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Segunda instancia N° 28980


JOSÉ RAYMUNDO MATEUS SARMIENTO

Corte Suprema de Justicia

Proceso No 28980

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrado Ponente:
YESID RAMIREZ BASTIDAS
Aprobado Acta N°119

Bogotá, D. C., jueves, quince (15) de mayo de dos mil ocho


(2008).

VISTOS

Resuelve la Sala el recurso de apelación presentado por el


defensor del procesado JOSÉ RAYMUNDO MATEUS SARMIENTO,
contra la sentencia del 1º de octubre de 2007 del Tribunal Superior
de Santa Marta, por medio de la cual se lo condenó como autor
responsable de los delitos de falsedad ideológica en documento
público en concurso con prevaricato por acción, fraude procesal y
estafa.
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HECHOS:

Fueron tratados en el fallo impugnado de la siguiente


manera:

Dio inicio a la investigación el informe 330 UPJ C.T.I. SM


de febrero 22 de 2005 signado por el investigador Grado
II Eder Silva, miembro del Cuerpo Técnico de
Investigaciones de la Fiscalía quien puso en
conocimiento de la autoridad competente las posibles
irregularidades cometidas por el Doctor JOSÉ RAYMUNDO
MATEUS SARMIENTO quien para la época de los hechos
fungía como Fiscal 29 Delegado ante los Jueces Penales
del Circuito de Plato (Magdalena) en el caso de la muerte
en accidente de tránsito del ciudadano Franklin José
Arregocés Vega, ocurrida (supuestamente) el 29 de
noviembre de 2003 en la carretera que de ese municipio
conduce a la localidad de Bosconia (Cesar).

Arguyó el funcionario que se presentaron sendas


irregularidades en el procedimiento implementado por el
Doctor Mateus Sarmiento a la hora de practicar la
diligencia de inspección del cadáver, llamando
poderosamente la atención el hecho de que no fue
asistido por el funcionario de Policía Judicial que se
encontraba en turno los días 29 y 30 de noviembre de
2003.

En la declaración rendida por Juan Carlos Vides Salgado


quien para la fecha desempeñaba el cargo de Director
del Instituto de Medicina Legal en el Hospital Fray Luis
de León en el municipio de Plato, dio a conocer que en la
identificación del cadáver fue utilizado un número de
inspección que ya había sido utilizado y que además en
el procedimiento de levantamiento no intervino el
funcionario de Policía Judicial que estaba en turno,

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habiendo él recibido el cadáver en la puerta de la morgue


por parte del Fiscal MATEUS SARMIENTO.

De otra parte en el citado informe se dio a conocer que


en la investigación penal radicada bajo el número 3211
adelantada para el esclarecimiento de las circunstancias
en las que murió el señor Arregocés Vega, la Fiscalía
procedió a entregar de manera inusual y rápida el
cadáver de aquel a una señora que se identificó como
Piedad del Socorro Scaldaferro Silva residente en el
municipio de Baranoa Atlántico y quien se presentó como
la supuesta viuda.

Además se tiene que el día en que presuntamente fue


llevada a cabo la diligencia de inspección del cadáver por
parte del Doctor Mateus Sarmiento, esto es, el 29 de
noviembre de 2003 le correspondió el radicado 046-2003
y de otra parte se tiene que el día 30 de noviembre del
mismo año en diligencia adelantada por el mismo
funcionario, pero esta vez en compañía del
subintendente William Diazgranados fue asignado el
número 046-2003 a la inspección del cadáver realizada a
Fabián José Breva Cortina en hechos ocurridos en el
kilómetro 14 vía Plato-Granada, circunstancia que a
todas luces resulta bastante llamativa.

En igual sentido se agenció a cada una de las entidades


prestadoras de servicios mortuorios del municipio de
Plato (Magdalena) y no se halló la menor evidencia que
respaldara el trámite ni menos el lugar donde fuera
inhumado el cadáver del señor Arregocés Vega,
quedando en entredicho y sin soporte probatorio su real
fallecimiento.

Establecida una ambigüedad acerca de la real ocurrencia


de la muerte de Arregocés Vega, se procedió a verificar
su información financiera y se halló que tenía contratada
la póliza GR-5000 tomada a través de Seguros Bolívar
S.A., cuyo valor asegurado a la fecha del siniestro era de
$32.000.000.oo para el amparo básico y una suma igual

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“para el amparo de doble indemnización por muerte


accidental” figurando como beneficiaria del 100% la
señora Piedad del Socorro Scaldaferro Silva a quien se
le canceló el 26 de julio de 2004 la suma de
$40.000.000.oo por intermedio de su abogado Oscar
Hernán Marín Martínez.

ANTECEDENTES PROCESALES:

1. Abierta la correspondiente investigación y vinculado al


proceso mediante indagatoria JOSÉ RAYMUNDO MATEUS
SARMIENTO, el 10 de abril de 2005 la Fiscalía Delegada ante el
Tribunal Superior de Santa Marta profirió en su contra medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva como
presunto autor de los delitos de falsedad ideológica en
documento público en concurso con prevaricato por acción.

