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ISSN 2248-7018
Monografías meritorias en L i t e r at u r a
Las formas de la agonía
Las formas de la agonía
otra vez el mar, de Reinaldo Arenas
Lina María Martínez Hernández
Dirigido por
Carolina Alzate Cadavid
Ediciones Uniandes
Carrera 1 núm. 19-27, edificio AU 6, piso 2
Bogotá D. C., Colombia
Teléfonos: 339 49 49/339 49 99, ext. 2133
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ISSN: 2248-7018
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Ediciones Uniandes y el Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad
de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin, es necesario solicitar primero la
autorización de la editorial.
Una especie de fango está cayendo
sobre todo lo que intentan nuestros gestos,
un horror sin tiempo va engullendo
lo que después del horror quedó en el cesto.
Horror y horror se combinan prestos
para toda ilusión ir aboliendo
hasta sólo dejarnos el molesto
recurso inútil de seguir viviendo.
Tanto fango cubriendo el horizonte
tanto ruido inútil desatado,
tanto horror en el tiempo cabalgando
que por mucho que el recuerdo se remonte
siempre veo que mi cuerpo se ha esfumado
y sólo la imagen del horror lo va formando.
Reinaldo Arenas
Introdución..................................................................................11
Conclusión....................................................................................143
Bibliografía................................................................................... 147
introducción
Ahora
que a falta de sombras sobran focos
y nadie puede ya cantar,
¿quién después que obtengamos el pulóver por el cupón 45
o el cortauñas por el 119
podrá demostrar que hemos existido?
2 Sobre la anonimia del personaje femenino, dice Arenas: “Pero ella no tiene
nombre, no existe en realidad como personaje definido, porque es como la
segunda parte del mismo personaje masculino” (Machover 263).
18 lina maría martínez hernández
Y lloro por él y por mí; pero sobre todo por él, porque
es varón y debe ser terrible ser varón en estos tiempos,
porque, en fin, la mujer no cuenta para nada. Si la ofenden
sólo tiene que echarse a llorar o pedir auxilio. (46)
5 Visión que aportaría un punto más a la interpretación crítica que considera que
“ella” es, en últimas, el desdoblamiento de Héctor o un personaje de su creación.
6 Novela escrita por John Erskine y publicada con el título The private life of
Helen of Troy (1925). Se trata de una lectura enfocada desde la perspectiva
de una Helena que regresa a Esparta con Menelao, definida en un nota
inicial de la siguiente manera: “It will be seen that apart from her divine
beauty and entire frankness she was a conventional woman” [Será que visto
que aparte de su belleza divina y de su entera franqueza ella era una mujer
convencional]. La novela trata el tema de las relaciones amorosas desde la
mirada femenina de varios personajes.
24 lina maría martínez hernández
Pero mira, pero mira ¿por qué esa furia? ¿Por qué esa
sensación de resentimiento, de impotencia, de soledad, si
yo estoy aquí? ¿Es que no cuento para nada? ¿Es que no
puedo ayudarte en nada? Nada, nada puedes hacer, dicen
las voces. Mira el mar, piensa en el mar y consuélate. (31)
8 Según Jacobo Machover, “El niño es la medida del tiempo que fluye entre el
renacimiento provisional y el fin, es decir entre las vacaciones y la muerte” (122).
28 lina maría martínez hernández
9 Roberto Valero identifica un cuarto tiempo “Un tiempo poético […] inte-
grado por los sueños de cada personaje, sus alegrías, sus delirios, éxtasis,
imaginaciones y visiones, sublimación del recuerdo” (Valero 357).
30 lina maría martínez hernández
y otras tías, pues vivía una situación peor. Sin embargo, en casa de
“ella”, su tía se encarga de continuar convirtiendo su existencia en
un infierno, no sólo para Héctor, a quien consideraba un muchacho
torpe e inútil por su ensimismamiento, sino para “ella” también;
desde entonces la sensación de complicidad por saberse víctimas de
una autoridad que los agobia marca la unión de estos personajes.
