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Reseña de El bulto (1991)

Con vergüenza, he de admitir haber conocido a un testigo directo de los movimientos políticos
que decantaron hacia la llamada “Masacre de Corpus Christi” sin haber podido saber con certeza lo que
preguntar ya que, para entonces, ignoraba por completo lo relacionado a ese incidente. De hecho, para
mi infortunio he perdido por completo el contacto con esta persona. Lo único que recuerdo es la
manera en la que poco a poco iba reduciendo su entusiasmo pueril, reflejado en la lucidez de su
narración, hasta convertirse en una sombra lúgubre de gemidos y sollozos.

Sin duda le habrá tocado vivir una época lamentable, aunque nada comparado al lento y
doloroso desmoronamiento de sus ideales antaños. En cambio ahora tiene una familia, vive feliz en un
hogar cálido de clase media alta, con su pareja y sus hijos. El precio siempre fue cambiar, como decía
J.E. Pacheco “la vida sigue y no se acuerda de nada”. Ya no nos tocó vivir el milagro mexicano, ni el
paternalismo que conllevaba una economía floreciente. Mi amiga era historia andante, con ojos de
ensoñación. La extraño mucho.

Me hubiera encentado ver El bulto (1991) con ella, sin duda alguna hallaría graciosa, pero al
mismo tiempo lacerante. Graciosa por un lado, porque sin quitar el dedo del renglón aborda la vida
personal de un fotógrafo idealista llamado Lauro Cantillo -interpretado por Gabriel Retes- a quien de
manera fulminante queda en coma por veinte años, tras recibir un golpe en el llamado Halconazo de
Corpus Christi.

Lauro sobrevive al coma y se ve obligado a sobrellevar las inconveniencias que implica haber
despertado en una sociedad que ya no es la suya, que ha perdido todos los ideales que algún día
ambicionaron lo jóvenes de su tiempo y del tiempo de mi amiga. He allí el trasfondo lacerante de la
película; cuando ahora “...somos todo aquello contra lo que luchamos a los veinte años” (sólo por
darme el lujo de citar a Pacheco una vez más).

1991 fue un año de importantes cambios para México. El 17 de mayo, Lupita Jones gana la
primer corona de Miss universo, quien ocupa la silla del águila es Carlos Salinas de Gortari uno de los
personajes más polémicos en la historia de México. El Tratado de Libre Comercio (TLC) se encontraba
en boca de todos aunque, bien a bien, pocos podían dar razón al respecto de lo que “Trataba”; por un
lado los neoliberales lo celebraban como un logro sin precedentes, por el otro, los del ala izquierda
pronosticaban el acabóse del estado de bienestar.

Mientras tanto en la vida de Lauro, aquel hijo que dejó en el vientre materno ya es todo un
adolescente, su padre ha muerto, su esposa se ha vuelto a casar y tiene una exitosa vida profesional. Ya
nadie habla de Guerra fría, la Unión Soviética se ha desintegrado y Lauro ignora la caída del muro de
Berlín. El 10 de junio del 71 representó un punto de no retorno para tantos con menos suerte que Lauro.
Su urgencia por esclarecer lo ocurrido es una impronta para su amigo Alberto -interpretado por Héctor
Bonilla- pero al mismo tiempo para toda la audiencia. Sobrepasado por los sucesos del 68 (que no es
para menos), la matanza del jueves de Corpus fue para Lauro y para todos los críticos de su generación
el eclipse de lo que fue y pudo ser.

La juventud ha quedado atrás (ya no quemo le decía Alberto a Lauro), al parecer hubieron cosas
de las que México fue obligado a levantarse pero no gracias a la fuerza de voluntad de sus dirigentes,
sino la del pueblo raso, tras el terremoto del 85. Ha caído Franco en España y Castro permanece, ya no
existe la URSS, de hecho Alberto alude a un comercial de zapatos Canadá donde modelos bailan en la
plaza roja. Acá les pego el video:

La ambigüedad en la que los dos amigos se ven inmersos los deja desconcertados. Inclusive
Alberto, quien ha vivido todo ese proceso de transición, le resulta confuso y difícil de comprender el
ritmo vertiginoso de los tiempos modernos. Como Rip van Wickle, Lauro despertó siendo un personaje
anacrónico y sin interés para otras personas que no sean su propia familia ya que representa lo que para
muchos es aquel pasado inmediato, lo que todo mundo quiere dejar atrás, lo que en palabras de Alfonso
Reyes podría preguntar: “¿Hay nada más impopular?”.

Pero es que como, posteriormente, le confiesa su cuñado Toño -No había otra opción-
asimilados uno a uno o por paquete, los intelectuales del partido comunista quedaron neutralizados al
incorporarse en las filas del gobierno salinista. En cierto modo Lauro tiene razón, la complicidad y la
culpa corroe el subconsciente de los que han dejado atrás sus ideales,

Mientras tanto Lauro se obsesiona al Nintendo con Mario Bros y enfadado por la falta de tacto
de su antigua esposa, desaparece para después ser encontrado por su hija, quien lo lleva a una
discoteque. Es allí donde, en una conversación entre su Daniel y su novia, quien alude a una de las
enfermedades que diezmó a la población joven a partir de 1981 el SIDA. Nadie más que él para
expresar de manera desafiante y sin tapujos lo que significó el malestar de la llegada de Lauro a la vida
de todos:
-¿Sabes una cosa manito? Pareces un viejito, hablas como viejito, piensas como viejito.
Contigo no se sabe, o eres el chavo de veintitantos años que pusieron a dormir o eres el hombre de
cuarentaytantos que despertó o el anciano que representas.

Resulta obvio asumir que la actitud de Lauro se vuelve insoportable para quien ya no sabe cómo
tratar con personas como él, ni conserva el interés de hacerlo. Pronto, la casa, una vez plena de vida,
queda vacía y lejos de ofrecer una solución Lauro se muestra más radical respecto a la conducta de sus
hijos, sus amigos, sus familiares cercanos. La última escena ente Lauro y Toño cataliza su
arrepentimiento y reflexiona:

-... Es que todo fue tan de golpe, tan sorpresivo. Encontrarte así, cambiado, con ideas tan radicalmente
opuestas a las que compartíamos. Fue como si se hubiera levantado un muro entre nosotros […] sin
embargo, yo estoy seguro que cuando me muera yo voy a seguir pensando exactamente lo mismo-

Preservar los ideales, ser coherente, es un privilegio que muy pocos pueden ostentar hoy en día.
Lauro pudo preservar ese privilegio debido al estado de coma, para él todos los demás se han quedado
dormidos, han dejado de luchar. Para los demás él no es más que un bulto anacrónico, que ha dejado de
ser vigente y que se niega a actualizarse. Al final, será necesario establecer nuevos lazos de alianza a
través de caminos nunca antes explorados para ambos lados.

Al final, Gabriel Retes busca establecer nuevos vínculos entre lo viejo y lo nuevo. Resguardar
aquello que de antaño representó el ideal de un México próspero y justo para adaptarlo al contexto
político al que hemos sido obligados a vivir tras la crisis mundial y la inestabilidad política.

Sólo restaría mencionar el proyecto del Bulto para presidente, proyecto hasta ahora trunco,
formulado por Retes desde el 2011. A mi gusto, pienso que esa estafeta ya no le pertenece a él sino a
autores como Luís Estrada.
Ojalá puedan tomarse el tiempo de verla. Documenta no sólo un proceso de transición y vinculación
del México antaño, sino también el contemporáneo y el actual.

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