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Fürstentum Liechtenstein
Prof. Dr. Dr. Daniel von Wachter
Final paper
Javier González Camargo
05.12.2016
El propósito general del presente ensayo es analizar si el mero hecho de la existencia del
universo puede ser prueba de la existencia de Dios, lo cual es el presupuesto básico de
cualquier argumento cosmológico.
Concretamente, intentaré socavar el presupuesto último del fisicalismo, aquel de la
suficiencia de la materia para fundamentar el universo entero. Grosso modo, el fisicalismo
considera que la materia, lo que sea que ella sea, y nada más que la materia, es todo lo que
el materialismo es sinónimo del
hay, y es el fundamento mismo del universo. En ese sentido
fisicalismo.
Mi argumento contra el fisicalismo es el siguiente:
Si el Fisicalismo fuera verdad, entonces:
término, la materia soporta el universo en la medida en que ella es
En último
el constituyente último de los seres del universo y el primer estado de cosas
del universo.
Entonces,
materia debería tener poderes suficientes para dar lugar al universo y
La
mantenerlo.
Pero,
Parece, que la materia no los tiene.
Por lo tanto,
Probablemente existe una causa trascendente del universo, es decir, Dios
Primero explicaré las premisas del fisicalismo, y después argüiré que ellas son falsas. Las
premisas requieren la clarificación del sentido de “materia”, y un análisis de lo que serían los
poderes suficientes para soportar el universo. Mi crítica se deriva de la evaluación de la
afirmación del fisicalismo de cara a algunos datos relevantes de la astrofísica y la física
cuántica, como también de especulaciones sobre la ontología de materia. Finalmente, el
razonamiento será defendido contra algunas de las más probables objeciones.
1. La materia como fundamento suficiente del universo (premisas del fisicalismo)
1.1 O existe un Dios, o existe solo la materia.
“Anterior a los años veinte, los científicos habían asumido siempre que el universo era
estacionario y eterno”[1], pero hace casi un siglo las ecuaciones de Friedmann-Lemaitre en
los años veinte sobre la Teoría General de la Relatividad (RG), poco después confirmadas
por el descubrimiento del desplazamiento de las galaxias realizado por Hubble y consumado
por los teoremas Hawking-Penrose en los años setenta, mostraron que nuestro universo
empezó a existir. En consecuencia, el universo vino de la “nada” física, es decir, de una
singularidad en la que espacio, tiempo, materia y energía aparecieron por primera vez[2].
Esta singularidad es el proclamado Big Bang, el evento inicial.
Por lo tanto, ya que el universo no solo es una “totalidad espacial de objetos” sino un sistema
cerrado sin duda complejo y evolutivo, que probablemente tuvo un inicio; necesita de una
simplemente ser “como siempre ha sido”. Composición e historia
explicación, no puede
reclaman una explicación de los entes del universo.
Entonces, evidentemente, como William Lane Craig y James D. Sinclair proponen, la
materia, o lo que sea que en el universo no sea eterno sino que empezó a existir de primero,
prueba la segunda premisa del llamado argumento de Kalam, esto es, que el universo
comienza a existir. Sin embargo, como ellos mismos tuvieron que confrontar, astrofísicos
fiscalistas como el mismo Hawking[3], podían siempre intentar establecer una “distancia
mínima” justo antes de la singularidad: alguna ecuación o teoría, del tipo de los modelos de
teorías de cuerdas, que introducen un “muro” en el cual la causalidad se detiene, algunas
opciones hipotéticas de acuerdo con las cuales “quizá el Big Bang no fue un evento
ultramundano en el cual el mismo tiempo empezó a existir. Si no lo fue, la puerta queda
abierta a un universo eterno pasado [4]”. Tal es también el caso, más sólido, del modelo de
Ahmed Farag Ali y Saurya Das del año 2015. [5]
En este sentido, la primera premisa del fisicalismo afirma que, una vez nosotros conocemos
que la materia-energía es la empíricamente bien-conocida fundamentación de nuestro
bien-conocido universo, por qué no deberíamos simplemente aceptar que la materia-energía,
y nada más que ella, soporta el universo entero. Tal como el profesor John L. Mackie se
pregunta planteando una alternativa al argumento ontológico de Leibniz: ¿Porqué, por
ejemplo, no podría haber una materia cuya esencia no conlleve existencia, pero que no
derivase su existencia de nada más? [6]
La segunda premisa fisicalista la formulo a la luz del alegato previo hecho por el profesor
Richard Swinburne a la afirmación de Mackie: “si el universo no empezó a existir (…) su
materia-energía siempre habría tenido que tener los poderes relevantes [para mantener la
existencia y complejidad del universo]”[7]. Hay que notar que tal premisa condicional
conlleva dos ideas: la ya mencionada eternidad de la materia “tendría que tener siempre”; y
los “poderes relevantes” que la materia debería tener. En consecuencia, emergen dos
preguntas: ¿Por qué debería la materia haber tenido siempre poderes relevantes? Y, ¿Qué
poderes son esos?
