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El deseo de escribir
Por María Moreno
Rodolfo Walsh no escribía con la soltura con que el general Mansilla llenaba
cuartillas en una tienda de campaña durante la guerra del Paraguay o
dictaba a su secretario, al que atribuía la interrupción constante bajo la forma
de objeción o consejo, es decir, que se decía capaz de escribir en polémica
con otra persona presente. La inhibición de escribir, fuera de broma, es
propia de los escritores, quienes han dejado numerosos testimonios de que
el acto de escritura es producto de una voluntad siempre amenazada por
debilidades de carácter o imperativos de la vida cotidiana a los que se suele
inculpar, una y otra vez, en los géneros íntimos como el diario o el cuaderno
de notas. Walsh la padecía pero no siempre la explicaba en términos de
conflicto o renuncia, debido a los imperativos de la política. Pero sí
enunciaba la escritura literaria y la acción política como partes, una de las
cuales se imponía por períodos de tiempo, vividos como intolerables, para la
otra.
Un lugar agradable para trabajar, una división armoniosa entre lo que debo a
los demás y lo que a mí mismo me debo”.
“Habría que ver hasta qué punto el cuento, la ficción y la novela no son de
por sí el arte literario correspondiente a una determinada clase social en un
determinado período de desarrollo y en ese sentido y solamente en ese
sentido es probable que el arte de ficción esté alcanzando su esplendoroso
final, esplendoroso como todos los finales, en el sentido probable de que un
nuevo tipo de sociedad y nuevas formas de producción, exijan un nuevo tipo
de arte más documental, mucho más atenido a lo que es mostrable. Eso me
preguntaron, me hicieron la pregunta cuando apareció el libro de Rosendo.
Un periodista me preguntó por qué no había hecho una novela con eso, que
era un tema formidable para una novela. Lo que evidentemente escondía la
noción de que una novela con ese tema es mejor o es una categoría superior
a la de una denuncia con ese tema. Yo creo que esa es una concepción
típicamente burguesa, de la burguesía y ¿por qué? Porque evidentemente la
denuncia traducida al arte de la novela se vuelve inofensiva, no molesta para
nada, es decir, se sacraliza como arte. Ahora, en el caso mío personal, es
evidente que yo me he formado o me he criado dentro de esa concepción
burguesa de las categorías artísticas y me resulta difícil convencerme de que
la novela no es en el fondo una forma artística superior; de ahí que viva
ambicionando tener tiempo para escribir una novela a la que indudablemente
parto del presupuesto de que hay que dedicarle más tiempo, más atención y
más cuidado que a la denuncia periodística que vos escribís al correr de la
máquina. Creo que es poderosa, lógicamente poderosa, pero al mismo
tiempo creo que gente más joven que se forma en sociedades distintas, en
sociedades no capitalistas o en sociedades que están en proceso de
revolución, gente más joven va a aceptar con más facilidad la idea de que el
testimonio y la denuncia son categorías artísticas por lo menos equivalentes
y merecedoras de los mismos trabajos y esfuerzos que se le dedicaron a la
ficción y que en un futuro, inclusive, se inviertan los términos: que lo que
realmente sea apreciado en cuanto a arte sea la elaboración del testimonio o
del documento, que como todo el mundo sabe admite cualquier grado de
perfección. Es decir, evidentemente en el montaje, en la compaginación, en
la selección, en el trabajo de investigación se abren inmensas posibilidades
artísticas”.
“No obstante, tengo que escribir esta novela, aunque sea mi última novela
burguesa, además de ser la primera. Mientras permanezca sin hacer es un
tapón...”
“Una novela, vgr., que empiece con una declaración franca de principios
políticos, brutal en la mención de nombres y personas, simple en su lectura
(cf. Eduardo Gutiérrez, Arlt).”
“Muy bien, todavía querés ser un escritor. ¿Dejaste de serlo en 1969, cuando
publicaste Rosendo, o en 1967, después de Un kilo de oro? Una pregunta
importante (17.00).”
Lo cierto es que no puedo volver a 1967; incluso mis ideas sobre ‘la’ novela
han cambiado.
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