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I. LENGUAS EN CONTACTO
Toda vez que dos lenguas entran en contacto por razones de inmigración o conquista se
producen diversas consecuencias y es la dialectología la encargada de estudiarlas.
Para Rafael Lapesa, las relaciones históricas y lingüisticas entre el español y los idiomas
aborígenes de América responden a las más diversas modalidades que pueden presentarse
en el contacto de lenguas o, con terminología más vieja, pero más exacta, en los conflictos
de lenguas y de cultura.
La palabra española sabires originariamente lo mismo que lengua franca, uno de los
nombres con que se designa a una lengua de intercambio compuesta de elementos árabes y
románicos que se usa en el Mediterráneo; ambos nombres han servido luego para designar
a cualquier lengua de intercambio del mismo tipo. Descriptivamente, la información más
importante respecto de un sabir es que es una lengua. No obstante las circunstancia en que
se origina, un sabir -una vez que está establecido- tiene vida propia.
En el mundo se hablan muchos pidgins o sabires, sin embargo, aunque existe cierta
discusión al respecto, desde nuestra perspectiva no se presentan en Hispanoamérica,
probablemente, porque el español donde llega se impone y toma de las otras lenguas lo que
necesita para fortalecerse.
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Un sabir, por definición, no es una lengua materna de nadie: la aprenden, como segunda
lengua, personas lingüísticamente adultas. Lo mismo puede decirse de una lengua artificial.
Ambas carecen del estrato de formas y usos infantiles que se encuentran en todas las
lenguas naturales y que se transmiten de una generación infantil a la siguiente y carecen
también de las formas especiales de media lengua que usan grandes y chicos cuando éstos
aprenden a hablar.
Hay algunos casos, no obstante, en los que comunidades compuestas de individuos cuyas
lenguas maternas son distintas adoptan un sabir como lengua común y la trasmiten a sus
hijos, para los cuales es, entonces, una lengua materna.
Cuando ello ocurre no decimos ya que la lengua es un sabir, sino que la denominamos
criollo o lengua criolla. La criollización provee rápidamente al sabir de formas infantiles y
de media lengua, y esta diferencia entre un sabir y un criollo no debe subestimarse. En la
zona del Caribe hay varios ejemplos de lenguas criollas, habladas en su mayoría por los
descendientes de fugitivos esclavos negros.
Si adultos cuyas lenguas maternas son distintas llegan realmente a dominar una lengua
artificial, ésta puede convertirse en lengua criolla exactamente en la misma forma y con
resultados similares.
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Actividades:
Escuchar con atención los siguientes videos:
Patois jamaiquino: https://www.youtube.com/watch?v=mKXPuExUGJE
Papiamento de Aruba:https://www.youtube.com/watch?v=rhhibxLJ2Sc
Es en este contexto donde, si existieran, deberían mencionarse las lenguas mixtas. Pero los
trabajos más recientes sugieren que no existen lenguas de este tipo. Aunque el criollo
francés de Haití es sumamente aberrante, debe clasificárselo como una variedad del francés
del norte y no como "lengua mixta". Por si parte, el sabir chino-inglés es un tipo extremo de
inglés, no de chino, en tanto que el sabir melanesio-inglés es también una variedad del
inglés y no de cualquiera de las muchas lenguas de Melanesia. El créole o criollo haitiano es
hablado por cerca de 10 millones de personas tiene como base lingüística con elementos
africanos, al igual que casi todos los criollos del Caribe no hispánico.
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Esta lengua tiene un mínimo sustrato portugués antiguo por los meses que los africanos
secuestrados tuvieron que pasar en los barcos de traficantes y una amplia base lexical
castellana, por la larga permanencia de sus descendientes en una región donde predomina
el habla hispana. El testimonio lingüístico muestra claramente que los antepasados africanos
de los hablantes de esta lengua eran mayoritariamente de origen bantú.
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Padre nuestro
(Palenquero):
Tatá suto lo ke ta riba sielo, santifikaro sendá nombre si, miní a reino sí, asé ño boluntá sí, aí
tiela kumo a sielo.
