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-En primer lugar, porque tiene infinita energía, y en segundo lugar, porque se tenía que

familiarizar con el
explorador. Todos nosotros obtuvimos algo invaluable de esta experiencia. Tú y Carol
Tiggs obtuvieron al
explorador. Nosotros obtuvimos una razón para unir nuestros cuerpos físicos con
nuestros cuerpos
energéticos; nos convertimos en pura energía.
-¿Cómo hicieron ustedes eso, don Juan?
-Desplazamos nuestros puntos de encaje al unísono. Nuestro intento impecable de
salvarte hizo que esto
fuera posible. En fracciones de segundo, el explorador nos llevó adonde yacías tendido,
medio muerto, y Carol
te arrastró hacia afuera.
Su explicación no me explicó nada, porque carecía de sentido. Don Juan se rió cuando
le dije esto.
-¿Cómo podrías entenderlo, si ni siquiera tienes suficiente energía para salirte de tu
cama? -replicó.
Le revelé algo que se insinuaba en mi mente: que sabía infinitamente más de lo que
racionalmente admitía,
pero que algo obturaba apretadamente mi memoria.
-Falta de energía es lo que ha puesto una tapa en tu memoria -dijo-. Cuando tengas
suficiente energía te
funcionará perfectamente.
-¿Quiere usted decir que podré recordar todo, si así lo deseo?
-No exactamente. Puedes desearlo tanto como quieras, pero si tu nivel de energía no
está a la par con la
importancia de lo que sabes, ya te puedes ir despidiendo de tu conocimiento: no te
será nunca accesible.
-¿Entonces, qué es lo que hay que hacer, don Juan?
-La energía tiende a acumularse; si sigues impecablemente el camino del guerrero, va
llegar el momento en
que tu memoria se abrirá.
Le confesé que al escucharlo hablar, me venía la sensación de que me estaba
entregando a mi antiguo vicio
de la autocompasión, y que realmente estaba bien, solamente simulando estar mal.
-No estás únicamente entregándote a tu vicio -dijo-. Estuviste enérgicamente muerto
hace cuatro semanas.
Ahora no estás más que aturdido. Estar aturdido y con falta de energía es lo que te
hace esconder tu
conocimiento. Tú ciertamente sabes más que ninguno de nosotros acerca del mundo
de los seres inorgánicos;
te hemos dicho que todo lo que sabemos de él nos viene de las historias de brujos.
Imagínate lo extraño que
será para nosotros que te hayas convertido en otra fuente de historias de brujos.
Le reafirmé que me era imposible creer que yo había hecho algo que él no hubiera
hecho, o creía que
estaban meramente tomándome el pelo.
-Ni te estoy halagando ni me estoy burlando de ti -dijo visiblemente molesto-. Te estoy
describiendo un acto
de brujería. El que sepas más de ese mundo que ninguno de nosotros, no debería de
ser una razón para
sentirte contento. No hay ninguna ventaja en ese conocimiento; de hecho, a pesar de
todo lo que sabes, no te
pudiste salvar a ti mismo. Nosotros te salvamos, porque te encontramos. Pero sin la
ayuda del explorador azul,
no hubiera habido ningún caso en siquiera tratar de buscarte. Estabas tan
infinitamente perdido en ese mundo
que me estremezco con sólo pensar en ello.
En el estado emocional en el que me encontraba, no me pareció raro ver pasar una
oleada de emoción a
través de todos los compañeros y aprendices de don Juan. La única que permaneció
inalterable fue Carol
Tiggs, quien parecía haber aceptado completamente su papel. Ella era una conmigo.
-Liberaste al explorador -continuó don Juan-, pero perdiste tu vida. O peor aún, perdiste
tu libertad. Los seres
inorgánicos dejaron libre al explorador azul, pero a cambio de ti.
-Difícilmente puedo creer eso, don Juan. No es que dude de usted, pero describe una
maniobra tan taimada
que me deja pasmado.
