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COLEGIO DE BACHILLERES DE TABASCO

PLANTEL N.11

Docente:
Lili del Carmen de la Cruz D.

Alumno:
Juan Carlos Arcia Guzman

Materia:
Filosofia

Semestre: 6to Grupo:”A”

Turno:
Vespertino
FILOSOFÍA MEDIEVAL Y DEL RENACIMIENTO
FILOSOFÍA MEDIEVAL
Esta época se caracteriza, a nivel filosófico, porque toda preocupación está centrada en
un mundo cristiano, en el cual Dios es creador de todo. La filosofía y la teología se
orientan a esta dirección. La Filosofía, en base a los principios recibidos por la razón
humana; la teología, con los principios recibidos por la revelación. Los pensadores de esta
época recibieron aportes de la filosofía griega, especialmente de Platón y Aristóteles,
tanto como de sus inquietudes como por las enseñanzas de Jesucristo. La filosofía es
utilizada para buscar argumentos con los cuales demostrar la existencia de Dios y su
relación con su criatura. Por ello se ha dicho la filosofía, en esta etapa, estuvo al
servicio de la teología.
Esta etapa comprende dos períodos:

      EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO CRISTIANO


         El cristianismo no es una filosofía propiamente dicha, sino una religión que, tal como
queda expresado en los dogmas de la Iglesia Católica, "fue fundada por Jesucristo, hijo
de Dios, enviado por Dios Padre como Mesías, para salvar a los hombres, según
habían anunciado los profetas hebreos".

         La designación de cristianos se dio por primera vez a los habitantes de Antioquia
que profesaban la fe predicada por San Pablo.

         La religión cristiana se convirtió en menos de tres siglos en la religión oficial del
imperio Romano y se arraigó tan profundamente a los más esenciales aspectos de la
cultura occidental que logró sobrevivir a la caída del propio imperio y convertirse en el
substrato básico de la civilización occidental.

         Los pensadores que aportaron los elementos decisivos para permitir que el
cristianismo se configura como religión oficial del Estado fueron los apologetas; así
llamados porque en sus escritos se dedicaron a hacer la apología del cristianismo.

         La esencia definitoria del cristianismo como religión en su monoteísmo trascendente


(la creencia en la existencia de un sólo Dios, que es algo completamente distinto del
hombre y del mundo, algo que los trasciende a ambos). Esta concepción monoteísta,
cuya proyección actual es casi universal entre todos los creyentes, fue en un principio
elaborada exclusivamente por la civilización israelita, que la consideraba verdad exclusiva
y revelada directamente por Dios.

         En la historia sagrada del pueblo judío se encuentra el núcleo básico de la gestación
del cristianismo.
         Los filósofos cristianos adoptaron muchas ideas del pensamiento griego pagano. De
los escépticos y epicúreos adaptaron argumentos contra el politeísmo. Aristóteles les
prestó una serie de conceptos filosóficos (como los de sustancia, causa, materia) que
eran imprescindibles para tratar los delicados y sutiles temas de la teología cristiana (la
creación del mundo a partir de la nada, la Santísima Trinidad, etc.). La moral estoica
aportó algunos elementos a la ética cristiana. El platonismo, con su desprecio del mundo
sensible, su creencia en la inmortalidad del alma humana y la afirmación de la existencia
de un mundo celestial, fue una prefiguración del cristianismo; refiriéndose a Platón, dijo
San Agustín: "Nadie se ha acercado tanto a nosotros".

