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En teoría, el medio no decide por el público qué es lo que éste debe pensar u opinar
sobre un hecho, pero si decide –al aplicar la agenda setting- cuáles serán las noticias
sobre las cuales el público va a estar opinando, de esta manera, las audiencias solo
conocen lo que aparece en el medio, ignorando por completo cualquier otra noticia, por
consiguiente, según el medio le otorgue mayor o menor importancia a una noticia o a
otra, así también lo hará su público, de allí la célebre frase: “La gente habla solamente
de lo que los medios quieren”.
No obstante, es evidente que no todos los países confeccionan productos a gran escala y
de calidad suficiente como para competir en el mercado con los productos de los países
altamente industrializados, tampoco todos los países cuentan con un desarrollo
tecnológico suficiente para mantener una plataforma comunicacional efectiva de enlace
constante con el resto de las naciones. Esto es decir que la “Globalización” -en realidad-
beneficia solamente a aquellos países que cuentan con grandes avances en las nuevas
tecnologías de la comunicación y la información y con grandes avances en su parque
industrial como para producir o manufacturar al ritmo que exige la demanda mundial.
La Industria Cultural busca influir ideológicamente en todos los individuos de una sociedad
para modificar su manera de pensar, actuar y decidir, inculcando el consumismo, la
alienación y una fidelidad ciega al sistema y a los intereses del mercado, vale decir, a los
intereses de los dueños de las empresas o instituciones que explotan con fines lucrativos,
a través de los medios de comunicación, todo cuanto es “producción de cultura”. A la
Industria Cultural también se le llama del entretenimiento, porque la mayoría de sus
productos tienen que ver con la distracción, con la banalización de las cosas importantes,
con la pretensión de convertir lo ridículo en algo serio, en fin, con “estupidizar” al ser
humano para que se vuelva incapaz de analizar y pensar críticamente sobre algo.
Es por eso que –muchas veces- escuchamos a alguien decir que es fiel a tal marca de
calzado o ropa sin que sepa explicar por qué, es decir –y por ejemplo-, señalar con
claridad la calidad de la tela o del hilo empleado en la confección. Igualmente pasa con
los cantantes o artistas que señalamos como “hitos” mundiales, cuando la verdad es que
desconocemos casi totalmente la calidad y nivel de cantantes y artistas de otros
continentes. Todo ello es producto de la forma como nos bombardea y opera en nosotros
–a diario- la “Industria Cultural”. Por último, debe enfatizarse que el enemigo mortal de la
“Industria Cultural” es el pensamiento crítico.