18.045 sobre Mercado de Valores y se refieren a la divulgación
y uso de información privilegiada.
6. Obligación de reserva respecto de los negocios sociales. El
art. 43 de la L.S.A. la establece en los siguientes términos:
“Los directores están obligados a guardar reserva respecto de
los negocios de la sociedad y de la información social a que ten-
gan acceso en razón de su cargo y que no haya sido divulgada
oficialmente por la compañía.
No regirá esta obligación cuando la reserva lesione el interés
social o se refiera a hechos u omisiones constitutivas de infracción
de los estatutos sociales, de la legislación aplicable a las sociedades
anónimas, o de sus normas complementarias”.
Las obligaciones anotadas, no son las únicas que pesan indivi-
dualmente sobre los directores, como puede apreciarse del con-
texto de este título.

508. Diligencia que debe emplear cada director en el ejercicio de sus funciones

La ley le otorga al directorio tratándose de una sociedad anónima


la administración de la compañía y su representación. Ellas son
actividades que debe ejercer el directorio, evidentemente que ajus-
tándose a la ley y con miras de resguardar el interés social. Pero
los directores pueden emplear en estas labores más o menos dili-
gencia o tiempo.
La ley, en el art. 41, inc. 1 de la L.S.A. establece un parámetro
de la diligencia que deben emplear los directores en el ejercicio
638 SOCIEDADES

de sus cargos expresando que deben dedicarle “el cuidado y dili-


gencia que los hombres emplean ordinariamente en sus propios
negocios”. Ello importa que el director debe dedicarse a sus fun-
ciones con el cuidado o diligencia que se emplean ordinariamen-
te en los asuntos o negocios propios.
Evidentemente que la determinación del grado de diligencia
debida en cada caso es una cuestión de hecho.

509. Responsabilidad de los directores 332

Los directores de sociedades anónimas pueden ser sujetos de res-


ponsabilidad penal y en el caso de sociedades fiscalizadas por la
Superintendencia, de sanciones administrativas.
Nosotros, en esta oportunidad indicaremos algunas ideas bási-
cas que inciden en el tema, de la responsabilidad civil de los
directores recordando que en el Nº 500, opinamos que la respon-
sabilidad que estamos examinando es legal y no meramente con-
tractual.
Estas ideas básicas son las siguientes:
1. La responsabilidad es personal de cada director. Cada uno
de ellos responde por sus acciones u omisiones; de su falta de
diligencia, o de su culpa o dolo. Sin embargo, si dos o más direc-
tores incurren en responsabilidad por el mismo hecho, acto u
omisión, ésta tiene el carácter de solidaria, de manera tal que el
acreedor puede cobrar el total del daño a cualesquier director.
Así se desprende de lo prescrito en los arts. 41, inc. 1º y 133 de la
L.S.A.
2. La responsabilidad que puede haber incurrido un director
origina que debe indemnizar todo perjuicio a quien sufrió el
daño, que puede ser la sociedad, los accionistas, o terceros, o
todos o algunos de ellos. Sin embargo, cabe acotar que el art. 41,
inc. 1º, de la L.S.A., en cuanto a actos dolosos o culposos cometi-
dos por el director derivados de falta de diligencia en el ejercicio
de sus funciones, limita la responsabilidad del director solo res-
pecto de la sociedad y a sus accionistas, no otorgándola respecto
de terceros.
3. La acción de resarcimiento de los perjuicios causados por
un director, sea a la sociedad, los accionistas y terceros es transa-
ble o renunciable concurriendo la voluntad del respectivo agravia-
do, de acuerdo a las reglas generales.
LA SOCIEDAD ANONIMA 639

Sin embargo, la ley ha establecido reglas que inciden en esta


materia, expresando los incs. 2º y 3º del art. 41 de la L.S.A. lo
siguiente:
“Es nula toda estipulación del estatuto social y todo acuerdo
de la junta de accionistas que tienda a liberar o limitar la respon-
sabilidad de los directores a que se refiere el inciso anterior.
La aprobación otorgada por la junta general de accionistas a
la memoria y balance presentados por el directorio o a cualquier
otra cuenta o información general, no libera a los directores de la
responsabilidad que les corresponda por actos o negocios deter-
minados; ni la aprobación específica de éstos los exonera de aque-
lla responsabilidad, cuando se hubieren celebrado o ejecutado
con culpa leve, grave o dolo”.
Es dable suponer que si el hecho generador de responsabili-
dad es imputable a un director de la mayoría, ésta y la sociedad no
la harán valer. Ello no obsta a las acciones o derechos de la mino-
ría en contra del infractor o los terceros en su caso y de lo expues-
to en el art. 133 bis agregado por la ley 19.705 al que nos
referiremos en el Nº 574.

510. Presunciones de culpabilidad

El art. 45 de la L.S.A. establece casos en que se presume la culpa


de los directores. Estas presunciones son simplemente legales. Pue-
den desvirtuarse con prueba en contrario.
Dichos casos son:
1. Si la sociedad no llevare libros de contabilidad o registros.
La norma se refiere a los libros de contabilidad obligatorios, al
registro de accionistas y a aquel mencionado en el art. 135 de la
L.S.A. los libros de actas de sesiones del directorio y de juntas de
accionistas. No se trata del extravío o pérdida de estos anteceden-
tes, sino sencillamente que ellos no sean llevados sea en su totali-
dad o alguno de ellos. Si tales omisiones producen daños, se
presume la culpabilidad de los directores.
La prueba contraria tendiente a desvirtuar directamente esta
presunción deberá consistir en acuerdos del directorio o mocio-
nes de directores tendientes a cumplir las obligaciones legales
respectivas, que pesan fundamentalmente en el gerente.
Se relacionan a esta materia lo previsto en el Nº 9 del art. 219
de la Ley de Quiebras.
640 SOCIEDADES

2. Si se reparten dividendos provisorios habiendo pérdidas


acumuladas, respecto de los directores que concurrieron al
acuerdo respectivo y ello causa perjuicio a la sociedad o a sus
acreedores. Se trata de una clara infracción legal, pues el art. 78,
inc. 2º de la L.S.A., no permite el reparto de dividendos defini-
tivos habiendo pérdidas acumuladas. Menos aún pueden repar-
tirse dividendos provisorios, como lo señala el inciso segundo
del art. 79 de la L. S. A. Sin embargo, aunque no hayan pérdi-
das acumuladas pasadas pueden incurrir en culpa los directo-
res en caso de reparto de dividendos provisorios, si el respectivo
ejercicio arrojare pérdidas o la utilidad no fuera suficiente para
cubrir la totalidad de los dividendos provisorios. Pero en tal
evento no hay presunción de culpabilidad. En estos casos, ade-
más, habiendo quiebra puede haber responsabilidad penal de
los directores acorde con lo previsto en el inc. 2º del art. 232
de la Ley de Quiebras.
3. Si la sociedad ocultare sus bienes, reconociere deudas su-
puestas o simulare enajenaciones. Existe responsabilidad penal
por estos hechos establecida en el art. 466 del Código Penal y en
el art. 220 Nº 3 de la Ley de Quiebras. Se trata del caso, que la
sociedad como tal y no alguno de sus personeros efectuare estos
actos ilícitos, por acuerdos de su directorio o mediante sus per-
soneros con instrucción o conocimiento de algún director.
4. El caso que trata el inc. final del art. 45 de la L.S.A., lo
hemos tratado con mayor extensión en el Nº 499 que precede.

511. Exoneración de responsabilidad mediante oposición

El art. 48, inc. 4 de la L.S.A. permite al director que quiera salvar


su responsabilidad por un acto o acuerdo del directorio, hacer
constar en el acta respectiva su oposición debiendo darse cuenta
de ello en la próxima junta de accionistas. Se exime el director de
responsabilidad si vota en contra del acuerdo que la origine y ello
consta en acta.
Si el director se abstiene, a nuestro entender sólo incurre en
responsabilidad si el acto cuya realización se objeta de ilegal o
inconveniente se lleva a efecto por haberse alcanzado la mayoría,
gracias a la abstención o si tratándose de una falta por omisión de
un acto que la ley obliga a realizar. En ningún caso un director
tiene responsabilidad por actos del directorio que no ha participa-
LA SOCIEDAD ANONIMA 641

do, por aplicación de la regla general que cada persona responde


de sus propios actos.

C. DEL GERENTE

512. Concepto de gerente

Según el art. 237, inc. 1º del Código de Comercio, factor es el


gerente de un negocio o establecimiento comercial o fabril, o
parte de él que lo dirige o administra según su prudencia por
cuenta de su mandante. En el caso de la sociedad anónima, la
administración de ella está radicada en el directorio y no en el
gerente, el cual de acuerdo con el art. 49, inc. 1º de la L.S.A. debe
designarlo y fijarle sus atribuciones. O sea, no consideramos apli-
cable al gerente de una anónima, la disposición del Código de
Comercio en cuanto ella indica que el gerente administra según
su prudencia. El gerente de una sociedad anónima, además de
que su administración la debe ejercer prudentemente, está obliga-
da a ajustarse a las instrucciones del directorio, las que pueden ser
generales o específicas, sin perjuicio de su derecho de oposición
tratándose de instrucciones ilegales.
Consideramos que en vista de lo prescrito principalmente en
el art. 49 de la L.S.A. el directorio de una sociedad anónima está
obligado a designar al menos a un gerente, entendiendo por tal a
una persona a cargo de la administración inmediata de la socie-
dad en su giro ordinario. A este gerente, se le denomina gerente
general.
Lo anterior no obsta a que el directorio puede designar otros
gerentes o subgerentes, señalándoles sus atribuciones.

513. Disposiciones legales aplicables a los gerentes

Reglamentan especialmente a los gerentes de sociedades anóni-


mas los arts. 49 y 50 de la L.S.A. Esta última disposición hace
aplicables a los gerentes, en general y en cuanto sean compatibles
con las responsabilidades propias del cargo o función los precep-
tos relativos a los directores que se señalan expresamente en la
norma citada. En subsidio se aplican las normas legales relativas a
los gerentes del Código de Comercio.
642 SOCIEDADES

514. Vínculos jurídicos entre gerente y la sociedad

La naturaleza de los vínculos jurídicos entre la sociedad y el ge-


rente están determinados por lo que se haya estipulado entre la
sociedad y dicho gerente. Dicho pacto es generalmente en un
contrato de trabajo o de prestación de servicios.
En subsidio de estipulación creemos que los vínculos jurídicos
son los del mandato o poder mercantil regido por el Código de
Comercio y en especial por las reglas aplicables a los factores.

515. Principales atribuciones y obligaciones legales del gerente general

Las leyes de diversa índole son profusas en cuanto establecen


obligaciones que pesan sobre los administradores o gerentes.
Nosotros solo nos referiremos a las principales atribuciones
del gerente general de una sociedad anónima indicadas en la ley
que las rige.
Como atribuciones legales podemos citar las siguientes:
a) La representación judicial de la sociedad con las atribucio-
nes de ambos incisos del art. 7 del Código de Procedimiento Civil,
consagrada como norma de orden público por el art. 49, inciso 2º
de la L.S.A. y 8 del Código de Procedimiento Civil que no puede
ser derogada por los estatutos, ni por acuerdo del directorio.
b) Derecho a voz en las sesiones de directorio, respondiendo
civilmente con los directores de todos los acuerdos perjudiciales a
la sociedad y a los accionistas cuando no constare su opinión
contraria en acta.
Como obligaciones legales del gerente general podemos men-
cionar las siguientes:
a) En general, tiene las mismas obligaciones que los directores
con la sociedad y sus accionistas, acorde con lo que dispone el
art. 50 de la L.S.A.
b) La obligación principal del gerente que emana de su cargo,
es la administración inmediata de los negocios del giro de la socie-
dad, siguiendo las directrices que le dé el directorio, debiendo
emplear el celo y diligencia que emplean normalmente los hom-
bres en sus propios negocios (arts. 237 y 340 del Código de Co-
mercio en relación con los arts. 39 inc. 1º, 41 y 50 de la L.S.A.).
c) En general en cuanto a inhabilidades incapacidades y pro-
hibiciones pesan sobre el gerente las mismas que respecto de un
LA SOCIEDAD ANONIMA 643

director de sociedad anónima, con los agregados establecidos en


el inciso final del art. 49 de la L.S.A.
Es incompatible el cargo de gerente con el de presidente,
contador o auditor de la sociedad y en las abiertas también con el
cargo de director.
d) Dentro de las múltiples obligaciones específicas que la L.S.A.
impone al gerente podemos citar: proporcionar los antecedentes
sociales requeridos por un director (art. 39, inc. 1º); intervenir en
las transferencias de acciones (art. 17 del Reglamento); custodiar
los antecedentes sociales (art. 50, inc. 2º). Cabe mencionar dentro
de las obligaciones que le impone el Código de Comercio, la
relativa a la contabilidad (art. 341).

NOTAS DEL TITULO VI DEL CAPITULO X

314. Estas diversas funciones en algunos países se ejercen por distintos órganos
sociales.
315. Ripert et Roblot, ob. cit., tomo I, págs. 951 y siguientes; Rodrigo Uria y
otros, Comentario al régimen legal de las sociedades mercantiles, tomo VI, págs. 44
y siguientes. Francisco Galgano, Derecho Comercial, “Las sociedades”, volu-
men III, pág. 371.
316. Villegas, ob. cit., tomo II, pág. 411.
317. Guillermo Cabanellas de las Cuevas, ob. cit, “Los órganos societarios”, tomo
IV, págs 216 y 569.
318. Ver Narváez, ob. cit., págs. 265 y 330.
319. Ver von Gierke, ob. cit., vol. 1, pág. 442, nota 165. Galgano expresa la
misma idea, pero señalando que no opera la responsabilidad en caso de
dolo del tercero, ob. cit., tomo II, pág. 370.
320. Ver David Stitchkin, ob. cit., Nos 15 y 16, págs. 37 y siguientes; Ver Nº 441,
letra b).
321. Sobre diversas teorías relativas a los vínculos de la sociedad con el directo-
rio, ver Miguel A. Sasot y Miguel P. Sasot, Sociedad Anónima. El órgano de
administración, pág. 369.
322. Ver supra Nº 484.
323. Tratan sobre el “interés social”, doña Mónica Roimisier, El interés social en la
sociedad anónima, págs. 3 a 51; Barrera, ob. cit., Nº 151, págs. 540 y siguien-
tes; y Ascarelli, ob. cit., pág. 325. Galgano, ob. cit., volumen II, págs. 393 y
siguientes.
324. Francesco Galgano, ob. cit., volumen II, pág. 293.
325. Las obligaciones de información al público, bolsas de valores y a la Superin-
tendencia de Valores y Seguros que deben proporcionar los emisores de
efectos de oferta pública, están contenidas en la ley 18.045, sobre Mercado
644 SOCIEDADES

de Valores, art. 8 (sobre informaciones necesarias para inscribir un emisor


en el Registro de Valores), art. 9 (obligación de divulgar informaciones
esenciales); art. 10 (Periodicidad de informaciones que se refleja en las
llamadas FECU. Art. 103 y 131 (información de las emisiones de bonos).
Estas obligaciones han sido reglamentadas por la Superintendencia funda-
mentalmente en la Norma de Carácter General Nº 30 de 10 de noviembre
de 1989, que ha sufrido modificaciones.
326. Igual situación en legislación española, Ver Rodrigo Uria y otro, ob. cit.,
tomo VI, pág. 102.
327. Guillermo Carey en su obra De la sociedad anónima y la responsabilidad civil de
los directores, págs. 97 a 101; y Raúl Varela Morgan, “Responsabilidad Gene-
ral de los directores y gerente de Sociedades Anónimas”, opúsculo no pu-
blicado, Conferencias Cenexi, 1992, págs. 10 y 11, se pronuncian en favor
de la tesis contractualista; Julio Chaná Cariola, “Responsabilidades y atribu-
ciones legales de directores de bancos y sociedades anónimas”, opúsculo no
publicado. Conferencias Cenexi, 1987, pág. 3, y Manuel Vargas Vargas,
“Responsabilidad de los directores de sociedades anónimas”, opúsculo no
publicado, Conferencias Cenexi, pág. 6, se pronuncian en favor del vínculo
legal.
328. La Corte Suprema ha dictaminado que el reparto de remuneraciones al
directorio no autorizadas por los estatutos puede ser constitutiva de delito.
Fallos del Mes, Nº 323.851, pág. 707; Ver Carey, ob. cit., pág. 133.
329. Opinión contraria de la Superintendencia, oficio Nº 6326, 5.11.82; oficio
Nº 7241, 17.12.82, y oficio de fecha 13.3.82; Ver Carey, ob. cit. pág. 134.
330. Ver Julio Olavarría, ob. cit., Nº 446, pág. 373; y oficio 530 de 25 de Julio de
1944 de la antigua Superintendencia de Sociedades Anónimas, publicado
en la obra citada de Rafael Cañas, Nº 183, pág. 262. El antiguo art. 457 del
Código de Comercio, establecía que los directores podían o no ser socios y
los arts. 93 y 96 del D.F.L. 251 modificado por la ley 17.308 del año 1970
establecían ciertas inhabilidades e incompatibilidades para ser director.
331. Mayor detalle sobre el punto en fallo del Tribunal Constitucional de fecha
7 de Diciembre de 1994, en causa seguida contra el senador Sr. Francisco
Javier Errázuriz.
332. Sobre responsabilidad de los directores, ver Guyenot, ob. cit., tomo I, pág.
400, y Mariano Gagliardo, Responsabilidad de los directores de la sociedad
anónima.
LA SOCIEDAD ANONIMA 645
TITULO VII

FISCALIZACION DE LA ADMINISTRACION

516. Aspectos generales. 517. Plan de desarrollo. 518. El estatuto y las facultades
de fiscalización. 519. Derechos de fiscalización de los accionistas. 520. Sistema
mínimo de fiscalización propio de las sociedades anónimas cerradas. 521. Siste-
ma mínimo de fiscalización propio de las sociedades anónimas abiertas. 522.
Normas comunes aplicables a auditores externos e inspectores de cuentas. 523.
Fiscalización por comité de directores. 524. Fiscalización por la Superintenden-
cia de Valores y Seguros.

516. Aspectos generales

Una sociedad anónima puede estar fiscalizada para múltiples fines


por diversas autoridades. En efecto, están controladas con fines
tributarios, de legislación laboral y otros. Ciertas sociedades anóni-
mas están sujetas además a sistemas especiales de fiscalización,
tales como los bancos, compañías de seguros, sociedades adminis-
tradoras de fondos de pensiones y otras.
Nosotros en este título nos ocupamos solamente y en grandes
líneas de la fiscalización de la sociedad anónima, en general y con
fines societarios.
En el derecho comparado existen múltiples sistemas de fiscali-
zación de la sociedad anónima.333 Las diversas legislaciones otor-
gan ciertos derechos de fiscalización al accionista, algunas requieren
de órganos sociales de fiscalización permanente tales como juntas
de vigilancia (Alemania y Francia), colegio sindical (Italia). Otras
establecen órganos internos de fiscalización bajo la denominación
de inspectores o comisarios de cuentas, elegidos por la junta gene-
ral de accionistas. En ciertos países se reconoce a la minoría, diez
por ciento o más el derecho a pedir la designación judicial de
comisarios.334 También en algunos ordenamientos jurídicos, se
conceden facultades fiscalizadoras a la justicia, pudiendo citarse al
efecto, dentro de América Latina, a Ecuador y Perú, a los Estados
Unidos de América, Gran Bretaña, Italia y Alemania.335 Por últi-
mo, algunas legislaciones establecen órganos estatales a cargo de
la fiscalización de las sociedades anónimas, tales como el “Board
Trade” de Inglaterra. Organismos controladores con diversos nom-
bres existen en la mayoría de los países de América Latina.336
Nuestra legislación otorga limitadas facultades de fiscalización
al accionista. No se contempla en la ley en la sociedad anónima,
órganos sociales permanentes que tengan a su cargo la fiscaliza-

645
646 SOCIEDADES

ción de la administración de la sociedad anónima. Sólo son exigi-


dos por la ley en la en comandita por acciones y en la cooperativa.
Respecto de toda sociedad anónima, la ley establece como obliga-
toria su fiscalización por inspectores de cuentas y en ciertos casos
contadores-auditores. Los segundos pueden suplir a los primeros.
La ley chilena no ha otorgado facultades fiscalizadoras a los tribu-
nales, sin perjuicio de las atribuciones jurisdiccionales para resol-
ver conflictos societarios y de las medidas cautelares, que
examinaremos en el Título XII de este capítulo. A ciertas socieda-
des anónimas, nuestra ley les impone un sistema de fiscalización
externa, mediante organismos estatales denominados “Superin-
tendencia”.

517. Plan de desarrollo

Estudiaremos esta materia, refiriéndonos primeramente a las posi-


bilidades que tiene el estatuto para establecer normas sobre fisca-
lización.
Más adelante señalamos las normas legales que permiten acce-
der a la información necesaria para el ejercicio de la fiscalización
por parte de los accionistas.
Luego examinaremos los sistemas mínimos legales de fiscaliza-
ción interna de las sociedades anónimas abiertas y cerradas. Para
terminar nos referiremos a algunos aspectos de la fiscalización
externa que ejerce la Superintendencia de Valores y Seguros so-
bre algunas sociedades anónimas.

518. El estatuto y las facultades de fiscalización

El Nº 6 del art. 4 de la L.S.A. permite a los estatutos expresar la


organización y modalidades de la fiscalización de la administra-
ción por parte de los accionistas, sin perjuicio de la disposición
general que establece el Nº 12 del mismo precepto que autoriza al
estatuto contener los demás pactos que acuerden los accionistas.
Los estatutos en cuanto ellos puedan establecer normas de
fiscalización adicionales a las mínimas legales, debe respetar las
reglas de orden público contenidas en el Título V de la L.S.A. que
a continuación expresaremos. Podemos afirmar, en términos ge-
nerales que los estatutos pueden establecer normas más estrictas
LA SOCIEDAD ANONIMA 647

que las mínimas establecidas por la ley, entre ellas organismos


permanentes de fiscalización, como juntas de vigilancia, fijándole
sus atribuciones que deben ser las propias de este tipo de órgano,
sin invadir las de otros organismos sociales, como las facultades de
administración y representación privativas del directorio y aque-
llas que corresponden por ley y en forma exclusiva a las juntas de
accionistas.
También, en principio, pensamos que en el estatuto se pue-
den contener normas que posibiliten a la minoría tener acceso al
nombramiento de inspectores de cuentas o auditores externos,
punto que tratamos con mayor detención al tratar de las Juntas de
Accionistas.

