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Discípulos Responsables

Manual para la
Organización y Desarrollo
de Grupos de Discipulado
Cristiano en la Iglesia
Local

David Lowes Watson

Aplicación de los principios de las clases del metodismo


primitivo a los pequeños "Grupos del Pacto Discipular"
para su respaldo mutuo y colaboración en el
cumplimiento de su misión en el mundo de hoy.

DI)CIPLESHIP RE)OURCB
MATERIALS FQR GRQWTH IN CHRISTIAN FAITH ANO LlFE

P.O. Box 189 • Nashville. TN 37202 • Phone (615) 340-7284


DISCÍPULOS RESPONSABLES, por David Lowes Watson. Copyright © 1986 por
Ediciones Discipulado ("Discipleship Resources"). Todos los derechos están reservados.
Ninguna porción de este libro puede ser reproducida de ningún modo sin permiso escrito,
excepto en casos de citas breves incluidas en reseñas o artículos críticos. Para mayor
información, dirigirse a Ediciones Discipulado ("Discipleship Resources"), P O. Box 840,
Nashville, TN 37202, USA. Impreso en los Estados Unidos de Norte América.

Todas las citas bíblicas están tomadas de la Versión de Reina-Valera, Revisión de 1960,
excepto cuando se indica algo diferente.

ACCOUNTABLE DISCIPLESHIP Revised Edition. By David Lowes Watson. Copyright


© 1984 by Discipleship Resources. All rights reserved. No part of this book may be
reproduced in any manner whatsoever without permission, except in the case 01 briel
quotations embodied in critical articles or reviews. For inlormation address Discipleship
Resources Editorial Offices, P O. Box 840, Nashville, TN 37202, USA. Printed in the
United States of North America.

Revisado 1991.

Traducido por Guillermo Debrot y Esther Haller.

Editado por Donna Laubach Moros.

F023B
..
Indice

Prefacio vi

Prólogo ix
INTRODUCCIÓN: El Desafío del Testimonio Cristiano
El Costo del Discipulado 2
La Angustia del Discipulado 5
El Poder del Discipulado 6
La Tarea del Discipulado 8
La Esperanza del Discipulado 9
La Condición del Discipulado 11
La Práctica del Discipulado 13
Un Modelo para el Discipulado 15
PRIMERA PARTE: EL DISCIPULADO EN LOS PRIMEROS
TIEMPOS DEL METODISMO
CAPÍTULO UNO: Cómo Entendía Wesley el Discipulado Cristiano
Gracia y Obediencia en la Vida Cristiana 19
Wesley y la Tradición Cristiana 21
La Tensión de la Posición Eclesiástica de Wesley 22
CAPÍTULO DOS: Modelos Formativos del Discipulado
Piedad Práctica: Las Sociedades Religiosas 26
Piedad Comunitaria: Los Moravos 28
La Piedad en los Albores del Metodismo: Sociedades y
Bandas 30
CAPÍTULO TRES: Cómo Entendía Wesley la Gracia
Seguridad Cristiana y Discipulado Cristiano 33
Madurez Cristiana y Obediencia Cristiana 35

Confraternidad Cristiana y Responsabilidad Cristiana 37


CAPÍTULO CUATRO: Discipulado Metodista: Responsabilidad
Mutua
La Reunión de la Clase 39
El Líder de la Clase 40

Las Reglas Generales: Obras de Misericordia y Obras de


Piedad 42
Crecimiento Espiritual: Madurez en la Obediencia 43

CAPÍTULO CINCO: La Reunión de la Clase en la Actualidad


El Llamado al Compromiso 46

El Sentido de Responsabilidad en la Reunión de la Clase 47

El Sentido de Responsabilidad en la Iglesia Actual 50

El Llamado a un Discipulado Costoso 55


Un Eco de la Reunión de la Clase 56
Un Llamado Renovado al Compromiso 58

SEGUNDA PARTE: GRUPOS DEL PACTO DISCIPULAR


CAPÍTULO SEIS: Formación de Grupos del Pacto Discipular

1. Presentando la Idea a la Congregación 63

2. El Grupo Piloto 64

3. La Redacción del Pacto 66


4. El Compromiso con el Grupo 72

5. La Duración del Proceso Piloto 73


CAPÍTULO SIETE: La Reunión de Grupo

1. La Hora y el Lugar 75
2. El Líder 75
3. El Desarrollo de la Reunión 76
4. La Dinámica de Grupo 77
5. Resumen de una Reunión de un Grupo del Pacto 79
CAPÍTULO OCHO: El Liderazgo del Grupo
1. Dirigiendo la Reunión del Grupo 88
2. Desarrollando el Sentido de Responsabilidad del Grupo 89
3. Dirigiendo al Grupo 92
CAPÍTULO NUEVE: Ofreciendo los Grupos a la Congregación
1. Un Fin de Semana de los Grupos del Pacto 94
2. Organizando los Grupos 98
3. Los Miembros del Grupo 99
CAPÍTULO DIEZ: Respondiendo a las Objeciones 102
CAPÍTULO ONCE: Los Grupos de Discipulado Cristiano en la Vida
y el Trabajo de la Iglesia 108

CAPÍTULO DOCE: Grupos del Pacto Discipular y las Reuniones de


las Clases de los Primeros Metodistas
Diferencias 112
Semejanzas 114
CONCLUSIÓN: Dos Advertencias y una Promesa
La Indiferencia 116
La Complacencia 117
La Promesa de Gracia 117
REFERENCIAS 119
Prefacio

Esta breve guía para los Grupos del Pacto Discipular sigue un impor-
tante modelo: "la reunión de la clase"* de los primeros metodistas.
Sigue también otro precedente wesleyano, ya que este concepto de
discípulos del pacto se desarrolló originalmente como respuesta a la
necesidad expresa de algunos cristianos que deseaban llegar a una
mayor consagración de su fe. Durante los últimos ocho años, se han
formado y desarrollado un número considerable de Grupos del Pacto.
Estos grupos han seguido las sencillas prácticas de la iglesia que el
tiempo ha consagrado como edificantes. Producir un manual para el
uso de estos grupos equivale simplemente a dar forma escrita a lo que
ellos han descubierto en sus reuniones semanales. En esta forma, es
posible también proporcionar materiales para que otros grupos puedan
aprender la forma de llegar a ser discípulos responsables.
Así ocurrió también con las reuniones de las clases de los primeros
metodistas. Aquellos grupos empezaron a formarse de una manera
espontánea más que planificada y se desarrollaron con un mínimo de
formalidad y con muy pocas reglas escritas establecidas. En realidad, la
impresión que recibimos de la obra de Wesley es que las guías escritas
que él dejó para las reuniones de las clases eran más bien ocasionales.
Lo importante era el compromiso y el testimonio práctico de aquéllos
que se reunían semana tras semana "para velar los unos por los otros
en amor".
Este manual ha sido preparado específicamente para ayudar en la
formación de los Grupos del Pacto Discipular en las iglesias locales. Por
este motivo, la presentación que en él se hace de este aspecto de los
orígenes del metodismo es muy general. Para aquéllos que se interesen
en estudiar y conocer con más detalle la historia y la teología de la
reunión de la clase, recomendamos un libro, del mismo autor, que es
complemento de este volumen: "The Early Methodist Class Meeting: Its
Origins and Significance" (disponible solamente en inglés), publicado
también por Discipleship Resources. Este libro incluye una serie com-
pleta de apéndices que presentan las reglas que seguían los primeros
metodistas; y algunas descripciones de las reuniones de la clase, las
cuales no son fáciles de encontrar en los libros de historia o de consulta.

*Nota del traductor: A través del texto c/ass meeting se traducirá como reunión de la
clase.

vi
El modelo que se ha usado para los Grupos del Pacto Discipular
empezó a tomar forma en la Iglesia Metodista Unida de Holly Springs,
en el Estado de Carolina del Norte,donde serví como pastor, mientras
escribía mi tesis doctoral en la Universidad de Duke sobre las primeras
reuniones de las clases. Desde entonces se ha presentado este modelo
de grupos a un considerable número de congregaciones en la Jurisdic-
ción Sur Central de la Iglesia Metodista Unida y en la Escuela de
Teología de Perkins, en la Universidad Metodista del Sur. Reciente-
mente este sistema de grupos ha llegado a ser el tema de un nuevo
curso de formación espiritual, que es requisito para todos los estudian-
tes en su primer año de estudios. En cada uno de estos casos,
el carácter práctico e inclusivo del modelo ha permitido que los par-
ticipantes se acepten entre sí, a pesar de los diferentes tipos de expe-
riencias religiosas que hayan tenido, apoyándose unos a otros en el
discipulado cristiano.
Son muchas las personas que, de una forma u otra, han tenido que
ver con el contenido de estas páginas. Deseo mencionar a dos de ellas.
Jim Beal, pastor de la Primera Iglesia Metodista Unida de Conway,
Estado de Arkansas, quien ha sido un constante promotor de este
método seguido por los grupos. En su propia congregación ha guiado el
desarrollo de grupos y ha estimulado a otras congregaciones a adoptar-
los también. Debo mucho a él por su estímulo y compañerismo cris-
tiano. Merrill Hartman, abogado y consejero en Dalias, Estado de
Texas, es para mí un ejemplo del auténtico ministerio láico. Él ha
ejercido influencia en muchas vidas con su actitud abierta hacia la
gracia de Dios. He tenido muchas conversaciones con él acerca del
significado del llamado al discipulado cristiano, las cuales han enrique-
cido grandemente mi propio peregrinaje espiritual.
Como el mismo Wesley lo reconoció hace doscientos años, la
"reunión de la clase" no era nada nuevo en la iglesia; tampoco son
nuevos los Grupos del Pacto Discipular. Sin embargo, son un medio de
gracia que constantemente caen en el descuido. Estoy firmemente
convencido de que los debemos usar una vez más como un medio de
responder al llamado a ser discípulos en el mundo de hoy.
Escuela de Teología de Perkins Septiembre de 1983
Dalias, Texas

vii
Prefacio a la Edición en Español

En 1984, los Grupos del Pacto Discipular fueron adoptados por la


Junta General de Discipulado como un programa de la Iglesia
Metodista Unida de los EE.UU. Esto ha ocasionado el uso difundido de
Accountable Discipleship y la necesidad de producir una edición
castellana para que los grupos le sean más alcanzables a la comunidad
hispana de Norte América.
Otra razón para producir tal edición es el diálogo tan estimulante que
se ha desarrollado en cuanto a los grupos con las iglesias metodistas de
Lationamérica. Los grupos pequeños, y especialmente las Com-
unidades de Base, han llegado a desempeñar un papel importante en la
vida y obra de la Iglesia Católica Romana en Lationamérica, y los
metodistas son rápidos para discernir las semejanzas entre éstos y los
grupos del Pacto Discipular. Sin embargo, hay unas diferencias muy
significantes. Por esta razón el diálogo actual tiene mucho potencial.
Mortimer Arias explica todo esto y mucho más en el prólogo por el
cual le estoy muy agradecido. Ya conocido como obispo y erudito de su
iglesia, las palabras con que él honra esta edición dan testimonio
elocuente a su papel como uno de nuestros mayores estadistas.
Les doy gracias a mis colegas de la Junta General de Discipulado: al
Secretario general, Ezra Earl Jones, cuya iniciativa hizo posible que esta
dimensión de la tradición metodista estuviera de nuevo en la sangre de
la iglesia; a Ray Sells, por su dirección y apoyo a través del Centro de
Vida Congregacional, a Neil Alexander, Paul Franklyn, J. Lee Bonnet y
Mary Pugh en Discipleship Resources ("Recursos Discipulado") que
han guiado la producción de este libro; y a Esther Haller, Guillermo
Debrot y Donna Laubach de Moros por la traducción y redacción
sensibles.

Junta General de Discipulado diciembre, 1986


Nashville, Tennessee, EE. Uu.

viii
Prólogo

Hace ya unos cuantos años que leí un trabajo del teólogo metodista
argentino José Míguez Bonina, en el que sugería que tal vez debería-
mos volver al primitivo modelo metodista de la "ecclesiola in ecclesia"
en nuestra búsqueda de la renovación de la iglesia. Sin embargo, hasta
leer la tesis doctoral del Dr. David Lowes Watson, nunca tuve una visión
clara de lo que eran las famosas "reuniones de clase" y las "bandas" del
metodismo primitivo, de las que había encontrado constantes mencio-
nes en la literatura histórica metodista. Ahora, el Dr. Watson, pastor
metodista británico y profesor de evangelismo en los Estados Unidos, y
actual Presidente de la Academia de Profesores de Evangelismo en
aquel país, nos ofrece esa tesis en forma accesible para el pueblo
evangélico en general, y metodista en particular.
Desde hace un tiempo, también en publicaciones y talleres de evan-
gelismo del Concilio Mundial Metodista, se viene hablando de la forma-
ción de "grupos del Pacto", o "grupos de discipulado cristiano", como
una estrategia fundamental para la evangelización en y a través de
nuestras iglesias. Alan Walker, el conocido evangelista australiano ha
insistido en este aspecto y ha publicado un librito sobre diversas expe-
riencias de discipulado alrededor del mundo, con el título Haciendo
Discípulos. La literatura evangelística de los últimos años abunda en
exhortaciones y recomendaciones sobre la evangelización por medio de
grupos de discipulado cristiano. Pero debo reconocer que hasta leer la
presente obra de David Lowes Watson-quien dirige el programa de
formación de grupos del Pacto desde la Junta de Discipulado de la
Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos con sede en Nashville-
no había encontrado algo tan claro y tan práctico sobre cómo comen-
zar y trabajar con tales grupos. El modelo propuesto tiene el valor
adicional de haber sido probrado y estar siendo probado en la actuali-
dad. No es una receta improvisada ni un producto farmacéutico que no
haya sido probado con "pacientes" reales de nuestras iglesias, tal como
son en la actualidad. En este sentido deberíamos leer con cuidado la
Introducción que trata de nuestro contexto de hoy y el desafío actual a
recuperar el discipulado bíblico y evangélico.
Por otra parte, hoy en día se escribe y habla mucho de las llamadas
"comunidades eclesiales de base" (CEB), especialmente en relación
con su fenomenal desarrollo en América Latina en las últimas dos

ix
décadas (se las calcula en 300.000 entre todos los países del sur del
hemisferio). Estos grupos de cristianos en la base, formados y dirigidos
por laicos, centrados en el estudio de la Escritura en intima relación con
los problemas que vive la comunidad, se han convertido en una fuerza
de renovación de la iglesia y la sociedad, especialmente en situaciones
de pobreza, de opresión, de marginalidad y represión. Pablo VI saludó a
las CEB en su memorable Exhortación Apostólica sobre "La Evan-
gelización del Mundo Hoy", como "una esperanza para la Iglesia Uni-
versal". Y las conferencias episcopales católicas de Medelllín (1968) y
Puebla (1979) reconocieron que las CEB constituyen realmente la
"célula básica" de la Iglesia y que son "núcleo de evangelización y
promoción humana ". Pero las CEB son un fenómeno mayormente
católico y con asiento en las comunidades naturales: pueblos, barrios,
núcleos obreros o campesinos, zonas de emergencia en los cinturones
de las grandes cuidades, etc. No se parecen mucho a nuestras con-
gregaciones evangélicas de clase media, y el modelo de las CEB-
como algunas orquídeas u otras flores delicadas-no ha resultado
fácilmente trasplantable a otro ambiente y contexto social.
Guillermo Cook, un hombre que ha dedicado su vida a trabajar en
América Latina, en el area evangelística y pastoral, ha escrito una tesis
muy completa sobre las comunidades de base en el Brasil. Ha sido
publicada en inglés, por Orbis de Nueva York, con el título The Expec-
tation of the Poor. En su estudio, Cook muestra los antecedentes
protestantes de las comunidades de base, con particular referencia a las
sociedades religiosas y las "reuniones de clase" de la época de Juan
Wesley. Cook plantea el desafío misionológico de este modelo, tanto
para la Iglesia Católica como para las iglesias evangélicas de nuestro
día. El libro de David Lowes Watson viene a ser una respuesta muy
concreta a ese desafío, desde tiendas metodistas, pero que tiene indu-
dable validez para cualquier otra iglesia.
Este libro, popularización de una tesis doctoral, tiene un gran valor
histórico. Nos cuenta la fascinante historia de como las "reuniones de
clase" y "bandas" dieron "músculo" al movimiento metodista del siglo
XVIII, que habría que afectar a todas las iglesias evangélicas del viejo y
del nuevo continente. Una historia aleccionadora, por cuanto nos revela
la importancia fundamental de la participación laica y la necesidad de
contar con estructuras específicas para el discipluado cristiano.
Pero, además, Watson nos da los fundamentos teológicos del modelo
de Wesley. Por un lado, una eclesiolog'a abierta y f1exible- "la eccle-
siola in ecclesia"-que permite la formación de "sociedades" o
"grupos de diScipulado" dentro de la Iglesia, utilizando todos los

x
"medios de gracia" que ofrece la "ecclesia" y toda la creatividad,
disciplina y efectividad que posibilita la "ecclesiola".
Watson nos permite también asomarnos a la espiritualidad que
inspira este modelo: una espiritualidad que nos habilita para vivir
nuestra vida cristiana no en retiro y aislamiento, como en los movimien-
tos monásticos o en las comunidades espirituales evangélicas, sino en
medio del mundo. Los miembros de las "sociedades" de Wesley-
obreros, amas de casa, sirvientes, empleados y desocupados-no
podían darse el lujo de una espiritualidad para selectos. Podríamos
decir, utilizando la frase de Dietrich Bonhoeffer, que se trataba de "una
espiritualidad mundana". Esto era parte de la novedad del movimiento
wesleyano.
En realidad, las "reuniones de clase" fueron un invento práctico para
atender un problema pastoral: cómo responder a las necesidades con-
cretas de tanta gente que aceptaba el evangelio y se plegaba al aviva-
miento, y cómo ayudar a crecer en la fe y a "madurar en la fe". Pero,
detrás de la necesidad pastoral práctica, está una concepción teológica
fundamental: la de que la justificación por la fe no puede separarse de
la santificación (que Watson traduce también como "madurez en la fe").
Las Reglas Generales, que Juan Wesley estableció para los miembros
de sus sociedades, precisamente apuntan a la santificación: a la aplica-
ción del evangelio a todos los aspectos de la vida, a moverse desde "la
forma de la piedad" al "poder de la piedad". O sea¡ la permanente
conversión de los cristianos!
Debido a este enorme valor histórico y teológico, este librito de
Watson está llamado a convertirse en un texto obligado de estudio para
pastores, seminaristas, y líderes laicos metodistas que quieran conocer
mejor su herencia y apropiarse de ella en nuestro contexto actual.
Pero, no escapará a ningún lector, que el valor inmediato de este
instrumento está en su carácter eminentemente práctico: destinado a
grupos formados y por formarse. (Los interesados en esta parte práctica
pueden leer primero la Segunda Parte, capítulos 6 y 7.)
Habrá que hacer una advertencia: así como no es fácil trasplantar las
CEB a contextos diferentes, tampoco será fácil trasplantar modelos del
siglo XVIII al siglo XX, de Inglaterra a los Estados Unidos o a la América
Latina, o de los anglosajones a los hispanos. Y por consiguiente ha
hecho un esfuerzo mayúsculo en buscar formas contemporáneas equi-
valentes. Han sido probadas y están siendo probadas. Pero la última
palabra la tendrán los grupos mismos de discipulado que se vayan
formando. Podrán tomar formas muy diferentes y otras disciplinas y
enfoques. Pero éste es, precisamente, el sentido bíblico del discipulado:

xi
que debe ser encarnado en personas en grupos y en contextos particu-
lares.
Eso sí, si esta vez no hacemos nada al respecto, no será por falta de
conocimientos, de modelos y de ejemplos. Será porque no queremos o
no nos atrevemos.
El discipulado es para los que quieren y los que se atreven.

Mortimer Arias
Seminario Bíblico Latinoamericano
San José, COSTA RICA, América Central

xii
Introducción
El Desafio del
Testimonio Cristiano

Nunca ha sido fácil ser cristiano, y las postrimerías del siglo viente no
son una excepción. Conjuntamente con los cristianos de todas las
épocas, quienes queremos ser fieles seguidores de Jesucristo nos halla-
mos viviendo en una tensión constante. Oímos el llamado del carpin-
tero de Nazaret y respondemos con arrepentimiento y gozo a su oferta
de salvación. Pero a medida que vivimos esta salvación el llamado se
hace cada vez más directo y desconcertante. Mientras más conocemos
acerca de la vida y enseñanzas de este Hombre que estuvo de fiesta en
matrimonios judiós, que participó en banquetes judíos, que anduvo por
los caminos de Palestina y que sudó como todos los judíos, más
descubrimos que Su llamado es una invitación al discipulado, el cual no
deja nada en duda, pero a la vez ofrece una gran apertura.
Jesús estipula una sola condición, pero ésta demuestra ser incondicio-
nal: una obediencia que confía. "Síganme", les dijo a Simón y a Andrés
(Mateo 4:18-22). No les dio tiempo para descubrir si aquello les gustaría,
ni discutió con ellos posibles beneficios. No hubo mención alguna de la
posibilidad de alcanzar una vida plena o de lograr una personalidad
íntegra. La recompensa por seguir a este rabino tan particular sería, ni
más ni menos, que el privilegio de tomar parte en su trabajo.
Con el trancurrir del tiempo, sus seguidores verían con claridad cuán
rica era esa recompensa; pero tal recompensa no sería ni podía ser el
motivo para responder a su llamado. La decisión de seguir a Jesús de
Nazaret significaba correr un riesgo sin paralelos, requería la voluntad
de abandonar todo lo que el mundo consideraba importante, a cambio
de las cosas que eran de importancia eterna. Sus parábolas y enseñan-
zas lo expusieron claramente, una y otra vez: el tesoro escondido
(Mateo 13:44), el hombre que edificó graneros cada vez más grandes
(Lucas 12:13-21), el hijo pródigo (Lucas 15:11-32), y la dura declaración
de que el seguirle con integridad significaría, que uno aborreciera a su
propia familia y amistades (Lucas 14:26).

1
2 Discípulos Responsables

El propósito de unirse a Jesús tenía que ser el de compartir la visión


que él tenía de una Nueva Era para este planeta, y la convicción de que
él era quien la habría de producir. Su palabra para designar esta visión
era el reino, un tiempo en el que la voluntad de Dios se haría verdade-
ramente en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10). Una Nueva Era, en
la cual Dios sería reconocido verdaderamente como Dios por todos los
seres humanos, desde el más pequeño hasta el más grande (Jeremías
31:34). Una Nueva Era, en la cual el lobo viviría con el cordero, el
leopardo se recostaría aliado del cabrito, el león comería paja como el
buey, y la tierra estaría tan llena del conocimiento de Dios, como las
aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9). Una Nueva Era, de buenas nuevas
para los pobres, de libertad para los cautivos, de vista para los ciegos, de
libertad para los oprimidos (Lucas 4:18 y 19). Una Nueva Era, en la
que no habría judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni hembra (Gálatas
3:28).
y "ahora" era el tiempo para eso. La visión profética del futuro se
había hecho realidad presente en la persona de Jesucristo. Ahora era el
Año del Jubileo. "Ahora" estaba cerca la Nueva Era (Lucas 4:21).

El Costo del Discipulado


Sabemos que, en última instancia esta visión fue la causante de que
lo ejecutaran, y sabemos que muchos de sus seguidores, a lo largo de
los siglos, han dado la vida en su servicio. Una vez más, las postrimerías
del siglo veinte no son una excepción. Para los cristianos en el mundo
de hoy, el discipulado exige un alto precio a la medida en que se
enfrentan con la dura realidad de la injusticia y la opresión. Sus historias
nos llegan con perturbadora regularidad: un Arzobispo de la Iglesia
Católica es asesinado frente al altar de su iglesia en San Salvador,
mientras celebra la misa; un Obispo metodista en Bolivia, es apresado,
interrogado y exiliado; cristianos pentecostales en Rusia, se convierten
en refugiados del orden político en su propio país; líderes de la iglesia
en Sudáfrica, luchan contra un legado de opresión racial y buscan inte-
gridad en su testimonio cristiano. Y en los Estados Unidos, detrás de los
profetas de la década de los años sesenta, hubo miles de personas
anónimas cuyo testimonio, dado a menudo a costa de encarcelamien-
tos, abusos físicos, y arriesgando sus propias vidas, condujo a esa
nación a una renovada comprensión de su herencia de libertad y justicia
para todos.
Para los que vivimos en los Estados Unidos y pertenecemos a lo que
Introducción 3

se conoce comúnmente como la Iglesia Protestante Histórica esta situa-


ción nos presenta un dilema muy real. Tratamos de mantener un
testimonio fiel de nuestra vida y trabajo, pero estamos altamente cons-
cientes de que nuestro discipulado cristiano es, en términos generales,
mucho menos costoso y mucho menos dramático que el de los cris-
tianos en otras partes del mundo. Somos víctimas de la garra sutil de la
afluencia tecnológica, a pesar de que nuestra participación en ella sea
bastante modesta. Una lista de los desafíos que confrontamos proba-
blemente incluiría los siguientes problemas: las madres solteras; la gula
desmedida; el abuso de las drogas por parte de los adolescentes; la
adicción al video; el desempleo; y la tensión nerviosa producida por la
competencia profesional. Nos desgastamos tanto, haciéndole frente a
la lucha diaria por sobrevivir a las presiones de esta afluencia, que pa-
rece como si no tuviéramos energía-física, emocional, intelectual o
espiritual-para involucrarnos más en las luchas de los mártires en
nuestro propio país, y aún menos en el resto del mundo.
Además de los cristianos que comparten esta afluencia tecnológica,
hay otros que no lo hacen pero que también sienten la frustración del
mismo dilema, aunque ésta se manifiesta de modo diferente. En
muchos países hay problemas políticos que son casi completamente
incomprensibles e imposibles de imaginar para la mayoría de los cris-
tianos afluentes. Entre estos problemas podemos mencionar la opresión
brutal de las dictaduras políticas y el uso frecuente de la tortura para
imponer la ideología y las leyes del gobierno. También en la mayoría de
estos países-ya veces en otros-existe opresión económica producto
de sistemas injustos que les roban a los pobres, muchas veces hasta el
derecho a ganarse la vida. Sin embargo, dentro de esos sistemas,
existen también problemas personales que resultan del vivir en una
sociedad imperfecta. Algunos problemas que los azotan son semejantes
a los nuestros: las madres solteras, el abuso de las drogas y el alcohol, el
desempleo. Y por encima de ésto están los problemas de las protestas y
los paros que interrumpen la vida diaria. ¿Cómo vive uno, como
cristiano, en una sociedad donde la lucha por sobrevivir le invita a
participar en la violencia, la corrupción, el soborno y la mentira,
especialmente cuando parece que uno está perdiendo la lucha? Lo
perturbador del dilema es que a veces parecen existir razones para
participar en tal comportamiento, razones tales como el deseo y el
deber de dar de comer a los hijos, el mantener unidos a los miembros
de la familia, el no tener los recursos económicos para consiguir lo
necesario de la vida. Estos cristianos viven de un día para otro, enfren-
tando las crisis que parecen destruir el frágil equilibrio entre el sobrevivir
4 Discípulos Responsables

y el sucumbir, entre la esperanza y la desesperanza. Muchos de los pro-


blemas del Segundo y del Tercer Mundos provienen del descuido en
que ha caído el Primer Mundo al no rectificar situaciones injustas dentro
de sus propios sistemas. Tal negligencia es involuntaria y muchas veces
es el resultado de que los cristianos afluentes del Primer Mundo no han
identificado tales situaciones como injustas y no han visto las corres-
pondientes implicaciones para los demás países.
Así como los cristianos "afluentes" del Primer Mundo son atrapados
por la afluencia de su sociedad, los demás en otras partes son atrapados
por el estado de crisis constante en que viven. A nadie le sobra tiempo
ni energía para preocuparse por su prójimo y unirse a otros para
trabajar cristianamente por la justicia y por la paz en el mundo.
Tampoco nos ayuda el hecho de que nuestros problemas sean
repetidamente diagnosticados por sociólogos, psicólogos o profe-
sionales del púlpito. Conocemos nuestro dilema demasiado bien.
Aquellos que padecemos de sobrepeso, raramente nos sentimos ani-
mados por las noticias que nos recuerdan que cada dos segundos un ser
humano, en alguna parte del mundo, se muere de hambre. Quienes
somos padres de hijos e hijas adolescentes difícilmente nos sentiremos
alentados por la sombría advertencia de que la guerra nuclear es una
posibilidad real. Cuando la necesidad más aguda es conseguir el pan
diario, no nos ayuda que un teólogo nos indique lo injusto de nuestra
estructura social. Los que apenas podemos pagar la renta cada mes, no
nos animamos al saber que las inundaciones dejaron miles de dam-
nificados. Muy dentro de nosotros mismos sabemos que debiéramos
unirnos a los cristianos que protestan contra la carrera armamentista, o
a los que afirman que tal cosa es el modo más seguro para mantener el
balance del poder internacional. Sabemos que el no adoptar una
posición definida es la cúspide de la irresponsabilidad; sin embargo, eso
es exactamente lo que la mayoría de nosotros hacemos. Quienes
estamos sufriendo el problema del fracaso matrimonial, con disputas
amargas por la división de los bienes o la custodia de los hijos, no
siempre estamos en el estado psicológico para oír argumentos sobre las
mujeres que quieren liberarse de las relaciones dominadas por el
hombre; tampoco estamos favorablemente dispuestos a escuchar argu-
mentos en favor de la familia como una "institución cristiana" que ha de
mantenerse a toda costa.
No es que tales análisis y exhortaciones sean inaplicables. Por el
contrario, han demostrado ser el filo cortante del discipulado cristiano
en nuestro tiempo, recordándonos que el Evangelio impacta las relacio-
nes humanas y las estructuras sociales en todos los niveles de nuestra
Introducción 5

existencia. El dilema está en que, para la mayoría de nosotros, los


problemas son, a la vez, más terrenales y más urgentes. Confrontados
por esas presiones diarias tanto en el hogar como en el trabajo, nuestra
respuesta a una visión más amplia del discipulado, generalmente tiende
a ser una desesperación. "¿Qué puedo hacer yo en cuanto a los
problemas del mundo? ... ¿Como puedo hacer algo?"

