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Seis pasos para cambiar

la conducta desobediente
de nuestro hijo
Esther Egea Sánchez
F. Xavier Méndez Carrillo

Seis pasos para cambiar


la conducta desobediente
de nuestro hijo

EDICIONES PIRÁMIDE
COLECCIÓN «GUÍAS PARA PADRES Y MADRES»

Director:
Francisco Xavier Méndez
Catedrático de Tratamiento Psicológico Infantil
de la Universidad de Murcia

Edición en versión digital

Ilustraciones de interiores: Gerardo Domínguez

Está prohibida la reproducción total o parcial


de este libro electrónico, su transmisión, su
descarga, su descompilación, su tratamiento
informático, su almacenamiento o introduc-
ción en cualquier sistema de repositorio y
recuperación, en cualquier forma o por cual-
quier medio, ya sea electrónico, mecánico,
conocido o por inventar, sin el permiso
expreso escrito de los titulares del copyright.

© Esther Egea Sánchez y F. Xavier Méndez Carrillo, 2019


© Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2019
Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Teléfono: 91 393 89 89
www.edicionespiramide.es
ISBN digital: 978-84-368-4086-5
A los padres de la autora, Antonio y Pepa,
por educarme de manera responsable y for-
marme como persona, con valores, disciplina
y mucho afecto.
Gracias.
«Si usted quiere que sus hijos tengan
los pies sobre la tierra, colóqueles alguna
responsabilidad sobre los hombros.»
Abigail Van Buren
Índice

Agradecimientos....................................................................................... 13
Prólogo....................................................................................................... 15
Introducción.............................................................................................. 19

Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo .................................. 21


Observar la conducta antes de cambiarla ........................................ 23
Pasos para cambiar la conducta de nuestros hijos.......................... 27
Fase 1. Listado de conductas-problemas .................................... 28
Fase 2. Análisis de la conducta .................................................... 29
Fase 3. Descripción de la conducta ............................................. 32
Actividades paso 1 ............................................................................... 35

Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo ................................................. 39


Temperamento y ambiente ................................................................. 41
El aprendizaje de conductas................................................................ 44
Ley de asociación de Pavlov ........................................................ 45
Ley del efecto/consecuencias de Edward Thorndike .............. 46
Ley del refuerzo de B. Frederic Skinner ..................................... 46
Las leyes del aprendizaje de conductas............................................ 47
Tipos de atenciones............................................................................... 52
Técnicas para aumentar conductas y para disminuir conductas.. 58
Refuerzo positivo ........................................................................... 58
Refuerzo negativo .......................................................................... 58
Extinción/Ignorar  .......................................................................... 58.
Atención diferencial ....................................................................... 59
Actividades paso 2 ................................................................................ 63

©  Ediciones Pirámide 11
Índice

Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo ........................................................ 71


La identidad personal .......................................................................... 73
El autoconcepto .................................................................................... 74
Autoconcepto académico .............................................................. 74
Autoconcepto social ....................................................................... 75
Autoconcepto emocional .............................................................. 75
Autoconcepto familiar ................................................................... 75
Autoconcepto físico ....................................................................... 76
El desarrollo de la autoestima............................................................ 76
El poder de las etiquetas...................................................................... 78
Aceptación incondicional..................................................................... 84
Actividades paso 3 ................................................................................ 87

Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos ........................................ 95


La autoridad de los padres ................................................................. 97
Educar en la responsabilidad ............................................................ 99
Estilos educativos en la familia ......................................................... 102
Actividades paso 4 ................................................................................ 107

Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos ..................................... 113


Conflictos en la independencia infantil ............................................ 115
Manejo y tolerancia de la frustración ............................................... 117
La desobediencia. Problema de conducta infantil .......................... 121
Cómo dar las órdenes para que nuestro hijo obedezca a la pri­-
mera ................................................................................................. 122
Actividades paso 5 ................................................................................ 129

Paso 6. Poner límites a nuestros hijos ................................................. 135


Desarrollo de la autonomía infantil .................................................. 137
Educar en la responsabilidad ............................................................ 138
Los límites también educan ............................................................... 140
Actividades paso 6 ................................................................................ 149

12 ©  Ediciones Pirámide
Agradecimientos

Queremos agradecer al doctor don Pedro F. Castell Gallud,


jefe de la Sección Universitaria de Instrumentación Psicológica,
del Servicio de Apoyo a la Investigación, de la Universidad de
Murcia, su apoyo técnico y metodológico en la investigación del
programa familiar para mejorar la obediencia.
Gracias también al doctor don José Manuel García Fernández,
de la Universidad de Alicante, por su asesoramiento en el análisis
de los datos de la investigación que ha permitido valorar los resul-
tados del programa familiar.
Nuestro reconocimiento a los 22 Centros Educativos de la Re-
gión de Murcia que participaron y facilitaron el estudio; y al
equipo de colaboradores integrado por más de 50 psicólogos por
su entusiasta implicación y fidelidad al programa.
Agradecemos al Colegio de Psicólogos de la Región de Mur-
cia su reconocimiento a nuestro estudio al otorgar a la autora en
2016 el I Premio de Investigación «Jesús Gómez Amor» por el
trabajo «Valoración del programa familiar PEPA para la mejora
de los problemas de conducta infantil».
Por último, deseamos expresar nuestro agradecimiento infinito
por el apoyo incondicional prestado a la autora por su marido Rafa
y sus hijas Elen y María al respetar su espacio profesional. Y a la
familia de la autora, por animarla, a veces sin entender qué hacía,
pero sabiendo ellos lo que tenían que hacer, en especial sus herma-
nas María José y Marieta por su permanente disponibilidad. Con
todos ellos los autores han contraído una deuda de gratitud.

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Prólogo

El nacimiento de un hijo supone sin duda un momento de in-


tensa felicidad. Los padres y madres sentimos que hemos «tocado
el cielo» y albergamos la fantasía de una crianza tranquila, sosega-
da y sin sobresaltos. Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que
los bebés no llegan con un libro de instrucciones y que surgen mu-
chas situaciones que no se resuelven satisfactoriamente solo con la
buena voluntad de los padres. Como bien destacan los autores, los
niños no duermen a su hora, ni comen lo que les hemos preparado
de manera mágica. De hecho, una de las razones por las que padres
y madres acuden con más frecuencia a las consultas de los profe-
sionales en psicología infantil es, precisamente, por las conductas
desobedientes de los niños y las dificultades para resolver estas
situaciones; han probado todo lo que estaba en su mano para con-
seguir que sus hijos e hijas obedezcan: han explicado con tranqui-
lidad, han negociado, han castigado, han amenazado… pero con
resultados desalentadores. Sus hijos siguen sin hacer caso, siguen
con «sordera selectiva» para atender las peticiones paternas, lo que
contribuye a generar malestar y desánimo en el ámbito familiar.
Por tanto, siempre es bienvenida la ayuda para conseguir el propó-
sito de nuestra tarea parental: que nuestros hijos e hijas se convier-
tan en personas sociables, autónomas, tolerantes y felices.
Entre las tareas que tenemos que acometer los padres es funda-
mental que sepamos establecer una serie de límites que guíen y
contengan un espacio donde nuestros hijos puedan crecer y crear
libremente, establecer un estilo de crianza basado en el cariño y la
©  Ediciones Pirámide 15
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

firmeza, en la constancia y en la confianza, aunque no siempre so-


mos capaces de hacerlo de la manera más adecuada. En ocasiones
no tenemos claro si somos demasiado exigentes, o demasiado com-
placientes, o demasiado comprensivos… Y son estos momentos de
falta de seguridad acerca de nuestra conducta los que aprovechan
los más pequeños para ponernos en un brete y hacernos dudar. En
estas situaciones nos vemos no solo los padres, sino también la
familia extensa y, muy especialmente, los abuelos, un pilar funda-
mental en la educación y la crianza de nuestros hijos. De ahí la
necesidad de desarrollar programas de educación familiar como el
que nos presentan los autores, que permitan a los adultos ser un
agente activo y de cambio en el abordaje de las dificultades con el
comportamiento de los más pequeños. De hecho, existen numero-
sos estudios previos que evidencian la aparición de problemas de
conducta infantil ante prácticas de crianza inadecuadas por parte
de los padres.
En este marco de la educación y orientación familiar, el libro
que se presenta constituye una valiosa aportación tanto para pa-
dres como para profesionales. A los padres nos proporciona las cla-
ves para entender y modificar la conducta de nuestros hijos e hijas.
A los profesionales, nos ofrece un programa estructurado, didáctico
y de fácil aplicación que permite entrenar a padres y educadores en
las principales estrategias para modificar la conducta infantil.
Me gustaría destacar que nos encontramos ante una obra muy
práctica que integra de forma magistral la fundamentación teórica
rigurosa y la parte aplicada. Cada uno de los capítulos se inicia con
una introducción en la que se exponen de forma clara y didáctica
los principios que rigen el cambio de la conducta infantil o las téc-
nicas que se exponen posteriormente. Este primer paso nos permi-
te entender las razones por las que nuestros hijos e hijas se compor-
tan como lo hacen a pesar de nuestros esfuerzos, infructuosos, para
cambiar esa conducta. Además, presenta un conjunto de técnicas,
descritas de manera práctica y con todo el material necesario para
ser aplicadas fácilmente. Asimismo, un valor relevante de este tra-
bajo es que el programa ha sido llevado a la práctica durante cinco
años y se ha comprobado de manera empírica su efectividad, sien-
do aplicado a más de 150 familias por parte de distintos terapeutas.
Este hecho pone de manifiesto la importante aportación aplicada
de este texto en la literatura actual sobre modificación de la con-

16 ©  Ediciones Pirámide
Prólogo

ducta infantil. Este es, sin duda, el trabajo fundamental que se ha


de desarrollar con los padres y familiares durante edades tempra-
nas. Y supone, en cierta medida, un fantástico «libro de instruccio-
nes» para aprender a manejar las dificultades más habituales que
pueden presentarse a las familias en edades tempranas.
El programa está estructurado en seis pasos, explicados secuen-
cialmente, que tratan aspectos diferentes del trabajo integral con el
niño. Se puede aplicar el programa completo o bien solo uno de los
pasos, el que se considere adecuado en ese momento. Los puntos
principales del programa son: observación de las conductas, aten-
ción al vástago, evitar etiquetas globales, modificación del compor-
tamiento, autocontrol paterno ante la escalada de la conducta des-
obediente y pautas para poner límites a los hijos. Estos pasos
sucesivos facilitan una estrategia que optimiza los resultados de la
aplicación de estas técnicas. Incluye numerosas actividades que
pueden ser seleccionadas por padres y educadores para ser aplica-
das de manera individual o bien en el conjunto de las actividades
del programa. Este es, sin duda, otro de los puntos fuertes de esta
obra: su gran versatilidad y capacidad para adaptarse a las necesi-
dades de cada uno de los lectores. El texto está escrito de manera
ágil, clara y concisa, pero sin abandonar el rigor científico caracte-
rístico de los autores que lo presentan. Y todo ello con la finalidad
de potenciar familias fuertes y estables, cuyos niños son los que
muestran mayores niveles de bienestar y satisfacción vital.
Mi felicitación a los autores, Esther Egea y Javier Méndez, por-
que nos presentan una obra desarrollada con cariño, pensando en
el bienestar del niño y de sus familias, poniendo en nuestras manos
un instrumento muy útil para padres y profesionales. El genial
García Márquez nos dijo que «Cuando un recién nacido aprieta con
su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene
atrapado para siempre». El libro que tienen en sus manos es una
excelente compañía para los primeros pasos del viaje con estos se-
res excepcionales que nos han atrapado para siempre.

María José Quiles


Profesora titular de Psicología
Universidad Miguel Hernández de Elche

©  Ediciones Pirámide 17
Introducción

La presente guía se dirige a padres, abuelos, familiares, maestros,


monitores, cuidadores y, en general, a cualquier persona que se rela-
cione con el niño. El objetivo del educador es la formación integral
del niño que incluye, entre otras muchas cosas, el comportamiento
responsable y respetuoso con las normas sociales para lograr una
convivencia armoniosa en el hogar, en la escuela y en otros ámbitos.
Un escollo común en esta labor es la conducta desobediente. Los
adultos suponen, o desean creer, que el niño se irá a dormir a su
hora, se comerá la comida que le preparamos, dejará de gritar o llo-
rar cuando se lo pedimos, recogerá los juguetes cuando haya termi-
nado de jugar, no interrumpirá la conversación, etc. Con desconcier-
to y desánimo descubren que en la mayoría de las ocasiones su deseo
es más un sueño que una realidad. ¿Qué hacer entonces?
Esta guía acude en su ayuda y le ofrece un programa estructura-
do en 6 pasos. Cada uno de ellos consta de una parte teórica, con
fundamentación rigurosa que invita a la reflexión, y de una parte
práctica, con actividades para desarrollar la obediencia infantil. Am-
bas partes, pensar y actuar, son importantes para el cambio en las
relaciones familiares y con el entorno. El primer paso, observa a tu
hijo, permite analizar lo que está ocurriendo y es una tarea indispen-
sable antes de intervenir en el problema. El segundo paso, presta
atención a tu hijo, explica cómo se forman y mantienen las conductas
del niño a través de las leyes del aprendizaje y de las reglas de la
atención, con técnicas de refuerzo positivo y extinción para aumen-
tar conductas adecuadas y disminuir conductas no deseadas. El ter-

©  Ediciones Pirámide 19
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

cer paso, no etiquetar a nuestro hijo, ayuda a los padres a través de lo


que dicen y de lo que hacen a mejorar la autoestima del niño y a
construir de forma positiva su forma de ver la vida y valorar el mun-
do. El cuarto paso, tener autoridad con nuestros hijos, les ayuda a mo-
dificar el estilo educativo para mejorar la relación con el hijo y a re-
solver problemas y tomar decisiones en el futuro. El quinto paso,
tener autocontrol con nuestros hijos, reflexiona sobre la actitud de los
padres en la escalada de la conducta desobediente. Si los padres
aprenden a resolver problemas y a regular las emociones, ayudarán
a su hijo a tolerar la frustración, a manejar el estrés y elegir las me-
jores soluciones en cada situación. El sexto paso, poner límites a nues-
tros hijos, enseña pautas para establecer límites coherentes y firmes
en la educación infantil. Cada uno de los seis pasos trata un aspecto
diferente del trabajo integral con el niño, aunque están estructurados
para ser aplicados global y secuencialmente, también es posible im-
plementar un paso aislado, por ejemplo, los padres pueden practicar
de manera independiente con su hijo cómo ignorar las rabietas (paso
2) o los abuelos pueden estar interesados en cómo aumentar la auto-
estima de su nieto (paso 3) o un maestro desear hacer un acuerdo
con normas para el cambio de conductas concretas (paso 6).
La guía es fruto de años de estudio y experiencia práctica en la
Universidad de Murcia, que culminaron en la tesis doctoral de la
autora dirigida por el coautor, Elaboración y valoración de un programa
familiar (PEPA) para prevenir problemas de desobediencia en la infancia,
cuyos resultados prueban la eficacia de los seis pasos para lograr
cambios positivos tanto en el niño, incluyendo especialmente la dis-
minución de los problemas de conducta, como en los padres al me-
jorar sus habilidades educativas, de modo que se consigue la ruptu-
ra de los procesos de coacción familiar. Los pulsos de fuerza y las
espirales de mal genio se sustituyen por el estímulo, la motivación,
el respeto y el reconocimiento, aportando cada parte lo mejor de sí a
las relaciones familiares.

20 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1
Observar la conducta de nuestro hijo

Los hijos aprenden poco de las palabras;


solo sirven tus actos y la coherencia de estos con las palabras.

©  Ediciones Pirámide 21
OBSERVAR LA CONDUCTA ANTES DE CAMBIARLA
La mayor parte de las conductas infantiles son aprendidas,
mantenidas y reguladas por el efecto que producen en su ambiente
natural. El aprendizaje ocurre en un contexto social en el que hay
premios, castigos y donde casi toda conducta va acompañada de
múltiples consecuencias. Mientras unas determinadas circunstan-
cias favorecen un correcto desarrollo del comportamiento infantil,
otras en cambio contribuyen a un aprendizaje incorrecto y desa-
daptado.
Sin ser conscientes, los padres fortalecemos el comportamiento
incorrecto de nuestros hijos. Los padres no pretendemos que nuestro
hijo haga pataletas, salte en el sofá, grite en una tienda; pero el hijo
no ha heredado estos comportamientos, sino que son aprendidos y
fortalecidos por el ambiente familiar, escolar o social. Generalmente
los padres reaccionamos ante las pataletas de los hijos con gran aten-
ción, pero atención negativa, haciéndole entrar en razón, riñéndolo
o avisándole, y esta atención resulta un poderoso reforzador de su
conducta incorrecta. Por el contrario, cuando el hijo desarrolla con-
ductas positivas es posible que pasen totalmente desapercibidas, sin
ser valoradas, atendidas ni reforzadas, de ahí que no se consoliden
y se establezcan otras conductas desadaptadas.
Como muchos comportamientos son adquiridos, también pue-
den ser modificados. El niño es influido por las personas que for-
man su ambiente más directo y estas influencias pueden aprove-
charse para un adecuado encauzamiento de su conducta. La
modificación de conducta no pretende solo cambiar el comporta-
miento inadaptado del niño, también el de las personas que le ro-

©  Ediciones Pirámide 23
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

dean. Se trata de proporcionar al niño un ambiente diferente del


que hizo posible la consolidación de la conducta inadaptada.
Patterson (1982) defiende la idea de que los padres, con su acti-
tud y con su comportamiento, son los responsables de la conducta
inadecuada del hijo. Por lo tanto, si el padre modifica lo que hace
antes de intentar alterar la conducta del hijo, llamado antecedentes,
el hijo cambiará la conducta. Y si modifica lo que hace después de
la conducta del hijo, llamado consecuentes, el hijo cambiará su
comportamiento.
Hay escenarios previos a la conducta del hijo, antecedentes, que
tienen que ver con lo que hacemos los padres, tales como darle o no
darle chuches antes de comer, respetar o saltarnos los horarios que
ponemos, gritar o no gritar, la forma de dar órdenes o de poner nor-
mas, que, si se controlan o se modifican, los padres conseguiremos
controlar y/o modificar las conductas de nuestro hijo. Hay otro es-
cenario posterior a la conducta del hijo, consecuentes, por la asocia-
ción entre lo que hace el hijo y la respuesta o reacción que obtiene de
nosotros por lo que hace. El hijo está condicionado por lo que pasa
después de comportarse, por lo que si después de que nuestro hijo
llore le compramos las chuches, o si después de una rabieta le deja-
mos más tiempo con la tableta, o si después de quejarse porque no
quiere acostarse le dejamos un rato más en el sofá, le estamos ense-
ñado a llorar, a patalear o a quejarse para conseguir lo que quiere. La
conducta inadecuada de llorar y quejarse la aprende nuestro hijo por
nuestra respuesta.
La conducta de nuestro hijo está condicionada por lo que pasa
antes y por lo que pasa después. Si queremos que nuestro hijo sea
obediente y no se queje ante nuestras órdenes, tendremos primero
que dar órdenes claras y segundo mantener con firmeza la conse-
cuencia advertida. Así nuestro hijo entiende que hablamos en serio,
en un ambiente de conductas predecibles para él y que no necesita
probar con otras conductas inadecuadas.

24 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

MODELO COERCITIVO DE PATTERSON (1982)

Hay sucesos que los padres hacen antes y después de la conducta del
niño que generan y mantienen de forma inadvertida la conducta-problema.

Antecedentes CONDUCTA Consecuentes

PADRE NIÑO PADRE

Cambiar los antecedentes y consecuentes para que los NIÑOS modifiquen su


conducta.

IMPORTANTE

No ser coherentes entre lo que se dice y se hace y no ser sis-


temáticos a la hora de mantener las consecuencias, son errores
paternos que perjudican al niño.

Sabiendo que el aprendizaje de conductas se debe a los antece-


dentes y consecuentes del padre, modificando ambos, se modifica-
rá la conducta del hijo. Por lo que antes de cambiar cualquier con-
ducta de nuestro hijo, hay que saber qué pasa, por qué ocurre esa
conducta (antecedentes) y por qué sigue estando presente (conse-
cuencias). Antes de cambiar una conducta hay que observar. Hay
que observar qué está pasando, no solo ante lo que hace nuestro
hijo, sino con quién está, dónde está, y qué consigue al hacer lo que
hace. Este proceso de observación se llama análisis de la conducta
y analiza lo que ocurre antes, durante y después de la conducta del
niño.
Veamos un ejemplo:

©  Ediciones Pirámide 25
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

La madre de Mario tiene un problema: «mi hijo Mario es muy desobe-


diente, no hace caso a nada. Lo he probado todo, pero está sordo. Ya
no sé qué hacer».
¿Tenemos claro lo que le pasa? Ha etiquetado a su hijo de desobe-
diente, pero no sabemos ni cuándo, ni con quién, ni por qué lo hace.
Sabemos que sigue siendo desobediente y que consigue lo que quiere
de sus padres. Si se observa la conducta durante unos días y se en-
cadenan los acontecimientos, lo que pasa antes, la conducta del hijo y
lo que pasa después, se podría decir: Cada vez que llega la hora de
comer, Mario está viendo la tele, su madre le llama desde la cocina y
después de varios fracasos para que acuda a la mesa, la madre em-
pieza a gritar, y o bien le amenaza con perder la tele todo el día (que
luego no cumple) o le promete que si acude a la mesa se comerá un
helado (que luego cumple). Ahora se sabe algo más de la conducta que
se quiere cambiar. Al observar la conducta y meterla en una cadena de
acontecimientos, descubrimos que Mario desobedece por las órdenes
chilladas de su madre (antecedentes) y por las amenazas incumplidas
y los premios (consecuencias). También se observa que la desobedien-
cia no ocurre con el padre porque las órdenes son claras y las conse-
cuencias se cumplen. Para poder cambiar una conducta, la madre de
Mario tiene que dejar de etiquetar a su hijo «mi hijo es desobediente»
y hacer una descripción de la conducta-problema «cuando llamo a mi
hijo para comer, no acude y hasta que no le amenazo, grito o le prome-
to algo, no acude a la mesa».

La desobediencia es muy común en la infancia, es un problema


de conducta frecuente. La mayoría de los niños desobedecen por-
que se han acostumbrado a hacerse los sordos ante las órdenes y
normas impuestas o reguladas por nosotros. Es lo que se llama la
sordera casera. Si bien es necesaria la revisión médica para descar-
tar problemas auditivos, la mayoría de los niños tienen sorderas
selectivas en casa. Las sorderas caseras solo se van a curar si los
padres cambiamos la forma de decir las cosas; es decir, si cambia-
mos el curso de los acontecimientos.

26 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

PASOS PARA CAMBIAR LA CONDUCTA


DE NUESTROS HIJOS
Hay muchos comportamientos infantiles adecuados y bien
adaptados al entorno, pero hay otras conductas de nuestros hijos
que, por exceso o por defecto, no son como deseamos los padres.
Básicamente existen cuatro tipos de comportamientos desadapta-
dos susceptibles de modificación:

1.º Comportamientos incorrectos que


deseamos eliminar. Son conductas
perturbadoras que perjudican nota-
blemente la correcta marcha familiar,
escolar o social. Dificultan el apren-
dizaje de diversos comportamientos
correctos y crean relaciones conflicti-
vas entre el niño y su ambiente.
Como ejemplo, las pataletas ante las
frustraciones, la agresividad, decir
mentiras, etc.
2.º Comportamientos que todavía no posee o en un grado ex-
cesivamente bajo. Son conductas adecuadas que necesitan
aprenderse o están todavía en evolución. Por ejemplo, cuan-
do la madre le sigue dando de comer a su hijo de 6 años o
no se viste solo el niño de 7 años.
3.º Comportamientos que ya posee pero que
nece­sita mayor habilidad. Son conductas
que ya se presentan en el repertorio del niño
pero que necesitan más práctica. Por ejemplo,
el vestirse solo todos los días, recortar dibujos
con mayor frecuencia o recoger sus juguetes
porque no lo hace habitualmente.
4.º Comportamientos que no realiza en el lugar o en el tiem-
po adecuados. Son conductas que ya se presentan en el re-
pertorio del niño pero que no realiza cuando son requeridos.
Como por ejemplo el comer fuera de los horarios estableci-
dos, comer levantándose de la silla o dormirse en el sofá en
vez de hacerlo en la cama.

