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ACADEMIA NACIONAL DE ESTUDIOS
POLÍTICOS Y ESTRATÉGICOS
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD
NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
BORIS YOPO HERRERA
Diciembre, 2013
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
Nº 6 SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
Boris Yopo Herrera
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El texto publicado en este Boletín es parte del proyecto de investigación, La Nueva Estrategia
de Seguridad Nacional de Estados Unidos: Sus Implicancias para Chile y América Latina,
Código EXT22/2011, financiado por el Concurso Extramuro 2011 convocado por el
Departamento de Investigación de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos
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LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
Nº 6 SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
Boris Yopo Herrera
RESUMEN
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LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
Nº 6 SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
Boris Yopo Herrera
Índice
I. Introducción:
La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados 5
1.1: Panorama general de la NSS 2010: “el mundo tal como es” 5
1.2: Enfoque estratégico de la NSS 2010 6
1.3: El fomento de los intereses nacionales para
“el mundo que queremos” 8
1.3.1: Seguridad 9
1.3.2: Prosperidad 11
1.3.3: Valores 12
1.3.4: Orden Internacional 14
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VIII. Conclusiones 49
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Nº 6 SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
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I. Introducción:
La NSS 2010 parte por establecer un panorama general de los “amplios y complejos
desafíos” que condicionan la seguridad nacional de Estados Unidos “en los albores del
siglo 21”; luego fija el “enfoque estratégico” mediante el cual espera “renovar su
liderazgo en el mundo”; y en tercer lugar establece una serie de acciones con que la
Administración Obama buscará fomentar los intereses de su país “para lograr el
mundo que queremos”2.
1.1: Panorama general de la NSS 2010: “el mundo tal como es”
Su punto de partida es que, para tener éxito, Estados Unidos debe “enfrentar el mundo
tal como es”. Su diagnóstico es que en las dos décadas desde el final de la Guerra
Fría “el círculo de las democracias” se ha expandido, el “espectro de una guerra
nuclear” se ha alejado, las grandes potencias están en paz, la “economía global” ha
crecido, el comercio “ha entrelazado el destino de las naciones” y más individuos
“pueden determinar su propio destino”. Sin embargo, persiste una serie de problema.
Las guerras por motivaciones ideológicas han dado paso a guerras por la “identidad
religiosa, étnica y tribal”; proliferan los “peligros nucleares”; la desigualdad y la
inestabilidad económica “se han intensificado”; los daños al medio ambiente, la
“inseguridad alimentaria” y “los peligros para la salud pública” son cada vez más
comunes, al tiempo que las mismas herramientas que le permiten a los individuos
progresar se emplean “para destruir”.
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Todas las citas de este capítulo están tomadas de National Security Strategy, The White
House, Washington, mayo de 2010. La traducción no es oficial.
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Agrega que los atentados del 11 de septiembre de 2001 le significaron a los
estadounidenses conocer “el lado oscuro” del mundo globalizado, lo que los llevó a
adoptar estrategias “sólidas y durables” para defenderse en un mundo que ha
cambiado, donde “la arquitectura internacional del siglo 20 está cediendo ante el peso
de nuevas amenazas”, la economía global ha acelerado la competencia que enfrentan
los estadounidenses y sus empresas, y la “aspiración universal de libertad y dignidad”
se enfrenta a “nuevos obstáculos”. Y agrega que si bien Estados Unidos aun posee los
atributos en que apoyó su liderazgo en las décadas anteriores, debe reconocer que
“ninguna nación, no importa cuán poderosa sea, puede vencer sola los actuales
desafíos globales”. Por esto, del mismo modo “como lo hicimos después de la
Segunda Guerra Mundial”, Estados Unidos “debe prepararse para el futuro”, al tiempo
que forja “métodos de cooperación” entre las naciones que puedan ser exitosos.
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promover nuestros propios intereses, sirviendo a los intereses mutuos”, donde las
naciones tengan “incentivos para comportarse de manera responsable, o ser aislado,
cuando no lo hacen”. La prueba de este orden internacional estaría en “la cooperación
que facilite y los resultados que genere”, y en su capacidad de “unir a las naciones
para enfrentar los desafíos comunes, como el extremismo violento, la proliferación
nuclear, el cambio climático, y una economía global cambiante”. Reconoce que el
objetivo de tener “un orden internacional donde cada país defiende sus derechos y
responsabilidades seguirá siendo esquivo”, por lo que “la fuerza a veces será
necesaria para hacer frente a las amenazas”.
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hostiles la capacidad de operar dentro” de las fronteras de Estados Unidos,
“mantener un control efectivo de las fronteras físicas, proteger el comercio legal
y los viajes dentro y fuera de los Estados Unidos, desbaratar y desmantelar las
redes terroristas transnacionales y las organizaciones criminales, y asegurar
nuestra capacidad de resistencia nacional frente a las amenazas y los
peligros”. “En conjunto, estos esfuerzos deben ser compatibles con una patria
que sea segura”, libre de “terrorismo y otros riesgos y en la que los intereses
estadounidenses, sus aspiraciones y forma de vida puedan prosperar”.
g) Inteligencia. “La seguridad de nuestro país y la prosperidad dependen de la
calidad de la información que recopilamos y el análisis que producimos, de
nuestra capacidad para evaluar y compartir esta información de manera
oportuna, y de nuestra capacidad para contrarrestar las amenazas de
inteligencia”, dice la NSS 2010. Para conseguirlo, “estamos trabajando para
integrar mejor a la comunidad de inteligencia”, “estamos fortaleciendo nuestras
alianzas con los servicios de inteligencia extranjeros” y “mantenemos fuertes
lazos con nuestros aliados más cercanos”. “Y seguimos invirtiendo en los
hombres y mujeres de la Comunidad de Inteligencia”.
h) Comunicaciones Estratégicas. Establece que “las comunicaciones
estratégicas efectivas son esenciales para sostener la legitimidad global y el
apoyo a nuestros objetivos políticos”, por lo que “alinear nuestras acciones con
nuestras palabras es una responsabilidad compartida que debe ser fomentada
por una cultura de comunicación en todo el gobierno”. También menciona que
se debe hacer “un mejor trabajo de comprensión de las actitudes, opiniones,
quejas y preocupaciones de los pueblos, no sólo las élites de todo el mundo”, y
que se debe utilizar “una amplia gama de métodos para comunicarse con
públicos extranjeros, incluidos los nuevos medios”.
i) El pueblo estadounidense y el sector privado: Señala que “las ideas,
valores, energía, creatividad y capacidad de recuperación de nuestros
ciudadanos son el mayor recurso de los Estados Unidos”. La idea es
“aprovechar el ingenio” ciudadano “a través de alianzas estratégicas con el
sector privado, organizaciones no gubernamentales, fundaciones y
organizaciones de base comunitaria”. “Estas asociaciones son fundamentales
para el éxito de Estados Unidos en el país y el extranjero, y vamos a apoyarlas
a través de mayores oportunidades para la participación, la coordinación, la
transparencia y el intercambio de información”.
1.3: El fomento de los intereses nacionales para “el mundo que queremos”
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1.3.1: Seguridad
Afirma que Estados Unidos “sigue siendo la única nación capaz de proyectar y
sostener operaciones militares a gran escala y a grandes distancias”. Sus FF.AA. son
el puntal de su seguridad nacional y liderazgo global, los que se ven “reforzados”
cuando son usadas correctamente. Pero cuando su uso es excesivo o muy amplio
“nuestro liderazgo en todo el mundo” se identifica muy estrechamente con la fuerza
militar. Por lo tanto, dice la NSS 2010, “debemos seguir adaptando y reequilibrando
nuestros instrumentos de la política”, tanto internamente como en el extranjero. La
idea es aplicar una estrategia “capaz de satisfacer toda la gama de amenazas y
peligros para nuestras comunidades, fortaleciendo la seguridad y la resistencia” de
individuos y organizaciones. “Estas amenazas y riesgos son el terrorismo, los
desastres naturales a gran escala, los ataques cibernéticos y las pandemias”.
