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esos poderes a los que nos hemos referido, pero otros límites debe-
rían venir impuestos por la negociación colectiva que, atendiendo a
las exigencias de la legalidad vigente, debería entrar en la gestión, or-
ganización y regulación de las tecnologías en la empresa y ampliar
las garantías del derecho a la protección de datos personales de las
personas trabajadoras.
6 El tema es de tal interés que el profesor J. CRUZ VILLALÓN ha dedicado una monografía a
la revisión de las diferentes problemáticas que surgen con el derecho a la protección de datos de
los trabajadores que quieren acceder a un empleo: Protección de datos personales del trabajador
en el proceso de contratación: facultades y límites de la actuación del empleador, op. cit. p. 1-94.
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14 J. LLORENS ESPADA, “El uso de Facebook en los procesos de selección de personal y
la protección de los derechos de los candidatos”, Revista de Derecho Social, nº 68, 2014. En un
sentido parecido: A. TODOLI SIGNES, “La gobernanza colectiva de la protección de datos en
las relaciones laborales: big data, creación de perfiles, decisiones empresariales automatizadas y
los derechos colectivos”, op.cit., p. 74. En un sentido similar, haciendo la misma diferenciación:
J. CRUZ VILLALÓN, Protección de datos personales del trabajador en el proceso de contratación:
facultades y límites…op.cit., p. 67.
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tén autorizados por una Ley y siempre con las debidas garantías; por
ejemplo, sí se requieren estos datos al personal que accede a zonas
restringidas de seguridad en aeropuertos.
Como se puede comprobar, las nuevas tecnologías pueden jugar un
papel relevante en la decisión empresarial de selección y contratación,
pero desde la negociación colectiva se pueden eliminar algunos de
los riesgos mencionados, garantizando objetividad en el proceso de
selección. Con este fin, se podría pactar que los test psicológicos se
elaboraran para detectar únicamente la capacidad para el desempeño
del puesto15; que la representación legal también participara en el pro-
ceso de selección, interviniendo en el contenido del modelo de curri-
culum vitae o en los formularios de empleo, que se acordara un guión
de entrevista y se permitiera su grabación con consentimiento de las
partes, fundamentalmente, en aquellos casos en los que la entrevista
es una prueba más a la que se somete al candidato o candidata en un
proceso de oposición pública16. Todo ello con el fin de promover la
implantación de procesos despersonalizados de selección17, centrados
exclusivamente en las capacidades de la persona candidata al puesto
de trabajo a cubrir, con datos relacionados únicamente con la forma-
ción, las capacidades, la experiencia laboral previa, los idiomas y las
habilidades del aspirante, suprimiendo referencias personales irre-
tado y otros entes públicos como los particulares. Lo que forma parte
del contenido esencial (art. 53.1 C.E.) de los derechos fundamentales
a la intimidad personal y familiar (art. 18.1 C.E.) y a la autodetermi-
nación informativa (art. 18.4 C.E.). Por lo que cualquier restricción de
aquellos derechos lo es de estos derechos fundamentales y menoscaba
su contenido esencial”.
Sólo cuando se haya cumplido con el deber de información –conte-
nido esencial del derecho fundamental– se podrá continuar con la
valoración de la proporcionalidad de la medida y cuando ambos pre-
supuestos se cumplan, la medida de control será legítima19.
En definitiva, el art. 89 LOPD no requiere solicitar el consentimiento
del personal de plantilla afectado por ese control, pero sí información
de una forma, con unos caracteres y un contenido concretos. La co-
locación de un sistema de videovigilancia sin informar previamen-
te al personal de plantilla supone “una intrusión considerable en su
vida privada, y una ilegitima privación del derecho a disponer de los
propios datos, ya que el trabajador se ve privado de saber si le están
grabando y que se hace con esas imágenes, perdiendo todo poder de
control y disposición sobre sus propios datos”20. Por tanto, ya no bas-
tará con que se coloque un dispositivo informativo o pegatina en un
lugar visible para dar por cumplido el deber de información, porque
19 M.E. CASAS BAAMONDE “Informar antes de vigilar, ¿tiene el Estado la obligación positi-
va de garantizar un mínimo de vida privada a los trabajadores en la empresa en la era digital?. La
necesaria intervención del legislador laboral”, Derecho de las Relaciones Laborales, nº 2, 2018 y S.
RODRÍGUEZ ESCANCIANO, “Participación de los representantes…”, op.cit.
20 En este sentido, J.L. GOÑI SEIN, «Video vigilancia empresarial mediante cámaras ocultas:
su excepcional validez como control defensivo «ex post», op. cit. p. 20. Considera que es de la-
mentar que el deber de información haya terminado por poseer en nuestro país una relevancia
casi exclusivamente formal, al consentir flexibilizar de tal manera la STC 39/2016, de 3 de mar-
zo, los obstáculos legales que se interponen a la operatividad del poder de control empresarial.