©  Ediciones Pirámide 27
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Para modificar la conducta infantil hay que seguir unas fases


previas que facilitan el cambio. Lo primero es observar a nuestro
hijo y hacer un listado de conductas. Después registramos las con-
ductas para hacer el análisis conductual, con la cadena de aconte-
cimientos de antecedentes y consecuentes. Por último, ya tenemos
información suficiente para describir las conductas que queremos
modificar.

FASES PREVIAS PARA MODIFICAR EL COMPORTAMIENTO INFANTIL

Fase 1. Listado de conductas-problemas.


Fase 2. Análisis de la conducta.
Fase 3. Descripción de la conducta.

Fase 1. Listado de conductas-problemas

Son muchas las conductas de nuestro hijo que pueden estar in-
terfiriendo en el desarrollo de su autonomía o en la rutina de la
familia. Los problemas conductuales pueden ser por exceso con-
ductual o por defecto conductual. Para saber las conductas que
realmente están interfiriendo en la dinámica familiar es recomen-
dable hacer un listado de conductas. El primer paso es observar a
nuestro hijo durante una semana y escribir las conductas o com-
portamientos que no nos gustan y que queremos cambiar. Es im-
portante describir la conducta y no utilizar etiquetas. Por ejemplo:

NO → desobediente
SÍ → no recoge los juguetes

EJEMPLO DE LA ACTIVIDAD 1.1 LISTADO DE CONDUCTAS-PROBLEMAS


¿Qué hace mi hijo de manera inadecuada y me gustaría cambiar?
No come solo.
No recoge los juguetes.
Llora para dormir.

28 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

A partir del listado de conductas, los padres obtenemos 3 com-


portamientos que deseamos cambiar en nuestro hijo: comer solo,
protestar para recoger juguetes y llorar para dormir.

ACTIVIDAD 1.1. LISTADO DE CONDUCTAS-PROBLEMAS


Observa a tu hijo durante una semana y escribe las conductas o compor-
tamientos que no te gusten y quieras cambiar.
Ejemplo:
NO → desobediente
SÍ → no recoge los juguetes

¿Qué hace tu hijo de manera inadecuada y te gustaría cambiar?

Fase 2. Análisis de la conducta

Cuando nuestro hijo lo pone difícil en las rutinas y presenta


problemas de conducta, se convierte para los padres en una expe-
riencia frustrante y cansada. Seguro que hemos intentado dominar
el comportamiento de nuestro hijo con las mismas técnicas que
funcionaron con otro hijo pero que ahora no funcionan. Las con-
ductas de nuestro hijo están condicionadas por factores diferentes
a las conductas de otro hijo, sobrino o vecino, por lo que necesita-
mos observar la conducta de nuestro hijo y ver lo que está ocu-
rriendo antes de intervenir.
Como los padres, familiares y profesores jugamos el papel más
importante en el desarrollo de nuestro hijo; la meta en el manejo de
la conducta es la de convertirnos en los maestros principales en el
desarrollo de la conducta apropiada. Para poder ayudar a nuestro
hijo a cambiar sus conductas problemáticas es necesario que los
padres conozcamos cómo se aprenden cada una de las conductas

©  Ediciones Pirámide 29
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

y, a partir de entonces, estaremos en condiciones de hacer todo lo


posible para que nuestro hijo desaprenda la conducta problemática
y aprenda otras más positivas y adecuadas, según lo deseable para
cada edad y circunstancia particular.
Si, por ejemplo, hemos observado (fase 1) que nuestro hijo des-
obedece para comer solo o para acostarse, antes de intervenir so-
bre estas conductas hay que saber primero cómo funcionan esos
comportamientos. A través del análisis de la conducta (fase 2) los
padres observamos y registramos lo que hacemos nosotros y
nuestro hijo.

Antecedentes CONDUCTA Consecuentes


— ANTECEDENTES: ¿Qué pasó antes? Los antecedentes son las
circunstancias que rodean a nuestro hijo y que influyen en su
conducta. Son las personas, lugar y cosas que estamos pre-
sentes antes de que nuestro hijo comience a portarse mal.
Ejemplo: en la cocina, la mamá le dice al niño que no le da
más pan.
— PROBLEMA DE CONDUCTA: es lo que hace nuestro hijo. Ejem-
plo: da patadas a la puerta porque quiere más pan.
— CONSECUENTES: ¿Qué pasó después? Los consecuentes es
el refuerzo positivo o negativo que recibimos el hijo y los pa-
dres, que van a mantener o eliminar esas conductas. Son las
cosas que hacemos tanto el hijo como las demás personas
presentes después de que el hijo actúe mal. Ejemplo: la madre
le da el pan y el niño se calla.

Si nos fijamos en este cuadro, los padres somos los antecedentes


y los consecuentes del problema de conducta. Los padres estamos
antes y después de la conducta de nuestro hijo, por lo tanto, si
cambiamos los padres, la conducta del hijo también cambia.
Veamos en la siguiente tabla un ejemplo del análisis de las con-
ductas de comer, recoger y dormir de un niño.
Si se observa el registro de las 3 conductas-problema de la acti-
vidad 1.2, podemos saber cómo, con quién, dónde y por qué suce-
den estas conductas.

30 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

EJEMPLO DE LA ACTIVIDAD 1.2. ANÁLISIS DE LA CONDUCTA


ANTECEDENTES CONDUCTA CONSECUENTES CONDUCTA
Con la madre No quiere co- La madre le da No comerá so-
en la cocina mer. de comer. lo.
de la casa.
En el colegio, No quiere co- La monitora lo Comerá solo.
en el come- mer. ignora y co-
dor. me.
En casa de la Protesta para La abuela los Protestará para
abuela. recoger los recoge. no re­c oger
juguetes. los juguetes.
Con la madre Protesta para La madre igno- Recogerá los
en el salón. recoger los ra protestas y juguetes.
juguetes. le manda al
rincón del
tiempo fuera.
En la habita- Se duerme so- Su madre le da Dormirá solo.
ción con su lo. las buenas no­
madre. ches y se sale.
En la habita- Se queja para Su padre le Se quejará por
ción con su dormir. cuenta otro las noches.
padre. cuento.

Si se observa el registro de las 3 conductas-problema de la acti-


vidad 1.2, podemos saber cómo, con quién, dónde y por qué suce-
den estas conductas.
En la situación 1, el problema «no come solo» surge en la casa
con la madre porque la madre le da de comer. El hijo aprende a
quejarse para no comer solo y la madre aprende que dándole de
comer su hijo no llora. Sin embargo, no ocurre en el colegio ni con
otras personas porque se le ignoran las quejas y además tiene el
refuerzo de salir a jugar al patio.
En la situación 2, el problema «no recoger los juguetes» se man-
tiene en casa de la abuela porque los recoge ella. El niño ha apren-
dido que si protesta y desobedece, su abuela los recoge, y la abue-
la ha aprendido que si los recoge ella hay más tranquilidad en casa.
Sin embargo, no ocurre con tanta frecuencia con la mamá porque
ignora las protestas del hijo y le envía al rincón del tiempo fuera
hasta que están todos recogidos.

©  Ediciones Pirámide 31
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

En la situación 3, el problema «llorar para dormir» es manteni-


do por el padre, porque ante los lloriqueos y quejas del hijo el pa-
dre le cuenta otro cuento. El niño ha aprendido a llorar para que se
quede el padre, y el padre ha aprendido a ceder con el cuento para
que cese el llanto.

ACTIVIDAD 1.2. ANÁLISIS DE LA CONDUCTA


Para poder cambiar una conducta hay que observarla y conocerla
antes de actuar. Antes de cambiar, hay que observar, y solo cuando se
sepa lo que nos disgusta de nuestro hijo, con quién lo hace, cuándo lo
hace (antecedente) y por qué sigue haciéndolo (consecuentes) se estará
más cerca de poder cambiar las conductas inadecuadas.
Completa este ejercicio de los problemas que tienes con tu hijo y po-
drá alcanzar la solución.
ANTECEDENTES CONDUCTA CONSECUENTES
¿QUÉ PASÓ ANTES? ¿QUÉ HIZO EL NIÑO? ¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

Fase 3. Descripción de la conducta

Para poder intervenir sobre la conducta infantil, hay que saber


realmente lo que está ocurriendo y describirlo. La forma en la que
los padres describimos las conductas de nuestros hijos puede
ayudar o no a la resolución del problema. Si decimos que nuestro
hijo se porta mal en la mesa, se pueden entender muchas cosas
porque pueden estar interviniendo muchas y diferentes conduc-
tas en esa situación. Por ejemplo, si se porta mal en la mesa se
puede deber a:

32 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

1. No acude a comer.
2. Come con las manos.
3. Se levanta continuamente.
4. Hay que darle de comer.
5. Llora porque no le gusta ninguna comida.
6. Tira comida al suelo.
7. Molesta a su hermano, etc.

También puede pasar esa conducta por muchos motivos:

1. Le reímos la gracia.
2. Le regañamos continuamente.
3. Le amenazamos con castigos.
4. Le prometemos premios.
5. Cada día come en una sala diferente.
6. Ocurre en casa de la abuela.
7. Le damos otra comida cuando protesta, etc.

La descripción de la conducta-problema consiste en explicar


con detalle cuándo y con quién ocurre la conducta y qué pasa des-
pués de emitirla. Esta información se puede extraer del registro del
análisis de la conducta (actividad 1.2.).

EJEMPLO DE LA ACTIVIDAD 1.3. DESCRIPCIÓN DE LA CONDUCTA


CONDUCTA DESCRIPCIÓN DE LA CONDUCTA
No come solo. El hijo no come solo en casa con mamá por-
que cuando el niño llora la madre le da de
comer y le presta atención.
No recoge los jugue- El niño no recoge los juguetes en casa de la
tes. abuela porque al protestar la abuela los re-
coge y lo deja tranquilo.
Llora para dormir. El niño llora a la hora de dormir con el padre
porque sabe que su padre se quedará más
tiempo con él contándole cuentos para que
no llore.

©  Ediciones Pirámide 33
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 1.3. DESCRIBE LA CONDUCTA-PROBLEMA


Explica con detalle cuándo, dónde y con quién ocurre la conducta y qué
pasa después de emitirla. Esta información se puede extraer de los registros
del análisis de la conducta.
CONDUCTA DESCRIPCIÓN DE LA CONDUCTA

Resumen

Para cambiar la conducta infantil, hay que observarla previa-


mente. Esta observación permite a los padres analizar lo que está
ocurriendo y permite intervenir sobre el problema.
Si nuestro hijo hace algo es porque los padres hacemos algo.
Esto nos convierte en los responsables de la aparición y manteni-
miento de conductas y en los principales agentes del cambio con-
ductual de nuestro hijo.
Las tres actividades propuestas, observar, analizar y describir la
conducta infantil, son previas a cualquier plan de modificación de
conducta.

34 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

ACTIVIDADES PASO 1

Observar la conducta del niño

Antes de cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo


tenemos que observar qué está ocurriendo para que se esté dan-
do ese comportamiento.
Los padres somos responsables de muchas conductas desa-
daptadas de nuestro hijo por la actitud y consecuencias que le
rodean.
Observar la conducta es el primer paso para disminuir la des-
obediencia.
Las actividades para observar a nuestro hijo son:

1.1. Listado de conductas-problemas.


1.2. Análisis de la conducta.
1.3. Descripción de la conducta-problema.

©  Ediciones Pirámide 35
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 1.1. LISTADO DE CONDUCTAS-PROBLEMAS


Observa a tu hijo/a durante una semana y escribe las conductas o com-
portamientos que no te gustan y que quieres cambiar.
Ejemplo:
NO → desobediente
SÍ → no recoge los juguetes

¿Qué hace tu hijo de manera inadecuada y te gustaría cambiar?

36 ©  Ediciones Pirámide
Paso 1. Observar la conducta de nuestro hijo

ACTIVIDAD 1.2. ANÁLISIS DE LA CONDUCTA


Para poder cambiar una conducta hay que observarla y conocerla
antes de actuar. Antes de cambiar, hay que observar, y solo cuando se
sepa qué te disgusta de tu hijo, con quién lo hace, cuándo lo hace (an-
tecedente) y por qué sigue haciéndolo (consecuentes) estarás más cerca
de poder cambiar las conductas inadecuadas.
Completa este ejercicio de los problemas que tienes con tu hijo y po-
drá alcanzar la solución.
ANTECEDENTES CONDUCTA CONSECUENTES
¿QUÉ PASÓ ANTES? ¿QUÉ HIZO EL NIÑO? ¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

©  Ediciones Pirámide 37
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 1.3. DESCRIBE LA CONDUCTA-PROBLEMA


Explica con detalle cuándo, dónde y con quién ocurre la conducta y qué
pasa después de emitirla. Esta información se puede extraer de los registros
del análisis de la conducta (actividad 1.2).
CONDUCTA DESCRIPCIÓN DE LA CONDUCTA

38 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2
Prestar atención a nuestro hijo

La educación que le des a tu hijo es luz que alumbrará su camino.

©  Ediciones Pirámide 39
TEMPERAMENTO Y AMBIENTE
Desde el nacimiento de nuestro hijo podemos escuchar, ¿cómo ha
salido tu hijo?, ¿cómo se comporta? Estas dos preguntas tienen sus
respuestas en diferentes teorías que van a permitir entender y mane-
jar mejor la conducta de nuestro hijo. Nuestro hijo, ¿nace o se hace?
El niño nace y se hace. Nace con una base genética y se hace en
función de su temperamento y del entorno en el que vive. Afirmar
solo que nuestro hijo no nace, sino que se hace, sería una realidad
muy simplista ya que no se puede obviar ni renunciar a la biología,
que además nos hace únicos e irrepetibles.
Desde el punto de vista de la genética, cuando nuestro hijo nace
lleva de manera innata una herencia biológica que le da forma.
Tiene unas características físicas casi inmodificables tales como co-
lor del pelo, piel, estatura, color y forma de ojos, etc. También nace
con un temperamento que se puede definir como la energía here-
dada con la que se va a relacionar con el medio externo y va a
conformar su carácter. Thomas, Chess y Birch (1968) definen el
temperamento como un patrón de conducta con el que nuestro hijo
nace y que tiene una base biológica que se modifica en las distintas
interacciones con el ambiente. Según Rutter (1981; 1989) el tempe-
ramento es un estilo de conducta que está regido más por la estruc-
tura heredada de nuestro hijo que por el contexto, pero ambos in-
teraccionan y producen cambios en el estilo de respuesta de nuestro
hijo en función de la respuesta que encuentre en el medio sobre su
primera tendencia a una determinada forma de reacción.

©  Ediciones Pirámide 41
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

En el estudio New York Longitudinal Study (NYLS) se registra-


ron los datos del temperamento y del ambiente de los niños eva-
luados y se llegó a la clasificación de tres tipos de temperamentos;
temperamento fácil, lento de reacción y difícil. Los resultados del
NYLS mostraron que, de 113 sujetos, el 40% tenía temperamento
fácil; 15% temperamento lento de reacción; 10% temperamento di-
fícil y el 35% restante presentaban características temperamentales
mixtas.
Algunos hijos nos facilitan la tarea de educar y otros hacen que
el ejercicio paterno sea agotador, frustrante y enloquecedor. No es
lo mismo si nuestro hijo llora que si está tranquilo, si se conforma
cuando se acaba el parque o tiene una pataleta y te suplica mil
veces que quiere un ratito más, no es lo mismo si nuestro hijo se
acuesta sin rechistar que si le tenemos que contar varios cuentos y
te despierta a media noche.
Si nuestro hijo tiene temperamento agradable acepta bastante
bien los cambios, se adapta con facilidad, tiene buena cara la mayor
parte del día y no hace oposición ante las reglas de manera siste-
mática. Lo que tiene en contra es que los padres podemos olvidar
estimular y prestar atención al niño por su buen comportamiento.
Si nuestro hijo tiene temperamento reservado es un niño inte-
riorizante, que va a mostrar poca energía, baja iniciativa, prefiere
estar solo o con pocos niños, le va a costar más tener amigos, pre-
senta menos espontaneidad en las relaciones sociales y menos atre-
vimiento ante situaciones novedosas. Le gana que es reflexivo,
atento, paciente, observador y poco conflictivo.
Si nuestro hijo tiene temperamento difícil es un niño exteriori-
zante, reactivo al entorno, que se frustra con facilidad, patalea con
rigidez mental, desafía constantemente, es inconformista, le cuesta
aceptar los cambios, le gusta controlar el entorno y al entorno, y le
gusta dirigir. Sus virtudes son que suele ser inteligente, divertido,
sociable, con iniciativas y muy explorador.
Según esta clasificación podemos entender que la relación con
nuestro hijo va a ser más complicada si su temperamento es más
difícil. Los padres nos mostramos más críticos, con dificultad para
controlar su conducta y con más castigos que a otro hijo. Como le
cuesta acatar las normas establecidas y es más sensible a la estimu-
lación negativa, se generan mayores conflictos y rechazos por parte
de los otros. Entonces, ¿qué podemos hacer los padres o educadores

42 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

si ya viene todo determinado? La respuesta es que además de nacer,


nuestro hijo se hace y se hace por la educación, por aprendizajes,
imitaciones y otras leyes del aprendizaje. Diversas investigaciones
apuntan a una cierta permanencia y también variabilidad del tem-
peramento con el paso del tiempo. El temperamento no es estático,
se puede modificar por el ambiente, según hábitos de crianza, el
carácter paterno y hábitos familiares; por lo que una crianza afecti-
va, con buena comunicación y castigos coherentes pueden variar el
temperamento de nuestro hijo.
La teoría ambientalista, en contra de la teoría del temperamen-
to, afirma que nuestro hijo aprende desde que nace y que lo hace a
través de lo que ve, de lo que oye y de sus relaciones con el entor-
no. Nuestro hijo aprende a comportarse de manera perturbadora
por la falta de armonía entre nuestros hábitos de crianza y sus ca-
racterísticas temperamentales; la inconsistencia como padres en las
prácticas de crianza; las desavenencias paternas y el uso de nuestro
hijo en la lucha entre progenitores; la disonancia entre característi-
cas de nuestro hijo y nuestro comportamiento.
Un estudio mostró que el 70% de problemas de conducta se
presentaban en niños con temperamento difícil, respecto a un 28%
de los de temperamento fácil. Estos datos señalan la importancia
de generar programas de entrenamiento a padres que establezca
normas higiénicas de crianza, buscando la adecuación entre los pa-
trones temperamentales y las reglas de crianza. Nuestro reto como
padres es educar de manera adecuada para que nuestros hijos
aprendan a comportarse según las reglas establecidas, a pesar del
temperamento que presenten.

IMPORTANTE

Explicar la conducta inadecuada del hijo por medio de la heren-


cia, de la biología o desde las etiquetas es un error paterno que
perjudica el cambio conductual.

A veces justificamos la conducta nuestro hijo por la herencia ya


que ha salido a su padre o es igual que su tía materna; otras veces
nos agarramos al destino para explicar desobediencias o pataletas

©  Ediciones Pirámide 43
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ya que le decimos que le sale de dentro o que ha nacido torcido.


Por último, también hay padres que preferimos etiquetar o encasi-
llar a nuestro hijo diciendo que se comporta así porque es desobe-
diente, como si hubiera un gen que determinara su no constante o
su sordera casera ante nuestros límites.
Todas estas explicaciones que se dan ante los problemas cotidia-
nos de nuestro hijo lo único que nos aportan son más indefensión
e impotencia. Es como si no pudiéramos hacer nada porque nues-
tro hijo es así o porque ha salido torcido. Tampoco es adecuado
dejar todo el peso de los problemas a la educación que recibe de
nosotros porque puede ser que el niño tenga problemas de frustra-
ción y de aceptación de límites por su temperamento heredado. Por
tanto, las dos teorías, genética y ambiente, son un matrimonio que
no se deben separar a la hora de entender y explicar conductas.
Hay muchas variables que influyen en el comportamiento de nues-
tro hijo; ya sea estilo educativo de los padres, carácter, entre otros.
Como dice Mardomingo (1994; 2001), la dotación genética del
individuo es fundamental pero las condiciones de crianza de los
niños, los estilos educativos de la familia, entre otros, influyen en
el riesgo de sufrir enfermedades y en su evolución y pronóstico.

EL APRENDIZAJE DE CONDUCTAS
El ser humano no es un organismo predestinado desde su naci-
miento, no tiene una personalidad innata, sino que a lo largo de su
experiencia vital va aprendiendo una forma de ser, de actuar, de
pensar, y todo ello va a ser consecuencia, entre otras cosas, de los
refuerzos positivos y negativos que recibe, de los castigos, de lo
que observa en los demás y muy importante, de sus propias deci-
siones.
Gran parte de las conductas son aprendidas y en numerosas
ocasiones se aprenden por condicionamiento, es decir, por las con-
secuencias positivas o negativas que tiene. Por ejemplo, si nuestro
hijo llora porque quiere ver la televisión y lo consigue, el resultado
será el de llorar la próxima vez que quiera ver la televisión. Nues-
tro hijo ha asociado llorar con disfrutar de la tele y nosotros hemos
aprendido a dejar de escuchar sus llantos cuando le dejamos ver la
tele. Esto quiere decir que nuestro hijo no solo influye sobre sí mis-

44 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

mo sino también sobre la forma de comportarnos nosotros. En la


vida hay circunstancias que escapan a nuestro control, pero, sin
embargo, hay otras muchas en las que lo que ocurre es el resultado
directo de cómo nos comportamos. Es preciso saber qué puede es-
tar bajo el control paterno e intentar influir sobre ello.
Hay unas leyes que explican cómo se aprenden y mantienen las
conductas en los niños y que son la base de las leyes del aprendi-
zaje conductual que veremos más adelante. Estas leyes funcionan
como un pegamento entre las situaciones y sus consecuencias ya
que el niño aprende por el efecto y refuerzo que tiene su conducta.

Ley de asociación de Pavlov

Un estímulo neutro puede condicionarse a una situación, crean-


do un pegamento entre la situación y la respuesta que se ha apren-
dido. Conocido es el experimento del perro de Pavlov. Al principio
el perro solo saliva al ver la comida, pero no al escuchar el sonido
de la campana, pero tras varias repeticiones de sonido y comida, el
perro solo ante el sonido de la campana y sin ver la comida, co-
mienza a salivar, quedando ya condicionado. Esto quiere decir que
se ha creado una asociación nueva, un pegamento entre el sonido
y la salivación.
Imaginemos ahora que dos
niños van al parque y los dos
van contentos. Uno de ellos ve
el tobogán, se monta, se cae y
sus padres se enfadan o se pre-
ocupan mucho; y el otro niño
disfruta de tirarse con otros ni-
ños. La próxima vez que acu-
dan al parque, o escuchen la palabra «parque», sentirán emociones
diferentes. Probablemente el primero sentirá miedo y el segundo
sentirá alegría. Han recibido una conexión entre una situación con
una emoción condicionada de alegría o temor. Ejemplos parecidos
tenemos con los médicos. Nuestro hijo va contento al hospital y la
bata blanca del médico no le asusta. El médico le pone una inyec-
ción y a partir de ese momento en cuanto vea una bata blanca sen-
tirá miedo.

©  Ediciones Pirámide 45
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Ley del efecto /consecuencias de Edward Thorndike

El experimento de Thorn­
dike fue observar en cajas
de problemas el aprendiza-
je de los animales. El reto
era que los animales salie-
ran de la caja y observó que
cuando por azar un animal
realizaba una conducta
(como apretar una palanca)
que venía acompañada por
una situación grata para él
(como salir de una caja), la
conducta se repetía cuando
el animal se encontraba en una situación idéntica. Esta observación
le permitió enunciar la «ley del efecto»: si una conducta va acom-
pañada o seguida por satisfacción, el animal tenderá a repetirla.
Cuando la situación surja de nuevo, y vaya acompañada o seguida
por insatisfacción, el animal tenderá a no repetirla.
La conducta de nuestro hijo está controlada por sus efectos o
consecuencias. Si su conducta va seguida de satisfacción tenderá a
repetirla cuando la situación surja de nuevo, y si va seguida de
insatisfacción tenderá a no reproducirla. Por ejemplo, si nuestro
hijo llega a la tienda, nos pide algo y no se lo compramos puede ser
que llore. Entonces, se lo compramos para que se calle y nuestro
hijo acaba de aprender que llorando puede conseguir lo que quiere
y nosotros hemos aprendido que cediendo nuestro hijo se calla. Si
nuestro hijo, al contrario, no obtuviera lo que quiere porque no
cedemos ante el llanto y lo mantenemos en repetidas ocasiones,
nuestro hijo dejará de hacerlo.