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de seguridad” para atacar a los extremistas “dentro de sus fronteras”. Otro punto de
esta estrategia es “reforzar nuestra propia red de socios para desactivar las redes de
recursos financieros, humanos y de planificación de Al Qaeda, interrumpir sus
operaciones terroristas antes de que maduren, y abordar los posibles refugios seguros
antes de que Al-Qaeda y sus afiliados terroristas pueden echar raíces”. Para
conseguirlo propone el intercambio de información y la cooperación policial con los
socios. También toca el tema de la detención, interrogatorio y juicio de los terroristas, y
asume el compromiso de hacerlo “de acuerdo con el Estado de Derecho y el debido
proceso”, insistiendo en que “las cuestiones de la detención y el secreto se aborden de
una manera consistente con nuestra Constitución y las leyes”.
La NSS 2010 afirma que el “riesgo mayor y más urgente” que enfrentan los
estadounidenses es un ataque con armas nucleares. De ahí su interés por detener y
revertir la propagación de armas nucleares y biológicas y “asegurar” que secretos y
materiales nucleares no caigan en manos de terroristas. Reitera el compromiso de
cooperación con Rusia y de fortalecer el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN)
mediante la búsqueda de “más recursos y autoridad para las inspecciones
internacionales”. Respecto de Irán y Corea del Norte, afirma que Estados Unidos
“llevará a cabo la desnuclearización de la península coreana, además de impedir que
Irán desarrolle un arma nuclear”, como parte de las “responsabilidades de todas las
naciones y el éxito del régimen de no proliferación”.
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La seguridad del ciberespacio es otro tema que aborda la NSS 2010. Sostiene
que las amenazas de ciberseguridad “representan una de las más graves” que
enfrenta Estados Unidos. “Nuestra infraestructura digital, por lo tanto, es un activo
nacional estratégico, y su protección, salvaguardando la privacidad y libertades civiles,
es una prioridad de seguridad nacional”. Para “disuadir, prevenir, detectar,
defendernos y recuperarnos rápidamente de intrusiones cibernéticas” propone, junto
con mejorar los niveles internos de seguridad, “reforzar nuestras alianzas
internacionales en una serie de cuestiones, incluida la elaboración de normas de
conducta aceptables en el ciberespacio, leyes relativas a la ciberdelincuencia, la
preservación de los datos, la protección y privacidad, y los enfoques para la defensa
de la red y la respuesta a los ataques cibernéticos”.
1.3.2: Prosperidad
“El fundamento del liderazgo estadounidense debe ser una próspera economía de
Estados Unidos”, afirma la NSS 2010. “Y una economía global cada vez mas grande y
abierta sirve como una fuente de oportunidades para el pueblo estadounidense y una
fuente de fortaleza para los Estados Unidos”. A partir de estas afirmaciones, entrega
una serie de propuestas destinadas a construir una base más sólida para el
crecimiento económico interno, que a su vez debe servir para “apuntalar y sostener un
sistema económico internacional que es esencial tanto para nuestra prosperidad como
para la paz y la seguridad del mundo”.
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1.3.3: Valores
La idea-fuerza es que “Estados Unidos cree que ciertos valores son universales y
trabajará para promoverlos a nivel mundial”. Estos incluyen la libertad de las personas
para “expresar sus opiniones” sin temor, la libertad religiosa y de “elegir a sus propios
líderes”, y “la dignidad, la tolerancia y la igualdad entre los hombres, y la
administración justa y equitativa de la justicia”. La NSS 2010 asegura que Estados
Unidos “no impondrá ningún sistema de gobierno” a otro país, “pero nuestra seguridad
y prosperidad a largo plazo dependen de nuestro apoyo constante a los valores
universales, que nos distingue de nuestros enemigos, gobiernos adversarios y muchos
competidores potenciales de nuestra influencia”. Para materializar este apoyo se
plantean varias tareas.
En primer lugar, fortalecer el “poder del ejemplo” de Estados Unidos, que “ha
ayudado a propagar la libertad y la democracia en el extranjero”. Para conseguirlo se
compromete a “prohibir la tortura sin excepción ni equívoco”, ya que “métodos brutales
de interrogatorio no son coherentes con nuestros valores, socavan el imperio de la ley,
y no son medios efectivos para obtener información”. También dice que se buscará un
equilibrio, “por el bien de nuestra seguridad”, entre los “imperativos del secreto” con
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que se debe manejar determinada información de inteligencia y la “transparencia” con
que se debe informar a la opinión pública, asumiendo el compromiso de que, “siempre
que sea posible”, la información se pondrá “a disposición del pueblo estadounidense
para que puedan tomar decisiones informadas” y nunca “vamos a invocar el privilegio”
del secreto “para ocultar una violación de la ley o para evitar una vergüenza para el
gobierno”. Del mismo modo, se asume el compromiso de “defender el Estado de
Derecho” por cuanto es “fundamental para nuestros esfuerzos de construir un orden
internacional que sea capaz de enfrentar los nuevos desafíos del siglo 21”.
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búsqueda de la eliminación de importantes enfermedades tropicales desatendidas”.
Ligado a lo anterior se menciona que Estados Unidos “está trabajando con socios en
todo el mundo para avanzar en una iniciativa de seguridad alimentaria” y también para
liderar los esfuerzos orientados a responder a crisis humanitarias a fin de “asegurar
que aquellos que necesiten protección y asistencia, la reciban”.
La NSS 2010 afirma que Estados Unidos tienen la voluntad de proteger a su pueblo y
trabajar por su prosperidad, independientemente de las acciones de las demás
naciones, pero al mismo tiempo reitera que tiene “interés en un orden internacional
justo y sostenible que pueda promover la acción colectiva para enfrentar los desafíos
comunes”. Su diagnóstico es que la estructura internacional de seguridad que se forjó
con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial “está cediendo ante el peso de nuevas
amenazas”, por lo que se necesita “un reajuste de las acciones de instituciones
nacionales e internacionales con intereses comunes”. Considera que “no hay orden
internacional que pueda ser apoyado por las instituciones internacionales por sí solas”,
por lo que “nuestros intereses mutuos deben sustentarse en estrategias bilaterales,
multilaterales y mundiales que se ocupen de las fuentes subyacentes de la inseguridad
y de construir nuevos ámbitos de cooperación”. Esto significa “construir sobre nuestras
alianzas tradicionales” y al mismo tiempo “cultivar asociaciones con nuevos centros de
influencia”. “En conjunto, estos enfoques nos permitirán fomentar una cooperación
mundial más eficaz para afrontar los retos que no conocen fronteras y que afectan a
todas las naciones”. Para materializar estos propósitos propone una serie de acciones.
Lo primero es “asegurar alianzas fuertes” con aliados y socios a los que se les
asegura que el compromiso de Estados Unidos con su seguridad es “inquebrantable”.
“Estas relaciones deben ser constantemente cultivada, no sólo porque son
indispensables para los intereses de Estados Unidos y los objetivos de su seguridad
nacional, sino porque son fundamentales” para la seguridad colectiva. Y en caso de
existir “desacuerdos en temas concretos”, dice que va a actuar “con base en el respeto
mutuo” a fin de poder seguir “fortaleciendo un orden internacional que beneficie a
todos los agentes internacionales responsables”. Se le asigna prioridad a la capacidad
de sus FF.AA. para afrontar compromisos globales y “apoyar la seguridad colectiva”,
por lo que compromete, para “tranquilizar a nuestros aliados y socios”, a mejorar las
capacidades de sus FF.AA.