Esta unión termina siendo inevitable, e incluso impuesta por
la sociedad, cuando tras el regreso de Héctor de la Sierra Maestra,
con el triunfo de la revolución, “ella” es encontrada desnuda una
mañana junto a él en su cama, después de que el día anterior ambos
habían presenciado el fusilamiento de un hombre en uno de los
juicios de guerra que implanta la revolución y el impacto los había
dejado anonadados. La madre forma un escándalo y obliga a los dos
jóvenes a partir juntos.
Héctor, antes un joven callado y pasivo, asume un papel activo
al partir con “ella” a La Habana. Este será el segundo escenario
evocado por los flashbacks del monólogo interior. En La Habana
comienza la etapa de la adultez de la pareja, quienes conviven en
un apartamento frente al malecón; al menos ahora están ante la
presencia del mar. La sensación inicial al llegar a la ciudad es de
alegría por haber dejado atrás el mundo estancado de los pueblos
del interior de la isla, y también el compromiso ideológico ligado a
la ingenuidad con la que se iniciaron en la revolución10:
El mar
estruendosa carcajada
furia en constante acecho
luminoso estertor. (Arenas 1982: 197)
Mar de la furia
escucha ahora mi grito
de hijo desesperado,
pues seguro estoy de que ellos
no me van a dar tiempo
para que lo repita. (Arenas 1982: 199)
14 Esto solo lo hace cuando el dolor es tan fuerte, que termina por com-
partirlo con “ella”.
40 lina maría martínez hernández
artificial creado por los hombres. Sus cantos, “recuento de las infa-
mias / más memorables” (199), acogerían no sólo al poeta, sino a
todos los oprimidos, en un viaje de vuelta al inicio, o al menos, en
un viaje para exorcizar el dolor.
Pero el mar, en su inconstancia y ambigüedad, también
puede ser la perdición de los hombres, la fuerza que los ahoga, que
los aprisiona. Se muestra como una salida a un mundo mejor y, sin
embargo, se erige como las paredes de la prisión terrenal que es la
isla. Así, la inmensidad que puede ser contemplada en su bondad
natural, al trasponerse al contexto de infamia en que viven los
hombres bajo el régimen adquiere las mismas capacidades opresoras
y anuladoras,
¿Qué diré?
¿Qué diremos?
¿Qué podré decir que fuera de nosotros (de
nuestra complicidad histórica, de nuestro
42 lina maría martínez hernández
Mientras “ella” haría parte del grupo que termina por residir
en el tiempo de su memoria, Héctor busca trascender ese tiempo
al utilizar el de la escritura como un medio de defensa (Ette 1996:
105)15. Esto claramente se ve en la naturaleza del epígrafe de José
Lezama Lima para esta segunda parte, “El hombre desnudo entona
su propia miseria”, frente al ya mencionado epígrafe de Octavio
Paz. En ese sentido, el hombre que entona estos cantos lo hace cono-
ciendo a cabalidad los abusos del régimen, siendo él mismo una de sus
víctimas. Es necesario recordar que a pesar de entonar una denuncia
en su canto, Héctor ya se ha traicionado a sí mismo al trabajar para el
sistema que aborrece. “Aunque el sujeto en Otra vez el mar siempre
está criticando el sistema, él ha ‘vendido su alma’, convirtiéndose
en ese proceso en mercancía, ya que por algún tiempo cree que el
sistema cumplirá en cuanto a proveer los bienes materiales y otros
beneficios sociales” (Cacheiro 29). Sin embargo, el texto denota
que el heroísmo de hombres como él es ser capaz de sobrevivir esta
agonía día tras día, y además poder cantarla y denunciarla: “De una
a otra pared, qué distancia. De uno a otro sillón, qué certeza de que
no vamos a llegar. Levantar un brazo, estirar una mano, tomar el
jabón, he aquí el más grande de los heroísmos” (Arenas 1982: 255).