Ley del refuerzo de B. Frederic Skinner

Una conducta seguida de refuerzos es muy probable que vuel-


va a ocurrir en un futuro. Si nuestro hijo come solo y le decimos
que «es mayor», la probabilidad de que vuelva a comer solo au-
menta.

46 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

El experimento que Cámara de condicionamiento operativo. La caja de Skinner


realizó Skinner con la
caja de la paloma es un (2) (1)
ejemplo de cómo el
(3)
comportamiento se
puede condicionar con Registro acumulativo
(4)
el empleo de refuerzos
(1) Recinto que alberga la paloma. (2) Llave respuesta.
positivos y negativos. (3) Interruptor. (4) Dispensador de grano.
La paloma descubrió
que dando a una palanca obtenía comida y la recompensa de la co-
mida condicionó que pulsara la palanca por asociación. Por ejemplo,
si un niño recoge sus juguetes y entonces puede ver sus dibujos ani-
mados favoritos, la próxima vez también los recogerá para ver su
programa de televisión.

LAS LEYES DEL APRENDIZAJE DE CONDUCTAS


Estas leyes de condicionamiento, de pegamento entre estímulo
y respuesta, son la base de las cuatro grandes leyes del aprendiza-
je conductual que nos van a ayudar a entender cómo se aprenden
y mantienen ciertos comportamientos infantiles.

1. Primera ley del aprendizaje de conductas

1.ª ley

Atención

Toda conducta del niño que va seguida de ATENCIÓN


positiva o negativa del padre tiende a mantenerse.

Refuerzo

©  Ediciones Pirámide 47
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

La primera ley del aprendizaje dice que toda conducta de nues-


tro hijo seguida de atención positiva o negativa nuestra tiende a
mantenerse.
La atención del padre es un potente reforzador para nuestros
hijos. Ellos buscan atención, tanto si es positiva como si es negati-
va, y lo hacen en el intercambio diario con nosotros. La atención
que obtiene nuestro hijo puede ser positiva (alabanza) o negativa
(riña), por lo que si alabas o riñes a tu hijo, consigues que su con-
ducta se mantenga.
La atención es una herramienta eficaz para modelar la conducta
adecuada e inadecuada, y es por medio de la técnica del REFUER-
ZO donde atendemos las conductas adecuadas o inadecuadas de
nuestro hijo. Si pillamos y alabamos a nuestro hijo portándose bien,
aumenta la frecuencia de esa conducta positiva (recoge la ropa y le
sonrío) y si lo pillamos portándose mal, aumenta la frecuencia de
esa conducta (no recoge la ropa y le grito). Esta ley es básica tener-
la en cuenta ya que los padres caemos fácilmente en la trampa de
la crítica como medio sistemático de educación para corregir com-
portamientos no deseados de los hijos y lo que conseguimos real-
mente es mantener dichos comportamientos.
Un ejemplo de esta ley dice que si a Pablo le felicito por recoger
sus juguetes, hay mayor probabilidad de que en el futuro vuelva a
hacerlo, pero que si no los recoge y le regaño con ¡otra vez!, ¡qué
desastre! ¡no puedo contigo! o un socorrido sermón de ¡cariño, ya
hemos hablado de lo importante que es recoger y guardar!, para-
dójicamente también se mantiene ese comportamiento perturbador
o inadecuado.

2. Segunda ley del aprendizaje de conductas

La segunda ley dice que toda conducta que no va seguida de


atención tiende a desaparecer.
Como se ha comentado, la atención es muy poderosa para el
mantenimiento de las conductas, por tanto, si no atendemos las
conductas de nuestro hijo, desaparecerán. Utilizando la técnica de
la EXTINCIÓN o ignorar, que significa no atender las conductas
inadecuadas, conseguiremos disminuir hasta eliminar las conduc-
tas inadecuadas. Por ejemplo, si nuestro hijo está tirado en el suelo

48 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

con pataletas y nos vamos del lugar para que el espectáculo no


tenga público. Esta técnica es muy potente, pero con resultados a
medio plazo, ya que nuestro hijo se tiene que dar cuenta, tras rei-
teradas ocasiones, que ya no obtiene atención por esa conducta.
No todas las conductas se deben ignorar, como por ejemplo el
maltrato hacia sí mismo y hacia los demás y situaciones que ponen
en peligro su integridad física y la de los demás. Se pueden y de-
ben ignorar las quejas sistemáticas, los pucheros continuos, las con-
ductas de ruido en general que son las llamadas de atención para
conseguir algo, principalmente nuestra atención. Aplicando la se-
gunda ley del aprendizaje, no atendiendo a esas conductas, se dis-
minuye su frecuencia e intensidad hasta su eliminación.

2.ª ley

Ignorar

Toda conducta del niño que no va seguida de ATENCIÓN


del padre tiende a eliminarse.

Extinción

3. Tercera ley del aprendizaje y conductas

La tercera ley dice que las conductas las aprendemos por obser-
vación o por imitación. La técnica utilizada para aprender conduc-
tas es el MODELADO.
Nuestros hijos aprenden observando e imitando nuestros com-
portamientos. Por ejemplo, si no comemos verduras, aprenderán a
no comer verduras, o si guardamos las cosas en su sitio, aprende-
rán a ser ordenados. Los hijos no tienen la capacidad para discernir

©  Ediciones Pirámide 49
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

lo que está bien o mal, hacen lo que ven y nosotros somos su máxi-
ma referencia, por lo que tenemos que reflexionar sobre nuestra
forma de reaccionar ante sus conductas, la forma de educar o la
forma de vivir. Nuestros hijos nacen sin tener conocimiento de la
cultura ni de las normas sociales, y nosotros les vamos enseñando
todo, convirtiéndonos en modelos en los cuales se fijan para apren-
der, enseñándoles a ser responsables, a ser autónomos, a controlar
las emociones, a ser solidarios y, lo contrario; a ser desobedientes,
maleducados, caprichosos, agresivos, celosos, etc. Los hijos nos
imitan en los intercambios cotidianos, por lo que nos convertimos
en modelos ante muchas situaciones: respeto a las personas, cómo
se resuelven problemas, lectura, orden o hábitos de autonomía.

3.ª ley

Observación/imitación

Las conductas del niño las aprende por observación


e imitación de otras conductas.

Modelado

Los padres nos quejamos de que los hijos protestan, gritan,


mienten, no se cepillan los dientes y que hay que repetirles las co-
sas, pero posiblemente nosotros respondamos con las mismas con-
ductas, con gritos, protestas, entre otros, por lo que no se debe de-
cir una cosa y hacer otra, ya que genera confusión. En el
aprendizaje de conductas lo que vale es: «haz lo que vieres y no lo
que dijeres», cuidando lo que los padres hacemos para convertirlos
en una buena copia.

50 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

4. Cuarta ley del aprendizaje y conductas

La cuarta ley dice que las conductas que van seguidas de con-
secuencias negativas tienden a desaparecer.

4.ª ley

Consecuencias
negativas

Las conductas del niño que van seguidas de


consecuencias negativas tienden a desaparecer.

Castigo

La cuarta ley del aprendizaje explica que cuando aplicamos


consecuencias negativas algunos comportamientos tienden a des-
aparecer. La técnica utilizada para disminuir conductas es el CAS-
TIGO.
El castigo es positivo si das un estímulo desagradable para que
cese la conducta. Por ejemplo, si el niño protesta con los deberes
tendrá que ayudar a quitar la mesa de la cena. Y el castigo es nega-
tivo si quitas o desaparece un estímulo agradable para que no vuel-
va a darse la conducta. Por ejemplo, si el niño no come se apaga la
televisión. O si no para de llorar, se le manda al rincón del tiempo
fuera.

©  Ediciones Pirámide 51
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

DECÁLOGO PARA HACER A NUESTROS HIJOS RESPONSABLES

1. Si quieres que me porte bien, ¡PÍLLAME SIENDO BUENO!


2. Si te dedicas a regañarme me seguiré portando mal y estare-
mos siempre discutiendo.
3. Si no haces caso a mis llamadas de atención (lloros, quejas)
dejaré de hacerlo, aunque al principio aumente la frecuencia
e intensidad.
4. Si me sobreproteges, me estás enseñando a no resistir la
frustración.
5. Si vosotros, papá y mamá, no os ponéis de acuerdo a la hora
de educarme, me puede provocar conflictos e inseguridades.
6. Cuanto MÁS hagas por mí, MENOS haré por mí mismo.
7. Si me consientes caprichos y no me enseñas a ser responsa-
ble y respetuoso, me estarás privando de la posibilidad de ir
adquiriendo seguridad, confianza y autoestima.
8. Siempre haz lo que has dicho que harías. Sé firme con las
normas.
9. No dejes que utilice las pataletas para evitar responsabilida-
des.
10. NO DEJES QUE MIS RABIETAS CAMBIEN TU NO POR SÍ. Si lo
que aprendo es que llorando durante el tiempo suficiente o
muy intensamente consigo finalmente mis propósitos, no me
calmaré.

TIPOS DE ATENCIONES
El tipo de atención que ofrecemos a las conductas positivas o
negativas de nuestro hijo conlleva resultados diferentes en su com-
portamiento. Cuando el hijo hace algo, los padres siempre respon-
demos con atención. La atención puede ser positiva o negativa ante
conductas adecuadas o inadecuadas.
En el cuadro siguiente viene reflejado el tipo de atención (posi-
tiva y negativa) y el efecto que causa en la conducta del hijo (ade-
cuada/inadecuada).

52 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

Conducta adecuada Conducta inadecuada


A A
t + t +
e e
n ATENCIÓN POSITIVA n ATENCIÓN NEGATIVA
c Atrapa a tu hijo siendo bueno c Trampa de la crítica
i i
ó (incrementa la conducta positiva) ó (incrementa la conducta negativa)
n n

N N
o o
– a

a
t NO HACER NADA t IGNORAR
e e (decrece la conducta negativa)
n (decrece la conducta positiva) n
c c
i i
ó ó
n n

ACTIVIDAD 2.1. ATENCIONES POSITIVAS, ATENCIONES NEGATIVAS


Según las leyes del aprendizaje, las conductas se mantienen por la aten-
ción que reciben. Para que podamos reflexionar sobre la atención que le
prestamos a las conductas del hijo, observa durante una semana varias si-
tuaciones planteadas en la actividad y las incorporas en el cuadro corres-
pondiente. Después, podrás cambiar las situaciones mal atendidas para
que pueda cambiar la conducta de tu hijo.

• Ayuda a vestirse. • No quiere acostarse y da mu-


• Se levanta de la mesa durante chas vueltas.
la comida. • Hace sus deberes sin protes-
• Se queja a la hora del baño. tar.
• Protesta para recoger los ju- • Discute con su hermano.
guetes. • Lloriquea.
• Se peina solo. • Otras…

• Si atiendo la conducta positiva de mi hijo, aumenta la conducta po-


sitiva.
• Si atiendo la conducta negativa de mi hijo, aumenta la conducta ne-
gativa.
• Si no atiendo la conducta positiva de mi hijo, disminuye la conducta
positiva.
• Si no atiendo la conducta negativa, disminuye la conducta negativa.

©  Ediciones Pirámide 53
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.1. ATENCIONES POSITIVAS, ATENCIONES NEGATIVAS

CONDUCTA CONDUCTA
POSITIVA NEGATIVA

ATIENDO
A MI HIJO

NO ATIENDO
A MI HIJO

Podemos atender la conducta adecuada y, por tanto, dar una atención


positiva al hijo. Cuando hacemos esto, descubrimos al hijo portándose
bien y aumenta su probabilidad de ocurrencia. Por las leyes del apren-
dizaje, toda conducta seguida de atención positiva tiende a aumentar o
a mantenerse. Si se está cepillando los dientes, recogiendo sus juguetes
o bien sentado en la mesa y le atendemos, ese comportamiento tenderá
a repetirlo en el futuro.
Si atendemos lo positivo, aumenta la conducta positiva

ACTIVIDAD 2.2. TE PILLÉ


Acostúmbrate a pillar y a decirle a tu hijo las cosas
chulas que hace y verás cómo las hace más. Solo tienes
que decirle «te pillé» y se fijará en lo que hace bien para
repetirlo.
Este ejercicio se basa en la regla de atención positiva.
Anota en el registro el comportamiento positivo que
le has pillado y el refuerzo positivo que le has dado.
COMPORTAMIENTO POSITIVO REFUERZO POSITIVO
FECHA
¿Qué ha hecho? ¿Qué le he dicho?

54 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.3. EL ÁRBOL DE LOS LOGROS


Para mejorar la imagen personal de nuestro hijo y
reconocerle las habilidades de autonomía consegui-
das, dibujamos un árbol y dentro del mismo coloca-
mos las cosas que ya sabe hacer (duermo solo, ayu-
do a vestirme, recojo los juguetes sin protestar...).
Las cosas que todavía quedan pendientes por desa-
rrollar también las escribimos, pero no se meten
dentro del árbol, se ponen en la base de este. Poco a
poco, conforme vaya consiguiéndolo, iremos su-
biendo hasta entrar en el árbol de los logros (en el
anexo al final del paso 2). El árbol de los logros tam-
bién se puede practicar como juego de autonomía
en un tablero imantado desarrollado por la autora.

ACTIVIDAD 2.4. EL RATITO EXCLUSIVO


Busca cada día 10 minutos para compartir con tu hijo su espacio y
tiempo. Si le dedicas al día de manera especial un rato corto, tendrá
menos necesidad de portarse mal.
Este ejercicio responde a la ley de atención positiva.

Ratito exclusivo
con mi PAPÁ

©  Ediciones Pirámide 55
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Otro tipo de atenciones son negativas. Podemos atender lo ne-


gativo y, por tanto, dar una atención negativa al hijo. Cuando ha-
cemos esto estamos cayendo en la trampa de la crítica. Por las leyes
del aprendizaje, toda conducta seguida de atención negativa tiende
a aumentar o mantenerse, por lo tanto, si mi hijo está llorando, se
queja para acostarse, se levanta de la mesa, interrumpe conversa-
ciones y le atendemos, tenderá a repetirlo en el futuro.
Si atendemos lo negativo, aumenta la conducta negativa
Cuando no hacemos o decimos nada ante el buen comporta-
miento de nuestro hijo, decrece su probabilidad de ocurrencia. Por
las leyes del aprendizaje, toda conducta seguida de no atención
tiende a decrecer. Si mi hijo colabora en su higiene, recoge los ju-
guetes o come bien y yo no le digo nada, puede disminuir la fre-
cuencia de dicha conducta.
Si no atendemos lo positivo, disminuye la conducta positiva
Cuando no hacemos o decimos nada ante el mal comportamien-
to del niño, decrece su probabilidad de ocurrencia. Por las leyes del
aprendizaje, toda conducta no seguida de atención tiende a decre-
cer. Si mi hijo está llorando, se queja para acostarse, se levanta de
la mesa, interrumpe conversaciones y ahora yo no le atiendo ese
comportamiento y le ignoro, disminuirá la frecuencia de dicha con-
ducta.
Si no atendemos lo negativo, disminuye la conducta negativa
La atención puede ser positiva o negativa. Es positiva si refor-
zamos su comportamiento: «Muy bien, genial, estás mejorando, me
gusta cuando haces…» y es negativa si le criticamos cuando se
comporta mal: «basta, no hagas eso, no paras, eres malo, cuántas
veces te he dicho que…»
La atención puede ser descriptiva o no descriptiva. Es descrip-
tiva si hacemos un detalle de la conducta: «no me gusta cuando
saltas en el sofá», «me encanta lo sociable que eres con tus amigos».
Y no es descriptiva si no mencionamos la conducta: «vale, me en-
canta, no sabes portarte bien, eres un desastre».
La mayoría de las veces utilizamos atenciones negativas para
corregir el comportamiento inadecuado de los niños y lo hacemos
de manera no descriptiva, por lo que mantenemos o incrementa-
mos el mal comportamiento por la atención que recibe, atacamos

56 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

su valor como persona y además no sabe cómo tiene que hacerlo


bien.
Algunos ejemplos de situaciones cotidianas y el uso de las aten-
ciones serían:

ORDEN CONDUCTA ATENCIÓN PATERNA RESULTADO


Recoge tus Protestar. Eres un desobe- Protestar el pró­
juguetes. diente. No ha- ximo día.
ces caso a los
papás.
Recoger. Estoy muy con- Recoger el pró­
tenta. ximo día.
A dormir. Se acuesta en la Un abrazo y te Buen hábito de
cama. leo un cuento. sueño.
Llorar y correr Todas las no- Llorar y retrasar
por toda la ca-­ ches igual. el acostarse
sa. Estoy cansado. to­das las no-
¿Cuándo te ha- ches.
rás mayor?

Resultado: Si cuando nuestro hijo protesta, llora, responde, se


opone o grita y entonces respondemos con atención negativa (rega-
ñamos, recriminamos, sermoneamos, castigamos, gritamos), nues-
tro hijo está entrenándose para seguir desobedeciendo y seguir
portándose mal. Está claro que no podemos dejar que no recoja sus
juguetes ni se acueste a la hora que quiera porque son órdenes que
se tienen que cumplir, pero sí podemos dejar de atender su res-
puesta inadecuada a la orden con las técnicas que vamos a ver a
continuación.

©  Ediciones Pirámide 57
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

TÉCNICAS PARA AUMENTAR CONDUCTAS Y PARA


DISMINUIR CONDUCTAS

Refuerzo positivo

El refuerzo positivo es una técnica para aumentar conductas. Si


a un comportamiento adecuado le sigue una atención positiva, se
repetirá en el futuro.
Refuerzo verbal: genial, estupendo, lo has hecho muy bien, si-
gue así.
Refuerzo de actividad: ir al parque, ir al cine, sacar la bicicleta,
hacer un bizcocho.
Refuerzo material: pegatinas, cromos, helado, etc.

Refuerzo negativo

El refuerzo negativo es una técnica para aumentar conductas. Si


a un comportamiento inadecuado le sigue una atención negativa se
repetirá en el futuro.
Refuerzos: reproches, recriminaciones, críticas, sermones, mira-
das enfadadas, etc.

Extinción/ignorar

Ignorar es una técnica para disminuir conductas. Si a un com-


portamiento inadecuado no le sigue ninguna atención, dejará de
repetirse. Ignorar significa no ver, no oír, no tocar. Significa que no
está ocurriendo el comportamiento que está sucediendo.
Es una técnica muy potente pero que funciona a medio plazo,
cuando el hijo se da cuenta de que esa conducta ya no tiene efecto.
Al principio se produce un efecto paradójico y es que aumenta la
conducta inadecuada, mostrando un pico de resistencia al cambio
pero que con firmeza y sin atención comenzará la disminución del
comportamiento.
Un ejemplo común son las pataletas. El hijo quiere algo, se lo-
denegamos y comienza a llorar. Si no le hacemos caso, se tira al

58 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

suelo, y si seguimos sin hacerle caso comienza a gritar y a decir


alguna palabrota. Está mostrando resistencia, por lo que hay que
seguir ignorando de manera tranquila, sin mirar, sin hacer comen-
tarios, hasta que se dé cuenta de que no es válida su conducta. Si
se nos ocurre atenderle esa conducta, aprenderá para el futuro que
no hay que llorar, sino que hay que tirarse al suelo, gritar y decir
palabrotas para conseguir lo que quiere. Y todo eso, por la atención
que ha recibido. Evidentemente nuestro hijo tiene que saber, a prio-
ri, que ese comportamiento no va a ser atendido y así le ayudare-
mos a dejar de repetirlo.

Atención diferencial

La atención diferencial es una técnica que combina el refuerzo


positivo y la extinción. Combina la atención positiva de la conduc-
ta adecuada del hijo con ignorar la conducta inadecuada, supri-
miendo la atención negativa que es la que está manteniendo la con-
ducta inadecuada.
Hay tres tipos de atención diferencial:

1. Atención de conductas incompatibles: reforzamos la con-


ducta adecuada e ignoramos la inadecuada. Por ejemplo,
ignoramos la dependencia (no comer, no vestirse) y reforza-
mos la autonomía (comer solo, recoger juguetes).
2. Atención de otras conductas: ignoramos la conducta inade-
cuada y reforzamos otras adecuadas. Por ejemplo: ignora-
mos las quejas y reforzamos el orden, la obediencia, la higie-
ne, los deberes, …
3. Atención de tasas bajas: reforzamos y atendemos la dismi-
nución en la frecuencia de la conducta inadecuada. Por
ejemplo, le reforzamos que ya se queja menos cuando le
mandamos cosas.

Las conductas que podemos ignorar son todas aquellas que


acompañan en la desobediencia: gritos, quejas, llantos, insultos,
protestas. No debemos ignorar conductas que pongan en peligro
su integridad física o la de los demás, como pegar, morder, estar
cerca de ventanas o destrozar.

©  Ediciones Pirámide 59
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

¿Qué técnicas podemos utilizar ante las conductas de los niños?


Por ejemplo, cuando nuestro hijo llora porque no consigue lo
que quiere.
+ Atención positiva: le atendemos cuando pida las cosas bien.
– Atención negativa: nos cabreamos cuando llora y le decimos
que es un pequeñajo.
+ Ignorar: no le atendemos cuando llora.
+ Atención diferencial: le atendemos cuando lo pide bien y no
le atendemos cuando llora.
La única técnica que mantiene la conducta inadecuada es la
atención negativa.

ACTIVIDAD 2.5. ME GUSTA, NO ME GUSTA


Pero ¿qué significa ignorar? Ignorar significa no ver, no hablar, no
escuchar. No pasa lo que pasa. Algo muy difícil de manejar cuando el
niño está tirado en el suelo berreando.

h 1. NO ME GUSTA: ______________________________________

A 1. ME GUSTA: ___________________________________________

ACTIVIDAD 2.6. GRANDES RELATOS


Dibujo el comportamiento que me gusta de mi hijo y el que no me
gusta del ejercicio «me gusta, no me gusta». Después le ponemos un
nombre para que nuestro hijo sepa a qué nos referimos. Por ejemplo: si
mi hija llora continuamente y me gustaría que pidiera las cosas sin llo-
rar, la dibujaré en el primer recuadro llorando y le pondré el nombre de
«bebé/peque» y en el segundo recuadro la dibujaré sin llorar y le pon-
dré el nombre de «princesa/mayor».

60 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

Nombre:

Me gusta No me gusta

ACTIVIDAD 2.7. REGISTRO DE ATENCIÓN DIFERENCIAL


Registro para anotar los avances de la conducta de mi hijo en el regis-
tro de atención diferencial.

CONDUCTAS SITUACIONES LUNES MARTES MIÉRC.

A ______________
_________________
Ah Ah Ah
h ______________
_________________
Ah Ah Ah
_________________
Ah Ah Ah

Resumen

Nuestro hijo desde su nacimiento está aprendiendo. Y aprende


cada día a través de diferentes asociaciones y condicionamientos.
En este paso se hace un recorrido por la teoría biológica y ambien-
talista para explicar el aprendizaje de las conductas.
Y en ese aprendizaje se cometen errores y aparecen conductas
problemáticas que es necesario modificar para que sepan respon-
der de manera adecuada, con autonomía, valores, relaciones socia-
les, etc. Las leyes del aprendizaje y la atención que prestamos a las

©  Ediciones Pirámide 61
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

conductas de los niños son las que mejor pueden explicar cómo se
mantienen o desaparecen comportamientos.
En este paso se trabaja con las técnicas de refuerzo positivo,
extinción/ignorar y con la atención diferencial para asegurar el
cambio positivo de conductas inadecuadas y la aparición de logros
y mayor autonomía en nuestros hijos.

62 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

ACTIVIDADES PASO 2
Actividades para aumentar conductas positivas y para disminuir
conductas negativas

¿Cuándo SÍ debes prestar atención


a tu hijo?
«Pilla a tu hijo portándose bien»
La atención es una técnica muy
potente para aumentar o disminuir
conductas. Para mejorar las relacio-
nes entre padres e hijos, y para mo-
dificar las conductas desobedientes
de tu hijo, es importante manejar las
conductas con atención positiva.