Las relaciones con los aliados europeos, asiáticos y de América del Norte
ocupan un lugar destacado. Dice que para Estados Unidos las relaciones con sus
aliados europeos “sigue siendo la piedra angular” de su compromiso “con el mundo, y
un catalizador para la acción internacional”. Por eso se compromete a “fortalecer
nuestra capacidad colectiva para promover la seguridad, contrarrestar las amenazas
vitales y defender a nuestro pueblo”; a “asegurar que la OTAN sea capaz de abordar
toda la gama de los desafíos del siglo 21, mientras sirve como base de la seguridad
europea”; a colaborar para fortalecer a la Unión Europea a fin de “avanzar en nuestros
objetivos comunes, especialmente en la promoción de la democracia y la prosperidad
en los países de Europa del Este”; a contribuir “a la estabilidad y el avance de la
democracia en los Balcanes y en la resolución de conflictos en el Cáucaso y en
Chipre”, y a “seguir negociando con Turquía en una amplia gama de objetivos
comunes, especialmente en cuanto a la búsqueda de estabilidad en su región”.
A sus alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas y Tailandia las
considera “los cimientos de la seguridad en Asia y el fundamento de la prosperidad en
la región de Asia-Pacífico”. Por lo tanto, dice, “vamos a seguir profundizando y
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actualizando estas alianzas para reflejar el dinamismo de la región y las tendencias
estratégicas del siglo 21”. Con Japón y Corea en particular, la agenda apunta a
“modernizar” las relaciones de seguridad “para hacer frente a los retos cambiantes” de
la seguridad mundial, para reflejar el principio de ser “socios iguales” con los Estados
Unidos y para garantizar allí “una base sostenible para la presencia militar de Estados
Unidos”.
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y áreas en las que diferimos. Pero los desacuerdos no deben impedir la cooperación
en temas de interés mutuo”.
Con India, Estados Unidos dice que está construyendo “una asociación
estratégica que se basa en nuestros intereses comunes, en los valores” compartidos y
en las “relaciones estrechas entre nuestros pueblos”. “Trabajando juntos a través de
nuestro diálogo estratégico y las visitas de alto nivel, buscamos una relación de base
amplia en la que la India contribuya a los esfuerzos de lucha contra el terrorismo
global, la no proliferación, y ayude a promover la reducción de la pobreza, la
educación, la salud y la agricultura sostenible” y “tratará de colaborar con la India para
promover la estabilidad en el sur de Asia y otras partes del mundo”.
En las Américas, países con los que “estamos vinculados por la proximidad, la
integración de los mercados, la interdependencia energética, y un compromiso
ampliamente compartido con la democracia y el imperio de la ley”, donde los
“profundos lazos históricos, familiares y culturales” hacen que las “alianzas y
asociaciones” sean “fundamentales” para los intereses de Estados Unidos, “vamos a
trabajar en conjunto para avanzar en la igualdad de la inclusión económica y social,
salvaguardar la seguridad de los ciudadanos y de los países, promover las energías
limpias, y defender los valores universales de los pueblos del hemisferio”. Dentro de la
región individualiza sólo a Brasil y le da la “bienvenida” a su liderazgo por tratar de “ir
más allá” de las tradicionales divisiones Norte-Sur y “buscar el progreso en la
cooperación bilateral, hemisférica y en las cuestiones mundiales”. Añade que “vamos a
alentar los esfuerzos de Brasil en contra de redes ilícitas transnacionales” y que,
“como guardián de un único patrimonio ambiental nacional y líder en combustibles
renovables, Brasil es un socio importante en hacer frente al cambio climático global y
la promoción de la seguridad energética. Y en el contexto del G-20 y la Ronda de
Doha, vamos a trabajar con Brasil para asegurar que el desarrollo económico y la
prosperidad sean ampliamente compartidos.”
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En el caso del Oriente Medio, la NSS 2010 señala que con esa región Estados
Unidos tiene “una gran variedad de intereses duraderos, compromisos de larga data y
nuevas oportunidades para ampliar y profundizar las relaciones”, donde incluye “el
mantenimiento de una sólida alianza con Israel”. Agrega que seguirá desarrollando
relaciones que son “claves” para la seguridad en la región con los demás países
árabes, como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y el Consejo de Cooperación del Golfo
(CCG), a fin de establecer “asociaciones que permitan a nuestros militares y sistemas
defensivos trabajar juntos con mayor eficacia”. “Tenemos un interés estratégico en
asegurar que las necesidades sociales y económicas y los derechos políticos de las
personas en esta región, que representan una de las poblaciones más jóvenes del
mundo, se cumplen. Vamos a seguir presionando a los gobiernos de la región para
llevar a cabo reformas políticas y para aflojar las restricciones a las libertades de
expresión, de reunión y de los medios de comunicación”. “Mantendremos nuestro firme
apoyo a grupos de la sociedad civil y las personas que defienden los derechos
universales”. Y también “buscaremos avanzar en intereses comunes de seguridad” y
en la “promoción de la gobernabilidad y las reformas institucionales” sobre “una base
multilateral”, como por ejemplo a través de la Iniciativa de Cooperación de Estambul
de la OTAN con los países del CCG, el Foro para el Futuro “y otros diálogos
regionales”.
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destrucción masiva, las enfermedades infecciosas, el tráfico de drogas y la lucha
contra el terrorismo”. Otra propuesta es trabajar con las organizaciones regionales,
como la OTAN, la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa, la
Organización de la Conferencia Islámica, la Unión Africana, la Organización de
Estados Americanos, la ASEAN y el Consejo de Cooperación del Golfo, a fin de que
mejoren sus capacidades para el “mantenimiento de la paz y la gestión de conflictos” y
fomentar en ellas “un enfoque más global de la seguridad regional” en torno a temas
como “la seguridad alimentaria, la salud global, la educación, el acceso a formas más
económicas y ecológicas de energía, el acceso a una justicia equitativa y eficiente, y
un esfuerzo concertado para promover la transparencia en todos los niveles y para
luchar contra el efecto corrosivo de la corrupción”.
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América Latina no fue un tema relevante durante la campaña presidencial que llevó a
Barack Obama a la Casa Blanca. A modo de ejemplo de esta falta de presencia se
recuerda que tanto él como el republicano John McCain dedicaron poca atención a
Latinoamérica, al punto que en las páginas web de ambos candidatos aparecían sólo
breves menciones respecto de la región, y que en el primer debate presidencial
realizado el 26 de septiembre de 2008, la única vez que Obama mencionó a América
Latina fue en alusión a la creciente influencia de China en la región3.
A pesar de que no se conocieron referencias explícitas respecto de la política que el
candidato demócrata pensaba impulsar en las relaciones con América Latina, igual
surgieron expectativas respectos de los cambios que la Administración Obama podría
significar respecto de las políticas que había llevado adelante su antecesor, George W.
Bush, fundadas principalmente en algunas alusiones a la región hechas por Obama en
su calidad de Senador y algunas señales surgidas durante la campaña.
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de seguridad como para ser tratado con la negligencia y la mala gestión” con que lo
hizo la Administración Bush4.