Suponiendo que “todo lo que empieza a existir tiene una causa”, hay además otro principio
causal que podría ser llamado un principio débil de razón suficiente (PdRS), con el cual la
física está de acuerdo: “esto es, una causa en concordancia con alguna regularidad, es decir,
causas similares producen efectos similares”[8], que de forma suficiente los explican.
Procurando evadir la idea de causa, la física considera tales regularidades como leyes que
explican de forma suficiente el fenómeno, de manera tal que “las leyes de la física pueden
permitir al universo ser su propia madre”[9]. Los poderes que permiten al universo ser su
propia madre, son los poderes relevantes de la premisa dada por el condicional de Swinburne.
En consecuencia, la materia debería dar soporte a tales leyes, es decir, a los poderes de la
materia, si ella es todo lo que hay.
Estas son las dos premisas de mi argumento hasta este punto. La segunda premisa es una
implicación lógica de la primera, teniendo en cuenta que esta es inferida de la conjunción del
mismo conocimiento que tenemos de la materia, y del PdRS, que es supuesto incluso por la
física. De este modo, si no hay nada más en alguna parte del universo, la materia debe tener
los poderes relevantes, con incuestionable necesidad, y debería tenerlos por siempre y para
siempre. Si no los tuviera, los fenómenos físicos existirían de la nada, lo cual contravendría
el principio metafísico, epistemológico y también físico ex nihilo nihil fit. Y debería tener
estos poderes por siempre y para siempre, porque, por el mismo principio, la misma materia
no podría venir de la nada, ergo, la materia debería ser eterna.
Por otro lado tanto el teísta Swinburne[10], como el ateo Mackie[11], asumen esa
implicación lógica, porque la realidad no podría simplemente emerger de la nada absoluta, y,
dado que todos los entes del universo empiezan y cesan de existir, hay solamente dos
opciones finales con relación al inicio del universo, así como con relación a su soporte
permanente: o la materia (A) o Dios (B). Esta disyunción sustenta mi propia reformulación de
las premisas del fisicalismo en la siguiente aserción condicional-modal: si no existe Dios,
debería haber materia permanente que haya tenido siempre los suficientes poderes para
empezar y constituir el universo.
De ese modo, si nos proponemos probar la existencia de Dios, deberíamos llevar a cabo un
razonamiento tollendo tollens sobre la aserción condicional-modal del fisicalismo.
Claramente, hay dos formas de falsificar la proposición condicional: ya sea negando la
eternidad de la materia o bien mostrando que la materia carece de los poderes relevantes. A
diferencia de casi todo argumento cosmológico conocido que intenta negar la eternidad de la
materia usualmente a partir de argumentos etiológicos metafísicamente muy exigentes, en lo
que sigue voy a examinar si la materia carece de suficientes poderes a fin de sopesar el
verdadero valor de la proposición condicional. Si este es el caso, incluso daría lo mismo si la
materia es eterna o no, basta con conocer que la materia última fue el primer estado de cosas
del universo, porque aún cuando esta no hubiese comenzado a existir, no hubiese bastado
para dar lugar al universo.
3. Algunas objeciones
La opción A- (la “materia” explica el Universo) implica que el constituyente del universo
debería estar en el universo, en cuyo caso la física debería de algún modo ser capaz de
abordarla, identificarla y entenderla. De acuerdo con B- (Dios explica el Universo), la causa
es externa al universo, de modo que la metafísica podría especular sobre qué tipo de ser
podría ser este.
El Prof. Alexander Pruss considera que un “típico argumento cosmológico enfrenta cuatro
problemas diferentes”[33]: primero, la objeción “Glendower” “a pesar de que algunas
características (...) piden una explicación, puede ser puesto en duda si la explicación
existe”[34]; segundo, el problema de regresión al infinito; tercero, el reclamo de
Schopenhauer de petitio principii; cuarto, el problema de la laguna de la identificación de la
causa trascendente: ¿cómo sabemos que la primera causa es Dios? Permítasenos examinar
someramente estos cuatro problemas a continuación.