519. Derechos de fiscalización de los accionistas

Sin perjuicio de lo ya dicho en los Nos 454 a 456 que preceden


sobre la obligación de información del directorio a los accionistas
y del derecho de voz y voto de los accionistas en las Juntas, que
trataremos en el párrafo siguiente, que también se relacionan de
alguna manera con facultades fiscalizadoras, el art. 54 de la L.S.A.,
complementado por el art. 61 de su Reglamento imponen obliga-
ciones a toda sociedad anónima que dicen relación con informa-
ción a sus accionistas, para que éstos puedan efectuar funciones
contraloras de la administración.
Dentro de los 15 días anteriores a una junta ordinaria deben
quedar a disposición de los accionistas, en las oficinas de la admi-
nistración de la sociedad, la memoria, balance, inventario, actos y
libros y los informes de los inspectores de cuentas o auditores
externos en su caso, tanto de la sociedad como de sus filiales. A
este último derecho se refiere el art. 61 del Reglamento.
El precepto en estudio enfatiza, que los accionistas solo en tal
oportunidad pueden examinar tales antecedentes. Ello debe en-
tenderse sin perjuicio de las otras fuentes de información que la
ley otorga a los accionistas y de las medidas judiciales que pueden
decretarse en caso de conflictos sociales.
En los incisos finales del art. 54 de la L.S.A. y 61 de su regla-
mento, se permite al directorio, con el acuerdo de las 3/4 de los
directores en ejercicio dar el carácter de reservado a ciertos docu-
mentos que se refieran a negociaciones aún pendientes, que al
conocerse pudieran perjudicar el interés social. Se trata de una
648 SOCIEDADES

norma excepcional que debe interpretarse restrictivamente. Se


pena especialmente al director que dolosa o culpablemente con-
curra con su voto favorable a la reserva con la responsabilidad
solidaria de los perjuicios que se ocasionaren.

520. Sistema mínimo de fiscalización propio de las


sociedades anónimas cerradas

Tratan esta materia los arts. 51 y 53 inciso 1 de la L.S.A. y los arts.


43 a 47 de su Reglamento.
Las funciones de los inspectores de cuentas consisten en su
obligación de examinar la contabilidad, balance, inventario y esta-
dos financieros e informar por escrito a la próxima junta ordina-
ria sobre el cumplimiento de su cometido. Además, los inspectores
de cuentas pueden, vigilar las operaciones sociales y fiscalizar las
actuaciones de los administradores y el fiel cumplimiento de sus
deberes legales, reglamentarios y estatutarios. Así, lo señala en el
art. 51 de la L.S.A. Además tienen otras funciones que examinare-
mos en el Nº 522.
Entendemos que la obligación de los inspectores en relación
con el examen de papeles y antecedentes contables y financieros,
no abarca solo aspectos formales, como aquel de estar la contabili-
dad en regla, contando con los comprobantes respectivos, sino
que también comprende aspectos de fondo, tales como constata-
ción de operaciones riesgosas, de operaciones fuera del giro social
o que tengan el carácter de ilegales y en general cualesquier as-
pecto de trascendencia que una persona prudente puede conside-
rar que debe ser conocido por la junta de accionistas.
Resulta curioso, dada su trascendencia, que la misión fiscaliza-
dora de los inspectores de cuentas sobre las actuaciones de los
administradores, sea facultativa y no imperativa y que se deje a los
estatutos darle el carácter de permanente o transitoria según lo
prescribe el art. 51 y el inc. 2 del art. 52 de la L.S.A.
Consideramos que el sistema de fiscalización mediante los ins-
pectores de cuentas en nuestro país ha resultado inoperante y que
de hecho no funciona.
Anotamos a continuación las circunstancias que en nuestra
opinión han hecho inoperante esta fiscalización.
1. Para opinar sobre aspectos contables, financieros y de admi-
nistración de una sociedad anónima, es necesario contar con cier-
LA SOCIEDAD ANONIMA 649

tos conocimientos básicos. Los requisitos mínimos que deben cum-


plir los inspectores de cuentas establecidos por los arts. 43 a 45 del
Reglamento, no dan garantía alguna de idoneidad para el ejerci-
cio del cargo.
2. Los inspectores de cuentas son designados por la misma ma-
yoría que elige a los administradores, a quienes corresponde fiscali-
zar; lo que hace difícil que ejerzan su ministerio con eficacia.
3. Ni la ley, ni el Reglamento establecen algún sistema de
remuneración al inspector de cuentas. Por ende, su remuneración
normalmente será fijada por acuerdos entre el inspector con la
administración que le toca fiscalizar, lo que por un lado hace
difícil que pueda exigirse dedicación en sus labores de fiscaliza-
ción y que de otro lado estén dispuestos a criticar a quienes le
pagan.
Por último, cabe agregar que el art. 46 del Reglamento impo-
ne a los inspectores de cuentas responsabilidad frente a los accio-
nistas hasta de la culpa leve, por los perjuicios que causaren a los
accionistas con ocasión de sus actuaciones o informes.
El art. 44 del mismo Reglamento les permite a los inspectores
de cuentas concurrir a las juntas de accionistas, con derecho a voz,
solo teniendo derecho a voto si son accionistas y como tales.

521. Sistema mínimo de fiscalización propio de las


sociedades anónimas abiertas

Se refieren al tema los arts. 52 y 53 de la L.S.A. y los artículos 48 a


55 del Reglamento.
Estas normas exigen como sistema mínimo de fiscalización de
las sociedades anónimas abiertas, que ella se realice por “auditores
externos” permitiéndose que los estatutos, adicionalmente con-
templen la existencia de inspectores de cuentas.
Las funciones legales de los auditores externos son las mismas
de los inspectores de cuentas que hemos señalado en el número
anterior y que indicamos en el siguiente.
Los auditores externos son elegidos por la junta ordinaria de
accionistas entre los inscritos en el registro que para este fin lleva
la Superintendencia. Ellos están sujetos a la fiscalización del insti-
tuto contralor. Los artículos 48 a 49 y 51 del Reglamento indican
las calidades que deben cumplir los auditores para poder inscri-
birse en el Registro que de ellos lleva la Superintendencia. El
650 SOCIEDADES

art. 53 del mismo Reglamento se ocupa de las facultades de la


Superintendencia de suspender o cancelar las inscripciones de los
auditores, habida consideración de la idoneidad y del cumpli-
miento de sus labores.
Los auditores externos pueden revisar, al igual que los inspec-
tores de cuentas todos los antecedentes de ella y además el art. 54
del Reglamento les permite las mismas funciones respecto de las
filiales.
Los arts. 55 a 57 del Reglamento precisan funciones de los
auditores, sin perjuicio de las que deriven de instrucciones que ha
dado o puede dar la Superintendencia en el ejercicio de las atri-
buciones que le otorga al organismo contralor la letra k) del art. 4
del D.L. 3538 del año 1980, orgánico de la Superintendencia.
Los defectos más trascendentes que le encontramos a este siste-
ma es que establece una fiscalización que generalmente se realiza a
posteriori; y además que no es permanente. Por otro lado, la desig-
nación de los auditores la realiza la misma mayoría que nombra a
los administradores, aspectos, que como lo hemos expresado en el
Nº 518 consideramos que pueden ser paliados en los estatutos.
Cabe acotar que la letra l) del art. 4º del D.L. 3538 del año
1980, confiere a la Superintendencia la facultad de designar audi-
tores externos para que realicen las tareas que específicamente se
les asigne. La minoría puede instar, en los casos que justifique,
que la Superintendencia ejerza tales atribuciones.

522. Normas comunes aplicables a auditores externos


e inspectores de cuentas

Estas normas son:


a) Deben presentar sus informes con antelación de 15 días a la
fecha de celebración de la Junta, según lo señala el art. 57 del
Reglamento;
b) El art. 59 del mismo Reglamento, da normas sobre la reser-
va que deben guardar sobre los negocios sociales, y les impone en
forma expresa que sin perjuicio de tal reserva, se mantiene “su
obligación de informar a los accionistas sobre el cumplimiento de
su cometido y de denunciar a las autoridades judiciales y adminis-
trativas competentes, los delitos y las irregularidades o anomalías
que a su juicio existieren en la administración o contabilidad de la
sociedad”. Los auditores que puede designar la Superintendencia
LA SOCIEDAD ANONIMA 651

también tienen obligación de reserva, según lo señala el inc. 2º de


la letra l) del D.L. 3538 del año 1980.
c) El art. 60 del Reglamento comprende dentro de la fiscaliza-
ción de la Superintendencia a los inspectores de cuentas que pue-
dan designar las sociedades anónimas abiertas, norma que
concuerda con la atribución que le otorga a la Superintendencia
la letra k) del art. 4 de su Ley Orgánica.

523. Fiscalización por comité de directores

Además de las normas ya dichas, la ley 19.705 agregó a la L.S.A. el


artículo 50 bis que establece una adicional forma de fiscalización
en los siguientes términos:
“Las sociedades anónimas abiertas deberá designar el comités
de directores a que se refiere este artículo, cuando tengan un
patrimonio bursátil igual o superior al equivalente a 1.500.000
unidades de fomento.
Si durante el año se alcanzare el patrimonio a que se refiere el
inciso anterior, la sociedad estará obligada a designar comité a con-
tar del año siguiente; si se produjere una disminución del patrimo-
nio bursátil a un monto inferior al indicado, la sociedad no estará
obligada a mantener comités a contar del año siguiente.
El comité tendrá las siguientes facultades y deberes:
1) Examinan los informes de los inspectores de cuentas y
auditores externos, según corresponda, el balance y demás esta-
dos financieros presentados por los administradores o liquidado-
res de la sociedad a los accionistas, y pronunciarse respecto de
éstos en forma previa a su presentación a los accionistas para su
aprobación.
2) Proponer al directorio, los auditores externos y los clasifica-
dores privados de riesgo, en su caso, que serán sugeridos a la junta
de accionistas respectiva. En caso de desacuerdo con el comité, el
directorio podrá formular una sugerencia propia, sometiéndose
ambas a consideración de la junta de accionistas.
3) Examinar los antecedentes relativos a las operaciones a
que se refieren los artículos 44 y 89 y evacuar un informe respec-
to a esas operaciones. Una copia del informe será enviada al
presidente del directorio quien deberá dar lectura a dicho infor-
me en la sesión citada para la aprobación o rechazo de la opera-
ción respectiva.
652 SOCIEDADES

4) Examinar los sistemas de remuneraciones y planes de com-


pensación a los gerentes y ejecutivos principales.
5) Las demás materias que señale el estatuto social, o que le
encomiende una junta general de accionistas o el directorio en su
caso.
El comité debe estar integrado por 3 miembros, la mayoría de
los cuales deberán ser independientes al controlador. En caso que
hubiere más directores con derecho a integrar el comité, en la
primera reunión del directorio después de la junta de accionistas
en que se haya efectuado su elección, los mismos directores resol-
verán, por unanimidad, quienes lo habrán de integrar. En caso de
desacuerdo, se decidirá por sorteo.
Los directores vinculados al controlador podrá constituir ma-
yoría si la cantidad de directores independientes no fuere sufi-
cientes para lograrla.
Se entenderá que el directorio es independiente cuando, al
sustraer de su votación los votos provenientes del controlador o
de sus personas relacionadas, hubiese resultado igualmente elec-
to.
Las deliberaciones, acuerdos y organización del comité se regi-
rán, en todo lo que les fuere aplicable, por las normas relativas a
las sesiones de directorio de la sociedad. El comité comunicará al
directorio la forma en que solicitará información, así como tam-
bién sus acuerdos.
Los directores integrantes del comité serán remunerados. El
monto de la remuneración será fijado anualmente en la junta
extraordinaria de accionistas, acorde con las funciones que le co-
rresponda desarrollar.
La junta ordinaria de accionistas determinará un presupuesto
de gastos de funcionamiento del comité y sus asesores, y éste po-
drá requerir la contratación de la asesoría de profesionales para el
desarrollo de sus labores, conforme al referido presupuesto.
Las actividades que desarrolle el comité y los gastos en que
incurra, incluidos los de sus asesores, serán presentados en la
memoria anual e informados en la junta ordinaria de accionistas.
Las actividades que desarrolle el comité en ejercicio de las
funciones que señala este artículo, además de la responsabilidad
inherente al cargo de director, responderán solidariamente de los
perjuicios que causen a los accionistas y a la sociedad.
Las sociedades anónimas abiertas que no tengan el patrimo-
nio mínimo señalado en el inciso primero, podrá acogerse volun-
LA SOCIEDAD ANONIMA 653

tariamente a las normas precedentes, en ese caso, deberán cum-


plirse estrictamente con las disposiciones de este artículo”.
Por “patrimonio bursátil” habrá que entender el valor en la
bolsa del total de las acciones emitidas y pagadas de la compañía.

524. Fiscalización por la Superintendencia de Valores y Seguros

El estudio del ente contralor, excede con mucho los ámbitos de


esta obra. En efecto, esta materia contiene aspectos de derecho
administrativo. Además la labor fiscalizadora de la Superintenden-
cia abarca también sociedades anónimas especiales, tales como las
Bolsas de Comercio, Cámaras de Compensación, Fondos Mutuos,
compañías de seguros, mercado de valores y otros.
En este número nos limitaremos a señalar algunas característi-
cas básicas de la fiscalización de la Superintendencia en cuanto
interesan a las sociedades anónimas generales sometidas a ella.
La Superintendencia de Valores y Seguros se encuentra regida
por su ley orgánica contenida en el D.L. 3538 del año 1980. Es
una institución autónoma con personalidad jurídica y patrimonio
propio, que se relaciona con el Gobierno a través del Ministerio
de Hacienda. Su finalidad es “velar porque las personas o institu-
ciones fiscalizadas, desde su iniciación hasta el término de su liqui-
dación, cumplan las leyes, reglamentos y otras disposiciones que
las rijan”. Así lo señalan los arts. 1 y 4, inc. 1º del D.L. 3538, del
año 1980.
En cuanto a cuáles son las sociedades anónimas generales su-
jetas a su fiscalización, ellas son las sociedades anónimas abiertas,
las que voluntariamente han acordado someterse a las normas de
las sociedades anónimas abiertas y las sociedades anónimas cerra-
das que emiten valores de oferta pública.337
Las principales atribuciones de la Superintendencia relaciona-
das con la materia en estudio, en nuestra opinión, son las siguien-
tes:
a) Interpretar administrativamente, en materia de su compe-
tencia las leyes, reglamentos y demás normas que rigen a las per-
sonas o entidades fiscalizadas, impartirles instrucciones y dictar
órdenes para su aplicación y cumplimiento (art. 4 letras a) y k)
del D.L. 3538 del año 1980).
b) Sancionar administrativamente a las entidades fiscalizadas
las que puedan ser aplicadas a ella, a sus directores, gerentes,
654 SOCIEDADES

dependientes, inspectores de cuentas, liquidadores y auditores ex-


ternos, de conformidad a lo que establecen al efecto los arts. 27,
28 y siguientes del D.L. 3538 y art. 53 del Reglamento de la L.S.A.
Debemos acotar que la sanción de revocación de la autoriza-
ción de existencia que contemplan dichas normas solo afecta a
aquellas sociedades anónimas especiales que requieren para su
existencia legal de autorización de la Superintendencia.
c) Control jurisdiccional. Tanto respecto de las sanciones que
aplique la Superintendencia como en relación con las normas
generales, instrucciones, comunicaciones, resoluciones u omisio-
nes la legislación contempla recursos contenciosos administrativos
especiales para impugnarlos en los arts. 30, 44, 45 y 46 del D.L.
3538 del año 1980.
d) Facultades inspectivas para conocer de los antecedentes
sociales. La ley otorga atribuciones muy amplias a la Superinten-
dencia con tal fin y además para garantizar su eficaz ejercicio
establece apremios en caso de entorpecimientos e incumplimien-
tos. A facultades de esta especie se refieren las letras d, f, g y h del
art. 4º del D.L. 3538 del año 1980. Los procedimientos de apre-
mio están reglamentados en el art. 26 del mismo cuerpo legal.
Además en el inciso 3º, del recién citado artículo se configura un
delito penal en caso de prestarse declaraciones falsas ante la Su-
perintendencia.
e) Atribuciones en relación a normas contables. Están tratadas
en la letra e) del art. 4º del D.L. 3538 del año 1980, que tratare-
mos con mayor extensión en el párrafo X de este título.

NOTAS DEL TITULO VII DEL CAPITULO X

333. Ver Felipe de Solá Cañizares, ob. cit., tomo III, págs. 411 y siguientes.
334. Tal es el caso del derecho francés, ver arts. 226 y siguientes de la ley sobre
Sociedades Comerciales de 24 de Julio 1966;
335. Felipe de Solá Cañizares, ob. cit., tomo III, págs. 422 y siguientes; arts. 148 y
siguientes de la ley peruana de sociedades, 16.123 de 1966.
336. Felipe de Solá Cañizares, ob. cit., tomo III, págs. 413 y siguientes, y 419 y
siguientes.
337. Los arts. 3, letra e) del D.L. 3538 del año 1980; el art. 2 inc. 4º de la L.S.A. y
el art. 2 de la ley 18.045 sobre Mercado de Valores, establecen normas
sobre la fiscalización que estamos comentando.
LA SOCIEDAD ANONIMA 655
TITULO VIII

DE LAS JUNTAS DE ACCIONISTAS

525. Aspectos generales. 526. Atribuciones de la junta de accionistas. 527. Limita-


ciones a las funciones de las juntas. 528. Fuerza legal de los acuerdos de las
juntas. 529. El derecho a voto. 530. Clases de juntas, ordinarias, extraordinarias y
especiales. 531. Materias de junta ordinaria y extraordinaria. 532. Convocatoria.
533. Citación a juntas. 534. Asistencia. 535. Representación en las juntas. 536.
Calificación de poderes y representaciones. 537. Quórum para sesionar. 538.
Quórum para tomar acuerdos. Regla general y casos especiales. 539. Formalida-
des de celebración de las juntas.

525. Aspectos generales

En los inicios de las sociedades de capital, cuando no se distinguía


entre en comandita por acciones y anónima propiamente tal, la
carta del rey otorgaba amplias facultades al administrador para el
manejo de los negocios de la compañía. Generalmente a las juntas
sólo se les reconocían atribuciones en relación con la aprobación
o rechazo de las cuentas del administrador.
En el siglo XIX, el Código de Comercio de Napoleón al dife-
renciar la anónima de la en comandita por acciones, quizás por
influencia de las asambleas o convenciones de la revolución fran-
cesa, dio a las asambleas o juntas de accionistas el papel o rol de
órgano máximo y superior de la sociedad anónima, reconociéndo-
les además intervención en la administración. Solo se mantuvo en
las en comanditas prohibición a los accionistas comanditarios de
intervenir en la administración.
En el presente siglo, la tendencia dominante en la legislación
comparada ha consistido en precisar las funciones que correspon-
den a la junta, excluyéndola de aquellas relativas a la administra-
ción social. También las nuevas legislaciones establecen normas
en relación con las juntas de accionistas que persiguen proteger a
los accionistas minoritarios. No compartimos la opinión de los
autores españoles Rodrigo Uria y otros338 en cuanto afirman que
la tendencia contemporánea indicada confirma un cierto retorno
a iniciales estructuras aristocráticas y oligárquicas de la sociedad
anónima. Pensamos que la radicación de la administración en el
directorio es un indicio de la necesidad imperiosa en las empresas
de contar con una administración ágil y efectiva, lo que se dificul-
ta con la intervención en asuntos administrativos y comerciales de
las juntas de accionistas. La tendencia de protección a las mino-

655
656 SOCIEDADES

rías en el derecho societario moderno en materia de juntas de


accionistas, la consideramos como el cumplimiento del imperativo
de todo derecho de proteger a la parte económicamente más
débil frente a una posición dominante, aquella de la mayoría.
En suma, justificamos las tendencias modernas en fundamen-
tos de eficacia y justicia.

526. Atribuciones de la junta de accionistas

Sin perjuicio de lo que se expresará al estudiar las atribuciones


específicas de cada clase de juntas de accionistas, en esta oportuni-
dad nos referiremos a las funciones generales más importantes de
ellas que en nuestra opinión son:
1. Modificar los estatutos o ley interna de la sociedad. Sobre el
particular nos remitimos a lo expresado en el título II de este
capítulo y a lo que más adelante se dirá en materia de quórums y
mayorías.
2. Pronunciarse periódicamente sobre los resultados de la ges-
tión social efectuada por el directorio, en especial sobre la memo-
ria y balances sociales, reparto de dividendos y destino de los
fondos sociales. Trataremos este tópico al referirnos a las materias
de juntas ordinarias de accionistas y en el título IX de este capítu-
lo que se refiere a aspectos contables y de resultado.
3. Nombrar y remover a los directores, inspectores de cuentas,
auditores externos y liquidadores de la sociedad. Sobre nombra-
miento de directores nos hemos en parte referido al tema en los
Nos 494 y siguientes. El nombramiento de liquidadores es materia
del título XI de este capítulo.
4. Acordar la disolución, transformación, fusión y división de
la sociedad, que trataremos en los subtítulos X y XI de este título.
5. Resolver sobre cualquier otro asunto de interés social, que
de acuerdo a la ley o al estatuto no corresponda a otro órgano
social.