Estas medidas sin duda que sirvieron para mejorar el clima político con que lo
recibieron los mandatarios latinoamericanos y caribeños. Y sus palabras en la Cumbre
parecieron confirmar las expectativas: “Sé que las promesas de asociación no han
sido realizadas en el pasado, y esa confianza hay que ganarla con el tiempo. Si bien
Estados Unidos ha hecho mucho por promover la paz y la prosperidad en el
hemisferio, hemos estado a veces desconectados, y en ocasiones hemos tratado de
dictar nuestras condiciones. Pero les prometo a ustedes que estamos buscando una
asociación entre iguales. No hay socios superiores o inferiores en nuestras relaciones;
hay simplemente un compromiso basado en el respeto mutuo e intereses comunes y
valores compartidos. Así que estoy aquí para lanzar un nuevo capítulo de compromiso
que se mantendrá a lo largo de mi administración”8.
4
Statement of Senator Obama on Latin America, , 8 de marzo de 2007
5
Vanguardia, Le quita Obama ‘candados’ a Cuba, México, 14 de abril de 2009.
6
ABC News, Interview with Barack Obama, 20 de mayo de 2008.
7
El Universal, Obama facilita viajes y envío de remesas a Cuba, México, 13 de abril de 2009
8
Discurso del presidente Barack Obama en la sesión inaugural de la V Cumbre de las
Américas, Trinidad y Tobago, 17 al 19 de abril de 2009.
http://www.trinidadandtobagonews.com/5summit/obama170409.html
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Al parecer, en Washington consideraban que esta Cumbre no era el escenario
ideal para el debut de Obama “en el polémico mundo de la política hemisférica, en la
que prácticamente no tenía ninguna experiencia”. Sin embargo, “fue un exitoso
comienzo”, aunque “no ofreció una gran visión o una dirección sustancial radicalmente
nueva de la política estadounidense hacia Latinoamérica”, según Peter Hakim. “Por
ejemplo, no intentó revivir la una vez predominante y ahora desvanecida visión de un
hemisferio económicamente integrado”. “Tampoco habló de la ‘comunidad de
democracias’ de América que en conjunto protegería y haría prosperar una
gobernanza democrática en la región”. “En lugar de esto, lo que Obama prometió fue
un cambio de estilo; básicamente un cambio de dirección hacia el multilateralismo y
hacia una cooperación mejorada, y nuevos esfuerzos para ajustar más estrechamente
las agendas políticas de Estados Unidos y Latinoamérica”. “Los líderes de
Latinoamérica, el Caribe y Canadá celebraron su compromiso de ‘buscar una
asociación de igualdad’ y acogieron con agrado su reconocimiento de que Estados
Unidos en ocasiones se ‘ha desentendido’ y ‘ha tratado de imponer sus condiciones’”.
Agregó que la mayoría percibió a Obama “como un soplo de esperanza después de 8
años de gestión del profundamente repudiado Presidente Bush”, lo que se tradujo en
un “cambio palpable en el ambiente de las relaciones entre Estados Unidos y
Latinoamérica. El nuevo Presidente se fue de Puerto España con la credibilidad
estadounidense en alto”9.
De estas tres condicionantes, la última hizo sentir sus efectos rápidamente. Las
pugnas entre demócratas y republicanos en el Congreso retrasaron en seis meses los
nombramientos de Arturo Valenzuela como el máximo responsable de la política hacia
Latinoamérica y de Tom Shannon como embajador en Brasil, dos cargos claves en
las políticas de Washington hacia la región. A esto se sumó el bloqueo republicano a
reformas sobre inmigración, “el problema político más peliagudo para México y la
mayoría de los países de Centroamérica y el Caribe”; las dificultades que demócratas
y sindicalistas pusieron a la aprobación de los acuerdos de libre comercio firmados
“con dos estrechos aliados, Colombia y Panamá”; el bloqueo que tanto demócratas
como republicanos hicieron a leyes destinadas a modificar la política respecto de
Cuba; y el escaso interés que ambos grupos han mostrado para “plantearse cambios
en la estrategia antidroga de Estados Unidos” Si ha esto se suma el “sobrecargado
programa político nacional e internacional” que ha debido enfrentar la Administración
Obama, se puede entender que haya “poco sitio para los asuntos latinoamericanos”,
afirma Peter Hakim 11.
9
Peter Hakim, Un decepcionante primer año: Obama y Latinoamérica, Foreign Affairs
Latinoamérica, 20 de enero de 2010.
10
Abraham Lowenthal, Obama y América Latina: ¿se podrá sostener el auspicioso comienzo?,
Nueva Sociedad, Nº 222, julio-agosto de 2009.
11
Peter Hakim, Obama y Latinoamérica: año II, Política Exterior, Nº 134, España, marzo-abril
de 2010.
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las Américas” ni siquiera se recuerda, “los compromisos de campaña (…) parecen muy
alejados en el tiempo y la realidad”16. Una impresión similar expresó Roberto Russell
en entrevista con Foreign Policy: “El interesante y prometedor discurso de Obama en
la Cumbre de Trinidad y Tobago resultó tener poco o nada de sustancia”; volvió a
darse “un patrón bien conocido” de “prioridades externas y condicionamientos internos
–acentuados en este período por la carga de la crisis financiera doméstica- que
alejaron a los vecinos del sur del radar del presidente y del Departamento de Estado.
Además nada grave pasó en la región que le pudiera quitar el sueño a la Casa
Blanca17”.
16
Luis René Fernández Tabío, América Latina y el Caribe en la política de Obama 2011- 2012:
¿Continuidad, abandono y ascenso de la influencia conservadora?, Pensamiento Propio, Año
15, Nº 32, julio-diciembre de 2010.
17
Foreign Policy en español, El viaje de Obama a América Latina, marzo de 2011.
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Ídem.
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“queremos aliados que compartan nuestra visión del mundo globalizado y respalden
nuestras políticas en los escenarios multilaterales”19.
Pero esta gira también reflejó que la región “aparece cada vez más vinculada a
la agenda global promovida por Estados Unidos, y de una manera menos marginal de
la que imaginamos”, ya que aquí también están presentes las “cuatro grandes
temáticas que se constituyen en asuntos centrales de la agenda internacional
estadounidense”. “El primer asunto es la necesidad de controlar los recursos
energéticos planetarios, particularmente los fósiles”, de los cuales Latinoamérica es un
proveedor importante. “El segundo es el deseo de crear un bloque comercial sólido en
el hemisferio”, donde el fracaso de la idea del ALCA o las dificultades para aprobar
acuerdos de libre comercio “no significan que Estados Unidos haya abandonado el
proyecto”. “El tercero es desarrollar una capacidad militar sin competencia, flexible y a
la medida de amenazas de diversa naturaleza, que respalde el proyecto de
globalización desde la perspectiva estadounidense”, ámbito en el que la presencia del
poderío militar estadounidense ya se expresa en “una serie de bases que se extienden
a lo largo del hemisferio”, en la “influencia sobre la organización, formación y
orientación de la mayor parte de los ejércitos latinoamericanos”, y en la “atención
especial a la región andina y más recientemente a México y Centroamérica en relación
con la amenaza de seguridad que implican el narcotráfico y el crimen organizado”. Por
último está el tema de la migración, en particular la latinoamericana, que “ha ido
ganando relevancia en la política externa e interna de Estados Unidos”, donde “las
constantes manifestaciones y demandas ciudadanas por una reforma migratoria
muestran hasta qué punto la población latina comienza a ganar peso e influencia en el
debate público doméstico20”.