No solamente se arremete contra el régimen comunista,
sino contra cualquier régimen, ideología o creencia que anule al
hombre como individuo pensante con capacidad para escoger. Así,
en el canto tercero, Héctor pone en el mismo nivel del comu-
nismo al catolicismo: “El comunismo es, sin duda, una suerte de
catolicismo, con la diferencia que entre las ofertas de éste, paraíso o
infierno, el comunismo sólo cuenta con el infierno, y al enemigo,
15 Esta diferencia fundamental entre los dos narradores puede analizarse desde
las posiciones sociales que ocupan. Héctor, al ser hombre y supuesto “re-
volucionario”, tiende hacia el grito y la denuncia; “ella”, resignada a una
posición de sumisión y pasividad, “[c]ontra la dicción vociferante de su
marido Héctor [...] ofrece la locura y el silencio” (Gonzáles 1990: 100).
44 lina maría martínez hernández
El hombre
es de todas las calamidades la más lamentable,
pues habiendo inventando el amor se desen-
vuelve en el plano de la
hipocresía […]
El hombre
es realmente algo que merece
nuestro repudio más minucioso:
habiendo padecido todas
las calamidades
no hace sino
repetirse. (279)
El mar
es ahora un estruendo apagado
que disfraza sus ofensas con tranquilos
susurros.
El mar
grito que se retuerce,
perturbado instrumento
por el que se han deslizado
todos los terrores,
sobre el que han sonado
todas las fanfarrias. (Arenas 1982: 197)
Contra la noche
esa luna
fría y gigantesca
rodando entre
palmeras
Contra la noche
esa luna
ramplona y redonda
vieja y glacial
enorme y descascarada
entre palmeras
resbalando (346)
Mas se va
finalmente al confín de todas las pifias
al gran prostíbulo sumergido donde
aún farulla un fonógrafo su
fofa filantropía y una
mefítica, sifilítica
fétida, afónica y
antifotogénica
nos ofrece
las formas de la agonía 53
piafando
la ofrenda
de su
furio-
sa fi-
so-
no-
mí-
a
Ae, ae (235)
19 Al final, lo que reside en el centro de Otra vez el mar es más que una denun-
cia de un sistema autoritario. Mucho más urgente es la búsqueda estética
por una expresión adecuada, por una salvación enfurecida, por una simple
rima o razón.
las formas de la agonía 55
Ae, ae, O
D
es él, que otra vez silba en el portal
N
A
T
O
R
B (253)
22 Dice Arenas en su entrevista con Machover: “El título Otra vez el mar es
porque, en realidad, cuando se vive en una isla, el mar es siempre el símbolo
fundamental de la liberación. Volver al mar es volver a la posibilidad de la
esperanza, a la posibilidad de la fuga, a la posibilidad de la comunicación
[…] Llegar al mar es llegar a la frontera” (Machover 263).
60 lina maría martínez hernández
El marxismo estallando
como una embriagadora metáfora
sobre la cabeza de los ingenuos.
Arenas 1982: 213
ción del pueblo o el peligro que pueda representar para una mal-
educación. Estas autoridades también apelan a los creadores para
que hagan parte del nuevo proceso histórico y contribuyan con
su cuota de trabajo a la construcción del “hombre nuevo” revo-
lucionario. Precisamente, el discurso concluye con el reconoci-
miento de la importancia de la revolución cubana en la historia de
América Latina. Para Castro, desde las guerras de independencia
del siglo xix no ocurría algo semejante: la fundación de una nueva
nación independiente; en el caso de Cuba, la revolución sería la
verdadera independencia.
En ese sentido, y acogiéndome a la propuesta que hace
Carolina Alzate en Desviación y verdad, el triunfo de la revolución en
1959 ubica al espectro cultural frente al momento de fundación de
la nueva nación cubana, de la misma manera que ocurrió a mediados
del xix. El momento histórico comienza por invitar al colectivo a
construir en conjunto esta nueva nación, pero se fundamenta en
la oficialidad de discursos políticos, como “Palabras a los intelec-
tuales” de Fidel Castro. La fundación nacional se vale de discursos
que “tienden a ser autoritarios, ya que buscan fundarse en lo uno y
homogéneo; definen una norma y lo diferente se caracteriza como
‘desviado’ y ‘extravagante’ ” (Alzate 31). Este carácter homogenei-
zante también se espera del discurso cultural y literario, especialmente
si con el triunfo del nuevo sistema se abre un espacio de innovación
con respecto a la tradición cultural de la isla. Además, “[t]he signifi-
cance of the 1959 Revolution in terms of modernity/postmodernity
was that the Cuban collectivity opted to switch from the narrative
of late capitalism to a Marxist/nationalist alternative” (Davies 117)34,
más adecuada para los nuevos fines políticos y económicos.
