Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SEGUNDA PARTE.
Fragmentos del diálogo realizado con Diana Maffía, filósofa feminista en los
talleres de educación popular realizados los días 23 y 30 de marzo del 2004, en la
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
(…)
Una de las primeras cosas que me gustaría hacer es pensar un poquito la relación
entre el sexo y el género, que a veces se plantea como una relación entre algo cultural y
algo biológico. La manera más usual de definirlo, es decir que el sexo es algo natural y
biológico, que tiene que ver con lo corporal, con la anatomía, mientras que el género es una
asignación cultural que se hace, una especie de lectura de ese sexo biológico, y que en esa
lectura se determina cuáles son los mandatos sociales que va a tener alguien por el hecho de
ser varón o mujer. No sé si alguien tiene otra descripción con respecto al género y al sexo.
Sí, hay un señor que manejaba un microscopio en el siglo XVII -cuando se inventó
el microscopio-, al que lo primero que se lo ocurrió fue mirar una gota de semen en el
microscopio, y dijo que había visto un hombrecito con sus bracitos, piernitas, etc,
perfectamente completo. Porque era la idea que tenía Aristóteles, 400 años antes de Cristo,
que en el semen masculino estaba el hombre completo. La idea de persona estaba en el
semen masculino, la mujer lo que ponía era el lugar donde se cocinaba el embrión, así lo
decía él.
- Hace 30 años ya se dijo que hay un porcentaje variable en cada persona en la que
lo genético interactúa con lo cultural, y como no se puede tener una persona que no haya
tenido una cultura...
D.M.: Vamos a ver si podemos integrar todas estas intuiciones. Por un lado, la idea
de que no hay algo como una naturaleza desprovista de cualquier tipo de lectura cultural a
la que accedamos de manera directa. Accedemos a comprender y percibir la naturaleza con
ciertos condicionamientos de comprensión y de percepción que son culturales. Cómo
interpretamos lo que percibimos, depende de aspectos que son culturales. Cómo hemos sido
educados, qué lenguaje manejamos. Hay lenguajes que tienen palabras para hacer
diferenciaciones en la sociedad que son distintas a otros lenguajes que tienen otras palabras
para hacer otras diferenciaciones. Los esquimales tienen más de 90 palabras para definir
distintas expresiones de lo blanco, pero si ellos no pudieran distinguir el blanco de un oso
del blanco de un témpano de hielo, morirían. El mismo lenguaje que hablamos recorta la
realidad de ciertas maneras, nos hace interpretar las cosas de ciertas maneras.
Hay datos que parecen ser parte de la naturaleza, pero hay una producción de
sentido que hacemos los sujetos, sin la cual no hay acceso posible, no hay acceso directo
sin producción de sentido. Pero ésta no puede ser arbitraria, ni puede haber meramente
producción de sentido, porque además debemos comunicarnos.
Esa producción de sentido tiene que ser negociada colectivamente, tiene que ser
intersubjetiva, se construye socialmente y va cambiando históricamente. Esa producción de
sentido tampoco es absolutamente de-terminante, sino que hay posibilidades de hacer
cambios en el modo en que interpretamos la realidad y esto nos permite tener esperanzas en
el cambio social.
Si volvemos a retomar la cuestión del sexo y el género, acá aparecían varias cosas.
Por ejemplo, que el cuerpo no es siempre idéntico. El cuerpo tal como es percibido
socialmente va a ir cambiando, histórica y geográficamente, como va a ir cambiando qué
cosas del cuerpo son aquellas en las que voy a fijarme para darle un sentido a ese cuerpo.
Que la genitalidad sea la determinante de la sexualidad es algo que pasa en nuestra
cultura pero no en todas las culturas. Por otro lado, hay casos en que el cuerpo parece
desmentir la interpretación que damos. Si la interpretación que le vamos a dar al cuerpo es
varón o mujer, una interpretación dicotómica con dos grupos muy diferenciados y
separados, hay veces que un cuerpo es ambiguo, que no nos da la posibilidad de hacer esa
separación dicotómica. ¿Cuál es la reacción de la ciencia en general? La reacción médica
frente a esta ambigüedad es transformarla en aquello que la ideología exige, es decir, en
algo dicotómico.