La Angustia del Discipulado


Estas no son preguntas vanas. Muchos de nosotros las hacemos con
sinceridad, a veces con angustia, y de todo corazón desearíamos
encontrar las respuestas. A pesar de los efectos entumecedores de los
medios de comunicación, hemos sido conmovidos por las fotografías
de niños hambrientos que nos ven con ojos tristes y estómagos
dilatados. Las imágenes de los holocaustos de nuestro tiempo nos han
conmovido: las tumbas colectivas, las cámaras de tortura, los campos
de concentración. En los noticieros hemos visto repetidamente los
bombardeos en Irlanda del Norte o en el Líbano, y nos hemos
estremecido al ver que dos naciones que tienen fuertes vínculos eco-
nómicos y culturales entre sí han sacrificado un millar de vidas jóvenes
en una remota batalla en el Atlántico Sur.
Pero esto no es todo. Al constatar la continua evidencia que hay en el
mundo de rebeldía humana contra Dios, nos damos cuenta de que
somos parte de ella. El mandamiento de Jesús fue claro: que debiéramos
amar a Dios y al prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Pero
vacilamos sin saber si alguna vez podremos obedecer este mandamiento.
"Y que somos cristianos lo sabrán, porque unidos estamos en amor", es
lo que dice el himno. Bueno, en un día bonito quizás eso sea posible;
pero, en la mayor parte de los días, no resulta tan fácil. Y lo más irónico es
que los domingos parecen ponernos a prueba más que cualquier otro
día. La rutina dominical nos es demasiado familiar: los temperamentos
explosivos, la falta de delicadeza en el cuarto de baño, los desayunos que
se hacen tensos, y los pleitos de última hora para llegar más o menos a
tiempo a la iglesia. Entonces echamos un vistazo al otro lado de la calle,
donde está nuestro vecino a quien la religión no le importa un pepino: él
está cómodamente sentado, respirando el aire mañanero antes de dis-
traerse con el periódico dominical y tomarse una segunda taza de café. Y
que Dios nos perdone por el momentito de verdadera duda que nos
asalta, ¡porque se supone que nosotros somos los poseedores del amor y
de la paz de Dios!
6 Discípulos Responsables

La verdad es que estamos en búsqueda de respuestas; estamos bus-


cando la voluntad de Dios para nuestras vidas; estamos buscando alguna
seguridad de que en medio de la tensión en que vivimos, podemos seguir
al carpintero de Nazaret. Nuestros hermanos y hermanas en la iglesia-
víctimas del prejuicio y del status quo- nos recuerdan que la salvación
de Dios es un nuevo orden, tanto de justicia como de amor. Nuestras
hermanas y nuestros hermanos de todo el mundo que han sacrificado
sus vidas por la Nueva Era de Dios, nos envían el mensaje del Evangelio
con renovado celo misionero, reprendiéndonos gentil pero firmemente
por nuestro eclesiocentrismo y el abuso que hacemos del Evangelio
como si fuera un analgésico espiritual. Oímos la palabra de ellos y nos
afecta en carne viva. Desesperadamente necesitamos saber cómo
podemos desempeñar nuestro papel en congregaciones que ya no son
locales sino globales, y cómo nuestro testimonio en estos lugares donde
adoramos a Dios y alcanzamos a los demás puede tener un grado de
integridad.

El Poder del Discipulado


Primero que nada, las Escrituras nos alientan, haciéndonos ver que
esta tensión no es nada nuevo. Como Pablo lo dice claramente en su
carta a la iglesia de Roma, éste es un dilema tan viejo como el pecado
humano. Porque cuando verdaderamente oímos la Palabra de Dios
que nos invita al arrepentimiento y al perdón, la dimensión de nuestra
situación nos golpea con una autopercepción crítica:

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino


lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo
que la leyes buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello,
sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi
carne, no mora el bien; porque el querer hacer el bien está en mí,
pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago ... Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se
rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del
pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me
librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7:15-19,22-24).

El dilema se resuelve, como sabemos, mediante la declaración triun-


fal de Pablo en el capítulo siguiente:
Introducción 7

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús ... Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, envian-
do a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu ... Porque todos los que son gUiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo (Romanos 8:1-4,14-170).

Los teólogos se refieren a esta gran verdad como la doctrina de la


justificación por medio de la fe, y ésta ha sido la raíz principal del
protestantismo a partir de la Reforma. Es la declaración que Dios hace
en Cristo de que, a pesar de nuestro pecado, a pesar de nuestras
imperfecciones, lo que somos es suficientemente bueno para Dios.
Somos aceptados por Dios, tal y como somos, con verrugas y todo. Ya
no se nos mide por lo que sabemos que debiéramos hacer, ni tampoco
por lo que otros hacen; y mucho menos de acuerdo a lo que los demás
nos dicen que debiéramos hacer. Ya no estamos bajo el peso de esas
cargas, porque sabemos que estamos reconciliados como miembros de
la familia de Dios. CualqUiera sea el nivel de lo que logremos hacer - y
significativamente, cualquiera sea también el nivel de nuestro compro-
miso-tenemos el gozo profundo y la paz de saber que una vez más
estamos a tono con las cosas de la eternidad.
Las palabras del antiguo himno son profundas, y debiéramos can-
tarlas meditativamente:

"Su gracia me enseñó a temer;


mis dudas ahuyentó.
¿Oh, cuán precioso fué a mi ser,
al dar mi corazón! "1

De la misma manera que la invitación de gracia nos despierta a la


realidad de nuestra separación de Dios, el poder reconciliador de la
gracia nos restaura al amor de Dios. Sabemos esto porque el carpintero
8 Discípulos Responsables

de Nazaret lo prometió; y su promesa permanece verdadera, porque


Dios lo levantó de entre los muertos.

La Tarea del Discipulado


Sin embargo, ésta no fue la extensión de su promesa, ni el propósito
completo de su llamado. Él se apareció a sus primeros discípulos, no
sólo para asegurarles de su victoria sobre el pecado y la muerte, sino
también para comisionarlos a la tarea que les esperaba. La comisión
nos viene con el mismo desafío y la misma promesa. Nos desafía para
que nos hagamos sus discípulos y nos preparemos para la salvación del
mundo por parte de Dios, y nos promete el privilegio de Su amistad. Lo
que es más, ésta es la oferta de una amistad verdadera, en que todo se
comparte. Tal como dice Pablo en Romanos, somos herederos con
Cristo, siempre y cuando suframos con Él, para que podamos ser
glorificados con Él. La victoria de Cristo sobre el pecado no ha llegado
todavía en su totalidad, por lo que quienes aceptan su llamado al
discipulado tienen que estar listos para una lucha consigo mismos y con
el mundo.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de mani-
festarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios.... Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y
no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo
(Romanos 8:18,19,22-25).

El mensaje es uno que nos llena de alegría y de moderación al mismo


tiempo. No importa con cuanto gozo seamos reconciliados con Dios
como sus hijos e hijas, no importa lo liberador que sea el ser aceptados
por Dios; a pesar de nuestras imperfecciones, hay un contexto más
grande para nuestro discipulado. El plan de salvación de Dios tiene
dimensiones no sólo globales sino también cósmicas. De la manera que
se nos ha dado nueva vida mediante nuestra reconciliación con Dios en
Cristo, así la intención de Dios es una nueva vida para la totalidad de la
creación. Así como nuestro renacimiento viene a través de la obra y el
sufrimiento de Jesucristo, de esa manera sucede con el mundo. Como
Introducción 9

discípulos de Jesucristo se nos llama para compartir esa labor y ese


sufrimiento.
En Cristo hemos hallado el perdón y la reconciliación personal, pero
la consecuencia de esto es un discipulado que nos devuelve al mundo,
donde nuevamente somos confrontados por las realidades del pecado,
del sufrimiento y la maldad, inclusive nuestros propios pecados. La
diferencia está en que esta vez el pecado y el sufrimiento no son sólo
personales, sino globales y sistémicos: la injusticia de la opresión, el
tormento de la enfermedad, el escándalo del hambre y el poco valor de
la vida humana. El gozo y la libertad del discipulado personal nos guían
inexorablemente al desafío del discipulado global, y esto es lo que nos
pone cara a cara con nuestro dilema. ¿Cómo podemos ser obedientes a
Jesucristo en un mundo que permanece rebelde contra Dios, sin
menoscabo de que todavía encontramos tendencias de rebeldía en
nosotros?
De más está decir que es posible evadir este dilema retirándonos
espiritualmente del mundo y hallando un lugar seguro en que podamos
disfrutar de nuestra nueva relación con Dios. Hay muchos de esos
"refugiados de la realidad" en nuestras iglesias; gente que busca la
confraternidad cristiana como un medio para huir de las realidades de
un discipulado doloroso. Ven al mundo a través de un ojo ictérico,
olvidando que éste es el planeta que, con todo su pecado y maldad,
Jesús vino a salvar. No recuerdan que Dios saldrá en busca de la oveja
perdida, en vez de quedarse con las noventa y nueve que están en el
redil. Parecen olvidar la parábola en que se hace una fiesta por el
regreso del pródigo, y no por el hijo que se quedó en casa. Parecen no
percatarse de la prevención expresada por Jesús de que la razón para
ser bienvenidos en el reino no se encuentra en la forma correcta de
creer, sino en la forma correcta de actuar (Mateo 25:31-46). El peso del
Evangelio es demasiado claro: El mundo es la esfera de la salvación de
Dios, y los discípulos del Salvador deben unírsele doquiera Él esté
laborando.

La Esperanza del Discipulado


Hay, por supuesto, los que argumentan que un discipulado mol-
deado estrictamente de acuerdo a la vida y las enseñanzas de Jesús es
algo irreal. Pablo tiene razón, argumentan. El mundo, en verdad, está
esperando un renacimiento, pero no sucederá de este lado de la
eternidad y, mientras tanto, el mundo permanece tan imperfecto como
10 Discípulos Responsables

siempre ha sido. Por tanto, tenemos que aprender a vivir con estas
imperfecciones, confiando en que Dios nos perdonará por todas las
componendas que tenemos que hacer. En fin, no es mucho lo que se
puede hacer respecto a la maldad y el sufrimiento que vemos alrededor
nuestro. Lo mejor que podemos hacer es seguir fielmente a Cristo en
nuestra vida diaria, y confiar en que, a su debido tiempo, Dios se
encargará de estos problemas de mayor dimensión.
Hasta una rápida lectura de las Escrituras indica que esta opinión
sobre el discipulado cristiano está muy por debajo de la visión de
salvación de Dios expresada en el Nuevo Testamento. El mensaje de
Pablo es de esperanza-esperanza para el mundo del futuro,
esperanza para la Nueva Era anunciada e inaugurada por Jesucristo. Y
quienes hemos sido llamados para seguir a este Salvador, no sólo
debemos compartir su visión de la Nueva Era, sino compartirla hasta lo
último. Por eso, el llamamiento viene acompañado por una palabra de
precaucíon: Prepárate para compartir los sufrimientos de Cristo si acep-
tas el nombre de cristiano. El llamamiento al discipulado significa una
emulación de Jesús en todos los aspectos de nuestra vida. Habrá
errores y defectos. Pero no debemos transigir en la intención. Debemos
estar listos para dar todo en Su servicio, hasta nuestra vida, de hacerse
necesario.
Al llegar a este punto, muchos de nosotros nos ponemos aprehen-
sivos. ¿Es esto lo que Pablo nos sugiere en Romanos 8? ¿Es el disci-
pulado una alternativa tan radical, que debemos vivir en una tensión
imposible? ¿Acaso las realidades de un testimonio cristiano fiel cancelan
la libertad de nuestra nueva relación con Dios, llevándonos de vuelta al
dilema planteado en Romanos 7, sabiendo lo que debiéramos estar
haciendo en el mundo, pero dándonos cuenta de que no tenemos la
capacidad para ello? ¿Es la senda del mártir el único camino del
discipulado fiel, tomando literalmente las palabras de Cristo, despren-
diéndonos de todo lo que tenemos para dar de comer a los pobres, y
seguirlo hasta la cruz? Como ya lo hemos hecho ver, hay cristianos en
este tiempo que testifican precisamente así, mostrándonos que, en
efecto, es posible vender todo lo que tenemos para dar a los pobres, y
vivir de manera sencilla en medio de una sociedad afluente. ¿No
debiéramos hacer lo mismo?
Igualmente en el caso del dilema de nuestro llamamiento personal, la
respuesta al dilema de nuestra comisión descansa en la gracia de Dios.
En nuestra calidad de discípulos Suyos en el mundo, Cristo no nos pide
más de lo que podemos lograr en el amor y el poder del Espíritu Santo.
Introducción 11

Con el llamamiento al discipulado viene la promesa de la gracia para


sostenemos en el camino que tenemos por delante.

"En los peligros o aflicción


que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libró,
y me guiará feliz." 2

En la pared de la cocina de mi casa tengo una placa que me dio hace


muchos años una mujer que conocía la verdad de lo que dice: "La
voluntad de Dios nunca te llevará a donde la gracia de Dios no te pueda
guardar". Dios no nos ha perdonado nuestros pecados y debilidades
con el fin de cargamos con nuevos fracasos. Cristo no nos pide nada
que no podamos realizar en la fuerza de su Espíritu.

Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor ... Mas vosotros no
vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios mora en vosotros (Romanos 7:25; 8:9).

La Condición del Discipulado


Pero en la solución de nuestro dilema hay un factor de importancia.
Sí, Dios nos sostendrá en todo lo que Él quiera que hagamos. Y, en
efecto, nada en toda la creación, aún una creación que está viviendo los
dolores de parto de una nueva vida, nos puede separar del amor y del
poder de dicha gracia-nada, excepto nuestra libertad de elección.
Porque la gracia de Dios es de tal naturaleza, que siempre se nos da la
oportunidad de aceptarla o rechazarla; y esto es lo que, al fin y al cabo,
hace que nuestro discipulado sea tan costoso. Pablo nos lo recuerda
repetidamente en Romanos 8: si el Espíritu de Dios está dentro de
nosotros; si nos unimos a Cristo en Su sufrimiento; si somos hijos de
Dios; si tenemos esperanza en lo que no vemos; si ... Más adelante en
la epístola, Pablo toca el punto de manera más enfática:

Así, que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que


presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo,
12 Discípulos Responsables

sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendi-


miento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta (Romanos 12:1 y 2).

Debemos notar que, no siendo una apelación para poner en práctica


nuestra autodisciplina, ni una exhortación para que nos esforcemos en
pro de una transformación global, el consejo es a la vez sencillo y
profundo: Que la gracia de Dios obre en nuestra vida. Porque la gracia
de Dios es la única fuerza con que podemos ser discípulos fieles. La
palabra clave en todo esto es obediencia, por lo que la pregunta
fundamental para todo cristiano debe ser siempre: "¿Como sé que
soy obediente? ¿Cómo sé si lo que estoy haciendo es la voluntad de
Dios?"
La respuesta de Pablo es nuevamente afirmar la gracia de Dios:

y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues


qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabe-
mos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos
8:26-28).

En otras palabras, los cristianos que aceptan la gracia de Dios, y que


permiten que la fuerza, el poder, el amor y la paz de Dios obren en su
vida, tienen la seguridad de un discipulado obediente. No será un
discipulado perfecto, pero será lo mejor que puedan ofrecer, y será
totalmente aceptable a Dios. Los cristianos que se esfuerzan por ser
discípulos sin esta gracia, sin embargo, carecerán de la capacidad dE
obediencia y se hallarán todavía aprisionados por el dilema de saber lo
que deben hacer, pero sin poder hacerlo. Tales cristianos nunca gozan
de paz mental, están llenos de constante incertidumbre, y persistente-
mente sienten la punzada del testimonio de aquéllos cuyo discipulado
es más costoso.
Si podemos aceptar como buena la palabra de innumerables clérigos
y laicos, éste es el lugar donde una gran cantidad de cristianos se
encuentran hoy en día. Y esta condición se repite a través del mundo.
Constantemente están tratando de hacer lo mejor de lo mejor en medio
del ambivalente mundo en que viven y trabajan, pero nunca tienen la
seguridad de que eso es suficiente para Dios. En contraposición a la
Introducción 13

persona criticona que no piensa y se solaza en su propia justicia y que


asegura que el cristiano promedio no tiene sino un poquito más que
una religión de creencias tradicionales, hay muchas personas en nues-
tras iglesias que están dispuestas y listas a consagrarse más profunda-
mente a su discipulado. La cuestión es cómo hacer ese compromiso de
calidad más confiable y fiel. Una cualidad que le es común a la mayoría
de las personas que asisten a la iglesia es un sólido sentido común, y
con toda razón hemos llegado a ver con desconfianza las formas
contemporáneas de espiritualidad que ensalzan el desarrollo de la
calidad de la personalidad humana, descuidando la obra de Dios en el
mundo. De una manera igual y astuta desconfiamos de las exhortacio-
nes hacia un compromiso a nivel mundial que parecen considerar a la
gracia de Dios como algo periférico en cuanto a la labor que se debe
desarrollar.

La Práctica del Discipulado


El discipulado fiel descansa, más bien, en ciertas prácticas adecuada-
mente puestas a prueba, por cuyo medio los cristianos de todos los
siglos se han abierto a la gracia de Dios. Juan Wesley se refirió a estas
disciplinas como los medios de gracia, e inculcó en los primeros
metodistas la necesidad de usarlos con toda la frecuencia que les fuera
posible. Lo mismo que sucede con tantas otras directrices instituidas por
Wesley para el discipulado, esta instrucción tiene el sonido de un
absoluto sentido común. Si el llamamiento de Cristo al discipulado nos
plantea exigencias; y si a esas exigencias las podemos satisfacer única-
mente utilizando la gracia de Dios-algo que está claro para todo
cristiano que ha tratado de hacerlo usando sólo sus propios recursos; y
si la iglesia ha descubierto a lo largo de los siglos que hay ciertos canales
de gracia que son dignos de todo crédito, entonces el sentido común
debe dictar que los cristianos usemos estos medios de gracia en la
forma más completa que sea posible. Al mismo tiempo, si los cristianos
no están usando estos medios de gracia y como resultado de ello ven
que su discipulado está atestado de ambivalencia e incertidumbre, nos
tenemos que preguntar con cierta urgencia por qué no los estamos
usando.
Los primeros metodistas se hicieron esta pregunta, y la respuesta que
se dieron, como podríamos esperar, fue práctica y muy real. A mí me
llegó hasta lo más profundo hace muchos años, cuando era estudiante
en la Universidad de Oxford. Lo mismo que la mayoría de los nuevos
14 Discípulos Responsables

estudiantes, llegué con todo tipo de buenas intenciones para sacarles el


majar provecho a mi tiempo y a mis oportunidades. Quizás más que la
mayoría, yo estaba resuelto a ser "metódico", estando muy consciente
de que éste era el lugar donde Wesley había estudiado hacía más de
doscientos años. Una de mis resoluciones era que me mantendría en
buenas condiciones físicas, y una forma de lograrlo era salir a correr
todas las mañanas antes del desayuno. La primera semana corrí cada
mañana. El desayuno adquirió un nuevo significado y me sentí for-
talecido y refrescado para seguir la labor del día. La segunda semana se
me fueron dos mañanas sin salir a correr. La tercera semana corrí
solamente una mañana. La cuarta semana la perdí completamente, y la
quinta semana hice una resolución enmendada: ¡que el año entrante
saldría a correr todas las mañanas!
Sin embargo, al año siguiente tomé una medida de precaución. Le
pregunté a mi vecino si quería salir a correr conmigo. - ¡Buena idea!,
me dijo. Así que con cierta confusión de sentimientos, me di cuenta de
que había hecho un compromiso serio. Los días en que se me hacía
tarde, él llamaba a mi puerta con palabras alentadoras- ¡Ya es hora de
ir a correr! Y hubo varias mañanas, aunque no muchas, en que yo le
devolví el favor. Ocasionalmente, ambos nos atrasábamos un poco y
salíamos simultáneamente de nuestros respectivos cuartos, ¡insistiendo
cada uno en que casi había salido un momentito antes que el otro para
llamar a su puerta! Y a lo largo de todo el año logramos correr todas las
mañanas.
No hay necesidad de explorar esto como un fenómeno de la volun-
tad humana. Simplemente ilustra que hay algunas cosas que son he-
chas de mejor manera por dos personas que por una. Esto lo vemos en
todos los caminos de la vida. Las comidas tienden a ser mejor planea-
das y mejor cocinadas cuando más de una persona se sienta a la mesa.
Los constructores de edificios saben lo indispensable que es un com-
pañero de trabaja. Los pilotos de las aerolíneas comerciales, al hacer el
chequeo que realizan inmediatamente anterior al vuelo, confían en la
memoria del copiloto, y viceversa. Los encargados de recoger la basura
en todas las ciudades necesitan de un equipo de individuos para
manejar y recoger la basura al mismo tiempo. Los alpinistas se atan
unos a otros para escalar las montañas, los atletas se marcan el paso
unos a otros para las carreras. Todos necesitamos la ayuda y el apoyo
de los demás. En pocas palabras, todo lo que está sujeto a las limita-
ciones humanas o a errores requiere la presencia de otra persona para
asegurar la confiabilidad. Esta es una realidad de la vida.
Sin embargo, como cristianos, descuidamos persistentemente la
Introducción 15

aplicación de este principio al requisito más básico de nuestro disci-


pulado-asegurarnos de que nos aprovechamos de los medios de
gracia. No es de extrañar, pues, qué constantemente estemos buscando
el significado de nuestro compromiso cristiano. Al no ayudarnos unos a
otros a mantener la puerta abierta para que entre la gracia de Dios,
estamos optando deliberadamente por la autosuficiencia en nuestro
discipulado; yeso, como hemos visto claramente en la Escritura, es una
contradicción en los términos. Citando el lenguaje vívido de Wesley,
significa que estamos haciendo naufragar nuestra fe.
La autosuficiencia es también la razón por la cual el l1amado que hace
el Espíritu Santo en estos tiempos para que tengamos un compromiso
nuevo y más profundo al discipulado es a menudo rechazado como
algo impracticable. No cabe duda de que la mayoría de la gente que
adora a Dios el domingo por la mañana no tiene ninguna intención de
vender todas sus posesiones para dar de comer a los pobres y para
vestir a quienes carecen de ropa. Y todavía menos son los que hacen
algo en el campo de la justicia social. Como resultado de esto, el ir a la
iglesia y el discipulado costoso se consideran como algo contradictorio,
y la iglesia se convierte en el lugar a donde la gente va para recibir
ayuda, pero no para ser desafiada. Al famoso dictum de H. Richard
Niebuhr se le da vuelta: en vez de que el Evangelio conforte a los
afligidos y aflija a los confortables, mima a los confortables y me-
nosprecia a los afligidos- y por la única razón de que la alternativa
parece, irreal. Lo que se necesita es un formato práctico para la práctica
del discipulado costoso dentro de la congregación.

Un Modelo para el Discipulado


Hay metodistas que creemos que la herencia que nos viene de las
sociedades metodistas originales de Wesley nos proporciona ese mode-
lo: la reunión de clase. Como sabemos, era una reunión semanal, una
subdivisión de la sociedad, en la cual los miembros debían darse
mutuamente un informe de su discipulado, y así sostenerse los unos a
los otros en su testimonio. Estas reuniones eran consideradas por
Wesley como los "tendones" del movimiento metodista, los medios por
los cuales los miembros "velaban los unos por los otros en amor". 3
Tenían sus raíces en los sólidos principios teológicos que se podían
comprender fácilmente, convirtiéndolos no sólo en punto de respon-
sabilidad mutua, sino también en una rica comunicación del evangelio.
Los primeros metodistas se ayudaban los unos a los otros en el sondeo
16 Discípulos Responsables

de las profundidades de las Escrituras y de las enseñanzas de la iglesia.


Bebieron de la profundidad del pozo del Evangelio en aquel tiempo en
que había muchos estanques de poca hondura que ofrecían meras
reflexiones de la Palabra.
Dicho en pocas palabras, practicaban su discipulado con integridad,
beneficiándose de los medios de gracia. Y ya es tiempo de que demos
los pasos necesarios para seguir su ejemplo. Es poco lo que el pecado
tiene que ver con nuestro presente dilema. Podemos fallar al usar
solamente el sentido común. Necesitamos aprovechar también de los
medios de gracia.

Para Reflexión y Discusión


1. ¿Qué significa para usted el orar, diciendo: "Venga Tu reino. Hágase
Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra"?

2. ¿Ha demostrado su discipulado cristiano ser costoso? ¿Recompen-


sante?

3. ¿Cómo debieran los cristianos que viven en una cultura de abun-


dancia responder al testimonio del discipulado costoso en medio de
la pobreza o la opresión?

4. ¿Ha sido resuelto en su vida el dilema expresado por Pablo en


Romanos 7?

5. ¿Qué piensa usted que se quiere decir en la declaración contenida


en la página 9, "el mundo es la esfera de la salvación de Dios, y los
discípulos del Salvador deben unírsele doquiera Él esté laborando?"

6. "Habrá errores y defectos. Pero no debemos transigir en la inten-


ción" (página 10). Es importante discutir esto.

7. "La voluntad de Dios nunca te llevará a donde la gracia de Dios no


te pueda guardar" (página 11). ¿Ha sido cierto esto en su vida
cristiana?

8. ¿Está usted de acuerdo en que el presente dilema de nuestro disci-


pulado se debe al hecho de que se practica solamente con el sentido
común (página 13)?
Primera Parte

El Discipulado en los
Primeros Tiempos del
Metodismo

Los primeros metodistas se ocuparon de su salvación


en medio de la realidad de la vida en este mundo,
apoderados de los medios de gracia provistos por las
disciplinas de la iglesia. Esto lo hicieron practicando
una responsabilidad mutua de su discipulado en el
contexto de la confraternidad cristiana.
Capítulo Uno
Cómo Entendía Wesley el
Discipulado Cristiano

El peregrinaje espiritual y eclesiástico de Juan Wesley lo capacitó


especialmente para encauzar a las primeras sociedades metodistas en
una comprensión práctica de lo que significaba ser cristiano en el
mundo. Recibió poder mediante el espíritu del discipulado y lo aplicó a
través de estructuras de las cuales todavía tenemos mucho que apren-
der. La educación que había recibido desde niño en el seno de la Iglesia
de Inglaterra había inculcado en él la importancia de la tradición
cristiana, y especialmente de la iglesia como una institución visible. Al
mismo tiempo, su encuentro con el pietismo moravo le dio un profundo
sentido de salvación personal en Cristo, y el poder de la gracia transfor-
madora de Dios en la vida del pecador.

Gracia y Obediencia en
la Vida Cristiana
La cualidad distintiva del discipulado metodista de los primeros tiem-
pos del movimiento fue que estos dos énfasis se hicieron evidentes en la
vida y en el trabajo de las sociedades. Por una parte, estaba la oferta de
salvación a través de Cristo, en la cual la gracia invitadora de Dios traía
al pecador al perdón y la reconciliación-una nueva relación con Dios,
un nuevo nacimiento. Sin embargo, para mantener vigente esta nueva
relación, debía de haber un discipulado obediente en que la gracia de
Dios podía cambiar al pecador perdonado y reconciliado. Este discipu-
lado no solamente era necesario para fortalecer y desarrollar el testimo-
nio del cristiano, sino que sin él la nueva relación con Dios quedaba
repudiada y la fe se convertía en algo sin significado alguno.
Este énfasis sobre la obediencia proveía a los primeros metodistas de
un profundo sentido de segUridad. No importaba cuál fuera la forma en
que la persona experimentara esta nueva relación con Dios, con tal de
que pusiera todo de su parte para tener un discipulado obediente, y
saber que esto le sería aceptable a Dios. Las reglas de las sociedades
declaraban explícitamente que la única condición para la membresía

19
20 Discípulos Responsables

era el deseo de ser cristiano, y no importaba haber tenido o no una


experiencia cristiana particular. Pero. para continuar en una sociedad
metodista, se tenía que dar evidencia de ese deseo, evitando lo malo,
haciendo lo bueno y usando los medios de gracia instituidos por la
iglesia y demostrados en la práctica. El discipulado significaba seguir los
mandamientos de Cristo de acuerdo a la ley del amor; y, por lo tanto,
cualquiera que estuviera en la disposición de seguir algunas reglas muy
básicas para la vida diaria podía tratar de hacerlo.
Esto es lo que hace que las reuniones de clases de los primeros
metodistas sean un paradigma tan importante para el discipulado cris-
tiano. En efecto, éste era el medio por el cual se podía compartir en
franca confraternidad, la vivencia de una nueva relación con Dios a
través de Cristo. Pero también era la ocasión que los cristianos rendían
cuentas de lo que habían hecho en obediencia a Cristo, un lugar en el
que podían recibir instrucciones y, de hacerse necesario, impartir disci-
plina los unos a los otros. Existía la obligación de rendir cuentas y de
compartir sus experiencias en esas reuniones semanales. Este fue el
genio del movimiento metodista de los días de Wesley, y es, quizá, la
contribución más importante que el metodismo puede hacer a la iglesia
del mundo contemporáneo.
Sin embargo, no podemos adoptar este modelo sin un requisito
importante. La "reunión" le puede brindar ayuda a nuestro discipulado
cristiano contemporáneo únicamente si ésta es adaptada y entendida
dentro de su propio contexto. Sólo así podemos adueñarnos de ella
para darle al mundo un testimonio cristiano contemporáneo. Esto
adquiere más importancia porque nos toca vivir en una cultura donde
los grupos pequeños han llegado a ser reconocidos como componentes
útiles y necesarios de nuestro tejido social. Especialmente dentro de la
iglesia, sirven para fortalecer y sostener la espontaneidad de la confra-
ternidad, la cual se describe con la palabra bíblica koinonia. No cabe
duda de que estos grupos ayudan a las personas a quienes la sociedad
tecnológica actual descuida o descarta, y la verdad es que proveen un
servicio muy útil a quienes buscan en la iglesia la comunidad que no
pueden encontrar en otra parte. Pero las "reuniones de clases" en los
comienzos del metodismo consistían en mucho más que mera confra-
ternidad o compañerismo.
Esas reuniones semanales, primero que nada y sobre todo, estaban
diseñadas para equipar a sus miembros para ser auténticamente cristia-
nos en un mundo que era demasiado hostil a su mensaje. Los primeros
metodistas estaban convencidos de que habían recibido una comisión
directa de ir al mundo, uniéndose al Cristo resucitado en la tarea de
Cómo Entendía Wesley el Discipulado Cristiano 21

proclamar la salvación provista por Dios, en el poder del Espíritu Santo.


La reunión de la clase era el lugar a donde llegaban a compartir las
lesiones y las heridas obtenidas en el encuentro con el mundo; era donde
se confortaban y fortalecían unos a otros, y donde proveían una mutua
rendición de cuentas respecto a la tarea que tenían en las manos. Esto es
lo que debemos mantener en mente mientras examinamos la reunión de
la clase como un modelo para el discipulado de hoy día.