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de Chávez. “La revisión de la forma de tratar con Venezuela se inició en la
administración Bush” y se requirieron “tres años de debate interno, que llegó hasta el
primer año de la administración Obama, para reconocer que Chávez no era una
amenaza; a lo sumo su gobierno representaba un desafío que requería una respuesta
diplomática”, que “no era trabajo del Pentágono”. Rebajado Chávez “de amenaza a
desafío, Estados Unidos no reconoce ninguna amenaza proveniente de la región”,
afirma Tulchin. Para el Departamento de Estado las amenazas más significativas son
“el tráfico de drogas y el crimen organizado”, problemas “que no se consideran
amenazas tradicionales de seguridad”. En consecuencia, su atención “se ha centrado
en la relación con México y en la forma de asegurar la frontera entre los dos países, y
en la nueva versión del Plan Colombia, a través del cual Estados Unidos ayuda al
gobierno colombiano a recuperar el control sobre su territorio nacional”. “El comercio,
otrora considerado como un asunto estratégico vital, ha quedado relegado a último
plano debido a la recesión” 22.
Una apreciación similar hace Abraham Lowenthal. Considera que “los países
de América Latina y el Caribe le importan a los Estados Unidos mucho menos de lo
que solían, desde que surgió el punto de vista de excluir la influencia extra
hemisférica, militar e ideológica. Hoy no hay escenarios creíbles, en los que la
seguridad militar de Estados Unidos esté seriamente amenazada en o desde América
Latina y el Caribe. Tampoco es hoy América Latina un posible blanco u origen del
terrorismo internacional dirigido a los Estados Unidos”. “América Latina no plantea
problemas de seguridad urgentes o inmediatos, ni ningún otro motivo de preocupación
inminente a la actual política exterior de los Estados Unidos. Pero los países
latinoamericanos – en especial los vecinos más cercanos a Estados Unidos, México,
América Central y el Caribe, así como Brasil, el país más grande e influyente de la
región – se han vuelto cada vez más importantes para los Estados Unidos y su futuro,
en términos del día a día y no en escenarios de crisis, sino de un modo que afectan de
manera importante y acumulativa a los Estados Unidos, sus ciudadanos y sus
intereses”. “Hoy en día, la formulación de políticas de Estados Unidos en relación a
América Latina, tiende a reflejar acciones y decisiones tomadas en otros escenarios
sin importar sus impactos en América latina, para concentrarse en cuestiones
prácticas de comercio, finanzas, inversiones, propiedad intelectual, migraciones,
gestión de las fronteras, control de narcóticos, y respuesta a desastres o a
enfermedades infecciosas; o involucrar a los latinoamericanos en la elaboración de
un amplio abordaje de problemáticas globales tales como el cambio climático, la
seguridad alimenticia, o la gobernanza mundial”23.
25
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por parte de sus socios regionales es deseable o fundamental”. De manera
coincidente con la NSS 2010, menciona el cambio climático, “la salud pública, la lucha
contra la droga, el crimen organizado y las pandillas juveniles, la seguridad alimenticia,
la protección del ciberespacio, la reforma del comercio internacional y de los
regímenes financieros, poner freno a la proliferación nuclear y la lucha contra los
movimientos terroristas internacionales”. Tercero, la importancia que “unas pocas”
naciones latinoamericanas y caribeñas aun mantienen para la economía
norteamericana, importancia que “seguirá aumentando con la expansión de las clases
medias que generarán grandes mercados para las exportaciones de los Estados
Unidos, desde computadoras y teléfonos celulares hasta entretenimiento, comercios
minoristas e hipotecas”. Y cuarto, los “valores compartidos”, particularmente “los
derechos humanos fundamentales, incluyendo los derechos a la libre expresión y a la
participación irrestricta en el autogobierno”. “Siempre que una administración
norteamericana pierde de vista estos valores y su prominencia en las relaciones entre
los Estados Unidos y América Latina, el público norteamericano tiende a colocar
nuevamente el tema como prioritario en el orden del día de Washington, y cuando un
país latinoamericano o caribeño viola sistemáticamente la norma compartida, esto se
convierte generalmente en un factor que complica sus relaciones con los Estados
Unidos”24.
Estrategia de Comando 2018 del Comando Sur de las FF.AA. de Estados Unidos
26
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“impide el imperio de la ley y crea inseguridad”, y para derrotarla serían necesarios
“instituciones gubernamentales fuertes”, organizadas a partir de “procesos políticos
transparentes” y con “líderes éticos” en todos los estamentos gubernamentales26.
27
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Estados Unidos en el hemisferio occidental”; “fortalecer las alianzas para derrotar al
terrorismo global, prevenir ataques terroristas, denegar refugio a organizaciones
terroristas, negarle áreas operativas a las organizaciones terroristas, y garantizar que
sus organizaciones no reciban legitimidad política en el hemisferio occidental”29.
28
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México y el narcotráfico
29
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jefes de los cárteles de drogas”. Y también porque “los objetivos del programa de
cooperación involucran intereses de seguridad para Estados Unidos” 34.
30
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El diagnóstico a que pretende dar respuesta esta Estrategia es que “el tráfico
ilícito a través de la frontera suroeste continúa siendo una amenaza crónica” para
Estados Unidos y una de sus “prioridades máximas” de seguridad nacional. Afirma que
“las organizaciones criminales transnacionales en México dominan la cadena de
suministro de drogas ilegales”, tienen “la propiedad de los cargamentos de droga
después de su salida de América del Sur” y supervisan “su transporte y distribución al
mercado” en todo Estados Unidos. “Se estima que aproximadamente el 90% de la
cocaína que se destina a los mercados de Estados Unidos transita por el corredor de
México/Centroamérica”. “México es la principal fuente de marihuana y metanfetamina
destinada a los mercados de Estados Unidos y es también una fuente y país de
tránsito para la heroína”. Los narcotraficantes “con sede en México dominan el
comercio de drogas de los Estados Unidos no sólo en las zonas fronterizas”, también
“en gran parte de la Nación”. Estas organizaciones también controlarían los flujos de
dinero producto de la comercialización de la droga en Estados Unidos y el tráfico ilegal
de armas38.
31
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dólares, un 60% más) y de drogas (7,7 millones de libras de drogas, un 30% más). El
Departamento de Justicia también muestra un número récord de extradiciones desde
México: 107 en 2009 frente a 12 en 2000. Además, a capacitado a más de 5.400
fiscales e investigadores mexicanos39.
39
Ídem.
40
Ídem.
41
Ídem.
32
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
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De manera específica se detallan tres “Acciones de Apoyo” destinadas a
“ampliar los actuales esfuerzos bilaterales para detener el flujo de drogas, dinero y
armas a través de nuestra frontera compartida” con México. La primera está enfocada
en “profundizar la cooperación local”. Esta ya existe a nivel de estados y ciudades
fronterizas, “pero puede ser mejorada a través de medios adicionales” que aumenten
la coordinación. En el futuro, “cada vez más” la ayuda y el apoyo técnico será
“entregado directamente por las agencias del orden público” (law enforcement
agencies) estadounidenses “a sus pares mexicanos, a nivel federal, estatal y local, en
áreas como la profesionalización de la policía y la reforma de la administración
penitenciaria”. “Esto complementará los cambios aprobados por el Congreso mexicano
para reestructurar las fuerzas de policía locales y estatales”. Estados Unidos también
promoverá la asistencia a los esfuerzos de largo plazo que buscan “el fomento de una
‘cultura de la legalidad’, que ahora forma parte de los planes de estudio” a nivel
escolar y que también “se enseña a los oficiales de la policía en los estados
fronterizos, lo que contribuye a la formación de una democracia estable, equitativa y
segura en México”42.