Antes de abordar las objeciones enunciadas por Pruss, haría falta analizar la posibilidad de la
nada como una alternativa a la disyunción básica entre Dios y la materia que sostiene todo el
razonamiento. Remito de vuelta a Pruss, a la vigorosa defensa que hace del principio ex
nihilo nihil fit[35] contra alguien como Quentin Smith quien dice que “los filósofos con
demasiada frecuencia están negativamente influenciados por el pavor de Heidegger por la
‘nada’; la creencia más razonable es que nosotros venimos “de la nada, por la nada y para la
nada”[36] contraviniendo éste la más universal intuición común que ha sido comprobada por
toda evidencia.
El razonamiento contra la objeción “Glendower” es muy similar. Mientras que en la hipótesis
general podría ser aceptado que algunas caracteristicas carecen de las explicaciones
necesarias, esto no autoriza aceptar que el surgimiento del universo podría carecer en sí
mismo de explicación suficiente, lo que significa renunciar al principio causal y aceptar la
resignación-fideísta en la nada de Quentin Smith.
Algunos pueden considerar que la regresión al infinito es otra alternativa a la básica
disyunción entre Dios y la materia. El mismo Quentin Smith lo considera. Esto podría evadir
el problema del origen de la materia, pero el problema del actual argumento no es el origen
de la materia, sino la capacidad de la materia para causar el universo de seres propiamente
dichos. Si pueden haber universos sucesivos o multiversos actuales, que den lugar a nuestra
materia circundante, eso es otro asunto. El punto inicial del argumento actual es “entre” el
Big Bang y el momento Planck, y entre la materia básica de este universo y los primeros
seres compuestos del mismo; antes o más allá de esto no concierne aquí, y posiblemente no
haría más que desplazar el problema.
El reclamo de Schopenhauer tal vez es más arduo para un PRS fuerte como el que procura
Leibniz. Para este caso ha de decirse que, de algún modo, como ya quedó dicho, si la causa
del universo está en el universo, nosotros deberíamos ser capaces de identificarla con
nuestros métodos de indagación. En cambio, si la causa es externa al universo, todo lo que
podríamos esperar saber muy bien es que ella está fuera del universo, más allá de eso,
podemos o no adquirir algún conocimiento, luego hay por qué aplicar a Dios las exigencias
lógicas de la epistemología mereológica con que el fisicalismo explica el Universo.
Finalmente, ¿cómo podría saberse que la causa formal externa al universo, que se suma a la
materia es o viene de Dios? Bien, en la filosofía occidental Dios significa, más o menos “una
persona sin cuerpo (es decir, un espíritu) que es eterno, libre, capaz de hacer cualquier cosa,
que lo sabe todo, que es perfectamente bueno, que es objeto de adoración y obediencia
humana, y el creador y soporte del universo”[37]. Cualquiera sea considerado, cada atributo
es suficiente para ser Dios, porque son exclusivos de Él. Tanto más, “el creador y soporte del
universo”, pues es probablemente el primer factor en la comprensión humana de Dios. De
este modo, la única causa externa formal de que tenemos idea es Dios, Dios es por definición
la causa trascendente del universo, esto es, el creador, y un razonamiento sintético posterior
podría mostrar que el mismo que es el creador, es quien es omnipotente, y así
sucesivamente[38].
Conclusiones
De ese modo, a pesar de que sus fundamentos epistemológicos son distintos, tanto la física
como la metafísica intentan dar respuesta a la composición básica y al inicio de la historia del
universo, y recaen en la materia como la primera explicación obvia. Frente a la hipótesis
religiosa de Dios, entre más exitosa sea la explicación material, más podría el universo ser
considerado autosuficiente. Por el contrario, entre menos exitosa sea esta explicación, mayor
es la probabilidad racional de la agencia de Dios como la explicación complementaria y
principal de la existencia del Universo.
Si la materia inicial tuvo los poderes para originar los seres subsiguientes, Dios no es
racionalmente necesario; pero si estos poderes hacen falta, Dios como causa formal
extrínseca al Universo, es necesaria. Para el fisicalismo la racionalidad mereológica se
conjugaba muy bien con una concepción atomista de la materia permitiendo una concepción
autosuficiente del universo. El conocimiento actual de la materia-energía sugiere que su
forma más básica es casi una realidad sin atributos, casi solo una suposición ideal, como lo
reconocen todos los que se han ocupado de estudiar las implicaciones ontológicas de los
conocimientos actuales de la física con relación a la materia; por lo cual, se puede concluir
que la materia pura y última no tiene los poderes suficientes para sustentar el universo. De
ese modo, puede ser o bien que la materia no existe (lo cual es contra-evidente), o bien que
exista algo más fuera del universo que le ha dado origen o al menos configurado. Tal
comprensión de la física coincide significativamente con las tesis ontológicas de los
metafísicos de la materia, coincidencia que provee de buenos fundamentos para proponer un
argumento acumulativo sobre la probabilidad y razonabilidad de la existencia de Dios como
causa formal del universo. Ciertamente, este tipo de argumento demiúrgico es solo un
enfoque, y se requiere de posteriores y más detallados estudios que profundicen en la
evaluación que la física y la metafísica hacen sobre la naturaleza de la materia.
