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Amerika

Mémoires, identités, territoires


6 | 2012
Cultures populaires et cultures savantes dans les
Amériques

Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política,


relatos y jóvenes en la postdictadura
Buenos Aires, Emecé, 2011, 530 páginas

Amelia Royo

Édition électronique
URL : http://journals.openedition.org/amerika/2959
ISBN : 978-2-8218-1317-5
ISSN : 2107-0806

Éditeur
LIRA-Université de Rennes 2

Référence électronique
Amelia Royo, « Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la
postdictadura », Amerika [En ligne], 6 | 2012, mis en ligne le 15 juin 2012, consulté le 02 mai 2019.
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Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en l... 1

Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la


torre. Política, relatos y jóvenes en la
postdictadura
Buenos Aires, Emecé, 2011, 530 páginas

Amelia Royo

RÉFÉRENCE
Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la postdictadura,
Buenos Aires, Emecé, 2011, 530 páginas

Amerika, 6 | 2012
Elsa Drucaroff, Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en l... 2

1 El subtítulo de este nuevo libro de la autora


crítica argentina, también novelista, lo dice
casi todo, sin embargo hace falta precisar
que el libro se ocupa de la narrativa
reciente, el rastreo abarca de 1990 a 2007.
En la introducción Drucaroff se confiesa
deudora de sus estudiantes de la
Universidad de Buenos Aires quienes le
instalaron la curiosidad por asomarse a los
libros producidos en la década previa a
2004 : “(…) nuestras obligatorias
diferencias [con voces roqueras,´chabonas´,
marginales y travestis] de perspectiva vital
e histórica construyeron un diálogo audaz
con preguntas nuevas que estimulaban mi
hambre por seguir leyendo” (pg. 13).
2 Esa producción da cuenta de una variedad
escrituraria muy tentadora por tratarse de
voces ajenas al circuito universitario,
ámbito del que emerge gran parte de la promoción de autores editados en los primeros
años de la década del noventa. El grueso volumen sobre la nueva narrativa argentina
(NNA) abarca trece capítulos y define el trabajo crítico, en este caso como actividad de
riesgo porque no se alimenta sólo de literatura. El relevamiento de textos publicados a lo
largo de más de quince años le permite a la ensayista cuestionar un criterio generacional
ortodoxo, en la afirmación de que “Cada generación es entonces un resumen del pasado,
está hecha de ese pasado” (pg. 34).
3 La metáfora orteguiana de la torre humana cuya estructura les da un privilegio a los que
ascienden, pero los condena porque permanecen prisioneros de los que soportan el peso,
es el origen del sugerente título del libro - Los prisioneros de la torre-enigma que se descifra
hacia las páginas 34-35. Para dar cuenta de la existencia de una NNA este ensayo polemiza
con declaraciones de editores y críticos que arriesgan generalizaciones del tipo de las que
niegan una novela postdictadura. Destacar el ninguneo que exhibe David Viñas de la
escritura joven le da pie a la ensayista para sistematizar, así esta escritura joven se
caracteriza por : 1.Rebeldía ; 2.Culpa ; 3. Dónde está lo nuevo.
4 Imposible abarcar aquí todos los capítulos como tales, pero vale la pena rescatar lo
sugerente de algunos títulos como por ejemplo :“El oscuro parto de la NNA” ( Cap.3, pg.
100) ó “ Discutiendo con Sarlo” (Cap. 5) ; en el primero de ellos la autora vuelve sobre
Historia argentina de Rodrigo Fresán, texto de 1991 que anticipa páginas atrás, aquí lo
define como un libro que tematiza la dictadura y en el que se mezcla todo “con alegría
postmoderna”, es decir la historia fáctica con la cultura de masas, las costumbres de la
moral burguesa con la perversidad de la tortura , etc. Si la conclusión de nuestra crítica
sobre Fresán expresa : “es innegable que en Historia argentina hay un principio, una obra
capaz de construir nuevos lectores” es porque allí arranca lo que será la Nueva Narrativa
Argentina, aquí constreñida a NNA (como si fuera la sigla de un equipo yankee de balón
cesto).