La defensa solicitó la revocatoria de la medida de


aseguramiento y la sustitución por la de detención preventiva,
pedimentos que fueron negados y apelados ante la Fiscalía
Delegada ante la Corte, despacho que el 6 de julio de 2005
confirmó tal decisión pero modificándola en sentido de conceder
la detención domiciliaria respecto del delito de falsedad
ideológica en documento público la cual se hizo efectiva el 12 de
julio de 2005, como quiera que la medida de aseguramiento
impuesta por el delito de prevaricato había sido revocada por la

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primera instancia en la resolución del 3 de junio de 2005. De


igual la Delegada ante la Corte decidió ampliar la indagatoria e
imputarle además los delitos de fraude procesal y estafa

En cumplimiento de lo ordenado la primera instancia


escuchó en ampliación de indagatoria a MATEUS SARMIENTO
imputándole los delitos de fraude procesal y estafa y le resolvió
situación jurídica el 18 de julio de 2005 con imposición de medida
de aseguramiento de detención preventiva sólo por el delito de
fraude procesal mas no por el de estafa dado que la pena mínima
de este último injusto es inferior a cuatro años.

2.- Cerrada la investigación, la misma fiscalía el 23 de


agosto de 2005 profirió en su contra resolución de acusación
como presunto autor de los delitos de falsedad ideológica en
documento público en concurso con fraude procesal, prevaricato
por acción y estafa, decisión contra la cual el defensor interpuso
recurso de apelación que correspondió a la Fiscalía Delegada
ante la Corte la cual confirmó el pliego de cargos mediante
proveído fechado el 28 de octubre de 2005.

3.- Correspondió a la Sala Penal del Tribunal de Santa Marta


adelantar el juicio y celebrada la audiencia pública, el 1º de octubre
de 2007 condenó a JOSÉ RAYMUNDO MATEUS SARMIENTO a la pena
de noventa (90) meses de prisión, multa de sesenta y ocho (68)
salarios mínimos mensuales legales vigentes, e inhabilitación de

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derechos y funciones públicas por el término de cinco años y seis


meses, al pago de perjuicios materiales en suma de cuarenta
millones de pesos ($40.000.000.oo) y le negó el subrogado de
suspensión condicional de la ejecución de la pena, como autor
responsable de los delitos de fraude procesal en concurso con
prevaricato por acción, falsedad ideológica en documento público y
estafa, decisión que al ser apelada por el defensor y el investigado
llevó a que el asunto fuera remitido a la Corte.

LA IMPUGNACIÓN:

En el escrito por medio del cual se fundamenta el recurso de


apelación interpuesto contra el fallo condenatorio, el defensor
expuso los argumentos de forma independiente en relación con
cada uno de los delitos atribuidos al procesado JOSÉ RAYMUNDO
MATEUS SARMIENTO.

A.- Del delito de falsedad ideológica en documento público.-

El impugnante se refirió a lo declarado por el doctor Cantillo


Orozco quien refiriera que en el protocolo de necropsia del
presunto occiso Franklin José Arregocés Vega, se describieron
unas heridas a nivel de la cabeza, pero no se observan lesiones
como excoriaciones, hematomas y las manchas de sangre no

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corresponden con exactitud al sitio específico de las lesiones


descritas.

Al respecto adujo el censor de manera abreviada, que la


primera instancia tomó apartes de lo declarado por el médico
Cantillo Orozco, es decir lo desfavorable, mas no lo favorable
violando el principio de investigación integral y, sobre la fotografía
en mención, manifestó que tal vez en la misma por efectos del
transcurso del tiempo se pueden presentar aspectos diferentes al
momento de su inicial registro.

Puntualizó que su defendido “no ha intervenido en nada” pues


su conducta se limitó a efectuar la diligencia de levantamiento del
cadáver de un N.N. dejando constancia que los demás trámites
fueron realizados por medicina legal, causándole curiosidad lo
declarado por el médico patólogo Napoleón Rodríguez quien
manifestó que firmó el acta de necropsia pero tres o cuatro días
después, resaltando que el contenido del protocolo no corresponde
al cadáver intervenido como quiera que el cuerpo del fallecido era
una persona de piel morena clara, habiendo sido asaltado en su
buena fe, señalando al señor Juan Carlos Vides Salgado “como la
persona que lo hizo”.

Replicó que su procurado no intervino en la reseña dactilar


del occiso Arregocés Vega de quien se afirma se aprecia que los

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registros de sus falanges corresponden a una persona viva mas no


muerta y con rigidez cadavérica.

Se refirió al testimonio rendido por los sepultureros de Plato


Magdalena, Wilberto Antonio Jiménez y Róbinson Díaz Guerrero
quienes declararon que para la fecha del 29 de noviembre de 2003
no se llevó a cabo ninguna inhumación de cadáver, habiendo
resaltado que la persona identificada como Franklin José Arregocés
Vega no ha sido inhumada en dicho cementerio.