33
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mecanismos de cooperación bilateral se incluyen: “La inteligencia y el intercambio de
información para mejorar la focalización de las amenazas en la frontera (drogas,
dinero en efectivo, armas, la trata de personas, etc.)”; la “coordinación operativa” para
aprovechar “un mayor impacto de los esfuerzos de interdicción a ambos lados de la
frontera”; la cooperación bilateral aérea “para apoyar las operaciones de interdicción
aérea de cada uno de los países”; estacionamiento en México de enlaces de las
agencias del orden público de Estados Unidos “para mejorar la inmediatez de la
coordinación” con las autoridades locales y estatales mexicanas; cooperación judicial
con México para mejorar las capacidades de sus fiscales, tribunales, jueces y otros
actores y “apoyar la transición” de su sistema de justicia “hacia el sistema acusatorio”;
apoyo a los esfuerzos que hace México “para erradicar la corrupción que acarrea el
tráfico de drogas y sus delitos conexos”; y los “procedimientos operativos para la
coordinación de los esfuerzos de interdicción marítima45”.
La ayuda militar y policial entregada por Estados Unidos a los países latinoamericanos
y caribeños ha sido un componente histórico en las relaciones hemisféricas. Según
cifras recopiladas por los investigadores del proyecto Just the Facts47, en los últimos
cinco años los totales ha superado los 1.000 millones de dólares, con un máximo de
1.458 millones de dólares en 2009, último presupuesto de la era Bush y el primero que
le tocó administrar al presidente Obama. En los años siguientes se produjo una
importante baja, hasta llegar a 1.044 millones de dólares en 2011. Al momento de
explicar las razones de esta disminución, las hipótesis que hablan de que esto sería
una expresión del “alejamiento” de la Administración Obama de América Latina
quedan desvirtuadas cuando las cifras se desagregan y se saca a México y Colombia,
los principales receptores de la asistencia militar y policial estadounidense. Como
vemos en el cuadro 1, la ayuda entregada al resto de los países sube en 2011
respecto de 2010, mientras la enviada a Colombia y México disminuyen producto de
ajustes en los planes o porque, como en el caso de México, en 2010 se completó la
trasferencia del equipamiento más caro, como aviones y helicópteros48.
La característica que sí permanece y se acrecienta es el marcado énfasis que
tiene esta ayuda en los programas enfocados en el combate al narcotráfico, como
puede verse en el cuadro 2. En 2007 y 2008 la ayuda destinada a programas
antinarcóticos y control de drogas fue poco más de tres veces al equivalente dirigido a
45
Ídem.
46
Ídem.
47
Just de Facts es un proyecto conjunto del Center for International Policy, Latin America
Working Group Education Fund, y la Washington Office on Latin America,
48
Lisa Haugaard, Adam Isacson, George Withers, Abigail Poe, Joy Olson, Lucila Santos y Colin
Smit, Esperando el cambio: Tendencias de la asistencia en seguridad de Estados Unidos para
América Latina y el Caribe, publicación conjunta del Centro para las Políticas Internacionales,
el Grupo de Trabajo sobre Asuntos Latinoamericanos, y la Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericano, mayo de 2010,
34
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otros programas, relación que sube a poco más de cuatro veces en 2009, baja a 2
veces en 2001 y experimenta una violenta subida a seis veces en 2011.
35
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Cuadro 2
Ayuda militar y policial de Estados Unidos a América Latina y el Caribe
En dólares nominales
Programas 2007 2008 2009 2010 2011
International Narcotics 566.772.000 615.970.500 703.981.000 457.714.000 445.634.000
Control and Law
Enforcement
Section 1004 Counter- 394.903.000 405.624.000 484.330.000 461.612.000 455.257.000
Drug Assistance
Otros programas 257.622.683 286.186.017 270.302.247 433.465.090 143.830.090
TOTAL 1.219.297.683 1.307.780.517 1.458.613.247 1.352.791.090 1.044.721.090
Fuente: Just the Facts,
Cuadro 3
Ayuda militar y policial de Estados Unidos a América Latina y el Caribe
International Narcotics Control and Law Enforcement Program
En dólares nominales
Países 2007 2008 2009 2010 2011
Colombia 386.869.000 223.124.500 228.089.000 194.750.000 180.350.000
México 36.678.000 292.298.000 343.500.000 89.500.000 98.000.000
Perú 56.000.000 31.296.000 31.414.000 40.000.000 30.900.000
Región América 2.225.000 51.825.000 52.912.000 50.350.000
Central
Bolivia 35.000.000 25.423.000 21.884.000 20.000.000 15.800.000
Haití 14.850.000 10.727.000 16.750.000 21.107.000 18.490.000
Región del Caribe 10.607.000 27.906.000
Región del 2.200.000 18.148.000 3.600.000 10.588.000 8.000.000
Hemisferio
Occidental
Ecuador 8.900.000 6.112.000 6.129.000 4.500.000 6.348.000
Guatemala 13.000.000 2.472.000 7.500.000 8.300.000
Otros países 11.050.000 6.370.000 1.065.000 6.250.000 1.190.000
TOTAL 566.772.000 615.970.500 703.981.000 457.714.000 445.634.000
Fuente: Just the Facts,
36
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de disminuir el enorme déficit fiscal que enfrenta ese país. De producirse recortes, sin
duda que los países latinoamericanos se verán afectados. En 2011 ya fuimos testigos
de dos momentos, mayo y agosto, donde la Administración Obama se vio enfrentada a
duras negociaciones con la oposición republicana en el Congreso a fin de conseguir
una ampliación de los límites al endeudamiento fiscal y sortear así la alternativa de
entrar en cesación de pagos.
Para comprender los intereses norteamericanos en América Latina hoy, dice Abraham
Lowenthal, hay que tener en cuenta que las actitudes estadounidenses “respecto a la
presencia e influencia en las Américas de poderes extra hemisféricos son (o al menos
deberían ser) muy diferentes a lo que han sido históricamente”. “En épocas pasadas,
los creadores de las políticas norteamericanas daban prioridad absoluta a excluir o
minimizar la presencia de poderes extra hemisféricos en las Américas, así como a
prevenir el surgimiento o mantenimiento en el poder de movimientos políticos
asociados o potencialmente asociados con tales poderes, en especial la izquierda
política durante los años de la Guerra Fría”. Es cierto que persiste una “influencia
inercial de mentalidades anticuadas” en algunos sectores políticos y medios
estadounidenses, que “retornan a conceptos y lenguaje de la Guerra Fría,
sustituyendo ‘comunismo’ por ‘terrorismo’, poniendo énfasis en las ‘amenazas’ de Irán,
China y Rusia; o hablando oscuramente de ‘giro a la izquierda’ o de ‘marea rosa’ en
América Latina. Pero estos comentarios están más destinados a sacar ventajas
políticas nacionales que a reflejar preocupaciones acerca de la política exterior
actual”50.
Y hay quien considera que la mayor presencia que hoy vemos de China, Rusia
e Irán “en una región históricamente considerada como de injerencia exclusiva de los
Estados Unidos”, no debe verso sólo “como una reacción ante las políticas intrusivas
de Washington en sus respectivas zonas de influencia” sino que también como
producto “del escaso interés” que recibió América Latina durante los ocho años de la
administración Bush52.
50
Abraham F. Lowenthal. “América Latina en la Política Exterior de los EE.UU.….”, op. cit.
51
J. Tulchin, “La política y los intereses de seguridad…”, op. cit.
52
Paulo Botta, Irán en América Latina: Desde Venezuela hacia Brasil, Agora Internacional, Año
4, Nº 9, Argentina, septiembre de 2009.
37
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China
“El mundo ha estado cambiando y el nuevo rol de China es uno de los cambios
más importantes”, concluyó Stalling. “Esto es verdad en América Latina como en el
resto del mundo. Por las relaciones históricas y geográficas que existen entre Estados
Unidos y América Latina, China, al igual que Japón o Europa, tiene que tomar en
cuenta las opiniones de Estados Unidos cuando emprenda actividades en la región.