filosofía medieval el problema de dios


La filosofía medieval es la filosofía que se desarrolló en Europa y Oriente Medio durante lo
que hoy se llama el Medioevo o la Edad Media, que se extiende aproximadamente desde
la caída del Imperio Romano hasta el Renacimiento.
La filosofía medieval se caracteriza principalmente por intentar conciliar las doctrinas cristianas
(pero también judías e islámicas) con la filosofía heredada de la antigüedad clásica. Algunas
de estas doctrinas fueron especialmente difíciles (como la encarnación y la trinidad), pero el
esfuerzo por resolverlas fue el motor de gran parte de la filosofía medieval, y llevó a
desarrollar conceptos, teorías y distinciones que heredaría toda la filosofía posterior.
Aunque la influencia de la filosofía pagana fue crucial para la filosofía medieval, la gran
mayoría de los textos de autores clave como Platón, Aristóteles y Plotino fueron inaccesibles a
los estudiosos medievales. Los medievales tuvieron acceso al pensamiento de estos y otros
autores principalmente a través del trabajo de
autores patricios como Tertuliano, Ambrosio y Boecio, y de autores paganos
como Cicerón y Séneca. En los siglos XII y XIII, sin embargo, una gran cantidad de trabajos de
Aristóteles viajaron a Europa Occidental desde Al-Ándalus y desde Constantinopla,
influenciando enormemente a la filosofía. Este importante hecho permite dividir a la filosofía
medieval en dos períodos: el período antes del reingreso de Aristóteles, y el período durante y
después de su reingreso.
El primer período fue marcadamente platónico, con un estilo generalmente ameno y
asistemático, y sin una distinción clara entre teología y filosofía.2 Algunos de los autores más
importantes fueron Boecio, Juan Escoto Erígena, Anselmo de Canterbury y Pedro Abelardo.2
El segundo período fue más aristotélico. Asistió a la creación de las universidades, a una
mayor profesionalización y sistematización de la filosofía, a nuevas traducciones y a nuevas
formas de enseñanza. La escolástica fue el movimiento teológico y filosófico dominante, y
entre los autores clave estuvieron Ramon Llull, Tomás de Aquino, Juan Dans Scoto, Guillermo
de Ockham y Buenaventura de Fidanza.
Algunos de los temas centrales a lo largo de la filosofía medieval fueron la relación entre
la fe y la razón, la existencia y naturaleza de Dios, la cuestión de la compatibilidad entre
atributos divinos, el problema del mal, el problema de la compatibilidad de
la omnisciencia divina con el libre albedrío, el problema de los universales, la causalidad, los
límites del conocimiento, la lógica aristotélica y la individuación de las sustancias divisibles e
indivisibles.
Después de las conquistas musulmanas, la filosofía islámica temprana desarrolló las
tradiciones filosóficas griegas en nuevas direcciones innovadoras. Esta Edad de Oro
islámica influyó en los desarrollos intelectuales europeos. Las dos principales corrientes del
pensamiento islámico temprano son Kalam, que se centra en la teología islámica y la
escuela falsafa, que se basó en el aristotelismo y el neoplatonismo. Aristóteles fue muy
influyente entre falsafa como al-Kindi (siglo IX), Avicena (980-1037) y Averroes (siglo XII).
Otros, como Al-Ghazali, criticaron a los métodos de la filosofía aristotélica de los falsafa. Los
pensadores islámicos también desarrollaron un método científico, medicina experimental, una
teoría de la óptica y una filosofía jurídica. Ibn Khaldun fue un pensador influyente en la filosofía
de la historia.
En Irán, varias escuelas de filosofía islámica siguieron floreciendo después de la Edad Dorada
e incluyen corrientes como Illuminacionismo, la filosofía sufí y la teosofía
trascendente de Mulla Sadra. El mundo árabe de los siglos XIX y XX vio el
movimiento nahda (despertar o renacimiento) que influyó en la filosofía islámica
contemporánea.

San Agustín
(Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual
Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino, una de las máximas figuras de la
historia del pensamiento cristiano. Excelentes pintores han ilustrado la vida de San
Agustín recurriendo a una escena apócrifa que no por serlo resume y simboliza con
menos acierto la insaciable curiosidad y la constante búsqueda de la verdad que
caracterizaron al santo africano. En lienzos, tablas y frescos, estos artistas le
presentan acompañado por un niño que, valiéndose de una concha, intenta llenar de
agua marina un agujero hecho en la arena de la playa. Dicen que San Agustín
encontró al chico mientras paseaba junto al mar intentando comprender el misterio de
la Trinidad y que, cuando trató sonriente de hacerle ver la inutilidad de sus afanes, el
niño repuso: "No ha de ser más difícil llenar de agua este agujero que desentrañar el
misterio que bulle en tu cabeza."

