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En esta novela de Juan Pablo Villalobos titulada: Fiesta en la madriguera1 se abordan temas
como la violencia, el machismo y el narcotráfico. Como lo señala el título del libro se trata
de una fiesta celebrada en la “madriguera”, primeramente, queremos señalar en qué consiste
esa guarida o túnel donde se refugian ciertos animales peligrosos, en otra acepción quiere
decir, escondite o escondrijo, lejano y aislado donde se ocultan los narcotraficantes o asesinos
que son buscados por la ley. Pues bien, la madriguera es un escondrijo, es decir, un sitio que
oculta a maleantes, sin embargo, en la novela se tiñe de ficción convirtiéndose en un
“palacio”, ni siquiera una casa, sino un gran palacio con diez habitaciones, comedor adentro,
terraza, la sala de los sillones, la sala de los juegos, la sala de los juegos de Yocault, la de
negocios, la sala de la tele, la sala de las películas, cinco baños que usan, dos baños que no
usan, el gimnasio, el sauna y la alberca, además una amplia cocina con servidumbre y hasta
con animales exóticos que se hallan en un gran jardín con un estanque hondo, a manera de
zoológico donde habitan aves de bello plumaje, fieras y felinos: un león, dos tigres, una
guacamaya, pericos, águilas, halcones y pájaros de colores, etc… Cinteotl parece ser una
mujer indígena que guisa platillos mexicanos exquisitos: pozole: verde, blanco y rojo,
enchiladas, chilaquiles, tacos de pastor, quesadillas, etc… De esta manera, el narrador
homodiegético es un infante con el sobrenombre de Tochtli. En esta novela se ocultan los
nombres verdaderos, debido a que son narcotraficantes se apodan de distintas maneras para
no revelar su verdadera identidad. Sin embargo, resulta interesante que sean nombres de
origen náhuatl, tal como podemos ver: Tochtli, significa: Conejo. Esta ambivalencia crea una
atmósfera fantástica que nos remite a los palacios de algún jefe guerrero del imperio mexica
o azteca. A continuación, queremos resaltar el significado de los nombres que aparecen en
esta novela que no sobrepasan de los quince o dieciséis para relacionar con la función que
cobran los personajes en analogía con los animales de esta madriguera: Tochtli (conejo) hijo,
Yolcaut, (serpiente cascabel) padre y jefe del capo, Mazatzin (en náhuatl así se denomina a
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Juan Pablo Villalobos, Fiesta en la madriguera, Anagrama, Barcelona, 2010. Edición en formato digital
Kindle. ISBN: 978-84-339-3288-4. [Sin paginación]. Descarga libre debido al Coronavirus: “Quédate en casa”.
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las personas con valentía y fortaleza para ser líderes, por eso también se le conoce como
Mazatzin), trabaja para Yolcaut, además de que educa a Tochtli, este personaje juega un
factor clave en la novela, Cintéotl, (diosa del maíz, que simboliza alimento) cocinera, Miztli
(puma) audaz cazador, y Chichilkuali, nodriza, mujer de pecho, Izpapalotl, (significa:
“mariposa obsidiana” o “mariposa con garras”, probablemente se refiera al murciélago),
asesino, Ázcatl (hormiga) es el jardinero, Quecholli (ave de plumaje hermoso) mujer bella y
sensual, Itzcuauhtli (águila blanca) vigilante, Alotl (guacamaya), mujer que habla mucho
como cotorro, etc… Luego en el capítulo segundo los personajes cambian de identidad.
Ahora bien, en este ensayo se pretende realizar una crítica al machismo de los personajes
para comprender la identidad masculina del mexicano.
La novela Fiesta en la madriguera describe la visión de Tochtli, hijo de un narcotraficante
“El Rey”, cuyo apodo familiar en casa es Yolcaut, tal vez de origen hondureño cuyo cártel,
al parecer se señala entre ciudades mexicanas como: León, Guadalajara y Aguascalientes.
Viven en un lugar apartado alrededor de quince personas confinadas en esa “madriguera” o
escondrijo. En medio de ese ambiente guarecido por narcotraficantes Tochtli crece y se educa
leyendo diccionarios, aprendiendo de cultura japonesa, los samuráis le atraen por su
disciplina, libros y más libros que le van nutriendo de imaginación ante la cruda realidad.
Tochtli tiene un gusto y afición por los sombreros. El sombrero delimita la clase o estilo.
Pues bien, en esta novela se registran varios estilos de sombreros que colecciona Tochtli,
quien reconoce que: “Usar sombrero es un buen hábito de los pulcros”.
El simbolismo del sombrero nos remite a la corona, signo del poder, y en mayor medida
cuando se refiere al tricornio (triple cuerno), además el sombrero señala la parte de la cabeza,
el pensamiento, por eso cambiar de sombrero a veces simboliza cambiar de ideas, de visión
de mundo, tal como aparece en la novela: “O sea, los sombreros son como las coronas de los
reyes. Si no eres rey no puedes usar un sombrero para la distinción. Y si no eres rey y no usas
sombrero terminas siendo un don nadie”. En esta novela se emparenta el sombrero con el
macho mexicano, así lo menciona Tochtli: “Lo que sí soy seguro es un macho”. Yolcaut lo
ha enseñado a no llorar, a no tener miedo a no acobardarse: “Aguántate, Tochtli, aguántate
como los machos”. De esta manera, lo va aleccionando en los valores o, mejor dicho,
contravalores como se enseña en la metáfora de la “pandilla” donde hay respeto, complicidad
entre los maleantes, se defienden entre ellos, demarcando una territorialidad.
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Tochtli nos muestra desde su visión no realista, ya que no distingue entre el bien y el mal,
tal cómo se muestra en la escala de antivalores donde los malos son los demás, los otros, no
somos nosotros. En esta familia que no tiene “madre”, sino solamente funge como cabeza o
cabecilla: el padre o jefe de este cártel que se guarece en la madriguera para ocultarse. Tal
como advierte Tochtli: “Él dice que somos la mejor pandilla de machos en al menos ocho
kilómetros a la redonda”. Al parecer son dueños de muchísimo más territorio y poder.
El Jefe o Capo se cree dueño de todo, de la tierra y de la gente, trafica drogas, realiza
negocios clandestinos, lava dinero, etc… Siendo extremadamente poderoso y millonario trata
de recompensar a su hijo comprándole todo lo que desee a capricho, lo cual refleja el
síndrome de niño rico que recompensa la falta de tiempo con en el exceso de cosas materiales
y con el deseo de posesión. El padre Yolcaut quiere que su hijo Tochtli tenga todo lo que él
no tuvo. Sin embargo, lejos de hacerle un bien le hace un mal, puesto que no se adapta a la
realidad, es decir, se vuelve desadaptado. Debido a sus ocupaciones y a falta de tiempo para
estar con su hijo, el padre Yolcaut le cumple todos su caprichos, animales, juguetes y
sombreros lujosos. En este panorama realista se descubre un elemento fantástico que resulta
atractivo: Tochtli desea fervientemente un hipopótamo enano de Liberia, animal que está en
peligro de extinción y que les costará muy caro conseguir. En el personaje padre y jefe:
“Yolcaut” se representa al narcotraficante que con su poder tiene sometidos a los
gobernadores que soborna para que cumplan su ley. La demagogia no es otra cosa que la
máscara del mexicano que oculta la hipocresía, la violencia y el machismo. Por otra parte,
cabe destacar el papel de Mazatzin, tal como lo cuenta inocentemente Tochtli:
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