35 La relativa baja calidad de las novelas publicadas entre 1959-1960 puede ser
explicada por la inexperiencia de los autores y por el hecho de haber sido
escritas en el afán del entusiasmo por la revolución.
36 En 1960 se crean los comités para la defensa de la revolución y las escuelas
de instrucción revolucionaria, y surge Casa de las Américas, de gran im-
portancia para los intelectuales, como una institución de apoyo a la cultura
cubana y latinoamericana (Menton 1975: 10).
37 Las novelas que sí abarcan los acontecimientos posrevolucionarios se con-
centran en la campaña empezada en 1961 para remediar el analfabetismo.
Su entusiasmo resulta propagandístico (Menton, 1975: 25). Esto marca un
fuerte contraste con el inicio de la restricción de circulación de algunos
libros, a partir del acontecimiento de Bahía Cochinos y de las directrices
implantadas por la Unión Soviética.
las formas de la agonía 81
este poeta agónico ofrece una compresión más amplia del camino
que ha atravesado para llegar a este punto, aunque esto no quiere
decir que no se pueda hacer una aproximación independiente. De
igual manera, conocer las novelas posteriores, El color del verano y El
asalto, resulta favorable si al seguir el desarrollo vital de este perso-
naje se quiere observar cómo desafía la represión ejercida sobre la
creación literaria en Otra vez el mar. Por esto además de analizar
las relaciones intertextuales que trataré más adelante, considero
necesario resaltar la importancia que cumplen las relaciones intra-
textuales en la conformación del poeta y su crítica a su instrumento
de trabajo, la palabra literaria.
43 Los límites entre los géneros literarios se han vuelto fluidos: quién puede
decir ya qué límites hay entre la novela y la colección de cuentos cortos [...]
la novela y el poema largo [...] la novela y la autobiografía [...] la novela y
la historia [...] la novela y la biografía.
44 El conocimiento de textos “cultos” en la primera parte de la novela, como
la Ilíada, podría verse como un argumento a favor de la interpretación que
supone que “ella” es una invención de Héctor, pues sería el poeta el que
traslada este conocimiento de su mente a la voz femenina que supuesta-
mente se refugia en lecturas insulsas.
96 lina maría martínez hernández
46 En esta edición también se incluyen otros cuentos cortos dentro del cuer-
po de la novela, que no aparecen en la de 1982: “La mesa” y “Los negros”
(Arenas 2002: 364-365). Siguen la línea de los cuentos mencionados: se
imaginan los efectos y las consecuencias de la situación actual en una so-
ciedad del futuro.
las formas de la agonía 101
Ella y yo: ¿Te has puesto a pensar? Pronto los demás habrán
llegado, se habrán ido, habrán desaparecido —habrán descan-
sado—, y nosotros aquí, encerrados, amordazados, capturados
entre estas hojas, en el mismo rincón, contra la misma
oscuridad, hablando sin cesar. ¿Te has puesto a pensar la
crueldad? ¿Otorgarnos toda la eternidad para pasarla en
un rincón oscuro donde nadie podrá descubrirnos, donde
nadie escuchará nuestros gritos, donde nadie, siendo
eternos, sabrá que existimos? (301)
ENTREMESES
El hombre
es un engendro deplorable
pues teniendo alma, tiene, no obstante
un horario de ocho horas
cosa que no tiene el discriminado
animal [...]
El hombre
es realmente algo que merece nuestro
más profundo estupor, pues sabiendo
que más allá de la muerte está
la muerte no cesa de pro-
mulgar resoluciones
que restringen su
efímera
vida. [...]