Si tengo una genitalidad que es ambigua la transformo en una genitalidad masculina
o femenina, interviniendo quirúrgicamente ese cuerpo para hacer de él algo que se adapte a
la ideología. Donde la realidad parece desmentir la ideología, lo que hago es determinarla
quirúrgicamente, es decir, transformarla en aquello que esperaba encontrar, en lugar de
revisar mi idea dicotómica de la sexualidad. Porque la ideología es muy fuerte, y mucho
más la ideología del científico, que interviene sobre el mundo tecnológicamente, por
ejemplo, a través de una cirugía. Transforma al mundo en aquello que pretende reflejar. No
refleja cómo el mundo es, sino que hace un mundo tal como un conjunto de valores
compartidos determina que es. Parte de las revoluciones culturales tienen que ver con las
revoluciones científicas, o bien porque empiezan o bien porque concluyen en cuestionar los
fundamentos de la ciencia.
Una de las cosas que vamos a cuestionar es la del cuerpo. Esto que parecía ser el
sexo biológico como algo determinado materialmente, aparece como algo más
cuestionable. ¿Qué pasa con el sexo biológico? Por un lado, tengo el sexo anatómico, que
no siempre es dicotómico, no siempre es genitales masculinos o genitales femeninos, sino
que puede presentar distintos aspectos. Algunos sumamente ambiguos e incluso casos de
hermafroditismo, como uno de los casos límite de la ambigüedad sexual, alguien que
presenta genitales de los dos sexos a la vez. Por otro lado, el sexo biológico no es
solamente la anatomía. En los casos en que aparece una ambigüedad sexual, se busca un
análisis genético para ver qué pasa con el ADN. Lo que busco son los datos genéticos. El
avance de la tecnología, en lugar de ser puesto al servicio de una liberación de la identidad,
fue puesto al servicio de un control de la misma. Si la naturaleza no se me revela
suficientemente dicotómica en el sexo anatómico, voy a intentar con el sexo genético.
También puede haber dificultades con el sexo genético, porque puede pasar a veces
que la genética no acompañe al sexo anatómico, que haya una diferencia entre los datos de
uno y otro modo de determinar la sexualidad. Finalmente, también perteneciente a lo
material de la sexualidad, está la cuestión de las hormonas. Puede pasar que en la
adolescencia no se tiene el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios que acompañan
a la sexualidad y que dependen de las hormonas, porque al no registrar el cerebro la
recepción de las hormonas, en el caso de un varón no le saldrán pelos, no le cambiará la
voz, no tendrá una inclinación sexual hacia el sexo opuesto, y todo lo que se espera
anatómicamente que ocurra.
Puede ser que recién en ese momento se descubra que hay allí un desajuste físico en
esa sexualidad. Todavía estamos en el nivel del cuerpo. La posibilidad de que haya un
ajuste entre lo anatómico, lo cromosómico y lo hormonal es algo que en muchos casos pasa
pero en otros no.
Vamos complejizando la cuestión. Estábamos diciendo que del lado del sexo se
empieza a complejizar porque tengo el sexo anatómico, el sexo cromosómico y el sexo
hormonal, y todas esas cosas son leídas culturalmente, son interpretadas. Del lado del
género, tengo la asignación de género, que se le hace a alguien por su genitalidad, tengo la
subjetividad de género, la ex-presión de género que es la forma en que uno se presenta ante
los demás en la expectativa de ser interpretado por los demás con aquella expresión que
uno ofrece.
Y tengo la elección erótica que cada uno pueda hacer, que no depende de ser varón
o de ser mujer. Puede ser una elección heterosexual, homosexual o bisexual, y no depende
ni del sexo ni del género asignado, sino que tiene que ver con las elecciones que un sujeto
hace eróticamente hacia otro sujeto, tiene que ver también con su identidad subjetiva,
porque la elección erótica que haga también constituye su subjetividad. Pero no tiene que
ver con la lectura externa que se pueda hacer de alguien como un varón o como una mujer.