San Agustín se esforzó en acceder a la salvación por los caminos de la más absoluta
racionalidad. Sufrió y se extravió numerosas veces, porque es tarea de titanes
acomodar las verdades reveladas a las certezas científicas y matemáticas y alcanzar
la divinidad mediante los saberes enciclopédicos. Y aún es más difícil si se posee un
espíritu ardoroso que no ignora los deleites del cuerpo. La personalidad de San
Agustín de Hipona era de hierro e hicieron falta durísimos yunques para forjarla.
Aurelio Agustín nació en Tagaste, en el África romana, el 13 de noviembre de 354. Su
padre, llamado Patricio, era un funcionario pagano al servicio del Imperio. Su madre,
la dulce y abnegada cristiana Mónica, luego santa, poseía un genio intuitivo y educó a
su hijo en su religión, aunque, ciertamente, no llegó a bautizarlo. El niño, según él
mismo cuenta en sus Confesiones, era irascible, soberbio y díscolo, aunque
excepcionalmente dotado. Romaniano, mecenas y notable de la ciudad, se hizo cargo
de sus estudios, pero Agustín, a quien repugnaba el griego, prefería pasar su tiempo
jugando con otros mozalbetes. Tardó en aplicarse a los estudios, pero lo hizo al fin
porque su deseo de saber era aún más fuerte que su amor por las distracciones;
terminadas las clases de gramática en su municipio, estudió las artes liberales en
Metauro y después retórica en Cartago

Santo Tomás de Aquino


Santo Tomás de Aquino nace en el castillo de Roccaseca (Italia) el año 1225. Hijo de los
condes de Aquino recibe la primera educación religiosa y científica en la abadía de
Montecasino, para pasar después a la universidad de Nápoles. Allí el contacto con fray
Juan de San Juliano fue causa de que, a sus dieciséis años, frecuentase la comunidad de
los hermanos predicadores, siendo el principio de su vocación a la vida apostólica. A los
diecinueve años ingresa en la Orden de Predicadores. Esta opción juvenil de Sto. Tomás
deberá ratificarla más de una vez; primero, frente a su aristocrática familia que, de novicio,
le secuestra y le pone en calabozo durante seis meses en el castillo de Roccaseca; y,
posteriormente, frente a los maestros de París, que no le permiten la docencia en la
universidad por su condición de fraile mendicante.

Por indicación de Fray Juan Teutónico, Maestro de la Orden, termina sus estudios en
París y Colonia, bajo la guía de Fray Alberto Magno, quien le convence de la necesidad
de profundizar en Aristóteles, el filósofo de la razón, la razón es don de Dios y a él debe
ordenarse.

A los treinta y dos años Tomás de Aquino es maestro de la cátedra de teología de París.
En Tomás, la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las otras ciencias, y
hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras permanece en
París, Tomás y los hermanos Predicadores elaboran en comunidad filosofía y teología,
para después hacerla presente en la universidad. Escribe muchas obras que destacan por
su profundidad, admirando a maestros y estudiantes por la claridad, la distinción, la
sutileza y la verdad con que procedía en la explicación de tantas y tan distintas materias,
como son de ver en los cuatro grandes libros que escribió sobre el Maestro de las
Sentencias. En estos años dio de sí tales muestras arguyendo, discutiendo y
respondiendo que, según el sentir de la universidad, sólo Dios podía dar tanto ingenio, y
así era en verdad. Por toda Europa volaba su fama, llevada por los que de todas partes
iban a estudiar a la Sorbona y luego regresaban a sus tierras cantando la sabiduría del
maestro.

Después de París, impartiría docencia en Roma y en Nápoles, dejando entre otras


muchas obras la Suma Teológica.

