Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Philip Larkin
Philip Larkin
nació un 9 de agosto de 1922 en Coventry1. Hizo sus estudios secundarios en el King VIII School y posteriormente ingresó a
Oxford. Fue allí donde comenzó a ser reconocido como poeta. Sus primeros poemas presentan una fuerte influencia de Eliot, lo cual
ciertamente no debe haber agradado mucho a su profesor y tutor, Gavin Bone, experto en Literatura Anglosajona, cuyo disgusto por
las oscuridades de la vanguardia era bien reconocido. Naturalmente, ello tiene que haber influido en el joven poeta y su desarrollo
posterior. De esta época es su primer libro, El Barco del Norte2.En algún momento se pensó a Larkin como un poeta totalmente
refractario a la vanguardia, juicio que probablemente podría corroborarse con alguno de los propios dichos del poeta, quien, en
numerosas ocasiones, expresó abiertamente su crítica ante dicho movimiento. La verdad es, sin embargo, que pocos poetas en
lengua inglesa han sabido sintetizar los aportes de la mejor tradición de la poesía inglesa con los descubrimientos y magias de la
vanguardia.A ello se debe, quizás, su enorme popularidad e influencia en las actuales generaciones. Presentamos aquí un conjunto
de poemas seleccionados del último libro de Larkin, Altas Ventanas3, publicado en 1974.En la presente traducción se pierde,
lamentablemente, la delicada y expresiva métrica que los poemas poseen en inglés. Ello quiere decir, y es preciso recalcarlo, que se
pierde precisamente parte importante de lo que Larkin ha intentado reposicionar en la poesía inglesa contemporánea. Si bien su
lucha estuvo siempre orientada en volver al “contenido” (de cuyo oscurecimiento responsabilizaba a la vanguardia) debe tenerse
presente que para él, éste abarcaba también la forma. Dadas las invencibles dificultades de reproducir dicha métrica, no nos ha
quedado más remedio que ceñirnos humildemente al sentido de los poemas. Y ello, escuchando la airada voz de Larkin, quien
expresó en más de alguna oportunidad que juzgaba absolutamente imposible la traducción de la poesía.
Ardmore, Pennsylvania Agosto de 2006
Al mar
Los árboles
Olvidar lo pasado
Detener lo cotidiano
era aturdir la memoria,
partir desde la nada.
Algo ya no cicatrizado
por tales palabras, por tales acciones
como un desolado despertar.
Deseaba terminarlos,
apuré el entierro
y volví la vista
de celestes repeticiones,
el día que brotan las flores
el día que los pájaros se van.
Altas ventanas
UN SEPULCRO EN ARUNDEL
El sepulcro de la catedral de Chichester muestra una pareja de nobles esculpidos según las normas heráldicas. Según parece, la
pareja sería Richard Fitzalan III, conde de Arundel y Surrey (c. 1306-1375), y su segunda esposa, Eleonor de Lancaster (c. 1311-
1372 ). En el poema de Larkin, la descripción del sepulcro abarca las dos primeras estrofas. En la tercera, el observador conjetura
qué pasaría por las mentes del matrimonio, para describir la decadencia a continuación. La estrofa final contiene una reflexión
personal del poeta que culmina con una frase inquietante: what will survive of us is love. Las estrofas iniciales son más bien
objetivas: al percibir que el caballero tiene en una de sus manos la mano de la mujer, la nimiedad del gesto petrificado empieza a
adueñarse del poeta, quien, pese a mantener la forma impersonal (one), comprueba que el detalle escultórico suscita a sharp tender
shock. Las estrofas conjeturales tienen, en cambio, un tono levemente burlesco: la fidelidad expresada por el gesto de tomarse las
manos sería sólo una cuestión de iconografía. En las estrofas siguientes se presenta a los esposos persistentes en el tiempo, ya que
no indemnes a él. En la quinta, el poeta habla del grupo escultórico con imágenes que refuerzan el carácter destructivo del tiempo,
pero también su impulso renovador. En la sexta, el contraste está dado por los esposos medievales y los nuevos tiempos carentes de