Alguien puede ser leído como un varón o como una mujer y ser homosexual, y esto no
afectar su vivencia de que es un varón o ser una mujer. Simple-mente será un varón gay,
una mujer lesbiana, pero no afecta el modo en que es interpretada por el resto de la
sociedad, mientras que habrá otras expresiones de la identidad en que sí va a efectuar un
corrimiento con respecto a las interpretaciones que pueda haber.
Desde mi punto de vista no es tan simple decir que hay un sexo biológico y un
género como la interpretación cultural. Hay una enorme complejidad en el llamado sexo
biológico y una enorme complejidad en la cuestión cultural que rodea la producción de
género.
Asignaciones de género
En el control social que los adolescentes tienen entre sí, será vivido como menos
masculino un adolescente que no «aproveche» una oportunidad que se le presente. En el
caso de las mujeres, será todo lo contrario. Se esperará de ellas que ejerciten habilidades
como la comprensión, el cuidado del otro, la empatía, el afecto, que después van a ser muy
útiles cuando se les asignen funciones domésticas. Después se va a decir que ellas tienen
más inclinación a cuidar niños. ¡Cómo no va a ser así si desde que nacieron se les ha
impedido cualquier actividad física que implicara abrir las piernas y se les ha condicionado
a acariciar todo lo que fuera peludito! Efectivamente, a los 20 años uno ya empieza a tener
unos vicios personales. Es toda una producción que después aparece como un
descubrimiento. Hay una inclinación de los varones a la guerra, a la agresividad, al avance
sobre el territorio, mientras que las mujeres tienen inclinación a construir comunidad, a
cuidar, a ver desde el punto de vista del otro, a comprender, a nutrir.
Esto está fuertemente enlazado con la idea cristiana acerca de mujeres y varones,
respecto a los roles que se esperan de cada uno. No sólo con la idea judeocristiana, viene de
mucho antes. Esta idea de que hay cualidades de los varones y de las mujeres y de que estas
cualidades se complementan mutuamente, por lo cual constituyen una especie de atracción
mutua, que hace que ninguna de ellas pueda ser una unidad completa, sino que ésta se
forma cuando una mujer y un varón constituyen una pareja con la expectativa de procrear y
éste sería como el germen de toda constitución social. Esta idea está en la base del rechazo
de la iglesia a la unión civil, por ejemplo, o detrás del rechazo que tiene la aplicación de la
sexualidad a otro fin que no sea la procreación, y por lo tanto el rechazo de la
anticoncepción, de la masturbación, de la homosexualidad, de todo aquello que no tenga
como objetivo la unión de un varón y una mujer para procrear, como si fuera éste el núcleo
básico de toda organización social.
Filosóficamente así se han explicado los orígenes de las sociedades: la familia como
una especie de unidad, los clanes, y luego, para la convivencia más pacífica entre los
clanes, ciertas reglas sociales que se constituyen en pactos por los cuales se origina el
Estado; pero pactos entre los varones, porque en esta idea acerca de que hay una unidad en
el núcleo de la familia, los intereses de toda la familia van a ser representados por los
intereses del patriarca. Él expresaría no sólo su propio interés, sino también el interés de la
mujer y de todo ese núcleo de pertenencia.
«Las mujeres eran parte de la hacienda del varón», decía Kant, que era un filósofo
que se dedicaba a la ética, aunque les parezca mentira. Él decía que las mujeres forman
parte de la hacienda del varón, junto con la casa, los animales, los esclavos, etc. Así era
como se pensaba. También en los filósofos que organizan las ideas en torno a la
constitución del estado y del pacto social, como Rousseau, la idea era que el pacto lo hacían
los varones porque ellos expresaban los intereses de ese núcleo familiar. No había ninguna
necesidad de que la mujer opinara, porque la mujer no tenía nada que aportar.
Esta idea de que las mujeres no somos nada autónomas sino algo a complementar
con una unidad que nos representa, que puede verbalmente hacer el pacto, puede
expresarnos en el mundo de lo público, que es el varón, hace que, por un lado, la sexualidad
quede vinculada a la procreación, con la actividad reproductiva. La sexualidad no tiene un
fin en sí misma sino que tiene un objetivo que es la reproducción.