2.1. Atenciones positivas/atenciones negativas.


2.2. Te pillé.
2.3. El árbol de los logros.
2.4. El ratito exclusivo.

¿Cuándo NO debes prestar atención a


tu hijo?
«No caigas en la trampa de la crítica»
Para cambiar y disminuir conductas
desobedientes, hay que reforzar las con-
ductas colaboradoras a través de aten-
ción positiva. Pero también hay que de-
jar de atender las conductas inadecuadas
a través de la atención negativa.

2.5. Me gusta, no me gusta.


2.6. Grandes relatos.
2.7. Registro de atención diferencial.

©  Ediciones Pirámide 63
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.1. ATENCIONES POSITIVAS, ATENCIONES NEGATIVAS


Según las leyes del aprendizaje, las conductas se mantienen por la aten-
ción que reciben. Para que puedas reflexionar sobre la atención que le pres-
tas a las conductas de tu hijo, observa durante una semana varias situacio-
nes planteadas en la actividad y las incorporas en el cuadro co­rrespondiente.
Después, podrás cambiar las situaciones mal atendidas para que pueda
cambiar la conducta de tu hijo.
CONDUCTA CONDUCTA
POSITIVA NEGATIVA

ATIENDO
A MI HIJO

NO ATIENDO
A MI HIJO

. Ayuda a vestirse. . No quiere acostarse y da mu-


. Se levanta de la mesa durante chas vueltas.
la comida. . Hace sus deberes sin protestar.
. Se queja a la hora del baño. . Discute con su hermano.
. Protesta para recoger los ju- . Lloriquea.
guetes. . Otras…
. Se peina solo.

REGLAS DE LAS ATENCIONES


• Si atiendo la conducta positiva de mi hijo, aumenta la conducta po-
sitiva.
• Si atiendo la conducta negativa de mi hijo, aumenta la conducta ne-
gativa.
• Si no atiendo la conducta positiva de mi hijo, disminuye la conducta
positiva.
• Si no atiendo la conducta negativa, disminuye la conducta negativa.

64 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.2. TE PILLÉ


Acostúmbrate a pillar y a decirle a tu hijo las cosas
chulas que hace y verás cómo las hace más veces. Solo
tienes que decirle «te pillé» y se fijará en lo que hace
bien para repetirlo.
Este ejercicio se basa en la regla de atención positiva.
Anota en el registro el comportamiento positivo que
le has pillado y el refuerzo positivo que le has dado.
COMPORTAMIENTO POSITIVO REFUERZO POSITIVO
FECHA
¿Qué ha hecho? ¿Qué le he dicho?

©  Ediciones Pirámide 65
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.3. EL ÁRBOL DE LOS LOGROS


Para mejorar la imagen personal de tu hijo y reconocerle las habilida-
des de autonomía conseguidas, dibuja un árbol y dentro del mismo
coloca las cosas que ya sabe hacer (duermo solo, ayudo a vestirme, re-
cojo los juguetes sin protestar...). Las cosas que todavía quedan pen-
dientes por desarrollar también se escriben, pero no se meten dentro del
árbol, se ponen en la base de este. Poco a poco, conforme vaya consi-
guiéndolo, irá subiendo hasta entrar en el árbol de los logros. El árbol
de los logros también se puede practicar como juego de autonomía en
un tablero imantado desarrollado por la autora (www.sicomurcia.es).

66 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.4. EL RATITO EXCLUSIVO


Busca cada día 10 minutos para compartir con tu hijo su espacio y
tiempo. Si le dedicas de manera especial un rato corto al día, tendrá
menos necesidad de portarse mal.
Este ejercicio responde a la ley de atención positiva.

Ratito exclusivo
con mi PAPÁ

ACTIVIDAD 2.5. ME GUSTA, NO ME GUSTA


La atención diferencial consiste en ignorar la conducta negativa y re-
forzar la conducta positiva.
Para cambiar la conducta de tu hijo que no te gusta, primero describe
lo que no te gusta y luego busca la conducta contraria que te gustaría
que tuviera y solo fíjate en ella. Por ejemplo, si no te gusta que tu hijo
sea llorón y quieres que pida las cosas bien, dile que, a partir de ahora,
solo lo atenderás cuando pida las cosas sin llorar y que no le harás caso
cuando las pida llorando. La técnica es muy eficaz, pero al ignorar lo
negativo, los cambios no son rápidos. El niño se tendrá que dar cuenta
que, portándose mal, no tiene público y que el espectáculo se tiene que
acabar, pero necesita tiempo. Es más, al principio se produce una para-
doja, y es que aumenta la conducta de llorar que queremos eliminar y
es porque se resiste a abandonar su forma de comportarse que le había
ido bien. Si los educadores nos resistimos a ese primer envite, la con-
ducta irá poco a poco desapareciendo. Es cuestión de tiempo y firmeza.

©  Ediciones Pirámide 67
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.5. ME GUSTA, NO ME GUSTA


Pero, ¿qué significa ignorar? Ignorar significa no ver, no hablar, no
escuchar. No pasa lo que pasa. Algo muy difícil de manejar cuando el
niño está tirado en el suelo berreando.

h 1. NO ME GUSTA: ______________________________________

A 1. ME GUSTA: ___________________________________________

h 2. NO ME GUSTA: ______________________________________

A 2. ME GUSTA: ___________________________________________

ACTIVIDAD 2.6. GRANDES RELATOS


Dibujo el comportamiento que me gusta de mi hijo y el que no me
gusta del ejercicio «me gusta, no me gusta». Después le ponemos un
nombre para que nuestro hijo sepa a qué nos referimos. Por ejemplo: si
mi hija llora continuamente y me gustaría que pidiera las cosas sin llo-
rar, la dibujaré en el primer recuadro llorando y le pondré el nombre de
«bebé/peque» y en el segundo recuadro la dibujaré sin llorar y le pon-
dré el nombre de «princesa/mayor».

Nombre:

Me gusta No me gusta

68 ©  Ediciones Pirámide
Paso 2. Prestar atención a nuestro hijo

ACTIVIDAD 2.7. REGISTRO DE ATENCIÓN DIFERENCIAL


Anota los avances de la conducta de tu hijo en el registro de atención
diferencial.
En la primera columna escribe la conducta positiva que deseas de tu
hijo y la conducta negativa que deseas eliminar.
En la segunda columna escribe las tres situaciones que vas a atender
para registrar.
En las siguientes columnas anota cada día si el niño obedece (cara
positiva) o desobedece (cara negativa).
Recuerda que el padre tiene que atender la obediencia e ignorar las
conductas no colaboradoras para obedecer (quejas, reproches, llori-
queos, etc.)

CONDUCTAS SITUACIONES LUNES MARTES MIÉRC.

A ______________ ________________
Ah Ah Ah
h ______________
________________
Ah Ah Ah
________________
Ah Ah Ah
A ______________ ________________
Ah Ah Ah
h ______________
________________
Ah Ah Ah
________________
Ah Ah Ah

©  Ediciones Pirámide 69
Paso 3
No etiquetar a nuestro hijo

«Si haces planes para un año, siembra arroz


Si los haces por dos lustros, planta árboles
Si los haces para toda la vida, educa a una persona.»
Proverbio chino

©  Ediciones Pirámide 71
LA IDENTIDAD PERSONAL
El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos
y la percepción de nuestras capacidades y de nuestra propia singu-
laridad. Está formada e influenciada por la relación que mantene-
mos con personas importantes en nuestra vida y se compone de la
identidad personal, que incluye los rasgos de personalidad y otras
características que nos hacen a cada persona única, y de la identidad
social, que incluye los grupos a los que pertenecemos dentro de la
comunidad, como es la religión, la universidad o la propia familia.
La IDENTIDAD PERSONAL es la conciencia que tenemos de
ser nosotros mismos y distintos de los demás. En la medida que
nuestro hijo se va diferenciando del mundo exterior va constru-
yendo su propia identidad y va a decidir la forma en la que va a
evaluar, analizar e interpretar la realidad. Esta construcción de la
identidad y de la imagen positiva, denominada por Wallon «per­
sonalismo», surge a la edad de 3 a 6 años y tiene un papel funda-
mental la relación de calidad y el clima de seguridad que le demos
a nuestro hijo para una valoración y confianza ajustada de sus ca-
pacidades y sus progresos.
Pero esta relación no siempre es fácil, ya que mientras nuestro
hijo va creando su identidad y va reafirmando su personalidad apa-
recen conflictos con la norma. Hay que entender que el proceso evo-
lutivo de nuestros hijos es dinámico, no son robots y que para
aprender no tienen que obedecer sin más. Van adquiriendo día tras
día habilidades y recursos que le capacitan para responder a su en-
torno y el problema no es que ellos maduren y evolucionen sino

©  Ediciones Pirámide 73
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

cómo reaccionamos ante su constante evolución. Es cierto que no


todos los hijos actúan ni se relacionan con los padres de igual ma-
nera. Hay una parte importante de la genética y de las leyes bioló-
gicas que indican que cada uno tiene un temperamento que deter-
mina la relación más o menos conflictiva o pacífica que se
establecerá entre padre e hijo. Por ejemplo, nuestro hijo sobre los
dos años y medio comienza la etapa de la terquedad, con rabietas o
pataletas, que son formas de expresión de su creciente independen-
cia y esta fase es necesaria para su correcto desarrollo, por lo que es
crucial para su autoestima y para no dañar su identidad cómo no-
sotros manejemos esta fase. Si nuestro hijo es muy enérgico, se pue-
den producir estrategias ineficaces de control parental que deriven
en una relación de reproches. Por ejemplo, Javier es un niño que
cuando le dices que apague la tableta, protesta y dice que un poqui-
to más. Al rato se lo pides de nuevo y da la misma respuesta, y así
todos los días. Esta respuesta del hijo nos genera una reacción de
frustración y rabia con comentarios negativos del tipo «desobedien-
te, malo». Si, por el contrario, nuestro hijo es más reservado, pode-
mos anticiparnos y hacer por él lo que ya sabe o podría saber hacer,
derivando en una relación de sobreprotección. Esta guardia cons-
tante le priva de la oportunidad de desarrollarse, creando un hijo
burbuja. Por ejemplo, Laura es una niña de 7 años que siempre hay
que ayudarla a vestirse porque tarda mucho tiempo y llega tarde al
colegio. Esta respuesta nos frustra y recibe comentarios del tipo «pe-
queñaja, lenta». En ambos ejemplos, los desafíos conductuales de
nuestro hijo ponen a prueba nuestra capacidad para mantener los
límites, influyendo en el desarrollo de su autoestima.

EL AUTOCONCEPTO
El autoconcepto tiene varias dimensiones, y en cada una de
ellas existen percepciones diferentes. Existen el autoconcepto aca-
démico, social, emocional, familiar y físico.

Autoconcepto académico

Es la visión de nuestro hijo como estudiante.

74 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

Se refiere a la percepción que tiene de


su calidad como estudiante tanto por lo
que le dicen sus profesores o compañeros
(buen estudiante…) como por sus cualida-
des en ese contexto (inteligente…). Está
relacionado con los estilos parentales de
afecto y apoyo.

Autoconcepto social

Es la percepción de nuestro hijo en su desem-


peño en las relaciones sociales, tanto por la faci-
lidad o dificultad para mantener y ampliar la red
social como por las cualidades de ser amigable y
alegre. Siente la estima y aceptación de los otros
y su comportamiento es prosocial, sin agresivi-
dad. Siente el afecto, comprensión y apoyo parental.

Autoconcepto emocional

Es la percepción de nuestro hijo sobre su estado


emocional (soy nervioso, me asusto con facilidad)
y de sus respuestas a situaciones (cuando me pre-
guntan, me hablan). Está relacionado con las habi-
lidades sociales, el autocontrol, el sentimiento de
bienestar, la aceptación de los iguales y las prácti-
cas parentales de afecto, comprensión y apoyo.

Autoconcepto familiar

Es la percepción de nuestro hijo de su impli-


cación, participación e integración en el medio
familiar. Va a depender de sus relaciones fami-
liares de confianza, afecto y apoyo.

©  Ediciones Pirámide 75
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Autoconcepto físico

Es la percepción de nuestro hijo sobre su aspecto


físico y condición física. Un autoconcepto físico alto
significa que se percibe físicamente agradable, que se
cuida físicamente y que puede practicar algún depor-
te adecuadamente y con éxito.

EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA
La autoestima es el aprecio que nos tenemos a nosotros mismos
y depende de la idea que cada uno tenga de sí mismo. Es nuestro
espejo real que nos enseña cómo somos y qué habilidades tenemos.
La autoestima es el termómetro que mide la valía personal de nues-
tro hijo y depende de su autoconcepto con las ideas que empieza a
tener de sí mismo. Si las ideas son buenas, se sentirá competente,
seguro y valioso, y va a influir en la construcción de su felicidad.
Al contrario, si nuestro hijo tiene una baja autoestima, no confiará
en sus propias posibilidades ni en las de los demás, se sentirá infe-
rior a estos y, por lo tanto, se comportará de una forma más tímida
y más crítica, con conductas oposicionistas. Si nuestro hijo se hun-
de con facilidad, pide las cosas llorando, le cuesta tomar decisio-
nes, duda constantemente o no tiene responsabilidades, querrá que
hagamos las cosas por él, haciendo un flaco favor a su autoestima
porque menos confianza tendrá, menos seguro estará y más inge-
nuo será. Aunque a corto plazo el hacer cosas por nuestro hijo será
más rápido y más cómodo, también es verdad que se le privará, en
el día a día, de la oportunidad de valorarse y desarrollar su estima
personal y verse en el espejo donde se va a reflejar a lo largo de su
vida en cada cosa que haga.
La autoestima tiene diferentes grados. Si nuestro hijo desarrolla
una autoestima alta y estable, no se va a dejar influir por los acon-
tecimientos externos y va a ser capaz de defender su punto de vis-
ta sin desestabilizarse. Si su autoestima es alta pero inestable, se va
a sentir amenazado por el fracaso y va a responder con una actitud
crítica y agresiva. Si su autoestima se desarrolla baja puede mos-
trarse indeciso y tener un gran temor a equivocarse, con dificultad

76 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

para defender su punto de vista al infravalorarse y con altibajos


emocionales según perciba éxito o fracaso. Si a nuestro hijo le infla-
mos la autoestima y se le hace creer mejor que el resto, puede tener
dificultad en escuchar a los demás y en reconocer un error.
El tener una autoestima adecuada es una carrera de fondo, es el
día a día en la educación y en la experiencia de la vida. El que se
equivoque y se exponga a situaciones para que adquiera habilidad
y seguridad es la mejor oportunidad que le podemos dar a nuestro
hijo. Ayudar a nuestro hijo a mantener su autoestima ajustada es
un trabajo diario y para ayudarlo a que se respete, a que se atreva,
a que confíe en su capacidad de enfrentar los retos de la vida, es
importante amarlo incondicionalmente con sus fortalezas y debili-
dades; dedicarle tiempo para que se sienta valioso; ponerle límites
para que se sienta seguro; darle alternativas para que pueda deci-
dir; no sobrerreaccionar cuando se equivoque para aceptar sus
errores; darle autonomía para que confíe en hacer las cosas por sí
mismo; reforzar lo positivo; no compararlo con otros y legitimar
sus emociones.

ACTIVIDAD 3.1. EL TERMÓMETRO


El termómetro mide la temperatura de lo que nos queremos. Cuanto
más se quiera nuestro hijo, más capaz se sentirá y más confianza tendrá
para hacer las cosas. Anota cada día los progresos y logros de tu hijo en la
base del termómetro para que vaya subiendo la temperatura afectiva.
_____________________ MÓMETRO
(Pon el nombre de tu hijo)

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

©  Ediciones Pirámide 77
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

EL PODER DE LAS ETIQUETAS


En el desarrollo de nuestro hijo son visibles sus capacidades y
también sus limitaciones, por lo que es necesario que aprendamos
a manejar los aspectos negativos y que le ayudemos a superar
aquellas cosas difíciles sin utilizar mensajes despectivos que que-
den grabados en su subconsciente como un mandato a cumplir. Por
ejemplo, Javier es un niño inquieto y desafiante ante la autoridad
y cuando se le pide algo, se hace el sordo y no cumple con sus
obligaciones, por lo que se le dice: «eres muy desobediente», eti-
quetándolo sin aportarle ninguna información de cómo comportar-
se de manera más responsable. Con esta actuación están fijando ese
comportamiento desobediente ya que la atención se la prestan
cuando no lo hace bien, consiguiendo etiquetar y encasillarlo en
ciertas conductas y emociones.
Nuestro hijo nace sin conciencia personal, no sabe quién es ni
adónde va y los padres somos los responsables de la imagen, de las
ideas y de la estima que tenga sobre sí mismo. Si confiamos en
nuestro hijo y le hacemos sentir válido y competente, nuestro hijo
será así, aunque a veces sea trasto, inquieto y egoísta. Pero si le
repetimos que es malo, un trasto que no para, hará lo que se espe-
ra que sea, generando la profecía autocumplida «si creen que soy
así, me comportaré así».
Hay una gran diferencia entre ser niño y ser adulto, y está en la
capacidad de pensar y reflexionar sobre los mensajes que se reciben
de los demás. Si a un adulto le dicen «tonto», ese calificativo le
puede doler, pero como adultos también tenemos la capacidad
para diferenciar lo que está bien y lo que está mal, y esta capacidad
nos permite cuestionar, criticar y buscar datos objetivos que confir-
men o descarten esa idea de «tonto». Si después de esta reflexión
nos damos cuenta de que no somos tontos, desterraremos esa idea
de la cabeza. En nuestro hijo ese proceso está muy inmaduro y se
cree a ciegas lo que le digamos, absorbiendo como una realidad
absoluta el mensaje recibido. Si esta idea (eres tonto) se repite con
frecuencia puede que no vuelva a cuestionarse en la vida esa idea
y entonces haga tonterías. Un cuento de Jorge Bucay que se titula
«el elefante encadenado» lo ilustra. En ese cuento, el elefante lucha
de pequeño para quitarse las cadenas hasta quedar exhausto y de
mayor deja de intentarlo y sigue llevándolas porque el pobre ani-

78 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

mal piensa que ya no puede quitárselas, persiguiéndole esas cade-


nas toda su existencia.
Es diferente cuestionar a la persona que a su comportamiento.
Pero qué hacemos si nuestro hijo se porta mal, ¿no lo corregimos?
Debemos corregir el comportamiento (lo que ha hecho) pero no
reprocharle, ni juzgarlo ni criticarlo (lo que el niño es). Debemos
atacar directamente al comportamiento y nunca a la persona. Qué
diferente es que nos digan: «no me gusta que me hagas esperar» a
que te digan «eres un impuntual». Es lo mismo, pero no es igual
porque en el primero decimos que algo que has hecho no está bien
y ha creado un problema, y en el segundo atacamos tu persona. Si
esto lo escuchamos repetidamente se graba en la mente y luego
seremos impuntuales simplemente porque es lo que se espera de
nosotros. IMPORTANTE: nuestros hijos son seres sin formar y los
padres tenemos la gran responsabilidad de formarlos para que se
valoren y puedan responder en la vida.

ACTIVIDAD 3.2. ATACA LA OBRA, NO AL OBRERO


Tu hijo todos los días está haciendo cosas. Unas estarán bien y otras es-
tarán mal. Para ayudarle a que cambie su comportamiento, no lo etiquetes,
sólo describe lo que hace y cómo te gustaría que lo cambiara:
Nombre de tu hijo:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Describe las cosas que hace bien o mal:

No me gusta cuando haces:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Me gusta cuando haces:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Veamos un ejemplo que ilustra esta teoría de las etiquetas y sus


repercusiones:

©  Ediciones Pirámide 79
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Juan es un niño inquieto, le gusta mucho jugar y se interesa por


casi todo lo que se encuentra a su paso. No para de hacer preguntas,
tocarlo todo…
En casa escuchará: Eres un parlanchín. Siempre estás hablando.
¡No paras! ¡Eres hiperactivo!
En el colegio escuchará: Juan, ¡estate quieto! Eres muy nervioso,
no paras. ¡Deja de molestar a los compañeros!
Juan piensa: Si no hablo, se extrañarán. Soy así, no lo puedo cam-
biar. Haga lo que haga terminarán riñéndome. Como soy muy nervio-
so… no puedo estar parado.

Etiquetar es un atajo injusto. Las etiquetas son peligrosas e im-


productivas, ya que cuando se etiqueta al hijo no se le dice lo que
ha ocurrido realmente, no sabe lo que ha hecho mal ni tampoco lo
que tiene que hacer para comportarse de otra manera más produc-
tiva. No se le da pistas de cómo cambiar ya que tan solo se queda
en una queja de adulto. Es verdad que una etiqueta puede signifi-
car muchas cosas, porque seguro que la desobediencia de casa no
es la del colegio y seguro que cada uno ve comportamientos dife-
rentes bajo esa calificación. Por ejemplo, una madre y la profesora
pueden estar de acuerdo en que Ana es desobediente, pero si ana-
lizamos la desobediencia de casa es porque no quiere bañarse
cuando se lo piden, y la del colegio es porque no ordena el mate-
rial. U otro niño puede ser nervioso en casa porque saca muchos
juguetes y los reparte por toda la casa, y nervioso en el colegio
porque se levanta muchas veces de la silla. Esa vaguedad e impre-
cisión a la hora de referirnos a las conductas infantiles inapropia-
das constituyen generalizaciones incorrectas que siguen encasillan-
do al niño y le llevan a la profecía autocumplida.

Si piensas que soy tonto, haré tonterías.


Si piensas que soy malo, me portaré mal.
Si piensas que soy miedoso, me asustaré.

Imaginemos a Celia, niña en edad escolar que empieza a hacer


cosas y los adultos le van nombrando y etiquetando como respuesta
a esos comportamientos. Con el tiempo habrá creado ideas y concep-
tos sobre su persona a partir de los cuales va a funcionar en el mun-
do y durante mucho tiempo no se va a cuestionar ser de otra manera:

80 ©  Ediciones Pirámide
ACTIVIDAD 3.3. IMAGEN PERSONAL
La idea que tu hijo tiene sobre sí mismo se basa en las cosas que hace
y en las cosas que tú le dices. Observa los comportamientos de tu hijo
y ponlos en la flecha que se dirige al grupo. Observa la etiqueta que
utilizas para nombrar el comportamiento de tu hijo y ponla en la flecha
que se dirige a tu hijo.
Las etiquetas que has elegido ponlas en el bocadillo y así comproba-
rás la imagen que va adquiriendo tu hijo de sí mismo.

La responsabilidad del autoconcepto y de la autoestima en los


niños es bastante importante para los padres, por lo que tenemos
que aprender a no etiquetar, describiendo las conductas de nues-
tros hijos para que sepan lo que hacen bien, lo que hacen mal y qué
necesitan mejorar, con pautas parentales que permitan generar
cambios.
Un buen ejercicio diario sería decirle a nuestro hijo de manera
descriptiva y detallada sus comportamientos y lo que queremos
que haga, en vez de lo que no queremos:

Etiqueta: eres desobediente (encasillamos y no sabemos lo que


ha hecho mal).
Comportamiento: cuando Juan termina de jugar se pone a ver
la tele y no recoge los juguetes. (Describimos el comportamiento de
Juan y lo sacamos del concepto general de desobediente. Ha deso­
bedecido a la hora de recoger).
Descripción del comportamiento: me gustaría que cuando
mamá te pide que recojas los juguetes lo hagas a la primera. (Juan
ya sabe lo que queremos y además no lo atacamos gratuitamente).

©  Ediciones Pirámide 81
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Esta actuación no garantiza que nuestro hijo recoja. Para traba-


jar la obediencia son necesarias más técnicas que el refuerzo social.
Sería necesario establecer rutinas, saber dar órdenes claras, poner
normas y límites a la conducta, etc. Pero que los padres modifique-
mos nuestra actitud y la forma de dirigirnos a nuestro hijo para no
causarle problemas de conducta y de estima es un buen inicio para
cambiar su comportamiento.
Veamos otros ejemplos que ilustran el concepto de etiquetas:

Etiqueta: eres nervioso.