Añade que «de todas formas, no parece que la solución hallada por nuestro Tribunal Constitu-
cional y seguida a pies juntillas por la doctrina de casación, sea muy acorde a la recién adoptada
dirección interpretativa del Tribunal Europeo de Derechos Humanos». Concluye afirmando que
(…) nuestro Tribunal Constitucional tiene que hacerse consciente de que la tesis mantenida en
la STC 39/2016 no está en línea con la doctrina del Tribunal de Estrasburgo y de que deberá
retornar a los postulados iniciales y reconocer como valido cumplimiento del deber de infor-
mación, únicamente la comunicación que proporcione todos los elementos clave de tratamiento
de datos, que permitan al empleado observado por las videocámaras, conocer, de forma previa,
clara, precisa e inequívoca, el uso y destino de sus imágenes.
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ello sólo será suficiente cuando se quieran captar imágenes que prue-
ben la comisión de un flagrante acto ilícito (art. 22.4 LOPD).
La utilización de las cámaras de videovigilancia empresarial ha sido
desde hace años un motivo de controversia que ha acabado en los tri-
bunales en numerosas ocasiones. Durante los primeros años en los
que se empezó a abordar este tema se aplicaban criterios muy permi-
sivos respecto del uso de la videovigilancia en la relación laboral jus-
tificados en el art. 20.3 ET y con escasos límites en la jurisprudencia.
Tanto el Tribunal Constitucional como el Tribunal Supremo habían
construido la mayoría de sus criterios examinando la incidencia de
la videovigilancia en los derechos fundamentales a la intimidad y a la
propia imagen (art. 18.1 CE).
Ahora bien, cuando se reconoce que la videovigilancia puede vulnerar
el art. 18.4 CE, el conflicto jurídico adquiere otra dimensión, precisa-
mente por la exigencia estructural de este derecho de que se cumpla
necesariamente el deber informativo, como único medio de conseguir
una protección eficaz del derecho de autodeterminación informati-
va inherente al derecho a la protección de datos. Los primeros lími-
tes al control empresarial que se realiza a través de la videovigilancia
los encontramos en la STC nº 98/2000, de 10 de abril y en la STC nº
186/2000, de 10 de julio, en la primera se debatía la instalación de
micrófonos en el centro de trabajo y fue rechazada por considerar una
intromisión ilegítima en el derecho a la intimidad, al no acreditar-
se que fueran indispensables para la seguridad y el buen funciona-
miento de la empresa. En la segunda, se cuestionaba la legalidad de
cámaras ocultas para comprobar situaciones de hurto, en este caso,
fueron aceptadas por parte del TC tras haber superado el triple juicio
de: idoneidad, necesidad y proporcionalidad21. La siguiente sentencia
de interés fue la STC 29/2013, de 11 de febrero, que también exige con
rigor el cumplimiento del deber de información previa para admitir
las grabaciones, como prueba del comportamiento del trabajador/a.
21 Sobre la evolución de la doctrina del TC en esta materia atendiendo a los derechos fun-
damentales en juego, véase: F. VALDÉS DAL RÉ, “Doctrina constitucional en materia de video-
vigilancia y utilización del ordenador por el personal de la empresa”, Revista de Derecho Social,
nº 79, 2017.
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22 Respecto de la insuficiencia de la tesis del TC se manifiesta: J.L. GOÑI SEIN, “Video vigi-
lancia empresarial mediante cámaras ocultas…”, op.cit. p. 40 aduciendo razones para inadmitir
la interpretación del TC a este respecto.
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del responsable del tratamiento y los fines del mismo, las personas
físicas afectadas y sobre su derecho a obtener confirmación y comuni-
cación de los datos personales que les conciernan que sean objeto de
tratamiento (art. 12 Reglamento UE).
Como ya hemos señalado, el consentimiento de la persona no se re-
quiere cuando la medida empresarial que implique tratamiento de da-
tos personales sea necesaria para el mantenimiento, control o desarrollo
de la relación laboral (art. 6.3 LOPD), como podría ser, la revisión o
control de los dispositivos puestos por la empresa a disposición de la
plantilla, pero ello no justifica que se eliminen todas las garantías, siem-
pre deberá respetarse el “deber de información” y unos estándares míni-
mos de la intimidad de las personas de acuerdo con los usos sociales y
los derechos reconocidos constitucional y legalmente (art. 87.3 LOPD).
Partiendo de estas premisas, nos planteamos ¿qué requisitos debe
cumplir el empresario para el control de los dispositivos digitales
puestos a disposición de su personal?. Según el art. 87.1 LOPD) se
precisa:
– Haber elaborado unos criterios de utilización de las tecnologías de la
empresa con la participación de los representantes.
– Haber informado previamente a la plantilla.
– Respetar unos estándares mínimos de intimidad de los trabajadores
y trabajadoras.
