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JUSTICIA PENAL JUVENIL

. El principio de ultima ratio en la justicia juvenil.

La Comisión Interamericana ha dedicado amplia atención a las tensiones que, en materia de


derechos humanos, genera la denominada justicia juvenil – nombre con el que ha denominado
a los distintos sistemas de justicia penal organizados por los Estados americanos para el
procesamiento y eventual condena de personas de menos de dieciocho años-.

La CIDH no sólo ha tratado numerosos casos individuales –muchos de los cuales generaron,
posteriormente, que llevara adelante los correspondientes procesos ante la Corte IDH- sino
que el 13 de julio de 2011 publicó el informe titulado ¨Justicia juvenil y derechos humanos en
las Américas¨, en el que analiza con profundidad el tema.

En lo que al principio de ultima ratio refiere, la Comisión vincula en el referido informe diversas
fuentes normativas pues, aún cuando tanto la DADDH en su art. VII como la CADH en el art. 19
reconocen los derechos especiales de niños y niñas por su condición de tales, no existe en el
Sistema Interamericano un desarrollo normativo expreso en relación a cuál es el alcance de
tales derechos. Por ello es que, a fin de dotar de contenido y vigencia específicos a las normas
en cuestión, la CIDH interpreta y aplica estas disposiciones regionales a la luz de los
instrumentos del Sistema Universal, en particular, de la CDN23.

En el informe sobre justicia juvenil, la Comisión alude al denominado ¨principio de


excepcionalidad¨, que no es otra cosa que el principio de ultima ratio, y que se desprende del
art. 37.b CDN, conjugado con los ya referidos 19 CADH y VII DADDH.

En virtud de dicho principio, no sólo el encarcelamiento sino la aplicación misma del sistema
de justicia juvenil debe revestir carácter excepcional, por lo que resulta ¨necesario limitar el
uso del sistema de justicia juvenil respecto a niñas,
23 Esta lectura no es, en modo alguno arbitraria por cuanto cabe recordar que la CDN es
el instrumento de protección internacional más ratificado en el mundo –incluidos, claro está,
los Estados de la OEA-.

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niños y adolescentes, disminuyendo en la mayor medida posible la intervención punitiva del


Estado, sobre todo la privación de la libertad¨ (pars. 75/76).

Consecuencia de ello, concluye la Comisión,

¨el sistema de justicia juvenil, y en particular la detención de niños, son medidas que deben
utilizarse como último recurso y únicamente de manera excepcional por el período más breve
posible. Los Estados deben adoptar las medidas a su alcance para reducir al mínimo el
contacto de los niños con el sistema de justicia juvenil, regulando proporcionalmente los
plazos de prescripción de la acción, así como para limitar el uso de la privación de libertad, sea
preventiva o como sanción, al infringir las leyes penales¨ (par. 80).

Este principio tiene, para la CIDH, consecuencias prácticas concretas. Así, la circunstancia de
que todo el sistema de responsabilidad penal juvenil tenga carácter excepcional y de último
recurso implica, a su vez, que la privación de la libertad –cautelar o como sanción- debe estar
imbuida de esta misma excepcionalidad. Por ello, afirma la Comisión que
¨en la aplicación de medidas de privación de libertad de un niño, es preciso considerar que la
privación de libertad constituye la última ratio, y por ello es necesario dar preferencia a
medidas de otra naturaleza, sin recurrir al sistema judicial, siempre que ello resulte adecuado¨
(par. 342).

y que ¨el respeto del principio de excepcionalidad de la privación de libertad exige la


priorización y la disponibilidad de las sanciones no privativas de libertad¨ (par. 344).

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Finalmente, y como modelo de respuesta al conflicto penal distinto del encarcelamiento, la


Comisión destaca el valor de las denominadas ¨medidas alternativas¨. Con fundamento
normativo en el art. 40.3.b. de la CDN –que dispone que, siempre que sea apropiado y
deseable, se adoptarán medidas para tratar a los niños a quienes se acuse o declare culpables
de haber infringido leyes penales, sin recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento
de que se respetarán plenamente los derechos humanos y las garantías legales–, una vez más,
a la luz de las obligaciones de protección impuestas por los arts. 19 CADH y VII DADDH-, la
Comisión afirma que ¨los Estados deben limitar el uso del sistema de justicia juvenil y ofrecer
alternativas a la judicialización¨ (pars. 221/222).

En este sentido, la Comisión no descarta la aplicación de principios de oportunidad, alentando


incluso la ¨desestimación del caso¨ -en la medida en que la misma no sea el resultado de una
selectividad discriminatoria- (pars. 230/232) y valora positivamente los medios alternativos de
resolución de controversias, en particular, aquellos que implican procesos de justicia
restitutiva (par. 236).
3. Sistema Universal.

3.1. La tarea del Comité de Derechos Humanos.

3.1.a. La libertad personal en la consideración del Comité. La observación General

nº 35.

A diferencia de los órganos del Sistema Interamericano de protección, el Comité de Derechos


Humanos de Naciones Unidas no ha hecho elaboraciones expresas en relación al principio de
ultima ratio como límite al poder penal. Si bien siempre ha demostrado preocupación por el
empleo del encierro como castigo, y ha procurado establecer algunos criterios de restricción,
el encarcelamiento ha sido entendido, en general, como una legítima potestad de los Estados.

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