Comportamiento: cuando Jorge tiene que hacer los deberes, no
para quieto y llama constantemente a su madre para que esté con
él. (Describimos el comportamiento de Jorge y lo sacamos del con-
cepto general de nervioso. Se pone nervioso cuando hace los de­
beres).
Descripción del comportamiento: me encanta cuando trabajas
bien sentado y sin levantarte de la silla.

Etiqueta: eres tímido.


Comportamiento: a mi hijo le cuesta jugar en el parque con
otros niños.
Descripción del comportamiento: me gusta verte y me pongo
contento cuando juegas con otros niños.

ACTIVIDAD 3.4. ESPECIFICANDO ETIQUETAS


Anota en la columna izquierda la etiqueta de tu hijo y en la columna
de la derecha la descripción de la etiqueta con comportamientos.
ETIQUETAS DE MI HIJO/A DESCRIPCIÓN

Buen estudiante Miguel es responsable con sus deberes


Agresivo Mario pega a su hermana cuando le
quita los juguetes

82 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.5. QUITANDO ETIQUETAS


Elige un comportamiento de tu hijo que te preocupe y descríbelo para
romper con las etiquetas. Primero selecciona una etiqueta negativa de
tu hijo que utilices con frecuencia (desobediente, malo, nervioso...), des-
pués escribe los comportamientos que tiene para ser desobediente sin
utilizar la etiqueta. Por último, haz una descripción del comportamien-
to que te gustaría de tu hijo sobre esa situación.

Etiqueta 1: ___________________________________________________

Comportamiento: _____________________________________________

Descripción del comportamiento: _______________________________


_____________________________________________________________

ACTIVIDAD 3.6. LA HISTORIA DE ALFREDO


Completa las siguientes cuestiones de la historia de Alfredo y practi-
ca antes de realizar el ejercicio de «Romper etiquetas» que encontrarás
en este paso:
Alfredo es un niño de 7 años que cursa 2.º de Primaria. En casa sus
padres le notan más irritable y se enfada con mucha facilidad, sobre
todo, cuando no consigue lo que quiere... (la historia completa en las
actividades al final del paso 3).

¿Qué etiqueta tiene Alfredo?_____________________________________


¿Qué está haciendo para ser así? ________________________________
_______________________________________________________________
Ventajas de comportarse así ____________________________________
____________________________________________________________
Desventajas de comportarse así _________________________________
_______________________________________________________________
¿Qué podemos hacer para que deje de comportarse así? ___________
_______________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 83
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.7. ROMPER ETIQUETAS


Observa las etiquetas que sueles utilizar para describir el comporta-
miento de tu hijo.
Elige una de ellas que sea negativa y completa el ejercicio:

ETIQUETA NEGATIVA DE MI HIJO/A:__________________________

• ¿Cómo se comporta? ________________________________________


_____________________________________________________________
• ¿Qué pienso del comportamiento de mi hijo? __________________
_____________________________________________________________
• ¿Qué le digo por comportarse así?____________________________
_____________________________________________________________
• ¿Qué ventajas obtiene de comportarse así? ____________________
_____________________________________________________________
• ¿Qué desventajas obtiene de comportarse así?__________________
_____________________________________________________________
• ¿De qué manera podría cambiar el comportamiento de mi hijo? __
_______________________________________________________________

ACEPTACIÓN INCONDICIONAL
Lo que debemos hacer los padres para no dañar la imagen de
nuestro hijo es aceptarlo incondicionalmente. Y eso significa de-
mostrarle cariño y afecto independientemente de que no nos guste
su comportamiento; significa aceptar sus opiniones sin dirigirlas,
criticarlas ni desvalorarlas; significa escuchar y comprender su pro-
pia visión de las cosas; respetar su tiempo y espacio; no etiquetarle;
mostrarle interés por su bienestar y no solo por sus logros y resul-
tados; valorar sus aspectos positivos; permitirle que realice sus
conductas aunque al principio no lo haga bien, confiando en sus
posibilidades; permitirle que se equivoque y cometa fallos; y favo-
recer su autonomía personal con responsabilidades apropiadas a
su edad.
En el proceso de aprendizaje nuestro hijo se va a equivocar, co-
meter errores y es ahí donde hay que ayudarle y animarle. Si cuan-
84 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

do se equivoca le decimos: ¡Qué torpe eres!, ¡No haces nada bien!,


las creencias sobre sí mismo podrán ser de poca valía, y entonces
puede dejar de intentar hacer las cosas o hacerlas para agradarnos.
Pero aceptar a nuestro hijo no es dejarle hacer lo que quiera, sino
mantenernos firmes en las actuaciones y valorarlo como persona.
Los padres, como responsables de la educación, lo guiamos y diri-
gimos para que nuestro hijo aprenda a frustrarse y a tolerar dicha
frustración, sin olvidarnos de que es una persona que también pa-
dece.

Resumen

Nuestro hijo aprende a quererse y a tener ideas sobre sí mismo


conforme va creciendo. En este aprendizaje intervenimos los pa-
dres con lo que le decimos, con lo que no le decimos y con lo que
le reforzamos. De esta manera nuestro hijo está construyendo su
forma particular de ver las cosas y de evaluar el mundo.
Los padres también contribuimos a fijar comportamientos y ac-
titudes positivas y negativas a través del reforzamiento positivo y
negativo. Les ayudamos a crear ideas sobre sí mismos sin darse
cuenta. Y lo hacemos cada vez que etiquetamos a nuestro hijo. Si le
decimos constantemente que eres tímido, desobediente, malo, in-
quieto, sociable, bueno, al final se comportará de esa manera, sin
ser consciente de que podría ser de otra forma.
Educamos con límites y con afectividad, con normas y con
respeto, con guía y con dirección. Pero es importante hacerlo desde
la aceptación incondicional para garantizar el respeto hacia su per-
sona.

©  Ediciones Pirámide 85
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

ACTIVIDADES PASO 3
Actividades para desarrollar la autoestima en los niños

En la autoestima de nuestro hijo influye la forma en la que


nos relacionamos con él y cómo maneja su comportamiento. A
veces cuando le corregimos el comportamiento desde la etiqueta
y no desde la descripción de la conducta podemos perjudicar su
imagen personal y reducir su confianza y seguridad.
Las actividades para no etiquetar a nuestro hijo son:

3.1. El termómetro.
3.2. Ataca la obra y no al obrero.
3.3. Imagen personal.
3.4. Especificando etiquetas.
3.5. Quitando etiquetas.
3.6. La historia de Alfredo.
3.7. Romper etiquetas.

©  Ediciones Pirámide 87
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.1. EL TERMÓMETRO


El termómetro mide la temperatura de lo que nos queremos. Cuanto
más se quiera tu hijo, más capaz se sentirá y más confianza tendrá para
hacer las cosas. Anota cada día los progresos y logros de tu hijo en la base
del termómetro para que vaya subiendo la temperatura afectiva.

____________________MÓMETRO
(Pon el nombre de tu hijo)

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

88 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.2. ATACA LA OBRA, NO AL OBRERO


Tu hijo todos los días está haciendo cosas. Unas estarán bien y otras es-
tarán mal. Para ayudarle a que cambie su comportamiento, no lo etiquetes,
solo describe lo que hace y cómo te gustaría que lo cambiara:

Nombre de tu hijo:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Describe las cosas que hace bien o mal:

No me gusta cuando haces:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Me gusta cuando haces:

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

©  Ediciones Pirámide 89
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.3. IMAGEN PERSONAL


La idea que tu hijo tiene sobre sí mismo se basa en las cosas que hace
y en las cosas que tú le dices. Observa los comportamientos de tu hijo
y ponlos en la flecha que se dirige al grupo. Observa la etiqueta que
utilizas para nombrar el comportamiento de tu hijo y ponla en la flecha
que se dirige a tu hijo.
Las etiquetas que has elegido ponlas en el bocadillo y así comproba-
rás la imagen que va adquiriendo tu hijo de sí mismo.

ACTIVIDAD 3.4. ESPECIFICANDO ETIQUETAS


Anota en la columna izquierda la etiqueta de tu hijo y en la columna
de la derecha la descripción de la etiqueta con comportamientos.
ETIQUETAS DE MI HIJO/A DESCRIPCIÓN
Buen estudiante Miguel es responsable con sus deberes
Agresivo Mario pega a su hermana cuando le
quita los juguetes

90 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.5. QUITANDO ETIQUETAS


Elige un comportamiento de tu hijo que te preocupe y descríbelo para
romper con las etiquetas. Primero selecciona una etiqueta negativa de
tu hijo que utilices con frecuencia (desobediente, malo, nervioso...), des-
pués escribe los comportamientos que tiene para ser desobediente sin
utilizar la etiqueta. Por último, haz una descripción del comportamien-
to que te gustaría de tu hijo sobre esa situación.

Etiqueta: desobediente.
Comportamiento: cuando llega la hora de dormir das muchas vueltas
y te acuestas casi 1 hora después.
Descripción del comportamiento: cuando te pida ir a la cama me gus-
taría que no lo retrasaras tanto y te acostaras enseguida.

Etiqueta 1: ___________________________________________________

Comportamiento: _____________________________________________

Descripción del comportamiento: _______________________________


_____________________________________________________________

Etiqueta 2: ___________________________________________________

Comportamiento: _____________________________________________

Descripción del comportamiento: _______________________________


_____________________________________________________________

Etiqueta 3: ___________________________________________________

Comportamiento: _____________________________________________

Descripción del comportamiento: _______________________________


_____________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 91
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.6. LA HISTORIA DE ALFREDO


Completa las siguientes cuestiones de la historia de Alfredo y practi-
ca antes de realizar el ejercicio de «Romper etiquetas» que encontrarás
en este paso:
Alfredo es un niño de 7 años que cursa 2.º de Primaria. En casa sus
padres le notan más irritable y se enfada con mucha facilidad, sobre
todo, cuando no consigue lo que quiere.
Siempre le han dicho que es muy caprichoso y sus hermanos le lla-
man «Alfredo cabezón» porque hasta que no le dan lo que quiere no
para de molestarles.
Cuando tiene que hacer las tareas en casa (recoger, deberes, irse a
dormir...) se hace el sordo y le tienen que repetir continuamente las ór-
denes. Al final se pone a gritar y sus padres unas veces le castigan reti-
rándole los juguetes que le gustan y otras veces prefieren recoger ellos
o mandar a los hermanos que lo hagan.
Sus hermanos están hartos de que el «peque» no haga sus tareas, que
sus padres le dejen que se salga con la suya y ya no quieren jugar con él.
En el colegio sus profesores y compañeros se quejan de que no com-
parte los juguetes y que en el recreo siempre tiene que elegir el juego.
Cuando pierde empieza a empujar a los niños en la fila. Cuando hacen
asamblea en el aula no respeta los turnos de palabra y se levanta conti-
nuamente.
En clase, la profesora ya no le deja hablar si interrumpe y sus compa-
ñeros le están dejando solo en el patio.

¿Qué etiqueta tiene Alfredo?_____________________________________


¿Qué está haciendo para ser así? ________________________________
_______________________________________________________________
Ventajas de comportarse así ____________________________________
____________________________________________________________
Desventajas de comportarse así _________________________________
_______________________________________________________________
¿Qué podemos hacer para que deje de comportarse así? ___________
_______________________________________________________________

92 ©  Ediciones Pirámide
Paso 3. No etiquetar a nuestro hijo

ACTIVIDAD 3.7. ROMPER ETIQUETAS


Observa las etiquetas que sueles utilizar para describir el comporta-
miento de tu hijo.
Elige una de ellas que sea negativa y completa el ejercicio:

ETIQUETA NEGATIVA DE MI HIJO/A:__________________________

• ¿Cómo se comporta? ________________________________________


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

• ¿Qué pienso del comportamiento de mi hijo? __________________


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

• ¿Qué le digo por comportarse así?____________________________


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

• ¿Qué ventajas obtiene de comportarse así? ____________________


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

• ¿Qué desventajas obtiene de comportarse así?__________________


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

• ¿De qué manera podría cambiar el comportamiento de mi hijo? __


_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 93
Paso 4
Tener autoridad con nuestros hijos

«Tener hijos no lo convierte a uno en padre,


del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista.»
Michael Levine

©  Ediciones Pirámide 95
LA AUTORIDAD DE LOS PADRES
La respuesta más común de los padres sobre lo que desean para
sus hijos sería: «queremos que sea feliz». Los padres podemos ha-
cer felices a los hijos si les mostramos afecto, pero solo con amor
un hijo no se desarrolla bien, necesita límites, normas y reglas de
funcionamiento para sentirse seguro y con confianza. El equilibrio
entre afecto y normas va a generar un desarrollo más sano.
Como padres nos asusta poner normas porque no queremos ser
considerados autoritarios y decidimos hacer una dejación de nues-
tras funciones paternas porque no sabemos cómo hacerlo, porque
es más fácil delegar en otros, porque está de moda sobreproteger y
dar mucho cariño o porque nuestros padres fueron muy duros con
nosotros de pequeños y no queremos repetir el mismo patrón. Sea
cual sea la razón, poner normas con afecto es un ejercicio de auto-
ridad, y no realizar la función paterna de límites sanos puede dejar
a nuestro hijo cojo en su desarrollo personal.
Los padres somos autoridad solo por el hecho de ser padres.
Cuando nuestro hijo nace obtenemos un carné virtual con capaci-
dad educativa basada en decisiones justas, correctas y útiles, pero
sin recibir un entrenamiento formal para ser padres, criar y educar
a nuestro hijo. Y educamos por intuición, por emoción, por ilusión
o por frustración, pero siempre con aciertos y errores, como cual-
quier aprendizaje. Cada padre va a tener un estilo educativo a la

©  Ediciones Pirámide 97
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

hora de educar y ese estilo puede estar basado en cómo nos educa-
ron, en todo lo contrario o en la moda del momento.
A veces se confunde autoridad, que es nuestra capacidad edu-
cativa, con autoritarismo, que es un exceso de control. La palabra
autoridad proviene del latín «augere» que significa «ayudar a cre-
cer», por lo que nuestra misión como padres es ayudar a crecer a
nuestros hijos. Esta definición entendida como la capacidad de
ayudar al hijo a desarrollarse y a crecer como persona, con equili-
brio entre el afecto y el control, nos orienta más hacia la autonomía
de nuestros hijos y queda lejos de la connotación negativa de «or-
deno y mando» del autoritarismo que intentamos evitar a la hora
de educar o que pretendemos ejercer para controlar a nuestros hi-
jos con exceso de dirección.
Los padres además de ser autoridad tenemos que tener autori-
dad, y tener autoridad se refiere al prestigio que tenemos en el
ejercicio de la paternidad en función de las decisiones tomadas, la
forma de comunicarnos y de relacionarnos con nuestro hijo. Sabe-
mos que tenemos autoridad con base en las rutinas interiorizadas
por nuestro hijo, cuando hace sus tareas sin tener que decirle con-
tinuamente lo que tiene que hacer, cuando obedece las normas y
respeta los límites establecidos. Si no ejercemos autoridad, dejamos
a nuestro hijo que tome decisiones desde lo que le gusta o no le
gusta, lo que prefiere o le apetece, pero siempre desde la inmadu-
rez y con conflictos en el hogar, en la escuela y con retraso en su
autonomía; y además le mostramos nuestra falta de destreza pater-
na que intentamos superar con el ejercicio de mando para que haga
a la cuarta vez lo que no hemos conseguido a la primera. «Pablo,
como no te acuestes ya, mañana te quedarás…», escenario común
en muchas rutinas diarias. Ser autoridad también implica mandar
y los padres mandamos, bien o mal, pero mandamos y cuando no
lo conseguimos por las buenas lo conseguiremos por las malas, uti-
lizando la capacidad negativa que conlleva abusos de poder. Como
Pablo se tiene que acostar, al final lo hará rodeado de gritos, ame-
nazas y enfados.

98 ©  Ediciones Pirámide
Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

ACTIVIDAD 4.1. EL SEMÁFORO EDUCATIVO


Con el objetivo de reflexionar sobre la autoridad que ejercemos los
padres sobre nuestros hijos, se proponen diferentes rutinas y tenemos
que decidir quién decide sobre dichas situaciones diarias. El ejercicio
está completo en el anexo del paso 4.
Poner dentro del cuadro correspondiente quién controla las siguien-
tes rutinas.
Vestirse, cepillarse el pelo, hacer la cama, ordenar la habitación, co-
mer solo, elección de la comida, poner la mesa, horario de estudio, arre-
glar la mochila, recoger juguetes, hora de irse a la ducha, ducharse, ver
la tele, jugar a la consola, tiempo para jugar a la consola, uso del móvil,
hora de dormir, lugar para dormir.

PADRE PADRE-HIJO HIJO

EDUCAR EN LA RESPONSABILIDAD
Durante el aprendizaje los padres utilizamos la recriminación y
el reproche para corregir el mal comportamiento de nuestro hijo y
lo hacemos fijándonos en su conducta inadecuada para decirle «lo
malo que es», desgastando la energía para que siga siendo irres-
ponsable y mantenga los mismos hábitos inadecuados. Esta actitud
ataca el valor de nuestro hijo como persona olvidándonos de inter-
venir directa y positivamente en su comportamiento.
Educar en la responsabilidad significa que nuestro hijo sepa res-
ponder en la vida. Y este proceso es difícil, una carrera de fondo
donde es necesaria nuestra disponibilidad, presencia y paciencia
para enseñar, y respetar el aprendizaje lleno de ensayos y errores.
Los padres tenemos que instaurar poco a poco las rutinas y hábitos
de nuestro hijo, y saber separarnos de manera sana para que pueda
ocurrir el traspaso de responsabilidades y su autonomía.
Nuestra responsabilidad es ayudar al hijo a responder en la
vida, por lo que el compromiso a veces es ayudar y otras veces no

©  Ediciones Pirámide 99
Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ayudar para que lo haga él. Esto responde a la fórmula «menos es


igual a más», que significa que cuanto menos hagamos los padres,
más tiene que hacer el hijo. Hay habilidades de autonomía como
vestir, asear, recoger, ordenar que siguen en nuestras manos porque
creemos que nuestro hijo todavía no sabe, no está preparado, es
más cómodo o es más rápido. Esta actitud y comportamiento retra-
sa su desarrollo y madurez para responder a otras situaciones de
relación. Si nuestro hijo va madurando al unísono en las áreas per-
sonal, cognitiva y social, estamos favoreciendo que sea responsable
y que madure a tiempo evitando que se instale en la inmadurez, en
el capricho y en el egocentrismo. Es importante que eduquemos en
la responsabilidad, aunque nuestro hijo quiera seguir mostrándose
niño y no asumir esas nuevas situaciones.

IMPORTANTE

Los padres tenemos que hacer que nuestros hijos respondan


en la vida, acompañándoles en el aprendizaje de rutinas. Si hace-
mos por ellos lo que ellos ya pueden hacer, no se producirá el
traspaso de responsabilidades.
MÁS = MENOS
Cuánto más hagamos por nuestro hijo, menos hará nuestro hijo

DECÁLOGO DEL USO DE LA AUTORIDAD PATERNA

José Antonio Marina (Toledo, 1939) filósofo, ensayista y pedagogo.


1. Conjuga la ternura y la exigencia. Los niños necesitan cariño
y limitaciones. Hay que poner límites porque necesitan pautas
coherentes y claras para sentirse seguros.
2. La interacción es el gran recurso educativo. Es muy provecho-
so relacionarse con los niños mediante juegos o charlas.
3. Tómate en serio los sentimientos de tus hijos.
4. No es conveniente dar instrucciones mientras los niños están
sometidos a alguna emoción; mejor cuando se hayan tranqui-
lizado.

100 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

DECÁLOGO DEL USO DE LA AUTORIDAD PATERNA (Cont.)

José Antonio Marina (Toledo, 1939) filósofo, ensayista y pedagogo.


5. Los padres solos no pueden educar, como tampoco la escue-
la puede hacerlo. La cooperación es imprescindible.
6. Relaciónate y colabora con los padres de los amigos de tu
hijo.
7. No pierdas el hábito de conversar con tu hijo porque en la
adolescencia no lo vas a recuperar.
8. Los padres no son amigos de sus hijos. Son sus padres. De-
ben mantener sus decisiones y no contradecirse entre ellos
delante de sus hijos, ya que entonces pierden credibilidad.
9. Los niños deben resolver todos los problemas que pueden por
sí mismos.
10. Los hijos tienen que tener capacidad de resistencia. Estamos
educando a niños demasiado frágiles.

ACTIVIDAD 4.2. LA BALANZA


Para conocer el equilibrio a la hora de educar a nuestro hijo, os pre-
sentamos situaciones cotidianas para decidir si las hacemos o no las
hacemos. Con este ejercicio, completo en el anexo, los padres podemos
reflexionar si somos muy normativos o muy afectivos, o si por el con-
trario mantenemos un equilibrio entre normas y afectos. Cada situación
elegida tiene una carga afectiva o normativa, según la situación sea de
apoyo o de límites. Al final vienen las claves, una A (afecto) o una N
(norma).

DORMIR VESTIRSE
❑ D1. Si no quiere dormir mi ❑ V1. Prefiero vestirlo yo por-
hijo, yo me acuesto con él. que voy más rápido.
❑ D2. Si no quiere dormir, lo ❑ V2. Tengo que vestirle por-
dejo en el sofá un rato más. que él no sabe hacerlo bien.
❑ D3. A la hora de dormir, mi ❑ V3. Si no quiere ponerse el
hijo se acuesta en su cama a abrigo, se lo pongo yo.
la hora acordada. ❑ V4. Le ayudo solo en las
❑ D4. Si protesta para dormir, prendas más difíciles.
no le presto atención y se va
a la cama.

©  Ediciones Pirámide 101


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ESTILOS EDUCATIVOS EN LA FAMILIA


La familia es el primer núcleo de socialización donde nuestro
hijo está vinculado antes de vivir en sociedad, influyendo en su
desarrollo socioafectivo y donde aprende valores, normas y habili-
dades relacionadas con el manejo y resolución de conflictos, las
habilidades sociales, conductas prosociales y regulación emocional.
Es en la familia donde tenemos que fortalecer su autoestima con
afecto y con experiencias adecuadas para que se sienta seguro, y es
en la familia donde podemos brindar a nuestro hijo un trato y un
ambiente adecuado para fortalecer sus habilidades y destrezas.
Cada familia establecemos relaciones y resolvemos los conflictos de
manera distinta, con un estilo educativo basado en ideas y actos
que va a influir en la capacidad de nuestro hijo para madurar ade-
cuadamente, ser autónomo y resolver problemas.
Cada padre tenemos un estilo a la hora de educar según nuestro
temperamento (nerviosos, tranquilos...), de la propia experiencia
de cómo fuimos educados o por la moda educativa. El poder iden-
tificar qué tipo de padre somos nos permite detectar la manera en
que nuestra forma de ser está repercutiendo en la conducta y per-
sonalidad de nuestro hijo. Las consecuencias en el desarrollo emo-
cional de nuestro hijo dependen tanto del grado de control que
establecemos sobre su conducta como del grado de apoyo al sen-
tirse aceptados, queridos y respetados. El padre autoritario «por-
que yo soy tu padre y punto» presenta un patrón muy dominante,
poco flexible, con tendencia a irritarse con facilidad y empeñado en
mantener siempre el mayor control posible sobre su hijo. El padre
sobreprotector «no quiero que mis hijos sufran como yo» tiene un
patrón muy tolerante, poco exigente y tiende a no poner límites en
casa. El padre negligente «huérfanos digitales» tiene un patrón
flexible, sin control y con falta de límites. El padre democrático «te
formo como persona» tiene un patrón controlador, pero sin dejar
de ser flexible. Es cariñoso pero firme y exigente
cuando ha de serlo. Se preocupa por establecer lí-
mites e inculca en el hijo la iniciativa.
El padre autoritario impone su criterio como
estrategia familiar, controlando al hijo con recrimi-
naciones y castigos. Le cuesta controlar sus emo-
ciones y quiere que el hijo haga las cosas de mane-

102 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

ra rápida y bien. La falta de autonomía del hijo se debe a su


inseguridad. Copia la exigencia del padre y se vuelve poco flexible
e intolerante. Siente culpa y angustia al no poder responder a los
deseos del padre.
El padre sobreprotector intenta controlar al
hijo por medio del chantaje emocional ya que
tiene dificultad para poner normas.
No quiere que su hijo sufra y le da todo con
rapidez y evita que se frustre. Se hace responsa-
ble de los problemas del hijo y lo protege de sus
consecuencias.
El hijo es dependiente y se angustia ante las dificultades. Le
cuesta valorar las cosas porque se lo han dado todo hecho.
El padre negligente deja que el hijo aprenda
por sí mismo, sin dirección clara y con gran tole-
rancia hacia los errores.
Al padre le cuesta invertir un tiempo en su
hijo, ya sea para compartir ocio como para apo-
yar o hacer un seguimiento de su educación, de-
legando en otros para evitar los conflictos que
pueda generar poner límites.
El hijo va a tener dificultades en su autoesti-
ma porque no se ha sentido guiado y querido. Puede que el afecto
y el límite lo busque en otro sitio, con posibilidad de tener conduc-
tas desviadas.
El padre democrático establece normas claras
y hace un firme seguimiento de los límites esta-
blecidos. Va a apoyar y supervisar las tareas so-
licitadas y le va a reforzar por su autonomía,
consiguiendo que su hijo sea responsable, conce-
diéndole la libertad adecuada a su edad.
El hijo adquiere confianza en sus posibilida-
des y se siente querido porque ha sido apoyado
y reforzado en los logros obtenidos. Consigue
tener una buena capacidad para tomar decisio-
nes y cooperar con los demás.

