Alumna: Jiménez Tovar Raquel
Materia: Derecho Constitucional
No. De cuenta: 382396
FLOR DEL DESIERTO
Es una realidad que, quienes nacen en el
desierto de Somalia, nacen condenados a
sufrir por inanición; a tolerar las altas
temperaturas de calor, a pintar sus pies de
sangre por cada paso que dan, a vivir
corriendo para evitar ser reclutados; sufrir
la muerte lenta de sus hermanos y
hermanas; padres, amigos, de su pueblo.
He mencionado poco de su realidad y aun
así parece que he descrito al mismo
infierno, ¿Cierto?, Pues es verdad, los
habitantes de Somalia viven un infierno en
vida. Sin embargo, hay alguien a quien
desde hace miles de años se le condeno
a vivir el lado más tormentoso. Hablo de
aquella persona obligada a desgarrarse la
garganta a causa de sus gritos por tortura,
o a morir desangrada en lo más árido de
una montaña porque le han extirpado el
clítoris y cocido sus genitales. Es la mujer
somalí la que soporta lo insoportable.
“Flor del desierto” nos atisba de las
practicas inhumanas de las que son
víctimas al menos 200 millones de niñas y
mujeres: La ablación.
Waris Dirie era apenas una niña de 3 años
cuando fue martirizada por esta actividad
sustentada bajo el demencial argumento
de “Sólo una mujer cortada es buena”.
Sufrió la muerte de sus hermanas y
camino días bajo el sol infernal y sobre la
tierra hirviendo del desierto que yago sus
pies. Ella se negó a vivir como las otras
pequeñas que crecieron para ser
entregadas a un hombre que les
provocaría otro traumático episodio de
dolor cortándolas en su noche de bodas;
ella logró escapar del infierno somalí y
obtuvo una “mejor vida”. Sin embargo, no
cabe en mí el dolor que la invadió cuando
decidió dejar a su familia y enfrentarse al
mundo por sí sola y cuando su ignorancia
se vio confrontada por la realidad y
descubrió que ser mutilada no era una
cuestión de “Pureza”, sino de crueldad en
su máxima expresión.
El cuestionamiento es, ¿Por qué estas
prácticas que atentan contra la dignidad
humana continúan siendo permitidas?,
¿No es el Estado el que debe garantizar y
vigilar que los derechos de las y los niños
no sean vulnerados?, ¿No es por medio
de una constitución que se vela por la
dignidad de las personas?, la respuesta
es lamentablemente fácil. Las
constituciones en muchos Estados son
solo escritos bonitos en un papel muy
caro. En la mayoría de los países se
denigra a la mujer de las peores maneras;
explotan y maltratan a los infantes,
obreros y ancianos. Y no se hable de los
indígenas, que son tratados con
desprecio e invisibilizados. Es indignante
saber que Kenia cuenta con una de las
mejores constituciones en el mundo y la
ablación continúa maltratando a sus
niñas. La lista es extensa cuando se habla
de constituciones bonitas pero
empolvadas porque ninguno de los
artículos que prometen calidad de vida a
sus ciudadanos es cumplido.
Son las mujeres a las que más se les han
pisoteado sus derechos y durante años
han tenido que lidiar con un Estado que
poco las procura y hace de la constitución
letra muerta. Jaha Dukureh dijo “Los
seres humanos tenemos que elegir entre
el bien y el mal. Y la mutilación genital
femenina está mal”. Entonces es
imperativo que se les exija a los países
elegir el bien, que se prohíban estas
prácticas atroces y brinden protección a
las niñas y mujeres víctimas de su cultura
y tradición.
Warris sabiamente cuestiono “¿Hasta qué
punto se fortalecería nuestro continente si
un ritual tan salvaje fuera abolido?”. La
Bibliografía
Hormann, S. (Dirección). (2009). Flor del desierto [Película]. Obtenido de
https://youtu.be/3IJ4SldSwYY
pregunta seguramente traspasa a
quienes se la plantean. Y es que, en un
lugar donde algún sector es maltratado no
puede haber paz ni prosperidad. Ningún
humano debería lamentarse por la
condición y el lugar que naturalmente
tiene al nacer.
Agradezco que Waris haya logrado salir
de aquel lugar tormentoso y que su triunfo
haya visibilizado el sufrimiento del 96% de
las mujeres de Somalia para combatir
estas prácticas salvajes. Espero, al igual
que ella que por el bien de todos nosotros
intentemos cambiar lo que significa ser
una mujer y que las niñas puedan crecer
sintiéndose orgullosas de ser lo que son,
que crezcan siendo valientes y
conscientes de su libertad, como su
derecho se los confiere.