-No consideres a los seres inorgánicos como granujas y todo se aclarará. Los seres
inorgánicos están
buscando eternamente conciencia y energía; si tú los abasteces con ambas, ¿qué crees
que van a hacer?
¿Mandarte besitos desde el balcón de enfrente?
Sabía que don Juan tenía razón. Pero no podía sostener esa certeza por mucho tiempo;
mi claridad mental
venía y se alejaba de mí.
Los compañeros de don Juan continuaron haciéndole preguntas. Querían saber si había
pensado qué hacer
con el explorador.
-Sí he pensado en eso. Es un problema de lo más serio, que el nagual tiene que
resolver -dijo señalándome-.
Él y Carol Tiggs son los únicos que pueden liberar al explorador.
Naturalmente que le hice la única pregunta posible.
-¿Cómo lo puedo liberar?
-En lugar de que yo te diga cómo, hay una mejor y más justa manera de averiguarlo
-dijo con una gran
sonrisa-. Pregúntale al emisario. Como tú sabes, los seres inorgánicos no pueden
mentir.
8
LA TERCERA COMPUERTA DEL ENSUEÑO
-Se alcanza la tercera compuerta del ensueño cuando uno se encuentra en un ensueño,
mirando a alguien
que está durmiendo, y ese alguien, resulta ser uno mismo -don Juan dijo.
Mi estado energético era tan intenso, que me puse a laborar en la tercera tarea
inmediatamente, aunque don
Juan no me ofreció más información al respecto. Lo primero que noté fue que una
oleada de energíareacomodó el enfoque de mi atención de ensueño; en vez del afán de
viajar al reino de los seres inorgánicos,
me dejó otro: el afán de despertarme y verme durmiendo.
Después de unos días, me encontré en un ensueño mirándome a mí mismo dormido.
Se lo reporté a don
Juan instantáneamente. El ensueño había ocurrido durante mi estancia en su casa.
-Hay dos fases en cada una de las compuertas del ensueño -dijo-. Como ya sabes, la
primera es llegar a la
compuerta, y la segunda es cruzarla. Al ensoñar lo que ensoñaste: que te veías a ti
mismo dormido, llegaste a
la tercera compuerta. La segunda fase consiste en moverte una vez que te has visto
dormido.
"En la tercera compuerta del ensueño -prosiguió-, uno empieza a fusionar la realidad
de ensueño con la
realidad del mundo cotidiano. Los brujos llaman a este procedimiento, completar el
cuerpo energético. La
fusión de las dos realidades tiene que ser tan completa, que debe ser más fluido que
nunca. En la tercera
compuerta, examina todo con gran cuidado y curiosidad.
Me quejé de que sus recomendaciones eran demasiado enigmáticas, y por lo tanto,
carentes de sentido para
mí.
-¿Qué es lo que significa tener gran cuidado y curiosidad? -pregunté.
-En la tercera compuerta, nuestra tendencia es perdernos en detalles -contestó-. Ver
las cosas con gran
cuidado y curiosidad quiere decir resistir la casi irresistible tentación de sumergirnos en
detalles.
"Como te dije, la meta de la tercera compuerta es consolidar el cuerpo energético. Los
ensoñadores
empiezan a forjar sus cuerpos energéticos siguiendo los ejercicios de la primera y la
segunda compuerta.
Cuando alcanzan la tercera, el cuerpo energético está listo para emerger, o quizá sería
mejor decir que está
listo para actuar. Desgraciadamente, esto también quiere decir que está listo para ser
capturado por detalles.
-¿Qué clase de detalles, don Juan?
-El cuerpo energético es como un niño que durante toda su vida ha sido un prisionero.
En el momento en que
se siente libre, se empapa absolutamente de todo lo que puede encontrar. El cuerpo
energético se absorbe
totalmente en diminutos detalles que no vienen al caso.