Santo Tomás de Aquino murió en la abadía de Fossanova el día siete de marzo de 1274
cuando iba de camino al concilio de Lyon. Fue canonizado el dieciocho de julio de 1323
por Juan XXII. San Pío V, el once de abril de 1567, lo declaró Doctor de la Iglesia. León
XIII, el cuatro de agosto de 1880, lo proclamó patrón de todas las universidades y
escuelas católicas.

Copérnico
Metáfora con que se alude al cambio radical de perspectiva que supone, respecto de la
filosofía tradicional, el planteamiento general de la filosofía de Kant, y al cual él mismo alude
en el Prefacio de la Segunda edición de la Crítica de la razón pura. El «giro» -término que
proviene de la imagen de las estrellas que giran alrededor del espectador- que Kant es
consciente de llevar a cabo es similar al que hizo Copérnico, quien supone que es el
espectador el que gira en lugar de las estrellas. El giro copernicano de Kant consiste, por
consiguiente, en que él cree que la filosofía, para entrar en el camino seguro del progreso en
el conocimiento, ha de hacer lo mismo que hizo Copérnico en astronomía: si éste, para
explicar los movimientos celestes, entendió que era mejor partir del supuesto de que era el
espectador quien giraba, de manera parecida Kant cree que sólo podemos tener un verdadero
conocimiento de las cosas -un conocimiento universal y necesario- si el objeto depende del
pensamiento, para ser conocido, y no a la inversa. Éste es el supuesto de que parte la filosofía
trascendental de Kant.
La expresión «revolución copernicana» de Kant -para significar este giro kantiano- es menos
afortunada. Sin embargo ha sido y es un tópico en la literatura filosófica referirse a la filosofía
trascendental de Kant, como a una verdadera revolución copernicana del pensamiento llevada
a cabo por Kant, y hasta a que ésta es expresión usada por él mismo.