Con relación a sus contenidos adujo que los citados señores


manifestaron ante un notario, que para la fecha de los
acontecimientos en el cementerio de ese municipio no se llevaba
ninguna clase de registros, habiendo dejado constancia además
que al momento de rendir su declaración estaban embriagados y
firmaron sin leer lo consignado, recordando eso sí, que al término
de sus exposiciones el fiscal les regaló una botella de wisky tal
como se las había prometido, circunstancia por la cual ellos no
saben si el cadáver que estaba buscando la autoridad judicial se
encuentra o no en dicho cementerio, motivo por el cual la defensa
solicitó la ampliación de estos testimonios sin que el Tribunal de
origen hubiese decretado su práctica.

Resaltó el testimonio rendido por Juan Carlos Vides Salgado


quien narró el destino que se dio al cadáver de Arregocés Vega con
lo cual se demuestra que el ex fiscal MATEUS SARMIENTO se limitaba

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a llegar a la morgue, firmaba la respectiva acta de inspección del


cadáver “sin llenarla”, ignorando quién lo hacía, procedimiento con
el que a su vez se le “cubría la espalda” a los funcionarios del C.T.I.
o de la Sijín a quienes con posterioridad les enviaban dichas actas
para que también las firmaran.

Fue insistente en afirmar que el señor Arregocés Vega está


muerto mas no vivo como se ha pregonado, sin que hasta el
momento se hubieran presentado evidencias de su existencia, de lo
cual se infiere que no existe certeza para condenar a su defendido
por el delito en mención.

En igual sentido argumentó que el contenido del acta de


levantamiento del cadáver de la referencia está avalado y
reconocido por la firma de su procurado, aunque el mismo ignora
quién lo llenó, circunstancia por la cual se infiere que al no haberlo
extendido en ningún momento, no consignó una falsedad ni calló la
verdad de manera total o parcial, pues se “ciñó a las funciones que
le otorgaba la misma ley, habiendo ajustado su comportamiento a
derecho”.

B.- Del delito de prevaricato por acción.-

Adujo que su procurado con fundamento en la diligencia de


inspección del cadáver de Arregocés Vega abrió unas diligencias
previas en orden a investigar las conductas relacionadas con ese

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resultado, con la circunstancia de haber sido trasladado a la


población de Ciénega 9 días después, motivo por el cual fue
reemplazado por otro fiscal quien el 18 de agosto de 2004 profirió
resolución inhibitoria al encontrar que no existía sindicado
conocido, razón por la cual formula la pregunta por qué no se
investigó a ese otro funcionario que instruyó esas diligencias
previas y, que de correspondencia, descartada la inexistencia del
delito de falsedad ideológica en documento público por sustracción
de materia no puede afirmarse la consumación del delito de
referencia.

C.- Del delito de estafa.-

Expresó que al haberse condenado a su procurado como


coautor del delito de estafa “ la Sala se convirtió en parte civil”,
pues para el caso no deja de ser extraño que la compañía Seguros
Bolívar no hubiese acudido a la justicia para constituirse en parte.

Consideró que si en el sentir de la primera instancia los


hechos objeto de juzgamiento fueron un montaje urdido por su
cliente con la coadyuvancia de la señora Piedad Scaldaferro Silvera
y Franklin José Arregocés, se traduce que ellos estarían incursos
en el delito de concierto para delinquir, comportamiento que no fue
objeto de investigación.

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Planteó que su defendido no indujo en error a la compañía de


seguros en orden a hacer efectivo el pago de $40.000.000.oo a
favor de la señora Piedad del Socorro Sacaldaferro y que, al
contrario, si las maniobras fraudulentas fueron el resultado de una
planeación, debió investigarse el delito de concierto para delinquir
respecto de los otros supuestos copartícipes antes citados.

Por lo anterior solicitó la absolución de su defendido en


aplicación del principio in dubio pro reo.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

Previamente se debe señalar que de conformidad con el


artículo 204 de la Ley 600 de 2000 que regula este trámite, la
competencia para decidir el presente recurso se concretará a los
asuntos objeto de impugnación y a aquellos que resulten
inescindiblemente vinculados a éstos.

A.- Del delito de falsedad ideológica en documento público.-

1.- De acuerdo a los medios de convicción allegados a la


actuación se tiene como un hecho cierto y objetivo que el 29 de
noviembre de 2003 el Fiscal JOSÉ RAYMUNDO MATEUS
SARMIENTO, suscribió el acta de inspección del cadáver No 046-
2003 respecto de una persona no identificada, la cual en forma

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posterior se la hizo corresponder a la persona de Franklin José


Arregocés Vega.

2.- Confrontado el citado documento con otros medios de


convicción, resulta viable concluir que sus contenidos no son
veraces y que sin espacios de duda probatoria hacen predicar del
comportamiento de MATEUS SARMIENTO el haber incurrido en el
delito de falsedad ideológica en documento público.

3.- La atribución del delito de referencia se consolida de


acuerdo con lo declarado por el doctor Argemiro César Cantillo
Orozco, quien al respecto (fls. 237-240) quien dijo:

El protocolo de necropsia describe heridas a nivel de la


cabeza, pero no es específico en la localización de esta
lesión, si son de cuero cabelludo, cara, ojos, nariz, orejas
o cavidad bucal. En lo que se aprecia en la fotografía de la
cara se observa una sustancia de color rojo que puede ser
compatible con sangre, pero no se observan lesiones
como heridas, escoriaciones, hematomas, equimosis.

