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RESUMEN
The constant development of digital technologies and the Internet has meant that we live in a
digital world based on connections. The way we learn has changed and, therefore, so has
the way we teach. Knowledge is online and teachers should be the ones guiding students in
their learning process. Technology alone does not guide; therefore, teachers’ work is more
important today than ever. In this article, we present how the digital age has led to a need to
rethink the role of teachers in the classroom.
Introducción
Nos encontramos inmersos en una Era Digital, esto es, una sociedad tecnologiza-
da, donde los hábitos y estilos de vida se han visto transformados por el desarrollo
constante e imparable de las tecnologías digitales e Internet. Las herramientas
tecnológicas y el espacio virtual han suscitado nuevas formas de comunicarnos,
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rado podían erigirse en los únicos guardianes del conocimiento; pero ahora se les
multiplican los competidores. Las TIC han provocado nuevos alfabetismos que
potencian habilidades y competencias propias del siglo XXI, las cuales se ejercitan
principalmente en las prácticas digitales que los jóvenes llevan a cabo en contex-
tos de aprendizaje informal (Busque, Medina y Ballano, 2013), en su mayoría en
espacios y tiempos de ocio.
Aparece aquí la ya clásica triple distinción terminológica que establecieron en
1968 Coombs, Prosser y Ahmed, al discernir entre educación formal, no formal
e informal. El aprendizaje formal es el que tiene lugar en entornos organizados y
estructurados, como por ejemplo un centro educativo y formativo. El aprendizaje
no formal o educación extraescolar se describe como el aprendizaje derivado de
actividades planificadas, pero no designadas explícitamente como programa de
formación. En tercer lugar, el aprendizaje informal es el resultante de actividades
cotidianas relacionadas con el trabajo, la vida familiar o el ocio; un tipo de apren-
dizaje que no se encuentra organizado ni estructurado en cuanto a sus objetivos,
duración o recursos formativos (CEDEFOP, 2008).
Sin ánimo de valorar la vigencia de esta triple distinción en su conjunto, no
cabe negar la importancia del contexto espacio-temporal en su definición. Un
contexto que se ha visto peculiarmente alterado en la Era Digital, dos de cuyas
marcas identificativas son la ubicuidad y la atemporalidad del ciberespacio (Cas-
tells, 2001). De este modo, y teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad
digital caracterizada por el cambio constante, la complejidad, el caos y la ubicui-
dad, consideramos que las características del aprendizaje informal son las que
mejor se adecuan al tipo de aprendizaje que en la actualidad se demanda. Un tipo
de aprendizaje que, por otro lado, se reconoce más bien poco desde el ámbito
formal. De hecho, y a pesar de que paulatinamente se toman en consideración
otro tipo de competencias, como veremos a continuación, es muy común no va-
lorar los conocimientos que una persona tiene hasta que estos se acompañan de
una referencia o certificación de un ente académico.
La realidad nos muestra que las tecnologías digitales han influido en la manera
de aprender y, en consecuencia, en la manera de enseñar propia del colectivo
docente. Tomando como referencia la Teoría del Conectivismo, elaborada por el
teórico de la enseñanza en la sociedad digital George Siemens (2006), definire-
mos el concepto de aprendizaje propio de una sociedad de red de redes.
El conectivismo es la teoría del aprendizaje propia de la Era Digital, que anali-
za la manera en que aprendemos en una sociedad digital que se articula en red.
Se fundamenta, tal y como su propio nombre indica, en la conectividad, esto es,
en la creación de conexiones. Según el autor, el conectivismo es la integración de
principios explorados por las teorías del caos, las redes, la complejidad y la au-
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formador es crear y fomentar una ecología de aprendizaje que permita que los
aprendices mejoren con rapidez y eficacia con respecto al aprendizaje que ya
tienen» (Siemens, 2010: ix).
En su propuesta de Pedagogía de la Coasoaciación, Marc Prensky propone
tres roles que considera que debe adquirir el profesorado en la era de la educación
digital: el rol de entrenador, el rol de guía y el rol de experto en instrucción. El
primero de los roles, entrenador, hace alusión a la acción cargada de retroali-
mentación y motivación en la que, inevitablemente, como si de un entrenador de
tenis se tratase, se necesita la participación activa por parte del alumnado. El au-
tor argumenta que un entrenador apenas tiene que ofrecer exposición teórica,
sino más bien tiene que observar y acercarse a los alumnos de una forma indivi-
dual y personal, con la finalidad última de ayudar a cada uno a encontrar y perse-
guir su propia pasión.