Hubo un largo silencio. Simplemente no había nada en mi experiencia que pudiera
darme una idea de lo que
don Juan quería exactamente decir.
-El detalle más inapropiado se convierte en un mundo para el cuerpo energético
-explicó don Juan-. El
esfuerzo de los ensoñadores para dirigir sus cuerpos energéticos es descomunal. Sé
que es absurdo pedirte
que veas las cosas con gran cuidado y curiosidad, pero esa es la mejor manera de
describir lo que tienes que
hacer. En la tercera compuerta, los ensoñadores tienen que evitar el casi irresistible
impulso de sumergirse en
todo; y la manera como lo pueden evitar es siendo tan curiosos, tan desesperados por
meterse en todo, que no
dejan que nada en particular los aprisione.
Don Juan repitió una y otra vez que sus recomendaciones, que sonaban absurdas para
la mente, estaban
dirigidas a mi cuerpo energético Puso un tremendo énfasis en la idea de que mi cuerpo
energético tenía que
unir todos sus recursos para poder actuar.
-¿Pero, no ha estado actuando todo este tiempo? -pregunté.
-Una parte de él sí, de otro modo no habrías viajado al reino de los seres inorgánicos
-contestó- Ahora tienes
que emplearlo en su totalidad para poder completar la tarea de la tercera compuerta.
Para hacerle las cosas
más fáciles a tu cuerpo energético, tienes que suspender más que nunca los juicios y
dictámenes de la razón.
-Después de todo lo que me ha hecho usted vivir -dije-, me queda muy poca razón.
-Mejor no digas nada. En la tercer compuerta, la razón es la causa de que el cuerpo
energético se obsesione
con detalles superfluos. En la tercera compuerta necesitamos una fluidez, un abandono
irracional para
contrarrestar esa obsesión.
La previa aseveración de don Juan de que cada compuerta es un obstáculo no podría
haber sido más cierta.
Para cumplir con la tarea de la tercera compuerta, tuve que trabajar no sólo más
intensamente que en las otras
dos tareas, sino que también tuve que luchar contra un miedo sin límites. En el curso
de mi vida, había pasado
por momentos de profundo miedo, o hasta terror ciego, pero nada de eso pudo jamás
compararse con el miedo
que sentía por los seres inorgánicos. Sin embargo, toda esta riqueza de vivencias era
inaccesible a mi mente
en mi estado de conciencia normal. Esas vivencias estaban a mi disposición
únicamente en presencia de don
Juan.
En una ocasión, en el Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México, le
pregunté acerca de esta
insólita situación. Mi pregunta me hizo darme cuenta de que en esos momentos podía
recordar todo lo que me
había acontecido durante el curso de mi asociación con don Juan. Y eso me llenó de
júbilo. Me sentí tan libre,
tan temerario y ligero que me puse prácticamente a bailar.
-Lo que sucede es que la sola presencia del nagual induce un cambio en el punto de
encaje -dijo.
Y sin más ni más me guió a una de las salas de exhibición del museo. Me explicó que
mi pregunta tenía
relación con algo que había estado planeando decirme.
-Mi intención era explicarte que la posición del punto de encaje es como una caja
fuerte en la que los brujos
guardan sus registros -dijo-. Me quedé boquiabierto cuando tu cuerpo energético sintió
mi intento y me hizo una
pregunta al respecto. El cuerpo energético sabe inmensidades. Déjame mostrarte
cuánto sabe.
Me urgió a que entrara en un estado de total silencio. Me recordó que su sola presencia
había provocado un
cambio en mi punto de encaje, y que me encontraba ya en un estado especial de
conciencia acrecentada. Me
aseguró que el hecho de entrar en un estado de total silencio iba a permitir a las
esculturas de ese cuarto
hacerme ver cosas inconcebibles. Añadió que algunas de esas piezas arqueológicas
tenían la capacidad de

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