©  Ediciones Pirámide 103


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

CARACTERÍSTICAS DE LOS PADRES SEGÚN SU ESTILO EDUCATIVO

Basado en Baumrind (1971, 1991a).


AUTORITATIVO/asertivo
— Prestan atención a las demandas y preguntas de sus hijos y
muestran interés.
— Manifiestan una combinación de afecto y apoyo con ciertas
dosis de control y democracia.
— Favorecen la autonomía e independencia.
— Son controladores y exigentes en sus demandas, pero al mis-
mo tiempo se muestran cariñosos, razonables y comunicativos.
— Establecen reglas claras y promueven la conducta asertiva.
— No invaden ni restringen la intimidad del niño.
— Sus prácticas disciplinarias se orientan más hacia la inducción
que hacia el castigo.
— El castigo es razonado y verbal, pero no físico.
— La comunicación es efectiva y bidireccional, sin órdenes ni gri-
tos.
— Esperan de los hijos cooperación, responsabilidad y control.
— Muestran pocas conductas problemáticas (adicciones, violen-
cia…), bajos niveles de estrés y un clima familiar estable.
AUTORITARIO/punitivo
— Combinan altos niveles de exigencia y control con escasa sen-
sibilidad o responsividad.
— No consideran las peticiones de sus hijos ni responden a sus
demandas.
— Son distantes, poco afectuosos y manifiestan conductas de
coerción.
— Desarrollan una comunicación unidireccional.
— Proporcionan un ambiente ordenado, con reglas claras dictadas
por los padres.
— Son más restrictivos, convencionales y prestan escaso apoyo
emocional al hijo.
— Presentan más problemas de conducta e insatisfacción en la
pareja.
PERMISIVO/sobreprotector
— Combinan baja dosis de control y exigencia con relativa sensi-
bilidad hacia las necesidades del niño.
— Son indulgentes y no establecen restricciones.
— No muestran autoridad frente a sus hijos.

104 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

CARACTERÍSTICAS DE LOS PADRES SEGÚN SU ESTILO EDUCATIVO


(Cont.)

Basado en Baumrind (1971, 1991a).


— No demandan conductas maduras de sus hijos y evitan su en-
frentamiento.
— La comunicación es poco efectiva y unidireccional.
— Mantienen gran flexibilidad en el seguimiento de reglas, dificul-
tando la asunción de obligaciones por parte del niño.
— No existen reglas claras y el ambiente familiar es desorgani­
zado.
NEGLIGENTE/ inhibicionista
— Ausencia de demandas y de responsividad hacia la conducta
de los hijos.
— Falta de estructuración, control y apoyo de las conductas del
niño.
— Derivan sus responsabilidades paternas hacia otras figuras
como la escuela o familiares.
— Presentan problemas de conducta.
— Proporcionan un ambiente familiar desorganizado.
— Son altamente vulnerables a la ruptura familiar.

ACTIVIDAD 4.3. ¿QUÉ HARÍAS TÚ?


Esta actividad describe pequeños y grandes problemas a los que, a
menudo, hemos enfrentado, enfrentamos o podemos enfrentar en la
educación y crianza de nuestros hijos. A continuación, mostramos un
ejemplo extraído de la actividad. Usa tu experiencia y rodea la contes-
tación que darías tú si estuvieses en esa situación. Subraya después la
contestación que consideras más adecuada. Solucionario y resto de si-
tuaciones en el anexo.
1. Por las mañanas, mi hijo pierde el tiempo en vestirse. Me reclama
y se queja de que está cansado y de que no puede solo. ¿Qué ha-
rías tú si fueses su madre/padre?
a) Vestirle yo.
b) Enfadarme y decirle que se va a quedar sin dibujos.
c) Dejarle hasta que se vista solo.
d) Ayudarle y animarle cuando se vista solo.

©  Ediciones Pirámide 105


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 4.4. BARAJA EDUCATIVA


Con el objetivo de que reconozcamos cada estilo educativo, se nos
ofrece a los padres diferentes situaciones cotidianas resueltas de manera
distinta, según los 4 estilos de educación parental. Cada situación par-
ticular (ducharse, recoger juguetes, irse a la cama) está representada de
manera sobreprotectora (S), punitiva (P), inhibicionista (I) y asertiva
(A). Al leer cada situación pondremos la letra correspondiente delante
de cada una. En el anexo, al final de la actividad viene el solucionario y
el resto de las situaciones.

Situación 1: recoger juguetes


❑ Recojo los juguetes por el hijo. Bastante ha trabajado hoy.
❑ Dejo los juguetes tirados por el suelo.
❑ Me enfado porque no los ha recogido todos.
❑ Le recuerdo dónde los tiene que poner y le animo a que recoja
los que le quedan.

Resumen

Autoridad significa «ayudar a crecer» por lo que los padres so-


mos autoridad y tenemos autoridad en la educación de nuestros
hijos. El que los padres mandemos no hay que confundirlo con
autoritarismo. Saber mandar es el modo en el que nos relaciona-
mos con nuestro hijo para el desarrollo de su personalidad y el
modo de resolver problemas y tomar decisiones. Identificar nues-
tro estilo educativo ayuda a modificar aquellas actitudes y conduc-
tas que perjudican su desarrollo socioemocional.

106 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

ACTIVIDADES PASO 4
Actividades para la autoridad con nuestros hijos

El afecto no basta para hacer felices a nuestros hijos. Saber


poner límites y ser firmes en las normas establecidas genera un
ambiente armónico.
Si el hijo sabe lo que tiene que hacer y le guiamos en ese
aprendizaje, crecerá con mayor autoestima y autonomía.
Los padres y educadores somos responsables de facilitar ese
ambiente, ejerciendo el control con afecto.
Las actividades para tener autoridad con nuestros hijos son:

4.1. El semáforo educativo.


4.2. La balanza.
4.3. ¿Qué harías tú?
4.4. Baraja educativa.

©  Ediciones Pirámide 107


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 4.1. EL SEMÁFORO EDUCATIVO


Con el objetivo de reflexionar sobre la autoridad que ejercemos los
padres sobre nuestros hijos, se proponen diferentes rutinas y tienes que
decidir quién decide sobre dichas situaciones diarias. Por medio de la
figura de un semáforo se establece en el círculo de arriba las situaciones
donde el padre tiene el control. En el de abajo, las responsabilidades
que tiene el hijo adquiridas y las situaciones que controla el hijo. Y en
la del centro, la colaboración de ambos hasta que se establezca el tras-
paso de responsabilidad autónomo.
Poner dentro del cuadro correspondiente quién controla las siguien-
tes rutinas.
Vestirse, cepillarse el pelo, hacer la cama, ordenar la habitación, co-
mer solo, elección de la comida, poner la mesa, horario de estudio, arre-
glar la mochila, recoger los juguetes, hora de irse a la ducha, ducharse,
ver la tele, jugar a la consola, tiempo para jugar a la consola, uso del
móvil, hora de dormir, lugar para dormir.

PADRE

PADRE-HIJO

HIJO

108 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

ACTIVIDAD 4.2. LA BALANZA


Para conocer el equilibrio a la hora de educar a nuestro hijo, se te
presentan situaciones cotidianas y tienes que decidir si las hace o no las
hace. Con este ejercicio podrás reflexionar si eres muy normativo o muy
afectivo, o si por el contrario mantienes un equilibrio entre normas y
afectos. Cada situación elegida tiene una carga afectiva o normativa,
según la situación sea de apoyo o de límites. Al final vienen las claves,
una A (afecto) o una N (norma). Suma las respuestas y pon dentro de
los cuadraditos de la balanza el número total de A y de N para compro-
bar si eres un padre más afectivo o normativo.

DORMIR VESTIRSE
❑ D1. Si no quiere dormir mi ❑ V1. Prefiero vestirlo yo por-
hijo, yo me acuesto con él. que voy más rápido.
❑ D2. Si no quiere dormir, lo ❑ V2. Tengo que vestirle por-
dejo en el sofá un rato más. que él no sabe hacerlo bien.
❑ D3. A la hora de dormir, mi ❑ V3. Si no quiere ponerse el
hijo se acuesta en su cama a abrigo, se lo pongo yo.
la hora acordada. ❑ V4. Le ayudo solo en las
❑ D4. Si protesta para dormir, prendas más difíciles.
no le presto atención y se va
a la cama.

COMER RECOGER JUGUETES


❑ C1. Al final le tengo que dar ❑ R1. Le ayudo a recoger los
yo para que coma. juguetes para que no se que-
❑ C2. Si no le gusta la comida, den tirados.
le doy otra comida o el pos- ❑ R2. Recojo los juguetes para
tre. no discutir con mi hijo.
❑ C3. Hay un horario para co- ❑ R3. Mi hijo recoge los jugue-
mer y se retira el plato. tes después de jugar.
❑ C4. Ayuda en poner o quitar ❑ R4. Si no recoge los juguetes,
la mesa. mañana no jugará.

©  Ediciones Pirámide 109


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 4.2. LA BALANZA (Cont.)

HACER DEBERES TOTAL

❑ H1. Me siento con mi hijo


para que haga los deberes. A N
❑ H2. Discuto todos los días y
termino sentado con él para
que haga los deberes.
❑ H3. Le propongo pequeñas
metas para que consiga ter-
minar con éxito los deberes.
❑ H4. Mi hijo tiene un horario
¿Soy más afectivo o normativo?
fijado de estudio y lo cum-
ple todos los días.

Soluciones: D1(A) D2(A) D3(N) D4(N) V1(A) V2(A) V3(A) V4(N) C1(A)
C2(A) C3(N) C4 (N) R1(A) R2(A) R3(N) R4(N) H1(A) H2(A) H3(N) H4(N).

ACTIVIDAD 4.3. ¿QUÉ HARÍAS TÚ?


Las siguientes cuestiones describen pequeños y grandes problemas a
los que, a menudo, has enfrentado, te enfrentas o puedes enfrentarte en
la educación y crianza de tus hijos. Usa tu experiencia y rodea la con-
testación que darías tú si estuvieses en esa situación. Subraya después
la contestación que consideras más adecuada.
En el solucionario al final de la actividad vienen las iniciales de cada
estilo educativo. De las respuestas dadas por el padre, podemos estable-
cer su estilo educativo... S (estilo sobreprotector); P (estilo punitivo); I
(estilo inhibicionista/permisivo); A (estilo asertivo).
1. Por las mañanas, mi hijo pierde el tiempo en vestirse. Me reclama
y se queja de que está cansado y de que no puede solo. ¿Qué ha-
rías tú si fueses su madre/padre?
a) Vestirle yo.
b) Enfadarme y decirle que se va a quedar sin dibujos.
c) Dejarle hasta que se vista solo.
d) Ayudarle y animarle cuando se vista solo.
2. Quieres que tu hijo haga los deberes solo en casa. ¿Qué harías tú?
a) Decirle: «Cuando acabes tus deberes podrás ir al parque».
b) Decirle: «Si no haces la tarea, le pondré una nota a tu profesora
y no te bajarás la pelota al parque».
c) Decirle: «Como no hagas tus deberes me enfadaré».
d) Decirle: «Venga, me siento contigo y los hacemos juntos».

110 ©  Ediciones Pirámide


Paso 4. Tener autoridad con nuestros hijos

ACTIVIDAD 4.3. ¿QUÉ HARÍAS TÚ? (Cont.)


3. Un padre le dice a su hija que no puede ir con él ya que no ha
cumplido su promesa de limpiar su habitación. Ella reacciona llo-
rando, quejándose y prometiendo que limpiará su habitación
cuando vuelvan. ¿Qué harías tú si fueses su padre?
a) Como no ha cumplido el trato, la ignoras y te vas solo.
b) Te la llevas a comprar con la promesa de que mañana limpiará
su habitación.
c) Calmas a tu hija y le ayudas a limpiar su habitación.
d) Te enfadas con tu hija y la castigas sin ver la televisión esa tarde.
4. Es la hora del baño y tu hijo sabe cómo ducharse y cómo tiene que
dejar el baño tras la ducha (la ropa sucia al cesto, la alfombrilla y
toalla recogida, etc.). Cuando termina de ducharse, lo compruebas
y te encuentras la ropa tirada. ¿Qué harías tú?
a) Recogerla yo porque termino antes.
b) Llamarlo, decirle que la recoja y aplicar la consecuencia acorda-
da.
c) No supervisar el baño y dejarlo como esté.
d) Pegarle un grito y decirle que no sabe hacer nada bien.
5. Tu hijo te interrumpe cada vez que hablas con alguna persona. Ya
le has enseñado a que debe esperar su turno y no interrumpir. Al
llegar a la puerta del colegio, te paras a hablar con unos padres y
te interrumpe sin cesar. ¿Qué harías tú?
a) Dejar de hablar y atenderle.
b) Ignorar la interrupción y atenderle después.
c) Mirarle con enfado para que se calle.
d) Irme del colegio porque no se puede hablar con tranquilidad.

Soluciones: 1. SPIA 2. IAPS 3. AISP 4. SAIP 5. SAPI.

©  Ediciones Pirámide 111


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 4.4. BARAJA EDUCATIVA


Cada situación particular (ducharse, recoger juguetes, irse a la cama)
está representada de manera sobreprotectora (S), punitiva (P), inhibicio-
nista (I) y asertiva (A). El padre tiene que leer cada situación y poner la
letra correspondiente delante de cada situación. Al final de la actividad
viene el solucionario.

Situación 1: recoger juguetes


❑ Recojo los juguetes por el hijo. Bastante ha trabajado hoy.
❑ Dejo los juguetes tirados por el suelo.
❑ Me enfado porque no los ha recogido todos.
❑ Le recuerdo dónde los tiene que poner y le animo a que recoja
los que le quedan.

Situación 2: ducharse
❑ Lo ducho yo porque voy más rápido.
❑ Es su problema si no quiere ducharse.
❑ Le grito porque está jugando con el agua.
❑ Le guiño el ojo por lo bien que lo hace.

Situación 3: irse a la cama


❑ Aunque protesta lo llevo a su cama y le apago la luz.
❑ Como se levanta de la cama prefiero acostarme al lado de él.
❑ Como no quiere irse a dormir lo dejo viendo la tele hasta que se
duerma en el sofá.
❑ Cada vez que se levanta de la cama o protesta, le amenazo con
cerrarle la puerta.

Soluciones. 1. SIPA 2. SIPA 3. ASIP.

112 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5
Tener autocontrol con nuestros hijos

«No evitéis las dificultades a vuestros hijos,


más bien enseñadles a superarlas.»
Louis Pasteur

©  Ediciones Pirámide 113


CONFLICTOS EN LA INDEPENDENCIA INFANTIL
Conforme nuestro hijo va creciendo y alcanzando autonomía
nos va comprometiendo en los límites que le ponemos, como si el
conflicto fuera el único camino para ganar la independencia. Nues-
tro hijo que pasa por diferentes etapas de desarrollo, necesario para
su evolución como persona, va a generar de manera necesaria con-
flictos en la dinámica familiar y su resolución va a depender de la
intervención que hagamos los padres ante las conductas de desobe-
diencia, de reclamo de atención y de rebeldía.
Es sobre el año y medio cuando surge una etapa caracterizada
por el negativismo y la terquedad que se conoce como «primera
edad rebelde», «primer período tempestuoso» y hasta la «primera
pubertad», por lo conflictiva que nos resulta a los padres. En esta
etapa, es cuando nuestro hijo está fortaleciendo su «yo infantil» y
es por medio del negativismo ante nuestras órdenes y leyes donde
afianza su personalidad. Comienza a no oír o a no comprender las
órdenes instauradas anteriormente con éxito, empieza a quejarse
para acostarse, quiere resistirse para comer, etc.
Sin embargo, esta etapa con su nuevo compañero de viaje «no,
no quiero» no es más que una característica del desarrollo psicoló-
gico normal de nuestro hijo. Porque no, no significa no al padre,
sino que es una respuesta común ante el desarrollo de la persona-
lidad del hijo y debe ser bien interpretada por los padres para evi-
tar que las protestas afecten a la vida cotidiana de la familia. Esta
etapa dura hasta los 6 años donde nuestro hijo va siendo más rea-

©  Ediciones Pirámide 115


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

lista y entiende que hay otras maneras de pedir las cosas diferentes
al negativismo como método.
El segundo momento de rebeldía en nuestro hijo es sobre los 10
años y se debe principalmente por su nuevo foco de interés al gru-
po y por su espíritu crítico. La tercera etapa es la adolescencia,
denominada la «gran rebeldía» que dura de los 12 hasta los 16 años
y se caracteriza por un desarrollo cognitivo similar al adulto, pero
sin las respuestas adecuadas logradas con la experiencia. Esta eta-
pa genera luchas de poder entre padres e hijos, donde ambos que-
remos controlar la situación y el que lo consigue pronto se verá
enfrentado con el que lo quiere recuperar.
Volviendo a la primera etapa de rebeldía, de terquedad y nega-
tivismo, donde el conflicto está asegurado por la necesidad de
nuestro hijo de hacer su voluntad y la nuestra de poner límites a su
independencia, la clave está en poder dominar la situación, conser-
vando la calma, pero no cediendo al ataque, ya que si nuestro hijo
consigue sus caprichos por esta vía, volverá a recurrir a ella en
cuanto vuelva a tener la necesidad.
Si bien estos conflictos son normales, a veces se hacen más fre-
cuentes y se convierten en un patrón familiar. Nuestro hijo se ins-
tala en la desobediencia y surgen problemas de conducta para co-
mer, para dormir, para recoger los juguetes o para hacer los deberes.
Si nuestro hijo empieza a aumentar su negativismo y su terquedad,
los padres aumentamos los castigos y reprimendas que incremen-
tan aún más su conducta negativa. Es lo que Patterson (1980) llama
«ciclo coercitivo», proceso recíproco entre padre e hijo que inicia y
mantiene la desobediencia. Nuestro hijo
aprende a desafiarnos con su conducta y
nos dificulta la capacidad para mantener
los límites. Entonces se produce una esca-
lada negativa a la desobediencia, donde
nuestro hijo ha aprendido a montar en
cólera o simplemente insistir lo suficiente
para desesperarnos y conseguir lo que
quiera. La mayoría de las veces se inicia
un límite sano entre padres e hijo, pero si
no conseguimos calmar la demanda, ce-
demos porque ambos hemos aprendido a
calmarnos, así como estrategia familiar.

116 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

Un ejemplo claro sería el siguiente:


Nuestro hijo llora porque quiere ver la televisión. Le decimos
que no y el hijo llora más. Al final CEDES para que vea la tele, el
hijo CESA de llorar y te ALIVIA al dejar de llorar.
NEGATIVA – LLORA – CEDO – SE CALLA – TE ALIVIAS
Si la próxima vez que ocurra la misma situación nuestro hijo lo
tiene difícil, escalará hacia la desobediencia para conseguir lo que
quiere, por lo que nuestra actuación va a ser decisiva para que
adopte un comportamiento adecuado o inadecuado.

MANEJO Y TOLERANCIA DE LA FRUSTRACIÓN


Educar a nuestro hijo es enseñarlo a que entre él y su entorno
hay límites, y lo aprende cuando maneja la frustración sin intentar
satisfacer la motivación originaria ni buscar la manera indirecta de
atenuar la tensión durante un largo período de tiempo.
Cuando nuestro hijo es bebé sus deseos giran en torno a necesi-
dades fisiológicas primarias como comer, beber y dormir, y es ne-
cesario que en ese período los deseos se complazcan de manera
inmediata para sentirse seguro y tener un adecuado desarrollo
emocional. Conforme nuestro hijo va creciendo aprende a tolerar
el malestar que causa la frustración, al tiempo que adquiere una
mayor autonomía y una mayor capacidad para manejar el entorno
que le rodea, buscando la autorregulación en la satisfacción de sus
deseos en vez de esperar pasivamente a que otros lo hagan por
ellos. Si los padres en este proceso de aprendizaje nos comporta-
mos con un estilo autoritario y utilizamos el castigo físico o verbal
como medio educativo, podemos llevar al hijo a una actitud nega-
tiva y violenta ante la crítica o exigencia. El patalear de nuestro hijo
para solucionar su conflicto y nuestro castigo para solucionar el
conflicto no es el camino para enseñarle a manejar sus emociones
negativas. Si, por el contrario, decidimos comportarnos con un es-
tilo sobreprotector, nuestro hijo puede perder la oportunidad de
hacer frente a los desafíos de la vida diaria por sus propios medios,
engrandeciendo los problemas y derrumbándose fácilmente al no
alcanzar sus objetivos. Lo convertimos en un niño llorón y quejum-
broso que sigue actuando como si todos sus deseos fuesen
necesidades orgánicas tan urgentes como respirar. Crece creyendo

©  Ediciones Pirámide 117


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

que tiene que obtener todo lo que quiera e insiste para que se sa-
tisfagan sus deseos a toda costa, pensando que cualquier dificul-
tad, demora o fracaso es demasiado horrible para soportarlo.
Nuestra actitud ante su frustración
genera una diferencia entre un hijo con
baja o con alta tolerancia a la frustración.
Si cuando se sienta molesto porque no
consigue algo nosotros cedemos o le da-
mos otra cosa como alternativa, estare-
mos generando baja tolerancia. Por tanto,
el ceder no resuelve la situación, sino que
la hace más estresante la próxima vez.
Es posible que nuestro hijo ante una
tarea que no quiere realizar se frustre y
encuentre en la desobediencia la respues-
ta para disminuir esa frustración. Por
ejemplo, recoger juguetes, lavarse los
dientes o irse a la cama puede suponer
un límite incómodo a nuestro hijo, que
prefiere que nosotros recojamos los ju-
guetes, no cepillarse los dientes o quedarse un ratito más viendo la
tele por la noche. Ante la sordera, negativa o queja de nuestro hijo,
es necesario que manejemos la situación con coherencia y firmeza
para que acepte con más facilidad la incomodidad o el fracaso, y
así convertir los problemas en nuevas oportunidades y no en lu-
chas de poder.
Cuando nuestro hijo desobedece los padres tenemos que deci-
dir cómo resolver la situación y es necesario calmarnos, pararnos a
pensar y buscar alternativas. Comparado con un semáforo, es acon-
sejable no actuar cuando estamos enfadados (semáforo rojo) sino
pararnos, pensar las alternativas (semáforo naranja) y cuando este-
mos más calmados poner en práctica las estrategias encontradas
(semáforo verde). La resolución de problemas es una habilidad
muy útil para el manejo de situaciones conflictivas ya que enseña
a la familia a controlar emociones y a disponer de un abanico de
soluciones que amplía la posibilidad de encontrar la mejor solu-
ción.

118 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

ACTIVIDAD 5.1. EL SEMÁFORO

Para controlar las emociones


es necesario pararse al notar la
sensación de enfado, pensar es-
trategias de autocontrol y actuar
PARA (anota sensaciones).
cuando puedas manejar la situa- PIENSA (elige estrategias).
ción. ACTÚA (exprésate con calma).
Completa en el anexo tu se-
máforo y practica para cuando
sientas mucho enfado.