La Ley no indica qué ocurrirá y que valor probatorio puedan tener los
datos que obtenga el empleador cuando acceda a los contenidos deriva-
dos del uso de medios digitales infringiendo alguna de las citadas exi-
gencias. Y esta cuestión no es baladí, en la medida que son abundantes
las cláusulas colectivas en las que se atribuye al empresario de forma
unilateral la facultad de decidir los criterios de utilización, eludiendo
las citadas exigencias legales, tales como: “…las partes firmantes de este
convenio consideran necesario que a nivel de empresa se fijen reglas ge-
nerales sobre el uso de tales medios puestos a disposición por las em-
presas...” (CC de Repsol Comercial de Productos Petrolíferos, SA, CC
del grupo Marítima Davila, SA, CC estatal para el sector de ortopedias
y ayudas técnicas) y, seguidamente, legitiman el control empresarial de
forma ilimitada sobre esos dispositivos.
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39 Art. 46: Falta muy grave: Las expresiones injuriosas, de burla o amenazantes vertidas contra
la Empresa o contra otros trabajadores/as a través de las redes sociales.
40 El trabajador, empleado de una empresa funeraria, publicó en su cuenta de Twitter co-
mentarios sobre la empresa en el marco de un conflicto laboral ante el agravamiento de las
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56 Sobre esta sentencia y los comentarios extra-laborales puede verse: V. NUÑEZ ABOITIZ,
“Uso extra-laboral de nuevas tecnologías de internet: efectos sobre la relación laboral”, Relaciones
Laborales, nº 13, 2012.
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El art. 85 del Reglamento (UE) señala que los Estados miembros con-
ciliarán por ley el derecho a la protección de los datos personales con
el derecho a la libertad de expresión y de información. Pero dicha con-
ciliación no se consigue con el ilimitado control que se hace desde los
departamentos de publicaciones de las empresas, excediendo el ámbi-
to objetivo del derecho al control de la actividad laboral reconocido en
el art. 20 ET ni restringiendo el derecho que todos tenemos a expresar
y difundir libremente nuestros pensamientos, ideas y opiniones me-
diante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción
del artículo 20 CE.
Así pues, hay que rechazar un control empresarial absoluto de la ac-
tividad de los trabajadores y trabajadoras en las redes sociales y en
internet, sin que ello signifique que esa conducta no pueda o deba ser
reprobada por otro orden jurisdiccional diferente del laboral, como es
el orden jurisdiccional penal. En este sentido, la Sentencia del Tribunal
Supremo de 18 de enero de 2017 (Sala de lo Penal), rec. 1619/2016,
advierte que la libertad ideológica o de expresión no puede ofrecer
cobijo a la exteriorización de expresiones que encierran un “injusti-
ficable desprecio hacia las víctimas del terrorismo, hasta conllevar su
humillación. No se trata de penalizar el chiste de mal gusto, sino que
una de las facetas de la humillación consiste en la burla, que no está
recreada en nuestro caso con chistes macabros con un sujeto pasivo
indeterminado, sino bien concreto y referido a unas personas a quien
se identifica con su nombre y apellidos. En el caso de la humillación y
menosprecio a las víctimas del terrorismo, el desvalor de la acción, que
sanciona el art. 578 Código Penal, (…)”. La Constitución no reconoce,
en modo alguno, un pretendido derecho al insulto, de modo que no
cabe utilizar, en ejercicio del derecho a la libertad de expresión consti-
tucionalmente protegida, expresiones “formalmente injuriosas” (STC
107/1988, de 8 de junio, FJ 4; STC 105/1990, de 6 de junio, FJ 8; STC
200/1998, de 14 de octubre, FJ 5, y STC 192/1999, de 25 de octubre, FJ
3), o “absolutamente vejatorias” (STC 204/2001, de 15 de octubre, FJ 4;
STC 174/2006, de 5 de junio, FJ 4; y STC 9/2007, de 15 de enero, FJ 4; es
decir, quedan proscritas “aquellas que, dadas las concretas circunstan-
cias del caso, y al margen de su veracidad o inveracidad, sean ofensivas
u oprobiosas y resulten impertinentes para expresar las opiniones o
L A P R O T E C C I Ó N D E DAT O S Y L A R E G U L A C I Ó N D E L A S T E C N O L O G ÍA S E N L A N E G O C IA C I Ó N . . . 67
57 El trabajador en cuestión utilizaba su tiempo libre para actividades que no eran reparado-
ras de su estado físico, pero el TC dijo que tempo fuera de su horario es tiempo libre, no tiempo
de descanso.
L A P R O T E C C I Ó N D E DAT O S Y L A R E G U L A C I Ó N D E L A S T E C N O L O G ÍA S E N L A N E G O C IA C I Ó N . . . 69
58 E. TALÉNS VISCONTI, “La desconexión digital en el ámbito laboral: un deber empresa-
rial y una nueva oportunidad de cambio para la negociación colectiva”, Revista de Información
Laboral, nº 4, 2018.