Describe también el protocolo escoriaciones severas en


ceja costal derecha y escoriaciones leves en cara lateral
de ambos brazos, en la fotografía no se puede precisar si
existen esas lesiones ya que estas partes se encuentran
cubiertas con las prendas de vestir. (…)

A nivel facial no se observa lesiones características de las


lesiones de las personas que sufren arrollamiento por
vehículo automotor.

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En igual sentido se tiene lo declarado por el médico


Napoleón Rodríguez Martínez quien firmó el protocolo de
necropsia, cuando en su indagatoria (f. 545-549.c.o2) rendida
ante los Jueces Penales del Circuito en la investigación que se
adelantó en su contra por la presunta comisión de los delitos de
falsedad ideológica en documento público, afirmó:
Quiero aclarar que la firma de ese protocolo corresponde
a mi firma personal pero que esta firma la estampé tres o
cuatro días después de esa fecha, cuando me fue llevado
el documento para firmar. El contenido del protocolo no
corresponde al cadáver que yo le hice la necropsia porque
haciendo remembranza y en vista del problema al cual por
ese protocolo estoy avocado, recuerdo que el cadáver al
que yo le hice la necropsia era de una persona de color de
piel moreno claro y fue muerto en accidente de tránsito,
situación que ahora veo fue aprovechada para abusar de
mi confianza. ¿Que persona le entregó el protocolo para
su firma? Contestó: Juan Carlos Vides.

A su vez, otro elemento de confrontación con el cual se


permite inferir la conducta punible objeto de examen, la
constituye la certificación dada por el señor Janer Torres
Jiménez, quien por escrito adujera se pudo constatar que en los
archivos del cementerio de Plato Magdalena, no aparece
registrada la orden de inhumación y exhumación del cadáver de
quien en vida respondiera al nombre de Franklin José Arregocés,
lo cual fue corroborado por los señores Gilberto Antonio Jiménez
y Róbinson Guerrero, sepultureros del cementerio de Plato
Magdalena, quienes de manera respectiva en la diligencia de
inspección judicial efectuada en ese lugar, afirmaron:

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Preguntado: Diga si la persona que aparece en la


fotografía que se le pone de presente fue inhumada en
este cementerio como N.N. o como Franklin Arregocés
Vega? Contestó: Nunca esa persona ha sido inhumada
aquí como N.N. o con ese nombre.

Diga si la persona cuyo cadáver aparece en la fotografía


que se le pone de presente corresponde a uno de los NNs
que hayan sido inhumados en el cementerio de Plato
desde 2003 a la fecha. Contestó: Nunca, ese nunca lo he
visto allá. Diga si sabe que la persona identificada como
Franklin de Jesús Arregocés Vega haya sido inhumado en
el cementerio de Plato. Contestó: No, esa persona no ha
sido inhumada en el cementerio de Plato. Preguntado:
diga si conoció de la muerte en accidente de tránsito de un
NN el 29 de noviembre de 2003 en el kilómetro 17 de la
vía Plato-Bosconia y que posteriormente fue identificado
como Franklin de Jesús Vega Arregocés. Contesto: No
conocí en esa fecha que haya muerto una persona acá en
Plato (f.224. c.o.1, ibídem. F. 231. c.o.1)

De manera complementaria se realizaron diligencias de


inspección judicial a las Funerarias “Mejía”, “Buen Pastor”,
“Cooimpaz” y “La Inmaculada”, las cuales arrojaron el resultado que
en ninguna de ellas se encontraba elemento indicativo de haber
prestado servicios funerarios al occiso Franklin José Arregocés y a
costos de la señora Piedad del Socorro Sacaldaferro.

Dados los contenidos de los anteriores medios de convicción


en los que se revela una serie de inconsistencias referidas a las
verdaderas causas de la muerte de un N.N. a quien posteriormente
se lo hizo identificar como Franklin José Arregocés, se puede
concluir que el delito de falsedad ideológica en documento público

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consumado en el acta de inspección de cadáver No 046-2003 de


noviembre 29 de 2003, la cual fue suscrita por el aquí procesado,
es una evidencia clara, sin que para el caso tenga cabida
posibilidad alguna con la que se pueda intentar una hipótesis de in
dubio pro reo, como lo insinúa el defensor.

Este apotegma es un estadio cognoscitivo en el que en la


aprehensión de la realidad objetiva concurren circunstancias que
afirman y a la vez niegan la existencia del objeto de conocimiento
de que se trate. En los supuestos de duda se plantea una relación
probatoria de contradicciones en la que concurren pruebas a favor
y en contra, de cargo y descargo, de afirmaciones y negaciones,
las cuales como fenómenos proyectan sus efectos de incertidumbre
respecto de alguna o algunas categorías jurídico-sustanciales en
discusión dentro del singular proceso de conocimiento penal objeto
de examen.