[1] William Lane Craig & James D. Sinclair, p. 125. In The Blackwell Companion to Natural
Theology, Edited by William Lane Craig & J. P. Moreland.
[2] “This has the astonishing implication [of GR] that as one reverses the expansion [of the
universe] and extrapolates back in time, the universe becomes progressively denser until
one arrives at a state of infinite density at some point in the finite past. This state represents
a singularity at which space-time curvature, along with temperature, pressure, and density,
becomes infinite. To be more correct, the volume of the universe approaches zero in the limit
as the scale factor of the universe approaches zero” Craig & Sinclair, p. 129.
[3] Hawking & Mlodinow, The Grand Design, Bantam Books, 2010.
[4] Craig & Sinclair, p. 159
[5] Ahmed Farag Ali & Saurya Das. "Cosmology from quantum potential." Physics Letters B.
Volume 741, 4 February 2015, Pages 276–279. DOI: 1 0.1016/j.physletb.2014.12.057.
[6] J. L. Mackie, The miracle of theism. p. 91
[7] Swinburne, R. The existence of God, p. 150
[8] J. L. Mackie, The miracle of theism. p. 85
[9] Gott & Li 1998 p. 023501-1, in Craig & Sinclair, p.150
[10] Swinburne, R. The existence of God, p. 137: “there would be a complex physical
universe and no God, if there had always been matter rearranging itself in various
combinations”. And p. 147: The universe as a stopping point, or God as a stopping point.
[11] J. L. Mackie, The miracle of theism. p. 91: “a permanent stock of matter” is a more
admissible stopping point of reasoning on causes of the universe than “something whose
essence did not involve existence”.
[12] Craig & Sinclair p. 125
[13] Craig & Sinclair p. 183
[14] The beginning of the Planck era: the state which lasts until 10-43 seconds after the
singularity.
[15] J. P. Moreland, p. 284. In The Blackwell Companion to Natural Theology, Edited by
William Lane Craig & J. P. Moreland.
[16] Moreland, p. 285
[17] Moreland, p. 286
[18] Moreland, p. 288
[19] O’Connor, Persons and causes, 2000.
[20] Moreland, p. 293
[21] https://www.wired.com/2011/02/mf_gleick_qa/
[22] Craig and Sinclair p. 189 n. al p. 97
[23] ROBINSON, Howard. Matter and sense, a critique of contemporany materialism. New
York: Cambridge University Press, 1982
[24] ROBINSON, Howard. 1982, p. 113
[25] DEWAN, Lawrence. Lecciones de metafísica I. Trad. Irizar, Liliana. Bogotá: Fondo de
publicaciones Universidad Sergio Arboleda, 2009
[26] ARISTÓTELES. Física, L.I. Trad. G. Echandía. Madrid : Gredos, 1995.
[27] WIPPEL, Jhon. The metaphysical Thought of Thomas Aquinas. From Finite Being to
Uncreated Being. Washington D.C.: Catholic University of America, Press, 2000, p. 298.
[28] Robinson, H. p. 113.
[29] Aquinas comments the distinction between cause and principle, and sets that privatio
–lacks- could be principle but not causes. PN, (3): Principium quodam modo in plus habet se
quam causa, et causa in plus quam elementum.
[30] “Dicere ergo materiam esse principium activum est dicere opposita”. ROMANI, Aegidi. In
Secundum Librum Sententiarum Quaestiones, q. 2, art. 1. Venecia, 1631.
[31] Ver S.Th.I, q. 77, a. 1, ad 2um; STh I, q. 115, a. 1, ad 2um.
[32] DEWAN, Lawrence, O.P. On Anthony Kenny’s Aquinas on Being. En: Nova et vetera. V.
3 N° 2 (2005) pp. 335-400, p. 340. Ver en el De veritate 27.1.ad 3 de santo Tomás.
Quaestiones disputatae de anima q. 6, líneas 229–40 (Opera omnia,t. XXIV, 1. Roma-Paris:
Commissio Leonina/Cerf, 1996, ed. B.-B. Bazan
[33] Alexander R. Pruss, p. 24. In The Blackwell Companion to Natural Theology, Edited by
William Lane Craig & J. P. Moreland.
[34] Pruss, p. 24
[35] Pruss, p. 63
[36] Smith 1993, p. 135
[37] Swinburne, p. 154
[38] Pruss, p. 90.