Está en la página 1de 3

La sexualidad en la sociedad actual

¿Qué rasgos presenta la sociedad actual en relación con la sexualidad? Se ha


trivializado y corre el peligro de perder su auténtico sentido. Se usa para todo:
publicidad, ganar adeptos, jugar, buscar el placer, etc. Esta situación está
cambiando las relaciones interpersonales, el matrimonio, además de toda la
sociedad.

Existe una inflación de la sexualidad. Ha sido tan empobrecida, banalizada y


corporeizada que ya no alcanza para satisfacer las necesidades físicas, psicológicas
y espirituales de mucha gente. La sexualidad, que debería ser un medio para la
perfección del ser humano se ha convertido, en algunos casos, en un lastre para el
propio desarrollo.

¿No es bueno que la sexualidad haya dejado de ser un drama, un misterio, un


tabú?
Hay gente que piensa que un logro de la sociedad actual ha sido desmitificar la
sexualidad, y que esa es una gran conquista. La realidad es compleja, como lo
muestra la aparición de bastantes problemas y situaciones difíciles: matrimonios
destruidos, familias rotas…pero sobre todo gente que no es feliz, soledad,
corazones vacíos. Un autoengaño.

¿Existen hoy otros tabúes sexuales?


Claro. Algunos de ellos se podrían enunciar así:
 El sexo es algo natural, no se debe reprimir, ni condicionar.
 En la sexualidad no hay cosas buenas y malas; es una actividad humana más.
 Hay muchas opciones sexuales: cada uno elige la que prefiere.
 No haga de la sexualidad un tema religioso.

¿Pero, si el sexo es algo bueno, por qué no asumir el sexo como algo
divertido, placentero, con naturalidad?
Porque, en ningún orden de la vida, se atropella impunemente la naturaleza
humana.
La sexualidad tiene implicaciones en toda la personalidad, en toda la vida.
Cuando la sexualidad se vive a la ligera ocurren, se quiera o no, una serie de
consecuencias:
 Se pierde el sentido del amor.
 Las relaciones interpersonales se complican con celos, desconfianza, etc.
 Se acaba perdiendo el respeto a las personas.
 El futuro no se ve claro.
 El concepto de la propia dignidad se desvanece.
 Aparece el sentimiento de soledad.
 Disminuyen el autodominio y las grandes ilusiones.
 Se manipula al otro/a, o se es manipulado/a.
 El cuerpo pide placeres cada vez más sofisticados.
 La persona se vuelve egocéntrica.
Hay palabras que suelen confundirse. Cuando se habla de género, ¿se está
aludiendo a la sexualidad de una persona?

—Básicamente, se afirma que el género tiene que ver con los aspectos culturales
con los cuales se interpreta la sexualidad. En realidad, el término género comenzó
a ser empleado por la sexología en la observación clínica de casos en que el sexo
físico no se correspondía con lo que iba a ser el destino y el reconocimiento
posterior de un sujeto. El feminismo toma este concepto en los años 70 para
producir una crítica a los estereotipos, en lo que respecta a establecer jerarquías
entre los sexos y a asignar roles sociales en forma fija.

¿Puede precisar cuánto de fuerte es la influencia de la cultura sobre la identidad


sexual?

—Creo que las influencias son mutuas y se refuerzan una a otra. El modo
dicotómico de pensar la identidad sexual es cultural. La identidad sexual está
atravesada por las expectativas sociales sobre el comportamiento admitido y
deseable para cada sexo, por el modo en que cada cultura reconoce en el otro o la
otra los signos de lo masculino y lo femenino (por ejemplo la vestimenta, el pelo, la
actitud corporal, cierto tipo de adornos, los objetos amorosos y conductas
permitidas para cada uno/a, etc.). La identidad sexual depende de aspectos
subjetivos, pero también de relacionales y sociales. Y por supuesto, parte del
imperativo cultural es su alineamiento con la anatomía, con la genitalidad. Pero esa
genitalidad, que aparece como la base "natural" sobre la cual se funda la dicotomía,
cuando aparecen casos de ambigüedad o hermafroditismo se disciplina quirúrgica
y hormonalmente. Se la "corrige". Es decir, la ideología dicotómica produce un
mandato sobre la anatomía para que no la desmienta. La identidad sexual también
produce a su vez su influencia sobre la cultura, como señala por ejemplo la
epistemología feminista, cuando emprendimientos que se presentan como
humanos pero en realidad son masculinos (como la ciencia) universalizan el modo
de conocimiento correspondiente a la maduración psicosexual masculina para
todo sujeto cognoscente. Así, formas de acceso al mundo y al conocimiento
correspondientes a otras formas de maduración, vinculadas a los afectos y las
emociones, quedan despojadas de valor para el conocimiento. La ciencia toma
entonces la forma de una relación de dominio sobre la naturaleza. Y nuevamente,
entre las aplicaciones de la ciencia están aquellas en que se procura explicar la
sexualidad humana, con lo que el círculo retorna.

¿Se presenta la misma situación en materia de jurisprudencia sobre los derechos


de la mujer?

—Ahí ha habido un trabajo mayor. Cuando retornó la democracia las mujeres


veníamos trabajando reivindicaciones legales desde muchos años atrás. Pero aun
así, todavía hablar de la despenalización del aborto produce escándalos nacionales,
muchos más de los que causan los casos de abuso infantil o incestos, que suelen
quedar ocultos. Muchas veces la Justicia protege a la familia nuclear aunque para
ello se tenga que sacrificar a alguno de sus miembros, y hasta en casos de abuso
sexual y de violencia doméstica algunos jueces proponen una mediación para
poder reestructurar ese núcleo familiar. Esto es como decir que la única manera de
sobrevivir es tolerar el maltrato, el abuso, etcétera, porque en realidad, la
supervivencia del afectado dependería de la supervivencia de este núcleo, porque
el abusado o la abusada no sería nada en sí mismo sino que lo que es en función de
una estructura. Además, ese ideal de familia patriarcal choca con nuestra realidad,
en la cual se ha desarrollado una diversidad de arreglos familiares con nuevas
estructuras de convivencia.

Las ideas sobre la familia y sobre la sexualidad parecen muy proclives a ser
naturalizadas, nunca cuestionadas.

—Yo creo que el sexo no se puede naturalizar y uno lo ve claro cuando aparecen
sexualidades diferentes por la no coincidencia entre el sexo anatómico y el sexo
cromosómico, o por la no coincidencia entre lo que pueda ser el sexo anatómico y
la subjetividad sexual, el modo en que el sujeto se considera a sí mismo y el
reconocimiento de género que un sujeto hace de otro. Cuando, por ejemplo, nace
un bebé con sexo anatómicamente ambiguo, inmediatamente se hace un esfuerzo
por determinar quirúrgicamente el sexo. Esto obedece a una cuestión de
disciplinamiento que no admite la ambigüedad. Entonces se determina
cromosómicamente y se adapta anatómicamente, para que el sujeto pueda ser
etiquetado, rotulado claramente como un varón o como una mujer. Perdura la
necesidad de la dicotomía, de leer claramente los genitales, porque la idea que
domina es que el genital es un signo, una cifra que debe ser leída e interpretada,
que debe conducirnos a una referencia exacta. Es muy fuerte el mito del sexo
biológico. Hay un alineamiento entre el sexo cromosómico, el sexo anatómico, la
identidad sexual y el rol sexual, como si fuera la última compuerta que separa la
civilización de la barbarie.

También podría gustarte