En igual sentido se integran aspectos objetivos y subjetivos


desde los cuales se puede inferir que el in dubio pro reo no se
materializa por los simples efectos unilaterales de los dilemas
relacionados con lo subjetivo o con lo objetivo dados en los
fenómenos en contradicción.

Con lo anterior se significa que en orden a la consolidación de


este instituto y su correlativa aplicación, la labor fundamental no
está dada ni puede quedarse simplemente en identificar las

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circunstancias de perplejidad, sino que por el contrario habrá de


procederse a discernir hacia dónde se inclina la balanza de
exclusiones, es decir, se habrá de formular la pregunta y resolverla
determinando si los contenidos probatorios de cargo tienen la
capacidad de excluir de manera total o parcial los de descargo o a
la inversa, aspectos de los cuales no se ocupó el impugnante, ni
desde la prevalencia del derecho sustancial se observan lagunas
en orden a su aplicación oficiosa respecto de este delito en
especial.

Resulta pertinente recordar que la Sala ha señalado desde


antaño que la aplicación del in dubio pro reo no es un ejercicio libre
de exigencias:

Un tal principio corresponde no únicamente a un imperativo


constitucional y legal, sino precisamente, a uno de los
postulados máximos que gobiernan la valoración probatoria
y en general el proceso penal.

Pero, claro está, que el reconocimiento de un tal principio


probatorio, en ninguna forma está significando que para su
aplicación sea suficiente su sola afirmación, desconociendo
que la contradicción subyacente en el proceso de valoración
probatoria se quede en la dinámica primaria de su aducción,
ya que, precisamente, su máxima expresión dialéctica se
encuentra es en el juicio que de ellas debe hacer el juzgador,
quien como titular de la jurisdicción es el que debe confrontar
en su integridad los elementos probatorios allegados
legalmente al proceso, para con fundamento y límite en la
sana crítica, excepción hecha de aquellos casos en los que
eventualmente la ley les reconozca tarifa legal, colija cuáles
ameritan probar un hecho y cuáles no, labor intelectual esta
que le impone una apreciación, inicialmente individual, pero,
acto seguido, como en todo proceso analítico, confrontativa

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con el universo probatorio válidamente aportado al proceso,


única forma de establecer la verdad procesal, pues el grado
de certeza no puede ser abstracto sino referido a un objeto
determinado, esto es, que el juicio probatorio
imprescindiblemente debe fundamentarse en los medios de
prueba dinamizados en la correspondiente actividad
procesal, resultando intrascendente la sola afirmación de
certeza o duda, según el caso, pues lo que importa es su
demostración.

Este procedimiento, impone, entonces, la elaboración de un


juicio probatorio, que de suyo, conlleva un raciocinio, una
conclusión, que en el campo valorativo viene a significar la
convicción que se tenga sobre la existencia de un hecho o
su negación, con el ítem de que en punto de la actividad
probatoria procesal, su apreciación no puede partir de
hipótesis, sino de hechos probados, los que
contradictoriamente valorados, permitan o que todos los
medios obtenidos para su demostración conduzcan a una
sola verdad o que, por el contrario, su conjunto haga que, de
la misma forma, con base en la lógica, la ciencia y la
experiencia común, unos de ellos sucumban frente al objeto
por demostrar, o que quedando los dos extremos en igual
grado de credibilidad, imposibiliten llegar a la certeza sobre
la existencia de una determinada conducta, de un hecho o
de un preciso fenómeno, pudiendo, entonces, llegarse a uno
de los dos extremos viables, o la certeza o la duda de su
inexistencia.

En todo caso, sea que el sujeto cognoscente llegue a uno y


otro grado de credibilidad, lo que no puede ser jurídicamente
admisible es que, a priori, se pueda privilegiar el valor de una
determinada prueba, dejando de lado la imprescindible
confrontación que se impone concretar con la integridad de
su conjunto, ya que cada una de ellas puede contener una
verdad, o más precisamente, dar origen a un criterio de
verdad, que como tal debe estar predispuesto a ser
confrontado con los demás, para que en su universo,
integrados todos, sea dable deslindar los que puedan
calificarse de lógicos, no contrarios a la ciencia ni a la
experiencia, y descartar aquellos que se escapan a estos
cánones exigidos por la ley para efectos de la apreciación

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probatoria, y así, de ellos, sí inferir la conclusión que irá a


producir una determinada relevancia jurídica, tanto en lo
sustantivo como en lo procesal, por haberse llegado a la
certeza sobre el objeto que se pretende demostrar, o por el
contrario, a la duda sobre el mismo1.

De otra parte, resulta inane a los fines de plantear una


inexistencia del punible en mención por distanciamiento del dominio
de la conducta punible plantear, como lo hiciera la defensa técnica,
que el Fiscal sí firmó el acta de inspección de cadáver “pero que
ignora quién la llenó”, habiendo de esa forma ceñido su conducta a
“las funciones que le otorgaba la misma ley” con un
comportamiento “ajustado a derecho” en el que a su juicio no se
vislumbra el haber callado en todo o en parte la verdad.