ACTIVIDAD 5.2. NUEVAS OPORTUNIDADES

Resolver problemas es una habilidad en la toma de decisiones ne-


cesaria para el manejo de situaciones problemáticas. En el anexo se
presenta el esquema de resolución de problemas para que los padres
practiquemos y sepamos de antemano cómo actuar en diferentes si-
tuaciones.
Problema: _________________________________________________
__________________________________________________________
Soluciones:
VALORO LAS
SOLUCIONES
SOLUCIONES:+/–

Elijo las mejores soluciones: ______________________________________


______________________________________

Pongo en práctica la solución: ____________________________________


____________________________________

Los padres enseñamos a través de instrucciones y de nuestro


modo de comportarnos la adquisición de conductas como andar,
hablar, utilizar los cubiertos, asearse, vestirse, controlar esfínteres,
leer, escribir, ordenar, etc., que permiten reducir la dependencia y

©  Ediciones Pirámide 119


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

aumentar la autonomía de nuestro hijo. Cuando todavía es bebé,


depende por completo de nosotros, y su repertorio conductual se
reduce a un pequeño conjunto de reflejos y conductas elementales
donde la supervivencia sin contacto con otros seres humanos sería
prácticamente nula. En los casos excepcionales en los que no se
produjera la muerte del recién nacido, el desarrollo estaría grave-
mente afectado, como el caso del niño salvaje de Aveyron, con gra-
ves alteraciones conductuales y cognitivas para convivir y partici-
par en la vida social. Conforme nuestro hijo va creciendo nuestra
ayuda se va desvaneciendo gradualmente, y lo deseable es que se
vista solo o haga sus deberes sin tener que pedirle constantemente
«vístete» o «ponte a estudiar», siendo más deseable que este apren-
dizaje sea más por la satisfacción de nuestro hijo por el deber cum-
plido que por nuestro control externo de premios o promesas.
Cuando el proceso de aprendizaje se lleva a cabo con éxito, se
produce un traspaso de responsabilidades donde nuestro hijo cum-
ple con sus obligaciones en casa, en el colegio y en otros contextos,
y los comportamientos perturbadores son cada vez más aislados y
carentes de significación clínica. Pero la mayoría de las veces este
traspaso de responsabilidad es un aprendizaje difícil en la familia
y conlleva desobediencia, oposición y desafío.
Estas conductas desafiantes o de oposición no resultan extrañas
a lo largo del ciclo evolutivo «normal» de nuestro hijo y en la ma-
yoría de los casos, si no existen factores de riesgo añadidos, por la
propia educación que nosotros le damos y por otros agentes socia-
lizadores (escuela, etc.), se reconducen hacia conductas normaliza-
das. Sin embargo, hay un grupo de niños en los que estas conduc-
tas perseveran en el tiempo y presentan una magnitud o forma que
no se corresponden con lo esperado para su edad o cultura, pu-
diendo ser un problema de conducta más grave que requiere inter-
vención clínica. Para establecer el punto de corte entre la normali-
dad y la patología, debe tenerse en cuenta la frecuencia, intensidad
y gravedad de estas conductas. No es lo mismo quejarse porque no
me gusta una comida que quejarse en todas las comidas. No es lo
mismo llorar un poco al salir del parque que llorar dos horas des-
pués del parque o agredir al padre. No es lo mismo molestar a un
compañero de clase que darle un empujón o romperle la mochila.

120 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

LA DESOBEDIENCIA. PROBLEMA DE CONDUCTA INFANTIL


Centrándonos en la normalidad, la desobediencia tiene muchas
caras porque se puede desobedecer de formas diferentes y tiene
distinta intensidad y gravedad según la conducta sea más o menos
activa, no siendo igual que nuestro hijo pase de obedecer que pa-
talee para incumplir. El hijo sordo es aquel que desobedece de ma-
nera pasiva, sin enfrentamiento frontal con nosotros. El hijo nega-
tivista es aquel que siempre dice que no a nuestras órdenes. Y el
hijo oposicionista es el que actúa con rabietas y pataletas cuando le
decimos que cumpla con alguna obligación.
El hijo sordo es el que se niega a iniciar o completar
una orden en un plazo de 5 a 20 segundos sin enfrenta-
miento ni oposición. Tiene claro que, haciéndose el sordo
el tiempo suficiente, en el sentido de «hacer» o en el sen-
tido de «no hacer», los padres cesaremos en el empeño de la orden.
El hijo negativista muestra una oposición activa pero
no agresiva, diciendo siempre que no ante nuestras órde-
nes. El negativismo es una forma segura de evitar la rea-
lización de tareas que no son de su agrado, y de llamar y
mantener nuestra atención.
El hijo con rabietas reacciona con enfado ante situacio-
nes concretas y normalmente con nosotros. Sabe que el te-
ner rabietas supone una forma rápida y eficaz para alcan-
zar sus deseos o caprichos, y nosotros sabemos que
satisfaciéndolo se calma rápido y evitamos el bochorno de la patale-
ta, manteniéndose el problema de forma ineficaz. Las rabietas es un
fenómeno normal alrededor de los dos o tres años y deberían desa-
parecer completamente hacia los cinco o seis años.

DECÁLOGO DE LA OBEDIENCIA

1. Acércate a tu hijo y dile lo que tiene que hacer. Ten su aten-


ción, mírale a los ojos y pide que lo repita.
2. Sé claro y conciso: pide con palabras sencillas y comprensibles.
3. Limita el número de demandas. A veces se dan muchas órde-
nes y contradictorias.
4. No pidas con preguntas que dan alternativa a la desobediencia.

©  Ediciones Pirámide 121


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

DECÁLOGO DE LA OBEDIENCIA (Cont.)

5. Asegúrate de que las órdenes se cumplen y no se ignoran.


6. Evita pedir cosas innecesarias.
7. Supervisa lo que hace. El objetivo no es encontrar defectos,
sino que se cumplan las órdenes.
8. Elogia a tu hijo con una respuesta positiva cuando lo haya
hecho.
9. Asocia y alterna trabajo con diversión. Ej.: Después de recoger
los juguetes puede ver su programa de televisión.
10. Cumple las consecuencias sin enfados ni recriminaciones.

CÓMO DAR LAS ÓRDENES PARA QUE NUESTRO


HIJO OBEDEZCA A LA PRIMERA
Hay una diferencia entre dar órdenes y poner normas. Las ór-
denes son peticiones que solicitamos a nuestro hijo para que haga
algo en ese momento, como «ponte el abrigo, cierra la puerta, sién-
tate aquí, apaga la tele, recoge el papel…» y las normas son reglas
fijas ante situaciones que se repiten de manera estable con la idea
de interiorizar límites, como por ejemplo «recoge los juguetes des-
pués de jugar, lávate las manos antes de comer». Sean unas o sean
otras, es importante que los padres sepamos cómo dar órdenes o
cómo poner normas.
Cuando los padres queremos que nuestro hijo haga o deje de
hacer algo y desobedece, tiene que ver con órdenes poco claras,
como por ejemplo «Vamos a recoger», «Ya sabes lo que tienes que
hacer», «Pórtate bien», «Recoge, apaga la tele, lávate las manos y a
comer», «¿Quieres acostarte?», «Apaaaaaaaaaga la teeeeeeele»,
«Recoge que nos vamos al parque». Para que una orden se cumpla
hay que darla de manera directa, clara y cercana, como por ejem-
plo: «Paula, ponte las zapatillas».

122 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

PASOS PARA DAR UNA ORDEN CLARA

1. Consigue la atención de tu hijo poniéndote frente a él y esta-


bleciendo contacto ocular.
2. Da la orden claramente: se da una sola vez, con voz firme, en
positivo, con lenguaje sencillo y si es necesario una explica-
ción antes de la orden.
«Nos vamos al parque, ponte el abrigo», «Recoge los zapatos
y guárdalos en el zapatero».
3. Espera cinco segundos, en silencio, para ver si el niño obe­
dece.

ACTIVIDAD 5.3. ÓRDENES CLARAS

1. Consigue la atención del 2. Da la orden claramente:


niño: • Da solo una orden, con voz
• Ponte cerca del niño. firme.
• Llámalo por su nombre. • Da la orden en positivo.
• Establece contacto ocular. • Usa un lenguaje sencillo y
ges­tos apropiados.
• Da razones antes de la orden.

Órdenes poco claras


— Órdenes combinadas con «Vamos»: nuestro hijo espera una ayu-
da que no llega y se siente engañado. «Vamos a recoger los ju-
guetes».
— Órdenes vagas: no especificamos lo que deseamos de nuestro hi­jo.
«Ya sabes lo que tienes que hacer».
— Órdenes en cadena: sobrecargamos al hijo con varias órdenes ha­
ciéndole difícil obedecer a todo. «Ve a tu habitación, recoge los
juguetes y ponte la chaqueta».
— Órdenes con pregunta: damos al hijo la posibilidad de obedecer
o no. «¿Te pones el abrigo?».
— Órdenes desde otro lugar: gritamos al hijo desde otra habitación
lo que tiene que hacer con la posibilidad de que no escuche o no
quiera escuchar la orden.
— Órdenes seguidas de razones: lo último que tiene que escuchar nues-
tro hijo es la razón. «Como vamos a cenar, lávate las manos».

©  Ediciones Pirámide 123


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 5.4. CADA COSA EN SU SITIO

Como ejemplo, los padres encontraremos frases y hay que unir con
una flecha la orden clara o poco clara en el cartel correspondiente. En
el anexo, al final de la actividad, están el resto de las órdenes y las so-
luciones.
1. Paula apaga la tele, lávate
las manos y ven a cenar. ÓRDENES CLARAS
2. Salva, ponte las zapatillas.
3. Carolina ¿Quieres ponerte el
abrigo?
4. Sofía, no juegues más con ÓRDENES POCO CLARAS
eso.

Las órdenes que damos a los hijos tienen una secuencia de 3


partes y la podemos terminar en A, en B o en C, según obedezca
antes o después. Se inicia la secuencia con una orden (A), continúa
si hay desobediencia con una advertencia (B), y finaliza, si no obe-
dece, con el tiempo fuera (C).

Orden Obedece Atención


positiva
(A) Atención
No obedece Advertencia TF Obedece positiva
(B) Tiempo
No
obedece fuera
(C)

Antes de iniciar la secuencia de la obediencia, hay que decirle a


nuestro hijo que a partir de ahora vamos a actuar de esta manera
cada vez que se retrase en realizar una orden. La secuencia le per-
mite entender a nuestro hijo que hay que cumplir lo que le pedi-
mos (parte A). A partir de ahora, si no lo hace a la primera, lo hará
a la segunda o a la tercera, pero lo hará, y con consecuencias para
él. Si somos firmes en la secuencia, pronto nuestro hijo dejará de
hacerse el sordo o el desafiante.
Para dar la orden, los padres nos acercamos a nuestro hijo esta-
bleciendo contacto ocular y esperamos 5 segundos su respuesta
tras dar la orden, tiempo suficiente para no demorar la respuesta y

124 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

que nuestro hijo entienda que se ha pedido algo para cumplirse


ahora y no cuando él quiera. Si no obedece a la primera, le adver-
timos, pero esta advertencia no implica una repetición de la orden
sino un aviso de la consecuencia, ya que se le indica que si no
cumple la orden conlleva tiempo fuera. Si aun así no obedece, se le
lleva a la silla o el rincón presentado previamente. La silla como
tiempo fuera es eficaz porque la silla nunca desaparece y la pode-
mos utilizar tantas veces necesitemos, siendo la duración de un
minuto por edad.
Tanto si obedece a la primera, como a la segunda (con adverten-
cia) como a la tercera (tiempo fuera), lo último que debe escuchar
el hijo es atención positiva por la obediencia.

ORDEN CLARA → OBEDECE → ATENCIÓN POSITIVA


Damos una orden clara. María, recoge la ropa y métela en el cesto.
El hijo obedece. María ha recogido la ropa dentro de los 5’’.
Damos atención positiva. ¡Genial María, estoy muy contenta!

ORDEN CLARA → NO OBEDECE → ADVERTENCIA TF → OBEDECE → ATENCIÓN POSITIVA

Damos una orden clara. María, recoge la ropa y métela en el cesto.


El hijo no obedece. María no ha recogido la ropa en los 5’’.
Advertimos si… enton- María SI no recoges la ropa ENTONCES
ces… irás a la silla.
El hijo obedece. María ha recogido la ropa en los 5’’.
Damos atención positiva. ¡Genial María, estoy muy contenta!

ORDEN CLARA → NO OBEDECE → ADVERTENCIA TF → NO OBEDECE → TIEMPO FUERA

Damos una orden clara. María, recoge la ropa y métela en el


cesto.
El hijo no obedece. María no ha recogido la ropa en los
5’’.
Damos a una advertencia si... en- María SI no recoges la ropa EN-
tonces... TONCES irás a la silla.
El hijo no obedece. María no ha recogido la ropa en los 5’’.
Aplicamos tiempo fuera/rincón. María va al tiempo fuera/rincón.
Vamos a la silla y damos la orden. María, recoge la ropa y métela en el
cesto.
El hijo obedece. María ha recogido la ropa en los 5’’.
Damos atención positiva. ¡Genial María, estoy muy contenta!

©  Ediciones Pirámide 125


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

El rincón o tiempo fuera consiste en retirar a nuestro hijo a un


lugar neutro (la silla) para que entienda que si no cumple la orden
tiene que ir allí. Es una forma de castigo que no se agota quitando
la televisión, juguetes... Después de unos minutos en la silla (minu-
tos por edad), se le repite la orden y si la realiza se le felicita sin
caer en críticas o reproches. En caso contrario, vuelve a la silla.

Tiempo Orden
Obediencia Recompensa
fuera original

Indicaciones para llevar a nuestro hijo al tiempo fuera:


1. Decirle a nuestro hijo: «Como no hiciste “X” tendrás que
sentarte en la silla hasta que yo te lo diga».
2. Durante el camino a la silla no discutir ni regañar a nuestro
hijo.
3. Ignorar gritos, protestas y promesas de obediencia.
4. Mantener el tiempo fuera aproximadamente un minuto por
año y tras quince segundos de estar tranquilo.
5. Tras este tiempo levantar a nuestro hijo de la silla y repetir
la orden inicial.
6. Si después de dar la orden inicial nuestro hijo obedece se le
da atención positiva, en caso contrario comenzar la secuen-
cia completa de nuevo.
Problemas comunes en el tiempo fuera:
• Obediencia tardía: no debemos permitir el «Ahora voy», de-
bemos enseñarle que tiene que obedecer cuando se lo deci-
mos, no cuando él quiera.
• Disrupciones verbales: debemos ignorar las verbalizaciones
de cualquier tipo.
• Dar golpes para controlar la situación y obtener atención:
debemos ignorar siempre que no supongan un riesgo para
nuestro hijo (patadas, cabezazos, golpes…) o para el mobilia-
rio o las paredes.
• La negativa a dejar el tiempo fuera para controlar la situa-
ción: si tras dar la orden inicial no quiere abandonar la silla,
le decimos que se quede allí.

126 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

• Obediencia solo ante la advertencia: si nuestro hijo se habi-


túa a obedecer únicamente ante la advertencia, eliminamos
la parte B (advertencia) de la secuencia.
• Negativa de ir o quedarse en el tiempo fuera: si esto ocurre
le advertimos que abandonar el tiempo fuera conlleva una
consecuencia que se aplicará después de completar la se-
cuencia establecida.
Existen otras consecuencias ante los desafíos en el tiempo fuera:
• Tiempo adicional: se puede ampliar el tiempo fuera en tres
minutos: «Como no te has quedado en la silla ahora se aña-
den tres minutos».
• Retirada de un privilegio: si ha habido mucho desafío le
advertimos de la aplicación de una consecuencia moderada
de manera consecuente a la realización de la orden.
• Usar una habitación como tiempo fuera: si nuestro hijo deja
la silla lo podemos llevar a una habitación cerrada y sin re-
fuerzos (juguetes, televisión, otras personas…) durante un
minuto y luego devolverlo a la silla para continuar la se-
cuencia.

Resumen

Hay conflictos normales en el camino a la independencia de


nuestro hijo. La madurez conlleva un traspaso de responsabilida-
des que no siempre resulta fácil y que puede responder con frus-
tración, poniendo a prueba nuestra autoridad. Nuestra actitud fir-
me y coherente va a determinar la escalada desobediente. Si
sabemos manejar las emociones y resolver problemas, nuestro hijo
aprenderá a tolerar mejor las situaciones y elegir la mejor solución.

©  Ediciones Pirámide 127


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

ACTIVIDADES PASO 5
Actividades para el autocontrol emocional

Cuando a nuestro hijo se le da una orden o tiene que realizar


una tarea y no quiere, se frustra y encuentra en la desobediencia
la respuesta para disminuir su frustración al límite. Si los padres
no manejamos estas situaciones y sus emociones, podemos en-
trar en una lucha de poder donde no hay ganadores.
Para que tengan alta tolerancia a la frustración tenemos que
ser coherentes y firmes en los límites. Entonces serán más capa-
ces de convertir los problemas en nuevas oportunidades y ten-
drán más posibilidades de resolverlos porque su reacción no será
tan intensa y aceptarán con más facilidad la incomodidad o el
fracaso.
Las actividades para manejar la frustración y obedecer a la
primera son:

5.1. El semáforo.
5.2. Nuevas oportunidades.
5.3. Órdenes claras.
5.4. Cada cosa en su sitio.

©  Ediciones Pirámide 129


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 5.1. EL SEMÁFORO

Para controlar las emociones es necesario pararse al notar la sen-


sación de enfado, pensar estrategias de autocontrol y actuar cuando
puedas manejar la situación. El semáforo representa estas 3 situacio-
nes:
Rojo: PARA (No hagas nada. Sé consciente de que estás sintiendo
enfado.
Amarillo: PIENSA (Busca alternativas para disminuir el enfado:
distracciones.
Verde: ACTÚA (Expresa tu malestar de manera tranquila y escoge
la mejor solución).
Completa tu semáforo y practica para cuando sientas mucho en­
fado.
PARA (anota sensaciones)
_____________________________

h
_____________________________
_____________________________
_____________________________
_____________________________

o
PIENSA (elige estrategias)
1. ___________________________
2. ___________________________
3. ___________________________

ACTÚA (exprésate con calma)

A
_____________________________
_____________________________
_____________________________
_____________________________
_____________________________

130 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

ACTIVIDAD 5.2. NUEVAS OPORTUNIDADES

Cuando el hijo desobedece el padre tiene que decidir cómo resol-


ver la situación. Antes de tomar la decisión es necesario pararse a
pensar y buscar alternativas. El disponer de un abanico de solucio-
nes amplía la posibilidad de encontrar la mejor solución.
Resolver problemas es una habilidad en la toma de decisiones ne-
cesaria para el manejo de situaciones problemáticas. Y toda habili-
dad requiere práctica.
Se presenta el esquema de resolución de problemas para practicar
de antemano cómo actuar en diferentes situaciones.

Problema: _________________________________________________
__________________________________________________________
Soluciones:
VALORO LAS
SOLUCIONES
SOLUCIONES:+/–

Elijo las mejores soluciones: ______________________________________


_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________

Pongo en práctica la solución: ____________________________________


_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 131


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 5.3. ÓRDENES CLARAS

Para que nuestro hijo obedezca, es necesario que los padres pi-
damos las órdenes de manera clara. Recorta esta ficha y ponla en
un lugar visible.

1. Consigue la atención de tu
hijo:
— Ponte cerca del niño.
— Llámalo por su nombre.
— Establece contacto ocular.

2. Da la orden claramente:
— Da solo una orden, con
voz firme.
— Da la orden en positivo.
— Usa un lenguaje sencillo y
gestos apropiados.
— Da razones antes de la or-
den.

132 ©  Ediciones Pirámide


Paso 5. Tener autocontrol con nuestros hijos

ACTIVIDAD 5.4. CADA COSA EN SU SITIO

A continuación, une con una flecha cada orden clara o poco clara en
el cartel correspondiente.
Al final de la actividad están las soluciones de órdenes claras (C ) y
poco claras (PC).

1. Paula apaga la tele, lávate las


manos y ven a cenar.

2. Salva, ponte las zapatillas.

3. Carolina, ¿quieres ponerte el ÓRDENES CLARAS


abrigo?

4. Sofía, no juegues más con


eso.

5. Ani, ya sabes lo que tienes


que hacer.

6. María, como vamos a comer


apaga la tele.

7. Marta, ponte a hacer los de-


beres.

8. Elena, vamos a ducharnos. ÓRDENES POCO CLARAS


9. Jorge, recoge los juguetes que
vamos al parque.

10. Rodrigo, ¿otra vez te digo


que no saltes en el sofá?

Solucionario: C ( 2-4-6-7) PC (1-3-5-8-9-10).

©  Ediciones Pirámide 133


Paso 6
Poner límites a nuestros hijos

«Si usted quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra,
colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros.»
Abigail Van Buren

©  Ediciones Pirámide 135


DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA INFANTIL
Enseñar a nuestro hijo a ser responsable es una de las tareas
más importantes dentro de su formación como persona, y lo debe-
mos inculcar de manera gradual y evolutiva desde que nuestro hijo
es pequeño y no solo cuando no ayuda en las tareas de la casa o no
cumple con sus obligaciones escolares. Nuestro hijo va a aprender
a ser autónomo en las pequeñas actividades diarias, como recoger,
guardar, abrochar y desabrochar, ir al baño, comer solo, etc., y estas
rutinas le van a ayudar a situarse en el espacio en el que vive y a
sentirse partícipe en la familia y entre sus amigos.
La opinión sobre sí mismo depende directamente de la frecuen-
cia y manera en que le ayudamos. Muchas veces sentimos la nece-
sidad irracional de hacer por nuestro hijo lo que ya puede hacer
solo, haciéndole creer que somos indispensables
y que nos necesita, y no lo hacemos responsable
cuando le ayudamos y está esforzándose por su-
perar un reto.
Aunque todos nuestros hijos pueden y deben
ser educados para ser independientes, no todos
son iguales y sus capacidades se desarrollan de
forma distinta. Los padres podemos pedir hacer
todo a todos, pero no podemos esperar los mis-
mos resultados, por lo que conocer las capacida-

©  Ediciones Pirámide 137


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

des reales de nuestro hijo nos permite ayudarle en su justa medida


sin intervenir cuando es capaz de realizar solo la tarea, con la opor-
tunidad de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar.
Los padres que sobreprotegemos vamos a crear un hijo depen-
diente e inseguro al que no dejamos actuar solo porque creemos
que no tiene capacidad de realizar cosas sin ayuda, por evitar que
se haga daño, por comodidad o para conseguir resultados más rá-
pidos. Buscar el equilibrio entre la sobreprotección y la pasividad
es la clave para que nuestro hijo conquiste su autonomía.

DECÁLOGO DE LA AUTONOMÍA

1. Establece normas que sirvan para que las interiorice conforme


vaya creciendo.
2. Comencemos por ponerle tareas simples para ir pidiéndole
otras más complejas.
3. Las tareas deben tener una dificultad moderada y progresiva,
y sobre todo adecuarlas a la edad y capacidad de nuestro
hijo.
4. Sé muy claro al decirle a tu hijo lo que esperas.
5. Les decimos paso a paso lo que deben hacer.
6. Enseñemos a valerse por sí mismo, a enfrentarse a las difi-
cultades y a conocer el valor de las cosas, etc.
7. Tienen ver que su esfuerzo es algo natural y no un medio para
conseguir una meta.
8. No hagas por tu hijo lo que ya sabe hacer. Le puedes ayudar,
orientar, asesorar, pero no asumir esas responsabilidades
para que se desentienda.
9. Tienes que mantenerte firme y no perder la paciencia.
10. Recuerda que ayudar, a veces, no ayuda.

EDUCAR EN LA RESPONSABILIDAD
Los padres queremos que nuestro hijo sea una persona con re-
cursos personales para hacer frente a las situaciones de la vida y

138 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

eso solo se consigue con responsabilidad.