527. Limitaciones a las funciones de las juntas

Todas las limitaciones a las atribuciones de las juntas de accionis-


tas emanan directa o indirectamente de la ley. Sin embargo, como
primera limitación, señalamos la ley en cuanto ella pueda estable-
LA SOCIEDAD ANONIMA 657

cer prohibiciones o casos de ilicitud concretas, que pueden incidir


en la validez de acuerdos de una junta de accionistas.
También pueden limitarse las facultades de las juntas en los
estatutos, que son obligatorios para ellas, por mientras no sean
modificados.
Limitan atribuciones de la junta aquellas materias que la ley o
los estatutos reservan a otros órganos sociales, en especial las fa-
cultades de administración y representación que la ley radica en el
directorio.339
Además, puede considerarse como otra limitación a las facul-
tades de las juntas, que el ejercicio de sus atribuciones no puede
afectar derechos individuales de accionistas y tampoco al interés
social, como lo señala el art. 30 de la L.S.A. La mayoría, aunque se
reúna en junta, no tiene atribuciones que le habiliten para privar
de algún derecho a un accionista, incorporado a su patrimonio.
Tampoco puede discriminar en detrimento de algún accionista,
ni acordar o promover medidas o actos contrarios al interés so-
cial.340
Cabe considerar que los acuerdos de juntas de accionistas sólo
tienen valor en cuanto se ajusten a las formalidades estatutarias y
legales tanto respecto a su citación, convocatoria, quórums, y de-
más aspectos que examinaremos más adelante.

528. Fuerza legal de los acuerdos de las juntas

La ley no contempla texto expreso que reconozca la obligatorie-


dad de los acuerdos de la junta de accionistas, en relación con la
administración, los accionistas y eventualmente terceros.
Los acuerdos válidamente tomados en una junta de accionistas
de una sociedad anónima, son la manifestación de la voluntad
colectiva de la sociedad, que por regla general es oponible a los
accionistas disidentes o ausentes.
Las reformas de estatutos y los acuerdos sobre destino de los
fondos sociales y elecciones de administradores y controladores
tomados en forma legal son oponibles a todos los accionistas.
Afirmamos que estos acuerdos de la junta de accionistas son “opo-
nibles” a todos los accionistas y no empleamos el término son
“obligatorios”. En efecto, según lo expuesto en el número ante-
rior los acuerdos de las juntas no pueden afectar a derechos indi-
viduales de los accionistas. La mayoría no puede menoscabar tales
658 SOCIEDADES

derechos o imponer a la minoría contra su voluntad gravámenes u


obligaciones no contemplados en la ley o los estatutos. Por ejem-
plo, una reforma de estatutos de aumento de capital, es oponible
a todos los accionistas, pero la obligación de enterar el aumento
sólo la contrae el accionista, por su voluntad, cuando suscribe las
acciones y se obliga a pagarlas.
Es bastante peculiar la situación de las atribuciones de la junta
con relación al pronunciamiento que debe dar a los balances y
estados financieros. No así con respecto a la memoria. La junta
puede o no estar conforme con la gestión de administración o
tener objeciones sobre determinados puntos. Ello puede ser motivo
para rechazar la memoria, pero no el balance o un estado financie-
ro. En efecto, éstos deben ser confeccionados de conformidad con
las pocas normas legales que existen al respecto, con las instruccio-
nes que en ciertos casos puede dar la Superintendencia y/o Im-
puestos Internos y por las normas contables generalmente aceptadas.
Se trata de una operación técnica, que tiende a reflejar la realidad
del resultado de los negocios a una época determinada. Explique-
mos esta situación con ejemplos: Debido a una pésima y fraudulen-
ta administración, la sociedad ha sufrido considerables pérdidas.
Ellas se reflejan en el balance anual, fielmente. El balance debe ser
aprobado, sin perjuicio de las acciones de responsabilidad en con-
tra de los administradores. El caso opuesto es aquel de una buena
administración, cuya gestión arroja un resultado óptimo, pero, por
motivos de pretender pagar menos impuestos o de ocultar la utili-
dad a la minoría para evitar su reparto, el balance las oculta. El
balance en este último caso, debe ser rechazado o modificado. Las
controversias o discordias sobre los resultados de los estados finan-
cieros deben se resueltas por la justicia, la que determinará el efecti-
vo resultado de la gestión social, pero de ninguna manera es la
mayoría de la junta quien puede determinar los efectivos resultados
de la gestión social, lo que es una cuestión de hecho.
La vinculación de los directores con la junta de accionistas es
muy fuerte. Son elegidos y pueden ser removidos en cualesquier
momento por la junta. Lo anterior, no obsta que para los efectos
de su responsabilidad frente a la sociedad, los otros accionistas y
terceros, los directores deben actuar respetando la ley y resguar-
dando el interés social. Los directores deben contar con la con-
fianza de la junta. Esta por su parte no debe imponerles conductas
contrarias a la ley y al interés social. O sea, los directores no están
obligados por los acuerdos de la junta.
LA SOCIEDAD ANONIMA 659

Los preceptos de los arts. 22, 69, 72 y otros de la L.S.A. espe-


cialmente en cuanto se refieren a quórum y mayoría para tomar
acuerdos consagran en nuestra legislación el valor jurídico de los
acuerdos de las juntas de accionistas.

529. El derecho a voto

Concebimos el ejercicio del derecho a voto del accionista, como el


acto unilateral de éste que manifiesta su voluntad frente a una
moción presentada en una junta de accionistas. También el voto
del accionista, unido al de los otros accionistas, en cuanto confor-
ma la mayoría necesaria para tomar un acuerdo, representa la
voluntad colectiva de la asamblea de accionistas341 y en ciertas
ocasiones de la sociedad.
Aparte de los aspectos formales sobre el ejercicio del derecho
a voto, regulados por la L.S.A. que veremos más adelante, el voto
como acto jurídico unilateral, se rige por las normas generales de
derecho. Si no es ejercido por quien corresponde o por quien
legalmente represente al accionista, o si la voluntad de éste, se
encuentra viciada por error esencial u obstáculo, dolo inductivo y
otras circunstancias, puede no tener valor legal. De otro lado,
también de acuerdo a las normas generales de derecho, la infrac-
ción a pactos que pueda haber celebrado el accionista para dar su
voto para determinadas personas o ponencias, no invalida el voto.
Solo originan las consecuencias de la infracción de un contrato,
normalmente la obligación de indemnizar perjuicios.342
Se refieren al derecho a voto del accionista, los artículos 21, 62
y 66 de la L.S.A. De dichas normas, en concordancia con otras
podemos concluir:
1) Una acción, por regla general, corresponde a un voto; pro-
hibiéndose en forma expresa que los estatutos contengan disposi-
ciones que otorguen a la acción un voto múltiple, esto es, más de
un voto por acción, lo que en la actualidad es permitida otorgarla
a acciones preferentes.
2) Los estatutos, sólo tratándose de acciones preferentes, pue-
den establecer acciones sin derecho a voto o limitar el derecho a
voto a determinadas materias o establecer el máximo de derecho
a voto a una cantidad o tanto por ciento de las respectivas accio-
nes. Si existen acciones de diversas series, pero con distinto dere-
cho a voto, por importar cuotas de capital menores que otras, las
660 SOCIEDADES

estimamos, acciones preferentes, regidas por las disposiciones de


éstas aunque no se les reconozca en forma expresa el carácter de
tales en los estatutos.343
3) La L.S.A. en su artículo 66, permite al accionista, tratándose
de elecciones en las juntas, acumular sus votos en una sola persona
o distribuirlos en varios candidatos en la forma que estime conve-
niente. No hay norma expresa que permita o prohíba la dispersión
de votos, tratándose de ponencias distintas de las elecciones para
llenar cargos sociales. Sin embargo, estimamos que no es posible,
de acuerdo a las reglas generales de derecho, que un accionista
vote, por parte de sus acciones por una moción, y por otra parte de
ellas por la contraria o se abstuviera, pues siendo el voto un acto
jurídico unilateral que manifiesta una voluntad, no existiría tal ma-
nifestación, en caso de votos contradictorios. En tales eventos un
voto destruiría al otro y en definitiva no habría voto válido.

530. Clases de juntas, ordinarias, extraordinarias y especiales

El art. 55 de la L.S.A., solo distingue entre juntas ordinarias y


extraordinarias. Las llamadas juntas especiales doctrinariamente
son las reuniones de accionistas, de una misma serie, o solo de
accionistas preferentes o exclusiva para accionistas ordinarios, ha-
biendo preferentes. Indudablemente pueden celebrarse tales
reuniones amparadas por la garantía constitucional del derecho
de reunión. En dichas juntas especiales, pueden tomarse acuerdos
en asuntos de interés de los asistentes, pero la fuerza obligatoria
de tales acuerdos, son los que derivan de meros pactos de accio-
nistas que tienen el carácter de contratos, esto es, no obligan a las
minorías y entre los concurrentes, la infracción a estos acuerdos
solo pueden originar las consecuencias del no cumplimiento de
una obligación convencional.
La diferencia básica, que reconoce el legislador entre las jun-
tas ordinarias y extraordinarias y explica su diversa reglamenta-
ción, dice relación con los objetos o materias propias de la
respectiva junta. Los accionistas, deben reunirse, al menos una vez
al año para resolver asuntos de necesaria u ordinaria ocurrencia
en la vida de la sociedad, como lo son pronunciarse sobre las
cuentas de resultado, repartos de dividendos o capitalizaciones,
elegir los administradores y fiscalizadores y otras materias del mis-
mo carácter que se señalan en la ley o los estatutos.
LA SOCIEDAD ANONIMA 661

Las juntas extraordinarias, como su nombre lo indica están


destinadas a resolver aquellos asuntos de interés social, que no
revisten de la característica de periodicidad de aquellos que cono-
ce la junta ordinaria. La distinción no se encuentra en la mayor o
menor importancia de las materias, sino en cuanto a si existe o no
necesidad o conveniencia de un pronunciamiento periódico de la
junta sobre ellas.
Las juntas ordinarias y extraordinarias se rigen en general por
las mismas normas. Sin embargo, se anotan entre ellas las siguien-
tes diferencias:
1. Las juntas ordinarias por mandato de la ley, deben realizar-
se una vez al año, en el 1er cuatrimestre. Las extraordinarias solo
deben convocarse cuando alguien facultado para ello lo acuerda o
exija, según lo veremos más adelante. Sin embargo, si no se cita a
junta ordinaria en el tiempo fijado, la que se celebre después,
para tratar de asuntos propios de la junta ordinaria, se rige en
cuanto su convocatoria y citación por las normas de la junta ex-
traordinaria.
2. En las juntas ordinarias, puede tratarse de cualesquier asun-
to propio de junta que la ley o los estatutos no reserven a la junta
extraordinaria, sin que sea necesario señalar materias en la cita-
ción. Las juntas extraordinarias solo pueden abocarse a los asun-
tos indicados en la citación, aunque concurra la unanimidad de
los accionistas. Así lo señala el art. 5, inc 3º, de la L.S.A. con
carácter de norma de orden público. Se justifica la regla, pues los
accionistas muchas veces concurren a las juntas representados. Si
supieren que la junta extraordinaria trataría de asuntos distintos
de los indicados en la convocatoria, puede suponerse que podrían
haber tomado otra decisión que otorgar el poder y dar distintas
instrucciones al apoderado para votar en la junta.

531. Materias de junta ordinaria y extraordinaria

El art. 56 de la L.S.A. expresa:


“Son materias de la junta ordinaria:
1. El examen de la situación de la sociedad y de los informes
de los inspectores de cuentas y auditores externos y la aprobación
o rechazo de la memoria, del balance, de los estados y demostra-
ciones financieras presentadas por los administradores o liquida-
dores de la sociedad.
662 SOCIEDADES

2. La distribución de las utilidades de cada ejercicio y en espe-


cial, el reparto de dividendos.
3. La elección o revocación de los miembros titulares y suplen-
tes del directorio, de los liquidadores y de los fiscalizadores de la
administración, y
4. En general, cualquier materia de interés social que no sea
propia de una junta extraordinaria”.
El art. 57 de la misma ley señala:
“Son materia de junta extraordinaria:
1. La disolución de la sociedad.
2. La transformación, fusión o división de la sociedad y la
reforma de sus estatutos.
3. La emisión de bonos o debentures convertibles en acciones.
4. La enajenación del activo fijo y pasivo de la sociedad o del
total de su activo.
5. El otorgamiento de garantías reales o personales para cau-
cionar obligaciones de terceros, excepto si éstos fueren sociedades
filiales, en cuyo caso la aprobación del directorio será suficiente, y
6. Las demás materias que por ley o por los estatutos corres-
pondan a su conocimiento o a la competencia de las juntas de
accionistas.
Las materias referidas en los números 1, 2, 3 y 4 sólo podrán
acordarse en junta celebrada ante notario, quien deberá certificar
que el acta es expresión fiel de lo ocurrido y acordado en la
reunión”.
En cuanto al contenido particular de las materias de junta
ordinaria, ya hemos tratado algunas o las trataremos más adelan-
te.344 El Nº 4 del art. 56 de la L.S.A. permite a la junta ordinaria
conocer, en general sobre cualquier materia de interés social que
no sea propia de una junta extraordinaria. La ley o el estatuto
pueden reservar el conocimiento de determinadas materias a las
juntas extraordinarias.
Sobre materias propias de junta extraordinaria, algunas de
ellas las estudiamos en otras partes de esta obra.345 Nos quedan
por comentar las normas contenidas en los Nº 3 a 6 del art. 57 de
la L.S.A.
Como primer aspecto general, podemos recordar lo ya dicho,
en cuanto que en junta extraordinaria de accionistas puede tratar-
se materias propias de junta ordinaria, siempre que ellas se men-
cionen en la citación correspondiente. Por el contrario, no pueden
por regla general, tratarse en junta ordinaria de accionistas, mate-
LA SOCIEDAD ANONIMA 663

rias propias de la extraordinaria, aunque asista la unanimidad de


los accionistas. Obviamente, si se cuenta con poderes suficientes y
asiste a una junta ordinaria la totalidad de los accionistas con
derecho a voto, acto seguido y sin previa citación podría celebrar-
se una junta extraordinaria.
Comentaremos en particular las siguientes materias que la ley
señala como privativas de las juntas extraordinarias de accionistas:
a) Emisión de bonos o debentures.
De acuerdo a lo prescrito en el Nº 3 del art. 57 de la L.S.A. es
materia de junta extraordinaria de accionistas acordar emisiones
de bonos convertibles en acciones. Por tanto, por regla general la
emisión de bonos, no convertibles en acciones, con o sin garantía,
no es materia propia de junta y debe ser resuelta por el directorio,
salvo que los estatutos señalen otra regla. Sin embargo, tratándose
de una sociedad anónima, si la escritura de emisión de bonos
establece que sin la autorización del representante de los tenedo-
res de bonos, el emisor no puede adoptar los acuerdos o realizar
los negocios que se indiquen determinadamente en dicho precep-
to, la ley exige que para la validez de dicha limitación, el acuerdo
de la junta ordinaria o extraordinaria del emisor, que autorice
expresamente para pactar la limitación señalada, mediante la de-
legación de facultades determinadas a una persona para acordar-
las. El acuerdo de la junta debe tomarse con el quórum mínimo
de la mayoría absoluta de las acciones emitidas con derecho a
voto. Además, se exige acuerdo del directorio tomado por la ma-
yoría de los directores en ejercicio. Así lo establece el art. 111 de
la ley 18.045 sobre Mercado de Valores.
b) Enajenación del activo fijo y pasivo de la sociedad o del total de su
activo (Nº 4 del art. 57 de la L.S.A.).
El propósito de esta norma es tratar de evitar que la adminis-
tración traspase o transfiera de hecho la negociación de la socie-
dad y/o la deje sin medios para cumplir con el objeto social lo
que no es asunto de mera administración y que por ello les corres-
ponde resolver a los accionistas. Apreciar cuándo ocurre en un
determinado caso la situación que prevé la ley, es una cuestión de
hecho, que debe resolverse en cada caso.
c) El otorgamiento de garantías reales o personales para caucionar
obligaciones de terceros, excepto si éstos fueren sociedades filia-
les, en cuyo caso la aprobación de directorio es suficiente.
La norma abarca toda clase de garantías para responder de
obligaciones de terceros, cualesquiera sea su denominación.
664 SOCIEDADES

Como lo hemos señalado precedentemente,346 se requiere ade-


más que en el acto constitutivo de la garantía concurra un repre-
sentante de la sociedad.

532. Convocatoria

Para asegurar que la vida tranquila de la sociedad anónima no sea


perturbada por celebraciones demasiado frecuentes de juntas de
sus accionistas, la L.S.A., en su artículo 58 ha reglamentado su
convocatoria.
Al directorio de la sociedad, le corresponde, por regla gene-
ral, convocar a la celebración de juntas. A la junta ordinaria, debe
hacerlo para que se celebre dentro del cuatrimestre siguiente a la
fecha del balance.
El directorio también está obligado a citar a junta ordinaria o
extraordinaria, si lo solicitan accionistas que representen al menos
el 10% de las acciones con derecho a voto, que expresen en la
solicitud el objeto de la convocatoria. Evidentemente que si lo que
debe celebrarse es una junta ordinaria, o extraordinaria, no de-
pende de lo que se exprese en la petición de los accionistas, sino
que, de la naturaleza de la materia que pretende tratarse en ella.
También, el directorio, debe citar a junta, que normalmente será
extraordinaria, si suceden las situaciones previstas en el art. 101
de la L.S.A., esto es en caso de cesación de pagos de la sociedad o
de declaración de su quiebra. Esta junta tiene por objeto informar
a los accionistas de la situación legal, económica y financiera de la
sociedad. Creemos que la obligación de citar a junta, en caso de
cesación de pagos, no se refiere a si ocurrieren simples suspensio-
nes de pago, de carácter transitorio o fortuito.
En las sociedades anónimas sujetas a la fiscalización de la Su-
perintendencia de Valores y Seguros, el directorio, además de los
casos que trataremos en este número, debe convocar a junta ordi-
naria o extraordinaria, si así se lo requiere la Superintendencia, la
que además puede efectuar ella misma, directamente, la convoca-
toria y citación.
El directorio, además, puede citar a junta extraordinaria de
accionistas, si a su juicio los intereses sociales lo justifican.
Las reglas expuestas, son normas legales mínimas de orden públi-
co. Los estatutos no pueden restringirlas pero pueden establecer más
casos de convocatoria obligatoria, verbigracia establecer que una mi-
LA SOCIEDAD ANONIMA 665

noría inferior al 10% de los accionistas con derecho a voto pueda


ejercer la facultad de obligar citar a juntas o permitir que ellas pue-
dan ser convocadas por los auditores externos u otros fiscalizadores.
¿Qué ocurre si el directorio debiendo citar a junta, no lo hace?
Pueden darse hipotéticamente dos casos, aquel consistente en
que el directorio lisa y llanamente se niegue a citar a junta, o no
se pronuncie sobre el particular, sea porque faltan directores para
acordarlo con el quórum suficiente o no se da tal quórum y las
sesiones del directorio no puedan celebrarse o adoptarse en ellas
acuerdos válidos. En el caso de anónimas sujetas a la fiscalización
de la Superintendencia de Valores y Seguros, puede recurrirse a
ésta para que efectúe la convocatoria o para que ordene al direc-
torio realizarla. En general, si el directorio se niega a convocar a
junta, sea arbitrariamente o porque hay controversia sobre la pro-
cedencia de la convocatoria, el que pretende la citación debe
recurrir al juez competente para conocer de conflictos societarios.
Si se trata de una imposibilidad de hecho, de efectuar la convoca-
toria, en que no existe una controversia que deba ser resuelta por
un tribunal, opinamos que se trata de un asunto de jurisdicción
voluntaria que debe conocer el juez letrado del domicilio social.347

533. Citación a juntas

Como lo señala el art. 60 de la L.S.A. no es necesario cumplir con


los trámites de citación, si a la junta asisten todos los accionistas
con derecho a voto.
Los trámites legales de citación, cuyo cumplimiento la norma-
tiva exige, en caso de no concurrir a la junta la unanimidad ya
señalada, por la forma imperativa en que aparecen redactados los
preceptos que los establecen constituyen normas de orden públi-
co. Los estatutos, por tanto pueden exigir más formalidades o
trámites que los legales, pero no pueden restringir éstos.
El art. 59 de la L.S.A. sobre el particular expresa:
“La citación a la junta de accionistas se efectuará por medio
de un aviso destacado que se publicará a lo menos por tres veces
en días distintos en el periódico del domicilio social que haya
determinado la junta de accionistas o a falta de acuerdo o en caso
de suspensión o desaparición de la circulación del periódico de-
signado, en el Diario Oficial, en el tiempo y forma y condiciones
que señale el Reglamento.
666 SOCIEDADES

En las sociedades abiertas, además deberá enviarse una cita-


ción por correo a cada accionista con una anticipación mínima de
15 días a la fecha de celebración de la junta la que deberá conte-
ner una referencia a las materias a ser tratadas en ella.
La omisión de la obligación a que se refiere el inciso ante-
rior no afectará la validez de la citación, pero los directores,
liquidadores y gerente de la sociedad infractora responderán
de los perjuicios que causaren a los accionistas, no obstante las
sanciones administrativas que la Superintendencia pueda apli-
carles”.
El art. 62 del Reglamento por su parte prescribe:
“Los avisos de citación a juntas de accionistas deberán publi-
carse dentro de los 20 días anteriores a la fecha de su celebración.
El primer aviso no podrá publicarse con menos de 15 días de
anticipación a la junta.
El aviso deberá señalar la naturaleza de la junta y el lugar,
fecha y hora de su celebración y en caso de junta extraordinaria,
las materias a ser tratadas en ella.
Los avisos de la segunda citación a junta deberán cumplir con
todos los requisitos señalados en los incisos anteriores”.
Indudablemente que los estatutos pueden contener normas
diversas que las recién transcritas del Reglamento, si ellas se ajus-
tan a lo dispuesto en el art. 59 de la L.S.A.