Sin embargo, esto no es tan fácil de llevar a cabo porque no hay una sola opinión en
53
Bárbara Stalling, Ahora el interés está centrado en otro triángulo, Estados Unidos, China y
América Latina, en Fernando Reyes Matta (comp.), Chile-China 40 años: ¿Qué nos trae el
futuro?, Universidad Andrés Bello – Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, Chile,
junio de 2011.
54
R. Evan Ellis, U.S. National Security Implications of Chinese in Latin America, Strategic
Studies Institute, junio 2005
55
Bárbara Stalling, op. cit.
38
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Estados Unidos sobre este o cualquier otro tema. Esta variación es muy importante
que la entendamos”56.
La idea de que el mercado chino pueda ser visto por los países
latinoamericanos como un “contrapeso estratégico” para la histórica dependencia
comercial y política de la región con los Estados Unidos también ya la había
expresado Nelson Cunningham, quien se desempeñó como asesor especial del
Presidente Bill Clinton para Asuntos del Hemisferio Occidental, en un seminario
organizado por el Woodrow Wilson International Center for Scholars. En esa ocasión
también consideró que la relación entre China y América Latina seguirá siendo
estrictamente comercial, pero recomendó que Estados Unidos estuviera atento a la
posibilidad de que el aumento de los lazos comerciales se pueda transformar en
alianzas políticas. Agregó que la existencia de economías fuertes también están en el
interés de los Estados Unidos, independientemente de si se construyen o no sobre la
base del comercio con China58. Una mirada similar tiene Abraham Lowenthal: “el
intercambio comercial de China con muchos países latinoamericanos fortalece las
economías de estos países, ampliando de esta manera su potencial como mercados
para los productos de los EE.UU.”59
Irán
56
Ídem.
57
Zhang Yuanpei, China y América Latina: De cálido apretón de manos a efusivo abrazo,
spanish. news.cn/, 3 de octubre de 2011.
58
Cynthia J. Arnson y Jeffrey Davidow (Editores), China, Latin America, and the United States:
The New Triangle, Woodrow Wilson International Center for Scholars, Latin American Program,
enero 2011.
59
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”, op. cit.
60
Paulo Botta, op. cit. El presidente Ahmadineyad ha afirmado que “mientras los países
occidentales trataban de aislar internacionalmente a Irán, nosotros fuimos hacia el ‘patio
39
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Parece haber consenso en que las relaciones entre Irán y varios países de
América Latina son impulsadas por una combinación de factores que incluyen, de
ambos lados, interés por tener una mayor independencia económica, un compartido
antinorteamericanismo, algunos rasgos ideológicos y el deseo, “especialmente
evidente en el caso de Brasil”, de querer jugar un papel más importante en el
escenario mundial, afirmar la independencia de su política exterior, y la diversificación
de los socios internacionales más allá de los Estados Unidos61. Otros analistas
también comparten la opinión de que, desde el lado iraní, este acercamiento obedece
más al deseo de romper el aislamiento internacional y las presiones de EE.UU., buscar
legitimidad para sus planes nucleares, convertirse en una “piedra en el zapato” de
Estados Unidos en la región y demostrarle que si están presente en los países
fronterizos de Irán ellos también pueden actuar cerca de los Estados Unidos, pero sin
que este protagonismo represente necesariamente una amenaza real para la
seguridad norteamericana62.
trasero’ de los Estados Unidos. Mi discurso más antinorteamericano fue hecho en Nicaragua.
El incrementar las relaciones con América Latina fue una movida muy inteligente”.
61
Cynthia Arnson, Haleh Esfandiari y Adam Stubits (Editores), Iran in Latin America. Threat or
Axis of Annoyance, Woodrow Wilson Center, Reports on the Americas N°23, 7 de Julio de
2011.
62
Brian Fonseca, Relaciones en expansión: Irán y América Latina, Florida International
University, 20 de febrero de 2008; Frédéric Mass, Irán, América Latina y Colombia, Ministerio
de Relaciones Exteriores de Colombia, Documentos de Trabajo.
63
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”, op. cit.
40
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Fraser fue claro al descartarlo: “No creo que haya ninguna relación directa entre Irán y
el tráfico de drogas en los países del área del SOUTHCOM”64.
64
Paulo Botta, op. cit.
65
Una versión completa del cable “(C) IRANIAN OUTREACH TO LATIN AMERICA”, en
41
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facilitando ayuda letal a sus aliados o trabajando para establecer una una nueva
infraestructura terrorista en la región?”66
“Nada será como era antes” después de esta denuncia, sostiene Pascual
Albanese, vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico de Argentina. “Más
allá del inevitable debate acerca de su verosimilitud (…), configura el punto de partida
de una ofensiva de carácter global, cuyo despliegue habrá de tener repercusiones en
todas partes, incluyendo también América Latina”. Opina que el presunto
involucramiento de Los Zetas en la conspiración “supone un dato de singular
importancia para el porvenir de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
Hasta ahora, la CIA y la DEA habían alertado siempre sobre la asociación entre los
carteles del narcotráfico y algunos grupos guerrilleros latinoamericanos” y a lo sumo
“la diplomacia norteamericana había deslizado sospechas acerca de actividades
extrañas de militantes de Hezbollah en la Triple Frontera. Ahora, la pesquisa
norteamericana apunta contra una conexión directa entre el narcotráfico y un Estado
extranjero que pretendería cometer actos terroristas en EEUU. Este cambio en la
naturaleza del problema no puede menos que incentivar la presencia de los
organismos de inteligencia estadounidense en los países latinoamericanos”. Por otra
parte, “la focalización norteamericana en la búsqueda del aislamiento de Irán, tanto en
el plano político como económico, también afectará a América Latina. No sólo los
países del ‘eje bolivariano’ cultivan su amistad con el régimen de Teherán. En el
terreno de los negocios, no político, ello también sucede con Brasil y con la
Argentina”68.
Rusia
42
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su accionar externo ya no sea la ideología, América Latina le es conocida; aquí tiene
un camino recorrido, con marcas indelebles”. “A tierras soviéticas peregrinaron, en el
peak de su popularidad, líderes regionales como Guevara, Allende y Fidel Castro”. Y
aunque “el ímpetu ideológico de los años 60 y 70 (…) ya se evaporó, es innegable el
interés de algunos países de la región (…), en singularizarse mediante discursos que
regurgitan la vie passé de la URSS y políticas exteriores receptivas al nuevo
despliegue ruso, en tanto bandera antiestadounidense con carga histórica genuina y
susceptible de despertar viejos temores”69.
Sin duda que el componente político está presente, pero parece que ahora los
intereses son primordialmente comerciales, en un continente que durante muchas
décadas fue un mercado prácticamente inaccesible para las ventas comerciales y de
armamento ruso. Así, su acercamiento a los países de la región “tiene más que ver
con los intentos rusos de demostrar que quieren ser tomados en cuenta en los
escenarios internacionales (fundamentalmente respecto a otros asuntos), que con la
presentación de cualquier desafío directo hacia los Estados Unidos o sus intereses en
el Hemisferio Occidental”, afirma Abraham Lowenthal70.
José Higuera, periodista y cientista político, opina que “no es bueno dejarse llevar por
fantasías o teorías conspirativas”. También estima que en el caso de las ventas de
material militar ruso a países latinoamericanos, estas son “esencialmente
transacciones comerciales, donde los fabricantes rusos proveen equipo que es
adecuado a las necesidades y la disponibilidad financiera de sus clientes
iberoamericanos. Lo mismo aplica a las inversiones y la participación tecnológica de
Rusia en el campo energético en la región, tanto en lo referido a la extracción de
petróleo en Venezuela como al desarrollo nuclear en Argentina. Como las inversiones
estadounidenses o europeas en esos campos, no revisten peligro o amenaza”72.
