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La historia continúa

Georges Duby entra en la prestigiosa colección literaria La Pléiade mientras la obra de


sus compañeros de Annales se reedita en España

No todos los días un historiador entra en el selecto grupo de los autores publicados en La
Pléiade, la prestigiosa colección de la editorial francesa Gallimard. El último caso es el
de Georges Duby (1919-1996), cuyo volumen, titulado Œuvres, de más de 2.000 páginas
y con un prefacio de Pierre Nora, llegó este jueves a las librerías. El historiador asume
definitivamente la categoría de clásico. Duby fue un medievalista influyente y muy leído
—desde el renovador Los tres órdenes o el imaginario del feudalismo hasta el
fascinante Guillermo el Mariscal—, pero también un autor, más generalmente,
convencido de la necesidad de la divulgación y la búsqueda de nuevas maneras para
conectar con el público, como bien muestran sus obras de síntesis y trabajos
televisivos. El tiempo de las catedrales, tanto el libro como la serie documental, fue un
éxito. Duby terminó su carrera académica en el Colegio de Francia. En La historia
continúa (1991), sostenía: “Ante la historia seca, fría, impasible, yo prefiero la historia
apasionada. Me parece que es más verdadera”. Combinar una historia sensible,
apasionada y bien contada con la historia rigurosa y crítica, constituye, sin lugar a dudas,
una de las mayores aportaciones de este historiador.

La importancia de Duby en la historiografía de la segunda mitad del siglo XX no resulta


completamente comprensible, no obstante, sin ubicarlo en el marco de la escuela a la que
perteneció. Forma parte de la denominada tercera generación de Annales. Mientras que
la primera generación de esta escuela historiográfica, nacida tras la Gran Guerra, está
integrada por Marc Bloch y Lucien Febvre, y la segunda tiene a Fernand Braudel como
pilar casi único, la tercera generación annalista, bautizada en ocasiones como nouvelle
histoire o historia de las mentalidades, cuenta con un buen número de integrantes de peso
notable. Reaccionaron, desde la década de 1970, contra el cuantitativismo y apostaron
por una vuelta antropológica, un ensanche del territorio del historiador y una recuperación
de lo político y de la narración. Los historiadores más destacados son Georges Duby
y Jacques Le Goff, entre los medievalistas; Emmanuel Le Roy Ladurie, Pierre Chaunu,
Jean Delumeau y Philippe Ariès, entre los que se han dedicado a la época moderna, y,
finalmente, François Furet, Pierre Nora y Maurice Agulhon, entre los contemporaneístas.
A la lista podríamos añadir a otros autores más jóvenes: Roger Chartier, André Burguière
o Jacques Revel. Con los terceros Annales, la historia se volvió popular a través de la
conversión en best sellers de algunos libros —el Montaillou (1975), de Le Roy Ladurie—
y del aumento de los lectores, de la renovación del paisaje editorial y de la activa
participación de historiadores en la radio y la televisión, en diarios y revistas.

Los autores de la tercera generación de Annales, con Duby y Le Goff a la cabeza, fueron
muy leídos en España, tanto en las ediciones originales —todavía en la década de 1980
los universitarios leían en francés— como en las numerosas traducciones existentes.
Destacó la recepción de los historiadores medievalistas y modernistas y, en cambio, fue
más limitada la de los contemporaneístas. Desde algunos sectores del marxismo
historiográfico hispano se hizo una durísima campaña contra ellos. La encabezó el
historiador Josep Fontana, que los acusaba de academicistas, conservadores y faltos de
ideas, así como de hacer mala literatura (Le Roy Ladurie, Delumeau) y de ser unos
sectarios, desvergonzados (Furet), vaporosos (Ariès) o “subnormales” (sic, lindeza
dedicada a Coutau-Bégarie). El gurú marxista percibía en ellos una amenaza para el
pensamiento único que había conseguido imponer en parte del mundo historiográfico
patrio. Incluso un historiador como Pierre Vilar, también marxista pero honesto, tuvo que
recriminarle sus injustificados ataques. Estos no derivaban de ningún análisis crítico y
serio, sino, como casi siempre, en la obra y acción del historiador catalán desaparecido
en 2018, de sus odios y trampas, de una concepción maniquea del mundo y del desprecio
por el trabajo riguroso y no ideológico. Cuando yo estudiaba en la UAB, a mediados de
los ochenta, uno de mis profesores de historia medieval dedicaba siempre, en las pocas
clases que se dignaba impartirnos, insultos y comentarios burlones a Georges Duby. No
era ajeno a ello que otro de mis profesores medievalistas en aquel centro fuera el principal
discípulo español del francés y, en consecuencia, un tipo considerado peligroso: José
Enrique Ruiz-Domènec. Los trabajos de este último han sabido integrar, con innegable y
merecido éxito, algunas de las maneras de hacer historia de su maestro.

Las obras de estos historiadores franceses resistieron, en cualquier caso, todas las críticas
y siguen gozando del favor de los lectores. Resulta muy significativa, en este sentido, la
tarea de reedición que está llevando a cabo Taurus en los últimos años. A la Historia de
la vida privada y la Historia de las mujeres, ambas dirigidas por Duby, hay que sumar,
del mismo autor, Arte y sociedad en la Edad Media y la próxima reimpresión de El
caballero, la mujer y el cura. La misma editorial ha vuelto a poner recientemente en las
librerías El hombre ante la muerte, de Ariès; Montaillou, aldea occitana, de Le Roy
Ladurie, y El miedo en Occidente, de Delumeau. En su colección Clásicos Radicales
anuncian, para el año próximo, Por otra Edad Media, de Le Goff. De este último autor,
FCE editó en 2016¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?, y, en
2014, Hombres y mujeres de la Edad Media. Las editoriales Gedisa, Cátedra o Katz
publican regularmente las obras de Chartier. Paidós y Gedisa reeditan a Le Goff, FCE a
Le Roy Ladurie —Historia humana y comparada del clima, por ejemplo—, mientras que
Alianza Editorial hace lo propio con Furet y con Duby y su precioso Guillermo el
Mariscal. La lista podría alargarse. Sorprende, en cualquier caso, la no traducción de la
magnífica biografía de Le Goff sobre san Luis. Comoquiera que sea, la revolución
historiográfica de los Annales, como la caracterizó Peter Burke, sigue mostrando, año tras
año, su vigencia. La historia, la buena historia, para decirlo a la manera del celebrado
Georges Duby, continúa.

Jordi Canal
[artículo publicado en El País el 2 de octubre de 2019]

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