- No hay mejora, hay doble carga: la carga del varón que está sin trabajo, que ejerce
violencia y además el cuidado de los chicos, salir a hacer una changuita.
D. M.: Y no sólo del colectivo de los varones, por-que cuando las mujeres tomamos
tareas externas, en general delegamos en otras mujeres, que a la vez están haciendo trabajo
invisible y no siempre rentado. En este lugar de Vicente López una de las cosas que hacían
era cuantificar los aportes domésticos a precios de mercado. Decían ¿cuánto cobra una
cocinera, una costurera, una niñera? La cuestión era que la mujer viera cuál era su aporte si
tomaba los precios de mercado. Por supuesto, si fuera así, explotaría todo el sistema. Pero
la idea es de qué manera el dinero, que precisamente es un valor de cambio, podría ser un
parámetro para que la mujer midiera cuánto vale su aporte en un trabajo que si ella lo
tercerizara y tendría que pagarlo, desde luego tendría que tener dinero para hacerlo. Si ella
lo hiciera en una casa que no es la propia, también tendría que recibir por eso un sueldo con
un cierto valor.
Ustedes decían que ocurre que muchas veces las mujeres pueden hacer una changa
fuera de la casa o consiguen algún trabajo y los varones no se adaptan a tomar el rol
doméstico, sino que lo pone muy violentos haber perdido su trabajo y en general no logran
equilibrar rápidamente, diciendo «si vos conseguiste algo entonces yo me quedo a cargo del
frente interno y bancamos entre los dos». No es una relación fácil, porque acá entra otra vez
el tema de la subjetividad. Decíamos que el hecho de ser un varón o una mujer hace que
seamos criados con ciertas expectativas y mandatos sociales.
En el caso de los varones, el mandato social y el modo en que los mensajes sociales
actúan, es hacia generar un persona con un alto nivel de individualismo y de separación del
otro. Una explicación que hace el psicoanálisis feminista es que siendo las madres las que
los crían, el varón adquiere su identidad como una separación de ese primer modelo de
identificación que es la madre. Mientras que las mujeres adquieren su identidad por
identificación con ese primer modelo que es la madre porque son mujeres como ellas.
En el caso de las mujeres, cuando vamos a trabajar al mundo público y cuando nos
formamos en una universidad, no es meramente que cuando vuelven a la casa tienen la
carga de lo doméstico. Me parece que es algo más difícil de conciliar. En muchas áreas de
exigencia del trabajo en el mundo público, las mujeres tenemos que manejar un código
contradictorio, no es meramente que agreguemos una especie de doble o triple jornada, sino
que tenemos que hacer un giro de la perilla de la subjetividad y decir: adquiero estas
capacidades cuando estoy en el mundo público y tengo que dar vuelta la perilla y
reestructurar otros cuando estoy en el mundo privado.
A mí me parece que no hay meramente una doble o triple jornada, sino un enorme
conflicto subjetivo entre el mundo público y el mundo privado, para el modo en que las
mujeres hemos sido socializadas. Por supuesto puede haber excepciones, pero el modo en
que habitualmente somos socializadas nos restringe aquellas capacidades que se nos exigen
en el mundo público. Y si somos buenas en esas actividades en el mundo público es muy
probable que no seamos tan buenas en lo que se espera que hagamos en el mundo privado.
La exigencia es que si sólo estamos en el mundo privado seamos muy buenas allí,
pero si accedemos al mundo público adquirimos otros mandato, ser muy buenas en todo
aquello que desempeñemos, que muchas veces implican demandas contradictorias: las del
mundo público y las del mundo privado. Ambas demandas exigen de nosotras
características contradictorias, y exigiría también de los varones si ellos se van a hacer
cargo de lo doméstico. Por lo tanto tenemos que tener una amplia variedad de recursos si no
queremos enloquecer en el medio y tener éxito en los dos lugares. También podemos
resignarnos a tener éxito en sólo uno.
(…)