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El español en Colombia
ANEXO
¿En Colombia se habla el mejor español?
Expresivo. Lento. Diverso. Mutable. Musical. Articulado. Por lo general apegado a
las formas convencionales de gramática y sintaxis, pero no por ello desligado de
variaciones creativas, de palabras y expresiones nuevas, de vulgarismos y
localismos.
A grandes rasgos, y a riesgo de caer en las siempre odiosas generalizaciones, así
es el español de los colombianos, del que se ha dicho, no en pocas
oportunidades, que es el “mejor español del mundo”. Pero, ¿lo hablamos
realmente?, ¿hay un mejor español que otro?, ¿qué particularidades tiene el
nuestro?
Para el profesor, académico y escritor Pablo Montoya, que en Colombia se hable
el mejor español del mundo tiene mucho de mito, bastante de polémica, pero
también algo de verdad.
Mito
El mito nació tal vez a mediados del siglo XIX, con Rufino José Cuervo, los
lingüistas y una clase política bogotana especialmente preocupada por refinarse,
cultivarse y convertir la capital en la llamada Atenas de América, porque sabía que
la cultura era el poder.
Pero nada distaba más de la realidad. Esa Atenas de América, que se jactaba de
hablar un español más puro que el de España, desconocía que nuestro español
estaba –no contaminado– sino enriquecido con vocablos indígenas y africanos, y
que había no solo un español bogotano, sino caribe, pacífico, insular, andino,
amazónico y llanero. Pero, ¿qué tan diferentes son unos de otros?, ¿se puede
hablar de un español colombiano homogéneo?
Aunque es verdad que Colombia es diversa en acentos de acuerdo con la región,
según Humberto Gómez Morales, lingüista y miembro de la Asociación de
Academias de la Lengua Española, en una investigación de 2006 aplicada a
medios de comunicación colombianos, se evidenció que entre las 1700 y 2300
palabras que en promedio usan diariamente la prensa, la televisión y la radio, más
de un 90 % eran palabras comunes a todo el país, y solo un 7 % y 9 % eran
palabras locales o regionales, lo que parece indicar que somos más homogéneos
de lo que pensamos y que los localismos rápidamente se expanden por el país,
cerrando posibles brechas lingüísticas.
Esto de acuerdo con la coordinadora del doctorado en Lingüística de la
Universidad de Antioquia, María Claudia González Rátiva: “Cada comunidad de
habla, con sus particularidades o normas internas, tiene su acento propio, su
registro formal, sus formas coloquiales, a las que cada hablante puede acceder de
acuerdo a sus intereses sobre el habla. Así, un hablante se adecua o puede
aprender a adecuarse a la situación comunicativa a la que se enfrente”, de modo
que no es que nuestro español se mantenga invariante, sino que esas variaciones
se extienden y masifican rápidamente.
Así que tal vez lo que nos distinga a unos y a otros, de acuerdo con las regiones
del país, sea especialmente la musicalidad o el acento, porque en formas,
palabras, gramática y vocablos, parece que mantenemos una estructura bastante
similar que nos permite comunicarnos sin mayores barreras.
Humberto Gómez Morales va un poco más allá e indica que esta
homogeneización del español es aplicable incluso a todos, “estudios recientes y
muy solventes señalan, inequívocamente, que el vocabulario compartido por todo
el mundo hispánico constituye algo más del 90 %”, según publicó en ¿Hacia
dónde va la lengua española?
Polémica
Ha hecho carrera en Colombia la creencia que el nuestro es el mejor español, idea
que se reforzó en 2007 cuando Medellín fue la sede del XIII Congreso de la
Asociación de la Lengua Española. Muchos, de los más de 150 invitados, fueron
cuestionados sobre este asunto. Algunos picaron el anzuelo y afirmaron que era
posible que Colombia sí hablara el “mejor” español del mundo. ¿Qué significa
mejor?
María Claudia González Rátiva, desde la sociolingüística, insiste en la función
social del idioma. El lenguaje es funcional, sirve para comunicarse y entenderse
mejor, en esa medida cada hablante tendrá su propia percepción, de acuerdo a lo
que conoce, vive y para qué lo necesita. De acuerdo con esto, “las opiniones y
actitudes lingüísticas determinan qué variedades de habla se perciben como más
agradables y más inteligibles”.
Pablo Montoya, por su lado, sostiene que, en términos formales, hablar un
correcto español hace alusión al uso de las formas gramaticales, sintaxis,
ortografía, fonética, léxico. Y de esto hay gente que lo hace bien y mal en todas
las latitudes. Y no solo eso: hablar un correcto español tiene que ver con las
condiciones socioculturales y académicas. De modo que la generalización no solo
resulta imprecisa sino tal vez ingenua, desconociendo los múltiples contextos que
influyen en el uso.
Uno de los sociolingüistas más importantes de España, Manual Álvar, declaró:
“Insidiosa cuestión con la que se pretende descalificar a unos hablantes e imponer
la propia variedad (...). Las cosas están claras: no hay un español mejor, sino un
español de cada sitio para las exigencias de cada sitio”. Dejando claro que en
quien habla mejor o no español hay una posición de poder. Las lenguas son
construcciones culturales que cambian y se renuevan para responder al uso. La
importancia y el valor de la lengua está en su uso y su poder de comunicar.
Un poco de verdad
Pablo Montoya fue durante varios años de profesor de español en Francia. Sus
estudiantes provenían de lenguas tan disímiles como el francés, el árabe y el
chino. Recuerda entonces cómo ellos le agradecían su español lento, articulado,
de pronunciación precisa y completa en cada una de las palabras. Musical y
pausado diferente a su referente más inmediato que era el español de España y
que les resultaba, no menos correcto o bonito, pero sí más difícil.
Sí, es posible que no haya un “mejor español”, pero lo cierto es que el español que
ha cultivado Colombia (gracias en gran medida a Rufino José Cuervo y al esfuerzo
de esa generación de lingüistas y de academias) parece ser muy claro: por lo
general con pronunciación completa de fonemas y letras, con construcciones
sintácticas y gramaticales convencionales y correctas, facilitando su comprensión
y dando poco margen a equívocos. Si efectivamente es insidiosa la cuestión de
quién lo habla mejor, es verdad que al menos el de Colombia es un español de
fácil comprensión para otros, hispanohablantes o no.
Además de los acentos regionales, que ocurre en muchos otros lugares, es
particular del español de Colombia la tendencia a los diminutivos, a diferentes
fórmulas de trato no solo usted, tú, vos, sino también vusté, sumerced que,
aunque en desuso, todavía siguen teniendo alguna influencia en el interior de
algunas regiones del país.
Es un español expresivo que encuentra muchos tonos y vocablos para decir lo
bueno y lo malo, “tenemos el hijueputa, que puede ser tremendamente afectuoso
o agresivo. Tenemos una palabra como gonorrea, que, frente a la palabra
argentina, boludo, parece un cariño”, señala Pablo Montoya.
Somos creativos, muy expresivos y flexibles.