I. Bernard Cohen demuestra que Kant, en ningún momento se refiere explícitamente a la


revolución copernicana ni relaciona con ella su cambio de orientación filosófica,  pero que sí
habla del cambio que en metafísica debe ser como el de Copérnico en astronomía, y que
relaciona el «cambio de método» en filosofía con los habidos en la matemática y en la ciencia
natural, «las cuales se han convertido en lo que son ahora gracias a una revolución
repentinamente producida»(Crítica de la razón pura, Prólogo Segunda, B XVI), y que, en
definitiva,  si de alguna revolución habla Kant, ha de ser más bien la newtoniana.
la dignidad del hombre en pico della miranda
Giovanni Pico della Mirandola nació en la ciudad de Mirandola, en Ferrara, Italia, el 24 de
febrero de 1463 y murió en Florencia, 17 de noviembre de 1494, probablemente
envenenado. Se le considera uno de los más importantes exponentes de la filosofía del
renacimiento, aunque su fama contemporánea se debe en mucho a la lectura que se hizo
del Discurso sobre la dignidad del hombre entre la década de los 30 y la de los 50 del
siglo XX. Entonces dejó de ser considerado un teólogo (como lo fue desde 1500 hasta el
siglo XIX) y pasó a ser comprendido como un exponente del humanismo renacentista.
Comentario de Ernesto Priani Saisó.
El Discurso sobre la dignidad del hombre fue redactado por Pico entre 1486 y 1487, como
introducción a la que esperaba fuera un debate en Roma alrededor de 900 tesis
propuestas por él. El debate nunca se llevó a cabo, de modo que el Discurso circuló de
mano en mano hasta que se publicó, tras su muerte, con el título de Oratio quaedam
elegantissima. No es sino hasta en la edición de Strasburgo de 1504 que recibe el título
de “sobre la dignidad del hombre”. La palabra dignidad de hecho, no aparece en ninguna
parte del texto del Discurso, y debe tornarse como la lectura hecha por el editor de la
Oratio, sobre todo de la primera parte del texto que es la que se incluye aquí. Comentario
de Ernesto Priani Saisó.
Pico describe aquí una escala tripartita de los seres que corresponde a las inteligencias,
a las almas y a los cuerpos. La escala es descendiente en valor y diginidad, de modo que
mejores y más perfectas son las inteligencias, y más viles las creaturas terrestres. La
acción creadora de Dios es, pues triple, para poblar cada eslabón de la escala con los
seres que le son correspondientes. Esta estructura tripartita de la realidad se repite
continuamente en el Discurso y es una de las claves para entender que en Pico el
despliegue de todo lo real es un triple movimiento. Comentario de Ernesto Priani.
Encontramos aquí una nueva estructura tripartita: apreciar, amar, admirar. Dos
intérpretes contemporáneos de Pico, Pier Cesare Bori y Francesco consideran que la
estructura tripartita está en la base de la redacción originaria de la Oratio. Al respecto
puede verse: Pier Cesare Bori, Pluralità delle vie. Alle origini del Discorso sulla dignità
umana di Pico della Mirandola. Milano: Feltrinelli, 2000, y Nec rhetor neque philosophus:
Fonti, lingua e stile nelle prime opere latine di - Francesco Bausi. Florence: Olschki, 1996
Algo que destaca en este recuento del génesis en el Discurso es que está compuesto a
partir de fundir dos fuentes: la bíblica, por supuesto, pero también la platónica. Es
relativamente fácil identificar los elementos biblicos: el relato mismo del origen y el que
Adán esté en el centro de la creación. Pero Pico no se sujeta completamente a la forma y
al contenido del relato bíblico. Quizás donde más significativamente se aparta es que el
hombre no está hecha a la imagen del padre, sino que el hombre está hecho sin imagen
alguna. Si bien esto significa que es también semejante al padre en tanto que éste
tampoco es representable, la ausencia de imagen hace del hombre un ser de condición
dinámica y no estática, cuya naturaleza está puesta en relación con su libertad. En cuanto
a los elementos platónicos, la guía es el díalogo platónico
el universo animado de Giordano bruno
Filósofo italiano de la época del Renacimiento, predicador de la concepción
moderna del mundo, combatiente infatigable contra la iglesia, la escolástica y el
oscurantismo clerical. Bruno fue muerto en la hoguera por la inquisición en Roma.
En su filosofía parte del sistema de Copérnico con la afirmación de que el sol se
halla en el centro del mundo. Bruno complementa el sistema de Copérnico con
una serie de nuevas tesis: considera que el sol no permanece inmóvil, sino que
muda de posición en relación a los astros, que la atmósfera de la tierra gira junto
con ella. La teoría audaz y profundamente científica de Bruno, que suponía el
ulterior desenvolvimiento del sistema de Copérnico, fue para la religión un golpe
muy fuerte. La principal idea de Bruno que desempeñó gran papel en el desarrollo
de la concepción científica del mundo, considera el Universo como un conjunto de
mundos innumerables, de sistemas solares semejantes a nuestro sistema
planetario. A Bruno pertenece el pensamiento sobre el desarrollo histórico de los
mundos; enuncia también la tesis de los cambios geológicos de la tierra,
introduciendo con ello la idea del desarrollo. Bruno exige el conocimiento científico
experimental de la Naturaleza y refuta terminantemente a la muerta escolástica
con sus definiciones abstractas y su corteza de palabrería. En el conocimiento de
la Naturaleza, a la vez que la experiencia, la razón humana debe jugar también un
papel esencial. La tarea más grande de la razón humana consiste en conocer las
leyes que rigen la Naturaleza. Un tributo a su época son los aditamentos
teológicos de todo género como, por ejemplo, la identificación de la Naturaleza
con Dios (el panteísmo). El panteísmo (ver) de Bruno, sin embargo, fue por aquel
entonces la forma más oportuna para propagar la concepción materialista del
mundo. Las obras principales de Bruno son: Del Infinito, el universo y los
mundos; De la causa, principio y uno; La expulsión de la bestia triunfante.
la reforma protestante y sus principales
exponentes
Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al
movimiento religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín
Lutero, que llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar origen a numerosas
iglesias agrupadas bajo la denominación de protestantismo.
Otra denominación usada para este movimiento por algunos historiadores como
Ricardo García-Villoslada es el de Revolución Protestante.
La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos
religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio
profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica, además
de negar la jurisdicción del papa sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá
posteriormente el nombre de Reforma protestante, por su intención inicial
de reformar el catolicismo con el fin de retornar a un cristianismo primitivo, y la
importancia que tuvo la Protesta de Espira, presentada por algunos príncipes y
ciudades alemanas en 1529 contra un edicto del Emperador Carlos V tendiente a
derogar la tolerancia religiosa que había sido anteriormente concedida a los
principados alemanes.
Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval,
como el de los Alumbrados y la reforma del Cardenal Cisneros en España, 1 y
también el movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos,
que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la
segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la
predicación del sacerdote agustino Martín Lutero, que revisó la doctrina de la
Iglesia católica según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En
particular, rechazó la teología sacramental católica, que, según Lutero, permitía y
justificaba prácticas como la venta de indulgencias, un secuestro del Evangelio, el
cual debía ser predicado libremente, y no vendido.
La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y
monarcas para poder formar Iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente
Iglesias nacionales). Los principales exponentes de la Reforma protestante
fueron Martín Lutero y Juan Calvino.
El protestantismo ha llegado a constituir la segunda gran rama del cristianismo,
con un grupo de fieles que actualmente supera los 900 millones.
Martín Lutero
(Eisleben, Turingia, 1483 - 1546) Teólogo alemán. Las aceradas críticas que Martín
Lutero dirigió a la disipación moral de la Iglesia romana, centradas al principio en el
comercio de bulas, le valieron una rápida excomunión en 1520, pero también lo
convirtieron en la cabeza visible de la Reforma, movimiento religioso que rechazaba la
autoridad del Papado y aspiraba a un retorno a la espiritualidad primitiva.