Wesley y la Tradición Cristiana


Para hacerlo, debemos volver nuestra mirada, antes que nada, a
Juan Wesley y a la tradición de la que él mismo se adueñó para luego
legámosla. Es una tarea a la vez fácil y difícil por la naturaleza de su
ministerio. Por una parte, su Diario y sus cartas nos dan lo que quizá es
el registro más completo de la vida y obra de un líder, ayudándonos a
conocerlo como ser humano, con sus limitaciones y sus capacidades.
Por otra parte, precisamente porque este registro tan detallado es tan
fascinante, es muy fácil pasar por alto las bases teológicas de su minis-
terio. Lo que es más, él fue un evangelista, y los verdaderos evangelistas
siempre están en contacto con el mundo, cosa que puede ser descon-
certante para quienes vivimos dentro de la relativa seguridad de las
paredes de la iglesia. Bien lo ha dicho Albert Outler: Wesley no fue "un
teólogo de teólogos. Su principal interés intelectual, y lo que logró, fue
en lo que podríamos llamar una teología del pueblo; o sea el mensaje
cristiano en su totalidad e integridad 'en palabras sencillas para gente
sencilla' ".4
Este interés por hacer que la teología fuera pertinente a la gente
común, llevando el mensaje cristiano a todos los que fuera posible, le
impidió a Wesley legamos un exposición detallada de la fe cristiana. Sin
embargo, sus escritos, cuando se leen en el contexto de su ministerio,
articulan con extraordinaria claridad la tensión esencial de la fe cristiana:
la visión del Evangelio y la realidad de la vida mundana. Wesley logró
entender esta tensión porque ejerció su ministerio entre cristianos hu-
mildes, comunes y corrientes, que se esforzaban por vivir su fe en el
mundo. En realidad, esto es lo que razonadamente lo hace el líder
eclesiástico más significativo del protestantismo. El tomó seriamente la
reacción de la gente ante el mensaje que sus predicadores y él pro-
clamaban, porque descubrió que la fe de esta gente sencilla tenía tanta
integridad como las enseñanzas formales de la iglesia. Sin embargo, al
mismo tiempo concedió plena autoridad a las leyes y doctrinas de la
22 Discípulos Responsables

Iglesia de Inglaterra, y criticó a quienes no afirmaban ni practicaban lo


que prescribían.
La forma de gobierno de las sociedades metodistas de aquellos
tiempos se forjó en la tensión que existía entre Wesley en su calidad de
teólogo de la iglesia, interesado en la tradición cristiana, y Wesley como
eclesiástico práctico en el campo de acción, interesado en el esparci-
miento del Evangelio y en la edificación de la fe de aquéllos que
respondían al mensaje que él proclamaba. Una vez tras otra, lo que a
primera vista parece ser un mero pragmatismo, demuestra haber tenido
su base en sólidos principios teológicos y en un concepto de peso
acerca de la iglesia.
La reunión de la clase es uno de los mejores ejemplos que tenemos
de la tensión entre la teología y la eclesiología. Como el mismo Wesley
dijo, la idea de la clase fue concebida en la sociedad de Bristol cuando
los presentes estaban discutiendo algo enteramente diferente-la deu-
da que se tenía sobre un edificio-y se adoptó como algo aplicable a
todas las sociedades, primordialmente porque servía a una necesidad
inmediata que tenían. Eso fue típico del liderazgo que Wesley le dio al
movimiento metodista. Siempre tuvo buena disposición hacia las medi-
das prácticas que se podían usar para hacer frente a las exigencias de
una situación dada, siempre y cuando dieran buen resultado. Pero no
se adoptaron irreflexivamente. No debía de haber nada contra ellas en
la Escritura, y siempre tenían que estar de acuerdo con la forma como
él entendía a la iglesia.

La Tensión de la Posición
Eclesiástica de Wesley
Algo fundamental en la eclesiología de Wesley fue su herencia protes-
tante inglesa. Como anglicano que era, afirmó la validez y autoridad de
la iglesia visible, pero también fue influenciado por el concepto puritano
de la iglesia reunida, basada exclusivamente en la Escritura. Wesley
enfatizó ambos conceptos. Reconoció la validez de una comunidad
reunida, elegida por Dios para un propósito; pero esto no negaba el
concepto más amplio de una iglesia inclusiva y visible, que alcanzaba a
todos, firmemente en y del mundo, como medio de la gracia preventiva
de Dios.
La frase que mejor describe esta opinión sobre la iglesia proviene del
pietismo alemán: ecclesiola in ecclesia, la pequeña iglesia dentro de la
Cómo Entendía Wesley el Discipulado Cristiano 23

iglesia. Wesley descubrió que la ecc/esiola, la pequeña iglesia, era una


realidad evidente por sí misma entre la gente a quien él ministraba en
las sociedades metodistas. Era claro que esos grupos habían sido
reunidos por Dios, así como bendecidos con poder y propósito. Pero a
él le parecía que era importante mantenerlos firmemente dentro de la
visible Iglesia de Inglaterra, enraizados en la corriente principal de la
tradición cristiana. Durante toda su vida, Wesley les concedió validez,
siempre y cuando fueran parte de la ecc/esia, la iglesia. Tal como lo
expresa con claridad Frank Baker en su estudio, Wesley no tenía ni la
menor intención de fundar una nueva denominación. Su propósito
declarado no fue "formular el plan de una nueva iglesia", sino reformar
la que ya existía. 5 Lo que es más, éste siguió siendo su propósito hasta
el final de su ministerio. Como sabemos, aprobó que se llevaran a cabo
ordenaciones en América en 1784, y en Escocia de 1785 en adelante.
Pero seguía opuesto a que las sociedades inglesas se separaran de la
Iglesia de Inglaterra, porque tal cosa sería un cisma innecesario. En los
varios grupos de reglas que constituían la forma de gobierno metodista,
el énfasis se hacía sobre el discipulado dentro de la iglesia y no sobre
disputas doctrinales que podían dividirla.
Aún así, la naturaleza misma de las sociedades como "iglesias peque-
ñas" creó una inherente tendencia separatista en el movimiento; y,
paradójicamente, la razón principal de esto fue la insistencia de Wesley
en que al propósito de la iglesia se le diera prioridad por encima de su
función. Wesley vio el verdadero significado del discipulado como el
ocuparse de la salvación, y a medida que los metodistas se hicieron
cargo de esta comisión, convirtiéndose en testigos vivientes de su fe, el
orden y la doctrina de la iglesia se hicieron menos importantes ante los
ojos de Wesley que la evangelización de "los mineros de Cornwall, los
quilleros de Newcastle, los mineros de carbón de Kingswood y Staf-
fordshire, los borrachos, los maldicientes, los que vivían en Moorfield y
no guardaban el domingo, y las prostitutas de Drury Lane".6 No fue
una exageración de su parte cuando dijo que logró mucho más al
predicar tres días ante la tumba de su padre en Epworth, que lo que
había logrado predicando desde su púlpito durante tres años, porque
su comisión era clara:

"En la Escritura Dios me manda que, de acuerdo al poder que tengo,


yo instruya a los ignorantes, reforme a los malvados, confirme a los
virtuosos. El hombre me prohibe que yo haga esto en parroquia
ajena; el equivalente a decir que no lo haga para nada, considerando
que no tengo una parroquia propia, y que probablemente no la
24 Discípulos Responsables

tendré nunca. ¿A quién, pues, prestaré atención? ¿A Dios o al hom-


bre? ... Veo al mundo entero como mi parroquia; quiero decir que,
en cualesquiera parte del mundo yo esté, me parece procedente,
correcto, así como mi indispensable deber, el declarar las buenas
nuevas de salvación a todos los que estén dispuestos a oírlas. Ésta es
la obra que sé Dios me ha llamado a hacer. Y estoy seguro de que Su
bendición la acompaña." 7

Wesley sabía que ir a los campos con el Evangelio produciría una


tensión entre los metodistas y la Iglesia de Inglaterra. La verdad es que,
una vez el movimiento fue adquiriendo más fuerza, el separarse de la
Iglesia de Inglaterra se convirtió de muchas formas en el paso más
obvio a dar. Los anglicanos que criticaban al metodismo dieron todas
las indicaciones de que lo consideraban como un movimiento divisorio,
y probablemente se sentirían felices de verlo como un cuerpo separado.
Pero la teología de Wesley siempre mantuvo bajo vigilancia al pragma-
tismo de su sistema de gobierno, por lo que rehusó condonar o siquiera
contemplar la separación. El creía firmemente que el espíritu del meto-
dismo se vería seriamente estorbado si se separara de la iglesia madre,
así que argumentó fuertemente a favor de la legitimidad de las socieda-
des metodistas dentro de la fe y práctica anglicana. Señaló que el
propósito de las sociedades era estimular a sus miembros para que se
fortalecieran mutuamente, hablando y orando juntos tan frecuente-
mente como fuera posible, prácticas que estaban "fundadas en la más
clara razón y en tantas citas bíblicas, tanto del Antiguo Testamento
como del Nuevo, que sería tedioso recitarlas".8
El problema radicaba en que muchos de los metodistas que forma-
ban la membresía general del movimiento no lo veían de esa manera,
menos todavía porque durante el siglo dieciocho era posible obtener
una licencia como congregación disidente, lo cual daba el derecho de
celebrar cultos regulares los domingos, así como de tener una organiza-
ción eclesiástica independiente. A muchas de las sociedades no les
parecía razonable que Wesley insistiera en que permanecieran como
parte de la Iglesia de Inglaterra.
Por tanto, Wesley se esforzó desmedidamente precaviendo a los
miembros de las sociedades contra los malos efectos que traería sepa-
rarse de la iglesia. Aseveró que lo que se quería alcanzar por medio de
la separación se vería invariablemente estorbado por la forma como se
intentaba hacer. "El experimento ya se ha puesto a prueba con frecuen-
cia, pero el resultado nunca ha sido el éxito esperado".9 Si esto le
ocurriera al metodismo, hizo ver en 1789, el resultado sería la merma y
Cómo Entendía Wesley el Discipulado Cristiano 25

decadencia de los que se separaran, hasta llegar a ser "un grupo reseco
e insípido". Y en cuanto a esto, declaró que él haría todo lo que
estuviera de su parte para prevenirlo, mientras estuviese vivo. La esen-
cia de su argumento tenía mucha solidez: La separación, aun la que se
evita, distrae de las prioridades de la fe.
En su sermón Sobre el Cisma, definió un paso tal como inherente-
mente malvado, una lamentable ruptura de la ley del amor y contraria a
la naturaleza de la fe que debiera unir a los cristianos. El cisma, siendo
malvado en sí mismo, prodUjO malos frutos, abriendo la puerta para dar
entrada a los juicios desprovistos de caridad, así como a la ira y al
resentimiento, los cuales, a su vez, nos llevaron a la calumnia y a la
difamación. Wesley dijo que éstos no fueron resultados imaginarios,
sino hecho reales que brotaron de los acontecimientos en su propia
experiencia. El asunto no era si la separación, por sí misma, era permisi-
ble. La cosa estaba clara: Si una iglesia guiaba a un miembro en contra
de las Escrituras, o le daba alguna enseñanza falsa, el miembro debía
separarse de ella. El pecado consistía en la división innecesaria. lO
A lo largo de su ministerio, Wesley mantuvo inflexiblemente esta
postura. Esto causó no pocas rupturas de relaciones con sus predicado-
res, y nunca fue apreciada por la Iglesia de Inglaterra. Pero él vio, en el
espíritu y la estructura de la ecc/esiola in ecc/esia, la libertad y la
responsabilidad de tener un discipulado auténtico, así como el signifi-
cado de darles un énfasis similar. La reunión de la clase no era un mero
artificio, sino más bien se basaba en una comprensión sólida y sensata
de la iglesia como el manantial de una vida cristiana fiel.

Para Reflexión y Discusión


1. ¿Qué les pareció más importante a los primeros metodistas: la fe, o
las obras?

2. ¿Qué le da a entender a usted la expresión "responsabilidad mutua?"

3. ¿Cuáles parecen haber sido los lados fuertes de Wesley (a) como
teólogo (b) como líder de la iglesia?

4. ¿Puede usted encontrar en la iglesia contemporánea ejemplos de


ecc/esiola in ecc/esia?
Capitulo Dos
Modelos Formativos del
Discipulado

Podemos encontrar la clave de una buena parte de la eclesiología de


Wesley en dos modelos específicos de vida cristiana disciplinada que lo
influenciaron durante sus años de formación, siendo cada uno de ellos
una expresión de ecclesiola in ecclesia: las sociedades religiosas de la
Iglesia de Inglaterra, y la vida comunitaria de los moravos.

Piedad Práctica:
Las Sociedades Religiosas
Las sociedades religiosas hicieron su primera aparición en las postri-
merías del siglo diecisiete, organizadas a través de la influencia del Dr.
Anthony Homeck, pastor luterano quien se estableció en Inglaterra.
Ellas estaban formadas por hombres jóvenes que buscaban el desarro-
llo de una vida espiritual más disciplinada y se reunían con el fin de
hablar acerca de su fe y de cómo poder vivirla en el mundo. Homeck
elaboró una lista de reglas, estipulando que ellos debían "mantenerse
apegados" a la Iglesia de Inglaterra en todas sus reuniones, las cuales
tenían un fuerte énfasis litúrgico y musical, así como también espiritual.
El liderazgo de los laicos fue desde el principio una característica de
las sociedades. Se nombró a dos "mayordomos" para dirigir la discu-
sión espiritual de cada reunión, la cual estaba diseñada para promover
los aspectos prácticos del discipulado cristiano. A los miembros se les
hacían preguntas específicas, de manera que la contribución de cada
uno de ellos fuera directamente al punto. De acuerdo a Josías Wood-
ward, que escribió la historia definitiva de las sociedades, había tanto
una libertad como una disposición receptiva que abría el camino para
que los miembros hablaran unos con otros, y cada uno de ellos abriera
su corazón en formas que no eran posibles dentro de otros contextos. u
En los albores del siguiente siglo las sociedades se involucraron cada
vez más en las obras prácticas de cuidar a los pobres, ayudarlos en el
pago de sus deudas, visitar a los enfermos, proveer para los huérfanos y

26
Modelos Formativos del Discipulado 27

establecer alrededor de cien escuelas en Londres y los suburbios. Su


obra condujo a la fundación de la "Sociedad Para la Promoción del
Conocimiento Cristiano", en 1699; y la "Sociedad Para la Propagación
del Evangelio en el Extranjero", en 1701. Wesley se hizo miembro
corresponsal de la primera de éstas en agosto de 1732, y tiene que
haber estado familiarizado con la obra de las sociedades a través de su
padre, Samuel Wesley, quien formó una en Epworth en 1701, después
de leer el relato hecho por Woodward sobre el trabajo de ellas. Las
reuniones se efectuaban los sábados por la noche, con el fin de prepa-
rarse para el Día del Señor, y la membresía estaba restringida a un
máximo de doce personas. Cuando más personas querían formar parte
de la membresía-hasta treinta o cuarenta en el curso del tiempo se
nombraba a dos miembros para empezar una nueva sociedad.
A esto le siguió otro episodio significativo en Epworth. En 1712,
mientras Samuel Wesley asistía a la Convocación de la Iglesia de
Inglaterra, en Londres, su esposa Susana empezó a celebrar en la
cocina de la rectoría lo que ella llamó "oraciones de la familia exten-
dida". Durante el invierno de 1711-12, después de leer el relato del
trabajo de dos misioneros moravos daneses, ella tuvo una profunda
experiencia religiosa y resolvió, a pesar de "no ser hombre, ni ser
ministro", hablar más profundamente acerca de la fe con los que le eran
más cercanos. Fijó una hora de cada noche para hablar por turno con
cada uno de sus hijos, tocándole la noche del jueves al joven Juan, y
abrió las puertas de la rectoría para los vecinos que quisieran llegar a
discutir "los sermones mejores y más concientizadores". La cantidad de
personas que llegaron aumentó gradualmente, pasando eventualmente
de doscientas. El uso que hizo de la palabra sociedad para describir
dichas reuniones no puede haber carecido de significado, en vista del
trabajO previo realizado por su esposo; ni las reuniones pueden haber
dejado de hacer una impresión perdurable en Juan. 12
Hubo varios aspectos de las sociedades religiosas que demostraron
ser precedentes directos de la forma de gobierno metodista, siendo
quizás el más importante de todos el creciente papel del liderazgo y la
involucración de los laicos en el alcance social directo. Su influencia se
puede ver, por ejemplo, en el grupo que Wesley describió como "el
primer brote" del metodismo, el "Club Santo de Oxford". Este fue
formado por Carlos Wesley y dos condiscípulos suyos que querían ir en
pos de una vida espiritual más diligente, y fue un factor importante
cuando Juan regresó a Oxford en 1729 y asumió el papel de mentor
espiritual de ellos, uniéndoseles en el trabajo que hacían entre los
pobres y los prisioneros.
28 Discípulos Responsables

Las sociedades religiosas no solamente proveyeron precedentes para


el metodismo, sino que en muchas oportunidades fueron su contexto
inmediato. A pesar de que estaban declinando cuando empezó el
avivamiento, de ninguna manera habían desaparecido, y muy a me-
nudo Wesley se sintió endeudado con ellas por ser receptivas a su
predicación y por haber provisto a sus propias sociedades de un impor-
tante núcleo de membresía. Sin embargo, hubo una diferencia im-
portante. Doquiera el metodismo infiltraba a una sociedad religiosa,
sucedía un proceso transformador mejor descrito como la dinámica
liberadora del discipulado. Wesley se sentía endeudado con las so-
ciedades religiosas por su organización disciplinada, y también porque
mantenían su vínculo estructural con la Iglesia de Inglaterra, cosa que él
consideraba crucial para las nuevas sociedades metodistas. Pero cuan-
do el avivamiento puso pie en tierra firme, se le infundió a la forma
disciplinada de las sociedades religiosas una dinámica de alimentación
espiritual, un concepto de ecc/esiola in ecc/esia que subrayaba la
responsabilidad de la persona creyente hacia la iniciativa de Dios en Su
gracia. Y esto se lo debió a los moravos.

Piedad Comunitaria:
Los Moravos

A la historia de la Iglesia Morava se le puede seguir el rastro hasta los


movimientos radicales de las postrimerías del cristianismo medieval, y
en particular a los seguidores de Juan Hus. Después de su ejecución en
1415, uno de los grupos disidentes que se separaron de la Iglesia
Romana se autodenominó los Un itas Fratrum, y su primer sínodo fue
celebrado en 1467. A pesar de la constante persecusión que había
contra ellos, continuaron creciendo en fuerza y mantuvieron viva la
"semilla escondida" de su confraternidad-concepto que derivaron de
la noción bíblica del "remanente". Esto fue muy significativo al ser
revivida su tradición por los Unitas Fratrum Renouados13 en el siglo
dieciocho, tradición que incluyó un episcopado y una perspectiva mar-
cadamente ecuménica.
Una influencia adicional que hubo en la Iglesia Morava fue la del pie-
tismo alemán, movimiento que había comenzado a mediados del siglo
diecisiete mediante pequeños grupos caseros organizados por el pastor
luterano Felipe Jacobo Spener, con el propósito de promover una
Modelos Formativos del Discipulado 29

confraternidad disciplinada. Su obra fue continuada por Augusto Ger-


mán Francke, que más tarde llegó a ser profesor de teología en la
Universidad de Halle, y bajo cuyo liderazgo el pietismo se encauzó por
una senda más práctica, estableciendo un orfanato, una escuela gratuita
para niños pobres, un dispensario y una casa de publicaciones. Es de
notar el vínculo histórico que hubo con la herencia inglesa de Wesley
por el hecho de que Francke tomó vivo interés en la obra de las
sociedades religiosas anglicanas, siendo elegido miembro corresponsal
de la "Sociedad Para la Promoción del Conocimiento Cristiano" en
junio de 1700.
Sin embargo, lo más importante para los moravos fue la hospitalidad
del hombre que había de llegar a ser su líder de más relieve, el Conde
Nicolás Luis von Zinzendorf, quien había crecido dentro del pietismo
alemán, asimilando dos de sus conceptos de más importancia: la eccle-
siola in ecclesia, considerada igualmente por Spener y Francke como
un medio para reavivar a la iglesia sin ocasionar separación; y la
relación personal con Cristo como la base del fundamento de la fe
cristiana. Ambos estaban destinados a tener profundas implicaciones en
la nueva Iglesia Morava.
En 1722 Zinzendorf le compró a su abuela la propiedad de Berthels-
forf, con la intención de crear un asilo para los refUgiados cristianos de
todas clases. Enterado de la persecusión que sufrían los Un itas Fratrum,
les ofreció un poco de tierra de aquella propiedad, y para finales de
1722 se estableció una comunidad llamada Hermhut, "Vigía del
Señor". Esta fue organizada con el fin de practicar la disciplina religiosa,
dividiéndose a los miembros en dos grupos, o clases, de acuerdo a la
edad, el sexo y el estado civil de las personas. Cada grupo o clase tenía
un director escogido por los mismos miembros. Dentro de estas clases
se realizaba una supervisión mutua para llevar hacia adelante el creci-
miento espiritual, ya los miembros se les clasificaba como "muertos",
"despiertos", "ignorantes", "discípulos dispuestos", o "discípulos que
han progresado". Una terminología similar aparece en los documentos
de las clases del Metodismo primitivo-es un lenguaje de disciplina
espiritual, de crecimiento dinámico más que de esfuerzo interior.
La "clasificación" inicial de la membresía de Herrnhut pronto desa-
rrolló una división doble. Los grupos que estaban divididos según el
sexo, la edad y el estado civil fueron conocidos como coros, adoptando
un modelo residencial al expandirse la comunidad. Al mismo tiempo,
dentro de los coros, quienes deseaban incrementar su crecimiento
espiritual formaron grupos más pequeños, conocidos como bandas, las
cuales habían sido una característica de los antiguos Unitas Fratrum. La
30 Discípulos Responsables

condición para su membresía era la afinidad espiritual. Originalmente


consistían de sólo dos o tres personas, cada una bajo la dirección de
un guardián de la banda, quien tenía responsabilidad directa ante el
Conde Zinzendorf. Dichas bandas crecieron rápidamente en número, y
en 1732 ya había setenta y siete, habiendo llegado a cien en 1734. La
informalidad que las caracterizaba proveía un grado de flexibilidad que
los coros no tenían, y a Zinzendorf no le cabía ni la menor duda en
cuanto al significado que tenían para la vida espiritual de la comunidad.
El reunirse en una banda no era meramente ejercitar el autoexamen, o
engendrar un mutuo crecimiento en la autovigilancia espiritual. Con-
sistía en experimentar la presencia de Cristo- un medio de gracia que
era seguro y eficaz.

La Piedad en los Albores del Metodismo:


Sociedades y Bandas
El encuentro de Wesley con un grupo de moravos, rumbo a América,
en 1735, y durante su tiempo en Georgia, fue importante por dos
razones. Primero que nada, lo expuso a la organización que tenían de
pequeños grupos de confraternidad en bandas, y se convenció del valor
de éstas. La adopción de ellas que hizo Wesley en Savannah indica su
evaluación positiva de la mutua edificación que tenían como medios de
gracia. Al regresar de Georgia en 1738, él fue instrumental en la
formación de una sociedad religiosa en el hogar del Rev. Juan Hutton,
en Fetter Lane, donde fueron adoptadas juntamente con varias otras
prácticas moravas. En la Sociedad de Fetter Lane había bandas que
tenían entre cinco y diez personas, las cuales aprendían a compartir
abiertamente unos con otros sus más profundos pensamientos
espirituales y sus luchas semana tras semana. Wesley mantuvo a estos
grupos como una parte integrante de su estilo de gobierno dentro de las
primeras sociedades metodistas, escribiendo para ellas en 1738 una
colección de reglas, y considerándolas como una subdivisión impor-
tante de la membresía.
Las reglas de las bandas eran muy penetrantes, prescribiéndoles a los
miembros que manifestaran "libre y llanamente" el verdadero estado
de su alma, relatando las faltas que habían cometido "de pensamiento,
palabra y obra", así como las tentaciones de que habían sido objeto
desde la última reunión. Lo que es más, antes de que una persona fuera
Modelos Formativos del Discipulado 31

admitida en una banda se le hacía una serie de preguntas que la ponían


a prueba, tales como:

¿Tienes el perdón de tus pecados?


¿Tienes paz con Dios a través de nuestro Señor Jesucristo?
¿Está el amor de Dios derramado en tu corazón?
¿Deseas que se te digan tus faltas?
¿Deseas que todos te digamos, de vez en cuando, cualquier cosa que
tengamos en el corazón respecto a ti?
¿Deseas que al hacer esto lleguemos lo más cerca que sea posible, de
que cortemos en carne viva y examinemos tu corazón hasta el
fondo?

y en todas las reuniones debían hacerse estas preguntas:

¿Qué pecados conocidos has cometido desde nuestra última reu-


nión?
¿Con qué tentaciones te has encontrado?
¿De qué manera fuiste librado?
¿Qué has pensado, dicho o hecho, que no sepas a ciencia cierta si es
pecado o no?

Con claridad podemos ver que aquél era un proceso de confesión


mutua; y para quienes tomaban en serio su discipulado, como en el
caso de los miembros de aquellas primeras sociedades, la confesión en
grupo era un punto significativo de su obligación de rendir cuentas.
Pero al mismo tiempo Wesley se dio cuenta de las limitaciones que
tenían las bandas como medios de gracia, por lo que no llegaron a ser el
formato básico del movimiento metodista. Había cierta atmósfera de
tensión en ellas que no encajaba del todo bien con mucha gente que se
unía a las sociedades. Wesley empezó a notar que aun con esta forma
semanal de confesión mutua, muchos de los miembros estaban
cayendo en sus viejas costumbres, dándole mala fama al metodismo. Y
cuando leemos el relato que hace Wesley de su visita a Herrnhut en el
verano de 1738, podemos sentir cierta incomodidad hacia su atmósfera
enrarecida. En una carta que escribió (pero que no envió), le preguntó a
la comunidad de Herrnhut si no estaba cayendo demasiado bajo la
influencia de Zinzendorf, fracasando así en el ejercicio de un testimonio
cristiano en el mundo. 14
Lo que necesitaba ese movimiento metodista de los primeros años
era un formato práctico para la formación del discipulado en el mundo.
32 Discípulos Responsables

La mayoría de las personas que se hacían parte de las sociedades


continuaban con sus ocupaciones-sirvientes, agricultores, artesanos,
pegueños comerciantes- por lo que tenían que hacerle frente al de-
safío del testimonio cristiano exactamente donde se hallaban, en medio
del vaivén de la vida diaria. El hecho de que Wesley reconoció esto e
hizo los ajustes necesarios, no solamente fue una señal de su genio
organizativo, sino también de su profunda comprensión teológica de la
gracia, que, lo mismo que en el caso de la manera como entendía a la
iglesia, era una prueba importante de su pragmatismo religioso.

Para Reflexión y Discusión


1. ¿Qué considera usted como la contribución más importante de las
sociedades religiosas en el desarrollo del metodismo de los primeros
tiempos?

2. ¿Qué le parece significativo en cuanto a la involucración de las


sociedades religiosas en las buenas obras prácticas?

3. ¿Está usted de acuerdo en que el genio de la organización del


metodismo de los primeros tiempos de parte de Wesley fue el
rechazo que él hizo del concepto moravo de piedad comunitaria?

4. ¿Le parece que la mutua confesión que practicaban las bandas sería
de ayuda para su discipulado personal? Si no, ¿por qué?
Capitulo Tres
Cómo Entendía Wesley la Gracia

Seguridad Cristiana y Discipulado Cristiano


La diferencia crucial entre Wesley y los moravos-y fue suficiente-
mente seria como para causar un rompimiento de relaciones entre
ellos-era si la seguridad de haber recibido la fe era sinónima con la
salvación, o si un pecador podía recibir perdón y reconciliación inde-
pendientemente de esa experiencia particular. Wesley llegó a la conclu-
sión de que la salvación de ninguna manera estaba limitada a tal
seguridad. Había ciertos medios de gracia a través de los cuales la gente
podía ser atraída a Dios; en verdad, eran un medio con el que podían
buscar a Dios. Además de esto, tan pronto como existía una nueva
relación con Dios mediante la fe en Cristo, esos medios de gracia eran
necesarios para sostener al discipulado cristiano y conducirlo a la madu-
rez.
Esto nos dice mucho acerca de la forma como Wesley veía su
ministerio y acerca de la estructura de las primeras sociedades metodis-
tas. En el refinado aislamiento de Herrnhut, el énfasis sobre la seguridad
de la fe era parte de la vida disciplinada de la comunidad. Esta doctrina
era promovida por los coros en residencia y por el íntimo compartir en
las bandas.
La gente esperaba que tal cosa sucediera en su vida, jy sucedía! Pero
en la realidad de la Inglaterra del siglo dieciocho, una doctrina de la
salvación que dependiera solamente de la experiencia resultaba suma-
mente inadecuada. Esto se hizo evidente cuando las bandas no pudie-
ron proveer una fuente significativa de alimentación espiritual para la
membresía de la sociedad en general. Estaban diseñadas principal-
mente para las personas que estaban familiarizadas con la vida y las
enseñanzas de la iglesia, y para quienes una experiencia religiosa pro-
funda era mayormente una afirmación de todo lo que hasta el
momento habían creído y practicado. Pero para muchos de los que se
hacían Metodistas, el unirse a una sociedad significaba no sólo una
nueva fe, sino también una nueva senda para la vida, en la cual la
seguridad de la salvación brotaba no sólo de la experiencia de la fe, sino
también de su práctica.

33
34 Discípulos Responsables

Para comprender cómo les aplicó Wesley ésto a las primeras


sociedades metodistas, debemos echarle un nuevo vistazo a su experi-
encia en la Calle Aldersgate. Ciertamente éste fue el punto medular de
su peregrinaje cristiano, pero no fue la única experiencia profunda de su
vida religiosa, ni tampoco parece haberle dado la prominencia que
algunos de sus biógrafos y discípulos le han adscrito subsecuente-
mente. La verdad es que hasta en sus conversaciones con el líder
moravo Spangenberg, en Georgia (las cuales él mismo consideró cru-
ciales en el camino hacia la Calle Aldersgate), hallamos algunas
directrices importantes para su liderazgo posterior.
-¿Qué entiende usted por conversión? -preguntó Wesley.
- El pasar de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás al poder de
Dios, -respondió Spangenberg.
-¿Es algo que sucede de una sola vez, o gradualmente? -inquirió
Wesley.
-El diseño de ese acontecimiento se hace a veces en un momen-
to ... pero la experiencia de pasar de las tinieblas a la luz es gradual
-dijo Spangenberg.
-¿No debiéramos esperar que el Espíritu Santo convirtiera nuestra
alma o la de nuestro prójimo, de manera que no dependiéramos de
ningún medio exterior? -insistió Wesley;
- Hay muchas cosas que se mencionan en la Escritura como ayudas
para la totalidad de una conversión. Así, hay que leer las
Escrituras ... oírlas ... ayunar ... practicar el autoexamen ... las
instrucciones de personas de experiencia . . . la fervorosa oración.
Por lo tanto, nadie debiera descuidar ninguna de estas cosas, si tienen
la posibilidad de usarlas. 15
La seguridad de fe que Wesley predicó y enseñó fue un testimonio
directo del Espíritu de Dios. Empero, no impedía la responsabilidad
hacia la ley de Dios y hacia los medios de gracia. La una seguía a la otra.
El punto clave era cómo se iba a interpretar la doctrina de la justificación
por la fe, y vemos que en las primeras conferencias que Wesley llevó a
cabo con sus predicadores, fue mucho el tiempo que se le dedicó a esta
cuestión. En 1745 la doctrina fue definida en términos de un disci-
pulado responsable. Por una parte, se basaba en las realidades de la
iglesia visible-su culto, sus sacramentos, y su énfasis en el discipulado
práctico en el mundo. Cosas como éstas fueron consideradas por las
sociedades religiosas. Por otra parte, la doctrina le daba gran importan-
cia a la fe evangélica de los moravos, declarando que la salvación se
recibía totalmente por gracia. Juntas, las dos tradiciones afirmaban la
iniciativa de Dios y la respuesta humana ante la inmediatez absoluta de
Cómo Entendía Wesley la Gracia 35

una nueva relación-una relación para condición previa la cual la única


era una buena disposición de tener mente y corazón abiertos a la gracia
de Dios.
y así, se percibía a la gracia de Dios operando en todo el ámbito de la
experiencia humana. Era algo que estaba obrando en todo ser
humano, invitando preventivamente al pecador a reconciliarse en la
familia de amor, y creando una tensión entre los "intentos de acerca-
miento" por parte de Dios, y las "extinciones" o "apagamientos" del
Espíritu Santo por parte de los seres humanos, cuyo instinto era resistir
a la gracia de Dios. Por tanto, había un proceso que llevaba hasta la
justificación, una búsqueda espiritual, una desesperación, un "vacia-
miento", una renunciación de toda justicia personal, hasta que la volun-
tad humana se sometía a la gracia activa de Dios y el pecador era
justificado. Además, de la misma manera que la gracia preventiva de
Dios invitaba al pecador al arrepentimiento, mientras que le daba la
libertad para resistirla, así la gracia santificadora de Dios operaba un
cambio que el pecador podía igualmente resistir. La nueva relación con
Dios, en Cristo, implicaba una opción. Si el pecador la aceptaba, tenía
que ponerse en acción en el mundo mediante un discipulado obediente
que transformaba al pecador en una nueva persona. Pero si lo que se
escogía era la desobediencia, entonces la nueva relación se rompía, y
hasta podía ser destruida permanentemente.

