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Este documento resume y critica un artículo escrito por Héctor Pineda titulado "Bogotá zarrapastrosa". El autor del resumen está de acuerdo en que partes de Bogotá están deterioradas, pero argumenta que la culpa no recae completamente en los residentes de bajos ingresos y que la educación, no las quejas, es la clave para mejorar la ciudad. También señala que otros sectores de Bogotá no están en mal estado y critica la actitud peyorativa de Pineda hacia aquellos que no comparten sus gust
Este documento resume y critica un artículo escrito por Héctor Pineda titulado "Bogotá zarrapastrosa". El autor del resumen está de acuerdo en que partes de Bogotá están deterioradas, pero argumenta que la culpa no recae completamente en los residentes de bajos ingresos y que la educación, no las quejas, es la clave para mejorar la ciudad. También señala que otros sectores de Bogotá no están en mal estado y critica la actitud peyorativa de Pineda hacia aquellos que no comparten sus gust
Este documento resume y critica un artículo escrito por Héctor Pineda titulado "Bogotá zarrapastrosa". El autor del resumen está de acuerdo en que partes de Bogotá están deterioradas, pero argumenta que la culpa no recae completamente en los residentes de bajos ingresos y que la educación, no las quejas, es la clave para mejorar la ciudad. También señala que otros sectores de Bogotá no están en mal estado y critica la actitud peyorativa de Pineda hacia aquellos que no comparten sus gust
Comentario crítico al texto Bogotá zarrapastrosa de Héctor Pineda
El político colombiano oriundo de La Arenosa, Héctor Pineda, fue vocero de los
acuerdos de paz firmados entre el gobierno del presidente Virgilio Barco y el Movimiento 19 de Abril en 1989. Elegido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por la Alianza Democrática M-19 en 1991, ha sido coautor del ordenamiento territorial en la Constitución Política de Colombia. Se ha desempeñado en ser columnista y comentarista editorial en varios medios de comunicación. Con estas características, el barranquillero escribe el once de enero del dos mil once su artículo “Bogotá zarrapastrosa”, columna del diario El Espectador en el cual analiza el ingente deterioro de la capital colombiana. Pienso que el autor del texto tiene razón en que Bogotá está muy destrozada, sucia, insalubre y contaminada, pero solamente en sus zonas más populares y en el casco histórico. No obstante, la culpa (como parece él evidenciar) no reside cien por ciento en los que manifiestan tal estado cívico, sino que las causas de los problemas que expone son mucho más antiguas. Por eso, el escrito de Pineda revela malestar psicológico que no conduce a ningún lugar, puesto que provoca mayor mal no proponiendo soluciones a las cuestiones que plantea. Le preguntó al autor para que reflexione: ¿cuáles serían los posibles remedios para mejorar esas condiciones que son el principio de lo zarrapastroso en Bogotá? ¿por qué no promueve la dignidad humana, en vez de quejarse sin sugerir algo? Por otro lado, refutando los argumentos que el autor expone para aseverar que la capital es zarrapastrosa, creo que ingerir alimentos típicos no es algo que evidencie incultura. Al contrario, muestran el valor de la gastronomía autóctona que una región posee. También, hay que entender que el problema no está en la forma de comer, sino en educar. Además, el conflicto social en Colombia es demasiado enorme para exigir cosas no tan trascendentes a quienes han sufrido tales dificultades. Es de común entendimiento que, para vivir verdaderamente en una democracia, se requiere una educación mínima para asumir y ejercer la ciudadanía. Empero, los instruidos son la minoría. En vez de minusvalorar a aquellos que no tuvieron sus mismas oportunidades, es mejor proveerles la enseñanza para que sean igual o incluso mejor que uno mismo. Seguramente lo serían si tuvieran la ocasión para sobresalir como uno si la ha tenido. Y, en consonancia con esto, si las necesidades intelectuales de la persona no se cultivan es muy duro que haya cambio. Por tanto, la ayuda a los más necesitados es lo que hay que realizar si se quiere erradicar lo zarrapastroso que él ve y critica en Bogotá. Cuando Héctor Pineda alude a la capital del país vecino a Venezuela, pareciera que el estado lúgubre, tétrico y desastroso se apreciara en toda la urbe y eso no es verídico. ¿Acaso no ha estado en Chicó, Usaquén, Santa Bárbara, Santa Ana, Los Rosales, por el Norte o sitios afines? La ciudad fundada por Fray Bartolomé de las Casas goza de cuantiosos sectores en los cuales las buenas condiciones no son echadas de menos. Por otra parte, en el momento en el que el columnista barranquillero asevera que “aquel o aquella que añora “las empanadas de doña Tere”, o la rabadilla de gallina criolla del restaurante ubicado en Chapinero Alto, o el desayuno con espinazo de cerdo mientras pasea por el museo parisino, o se toma una foto recostado en las rejas del Palacio imperial de la corona inglesa, ese que se siente orgulloso de emborracharse con aguardiente anisado, sin duda, es un personaje de la Bogotá zarrapastrosa” 1 no está diáfano el concepto de que la forma de comportarse no tiene por qué ser igual en condiciones desemejantes. No digo que llevar una conducta diferente signifique la obligación de formular expresiones soeces o mordaces. Empero, la erudición y la finura no son rígidas ni clasistas, mas sí caritativas en la comprensión hacia los demás. Esto lo menciono debido a que el autor, a pesar de su advertencia en que no es discriminador con los variados estratos sociales, sí se muestra, como escritor, con una actitud totalmente peyorativa a los que no son como reflejados en los argumentos redactados en el artículo. Le pregunto a él: ¿acaso usted no se ha ventoseado en su hogar, o no dice (o ha dicho) una vulgaridad con sus amigos o ha comido algo que todo colombiano, por el hecho de serlo, conoce? Después de todo lo anterior, debo iniciar el cierre de este escrito con que la comida típica ni las personas de baja condición social son totalmente responsables de la situación zarrapastrosa de Bogotá. La educación es la clave si se añora una urbe moderna y culta, 1 Héctor Pineda. Bogotá Zarrapastrosa. Artículo publicado el once de enero del dos mil trece en el periódico El Espectador. como se ve en ciertos sectores del núcleo urbano en donde la ciudadanía se palpa. Estoy de acuerdo en que la capital colombiana no es la Atenas sudamericana como muchos dicen por ahí y le queda grande tal apelativo. Es cierto que hay mucho sucio y asquerosidad en demasiadas zonas. Pero quejarse no es la solución. ¿Qué se hace para mejorar? Quizá no se pueda realizar mucho, pero si se intenta (al menos en el entorno en el que cada uno se desenvuelve) ya se habrá logrado algo. También, una de las cosas más bellas de la vida es la multiplicidad en las personas. La pluralidad y heterogeneidad en los gustos o en las clases de existencia hace la vida más vida, lo cual evita lo tedioso de la uniformidad en los seres humanos. La plenitud de una persona comienza en el instante en que se es consciente de la unicidad propia y de la diferencia con los otros. Hay que aceptar quien se es, aunque con objetivos y metas grandes. Por eso José Ortega y Gasset afirma: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. Salvar las circunstancias, las apariencias, los fenómenos. Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea”2 .
2 Ortega y Gasset, José. Meditaciones del Quijote. 1914