534. Asistencia

Tienen derecho a asistir a las juntas de accionistas, los titulares de


acciones inscritas con cinco días de anticipación a aquel que vaya
a celebrarse la respectiva junta, aunque se trate de acciones sin
derecho a voto o con voto restringido.
Pueden además asistir a la junta los directores de la compañía,
sean titulares o suplentes, el gerente general, los auditores exter-
nos, los inspectores de cuentas, el Superintendente de Valores y
Seguros o su delegado, en caso de sociedades anónimas sujetas a
su fiscalización.
Debe asistir a una junta extraordinaria, un Notario Público si
ella versa sobre determinadas materias.
Las normas anteriores están establecidas entre otros textos
legales en los artículos 53, 57 inc. final, 61 inciso final, 62 y 63 inc.
final de la L.S.A. y 68 del Reglamento.
LA SOCIEDAD ANONIMA 667

Solo por acuerdo de la junta o si existe disposición estatutaria


que amplíe las normas legales sobre quiénes pueden asistir a una
junta de accionistas, pueden concurrir otras personas.
Tratándose de sociedades anónimas abiertas, la Superinten-
dencia de Valores y Seguros, por resolución fundada puede sus-
pender la citación a una junta de accionistas y la junta misma,
cuando fuere contraria a la ley, a los reglamentos o a los estatutos
según lo señala el inc. 2º del art. 63 de la L.S.A. Entendemos que
esta facultad de la Superintendencia es reclamable como todas las
que adopta el organismo contralor. Estas atribuciones solo pue-
den ejercerse si la materia contenida en la citación no fuere pro-
pia de la junta citada o si falta el cumplimiento de solemnidades
en la convocatoria y citación.

535. Representación en las juntas

Las únicas normas legales de carácter general contempladas en la


L.S.A. son las contenidas en los dos incisos de su art. 64. El inciso
primero expresa que la representación “deberá conferirse por es-
crito, por el total de las acciones de las cuales el mandante sea
titular el 5º día anterior a la junta”. Reglamenta el poder especial
para representar a un accionista en una junta, en el inc. 2º del
art. 64 de la L.S.A.
En consecuencia, tratándose de representantes legales de per-
sonas naturales o jurídicas accionistas y de poderes generales, ri-
gen las normas de derecho común. Sin embargo los poderes
generales siempre deben constar por escrito. En las situaciones
recién planteadas (representantes legales y mandatarios genera-
les) consideramos que no se requiere mención especial de la fa-
cultad de representar en junta de accionistas, bastando acreditar
el carácter de representante legal o mandatario general, pues la
ley no requiere de tal mención expresa.
La exigencia, solo aplicable a los mandatos, relativa a que el
poder comprenda el total de las acciones con derecho a voto del
poderdante, tratándose de mandatos generales, debe ser entendi-
da en el sentido que no pueden comparecer en la junta dos o más
mandatarios generales que dividan el voto del accionista fuera de
los casos que la ley lo autoriza. La misma regla debe aplicarse a los
representantes legales, todo en obedecimiento a lo prescrito en el
art. 21 de la L.S.A.
668 SOCIEDADES

Sobre normas relativas a poderes especiales para la representa-


ción de acciones en juntas, el inc. 2 del art. 64 de la L.S.A. enco-
mienda al Reglamento la dictación de ellas (arts. 63 a 65 del
Reglamento).
De acuerdo a las normas reglamentarias citadas hay que distin-
guir:
a) Si se otorga el poder por escritura pública. En tal caso basta
que el poder contenga el nombre y apellidos del poderdante, del
apoderado y la fecha de otorgamiento. Evidentemente, además,
debe otorgarse el poder haciéndose el encargo correspondiente.
b) Si el poder se confiere por instrumento privado, además de
las menciones señaladas en la letra a) el poder debe contar con
las siguientes:
– Indicación de la naturaleza de la junta para la cual se otorga
el poder y la fecha de su celebración.
– Declaración que el apoderado podrá ejercer en las juntas de
accionistas todos los derechos que correspondan al mandante en
ellas, los que podrá delegar libremente en cualquier tiempo.
– Declaración de que el poder solo podrá entenderse revoca-
do por otro que se otorgue por fecha posterior.
– Firma del poderdante.
Además, en estos poderes, el lugar, fecha y nombre del man-
datario deben ser llenados de puño y letra por el poderdante. La
inclusión de cualesquiera otra mención se tiene por no escrita.
Estimamos que la declaración de que trata el Nº 6 del art. 63
del Reglamento no obsta a que operen otras causales legales de
expiración del mandato, tales como la quiebra del mandante y la
revocación expresa.
Los poderes especiales otorgados por instrumento privado que
no contengan la designación del mandatario solo sirven para ser
considerados en el quórum de asistencia, pero no habilitan para
votar por el mandante.
Si se trata de poderes dados por escritura pública o privada
para una determinada junta de accionistas, que no se celebró en lª
citación por falta de quórum, defectos en la convocatoria o sus-
pensión decretada por la Superintendencia ellos valen para la o
las juntas que se celebren en su reemplazo, siempre que se cele-
bren dentro del plazo de 45 días siguientes a la fecha fijada para la
junta no efectuada.
Según lo prescribe el art. 65 de la L.S.A. el derecho a voto u
opción que corresponda, si las acciones se encuentran gravadas
LA SOCIEDAD ANONIMA 669

con prenda, corresponda al deudor prendario. Creemos que di-


cha disposición solo es aplicable si el constituyente de la prenda es
a su vez deudor, pero si el dueño es persona diferente a la del
deudor, el derecho a voto y a la opción les correspondes al dueño.
El precepto agrega que si las acciones estás gravadas con usufruc-
to, los derechos indicados deben ejercerse conjuntamente entre
el nudo propietario y el usufructuario.
Nada obsta a que los estatutos contengan mayores exigencias
que las legales en materia de representación y poderes para asistir
a las juntas siempre que no se coarte el derecho de asistencia y
voto que es privativo del accionista.

536. Calificación de poderes y representaciones

Las normas que estudiaremos a continuación, se aplican sin per-


juicio de lo que sobre el particular puedan resolver los tribunales
de justicia, únicos órganos que de acuerdo a la Constitución y la
ley les corresponde dirimir las contiendas civiles, como lo recono-
ce el art. 70 del Reglamento.
El art. 64, inc. 2º de la L.S.A. se remite al Reglamento en
cuanto a las normas de calificación de poderes. Este trata sobre la
materia en sus arts. 66 a 70.
El art. 69 del Reglamento dispone:
“La calificación de poderes se efectuará cuando lo estime con-
veniente el directorio de la sociedad o cuando uno o más accionis-
tas así lo hubieren solicitado por escrito a la sociedad dentro del
plazo que media entre los 60 y los 10 días anteriores al día de la
junta.
No se podrá celebrar una junta de accionistas en la que por
cualquier causa no pudiere verificarse la calificación de poderes
legalmente solicitada”.
El Reglamento luego entra a reglar las calificaciones de los
poderes en el evento que sea procedente de conformidad al
art. 69 recién transcrito. Pero cabe preguntarse ¿Cómo debe ac-
tuarse si no es procedente la calificación? Si se trata de una
sociedad abierta y a la junta asiste el delegado de la Superinten-
dencia, a éste le corresponderá resolver sobre el particular si se
presenta alguna contienda, de acuerdo a lo prescrito en el art. 63,
inc. final de la L.S.A. En los demás casos se estará a lo que
determine la mayoría de la junta, sin perjuicio de lo que en
670 SOCIEDADES

definitiva resuelva la justicia. De ninguna manera tal atribución


le corresponde al presidente de la sociedad, salvo que los estatu-
tos le confieran tal facultad provisoria.
Si es procedente la calificación de poderes, el art. 66 del Re-
glamento trata de la oportunidad en que dicha actuación debe
realizarse en los siguientes términos:
“La calificación de poderes se practicará el mismo día de la
junta a la hora en que ésta deba iniciarse. No obstante lo anterior,
podrá prepararse el proceso de calificación con una anticipación
de hasta tres días anteriores al día de la junta, si así se hubiere
anunciado previamente en alguno de los avisos de la convocato-
ria, pero la resolución definitiva de la aceptación de los poderes
presentados se adoptará en la misma junta.
Adoptada la resolución definitiva a que se refiere el inciso
anterior no podrán presentarse nuevos poderes, sin perjuicio de
los que accionistas asistentes a la junta otorga durante el curso de
ésta o de las delegaciones que en la misma asamblea efectuaren
apoderados acreditados.”
Calificar los poderes significa establecer administrativamente y
sin perjuicio de lo que determine la justicia, los poderes que pue-
den ejercerse en una determinada junta de accionistas de una
sociedad anónima. Las labores que debe realizar de oficio el califi-
cador, sin necesidad de requerimiento alguno, consiste en deter-
minar si los poderes cumplen o no con los requisitos exigidos por
el art. 63 del Reglamento, que hemos tratado en el número ante-
rior, y si existen poderes repetidos, esto es, si un mismo accionista
ha dado varios poderes, cuál es el legalmente vigente. El califica-
dor solo puede entrar a resolver otras objeciones a los poderes
solo a pedido de un accionista, que los objete en forma específica
y fundada. Las reglas anteriores están establecidas en el art. 67 del
Reglamento.
Sobre quién debe efectuar la calificación hay que distinguir
entre sociedades anónimas abiertas o cerradas.
En el primer caso, la calificación la efectúa el delegado de la
Superintendencia, si asiste a la reunión. En caso contrario, la
efectúa el abogado que corresponda, de acuerdo al orden de
inscripción de abogados calificadores, según Registro que lleva
la Superintendencia. En las sociedades cerradas el calificador se
designa de común acuerdo entre los interesados. A falta de acuer-
do la calificación se hará por el abogado que corresponde de
aquellos registrados como tales en la Superintendencia. Estas
LA SOCIEDAD ANONIMA 671

normas están contenidas en el inc. final del art. 63 de la L.S.A. y


68 del Reglamento.

537. Quórum para sesionar

La ley establece quórums mínimos tanto para que puedan cele-


brarse juntas ordinarias o extraordinarias, que los estatutos pue-
den aumentar.
Sobre el particular, los incisos 1 y 2 del art. 61 de la L.S.A.
establecen un quórum mínimo en 1ª citación de la mayoría de las
acciones emitidas con derecho a voto. En 2ª citación, basta la
asistencia de las acciones presentes o representadas cualesquiera
sea su número. En cuanto a la segunda citación el inc. 2º de la
disposición en comento expresa: “Los avisos de segunda citación
sólo podrán publicarse una vez que hubiere fracasado la junta a
efectuarse en primera citación y en todo caso la nueva junta debe-
rá ser citada para celebrarse dentro de los 45 días siguientes a la
fecha fijada para la junta no efectuada”.
No se considera para este quórum, ni tampoco para aquellos
necesarios para tomar acuerdos, las acciones “inmovilizadas” de
que trata el art. 68 de la L.S.A., esto es, aquellas que por más de 5
años no hubieren cobrado dividendos ni asistido a juntas. Si se
consideran para el quórum de asistencia a aquellos accionistas
que han dado poder, pero no han designado mandatario, de acuer-
do a lo que expresa el art. 64 del Reglamento.
Para determinar la concurrencia del quórum para sesionar, el
art. 71 del Reglamento hace referencia a una lista de asistencia, en
la cual se debe consignar el número de acciones que posee el
firmante, el número de acciones que representa y el nombre del
representado. Se emplea la lista de asistencia en sociedades con
número crecido de accionistas. Puede prescindirse de ella y su
omisión no acarrea nulidad de la junta, por tratarse de una mera
exigencia reglamentaria.

538. Quórum para tomar acuerdos. Regla general y casos especiales

Al igual que respecto del quórum para sesionar, el estatuto puede


exigir quórums para tomar acuerdos superiores a los legales.
En el art. 61 inc. 1º de la L.S.A. se establece la norma general:
Mayoría de las acciones presentes o representadas con derecho a voto.
672 SOCIEDADES

El art. 67 de la L.S.A. exige quórums mínimos especiales que


dependen de la materia del respectivo acuerdo.
El inc. 1º de la disposición legal citada requiere como quórum
mínimo para acordar reformas de los estatutos en las sociedades
anónimas cerradas, la mayoría absoluta de las acciones emitidas
con derecho a voto. En las abiertas la ley se remite al quórum
estatutario. A falta de reglamentación estatutaria, en estas socieda-
des habrá que estarse a la regla general del inc. 1º del art. 61 de la
L.S.A. Sin embargo, más adelante, el mismo artículo prescribe que
para ciertas reformas de estatutos, de sociedades anónimas cerra-
das o abiertas se requiere el quórum mínimo de los 2/3 de las
acciones emitidas, con derecho a voto. Estos casos son los indica-
dos en los Nos 2, 3, 4, 5, 7, 8 del art. 67 de la L.S.A. sin perjuicio de
las situaciones que da cuenta el Nº 10 e inciso final del mismo
artículo los que posteriormente analizaremos.
Los quórums para acordar modificaciones al sistema de dura-
ción de la sociedad, variar el plazo de vigencia, o resolver sobre la
disolución anticipada de la sociedad, si la sociedad es de duración
indefinida, para ponerle término basta el quórum ordinario, de la
mayoría de asistentes salvo que los estatutos exijan otro mayor
según lo prescribe el art. 103 Nº 3 de la L.S.A. Si se trata de poner
término anticipado a la sociedad, o modificar el plazo de dura-
ción, se requieren como mínimo los 2/3 de las acciones emitidas
con derecho a voto.
En cuanto a reformas relativas a variaciones de capital, los
aumentos requieren quórum ordinario y la disminución del
quórum especial de los 2/3, sin perjuicio de la regla del inc. 1º del
art. 67 de la L.S.A., relativa a reformas de estatutos en sociedades
anónimas cerradas, ya examinada.
Los Nº 6 y 9 del art. 67, se refieren a asuntos que no son
materia de reforma de estatutos. A la aprobación y estimación de
los aportes no dinerarios nos hemos referido en el Nº 438 que
antecede.
El número 9 según texto fijado por la ley 19.705 expresa,
incluye un nuevo caso en que la ley exige un quórum mínimo de
los 2/3 de las acciones emitidas, norma que tiene el siguiente
tenor:
“La enajenación de un 50% o más de su activo, sea que incluya
o no su pasivo, como asimismo la formulación o modificación de
cualquier plan de negocios que contemple la enajenación de acti-
vos por un monto que supere el porcentaje antedicho. Para estos
LA SOCIEDAD ANONIMA 673

efectos se presume que constituyen una misma operación de ena-


jenación, aquellas que se perfeccionen por medio de uno o más
actos relativos a cualquier bien social, durante cualquier periodo
de 12 meses consecutivos”.
La nueva norma significa una mayor estrictez de la ley, en
defensa de las minorías. Antes se requería el quórum de los 2/3
para la enajenación de todo el activo o pasivo o del total del
activo.
Lo que nos sorprende es que se exija este quórum para apro-
bar “planes de negocios” los cuales no son materia de junta de accio-
nistas, ya que los negocios los ejecuta y planifica el directorio.
El Nº 10 del art. 67 de la L.S.A. comprende dentro de los casos
que requieren los 2/3 de las acciones emitidas: “La forma de
distribuir los beneficios sociales”. La disposición puede entender-
se en dos sentidos. Que para no repartir utilidades y distribuir los
fondos sociales se requiere la mayoría especial indicada, salvo los
mínimos obligatorios. La otra interpretación consiste en si en los
estatutos se establece una forma de repartir los beneficios sociales
distinta de las normas legales supletorias sólo para modificar tal
norma estatutaria se requerirá tal mayoría especial. Profundizare-
mos el tema en el Título IX de este capítulo.
El número 11 agregado por la ley 19.705 expresa que se requie-
re la mayoría especial de los 2/3 en caso de “el otorgamiento de
garantías reales o personales para caucionar obligaciones de terce-
ros que excedan el 50% del activo, excepto respecto de las filiales,
caso en el cual la aprobación del directorio será suficiente”.
Se trata de un nuevo caso que la ley requiere la concurrencia
de la mayoría mínima especial de los 2/3. Con anterioridad sólo
la autorización de cauciones era materia de junta extraordinaria
que resolvía el punto con el quórum ordinario según el texto del
número 5 del artículo 57 de la L.S.A.
También la ley 19.705 agregó como número 12 exigiendo la
mayoría mínima de los 2/3 para acordar la adquisición de accio-
nes de su propia emisión en los términos de los artículos 27 a) y
27 b). Se trata de adquisiciones con el objeto de mantener valores
bursátiles, que hemos examinado en el número 440 que antecede.
El actual número 14 del artículo 67 corresponde al número 12
del mismo artículo agregado por la ley 19.499 que tiene el siguien-
te tenor:
“14. El saneamiento de la nulidad causada por vicios formales,
de que adolezca la constitución de la sociedad o una modificación
674 SOCIEDADES

de sus estatutos sociales que comprenda una o más materias de las


señaladas en los números anteriores”.
Sobre reforma en el caso de acciones preferentes nos remiti-
mos a lo dicho en el Nº 451 que precede.

539. Formalidades de celebración de las juntas

Además de las solemnidades exigidas para reformar los estatutos y


decretar la disolución de la sociedad, tratadas en el Título II y que
veremos en el título XI de este capítulo, los arts. 57, inc. final y 72
de la L.S.A. y los arts. 73, 74 y 75 del Reglamento establecen
ciertas formalidades para la celebración de juntas de accionistas.
El art. 57 inciso final de la L.S.A. exige la asistencia de Notario
para tratar de las materias que la misma disposición establece.
El art. 72 de la L.S.A. expresa:
“De las deliberaciones y acuerdos de las juntas se dejará cons-
tancia en un libro de actas, el que será llevado por el secretario si
lo hubiere, o en su defecto, por el gerente de la sociedad.
Las actas serán firmadas por quienes actuaron de presidente y
secretario de la junta, y por tres accionistas elegidos en ella, o por
todos los asistentes si éstos fueren menos de tres.
Se entenderá aprobada el acta desde el momento de su firma
por las personas señaladas en el inciso anterior y desde esa fecha
se podrán llevar a efecto los acuerdos a que a ella se refiere. Si
alguna de las personas designadas para firmar el acta estimara que
ella adolece de inexactitudes u omisiones, tendrá derecho a es-
tampar antes de firmarla, las salvedades correspondientes.
Las deliberaciones y acuerdos de las juntas se escriturarán en
el libro de actas respectivo por cualquier medio, siempre que
éstos ofrezcan seguridad que no podrá haber intercalaciones, su-
presiones o cualquier otra adulteración que pueda afectar la fide-
lidad del acta. Lo anterior es sin perjuicio de las atribuciones que
sobre estas materias competen a la Superintendencia respecto de
las entidades sometidas a su control”.
Puede entonces el acta de la junta transcribirse en el libro de
actas también mecánica o cibernéticamente, además del procedi-
miento ordinario de hacerlo por escritura manual.
El art. 73 del Reglamento, por su parte expresa:
“En las actas se dejará constancia, necesariamente, de los si-
guientes datos: nombre de los accionistas presentes y número de
LA SOCIEDAD ANONIMA 675

acciones que cada uno posee o representa; relación sucinta de las


observaciones e incidentes producidos, relación de las proposicio-
nes sometidas a discusión y del resultado de la votación; y lista de
accionistas que hayan votado en contra.
Sólo por consentimiento unánime de los concurrentes podrá
suprimirse en el acta la constancia de algún hecho ocurrido en la
reunión y que se relacione con los intereses sociales”.
El art. 74 del Reglamento prescribe:
“Cuando en junta de accionistas corresponda efectuar una
votación, salvo acuerdo unánime en contrario, se procederá en la
forma siguiente:
Para proceder a la votación el presidente y el secretario con-
juntamente con las personas que previamente hayan sido designa-
das por la junta para firmar el acta de la misma, dejarán constancia
en un documento de los votos que de viva voz vayan emitiendo los
accionistas presentes según el orden de la lista de asistencia. Cual-
quier asistente tendrá derecho, sin embargo, a sufragar en una
papeleta firmada por él expresando si firma por sí o en represen-
tación. Con todo, a fin de facilitar la expedición o rapidez de la
votación, el presidente de la sociedad o la Superintendencia en su
caso, podrán ordenar que se proceda alternativa o indistintamen-
te a la votación de viva voz y por papeleta. El presidente al practi-
carse el escrutinio que resulte de las anotaciones efectuadas por
las personas antes indicadas, hará dar lectura en alta voz los votos,
para que todos los presentes puedan hacer por sí mismo el cóm-
puto de la votación y para que pueda comprobarse con dicha
anotación y papeletas la verdad del resultado.
El secretario hará la suma de los votos y el presidente anuncia-
rá el resultado de la votación o, en caso de elecciones, proclamará
elegidos a los que resulten con las primeras mayorías, hasta com-
pletar el número que corresponde elegir.
El secretario pondrá el documento en el que conste el escruti-
nio, firmado por las personas encargadas de tomar nota de los
votos emitidos y también las papeletas entregadas por los accionis-
tas que no votaron de viva voz, dentro de un sobre que cerrará y
lacrará con el sello de la sociedad y que quedará archivado en la
compañía a lo menos por dos años”.
El art. 75 del Reglamento señala:
“Cuando se reduzca a escritura pública el acta de una junta de
accionistas no será necesario transcribir el nombre de los asisten-
tes, bastando que el notario certifique su número y el total de
676 SOCIEDADES

acciones que poseían y representaban, conforme al texto de la


misma”.
Solo pueden ser motivo para estimar inexistente o nula una
junta de accionistas cuando en ella se infrinjan formalidades lega-
les o estatutarias, no las establecidas en el Reglamento.

NOTAS DEL TITULO VIII DEL CAPITULO X

338. Rodrigo Uria, Aurelio Menéndez y José María Muñoz, Comentario al Régimen
Legal de las Sociedades Mercantiles, tomo V, pág. 20.
339. En cuanto a facultades administrativas que corresponden a la junta, para
cuyo ejercicio se requiere además acuerdo de directorio, ver supra Nos 484 y
486, y Rodrigo Uria, Aurelio Menéndez y José María Muñoz, ob. cit., tomo
V, págs. 42 y siguientes.
340. Sobre concepto de interés social, ver supra Nº 496.
341. Sobre naturaleza del derecho a voto, ver Juan M. Farina, ob. cit., Parte
especial, II B, pág. 187, y Laureano F. Gutiérrez Falla, Derecho Mercantil.
Contratos societarios y derechos individuales de los accionistas, tomo 2, págs. 280 y
siguientes.
342. Sobre consecuencias de la infracción de pactos de accionistas, que pueden
versar sobre formas de votación o pool de votación, ver supra Nº 419.
343. Sobre este punto ver supra Nos 435 y 451.
344. Las materias de los números 1 y 2 del art. 56 de la L.S.A. se examinarán en
el título siguiente de este capítulo. Hemos tratado sobre la elección de
directores y fiscalizadores en los números 494, 495, 520 y 521.
345. A la disolución de la sociedad nos referiremos en el título XI de este
capítulo. A la división, transformación y fusión, en el título X del mismo y a
las reformas de estatutos nos referiremos en los Nos 415 y siguientes que
preceden.
346. Ver supra 481.
347. Así se ha fallado en causa Rol 49.453 del año 1994, del 22º Juzgado Civil de
Santiago, sobre citación a junta de la sociedad Inversiones y Desarrollo Los
Andes S.A.
LA SOCIEDAD ANONIMA 677
TITULO IX

ASPECTOS CONTABLES Y DE RESULTADO

541. Aspectos generales sobre contabilidad y balances. 542. Obligación de llevar


contabilidad y su alcance. 543. Balance general. 544. Memoria. 545. Dividendos.
Aspectos generales. 546. Dividendos mínimos. 547. Destino del resto de la utili-
dad. 548. Dividendos opcionales. 549. Dividendos no retirados.