Al hacer a nuestro hijo responsable le da-
mos superpoderes porque le estamos di-
ciendo «tú puedes», y con esas palabras
mágicas es más fácil responder en la vida.
Pero esta magia no siempre se cumple
porque utilizamos fórmulas educativas que
nos dan comodidad y rapidez pero que
van en contra del desarrollo autónomo y
de la libertad de nuestro hijo. Una de esas fórmulas sería la de «más
es igual a menos» que se refiere a que cuánto más hacemos los pa-
dres, menos hace el hijo. Si hacemos por nuestro hijo lo que ya sabe
hacer o podría hacer, es difícil que quiera tener iniciativas y que
asuma como propias sus tareas diarias. Los padres nos convertimos
en responsables de la falta de madurez de nuestro hijo que se frus-
tra cuando tiene que asumir una responsabilidad, o cuando quiere
imponer su criterio sobre lo que desea comer o la hora de dormir,
con decisiones basadas más en impulsos para reducir su frustración
que en decisiones sanas y maduras. Esta fórmula tiene como resul-
tado tener que estar detrás de nuestro hijo para que haga las cosas,
lo machaquemos por no cumplir la expectativa, aprenda a echar la
culpa a los demás de lo que le sucede; discuta las normas estable-
cidas o se frustre con facilidad, entre otras.
Hay más fórmulas para no hacer a nuestro hijo responsable y
con resultados contrarios al deseo de convertirlo en una persona
que sepa responder bien en la vida, como por ejemplo cuando le
recordamos las cosas que olvida, le dejamos hacer lo que quiera, lo
hacemos nosotros porque es más sencillo, subestimamos su capaci-
dad, aceptamos que se califique a sí mismo de irresponsable, hace-
mos cosas para que nos quiera o para que no hiera nuestros senti-
mientos, o cuando creemos que tenemos que hacer un montón de
cosas por nuestro hijo para que nos consideren buenos padres.
Los padres tenemos una intención positiva cuando ayudamos
tanto a nuestro hijo, y es quererle, facilitarle las cosas y muchas
veces darle el cariño que no tuvimos. Pero, aunque la intención es
positiva, si la meta como padres es hacerle responsable, habrá que
tomar otras decisiones.
Hay más tipos de padres con más fórmulas educativas cuya
intención es enseñar a nuestros hijos a ser responsables, pero que

©  Ediciones Pirámide 139


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

merece la pena revisar por si no se está alcanzando el grado de


autonomía que deseamos:

— «Padre agenda», es el padre que está pendiente de lo que


su hijo olvida. Se dedica a pedir los deberes que el hijo ol-
vida al grupo de WhatsApp del colegio, o de recordarle que
tiene que poner la mesa, o de estar pendiente del material,
o de los horarios de sus actividades. El padre consigue ser
la central de operaciones y que se le siga necesitando.
— «Padre guay», es el padre cercano, casi amigo, que permite
que el hijo decida cómo hacer las cosas, como, por ejemplo,
lo que quiere comer, cuánto rato jugar a videojuegos y dón-
de dormir. Está claro que esta relación termina en un con-
flicto no tan guay.
— «Padre sargento», es el padre exigente y controlador, que
obliga al hijo, «por su bien», que haga las cosas como cree
que son correctas. No deja al hijo casi decidir y lo somete a
un espacio maniático y rígido. Está claro que el hijo copiará
esa estructura crítica y tendrá que someterse o rebelarse
ante la inflexibilidad del hogar.

IMPORTANTE

Los padres que educamos en la responsabilidad damos super-


poderes a nuestros hijos. Tener rutinas hace a nuestros hijos per-
sonas seguras y autónomas, buenos ingredientes en su autoestima.

LOS LÍMITES TAMBIÉN EDUCAN


La disciplina tenemos que entenderla como enseñanza y no
como castigo. A veces a los padres nos resulta difícil poner normas
porque nos asusta defraudar a nuestro hijo, nos cuesta decir «no»,
no queremos frustrarlo, tememos al conflicto o nos sentimos culpa-
bles por la falta de tiempo. Estos temores pueden hacer fracasar el
equilibrio entre afecto y límites, y pueden llevar a la disciplina al
campo del castigo como consecuencia de la falta de buenos límites.

140 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

El equilibrio de los padres en-


tre querer y mandar es necesario
porque al educar a nuestro hijo le
estamos demostrando amor, pero
también le es­tamos enseñando a
dar respuestas adecua­das. Los
padres tenemos que en­tender
que, al establecer normas, nues-
tro hijo aprende hábitos y con-
ductas, pero las normas también
tienen que ver con el afecto por-
que nuestro hijo desarrolla auto-
nomía y seguridad en sí mismo,
se siente guiado en su crecimiento personal y aumenta su autoesti-
ma cuando logra conseguir las metas que las normas le presentan.
Los límites también educan y las normas ponen límites a la edu-
cación. Las normas son como las reglas de un juego, con instruccio-
nes claras sobre el comportamiento apropiado o inapropiado, y
donde todos sabemos lo que tenemos que hacer para que la familia
esté en armonía y en un ambiente predecible y seguro.

DECÁLOGO PARA ESTABLECER NORMAS

1. Las normas deben ser pocas, claras y justas.


2. Deben estar bien descritas y ser claras para nuestro hijo.
3. Deben ser justas para nuestro hijo y pedirle para lo que está
preparado evolutivamente.
4. Tienen que estar establecidas en el tiempo.
5. Deben ser comprobables por los padres.
6. Tienen que tener consecuencias positivas si lo hace a la pri-
mera y negativas si lo tenemos que recordar.
7. Las normas no se recuerdan. Nuestro hijo es el responsable.
8. Los padres no tenemos que enfadarnos para que las normas
funcionen.
9. Tenemos que ser consistentes y firmes con las normas.
10. Las normas siempre se cumplen.

©  Ediciones Pirámide 141


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

Las normas deben estar descritas con detalle y ser claras para
que nuestro hijo sepa cómo realizar la tarea y los padres cómo debe
estar realizada. No es lo mismo el ordenar la habitación que enten-
demos los padres «la ropa en los cajones, la mesa limpia, los jugue-
tes en la estantería» que el ordenar que entiende nuestro hijo «es-
conder debajo de la cama los juguetes, tirar al armario la ropa o
llevar a una esquina de la mesa los libros».
Una norma sirve si es razonable y adaptada a la edad de nues-
tro hijo, por lo que no hay que pedirle tareas para las que no esté
preparado y no dejar de pedirle para lo que ya está capacitado. Por
ejemplo, a un niño de 5 años puedes pedirle que coma solo, que se
vista solo con prendas sencillas, aunque está claro que si lo hace el
padre lo hará mejor y más rápido, pero no podemos pedirle que
doble y guarde su ropa o barra su habitación. Igual ocurre con un
preadolescente, podemos pedirle que ordene y limpie su habita-
ción, pero no pedirle que haga la comida familiar.
Una norma sirve si podemos comprobarla. Por ejemplo, si que-
remos que nuestro hijo no juegue con las máquinas después de
comer, o bien la guardamos o no dormimos la siesta para vigilarlo.
O el caso del padre que quiere que su hijo haga los deberes en casa
de la abuela, pero la abuela no puede encargarse.
La norma tiene que estar establecida en un límite de tiempo. Si
nuestro hijo no sabe cuándo tiene que realizar la norma, esto va a
generar un caos en la familia ya que podemos estar repitiendo la
norma continuamente y el hijo decirnos «ya voy» y hacerla o no
hacerla. Por lo que para que se cumpla la norma, padres e hijo tene-
mos que saber cuándo debe estar hecha la tarea, ya sea antes de
comer, después de ver el programa de televisión o antes de la ducha.
Las normas tienen que tener consecuencias para que sean efica-
ces. Una vez que se establecen las reglas hay que explicarle a nues-
tro hijo las consecuencias de intentar incumplir las reglas, «estas
son las reglas, si tú sigues la regla esto es lo que sucede, y si tú
rompes la regla, esto es lo que sucede». El tener consecuencias ló-
gicas por el mal comportamiento ayuda a que aprenda a ser res-
ponsable de sus acciones sin afectar su autoestima. Si nuestro hijo
rompe la regla acerca de dónde puede ir con su bicicleta, retiramos
la bicicleta por unos días. Cuando no hace sus tareas en el rato
acordado, no podrá hacer algo especial como ver dibujos de la te-
levisión porque tendrá que hacer las tareas pendientes. Si nuestro

142 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

hijo cumple la norma, como si no la cumple a la primera, debe se-


guirle siempre una consecuencia. Si cumple la norma, la conse-
cuencia será positiva (refuerzo positivo, premio acordado), y si no
cumple a la primera, la consecuencia será negativa (retirada de pri-
vilegio acordado). Las consecuencias pueden ser reforzadores so-
ciales que se administran con frecuencia diaria (alabanzas, elogios);
pueden ser reforzadores de situación, que también se pueden ad-
ministrar de manera diaria (actividades) y, por último, los reforza-
dores materiales, con frecuencia semanal o mensual (regalos).
Una consecuencia es considerada buena o mala si es algo que
nuestro hijo quiera ganar o que le cuesta perder. Por ejemplo, si le
da igual ver la televisión y la pierde por no seguir la regla, no es una
buena consecuencia negativa, pero si gana o pierde su programa
favorito, sí es una buena consecuencia positiva o negativa. Las con-
secuencias deben ser lo más inmediatas a la infracción y aplicarse
en el mismo día. También deben aplicarse con coherencia y no con
severidad, siendo proporcionales a la infracción, y que no impli-
quen una disposición especial de los padres para estar vigilándolos.

ACTIVIDAD 6.1. COCINANDO NORMAS

En el anexo encontraremos varios bloques. Como ejemplo viene


un bloque para formar una norma/ regla de funcionamiento en casa.

DESCRIPCIÓN Y TIEMPO DE LA
CONSECUENCIAS NORMA
NORMA
1. Los juguetes hay que guar- Si los recoges a la primera, po-
darlos dentro de la caja antes drás bajarte un juguete al par-
de bajar al parque. que o subirte al tobogán. Si
los papás te lo tenemos que
recordar, los recoges y no te
puedes bajar juguetes al par-
que o subirte al tobogán.

Escribimos la norma completa a continuación:


1. Recoger juguetes:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
____________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 143


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 6.2. BUSCANDO CONSECUENCIAS

En el anexo encontraremos un listado con las cosas que más le


gustan a nuestro hijo para luego aplicar el refuerzo positivo y/o el
costo de respuesta (retirada de privilegio) como consecuencia de una
norma.
REFORZADORES SOCIALES (recompensa diaria)
Alabanza, comentarios positivos, reconocimiento de la tarea, son-
risa, felicitar, guiñar el ojo, elogiar, contacto físico, expresión de satis-
facción.
REFORZADORES DE SITUACIÓN (recompensa diaria)
Ver el programa favorito en televisión, comer el postre favorito, ir
a casa de un amigo, elegir la ropa, ser primero en..., papás cuentan
un cuento por la noche, poner una pegatina en el álbum de las nor-
mas, llevar la bici al parque, jugar con la pelota, elegir el almuerzo
del colegio.
REFORZADORES MATERIALES (recompensa semanal/men-
sual).
Juguetes, cromos, tebeos, revistas, plastilina, recortables, pinturas,
globos, pelotas, pegatinas caramelos, golosinas, cuadernos para pin-
tar, libros de lectura, puzles, rompecabezas, construcciones.

Una vez establecidas las normas y sus consecuencias, el paso


siguiente es convocar un consejo de familia para que todos los
miembros de esta sepamos de antemano lo que se espera de cada
uno y lo que puede pasar si no lo cumple en el tiempo acordado.
Padres e hijos nos reunimos para clarificar las normas y las conse-
cuencias, haciendo partícipes a los hijos mayores por medio de
contratos de conducta que aseguren su colaboración. Las reglas en-
tran en vigor al día siguiente de la celebración del consejo de fami-
lia, por lo que los padres debemos estar al tanto del comportamien-
to de nuestros hijos y no tiene que haber ninguna desviación de la
regla ni debe repetirse la regla para que los padres no carguemos
con la responsabilidad. Al aplicar la norma es posible que nuestro
hijo se intente resistir, llorando, desafiando, pero hay que mante-
nerse firmes ya que esta resistencia es una forma de controlarnos.
No se debe aceptar ningún desafío a menos que nuestro hijo ofrez-
ca una alternativa que sirva para sortear igual de bien las dificulta-
des encontradas. Pero si no hay alternativas mejores, los padres
debemos compartir los sentimientos (comprendo que no te guste
esto, lamento que lo pases tan mal...), pero no debemos retroceder.

144 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

Las normas se tienen que cumplir una vez puestas. El tener con-
secuencias no significa que nuestro hijo no tenga que cumplir la
regla puesta, si no lo hace a la primera o de la manera descrita, o
se lo tenemos que recordar, o no lo ha hecho, tendrá la consecuen-
cia planeada, pero también tendrá que hacer la regla ordenada por
los padres. Al final se encuentra con una consecuencia y con la ta-
rea realizada porque en caso contrario puede interesarle más no
cumplir la norma que la consecuencia, es decir, le puede dar igual
recoger o no recoger porque el perder el programa de televisión es
menos importante que intentar controlar a los padres y a la casa.

Ejemplos de normas

JUGAR A VIDEOJUEGOS DESPUÉS DE ESTUDIAR


«Después de estudiar puedes jugar a las máquinas». Si protes-
tas en la hora de estudio o no terminas las tareas, las harás y juegas
30 minutos menos de consola».
«Después de estudiar puedes jugar a las máquinas». Si lo haces
sin protestar y terminas las tareas, podrás jugar 1 hora a la consola».

HORA DE FINALIZACIÓN DE LAS MÁQUINAS


«Cuando termine la hora de jugar a las máquinas, te pediré que
la apagues». Si protestas y tardas en apagarla, la apagaré yo y maña-
na tendrás un rato menos de máquina.
«Cuando termine la hora de jugar a las máquinas, te pediré que
la apagues». Si la apagas a la primera y sin protestar, mañana ten-
drás el mismo rato de máquina.

ORDENAR LA HABITACIÓN ANTES DE....


«Antes de cenar hay que dejar la habitación ordenada. Si no
está ordenada, irás a ordenarla y recoges la mesa de la cena».
«Antes de cenar hay que dejar la habitación ordenada. Si no
está ordenada, irás a ordenarla y te acuestas media hora antes de la
hora acordada».
«Antes de cenar hay que dejar la habitación ordenada. Si está
ordenada, te felicitaré y no tendrás consecuencias negativas».

©  Ediciones Pirámide 145


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

GUARDAR LOS JUGUETES DESPUÉS DE JUGAR


«Después de jugar con los juguetes hay que guardarlos en la
caja. Si no los guardas y te lo tengo que recordar, los recoges y pier-
des un ratito de tele».
«Después de jugar con los juguetes hay que guardarlos en la
caja. Si los guardas a la primera, me pondré muy contenta y podrás
ver un ratito de tele».
«Después de jugar con los juguetes hay que guardarlos en la
caja. Si no los guardas y te lo tengo que recordar, los recoges y vas
al tiempo fuera».

ACTIVIDAD 6.3. PONIENDO NORMAS EN CASA

En el anexo podremos poner las tres NORMAS que trabajaremos


con nuestro hijo:

NORMA __________________________________________________
REFUERZO POSITIVO ____________________________________
CONSECUENCIA NEGATIVA________________________________

ACTIVIDAD 6.4. CARTELES INFORMATIVOS

Una vez que hemos trabajado por escrito las tres normas que va-
mos a poner en casa, las escribimos en carteles y las recortamos, con
el objetivo de hacerlo más visible en la familia.

1. NORMA _______________________________________________
_____________________________________________________________

146 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

ACTIVIDAD 6.5. ACUERDO DE CONDUCTA

Con los hijos más mayores podemos firmar un acuerdo de con-


ducta con los compromisos y las consecuencias que pueden ganar o
perder. En el anexo está el acuerdo completo.

Yo _______________________________________ me comprometo a:
1. ________________________________________________________

Si lo hago a la primera puedo ganar...


Si me lo tienen que recordar puedo perder...
1. ________________________________________________________
GANO
PIERDO

Resumen

No solo el amor que sentimos hacia nuestro hijo es suficiente


para educarlo. Es necesario ponerle límites que le enseñan a res-
ponder mejor en la vida. Pero este proceso no siempre es fácil, tan-
to por nuestra actitud como por la resistencia de nuestro hijo; por
lo que es necesario aprender pautas para establecer límites cohe-
rentes y firmes que eduquen a nuestro hijo.

©  Ediciones Pirámide 147


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

ACTIVIDADES PASO 6
Actividades para poner límites a los hijos

Educar es un proceso de aprendizaje absolutamente necesario


ya que nuestro hijo carece de respuestas adecuadas a las situa-
ciones vitales que se le presentan. Los padres tratamos de orien-
tar, conducir y guiar a nuestro hijo durante este proceso de
aprendizaje hasta que aprende a dar respuestas adecuadas.
Todos los hijos necesitan reglas y expectativas para aprender
rutinas y el comportamiento apropiado. Pero los hijos no siem-
pre hacen lo que los padres queremos, y tenemos que decidir
cómo vamos a responder.
Las actividades para poner límites son:

6.1. Cocinando normas.


6.2. Buscando consecuencias.
6.3. Poniendo normas.
6.4. Carteles informativos.
6.5. Acuerdo de conducta.

©  Ediciones Pirámide 149


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

ACTIVIDAD 6.1. COCINANDO NORMAS

Recordemos que las normas tienen varios ingredientes (descrip-


ción, tiempo y consecuencias): A continuación, encontrarás 2 blo-
ques. El primero es la descripción de la norma y el tiempo para ha-
cerla, y el segundo bloque son las consecuencias si se sigue bien o
mal la norma. Pon una flecha para unir cada bloque y forma una
norma/ regla de funcionamiento en casa.

DESCRIPCIÓN Y TIEMPO DE LA
CONSECUENCIAS NORMA
NORMA
1. Los juguetes hay que guar- • Si te acuestas sin protestar
darlos dentro de la caja antes cuando los papás te lo piden,
de bajar al parque. podremos leer 2 cuentos. Si
protestas, te acuestas, pero no
habrá cuento adicional.
2. Hay que cepillarse los dien- • Si los recoges a la primera,
tes después de comer. podrás bajarte un juguete al
parque o subirte al tobogán.
Si los papás te lo tenemos que
recordar, los recoges y no te
puedes bajar juguetes al
parque/o subirte al tobogán.
3. A las 21 h o después de cepi- • Si te los cepillas a la primera,
llarse los dientes hay que podrás ver un ratito la televi-
acostarse en la cama. sión. Si los papás te lo tene-
mos que recordar, te los cepi-
llas y te acuestas en la cama.

Escribo la norma completa a continuación:


1. RECOGER JUGUETES:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
____________________________________________________________
2. CEPILLADO DE DIENTES:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
____________________________________________________________
3. ACOSTARSE EN LA CAMA:
____________________________________________________________
____________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 151


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 6.2. BUSCANDO CONSECUENCIAS

Anota y añade en la hoja las cosas que más le gustan a tu hijo para
luego aplicar el refuerzo positivo y/o el costo de respuesta (retirada
de privilegio) como consecuencia de una norma:

REFORZADORES SOCIALES (recompensa diaria)

❑ Alabanza. ❑ Guiñar el ojo.


❑ Comentarios positivos. ❑ Elogiar.
❑ Reconocimiento de la tarea. ❑ Contacto físico.
❑ Sonrisa. ❑ Expresión de satisfacción.
❑ Felicitar. ❑ Otros:

REFORZADORES DE SITUACIÓN (recompensa diaria)

❑ Ver el programa favorito en ❑ Poner una pegatina en el ál-


televisión. bum de las normas.
❑ Comer el postre favorito. ❑ Llevar la bici al parque.
❑ Ir a casa de un amigo. ❑ Jugar con la pelota.
❑ Elegir la ropa. ❑ Elegir el almuerzo del cole-
❑ Ser primero en... gio.
❑ Papás cuentan un cuento ❑ Otros:
por la noche.

REFORZADORES MATERIALES (recompensa semanal/mensual)

❑ Juguetes. ❑ Pegatinas.
❑ Cromos. ❑ Caramelos.
❑ Tebeos. ❑ Golosinas.
❑ Revistas. ❑ Cuadernos para pintar.
❑ Plastilina. ❑ Libros de lectura.
❑ Recortables. ❑ Puzles.
❑ Pinturas. ❑ Rompecabezas.
❑ Globos. ❑ Construcciones.
❑ Pelotas. ❑ Otros:

152 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

ACTIVIDAD 6.3. PONIENDO NORMAS EN CASA

Es el momento de poner las NORMAS que trabajarás con tu hijo.


A continuación, pon en los espacios correspondientes las 3 primeras
normas de casa, el refuerzo positivo por hacerlas a la primera y las
consecuencias negativas por tener que recordárselas.

1. NORMA __________________________________________________
_____________________________________________________________
REFUERZO POSITIVO _______________________________________
_____________________________________________________________
CONSECUENCIA NEGATIVA _________________________________
_____________________________________________________________

2. NORMA __________________________________________________
_____________________________________________________________
REFUERZO POSITIVO _______________________________________
_____________________________________________________________
CONSECUENCIA NEGATIVA _________________________________
_____________________________________________________________
3. NORMA __________________________________________________
_____________________________________________________________
REFUERZO POSITIVO _______________________________________
_____________________________________________________________
CONSECUENCIA NEGATIVA _________________________________
_____________________________________________________________

©  Ediciones Pirámide 153


Seis pasos para cambiar la conducta desobediente de nuestro hijo

ACTIVIDAD 6.4. CARTELES INFORMATIVOS

Una vez que se han trabajado por escrito las 3 normas que se van
a poner en casa en la actividad «poniendo normas», se escriben en
los carteles y se recortan, con el objetivo de hacerlo más atractivo y
visible en la familia.

1. NORMA _________________________________________________
_____________________________________________________________

2. NORMA _________________________________________________
_____________________________________________________________

3. NORMA _________________________________________________
_____________________________________________________________

NORMA 1 NORMA 2 NORMA 3

154 ©  Ediciones Pirámide


Paso 6. Poner límites a nuestros hijos

ACTIVIDAD 6.5. ACUERDO DE CONDUCTA

Yo _______________________________________ me comprometo a:
1. ________________________________________________________
__________________________________________________________

GANO

PIERDO

2. ________________________________________________________
__________________________________________________________

GANO

PIERDO

3. ________________________________________________________
__________________________________________________________

GANO

PIERDO

Firmamos en acuerdo de lo aquí escrito:

HIJO PADRES

©  Ediciones Pirámide 155


TÍTULOS PUBLICADOS
BULIMIA NERVIOSA. Guía para familiares, I. Dúo, M.ª P. López, J. Pastor y A. R. Sepúl-
veda.
CLAVES PARA AFRONTAR LA VIDA CON UN HIJO CON TDAH. «Mi cabeza... es como si
tuviera mil pies», I. Orjales Villar.
CLAVES PARA ENTENDER A MI HIJO ADOLESCENTE, G. Castillo Ceballos.
CÓMO DAR ALAS A LOS HIJOS PARA QUE VUELEN SOLOS. El niño sombra de sus pa-
dres, F. X. Méndez Carrillo, M. Orgilés Amorós y J. P. Espada Sánchez.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE LOS NIÑOS. Estrategias
para padres, A. Alegre.
CONVIVIR CON UN ADOLESCENTE. Ideas para acertar de vez en cuando, E. Argüello
Alonso.
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EL NIÑO ANTE EL DIVORCIO, E. Fernández Ros y C. Godoy Fernández.
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ENSEÑANDO A EXPRESAR LA IRA. ¿Es una emoción positiva en la evolución de nuestros
hijos?, M.ª del P. Álvarez Sandonís.
ERRORES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS. Cómo evitar los 25 más comunes, J. Fer­
nández Díez.
ESCUELA DE PADRES 3.0. Guía para educar a los niños en el uso positivo de Internet y los
smartphones, M. Gámez-Guadix.
ESTIMADO HIJO: LO HE HECHO LO MEJOR QUE HE SABIDO. Cartas para mi hijo
adolescente, J. M. Fernández Millán y P. Serrano Peña.
GUÍA DE OCIO EN FAMILIA. El tiempo que pasamos juntos, L. Liédana, T. I. Jiménez, E.
Gargallo y E. Estévez.
LA EDUCACIÓN SEXUAL DE LOS HIJOS, F. López Sánchez.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE LOS PADRES Y DE LOS HIJOS, A. Vallés Arándiga.
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