Está en la página 1de 3

Ana María Chambueta Abril

Filosofía Latinoamericana

Acerca de la identidad no identidad de América Latina


Responder a la pregunta, qué es y cómo se constituye América Latina, considero que tiene
como trasfondo las siguientes dificultades: una de ellas, la de ser objetivos frente a la pregunta
cómo identificamos a América Latina si estamos inmersos en ser parte de este territorio e
identidad, o por lo menos eso es lo que creemos ser. La segunda radica en dar cuenta de está
búsqueda incesante de nuestra identidad puesto que es inconclusa, ya que no la podemos localizar
en un punto concreto, porque estamos inmersos en una pluralidad de constituyentes ya sean
europeos, indígenas o africanos.
Debido a estas dificultades anteriormente mencionadas expondré por qué no podemos aspirar
a responder de una forma concluyente a esta pregunta. Sin embargo, es menester realizar un
análisis y tratar de aproximarnos a la cuestión con el fin de poder leernos, de poder pensarnos, y
con ello proyectarnos a la búsqueda de mejores porvenires.
Desde esta perspectiva el presente texto tiene la siguiente estructura: 1. Desarrollar los
conceptos de colonialidad, modernidad y concepto de invención y descubrimiento y cómo esto
constituyó la formación de América Latina. 2. Plantear por qué la modernidad nos atañe hoy y
cómo sigue constituyendo el ser latinoamericano. 3. A partir del concepto de modernidad y
modernización, cómo nace el sentimiento de inferioridad y la necesidad incesante de alcanzar
estándares a los cuales no correspondemos, y finalmente 4. Explicar que a causa de que no
podemos dar cuenta de nuestra identidad es difícil responder a la pregunta ¿qué es américa latina?
1. Modernidad, colonialidad, descubrimiento e invención
La historia universal, una historia que se hizo y se ha escrito desde una perspectiva europea,
da cuenta de que América Latina fue hallada y descubierta por imperios de origen europeo. Esta
interpretación es completamente distinta desde el punto de vista del conquistador y el
conquistado, ya que para nosotros, que no sabemos si somos herederos de los conquistados o de
los conquistadores, que estamos hoy en este territorio que se bautizó como América, más bien fue
un invento del modelo europeo que traía consigo una multiplicidad de imperativos y
justificaciones. Desde el punto de vista del descubrimiento, Europa trajo consigo la modernidad
que se apoyaba bajo la idea de expandir el conocimiento de occidente que es universal, con esto
se utilizaba la retórica de la salvación, de la evangelización y de la evolución de los nativos
americanos que hacían parte de una humanidad “bárbara”. A partir de esto, la colonialidad
implantó un discurso lógico que justificó por completo la vida de los seres que estaban en su
dominio.
Desde el punto de vista del colonizado, aquel que no tuvo la oportunidad de escribir la
historia no fue un descubrimiento, sino un invento por parte de Europa, puesto que este discurso
lo que logró fue encubrir las dinámicas de explotación y dominación de un pueblo que
intrínsecamente tenía un pensamiento y una forma de vida que era igualmente valiosa.
De esta forma, conceptos como descubrimiento y modernidad responden y forman parte de la
estructura de la colonialidad que no fueron más que elementos que hacen parte de una retórica
que tenían como intención verdadera la explotación masiva de mano de obra indígena y africana,
lo que derivó a la idea de la modernización, de que la vida de los seres humanos es prescindible y
reemplazable.
2. ¿Por qué la modernidad nos atañe hoy?
Como se manifestó anteriormente la modernidad fue una idea y un fin que los europeos
perseguían con la aspiración de cambio y la búsqueda de un conocimiento universal, donde
finalmente el lugar donde podía alcanzar su propósito era en la supresión de culturas las cuales no
se ajustaran con este modelo. Fue después de las revoluciones independentistas que América
Latina tuvo la oportunidad de redefinirse y construirse bajo ideales que le eran propios, alejados
de la lógica europea que anteriormente los había sometido. No obstante, se siguió repitiendo la
historia y fue a partir de pensamientos exportados de Francia e Inglaterra que los criollos/
mestizos nuevamente replicaron en América Latina ideales que seguían respondiendo a los
estándares de la modernidad. Mignolo en La idea de América Latina. La herida colonial y la
opción decolonial (2007) señala “La idea de «América Latina» permitió a las élites criollas,
distanciarse de su pasado español y portugués, abrazar la ideología de Francia, y olvidarse del