Una opinión oficial y más reciente surge de las declaraciones que el embajador
de Rusia en Bolivia, Leomid Golubev, hizo a la prensa en abril de 2010. Afirmó que
Rusia no tiene como meta “competir con los Estados Unidos” en América Latina, que
sólo quieren “ocupar nuestro lugar propio, sin menoscabar los intereses de otros
países, porque aquí no sólo los Estados Unidos trabajan activamente, sino China,
Japón y la Unión Europea. Parece que podemos caber todos”. Agregó que al igual que
Estados Unidos, “nosotros somos grandes potencias. Siempre hay que buscar el
terreno para cooperar en América Latina. Está la lucha contra el narcotráfico, contra el
69
Iván Witker, Actores extrarregionales en escenarios complejos: Rusia como nuevo actor
hemisférico, Ponencia presentada en la Conferencia Subregional de Defensa y Seguridad
(SRC), “Retos a la Seguridad y Defensa en un Ámbito Político Complejo: Perspectivas para la
Cooperación y Divergencia en Suramérica”, Cartagena de Indias, julio 2009.
70
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”. op. cit.
71
José Luis Martínez, Rusia llegó a América Latina para quedarse, Foro para una democracia
segura, 10 de diciembre de 2008.
72
José Higuera, Las exportaciones militares rusas a América Latina, America Economía, 14 de
mayo de 2010.
43
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crimen organizado y contra el terrorismo. Podemos cooperar si tenemos la voluntad
para buscar lo común en otras materias”73.
Brasil es el país más grande de América del Sur en tamaño geográfico, población y
economía. Es el cuarto país de mayor superficie del planeta, es el quinto país más
poblado y se encamina a ser la quinta economía del mundo. Estos son los
antecedentes que avalan su ubicación entre las nuevas potencias emergentes y que lo
encaminan a convertirse en un actor internacional con capacidad para influir en la
definición de los temas globales.
44
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
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45
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Brasil, a pesar de las diferencias e historia, es la construcción de una mayor sinergia
respecto a las principales cuestiones mundiales: el fortalecimiento de los regímenes de
comercio, finanzas e inversión, desarrollo e implementación de medidas para afrontar
el cambio climático; prevención y respuesta a pandemias; impedir la proliferación
nuclear; reforma de los acuerdos de gobernanza internacional”78.
El reporte agrega que a pesar de estas afinidades, las relaciones entre Estados
Unidos y Brasil se han caracterizado por algunas “percepciones erróneas y
malentendidos”, como en el reciente conflicto sobre la mejor manera de contener el
programa nuclear de Irán, desacuerdo que fue “instructivo para ambos países”, por
cuanto se dieron cuenta de que “las expresiones de amistad no se traducen fácilmente
en una acción coordinada”. Algo similar sucedió con los enfoques con que ambos
países enfrentaron el golpe de Estado en Honduras y el problema de las bases
militares en Colombia, porque reflejaron “las diferencias en la forma en Brasil y los
Estados Unidos ven el mundo”. Considera que las conversaciones que sostuvieron los
Presidente Obama y Rousseff en marzo de 2010, con ocasión de la gira
latinoamericana del presidente norteamericano, “fueron una señal de que ambos
países están dispuestos a forjar lazos más estrechos sobre asuntos bilaterales,
regionales y globales”, y que el hecho esto ocurriera en medio de las tensiones en
Libia y Medio Oriente “subrayó el deseo de Estados Unidos de poner las relaciones en
un camino más positivo”80.
78
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior de los Estados Unidos…”. op.
cit.
79
Council on Foreign Relations, Global Brazil and U.-Brazil Relations, Independent Task Force
Report Nº 66, julio de 2011.
80
Ídem.
46
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teniendo en cuenta lo que ha cambiado y los cambios que puedan venir” en América
Latina81.
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El grupo de trabajo concluye que la cooperación entre los Estados Unidos y
Brasil promete demasiado para que la falta de comunicación o desacuerdos
inevitables se interpongan en el camino de los beneficios potenciales. Fortalecer la
relación entre Estados Unidos y Brasil podría ser la base para el crecimiento
económico en Brasil, los Estados Unidos y en el mundo, así como para una paz
duradera y la estabilidad democrática en la región, la no proliferación nuclear, los
avances internacionales en la lucha contra el cambio climático, el desarrollo de un
mercado global de energías renovables, la seguridad alimentaria mundial, y para
construir instituciones internacionales más legítimas y eficaces. “Los presidentes
Obama y Rousseff han sentado las bases para el progreso en muchos de estos
frentes. Ahora es el momento de construir sobre esas bases”85.
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comunidad de seguridad ‘hacia adentro’, no podemos dejar de trabajar con la
posibilidad de un escenario externo de fragmentación y empleo unilateral de la fuerza
por terceros estados”. En ese escenario, “todos los países de América del Sur podrían
verse afectados”. “Podríamos ser perjudicados incluso por un enfrentamiento entre
países ajenos a nuestra región”. “De allí el fundamento disuasorio de la política de
defensa” que impulsa Brasil. “También por eso la articulación de la integración regional
alrededor del eje de la defensa es un interés común de los países de América del
Sur”. “Tenemos que desarrollar la idea de la disuasión Sudamericana”88.
VIII. Conclusiones
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iniciativas y cooperación militar norteamericana en el hemisferio, esté hoy focalizada
en Centro América, el Caribe, y la parte norte de Suramérica, justamente las zonas
donde proliferan este tipo de amenazas.
En este sentido, no deja de ser preocupante el hecho que, con excepción del
fortalecimiento de la democracia, y expansión del comercio e inversiones recíprocas,
todos los otros temas que vinculan a ambas realidades tengan una connotación
negativa, lo que refuerza las percepciones en Estados Unidos, de América Latina
como una región de “amenazas” , y esto se ve claramente por ejemplo, en los
discursos de los pre-candidatos presidenciales republicanos en esta fase de primarias
para la elección de noviembre de este año. Por otra parte, también es motivo de
preocupación lo que varios centros de estudios y ONG´s han estado advirtiendo en el
último tiempo : El riesgo de una creciente “militarización” de la política exterior
norteamericana, considerando que el grueso de los recursos y programas para las
actividades de contrainsurgencia, lucha contra el narcotráfico, o políticas de
reconstrucción post-conflicto (Haití por ejemplo) estén hoy concentradas en el
Pentágono, y bajo responsabilidad de autoridades militares de este país.
Brasil tiene su propia agenda, y muchas veces esta no es coincidente con los
intereses norteamericanos. En el último tiempo, ambos países han tenido
discrepancias importantes en diversos asuntos, desde el manejo del caso de Irán, a la
situación en Cuba, el golpe de estado en Honduras, las llamadas “bases militares” en
Colombia, o las críticas norteamericanas al manejo que Brasil hace de la amazonía.
Como dijo en algún momento el entonces Presidente Lula, “tendremos que conversar
más con el compañero Obama”, porque hasta ahora el diálogo entre Estados Unidos
y la región continúa siendo claramente insuficiente, en términos de asegurar políticas
convergentes frente a los principales problemas del hemisferio .
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hemisféricos. Ahora además, en un período electoral, son impensables nuevas
iniciativas, y habrá que esperar hasta el 2013 para forzar a un nuevo diálogo
hemisférico que permita compromisos concretos en los asuntos de mayor interés
mutuo.
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será mejor que una pasividad reactiva. Veremos si en las próximas cumbres
presidenciales, nuestros países tendrán la capacidad de aprovechar el vacío político
actual, y avanzar en una nueva agenda que permita abordar de manera eficaz y
compartida los principales desafíos que enfrenta en esta década, nuestro continente.
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