Madurez Cristiana y
Obediencia Cristiana
Así pues, la marca de un cristiano maduro era una obediencia firme
para con Dios, en la cual la nueva relación de fe justificadora ya no era
interrumpida por una voluntad descarriada, sino firmemente cimentada
en un servicio de amor. Esto fue lo que Wesley designó como la
doctrina de la perfección cristiana: que la renovación interna del cre-
yente podía seguir hacia adelante, en esta vida, hasta llegar a un
discipulado en que la obediencia se hubiera convertido en algo tan
habitual, que la voluntad perdiera su tendencia a resistir la gracia de
Dios-punto en que el discipulado fiel culminaba en amor perfecto,
una madurez que era don de la gracia de Dios así como todo lo demás
en la vida del creyente.
Con este entendimiento teológico, Wesley descubrió que hay una
absoluta inmediación de la acción divina en cada momento del discipu-
36 Discípulos Responsables

lado cristiano. Cuando llevó el Evangelio a lo largo y ancho de Inglate-


rra, vio un abundante derramamiento de la gracia. Halló, en la riqueza
de la experiencia religiosa metodista, un proceso de crecimiento espiri-
tual que era análogo al proceso de la vida humana-el nacimiento, la
niñez y la llegada a la madurez. Vio a la gente llegar hasta el punto
crítico de la rendición, con su vida cambiada, por la acción de la gracia
justificadora que se recibe por medio de la fe. Al mantener esto vigente
en amorosa obediencia, Wesley vio en el desarrollo de la madurez
religiosa una perfección de amor que él llegó a considerar como "la
segunda bendición". Pero cuando a esta segunda bendición se la daba
por sentada, venía una caída, aun para los más maduros. Ni por un
momento se podía descuidar la obediencia.
La pregunta crítica para el discipulado cristiano era cómo permitir
que la gracia de Dios generara una madurez de obediencia constante,
de modo que la gracia santificadora pudiera obrar con un amor sin
impedimentos. Fue la comprensión teológica que Wesley tenía sobre
este asunto la que lo condujo a adoptar lo que parecía una solución
increíblemente simple: una reunión semanal de personas de la misma
tendencia y criterio que practicaran una mutua obligación de rendir
cuentas con respecto a su discipulado cristiano. Este "medio prudencial
de gracia" era tan profundo como simple. Al adoptar la reunión de la
clase como la base para el sistema de gobierno del metodismo en sus
albores, Wesley no fue solamente práctico, sino que estaba también
utilizando los resultados de largos años de estudios teológicos. La
dinámica del discipulado metodista de aquellos primeros tiempos se
basó desde el principio mismo del movimiento, en el sólido principio
teológico de la justificación por la fe-cómo era que no se debía resistir
a la iniciativa de la gracia divina. Esto permanece como la contribución
más importante hecha por Wesley y por el metodismo a la tradición
cristiana.
El fundamento de la organización que Wesley le dio al movimiento
metodista descansó en su reconocimiento de que el discipulado cristiano
era, en primer lugar y por sobre todo una respuesta a la gracia de Dios,
y no una lucha por conseguir la virtud o una experiencia de salvación
instantanea. Él no podía considerar a los que ponían todo de su parte
como si estuvieran más allá del alcance de la salvación ofrecida por
Dios, como tampoco podía considerar a los que tenían la segunda
bendición como personas incapaces de pecar. Su sistema de gobierno
para las sociedades metodistas tomó lo mejor que tenían tanto las
sociedades anglicanas como las moravas, y de allí siguió más allá.
Afirmaba que así como la gente puede responder a la gracia de Dios en
Cómo Entendía Wesley la Gracia 37
varios niveles de resistencia o de aceptación, hay ciertas prácticas cris-
tianas mediante las cuales todos pueden recibir la gracia de Dios, no
importa cuál sea el nivel de su respuesta. Estos eran los medios de gracia
ordenados por la iglesia y puestos a prueba en la práctica. Las actas de la
Conferencia de 1744 instaban a los predicadores metodistas a que
usaran todos los medios de gracia, tanto los "instituidos" como los
"prudenciales", y a "enfatizar el uso de ellos por parte de toda persona".
Los medios de gracia instituidos eran, la oración (privada, familiar o
pública), el escudriñar las Escrituras, el sacramento de la Cena del Señor,
el ayuno, y la conferencia cristiana-lo que hoy llamaríamos conversa-
ción seria acerca de la fe. Los medios prudenciales eran las disciplinas
personales y las formas de confraternidad que ayudaban al cristiano a
tener una buena base para su discipulado. 16

Confraternidad Cristiana y
Responsabilidad Cristiana
Wesley también comprendió que quienes llegaban al conocimiento
del evangelio necesitaban un modelo de edificación espiritual que no
presumiera alguna una experiencia religiosa en particular, o un modelo
uniforme de fe. Lo que se necesitaba inicialmente era la elaboración de
un compromiso de obediencia en el servicio de Jesucristo, alguna forma
de estímulo mutuo y ayuda mutua en la dirección de la vida cristiana. Fue
así como una sociedad metodista se definió en sus reglas como una
compañía de personas que, teniendo la forma de lo divino, estaban
buscando su poder. A medida que la predicación de los metodistas fue
alcanzando a los que no habian sido tocados por la iglesia en ninguna
otra forma, las sociedades fueron recibiendo a estas personas sin otra
condición que la de desear ser salvos de sus pecados. Sin embargo, las
Reglas Generales de las Sociedades Unidas declararon que "doquiera
este (deseo) esté realmente en el alma, se mostrará por sus frutos", y con
el fin de que "pueda discernirse más fácilmente si (los miembros) están
de verdad ocupados en su propia salvación, cada sociedad se dividirá en
compañías más pequeñas, llamadas clases, de acuerdo a sus respectivos
lugares de habitación"Y
En otras palabras, la prioridad de los primeros metodistas no fue el
buscar una experiencia religiosa particular, sino el ir en pos de un
discipulado obediente. Su compromiso con la reunión de la clase
expresó su fe en una salvación que les daba libertad y responsabilidad
38 Discípulos Responsables

bajo la gracia de Dios. Era una estructura de apoyo para el discipulado,


basada en las realidades y en el sentido común de la vida en el mundo; y,
como veremos, ese fue el motor del movimiento metodista.

Para Reflexión y Discusión


1. ¿Que es más importante en la forma como Wesley entendió la gracia:
la seguridad de la fe, o la obediencia del discipulado?

2. ¿Está usted de acuerdo en que la madurez cristiana (la perfección


cristiana) es el desarrollo de una constante obediencia a Dios?

3. Wesley consideraba a los "medios de gracia" como esenciales para el


cristiano maduro lo mismo que para el principiante, o hasta para el
simpatizante (págs. 36-37). ¿Qué implica esto para el discipulado
cristiano de hoy?

4. Discuta la declaración que aparece en las Reglas Generales de las


sociedades metodistas, que los miembros eran los que, "teniendo la
forma de lo divino", estaban "buscando su poder".
Capitulo Cuatro
Discipulado Metodista:
Responsabilidad Mutua
La Reunión de la Clase
Una vez percibida su utilidad y validez, Wesley adoptó a la reunión de
la clase como la estructura básica del metodismo. Como ya dijimos, la
idea surgió durante una discusión en la Sociedad de Bristol respecto a
lo que se adeudaba por la construcción del nuevo cuarto. La fecha fue
el 15 de febrero de 1742. El relato que nos da Wesley declara que un
marino jubilado, a quien se conoce solamente como el Capitán Foy,
propuso que cada miembro de la sociedad diera un centavo semanal
para saldar la deuda. Cuando se hizo ver que un centavo semanal
estaba más allá de las posibilidades de muchos de los miembros,
respondió que él aceptaría personalmente la responsabilidad de cobrar-
les semanalmente esa cantidad a unos diez o doce miembros, y que
cubriría de su bolsillo cualquier faltante que hubiera. Otros ofrecieron 10
mismo, y así fue como se acordó dividir a la totalidad de la sociedad en
"pequeñas compañías o clases-unas diez personas en cada clase",
teniendo a una persona, catalogada como líder, encargada de cobrar
las contribuciones semanales.
Lo que comenzó como algo que hiciera expedita la parte financiera,
pronto se convirtió en una oportunidad de supervisión pastoral. Como
Wesley la describió más tarde, la clase demostró ser lo que se necesi-
taba para impulsar el discipulado entre los miembros de la sociedad.
Antes de que pasara mucho tiempo, en vez de que el líder visitara a
cada miembro, se decidió que era más conveniente que los miembros
se reunieran en grupo, ocasión en la que el líder no solamente les
cobraría las contribuciones semanales, sino que les aconsejaría, les
reprendería, o les estimularía en su discipulado. Pronto se desarrolló
una dinámica de discipulado cristiano, a medida que los miembros
empezaron a ser honestos los unos con los otros, y a ayudarse unos a
otros en su discipulado.
Es importante recordar que la introducción de la reunión de la clase
no le puso fin a las bandas, las cuales continuaron funcionando parale-
lamente a las clases para beneficio de quienes necesitaban del proceso

39
40 Discípulos Responsables

más intenso y auscultan te de la mutua confesión. Pero mientras que las


bandas permanecieron divididas siguiendo el modelo moravo de edad,
sexo y estado civil, las clases fueron divididas pragmáticamente de
acuerdo al lugar donde los miembros y el líder residían. Hombres y
mujeres, jóvenes y ancianos, casados y solteros, todos pertenecían a la
clase que más cerca les quedaba del lugar donde vivían.

El Líder de la Clase
El líder de clase era un elemento crucial en la línea de autoridad y
comunicación que se extendía desde Wesley a toda la membresía
metodista. Los líderes recibían deberes muy específicos a través de las
Reglas Generales. Aunque el nombramiento y la remoción de los
líderes era prerrogativa de él o de sus ayudantes, Wesley tenía la
responsabilidad de la dinámica del liderazgo. Él estaba convencido de
que la autoridad de los líderes dependería en gran parte del grado de
respeto que les tuvieran los miembros de la clase, sin olvidar que ellos
eran quienes ejercían el derecho de responsabilidad en el discipulado.
Ellos se reunían semanalmente con el predicador nombrado por Wesley
como ministro de su sociedad, tanto para informar acerca de sus
miembros, como para recibir consejos e instrucciones. La escogencia de
los líderes tendió a desenvolverse en forma natural a medida que las
sociedades fueron reconociendo su potencial. El paso de líder de clase a
predicador, no estaba fuera de lo común. De la misma manera, Wesley
y sus ayudantes eran rápidos para discernir las cualidades de liderazgo,
y no cabe duda de que se convirtieron en uno de los grupos de
mentores espirituales más diestros que la iglesia ha producido.
Lo que Wesley buscaba en los líderes de las clases era una combina-
ción de discernimiento disciplinario y espiritual, de modo que la con-
fraternidad de las clases fuera un medio para fortalecer el discipulado
de sus miembros. Por ejemplo, una de sus tareas más importantes
era informarle al ministro quienes estaban desatendiendo las Reglas
Generales. Había una buena razón para insistir en esta supervisión
estricta. En una confraternidad íntima como aquella, cualquier falta de
compromiso o discipulado por parte de algún miembro podía ser
destructiva. Si los metodistas habían de "velar los unos por otros en
amor", ello implicaba que cualquier miembro que dejara de proveer
este apoyo mutuo, de hecho se convertía en un estorbo.
Wesley reforzó esto todavía más mediante la introducción de un
procedimiento relativamente simple que, al mismo tiempo, les propor-
Discipulado Metodista 41

cionaba a los miembros de las sociedades un importante símbolo de


identidad: Tarjetas de Constancia de Membresía. Las adoptó inicial-
mente en Bristol y Kingswood como una medida disciplinaria para
salvaguardar al grupo contra "ambulantes desordenados", unos
cuarenta de los cuales fueron expulsados en febrero de 1741. Una
acción disciplinaria similar se tomó en Londres en abril del mismo año,
y de allí en adelante emitió dichas tarjetas para el uso de todas las
sociedades, en un examen trimestral practicado a las clases por él o por
alguno de sus predicadores. De esta manera, los que estaban obser-
vando las reglas de las sociedades recibieron un medio visible de
estímulo, al mismo tiempo que quienes eran "desordenados" podían
ser removidos al no extendérseles una nueva tarjeta.
Este examen trimestral era una forma adicional de supervisar tam-
bién a los líderes. Como ya lo hemos hecho ver, se requería que se
reunieran semanalmente con el predicador que se les asignaba como
ministro, para hacer entrega de las ofrendas de las clases y rendir un
informe sobre el progreso de sus miembros. Pero el examen trimestral
que el predicador les hacía a los miembros era también un chequeo
importante de la forma como el líder estaba desenvolviéndose, como
Wesley lo hace ver claramente en muchas partes de su corresponden-
cia. Descritas como "visitas", las referencias que él hace de ellas en su
diario son numerosas. A los predicadores se les indicaba constante-
mente que fueran muy meticulosos y concientes en este aspecto de sus
deberes, hasta el punto de visitar de casa en casa a quienes no estaban
asistiendo a las reuniones de las clases.
Los líderes eran también el punto inicial de contacto para quienes
deseaban hacerse miembros de una sociedad. Por recomendación del
líder, se emitía una nota de admisión a las reuniones de la sociedad, y al
final de los tres meses se le consultaba nuevamente al líder acerca de la
plena membresía de la persona solicitante. Y de la misma manera que la
reunión de la clase era la ocasión para llegar a pertencer a la membresía,
también era la condición previa para ello. Wesley conceptuó a las clases
como los "tendones" de metodismo, y cuando se establecía una nueva
sociedad, la formación de la primera clase era la prioridad inmediata. La
asistencia a las reuniones semanales fue siempre una de las condiciones
para la renovación de las tarjetas trimestrales, y a los predicadores se les
daban claras instrucciones de que no se les entregaran a quienes asistían
en forma irregular. La regla general, a pesar de no estar escrita, era que
tres ausencias consecutivas constituían la autoexpulsión de la clase, y a
los líderes se les exigía que llevaran una lista de la asistencia y que le
siguieran el rastro a cualquier persona ausente.
42 Discípulos Responsables

Las Reglas Generales:


Obras de Misericordia y Obras de Piedad

Esto significaba que, una vez a la semana, todo miembro de una


sociedad debía rendir un informe sobre su discipulado. Había dos
requisitas para ello. El primero venía dado por las Reglas Generales de
1743, las cuales Wesley nunca cesó de afirmar como el marco disci-
plinario del metodismo. Al observarlas, el crecimiento espiritual de los
primeros metodistas se hizo realidad. Sin ellas, se veía inevitablemente
impedido; y como no había otro requisito para tener membresía en el
metodismo sino el deseo de salvación, las sociedades tenían la puerta
abierta para toda persona, cualquiera fuera su condición espiritual. Pero
para seguir en la membresía, debían evidenciar su deseo de salvación
mediante la ejecución de buenas obras externas y visibles, las cuales
eran tanto una manifestación de fe como una condición de continua-
ción en esa fe.
De acuerdo a esto, a los miembros se les encargaba de que evitaran
la maldad, de que no hicieran daño, y de que hicieran todo el bien que
pudieran a beneficio de tantas personas como fuera posible. Wesley
describió estas acciones como "obras de misericordia", considerando
que ellas brotan directamente de la fe; las Reglas dan una lista muy
detallada de instrucciones en este sentido. Como la lista es tan
detallada, proporciona un testimonio interesante sobre cómo era la vida
durante el siglo dieciocho, así como sobre el discipulado metodista.
Pero el punto que establece es fundamental-que ser cristiano consiste
en vivir en el mundo tal como éste es. El discipulado para los primeros
metodistas tenía sus raíces en vivir su fe; y aun cuando hay algunas
cosas en dichas Reglas que nos pueden hacer sonreír, tal como la
censura de "la conversación desprovista de caridad y de provecho,
particularmente si se habla mal de los magistrados o de los ministros",
muy poco es lo que no se puede aplicar prontamente y de buena gana
a las postrimerías del siglo veinte. Y de manera insoslayable debiéramos
notar la estipulación de que, al hacerle el bien al prójimo, los metodistas
debieran primero hacerse cargo de las necesidades del cuerpo-dar
comida a los hambrientos, ropa a los desnudos, visitar o ayudar a los
enfermos o encarcelados. Y después se les daban instrucciones para
que se encargaran del cuidado del alma.
Las Reglas también les prescribían a los miembros de las sociedades
para que "prestaran atención a todas las ordenanzas de Dios. Estas son:
Discipulado Metodista 43

el culto público a Dios; el ministerio de la Palabra, sea leída o expuesta;


la Cena del Señor; la oración en privado; el escudriñar de las Escrituras;
y el ayuno o la abstinencia". Wesley consideraba a estos medios de
gracia instituidos como "obras de piedad" -las disciplinas y prácticas
de la iglesia sin las cuales todo intento de seguir el camino del disci-
pulado cristiano estaba condenado a fracasar. Esto no solamente indica
que Wesley consideraba el servicio al mundo en el nombre de Cristo
como algo ineficaz sin el poder del Espíritu Santo, sino también que la
"disciplina interna" del metodismo estaba inexorablemente vinculada a
la de la Iglesia de Inglaterra. El desarrolló el sistema de gobierno de la
confraternidad o compañerismo de grupos pequeños, suponiendo que
los asuntos generales sobre doctrina y orden ya estaban establecidos.
Los miembros de las iglesias que no eran parte de la Iglesia de
Inglaterra y que se unían a las sociedades tenían que cumplir con sus
obligaciones congregacionales tanto como los feligreses de la Iglesia de
Inglaterra.

Crecimiento Espiritual:
Madurez en la Obediencia
El segundo requisito para la renovación trimestral de las tarjetas de
membresía en las clases era el interrogatorio al que se sometía tanto a
los miembros de las clases como a sus líderes en cuanto a su creci-
miento espiritual. Por supuesto, esto no era lo mismo que el inter-
rogatorio intenso que se efectuaba en las bandas. Había muchas cosas
variables en las reuniones de las clases como para poder hacer esto.
Pero al crecimiento espiritual se le reconocía la cualidad de ser a la vez
señal y resultado de un discipulado obediente, y a los líderes de las
clases se les pedía que anotaran en sus cuadernos de control si un
miembro todavía estaba en busca de la fe ("despierto"), si había
experimentado el nuevo nacimiento en Cristo ("justificado"), o si había
madurado en la fe ("encaminado hacia la perfección"). Junto al prag-
matismo del formato de la reunión de la clase estaba una sensibilidad
para con los misterios de la gracia. 19
Esto se hizo evidente en el interés que tenía Wesley por evitar que las
reuniones se convirtieran en un mero formalismo. A causa de su misma
naturaleza, las clases tenían una agenda fija que proveía una estructura
para las reuniones, al mismo tiempo que constituía un peligro. Lo que
nos dicen los relatos de aquellos tiempos es que los intercambios que
44 Discípulos Responsables

había en las reuniones de las clases eran casi enteramente de catequesis


entre el líder y cada miembro del grupo. El proceso era de preguntas y
respuestas, teniendo el líder a su cargo la articulación de lo que a él le
parecía que sería el punto más provechoso para compartir con los
demás miembros-método que sirvió para enfatizar que el propósito
primario de la reunión era que cada persona les contara a las demás las
experiencias de su discipulado. Las reuniones empezaban con una
oración y un himno, y luego el líder, empezando consigo mismo,
preguntaba la forma en que cada uno de los miembros había obser-
vado las reglas de las sociedades durante la semana pasada, contando
también cuál era el estado de su alma. El líder respondía con comen-
tarios de aprobación, de reprensión o de consejos.
El peligro consistía en que el formato de preguntas y respuestas se
convirtiera en algo monótono, extinguiéndose así la dinámica de la
confraternidad y el compañerismo que se desarrollaba a medida que
los miembros de la clase se iban conociendo mejor unos a otros. Wesley
estaba consciente de este obstáculo potencial, por lo que les aconsejó a
los líderes de las clases que no sólo variaran el formato de sus pregun-
tas, sino también que fueran en pos del progreso espiritual individual de
los miembros como un medio para discernir la forma como Dios estaba
obrando en la vida de cada uno de ellos. Una vez que se empezaban a
cumplir las indicaciones para el discipulado, el propósito del grupo era
compartir las realidades del peregrinaje de otros, y de esa manera
coadyuvar a su crecimiento hacia la madurez espiritual.
No creemos necesario decir que la madurez espiritual constituía aún
más la agenda para las reuniones de las bandas, en las cuales había un
intercambio mucho más informal. En ellas se experimentaba una intimi-
dad mucho más grande, debido en gran parte a la restricción de
membresía impuesta por Wesley a los que querían y necesitaban
"algunos medios de unión más estrecha". Fue allí donde la búsqueda
espiritual de la perfección fue nutrida y guiada, estando los miembros
de las bandas sujetos a una supervisión disciplinaria más rigurosa que la
de las clases. A los predicadores se les instruyó para que se reunieran
semanalmente y que pusieran especial cuidado en observar las Reglas.
Los miembros recibían boletos de clase especialmente designados, los
cuales se concedían únicamente después de un período de prueba de
tres meses de duración, distinguiéndose les así como personas que
estaban consagradas a la búsqueda de la madurez cristiana.
Sin embargo, las reuniones de las clases permanecieron como la
unidad básica de la organización de la estructura metodista, y fueron el
medio más efectivo de fortalecimiento espiritual para la membresía en
Discipulado Metodista 45

general. Todos los metodistas, reuniéranse o no en bandas, tenían que


asistir una vez a la semana a la reunión de la clase a que pertenecían
para dar cuenta y razón de su discipulado. Era un requisito inclusivo, así
como una afirmación de la gracia. El "camino hacia la perfección"
empezaba y continuaba con un sentido de responsabilidad y de rendi-
ción de cuentas en lo tocante a las cosas básicas del discipulado
cristiano, factor sin el cual no se podía hacer ningún progreso genuino
en la vida cristiana. Y aquí nos debemos preguntar si tal cosa continúa
ofreciéndole a la iglesia de hoy un paradigma para el discipulado.

Para Reflexión y Discusión


1. ¿Piensa usted que el papel que desempeñaba el líder de la clase en
los primeros años del metodismo podría ser útil en la iglesia hoy día?
¿En qué formas?

2. La tarjeta de membresía en la clase era un medio para remover


discretamente a los miembros inactivos de la sociedad, quitándolos
de la lista. ¿Podría eso ser algo práctico para la congregación local de
nuestros días? De no ser así, ¿por qué no?

3. La reunión semanal de la clase era un punto de rendición de cuentas


para los metodistas de los primeros tiempos. ¿Por qué no es actual-
mente un requisito para ser miembros de la iglesia? ¿Qué piensa
usted?

4. ¿Qué parece haber sido más importante para las sociedades


metodistas de los primeros tiempos: la reunión de la banda, o la
reunión de la clase? ¿Por qué?
Capitulo Cinco
La Reunión de la Clase
en la Actualidad
El Llamado al Compromiso

Dimos inicio a este estudio con la observación de que los cristianos de


hoy están buscando maneras de lograr que su fe sea más significativa.
Pero la búsqueda de un compromiso espiritual más profundo, la cual
prevalece en la iglesia de los Estados Unidos, raramente parece produ-
cir un discipulado más obediente. Hay muchos que rechazan la opción
de una tibia religión de gran popularidad, la cual, sin embargo, exige
poco a la persona creyente y ofrece toda clase de beneficios personales
que la iglesia nunca ha estado obligado a proveer-con el aterrador
deterioro de sus recursos humanos y materiales. Al mismo tiempo, no
se sienten cómodos con un testimonio cristiano radical que parece
presentar exigencias imposibles-y que se presta a la duda con res-
pecto a su status como un testimonio de la gracia.
También hicimos la observación de que estas tensiones no son nada
nuevo. Los cristianos de todos los tiempos han sido confrontados por el
desafío que plantea su testimonio, y nunca ha habido respuestas fáciles
para ello. La verdad del asunto es que siempre ha sido difícil mantener
vigente un fiel testimonio cristiano en el mundo, y esto se debe a una
razón muy sencilla: el mundo no se identifica con el reino de Dios. El
pecado sigue haciendo de las suyas, y un mundo pecaminoso siempre
se opondrá a la futura Nueva Era de Jesucristo. En relación a esto, las
postrimerías del siglo veinte no son diferentes de ninguna otra época.
Por tanto, el propósito de prestarle atención a nuestra herencia
metodista ha sido el indagar sobre la manera como nuestros antepasa-
dos le hicieron frente a este desafío en días y tiempos diferentes de los
nuestros. Algunos de los problemas que confrontaron fueron muy
semejantes a los nuestros. Hubo un tremendo trastorno social cuando
la revolución industrial empezó a desarraigar a la gente de las áreas
rurales y a sobrepoblar a las cuidades. Este proceso llevó a la incerti-
dumbre económica y también creó áreas de absoluta pobreza. Es obvio
que todo esto prodUjO una ola de crimen. La respuesta fue un código

46
la Reunión de la Clase en la Actualidad 47

penal cuyas condiciones hoy día consideraríamos salvajes, pero cuyas


exigencias nos son muy familiares.
Los factores sociales, sin embargo, no son la única ni la mayor ocasión
de nuestro sentido de identificación con los primeros metodistas. Lo que
nos vincula es la unidad del Espíritu Santo, acercándonos más a ellos en
la fe que a nuestros vecinos contemporáneos que no comparten con
nosotros el entendimiento que tenemos del Evangelio. Y como es, al fin y
al cabo, imposible correlacionar el siglo dieciocho con nuestros tiempos,
lo que debe interesarnos en nuestro estudio del discipulado que ellos
tuvieron es cómo obtuvieron la fuerza para vivir como cristianos.
Debemos averiguar cómo se sostuvieron y ver si la fuente de fortaleza
con la que le hicieron frente a los desafíos de sus tiempos nos puede
ayudar en nuestro testimonio en el mundo del siglo veinte.

El Sentido de Responsabilidad
en la Reunión de la Clase
Si vemos a las reuniones de las clases como los tendones que
mantuvieron unido al movimiento metodista de los primeros tiempos,
hay cinco aspectos que emergen como de particular importancia para
los miembros de las sociedades:

1. Eran un factor de responsabilidad


para el discipulado cristiano
La clave para entender la dinámica de la reunión de la clase en los
primeros años del metodismo está en la expresión obligación de dar
cuenta, de rendir informe. Como ya lo hicimos ver, los miembros
desarrollaron una absoluta sinceridad entre ellos, así como una intimi-
dad que les permitió compartir su peregrinaje espiritual sin reserva
alguna. Pero es erróneo asumir que la reunión de la clase era esencial-
mente una serie de experiencias intensivas, o siquiera un grupo de
mejoramiento espiritual. Tales cosas eran beneficios que seguían por
añadidura a la primera prioridad de la reunión semanal que era "velar
los unos por los otros en amor". Si enfatizamos el amor que compartían
excluyendo el mutuo sentido de responsabilidad y de rendición de
cuentas que practicaban, tanto en áreas de los medios de gracia como
de la obediencia a su discipulado, malentenderemos muy profunda-
mente el propósito y la función de sus reuniones.
48 Discípulos Responsables

Las Reglas Generales de 1743 lo definían claramente. Los metodistas


son aquellos quienes, "teniendo la apariencia, y buscando el poder de
lo divino, se unen con el fin de orar juntos, de recibir la palabra de
exhortación, y de velar los unos por los otros en amor, a fin de que se
puedan ayudar mutuamente en el mantenimiento de su salvación".

2. Eran un factor de responsabilidad para


los medios de gracia.
Juan Wesley entendía bien la importancia central de los medios de
gracia para tener un discipulado de verdadera consagración y compro-
miso, y plasmó en las Reglas Generales una lista de esos medios para
uso de los metodistas de aquellos tiempos: la oración diaria, la lectura
diaria de las Escrituras, el culto regular, el sacramento de la Santa
Comunión con frecuencia, la temperancia y el ayuno. La conversación
cristiana y las reuniones en confraternidad cristiana se llevaron a cabo
para "velar los unos por los otros en amor". De todos estos factores,
Wesley consideraba al último quizás como el de más importancia. La
verdad es que consideraba al cristianismo solitario, aislado, como una
contradicción de términos, y previno constantemente a los miembros
de las sociedades, diciéndoles que corrían un grave riesgo en su disci-
pulado si no usaban este "prudencial medio de gracia". La asistencia
regular a la reunión semanal de la clase era un requisito absoluto.

3. Eran un factor de responsabilidad para


vivir en el mundo.
En los tiempos de Wesley había varios movimientos de pequeños
grupos, y muchas manifestacines del Avivamiento Evangélico parecían
tener mucho más éxito que el movimiento que él encabezaba; pero el
metodismo prevaleció porque la base sobre la cual estaban fundadas las
sociedades originales era de un testimonio activo en el mundo. Aquellos
metodistas no buscaban sitios pintorescos durante los fines de semana
con el fin de "encontrar a Dios". Sabían que Dios los había encontrado
en el lugar donde estaban. Las clases metodistas no tenían otro lugar
para reunirse sino donde los miembros vivían y trabajaban. Y se
reunían semana a semana porque sabían que, cuando se hacía la
oración y se cantaba el himno, Dios estaba presente en el poder del
Espíritu Santo, y estaba allí para bendecirlos.
La Reunión de la Clase en la Actualidad 49

Lo que es más, aquellos metodistas sabían que cuando volvían a sus


labores diarias, Dios estaba con ellos, mostrándoles el camino. En vez
de escapar del mundo, la reunión de la clase ayudó a los metodistas de
aquellos tiempos a considerar su realidad concreta bajo una nueva luz.
Por medio de la gracia, tenían ojos para ver. Y necesitaban gracia, ¡de
qué manera! Porque ser metodista equivalía a ser una persona mar-
cada, sujeta al ridículo, desdén, persecusión y frecuentes ataques per-
sonales. El vivir un testimonio metodista en las pobladas áreas urbanas
que se estaban esparciendo rápidamente en la Inglaterra del siglo
dieciocho, o en las aldeas y los pueblecitos con su vida comunitaria tan
estrecha equivalía a vivir bajo el escrutinio de la gente a cada paso que
se diera. Las palabras del himno que Carlos Wesley escribió para los
metodistas adquieren un nuevo significado cuando recordamos lo que
tuvieron que enfrentar:
Hacia adelante en Tu nombre, Señor, yo voy,
mi diaria labor a realizar,
resuelto a conocerte sólo a Ti,
en todo lo que pienso, hablo, o hago. 2o

4. Eran un factor de responsabilidad hacia y


por la iglesia.
Debido a la insistencia de Wesley en que las sociedades metodistas
permanecieran dentro de la Iglesia de Inglaterra, la reunión de la clase
llegó a ser un punto doble de responsabilidad en cuanto a la iglesia.
Primero que nada, mantuvo a los miembros de las clases con respon-
sabilidad hacía la disciplina de la iglesia. Estos estaban comprometidos a
aprovecharse de los beneficios de los medios de gracia instituidos, es
decir, de las ordenanzas de la iglesia, a través de las cuales se podía
recibir gracia, y cuya lista estaba en las Reglas Generales de la iglesia.
Pero al mismo tiempo, la reunión de la clase era un factor de
responsabilidad por la iglesia. En realidad, los metodistas estaban
haciendo lo que la iglesia instruía a los cristianos fieles a que hicieran,
pero que la mayoría de los feligreses y muchos clérigos no habían
hecho durante años y años-si es que alguna vez lo habían hecho.
Esto era lo que Wesley consideraba como una de las influencias refor-
mistas de más importancia del movimiento metodista: un llamado que
se le hacía a la iglesia para que regresara a los principios del cristianismo
bíblico; para que regresara a la santidad personal y a la responsabilidad
social, a través de sus propias ordenanzas.
50 Discípulos Responsables

5. Eran un factor de responsabilidad


hacia el Espíritu Santo.
El sentido de responsabilidad hacia y para la iglesia dejaba en libertad
a las sociedades metodistas y a las clases para responder a las admoni-
ciones del Espíritu cuando llevaban su mensaje y su testimonio a todo
lo largo y ancho de su país. Al afirmar la estructura de la iglesia, la
ecclesia, el metodismo funcionaba como una colección de pequeñas
iglesias, ecclesiolae. Estando así exentos de las trabas impuestas por las
responsabilidades eclesiásticas, sus miembros pudieron llevar a cabo un
discipulado activo en el mundo.
Sin esa relación estructural con la Iglesia de Inglaterra, la cual Wesley
se esforzaba continuamente por alentar, las sociedades podían, en
verdad, haber sido vulnerables ante las acusaciones de "entusiasmo"
con que se les enrostraba y que Wesley tanto se esforzaba por desvir-
tuar. En verdad, el genio del movimiento estaba en que no importaba la
clase de experiencia religiosa que la gente había recibido-como tam-
poco importaba si no se había tenido ninguna. Lo que se tomaba en
cuenta era el deseo de unirse a otros de igual propósito para vivir un
discipulado obediente en el mundo. El crecimiento en la gracia, el
nuevo nacimiento, el don de la "segunda bendición"; todas estas cosas
seguían por añadidura. Pero para desarrollar y mantener vigente una fe
viva los metodistas, sabían que primero debían desarrollar la obedien-
cia al Espíritu de Dios, muchas de cuyas indicaciones para la vida diaria
requerían de una aplicación disciplinada más que de una experiencia
especial.
De estas cinco maneras, las reuniones de las clases ayudaron a los
primeros metodistas a poner en práctica el sentido de responsabilidad
para con su fe. Lo que ahora debemos preguntarnos es si tal cosa nos
puede ayudar en nuestro discipulado en la actualidad.