A lo largo del siglo XVI, por la acción de Lutero y de otros reformadores, y con el
apoyo de príncipes y monarcas deseosos de incrementar su poder e independencia,
la Reforma conduciría al establecimiento de diversas Iglesias protestantes en el norte
de Europa y a las llamadas guerras de religión entre católicos y protestantes. Con
este último de los grandes cismas del cristianismo, el cisma protestante, finalizaba la
hegemonía de la Iglesia católica en el viejo continente y quedaba configurado el mapa
religioso que en líneas generales ha perdurado hasta nuestros días: Iglesias
nacionales desligadas de Roma en los países del norte y pervivencia de la Iglesia
católica en los países del sur.

Contrariando la voluntad de sus padres, Martín Lutero se hizo monje agustino en 1505
y comenzó a estudiar teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctoró
en 1512. Siendo ya profesor comenzó a criticar la situación en la que se encontraba la
Iglesia católica: Lutero protestaba por la frivolidad en la que vivía gran parte del clero
(especialmente las altas jerarquías, como había podido contemplar durante una visita
a Roma en 1510) y censuró también que las bulas eclesiásticas (documentos que
teóricamente concedían indulgencias a los creyentes por los pecados cometidos)
fueran objeto de un tráfico puramente mercantil.

Las críticas de Lutero reflejaban un clima bastante extendido de descontento por la


degradación de la Iglesia, expresado desde la Baja Edad Media por otros
reformadores que se pueden considerar predecesores del luteranismo, como el
inglés John Wyclif (siglo XIV) o el bohemio Jan Hus (siglo XV). Las protestas de
Lutero fueron subiendo de tono hasta que, a raíz de una campaña de venta de bulas
eclesiásticas para reparar la basílica de San Pedro, decidió hacer pública su protesta
redactando sus célebres noventa y cinco tesis, que clavó a la puerta de la iglesia de
Todos los Santos de Wittenberg (1517) y que pronto serían impresas bajo el
título Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias.

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