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Amelia Royo
Édition électronique
URL : http://journals.openedition.org/amerika/2959
ISBN : 978-2-8218-1317-5
ISSN : 2107-0806
Éditeur
LIRA-Université de Rennes 2
Référence électronique
Amelia Royo, « Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la
postdictadura », Amerika [En ligne], 6 | 2012, mis en ligne le 15 juin 2012, consulté le 02 mai 2019.
URL : http://journals.openedition.org/amerika/2959
Amelia Royo
RÉFÉRENCE
Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la postdictadura,
Buenos Aires, Emecé, 2011, 530 páginas
Amerika, 6 | 2012
Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en l... 2
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5 En este contexto la libertad expresiva de Fresán tiene antecedentes en César Aira cuya
obra se extiende entre 1975 y 2004, sólo si consideramos La villa como el último, pero el
autor no saca los pies del plato en lo que a la dictadura se refiere (al menos de manera
explícita), ni al tema político contemporáneo en general. Se puede aventurar que todo el
Capítulo 3 ( El oscuro parto de la NNA) pivotea entre la narrativa de Fresán y otros
contemporáneos como Gamerro, Caparrós, Pauls, Guebel.
6 El hecho de que Fresán haya sido seis meses bestseller lo sitúa en la encrucijada
literatura-mercado ; a juicio de Drucaroff algunos críticos como Silvia Saítta condenan a
Fresan al betsellerismo y en ello incurre en el mismo error de David Viñas quien abre
juicio sobre el descompromiso de la generación dando pie a que se infiera su falta de
lectura de la NNA. No se pueden obviar las menciones a la Biblioteca del Sur del Grupo
Editorial Planeta como factotum de la visibilidad de Fogwill, Gandolfo, Dalmasetto,
Saccomano, Lanata, Forn, autores que preceden al periodo privilegiado en Los prisioneros
de la torre. Tanto la revista Babel como la editorial Biblioteca del Sur son elementos que
costituyen las condiciones de producción de los autores que focaliza el libro aquí
reseñado.
7 Así como discute con David Viñas y con Silvia Saítta, la autora que nos ocupa elegirá otro
nombre de la academia (y de la prensa) para debatir criterios desvalorizantes de la novela
joven, se trata esta vez de Beatriz Sarlo. La conocida directora de la revista Punto de vista,
y hoy (2012) figura mediática (a propósito de constituir oposición al gobierno que intenta
neutralizar los massmedia monopólicos, con una prensa programáticamente adicta) es
vapuleada de manera ostensible en este ensayo, se le cuestionan los juicios apresurados
sobre la escritura insustancial de los ´80, y más aún la que sucede a esa década. A través
del recurso de la pregunta retórica Elsa Drucaroff introduce y desarrolla sus diferencias
con Sarlo : “¿ Nuestra crítica cree realmente que en 1980 la gente ´no sabía´ lo que había
ocurrido y la literatura, por eso, representaba el tema para informar ?” (219). Con esta y
otras ironías la apologética de la NNA remata afirmando : “Sarlo hace sistemáticamente
crítica ´patovica´, la que tiene como objetivo subir o bajar el pulgar a los libros y se
autootorga el monopolio del poder de administrar los privilegios llamados prestigio y
distinción” (220).
8 En este segmento del libro la palabra crítica parece empeñada en defenestrar a Sarlo a
propósito de lugares comunes como : habiendo sido la docente que inició a varias
generaciones en líneas teóricas como las de Bajtin y R. Williams ¿ puede ahora ignora la
significación de la narrativa que ausculta la realidad social, la mirada intelectual de la
postdictadura y de la debacle del 2001 ? La reflexión que impone este discurso polémico
sobre el modo de leer de la maestra parece responder al mismo principio : si la crítica
displicente de la autora de Escritos sobre literatura argentina (2006) descalifica a los autores
de la década del ´90 y lo que va del siglo XXI, y merece esta diatriba de Drucaroff ¿ no será
que ella se ensaña con Sarlo buscando el mismo efecto en nosotros como lectores de su
libro ?
9 Todos los consumidores de TV en el formato de programas políticos contrarios al
kirshnerismo sabemos que pegarle a Sarlo <garpa>. No sería extraño, consecuentemente,
que el efecto buscado sea ganar lectores a través del mismo gesto patovica que se critica
en Beatriz Sarlo1. Discutir ensañadamente con la autora crítica nos parece un gesto tan
autoritario como homologar socialmente a crítico y autor literario (Sarlo = Aira), y
defenestar a ambos, en nombre del supuesto valor óptimo de otras escrituras resuena a
defensa paródica de las mismas.
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NOTES
1. Nuestro “pegarle” y “garpa” (en un guiño paródico) responde al léxico usado deliberadamente
por Drucaroff cuando define a la crítica impiadosa como “patovica”. Colegimos que en su opción
por el ensayo se permite acomodar el lenguaje al registro de muchos de los textos narrativos que
considera ácidos, posmodernos y audaces en las jergas callejeras.
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AUTEURS
AMELIA ROYO
Universidad Nacional de Salta (Argentina)
Amerika, 6 | 2012