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Infancia de Jesús (Evangelio de Lc 1-2)

Bibliografía: García, S. (2012). “Evangelio de Lucas”. En Comentarios a la Nueva Biblia de


Jerusalén (colección), Desclée de Brouwer: Sevilla, España, pp. 7-59.

Antes de sumergirnos en los relatos de la infancia de Jesús según los textos del Evangelio
de Lucas, debemos profundizar algunos aspectos literarios generales de la obra. Estos nos
ayudarán a entender con mayor claridad el mensaje teológico que los capítulos 1 y 2 del
Evangelio, guardan para revelarnos acerca de su misterio, palabras y hechos del Mesías.

Al momento de acercarnos a cualquier texto -de cualquier disciplina- se aconseja revisar


algunos aspectos básicos que nos pueden ayudar a comprender mejor su mensaje, en
especial cuando nos enfrentamos a obras antiguas como son los diversos libros de la Biblia.
En principio, debemos prestar atención a:

a. la intencionalidad del autor de la obra (¿qué pretendió expresar?);


b. la estructura del texto (¿cómo organizó el contenido para dar conocer su mensaje?)
c. los destinatarios (¿a quién dirigió el mensaje?);
d. el género literario de la obra (¿bajo qué estilo e imágenes expresó su contenido?);
e. el contexto vital de los destinatarios (¿qué caracterizaba las coordenadas espaciales y
temporales de su ambiente, al momento de escribirlo?).

Este conjunto de elementos básicos nos ayudarán a comprender mejor el sentido original
de cualquier obra, entendiendo de todas formas, que la interpretación del lector hace al
texto en algún punto, una obra nueva, cada vez que este es leído. La crítica de la
hermenéutica contemporánea nos expresa que los textos con los que nos enfrentamos van
cambiando de sentido, porque su condición de interpretables los configura de esa manera.
Esto es producto del efecto causal y constitutivo de que el ser humano de todos los
tiempos y lugar, no conserva culturalmente las mismas estructuras mentales, emotivas,
volitivas y relacionales que justamente, constituyen y causan sus diversos actos, palabras y
formas de interpretar la realidad.

Introducción al análisis hermenéutico del Evangelio de Lucas

Su estructura literaria no se puede conocer a ciencia cierta por no tener un índice que nos
indique la distribución del contenido o su estructura, ni al hagiógrafo (escritor sagrado) del
texto delante de nosotros para preguntarle cómo quiso organizar su obra. En principio,
para realizar este tipo de acercamientos se recurre al campo del análisis estructural y
literario que se preguntan básicamente: ¿cómo solían las personas de esa época estructurar
sus textos? ¿qué elementos literarios solían utilizar para hacerlo? ¿Cuál es la estructura del
texto particular que tenemos delante de nosotros y cuáles son sus principales contenidos?

Como ejemplos de los anteriores refiero los siguientes: a veces postulan un mensaje inicial como
itinerario de contenidos a desarrollar; otras, presentan una reproducción de algún esquema
de otro texto que se buscaba recoger o criticar; también pueden emplear el recurso de la
variación de zonas geográficas o temporalidades que van marcando el camino de un
personaje o grupo de personajes a lo largo de su camino, entre otros.

En este sentido, Lucas presenta una particularidad distintiva de muchos libros de la Biblia
del AY y del NT. Como pocos textos en las escrituras, salvo el segundo libro de los
Macabeos, el libro del Eclesiástico, Lucas empieza su obra escribiendo un prólogo (lo
mismo hará con Hechos de los Apósteles, aparentemente de misma autoría). Por eso,
siguiendo la bibliografía propuesta para el día de la fecha, pasemos primero a analizar el
prólogo del autor a su propia obra (no teníamos esta oportunidad en Mateo), y luego a los
comentarios sobre la estructura del Evangelio en general, destinatarios, contenidos, etc.

1. Prólogo de Lucas (Lc 1, 1-4)

1.1. Prólogo del hagiógrafo (escritor sagrado) a toda la obra:

El prólogo del evangelio de Lucas debe ser entendido a la luz de la función, formas y
estilos literarios de los prólogos de las obras griegas de la época -de hecho, el griego del
prólogo de Lucas es considerado el mejor griego de todo el NT-, por eso podemos
sentirnos habilitados a pensar qué expresaban Tucídides o Heródoto en el prólogo de sus
obras, para luego compararlo con lo que expresó Lucas en la suya. A saber:

a) El nombre o referencia del autor de la obra (“[…] he decidido yo también”).


b) Dedicatoria del texto a un personaje particular (“[…] ilustre Teófilo).
c) El tema que se va a desarrollar (“[…] cosas que se han verificado entre nosotros”).
d) El plan o estructura organizativa de los contenidos (“[…] narrar ordenadamente las
cosas que se han verificado entre nosotros”).
e) La forma en que se va a hacer (“[…] tal como nos las han transmitido los que desde
el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra”)
f) Finalidad del texto (“[…] para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has
recibido).

Por el uso del mejor griego del NT podemos decir en principio, que el autor del libro es un
erudito, o al menos un letrado, capaz de recoger y ordenar diversas fuentes acerca de las
enseñanzas, de quien entendemos por el contexto, se pronunciaban en torno a la figura de
Jesús. Esto nos hace pensar, que nuevamente, tal como sucedió con Mateo, el género
literario del texto no va a ser: biografía. Lucas va a hacer sus propias interpretaciones de las
palabras y hechos de Jesús, para que Teófilo (¿una persona que debía transmitir el mensaje
a la/s comunidad/es de destino del mensaje, cada cristiano, los cristianos de la comunidad
a la que escribía?) conozca la solidez de las enseñanzas acerca de lo que dijo e hizo Jesús.