El hombre
es realmente algo que merece
nuestro repudio más minucioso:
habiendo padecido todas
las calamidades
no hace sino
repetirse
(Arenas 1982: 277-279)
47 Los escritores documentales cubanos dan voz a los testigos que proveen
información sobre sus vidas personales, pero lo hacen para enfatizar cómo
en el pasado ciertos miembros de la sociedad (por ejemplo, negros, mujeres,
inmigrantes) fueron rechazados y alienados. Ellos son la ‘gente sin historia’
a quienes los escritores de novelas documentales desean incorporar a la
nueva sociedad revolucionaria. Los personajes-testigos de Arenas —disi-
dentes, ‘extravagantes’, librepensadores, homosexuales— también son per-
sonas sin historia. Ellos representan aquellos individuos no bienvenidos en
el nuevo régimen revolucionario, puesto que ante los ojos del gobierno no
contribuyen a la legitimidad política y sociohistórica de la conciencia revo-
lucionaria. Son precisamente estas voces marginales, estos parias sociales, estas
víctimas de la utopía totalitaria, estas ‘personas sin historia’ a quienes Arenas
permite hablar y les da la bienvenida a sus novelas.
las formas de la agonía 109
¡Ay!
ahí está el soldado. El rifle a un lado. Las piernas
abiertas. Mirándome correr y masturbándose;
oyendo el estruendo de todos los que se revuelcan
en el monte.
¡Ay!
me mira. Ahora sí me mira. Me ha descubierto
huyendo en plena noche. Pero sigue mastur-
bándose y mirándome. Las piernas muy abiertas, el
rifle lejos, en el suelo. Pero, ¿por qué no me detiene?
¿Por qué no me da el alto [...]
Corro, corro, corro desesperada
¡Ay!
llego a sus pies. Caigo jadeante. Desprendiéndome
con furia del camisón me arrodillo. Abrazo sus
piernas. Comienzo a besarlo y apretarlo.
(Arenas 1982: 292)
Oye cómo le dan, duro, duro, coño. Oye cómo las hojas
caen, dale, dale. Y uno vuelve otra vez mocha en mano
y arremete. Uno sigue aunque no pueda, pues no seguir
es peor, se padece más aquí dentro sin hacer nada...
Y protestar, pararse, qué rayos: eso es cosa de hembras.
(Arenas 2002: 290)
Pero tú cantarás
óyelo bien,
tú le retorcerás el cuello a los pavorreales
y te cagarás sobre los castos árboles,
tú te meterás en el culo el campanilleo dominical
de los heladeros,
tú alimentarás con arsénico a los últimos parientes de
La “Antigua Esperanza”52,
tú lanzarás “los zapaticos de Rosa” al zarzal en
llamas.
Tú denunciarás ante los guardacostas a la
que pesca en el mar (oh, señora, quién la viera a usted
trasladando su considerable cuerpo a un madero que se
bambolea, mandando al carajo la corona de laurel, huyendo
en la oscuridad de la chusma intransigente y añorando la
chumas diligente. Me temo que en esas circunstancias no
podría componer su soneto
“Al partir”... Perla del mar, estrella de...),
tú te masturbarás sobre el “torrente prodigioso”
(ahora, ahora, que nadie me vigila)
y harás cola para las pezuñas del toro (lo demás va
para la Unión Soviética) muerto por Heredia en 1832
de cuarenta versos endecasílabos,
tú reventarás con un maullido el tímpano de los
tente desde el siglo xix. Pero en vez de traer a colación las pala-
bras revolucionarias, el poeta menciona el poema “Los zapaticos de
Rosa” de la revista La Edad de Oro, dedicada a educar a los niños.
De la misma manera, la obra literaria de Gertrudis Gómez de
Avellaneda incluye temáticas como el amor a la patria, el amor a la
poesía, e incluso temas sociales como la esclavitud, en su novela Sab,
pudiendo acercarla al uso de la creación literaria para dar cuenta de
las injusticias sociales y de la voz de los silenciados54. Sin embargo,
Héctor recupera el poema “Al partir”, en el que la voz poética se
lamenta de tener que dejar la isla de Cuba, “arrancada del nativo
suelo por la chusma diligente”. Esta experiencia de partida es paro-
diada por Héctor al volverla una situación cómica en la que el gran
cuerpo de la poetisa se tambalea sobre un madero; además, al tras-
ladar la escena al presente de Héctor, la poeta está corriendo el
riesgo de que su fuga sea delatada por éste. La partida nostálgica es
convertida en una fuga paródica que Héctor seguirá desarrollando
en su canto quinto como una obra ligera en un acto, titulada “La
fuga de la Avellaneda” (Arenas 1982: 358), obra que será el punto de
partida de la siguiente novela de la Pentagonía, El Color del verano.