El rol de guía, más que motivar, tiene que adquirir el papel de ayudante del
alumno ya motivado: «[…] ser un guía, en mayor medida, requiere que los alum-
nos acepten que necesitan uno […]» (Prensky, 2011:82). Como es lógico, el rol
del guía será más fácil si ambos se conocen y el docente entiende las pasiones del
alumnado, lo que ayudará a este a conocer en qué sentido hay que guiar a cada
alumno. En tercer lugar, el rol de experto en instrucción consiste en que el do-
cente aporte todo el conocimiento, imaginación y creatividad posible para hacer
el proceso de aprendizaje del alumno efectivo y atractivo. Para lograrlo el experto
debe convertirse en un auténtico diseñador de originales experiencias de aprendi-
zaje y, a su vez, debe practicar el arte de realizar preguntas adecuadas que inciten
a que los alumnos reflexionen y reconsideren un punto de vista.
Por su parte, Harrison y Killion (2007) hacen referencia a 10 maneras a través
de las cuales el profesorado puede contribuir al éxito de sus escuelas:
1. Proveedor de recursos;
2. Especialista de instrucción;
3. Especialista curricular;
4. Apoyo en el aula;
5. Facilitador de aprendizaje;
6. Mentor;
7. Líder;
8. Entrenador de datos;
9. Catalizador del cambio; y
10. Aprendiz.
Sin duda, los autores muestran el rol de aprendiz como el más importante. Los
docentes deben de ser un ejemplo a seguir, un ejemplo de mejora continua y de
aprendizaje permanente.
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Entre tanto, Bates (2015), en su último libro Teaching in a Digital Age, expo-
ne cómo el profesorado debe utilizar la tecnología disponible para mejorar tanto
su metodología de enseñanza como el aprendizaje de su alumnado. Es decir, la
tecnología ocupa un lugar central no solo en el uso de nuevas metodologías, sino
también en la readaptación del papel de los docentes en las aulas.
En definitiva, el docente de la Era Digital debe mantener una actitud de inda-
gación permanente, fomentar el aprendizaje de competencias (generar entornos
de aprendizaje), mantener una continuidad del trabajo individual al trabajo en
equipo (apostar por proyectos educativos integrados) y favorecer el desarrollo de
un espíritu ético. La tecnología y la información por sí solas no guían ni ayudan
ni aconsejan al alumnado; por ello, la labor del docente en la educación digital es
hoy más importante que nunca.
Por último, nos parece oportuno resaltar que estos roles no se centran exclu-
sivamente en ningún nivel educativo, si bien es cierto que los conocimientos y las
habilidades digitales variarán en función de la etapa educativa en la que el docen-
te desarrolle su labor. Sin duda, el contexto marcará el rol que el docente debe
adoptar en cada momento.
Conclusiones
Las tecnologías digitales y la democratización en el uso de Internet han provo-
cado que una gran parte de las actuaciones humanas se hayan visto, de una u otra
manera, digitalizadas. En este sentido, la red de redes también ha influido en la
manera de aprender y, por lo tanto, en la manera de enseñar (perfil docente).
Los jóvenes nativos digitales deben recibir una educación acorde a sus necesi-
dades y, en un contexto desordenado, nebuloso, informal y caótico, se ha conver-
tido en necesario repensar la forma en que se diseña la enseñanza y se transforma
la arquitectura de los centros educativos en espacios abiertos y transparentes,
«que tengan más forma de sala de estar que de aula rancia con sus pupitres» (Sie-
mens, 2006: xiii).
El alumnado se ha desarrollado en un contexto digital por lo que el profesora-
do debe adecuarse a su forma de actuar y de concebir el aprendizaje; en este
sentido, el docente también debe digitalizarse y ser competente digital. Esta com-
petencia ligada al uso de las tecnologías digitales no solo implica ser una persona
autónoma, eficaz, responsable, crítica y reflexiva al seleccionar, tratar y utilizar la
información y sus fuentes, así como las distintas herramientas tecnológicas; sino
que al mismo tiempo demanda tener una actitud crítica y reflexiva en la valoración
de la información disponible.
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