541. Aspectos generales sobre contabilidad y balances

Cada vez aparece como más importante para el Derecho Societa-


rio, la contabilidad y los balances. La contabilidad no solo tiene
por función dar información del estado económico y financiero
de la sociedad, sino que también determinar los resultados, esto
es, la utilidad que puede repartirse a los accionistas.
Por las razones señaladas y para la debida protección de los
derechos del público inversionista y de las minorías es tendencia
moderna de las legislaciones elevar a nivel de ley normas conta-
bles. Este fenómeno se puede apreciar en las normas de la Unión
europea.348 También ella ha sido seguida por el legislador de la
L.S.A. que en su título VIII, arts. 73 a 85 se ha preocupado del
tema.

542. Obligación de llevar contabilidad y su alcance

El art. 73 de la L.S.A. dispone:


“Los asientos contables de la sociedad se efectuarán en regis-
tros permanentes, de acuerdo con las leyes aplicables, debiendo
llevarse éstos de conformidad con principios de contabilidad de
aceptación general”.
Por su parte, el art. 4º letra e) del D.L. 3538 del año 1980
permite a la Superintendencia de Valores y Seguros, respecto de
los entes fiscalizados por ella, determinar los principios conforme
a los cuales deben llevar su contabilidad. En especial se permite al
organismo contralor ordenar se rectifique o corrija el valor en que
se encuentra asentadas determinadas partidas, cuando establezca
que dicho valor no corresponde al real.
De lo expuesto podemos concluir, en primer lugar, que una
sociedad anónima no puede ni debe llevar su contabilidad por
criterios propios o dispuestos por la mayoría, pues debe ajustarse
a los principios de contabilidad generalmente aceptados.

677
678 SOCIEDADES

De otro lado pensamos que la atribución de la Superintenden-


cia, para fijar los principios contables a las sociedades anónimas
sujetas a su fiscalización, se encuentran limitadas por los princi-
pios de contabilidad de aceptación general. Puede entonces, el
organismo contralor elegir y determinar principios contables de
general aceptación general porque en el ejercicio de tal función
el ente fiscalizador debe respetarlos. De acuerdo con la señalada
limitación, el organismo fiscalizador solo puede elegir entre las
distintas alternativas contables permitidas, pero no puede dictar
normas que se aparten y contradigan tales principios, sin perjuicio
de la facultad de ordenar la rectificación de partidas que no co-
rresponden a la realidad que la ley le otorga en forma expresa.
La ley 19.705 en las modificaciones que introdujo al art. 4
del D.L. 3538 del año 1980, Orgánico de la Superintendencia
dejó en claro que sólo en ausencia de un principio contable
nacional, para un caso específico, la entidad fiscalizada debe
consultar previamente a la Superintendencia. En tal evento, se
estará a las normas generales que ésta determine pudiendo tam-
bién la Superintendencia ordenar corregir el valor en que se
encuentran asentadas determinadas partidas de la contabilidad
cuando se establezca que dicho valor no se encuentra registrado
de acuerdo a las normas dictadas por la Superintendencia a nor-
mas o principios contables de general aceptación. Además, se
limitó la facultad de rectificar y corregir partidas que no corres-
pondan al valor real permitiendo solo la reversión de estados
financieros por los últimos 4 años.

543. Balance general

Según lo determina el inc. 1º del art. 74 de la L.S.A., en relación


con el Nº 7 del art. 4 de la misma ley, las sociedades anónimas
deben practicar balance de término de ejercicio al 31 de Diciem-
bre de cada año, sin perjuicio que por estatuto puede tener, ade-
más, otras fechas de término del ejercicio financiero y balance.
El balance general puede considerarse como la determinación
contable en un día prefijado de la situación de activo y pasivo de
una persona que lleva contabilidad. El balance de término de
ejercicio además de reflejar la situación de activo y pasivo a una
época determinada, establece los resultados de ganancia o pérdi-
da, sean éstas operacionales o no operacionales.
LA SOCIEDAD ANONIMA 679

El balance es confeccionado por la gerencia y el contador de


la sociedad, y debe ser sometido, en primer lugar a la considera-
ción del administrador social, en la especie el directorio. Este a su
vez lo presenta a la consideración de la junta de accionistas, que
es el órgano al cual corresponde pronunciarse sobre el mismo,
para aprobarlo pura y simplemente, con modificaciones o recha-
zarlo.
Como el balance es una operación técnica, que debe ajustarse
estrictamente a las normas contables, la junta de accionistas no
debe ser arbitraria en su resolución y además tiene la obligación
de pronunciarse sobre él. En efecto, el art. 77 de la L.S.A. le impo-
ne a la junta citada para tal efecto o para conocer de materias de
junta ordinaria, la obligación de pronunciarse. En caso de no
pronunciarse la junta o de dar su aprobación, rechazo o acordar
modificaciones de un balance, ilegales o que no se conformen
con los principios contables, cualesquier accionista, como tam-
bién el directorio tiene derecho a recurrir a la justicia para que
ésta se pronuncie sobre el balance. El inc. 2º del art. 777 de la
L.S.A., además, señala que si la junta rechaza un balance en razón
de observaciones específicas y fundadas el directorio debe some-
ter a la junta un nuevo balance dentro de los 60 días contados
desde la fecha del rechazo. Si el nuevo balance es rechazado, se
produce la caducidad de los cargos de los directores.
El art. 90, inc. 1º de la L.S.A., obliga a las sociedades matrices a
hacer un balance consolidado con aquellos de sus filiales. Esta
disposición tiene indudable justificación económica, pero desde
un punto de vista jurídico merece críticas, dado que nuestro orde-
namiento jurídico no establece responsabilidad legal de la matriz,
por las obligaciones de sus filiales, ni los acreedores de la matriz
tienen acción para pagarse de sus créditos realizando bienes de
sus filiales. Por lo tanto, el balance consolidado puede dar margen
a que no se refleje la realidad jurídica de los activos y pasivos de
cada empresa, lo que puede tener importancia en caso de quiebra
de alguna de las compañías sea de la matriz o de las filiales.

544. Memoria

La memoria es una exposición escrita emanada del directorio


de una sociedad anónima y dirigida a la junta ordinaria de
accionistas que le corresponde conocer del balance de término
680 SOCIEDADES

anual, en que se da cuenta de los aspectos trascendentes de la


gestión social en el ejercicio ocurrido, se dan si es necesario,
explicaciones sobre los resultados del balance y si se estima
pertinente se indican las perspectivas futuras que visualiza para
la sociedad.
El art. 24, inc. 2º de la L.S.A. impone como obligación del
directorio someter a la junta de accionistas una memoria razo-
nada acerca de la situación de la sociedad en el último ejerci-
cio, acompañado del estado de ganancias y pérdidas y del
informe que al respecto presentan los auditores externos o ins-
pectores de cuentas en su caso. Esos últimos documentos de-
ben reflejar la situación patrimonial de la sociedad al cierre del
ejercicio y los beneficios obtenidos o las pérdidas sufridas en el
mismo.
Además del contenido general de la memoria, que hemos re-
cién tratado, la ley ha exigido que ella contenga, en el caso de las
sociedades anónimas abiertas, toda remuneración recibida por los
directores durante el ejercicio (art. 33, inc. 2º de la L.S.A.), los
comentarios y proposiciones que formulen los accionistas que po-
sean o representen más del 10% de las acciones emitidas con
derecho a voto (art. 74, inc. 3º de la L.S.A. y arts. 82 y 83 del
Reglamento).
En toda sociedad anónima, la ley obliga que la memoria seña-
le las inversiones en sociedades filiales y coligadas (arts. 90 de la
L.S.A. y 100 del Reglamento). Aunque la ley no prescribe como
mención de la memoria, ella normalmente contiene la proposi-
ción del directorio sobre repartición de la revalorización (art. 10,
inc. 3 de la L.S.A.) y los votos de directores que deseen salvar su
responsabilidad (art. 48, inc. 4º de la L.S.A.) y los actos con perso-
nas relacionadas (art. 44, inc. 2º, de la L.S.A.). También es usual
que se contenga la recomendación del directorio sobre la reparti-
ción de la utilidad, formación de fondos de reserva o la manera
de absorber las pérdidas del ejercicio.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe anotar que la Superinten-
dencia de Valores y Seguros en las sociedades que fiscaliza exige
otros antecedentes en la memoria. en especial sobre política de
repartición de dividendos.349
Los incumplimientos de estas normas sólo generan el efecto
de que el infractor debe indemnizar perjuicios pero no originan
la nulidad de la junta.
LA SOCIEDAD ANONIMA 681

545. Dividendos. Aspectos generales

Los dividendos son aquella parte de la utilidad que una sociedad


anónima acuerda repartir entre sus accionistas.
El órgano normal que debe acordar el reparto de dividendos
lo es la junta ordinaria de accionistas que conoce del ejercicio que
arrojó la utilidad, según lo dispone el art. 56 Nº 2 de la L.S.A. Sin
embargo, podría acordarse el reparto en una junta extraordinaria
o en una posterior ordinaria, si se hubiere acordado en otra junta
formar un fondo destinado a futuros dividendos, según lo permite
la parte final del inc. 1º del art. 80 de la L.S.A.
Excepcionalmente, el directorio, bajo la responsabilidad per-
sonal de los directores que concurren al acuerdo, puede distribuir
dividendos provisorios durante el ejercicio con cargo a las utilida-
des del mismo, según lo permite el inc. 2 del art. 70 de la L.S.A.
Estos dividendos son provisorios, por cuanto para ser definitivos
requieren la concurrencia de dos requisitos copulativos. El prime-
ro, que al final del ejercicio existan utilidades suficientes para
cubrir tales dividendos. En segundo lugar, que la junta de accio-
nistas ratifique el reparto. Los dividendos provisorios son de res-
ponsabilidad personal de los directores que lo acordaron, en el
evento que no se den los requisitos copulativos señalados, pues el
inc. 1º del art. 19 de la L.S.A. señala que los accionistas no están
obligados a devolver a la caja social las cantidades que hubieren
percibido a título de beneficios, sin que distinga la ley entre divi-
dendos definitivos y provisorios.
Como los dividendos, por definición, importan el reparto de
utilidades, y cualesquier reparto que excediere del monto de las
utilidades, sería devolución y disminución de capital, que son ma-
teria de reforma de estatutos, los dividendos solo pueden cargarse
y pagarse con cargo a utilidades del ejercicio o anteriores reteni-
das, que no se hayan capitalizado. Los dividendos provisorios ha-
cen excepción a esta regla en la forma ya dicha. Sin embargo,
aunque hubiere utilidades, si existen pérdidas acumuladas, no pue-
den repartirse dividendos provisorios ni definitivos, por mientras
no sean absorbidas las pérdidas. La ley, imperativamente, exige
que las utilidades del ejercicio se destinen primeramente a absor-
berlas, y en el evento que un balance arrojare pérdidas y existan
utilidades retenidas, las primeras deben absorberlas, totalmente, si
es posible o parcialmente con cargo a los fondos sociales prove-
nientes de utilidades retenidas de ejercicios anteriores. Las nor-
682 SOCIEDADES

mas sobre absorción recién citadas son un reflejo de la obligación


de soportar las pérdidas que afectan a los socios de toda sociedad.
Las afirmaciones anteriores se sustentan en lo prescrito en los
arts. 78 y 79 inc 2º de la L.S.A.
Salvo acuerdo de la unanimidad de las acciones emitidas, los
dividendos deben pagarse en dinero efectivo según lo dispone el
art. 82 de la L.S.A. Hacen excepción a esta regla los repartos de
acciones liberadas y los repartos opcionales de las sociedades anó-
nimas abiertas que trataremos en los números 494 y 495 que pre-
ceden.350

546. Dividendos mínimos

En esta materia cabe distinguir entre sociedades anónimas abier-


tas y cerradas. En las primeras debe repartirse anualmente la cuo-
ta mínima que los estatutos señalen, a prorrata de las acciones
emitidas y si hay acciones preferidas en cuanto a dividendos, en la
fórmula prevista en los estatutos. Este porcentaje, por mandato
legal de orden público no puede ser inferior al 30% de las utilida-
des líquidas del ejercicio.
En las sociedades cerradas debe estarse a lo dispuesto en los
estatutos y en silencio de ellos se aplican las mismas normas de la
sociedad abierta, recién expresadas. Así lo dispone el inc. 1º del
art. 24 de la L.S.A. Con respecto a las anónimas cerradas, conside-
ramos que los estatutos siempre deben establecer un porcentaje
mínimo a repartir, pues de lo contrario, podría la sociedad ser
considerada nula por no otorgar al accionista derecho individual
a la utilidad, que se requiere en toda sociedad.351
Puede no haber reparto de las utilidades mínimas, si es así lo
acuerdan la unanimidad de las acciones emitidas.
Por utilidad líquida, debe entenderse la que arroje el balan-
ce, menos los cargos legales o estatutarios que pudieran afectar-
le, tales como impuestos, gratificaciones o participaciones al
personal.
Según lo dispone el inc. 1º del art. 81 de la L.S.A. el pago de
los dividendos mínimos debe efectuarse y es exigible luego de
transcurridos 30 días desde la fecha de la junta que aprobó la
distribución de las utilidades del ejercicio. Entendemos que este
plazo corre aun en el evento que ilegalmente la junta no hubiere
acordado el pago del dividendo mínimo. Debe recordarse que
LA SOCIEDAD ANONIMA 683

existiendo filiales, la sociedad matriz para calcular el dividendo


mínimo, debe acumular las utilidades de las filiales, según lo dis-
pone el art. 91, inc. 1º de la L.S.A.
Sobre el cobro de estos dividendos mínimos rigen las mismas
reglas que para los demás dividendos que trataremos en el núme-
ro siguiente.

547. Destino del resto de la utilidad

Las destinaciones que puede tener el total de la utilidad si por los


estatutos no se ha destinado en su totalidad al pago de dividendos
o el remanente de ellos luego de repartido el mínimo, pueden ser
varias a saber:
a) Repartir dividendos adicionales, entendiendo por tales aque-
llos mayores de los mínimos estatutarios y legales. Si se trata de
dividendos con cargo a las utilidades del ejercicio, son materia
propia de la junta ordinaria de accionistas, según lo determina el
Nº 2 del art. 56 de la L.S.A. y ellos deben acordarse por la mayoría
ordinaria, salvo que los estatutos establecieren otro quórum. Si se
trata de dividendos adicionales con cargo a fondos de reserva o
utilidades retenidas de ejercicios anteriores, que la junta respecti-
va haya determinado destinarlos a reparto de dividendos, puede
cualesquier junta ordinaria o extraordinaria disponer su reparto.
Aun puede acordarlo el directorio si la junta lo ha facultado. El
pago de estos dividendos debe realizarse dentro del ejercicio en
que se adopte el acuerdo y en la fecha que la junta determine o
en la que fije el directorio, si la junta lo hubiere facultado para
ello. La fecha de pago de dividendos provisorios, debe hacerse en
la época que determine el directorio. Los accionistas beneficiados
con dividendos son aquellos inscritos como tales el quinto día
hábil anterior a las fechas establecidas para su pago. Lo anterior
está establecido en el art. 81 de la L.S.A. como normas de orden
público.
Respecto de la determinación de los accionistas beneficiados
con los dividendos obligatorios, se aplica también la norma del
inc. final del art. 81 de la L.S.A. pues la ley no distingue, pero la
época para el pago o solución, en este caso, está determinada por
la ley (art. 81, inc. 1º de la L.S.A.).
Para poder exigir ejecutivamente el pago de dividendos, sean
ellos los mínimos o los adicionales, el art. 83 de la L.S.A. expresa:
684 SOCIEDADES

“La Superintendencia en las sociedades anónimas abiertas y


un notario, en las cerradas, podrá certificar a petición de la parte
interesada, una copia del acta de la junta o del acuerdo del direc-
torio, o la parte pertinente de la misma en que se haya acordado
el pago de dividendos. Esa copia certificada y el o los títulos de las
acciones o el documento que haga sus veces, en su caso, constitui-
rán título ejecutivo en contra de la sociedad para demandar el
pago de esos dividendos, todo ello sin perjuicio de las demás
sanciones judiciales o administrativas que correspondiere aplicar
en su contra y en la de sus administradores”.
Las acciones de cobro ejecutivo de dividendos son del conoci-
miento de la justicia ordinaria.
Además, en materia de reajustes e intereses, el art. 84 de la
L.S.A. dispone:
“Los dividendos devengados que la sociedad no hubiere paga-
do o puesto a disposición de sus accionistas dentro de los plazos
establecidos en el artículo 81, se reajustarán de acuerdo a la varia-
ción que experimente el valor de la unidad de fomento entre la
fecha en que éstos se hicieron exigibles y la de su pago efectivo y
devengarán intereses corrientes para operaciones reajustables por
el mismo período”.

b) Capitalización de utilidades

El art. 80 de la L.S.A. permite capitalizar las utilidades, mediante


el reparto de acciones liberadas o mediante el aumento del valor
nominal de las acciones, previa reforma de estatutos. Indudable-
mente, además, para capitalizar utilidades representativas de divi-
dendos mínimos obligatorios se requiere la unanimidad de las
acciones emitidas. Las utilidades que pueden ser capitalizadas, son
las del ejercicio y las retenidas, si no hay pérdidas que cubrir.
En cuanto al quórum para acordar que el destino de estas
utilidades sea la capitalización, opinamos que si se capitalizan fon-
dos sociales que tienen tal carácter por acuerdo válido de la junta,
su capitalización podrá acordarse por la mayoría estatutaria o le-
gal ordinaria. En cuanto ellas pretendan cubrirse con utilidades
del ejercicio sobre la determinación del quórum necesario nos
referiremos más adelante en este número.
Las sociedades anónimas abiertas se rigen además, por normas
especiales que examinaremos en el número siguiente.
LA SOCIEDAD ANONIMA 685

c) Formación de fondos de reserva

La junta de accionistas puede con cargo a la utilidad del ejercicio


formar fondos de reserva, sea para cubrir futuros dividendos, capi-
talizaciones, u otros fines, respetando siempre la obligación de re-
partos mínimos. Equiparamos a las reservas las provisiones que
puedan efectuarse en un balance, cuando las deudas o riesgos que
pretendan aprovisionarse no se devenguen en el respectivo ejerci-
cio, o no tengan el carácter de ciertas o determinadas, todo sin
perjuicio de las provisiones obligatorias que puedan existir en de-
terminados casos, como las provisiones de créditos en los bancos.
Un problema importante a dilucidar es determinar con qué
mayoría la junta puede válidamente formar fondos de reserva,
pues el art. 67 Nº 10 de la L.S.A. dispone que se requiere una
mayoría de los 2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto
para acordar “la siguiente materia la forma de distribuir los bene-
ficios sociales”. Sobre el particular algunos opinan que la disposi-
ción en estudio solo se aplica a las reformas del pacto social que
modifiquen alguna estipulación estatutaria, que contengan nor-
mas especiales en materia del destino de la utilidad que se hubie-
re pactado de conformidad a lo dispuesto en el Nº 8 del art. 4 de
la L.S.A. Para esta parte de la doctrina, para formar fondos de
reserva bastaría la mayoría ordinaria, salvo que los estatutos contu-
vieran otra regla.
Reconociendo que el asunto es discutible, pensamos que aparte
de la letra del texto legal que abona la tesis de exigir los 2/3 de las
acciones emitidas para formar fondos de reserva, es conveniente
considerar en el análisis la norma legal preexistente que lo era el
art. 112 del DFL 251 del año 1931.352 Dicha disposición ordenaba
perentoriamente el reparto de las utilidades líquidas luego de com-
pletar el fondo de reserva legal contemplado en la antigua legisla-
ción. Esta norma operaba salvo acuerdo de la unanimidad de las
acciones interesadas. Para esta corriente doctrinaria el legislador de
la ley 18.046 atemperó la regla de la unanimidad, por los 2/3.

d) Utilidades destinadas a cubrir pérdidas

Como ya lo hemos examinado es elemento esencial de toda socie-


dad que los socios deben soportar las pérdidas sociales. Lo ante-
rior se refleja en diversas disposiciones de la L.S.A. Aquella que no
686 SOCIEDADES

permite el reparto de dividendos, si existen pérdidas anteriores,


pues ellas deben absorberse con cargo a la utilidad del ejercicio.
También, cabe citar la regla que señala que las utilidades reteni-
das de años anteriores deben absorber pérdidas posteriores y por
último puede considerarse aquella que prohíbe acordar dividen-
dos provisorios, si hay pérdidas no absorbidas (arts. 78 incs. 2º y 3º
y 79 inc. 2º de la L.S.A.)
Se discute si a falta de utilidad para cargar pérdidas estas de-
ben ser absorbidas con cargo al capital social. Según un autor
argentino la tesis predominante consistiría en la intangibilidad del
capital,353 cuestión sumamente discutible.