El Sentido de Responsabilidad
en la Iglesia Actual
La Inglaterra del siglo dieciocho no se puede trasladar a la de Norte
América del siglo veinte. Y de la misma manera, ¡tampoco se puede
trasladar a la Inglaterra del siglo veinte! Pero sí puede ser pOSible el
trasplantar a nuestros tiempos la esencia de las reuniones de las clases,
dejando lugar para tomar en cuenta las diferencias entre el metodismo
La Reunión de la Clase en la Actualidad 51

de los primeros años y el metodismo contemporáneo; y dejando


espacio también para que broten nuevos retoños en la tierra de una era
diferente. El movimiento que empezó con los hermanos Wesley es hoy
día una iglesia que tiene doscientos años de edad. Como veremos, esto
tiene algunas implicaciones profundas sobre la forma como vemos a las
reuniones de las clases de aquellos tiempos como paradigma para
nuestro discipulado; y quizá la mejor forma de considerar esto sea
examinar la aplicabilidad que tienen en este tiempo los mismos cinco
puntos del sentido de responsabilidad.

1. El sentido de responsabilidad para el


discipulado cristiano
Entre todas las virtudes de "sentido común" de la reunión de la clase,
ésta es la más importante. Sabemos lo que es tener que vivir cerca de
personas cuya lista de actividades funciona con la precisión de un reloj,
cuyos hogares son inmaculados, que parecen trabajar sin esfuerzo
ninguno, y que siempre están (muy a pesar nuestro) en lo correcto. Hay
un aura de irrealidad que las circunda. Parecen ser sobrehumanas y
pertenecer a un grupo diferentísimo del nuestro. Porque para la mayo-
ría de nosotros la única manera de darle forma a nuestras disciplinas
personales es unirnos a quienes tienen propósitos iguales o parecidos a
los nuestros y hacernos mutuamente responsables para llevarlas a cabo.
No hay ninguna receta secreta para obtener el éxito, sino simplemente
el muy práctico sentido común.
Si vemos alrededor nuestro, notaremos que este sistema se está
usando mucho hoy día. Mencionamos algunos ejemplos en la Introduc-
ción, y otros vienen de inmediato a la mente. Las personas que quieren
hacer ejercicios en compañía de alguien más, juegan tennis, por
ejemplo. Quienes desean mejorar la comprensión que tienen de algo,
se reunen con otros para discutirlo. Quienes desean renovar una casa o
reparar un automóvil, piden la ayuda de sus vecinos. ¿Y quién desea ir
solo a un juego de pelota o a un concierto? Pero los dos más claros
ejemplos que hay de responsabilidad mutua son los Alcohólicos Anó-
nimos y los grupos que ayudan a controlar el sobrepeso. Estos grupos
están constituidos por personas que tienen un problema común, lo han
reconocido, y han acordado ayudarse las unas a las otras para resistirlo.
Nunca dirán que han vencido al problema, porque el alcohólico y el
comilón compulsivo permanecen en esa condición para el resto de sus
vidas. Sin embargo, pueden llegar a un punto en que mantienen viva
52 Discípulos Responsables

una resistencia contra el problema que los aflige; y viviendo un día a


la vez, pueden lograr una victoria que se sostiene de momento a mo-
mento.
Esto es lo mismo que sucede con quienes nos llamamos cristianos.
¿Cuál es nuestro problema? Que somos pecadores. Y seguiremos
siendo pecadores hasta que nuestra salvación en Cristo Jesús haya sido
llevada a su punto de perfeccionamiento total en la Nueva Era. Pero
somos pecadores perdonados y reconciliados, aceptados por Dios tales
como somos. Y una vez perdonados y reconciliados, crecemos en la
gracia al punto de que somos obedientes en nuestro discipulado. La
elección es siempre nuestra, como lo es la elección de hallar la mejor
manera de ser obedientes a la gracia divina. Los metodistas de los
primeros tiempos descubrieron la forma de hacer esto, y el método que
usaron es tan aplicable hoy como lo fue hace doscientos años. ¿Y por
qué no? ¡Todavía nos llamamos metodistas!

2. El sentido de responsabilidad por los


medios de gracia
Un error común que cometen muchos cristianos es asumir la sin~
gularidad de su propia experiencia de fe. Hacer esto es caer presa de la
tentación de convertirnos en entes aislados, esperando un tratamiento
especial de parte de Dios, sin tomar en cuenta que la gracia se les
imparte a otros cristianos. Ahora bien, no deja de ser cierto que Dios
trata de manera individual con cada uno de nosotros. Pero nuestra
experiencia cristiana no es singular, única, ya que hoy día compartimos
la fe con innumerables cristianos; y, lo que es todavía más significativo,
la compartimos con los cristianos también innumerables que nos han
precedido en el peregrinaje a lo largo de los siglos. La sabiduría de
todos ellos ha dejado establecido que hay formas en que podemos
recibir la gracia de Dios-los medios de gracia, que nos han llegado a
través de la tradición de la iglesia.
El mensaje de las Escrituras es que Dios nos ve como una familia, con
reglas de familia por las que nos debemos regir (Romanos 12; I Corin-
tios 12). Y las reglas de familia de la iglesia son estos medios de gracia.
Si no nos estamos aprovechando de ellos-y una rápida verificación en
cualquiera de nuestras congregaciones comunes y corrientes nos
mostrará que no los estamos usando-entonces está claro que nece-
sitamos comprometernos, consagrarnos a un método de respon-
sabilidad para dar cuenta de nuestra vida cristiana. Porque sin la gracia
la Reunión de la Clase en la Actualidad 53

que nos sostenga en nuestra tarea, nuestra relación con Dios se hace
cada vez más de mera conveniencia personal, una simple proyección de
nosotros mismos y de nuestros deseos.

3. El sentido de responsabilidad para


vivir en el mundo
El centro de la fe cristiana es que Dios se hizo un ser humano.
Frecuentemente pasamos por alto el significado de este hecho para
nuestro discipulado, a pesar de que los metodistas de los primeros
tiempos no lo hicieron así. Ellos lo vivieron, cantaron acerca de ello, y lo
proclamaron por toda la extensión de su territorio. Porque Dios se
había hecho un ser humano, ellos sabían que el mundo le era aceptable
a Dios, y que valía la pena salvarlo de su maldad. Porque Dios se había
hecho un ser humano, la raza humana le era aceptable a Dios, y era
digna de ser salvada de su pecado. Porque Dios vino como un siervo
para la raza humana, los cristianos fieles eran llamados a seguir ese
ejemplo en servicio al mundo; y vivir fielmente en el mundo no era más
que buscar a Cristo donde se le pudiera hallar.
Los cristianos debiéramos tener fuertes sospechas sobre cualquier
actividad que sugiriera que retirarnos del mundo es el camino hacia
Dios. En efecto, todos necesitamos descanso y recreación - pero Dios
no está presente de mejor manera en esas ocasiones de lo que está en
la brega diaria, en nuestra labor diaria, y en todos los rincones de
nuestros hogares. "¡Lo encontré"!, leíamos hace un tiempo en cal-
comanías pegadas en los parachoques de los automóviles. Al contrario,
Dios es quien nos encuentra, donde quiera que estemos.

4. La responsabilidad hacia y por la iglesia


Al buscar la forma de aplicar los principios de la reunión de la clase al
metodismo contemporáneo, debiéramos recordar un cambio muy im-
portante que se ha operado desde los días de Wesley. El metodismo se
ha convertido en una iglesia que es a la vez inclusiva y pluralista. Hoyes
la iglesia grande, dentro de la cual debemos esperar que broten pe-
queñas iglesias en una buena variedad de formas y propósitos. Así
como el metodismo no era la única iglesia pequeña durante sus prime-
ros años, también las iglesias pequeñas que funcionan dentro de la
Iglesia Metodista contemporánea, hallarán una amplia gama de expres-
54 Discípulos Responsables

iones singulares, desde la escuela dominical, pasando por el estudio


bíblico en los hogares, hasta las células de acción social.
Por tanto, lo que interesa es ver cómo la expresión particular de la
ecc1esiola que se reflejaba en la reunión de la clase en los albores del
metodismo se puede trasplantar al metodismo contemporáneo,
mientras se afirma una responsabilidad directa para con la iglesia
grande, la ecc1esia, que también ahora es metodista. Quiere decir, antes
que nada, que no todo el mundo estará dispuesto a unirse a esos
pequeños grupos, de la misma manera que no todos los miembros de la
Iglesia de Inglaterra tenían el deseo de hacerse metodistas en los días de
Wesley. El compromiso cristiano, tal como lo reconocieron los
metodistas de aquellos primeros años, no era asunto de asumir posi-
ciones excluyentes, sino de un crecimiento en la fe, hacia un compro-
miso todavía más profundo. En toda iglesia habrá quienes hayan
avanzado en el camino de su fe hasta llegar a un punto de madurez
donde el desafío tocante al discipulado ha llegado de una manera
nueva y fuerte. Y, por otra parte, nos encontraremos con aquéllos cuyo
peregrinaje todavía no los ha llevado hasta ese punto-y la iglesia debe
aceptar tanto a unos como a los otros.
También significa que los que están listos para unirse a tales grupos
deben aceptar la necesidad que tienen de la iglesia grande, dentro de la
cual han de hacer su compromiso más profundo. De la misma manera
que quienes desean ser mutuamente responsables de su discipulado no
deben desdeñar a quienes no están listos para dar ese paso. Así,
quienes no están listos para este compromiso más profundo, no han de
sentirse amenazados por quienes sí lo están.

5. La responsabilidad hacia el Espíritu Santo


El concepto de la gracia sustentado por Wesley, de la manera que él
lo aplicó a través de la reunión de la clase en el metodismo de aquellos
tiempos, se puede expresar con mucha sencillez. No hay límites para las
iniciativas llenas de gracia por parte de Dios. La verdad es que el último
don de la gracia de Dios es la libertad que tenemos para oponernos a
élla; de ahí la libertad que tenemos para rendirnos a ella. Es precisa-
mente esta libertad la que hace que el papel del sentido común sea tan
importante en nuestra jornada de fe. Si la gracia de Dios es la senda
hacia el perdón y la reconciliación, y si Dios está dispuesto a aceptar a
los pecadores tal y como somos, entonces es exclusivamente de sentido
común poner todo de nuestra parte para recibir la gracia de Dios.
La Reunión de la Clase en la Actualidad 55

Esta característica distintiva de la reunión de la ciase en aquellos


primeros años es la que, cuando todo lo demás se ha considerado,
amerita nuestro compromiso en el día de hoy. Siempre que los cris-
tianos se reúnan en el nombre de Cristo generarán, tal como lo
podemos reconocer en el conocimiento moderno que tenemos de la
dinámica de grupo, calor e intimidad. Pero algo más sucederá. El
Espíritu de Dios también estará presente, obrando en y a través de esa
dinámica, para darles poder en el servicio encaminado hacia la Nueva
Era en Jesucristo.
Por eso es que los cristianos de todo el mundo se sienten atraídos a
esa confraternidad y compañerismo como la fuente de su fortaleza
espiritual. Es una promesa bíblica que Cristo está en medio de los que
se reúnen en su nombre, promesa que se hace realidad y a la cual se
rinde honor en la riqueza de la koinonia desde los primeros días de la
iglesia. Al compartir sus conocimientos y esperanzas, sus desánimos y
derrotas, sus gozos y victorias, sus tentaciones y debilidades, sus for-
talezas y logros, el peso de la injusticia y sus esperanzas de liberación,
los cristianos encuentran los cimientos de su fe. En cada estación de su
jornada encuentran que la gracia de Dios les sostiene mejor, y tienen
una soltura mucho más profunda dentro de la voluntad de Dios.

El Llamado a un
Discipulado Costoso
Esta fortaleza espiritual es comprendida mucho mejor por todos los
cristianos que viven en un contexto de represión, sea social, económica
o política, sea en el primer segundo, o el tercer mundo. Cuando la
obediencia a Cristo es un asunto de escoger entre la aceptación social y
la persecusión, entre la seguridad económica y el empobrecimiento,
entre la libertad política y el cautiverio y la tortura, y aún entre la vida y
la muerte, es entonces cuando entendemos que el testimonio es una
obra de la gracia. Si hay un resentimiento en los cristianos que viven en
otras partes del mundo por la aparente indiferencia de la iglesia en
occidente con respecto a las realidades del discipulado costoso, éste no
radica en la censura que se hace de la libertad y la riqueza de una
sociedad de abundancia económica. Más bien, radica en la dificultad
que tienen para comprender la manera en que los cristianos de una
parte del mundo consideran a la fe cristiana como una fuente de
satisfacción personal, mientras que el testimonio en otras partes del
56 Discípulos Responsables

mundo es inevitablemente sacrificial y totalmente dependiente de la


gracia. Hallan sumamente difícil de comprender que la confraternidad,
compañerismo y vitalidad de los grupos pequeños se use para cualquier
otra cosa que no sea la obediencia al Espíritu Santo. Porque quienes
toman seriamente el mandamiento de Cristo de identificarse con los
pobres y necesitados, y cuyo testimonio frecuentemente exige que
dejen a un lado la seguridad que les ofrece la iglesia grande, para
formar iglesias pequeñas situadas en los márgenes de la sociedad,
saben mejor que nadie que su discipulado tiene que estar basado en la
realidad de la gracia capacitadora.
Quizá por esta razón, más que por ninguna otra, el llamado a asumir
un discipulado responsable nos viene especialmente a quienes hoy
vivimos en América del Norte. Nuestros hermanos y hermanas en la
iglesia de todo el mundo nos están "vigilando en amor", recordándo-
nos las responsabilidades que tenemos como miembros del Cuerpo de
Cristo. Y es en nuestra propia tradición metodista que tenemos la
respuesta: la reunión de la clase.

Un Eco de la Reunión de la Clase


Afortunadamente todavía hay algunos ecos de ella que podemos
encontrar en el metodismo, y respecto a esto me tomo la libertad de
referir aquí una historia personal. En mi calidad de joven predicador
local a prueba en el norte de Inglaterra, hace unos veinticinco años,
estuve invitado a hablarle a un grupo que se reunía a mitad de semana
en una capillita metodista de una aldea de mineros de carbón. La calle
era angosta y bajaba desprendiéndose del camino principal en un
declive muy pronunciado, estando pobremente alumbrada por lámpa-
ras de gas. Era el final del otoño y la noche estaba fría y húmeda, con
una tenue neblina que envolvía al pequeño edificio de piedra, mientras
la gente convergía al anexo que servía como lugar de reunión. Frío e
inexpresivo al principio, aquel cuarto empezó a llenarse con el calor de
la confraternidad cristiana según las personas fueron llegando y salu-
dándose unas a otras-a pesar de que nadie conversaba sin antes
haberse inclinado por un momento a orar en silencio. El himno de
apertura fue seguido por una oración, una lectura bíblica, y luego por
más himnos, mientras el organista (que tenía que pedalear para hacer
que aquel instrumento musical funcionara) recobraba su aliento.
Después de acompañar el canto de varias selecciones favoritas, se sentó
entre nosotros, con la frente sudorosa.
La Reunión de la Clase en la Actualidad 57

De allí en adelante, el director del culto se hizo cargo de la situación,


dominando con una autoridad natural todo lo que se hacía. Era un
minero, y allí estaba de pie con la tesura de los que pasan sus horas de
trabajo encorvados en el seno de la tierra. Saludó por nombre a los
presentes, dirigiéndose por turno a cada uno de ellos, haciéndoles
observaciones informales pero perspicaces. Todos sus comentarios
fueron recibidos sin objeción alguna por los presentes, inclusive varias
reprimendas: por no asistir a las reuniones con regularidad ("Como es
sabido, aquí nos reunimos cada semana"); por faltar al culto del domin-
go ("A todos nos gustaría quedarnos acostados siquiera una mañana,
así que ésa no es excusa"); porque alguien lo había oído usando malas
palabras en la mina de carbón ("La gente sabe que tú vienes a esta
capilla, y tu lenguaje es un mal testimonio"); y por tener una discusión
en el coro, antes del culto, el domingo pasado ("Todos los presentes se
pudieron dar cuenta de lo que había pasado cuando ustedes entraron a
cantar").
Pero también tuvo palabras de alabanza y estímulo para quienes
habían testificado su fe, o que habían sido de ayuda especial a la
comunidad-palabras que en algunos casos tomaron por sorpresa a la
persona aludida y que prodUjeron comentarios favorables de parte de
los demás que allí estaban. Uno de ellos había organizado una
caminata para recaudar fondos a favor de los incapacitados mental-
mente; a otro se le había otorgado un certificado de reconocimiento por
sus servicios a la Cruz Roja local; de otro se le había hablado muy
encomiablemente al líder en privado por el papel que había desem-
peñado en una reunión que el sindicato de mineros había celebrado
recientemente. Cada uno recibió, por turno, palabras de encomio, pero
dicho encomio no fue con exageración. Estaba claro que ninguno había
hecho más que lo que se esperaba de él como buen metodista.
y mientras él hacía todas estas observaciones, las reglas de conducta
y las instrucciones que daba eran aceptadas sin objeciones de ninguna
clase; y sus credenciales se me han hecho más claras según han pasado
los años. Los que fueron amonestados daban la impresión de que se
hubieran sentido desalentados en caso de no haber sido llamados al
orden. Los que fueron alabados y estimulados hicieron evidente que no
aceptaban aquello como una felicitación personal, sino como una señal
de su contribución al testimonio de la capilla en su totalidad. Aquello
fue, acuñando una frase, una buena sesión de asesoramiento y cuando
a mí se me concedió el tiempo para predicar el mensaje, yo sabía que
aquella audiencia estaba tan capacitada para discernir como cualquier
otra a la que yo le pudiera predicar. Espiritualmente, estaban bien
58 Discípulos Responsables

armonizados; y en términos de obediencia cristiana, estaban sazonados.


y más todavía, tenían hambre de una sola cosa-la palabra auténtica
del evangelio para sostenerlos en su labor. Cualquier otra cosa hubiera
sido una pérdida de tiempo.
Aquélla no fue una reunión de clase en la forma que los metodistas
de los primeros tiempos la conocieron, pero fue un eco recio y claro. La
dinámica era la responsabilidad mutua; personas que se ayudaban las
unas a las otras para hacer su discipulado más efectivo. Había una tarea
común, un desafío percibido, y, por tanto, una necesidad de brindarse
apoyo mutuamente. Lo que les interesaba no era crecer en la percep-
ción espiritual. Tal cosa hubiera equivalido a poner la carreta delante del
caballo. El objetivo que tenían era mantenerse firmemente asidos de la
gracia que ya estaban recibiendo-permitir que la fuerza y el amor de
Dios fluyera sin impedimentos en la vida de cada uno de ellos. Querían
ser obedientes a las admoniciones de ese Dios que estaba activo en la
vida de todos ellos, pero al que se le podía ofrecer resistencia cuando
ellos sucumbían a cualquiera de las tentaciones o presiones del mundo
en el cual vivían y trabajaban.
Así que se reunían porque se necesitaban los unos a los otros. Sin
este sentido de responsabilidad, sin esta obediencia, no podía haber
crecimiento; pero con esas dos cosas el crecimiento vendría con la
misma seguridad de una planta que brota de una semilla y crece. En esa
reunión tenían sus prioridades bien ordenadas; conocían la importancia
de un discipulado responsable.

Un Llamado Renovado al Compromiso


Esta misma comprensión de la gracia y del sentido de respon-
sabilidad puede ser un medio de llevar hacia adelante el llamado al
discipulado en nuestros días, y ya es tiempo de que diseñemos un
modelo para su aplicación en la iglesia local: Grupos del Pacto Disci-
pular. Al desarrollarse el modelo, se observarán muchas similaridades
con la reunión de la clase de aquel tiempo, pero también se verán
diferencias significativas. El diseño tiene por objeto, por una parte,
afirmar la validez de la ecc/esia, y de los medios de gracia que ella
proporciona; y, por otra parte, reconocer la autenticidad de la ecc/e-
siola, a través de la cual la gracia de Dios llama al discípulo fiel hacia
niveles cada vez más profundos de compromiso. Esto no impide que
haya otras formas de actividades de grupo en la vida y trabajo de la
iglesia; más bien, ello provee un formato muy particular para lo básico
La Reunión de la Clase en la Actualidad 59

tiano-y un sentido de responsabilidad en cuanto a los medios de


gracia en el poder del Espíritu Santo.
Como Wesley nos dice con claridad, la fe cristiana raramente se
experimenta como crecimiento, a pesar de que el crecimiento sucede y
es de esperarse. El discipulado fiel, vivido en la gracia soberana de Dios
es, por sobre todo lo demás, cuestión de asimos firmemente. Es poner
lo mejor de nuestra parte y usar los dones que hemos recibido, en la
libertad y responsabilidad de una obediencia gozosa. Los Grupos del
Pacto Discipular son para quienes anhelan tomar parte en ese esfuerzo.

Para Reflexión y Discusion


1. En la página 51, el formato de la sesión de clase es comparado al de
los Alcohólicos Anónimos o los grupos que se reunen para controlar
el peso. Discuta esto.

2. ¿Está usted de acuerdo en que los metodistas de hoy en día están


descuidando los medios de gracia (página 52)? ¿Con qué frecuen-
cia, por ejemplo, debiéramos recibir el sacramento de la Santa
Comunión?

3. "Los cristianos debiéramos tener fuertes sospechas en cuanto a


cualquier actividad que sugieriera que retirarnos del mundo es el
camino hacia Dios" (página 53). Discuta esto.

4. ¿Qué es lo que usted percibe como la importancia de (a) la eccJesia,


la iglesia grande; y de (b) la eccJesiola, la iglesia pequeña?

5. Los grupos pequeños están muy generalizados en la iglesia contem-


poránea. A la luz de la reunión de la clase de aquellos primeros años
del metodismo, ¿cuántos de estos grupos debieran de ser exam-
inados nuevamente en cuanto a su verdadero propósito?

6. ¿Han habido en su peregrinaje personal cristiano algunos "ecos" de


la reunión de la clase de aquellos tiempos?
Segunda Parte

Grupos del Pacto


Discipular

Un grupo del Pacto Discipular está integrado por dos


a siete personas que acuerdan reunirse durante una
hora, una vez por semana, para apoyarse en su disci-
pulado, y responder a su responsabilidad mutua de
cumplir un pacto escrito, redactado y aprobado por
ellos.
Capitulo Seis
Formación de Grupos del
Pacto Discipular
1. Presentando la Idea a
la Congregación

Pertenecer a un grupo del Pacto


Discipular es vocacional.
Desde un principio hay que considerar que no todos los miembros de
una iglesia local desearán formar parte de un grupo del "Pacto Discipu-
lar". La razón es muy simple: No todas las personas están listas para
tomar una decisión de esta naturaleza. Si esto parece sorprendente,
dado el hecho de que la disciplina es mínima, entonces se debe
recordar que, de acuerdo a la aceptación general de la doctrina de la
gracia de Wesley, las personas responden a las iniciativas de Dios en
grados muy variados de responsabilidad. No existe nada para un discí-
pulo del pacto que él no haya prometido ser o hacer cuando se une a la
iglesia. La forma en que se viva este compromiso dependerá de la
etapa de fe en que la persona se encuentre-es decir, la forma en que
él o ella responda a la gracia de Dios.

Se ha descubierto que cuando los grupos del pacto son presenta-


dos a las iglesias locales, las personas que se comprometen a
formar parte de ellos corresponden, más o menos, al quince por
ciento de la congregación.

Esto no significa que la oportunidad de unirse a un grupo del pacto


no debiera ofrecerse regularmente a todos los miembros de la iglesia. El
trabajO de James W. Fowler, es una afirmación directa de la extraordina-
ria comprensión de Wesley acerca de la vocación religiosa: ella es
progresiva y con etapas que poseen su propia integridad. 21 Puede que
en cierta etapa de su peregrinaje de fe, los miembros de la iglesia,
deseen hacer un compromiso más profundo, y deben sentirse libres de
hacerlo así en el ambiente de su propia iglesia local. Los grupos del

63
64 Discípulos Responsables

pacto son un medio excelente para este paso vocacional, pues no sólo
ofrecen la oportunidad para ser discípulos, sino más aún para continuar
con el compromiso.

El Papel del Pastor es Esencial


El pastor de una iglesia es la primera persona que debe estar conven-
cida de la importancia de los grupos del pacto discipular. Esto no
significa que los grupos necesiten dirección pastoral permanente; por el
contrario, una de sus cualidades es que muy pronto se propagan y se
supervisan por sí mismos. Si ellos han de ser parte integral de la vida y
del trabajo de una iglesia, el pastor debe estar seguro de la función del
grupo en cuanto a su ministerio y misión - de allí la importancia de la
teología que sustenta a este concepto.

Por esto mismo, si el ministro de una iglesia no está convencido de


la validez de los grupos del pacto, es poco probable que éstos sean
aceptados por su congregación.

El concepto de los grupos del pacto, como un llamado al compro-


miso, puede ser presentado por el pastor a través de la predicación, del
cuidado pastoral, y de incontables conversaciones e intercambios públi-
cos en los cuales participa. Éste es un llamado que muchos miembros
de la iglesia desean oír y al que están dispuestos a responder. Quince
por ciento de la congregación fiel puede que no sea la mayoría, pero el
número ha demostrado ser bastante consistente, variando de acuerdo a
los contextos de la iglesia local, y de ninguna manera puede ser consi-
derado un número insignificante.

2. El Grupo Piloto

Es Recomendable Comenzar
con un Grupo Piloto
La forma más efectiva, hasta el momento, de presentar los grupos del
Pacto Discipular a una congregación, es a través de un grupo piloto.
Formación de Grupos del Pacto Discipular 65

a) El grupo piloto es una buena preparación para el programa. Es


una fuente de experiencia y liderazgo cuando se presenta a la
congregación en su totalidad.
b) El grupo piloto es un medio muy efectivo para ayudar a los
miembros a comprender el concepto del" Pacto Discipular". Des-
de el momento en que el grupo empieza a reunirse surgen
preguntas y se forma un ambiente de expectativa e interés, pre-
parando el terreno para cuando la invitación se haga extensiva a
toda la congregación.
e) El grupo piloto no es un peso administrativo para el pastor ni para
el cuerpo de oficiales de la iglesia. Desde el momento de forma-
ción del grupo piloto y de invitación a la congregación, hay tiempo
suficiente para prepararse con miras a una mayor participación.
d) El grupo piloto puede estudiar la estructura del grupo del Pacto
Discipular en beneficio de los miembros de la iglesia, sin la presión
del éxito o fracaso. Existen algunos peligros, por ejemplo-la
indiferencia, (ver p. 116); es útil y saludable tener la libertad de
pasar por altos y bajos, al igual que sucede en un ejercicio
exploratorio.

El Grupo Piloto Debe Formarse


con Especial Cuidado
Los grupos pilotos de mayor éxito son aquellos que se forman con
personas que tienen un interés genuino en este tipo de compromiso. Es
importante evitar la impresión de que el grupo de Pacto Discipular es
una actividad exclusiva. Un anuncio discreto debe hacerse desde el
púlpito o en el boletín dominical, informando a la congregación de que
se está considerando adoptar este programa y de que el primer paso es
la formación de un grupo piloto. Las personas interesadas deben ser
invitadas a ponerse en contacto con el pastor o con un oficial de la
iglesia.
Para reunir a los miembros del grupo piloto es probable que haya que
extender un número de invitaciones personales. Pero si hubiese más
voluntarios de los que se esperan, se puede formar un segundo y un
tercer grupo piloto-no es aconcejable formar más de tres.
Los grupos pilotos, como sucede con todos los grupos de "Discípulos
del Pacto", debe tener un máximo de siete miembros. Si una octava
persona desea unirse, es conveniente formar dos grupos de cuatro,
hasta un máximo de tres grupos.
66 Discípulos Responsables

La Participación del Pastor y de Otros


Miembros del Cuerpo de Oficiales
Eclesiásticos es Importante
El papel central del pastor fue explicado en la presentación de los
grupos del Pacto Discipular a la congregación. Por la misma razón, la
participación del pastor en el grupo piloto es de gran importancia. En
las iglesias más grandes, ésto incluye al pastor asociado, a los pastores
laicos, y a otros miembros de la junta de la iglesia. Si se forma un grupo
piloto, la participación debe ser delegada en el pastor asociado; aunque
hay que considerar que en una iglesia con un personal multiple, existe
la posibilidad de formar dos o tres grupos pilotos y cada uno con la
participación de un oficial.
Es recomendable que el pastor o un miembro de la junta eclesiástica
asuma el papel de líder por varias semanas, a menos que un laico en el
grupo piloto tenga alguna experiencia en dinámica de grupos. Esto se
explica con mayor detalle en el Capítulo Ocho.

3. La Redaccíon del Pacto


Una vez formado el grupo piloto, la primera tarea es redactar el pacto
que servirá de base para las reuniones semanales. Éste es un pacto de
propósitos, el cual consiste en un número de cláusulas que expresan la
resolución de los miembros de cumplir con ciertas normas de disciplina
que ellos mismos han acordado. Es también un pacto de gracia, con
exposiciones preliminares y finales basadas en la justicia salvadora de
Dios.