Debe recordarse que si se trataba de un acta de inspección


referida a un cadáver los deberes funcionales del Fiscal MATEUS
SARMIENTO estaban dados en inspeccionar al mismo y constatar de
manera inmediata y objetiva los rastros de heridas, huellas, efectos
o resultados de lesiones revelados en el cuerpo humano objeto de
su visión como funcionario público y máxime cuando con referencia
a esos fenómenos visibles le correspondía adelantar una
investigación penal orientada a esclarecer la muerte de esa
persona, que inicialmente se la tuvo como no identificada y
posteriormente se la hizo aparecer como Francisco José Arregocés
Vega.
1
Véase Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, sentencia de única instancia, 4 de
septiembre de 2002, radicación 15884 y sentencia de casación, 26 de enero de 2005,
radicación 15834.

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Pretender hacer aparecer al procesado como ajeno a la


ejecución del punible de falsedad ideológica en documento público
argumentando de manera enunciativa que sí firmó dicho
documento público, pero que ignoró cuál fue la persona que se
encargó de llenar los espacios, traduce un desdén con la propia
verdad correspondiente con el cadáver objeto de inspección
consignada en esa acta y esas expresiones, antes que excluirlo del
punible en mención, por el contrario, lo hace mas incurso pues los
funcionarios públicos, y para el caso un fiscal, responden no solo
por su firma de manera exclusiva sino de los contenidos que con su
rúbrica certifican, máxime cuando con fundamento en dicha acta se
iba a adelantar un proceso penal, razones por las que se deberá
confirmar la sentencia en lo que dice relación con este delito.

Debe agregarse como respuesta al censor que los


cuestionamientos que efectúa la defensa por el hecho de no
haberse decretado por parte de la primera instancia la ampliación
de los testimonios de Wilberto (sic) Antonio Jiménez Álvarez, César
Alonso Molina Terán y Róbinson Asís Guerrero, en la finalidad de
haber verificado lo expresado por los mismos en las declaraciones
extrajudiciales rendidas ante Notario, en donde afirmaron que
colocaron su rúbrica en el acta que recogió sus manifestaciones sin
haber leído sus expresiones y que al final de la diligencia recibieron
de parte del Fiscal Sedano González una botella de wisky objeto
de una promesa anterior, si bien es cierto habría sido de utilidad

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escucharlos, en rigor no constituye una violación al principio de


investigación integral con la fuerza necesaria para llegar a
desestabilizar la estructura de la actual investigación, ni con la
potencialidad de generar una nulidad, pues desde el punto de vista
sustancial, la autoría responsable y el dominio del delito de
falsedad derivado, se soporta sin derruirse con los otros medios de
convicción.

B.- Del delito de prevaricato por acción.-

La imputación es este rubro es clara pues sin duda al haber


dispuesto el Fiscal MATEUS SARMIENTO la apertura de unas
diligencias previas a fines de investigar las causas de la muerte en
accidente de tránsito del denominado Franklin José Arregocés
Vega con base en un acta de inspección de cadáver afectada en
sus manifestaciones de verdad, ello implica una prevaricación
pues de la apariencia de la muerte de la citada víctima no era
dable haber abierto una investigación penal la cual culminó en una
decisión inhibitoria.

Es claro que todos los actos procesales de contenidos


sustanciales o los de instrucción y conocimiento incluido el de
apertura de investigación previa, deben estar revestidos del
principio de legalidad, categoría esta que no es de índole
exclusivamente formal sino que al interior de la misma se ligan sus
contenidos materiales de verdad concreta y singular, de lo cual se

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infiere que al haber procedido a proferir ese acto con fundamento


en un acta de inspección de cadáver cuyas descripciones estaban
afectadas con expresiones no correspondientes a la verdad
objetiva, y las cuales a la vista de los expertos reflejaban muchos
vacíos, lagunas e inconsistencias, se afectó el bien jurídico de la
administración pública, pues de esa manera se profirió una
resolución contraria a la ley.

Plantear que el aquí procesado fue trasladado como


funcionario a la ciudad de Ciénaga 9 días después de haber
proferido el acto de referencia, habiendo sido reemplazado por
otro fiscal quien el 18 de agosto de 2004 profirió resolución
inhibitoria, decisión por la cual se lamenta la defensa no se lo
investigó debiendo hacerlo, no deja de ser una inconformidad
menos que accesoria e intrascendente, pues el objeto de discusión
sustancial no reside en la resolución inhibitoria producido al final
sino en la de apertura de previas, razones por las que se deberá
confirmar la sentencia en lo que a este delito corresponde.

C.- No obstante que el impugnante se abstuvo de desarrollar


argumentos en contra de la atribución del delito de fraude
procesal, desde la perspectiva de la prevalencia del derecho
sustancial tienen cabida las siguientes consideraciones.

Como su propio nombre lo indica, dicho delito es intra-


procesal, entendiéndose como una actuación judicial o

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administrativa en la que haya discusión de derechos de alguna


persona determinada, de donde se infiere que su autoría está
radicada de manera exclusiva en los sujetos procesales que
intervienen como partes al interior de un trámite de ese carácter.