548. Dividendos opcionales

Tratan sobre esta materia en relación con las sociedades anóni-


mas abiertas, el art. 82 de la L.S.A. y los arts. 86 a 93 del Regla-
mento.
Existe también en esta materia el problema de cuál es el
quórum para que la junta de accionistas tome el acuerdo, si es el
de la mayoría simple o de los 2/3, tema que hemos esbozado en la
letra c) del número anterior.
El precepto indicado permite en esta clase de sociedades que
el accionista tenga una opción de recibir dividendos no obligato-
rios, en dinero, en acciones liberadas de la propia sociedad o en
acciones de sociedades anónimas abiertas que la sociedad sea due-
ña. O sea, no estaría permitida la opción en esta clase de socieda-
des mediante el pago con otros bienes.
El precepto agrega que en caso de silencio del accionista se
entiende que opta por el dinero.
El acuerdo sobre el otorgamiento de la opción, según los arts.
86 y 87 del Reglamento, debe tomarlo la junta ordinaria, salvo si
se pretende realizarlo con cargo a utilidades retenidas, en que
puede ser materia de junta extraordinaria, pero siempre es nece-
sario que la opción aparezca en forma expresa en la citación a la
respectiva junta.
El otorgamiento de la opción para recibir acciones de la
propia sociedad, requiere que existan tales acciones, las que
pueden provenir de los casos de excepción en que la sociedad
le está permitido adquirir sus propias acciones354 o de un au-
mento de capital legalizado que contemple la capitalización
LA SOCIEDAD ANONIMA 687

de parte de las utilidades, según lo señala el art. 88 del Regla-


mento.
La opción debe ejercerse en los 30 días anteriores a la fecha
fijada por la junta para su solución o pago. Tienen derecho a ella
aquellos accionistas inscritos como tales al menos los cinco días
anteriores al inicio del plazo de opción o sus cesionarios. Así lo
dispone el art. 89 del Reglamento.
Los arts. 90, 92, 95 y 97 del Reglamento establecen normas
que tienden a permitir que el accionista tenga los elementos de
juicio suficientes para ejercer la opción, en forma informada. Se
requiere al menos un aviso y mantener en las oficinas sociales la
información suficiente y los antecedentes tenidos a la vista para
fijar los precios de los bienes constitutivos de la opción, debiendo
contarse con el informe de un perito independiente. Además el
Reglamento exige de otros antecedentes.
Los arts. 91 y 96 del Reglamento precisan las épocas de pago o
cumplimiento de la opción ofrecida. Respecto al pago en dinero
él debe efectuarse en todo caso en el ejercicio que se acuerde,
pero en cuanto a la época de los repartos opcionales se está a lo
que determine la junta.
Existen también normas que reglamentan los repartos opcio-
nales en el período de liquidación de la sociedad, que veremos en
el título XII de este capítulo.
En cuanto a las sociedades anónimas cerradas, estimamos que
ellas también pueden acordar dividendos opcionales, sin necesidad
de cumplir con las normas de la sociedad anónima abierta recién
señaladas, respetando en todo caso las normas que imponen la no
discriminación en detrimento de algún accionista, y el acuerdo de
los 2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto por los funda-
mentos expresados en el Nº 539 letra c) que precede.

549. Dividendos no retirados

El art. 85 de la L.S.A. expresa:


“Los dividendos y demás beneficios en efectivo no reclamados
por los accionistas dentro del plazo de cinco años desde que se
hayan hecho exigibles, pertenecerán al Cuerpo de Bomberos de
Chile.
El Reglamento determinará la forma en que se procederá al
pago y distribución de dichas cantidades”.
688 SOCIEDADES

NOTAS DEL TITULO IX DEL CAPITULO X

348. Ver supra Nº 20.


349. Ver norma general Nº 30 de 10 de Noviembre de 1989 y sus modificacio-
nes.
350. Mayor detalle sobre conceptos generales de dividendo y utilidad, ver Miguel
A. Sasot y Miguel P. Sasot, Sociedades Anónimas, Los Dividendos, págs. 3 y 4.
351. Ver Nº 35 letra a.
352. De idéntico tenor al art. 108 primitivo del D.F.L. 438.
353. Miguel A. Sasot y Miguel P. Sasot, ob. cit., pág. 149.
354. Ver supra Nº 438.
LA SOCIEDAD ANONIMA 689
TITULO X

TRANSFORMACION, FUSION Y DIVISION


DE SOCIEDADES ANONIMAS

550. Plan de desarrollo. 551. Transformación. 552. Fusión. 553. División. 554.
Norma común.

550. Plan de desarrollo

En el Capítulo VI-B hemos tratado estos tópicos en cuanto ellos


son aplicables a toda sociedad con personalidad jurídica. En esta
oportunidad nos limitaremos a las particularidades que en la so-
ciedad anónima presentan estos temas.

551. Transformación

Si se pretende que una sociedad anónima se transforme en otro


tipo social, sus accionistas lo deben acordar en junta extraordinaria
con el quórum estatutario, estableciendo el Nº 1 del art. 67 de la
L.S.A. un quórum mínimo de los 2/3 de las acciones emitidas. El
acuerdo de transformación genera para los disidentes el derecho
de retiro de la sociedad según lo prescrito en el art. 69 de la L.S.A.355
En general, en la transformación de cualesquier tipo social en
otro, deben cumplirse los requisitos y formalidades legales de una
modificación de estatutos acorde con las normas que rigen a la
sociedad que se transforma y además deben concurrir los requisi-
tos de constitución del tipo social que se desea persista en el
futuro. Sin embargo, si el tipo social a que se desea llegar es la
sociedad anónima, el inc. 1º del art. 97 de la L.S.A. al hacer refe-
rencia al art. 5º de la misma ley, solo exige respecto de ésta las
formalidades de una modificación de estatutos y no aquellas de
una constitución. El mismo precepto agrega, que si el tipo del
ente transformado fuere una sociedad anónima especial deben
cumplirse los requisitos de éstas, que generalmente dicen relación
con autorización por algún ente público.

552. Fusión

La fusión de sociedades, en que intervenga una sociedad anóni-


ma, presenta las siguientes peculiaridades:

689
690 SOCIEDADES

1. Ella debe acordarse en junta extraordinaria de la sociedad


anónima comprendida en la fusión con el quórum estatutario que
corresponda, que no puede ser inferior a los 2/3 de las acciones
emitidas. Este acuerdo otorga a los accionistas disidentes derecho
de retiro.
Si se trata de una fusión por incorporación y la absorbente es
una anónima pareciera a primera vista que bastaría para acor-
darla el quórum necesario para un aumento de capital y no
aquel de los 2/3 de las acciones emitidas. Sin embargo, para
hacer posible el aporte de patrimonio que requiere la fusión por
absorción, los accionistas de la absorbente deben renunciar a su
derecho de suscripción preferente en el aumento de capital. Los
arts. 15, inc. 3º y 67 Nº 6 de la L.S.A. exigen que deben aprobar-
se en junta extraordinaria de accionistas por unanimidad de las
acciones con derecho a voto o por los 2/3 de las mismas, los
aportes no consistentes en dinero. Estas disposiciones son aplica-
bles a los aportes de patrimonio de las sociedades que van a ser
absorbidas. Por tal motivo se llega a la conclusión de que respec-
to de la absorbente es necesario también el acuerdo mínimo de
los 2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto, para perfec-
cionar la fusión.
2. Las sociedades anónimas que participan en una fusión, de
acuerdo a lo prescrito en el inc. 5 del art. 99 de la L.S.A. deben
aprobar en junta general extraordinaria, balances auditados e
informes periciales de las sociedades objeto de la fusión, que
procedan.
Procede indudablemente la aprobación de balances, si la fu-
sión se efectúa en base o teniendo en consideración el valor-libro
de los patrimonios o de las diferentes acciones de las sociedades
que se fusionan.
En cuanto a si es necesario en todo caso que los balances de
todas las sociedades que pretendan fusionarse deban auditarse,
ello solo será necesario en aquellas sociedades que por sus estatu-
tos lo requieran. Tratándose de sociedades anónimas abiertas, se
requiere siempre de tal trámite.
Respecto de la procedencia de la aprobación en junta de in-
formes periciales relativos a evaluar los patrimonios aportados,
ellos son necesarios, salvo aprobación unánime del avalúo de los
patrimonios aportados por todos los accionistas con derecho a
voto. Si no se obtiene tal unanimidad en alguna sociedad, para
dar cumplimiento a lo prescrito en el inc. final del art. 15 de la
LA SOCIEDAD ANONIMA 691

L.S.A., habrá que aprobar informes periciales sobre evaluación de


los patrimonios a aportarse. Se trata de universalidades. Además,
pueden ser procedentes informes periciales en virtud de estipula-
ciones de las partes en el negocio de fusión.
3. También el inc. 5º del art. 99 de la L.S.A. exige que se
aprueben en junta de accionistas de las sociedades anónimas que
participan en una fusión, los estatutos de la sociedad creada o de
la absorbente, en su caso. O sea, además de cumplirse con las
exigencias propias de la constitución de la sociedad absorbente,
en el caso de fusión por creación, o de modificación de la absor-
bente, en el evento de fusión por incorporación en cada una de
las sociedades anónimas que participan en una fusión, deben apro-
barse los estatutos que regirán a sus accionistas luego de perfec-
cionada la fusión.
En atención a que las formalidades indicadas en los Nos 2 y 3
que preceden, son trámites propios de la fusión, estimamos que el
quórum mínimo para aprobar los balances, informes periciales y
los estatutos que regirán en el futuro no puede ser inferior a los
2/3 de las acciones emitidas con derecho a voto.
4. La parte final del inc. 5º del art. 99 de la L.S.A. señala que el
directorio de la absorbente debe repartir las acciones resultantes
de la fusión entre los accionistas. Indudablemente, la disposición
solo tiene vigor si la absorbente o sociedad que persiste es una
sociedad anónima.

553. División

La división o escisión de sociedades es un instituto de amplia


difusión en el derecho moderno. Es reconocida en el Derecho
anglosajón bajo el nombre de “corporate separation” o “divisive
reorganization”, con sus sub clases llamadas “split-up” en que
se disuelve una sociedad creándose dos o más que pasan a los
accionistas de la disuelta; “slip-off” o “spin off” en que parte del
patrimonio de una sociedad se transfiere a una sociedad nueva,
de la cual son accionistas los de la antigua. Están legisladas en
Francia, Alemania Argentina y en el Derecho Comunitario Eu-
ropeo, mediante la VI Directiva 82/891 de 17 de Diciembre de
1982. 356
En Chile, en los arts. 94 y 95 de la L.S.A. se reglamenta un tipo
de división, la llamada en el derecho norteamericano “slip off” o
692 SOCIEDADES

“spin off”, sin perjuicio que aplicando las normas generales deriva-
das de libertad de contratación podría en Chile hacerse una divi-
sión o escisión total o split-up; disolviendo la sociedad primitiva y
repartiendo su patrimonio entre dos o más sociedades sean éstas
nuevas o preexistentes.357
El art. 94 de la L.S.A. señala que: “La división de una sociedad
anónima consiste en la distribución de su patrimonio entre sí y
una o más sociedades anónimas que se constituyan al efecto, co-
rrespondiéndole a los accionistas de la sociedad dividida, la misma
proporción en el capital de cada una de las nuevas sociedades que
aquella que poseían en la sociedad que se divide”.
En cuanto a la forma de efectuar la división el art. 95 de la
L.S.A. prescribe:
“La división debe acordarse en junta general extraordinaria de
accionistas en la que deberán aprobarse las siguientes materias:
1. La disminución del capital social y la distribución del patri-
monio de la sociedad entre ésta y la nueva o nuevas sociedades
que se crean;
2. La aprobación de los estatutos de la o de las nuevas socieda-
des a constituirse, los que podrán ser diferentes a los de la socie-
dad que se divide, en todas aquellas materias que se indiquen en
la convocatoria. Esta aprobación incorpora de pleno derecho a
todos los accionistas de la sociedad dividida en la o las nuevas
sociedades que se formen”.
Debe recordarse que el acuerdo de división requiere del
quórum estatutario, que no puede ser inferior a los 2/3 de las
acciones emitidas, según lo previsto en el art. 67 Nº 1 de la L.S.A.

554. Norma común

El art. 100 de la L.S.A. dispone:


“Ningún accionista, a menos que consienta en ello, podrá per-
der su calidad de tal con motivo de un canje de acciones, fusión,
incorporación, transformación o división de una sociedad anóni-
ma”.
Ello significa que tratándose de cualquiera de las instituciones
en estudio deben contemplarse un número de acciones o cuotas,
que permitan mantener los derechos de todo accionista, aun de
aquel con un número mínimo de derechos o acciones.
LA SOCIEDAD ANONIMA 693

NOTAS DEL TITULO X DEL CAPITULO X

355. El derecho de retiro lo tratamos en supra Nos 479 y 480.


356. Ver Fernando Cerda Alberó, Escisión de la Sociedad Anónima, págs. 98 y
siguientes.
357. Ver tomo I, Nos 136 y siguientes.
694 SOCIEDADES
TITULO XI

QUIEBRA, DISOLUCION Y LIQUIDACION


DE LA SOCIEDAD ANONIMA

555. Plan de desarrollo. A. La quiebra y la sociedad anónima. 556. Reglas aplica-


bles a la quiebra de sociedades anónimas. B. Disolución de la sociedad anónima.
557. Disolución total y disolución parcial. 558. Causales de disolución. 559. Epo-
ca en que produce sus efectos la disolución. 560. Efectos de la disolución. C.
Liquidación de la sociedad anónima. 561. Disolución y liquidación en la socie-
dad anónima. 562. Efectos legales de la liquidación. 563. Los estatutos y la volun-
tad de las juntas de accionistas sobre la forma de realizar la liquidación. 564.
Quién debe efectuar la liquidación. 565. Duración de los liquidadores. 566. Re-
muneración de los liquidadores. 567. Atribuciones de los liquidadores. 568. Los
repartos. 569. Normas que rigen a los liquidadores. 570. Las juntas de accionistas
en la liquidación.

555. Plan de desarrollo

Dividiremos estas materias en: A. La quiebra y la sociedad anónima.


B. La disolución de la sociedad anónima. y C. La liquidación de la
sociedad anónima.
Trataremos en los párrafos indicados las peculiaridades principa-
les de la quiebra, disolución y liquidación de una sociedad anónima.

A. LA QUIEBRA Y LA SOCIEDAD ANÓNIMA

556. Reglas aplicables a la quiebra de sociedades anónimas

Existen normas aplicables a ciertas sociedades anónimas en caso


de falencia de ellas. Los bancos y sociedades financieras cuentan
con un sistema especial contemplado en los arts. 127 y siguientes
de la Ley General de Bancos, que hacen inaplicables a su respecto
la legislación concursal general, salvo respecto de los bancos que
se encuentren en liquidación voluntaria, como lo señala el art. 117
de la Ley General de Bancos.
La quiebra de las compañías de seguros y reaseguros está espe-
cialmente normada en los arts. 76 a 87 del D.F.L. 251 del año
1931, sin perjuicio de aplicárseles subsidiariamente las disposicio-
nes de la legislación concursal.
A las administradoras de fondos de pensiones, les rige la ley
de quiebras. Sin embargo, los fondos de pensiones y los bienes
que los conforman, no entran en la quiebra y tienen el trata-

694
LA SOCIEDAD ANONIMA 695

miento especial establecido en los arts. 34 y 43 del D.L. 3.500 del


año 1980.
A la generalidad de las sociedades anónimas, se le aplican en
plenitud la legislación general concursal y además las normas si-
guientes:
1. El directorio de toda sociedad anónima, en caso de cesa-
ción de pagos o quiebra debe citar a junta extraordinaria dentro
de 30 días de acaecidos cualesquiera de estos hechos, para infor-
mar a los accionistas ampliamente sobre la situación legal, econó-
mica y financiera de la sociedad.
Si se trata de una sociedad anónima abierta y cesare en sus
pagos o se solicitare su quiebra o ésta fuera declarada, además, el
gerente o el directorio deben dar aviso a la Superintendencia de
Valores y Seguros.
Las normas recién transcritas están contenidas en el art. 101
de la L.S.A.
2. Para los efectos de la responsabilidad penal del gerente,
liquidadores o directores de una sociedad anónima, por los deli-
tos de quiebra culpable o fraudulenta, el art. 232 de la Ley de
Quiebras, exige que se establezca en el proceso que han actuado
con conocimiento de los negocios del fallido al ejecutar actos o
hechos constitutivos de presunciones de quiebra culpable o frau-
dulenta o al incurrir en omisiones que prevé la ley concursal o al
autorizar expresamente dichos actos u omisiones. El art. 102 de la
L.S.A. exime de esta prueba del conocimiento de los negocios del
fallido pues la supone a título de presunción simplemente legal
en los siguientes casos:
1. Si la sociedad hubiere celebrado convenios privados con
algunos acreedores en perjuicio de los demás; y
2. Si después de la cesación de pagos, la sociedad ha pagado a
un acreedor en perjuicio de los demás, anticipando o no el venci-
miento de su crédito.
Por su parte, el art. 29 de la L.S.A. señala que en caso de
quiebra de la sociedad, los créditos de los accionistas provenientes
de disminución de capital quedan preteridos frente a los demás
acreedores de la sociedad.
696 SOCIEDADES

B. DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD ANÓNIMA

557. Disolución total y disolución parcial

Según lo señalamos en los Nos 479 y 480, que anteceden, en los


casos de retiro o exclusión de un accionista estimamos que existe
disolución parcial de la sociedad con respecto a la persona que
deja de pertenecer a ella y por ello se le debe restituir sus aportes
y demás derechos.358
Consecuentes con lo anterior, consideramos que las causales
de disolución, que más adelante trataremos, son aplicables tam-
bién a la disolución parcial, sea por retiro o exclusión siempre
que la naturaleza de la causal permitan su aplicación. Por ejemplo
no visualizamos que la causal de disolución derivada de la revoca-
ción de existencia de la sociedad, aplicable a ciertas sociedades
anónimas especiales, pueda aplicarse como una causal de disolu-
ción parcial por retiro o exclusión de accionistas. En otras pala-
bras sostenemos que además de los casos en que por ley o por los
estatutos fuere procedente el retiro o exclusión de accionistas,
pueden darse situaciones de exclusión o retiro, si concurren en
un caso una causal de disolución compatible.

558. Causales de disolución

Sobre el particular debemos distinguir:

a) Causales aplicables a toda sociedad anónima

1. Vencimiento del plazo de su duración, si lo hubiere, como


lo señala el Nº 1 del art. 103 de la L.S.A.
2. Reunión de todas las acciones en manos de una sola perso-
na, según lo prescrito en el Nº 2 del art. 103 de la L.S.A. Esta
causal ocurre cuando se inscribe en el registro de accionistas, el
último título traslaticio que origina que la sociedad quede com-
puesta por un solo accionista. La Superintendencia en sociedades
sujetas a su control, debe dar su VºBº para que proceda tal inscrip-
ción, prescribiendo el art. 107 de la L.S.A. que no se dará tal
autorización sino cuando se hayan tomado las medidas conducen-
tes a resguardar los derechos de terceros que hubieren contratado
LA SOCIEDAD ANONIMA 697

con la sociedad, que pueden ser perjudicadas por la formación de


un solo patrimonio entre aquel de la sociedad y el del dueño del
total de las acciones.
3. Por acuerdo de junta general extraordinaria de accionistas,
como lo reconoce el Nº 3 del art. 103 de la L.S.A. Según lo hemos
visto pueden distinguirse dos casos, en que la junta se pronuncia
sobre la disolución; cuando acuerda el término anticipado de la
sociedad pactada a un plazo fijo o si acuerda la disolución de una
sociedad a término indefinido.359
4. Al concurrir causales previstas en los estatutos, según lo
autoriza el Nº 6 del art. 103 de la L.S.A.
5. La declaración de nulidad de la sociedad, obliga a su disolu-
ción (art. 6, inc. 4 y 110 inc. 2º de la L.S.A.)

b) Causal aplicable a ciertas sociedades

Ciertas sociedades anónimas, por excepción, la ley ha establecido


para su existencia autorización de algún ente público, como los
bancos respecto de la Superintendencia de Bancos e Instituciones
Financieras. En tales eventos, la sociedad se disuelve si se revoca la
autorización de existencia, sin perjuicio de proceder las otras cau-
sales.
El Nº 4 del art. 103 de la L.S.A. así lo reconoce. Sin perjuicio
de normas específicas establecidas en otras leyes, aplicables a la
revocación, el art. 104 de la L.S.A. dispone:
“En los casos que esta ley u otras leyes establezcan que una
sociedad requiere de autorización de existencia para su formación,
la Superintendencia podrá revocar dicha autorización por las causa-
les que en ella se indiquen y, en todo caso, por infracción grave de
ley, de reglamento o de las normas que les sean aplicables”.
En atención a que los afectados en los casos de revocación de
existencia, cuentan con recursos jurisdiccionales, consideramos
que salvo norma expresa, que establezca otra regla, esta causal de
disolución solo tendrá fuerza obligatoria cuando la resolución ad-
ministrativa quede firme o ejecutoriada.

c) Disolución por sentencia judicial

El tema aparece tratado en el Nº 5 del art. 103 y en el art. 105,


ambos de la L.S.A.
698 SOCIEDADES

Para que pueda decretarse la disolución de una sociedad anó-


nima por esta causal se requiere, el cumplimiento de los siguien-
tes requisitos copulativos:
1. Que se trate de una sociedad anónima no sometida a la
fiscalización de la Superintendencia de Valores y Seguros, en ra-
zón de la L.S.A. u otras leyes. Nótese que la ley, en este caso, no
distingue entre sociedades abiertas o cerradas, sino que atiende a
si estén o no fiscalizadas por la Superintendencia. O sea, que
sociedades anónimas cerradas fiscalizadas por la Superintenden-
cia, como compañías de seguros u otras no podrían ser disueltas
por declaración judicial. Creemos que la limitación de la causal de
disolución judicial solamente a sociedades no fiscalizadas por la
Superintendencia, tiene explicación tratándose de sociedades que
pueden disolverse por revocación de su autorización de existen-
cia, o aplicando alguna otra norma expresa que permita su disolu-
ción por acto de la autoridad administrativa, pero no se justifica
no aplicarla a la generalidad de las sociedades anónimas fiscaliza-
das por la Superintendencia, que no cuentan con la causal espe-
cial de disolución por revocación de la autorización de existencia,
dado que en casos concretos pueden existir causales graves que
indiquen la conveniencia de la disolución total o parcial, en forma
anticipada.
2. Que lo pidan mediante demanda judicial, accionistas que
representen a lo menos el 20% de su capital.
3. El fundamento de la demanda, que debe invocarse y pro-
barse en los autos debe consistir en cualquiera de las siguientes
situaciones:
a) Infracción grave de ley, reglamento o demás normas que le
sean aplicables a la sociedad, que causare perjuicio a los accionis-
tas o a la sociedad.
Dada la forma general en que se expresa la norma legal, la
infracción puede incidir en la violación de cualesquier norma
obligatoria para la sociedad o sus administradores, se cometa ella
por acción, omisión o mediante autorización de un acto o hecho
ilícito.
Entonces por la misma generalidad de la norma, debe consi-
derarse que la infracción puede ser a leyes civiles, penales, tributa-
rias, previsionales y de cualquier otra índole. También es necesario
comprender dentro de aquellas que posibilitaban la disolución de
la sociedad las violaciones a estipulaciones válidas de los estatutos
de la propia sociedad.
LA SOCIEDAD ANONIMA 699