Prefacio y Conclusión
El prefacio y conclusión del pacto ofrecen a los miembros del grupo
una oportunidad para demostrar su sinceridad frente a la gracia de
Jesucristo, y su resolución de seguir adelante como discípulos obe-
dientes.
Ellos pueden adoptar el prefacio y la conclusión del modelo de pacto
que se halla en la página 68; también pueden bosquejar uno, en cuyo
caso necesitarán varias reuniones semanales para llegar a la redacción
definitiva.
Formación de Grupos del Pacto Discipular 67

El grupo ocupará tanto tiempo como sea necesario en la redacción


del pacto. El pacto será la prueba de su responsabilidad; éste debe ser
un documento que toda persona del grupo debe ratificar de todo
corazón como una expresión de su fe y propósito.

Cláusulas del Pacto


En cada pacto hay dos tipos de cláusulas: aquellas que son obligato-
rias y las que son opcionales o "contextuales".

Cláusulas Obligatorias
Las cláusulas obligatorias son aquellas que corresponden a los tres
énfasis de las Reglas Generales de los primeros metodistas: evitar el
pecado; hacer el bien; y utilizar los medios de gracia. Aunque ellos estén
bosquejados en lenguaje que puede ser apropiado para los cristianos de
fines del siglo veinte, el contenido permanece igual.

Cláusulas Opcionales o Contextuales


Las cláusulas opcionales o contextuales se añaden a discreción de los
miembros del grupo, así cada uno de ellos puede hacer suyo el pacto
con un claro concepto de pertenencia y participación. Estas cláusulas
ofrecen gran flexibilidad, así como también generan aportes creativos
en las reuniones semanales.
68 Discípulos Responsables

Modelo del Pacto


Este pacto ilustra el prefacio, la conclusión y las cláusulas obligatorias
usadas generalmente en grupos del Pacto Discipular.
Ejemplos de cláusulas opcionales se hallan en las páginas siguientes.

Reconozco que Jesucristo murió para que yo tenga vida


eterna. Me comprometo a ser su discípulo, sin que nada me
lo impida, cediendo todo a las acciones bondadosas del
Espíritu Santo. Comprometo fielmente mi tiempo, mis
talentos, mis recursos y mi fuerza para buscar la voluntad de
Dios en mi vida, y para obedecerle.

Oraré cada día privadamente, y con mi familia y


amigos.
Leeré y estudiaré las Sagradas Escrituras todos los
días.
Asistiré a un culto de adoración todos los
domingos, a menos que algo me lo impida.
Recibiré el sacramento de la Santa Comunión
cada semana.
Escucharé las advertencias del Espíritu Santo para
no pecar en contra de Dios ni de mi prójimo.
Obedeceré la orientación del Espíritu Santo para
servir a Dios y a mi prójimo.
Cuidaré en oración de mi cuerpo y del mundo en
que vivo.
Compartiré en la comunión cristiana, cada
semana, y responderé como discípulo.

Por este medio me comprometo, confiando en que la gracia


de Dios obre en mí, para darme fuerzas y cumplir mi pacto.

Fecha: ______ Firma: ____________


Formación de Grupos del Pacto Discipular 69

Cláusulas Opcionales
En este sentido la única guía a seguir es que las cláusulas opcionales
deben ser practicables, tanto al comienzo como en su seguimiento. El
principio de los grupos del Pacto Discipular es el reconocimiento de que
las acciones benéficas de Dios llegan a las personas en el mundo; y de
que los hombres y las mujeres pueden responder a ellas dentro de la
rutina de la vida diaria. La esencia de la espiritualidad practicada en las
reuniones de las clases de los primeros metodistas es que el cristiano no
tiene que separarse del mundo para poder estar en comunión con Dios.
La disciplina se logra al aprender a no resistir las iniciativas del Espíritu
de Dios en el ambiente inmediato.
Los grupos deben sentirse en libertad de introducir cláusulas opcio-
nales por un tiempo limitado si es necesario, o suprimir algunas cláusu-
las que ya no son necesarias. Uno de los factores que determina el
cambio de alguna cláusula "contextual" es cuando un miembro cambia
de grupo. Por ejemplo:

Planearé en oración mi tiempo de estudio.


(Del pacto de un grupo de estudiantes de un colegio).

Dedicaré a mis niños una hora al día.


(Del pacto de un grupo de parejas jóvenes).

Seré honesta/o en todas las cosas, en mi trabajo.


(Del pacto de un grupo de oficinistas).

Ofreceré todos los días mi amistad a una persona de otra


raza.
(De los pactos de varios grupos con miembros tan diferentes como
mujeres de los suburbios o trabajadores del campo y obreros
desemplados de la sección más populosa de la ciudad).
70 Discípulos Responsables

Pertinencia y Especifidad
Al entrar en el proceso de responder al compromiso, puede que los
miembros del grupo deseen hacer las cláusulas más específicas y de
acuerdo a sus propios modelos de discipulado. Esto debe ser presenta-
do cómo y cuándo sea necesario. Por ejemplo:

Llevaré un diario para planear mis oraciones diarias y


semanales.

Participaré en el sacramento de la Santa Comunión


diariamente.

Seré fiel en mi administración de los recursos de Dios.

Ofrendaré a Dios, por lo menos, la décima parte de lo


que recibo.

Buscaré la dirección del Espíritu Santo por medio del


ayuno.

Me serviré una comida menos cada día, y daré el dinero


para alimentar al hambriento.

No permaneceré en silencio cuando vea que se cometen


injusticias con los demás.

Dedicaré una hora diariamente para ayudar al necesitado.

Dedicaré cuatro horas a la semana a trabajar por la causa


de los desamparados en mi comunidad.
Formación de Grupos del Pacto Discipular 71

Prioridades
Al hacer la selección final de las cláusulas opcionales debe recordarse
de que las cláusulas obligatorias del pacto tienen prioridad y que, en
muchos casos, la respuesta individual a estas preguntas durante el
proceso catequístico de preguntas y respuestas del grupo se dirigirá a
los temas de mayor relevancia y precisión. Sólo se agregará una cláus-
ula opcional, cuando el grupo esté de acuerdo en que cada uno de sus
miembros acepta ser responsable por ella.

Cláusulas Libres
En caso de existir desacuerdo sobre las cláusulas opcionales, se
puede agregar al pacto una cláusula libre, en la cual cada miembro
acuerde responder a algún aspecto que sea de importancia particular
para él o para ella como discípulo/a. En este caso la condición es que la
naturaleza de la responsabilidad debe ser declarada al grupo al finalizar
la reunión precedente a aquella en que se preguntará si la cláusula se
cumplió. Es improbable que los miembros de un nuevo grupo se
sientan lo suficientemente confiados como para optar por cláusulas
libres. Puede que pasen varios meses antes de que se tome esta
decisión-generalmente como un paso en el desarrollo de su respon-
sabilidad mutua.

Extensión del Pacto


No hay límite fijo para el número de cláusulas de un pacto; pero esto
debe ser decidido de acuerdo a la habilidad de un grupo para consid-
erar, en una hora, cada cláusula y con cada miembro. En la práctica un
pacto no debiera contener más de diez cláusulas en total. Si los miem-
bros del grupo consideran necesario agregar una nueva cláusula con el
objeto de sentirse plenamente responsables como discípulos, deben
sentirse en la libertad de hacerlo. (Ver "Forma de la Reunión").

Firma del Pacto


Una vez aprobado el pacto, un miembro del grupo debe aceptar la
responsabilidad de sacar copias en un formato conveniente, que puede
72 Discípulos Responsables

ser tamaño boletín de 21,5 por 14,0 cms., a fin de que pueda ser
doblado y colocado en una cartera o billetera. Debe dejarse espacio
para la fecha y la firma. Una vez que haya sido fotocopiado para cada
miembro del grupo, en una próxima reunión los miembros deberán
firmar su copia.

4. El Compromiso con el Grupo


El Compromiso es Ilimitado.
Cuando los miembros firman el pacto se debe enfatizar que su
compromiso no tiene límite. Ésta no es una actividad de grupo para ser
tratada por un tiempo limitado. Tampoco está sujeta a satisfacer los
sentimientos personales. Es un pacto para "velar los unos por los otros
en amor", y los grupos sólo pueden funcionar cuando esto se entiende
desde un comienzo como responsabilidad mutua.

Las ausencias inevitables deben ser comunicadas al grupo con


anticipación, o explicadas tan pronto como sea posible. Si un
miembro falta sin ninguna explicación, otro miembro del grupo
deberá comunicarse con él/ella, para hacerle saber que se le echó
de menos.

Salida del Grupo


Se debe aclarar que cuando se firma un pacto, la única razón para
dejar el grupo es un profundo sentido de vocación, es decir que el
compromiso como discípulo puede ser cumplido en otra forma. Si un
miembro llega a tomar tal decisión en oración, entonces la separación
del grupo debe ser intencional, notificada a la brevedad y compartida
con los demás miembros en una reunión.
Si la persona no toma la iniciativa de retirarse, pero deja de asistir a
las reuniones, después de tres ausencias consecutivas un miembro del
grupo debe discutir el asunto con la persona afectada, haciendo énfasis
en la importancia de un retiro voluntario por vocación, mas bien que
por incumplimiento. Si la persona no toma la decisión de dejar el grupo
en esta primera entrevista, y tampoco reasume su regular asistencia,
Formación de Grupos del Pacto Discipular 73

debe hacerse una última entrevista después de tres semanas y la separa-


ción del grupo se hará oficial.

En la práctica, sin embargo, cuando los grupos del pacto inician


sus actividades dentro de la vida de la iglesia local, los miembros
que se retiran son muy pocos.

5. La Duración del Proceso Piloto


Para que el grupo piloto explore el concepto del pacto discipular en
profundidad, se recomienda que el grupo se reúna por lo menos por
un año. Éste puede parecer un período de tiempo un poco largo, pero
si después de un período más corto la congregación está lista para
participar plenamente, entonces los grupos deben estar listos para ser
ofrecidos sin demora a todos los miembros.
Existen varios factores que son favorables a un proceso más largo:

El compromiso con los grupos de Pacto


Discipular es ilimitado.
Esta es una de las características que distingue a los grupos del Pacto
Discipular. Aquellos que los integran son informados directamente
desde un comienzo de que el compromiso es por toda su vida de
cristiano. Después de todo, cuando Jesús llamó a los discípulos él no les
dijo: "traten" o "veamos si les gusta".
El compromiso con los grupos del Pacto Discipular no es una opción
sino un llamado-el grupo piloto necesita tiempo para confirmar esto
en las reuniones semanales, así ellos podrán testificar a la congregación.

Las Preguntas y Objeciónes Pueden


Responderse Mejor Durante el Proceso
Piloto
En el Capítulo Diez se verán las objeciones más comunes y que son
las que surgen con marcada regularidad. Durante el proceso piloto estas
objecciones deben ser ampliamente consideradas con la congregación.
74 Discípulos Responsables

Si los grupos se ofrecen a la congregación demasiado pronto, estas


objeciones surgirán cuando sea menos oportuno tratarlas con éxito.

La Invitación a la Congregación Debe Ser


Cuidadosamente Planeada e Implementada
En muchos casos al ofrecer a la congregación la oportunidad de
participar en los grupos del pacto, nacen nuevos discípulos- una tran-
sición crítica en la que muchos miembros harán un compromiso pro-
fundo de fe hacia el cual aspiran a llegar.
El Fin de Semana del Pacto, descrito en el Capítulo Nueve, debe ser
cuidadosamente planeado y notificado con bastante anticipación para
el beneficio de los grupos que se han formado.
Cuando se ha entregado toda la información, la duración del proceso
piloto dependerá de la sensibilidad pastoral del ministro y de los miem-
bros de los grupos pilotos. Como sucede con todo nacimiento, el
momento de presentar los grupos a la congregación será claramente
detectable-aunque impredecible, en cierta medida. Los grupos pilotos
deberán estar alerta y listos para la culminación de su labor.
Capítulo Siete
La Reunión de Grupo
Cuando el grupo se ha formado y se ha firmado el pacto, se pueden
comenzar las reuniones semanales. Siempre y cuando el pacto sea el
centro de la responsabilidad no hay reglas estrictas para conducir la
reunión. Las siguientes pautas son solamente un marco de referencia
dentro del cual debe existir cierto grado de flexibilidad.

1. La Hora y el Lugar
Es necesario fijar una hora para reunirse regularmente, la cual debe
ser considerada prioritaria por todos los miembros. Una vez entendido
que el pacto es la base para el discípulo, hay muy pocos compromisos
que no se puedan arreglar. Las reuniones deben comenzar puntual-
mente, aunque no estén todos los miembros presentes y deben termi-
nar después de una hora. Los grupos se pueden reunir en la iglesia, en
hogares, en oficinas, en fábricas o al aire libre. Al seleccionar el lugar se
debe tener presente que se necesita cierto grado de privacidad para
celebrar las reuniones. Las salas amplias deben descartarse, como
también aquellos lugares donde puedan presentarse interrupciones.
Los miembros del grupo se deben sentir tranquilos y en una atmósfera
de confianza durante toda la reunión.
Si no es posible encontrar un lugar apropiado para reunirse semanal-
mente, o si los miembros prefieren turnarse para ofrecer hospitalidad al
grupo, entonces se debe dejar en claro al término de cada sesión el
lugar y hora de la próxima reunión. La persona que no haya asistido a
una reunión será notificada tan pronto como sea posible del lugar que
se ha fijado.

2. El Líder
Es recomendable nombrar un líder de grupo para las primeras sema-
nas; éste puede ser el pastor. Pero una vez que la forma de desarrollar la
reunión se hace familiar a todos los miembros el liderazgo se debe rotar.
El líder de la próxima reunión debe ser elegido con una semana de
anticipación.

75
76 Discípulos Responsables

El papel del líder, aunque diferente al que tenía el líder de clase de los
primeros metodistas, no es menos importante. Si algún miembro es
tímido y se siente inseguro de tomar su tumo no se le debe presionar. Al
mismo tiempo debe animársele para que asuma su responsabilidad, y si
acepta se le debe ofrecer toda la ayuda que sea necesaria.
En el Capítulo Ocho se tratará este punto en mayor detalle.

3. El Desarrollo de la Reunión
Iniciación de la Reunión
Las reuniones de los grupos del pacto deben iniciarse con una
oración dirigida por el líder o por otro miembro del grupo. Esta debe ser
breve; después de la oración se puede continuar al unísono con la
lectura del pacto. Algunos grupos encuentran que esto es provechoso,
otros no están de acuerdo; lo importante es proceder prontamente con
las cláusulas del pacto.

El Pacto
Cada cláusula del pacto se considera en orden como base de la
responsabilidad de cada miembro. El líder comienza preguntándose y
respondiendo si cumplió cada cláusula durante la semana que pasó.
Luego sigue con cada uno de los demás miembros del grupo para que
ellos respondan a su compromiso. Luego pregunta si en el cumpli-
miento de la cláusula hubo alguna experiencia o algún aspecto digno de
mención; o si surgió alguna dificultad. Una vez que todos los miembros
han respondido, el líder pasará a la cláusula siguiente.
Las preguntas se hacen sin emitir juicios, pues ésta es una forma de
compartir en un peregrinaje espiritual y de "velar los unos por los otros
en amor". Las cláusulas son la base del pacto y hay que responder a su
cumplimiento.
En lo posible, todo el pacto debe ser considerado cada semana. Pero
como cada grupo desarrolla su propia dinámica, y a medida que los
participantes empiezan a hablar de su peregrinaje espiritual más abier-
tamente, puede que no sea posible responder a todas las cláusulas en el
tiempo disponible. El líder deberá hacer uso de la discreción al seleccio-
nar las cláusulas para la reunión. El grupo deberá estar preparado para
La Reunión de Grupo 77

responder en la reunión de la próxima semana a cualquier cláusula que


se haya omitido. El líder podrá combinar varias cláusulas en una ronda
de preguntas-la oración y el estudio de la Biblia, o bien el culto, el
sacramento y la temperancia.

Clausura de la Reunión
La reunión debe terminar con una oración, la que puede tomar la
forma de intercesión por las preocupaciones individuales que han sido
compartidas con el grupo y las que de común acuerdo se presentan
ante Dios.
Algunos grupos desean cumplir la cláusula del pacto que trata sobre
el sacramento, pidiendo al pastor de la iglesia que se una a ellos cada
semana y administre la Santa Comunión durante los minutos de cierre
de la reunión. Esto es muy significativo cuando hay varios grupos que
se reúnen en el mismo lugar y a la misma hora. Después de haber
respondido a su compromiso se reúnen en un salón en un acto de
adoración para el cierre de la actividad.
Antes de la oración final o del sacramento, los miembros deben
responder por cualquier aspecto de una cláusula libre.
Después del término de la reunión no deben olvidar de llevar a cabo
su rutina: quién será el líder en la próxima reunión; dónde se celebrará
y quién se comunicará con las personas que no asistieron.

4. La Dinámica del Grupo


La dinámica distintiva del grupo del Pacto Discipular es el diálogo
entre el líder y cada uno de sus miembros. El diagrama que se ofrece
muestra cuán diferente es ésta de otros tipos de dinámica de grupo y
cuán importante es el papel del líder para mantener el ritmo de la
conversación. Ésta es una de las razones por las que se recomienda que
la función de líder sea rotativa y que se designe a una persona durante
las primeras semanas o meses. Es preferible que la persona que asuma
este papel sea una que ha participado anteriormente en grupos del
pacto, o el pastor, o un miembro de la junta de la iglesia que haya
tenido alguna experiencia con dinámica de grupo.
La técnica que se debe utilizar en esta catequesis es principalmente
de diálogo. A veces un miembro del grupo tendrá que ser animado a
78 Discípulos Responsables

responder a una pregunta con algo más que un 'sí' o un 'no'. Por otro
lado, a otra persona habrá que impedirle que domine la conversación
contando experiencias personales. Para esto se requiere mucho tacto y
firmeza. La forma en que este proceso se desarrolle dependerá de las
señales que dé el líder en respuesta a la reacción de los demás miem-
bros del grupo. Es el líder el que debe estimar el correr del tiempo y
cubrir las cláusulas del pacto a un ritmo apropiado. El líder, asimismo
debe decidir cuándo dar más tiempo a un miembro, si es que una
conversación más extensa se justifica, por ser de valor para todo el
grupo.
En resumen, el líder de un grupo no debe ser menos hábil en esta
forma de catequesis de lo que fueron los líderes de las clases de los
primeros líderes metodistas. La diferencia es que todos los miembros
del grupo deben ser incentivados tanto como sea posible a desarrollar
esta habilidad.

Flujo de la Conversación en un
Grupo Pequeño
L

Hay intercambio entre todos los miembros, el


líder no tiene un papel directivo.
La Reunión de Grupo 79

Flujo de la Conversación en un Grupo del Pacto Discipular


L

El proceso de catequesis da al líder un papel


directivo.

Resumen de una Reunión de un Grupo


del Pacto
La forma más clara de ilustrar cómo el diálogo determina el ritmo de
una reunión es presentar un pacto hipotético. Como sucede con todo
ejemplo de 'libro', la conversación parece algo estereotipada, pero es el
resultado de intercambios reales de un número de reuniones de grupos
norteamericanos. No es necesario presentar todo el esquema de una
reunión; una o dos cláusulas serán suficientes. El ejemplo incluye el
comienzo y el final de la reunión y cómo asegurar que cada cláusula de
la agenda sea tratada propiamente.
En este grupo hay seis miembros, incluyendo al líder. Si al comienzo
un grupo piloto no está seguro de cómo conducir una reunión, se
puede comenzar por representar este diálogo. En este caso, para facili-
tar la conversación, los participantes podrán usar un nombre, en vez de
llamarse "Primer miembro" o "Segundo Miembro". En el ejemplo que
damos, el tercer miembro debe ser un hombre y el cuarto miembro una
mujer. Las partes restantes pueden ser representadas por una mujer o
un hombre.
80 Discípulos Responsables

Líder.-Empecemos nuestra reunión con un momento de oración.


Dios bondadoso, estamos agradecidos nuevamente por estar en comu-
nión con nuestros hermanos y por reunirnos en el nombre de Cristo
Jesús. Hemos vivido otra semana como tus discípulos y venimos a
responder a nuestro compromiso y a las decisiones que hemos tomado
en este peregrinar; respondemos ante ti y ante los demás. Quédate con
nosotros, te rogamos, en el poder del Espíritu Santo. I1umínanos en
cuanto a nuestra oportunidad de servir y danos la humildad para
aceptar nuestras debilidades. Danos gracia para amar y para velar el
uno por el otro. En el nombre de Cristo Jesús oramos. Amén.

Leamos juntos nuestro pacto. (Todo el grupo leerá todas las cláusulas
del pacto.)

Esta semana comenzaremos con la cláusula sobre la oración. La


semana pasada no la consideramos porque nos dedicamos a responder
cómo servir a los necesitados en forma mejor. Hoy consideramos la
oración, porque no podemos perder terreno en el progreso que hemos
logrado hasta aquí.
Permítanme comenzar. La semana pasada yo pude haber respon-
dido de manera más positiva a este punto-posiblemente porque no
tuvimos la oportunidad de dar cuenta de él en la reunión anterior. La
oración matinal, sigue siendo mi punto fuerte, mientras que la oración
familiar sigue siendo mi punto débil. Puedo empezar el día con una
oración breve, la que hago tan pronto me levanto; durante la mañana
dedico un momento para orar y hacer mi lectura diaria de la Biblia.
Pero en la noche, cuando hemos acordado celebrar un momento de
oración en familia, parece que las cosas se me escapan; el día parece
que nunca termina y todo tiende a fracasar. Tengo que decir que oré
solo toda la semana pasada, pero con la familia solamente una vez.
(Se dirige al primer miembro. ¿Qué nos puede decir usted? ¿Fue fiel
al orar durante la semana?
Primer Miembro.-No, me temo que tampoco yo lo pude hacer.
Aunque mi dificultad es todo lo contrario de la suya. Me he propuesto
dedicar los últimos minutos del día a la lectura devocional y a la
oración, cosa que he cumplido. Mi problema es que en la mañana me
cuesta salir de la cama y ni siquiera soy capaz de pensar en tener un
momento de oración. (Risa general).
Líder: (Uniéndose al grupo). -Sé lo que es eso.
Primer miembro. -Cuando ya estoy despierto me siento envuelto
en los apuros de la mañana y parece no haber tiempo para hacer algo
la Reunión de Grupo 81

más que no sea tratar de alcanzar el autobús. He tratado de apartar un


tiempo más adelante en la mañana, pero es difícil en el lugar donde
trabajo. Hay veinte personas más en la sala. Así es que mi prioridad es
la noche.
Líder. - Esto está bien; es importante tener un momento de oración
cuando no hay otras distracciones. Creo que el estar algo soñoliento no
le impide comenzar el día con oración. Sólo una breve oración - una
que recuerde de la Escuela Dominical-es de gran ayuda. El himnario
tiene una selección de himnos que pueden ser aprendidos de memoria.
Éstos tienen gran significado cuando uno los repite. A veces pienso que
nosotros los protestantes reaccionamos muy apasionadamente en con-
tra de este tipo de oración - nosotros pensamos que hemos orado, sólo
cuando usamos nuestras propias palabras. ¿Por qué no trata de apren-
der algunas breves oraciones?
(Se dirige al Segundo Miembro). ¿Ha sido fiel en su compromiso de
oración esta semana?
Segundo Miembro. -Sí, esto es algo que hago hace años, desde
que era una jovencita/o. Encuentro que las oraciones al comienzo del
día a menudo son contestadas a lo largo de ese mismo día. Yo no
puedo imaginar siquiera lo que es empezar el día sin orar. Durante la
semana pasada dediqué unos momentos para orar a mediodía y en la
tarde. Encuentro que Dios me llega a mí en todo tiempo y lugar y yo
sólo tengo que estar lista para responder. Al anochecer disfruto de los
mejores momentos, cuando repaso mi lista del libro de oración y oro
por todas las personas que están en ella. Muchas son las personas que
me piden que ore por ellas y es de gran ayuda tener una lista para no
olvidar a nadie.
Líder.-Eso está muy bien. Me pregunto si usted no podría pedir a
uno o dos de sus amigos/as para que se unieran cada día en un
momento de oración; usted tiene una larga lista de personas y puede
que algunas de ellas estén agradecidas de compartir esos momentos
con usted. Puede que esto le ayude a usted, también, a dirigir su propia
vida de oración.
(Se dirige al Tercer Miembro). ¿Qué nos puede decir acerca de sus
oraciones, esta semana?
Tercer Miembro. -Supongo que no tengo mucho que decir.
Líder.-¿Tuvo usted alguna dificultad o problema especial con ésto?
Tercer Miembro.-Realmente no.
Líder. -Solamente que usted debe seguir mejorando este aspecto
de su vida ¿cierto?
Tercer Miembro. -Sí, eso es.
82 Discípulos Responsables

Líder (Se dirige al Cuarto Miembro). -¿Qué nos puede decir acerca
de su vida de oración esta semana?
Cuarto Miembro. -Sí y no.
Líder. - ¡Oh! (Risa general).
Cuarto Miembro. (Riendo). -Bueno, lo que quiero decir es que oré
todos los días, pero no me sentí satisfecha con eso.
Líder.-¿Por qué no?
Cuarto Miembro. - Yo no sentí que fuera una oración de calidad.
Parecía divagar y nunca sentí que ésa fuera una actitud apropiada para
orar. Algunas veces traté insistentemente de llegar a Dios, pero otras me
aburrí y me di por vencida-aun cuando oraba con mi familia pensaba
en otras cosas.
Líder.-Pero usted comenzó a orar por lo menos.
Cuarto Miembro. -Sí, lo intenté.
Líder. - Entonces usted cumplió su pacto en esta cláusula - hasta
ahora la primera persona en la semana.
Cuarto Miembro. -¿QUé quiere decir?
Líder.-Nuestro pacto establece que nosotros debemos orar todos
los días, privadamente y con la familia o amigos, y que confiaremos en
la gracia de Cristo para que nos de fuerzas para obedecer. Esto significa
que usted fue fiel a su compromiso, porque esperó a Dios en oración.
Que nos sintamos o no en espíritu de oración no es el caso. Sólo la
gracia de Dios puede permitirlo, no es crédito nuestro. Nuestra respon-
sabilidad es estar abiertos a la gracia de Dios y confiar que el Espíritu
Santo actúe en nosotros, sin pensar en nuestro estado de ánimo. No
piense que desperdició su tiempo. Lo importante es que usted oró.
(Al Quinto Miembro). ¿Fue usted fiel en oración esta semana?
Quinto Miembro. -Casi todos los días, menos dos. Yo estoy usando
el diario de oración de John Baillie,22 que vimos varias semanas atrás.
Eso me ha ayudado realmente. No sólo al comenzar o terminar cada
día con oración, sino también con nombres de personas por las cuales
debo orar y algún otro énfasis especial. Eso me ayuda a pensar que
también debemos orar por los problemas del mundo si uno espera que
las oraciones por familiares y amigos sean contestadas. (Se dirige al
Tercer Miembro). Yo pienso que usted encontrará esto bastante prác-
tico, porque además de darle otras oraciones e ideas, hay páginas en
blanco donde cada día puede hacer su propia lista.
Tercer Miembro. -Gracias. Veré si puedo obtener una copia. Por
supuesto, cuando preparo mis listas a menudo hago cambios y pienso
que si hay una sola página me va a faltar espacio. Aunque puedo
buscar una copia y ver si . . .
La Reunión de Grupo 83

Líder (Interrumpiendo). -Eso está muy claro. Tal vez todos necesita-
mos hacer lo mismo. Pero debemos considerar otras cláusulas de
nuestro pacto. Sigamos ahora con la cláusula que dice, "atender las
señales del Espíritu para no pecar contra Dios ni contra el prójimo".
Esta cláusula parece que siempre encierra un argumento para mí,
porque cada vez que me preparo para esta reunión, encuentro que el
Espíritu me da una nueva perspectiva de mi pecado en contra de
personas que nunca he visto. Esto se me presentó en casa esta mañana
cuando me servía el desayuno. La elección era sólo mía: ¿Qué cosa
dejar de comer? Entonces pensé en millones de personas, mis her-
manos y hermanas, cuyos pensamientos esa misma mañana eran muy
diferentes de los míos. Ellos se preguntarían: ¿Encontraré algo para
comer hoy día?
Entonces me di cuenta. Yo estaba pecando-al comer así mientras
ellos morían de hambre. Me gustaría que lo pensáramos y tal vez
lleguemos a hacer algo más específico de lo que ya estamos haciendo.
Esto se ha convertido en un pecado bastante agudo para mí y me siento
más que nunca necesitado del perdón de Dios.
(Se dirige al Primer Miembro). ¿Qué señal le ha dado el Espíritu
Santo en relación a su pecado esta semana?
Primer Miembro. -Sin duda alguna es mi impaciencia. Apenas llego
a mi trabaja en la mañana, algún tonto descarga de golpe los problemas
de todo el día sobre mi escritorio, y espera que yo ordene todo. Trato de
contar hasta diez, y a veces lo hago. Pero la semana pasada mi
resistencia debe haberse agotado, porque me desquité con tres per-
sonas. Yo reconozco que esto no está bien y que no debería hacerlo.
También sé que el Espíritu me advierte en cada paso que doy que no lo
haga. Pero no hay caso, siempre caigo en lo mismo.
Líder. - Éste parece ser realmente un problema para usted. Pienso
que ha compartido con nosotros una historia similar en los últimos tres
meses, por lo menos una docena de veces. En cierta forma, es cosa de
esperar que la gracia de Dios le ayude a superar su problema. Por lo
menos, usted está consciente de eso y no dudo que la paciencia de
cualquier persona sea probada por algunas personas en su oficina. Pero
como usted reconoce que esto está mal, debe hacer el esfuerzo por
vencer su problema.
Me pregunto si esto no tendrá algo que ver con el sopor de la
mañana. Si usted vacila de la cama al baño y luego a la oficina, pienso
que está más que lista a desquitarse con cualquier persona que la llame
al mundo de los vivos. ¿Por qué no piensa en levantarse una hora más
temprano en la mañana? Usted prodría mejorar sus oraciones al iniciar
84 Discípulos Responsables

el día y llegaría al trabajo mucho más despierta. Y si sus noches están


bien planeadas ya, tal vez, no le llevaría mucho ajustar su tiempo de
sueño.
Primer Miembro. -Oh, yo no sé. Yo he tratado todo para salir a
tiempo en las mañanas.
Uder.-Es sólo una sugerencia (Al Segundo Miembro): Y, ¿en qué
ha estado usted más consciente de su pecado esta semana?
Segundo Miembro:-Me temo que tenga que confesar que ha sido
mi orgullo.
Uder:-¿Puede usted decir algo más?
Segundo Miembro. -Prefiero no hacerlo-por lo menos todavía
no.
Uder.-Está bien. Pero si usted siente que desea compartir algo con
nosotros la próxima semana, por favor hágalo. Usted tiene un espíritu
muy sensible y siempre me ha ayudado con su percepción cuando
llegamos a esta cláusula. (Al Tercer Miembro): Y, ¿dónde se desvió
usted esta semana? (Un murmullo de risa anticipada de parte del
grupo).
Tercer Miembro. -Bien, como todos suponen, ¡yo eché todo a
perder de nuevo esta semana! (Más risas).
Primer Miembro. - Por supuesto.
Quinto Miembro.-¿Qué más?
Uder.-EI asunto es que ahora hay que responder. ¡Díganos algo
más!
Tercer Miembro.-Bien, yo sé que la cláusula estipula que nosotros
debemos buscar la dirección del Espíritu Santo, para que podamos
evitar el pecar a sabiendas, en contra de Dios y en contra de nuestro
prójimo. Pero todos saben que eso es demasiado para mí. Yo me doy
cuenta cuando cometo un error que fue una tontera el haberlo hecho.
La semana pasada estaba en mi trabajo en el sexto piso de aquel
edificio nuevo que hay en el centro cuando sentimos un alboroto y yo
podía escuchar los argumentos, aun donde me encontraba a través de
la ventana abierta. Descubrí que era algún vietnamita que estaba en el
primer piso tratando de obtener el contrato para la limpieza del edificio.
Parece que ellos estaban haciendo una buena oferta, pero el contrato
iba a ser otorgado a la compañía que limpia todos los demás edificios.
Yo sé que estos vietnamitas hacen muy buen trabajo. Yo he llevado mis
alfombras donde ellos las limpian y todavía, después de dos años, se
ven como nuevas. Yo pude haber ido abajo para decir algo en su favor.
Pero pensé ¿qué puedo hacer yo? Además, estaban seis pisos más
abajo. Pero esa noche me di cuenta que tendría que haber ido y haber
La Reunión de Grupo 85

dicho algo en su favor. Ellos no estaban recibiendo un trato justo. ¡Lo


eché todo a perder!
Líder (Después de un corto silencio).-Gracias por eso. (Al Cuarto
Miembro): ¿En qué forma se dio cuenta de su pecado esta semana?
Cuarto Miembro. - Yo tuve una semana bastante mala. Es mi
madre. Ella se la pasa diciendo que yo no soy una buena hija para con
ella; eso lo ha repetido por años, pero no es verdad. Yo sé que no hago
todo lo que debo, pero la visito todos los días; lavo su ropa; la llevo al
médico, le busco todas las recetas y, realmente, mi propia vida familiar
viene en segundo lugar debido a eso. Una vez más, la semana pasada,
me acusó de ser insensible con ella. Yo no sé si pedir perdón por eso o
no. En lo profundo de mi ser, yo pienso que no la estoy descuidando,
pero cada vez que ella dice esto las dudas me asaltan de nuevo.
Líder.-Esto realmente la trastorna, ¿verdad? Le diré qué podemos
hacer. Debemos seguir con el resto del pacto, pero si uno o dos de
nosotros podemos quedarnos después de la reunión podemos escuchar
algo más acerca de su problema. ¿Hay alguien que disponga de tiempo
para quedarse? (El Cuarto Miembro indica que sí y el Primer Miembro
expresa su deseo de quedarse). Muy bien, eso haremos. (Al Quinto
Miembro). Y, ¿cómo responde usted a esta cláusula?
Quinto Miembro. - Mi experiencia esta semana es como la de usted.
La semana pasada, repentinamente, me vino la idea de cuánto dinero
estamos invirtiendo en nuestra iglesia en nuevas instalaciones y
alfombras. (Se dirige al Tercer Miembro): Lo siento porque yo sé que
usted tiene el contrato. Pero tengo que decirlo.
Tercer Miembro.-Está bien, continúe usted.
Quinto Miembro. -Se me ocurrió que si usamos aunque sea la
mitad de lo que tenemos reunido para las mejoras, podríamos
cuadruplicar nuestro aporte anual para el fondo en contra del hambre
mundial. Francamente, pienso que debo llevar esto a la Junta. Yo no
veo otra forma de cumplir ahora que he recibido esta advertencia del
Espíritu.
Líder. - Y, ¡Qué advertencia! Esto está de acuerdo con lo que dije
anteriormente-debemos hacer más de lo que hemos hecho en este
aspecto de nuestro pacto. Tal vez, como grupo debemos presentar una
moción a la Junta la próxima semana.
Tercer Miembro. - Yo estoy de acuerdo con ustedes en principio, a
pesar de las alfombras. Pero no creo que va a resultar. La Junta ya tomó
la decisión yeso es lo que se hará.
Líder. - Tal vez, nunca se sabe. Por lo menos, podemos hacerles
saber que llevamos una moción-de que nosotros estamos solamente
86 Discípulos Responsables

obedeciendo las señales del Espíritu. Y si ellos escuchan la misma voz


que nosotros escuchamos, algo se hará al respecto. (Hay un silencio
general de aprobación).
Muy bien, parece que todos estamos de acuerdo. Ahora debemos
saber quién de nosotros puede asistir a la reunión con la Junta para
hacer la presentación del grupo. Podemos decidir esto después de
terminar la reunión.