La conducta material que caracteriza esta especie de delito


está dada en inducir por cualquier medio fraudulento en error a un
servidor público para obtener sentencia, resolución o acto
administrativo contrario a la ley. De lo anterior se sigue una
consideración adicional como es la referida al hecho que dichos
efectos al ser proferidos al interior de un proceso judicial o
administrativo son susceptibles de algún recurso, pues con ese
resultado el funcionario público pone fin tanto desde el punto de
vista procesal como sustancial a la discusión del derecho debatido
de que se trate.

La imputación fáctica atribuida al aquí procesado se radicó


en la sentencia de primer grado por el hecho de haber sido
remitido el 10 de diciembre de 2003 el oficio N° 823 a la doctora
Ada Luz Jiménez Peña, Notaria del Círculo de Plato (Magdalena),
una solicitud de inscripción en el libro de actas de defunción del
nombre de Franklin José Arregocés Vega, oficio que de manera
singular no fue suscrito por el Fiscal MATEUS SARMIENTO, sino por
el Jesús Guillermo Díaz Jarma en su calidad de Asistente Judicial I
de la Fiscalía en donde se adelantaban las diligencias previas
orientadas a esclarecer el fallecimiento de la persona en mención.

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Con la conducta así revelada podría llegar a decirse que con


dicho oficio de manera objetiva se consumó una inducción en
error, pero el resultado de inscripción en el libro de defunciones de
una persona, como acto en sí, no tiene la entidad, la naturaleza ni
la fuerza equiparada de sentencia, resolución ni menos de acto
administrativo.

Además, en el juicio de adecuación típica, debe


necesariamente tenerse en cuenta el bien jurídico al cual
pertenece o hace parte, y para el caso cuando se consuma un
fraude procesal, el que resulta afectado es el de la eficaz y recta
impartición de justicia. Los actos notariales de anotación en alguno
de los libros de nacimiento, estado civil o defunciones, si bien
producen efectos jurídicos, no son propiamente actos de
impartición de justicia en los términos inequívocos de que trata el
Titulo XVI del Código Penal, razones mas que suficientes por las
que se absolverá al procesado por este delito para el evento
inexistente.

C.- Del Delito de Estafa.-

En la actuación se tiene como un hecho cierto que a la


señora Piedad del Socorro Scaldaferro Silvera la compañía de
Seguros Bolívar S.A. en la fecha del 26 de junio de 2004 le
canceló por intermedio de su abogado la suma de $40.000.000.oo

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por concepto del pago de la póliza GR 50000 de la cual era


beneficiaria en un 100% y había sido tomada por Franklin José
Arregocés, efecto que en la primera instancia fue valorada como
“un montaje diseñado entre el procesado Mateus Sarmiento,
Franklin José Arregocés Vega, Juan Carlos Vides Salgado y José
María Arregocés Vega”, habiéndose afirmado que se trató de una
“clara distribución de tareas en esta empresa delictiva”,
consideraciones que condujeron a una imputación de coautoría en
el delito de estafa.

En esta figura se integran aspectos subjetivos y objetivos,


identificados los primeros en una comunidad de ánimo o acuerdo
común de orientado a la realización final del delito de que se trate
y, los segundos en la división del trabajo y la importancia de los
aportes.

En la coautoría el dominio de la conducta injusta no la ejerce


una sola persona sino todos los actores y por ello se habla de co-
dominio funcional del hecho. Los coautores dominan en parte y en
todo, de manera funcional e instrumental, la realización del delito
siempre que el hecho de cada uno constituya una contribución
consciente de importancia a la realización del objetivo criminal. La
contribución de cada coparticipe debe valorarse objetiva y
subjetivamente, y no solo de manera objetivada -simple suma de
los aportes concurrentes-, sino desde el punto de vista subjetivo
valorando la manifiesta comunidad de ánimos, aspecto que es

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imprescindible evaluar, mas no simplemente atribuirlo de forma


enunciativa.

En la coautoría por virtud del co-dominio funcional de la


conducta típica cada coautor domina todo el suceso en
colaboración armónica e instrumental con los otros intervinientes,
quienes están agrupados subjetivamente por el acuerdo de
voluntades orientado a la realización del delito o delitos en
singular, mas no indeterminados ni en general pues cuando esto
último ocurre lo que se vislumbran son los requisitos dogmáticos
del concierto para delinquir.

En la realización de un delito dependiendo de sus alcances,


envergadura o complejidad, cuando se trata de seleccionar los
medios a fin de su consumación, convergen uno o varios aspectos
objetivos los que valorados a posteriori puede decirse de ellos que
se trata de fenómenos necesarios en la dinámica causal.

Pero la sola concurrencia de esos fenómenos necesarios en


el decurso causal y ligados a una persona determinada, no traduce
de por sí que se hubiese tratado de una colaboración consciente
necesaria, ni de una división acordada del trabajo en los aportes
de importancia.

En el asunto objeto de examen desde el punto de vista


objetivo concurrieron varios sucesos necesarios y secuenciales,

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los cuales finalmente condujeron a que Seguros Bolívar cancelara


a Piedad del Socorro Sacaldaferro la suma de $40.000.000.oo,
valor cuya reclamación la tramitó ante esa empresa a través de un
apoderado de confianza.