1.2. Referencias del comentarista de esta bibliografía:

1.2.1. El Evangelio y Hechos de los Apósteles forman dos obras únicas: en Lucas
encontramos un Jesús yendo a Jerusalén, predicando la Palabra de Dios con su
gestos y con su boca; Palabra que se va expandiendo desde Jerusalén al mundo por
obra del Espíritu Santo, en Hechos de los Apósteles.

1.2.2. El autor del libro: si bien los Evangelios se llaman “de Mateo”, “de Marcos”, “de
Lucas”, o “de Juan”, en realidad no se sabe con certeza quién los escribió. Esto nos
hace pensar que en realidad, lo importante de estos textos era remarcar la autoría de
la comunidad, como si fueran parte del proceso de catequesis de un determinado
grupo de cristianos. Desde el siglo II (se organizan los evangelios según el esquema
que tenemos actualmente) a esta obra se le da el nombre de Lucas, considerando
que su autor podría haber sido Lucas, aquel que referencian como compañero de
Pablo ciertos escritos paulinos, y cuya profesión era la de ser médico. Actualmente
se duda de estas últimas afirmaciones. Más que el autor, nos resulta claro, que lo
importante es el mensaje.

Nota: posiblemente debe haberse llamado Lucas, dado que no tendría sentido
ponerle en el siglo II nombre a un evangelio, y lo que este tipo de textos
representaba para la fe de las primeras comunidades, un nombre falso. En caso de
ser cierto, y por otras referencias del propio libro, y cuestiones literarias anexas,
Lucas debió haber desarrollado su vida como parte de la segunda generación
histórica de cristianos (70-100 d.C.). Posiblemente haya nacido afuera de Palestina
dado que la obra posee ciertas imprecisiones geográficas que no tendría sentido de
existir en el texto, si lo hubiera escrito alguien nacido en aquel lugar, y con el nivel
de su erudición. El texto no nos genera la imprecisión de que Lucas hubiera sido un
judío, sino más bien un gentil relacionado con algunas de las comunidades paulinas.
Al parecer escribe esta obra a comunidades de Pablo en los años 80/90 d.C.

1.2.3. Destinatarios del libro: dirigida a aquellos que al menos ya han recibido algunas
enseñanzas de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, Señor y Salvador, y que
posiblemente se ubicaban en la zona de Asia menor. Los miembros de dicha/s
comunidad/as ya se habían estructurado según el formato grecorromano de
Ekklesia o Asamblea. El texto no fue escrito para iniciar en la fe o suscitar la
conversión de los miembros de una población, sino para afianzarla y profundizarla
según el modo de vivir del propio Jesús. Posiblemente era un grupo mixto, con
mayoría de gentiles (a la inversa de la de Mateo).

2. Relatos de la infancia de Juan el Bautista y de Jesús (Lc 1,5-2,52)

2.1. Estructura: 2 tablas de tres paneles cada una.

Primera tabla
Primer panel: anuncio del nacimiento de Juan el Bautista
Segundo panel: anuncio del nacimiento de Jesús
Tercer panel (o de cierre): encuentro de las dos madres (cántico de María)

Segunda tabla
Primer panel: nacimiento de JB (cántico de Zac.), circuncisión, y resumen de vida.
Segundo panel: nacimiento de Jesús, circuncisión (Simeón), y nota resumen de su
infancia.
Tercer panel (o de cierre): Jesús adolescente en el Templo.

Esto ya nos muestra la artificiosidad de lo relatos (sería demasiada coincidencia que hubiera
pasado así, por más que para Dios nada es imposible -no es su forma general de actuar-).
Cada uno de los cánticos presentes en estos dos primeros capítulos, a saber, el Magnificat, el
Benedictus y el cántico de Simeón están repletos de citas bíblicas del AT, lo que de alguna
manera, nos indica que esos acontecimientos narrados en realidad nos están hablando de
que en la persona de Jesús, Dios está dando cumplimiento religioso de sus promesas.

Lo anterior nos lleva a pensar que la estructura literaria del texto está organizada de la
misma forma que lo estaban las obras de su época cuando se referían a personajes célebres,
cuyas infancias no podían haber sido más que presagios de la celebridad que alcanzarían de
adultos; por dicho motivo se narraba los primeros años de los personajes en cuestión (ej. el
Cesar, grandes filósofos, etc) como una infancia misteriosa y especial, distinta al resto de
todos los mortales.

Lo anterior no nos indica necesariamente que todos los textos de estos dos capítulos
carezcan de verosimilitud con lo acontecido realmente, de hecho, se sustentan en
tradiciones muy antiguas; pero esto no significa, que todo haya pasado de la manera en que
los hechos fueron narrados. Pero como siempre digo… no le pidamos a la biblia lo que la
biblia no nos puede dar, cuando no fue escrita para darnos lo que a veces buscamos. Lo
importante es el mensaje de salvación, la interpretación que hizo el pueblo judío en primera
instancia en el AT, y las primeras comunidades cristianas en el NT acerca de la presencia y
acción de Dios en la historia de su pueblo y de la humanidad.

El autor de esta bibliografía se anima a llamar a su género literario: “historia meditada”,


aprovechando el presupuesto de que los lectores deben ser personas que ya conocen a
Jesús (cfr. prólogo), y van a buscar en estos textos, profundizar la propia fe, pero no
conocer desde cero, las palabras y enseñanzas del Maestro. El término “meditada” nos
relaciona con la meditación hebrea, que consistía en leer un acontecimiento presente a la
luz de los hechos (textos bíblicos) del pasado, comparándolos y marcando las diferencias,
para notar la presencia-actuante de Dios en el acontecimiento concreto que se estaba
atravesando como persona o como comunidad (principalmente).

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