Las infracciones al Reglamento o a circulares u órdenes de la


Superintendencia de Valores y Seguros u otras dadas por controla-
dores administrativos, no son fundantes de una disolución en aten-
ción a que dichas normas son obligatorias en cuanto se ajustan en
la forma y en el fondo a la ley.
En cuanto a la apreciación de la “gravedad de la infracción”
ello es una cuestión de hecho, que debe aquilatarse en cada caso.
En general, consideramos que tienen gravedad para decretar la
disolución de la sociedad, hechos o circunstancias que importen
un entrabamiento grave del desenvolvimiento social o en la conse-
cución del fin social de obtener los beneficios esperados para un
grupo de accionistas que lo son generalmente la minoría.
El perjuicio a los accionistas o a la sociedad, que requiere la
norma en estudio, no precisa monto. Este puede ser un factor
para estimar la gravedad o no de la infracción. Indudablemente
que basta que el perjuicio se cause a algún accionista o a un grupo
de estos, no siendo necesario un número determinado de afecta-
dos.
b) La declaración de quiebra de la sociedad, administración
fraudulenta de ella u otras de igual gravedad.
En cuanto a la declaración de quiebra de la sociedad, como
causal de disolución judicial para que opere como tal es necesario
que quede ejecutoriada. Debe acotarse que no siempre conviene a
los accionistas provocar la disolución de la sociedad por quiebra,
pues ésta puede ser clausurada por convenio u otras causales lega-
les, que normalmente requieren la subsistencia de la sociedad.
No exige la ley una condenación de carácter penal por delitos
como estafa u otros que importen administración fraudulenta para
decretar la disolución por esta causal. Entendemos que también
procede si la administración social civilmente puede calificarse de
dolosa o ejercida con culpa grave, que se equipara al dolo. Puede
establecerse en el pleito en que se pide la disolución de la socie-
dad, el hecho de haberse administrado con dolo o culpa grave la
sociedad.
La referencia legal a otros casos de igual gravedad, otorga
posibilidad a la justicia para decretar la disolución total o par-
cial de la sociedad, en otras situaciones que puedan calificarse
de graves. Sobre el particular nos remitiremos a lo dicho prece-
dentemente en la letra a) de este número. En el Derecho Com-
parado se han considerado como causales de disolución la
consecución del objeto para el cual se constituyó la sociedad, la
700 SOCIEDADES

imposibilidad sobreviniente de lograr el objeto social, la pérdi-


da del capital social, el término de la autorización para operar
en el giro social, etc.360 Señalamos dichos casos a mero título
ilustrativo, pues nuestra ley exige aquilatar en el caso concreto
la gravedad del hecho invocado, que debe ser de tal entidad
que pueda ser considerado equivalente a la quiebra o adminis-
tración fraudulenta.
La disolución judicial de la sociedad o la revocación de la
autorización de existencia por resolución de la Superintendencia
pueden acarrear perjuicios a los accionistas de los cuales respon-
den civilmente el gerente y directorio, en los términos estableci-
dos en el art. 106 de la L.S.A.
Las causales legales de disolución son de orden público. No
pueden dejarse sin efecto en el estatuto, ni renunciarse anticipa-
damente, sin perjuicio de poder establecerse en el estatuto otras
causales de disolución, sea que operen ipso facto u otorguen dere-
cho a pedirla.

559. Epoca en que produce sus efectos la disolución

A esta materia se refieren los arts. 3, inc. 2º, 108 y 112 de la L.S.A.,
sin perjuicio de normas especiales que también mencionaremos.
La ley no distingue, al contrario que en las sociedades de
personas, entre efectos de disolución para los socios y terceros.
En las sociedades de personas, que se supone de no muchos
socios, puede presumirse que ellos saben o deben saber el hecho
motivo de una disolución. Ello puede ser distinto en la anónima
que puede constar de gran número de accionistas. Además, es
muy corriente una desvinculación entre accionistas meramente
inversores o especuladores con la sociedad que hace convenien-
te equiparar la época en que produce sus efectos la disolución
de la sociedad respecto de terceros con aquellos respecto de los
socios.
Los efectos de la disolución se producen tanto respecto de los
accionistas con respecto de terceros desde el momento que se
cumple con la última formalidad exigida por la ley, para acordar y
publicitar la disolución.
En cuanto a la disolución acordada en junta de accionistas, el
art. 2 inc. 2º de la L.S.A. exige reducir a escritura pública la junta,
además de deberse practicar la inscripción y publicación de su
LA SOCIEDAD ANONIMA 701

extracto, en el plazo y de acuerdo a las mismas reglas que una


reforma de estatutos.
Por su parte, el art. 108 de la L.S.A. expresa:
“Cuando la disolución se produzca por vencimiento del térmi-
no de la sociedad, por reunión de todas las acciones en una sola
mano, o por cualquiera causal contemplada en el estatuto, el di-
rectorio consignará estos hechos por escritura pública dentro del
plazo de treinta días de producidos y un extracto de ella será
inscrito y publicado en la forma prevista en el art. 5º.
Cuando la disolución se origina por resolución que disponga
la revocación de la autorización de existencia de la sociedad de-
cretada por la Superintendencia o la disolución dispuesta por sen-
tencia judicial ejecutoriada, el directorio deberá hacer tomar nota
de esta circunstancia al margen de la inscripción de la sociedad y
publicar por una sola vez un aviso en el Diario Oficial, informan-
do de esta ocurrencia.
Transcurridos 60 días de acaecidos los hechos motivantes de la
disolución antes indicados sin que se hubiera dado cumplimiento
a las formalidades establecidas en los incisos precedentes, cual-
quier director, accionista o tercero interesado podrá dar cumpli-
miento a ellas.
La falta de cumplimiento de las exigencias establecidas en los
incisos anteriores hará solidariamente responsables a los directo-
res de la sociedad por el daño y perjuicios que se causaren con
motivo de ese incumplimiento”.
El art. 112, de la L.S.A. en sus incisos 1 y 2 señala:
“Los liquidadores no podrán entrar en funciones sino una vez
que estén cumplidas todas las solemnidades que la ley señala para
la disolución de la sociedad.
Entretanto, el último directorio deberá continuar a cargo de
la administración de la sociedad”.
Como norma especial podemos citar la que dispone el art. 107
de la L.S.A.:
“Una sociedad anónima sometida al control de la Superinten-
dencia en razón de esta ley o de otras leyes, no inscribirá sin el
visto bueno de ésta, la transferencia o transmisión de acciones que
determine la disolución de la compañía, por el hecho de pasar
todas las acciones de la sociedad al dominio de una sola persona.
La Superintendencia no otorgará su autorización sino cuando
se hayan tomado las medidas conducentes a resguardar los dere-
chos de terceros que hubieren contratado con la sociedad”.
702 SOCIEDADES

560. Efectos de la disolución

En general la disolución de una sociedad obliga y conlleva a la


liquidación de la misma. Por excepción no se requiere de liquida-
ción en los casos de disolución por confusión en un accionista de
todos los derechos accionarios o de disolución de una sociedad
absorbida en una fusión.
Persiste la personalidad jurídica de la sociedad durante la li-
quidación, siguiendo vigente los estatutos, en lo que fuera compa-
tible. Así lo señalan, entre otros en los arts. 99, inc. 4 y 109 de la
L.S.A.
Se discute en la doctrina, si después de ocurrida la disolución,
pueda esta revocarse o dejarse sin efecto y nuevamente renacer a
la vida jurídica la sociedad con la misma personalidad jurídica.361
En general, pensamos que es posible que una sociedad reco-
bre vigencia con su misma personalidad jurídica, como sujeto de
derecho pues no puede equipararse en todo a las personas jurídi-
cas con las naturales. Estas últimas, lamentablemente no pueden
resucitar, pero no existe ningún inconveniente que pueda permi-
tirse que recobre vigencia las personas morales, si se cumplen con
los requisitos de forma y fondo correspondientes, que para algu-
nos son los mismos que aquellos exigidos por la ley para constituir
la sociedad (además de las formalidades, debe concurrir la unani-
midad de las acciones emitidas) y para otros deben cumplirse con
los mismos requisitos que aquellos necesarios para disolver la com-
pañía, aplicando la regla que los actos se dejan sin efecto de
conformidad a las mismas normas de su creación. Evidentemente
que si la sociedad ya se encuentra liquidada, no procederá su
reactivación con la misma personalidad jurídica.

C. LIQUIDACIÓN DE LA SOCIEDAD ANÓNIMA

561. Disolución y liquidación en la sociedad anónima

Ya hemos esbozado las diferencias entre partición y liquidación y


nos hemos referido a las principales características de la liquida-
ción en las sociedades mercantiles. Ahora, nos corresponde seña-
lar las grandes líneas que caracterizan la liquidación de la sociedad
anónima.
LA SOCIEDAD ANONIMA 703

Tratándose de la liquidación de la sociedad colectiva mercan-


til, reglamentada en el Código de Comercio, que se aplican a la
generalidad de las sociedades mercantiles, sean ellas en comandi-
tas y de responsabilidad limitada, la personalidad jurídica persiste
durante la liquidación. Sin embargo, luego de ocurrida la disolu-
ción terminan los vínculos que entre los socios impone la socie-
dad; como la obligación de competencia leal y aquella de no
ceder derechos sociales sin el consentimiento de los demás socios.
Además en dichas sociedades la generalidad de las normas legales
de la liquidación son supletorias de la voluntad de las partes. Ellas
en el estatuto o por acuerdos posteriores a la disolución tienen
mayor libertad para acordar normas diversas de las legales en
materia de liquidación y aún hacer aplicables aquellas de la parti-
ción. En materia de sociedades anónimas la situación es diversa.
Las normas legales sobre liquidación son de orden público, estan-
do más limitada que en las sociedades de personas la posibilidad
que el estatuto o los accionistas puedan establecer otras reglas.
Además, el estatuto social y las normas legales que regulan las
relaciones de los accionistas entre sí y con la sociedad, persisten
durante la liquidación en lo que sean compatibles con el nuevo
estado de la sociedad, mientras que en las sociedades de personas
terminan con la disolución de los vínculos entre los socios mante-
niéndose únicamente aquellos de los socios en la sociedad que
dicen relación con la liquidación.
Lo expuesto anteriormente nos permite concluir que los
efectos substanciales de la disolución en una sociedad anóni-
ma, que dicen relación con el pacto social y especialmente sus
estatutos solo se refieren a que a contar desde la publicación
de la disolución la sociedad no debe continuar su giro. Afecta
entonces la disolución al objeto social que queda sin efecto y
además cambia el órgano administrativo social, siendo sustitui-
do el directorio por la comisión liquidadora o el liquidador,
según sea el caso. Cabe acotar que el derecho inglés y otros
inspirados en este como el brasilero, la liquidación precede a la
disolución, en el sistema denominado “winding up” diferen-
ciándose de nuestro sistema, en que por regla general, la liqui-
dación es anterior a la disolución y la practica el órgano
ordinario de administración, el directorio, salvo que se haya
decretado alguna forma de liquidación con intervención de la
justicia, tales como la “winding up by the Court” o “Winding up
subject to supervision of the Court”.
704 SOCIEDADES

El carácter de orden público que tienen en nuestra legislación


las normas sobre liquidación de la sociedad anónima, es de tal
entidad que ellas se aplican, con persistencia de la personalidad
jurídica, a las sociedades nulas, como lo señalan los arts. 6º inc. 4º
en relación con el inc. 2º del art. 110 de la L.S.A.

562. Efectos legales de la liquidación

Desde el momento en que se cumplen todos los trámites de


legalización de la disolución, la sociedad entra en proceso de
liquidación.
Ello acarrea las siguientes consecuencias, de conformidad a lo
prescrito en los arts. 109, 112 y 114 de la L.S.A:
1º La sociedad anónima disuelta subsiste como persona jurídi-
ca para los efectos de su liquidación. Se mantiene, entonces sepa-
rado el patrimonio social de aquellos de sus accionistas. Pueden y
deben enajenarse bienes, sin autorización judicial, aunque hubie-
re interesados incapaces. En sus operaciones debe agregar a su
nombre las palabras “en liquidación”.
2º Quedan vigentes los estatutos en lo que sea compatible
con el estado de liquidación. Se mantienen vigentes las accio-
nes, las cuales pueden ser enajenadas. Persiste la labor y funcio-
nes de las juntas de accionistas como lo señala en forma expresa
el art. 115 de la L.S.A., como también aquellas de los fiscaliza-
dores.
3º La cláusula estatutaria sobre el objeto social, deja de tener
vigor y rige durante la liquidación como objetivo de ella lo prescri-
to en el inc. 2º del art. 109 de la L.S.A. que expresa:
“Durante la liquidación, la sociedad solo podrá ejecutar los
actos y celebrar los contratos que tiendan directamente a facilitar-
la no pudiendo en caso alguno continuar con la explotación del
giro social. Sin perjuicio de lo anterior, se entenderá que la socie-
dad puede efectuar operaciones ocasionales o transitorias de giro,
a fin de lograr la mejor realización de los bienes sociales”.
4º El órgano representativo y administrativo de la sociedad, el
directorio, es sustituido por la comisión liquidadora o el liquida-
dor, en su caso.
LA SOCIEDAD ANONIMA 705

563. Los estatutos y la voluntad de las juntas de accionistas


sobre la forma de realizar la liquidación

El Nº 9 del art. 4º de la L.S.A. faculta a los estatutos para determi-


nar la forma de liquidación de la sociedad. Sin embargo, esta
facultad, está limitada por disposiciones legales de orden público,
muy numerosas en este caso. Sin embargo, los estatutos pueden
fijar la duración de las funciones de los liquidadores, según lo
prescribe el inc. 3 del art. 111 de la L.S.A. con el límite máximo
de 3 años. Sin embargo esta regla no rige en los casos en que la
justicia tiene intervención en el nombramiento de los liquidado-
res o que la liquidación por disposición de la ley corresponda a la
Superintendencia o a otros organismos. En los mismos casos, de
liquidadores designados por la junta, sin intervención de la justi-
cia, puede el estatuto señalar el número de liquidadores y limitar
sus facultades. Sin embargo, la ley, en los arts. 111, inc. 1º y 114
inc. 2º facultan a las juntas de accionistas para fijar el número de
los liquidadores y limitar sus facultades señalándoles específica-
mente sus atribuciones o aquellas que se les suprimen; sin necesi-
dad de reformar los estatutos, con el quórum de la mayoría absoluta
de las acciones emitidas, en el primer caso y con simple mayoría
de asistentes en el segundo caso. Las normas legales priman sobre
las estatutarias de conformidad a lo prescrito en el art. 137 de la
L.S.A.
Los liquidadores elegidos por la junta de accionistas sin inter-
vención de la justicia u otras autoridades, pueden ser revocados
en cualquier tiempo por la junta de accionistas como lo señala en
el art. 113 de la L.S.A. El quórum para sesionar y tomar acuerdos
será el general que prescriben los estatutos o la ley; pues no se
señala quórum especial. En atención a que según lo prescribe el
art. 112, inc. final de la L.S.A. a los liquidadores se le aplican las
normas relativas a los directores, pensamos que la revocación de
los liquidadores por la junta debe ser total.
A las funciones de las juntas en relación a los repartos, nos
referiremos más adelante.
Nos atrevemos a afirmar que, el estatuto o las juntas de accio-
nistas en su caso, pueden designar liquidadores a personas jurídi-
cas que puedan ejercer tales cargos. Los bancos comerciales pueden
ejercer tales funciones de conformidad a lo prescrito en el Nº 3
del art. 48 de la Ley General de Bancos.
706 SOCIEDADES

564. Quién debe efectuar la liquidación

Sobre el particular se hace necesario distinguir:


1. Si la ley para una determinada situación establece quien
debe efectuar la liquidación, hay que estarse al mandato del legis-
lador, como el caso previsto en el art. 75 del D.F.L. 251 del año
1931 relativo a liquidación de compañías de seguros.
2. Si se hubiere decretado la disolución de una sociedad anó-
nima cerrada, por sentencia judicial, el art. 110, inc. 4º de la L.S.A.
dispone:
“Si la disolución de la sociedad hubiere sido decretada por
sentencia ejecutoriada, la liquidación se practicará por un solo
liquidador elegido por la junta general de accionistas de una qui-
na que le presentará el tribunal, en aquellos casos en que la ley no
encomiende dicha función a la Superintendencia o a otra autori-
dad”.
Esta norma prima sobre cualquier disposición estatutaria.
3. Fuera de los casos indicados en los números anteriores, si
los estatutos hubieren prescrito alguna forma de liquidación, sea
indicando los liquidadores o estableciendo un sistema de nombra-
miento, habrá que aplicar las disposiciones estatutarias, según lo
dispone el inc. 1º del art. 110 de la L.S.A.
4. Si no se pueden aplicar los preceptos anteriores, la liquida-
ción la practicará la comisión que elija la junta de accionistas salvo
disposición estatutaria o acuerdo unánime de las acciones emiti-
das con derecho a voto. Se admite la dispersión de votos, para
elegir los liquidadores según lo señala el art. 111, inc. 1º, de la
L.S.A.

565. Duración de los liquidadores

A título de disposición de orden público la ley ha dispuesto que el


plazo máximo de duración que pueda fijarse a los liquidadores es
de 3 años a contar desde su nombramiento. Si nada se ha dicho
en el estatuto o por la junta, el plazo legal es de 3 años. Los
estatutos, la junta o la justicia en su caso, pueden establecer plazos
inferiores. Así lo señalan los incs. 3 y 4 del art. 111 de la L.S.A.
Pueden caducar anticipadamente los cargos de aquellos liqui-
dadores elegidos por la junta, en caso de su revocación por ella,
acorde con lo que prescribe el art. 113 de la L.S.A.
LA SOCIEDAD ANONIMA 707

En casos graves y calificados, también pueden caducar antici-


padamente los nombramientos tanto de los liquidadores designa-
dos por la junta directamente, como de aquel del liquidador
designado por la junta de una quina propuesta por el tribunal. Se
presume de derecho que existe caso grave y calificado cuando el
proceso de liquidación no ha terminado dentro de los seis años
siguientes a la disolución o en el plazo menor que la junta haya
determinado al nombrar la comisión liquidadora. Para que proce-
da la caducidad se requiere petición al respecto de al menos el
10% de las acciones emitidas. Si se trata de una sociedad sometida
al control de la Superintendencia, la petición se tramita ante ella.
En los demás casos corresponde a la justicia ordinaria conocer de
ella. La ley señala que en tales eventos debe citarse a una junta de
accionistas para que ésta elija un liquidador de una quina que
debe presentarse a la junta por la Superintendencia o a la justicia
en su caso. Aunque la ley no lo diga expresamente y para que la
norma tenga sentido, consideramos que si la mayoría de la junta
se niega a efectuar el nombramiento del liquidador único pro-
puesto en la quina, el nombramiento lo deberá realizar la justicia
de conformidad a lo que se expresará en el título siguiente de este
capítulo, relativo a los conflictos societarios. Lo anterior no es
aplicable a los casos que la ley confiere al Superintendente la
facultad de realizar la liquidación, sin perjuicio de la responsabili-
dad de éste. Estas normas están previstas en el art. 119 de la L.S.A.
y art. 102 de su Reglamento.

566. Remuneración de los liquidadores

La remuneración de los liquidadores designados por la junta de


accionistas, sin intervención de los tribunales o de la Superinten-
dencia puede estar determinada en los estatutos o fijarse por la
junta, de conformidad a lo prescrito en el inc. 1º del art. 110 de la
L.S.A. En tales eventos, al aceptar el cargo el liquidador se entien-
de que también acepta la remuneración indicada en los estatutos
o aquella fijada por la junta. Si nada se ha expresado previamente
sobre el particular tanto con los estatutos como por la junta, la
remuneración deberá fijarla la justicia de acuerdo con las normas
para resolver conflictos societarios que examinaremos en el título
siguiente de este capítulo.
Para los demás casos, el art. 120 de la L.S.A. dispone:
708 SOCIEDADES

“Cuando la liquidación sea efectuada por liquidadores dele-


gados del Superintendente o designados a propuesta de éste o
de la justicia, la remuneración total de éstos no podrá ser infe-
rior a 1/2% del total del activo ni superior al 3% de los repartos
que se hagan a los accionistas sin perjuicio de la facultad de la
Junta de Accionistas para fijarles una remuneración superior.
Cuando la liquidación sea efectuada por la Superintendencia
o sus funcionarios, la remuneración pertenecerá a la Superinten-
dencia y constituirá un ingreso propio de ésta”.
Si existe controversia para fijar el honorario entre el mínimo y
el máximo legal deberá ella resolverse, de acuerdo a las normas
sobre conflictos societarios que trataremos en el título final de
este capítulo.
Respecto de otras remuneraciones, distintas de aquellas prove-
nientes del ejercicio del cargo de liquidador, que éste pudiere
tener derecho, rigen las mismas normas que la ley determina res-
pecto de los directores, en obedecimiento a lo prescrito en el
inciso final del art. 112 de la L.S.A.