(A discreción del líder, se pueden considerar otras cláusulas del pacto,


siguiendo con el mismo procedimiento de preguntas y respuestas).

Líder. -Con esto terminamos todas las cláusulas del pacto para esta
semana. Ahora pasemos a las cláusulas libres. Yo no recuerdo que
hayamos hecho ningún compromiso la semana pasada. (El grupo
afirma). ¿Alguno de nosotros desea hacer un pacto personal para la
próxima semana?
Primer Miembro. -Sí, yo. Yo haré un pacto con Dios y me haré
responsable ante el grupo de no perder la paciencia en la oficina
durante la semana que viene.
Quinto Miembro. - Yo tengo uno también. Yo hago un pacto con
Dios y me hago responsable ante el grupo de hacer una donación de
$50 esta semana para el fondo en contra del hambre del mundo; y para
llamar a cada miembro de la Junta Administrativa antes de la reunión
de la próxima semana para comunicarles personalmente acerca de
nuestra preocupación.
Líder.-¿Estará usted, también, en la reunión?
Quinto Miembro.-Oh, sí. Esto es algo aparte.
Líder. -Gracias a ambos por sus compromisos. El pastor estará con
nosotros la próxima semana para traemos al término de la reunión el
sacramento de la Santa Cena. Para terminar esta semana, tengamos
nuestro momento de oración colectiva. Antes de orar pongámonos de
acuerdo sobre nuestras preocupaciones.

(Los miembros del grupo presentan varias inquietudes: una por el


Cuarto Miembro y su madre; una por los limpiadores vietnamitas y
todos los inmigrantes que son discriminados en el trabajo; otra para
pedir orientación al presentar las preocupaciones del grupo a la Junta
por las mejoras planeadas. El líder presenta éstas y otras peticiones y el
grupo responde: "Señor, escucha nuestra oración").

Líder. - Vayamos en paz a servir a Dios y a nuestro prójimo, porque


somos enviados en el nombre de Cristo. Amén.
la Reunión de Grupo 87

Antes de retirarnos, necesitamos un líder para la próxima semana. (El


Primer Miembro se ofrece). Nos reuniremos aquí en la iglesia, en esta
sala, a la misma hora; y recuerden que el pastor se nos unirá para que
podamos terminar la reunión con el sacramento de la Santa Cena. Por
último, ¿quién puede asistir a la reunión de la Junta el próximo jueves
para presentar nuestro acuerdo? (Tres miembros indican que lo harán).
Bien, nos juntaremos en esta misma sala a las 7:00 p.m. para ponernos
de acuerdo en lo que vamos a presentar.
(Al Cuarto y Primer Miembros). ¿Por qué no vamos por una taza de
café a alguna parte, así podremos conversar sobre su madre? Esto debe
ser realmente una carga para usted.
Capitulo Ocho
El Liderazgo del Grupo
Aunque el papel de líder en los grupos del pacto sólo se aprende en
la práctica, hay algunas pautas que pueden facilitar el proceso. Estas
fueron incorporadas en el diálogo precedente y vale la pena señalarlas
en un resumen.

1. Dirigiendo la Reunión del Grupo


El líder debe recordar siempre que el propósito del grupo es el de
responder a un pacto. Esto no tiene porqué ser motivo para que la
conducción de la reunión sea rígida, pero la conversación no debe
desviarse a asuntos de interés casual o general.

El Ritmo del Diálogo Debe Ser Controlado


El líder debe incentivar a los miembros más reservados y desalentar a
los miembros locuaces cómo y cuándo sea necesario, con el fin de que
cada persona pueda compartir, tanto como sea posible, en el proceso
de dar cuenta de su responsabilidad. El líder, en ningún momento,
debe desligarse del diálogo. El intercambio ocasional entre uno y otro
miembro debe ser permitido como un componente espontáneo de la
reunión, pero el líder debe reasumir el papel de catequista tan pronto
como sea posible.

El Tono General de la Reunión Debe Ser


Cortés Antes Que Vehemente
Habrá momentos en que el grupo compartirá en forma más pro-
funda. Esto tiende a aumentar a medida que ellos desarrollan su propia
dinámica y no se debe reprimir; pero tampoco debe convertirse en el
objetivo de la reunión. El líder debe asegurar que un compartir más
profundo se realice después que el grupo haya respondido a las cláusu-
las de su pacto, y no durante la hora de la reunión. El grupo que es

88
El Liderazgo del Grupo 89

capaz de realizar ambas cosas al mismo tiempo demuestra haber


obtenido un alto grado de cohesión~algo que no todos los grupos del
pacto pueden lograr.

Problemas Personales
Estos surgen de vez en cuando durante las reuniones de grupos del
pacto y los miembros deben sentirse en libertad de presentarlos; otros
miembros no deben considerarlos como una intrusión. El líder no debe
permitir que esto distraiga al grupo de su pacto y debe dirigir la reunión
hasta completar todas las cláusulas y después puede dedicar más
tiempo a la persona que desea compartir libremente el problema. Esto
no sólo permite compartir con mayor libertad, sino que evita que el
grupo se dedique a la orientación, para lo cual los miembros pueden no
estar calificados. Una reunión informal después de la hora, con algunos
miembros, puede que sirva para decidir si es o no recomendable llevar
el caso al pastor.

Consejo, Incentivo y Reproche


El papel de líder en los grupos del pacto coloca la responsabilidad de
la utilización de un apropiado método sobre la persona que ocupa tal
posición en el grupo. El compromiso de la responsabilidad mutua, y el
hecho de que el papel de líder es rotativo, hace mucho más fácil el
dirigirse a cada miembro con las palabras de consejo, alabanza o
reproche que sean apropiadas. Mientras más se haga esto, sin importar
quién sea el líder cada vez, más honesto será el grupo en su respon-
sabilidad.

2. Desarrollando el Sentido
de Responsabilidad del Grupo
La tarea del líder es, a menudo, guiar al grupo a una responsabilidad
más específica cuando ve que las cláusulas del pacto son eludidas o,
por lo menos, que no se toman en serio. Los siguientes ejemplos
ilustran algunos de los problemas que pueden surgir y la respuesta que
el líder puede ofrecer:
90 Discípulos Responsables

Los Actos de Piedad


La Oración
Si los miembros informan repetidamente que ellos no cumplen con
su compromiso de orar, el líder debe sugerir un enfoque más especí-
fico: mantener un diario de oración, aprender oraciones breves,
reunirse en grupo, o hacer un estudio de las disciplinas clásicas de la
oración.

Las Sagradas Escrituras


Por la misma razón, si la lectura diaria de la Biblia es un problema
para el grupo, el líder debe sugerir una forma de estudio más específica,
ya sea con el uso de comentarios, o con una guía devocional diaria. Si
es necesario, se puede asignar a cada miembro la responsabilidad de
leer ciertos pasajes bíblicos.

El Culto
Si la asistencia regular a un culto se convierte en problema para
alguien del grupo, los miembros pueden formar parejas para que cada
uno sea responsable ante el otro de este medio de gracia.

El Sacramento
Si los miembros no están recibiendo este medio de gracia, el líder
debe tomar las medidas necesarias para hacer que el grupo reciba el
sacramento. Los miembros deben participar en él por lo menos una vez
a la semana.

El Ayuno

El problema que se puede presentar con este medio de gracia, es que


en nuestra cultura el ayuno es a menudo considerado como un régimen
alimenticio de moda. Por esta razón es conveniente incluir, al comienzo
del pacto, una resolución general de cuidar el cuerpo por medio de la
El Liderazgo del Grupo 91

temperancia en todas las cosas. A medida que el grupo desarrolla las


disciplinas, los miembros pueden adoptar el ayuno como un ejercicio
espiritual y rectificar la cláusula.

La Comunión
La reunión general del grupo del pacto puede ser considerada como
el cumplimiento de esta cláusula. El líder debe dejar en claro que cada
miembro la considere como parte importante de su pacto, y no sola-
mente como parte de la reunión.

Los Actos de Misericordia

Evitar el Pecado
El líder debe ser muy cuidadoso en su discernimiento espiritual,
mientras más específico sea el grupo en esta área. Hay pecados que
pueden ser materia de preocupación y responsabilidad mutua para el
grupo, pero hay asuntos más personales que requieren la ayuda de
algún profesional-problema de drogas, o desordenes emocionales.
Por esta razón, el tacto y la cortesía del catequista del grupo del pacto
es tan importante, porque permite al grupo funcionar a un nivel que
está dentro de las capacidades de sus miembros. Permanece como un
"vigilarse los unos a los otros en amor", con una preocupación que
asegura a la persona que tiene serios problemas que ella puede ser
guiada a buscar ayuda más apropiada.

Hacer el Bien
El líder es la persona que debe llevar el grupo a un compromiso más
concreto, si ve que los miembros repiten constantemente lo que
deberían hacer en servicio de los demás y no lo están haciendo. Si es
necesario puede abreviar la sesión para tomar ahí mismo una decisión
al respecto.
Hay que destacar dos cosas en este aspecto. Primero, el grupo del
pacto, por sí mismo, no es un grupo de acción o alcance social. Las
iglesias ya tienen o en verdad, debieran tener programas o grupos de
personas trabajando con este propósito, junto a grupos del pacto, como
92 Discípulos Responsables

respuesta a los medios de gracia. Segundo, en virtud de esta gracia, a la


que los miembros de grupos del pacto están abiertos permanente-
mente, se verán guiados, inexorablemente, a un mayor servicio social.
El líder debe estar consciente de este desarrollo normativo en la vida del
grupo para responder y obedecer para que las señales del Espíritu les
guíen a ayudar a aquéllos que están en necesidad.

3. Dirigiendo al Grupo
El principio de responsabilidad mutua surge con mayor fuerza y
claridad si recordamos que el líder, al que nos hemos referido en las
páginas precedentes, puede ser cualquier miembro del grupo. Una
diferencia importante entre los grupos de Pacto y las reuniones de las
clases de los primeros metodistas es que, a los que vivimos en el siglo
veinte se nos han dado talentos y oportunidades para trabajar por la
venida de la Nueva Era de Dios, que nuestros antepasados ni siquiera
imaginaron. Entre éstos están las ventajas de una educación más com-
pleta y los efectos acumulativos de una sociedad libre que nos da una
capacidad de interactuar a niveles diferentes en nuestro medio social.

Permitir que Surja el Líder


Esto no significa que en ciertos grupos no surjan miembros con
cualidades de líder que sean adecuadas para grupos del Pacto Discipu-
lar. Cualidades de discernimiento espiritual, sensibilidad humana, habi-
lidad para organizar y preocupación pastoral pueden surgir de las
reuniones semanales. Cuando éste es el caso, tales personas deben ser
incentivadas a desarrollar su potencial como líder.

Personas de Enlace
Una vez que los grupos han sido presentados a la iglesia en su
totalidad, se puede pedir a cada grupo que nombre a uno de sus
miembros como enlace con el pastor, con el propósito de contar con la
atención y administración pastoral. Esto facilita la comunicación entre
los miembros del grupo, permitiendo al pastor verificar el progreso de
cada grupo en particular.
El Liderazgo del Grupo 93

Al identificar tales miembros como nexo o persona de enlace, el


papel del líder continúa siendo el de compartir en las reuniones
semanales manteniéndose un sentido de responsabilidad compartida.
Esto también permite que el liderazgo surja naturalmente, cuando está
presente, por ejemplo cuando la persona de enlace de un grupo es
también un líder regular de las reuniones semanales.
Existen grupos en que esto será necesario, especialmente si ellos
tienen tropiezos durante los primeros meses de organización.

"Músculo" Espiritual
Ésta no es una recomendación para que se ponga en práctica la
relación formal que Wesley y sus predicadores tuvieron con los líderes
de las primeras clases; pero algo muy similar puede surgir de manera
espontánea en algunas iglesias. Como sucede en otros aspectos de la
vida de la congregación, éste será un don del Espíritu, el que hay que
aceptar con sencillez o dejar pasar sin darle importancia. Pastores
prudentes y grupos del pacto sensibles, sabrán qué es lo que está
sucediendo y reaccionarán de acuerdo. Porque el liderazgo, nacido de
estas reuniones semanales, puede ser el 'músculo' espiritual de la
iglesia.
Capítulo Nueve
Ofreciendo los Grupos
a la Congregación

Después de varios meses de reunión del grupo piloto se ofrece a la


congregación la oportunidad de participar en ellos. Debe recordarse
que sólo una minoría de los miembros responderá al llamado, pero es
extremadamente importante el extender la oportunidad a todos los
fieles. Esto asegura de que el llamado sea hecho a toda la iglesia, y así
se evita cualquier sentimiento en la congregación de que los grupos son
exclusivistas.

1. Un Fin de Semana de los Grupos


del Pacto
Con bastante anticipación se anuncia que durante un fin de semana
los grupos del pacto van a ser presentados como parte de la vida y
trabajo de la iglesia. La información obviamente, debe ser muy difun-
dida. Se deben extender invitaciones en forma personal, por medio de
los laicos y miembros de los organismos oficiales de la iglesia.

Viernes: Testimonio Informal


Se recomienda comenzar con una reunión general de la iglesia, el
viernes en la noche-si es posible, con una cena en la cual el pastor o
un invitado especial puede describir los grupos con algún detalle, y
algunos de los miembros del grupo piloto pueden compartir acerca de
su experiencia hasta ese momento. Es también un buen momento para
que se hagan algunas preguntas, especialmente aquellas que ofrecen
dudas u objeciones hacia los grupos. El haber discutido esto en los
grupos pilotos demuestra que es de gran ayuda, al reafirmar a las
personas que el concepto es vocacional y que no será impuesto a
ninguna persona.

94
Ofreciendo los Grupos a la Congregación 95

Sábado: Talleres de Preparación


El día sábado, de preferencia mañana y tarde, se pueden desarrollar
dos talleres de preparación. En el primero, se explica la teología subya-
cente a los grupos del pacto, junto con alguna información acerca de su
origen y de la herencia metodista. En el segundo se explica la forma en
que funciona el grupo; miembros de un grupo piloto pueden desem-
peñar algún papel. De esta forma se aclara que el desarrollo de la
reunión en ninguna forma es una amenaza, sino más bien es una forma
de compañerismo en un viaje común. Una representación en forma
dramatizada puede mostrar en forma convincente el valor de la respon-
sabilidad mutua.
Cuando se invita a otras personas a unirse al grupo piloto en tal
ejercicio espiritual, casi siempre hay una respuesta inmediata - un
interés desbordante por llegar a ser un discípulo, y la necesidad de estar
en compañía de aquellos que tienen la misma inquietud y el mismo
espíritu. Se descubre que la jornada del cristiano no es solitaria - que
hay compañeros a lo largo del camino.

Domingo: Invitación al Compromiso


Con el servicio de adoración del domingo en la mañana, llega a su
culminación el taller de preparación. La invitación de unirse a un grupo
del pacto se hace extensiva a toda la congregación. Al preparar este
programa hay que tener presente varios puntos.

Orden del Culto


Éste debe indicar claramente que el propósito del culto de adoración
es invitar a las personas a participar como discípulos en una nueva
forma de responsabilidad mutua. Los himnos deben ser seleccionados
con un énfasis en el servicio y la obediencia a la voluntad de Dios, y el
texto del sermón debe centrarse en el tema sobre nuestra salvación, en
Mateo 21:28-32, o Filipenses 2:12-13, por ejemplo.

El Boletín
En el orden del culto debe indicarse que a continuación del sermón
se hará una invitación al compromiso como miembro de un grupo. El
96 Discípulos Responsables

boletín debe incluir una inserción con un modelo de pacto, tal como el
que aparece en las páginas anteriores. Antes de hacer la invitación, el
pastor debe referirse a esto, para que las personas estén conscientes del
compromiso al que se les invita. Hay que recalcar que el contenido
encontrado en la inserción es sólo un ejemplo. Al pie de la página se
debe dejar un espacio para la firma de la persona que acepta la
invitación.

La Invitación
Ésta se debe hacer sin ninguna presión o manipulación, y debe tomar
la forma de un llamado a pasar al frente del santuario para unirse al
ministro en una oración libre. Una oración apropiada para este propó-
sito es la dedicación tomada del Servicio del Pacto de Wesley:

Ya no me pertenezco, soy tuyo.


Colócame en lo que quieras, cuéntame con los que quieras;
hazme trabajar, hazme sufrir;
haz que te sirva o hazme a un lado por ti,
exaltado por ti o abatido por ti;
déjame satisfecho, déjame vacío;
que todo lo tenga, que no tenga nada;
Yo, libremente y de todo corazón, entrego todo a ti
para que tú dispongas.
Y Ahora, oh glorioso y bendito Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Tú eres mío, y yo soy tuyo.
Así sea.
Y el pacto que yo he hecho aquí en la tierra,
sea ratificado en el cielo.
Amén.

Todas las personas que respondan a la invitación deben firmar la


inserción en el boletín y llevarla con ellas cuando se acerquen a ofrecer
su oración de compromiso junto al pastor. Las inserciones firmadas
quedan como un registro de todas las personas que aceptaron el
llamado.
Ofreciendo los Grupos a la Congregación 97

Dos Palabras Más Acerca de la Invitación


Puede que algunos miembros de la congregación se sientan insegu-
ros de acercarse al altar durante el culto de adoración. Por esta razón, se
debe anunciar al final del culto que las inserciones firmadas se pueden
dejar con el acomodador, o más tarde, en la oficina de la iglesia. De esta
manera, la invitación se hace general y las personas que no estuvieron
presentes en el culto también tienen la oportunidad de responder a la
invitación.
En el taller del día sábado debe darse una explicación acerca de la
invitación. Es probable que los que han asistido a estas sesiones de
preparación sean los que pasen a formar el núcleo de los grupos. A ellos
se debe pedir que tomen la iniciativa de pasar al frente en el culto de
adoración al día siguiente. Este movimiento desde la congregación
animará a otros a pasar adelante y su acto público de compromiso será
un testimonio importante para ellos y para toda la iglesia.

Después de la Oración del Pacto

Después de la oración las personas que pasaron al frente regresan a


sus asientos. Luego se avisa sobre la reunión que seguirá y que se
realizará más tarde ese mismo día, o una noche de la próxima semana.
Si ésta se realiza el domingo, se debe invitar a que todos asistan,
incluyendo cualquier persona que no pasó al frente durante el culto. Si
se realiza durante la semana, entonces cada persona que pasó al frente
debe ser invitada personalmente a asistir. Se debe aclarar que el propó-
sito de la reunión que sigue es para formar los grupos y para comenzar
las reuniones semanales regulares.
Una vez que la invitación ha sido hecha a nivel de iglesia, los grupos
deben organizarse esa misma semana e iniciar sus reuniones tan pronto
como sea posible.
98 Discípulos Responsables

2. Organizando los Grupos


Por la misma naturaleza y dinámica de los grupos del Pacto Discipu-
lar, las preferencias personales para formarlos son de menor importan-
cia. Aun así, es conveniente evitar, en lo posible, cualquier conflicto de
personalidad. El método que ofrecemos a continuación resulta fácil y
efectivo.

La Siguiente Reunión
La siguiente reunión se debe realizar en una sala amplia, con hojas de
papel en blanco en las paredes. Después de algunas palabras de
introducción, el pastor puede explicar nuevamente el propósito de los
grupos, y contestar las preguntas que surjan. Luego debe solicitar
algunos días y horas que sean convenientes para realizar las reuniones
de los grupos. A medida que se vayan sugiriendo días y horas, éstas
deben ser escritas en hojas separadas, hasta que todos los días y horas
pOSibles estén claramente anotadas. Si es necesario se puede agregar
más hojas.
A continuación el pastor solicitará a cada persona que escriba su
nombre en la hoja que tiene el día y la hora que más le conviene. Esto
permite gran actividad y flexibilidad de los participantes, pues así ellos
pueden no sólo seleccionar el día y la hora, sino también los compañe-
ros de grupo que prefieran, sin que se note rechazo por alguna persona
o grupo.

El Papel del Grupo Piloto


El proceso permite a los miembros del grupo piloto dispersarse entre
los grupos en formación para evitar que alguno de ellos quede sin
alguna persona que pueda actuar como líder durante las primeras
semanas de reunión. El pastor designará una persona para que actúe
de líder, en el caso de que algún grupo haya quedado sin guía. Un
grupo sin líder en las etapas iniciales, perdería rápidamente el sentido
de su propósito y compromiso.
Puede que los miembros del grupo o grupos piloto, expresen su
preferencia de permanecer juntos, antes que dispersarse entre los nue-
vos grupos. Si esto sucede, se puede solicitar a los miembros que por
Ofreciendo los Grupos a la Congregación 99

varios meses, den el doble de su tiempo, para que puedan reunirse


como grupo, pero además participar con nuevos grupos hasta que ellos
capten los principios de los grupos del Pacto Discipular. La mayoría de
los grupos piloto que deseen permanecer juntos generalmente están
más que dispuestos a contribuir con tiempo extra.

3. Los Miembros del Grupo


Durante el período de organización pueden surgir muchas preguntas
acerca de la constitución de los grupos. Por esta razón es importante
considerar la pauta que damos a continuación.

No Hay Restricciones
Para formar parte de los grupos del pacto no hay ninguna limitación
de edad, sexo, o estado civil. Por razones del contexto un grupo puede
estar formado solamente por mujeres o por hombres. Pero la gran
mayoría son mixtos, puesto que la responsabilidad es mutua y se aplica
a todas las personas por igual. Algunas parejas de matrimonios, por
ejemplo, prefieren estar en el mismo grupo; otras prefieren estar en
grupos separados. Algunas familias prefieren estar en un mismo grupo y
en otros casos, los niños desean estar separados de sus padres. No
existen reglas estrictas a este respecto.

Grupos para Jóvenes


La estructura catequística del proceso de los grupos, permite la
participación de los jóvenes a una edad más temprana. Los jóvenes
pueden formar grupos desde los once a doce años, por ser ellos parte
importante de los programas de formación de la iglesia.
La redacción del pacto para tales grupos debe ser hecha con sumo
cuidado, y un adulto debe ser el líder-especialmente cuando se trate
de preguntas sobre la responsabilidad práctica del discípulo, en con-
traste a aquellas relacionadas con los medios de gracia. No debe
desestimarse la capacidad de responsabilidad mutua y liderazgo entre
los jóvenes. Un grupo del pacto formado por jóvenes puede estar
preparado para su propia supervisión más pronto de lo que se espera.
100 Discípulos Responsables

Grupos de Diferentes Generaciones


Ya se ha hecho referencia a que algunas familias optarán por estar en
un mismo grupo y otras preferirán separarse. Es imporante mencionar
el valor de tener grupos formados por jóvenes y adultos. El que un
joven pueda tomar parte en un proceso catequístico, en el cual los
adultos deben responder como discípulos de Cristo, es una experiencia
formativa muy profunda. La falta de esta forma de responsabilidad
entre los adultos es un factor importante en la pérdida de tantas
personas jóvenes entre las filas de cristianos consagrados en la iglesia
contemporánea.
Si un joven desea formar parte de un grupo del pacto con sus
compañeros(as) o bien, formar parte de un grupo en que hay adultos,
no se le debe desanimar. Los adultos no deben sentirse intimidados o
inseguros de responder como discípulos ante una persona joven. Nada
puede ser más saludable para ambos.

Invitando a Nuevas Personas


Una vez que el grupo está formado y que se reune regularmente,
invitar a nuevas personas es parte de la tarea. Por esta razón es
recomendable que al comienzo, los nuevos grupos se limiten a cuatro o
cinco participantes para permitir un aumento posterior. La única regla
para recibir nuevos miembros es que ellos comprendan, en primer lugar
la naturaleza del compromiso del pacto, y que estén dispuestos a firmar
el pacto que el grupo está utilizando. Existen oportunidades para cam-
biar el pacto en un momento dado, pero no es conveniente hacerlo a la
llegada de un miembro nuevo. Esto no significa que se le niegue a la
persona que se integra al grupo, la oportunidad de participar en ese
sentido, sino es mas bien que se debe enfatizar la naturaleza de la
responsabilidad hacia la cual él o ella han sido llamados. La opor-
tunidad para participar en revisiones del pacto vendrá posteriormente.

Visitas de Prueba
A un futuro miembro se le debe pedir que asista a tres sesiones del
grupo antes de tomar la decisión de unirse a él. El plan de las reuniones
es tal que visitas de esta naturaleza pueden asimilarse fácilmente; pero
Ofreciendo los Grupos a la Congregación 101

la naturaleza de la responsabilidad del grupo hace necesario limitar la


participación de aquéllos que estén indecisos.
Visitantes o los posibles miembros deben tener las alternativas de
tomar parte en el proceso catequístico o de observar-razón para
limitar sus visitas sólo a tres.

I
Capítulo Diez
Respondiendo a las Objeciones
Cuando los grupos son presentados a la congregación, puede haber
malentendidos o críticas directas. Las objeciones, generalmente, apare-
cen agrupadas en seis categorías, para cada una de las cuales hay
respuestas apropiadas.

1. Los Grupos del Pacto Implican Elitismo


Objeción

Existen algunas personas que creen que cuando un grupo pequeño


se reúne para alguna actividad espiritual, hay una distinción implícita
entre ellos y las demás personas de la iglesia. Y la única deducción que
se saca de tal situación, se argumenta, es que tales personas se conside-
ran superiores.

Respuesta

La respuesta a esto es que los miembros de los grupos del pacto, lejos
de considerarse espiritualmente superiores, confiesan a cada uno y al
cuerpo de la iglesia que ellos no pueden ser discípulos por sí mismos.
Ellos necesitan la ayuda y el apoyo de los demás, aún para mantener los
fundamentos de su fe. Si esto es considerado como superioridad,
entonces es una superioridad de necesidad.
Como dijimos en la Parte Primera, el paralelo más cercano a los
grupos del pacto en la sociedad contemporánea, son las organizaciones
tales como Alcohólicos Anónimos o Centros de Control de Peso, donde
existe una debilidad común con la que se puede luchar con la ayuda de
otras personas que tienen el mismo problema. Los miembros de los
grupos del Pacto Discipular, también confiesan una debilidad común: su
dificultad de ser discípulos obedientes de Cristo Jesús. Aunque ellos sean
restaurados en su comunión con Dios en Cristo, todavía existe lo que
Wesley describía como el "pecado natural" -aquella naturaleza residual
que todavía se resiste a las iniciativas bondadosas de Dios. La caracterís-
tica de los miembros de grupos del pacto es el reconocimiento de su
debilidad, y el tomar ciertos pasos elementales para tratar con ella. Ellos

102
Respondiendo a las Objeciones 103

ven la importancia de velar los unos por los otros en amor y en esta
necesidad están muy lejos de cualquier sentimiento de superioridad.

2. Ser Discípulo Es un Asunto Personal


Entre Dios y el Creyente
Objeción
Hay personas que son reacias a rendir cuentas a otros, basados en
que su relación con Dios es personal y privada, y por lo tanto lo es su
decisión de convertirse en discípulo. La obediencia a Dios es un asunto
personal y ellos dicen que sólo a Dios se le debe rendir cuenta.