Nda suto agué pan ri to ma ría, peddona ma fata suto, asina kumo suto a se peddoná, lo ke se
fatá suto. Nu rejá sujo kaí andí tentación nu, librá suto ri má. Amén.
Los rasgos más notables que se repiten en los fragmentos del afro-español son:
1. Errores de concordancia nombre-adjetivo y sujeto-verbo
2. Errores en el uso de preposiciones habituales
3. Pérdida incipiente de /s/ final, muy especialmente en la terminación verbal de
primera persona del plural, /-mos/, donde la /s/ es gramaticalmente irrelevante.
4. La /d/ intervocálica se escribe con frecuencia como /r/. En los dialectos afro-
hispánicos actuales no se puede pronunciar la /d/ como fricativa.
5. Se añaden vocales paragógicas al final de muchas palabras que acaban en
consonante. Ej. dioso/rioso > dios, y sioro/seoro/sinoro/siñolo/zeolo > señor.
6. Frecuente intercambio /l/ y /r/. Ej. Flancico 'Francisco', plimo 'primo.
7. En los primeros textos afro-hispánicos se aprecia nasalización intrusiva, representada
en los documentos escritos por la adición de una n (por ejemplo negro < nengro/
nengre/ nengue). Se aprecian también cuasi artículos como lan (lan botella).
8. Se aprecia en documentos la creación del verbo sar (a veces santar), mezcla de ser y
estar.
3. Lenguas generales
Independientemente de la discusión respecto de la existencia o no de criollos con base
española, en la América hispánica colonial se produjo un hecho que tuvo incidencia en la
diversidad de lenguas, pero cuyo origen es extralingüístico: las lenguas generales.
La Corona, por lo general, recomendaba la enseñanza del castellano, pero los misioneros
veían que esto era imposible. El P. Blas Valera decía: "Si los españoles que son de ingenio
muy agudo y muy sabios en ciencias, no pueden como ellos dicen, aprender la lengua
general del Cuzco, ¿cómo se podrá hacer, que los indios no cultivados ni enseñados en letras
aprendan la lengua castellana?".
Se comienzan a enseñar las lenguas que los españoles creyeron que eran más conocidas por
los indios de las nuevas regiones; a estas lenguas se les daba el nombre de "lengua
general", y eran el náhuatl, el quechua, el chibcha y el tupí-guaraní, pero no el español.
La Real Cédula de 19 de septiembre de 1580, otorgada por Felipe II, ordena que en las
Universidades de Lima y México y en las ciudades donde había Real Audiencia se
establecieran cátedras de la "lengua general de los indios” y que los prelados de Indias
no ordenaran sacerdotes ni dieran licencia a clérigo que no supieran la "lengua general de
los indios de la provincia".
Fray Domingo de Santo Thomás, en Valladolid, ya había publicado en 1560 sus dos obras:
Lexicón o Vocabulario de la lengua general del Perú y Gramática o Arte de la lengua general
de los indios de los reinos del Perú, y fray Alonso de Molina el Arte de la Iengua mexicana y
castellana, impresa en México, en 1571. De este modo, las lenguas generales indígenas se
impusieron como superestratos en grandes extensiones territoriales.
En 1584, el náhuatl se hablaba desde Zacatecas hasta Nicaragua: se dio así el caso
paradójico que bajo la dominación española alcanzara una expansión que no había tenido en
la época de máximo esplendor del imperio azteca, y ello por obra de los misioneros
españoles.
Quechua: los españoles lo extendieron por diversas partes del Perú, alcanzando hasta el
NO. argentino (por eso se conserva hoy en la provincia de Santiago del Estero) y también
gran parte del Ecuador, S. de Colombia y Alto Amazonas.
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bozal. 1. adj. Dicho de una persona de raza negra: Recién sacada de su país. U. t. c. s. / 10. m. Cuba. Persona
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El Tupí-guaraní de las misiones jesuíticas se extendió por todo el Paraguay, gran parte del
litoral rioplatense y de Río Grande del Sur y gran parte del Brasil; sin embargo, los
misioneros no abandonaron los estudios de otras lenguas menores.