567. Atribuciones de los liquidadores

Aplicando reglas generales de derecho y considerando lo dispues-


to en los arts. 109 inc. 2º y 117 de la L.S.A. podemos concluir que
las atribuciones de los liquidadores de sociedades anónimas, esto
es los derechos y obligaciones fundamentales que les impone su
cargo, son los siguientes:
1. Efectuar la liquidación de la sociedad. Ello significa que los
liquidadores deben hacer líquido el activo de la sociedad para
pagar el pasivo exigible de ella y luego repartir su excedente, si lo
hay, entre los accionistas.
Como los repartos deben hacerse por regla general en efectivo,
salvo acuerdo unánime de las acciones emitidas y también salvo los
repartos opcionales, acordados por los 2/3 de las acciones emitidas,
los liquidadores deben liquidar el activo para producir el efectivo que
requieren para los repartos, realizando los bienes y cobrando o ven-
diendo los créditos que la sociedad tenga respecto de terceros. Las
excepciones a los repartos dinerarios requieren acuerdo de la junta
de accionistas, tomado por unanimidad, en que se determine una
repartición en especie, o al menos cuente con los 2/3 de las acciones
emitidas que permita hacer repartos con otros bienes que el dinero.
LA SOCIEDAD ANONIMA 709

2. Los liquidadores son administradores y representantes de la


sociedad. Por lo tanto deben cumplir con todas las obligaciones
que la ley o el contrato o los contratos imponen a la sociedad,
entre ellas las consagradas en leyes previsionales, laborales, en la
legislación sobre quiebras y en la propia L.S.A. entre ellas presen-
tar el balance y la memoria periódicamente como lo señala el inc.
1º del art. 115 de la L.S.A.
Cuando la liquidación es ejercida en forma colegiada la repre-
sentación judicial y extrajudicial queda radicada en el presidente
de la comisión, acorde con lo que señala el inc. 2º del art. 111 de
la L.S.A., sin perjuicio de la representación de la comisión como
cuerpo, según lo prescrito en el inc. final del art. 114 de la L.S.A.
Las facultades de representación de los liquidadores por la
sociedad son amplias, no obstante ser precisa su función: El inc. 1º
del art. 114 de la L.S.A. sobre el particular expresa:
“La comisión liquidadora o el liquidador, en su caso, solo
podrán ejecutar los actos y contratos que tienden directamente a
efectuar la liquidación de la sociedad; representarán judicial y
extrajudicialmente a ésta y estarán investidos de todas las faculta-
des de administración y disposición que la ley o el estatuto no
establezcan como privativos de las juntas de accionistas, sin que
sea necesario otorgarles poder especial alguno, inclusive para aque-
llos actos o contratos respecto de los cuales las leyes exijan esta
circunstancia”.
Puede sostenerse que en virtud de esta representación la ac-
tuación de los liquidadores o del presidente en su caso obligan a
la sociedad frente a terceros, aunque se excedan en sus facultades,
por los mismos fundamentos que hemos dado respecto del direc-
torio en situación similar.
3. Efectuar repartos a los accionistas. Dada la mayor extensión
de esta materia la trataremos en el número siguiente.
4. Citar a juntas de accionistas, ordinarias y extraordinarias, de
conformidad a lo dispuesto en el art. 58 de la L.S.A. como lo
señalan los incs. 1º y 2º del art. 115 de la misma ley.
5. Rendir cuenta final de la liquidación. Aunque la L.S.A. no
lo señala expresamente, creemos que procede esta obligación de
acuerdo a las normas generales de derecho, que imponen esta
obligación a todo aquel que actúe por cuenta de terceros. Solo
podrán eximirse de esta obligación, si la liquidación la efectúa por
mandato de la ley el Superintendente o su delegado, atendido a lo
prescrito en el inciso final del art. 115 de la L.S.A.
710 SOCIEDADES

568. Los repartos

Según lo prescribe el inc. 1º del art. 117 de la L.S.A., solo pueden


hacerse repartos por devolución de capital a los accionistas, una
vez asegurado el pago o pagadas las deudas sociales.
Acorde a lo señalado en inciso 3º de la disposición legal recién
citada, los repartos deben ser pagados a quienes sean accionistas
el 5º día hábil anterior a la fecha señalada para su solución.
Normalmente los repartos deberán realizarse a los accionistas
a prorrata del número de acciones que posean. Las excepciones
consisten en los casos que proceda una repartición diversa de
capital y utilidades que la prorrata por el número de acciones.
Ello ocurre si existen acciones preferentes que tengan mayor de-
recho que otras en la liquidación, sea sobre el capital o utilidades.
Consideramos acciones preferidas también a aquellas de distinta
serie que tengan una mayor cuota o participación en el capital.
Existen distintas reglas para realizar el reparto, el pago de capital
y utilidades, primero debe procederse a repartos, para devolver el
capital reajustado y luego si existe excedente repartirlo según las
reglas de repartición de las utilidades.
En cuanto a la época de los repartos el inc. 2º del art. 117 de
la L.S.A. expresa:
“Los repartos deberán efectuarse a lo menos trimestralmente y
en todo caso, cada vez que en la caja social se haya acumulado
fondos suficientes para pagar a los accionistas una suma equiva-
lente, a lo menos, al 5% del valor de libro de sus acciones, aplicán-
dose lo dispuesto en el art. 84 de esta ley”.
Salvo que la unanimidad de las acciones emitidas dispongan
otra cosa los repartos deben hacerse en dinero, pero por acuerdo
de los 2/3 de las acciones emitidas tomado en junta extraordinaria,
pueden hacerse repartos opcionales. Así lo señala el art. 116 de la
L.S.A. y reglamenta los repartos opcionales los arts. 94 a 99 del
Reglamento. Debe tenerse presente que los repartos opcionales en
la liquidación no pueden consistir en acciones liberadas de la pro-
pia sociedad pues estos en el caso de una sociedad disuelta no
puede existir. De otro lado la ley no limita los bienes que pueden
ser susceptibles de opción; pero ellos deben ser de tal naturaleza
que permitan el reparto opcional entre todos los accionistas.
Al igual que los dividendos no cobrados, los repartos no retira-
dos en 5 años pertenecen al Cuerpo de Bomberos, como lo señala
el inc. final del art. 117 de la L.S.A.
LA SOCIEDAD ANONIMA 711

569. Normas que rigen a los liquidadores

Sin perjuicio de las normas especiales aplicables a los liquidado-


res, en general ellos se encuentran regidos por las relativas a los
directores de una sociedad anónima, como lo señala el inciso final
del art. 112 de la L.S.A. Por lo tanto, les serán aplicables las que
dicen relación con inhabilidades, requisitos para la celebración de
actos y contratos con la sociedad y responsabilidades, lo mismo
que tratándose de actos de los directores con la sociedad. Además,
y siguiendo la misma regla que la ley señala respecto de los direc-
tores, el inc. 3º del art. 115 de la L.S.A. establece que la función
de liquidadores es indelegable, sin perjuicio de poder delegar
parcialmente sus facultades en uno o más liquidadores si fueren
varios y para objetos especialmente determinados en terceros.
Además de la responsabilidad que tienen los liquidadores con
la sociedad, los accionistas y terceros aplicando las reglas de los
directores, el art. 118 de la L.S.A. expresa:
“Los liquidadores que concurran con su voto serán solidaria-
mente responsables de los daños o perjuicios causados a los acree-
dores de la sociedad a consecuencia de los repartos de capital que
efectuaren”.

570. Las juntas de accionistas en la liquidación

Como ya lo señalamos, siguen aplicándose los estatutos sociales en


la liquidación, en lo que sean compatibles con esta y las juntas
pueden y deben en su caso, seguir citándose y celebrándose.
Interesa, no obstante precisar los siguientes puntos:
1. Puede y debe pronunciarse la junta sobre los balances y
estados financieros que presentan los liquidadores, según lo seña-
la el art. 115 de la L.S.A., salvo el caso que la liquidación la practi-
que la Superintendencia o sus delegados.
2. Tratándose de liquidadores designados por la junta, sin in-
tervención de la Superintendencia o de los tribunales, puede la
junta limitar sus facultades, señalando específicamente sus atribu-
ciones o aquellas que se les suprimen, según lo prescribe el inc. 2º
del art. 114 de la L.S.A. Las limitaciones que puede acordar la
junta no pueden contravenir normas de orden público en materia
de liquidación, como las establecidas en los arts. 116 y 117 de la
L.S.A. y tampoco pueden afectar a facultades que son de la esen-
712 SOCIEDADES

cia de la liquidación. En general pueden limitar las atribuciones


de los liquidadores pero no suprimirlas, lo que constituye una
cuestión de hecho.

NOTAS DEL TITULO XI DEL CAPITULO X

358. En la nota 313 indicamos bibliografía sobre el tema.


359. Ver Nº 539.
360. Ver Sagunto F. Pérez Fontana, Revocación de la disolución de las sociedades
comerciales, Ed. Depalma, Bs. Aires, 1983. Existen informes en derecho no
publicados de don Julio Chaná, don Raúl Varela Varela y don Raúl Varela
Morgan, sobre el tema.
361. Felipe de Solá Cañizares, ob. cit., tomo 3, págs. 463 y siguientes.
LA SOCIEDAD ANONIMA 713
TITULO XII

CONFLICTOS SOCIETARIOS

571. Aspectos generales. 572. Concepto de conflicto societario. 573. Prescrip-


ción. 574. Tribunal competente. 575. Acción subrogatoria. 576. Procedimientos.

571. Aspectos generales

Nuestra ley, de ninguna manera limita el derecho de los interesa-


dos para plantear contiendas ante los tribunales en materias rela-
cionadas con una sociedad anónima.
En este título nos preocuparemos de precisar el alcance de
aquellas contiendas, que llamamos “conflictos societarios”, a las
cuales se les aplican reglas especiales en materia de tribunal com-
petente y prescripción.

572. Concepto de conflicto societario

Estimamos que tienen tal carácter, aquellos entre accionistas o


entre éstos y la sociedad y sus administradores, sea durante la
vigencia de la sociedad o durante su liquidación, que se promue-
van con motivo u ocasión de la sociedad.
Obtenemos este concepto de lo prescrito en los arts. 4 Nº 10 y
125 de la L.S.A. y 227 Nº 4 del Código Orgánico de Tribunales.
Pueden ser, entonces, sujetos activos de estas acciones, cuales-
quier accionista, la sociedad, el directorio, algún director, la comi-
sión liquidadora o algún liquidador y el gerente. Deben ser sujetos
pasivos o demandados también todas o algunas de las mismas
personas.
Las contiendas, obviamente, deben derivar de relaciones so-
ciales, lo que confirma el art. 4 nª 10 de la L.S.A., en cuanto señala
que las diferencias deben presentarse entre accionistas “en su cali-
dad de tales”.362
Están claramente comprendidos dentro de los conflictos so-
cietarios las contiendas sobre interpretación de los estatutos,
de las normas legales supletorias, y aquellas que se originen
durante la liquidación de la sociedad, entre accionistas y liqui-
dadores, la impugnación de la validez de actos societarios tales
como acuerdos de juntas de accionistas y del directorio o de los
liquidadores, la impugnación de balances y estados financieros,
las que se susciten en materia de pagos de dividendos o en un

713
714 SOCIEDADES

contrato de suscripción de acciones, entre accionistas y la so-


ciedad; la declaración de nulidad, caducidad o inhabilidad del
título de cualesquier administrador y otras que cumplan los
requisitos generales ya indicados, para ser considerados como
“conflictos societarios”.
Parece que no merecen dudas que no son conflictos societa-
rios los que derivan de situaciones de inexistencia de la sociedad
tratadas en el art. 6º, inc. 1º de la L.S.A.; los conflictos que se
susciten con motivo de un contrato de compraventa de acciones
entre comprador y vendedor, aquellos entre la sociedad y sus ge-
rentes derivados de una relación laboral o de prestación de servi-
cios y las acciones de responsabilidad entre la sociedad y/o sus
administradores, que intenten terceros.
Las controversias que se susciten sobre la nulidad de la socie-
dad también las consideramos conflictos sociales, sin perjuicio de
lo que más adelante se dirá sobre tribunal competente.

573. Prescripción

Con respecto a la generalidad de las acciones derivadas de una


sociedad anónima, ante la disyuntiva de aplicar la regla general
del art. 2515 del Código Civil (5 años) y aquella del art. 822 del
Código de Comercio (4 años)nos pronunciaremos por la segunda
alternativa. Las obligaciones derivadas de toda sociedad mercantil
estimamos que están comprendidas en el Libro III del Código de
Comercio. La sociedad anónima aparece mencionada en el art. 348
del Código de Comercio y antes de la dictación de la ley 18.046
actual L.S.A. se encontraba regulada en el párrafo 8 del Título VII
del Libro II del Código de Comercio.
La circunstancia que se reglara la sociedad anónima en una
ley especial, la ley 18.046, solo se debe a razones de espacio. Su
profuso articulado no cabía en el Código. No se pretendió desco-
nocer el carácter mercantil de la sociedad anónima. Por el contra-
rio, la ley 18.046 extendió la mercantilidad a toda sociedad
anónima, como aparece de lo prescrito en los arts. 1º inc. 2º de la
L.S.A. y art. 2064 del Código Civil.
Existe norma especial con respecto a acciones de nulidad. El
art. 6º, inc. 4º de la L.S.A. dispone que no puede pedirse la nuli-
dad de la sociedad luego de transcurrido cuatro años desde la
ocurrencia del vicio que la origina, precepto que abarca no solo
LA SOCIEDAD ANONIMA 715

las nulidades derivadas de defectos de forma, porque la disposi-


ción no distingue.
En relación con la nulidad de los demás actos del derecho
societario tales como reformas de estatutos, acuerdos de juntas o
de directorio, etc. se hace necesario distinguir entre la nulidad
absoluta o relativa, para aplicar en el primer caso el plazo de 10
años; y en el segundo, el de cuatro años, según lo disponen los
arts. 1.683 y 1.691 del Código Civil.

574. Tribunal competente

Se refieren a estas materias los arts. 4 Nº 10 y 125 de la L.S.A. y el


art. 227 Nº 4 del Código Orgánico de Tribunales.
Para mayor claridad transcribiremos los referidos preceptos
legales:
a) Art. 4 Nº 10 de la L.S.A. La escritura de la sociedad debe
expresar:
“La naturaleza del arbitraje a que deberán ser sometidas las
diferencias que ocurran entre los accionistas en su calidad de tales
o entre éstos y la sociedad o sus administradores, sea durante la
vigencia de la sociedad o durante su liquidación. Si nada se dijere
se entenderá que las diferencias serán sometidas a la resolución
de un árbitro arbitrador”.
b) Art. 125 de la L.S.A.:
“En los estatutos sociales se establecerá la forma como se de-
signarán el o los árbitros que conocerán las materias a que se
refiere el Nº 10 del art. 4º de la presente ley. En caso alguno
podrá nominarse en ellos a una o más personas determinadas
como árbitros.
El arbitraje que establece esta ley es sin perjuicio de que, al
producirse un conflicto, el demandante pueda sustraer su conoci-
miento de la competencia de los árbitros y someterlo a la decisión
de la justicia ordinaria”.
c) Art. 227 Nº 4 del Código Orgánico de Tribunales. Deben
resolverse por árbitro los asuntos siguientes:
“Las diferencias que ocurrieren entre los socios de una socie-
dad anónima, o de una sociedad colectiva o en comandita comer-
cial, o entre los asociados de una participación, en el caso del
art. 415 del Código de Comercio”.
716 SOCIEDADES

De lo preceptuado en los textos legales transcritos podemos


concluir:
1) Solo se permite que los estatutos contengan estipulaciones
que determinan que puede conocer de los conflictos sociales un
árbitro de derecho, un arbitrador o un árbitro mixto. No está
permitido estipular que los conflictos sociales los conozca la justi-
cia ordinaria. Los tribunales ordinarios solo tienen competencia
de excepción en la resolución de los conflictos sociales, solo cuan-
do la ley en forma expresa la establece.
La tendencia universal predominante desde antiguo es que
árbitros deben conocer de los conflictos sociales, por tratarse de
asuntos que para su correcta resolución se requieren además de
conocimientos especializados, una especial dedicación que los jue-
ces ordinarios por regla general están imposibilitados de dar.
No se trata en los conflictos societarios, que se requiera una
convención entre las partes sobre arbitraje, que llama “cláusula
compromisoria” don Patricio Aylwin y que dicho autor define como
“El contrato por el cual las partes sustraen determinados asuntos
litigiosos presentes o futuros, al conocimiento de las jurisdicciones
ordinarias y las someten a juicio arbitral”.363 En efecto, es la ley la
que sustrae el conocimiento de estos asuntos a la justicia ordina-
ria. Los estatutos solo se limitan a establecer el carácter de los
árbitros.
2) El nombramiento de árbitro o compromiso, según lo pres-
cribe el art. 232 del Código Orgánico de Tribunales, debe formali-
zarse mediante el consentimiento unánime de las partes interesadas
en el litigio sometido a su decisión. Concordando con dicha nor-
ma, el art. 125 de L.S.A. prohíbe que los estatutos contengan la
designación nominativa de árbitros. Los estatutos obligan a todos
los accionistas, hayan éstos concurrido a la constitución o reforma
de estatutos en que se acordaron. Además, los estatutos en los
cuales se acuerda una reforma, requieren para su aprobación, no
la unanimidad, sino que ciertas mayorías. Si se permitiera en la
constitución de la sociedad o en una reforma, el nombramiento
de árbitro podría darse el caso que éste fuera designado por una
mayoría de accionistas, natural contraparte en las acciones que
pueda intentar la minoría.
La norma anteriormente comentada, no obsta a que determi-
nados accionistas, por instrumento separado del estatuto social,
nombren el árbitro que estimen pertinente para resolver los pro-
blemas que entre ellos se susciten, antes de promoverse conflicto,
LA SOCIEDAD ANONIMA 717

al producirse éste o con posterioridad, pero dicho nombramiento


solo afectará y obligará a las partes que concurrieran a él.
3) Si el estatuto nada dijere sobre la calidad del árbitro, el
Nº 10 del art. 4 de la L.S.A. entiende que las diferencias serán
sometidas a la resolución de un arbitrador, norma introducida
por la ley 18.046 y que es diametralmente opuesta a aquella
dispuesta en el inc. 1º del art. 232 del Código Orgánico de Tri-
bunales.
De otro lado, si el estatuto omite señalar la calidad de los
árbitros y corresponde, por ende, aplicar la regla de que en tal
caso se trata de un arbitrador, el art. 125 de la L.S.A. otorga al
demandante la opción de demandar ante la justicia ordinaria. No
se tiene tal opción si los estatutos contienen una convención sobre
arbitraje, aunque reproduzca la regla contenida en el Nº 10 del
art. 4º de la L.S.A. En efecto, el art. 125, inc. 2º de la L.S.A. otorga
el derecho opcional respecto del “arbitraje que establece la ley” y
el único el arbitraje establecido en la ley 18.046, es aquel ante
arbitrador, a falta de estipulación estatutaria.364
Por excepción, le cabe intervención a la justicia ordinaria, en
las sociedades anónimas cerradas, para resolver si es procedente
reemplazar a un liquidador o a una comisión de ellos por un
liquidador designado por la junta de accionistas entre aquellos
que figuran en una quina que debe confeccionar el tribunal. Así
lo establece el inc. 2º, del art. 119 de la L.S.A. También existen
otros casos en que le cabe la intervención a la justicia que hemos
citado en el curso de esta obra.

575. Acción subrogatoria

La ley 19.705 agregó a la L.S.A. un texto que permite a accionistas


que representen un número mínimo de acciones o a cualquier
director, ejercer por la sociedad acciones subrogatorias (que le
competen a la sociedad) disposición que sería necesaria si se trata
de perjuicios que el controlador de la sociedad o el directorio no
quieren demandar, por cualquier causa o motivo, lo normal por-
que es probable que ellos sean directa o indirectamente responsa-
bles.
El texto de dicho precepto expresa:
“Art. 133 bis: Toda pérdida irrogada al patrimonio de la socie-
dad como consecuencia de una infracción a esta ley, su reglamen-
718 SOCIEDADES

to, los estatutos sociales o las normas que imparta la Superinten-


dencia, dará derecho a un accionista o grupo de accionistas que
representen, a lo menos, un 5% de las acciones emitidas por la
sociedad o a cualquiera de los directores de la sociedad, a deman-
dar la indemnización de perjuicios a quien correspondiere, en
nombre y beneficio de la sociedad.
Las costas a que hubiere lugar serán pagadas a los demandan-
tes y no podrán, de forma alguna, beneficiar a la sociedad. Por su
parte, si los accionistas o el director demandante fueren condena-
dos en costas, serán exclusivamente responsables de éstas.
Las acciones contempladas en este artículo, son compatibles
con las demás acciones establecidas en la presente ley”.
Debe acotarse que siempre el accionista puede demandar los
perjuicios que le pueden causar la sociedad o sus consocios o los
administradores sociales, en su patrimonio. Pueden tener tal ca-
rácter la parte de los daños causados a la sociedad, que correspon-
da a su cuota o porcentaje en la sociedad.

576. Procedimientos

Se aplican las reglas generales del juicio arbitral ante árbitros


arbitradores, de derecho o mixto según corresponda. Si el asun-
to lo debe conocer la justicia ordinaria, cabe dar aplicación a los
procedimientos comunes. Son dos las únicas normas especiales
sobre procedimiento contenidas en la L.S.A. El primer caso está
tratado en el art. 105, inc. 2º, de la L.S.A. y dice relación con el
juicio seguido para obtener la disolución por grave motivo de
una sociedad anónima cerrada. Este precepto señala que el tri-
bunal procederá breve y sumariamente y apreciará la prueba en
conciencia. La segunda regla está precisada en el inc. 2º, del
art. 119 de la L.S.A. que prescribe se resuelva como incidente la
cuestión relativa a reemplazo de liquidadores de que trata la
norma.

NOTAS DEL CAPITULO XII DEL TITULO X

362. En el mismo sentido, Patricio Aylwin, ob. cit., Nº 56, pág. 95.
363. Patricio Aylwin, ob. cit., Nº 234, pág. 323.
LA SOCIEDAD ANONIMA 719

364. Así lo ha establecido fallo de la Corte Suprema de 27 de Agosto de 1992 en


causa entre accionistas del Banco de Chile, publicado en la Revista de Dere-
cho y Jurisprudencia, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 127. En el mismo sentido Luis
Morand Valdivieso, Sociedades, págs. 68 y 69. Sobre este punto no es clara la
posición de don Patricio Aylwin, ob. cit., Nos 55 y 56, págs. 93 y siguientes.
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