blasones. Pero, como en la mascarada urdida por Próspero, todo se disuelve. Si en la estrofa tercera se afirma la fidelidad en efigie,
los versos de la última la desbaratan, porque el tiempo ha consumido a los ya anónimos esposos. La fidelidad se ha vuelto ingrávida,
insustancial, tal como califica Próspero a sus revelaciones. Leer el último verso de forma desgajada podría conducir a
sentimentalizar el poema: parece reconfortante pensar que el amor ha perforado el tiempo. Sin embargo, la aseveración está
calificada: es la prueba de que «nuestro casi instinto es casi cierto». Como el humo que flota sobre las efigies de piedra, una nube de
incertidumbre se adueña de la reflexión del poeta y también de la del lector.A nuestro entender, la aproximación de Larkin no es
cínica, puesto que la estatua, que no ha podido preservar las identidades de los esposos, ha preservado la noción de lo efímero. La
transfiguración operada por el tiempo los ha vuelto «falsedad» sólo porque lo que fueron en vida ya no es más. Inferimos nosotros
que la erosión terminará por difuminar el tierno gesto de una mano retenida en la otra, tal como ha sucedido con los rostros. La
fidelidad en piedra es un dato frustrante de la fidelidad amorosa. El verso final refleja una duda del poeta, duda que lo lleva a
resolver poco satisfacoriamente el problema que lo preocupa, ya que ninguna respuesta puede ser plenamente satisfactoria. Frente a
las proclamaciones del tipo exegi monumentum, el poeta reconoce que el amor es víctima del tiempo y, aún así, que hay una suerte
de confrontación oblicua en el hecho de que este gesto de los esposos permanezca y simbolice la continuidad del amor post
mortem.La factura del poema tiene características estatuarias en la regularidad de sus versos, que son tetrámetros yámbicos; en la
solidez de la estrofa, que es una sextina; y en el entramado de las rimas. Con todo, la estrofa quinta introduce la sensación incómoda
de los encabalgamientos, que perturban la rigidez de las estrofas, tal como el tiempo ha erosionado las estatuas. El ritmo se hace
más vertiginoso cuando pasamos de la contemplación del grupetto al ir y venir de la gente que visita el sepulcro. Ahí se da otra
paradoja: nada es exactamente como se ha previsto y las erosiones pueden ser transmutaciones.Llama la atención que el restaurador
del grupo escultórico en el siglo XIX, Edward Richardson, se encontrara con que a las efigies les faltaban los brazos, lo que ha
llevado a preguntarse si no es espuria la postura en la que el conde toma la mano de la condesa. Larkin se toma, además, la
descripción con liberalidad:el animal representado a los pies del conde es un león; el único perro es el que sirve de apoyo a los pies
de la condesa; el guantelete de la mano izquierda es en realidad el de la derecha. (T)
UN SEPULCRO EN ARUNDEL
Lado a lado, los rostros borroneados,
yacen en piedra el conde y la condesa.
En propios hábitos muestran vagamente
armadura ensamblada, arruga tiesa,
e indicio del absurdo evanescente,
los dos perritos a sus pies echados.
Retransmisión
Al fracaso
Al mar
Finalmente, después de cinco meses de mi vida —tiempo durante el cual yo no podía escribir nada que me satisficiera, y por el cual
ningún poder me compensará.
Franz Kafka
Mi estimado Kafka,
Cuando hayas tenido cinco años, no cinco meses, sin escribir
Cuando hayas tenido cinco años con una fuerza irresistible
Encontrándose con un objeto inerte exactamente en tu ombligo,
Entonces sabrás lo que es depresión.
Los árboles
Necesidades
Arriba
Olvidar lo pasado
Detener lo cotidiano
Era aturdir la memoria,
Partir desde la nada.
Algo ya no cicatrizado
Por tales palabras, por tales acciones
Como un desolado despertar.
Deseaba terminarlos,
Apuré el entierro
Y volví la vista
Como guerras e inviernos
Extraviados tras las ventanas
De una opaca niñez.
De celestes repeticiones,
El día que brotan las flores
El día que los pájaros se van.
Pésame en blanco
Ventanas altas