Las virtudes morales como clave del perfeccionamiento
espiritual y el crecimiento personal El ser humano es un ser perfectible y su naturaleza dependerá de los hábitos que pueda cultivar. Hay que tener en cuenta que los hábitos pueden ser virtudes o vicios, los cuales no son buenos o malos en sí mismos sino en la medida que nos hacen mejores o peores seres humanos y que sobre todo puedan contribuir a nuestra felicidad subjetiva. Entonces ¿habrá algo más importante que acercar al hombre a la tan anhelada felicidad? La práctica de la virtud nos acerca a un estado de espiritualidad plena y según varios autores presentes en el texto, la felicidad es el premio y el fin de la virtud, la cual sólo será alcanzada en la medida en que perfeccionamos nuestra naturaleza humana con la práctica constante de las diversas virtudes planteadas; por el contrario, si se cae en los vicios que son la antítesis de la virtud, estaremos alejándonos paulatinamente de la auténtica felicidad y ejerciendo un innoble ejercicio de la libertad. Según el texto presentado, los autores plantean las siguientes ideas y argumentos: - De acuerdo a Aristóteles: “La virtud nos hace crecer como personas, aumentando nuestra capacidad de amar y haciéndonos más dignos de ser amados; y así se facilita el crecimiento y la mejora de los demás”. Es decir, el adecuado ejercicio de las virtudes nos ayuda a mejorar nuestra propia naturaleza y nos ayuda a alcanzar nuestra natural aspiración de felicidad individual y como ideal, la felicidad comunitaria. Asimismo, este gran filósofo nos dice que en los hábitos morales y muy especialmente en las virtudes se ordena la naturaleza del alma; asimismo plantea al igual que Sócrates que “las virtudes morales no se dan sin la prudencia”. - La prudencia es la madre de las virtudes según Tomás de Aquino, por otra parte, de acuerdo a Pieper: “el núcleo y la finalidad propia de la doctrina de la prudencia estriba precisamente en demostrar la necesidad de esta conexión entre el deber y el ser”. Es decir, todos nuestros actos deberían estar regidos por un criterio que nos permita ejercer los siguientes actos: el consejo-indagación, el juicio acerca de los medios hallados y el mandato; lo que a su vez nos permitiría actuar coherentemente y daría paso a la práctica de la justicia. - La justicia es la virtud suprema entre todas las virtudes morales y dicho en palabras de Pieper es “la capacidad de vivir en la verdad con el prójimo”. Ésta virtud se divide en tres tipos: general, particular y legal. En este punto entendemos que el bien común es lo que debería primar al momento de cultivar esta virtud, por encima de cualquier bienestar en particular y por eso es que la práctica de la justicia está ligada estrechamente al uso de la prudencia. - Tomás de Aquino nos dice “quien permanece firme ante los mayores males, permanecerá firme ante los menores”. En tal sentido, la fortaleza conlleva a aumentar el ánimo para resistir y repeler aquellas cosas ante las cuales es muy difícil mantenerse firme, cosas que se presentan en los sucesos repentinos y es justamente es donde mejor se manifestaría esta virtud pues ante ellos obraría como un hábito de manera natural. Debemos aclarar que la fortaleza no suprime el dolor, ni tampoco el sufrimiento ante los peligros. - La templanza, según Brage Tuñon indica moderación, pero no una moderación cualquiera sino aquella propia de la razón, es decir, cultivar esta virtud nos ayudará a moderar o reprimir si se requiere, los deseos y placeres sensibles. Esto último es importante porque tanto deseos como placeres deberán ser subordinados a la razón para alcanzar un fin o bien superior; asimismo la templanza se divide en abstinencia, sobriedad, castidad-virginidad y pudor. Para finalizar, llegado a este punto podemos inferir que el bien del hombre consiste en regirse a actuar de acuerdo a la recta razón, es decir buscando guía en las virtudes propuestas. Por ejemplo, de la rectitud de la razón se ocupan las virtudes intelectuales, con la prudencia en lugar de privilegio; por otra parte, de la aplicación de dicha rectitud a las cosas dependientes de la voluntad se ocupa la justicia; que a su vez se apoyará en la fortaleza y la templanza para superar los obstáculos que dificulten la aplicación de la buena voluntad. Por otra parte, los vicios contrarios al intellectus, a la ciencia y a la sabiduría como hábitos naturales son, respectivamente, la ceguera intelectual del que se niega a reconocer lo evidente, la ignorancia del que desea mantenerse en el desconocimiento y la necedad del que, al estar absorbido por las cosas terrenales, no puede elevar la mirada hacia la trascendencia para juzgar desde ella. Concluimos entonces que las virtudes, en sentido estricto, son las que hacen bueno al hombre; y por esto tan importantes para la vida moral y el crecimiento espiritual.
Evaluación crítica: ¿qué te ha parecido? ¿cómo se podría
mejorar? ¿en qué estás de acuerdo y en desacuerdo? ¿cuál sería tu posición al respecto?
- De las lecturas sugeridas, escogí esta, por cuando considero que
en la actualidad existe una indiferencia a lo verdadero, noble, justo, puro, amable, honorable, es decir todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, pues considero que la virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien que nos permite no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de uno mismo. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. - Podríamos mejorar estas actitudes con prudencia para decidir, como para ser justo dando a cada uno lo que le corresponde, y tener la fortaleza para cumplir y exigir las responsabilidades a pesar de nuestras limitaciones, así de esta manera lograr la alegría de dar o trasmitir lo mejor de lo que encontremos en nuestro camino, teniendo presente la moderación, perseverando en lo bueno y administrando debidamente nuestro tiempo de vida. - Estoy de acuerdo en que tiene que existir el valor como hábito o cualidades estables, mas no estoy de acuerdo en que se les considere como meras disposiciones o cualidades transeúntes., para así de esta manera permitir que no solo realicemos actos buenos sino dar lo mejor de uno mismo hacia nuestros semejantes. - Mi posesión al respecto considerando que el primer entorno donde nace y se desarrolla el ser humano es la familia, es allí donde se han de educar, vivir o practicar los valores y virtudes cardinales como teologales para mejorar en las virtudes humanas, es ésta la primera y principal responsable de esta educación, no pudiendo, por tanto, delegar esta responsabilidad en ningún otro estamento o persona. Además, el comportamiento humano mayormente se da por imitación, por lo tanto, pienso que esta manera de educar las virtudes y valores será fundamentalmente con el ejemplo, pues con la vivencia personal de cada uno de los valores y virtudes que queremos educar en nuestros hijos, “los ejemplos dicen más que palabras”. Es por esto que considero importante que los hijos vean que los padres hacen lo que dicen .