Respuesta
Esta objeción representa uno de los males más arraigados en la
iglesia de occidente, con una historia que se remota al pasado cultural y
teológico de los últimos tres siglos. El ser discípulo podría ser un asunto
personal-pero no lo es. La vida cristiana es una vida de respon-
sabilidad con Dios y del uno para con el otro; y así como el pecado es,
tanto personal como social, así lo es el llamado a ser. discípulo. El ser
responsable del uno hacia el otro en obediencia cristiana es asumir un
compromiso que deja de ser opcional. El discípulo, 'en privado',
siempre puede seguir el camino fácil.
Los grupos del pacto no insisten en la confesión personal. La forma
catequística de las reuniones hace posible que los miembros asuman
responsabilidades sin divulgar algo que ellos no deseen compartir con el
grupo. En la mayoría de los casos, se comparte con el fin de que cada
persona pueda apoyar a los demás. Pero los grupos del pacto pueden, y
frecuentemente funcionan sin llegar a la experiencia profunda. Su
propósito es la responsabilidad mutua.

3. Ratificar un Pacto Escrito Es una


Legalidad Innecesaria
Objeción
Hay personas que tienen objeciones hacia los grupos del pacto,
basadas en la creencia que se restringe la libertad personal del discípulo
104 Discípulos Responsables

que es una característica de la nueva vida en Cristo, y ata a la persona a


reglas y reglamentos innecesarios.

Respuesta

Esto también tiene una larga historia en la iglesia occidental y hoy


está reforzado por una cultura de consumo que nos enseña a pedir lo
que queremos y a rechazar lo que no nos gusta. Esta idea es reforzada
posteriormente, por el énfasis engañoso de la libertad personal, la cual
es usada en la sociedad tecnológica para aliviar las frustraciones del
vivir homogeneizado. Para el cristiano, tal libertad personal es no sólo
ilusoria, sino peligrosa; ya que disminuye la obediencia del discípulo y
desestima la habilidad del pecado humano.
A través de la historia de la iglesia los cristianos han encontrado que
los medios de gracia son enteramente seguros. Comparados con la
experiencia y con el compromiso cambiante y poco confiable del cris-
tiano individual, estos medios probados son infalibles. Así como las
personas se atan voluntariamente a contratos que desean mantener
inviolables en medio de sus propias inconsistencias, así los cristianos se
comprometen voluntariamente con aquellos medios de gracia que fa-
cilitan sus actos de obediencia y con los cuales mantienen su relación
con Dios en Cristo.
Recordemos cuán fácilmente las personas se comprometen a firmar
contratos financieros, comprometiendo a menudo décadas de su vida
para pagarlos, en contraste obvio con cristianos que no están dispuestos
a hacer ni siquiera el mínimo compromiso hacia aquello que es la base
de su discipulado.
Respondiendo a las Objeciones 105

4. Temor al Virtuosismo Religioso

Objeción

La cuarta categoría de objeciones es, tal vez, la más comprensible: un


sentimiento de inferioridad de parte de aquellos que se ven a sí mismos
como cristianos bastante normales que inevitablemente quedan mal
ante las personas más "santas" que pertenecen a los grupos del pac-
to. La figura menos amenazadora, en este sentido, es la persona del
pastor, quien es mirada como la persona más disciplinada espiritual-
mente.

Respuesta

Uno de los aspectos más favorables en la presentación de los grupos


del pacto a la vida de la congregación, es descubrir el gran alivio que se
expresa cuando los cristianos 'normales' descubren en la primera reu-
nión, que los "santos" son personas tan normales como ellos.
Especialmente esto ocurre cuando el ministro de la iglesia toma parte
en el proceso catequístico y reconoce su negligencia en lo que es
esencial en la vida del discípulo. El saber que nuestro pastor tiene
dificultades para mantener el calendario de oración diaria, a los estudios
devocionales bíblicos, es un descubrimiento alentador para el miembro
promediO de la iglesia. En ningún momento esto disminuye la posición
pastoral del ministro. Por el contrario al identificarlo como un peregrino
más en la vida cristiana, ello proporciona un incentivo a aquéllos que les
falta confianza en su fe y como discípulo.
Por la misma razón, aquéllos que son considerados como "santos"
en la congregación, ahora son vistos bajo una nueva luz. La intensidad
de la experiencia cristiana no cuenta en los grupos del pacto, tampoco
el celo en la oración. Lo que se trata aquí, semana tras semana, es de la
responsabilidad hacia el discipulado sin considerar su experiencia o la
intensidad de su fe. Aquellos discípulos que han sido templados a través
de los años, por medio de pruebas y errores en el camino de la
obediencia, surgen con verdadera autoridad; y aquéllos cuya experien-
cia ha contribuido a oscurecer una vida cristiana débil e insegura
vuelven a los fundamentos de su fe.
106 Discípulos Responsables

5. Los Grupos del Pacto Niegan la Libertad


del Espiritu Santo
Objeción
Resulta irónico que esta objeción venga, a menudo, de personas que
proclaman y viven una vida pura como discípulos cristianos en el poder
del Espíritu Santo. También de aquéJlos que han recibido el bautismo
del Espíritu, el que Wesley Jlamó la "segunda bendición". La objeción
viene de la fuerte convicción de que la vida total del discípulo es una
expresión del Espíritu Santo, un don gratuito de Dios. Cualquier esfuer-
zo de nuestra parte por obtener tal gracia, o cualquier esfuerzo por
mantenerlo equivale a una negación de los dones del Espíritu. El poner
tanto énfasis en nuestra obligación como discípulos nos impide aguar-
dar el poder del Espíritu Santo; y lo que no esperamos, no lo recibimos.

Respuesta

La respuesta a tal objeción tiene dos aspectos. En primer lugar, los


grupos del pacto no niegan la libertad del Espíritu Santo. Mas bien,
eJlos reconocen la diversidad de los dones espirituales de Dios. Aquéllos
que poseen el poder espiritual de mantener la obediencia como dis-
cípulos, sin un punto de responsabilidad mutua, claramente no tienen
necesidad de los grupos del pacto. Eso no niega la validez de los grupos
para aqúellos que no poseen ese poder espiritual.
En segundo lugar, convendría preguntarse si la participación de
aqueJlas personas que poseen dones espirituales especiales en un grupo
del pacto, no sería beneficiosa para compartir con aqueJlos cuya obe-
diencia es más penosa. El sentirse tan seguro en la presencia y en el
poder del Espíritu Santo como para desdeñar una evaluación semanal,
puede ser una muestra de orguJlo que limita con la humildad ver-
dadera, pero que es orguJlo de todos modos.
Respondiendo a las Objeciones 107

6. Un Compromiso de por Vida con un


Grupo Es Impracticable e Irreal

Objeción

De todas las objeciones ésta es, tal vez, la más honesta. Dada la
naturaleza movible de nuestra sociedad, se dice, que pocos de nosotros
tenemos la posibilidad de hacer este tipo de compromiso. Antes de
hacer una promesa que sabemos no podremos cumplir, ¿no sería más
real comprometerse con un pacto condicional, estipulando un límite de
tiempo? Si el grupo desea renovar el pacto por otro periodo más
adelante, esto es siempre posible. Además, las necesidades de una
persona cambian a lo largo de su vida, y es poco probable que esta
forma de compromiso sea práctica.

Respuesta

Esta objeción parece pragmática. Pero frecuentemente es la última


etapa de resistencia de una persona que está por contraer un compro-
miso cristiano serio, lo que la hace ser totalmente honesta.
La primera respuesta es para aclarar que el unirse a un grupo del
Pacto Discipular es un compromiso para practicar la responsabilidad
mutua, y no la responsabilidad a un grupo en particular. Es cierto, las
personas van a trasladarse de un lugar a otro, van a cambiar de empleo,
cambiar de iglesia. La gente crecerá en su vida como discípulo cristiano.
Pero los grupos del Pacto Discipular son el medio para responder por
los fundamentos necesarios de su vida como discípulo: los actos de
misericordia y los actos de piedad. Ellos son el ancla para los que son
llamados a contraer esta responsabilidad. El primer paso que se debe
tomar al llegar a una nueva iglesia es unirse a un grupo del Pacto
Discipular, o empezar uno.
La segunda respuesta responde a la pregunta de sentido común. Si
Cristo es el camino, la verdad, y la vida, y si hay medios comprobados
de abrirnos a la gracia de su Espíritu, el asunto no es si un compromiso
de por vida es practicable o realista, sino si podemos arriesgarnos a no
hacerlo. El desarrollo de un discipulado cristiano nunca supera los
fundamentos.
Capítulo Once
Los Grupos de Discipulado
Cristiano en la Vida y el Trabajo
de la Iglesia
Invitar a toda la congregación a unirse a los grupos del pacto es
invitarles a ser parte integral del cuerpo de la iglesia. Sin considerar el
número de miembros que se unan, es importante identificar la contribu-
ción de los grupos a la vida y al trabajo de la comunidad de testigos.
Éstos no deben ser un componente misterioso y escondido de la iglesia,
y la oportunidad para unírseles debe ser presentada regularmente.

La Invitación para Ser Discípulo


Al finalizar el sermón del domingo en la mañana, se extiende una
invitación para aceptar el compromiso y convertirse en un discípulo
cristiano. De vez en cuando, esta invitación puede adaptarse a un grupo
que desea hacer un compromiso más profundo. Esto hace que los
miembros estén conscientes de la naturaleza de los grupos, dando una
oportunidad más a los que desean profundizar su discipulado.

El Libro del Pacto


Tener un libro especial es un testimonio silencioso, pero efectivo. Este
libro puede colocarse a la vista de los miembros, en un atril, o en la
parte de atrás del santuario, con la lista de todos los miembros de los
grupos del pacto. Hay volúmenes empastados, muy atractivos, con
hOjas en blanco, en las que los miembros pueden escribir su nombre en
hojas separadas, junto con la fecha de su compromiso con el grupo. Al
comienzo del libro se puede escribir un ejemplo del pacto junto con una
corta explicación de la razón porqué el libro está a la vista. Así toda la
iglesia puede ver quién forma parte de un grupo o de un "pacto". El
libro queda como un testigo de aquellos que se unen a los grupos
después de hacer su compromiso público.

108
los Grupos de Discipulado Cristiano en la Vida 109

La Reunión Trimestral
La reunión trimestral es una costumbre de los primeros metodistas
que está desapareciendo; ésta ofrece una oportunidad para el desa-
rrollo de los grupos del pacto. Puede ser una rica experiencia reunir,
cada tres meses, a todos los grupos del pacto en una comida y una
tarde devocional. En muchas formas éste es el equivalente moderno del
ágape, las comidas de los primeros metodistas. Después de la comida,
todos permanecen en sus mesas y comparten libremente sus testi-
monios: cómo ha sido su peregrinación; sus triunfos y pruebas
especiales; sus nuevos caminos en el discipulado; nuevas formas de
servicio en el mundo; su nueva comprensión del pecado y de la gracia y
todo aquello que sea de valor y pueda ser compartido.
Es ésta una oportunidad para invitar a otros miembros de la iglesia
que estén interesados en asistir y compartir las experiencias colectivas
de los grupos. A veces un grupo numeroso es, menos amenazador para
aquellos que todavía tienen ciertas reservas acerca de lo que sucede en
la intimidad de los grupos pequeños y puede ser una forma de presen-
tar su naturaleza y propósito directamente.

Domingo del Pacto


Si hay un día en el año metodista que está hecho para los grupos del
pacto, es el Domingo del Pacto. Ya no es el día que acostumbraba ser
en los comienzos del metodismo-un servicio de vigilia-pero ofrece
una oportunidad para solemnizar el trabaja de los grupos del pacto y
para renovar su testimonio.
El orden del culto debe incluir parte o todo del Servicio del Pacto de
Wesley, el cual se encuentra en el Libro de Adoración. 23 El culto
conduce a los miembros a examinar su discipulado durante el año que
pasó, y les lleva a una reconsagración de su pacto para el año que
comienza. En el momento en que se repite la oración del pacto,
aquéllos que pertenecen a grupos del pacto pasarán al frente, mirando
a la congregación durante la lectura. En el mismo momento se puede
invitar que pasen adelante aquellos que desean unirse al grupo.

Renovación de los Pactos de Grupo


Antes del servicio del Domingo del Pacto, cada grupo debe revisar su
pacto y hacer los ajustes necesarios a las cláusulas que así lo requieran.
110 Discípulos Responsables

Éste es un paso importante en la renovación de la responsabilidad, pues


permite a los miembros de los grupos evaluar el resultado del año que
pasó, y considerar los conocimientos adquiridos. Cuando los miembros
de los grupos del pacto pasan al frente para la oración del pacto, cada
uno debería presentar al ministro una copia de su pacto renovado,
corno señal de su constante dedicación.

~~Mú.sculo" de la Iglesia
Wesley describía la reunión de la clase, como la "fibra" del primer
movimiento metodista. En la actualidad existe la misma necesidad de
"músculo" en la iglesia. El músculo no es todo el cuerpo, pero sin él el
cuerpo es débil e ineficaz. Lo que puede ser un desarrollo saludable
puede convertirse, fácilmente, en un exceso de gordura, agotando los
recursos pastorales de una congregación.
Pero cuando el músculo está en perfecta armonía, el cuerpo es
vigoroso y activo. Esto es lo que sucede cuando los grupos del Pacto
Discipular ofrecen la oportunidad a grupos de cristianos consagrados de
poner en práctica su responsabilidad como discípulos. Como sucede
con todo músculo que no es usado por un tiempo, habrá dolores y
fatigas. La actividad producida por estos grupos no siempre será opor-
tuna, pero a la larga equipará a la iglesia con discípulos fieles, flexibles y
que aceptan desafíos para testificar en el mundo.
Será un discipulado muy costoso y para esto la iglesia debe estar
preparada.

La Presencia y el Poder de los Grupos


Los grupos deben ser reconocidos por lo que ellos representan: un
medio de gracia para todo el cuerpo. Así como aquellos que se han
comprometido en "un pacto" vienen a recibir la gracia de Cristo en
nueva forma por medio de la responsabilidad, así también, aquellas
iglesias que los inician y nutren como parte de su vida y trabajo, se
llenan de nueva gracia. Esto no significa que los miembros de grupos
del pacto son más virtuosos que los demás. Veamos la consecuencia
lógica de nuestro primer estudio de la doctrina de gracia de Wesley:
cuando hay personas que se abren a las acciones de las bondades de
los Grupos de Discipulado Cristiano en la Vida 111

Dios, entonces la gracia actúa libremente y con mayor eficacia a través


del cuerpo como un todo.
Los signos de esta gracia no son evidentes por sí mismos; ni es
tampoco una dimensión de los grupos del pacto que puede ser asumida
fácilmente. Pero es una verdad espiritual profunda que, cuando algunos
miembros de la iglesia aceptan el llamado a la responsabilidad y se
dedican al imperativo de una responsabilidad mutua, esa iglesia llega a
estar espiritualmente más en armonía con la voluntad de Dios, y más
saludable en todos los aspectos de su misión. En consecuencia, se
convierte en un medio de gracia para la comunidad en la que es
llamada a testificar y a servir. Así entendía Wesley, el llamado al discipu-
lado: "El Camino de la Salvación Tomado de las Sagradas Escritu-
ras". 24
Capítulo Doce
Grupos del Pacto Discipular y las
Reuniones de las Clases de los
Primeros Metodistas
Para los lectores que han seguido la adaptación de las reuniones de
las clases, a este modelo de grupos del Pacto Discipular, les será útil un
resumen de las diferencias y semejanzas entre los dos.

Diferencias
1. Los grupos del pacto se limitan a siete miembros, mientras
que las reuniones de las clases en un comienzo, estaban formadas hasta
por doce miembros, y a menudo eran más numerosas. La razón para
tener menos miembros en los grupos del pacto, es que se dispone de
una hora para cada reunión, en la que cada miembro debe responder
por cada una de las cláusulas de un pacto, el cual puede tener de siete a
diez, por lo que sería impracticable aceptar más personas en un grupo.
Por eso, cuando un grupo llega a ocho personas, éste debe ser
subdividido en dos grupos de a cuatro, lo que deja margen para que los
grupos aumenten más adelante. Aunque esta regla no debe seguirse
rígidamente, en el caso de un grupo que desea permanecer unido por
un período de tiempo, esto no debe dejarse pasar por alto por tiempo
indefinido. El propósito del grupo es responsabilidad y esto no debe
descuidarse por un deseo de entrar en un compartir más informal-
razón por la cual un grupo desea permanecer unido antes que sepa-
rarse.

2. Los grupos del pacto adoptan una forma de responsabili-


dad mutua, mientras que las reuniones de las clases se formaban
alrededor de un líder. Esto se debe a que los grupos del pacto se forman
con miembros de las iglesias locales y no con personas que no están
familiarizadas con la fe cristiana. No sólo la enseñanza que proporciona-
ban las primeras clases está disponible en y a través de otras actividades
de la iglesia. Está también un amplio factor social que, como un modelo
para el discipulado de fines del siglo veinte, los grupos del pacto deben

112
Grupos del Pacto Discipular 113

considerar los dos siglos de educación cristiana que han transcurrido


desde el tiempo de Wesley. Como hemos visto, el liderazgo en los
grupos del pacto es un factor importante, pero no es necesario tener
una especie de "subpastor" en los grupos, papel que el líder de las
primeras clases del tiempo de Wesley tenía que desempeñar.

3. Los grupos del pacto se reunen por una hora, mientras que
las reuniones de las clases duraban, a veces, toda la noche. Hay que
considerar el hecho de que los grupos del pacto son pequeñas iglesias,
concebidas para reunirse dentro del orden y actividad de toda la iglesia.
Muy lejos del ritmo de vida diferente de fines del siglo veinte; muchas
de las necesidades de adoración que cumplían las reuniones de clases
originales, son llenadas de otra manera, ya sea en la iglesia o a través de
otros sistemas sociales.
La importancia de los grupos del pacto, por otra parte, es la respon-
sabilidad en el discipulado. Esta necesidad no debe limitar otras formas
de actividad de grupo, ya sea en la iglesia o fuera de ella. Los grupos de
estudio bíblico tienen una función diferente, como la tienen los grupos
destinados a compartir otros propósitos. Los grupos de acción social,
los de discusión, o los de estudio bíblico son complementarios. Es
pOSible celebrar una reunión de un grupo del pacto a una hora tem-
prana de la noche y luego continuar con otra forma de actividad de
grupo- un grupo de estudio bíblico o un grupo de acción social.
Al limitar la reunión del grupo del pacto a una hora, los miembros se
pueden reunir para responder a su compromiso, sin necesidad de
entrar en otro tipo de discusión que no corresponde al pacto, sin tener
que interrumpir otras actividades personales. Las reuniones se pueden
planear a cualquier hora: temprano en la mañana, a mitad de la
mañana, a la hora de almuerzo, temprano en la noche, o tarde en la
noche. Los estudiantes que se reunen en los dormitorios del colegio,
por ejemplo, encuentran que es más conveniente reunirse a las diez de
la noche, para terminar el día. Esto es no sólo más factible para muchas
personas: es también un buen momento para responder consciente-
mente al compromiso de ese día y de la semana anterior.

4. Los grupos del pacto redactan un acuerdo escrito del cual


ellos son responsables, mientras que las reuniones de las clases seguían
un proceso de preguntas y respuestas en el cual el líder se detenía
largamente en aspectos de la vida espiritual de cada miembro. El pacto
escrito se usa porque la reunión de la clase suponía adhesión de cada
114 Discípulos Responsables

miembro a las Reglas Generales de la sociedad, las que eran mucho


más detalladas que las cláusulas del pacto sugeridas por este modelo.
Los grupos del pacto se ubican entre las sociedades y las reuniones
de las clases por su naturaleza y propósito. En los días de Wesley, las
sociedades representaban el orden eclesiástico que la Iglesia de Inglate-
rra no pudo proporcionar a los primeros metodistas, a pesar de la
exhortación de Wesley de asistir a la iglesia local. En la actualidad, la
iglesia es más sensible a tales necesidades, y en consecuencia no se
requiere de la estructura en detalle de las sociedades de Wesley. Por
otro lado, la necesidad de ser responsable por una vida cristiana discipli-
nada no siempre se encuentra en las iglesias grandes, y el pacto escrito
asegura que la hermandad de un pequeño grupo no estorbe la respon-
sabilidad con el discipulado, la cual se supone que debe proporcionar.

Semejanzas
1. El número de los componentes de un grupo del pacto es
limitado, así como en las reuniones de las clases, para los que están
dispuestos a hacer un compromiso serio a un acuerdo aprobado como
discípulos del pacto. El pacto que formula el grupo y el cual se compro-
mete a adoptar, se basa en los tres componentes de las Reglas Genera-
les de Wesley: evitar el pecado, hacer el bien, y valerse de los medios de
gracia de la iglesia.

2. El Formato de las reuniones de los grupos del pacto es


catequístico como lo era el de las reuniones de las clases. Una
persona en el grupo actúa como líder y hace las preguntas a cada
miembro del grupo para saber si las cláusulas del pacto fueron cumpli-
das. La dinámica del grupo, como la de la reunión de la clase, no es la
de compartir espontáneamente, sino la de un diálogo dirigido. El líder
determina la mayor or menor participación de cada miembro, y man-
tiene el ritmo de la reunión dentro del tiempo señalado.

3. La asistencia semanal a las reuniones es obligatoria, tal


como en las reuniones de las clases, y las ausencias son seguidas por
medio del contacto personal. Puesto que la responsabilidad entre los
miembros del grupo es mutua, las ausencias repetidas distraen de los
objectivos del grupo yeso no se puede permitir.
Grupos del Pacto Discipular 115

4. El compromiso con el grupo no tiene límite. En contraste


con muchos programas de grupos pequeños en la iglesia de hoy, que
continúan hasta que son útiles o han cumplido con su objetivo, los
grupos del pacto son para aquellos que desean hacer un compromiso,
como discípulo cristiano, para toda su vida. Como en las reuniones de
las clases, esto se pone de manifiesto al comienzo. En los días de
Wesley, los que llegaban a ser metodistas consideraban la reunión de la
clase como una disciplina semanal por el tiempo que fueran metodistas;
y este compromiso era hecho generalmente por toda la vida.

5. Los grupos del pacto están organizados dentro de la igle-


sia, como también lo estaban las reuniones de las clases, y no sólo son
responsables de su propia disciplina como discípulos, sino que son
responsables también, por las ordenanzas de la iglesia. Esta reponsabili-
dad mayor se pone en práctica no sólo al reconocer la necesidad de los
medios de gracia, sino también al relacionarse con ciertos aspectos
importantes en la vida en general y el trabajo de la congregación local.
Conclusión

Dos Advertencias y una Promesa

El compromiso hecho por los miembros de los grupos del pacto casi
siempre produce una exuberancia contagiosa, y durante las primeras
semanas de sus reuniones hay muchas experiencias positivas. El deseo
de participar en esta forma de comunión es real, e irá acompañado por
una fascinación por lo nuevo y novedoso, de lo que ninguno de
nosotros está exento del todo. Antes de que ellos se organicen y se
reunan, es importante hacer dos advertencias-y junto con éstas una
promesa.

La Indiferencia
El proceso catequístico de ser responsable por aspectos del discipu-
lado que han sido descuidados hasta ahora o que se dan por sentado,
ofrece a cada grupo un caudal de conocimientos y un desafío durante
los dos o tres primeros meses de reuniones. Después de tres o cuatro
meses se impone un sentimiento de rutina. Las preguntas parecen
estereotipadas. A las respuestas les falta espontaneidad, y los miembros
empiezan a preguntarse sobre la validez y utilidad de toda la práctica.
A los nuevos grupos se les debe explicar claramente de que este
período de indiferencia es de esperarse por dos razones. La causa
inmediata es el deseo de dedicarse a algo nuevo, cuando la novedad de
los grupos ha pasado. En parte esto es el reflejo de las preocupaciones
de nuestra cultura por el logro personal, y esto debe ser combatido.
Ésta es una de las funciones más importantes de los grupos.
Sin embargo, hay una razón espiritual más profunda por esta 'indife-
rencia', la cual puede ser descrita como obtener "fuerzas renovadas".
Muchos asistentes a la iglesia no tienen la práctica cuando se trata de
responder a un discipulado comprometido. Muchos miembros son
espectadores en la iglesia, observan y tal vez admiran a aquéllos que
parecen comprometidos con su fe, aunque sin desear unirse a ellos en
el trabajo de la Nueva Era de Cristo. Pero en un grupo del pacto, no se
puede evitar el desafío de ser un discípulo~ Mientras que esto es
vivifican te al comienzo, llega un momento cuando la rutina de la tarea
comienza a imponerse, cuando el trabajo diario requiere de más vigor.

116
Conclusión 117

Cuando un grupo pasa por este período de "separación", se debe


explicar que, precisamente a ésto se refiere el ser discípulo responsable.
Somos parte de un pacto, no solamente para compartir los aspectos
positivos de nuestro peregrinaje, por muy importante que ése sea, sino
para sostenernos y apoyarnos en medio de la rutina y de las trivialida-
des.
Si el grupo permanece fiel a su pacto, a través de esta 'indiferencia',
no pasará mucho tiempo antes de que los altibajOS de la vida les hagan
darse cuenta, con mayor profundidad del valor que tiene el lazo que les
une. Estos momentos, de aparente falta de propósito, son sólo una
prueba del compromiso contraído en la búsqueda y fortalecimiento de
su vida como discípulo, un apartarse de los propios intereses para
dedicarse a aquéllos del servicio a Cristo. Es una forma de crecimiento
espiritual bien afianzada en la historia de la fe cristiana. Los grupos
deben saber esto desde un comienzo y estar preparados para enfren-
tarse con ello.

La Complacencia
A los nuevos miembros hay que hacerles otra advertencia acerca del
peligro de llegar a sentirse satisfechos con su catequesis. Cuando esto
sucede, generalmente se responde sin pensar a las preguntas del pacto.
Algunos miembros vienen a la reunión más bien como hábito o costum-
bre y no para cumplir su compromiso. A veces las respuestas pueden
ser engañosas, dejando al resto del grupo en gran desventaja, y poste-
riormente ejerciendo un efecto negativo en las reuniones del grupo.
Los grupos deben saber con anticipación que éste es un peligro real
para su propósito y compromiso. Hay algunas sugerencias con reco-
mendaciones específicas acerca de la forma en que el líder puede hacer
frente a tales problemas cada semana, pero hay que advertir a los
grupos en general, que esto puede debilitar hasta su propia identidad
en la etapa formativa.

La Promesa de Gracia
Es importante enfatizar a los nuevos grupos, que ellos deben esperar
que la gracia de Dios invada sus vidas en nuevas fomias, porque ahora
ellos son responsables, como discípulos, de responder por los medios a
118 Discípulos Responsables

través de los cuales ésta fluye. Y la gracia brotará verdaderamente, en


formas para las cuales ellos no están totalmente preparados.
Esto significa, por ejemplo, que a medida que los miembros se
disciplinan en la oración diaria y en el estudio de la Biblia, en la
adoración, el sacramento y la comunión, ellos experimentarán cons-
cientemente el amor, el poder y la justicia de Dios como nunca antes.
La oración será más eficaz en sus vidas; la dirección más directa; la
corrección más específica; y el servicio más exigente. Habrá una mayor
conciencia del pecado del mundo y de su participación en él; habrá un
llamado más enérgico a trabajar por la Nueva Era de Jesucristo y las
oportunidades de servicio les serán más evidentes.
Ser responsable como discípulo es más que una práctica para mejo-
rar personalmente. Es abrirse a las acciones benéficas del Espíritu Santo
de las cuales tenemos la promesa de Dios en Cristo Jesús. Las palabras
de Wesley, todavía resuenan claras y potentes llamándonos como discí-
pulos:

Vamos de gracia en gracia, mientras nos 'abstenemos de toda apa-


riencia del mal' y somos 'celosos de las buenas obras', mientras
tenemos la oportunidad de hacer el bien a todos los hombres;
mientras caminamos en todas sus ordenanzas sin culpa, adorándole
en espíritu y en verdad; mientras tomamos nuestra cruz, y nos
negamos a nosotros mismos todo aquello que no conduce a Dios. 25
Referencias

1. El Himnario Metodista (Nashville: Casa de Publicaciones de la


Iglesia Metodista Unida), #64.
2. Ibid.
3. "The Nature, Design, and General Rules of the United Societies, in
London, Bristol, Kingswood, Newcastle-upon-Tyne, &c." (1743),
The Works of John Wesley, 14 tomos (London: Wesleyan Metho-
dist Book Room, 1872. Edición reimpresa Grand Rapids, Michi-
gan, EE.UU.: Baker Book House, 1979), 8:269.
4. Albert C. Outler, ed. John Wesley. Library of Protestant Thought.
(New York: Oxford University Press, 1964), p. viL
5. Frank Baker, "John Wesley's Churchmanship", London Quarterly
and Holbom Review 185 (1960):210. Véase también John Wesley
and the Church of England (Nashville, Tennessee, EE. Uu.: Abing-
don, 1970), pp. 4-5.
6. Ibid.
7. The Oxford Edition of the Works of John Wesley, Editor General,
Frank Baker, tomo 25: Letters 1: 1721-1739, ed. Frank Baker
(Oxford: at the CIaren don Press, 1980), pp. 615-616. Véase tam-
bién tomo 11: The Appeals to Men of Reason and Religion and
Certain Re/ated Open Letters, ed. Gerald R. Cragg (1975), p. 324.
8. "A Plain Account of the People Called Methodists", Works, 8:248.
9. "Reasons Against a Separation from the Church of England",
Works, 13:226.
10. Sermón "On Schism", Works, 6:406ss.
11. Josiah Woodward, An Account of the Rise and Progress of the
Religious Societies in the City of London, &c. (London, 1698).
Véase también John S. Simon, John Wesley and the Religious
Societies (London: Epworth Press, 1921), pp. 9-27.
12. The Joumal of the Rev. John Wesley, A.M., ed. Nehemiah Cur-
nock. Edición Regla, 8 tomos (London: Epworth Press,
1909-1916), 3:33.
13. Los términos "Iglesia Morava" y "Unitas Fratrum" (UPldad de los
Hermanos) se usan sin distinguir entre ellos para describir el grupo
que se radicó en Herrnhut-como en el término "Herrnhuter"
(una persona de Herrnhut). Véase Gillian Lindt Gollin, Moravians
in Two Words: A Study of Changing Communities (New York:
Columbia University Press, 1967).
14. Joumal, 2:496.

119
120 Discípulos Responsables

15. Journal, 1:372.


16. "The Large Minutes", Works, 8:322-324.
17. Works, 8:269-270.
18. Works, 8:269. Véase también "A Plain Account of the People
Cal1ed Methodists", Works, 8:253.
19. Journal, 3:449-350, 495.
20. Methodist Hymnal (Nashvil1e, Tennessee, EE.UU.: Casa de Publi-
caciones de La Iglesia Metodista Unida), # 152.
21. James W. Fowler, Stages of Faith: The Psychology of Human
Development and the Quest for Meaning (San Francisco, Califor-
nia, EE.UU.: Harper & Row, 1981).
22. John Baillie, Diario de Oración Privada (México, D. F: Casa Unida
de Publicaciones, 1979).
23. The Book of Worship (Nashville, Tennessee, EE.UU.: Casa de
Publicaciones de La Iglesia Metodista Unida, 1964).
24. Sermón, "The Scripture Way of Salvation", The Standard Sermons
of John Wesley, ed. E. H. Sugden 2 tomos (London: Epworth
Press, 1921),2:442-460.
25. "The Scripture Way of Salvation", pp. 447-448.

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