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El poema fue escrito en octubre de 1992, pero fue recogido en el libro Escala de
Jacob fechado en 2.013. Por privilegio de una cronología se ubica en este punto.
Ama. Y el rayo lo dividió. Porque te han llamado.
Porque ahora el itinerante caracol lleva y trae los pulsos
del cosmos. Porque cuando se escucha de lejos se oye
de cerca. Porque ahora somos una sola palabra.
Porque somos luz y verbo. Danza también. ¿Recuerdas
el barco a la deriva entre dos continentes? Tú eras el negro
y el negrero. Y cuántas veces el cazador y su presa. La mano
que dibujaba el venado y el venado mismo, la hierba temblante
y aún el fuego que te había dado, la mujer que paría y lo parido,
la flecha y el viento y el corazón herido y el cuchillo de piedra.
Eres en la memoria entera el dolor entero, pero también
la esperanza y llega el amor que tiende la hebra. El que menos
suma. La mínima distancia del cero. Tu cabeza contra la roca.
El cuerpo contra la tierra. La gravedad de tus pensamientos.
La gravedad de tu figura. La cabeza dura contra la roca dura.
¿Y quién imaginaría que la pesantez fuera de aquel modo
levantada por el sueño? Contra ti mismo ha sido la guerra.
Y sin embargo los dioses y los ángeles observan la ganada
partida. Apresta el oído y prepara el labio. Porque lo oído
y lo visto fueron el material de una alquimia. Desciende,
excava, rastrea, húndete en el aire y en el agua. Incluso
entiérrate. Y también la escritura, más que la palabra,
se hizo acción, la cámara secreta de las relaciones, el pozo
de las almas, el laboratorio de las epifanías. Pues la incisión
estilística, acústica o electrónica concitaba a ángeles y demonios
a la vez. Eres el mismo primordial, de nuevo el juglar sagrado.
Vuela el caracol, ahora lo sabes. Escala espacios antes
de que tu pensamiento llegue. El mundo es hoy el laberinto
de tu oído, la tierra tu escritura. Naturaleza pensante
y sensitiva que se escucha y se escudriña.
El narcisismo de la bella muchacha en su baño de manzana.
Y aún del mar despiertan los soñadores, cuando la luz
se sumerge hasta tus más hondos secretos. Todo será visible,
aún en los ojos del ciego la luz brillará más refulgente.
Reconocerás el ritmo latente en la multitud de voces del orbe. El Verbo
te elevará en la escala. Descubrirás la razón
en los sentidos y el sentido en la razón.
La razón hallará sentido, no desdoblado el entendimiento
en su máscara y en su rostro vano. Cuida del niño que te nacerá
en el desgarramiento de la edad madura. Es será tu verdad
sin antifaz. De él será el pasaje. Él la puerta. Él la señal.