legado de su propia conciencia crítica”(p. 91). Así, la constitución de cada uno de los países que
conforman lo que es hoy América Latina siguen rigiéndose bajo la misma lógica imperial y
colonial, en este sentido, los criollos gobiernan al resto de las personas que no hacen parte de esta
élite, convirtiéndose en mano de obra que responde al sistema capitalista que nació en Europa y
convenientemente nuestros gobernantes acuñaron.
[…] no se atacó el colonialismo como ideología, pues el objetivo era obtener la
independencia del imperio, es decir, el poder cambio de manos en tanto los criollos se
convirtieron en la élite que pasó a controlar la economía y el Estado, pero la lógica de la
colonialidad siguió siendo la misma. (p. 108)
3. El sentimiento de inferioridad del Latinoamericano
Con la idea imperante de alcanzar estándares provenientes de Europa que se construyeron en
el ideal de modernización, los individuos que pertenecemos a América Latina vivimos y
buscamos responder y alcanzar a dichos estándares, sin embargo, puesto que nuestra historia y
nuestra construcción no son semejantes a las de un europeo no es posible encontrar una
correspondencia de dichas aspiraciones en lo que desemboca a un sentimiento de frustración e
inferioridad. Soñamos con desprendernos de nuestra herencia indígena que a lo largo de la
historia y a partir de la colonialidad han sido tan fuertemente mancilladas, más bien queremos y
seguimos respondiendo a las dinámicas de occidente, a la idea de propiedad privada, de
consumismo, de capital, de hacer parte de instituciones como la familia y universidad que su
origen se dio en Europa, nos disfrazamos y modificamos nuestros cuerpos para asemejarnos al
canon de belleza europeo. No obstante, evidentemente a pesar de nuestros intentos y aun cuando
lo queremos no logramos engañar si quiera a nosotros mismos, lo que nos constituye, ya sean
nuestras herencias culturales o físicas develan la verdad.
4. Entonces ¿qué es américa latina?
Es difícil para nosotros como pretensión de pueblo latinoamericano saber de nuestra historia,
y mucho menos identificarnos con ella, cuando en un plano individual, las estadísticas nos hablan
de una gran cantidad de individuos que no conocieron a sus padres, mucho menos abuelos y
ancestros. Aparecemos casi de manera espontánea en este contexto al cual debemos adecuarnos
pero, de igual forma, al que desconocemos su origen. Las historias de historia colombiana o
española resultan referentes extraños y lejanos que no necesariamente se conectan con nuestra
forma de referirnos a nosotros mismo.
En particular, como habitante de este planeta no me siento identificada como ciudadana
colombiana, mucho menos como latinoamericana ya que mis intereses no corresponden a lo que
se esperaría dentro del ideal de latina y colombiana. Tampoco tengo algún tipo de sentido de
orgullo ante la identificación de los símbolos patrios que se pretenden imponer para generar
sentido de identidad a todo un pueblo multicultural que vive bajo un territorio para poder
gobernarlo efectivamente. Sin embargo, es inevitable reconocer todos los elementos culturales e
históricos que me configuran, como el idioma, el gusto por el pensamiento occidental y ciertas
cosmovisiones que utilizo para elaborar mi propia visión del mundo.
Quisiera mencionar el caso de mi apellido “Chambueta” del cual tengo escaso, por no decir
nulo, conocimiento de su origen más allá de decir que es el apellido de mi padre que heredó de
mi abuelo y este de mi bisabuela. No hay registros claros de dónde surgió ya que no es un
apellido común, lo único que puedo asegurar es que no es de origen europeo. ¿Y ahora por qué
destaco este hecho? Porque frecuentemente se me hace la pregunta del origen de mi apellido,
pero no puedo dar ninguna respuesta. Creo que la gene aspira a que responda contando una
historia de origen autóctono, tradicional y se decepcionan al darse cuenta de que mi apellido es
simplemente algo a lo que estoy evocada, como muchos otros elementos culturales que me
configuran.
Finalmente, dada la dificultad de responder qué es ser colombiano, responder también a la
dificultad de qué es América Latina, es una empresa que por lo menos a mí me crea un
sentimiento de insatisfacción aun cuando tengo la aspiración de la docencia y que pretendo
generar una conciencia crítica en nuestra sociedad y de nosotros mismos como individuos, para
emprender unas nuevas formas de lucha que respondan a este modelo de la modernidad que aún
nos sigue sofocando.
Bibliografía
Walter Mignolo (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial.
Barcelona: Gedisa.

También podría gustarte