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Relaciones interespecíficas curiosas

Mutualismo
El sapo boqui estrecho es un aliado de un tipo de tarántula que generalmente devora
ranas pequeñas, pero que, a cambio de que este pequeño anfibio se coma los parásitos
que afectan a sus huevos, el arácnido le permite vivir en su madriguera bajo tierra y a su
vez lo defiende de posibles predadores, como los búhos lanzándoles pelos urticantes a
los ojos.

Los lagartos de cola espinosa del Sahara suelen esconderse en madrigueras que
excavan para protegerse del sol y de los depredadores, principalmente los beduinos del
desierto, que los consideran un manjar. Este reptil convive con un venenoso vecino, el
escorpión de cola gruesa a quién da cobijo a cambio de que, si un humano mete la mano
en busca del preciado bocado reptiliano, el arácnido lo defienda con su potente y dolorosa
picadura.

En el África sub sahariana viven dos especies muy diferentes, un ave y un mamífero, que
mantienen una relación muy especial: el picabueyes y el búfalo del cabo. El búfalo le da
cobijo en su lomo y espanta a los posibles atacantes del pájaro y este le paga la
protección quitándole parásitos como chinches, garrapatas o piojos, que le sirven de
suculento alimento. Esta ave también les presta sus servicios a otros mamíferos y a veces
hasta a los cocodrilos.

El pez gobio vive en el mismo agujero que la gamba ciega y ambos mantienen una
relación tan estrecha que el artrópodo siempre tiene al menos una de sus antenas en
contacto con el pez. El gobio posee muy buena vista y es más grande, por lo que se
dedica a vigilar, mientras su compañera cuida la madriguera, limpiándola y manteniéndola
en buenas condiciones, al fin y al cabo allí desovarán ambos.

En las selvas tropicales hay varios casos de mutualismo, uno de ellos es el que mantiene
una oruga con una colonia de hormigas. La primera produce gotitas de un líquido dulce
con el que “compra” el favor de las hormigas y estas le protegen.

Cuando se transforma en crisálida también la cuidan, pero en el instante en el que el


capullo se rompe, la mariposa debe apresurarse a volar o será atacada por sus antiguas
defensoras.
La morena es un pez carnívoro de grandes y afilados dientes que vive en cuevas entre las
grietas de las profundidades marinas. El problema que tiene es que no puede limpiarse
los dientes tras la comida, tarea que a cambio de la protección de tremendo pez, han
tomado como suya a las gambas rojas, que también comparten madriguera.

Muchas hormigas aprovechan que la acacia cuerno de toro tiene unas espinas ahuecadas
y de gran tamaño para anidar en ellas, de esta manera la protegen de los herbívoros que
pretenden comer sus brotes.

Además suelen cortar las plantas que se encuentran en los alrededores de cada árbol
acabando con la competencia por los nutrientes del suelo. La acacia además de darles un
refugio seguro, produce unos glóbulos con altos contenidos en azúcares, que les sirven
de alimento a sus protectoras.

Los escualos como el tiburón blanco, el tintoreto, el martillo, el tiburón ballena y hasta las
manta rayas, suelen ir a determinados sitios donde se encuentran los peces piloto,
expertos limpiadores de mandíbulas, branquias y piel.

De esta manera estos pequeños no solo consiguen un buen alimento, sino que mientras
están atareados con sus enormes clientes a nadie se le ocurre molestarlos.

La hormiga y el pulgón

Existe un tipo de hormigas que a cambio de proteger a los pulgones que se instalan en las
plantas cercanas a los hormigueros, éstos les proporcionan un dulce néctar que fabrican
con la savia obtenida de los tallos y hojas que comen.

Las hormigas acicalan y masajean el abdomen del pulgón y éste expele una gota que
ellas devoran rápidamente, mientras vigilan con atención que nadie se acerque a sus
proveedores de golosinas.

El pez y el hombre
Existe un tipo de terapia de exfoliación llamada pisciterapia que consiste en sumergir los
pies en una pecera llena de pequeños peces de la especie Garra rufa a los que les
encanta arrancar suavemente y comer las células muertas del tejido epitelial humano.

Se les llama Dr. Fish y viven en aguas cálidas a unos 37ºC. Gracias a sus costumbres
gastronómicas, estos pequeños tienen un lugar confortable donde vivir, se alimentan con
su manjar preferido y le hacen un favor a las personas que se someten a esta técnica; es
un tipo de mutualismo sin dudas, aunque los peces no lo sepan.

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