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5 En este contexto la libertad expresiva de Fresán tiene antecedentes en César Aira cuya
obra se extiende entre 1975 y 2004, sólo si consideramos La villa como el último, pero el
autor no saca los pies del plato en lo que a la dictadura se refiere (al menos de manera
explícita), ni al tema político contemporáneo en general. Se puede aventurar que todo el
Capítulo 3 ( El oscuro parto de la NNA) pivotea entre la narrativa de Fresán y otros
contemporáneos como Gamerro, Caparrós, Pauls, Guebel.
6 El hecho de que Fresán haya sido seis meses bestseller lo sitúa en la encrucijada
literatura-mercado ; a juicio de Drucaroff algunos críticos como Silvia Saítta condenan a
Fresan al betsellerismo y en ello incurre en el mismo error de David Viñas quien abre
juicio sobre el descompromiso de la generación dando pie a que se infiera su falta de
lectura de la NNA. No se pueden obviar las menciones a la Biblioteca del Sur del Grupo
Editorial Planeta como factotum de la visibilidad de Fogwill, Gandolfo, Dalmasetto,
Saccomano, Lanata, Forn, autores que preceden al periodo privilegiado en Los prisioneros
de la torre. Tanto la revista Babel como la editorial Biblioteca del Sur son elementos que
costituyen las condiciones de producción de los autores que focaliza el libro aquí
reseñado.
7 Así como discute con David Viñas y con Silvia Saítta, la autora que nos ocupa elegirá otro
nombre de la academia (y de la prensa) para debatir criterios desvalorizantes de la novela
joven, se trata esta vez de Beatriz Sarlo. La conocida directora de la revista Punto de vista,
y hoy (2012) figura mediática (a propósito de constituir oposición al gobierno que intenta
neutralizar los massmedia monopólicos, con una prensa programáticamente adicta) es
vapuleada de manera ostensible en este ensayo, se le cuestionan los juicios apresurados
sobre la escritura insustancial de los ´80, y más aún la que sucede a esa década. A través
del recurso de la pregunta retórica Elsa Drucaroff introduce y desarrolla sus diferencias
con Sarlo : “¿ Nuestra crítica cree realmente que en 1980 la gente ´no sabía´ lo que había
ocurrido y la literatura, por eso, representaba el tema para informar ?” (219). Con esta y
otras ironías la apologética de la NNA remata afirmando : “Sarlo hace sistemáticamente
crítica ´patovica´, la que tiene como objetivo subir o bajar el pulgar a los libros y se
autootorga el monopolio del poder de administrar los privilegios llamados prestigio y
distinción” (220).
8 En este segmento del libro la palabra crítica parece empeñada en defenestrar a Sarlo a
propósito de lugares comunes como : habiendo sido la docente que inició a varias
generaciones en líneas teóricas como las de Bajtin y R. Williams ¿ puede ahora ignora la
significación de la narrativa que ausculta la realidad social, la mirada intelectual de la
postdictadura y de la debacle del 2001 ? La reflexión que impone este discurso polémico
sobre el modo de leer de la maestra parece responder al mismo principio : si la crítica
displicente de la autora de Escritos sobre literatura argentina (2006) descalifica a los autores
de la década del ´90 y lo que va del siglo XXI, y merece esta diatriba de Drucaroff ¿ no será
que ella se ensaña con Sarlo buscando el mismo efecto en nosotros como lectores de su
libro ?
9 Todos los consumidores de TV en el formato de programas políticos contrarios al
kirshnerismo sabemos que pegarle a Sarlo <garpa>. No sería extraño, consecuentemente,
que el efecto buscado sea ganar lectores a través del mismo gesto patovica que se critica
en Beatriz Sarlo1. Discutir ensañadamente con la autora crítica nos parece un gesto tan
autoritario como homologar socialmente a crítico y autor literario (Sarlo = Aira), y
defenestar a ambos, en nombre del supuesto valor óptimo de otras escrituras resuena a
defensa paródica de las mismas.

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10 Queda demostrado en este libro que la autora ha capitalizado su experiencia en


seminarios dedicados a la narrativa reciente, que su diálogo con los consumidores jóvenes
de una literatura hiper comprometida con los problemas de la postdictadura le
permitieron ratificar lo que ella leyó de manera sistemática en un corpus amplio, pero
que puede proyectar aquí en un espectro mayor. Anotamos a modo de ejemplo : Gamerro,
Fogwil, Caparrós, Cohen, Figueras, Cucurto, Newman, Pauls, entre muchísimos más.
11 El libro que nos ocupa es rico en información, apela a cuestiones teóricas con la
frecuencia que permite un panorama excesivamente amplio ; fluctúa a menudo entre los
nuevos y los autores canónicos como Arlt, Borges, Cortázar, Piglia, Saer (por nombrar sólo
un puñado). Si hemos de destacar méritos se puede ponderar la estrategia de epigrafiar
los capítulos y parágrafos con poesía contemporánea al macro corpus trabajado, aporte
que acompaña eficientemente el acceso a los textos. Los subtítulos en los distintos
capítulos tienen la impronta de una sugerencia casi irresistible : “No hay muerte de las
utopías, hay muerte de las certezas”, reza el Cap. 7 (pg. 282).
12 Se podría agregar (coyunturalmente habida cuenta de que leemos en abril de 2012) que es
este un libro muy alegórico a la frustrada gesta de Malvinas, episodio imborrable en la
historia argentina reciente y del que hay un correlato interesante en la literatura y en el
cine. A este respecto se comentan libros de Carlos Gamerro, de Marcos Herrera y, por
supuesto, de Rodolfo Fogwil.
13 Volviendo al registro evaluativo cabe reconocer la importancia de este trabajo de
Drucaroff, si bien lo calificamos como desparejo y tendencioso, no es por ello
prescindible. Su mayor mérito es la sistematicidad que aporta respecto de las
generaciones atendiendo a los hitos históricos del ´73 a esta parte : en pgs. 179 se
desarrolla un cuadro que permite visualizar edades de los escritores en relación con hitos
como la guerra de Malvinas o el estallido socio-político de 2001. Asimismo en pgs. 211 a
215 aparece un largo listado de autores, que por sus fechas de nacimiento se enrolan en
primera o segunda generación.
14 El ensayo constituye un aporte real para futuras investigaciones puntuales. La prosa se
mueve con la libertad del género, es el ensayo el que permite ser indócil en las iniciativas
y, hasta parricita en la desacreditación de antecedentes del ensayo crítico. David Viñas ya
no está para ejercer el derecho a réplica, pero la autora tuvo el buen gusto de consignar
una addenda aludiendo a su fallecimiento al tiempo de expresar que “este ensayo lo
honra y lo discute, lo sigue y lo reprocha…” (pg. 16).

NOTES
1. Nuestro “pegarle” y “garpa” (en un guiño paródico) responde al léxico usado deliberadamente
por Drucaroff cuando define a la crítica impiadosa como “patovica”. Colegimos que en su opción
por el ensayo se permite acomodar el lenguaje al registro de muchos de los textos narrativos que
considera ácidos, posmodernos y audaces en las jergas callejeras.

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AUTEURS
AMELIA ROYO
Universidad Nacional de Salta (Argentina)

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