Después de la consumación de los delitos de falsedad


ideológica en documento público y prevaricato por acción tuvieron
ocurrencia otros comportamientos realizados por diferentes
personas, hechos que integrados condujeron a la reclamación de
la suma mencionada, de lo cual se puede inferir que las conductas
engañosas del procesado se constituyeron en presupuesto
material de los actos siguientes desplegados por terceros,
habiéndose conformado un conjunto a través del cual se indujo en
error a Seguros Bolívar, empresa que mediante la orden de pago
N° 1510004799, de junio 26 de 2004, canceló por intermedio de
abogado a la señora Piedad del Socorro Scaldaferro Silvera la
suma de $40.000.000.oo.

Teniendo una visión integrada sobre el co-dominio funcional


de la conducta de estafa puede afirmarse que los
comportamientos realizados en forma directa por el aquí
procesado, sus acciones no fueron aislados sino que por el
contrario proyectaron su relación de causa a efecto hacia otros
que se tradujeron en aportes de importancia como necesarios en
la materialización de la estafa, al punto que sin aquellos no habría
sido posible su consumación, aspectos convergentes de los cuales

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se puede llegar a inferir en forma razonada el acuerdo de


voluntades expresada en una relación de coautoría dolosa en lo
que a este delito se refiere, razones suficientes por las que se
deberá confirmar la sentencia respecto de este hecho punible.

Punibilidad.-

En atención a la absolución que se hace del delito de fraude


procesal se debe efectuar una nueva dosificación punitiva.

Para el evento se tiene que el delito de falsedad ideológica


en documento público del artículo 286 comporta una pena de
cuatro (4) a ocho (8) años de prisión e inhabilitación de derechos y
funciones públicas de cinco (5) a diez (10) años, el de prevaricato
por acción del artículo 413, prisión de tres (3) a ocho (8) años de
prisión, multa de cincuenta (50) doscientos (200) salarios mínimos
legales mensuales e inhabilitación de derechos y funciones
públicas de (5) a ocho (8) años, y el de estafa del artículo 246,
prisión de dos a ocho años y multa de cincuenta (50) a mil (1.000)
salarios mínimos legales mensuales.

Se trata de un concurso de delitos en el cual el delito que


tiene señalada la pena mínima mas grave es el de falsedad en
documento público con pena de cuatro (4) años, es decir cuarenta
y ocho (48) años.

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De acuerdo al artículo 61 de la Ley 599 de 2000, los cuartos


dan el siguiente resultado:

Cuarto mínimo: 48 meses a 60 meses de prisión.


Primer cuarto medio: 60 meses y un día a 72 meses de
prisión.
Segundo cuarto medio: 72 meses un día a 84 meses de
prisión.
Cuarto máximo: 84 meses un día a 96 meses de prisión.

En la actuación no le fueron atribuidas al procesado


circunstancias de mayor punibilidad; además, como se tiene que
carece de antecedentes penales se impone que la selección de la
pena debe darse al interior del primer cuarto mínimo.

Sin duda se trató de comportamientos revestidos de


gravedad los cuales se hallan insitos en el actuar que condujo a la
materialización de los tres delitos por los que ahora se lo condena.

En esa medida habrá de imponerse una sanción de


cincuenta (50) meses por la consumación del delito de falsedad
ideológica en documento público, pero como se trata de un
concurso con el de prevaricato por acción y estafa, se aumentará
en los términos del artículo 31 ejusdem en treinta (30) meses para
un total de ochenta (80) meses de prisión, a su vez se le impone
multa de cuarenta (40) salarios mínimos legales mensuales y la

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accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y


funciones públicas por igual término de la pena principal, mientras
que la condena por perjuicios permanecerá, lo mismo que la
negativa a conceder los subrogados penales toda vez que los
argumentos del a-quo se mantienen incólumes y no se cumple el
factor objetivo de la cantidad de pena irrogada.

A mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de


Casación Penal, administrando justicia en nombre de la República
y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

1°. MODIFICAR la sentencia objeto del recurso de apelación


interpuesto por el defensor del procesado JOSÉ RAYMUNDO MATEUS
SARMIENTO, para ABSOLVERLO del delito de fraude procesal.

2°. CONFIRMAR la sentencia respecto de los delitos de


falsedad ideológica en documento público, prevaricato por acción y
estafa, para lo cual se le impone una pena de ochenta (80) meses
de prisión, multa de cuarenta (40) salarios mínimos legales
mensuales vigentes y la accesoria de inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas por igual término de la
pena principal, lo mismo que la condena en perjuicios.

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3°. CONFIRMARLA en todo lo demás.

4°. RECONOCER a JOSÉ RAYMUNDO MATEUS SARMIENTO el


tiempo cumplido en privación efectiva de la libertad y en detención
domiciliaria como parte cumplida de la pena.

Cópiese, notifíquese y cúmplase.

SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ ALFREDO GÓMEZ QUINTERO

MARIA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN

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JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS YESID RAMÍREZ BASTIDAS

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTIZ

TERESA RUIZ NÚÑEZ


Secretaria.

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