Por un lado, José María Heredia: se dice que fue el primer
autor cubano en usar su obra poética para impulsar el sentimiento
independentista, razón por la cual debe huir hacia Estados Unidos
en 1823. Pero, al igual que con los poetas anteriores, Héctor prefiere
resaltar de su obra el fragmento, “torrente prodigioso”, del poema
“Niágara” en el que la voz poética, al contemplar la caída furiosa del
agua, se siente estremecida y llamada a la creación. Heredia reconoce
el origen de esta grandeza en el poder de Dios, y estando frente a
la “férvida corriente” anhela con nostalgia la calma del mar y el
paisaje de su isla natal. Frente a la majestuosidad de la composición
como una niña dócil les daba la mano y giraba con ellos]. Llevada por un
‘tropismo’ (un estímulo exterior), esta mujer pierde su individualidad y se la
ve ‘chantant en choeur comme de braves enfants qu’une grande personne
invisible surveille pendant qu’ils fond la ronde gentilment en se donnant
une menotte triste et moite’ [cantando en coro como niños con coraje que
una persona invisible cuida, mientras que hacen la ronda dándose las ma-
nos tristes y húmedas] (120), concluyendo que la supervivencia se asegura
entregándose voluntariamente, de la misma manera que Héctor se entrega
a su mujer y al régimen.
56 “Y Virginia se enfrentó al fin a las aguas del Támesis” (Arenas 1982: 357).
128 lina maría martínez hernández
Oh Whitman, Oh Whitman,
¡Cómo me provocas!
¡Cómo me provocas!
¿Es que en ningún instante intuiste esta extraña maldi-
ción que marca y pesa hasta en los gestos más comunes?
¿Es que en ningún momento pudiste ver que en la
pasajera entrega no hay más que una derrota,
que aquello que te excita y te estimula no es lo que
complace sino lo que secretamente te devora
y finalmente te lanza, escoria con escoria, en busca de
otra escoria momentánea? (Arenas 1982: 298)
El hombre
es sin duda la más alarmante de las invenciones:
hecho para la meditación, no llega jamás a una
conclusión definitiva que lo salve. Hecho
para el placer, persigue y condena
todo aquello que pudiera
proporcionárselo.
(Arenas 1982: 279)
59 Cada testigo muere para renacer a nuevas realidades que afirman el poder
del espíritu poético sobre la represión y la destrucción.
136 lina maría martínez hernández
las tías,
en la casa los primos,
en la casa las antiguas bestias ataviadas de domingo,
el grito de las mujeres insatisfechas,
abuela y abuelo que nunca se enfermaban, abriéndote la
espalda de un hachazo.Y esa sensación perenne de hastío,
reservada para ti
(aguardándote). (219)
138 lina maría martínez hernández
La
litera
tura
es la consecuencia de una hipocresía legendaria. Si el
hombre tuviese el coraje de decir la verdad en el instante
en que la siente y frente a quien se la inspira o provoca (al
hablar, por ejemplo; al mirar, por ejemplo; al humillarse, por
ejemplo) pues es en ese preciso instante que siente cuando
padece o se inspira; si tuviese el coraje de expresar la belleza
o el terror cotidiano en una conversación; si tuviese el
coraje de decir lo que es, lo que siente, lo que odia, lo que
desea, sin tener que escudarse en un acertijo de palabras
guardadas para más tarde; si tuviese la valentía de expresar
sus desgracias como expresa la necesidad de tomarse un
refresco, no hubiese tenido que refugiarse, ampararse, justi-
ficarse, tras la confesión secreta, desgarradora y falsa que es
siempre un libro. (Arenas 1982: 230-231)
conclusión
Life is an endless mystery, mystery and terror. That’s what we are,
a desperate flash sheltered by poetry and tenderness.61
Arenas cit. en Soto 1994: 153
Bibliografía primaria
Bibliografía secundaria